Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Remember Me {Nicholas Jonas}
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1. • Comparte
Remember Me {Nicholas Jonas}
One Shot: Remember Me.
Autora: Kevonita.
Adaptación: No, aunque quiero darle los créditos de la profesión de mi protagonista a mi Cerda.
Género: Romance (es el único que se me da más o menos bien).
Contenido: Cómico, romance.
Advertencias: Contenido navideño. Lo escribí para el concurso del foro de JBSpain y nunca llegó a publicarse por falta de participantes.
Otras páginas: Por la razón de arriba, no.
Espero que os guste ;) Se aceptan críticas viables y, ejem, alaaaaaagos *lalalalala* :amor:
—Despierta. Vamos, despierta, Bryce —dulces y cálidas palmaditas acariciaban mi mejilla. Me removí incómoda, tratando de abrir los ojos; mis párpados pesaban como el plomo y estaba constándome un esfuerzo extra corporal salir de su oscuridad—. ¿Bryce? Venga, abre los ojos, Bella Durmiente.
¿Bella Durmiente? Bien, quién fuera el que hablaba, estaba claro que no me conocía en absoluto porque mi última prioridad en esta vida era dormir. Aún así, esa voz… esa voz era… familiar, aunque todavía no podía dilucidar quién era. Me sentía incómoda sobre un lugar sólido y rígido y el frío me recorría por cada parte del cuerpo, como si estuviese desnuda.
Más palmaditas flojas sobre la mejilla y sus palabras me sacaron del trance.
—Bryce, ¿no me harás llamar a la ambulancia, verdad? Vamos, chica, despierta.
Ambulancia. Poco tardó la palabra en llegar a mi cerebro con claridad y asimilarla, pulsando el botón que logró que la oscuridad poco a poco se fuera convirtiendo en borrosas luces de colores que me deslumbraron. Cerré los párpados de nuevo como protección ante los resplandecientes pigmentos de luz que amenazaban con dejarme ciega.
—Gracias a Dios —susurró con evidente alivio la voz a mi lado que, suponía, era de la que emanaba el calor que estaba empezando a calar mi pecho. Murmullos llegaron con nitidez a mis oídos pero hasta entonces solo había escuchado su voz—. Está bien ¿ven? Ya no hay nada que ver aquí. Por favor, váyanse, déjenla respirar. —Las pisadas a nuestro alrededor se hicieron claras. Quién fuera que estaba protegiéndome, esta vez substituyó las palmaditas por ligeras caricias en mi mejilla—. Eh, eh, está bien. Con cuidado.
Traté de seguir su consejo, de modo que relajé mi respiración y permití que mis párpados fuertemente cerrados todavía deshicieran su firmeza, adaptándose a la luz que se filtraba por la máscara de piel de mi vista. Fue más fácil entonces quitar el último obstáculo y abrir los ojos con precaución y descubrir otro par de ojos atentos a todos mis movimientos, inclusive el más mínimo. Para mi infinita sorpresa, los conocía porque Nick Jonas era su propietario. Difícilmente podía no hacerlo a pesar de no haber tenido el privilegio de estar a tan cerca de ellos, salvo en las revistas del corazón. Ojos marrones como el chocolate fundido ideal para volcar una bolsa de nubes en un frío día invernal.
—¿Qué ha pasado? —pregunté, desorientada, con voz pastosa.
—Bailabas despreocupadamente cuando resbalaste y te golpeaste la cabeza. Creo que la nieve amortiguó el golpe aunque has perdido el conocimiento durante diez minutos. Estaba empezando a preocuparme —explicó poniendo su mano frente a mis ojos—. ¿Cuántos dedos tengo?
Me restregué la vista. Trataba de ver si la lesión no era de gravedad y su preocupación era natural y, como obvió mi descripción interna de sus ojos, le complací.
—Cuatro —él sonrió.
—Buena chica. ¿Recuerdas cómo te llamas?
