Butterflies Born To Fly {Larry Stylinson} ||Nuevo capítulo 15.O8.14||

El castaño estaba sentado la banca de un parque, el cuál no sabía su nombre ni donde estaba, mirando el amanecer del cuatro de marzo. Sus pensamientos comenzaban a volar con diferentes direcciones, todos de ellos relacionados con su muerte. Un vacío en su pecho se formó, no era que extrañara algo ni que se arrepintiera pero tampoco estaba feliz de estar ahí.

Sabía que estaba bien, que de ahora en adelante todo iría bien pero realmente dudaba de esa afirmación, porque no estaba seguro de que le agradará de verdad. Se sentía solo, tal vez más de lo que alguna vez pudo haberse sentido.

El sol comenzaba a iluminar el parque, dándole una diferente vista a las hojas de los árboles y al pasto, como si su tono verde se hubiera combinado con el naranja del sol. Unas aves salieron de las copas de los árboles sorprendiendo a Louis, e inmediatamente el suave cantar inundo sus oídos y relajándolo al instante. Era una melodía suave y dulce la que escuchaba, nunca había oído sonido más bello que aquel.

Nunca había disfrutado la vida de aquella manera, nunca se había detenido un segundo para admirar la belleza inigualable de la naturaleza o escuchar las melodías de las aves, nunca se había imaginado que la vida tenía más cosas por las cuales vivir que el dolor mismo.

Y en ese momento sintió la soledad como un balde de agua fría. La soledad que él había experimentado era tan dolorosa mientras que ahí mismo, sentado en la banca admirando el parque, la soledad significaba belleza, admiración y vida. La soledad era la vida misma, en aquel momento.

Porque mi eco, eco es la única voz que regresa. Mi sombra, sombra es el único amigo que tengo.

«Y ahora… ¿Estás feliz?» Preguntó una vocecilla dentro de su cabeza, la misma que había aparecido antes de suicidarse.

-Sí, lo estoy –Pronuncio Louis mirando con ternura las aves.

«No… ¿no te sientes solo?» Volvió a preguntar la voz.

-No. Acaso ¿debería estarlo? –Respondió el castaño.- Siempre lo estuve, no veo porque ahora debo sentirlo de esa manera. Estoy bien, demasiado bien.

«¿Seguro?»

-Sí, más que nunca.

«Nunca…» Repitió la vocecilla como si se tratase de un eco. La palabra se repitió dos veces, pero esta vez con su propia voz. Louis estaba seguro de que aquello era lo correcto, se insistía a si mismo que si ya no sentía dolor era porque todo estaba mucho mejor, que eso fue lo que siempre quiso.

Se levantó de la banca al darse cuenta que no tenía más nada que hacer ahí. Se alejó del parque poco a poco, sus pies guiaban a su cuerpo y él simplemente se dejaba llevar; regreso hacia el puente de nueva cuenta.

Esta vez, él estaba bajo el puente en la acera, lo admiro por unos minutos antes de seguir caminando. Era un puente con altura considerable, las personas subían y bajaban por las escaleras con prisa, ninguna de ellas se imaginaba que la noche anterior en ese puente un chico se había suicidado.

Mientras que en la carretera los coches seguían con su camino, e igual que las demás personas, los conductores no tenían ni la más mínima idea de que en el asfalto había estado su cuerpo inmóvil.

Se había visto a sí mismo y recordar la imagen le provocaba escalofríos en todo el cuerpo, nunca había esperado verse a sí mismo sin un espejo que le reflejara más sin en cambio ayer, el tres de marzo en la noche, casi madrugada del cuatro, se había visto sin vida.

¿A dónde lo habían llevado? ¿Quién velaría por él? Tal vez su abuela, que era la persona con la que vivía mientras vivía. Pero su abuela no parecía tener interés alguno en su nieto, de hecho se la pasaba en la casa de alguien más durante el día, por lo que nunca sospecho que su nieto se suicidaría. Tampoco era que a Louis le interesase lo que llegaría a sentir su abuela por su ausencia.

Camino hasta llegar frente a la puerta de su casa, la cuál era grande de caoba con unos ventanales pequeños en los lados. Su mano poso en la perilla y la abrió, al instante sintió el ambiente tenso, camino un poco dejando la puerta abierta y al recordar que no la había cerrado, volteo pero esta ya estaba cerrada.

