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El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot

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El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot - Página 2 Empty Re: El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot

Mensaje por Moyanoski Jue 18 Abr - 5:15

Capítulo 11
_______ se despertó, bañada en sudor, su carne se sentía irritada y adolorida. Sus pechos estaban hinchados, sus pezones latían. Entre sus muslos su vag/ina se apretaba con fuerza, goteaba, mientras recordaba los empujes duramente controlados del pe/ne de Nicholas
dentro de su estrecho canal. No había sido el interludio romántico con el que ella siempre
había fantaseado. No hubo luz de velas, ni un Nicholas de rodillas mendigando su perdón, en lugar de eso, había encontrado un calor relampagueante, intensidad, y alguna desesperación innombrables rugiendo entre los dos que se había rehusado a ser ignorada. El orgasmo que había sentido había lanzado al viento todas sus nociones preconcebidas de lo que podía ser un orgasmo, por la ventana abierta. Ahora, si sólo pudiese conseguir que lo hiciese nuevamente.
Tendría que encontrarlo primero, después de todo. Miró alrededor del cuarto. La noche finalmente parecía haber caído. El cuarto estaba más oscuro que antes, iluminado sólo por el tenue brillo de la lámpara a un lado de la cama. La oscura y pesada madera del mobiliario le daba al cuarto una sensación protectora. Tosca, libre de adornos, y aún así era exactamente como era Nicholas .
Al otro lado del cuarto una enorme pintura de él apoyado delante del garaje que había poseído en Sandy Hook colgaba en un lugar destacado. Varios trofeos que él había ganado en concursos de tiro eran exhibidos en la mesa bajo el cuadro. Nicholas no había sido una persona excesivamente pública, pero había sido bien conocido. Bien conocido y alguien en quien se confiaba.
Ella intentó controlar sus pensamientos, para luchar contra la insidiosa excitación que crecía en su interior. Él le había dicho que estaba en celo. Que ella sería incapaz de negársele a él. Incapaz de
impedir su toque. Que esto estaba más allá de cualquier negativa; era como una bestia dando zarpazos en su útero, gritando en demanda del orgasmo explosivo que él la había hecho sentir antes.
Ella gimió débilmente mientras se ponía de lado, asombrándose de los espasmos que se producían en su bajo vientre. Con cada espasmo su vag/ina pulsaba y latía en acompañamiento. Con cada serpenteante contracción su cólera aumentaba. Nicholas le había hecho esto. Donde antes su excitación y necesidad de él habían sido sólo una hipersensible irritación, ahora se sentía más bien como una agonía.
— Dios mío, esto sólo me podía ocurrir a mí —murmuró en el silencioso cuarto mientras clavaba sus ojos en la pared de enfrente.
— No exactamente. —Una compasiva voz femenina provino de detrás de ella, haciendo que _______ saltara con fuerza de la cama, agarrando firmemente el edredón contra sus pechos desnudos mientras sus ojos se ampliaban.
Ella recordaba haber conocido a Merinus el día anterior, aunque sólo vagamente. Su mente estaba consumida con los recuerdos del calor, la loca necesidad que la había atormentado. Y Nicholas . Salvaje, feroz, decidido a reclamarla a pesar de que él había sido quien la había abandonado meses antes.
La otra mujer la miró con sus profundos ojos marrones repletos de compasión. Ella era delgada, más o menos de la altura de _______, con cabello largo, marrón claro. Su expresión era tranquila,
empática, e hizo que una bola se posicionara en la garganta de _______.
Ella nunca había tenido verdaderos amigos, al menos no desde el momento en que había conocido a su padre, y la ternura de esta mujer la hizo darse cuenta de todo lo que se había perdido durante
esos años.
Merinus, a pesar del lujoso entorno de la hacienda y de lo que _______ recordaba de la casa, no parecía adoptar una actitud de -señora del feudo-. Estaba vestida con pantalones vaqueros
desgastados, una camisa de algodón color crema suelta y zapatillas de lona. Ella parecía más del tipo que acampaba al aire libre que de las que supervisan una mansión.
— ¿Dónde está Nicholas ? —Ella miró alrededor del cuarto para asegurarse de que él no estaba allí.
— Él está con Callan en este momento. Él es el jefe de seguridad aquí en la hacienda, y alguna de las nuevas medidas que están implementándose en este lugar precisaban de su atención. —Merinus se paró de la silla en la que había estado sentada y caminó suavemente hacia la cama.
— Tengo algunas ropas que te deberían servir en el cuarto de baño si quieres bañarte y vestirte. Te sugeriría un baño por ahora. Parece aliviar lo peor de los efectos copulativos durante algún
tiempo.
_______ sintió que el calor subía a su cara mientras la otra mujer mencionaba el deseo demente que la había mantenido en sus garras hacía no mucho. Ella podía controlar su deseo del hombre hasta que doliese, pero esto era ridículo.
— ¿Por un corto tiempo? —Le preguntó ferozmente, frunciendo el ceño. — No. —Ella sacudió su cabeza a esto último.— Algo tiene que detener esto. Ahora. —No podría aceptar ninguna otra cosa.
Podía sentir el calor elevándose en su cuerpo otra vez. Su piel se sentía irritada, sensitiva, sus pechos hinchados, su cli/toris latiendo en demanda. Ella no podría controlar esto. Había sido malo antes, pero esto era peor de lo que pudo haberse imaginado. Se preguntó si Nicholas estaba siendo afectado por esto.
Probablemente no. Y si algún hombre se lo merecía, era él.
Merinus suspiró. — Los efectos son temporales, _______, pero no sin un precio seguro. Toma un baño mientras bajo y te subo la cena. Hablaremos cuando estés lista.
Ella empezó a salir del cuarto, dejando a _______ con demasiadas malditas preguntas y ninguna respuesta.
— Espera. —_______ envolvió el edredón a su alrededor mientras se deslizaba de la alta cama. Maldita fuera, ¿Nicholas había pensado alguna vez en lo malditamente alto que era?— Dime cómo detener esto ahora.
La mirada en la cara de Merinus cuando se dio la vuelta era sombría.
— No lo puedes detener ahora. Tiene que seguir su curso. Ahora ve a tomar un baño. El tiempo que aguantaras esperando a Nicholas es limitado. Sé que tienes preguntas, y algunas de ellas yo las puedo responder. Pero no hasta que estés más cómoda.
_______ expelió una fuerte respiración, quedándose con la mirada fija en la expresión implacable de la otra mujer. Ella se veía más que decidida, y _______ tuvo la sensación de que era muy capaz de salirse con la suya.
— Esto apesta —ella mordió las palabras, volviendo la espalda a Merinus.— Si quisiera tomar un baño primero habría preguntado. —