—Bryce. Bryce Millighan. Y tú Nicholas Jonas. Podría reconocerte en cualquier lugar —Oh, oh, aquella no era una buena elección de palabras. Hice una mueca—. Lo siento. No pretendía incomodarte.
—No te preocupes, no lo has hecho —Su sonrisa se hizo más ancha en sus finos labios rosados. Iba bien provisto del frío navideño con un gabán largo gris oscuro tremendamente elegante aunque sencillo y protegía su cuello con una bufanda de lana de trenzas irreversibles. Me fijé en el detalle de que en su mano izquierda portaba dos guantes de cuero negros y recordé como había tratado de despertarme. La otra, todavía sostenía mi cabeza—. Parece que no es nada grave —a su lado apareció un perro rubio que parecía bastante grande desde mi posición—. Bryce, te presento a Elvis. Elvis, esta es Bryce.
Miré al animal que, a su vez, miraba al dueño con expresión interrogante.
—Hola, Elvis —saludé, reparando en la guirnalda que rodeaba su collar—. Bonita decoración.
—Ha sido idea de Frankie —aclaró sonriendo avergonzado.
—Está bien; yo solía decorar las jaulas de mis animales. Ummm… Me duele la cabeza —rezongué—. ¿Ha terminado con sus preguntas, Doctor? Me siento incómoda. ¿Crees que podrías ayudarme a levantarme? Juro que es el último favor que te pediré.
Quizás las revistas no estaban bien informadas sobre su humor, porque se rió. Una risa muy agradable para mis oídos.
—Claro, lo siento. Reincorpórate despacio, ¿de acuerdo? —Asentí, empezando a sentir la inquietud de su cercanía y su tacto cuando me dio la mano para sentarme sobre el suelo. Alzó una ceja, tanteando el terreno—. ¿Mejor?
—Preferiría que fuera un cojín cómodo y calentito, pero es infinitamente más cómodo que mi postura de antes. Gracias —otra vez esa sonrisa en sus labios. Podría hacerme adicta.
—Cuando estés lista, te ayudaré a levantarte del todo.
—No me importaría que fuera ahora. No siento mi trasero —dije, con todo el tacto que reuní. En una noche normal jamás abría dicho algo semejante pero, después del trastazo que me había dado, no estaba muy lúcida todavía.
—De acuerdo —me agarró de la mano y el antebrazo—. A la de tres tiraré de ti, ¿está bien? Una, dos y… —no le hizo falta mucha recurrir a su fuerza bruta porque me puso en pie sin muchos esfuerzos—. ¿Cómo te encuentras?
Giré la cabeza en derredor, reconociendo la parte del pueblo donde me encontraba. Recordé poco a poco los fatídicos momentos anteriores a mi resbalón; tarareaba una villancico al tiempo que llegaba tarde a casa producto de mi minuciosa tradición de llegar tarde a todos los lados y coger uno de los últimos vuelos de Nochebuena. Mamá estaría preocupada y ajetreada al mismo tiempo por toda la comida que tendría que preparar, papá trataría de tranquilizarla masajeando sus hombros y sacando el mejor vino que guardaba secretamente en la bodega del segundo piso y Jake jugaría a la consola con el volumen de la tele del salón a un nivel inusualmente alto: volvía a casa después de varios meses de ausencia en el hogar materno, y lo había echado de menos.
Navidad había sido, desde que tenía uso de razón, mi época favorita. Siempre me inspiraba felicidad y alegría como ninguna otra época del año y todo el mundo parecía más solidario y afectivo, también. La decoración en cada hogar era diferente pero siempre simbolizando la mágica tradición que todos compartíamos.
Por no hablar de la perfecta estampa navideña, con las calles cubiertas de nieve.
—Estoy bien. Gracias. De nuevo.
—No tienes porqué dármelas. ¿Crees que podrás caminar o tendré que cargar contigo hasta tu casa? —bromeó, pero yo no pude evitar mi rubor surgir en mis mejillas a pesar del frío.
—Creo que podré yo sola, gracias.