La casa estaba en silencio, y sus pasos era lo único que podía oírse. Camino hacia la sala y nada, hacia la cocina y de igual manera nada, subió por las escaleras encontrándose con la primera puerta de las recamaras cerrada, esa era su habitación. La abrió y la observo con detenimiento, estaba exactamente como la había dejado el día de ayer, el espejo seguía en su lugar, la cama seguía deshecha y un poco de ropa estaba esparcida en el piso.

Camino hacia el espejo, como si este le llamará y le atrajera con un imán. Se paró frente al mismo, podía ver su reflejo pero no era el que se esperaba ver; sus ojos miraron su rostro lastimado, al igual que lo había visto en su cuerpo inerte, su cara tenía rasguños y su boca estaba roja, la sangre estaba seca y sus ojos azules parecían vacíos. Su mano toco la piel de su rostro, sus dedos recorrieron cada herida en el mismo pero bajo ellos no sentía nada más que suavidad en su piel, nada que le dijera que tenía heridas.

Tan solo era un reflejo. Un reflejo de cómo había terminado.


«¿Lo escuchas?» De repente pronuncia la vocecilla.

-¿El qué? –Responde Louis sin dejar de mirar su reflejo.

«El silencio… la soledad» Pronuncia su reflejo haciendo que la vocecilla se convirtiera en él mismo, tomando forma de su propio reflejo.

-Siempre ha sido así –Afirma el castaño.

«No…» Responde su reflejo. «Escucha atentamente…»

Louis cerró los ojos con un acto reflejo con la intención de escuchar algo más allá del mutismo de la habitación pero sus oídos no captaban ningún sonido, tan solo podía sentir el vacío del silencio.

Volvió a abrir los ojos encontrándose de nueva cuenta con su reflejo, lo inspecciono con cautela y acerco su mano hacia el mismo. Ahora en vez de tocarse a sí mismo, decidió tocar las heridas reflejadas en el espejo, sus dedos posaron en la frialdad del objeto y con lentitud paso sus yemas por las heridas de su reflejo.

Las sentía real. Sus dedos sentían la piel lastimada al igual que las heridas abiertas, al pasar por una que tenía arriba de su ceja, sintió un fuerte ardor como si le quemase la piel, por lo que retiro su mano con rapidez.

-¿Qué soy? –Pregunto el chico con curiosidad.- ¿Estoy muerto en verdad? ¿Por qué sigo aquí…? Y… y mi… ¿mamá? ¿Dónde está ella?

Giró su cuerpo evitando mirar su reflejo, porque en el fondo le dolía verse a sí mismo, ver lo que había provocado.

Sus ojos miraron otra vez la habitación, aquella siempre había sido su habitación, no había cambiado demasiado de cuando era pequeño, seguía pintada de color azul celeste como el de sus ojos, la cama había sido la misma desde que cumplió los cinco años. No tenía posters en sus paredes, como otros chicos de su edad, de hecho aquella habitación no tenía más que malos recuerdos.

«Te amo campeón» Recordó la frase más dicha por su padre.

-¿Por qué lo hiciste? –Pregunto al vacío, como si ahí se encontrase el alma de su padre y lograra escucharlo.- Mamá te amaba. Yo te amaba… papá…

La voz se le quebró convirtiéndose en un aullido agudo, sintió un fuerte dolor en su estómago como un vacío sin fin. Debería sentirse bien, no tenía por qué lamentarse de lo que había hecho, había sido la mejor decisión que había tomado, no debía porque sentirse así, de esa forma tan extraña.

La soledad que sentía en ese momento era demasiada, nunca la había sentido de esa forma por lo que le dolía. Pero negó con su cabeza ante sus pensamientos. Eso era lo que quería y lo que más deseaba.


Camino fuera de la casa, alejándose cada vez más lejos con cada paso que daba, no miro hacia atrás. No debía mirar atrás, no cuando ya no podía hacer nada, porque si en vida nunca se atrevió a voltear, en ese momento no lo haría.

Mientras caminaba miraba a la gente, alguna preocupa por llegar tarde algún lado y otra simplemente disfrutando del tiempo. Él nunca había sido una persona que se preocupara por el tiempo, tan solo dejaba que este pasará y es que nunca tuvo la necesidad de mirar un reloj y apresurarse por algo, porque nada valía la pena.