Sin embargo, caminó con paso decidido hacia el cuarto de baño, determinada a terminar con eso y luego que sus preguntas fueran respondidas tan pronto como fuese posible.
Merinus había estado en lo correcto, sin embargo. El baño pareció aliviar el calor que ya había empezado atormentarla. Por supuesto, _______ optó por un baño frío, temblando bajo el agua más
fría que pudo aguantar sobre su piel y gradualmente añadiendo más hasta se volvía tolerable.
El cuarto de baño era un sueño. Suelos de mármol italiano, un lavamanos de porcelana en un gabinete de color cereza. En medio del cuarto había una enorme tina lo bastante grande como para que entraran tres personas adultas. Una ducha estaba colocada en una esquina lejana.
Contra la pared del frente de la puerta había una silla color azul cielo estilo Reina Ana, y al lado de ella, una antigua mesa color cereza. Los gabinetes estaban colocados en el interior de los muros,
y los rincones decorativos contenían una variedad de chucherías caras. Era opulento y confortable al mismo tiempo. Y diferente de cualquier cosa que _______ alguna vez hubiese experimentado.
Cuándo sintió que podría aguantar el caminar sin primero ser follada, salió de la tina, se secó el pelo y rápidamente se vistió con el largo traje de noche que la otra mujer le había dado. No había
bragas, pero no quiso tentar su suerte en este punto si permitía que cualquier cosa la tocara en su excesivamente sensitiva vag/ina.
La cena estaba lista. Estaba esperando en el cuarto de estar, sobre la mesa de vidrio situada al lado de las puertas corredizas del balcón. Era una comida ligera y Merinus hizo guardia sobre ella cada segundo, asegurándose de que ella lo terminara antes de cubrir la bandeja para luego sentarse en la silla y mirarla silenciosamente.
— De acuerdo, respuestas —_______ le recordó.— ¿Qué me hizo él y que puedo hacer para deshacerme de ello?
Sería mejor que las respuestas viniesen rápido, pensó, porque las pequeñas contracciones en su útero estaban a punto de volverla loca.
— Concepción. —_______ se congeló al oír las palabras de la otra mujer.— Es la única cosa que aquieta el calor. Pero tú no estarás libre de Nicholas , ni siquiera así. La naturaleza es un poco más lista de lo que hemos querido acreditarle por aquí. Tú y Nicholas nunca seréis capaces de separaros. Tú siempre serás una parte de él, a través del niño que concebirás del mismo modo en que la hormona nunca abandonará completamente tu cuerpo. Tú eres su consorte. Para siempre.
_______ clavó los ojos en la otra mujer un largo y silencioso minuto.
Si Merinus no se hubiese visto tan seria, entonces _______ se habría reído en su cara. Desafortunadamente, ahora no tenía exactamente ganas de pasar un buen rato divertido en una situación que rápidamente estaba bordeando la locura de una pesadilla.
— Con un demonio si es que lo soy. —_______ saltó precipitadamente sobre sus pies, prestando poca atención a la silla que salió volando detrás de ella, volteándose en el piso alfombrado.
Esto no era bueno. Ella se quedó con la mirada fija en la expresión calma de Merinus, sintiendo pánico en su interior mientras la otra mujer la miraba casi con pena.
— _______, necesitas entende...
— No, tú necesitas entender —replicó furiosamente mientras introducía sus dedos desesperadamente en su pelo.— No pregunté eso. No le pregunté a él por qué había dejado esta estúpida marca sobre mí y sin ninguna duda no le he pedido a él que me besara. No aceptaré esto.
¿Un niño? ¿Ella tenía que quedarse embarazada primero? Traer al mundo a un bebé que tendría a cada mercenario y criminal de baja estofa intentando secuestrarlo. Para tomarlo en sus brazos y tener que cuidarlo de un grupo de monstruos que haría sólo Dios sabe qué cosa con él.
El horror la recorrió mientras sus manos presionaban su estómago y su mente batallaba para rechazar cualquier conclusión. Ella no lo podría hacerlo. Dios la ayudase, ella no sobreviviría.
— _______, negarlo no ayudará. —Merinus se puso lentamente de pie.
— He estado donde tú estás. Sé qué tan confundida estás y qué tan aterrorizada te sientes. Pero tu no pediste esto, tampoco. No de cualquier forma. Tú puedes resolver esto con Nicholas.
_______ se quedó con la mirada fija sin parpadear. Podía sentir la histeria creciendo dentro de su mente mientras luchaba por aceptar lo que consideraba inaceptable.
— ¿Resolver qué con él? —finalmente gruñó furiosamente— ¿Separar mis piernas de modo que él pueda preñarme y luego abandonarme otra vez? Oh, si claro, déjanos hablar de eso. Su
historia precedente apesta, Merinus, y no estoy dispuesta a encarar las consecuencias de esto sola. Y sin duda alguna no con un niño cuya misma existencia estará en peligro desde el momento de su concepción.
Merinus frunció el ceño.— Nicholas nunca te abandonaría, _______.
Ella se rió. Ella no podía ayudarla. Merinus se veía tan sincera, tan pero tan segura del honor de Nicholas , que era todo lo que podría hacer.
— Así pues dime, Merinus, ¿cómo he obtenido esta marca? ¿Dónde diablos ha estado él el último año poco más o menos?
— Nicholas no sabía acerca de la marca...
— Así es que pueden marcar a quienquiera que deseen y luego, como cualquier gato viejo, saltar y correr a la siguiente. —_______ apretó sus puños como si furia la abrumase.
— _______, tienes que entender... —Merinus hizo un nuevo intento.
— Equivocada. —La mano de _______ cortó a través del aire cuando rechazó la súplica de Merinus.— No tengo que entender ninguna mier/da, Merinus. Ésta es mi vida. Cualquier niño concebido será mío.
No le permitiré hacerme esto. Y sin duda alguna no le permitiré dejarme embarazada y luego decidir que él necesita a alguien que es más mujer que yo otra vez.
El pensamiento de Nicholas tocando a otra mujer la casi la volvió loca de pesar.
— _______, Nicholas no haría eso —protestó Merinus.— Estarás protegida y tu niño aún más.
_______ bufó con incredulidad.
— Callan podría ser más que un hombre respecto a eso, Merinus, pero he visto el trabajo de Nicholas de primera mano. No gracias.
Nada de bebés. Ningún Nicholas. ¿Dónde diablos estoy y cómo hago ahora para volver a casa?
— ¿Qué casa? —La voz del Nicholas, de baja entonación y furiosa, gruñó desde la puerta.— Se incendió hasta el suelo antes de que aterrizáramos aquí en la hacienda. Parece ser que estás
ineludiblemente comprometida con el gato, cariño.
Moyanoski
Moyanoski