—¿Estás segura de que puedes ir hasta tu casa sin que te acompañe? —no parecía muy convencido.
—Sí, podré. Ha sido un placer volver a verte, Nick. Cualquier cosa que necesites, el número catorce de River Down. Estaré allí.
—Lo mismo digo. Y lo tendré en cuenta.
—Es lo menos que puedo ofrecerte después de todo.
—No ha sido un problema. Feliz Navidad, Bryce —sonrió.
—Feliz Navidad… Nick —por alguna extraña razón que desconocía, no quería que aquello acabara allí, tan frío y sin sentimientos. No era el instituto, donde casi tenía prohibido mirarle por no ser alguien popular como él lo había sido. Nick asintió aunque no se movió de su sitio—. Buenas noches.
Como estaba recostada sobre el tronco de un árbol, me impulsé hacia delante hasta mantener yo sola el equilibrio. Di tres pasos y le sonreí triunfal.
—Observa esto: nunca has visto una recuperación tan rápida —sin embargo, como mamá me había enseñado a no hablar nunca antes de tiempo, me comí mis palabras—. Uhhh… —perdí pie al tercero y, afortunadamente, Nicholas ya estaba a mi lado para sujetarme de la cintura. Cerré los ojos, sintiendo esa maravillosa sensación por un momento. Luego le miré, encontrándome con ojos brillantes—. ¿Cuánto quieres por ser mi niñero de aquí a mi casa? Seré buena, lo prometo —dije, con mucha inocencia.
—Puedo conformarme con que llegues sana y salva a casa de tus padres.
—Llegas tarde para eso. En cuanto llegue pediré una bolsa de hielo porque no quiero tener una pelota de golf en el cogote.
—Sería lo más conveniente.
—Así que… vuelves a casa por Navidad —como la conversación se estaba volviendo tediosa, cambié de tema. También lo hacía para tratar de olvidar cómo su mano se adaptaba perfectamente al contorno de mi espalda en un protector abrazo después de su caballeroso ofrecimiento—. No lo digo en son de burla, quiero decir, no pensé que volvería a verte más… En persona, quiero decir.
—Bueno, es cierto que no es algo que hagamos todos los años pero siempre viene bien volver. Queríamos estar más cerca de nuestros abuelos para que ellos no se tomen siempre la molestia de ir a Texas o Los Angeles. Y ciertamente estamos más cerca de la residencia actual de Kevin y Danielle, donde ella también tiene a su familia.
—¿Seguís conservando vuestra casa?
—La mayoría de gente piensa que la vendimos, pero no es así en absoluto. Podemos venir en familia, como ahora, o simplemente venir por placer. Mis padres la conservaron como una especie de refugio —explicó, concentrado en sus pensamientos y sentimientos encontrados en aquel lugar, sin embargo, sus ojos no se apartaron de los míos—. Para recordarnos quién somos, de dónde venimos y el arduo camino que hemos recorrido para llegar hasta donde estamos, lo que sacrificamos.
—¿Un toque para bajaros de las nubes tóxicas de Hollywood, en el caso de que lo necesitéis, quieres decir?
—Exactamente eso —concedió con satisfacción una vez que se dio cuenta de que entendí lo que quería decir. Seguíamos caminando despacio puesto que todavía no estaba al cien por ciento—. Y ¿qué hay de ti?
—Oh, yo todavía sigo aquí. No con mis padres, claro. Me independicé hace un tiempo, pero sólo conseguí irme a dos calles de ellos. Ya sabes —me encogí de hombros con resignación—, va bien cuando he olvidado pagar alguna factura y me cortan el suministro por sorpresa cuando vuelvo. Así que contengo decenas de maldiciones y me voy a su casa. Todavía conservo mi habitación, es estupendo.
—No te va mal por lo que he oído. Eres una escritora de talla mundial —parecía… ¿enorgullecido?—. ¿Cómo es que no supe nunca que escribías?
