Re: Forbidden Love [Harry Styles]

por **Vale.Porras95** Sáb 30 Mar 2013, 12:55 pm

Oyoyoy siguelaaa :D Me llama dema la atencion :)

por **Mit** Sáb 30 Mar 2013, 5:42 pm

Capitulo 2

Familias completas han desaparecido, cinco muertos hallados justo en este rio, efectivamente, ya nadie estaba a salvo. Ya ni un milagro nos podía salvar.
George, ¿Qué pasaría con George? Él vive al lado de aquel rio, moriría si le ocurriera algo. Estas bestias no tienen piedad alguna, mucho menos compasión.
Ya había oscurecido, y por más que intenté, Margaret no me dejo ir a casa, no tuve más alternativa que llamar a Madeleine, mi madre y explicarle que me quedaría a dormir en casa de mi amigo. No le gusto para nada la idea, para mi madre no era muy agradable que su hija de 19 años se quedara a dormir en la casa de un “hombre”, hipotéticamente, para mi George no era un hombre ¿Me explico? Tan solo, lograba verlo como un amigo, mi mejor amigo, alguien que jamás consideraría en la vida, dañarme, o perjudicarme de alguna manera.
Margaret, puso un saco de dormir en el dormitorio de su hermano, ahí dormiría yo. Con una sonrisa en su bello rostro palido, se despidió de mí, dándome las buenas noches.
—No olviden cerrar la ventana antes de dormir—ordenó.
George y yo asentimos con la cabeza, sin tomarle demasiada importancia. Pero, aquel suceso, era lo que cambiaría nuestras vidas por completo, y ni siquiera estábamos informados de aquello. Si tan solo, le hubiéramos hecho caso a Margaret, si tan solo no hubiéramos estado distraídos, podríamos habernos evitado una montonera de situaciones.
Desperté, gracias a un leve ruido que resonó en la habitación. No lograba ver mucho, estaba demasiado oscuro como para distinguir cuerpo alguno. Tome la linterna, que se encontraba justo al lado de mi lecho, y la encendí.
— ¿George, estas despierto? —apunté con la pequeña luz destellante hacía su cama— ¿George? —grite, pero luego pude ver que su cama carecía de su presencia. Y la ventana, la ventana estaba abierta.
Vertiginosamente salí por la maldita ventana, corriendo de lado a lado, buscando el pecoso rostro de mi amigo. Nada, no había nadie ni nada. Fui hasta el rio, buscando consuelo alguno o quizás a un individuo que haya visto a George, pero nadie estaba allí. Resople de frustración y me adentré en el bosque que yacía justo en frente.
No se veía nada, absolutamente nada, tan solo tenía, la pequeña linterna como elemento de utilidad. Comencé gritar su nombre. Necesitaba encontrarle, no aguantaría que le hicieran daño, tampoco me lo permitiría, tenía que hallar a mi pelirrojo compañero.
Percibí un sutil crujido a mis espaldas, volteé, con la esperanza de ver a George frente a mí con vitalidad, robusto, e sonriente como siempre, pero para mi desgracia, no era él.
Me quede inmóvil, mirando fijamente hacía aquel sitió. La frente se me cristalizo y el pavor comenzó a apropiarse de mí.
Desde allí, entre los árboles, una gran sombra voló hacía a mí, impulsando mi débil cuerpo hacía el húmedo y pedregoso piso. Gemí al sentir el impacto de mi torso contra las rocas.
Eleve la mirada, y ahí fue cuando por primera vez me encaré con uno de aquellos monstruos de la noche, a los que tanto había despreciado.
Tenía la apariencia de un chico cualquiera. Ante la luz de la luna, podía apreciar simples características; era delgado, pero fornido, su cabello era rizado, y si es que no erraba, sus ojos era de un verde azulado. ¿Cómo rayos podía ser tan hermoso? Ellos eran una aberración, la palabra pérfido formaba parte de sus nombres. No eran tan solo más que monstruos, monstruos sin piedad. Descontrolados por la sangre humana, convocados por su irreprimible aroma, lo que tenía frente a mis luceros, no era más que un vampiro, un demonio nocturno.