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El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot - Página 2 Empty Re: El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot

Mensaje por Moyanoski Jue 18 Abr - 5:17

La verdad es que nunca espere que alguien lo leyera, solo lo subí porque encuentro muy linda la serie de las castas y queria que más personas la conocieran <3 Espero que sigan leyendo (:


Última edición por Moyanoski el Jue 18 Abr - 5:20, editado 2 veces
Moyanoski
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El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot - Página 2 Empty Re: El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot

Mensaje por Moyanoski Jue 18 Abr - 5:19

Capítulo 12
— ¡Nicholas! —La voz de Merinus parecía indiferente, pero la conmoción impresa en ella era evidente.— Eso ha sido totalmente impropio.
Sin embargo, _______ no le dio oportunidad para disculparse. Se abalanzó sobre él, la furia y la cólera combinadas con un dolor tan vibrante que sintió como si fuese a destruirla.
— ¿Te pedí que me trajeses aquí? —Le gritó furiosamente mientras empujaba sus anchos e inamovibles hombros.— Mira lo que has hecho, Nicholas . Hiciste que mi propio cuerpo se volviese contra mí. Ahora algún bastardo ha quemado mi casa porque yo no estaba allí. Tú dejaste que quemasen mi casa. —Ella no podía creerlo, no podía procesar el hecho de que nunca volvería a ver su hogar.
La mera idea era algo que no podía considerar. Su hogar era real.
Su hogar fue todo lo que tuvo cuando Nicholas decidió que ya no la deseaba. Que necesitaba a alguien más mayor, o más experimentada, o lo que fuese que ella no era pero que alguna otra persona sí sería.
El dolor que crecía en su interior iba a matarla. No el dolor físico que le retorcía las entrañas cuando la agonizante excitación la atravesaba, sino el profundo dolor en el alma por haber perdido su último refugio para su propia tranquilidad de espíritu.
— ¡Mira lo que has hecho! —Gritó ella otra vez, con el puño volando hacia el rostro de él, la violencia surgiendo en su interior como una ola gigantesca de abrumante emoción.
— Dios, _______... —Él la estrechó entre sus brazos, apretándolos fuertemente alrededor de ella, sosteniéndola mientras ella todavía luchaba contra él, porque que Dios la ayudase, no había nada ni nadie más contra el que luchar.— Lo siento, nena. Lo siento tanto.
El silencio llenó el cuarto. _______ luchó para mantenerse en pie. Él la retuvo contra su cuerpo, una firme roca, como siempre era. Un refugio que ella sabía le podría ser arrebatado en cualquier
momento.
— Déjame ir. —Pero no intentó liberarse.
Una mano mantuvo su cabeza contra el pecho de él, la otra rodeó su cintura, protegiéndola de la violencia que ardía en su interior.
— Acababa de comprar una silla nueva. —Murmuró ella. Tembló y luchó contra la reacción. Dios, ¿se había perdido todo?
— _______, lo siento. —Susurró él contra su cabello— No debí contártelo de esta manera, nena. Lo siento.
Ella se sobresaltó echándose hacia atrás, apartándose de él, desesperada por escapar del dolor que reverberaba en su alma. Ahora ya no quedaba nada que pudiesen destruir, nada que pudiesen
arrebatarle. Nada excepto el niño, si ella permitía su concepción.
— Bien. —Exhaló con rudeza.— Infiernos. —No sabía qué decir o qué hacer. Se sentía rota en pedazos, deslumbrada por los acontecimientos que ocurrían con demasiada rapidez para permitirle
coger aliento o para encontrarle sentido.
Inspiró con fuerza, introduciendo los dedos en los bolsillos de su bata, peleando contra el pánico que crecía en su interior. De acuerdo, no podía matarle. Estaba segura de que los demás
miembros de la familia de él considerarían que no existía tal posibilidad. No importaba lo desesperadamente que necesitase su sangre ahora. Estaba bien. Solamente era una casa. Lo dejaría tras ella. Debería haberse esperado esto.
Las pequeñas palabras de ánimo no ayudaban. Podía sentir algo en el interior de su pecho que crecía con el dolor ante el recuerdo del hogar que poco a poco había construido con sus propias manos. Las ampe/nes y la sangre lo habían hecho más merecedor de vivir en él, lo habían convertido en algo más digno de poseer que la monstruosidad que había sido cuando ella era más joven.
— _______, ahora tienes un hogar aquí... —La voz de Nicholas sólo aumentó su furia. Era suave, lleno de remordimiento. Como si el dolor de ella rompiese algo en su interior. La pérdida de su hogar no era nada comparado con la agonía que pasó cuando le perdió a él.
— ¿Lo tengo? —Ella liberó la acumulación de adrenalina que exigía pelea, mientras se giraba para enfrentarle, mirándole con siniestra cólera.— ¿Contigo, debo suponer?
— Conmigo. —La expresión de él se endureció mientras decía la palabra.
— Pobre Nicholas . —Se burló ella.— Te quedarás conmigo después de todo. Pero no soy exactamente lo que imaginabas para una futura compañera, ¿verdad?
Él la miró con un ligero ceño y no poca calidez en sus ojos.
— De hecho nunca imaginé a nadie más. —Se encogió de hombros, confundiéndola aún más.— Aunque puedo decir que no pareces precisamente feliz.
¿Y por qué parecía molestarle tanto que ella no estuviese encantada? ¿Entonces dónde estaba el hombre que había decidido que necesitaba a una mujer mejor de lo que era ella? Su actitud no tenía sentido para ella. A menos que solamente fuese por la hormona o lo que fuese que la estaba volviendo loca. La idea de que una droga, no importaba que fuese natural, era su único vínculo rompió su corazón.
— No “precisamente feliz” es una descripción muy ligera de mi reacción. —Se aseguró de que su sonrisa fuese todo dientes y nada de calidez. Su sexo estaba lo bastante caliente para compensarlo, aunque no tenía ninguna intención de permitirle saberlo tan pronto.
La adrenalina que corría por su sistema intentaba aumentar más la excitación que sentía.— ¿Dónde está mi ropa? —Ignoró los calambres en su vientre mientras le volvía la espalda.
Ahora ni siquiera tenía un hogar, y no podía permitirse creer que cualquier cosa que pudiese tener con Nicholas duraría más allá de que la dejase embarazada. ¿Qué sería de ella entonces? Tenía que irse, tenía que huir, o nunca estaría libre de él.
Nicholas suspiró con fuerza tras ella.
— Sé que estás asustada, _______.
— No estoy asustada. —Contuvo un estremecimiento de pura sensación cuando el calor chisporroteó entre sus muslos. Se aseguró de que la mirada que le devolvió brillase con su necesidad de castigarle.— Estoy loca. Así que apártate de mí antes de que te arranque la cabeza como debí hacer cuando pusiste tu maldita marca sobre mí. ¿Dónde diablos está mi ropa?
Volvió a entrar en el dormitorio, decidida a ignorar al hombre que acechaba tras ella. Podía sentirle y él ni siquiera la estaba tocando.
— Tu ropa se está lavando. —Le dijo él, su voz tan suave, tan cuidadosamente controlada mientras se acercaba a ella.— _______, estás dolida. No tiene que ser de esta manera.
_______ se detuvo a los pies de la cama, agarrándose al estribo con desesperación mientras su estómago se contraía casi con violencia.
Cerró sus ojos, oponiéndose al hombre, luchando contra el conocimiento de lo que ocurría en su interior. Dios, era tan débil, porque sabía que aún sin la intensidad de la antinatural excitación, le
sería muy duro resistirse a él, mantener su furia. Su voz era suave, arrepentida, recordándola los años en que siempre había estado allí para ella. Recordándola lo mucho que le amaba, lo mucho que le había dolido cuando repentinamente él ya no estuvo en vida.
Ni siquiera el temor a la concepción podía atenuar los deseos que recorrían su cuerpo como una marea de sensaciones. ¿Cómo se suponía que iba a negarse a él? ¿Cómo podía luchar contra su propio cuerpo, sus necesidades o su corazón?
— Estoy bien. —Escupió las palabras entre sus dientes apretados.— Búscame algo de ropa. Quiero salir de aquí.
Si podía simplemente alejarse de él, pensó con desesperación. No había sido tan malo, tan intenso, hasta que él volvió a aparecer en su vida. Si podía marcharse, tal vez fuese más fácil; volver a la ligera molestia que había sido antes.
— No te irás, _______. —Sus manos se posaron con fuerza sobre los hombros de ella, sus pulgares aflojando los tensos músculos mientras ella luchaba contra los escalofríos de placer que le provocaba su contacto.