—Oh, hablabas de eso. Siempre tuve vocación para escribir. Supe, desde que el momento en que tuve uso de razón, que era lo que quería. Me inscribí en concursos y gané premios y no tuve la necesidad de que nadie lo supiese salvo mi familia. Así que cuando me gradué en el instituto supe que quería hacer exactamente. Comencé a estudiar periodismo a la vez que empecé a escribir mi primer libro, al que le dediqué más tiempo que mi carrera a la que poco tiempo después renuncié para dedicarme por completo a mi sueño. Tuve la suerte de que saliera bien y hoy en día pueda ganarme la vida con ello. No todos pueden decir lo mismo; el sueño americano, ya sabes. Retomé las clases en la Universidad por internet este año, también, porque sentía que me faltaba algo. Y de momento es lo que hay.
—Somos afortunados —claudicó asintiendo lentamente.
—Lo somos sin duda —acoté y le miré, encontrándome con mis ojos azules reflejados en los suyos. Algo se removió dentro de mí, algo que un supe descifrar pero que sabía que se remontaba a años atrás.
—Me alegro de que te vaya bien.
—Es recíproco —sonreí y, aunque mi sonrisa era para él, el suelo cubierto de nieve fue el mejor testigo de ésta.
Miré al cielo; los copos de nieve eran cada vez más grandes y caían con más energía, como si no quisiesen perderse la Navidad y le otorgasen su significado con su abundante presencia. Una parte de mí deseaba jugar con ella, fabricar un muñeco o jugar a lanzarnos bolas de nieve sin embargo, la otra me decía que tenía que esperar a mañana.
Estábamos cerca de mi casa y a medida que la despedida se acercaba, más temía ese momento. ¿Qué demonios estaba pasándome con Nick Jonas? Había madurado y no estábamos en el instituto dónde estaba irremediable y secretamente enamorada de él.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —dije, tratando de parecer misteriosa y enigmática.
—Dispara —respondió, lleno de curiosidad dibujada en sus maravillosos ojos.
—Me reconociste, antes. De acuerdo, no es una pregunta en sí, es más una afirmación —me reí y el vaho formó ligeras nubes—. Me llamaste por mi nombre cuando todavía estaba inconsciente —Nick no trató de ocultar un ligero rubor que se esparció por sus mejillas. Sonrió como si recordase alguna anécdota.
—Bueno, te conocía del instituto.
—He cambiado mucho desde eso —agregué ceñuda, sin dejarle otra opción que confesar.
—Tienes razón —vaciló antes de añadir—: Bueno, me parecías… interesante. En un modo bastante peculiar. Tenía especial predilección por ti, si eso es lo que quieres saber —mi corazón saltó en mi pecho cortando todo paso de aire a mis pulmones—. Nunca hablamos, lo que es curioso, pero no podía evitar fijarme en ti cada vez que nos cruzábamos en los pasillos.
—Es cuanto menos curioso, sí —concedí—. Yo y mi soledad por aquél entonces hacíamos buena pareja. Y mi almohada fue una gran consejera, las tienen infravaloradas —él se rió.
—Eres tremendamente graciosa, Bryce Millighan —dijo con aprobación.
—Gracias, gracias.
Enfilamos la calle donde se encontraba la residencia de mis padres a tan solo unos cien centímetros que no tardamos en recorrer. Como un caballero que era, Nick no me dejó ni un momento hasta llegar a la puerta. Le miré con agradecimiento.
—Bien, ya hemos llegado —sentenció—. Ha sido un placer compartir este paseo contigo, Bryce. Me he divertido y, ciertamente, he descubierto lo maravillosa que eres.
—Oh, me halagas tremendamente, Nick —sonreí franca y tontamente sin poder evitarlo—. Gracias por no ser ese chico petulante del instituto que también me gustaba pero al que deseaba arrojarle un balde lleno de cubitos de hielo en la cabeza. De hecho, me alegra que seas muy diferente a él. Bastante pasable, me atrevería a decir.
—¿Es eso un cumplido?