Louis aún se preguntaba en qué clase de vida, momento o como quisieran llamarle a su estado, estaba; sabía que no estaba en el cielo porque aún no había visto a nadie importante. O tal vez ese era el infierno, estar en la Tierra hasta cansarse de la vida en esta sin estar vivo.

Pero si aquello era el infierno, Louis no lo sentía. Su vida había sido así, la gente lo ignoraba y pasaba por alto, nadie se preocupaba por él ni volteaba para verlo y saber cómo estaba, nadie.

«Uhm ¿Arrepentido?» Pregunto la vocecilla.

-No, ya te dije que no. Estoy bien.

«La extrañas» Volvió a decir la vocecilla, refiriéndose a su madre.

-Mucho… ¿Dónde está?

«Lejos. Muy lejos de aquí.»

-¿Cuándo estaré con ella?

«Aún no, no es tu tiempo»

-Quiero estar con ella.

«Y ella contigo. Pero no, tú no debes estar ahí. Aún no»

-¿Por qué? Si mi vida es miserable. O lo era. Quiero estar con ella –Exigió.

«Acéptalo, no te gusta estar así»

-¿Así, cómo? Estoy bien ¿No entiendes?

«Tu mamá no quiere que estés así»

-¿Muerto acaso? ¡Estoy bien! ¡Estoy mejor que nunca!

Louis suspiro pesadamente mientras derramaba unas cuantas lágrimas. Lo único que quería era estar con su madre, deseaba verla después de varios años y quienquiera que sea, alguien se lo impedía. Ignoro a su voz dentro su cabeza y comenzó a caminar hacia el puente, donde todo su final había dado comienzo.

El sol comenzaba a ocultarse para dar lugar a la noche del cuatro de marzo. Era increíble, pero bajo sus pies se reflejaba una sombra pero tenía algo diferente, era poco nítida por lo que podía verse como una sombra real y no reflejaba la silueta de Louis exactamente, era más bien como una mancha con intento de sombra.

Al llegar al puente se paró bajo el mismo y bajo la mirada, encontrándose con su sombra, la cual desapareció segundos después. El sol se había ocultado completamente, haciendo que las lámparas de la carretera fueran la única iluminación. La sombra no apareció bajo sus pies, a pesar de estar muy cerca de una lámpara y por un momento la sensación de soledad apareció en su interior.

Alzo la mirada, restándole importancia a la sombra, encontrándose con el puente. La gente subía y bajaba, como lo había visto en la mañana, pero cada vez era menos las personas que subían.

¿Cómo se había suicidado su padre? Se preguntó por primera vez provocando un nudo en su estómago. Entonces llego a su mente la imagen de aquel señor caminando con pesadez y arrepentimiento por el puente, mirando la nada como Louis lo había hecho, y sin pensarlo más se había arrojado. Al igual que Louis.

La imagen le había aturdido y provocado escalofríos.

«No temas…» Susurró una voz, que no era la vocecilla de su cabeza, muy cerca de él. Haciéndolo girar sin éxito de encontrarse a alguien. «Todo estará bien… yo estaré contigo cariño» Era una voz dulce que golpeaba con suavidad sus oídos.

-¿M-mamá? –Pregunto Louis esperando encontrarse con la silueta de su madre.

«Shht» Volvió a susurrar la voz. Un suave aire golpeo su cuerpo obligándolo a cerrar los ojos durante un momento, disfrutando de esa brisa.

Cuando abrió los ojos se encontró nuevamente en el lugar que había estado antes de estar en el puente. La oscuridad no era para nada agradable.

-¡Mamá! ¡Ayúdame! ¡Mamá! –Lloriqueo Louis.- N-no… no quiero estar aquí… por favor…

Hola. Hola.
¿Hay alguien afuera? Porque no escucho nada…

+¡Bueno aquí esta la otra parte del capitulo III! Espero que no se este haciendo tedioso o algo por el estilo, por ahora va a seguir así, osea con sus historias separadas (?) ya luego se juntaran ah... & que más. Nah creo que es todo... ¡Disfruten del capítulo!
Y espero que comenten más*w*, porque no soy buena tomando eso de pocos comentarios:'cc... akshdlajd
Hope you like it :3