Las callosas yemas de sus pulgares raspaban su piel, calentando su carne, haciéndola gemir con el placer que atravesaba su cuerpo. Su contacto era exquisito, su olor envolviéndola con una calidez que la quemaba hasta el alma.
— No puedo hacer esto. —Murmuró ella, luchando contra las lágrimas que espesaban su garganta. Necesitaba mucho más de él.— Todo está ocurriendo demasiado deprisa.
— No tienes que hacer nada, cariño. —Le prometió él con gentileza, sus labios susurrando sobre la marca que le había hecho tanto tiempo atrás. Haciéndola temblar de anhelo.— Me ocuparé de
todo, _______. Lo prometo.
Cada célula de su cuerpo gritó de placer cuando la lengua de él acarició la pequeña herida. Podría negarse, se aseguró a sí misma, si pudiese atravesar la telaraña de excitación y necesidad que latía en su interior, dejándola sin aliento bajo el contacto de él. ¿Cómo podía hacerle esto? ¿Cómo podía la naturaleza ser tan cruel dándole esta ventaja sobre ella?
— Puedo oler tu excitación. —Susurró él en su oído.— Es como crema caliente y dulce. Me atrae, _______. No deseo más que ponerme de rodillas, subirte el camisón hasta las caderas y enterrar mi lengua en tu co/ño caliente.
Ella tembló violentamente ante sus palabras, un gemido de anhelo escapó de su garganta mientras él dejaba caer la bata de sus hombros. Se sentía débil, aturdida, incapaz de oponerse a él cuando
en realidad le deseaba con cada pulgada de su cuerpo.
— Eres tan caliente, tan suave y tentadora, me haces perder completamente el control. Me vuelves loco, _______, estoy tan hambriento de ti que apenas puedo pensar en otra cosa más que en
saborearte.
Su lengua lamió el hombro, rugosa, ligeramente áspera, provocando un gemido de placer de los labios de ella debido a la sensación. Sus manos bajaron los finos tirantes del camisón por los
hombros de ella mientras sus labios dejaban un reguero de cálidos besos en su brazo.
— Antes perdí el control. —El camisón resbaló sobre los pezones endurecidos, pero ella no tuvo ocasión de echar de menos su abrigo.
Las manos de Nicholas cubrieron los hinchados montículos, con las palmas sobre las sensibles puntas, frotándolas ligeramente mientras ella gemía ante el incremento de placer. Eso era bueno. Demasiado bueno. Demasiado caliente.
Ella se quedó mirando fijamente sus manos, asombrada por el contraste entre la oscura piel de él y su propia carne más pálida. Era tan erótico, ver como la tocaba, observar las diferencias entre el
cuerpo duro y musculoso de él y el suyo más suave.
— Ahora no perderé el control. Te enseñaré lo bueno que puede ser, cariño.
Su voz era ronca, una sensual caricia para sus sentidos. El camisón se deslizó por sus caderas, acariciándola mientras continuaba su descenso hasta terminar finalmente a sus pies.
— Ves, todo lo que tienes que hacer es relajarte. —Le aseguró él, su voz tranquilizándola y a la vez atacando sus sentidos, mientras sus manos acariciaban sus senos.— Deja que te muestre lo que nos hemos perdido durante todos esos meses.
— Tú me dejaste. —Ella luchó por respirar, por encontrar la fuerza que necesitaba para negarse. Pero no estaba allí. Su cuerpo se imponía sobre su mente, dejándola sin objeciones y sin miedos.
— Tú no me dejaste elección, _______. —Sus manos ahuecaron sus pechos, entre un dedo y su pulgar agarró un pezón, haciendo imposible que ella pudiese pensar o hablar.
¿Ella no le dejó elección? Ella le amaba, le necesitaba, hasta que la pura intensidad de esos anhelos casi la habían destruido. ¿Y él afirmaba que ella no le había dejado elección? Deseó enfurecerse, gritarle, pero todo lo que pudo hacer fue boquear bajo su exigente contacto.
Las yemas de sus pulgares comenzaron a frotar los pezones, y a continuación con la ayuda de sus dedos índice los agarró con una firme presión tirando de ellos lentamente.
— ¡Nicholas ! —Gritó ella, sintiendo la llamarada de placer que pasó de sus pezones a su vag/ina, haciendo que se arquease contra él. Sus manos se echaron hacia atrás y se apoyaron sobre sus muslos duros y musculosos.
— ¿Te gusta, nena? —Él lo repitió, y _______ pensó que explotaría por el creciente calor— Ahora usaré mis dientes, —susurró él en su oído— mientras tiro y empujo, los lameré con la lengua, los chuparé con mi boca y haré que te corras solamente con esa sensación.
Y podría. Ella sabía que podría. Su orgasmo ya se estaba preparando, el placer amenazando con alcanzar su clímax en las atormentadas profundidades de sus entrañas. Entonces él se
detuvo. _______ lloriqueó por la ausencia de caricias en sus pezones.
Pero luego gruñó de placer cuando los dientes de él pellizcaron la marca de su cuello un segundo antes de posar su boca sobre ella y comenzar a chupar, a pesar de que había amenazado con hacerlo en sus pezones.
Su cabeza cayó hacia atrás contra el pecho de él. Se percató apenas de que él se estaba quitando la ropa, sacándose primero la camisa, y después los zapatos y los vaqueros. Su pecho acarició la
espalda de ella, haciéndola temblar ante la sensación del ligero, casi invisible, vello que lo cubría. Lo había notado años atrás, pero había olvidado lo pecaminosamente erótico que era sentirlo sobre su propia piel.
—Así, cariño. —Murmuró él, su aliento soplando sobre la marca, provocando el temblor en ella.— Sólo disfruta. Siente lo malditamente bueno que puede ser. Eres tan dulce y suave, tan
firme y caliente cuando estoy dentro de ti. Tan solo tocarte es el mayor placer que he conocido en mi vida.
— Me estás matando. —Su pecho se tensó con la emoción, doliendo ante la necesidad de algo más que meramente su contacto físico.— ¿Cómo podré soportarlo cuando te marches otra vez?
Él gruñó, un sonido fiero y animal que casi logró que llegase al orgasmo debido al impacto en sus sentidos. Que Dios la ayudase, ¿cómo podía algo tan salvaje sonar tan malditamente erótico?
— No existe una maldita forma de que te deje ir ahora, _______. — Le dijo él, su voz sombría, sus manos aferrando las caderas de ella, apretándola con fuerza entre sus muslos.
Tenía la pe/ne tiesa y gruesa, caliente y dura. Parecía ardiente acero mientras la presionaba contra el centro de su trasero. Ella se frotó contra ella, moviendo las caderas, forzando su intrusión entre
las dos nalgas para que presionase con más profundidad entre ellas.
Tras ella, Nicholas inspiró profundamente un segundo antes de que una triste risa reverberase en su pecho.
—No me tientes. —Le advirtió con la voz vibrando de excitación.
— Estoy ya a punto de perder el control, _______. —Ella casi podía imaginar la sexy sonrisa que notaba en su voz. Del tipo que hacía que su corazón saltase por los pícaros pensamientos que le inspiraba. El pequeño ladeo, el destello de los dientes mientras los verdes ojos chispeaban con humor y calidez.
— ¿Por qué deberías llevar tú el control? —Ella luchó por respirar, por evitar suplicarle que la hiciese ya suya, rápido y fuerte, tal como había hecho antes. — No te importó robar lo que
era mío.
— Ah, cariño. —Él se movió lentamente, pasando uno de los brazos bajo sus muslos y el otro bajo sus hombros, levantándola— Mi control te traerá más placer del que nunca podrías imaginar.
Ella se quedó sin aliento, aferrándose a su cuello mientras le miraba sorprendida. Nadie excepto Nicholas la había llevado alguna vez en brazos. Lo había añorado. La hacía sentir tan femenina, había deseado tanto que él la sostuviese como ahora. Los ojos de él estaban oscuros y brillaban con caliente y desnuda lujuria mientras cruzaba la corta distancia hasta la cama.
La mantuvo cerca de él, segura, hasta que la depositó suavemente sobre el colchón.
— Quiero lamer cada milímetro de tu cuerpo. —Gruñó él— Pero no sé si podré hacer más que saborear tus labios antes de que necesite poseerte.
Él se arrodilló a su lado, la mirada posesiva, brillante con su creciente deseo, mientras la paseaba sobre ella. Su cuerpo era una obra de arte. Su pecho y brazos se flexionaban con poder, su firme
abdomen ondeaba con fuerza, y su pe/ne… Ella tragó con esfuerzo mientras pasaba su mano a lo largo de su muslo para alcanzarla.
Parecía acero revestido de seda y el oscuro glande palpitaba de vida. Su vista provocaba que sus flujos se derramasen de su sexo hambriento.
— No. —Él atrapó su mano antes de que pudiese tocarle— Tócame, _______, y perderé todo el control. Sólo relájate. Deja que te muestre lo bueno que puede ser.
Moyanoski
Moyanoski