—Tal vez —remoloneé, ahora que se me daba la oportunidad.
—Las apariencias engañan —me guiñó el ojo e, inesperadamente, inclinó la cabeza para darme un beso en la mejilla. Volví a sentirme una adolescente llena de hormonas incontrolables. Como mis mejillas, que se sonrojaron—. Feliz Navidad, Bryce. Ponte hielo en cuanto entres y si te mareas en algún momento, ve al hospital. ¿De acuerdo?
—¡Sí, doctor! —Bromeé con tono cumplidor, riéndome por enésima vez—. Gracias por todo, Nick. Anda, vete, llegarás tarde a la cena de Nochebuena. Feliz Navidad para ti también.
—Adiós.
—Adiós…
Admiré su ancha espalda cubierta por su chaqueta. ¿Por qué no podía dejar que aquél encuentro acabase allí? Iba a ser mi perdición, sin embargo… Una pregunta estaba a punto de resbalarse de mis labios, ansiosa, esperanzada por buenos resultados. Quizás salía bien, quizás decía “sí”, quizás…
—¿Nick? —Se dio la vuelta. Ya tenía su atención, ahora solo faltaba armarme de valor y preguntarle si le gustaría desayunar conmigo mañana u otro día en el lugar que fuese—. ¿Querrías…? ¿Harías una excepción mañana si te invito a desayunar?
Cuando la más tierna de las sonrisas se dibujó en sus labios, me derretí internamente. Al tiempo que respondía, mi corazón saltó con gracilidad dentro de mi pecho.
—Me encantaría.
Sin duda, con una contusión en la cabeza, jamás cambiaría esas navidades por nada del mundo. Porque ¿quién demonios dice que no puedes encontrar lo que buscas en un accidente desafortunado?
Autora: Kevonita.
Adaptación: No, aunque quiero darle los créditos de la profesión de mi protagonista a mi Cerda.
Género: Romance (es el único que se me da más o menos bien).
Contenido: Cómico, romance.
Advertencias: Contenido navideño. Lo escribí para el concurso del foro de JBSpain y nunca llegó a publicarse por falta de participantes.
Otras páginas: Por la razón de arriba, no.
Espero que os guste ;) Se aceptan críticas viables y, ejem, alaaaaaagos *lalalalala* :amor:
—Despierta. Vamos, despierta, Bryce —dulces y cálidas palmaditas acariciaban mi mejilla. Me removí incómoda, tratando de abrir los ojos; mis párpados pesaban como el plomo y estaba constándome un esfuerzo extra corporal salir de su oscuridad—. ¿Bryce? Venga, abre los ojos, Bella Durmiente.
¿Bella Durmiente? Bien, quién fuera el que hablaba, estaba claro que no me conocía en absoluto porque mi última prioridad en esta vida era dormir. Aún así, esa voz… esa voz era… familiar, aunque todavía no podía dilucidar quién era. Me sentía incómoda sobre un lugar sólido y rígido y el frío me recorría por cada parte del cuerpo, como si estuviese desnuda.
Más palmaditas flojas sobre la mejilla y sus palabras me sacaron del trance.
—Bryce, ¿no me harás llamar a la ambulancia, verdad? Vamos, chica, despierta.
Ambulancia. Poco tardó la palabra en llegar a mi cerebro con claridad y asimilarla, pulsando el botón que logró que la oscuridad poco a poco se fuera convirtiendo en borrosas luces de colores que me deslumbraron. Cerré los párpados de nuevo como protección ante los resplandecientes pigmentos de luz que amenazaban con dejarme ciega.
—Gracias a Dios —susurró con evidente alivio la voz a mi lado que, suponía, era de la que emanaba el calor que estaba empezando a calar mi pecho. Murmullos llegaron con nitidez a mis oídos pero hasta entonces solo había escuchado su voz—. Está bien ¿ven? Ya no hay nada que ver aquí. Por favor, váyanse, déjenla respirar. —Las pisadas a nuestro alrededor se hicieron claras. Quién fuera que estaba protegiéndome, esta vez substituyó las palmaditas por ligeras caricias en mi mejilla—. Eh, eh, está bien. Con cuidado.