Yaciente sobre mi cuerpo, no hacía más que observarme con deseo, deseo de clavar sus dientes en mi cuello.
—Hazlo ya—increpé—si me mataras, hazlo de una vez.
Él, me miró con desdén, mientras que intentaba apoderarse de mi flujo sanguíneo.
— ¡Maldición! —bramó. En cosa de segundos, sin siquiera notarlo, ya estaba lejos de mí, observándome con desairé, con odio, con vergüenza. Y yo, ahí, tendida sobre el suelo. De un momento a otro, sus ojos se tornaron apacibles, y su rostro enternecido.
—Harry—gritó una voz en lo profundo del bosque, él volteó y de un brincó, desapareció.
Mi corazón volvió a palpitar, y mi alma regreso a aposentó. A mi menté, luego vino el nombre de George, presurosa me paré, y comencé a caminar en dirección a la casa, vociferando su nombre. Mientras caminaba por aquel senderó, recuerdos perturbables vinieron a mi mente.
—Harry…—susurré extrañada. ¿Quién diría que las bestias también tenían nombre? Resulta duro de ignorar. Observé la luna, y el rostro de aquel “chico” si es que se le puede llamar así, vino a mi cabeza, usurpando por completo mis pensamientos.
— ¿____?—musitó la dulce voz que tanto había buscado. Volteé y me hallé con George, de un salto, llegue a sus brazos, olvidando por completo el inaguantable dolor que poseía mi espalda.
— ¿Estas bien, cierto? —me separé, para observar su rostro, tenía una pequeña herida en el labio, y algo de sangre en la ropa. Nada de qué preocuparse.
Él asintió con la cabeza, besando mi frente.
No tardamos mucho en llegar a la casa, estando allí, me sentía segura. Margaret, quién había despertado por los escrupulosos ruidos, encendió la luz. Pude ver, como su boca se abrió de apoco al ver nuestros ensangrentados rostros. Baje la mirada, para ver mi atuendo, con ello, me percaté que tenía marcas de manos con sangre, esparcidas mediante toda mi remera. Aquel vampiro… había matado a alguien.
— ¡¿Qué les ocurrió?! —dio un agudo y molestoso grito, corrió hacía los brazos de su hermano, y lo abrazó como nunca antes, posteriormente, se abalanzó sobre mí.
—Chicos…—susurró al borde de las lágrimas— ¿Qué pasó?
—Demonios—masculló, George.
La imagen del muchacho volvió a mi mente, ahí, sobré mí, a tan solo un movimiento de picar mi cuello.
—Dios—acogió su rostro con sus frías manos—, ¿Los capturaron a ambos? —inquirió.
George, curioso, clavó la vista en mí.
—No—afirmó—me encontré a ____ de regreso aquí.
Margaret, me miró con compunción.
— ¿Te hicieron daño? —exigió saber. Tarde segundos en reaccionar, no sabía que decir.
—No—negué—yo tan solo fui en busca de tu hermano, y me caí entre algunas rocas que habían allí.
Ambos me miraron con asombro, creyendo por completo en mi piadosa mentira.

***

Durante toda la noche, Margaret se quedó cuidando de George. No pego ni un ojo. Solo se dedicó a estar sentada en una mecedora, observando a su hermano menor, dormir plácidamente.
Apenas salió la luz del sol, partí rumbo a mi hogar, necesitaba ver a mi madre, abrazarla, sentir su calor.
Llegue sana y salva a mi casa, pero durante todo el trayecto, presagié la presencia de alguien más, de alguien que me estaba siguiendo.

Última edición por Mit el Lun 01 Abr 2013, 4:57 pm, editado 1 vez

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