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El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot - Página 2 Empty Re: El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot

Mensaje por Moyanoski Jue 18 Abr - 5:28

Capítulo 13
Esto era algo tan condenadamente bueno. Las manos de _______ retiraron las sábanas que había de bajo suyo mientras Nicholas se colocaba a su lado y la conducía al borde de la locura. Sus labios estaban en un pecho, jugando con delicadeza con su prieto pezón mientras su mano atormentaba el otro. Su lengua acariciada la sensibilizada zona alrededor, la aspereza
de su lengua la hacia llorar por las sensaciones que le estaba creando por todo su cuerpo. Cuando su boca lo cubrió, introduciéndoselo profundamente, absorbiendo con fuerza en su boca mojada, casi se corrió por la sensación. Su sexo se contrajo con tanta fuerza que se estremeció al sentirlo , casi gritando de placer.
—¡Sí! —protestó él, con voz desencajada mientras se movía sobre ella, colocándose entre sus muslos, y su boca aumentaba la tortura en su pezón.— Déjate ir, _______. Déjame tenerlo todo.
Él se movió hacia el otro pecho, repitiendo las caricias allí cuando sus manos agarraron sus hombros. ¿Cuánto tiempo podría ella aguantar? Ella se debatió bajo su peso, sus caderas se arquearon cuando ella presionó dolorosamente su sexo contra los duros músculos de su estómago. Oh, era maravilloso. Su cli/toris palpitó por el placer cuando se restregó contra su carne.
Al mismo tiempo sus dientes apresaron su pezón, tirando de el, acariciándole con la lengua, creando un torbellino de sensaciones que hicieron ondular su vag/ina. Él la miró desde arriba, con ojos brillantes, tan calientes, que dolía solo mirarlos fijamente. Su expresión era tan atenta, tan ferozmente hambrienta, que anuló su docilidad. ¿Cuántas noches había soñado que él la tocaba de esta forma, sosteniéndola de esta manera?
Sus dedos apretaron sus musculosos antebrazos; haciendo que algo se elevaba en su interior y no sabía como dominarlo.
—Tengo que tocarte. —dijo agitada, con un calor y un anhelo que crecía dentro de ella , queriendo luchar... necesitándolo y no consiguiéndolo.
Era aquella mirada en sus ojos. A pesar de la lujuria, a pesar de su placer cuando la tocaba, seguían habiendo una tristeza que ella apenas vislumbró. Quería borrarlo y sustituirlo por otra cosa. Con el placer tan destructivo como el que él la estaba dando. Algo hermoso, algo que se introdujera profundamente en su alma limpiando las sombras que había en su mirada.
Él lamió su pezón otra vez, ronroneando... oh Dios, Él ronroneaba.
Su pecho vibraba ante ese atractivo sonido haciendo que su vag/ina se contrajera con fuerza , ansiándolo.
— Aun no —susurró él, su aliento susurró sobre su carne mientras él bajaba por su cuerpo.— Déjame tocarte, _______. Déjame ahogarme con tu sabor. No tienes ni idea de cuanto he necesitado esto.
Su voz sonó atormentada, ronca. Como si este fuera su único pensamiento, su única necesidad, su hambre de ella. Pero en sus ojos ella vio otra necesidad, una que estaba demasiado cerca de lo que ella había observado en sus propios ojos durante todos estos años cuando se miraba en un espejo.
Cuando él se movió una vez mas ya no pudo pensar en nada más.
— Nicholas . —Su voz fue algo estridente por la consternación cuando sintió su aliento entre sus muslos.
Asustada, miró hacia abajo por su cuerpo, gimiendo débilmente cuando vio y lo sintió extender sus piernas, abriéndola para él, con sus ojos fijos en su sexo.
— A los gatos les gusta la nata líquida, _______ —Él susurró con maldad.— Y me apuesto lo que quieras a que tienes la nata líquida más dulce del todo el maldito mundo.
Su respiración se paro en su pecho cuando vio su dilatada lengua desaparecer dentro de la mata de pelo que protegía su sexo.
— ¡Oh Dios! —Ella intentó gritar pero el sonido que emitió fue débil, sin aliento, cuando sus caderas se elevaron de la cama, su cuerpo se estremeció al sentir una larga lengüetada que separó sus labios femeninos, e investigaba lo que reservaba su vag/ina.
Sus manos ahuecaron sus glúteos cuando él la levantó de la cama, lanzando pequeños golpes con su lengua. Luego comenzó a lamerla, con duros lametazos, hambrientos de la espesa esencia de su deseo.
Él gruñía mientras la comía, su lengua dejaba un rastro ardiente sobre su co/ño, obteniendo aún más la dulzura espumosa para su voraz boca.
_______ miro hacia arriba al techo, sacudida por un placer tan exquisito que temió que devastara su mente. Su lengua era voraz, despiadada. Esta se hundía en su pequeño canal, acariciando su
sensibilizado tejido, conduciéndola hasta el borde de la locura, retorciéndose de desesperación.
Él bebió ruidosamente la nata líquida que obtenía de ella, con húmedos sonidos que se unían a sus gemidos como un eco cuando su lengua la seguía follando lentamente, constantemente.
Más allá de sus sueños más desesperados. La necesidad de que la llenara no se parecía a nada de lo que ella podría haber imaginado, nada de lo que alguna vez hubiera soñado alguna vez compartir con él. La intensidad comenzó a intensificarse. El ondular en su vag/ina se reforzó, la contracciones convulsivas de su vag/ina se volvieron espasmos de un placer casi doloroso.
— Nicholas —jadeó, estremeciéndose, sus piernas se apretaron contra sus amplios hombros mientras luchaba rápidamente con las sensaciones que estaban llevando a su cuerpo hasta el abismo.
Él gruñó otra vez, un sonido que vibro contra su cli/toris cuando él la levantó aun más, acariciándola con su lengua más profundamente, embistiéndola con su nariz en el pequeño brote de su sexo en una caricia que la devastó.
Ella gimió. El sonido se repitió contra ella cuando él la hizo correrse. Su orgasmo la hizo convulsionarse, llevándola a un mundo aparte con luz y colores salpicando dentro de sus párpados
cerrados. Sus caderas se agitaron, pegando su co/ño contra su boca, intensificando las insoportables sensaciones con cada temblor de su cuerpo en protesta por la fuerza de su liberación.
— ¡Mía! —El ronco grito de Nicholas fue la única advertencia que tuvo antes de que él se elevara en sus rodillas, levantándola, y enterrando profundamente su pe/ne dentro de su apretado canal.
La muerte no podía ser tan dolorosa, tan exquisita, tan completamente destructiva, como cuando sintió su pesada erección en su interior, forzando su camino en las profundidades de su
vag/ina.
_______ se sintió partida en dos. Todo es su interior se derrumbo a su alrededor con cada desesperada pe/netración , dura, con brutales empujes para introducirse aun mas en su interior. Él la follo como un hombre poseído, pero aún peor, su cuerpo lo aceptaba, gritado para que le diera más. No pudo creer que fuera su voz la que ella escuchó.
Gritos trastornados. Suplicándole más. Más profundo, más rápido, oh Dios...
— Más fuerte... —Sus manos se cerraron alrededor de los sólidos músculos de sus antebrazos, sus uñas perforaron su carne, elevando sus piernas, sus tobillos se cruzaron por encima de sus caderas.—
Más fuerte... Follame, Nicholas . Follame más fuerte...
No era ella, pensó distantemente. Ella no gritaría esas palabras. Ella no suplicaría tan desesperadamente…
— ¡Dios! ¡Eres demasiado estrecha! Demasiado estrecha, demasiado caliente... —Él jadeaba, el sudor goteaba de su cuerpo hasta el de ella, su pe/ne la acariciaba en su interior, martilleando
desesperadamente hasta que él la lanzaba más alto, más duramente que su otro orgasmo.
Ella sintió el cambio de su pe/ne una vez mas un agarre, que acariciaba el área más sensible de su tembloroso sexo... y perdió toda su cordura. No supo lo que gritó. No sabía que tuviera
suficiente aliento para expresar cualquier palabra. Los sonidos se repitieron a su alrededor, guturales, primitivos, como un rugido resurgiendo de su pecho y sintió el fluido pesado de su esperma adentrarse fuertemente dentro de ella.
_______ era sólo consciente de un Nicholas derrumbado sobre ella. Con sus respiraciones dificultosas, jadeantes; su tosca voz susurraba palabras que no tenían sentido para ella. Con sus cuerpos húmedos, juntos, siendo reacios a separarse. Solo sabia que si pudieran quedarse así para la eternidad, ella no habría protestado. Sus ojos se mantuvieron cerrados y cuando el ultimo violento espasmo de su orgasmo estremeció su cuerpo, permitió que el agotamiento la capturara y conquistara.
La oscuridad creció alrededor de ella cuando el cuerpo de Nicholas la cubrió, calentándola. Ella suspiró, y por primera vez en muchos años estuvo saciada, colmada y a salvo. Por lo que se permitió dormir.
Moyanoski
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Mensaje por Moyanoski Jue 18 Abr - 5:33