Traté de seguir su consejo, de modo que relajé mi respiración y permití que mis párpados fuertemente cerrados todavía deshicieran su firmeza, adaptándose a la luz que se filtraba por la máscara de piel de mi vista. Fue más fácil entonces quitar el último obstáculo y abrir los ojos con precaución y descubrir otro par de ojos atentos a todos mis movimientos, inclusive el más mínimo. Para mi infinita sorpresa, los conocía porque Nick Jonas era su propietario. Difícilmente podía no hacerlo a pesar de no haber tenido el privilegio de estar a tan cerca de ellos, salvo en las revistas del corazón. Ojos marrones como el chocolate fundido ideal para volcar una bolsa de nubes en un frío día invernal.
—¿Qué ha pasado? —pregunté, desorientada, con voz pastosa.
—Bailabas despreocupadamente cuando resbalaste y te golpeaste la cabeza. Creo que la nieve amortiguó el golpe aunque has perdido el conocimiento durante diez minutos. Estaba empezando a preocuparme —explicó poniendo su mano frente a mis ojos—. ¿Cuántos dedos tengo?
Me restregué la vista. Trataba de ver si la lesión no era de gravedad y su preocupación era natural y, como obvió mi descripción interna de sus ojos, le complací.
—Cuatro —él sonrió.
—Buena chica. ¿Recuerdas cómo te llamas?
—Bryce. Bryce Millighan. Y tú Nicholas Jonas. Podría reconocerte en cualquier lugar —Oh, oh, aquella no era una buena elección de palabras. Hice una mueca—. Lo siento. No pretendía incomodarte.
—No te preocupes, no lo has hecho —Su sonrisa se hizo más ancha en sus finos labios rosados. Iba bien provisto del frío navideño con un gabán largo gris oscuro tremendamente elegante aunque sencillo y protegía su cuello con una bufanda de lana de trenzas irreversibles. Me fijé en el detalle de que en su mano izquierda portaba dos guantes de cuero negros y recordé como había tratado de despertarme. La otra, todavía sostenía mi cabeza—. Parece que no es nada grave —a su lado apareció un perro rubio que parecía bastante grande desde mi posición—. Bryce, te presento a Elvis. Elvis, esta es Bryce.
Miré al animal que, a su vez, miraba al dueño con expresión interrogante.
—Hola, Elvis —saludé, reparando en la guirnalda que rodeaba su collar—. Bonita decoración.
—Ha sido idea de Frankie —aclaró sonriendo avergonzado.
—Está bien; yo solía decorar las jaulas de mis animales. Ummm… Me duele la cabeza —rezongué—. ¿Ha terminado con sus preguntas, Doctor? Me siento incómoda. ¿Crees que podrías ayudarme a levantarme? Juro que es el último favor que te pediré.
Quizás las revistas no estaban bien informadas sobre su humor, porque se rió. Una risa muy agradable para mis oídos.
—Claro, lo siento. Reincorpórate despacio, ¿de acuerdo? —Asentí, empezando a sentir la inquietud de su cercanía y su tacto cuando me dio la mano para sentarme sobre el suelo. Alzó una ceja, tanteando el terreno—. ¿Mejor?
—Preferiría que fuera un cojín cómodo y calentito, pero es infinitamente más cómodo que mi postura de antes. Gracias —otra vez esa sonrisa en sus labios. Podría hacerme adicta.
—Cuando estés lista, te ayudaré a levantarte del todo.
—No me importaría que fuera ahora. No siento mi trasero —dije, con todo el tacto que reuní. En una noche normal jamás abría dicho algo semejante pero, después del trastazo que me había dado, no estaba muy lúcida todavía.