Capítulo 14
Nicholas fue consciente de cuándo _______ se sumergió en un sueño agotado. Su cuerpo se relajó contra el de él, volviéndose laxo, aceptando su peso mientras él intentaba aprender de nuevo cómo respirar.
Sus manos apretaron el pelo de ella, su cara enterrada en su hombro, sus dientes todavía apretados sobre la marca que él le había hecho tanto tiempo atrás. Pudo saborear la dulce esencia de su sangre en su boca cuando se rompió la piel y la lamió como si fuera un hombre muriéndose por el sabor del éxtasis.
Apartarse de ella fue el acto más duro que él hubiera hecho en toda su vida. Separarse del apretado abrazo que su co/ño daba a su pe/ne fue una tortura, una agonía de placer casi tan intensa como lograr esa liberación tan destrozadora del alma que le había atravesado.
La púa animal había retrocedido, volviendo atrás bajo la cabeza de su pe/ne, liberándole del dulce calor que le había encarcelado.
Arrastró su cuerpo fuera del de ella, sorprendido de la increíble debilidad que se había apoderado de él. Dios, se sentía como si estuviera muriendo, y estaría más que dispuesto a entregarse a los brazos del Grim ReaperCualquier cosa con tal de permanecer allí tan sólo otro segundo, para valorar el sublime placer que había encontrado encerrado en el calor de ella.
Era diferente a cualquier cosa que él había conocido. Cada célula de su cuerpo se había glorificado tocándola, haciéndola gritar, haciéndola rogar hasta que le llegó la urgencia de la liberación.
Salió de la cama como si estuviera borracho, con una abierta sonrisa sarcástica en sus labios mientras forzaba a sus piernas a sostenerle, si bien no con demasiado estabilidad. Entonces cometió el error de darse la vuelta y mirar a la mujer responsable de todo aquello.
Su pecho se comprimió. Una brutal agonía cruzó su cuerpo mientras miraba la pálida cara, la línea gentil de la frente y la mejilla. Que Dios le ayudara, ella era su vida. La miró como si la viera por primera vez, dándose cuenta de que se había obligado a sí mismo a negarlo durante meses. La mujer tenía la habilidad de destruirle. Diablos, casi lo había matado con su primer rechazo.
¿Qué haría él ahora si ella volvía a irse? ¿Cómo podría obligarla a quedarse si concebir un hijo y estar con él no era lo que llenaba su corazón? ¿Sería la Naturaleza tan cruel como para haberle dado por compañera a una mujer que no pudiera... o no quisiera... amarle?
Nicholas se movió, empujando hacia atrás una gruesa hebra de pelo castaño-dorado mientras lentamente colocaba la sábana sobre el cuerpo de ella antes de apartarse rápidamente y caminar hacia el baño. Mientras lo hacía, recordó la primera vez que había puesto sus ojos sobre ella, unos días años atrás. La había encontrado tirada en los bosques, sus brazos abrazando su pequeño cuerpo. Sus ojos estaban fijos en el paisaje, aunque sabía que era en algo en su interior, no algo ajeno, en lo que estaba concentrada.
Conocía ese sentimiento. Él había sido joven, pero la brutalidad de los laboratorios y el horror de su fuga habían enjuagado para siempre una parte de su humanidad. ¿Cómo podías echar de menos algo que no recordabas haber tenido? se preguntaba mientras metía las manos en el lavabo y miraba fijamente la fiera expresión que le devolvía su imagen en el espejo. Apenas era nada más que un animal en aquellos días. Furioso, herido, sin voluntad e incapaz de encajar
en el estilo de vida despreocupado que Maria había tratado de darles.
Él había estado acechando los bosques, huyendo, permitiendo a la parte salvaje que había en él liberase con la cacería. Hasta que encontró a _______. Su cara estaba manchada de lágrimas, sus rodillas arañadas, sus ojos vacíos como si estuviera perdida en cualesquiera que fueran los horrores que llenaban su joven mente.
Él imaginó que se habían salvado el uno al otro aquella noche. La había cogido en brazos y la había llevado a Maria, sujetándola contra su pecho, con un sentimiento de rabia, de proteccionismo
ante el hecho de que alguien tan frágil, tan inocente y tan puro pudiera haber sido introducido a la fuerza en semejante dolor. La mirada de sus ojos le había recordado a las de sus hermanas, sus
mentes tan violadas como sus cuerpos antes de haber podido escapar.
A _______ no la habían violado; sin embargo, la habían aterrorizado. La habían dejado sola, sin comida, sin nadie que la cuidara, y con los enemigos de su padre acechándola, yendo a por ella cuando no habían podido encontrar al bastardo que la había engendrado.
Desde ese día, _______ había sido suya. Primero había sido amistad, protección, una necesidad de cuidar de ella. Después, había crecido, aterrorizándolo con la profunda emoción y deseo que ella le inspiraba. Inspiró fuertemente. La niña se había convertido en una mujer antes de que él se hubiera siquiera dado cuenta del cambio de sus sentimientos hacia ella. Su inteligente boca y sus salvajes maneras le habían preocupado sin cesar, pero siempre había sabido lo que ella
estaba pensando, lo que estaba sintiendo. La mujer cuyos gritos habían acunado su lujuria momentos antes no era la mujer que le había jurado su amor por él el año anterior. Esta _______ era demasiado calmada, demasiado contenida, cerrada en sí misma. Como si la vida
le hubiera asestado un golpe demasiado doloroso y ahora ella renunciara a intentarlo de nuevo o a confiar de nuevo.
Él tomó aire cansinamente mientras cogía una toalla del pequeño estante de al lado del lavabo y la humedecía con agua templada. Ella estaría lastimada, y no descansaría cómoda con sus muslos llenos de los restos de la resbalosa humedad de su apareamiento.
Nicholas volvió hacia la cama, sintiendo endurecerse su pe/ne, alargarse, mientras se acercaba más y aspiraba el débil pero distintivo aroma provocado por sus dos liberaciones unidas. Tenía
reminiscencias del viento salvaje después de una tormenta de verano, indómita y carnal.
Apartó la sábana de su adormecido cuerpo, sonriendo ante el esfuerzo que le costaba mantener su mano sin temblar al empezar a limpiarla. Desde su cuello pasando por sus brazos, sus llenos y
firmes pechos, rosados por sus succionantes atenciones anteriores y bajando por su delgado torso, su delicadamente redondeada barriga hasta sus muslos. Tragó saliva cuando apartó sus piernas,
ignorando el gemido de placer de ella cuando le limpió los resbaladizos jugos interiores de su cuerpo.
Ya estaba respirando fuerte y con dificultad cuando volvió a cubrirla de nuevo y colocó su propio cuerpo rendido en la cama a su lado. El amanecer se acercaba, y se sentía como si hiciera semanas desde que había dormido algo.
La acercó a él, ignorando sus primeros instintivos movimientos de alejarse, acallándola gentilmente, colocando sus manos alrededor de su cuerpo y girándola hacia su pecho.
— ¿Qué pasó, _______? —murmuró contra su sedoso cabello antes de depositar un suave y gentil beso en su frente— ¿Qué demonios te ha pasado?
Moyanoski
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Mensaje por Moyanoski Jue 18 Abr - 5:42

Capítulo 15
— No puedes bañarte aún, _______ —era avanzada la tarde cuando Nicholas se despertó, volviendo de regreso a la conciencia con la furtiva escapada de la cama de _______.
Ella se detuvo, sujetando el pomo de la puerta mientras su cuerpo se tensaba.
— Estoy lastimada —su voz era baja, pero él podía escuchar la vibración de su rabia. Sin duda alguna le golpeó como la confusión que había sentido la noche anterior.
— Sé que estás dolorida, nena —él retiró las sábanas, poniéndose de pie y dirigiéndose hacia la cómoda al final de la habitación. Sacó de uno de los cajones una blusa suave, azul, hecha de algodón y con botones, lo que haría más fácil para Doc Martin examinarla pero preservando su modestia.
— Ponte esto —caminó hacia ella llevando la camisa en la mano mientras ella le miraba de manera sospechosa.
— Apesto a ti —lanzó ella, levantando la cabeza, sus ojos azules tan llenos de ira que él casi se sobresaltó.— Quiero una ducha.
Nicholas frunció el ceño hacia ella, incómodamente consciente que la ira de ella simplemente avivaba su lujuria. Su pe/ne estaba comenzando a endurecerse, a latir con hambre.
— Ponte la camisa, o volveré a poner tu culo en la cama y te follaré hasta que estés tan jodidamente cansada que no puedas discutir conmigo. No es sabio empujarme ahora mismo, y tú sabes jodidamente bien que una vez que te toque no podrás negarte.
Ella respiraba con fuerza, sus pechos alzándose y descendiendo, sus pezones endureciéndose ante el sonido rudo de su voz. La boca de él se hizo agua mientras fijaba la mirada en ellos.
— Para —ella cogió la camisa y tiró con fuerza para hacérsela soltar, colocándosela por encima de los brazos y sujetando firmemente los dos bordes juntos.— ¿Crees que no sé simplemente
qué poco me quieres, Nicholas ? ¿Crees que voy a aceptar tranquilamente lo que me has hecho?
Bueno, si él lo había hecho, supuso que era el momento de cambiar su mente, pensó él sarcásticamente.
— No me mires como si tuvieras otra opción —su pe/ne insistía ahora. Diablos, Doc había dicho que debían estar en el laboratorio inmediatamente en cuanto _______ se despertara, no después de una hora o dos de follar.— Abróchate la camisa, _______. Tenemos que ir al laboratorio, y maldita sea si te dejo enseñar ese bonito trasero a quien quiera que esté en el exterior de esta habitación.
Se giró de nuevo hacia el armario, cogió una camiseta y unos pantalones de chándal de los cajones y se vistió rápidamente.
— ¿Al laboratorio? —al menos ella se estaba abotonando la camisa, aunque su voz reflejaba todo su disgusto— ¿Crees que soy una rata de laboratorio?
Él se giró hacia ella despacio. La voz de ella era ruda, gutural, el aroma de su creciente calor alcanzándole sin esfuerzo.
— No me presiones esta mañana, _______ —él contenía su temperamento y su deseo gracias a un delgado hilo.— No te gustarían las consecuencias.
Ella le miró con furia amenazante y con una amargura que le desconcertó en gran manera.
— ¿Quieres decir que puede ser peor? —preguntó ella con dulzura cruel. Maldita sea, esa sonrisa podría partir a un hombre en dos sin siquiera intentarlo.
Él dio un paso adelante, acercándose, su mano alzándose y agarrando las largas hebras de su pelo antes de que ella pudiera apartarse de él. Observó cómo sus ojos se abrían mientras ejercía
la presión justa para obligarla a inclinar la cabeza para mirarla a la cara, luchando contra instintos que ni siquiera sabía que tenía.
— Puede ser peor —gruñó él, permitiendo a sus labios retraerse hacia arriba, haciendo lucir peligrosamente los letales caninos a ambos lados de su boca.— Te advertí hace años, nena, de que era algo más de lo que alguna vez hubieras imaginado. Tendrías que haber hecho caso de esa advertencia.
Ella no mostró el miedo que él había esperado. La furia llenó su mirada, más caliente, más fuerte que antes.
— Y pensaba que lo había hecho —ella se burló de él con una mofa.— ¿Qué vas a hacer ahora, Nicholas ? ¿Tirarme al suelo y montarme otra vez? ¿Es ése el único modo que sabes de conseguir
que una mujer se someta a ti?
Él se acercó más, inhalando la dulce esencia de su deseo.
— Lo bueno de tirarte al suelo es que sé lo mucho que te gustaría —él permitió al gruñido que crecía en su garganta escapar con estas palabras.
Instantáneamente, el olor del calor de ella se intensificó.
— De mala gana —ella apretó los labios, las aletas de su nariz se ensancharon mientras intentaba liberarse del agarre de sus manos en su pelo.
A ella le gustaba. Este conocimiento perforó su rabia como la espada más afilada, haciéndole casi desesperar del ansia de tenerla de nuevo ahora.
— ¿De mala gana? —él la empujó hacia la cama, viendo como sus ojos se ensombrecían y sus mejillas enrojecían con la lujuria. Oh, sí, así es como la quería. Caliente y hambrienta por él.
— Es una droga, Nicholas —él se calmó contra ella mientras ella hablaba con énfasis escalofriante.— De otra manera no te habría permitido acercarte ni a una kilómetro de mí. Tú me drogaste. No puedo pararlo, no puedo controlarlo, pero maldita sea si te permito endulzarlo.