—De acuerdo —me agarró de la mano y el antebrazo—. A la de tres tiraré de ti, ¿está bien? Una, dos y… —no le hizo falta mucha recurrir a su fuerza bruta porque me puso en pie sin muchos esfuerzos—. ¿Cómo te encuentras?
Giré la cabeza en derredor, reconociendo la parte del pueblo donde me encontraba. Recordé poco a poco los fatídicos momentos anteriores a mi resbalón; tarareaba una villancico al tiempo que llegaba tarde a casa producto de mi minuciosa tradición de llegar tarde a todos los lados y coger uno de los últimos vuelos de Nochebuena. Mamá estaría preocupada y ajetreada al mismo tiempo por toda la comida que tendría que preparar, papá trataría de tranquilizarla masajeando sus hombros y sacando el mejor vino que guardaba secretamente en la bodega del segundo piso y Jake jugaría a la consola con el volumen de la tele del salón a un nivel inusualmente alto: volvía a casa después de varios meses de ausencia en el hogar materno, y lo había echado de menos.
Navidad había sido, desde que tenía uso de razón, mi época favorita. Siempre me inspiraba felicidad y alegría como ninguna otra época del año y todo el mundo parecía más solidario y afectivo, también. La decoración en cada hogar era diferente pero siempre simbolizando la mágica tradición que todos compartíamos.
Por no hablar de la perfecta estampa navideña, con las calles cubiertas de nieve.
—Estoy bien. Gracias. De nuevo.
—No tienes porqué dármelas. ¿Crees que podrás caminar o tendré que cargar contigo hasta tu casa? —bromeó, pero yo no pude evitar mi rubor surgir en mis mejillas a pesar del frío.
—Creo que podré yo sola, gracias.
—¿Estás segura de que puedes ir hasta tu casa sin que te acompañe? —no parecía muy convencido.
—Sí, podré. Ha sido un placer volver a verte, Nick. Cualquier cosa que necesites, el número catorce de River Down. Estaré allí.
—Lo mismo digo. Y lo tendré en cuenta.
—Es lo menos que puedo ofrecerte después de todo.
—No ha sido un problema. Feliz Navidad, Bryce —sonrió.
—Feliz Navidad… Nick —por alguna extraña razón que desconocía, no quería que aquello acabara allí, tan frío y sin sentimientos. No era el instituto, donde casi tenía prohibido mirarle por no ser alguien popular como él lo había sido. Nick asintió aunque no se movió de su sitio—. Buenas noches.
Como estaba recostada sobre el tronco de un árbol, me impulsé hacia delante hasta mantener yo sola el equilibrio. Di tres pasos y le sonreí triunfal.
—Observa esto: nunca has visto una recuperación tan rápida —sin embargo, como mamá me había enseñado a no hablar nunca antes de tiempo, me comí mis palabras—. Uhhh… —perdí pie al tercero y, afortunadamente, Nicholas ya estaba a mi lado para sujetarme de la cintura. Cerré los ojos, sintiendo esa maravillosa sensación por un momento. Luego le miré, encontrándome con ojos brillantes—. ¿Cuánto quieres por ser mi niñero de aquí a mi casa? Seré buena, lo prometo —dije, con mucha inocencia.
—Puedo conformarme con que llegues sana y salva a casa de tus padres.
—Llegas tarde para eso. En cuanto llegue pediré una bolsa de hielo porque no quiero tener una pelota de golf en el cogote.
—Sería lo más conveniente.
—Así que… vuelves a casa por Navidad —como la conversación se estaba volviendo tediosa, cambié de tema. También lo hacía para tratar de olvidar cómo su mano se adaptaba perfectamente al contorno de mi espalda en un protector abrazo después de su caballeroso ofrecimiento—. No lo digo en son de burla, quiero decir, no pensé que volvería a verte más… En persona, quiero decir.
—Bueno, es cierto que no es algo que hagamos todos los años pero siempre viene bien volver. Queríamos estar más cerca de nuestros abuelos para que ellos no se tomen siempre la molestia de ir a Texas o Los Angeles. Y ciertamente estamos más cerca de la residencia actual de Kevin y Danielle, donde ella también tiene a su familia.