Ella habló como si nunca hubiera habido deseo natural entre ellos. Como si el hambre y el calor fueran algo que ella nunca hubiera sentido de otra manera. Y ello envió una oleada de rabia por todo su sistema, desgarrando su control como si encarara el desafío de su compañera.
— Tú me deseaste antes —lanzó, furioso de que ella quisiera destruir la unión que ellos habían tenido una vez.— No te había besado entonces, _______. Antes de marcarte, antes de besarte, tú me deseaste.
Él la desafió a negarlo, mirándola fijamente, rogando por que no lo hiciera, porque sabía que si lo negaba, su control se rompería del todo.
— Yo era una niña, ¿recuerdas? —un relámpago de dolor, rápidamente oculto pero tan intenso que quemó el alma de él, oscureció sus ojos— Crecí, y crecí rápido, gracias a ti. Ahora o bien
fóllame o bien llévame a terminar estas pruebas del infierno porque necesito de verdad una ducha. Te lo he dicho, apesto.
Él la dejó ir lentamente, pero la miró más detenidamente que nunca. Ella parecía enfadada, sonaba furiosa, pero debajo del olor del deseo, la esencia del miedo y el dolor la rodeaban.
Ella se creía tan resistente, de pie ante él, odiándolo por sólo Dios sabía qué motivo, cuando el podía sentir la agonía golpeando su alma. Ella era parte de él, más de lo que ella misma sabía, más de lo que ella podría nunca entender.
La mano de Nicholas la alcanzó, sus dedos tocando la mejilla de ella a pesar de su instintiva mueca de desagrado.
— Fuiste mía cuando tenías once años, y mía cuando te volviste mujer. No eres menos mía ahora, _______ —él mantuvo su voz suave, luchando contra la bestia que rugía para someterla, y hacerlo ahora.
— Puedes luchar contra ello todo lo que quieras, por ahora. Pero no te voy a dejar ir. No te engañes a ti misma en eso.
Ella inspiró despacio, profundamente. Él pudo ver la humedad brillando en sus ojos. No lágrimas, pero casi, aunque mantenía el gesto de desdén en su expresión.
— Tú eres el que debe disfrutar autoengañándose, Nicholas. Si es así, está bien. Pero no jugaré a este juego contigo. No esta vez —su voz tembló con la última palabra.
Nicholas se apartó de ella con cuidado. Podía sentir cómo su frágil contención sobre su control se debilitaba.
— Tomaremos el ascensor hacia el laboratorio —rehusó comentar su última frase. Mejor dejarla creer lo que ella quisiera. Por ahora.
— Doc debe estar impaciente desde hace una hora, estoy seguro de que está bastante menos que contento ahora.
Agarró su antebrazo suavemente, necesitando tocarla, sin importar cuán pequeño fuera el contacto.
— No necesito que me guíes como si fuera una niña —su voz era baja, pulsando con una mezcla de ira, deseo y miedo mientras trataba de apartar su brazo de su agarre.
— Deja de pelear contra mí, maldita sea —él se giró hacia ella, sacudiéndola con fuerza contra él, permitiéndole sentir la erección que palpitaba como una herida abierta.— Déjalo estar por ahora,
_______. Déjalo ir al infierno antes de que yo haga algo que los dos lamentemos.
Un “dejà vu” rondó alrededor de ella. ¿Yo lo lamentaré? Ella le había preguntado eso una vez.
— Ya lo lamento —lanzó ella, temblando con el exceso de emociones que parecían destrozarla anímicamente.— ¿No lo entiendes, Nicholas ? Lo lamento todo, más de lo que nunca puedas
imaginar.
Él apretó sus dientes mientras un inesperado trueno escapaba de su pecho. Estaba duro como una roca. Cada instinto que poseía le gritaba que le mostrara la diferencia, que la forzara a admitir que
no era sólo la hormona lo que le causaba esa necesidad, que no había algo que su corazón y su alma lamentaban. El animal estaba rugiendo por la sumisión, el hombre estaba gritando por más.
— Algún día —gruñó suavemente— admitirás algo diferente, _______.
Reza, nena, porque no me hayas presionado tan lejos como para oír esas palabras para entonces. No soy uno de esos civilizados muchachos con los que sueles salir. Soy tu jodido compañero, y por
Dios que estás probando mis límites ahora mismo. Para, antes de que nos haga daño a los dos.
El miedo titiló en sus ojos. Nicholas agradeció a Dios que ella permaneciera en silencio mientras lentamente la soltaba, que no volviera a protestar mientras él agarraba su antebrazo una vez más
y comenzaba a guiarla fuera de la habitación. Porque si lo hubiera hecho, tenía el presentimiento de que él le hubiera enseñado más del animal de lo que ninguno de los dos hubiera querido que ella viera jamás.
Moyanoski
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Mensaje por Classy like Cody Lun 12 Ago - 10:38

siguela porfavor!
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El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot - Página 2 Empty Re: El Hombre Interior (Nicholas & Tú) [adaptada] Hot

Mensaje por Classy like Cody Lun 12 Ago - 23:50

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