—¿Seguís conservando vuestra casa?
—La mayoría de gente piensa que la vendimos, pero no es así en absoluto. Podemos venir en familia, como ahora, o simplemente venir por placer. Mis padres la conservaron como una especie de refugio —explicó, concentrado en sus pensamientos y sentimientos encontrados en aquel lugar, sin embargo, sus ojos no se apartaron de los míos—. Para recordarnos quién somos, de dónde venimos y el arduo camino que hemos recorrido para llegar hasta donde estamos, lo que sacrificamos.
—¿Un toque para bajaros de las nubes tóxicas de Hollywood, en el caso de que lo necesitéis, quieres decir?
—Exactamente eso —concedió con satisfacción una vez que se dio cuenta de que entendí lo que quería decir. Seguíamos caminando despacio puesto que todavía no estaba al cien por ciento—. Y ¿qué hay de ti?
—Oh, yo todavía sigo aquí. No con mis padres, claro. Me independicé hace un tiempo, pero sólo conseguí irme a dos calles de ellos. Ya sabes —me encogí de hombros con resignación—, va bien cuando he olvidado pagar alguna factura y me cortan el suministro por sorpresa cuando vuelvo. Así que contengo decenas de maldiciones y me voy a su casa. Todavía conservo mi habitación, es estupendo.
—No te va mal por lo que he oído. Eres una escritora de talla mundial —parecía… ¿enorgullecido?—. ¿Cómo es que no supe nunca que escribías?
—Oh, hablabas de eso. Siempre tuve vocación para escribir. Supe, desde que el momento en que tuve uso de razón, que era lo que quería. Me inscribí en concursos y gané premios y no tuve la necesidad de que nadie lo supiese salvo mi familia. Así que cuando me gradué en el instituto supe que quería hacer exactamente. Comencé a estudiar periodismo a la vez que empecé a escribir mi primer libro, al que le dediqué más tiempo que mi carrera a la que poco tiempo después renuncié para dedicarme por completo a mi sueño. Tuve la suerte de que saliera bien y hoy en día pueda ganarme la vida con ello. No todos pueden decir lo mismo; el sueño americano, ya sabes. Retomé las clases en la Universidad por internet este año, también, porque sentía que me faltaba algo. Y de momento es lo que hay.
—Somos afortunados —claudicó asintiendo lentamente.
—Lo somos sin duda —acoté y le miré, encontrándome con mis ojos azules reflejados en los suyos. Algo se removió dentro de mí, algo que un supe descifrar pero que sabía que se remontaba a años atrás.
—Me alegro de que te vaya bien.
—Es recíproco —sonreí y, aunque mi sonrisa era para él, el suelo cubierto de nieve fue el mejor testigo de ésta.
Miré al cielo; los copos de nieve eran cada vez más grandes y caían con más energía, como si no quisiesen perderse la Navidad y le otorgasen su significado con su abundante presencia. Una parte de mí deseaba jugar con ella, fabricar un muñeco o jugar a lanzarnos bolas de nieve sin embargo, la otra me decía que tenía que esperar a mañana.
Estábamos cerca de mi casa y a medida que la despedida se acercaba, más temía ese momento. ¿Qué demonios estaba pasándome con Nick Jonas? Había madurado y no estábamos en el instituto dónde estaba irremediable y secretamente enamorada de él.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —dije, tratando de parecer misteriosa y enigmática.
—Dispara —respondió, lleno de curiosidad dibujada en sus maravillosos ojos.
—Me reconociste, antes. De acuerdo, no es una pregunta en sí, es más una afirmación —me reí y el vaho formó ligeras nubes—. Me llamaste por mi nombre cuando todavía estaba inconsciente —Nick no trató de ocultar un ligero rubor que se esparció por sus mejillas. Sonrió como si recordase alguna anécdota.
—Bueno, te conocía del instituto.
—He cambiado mucho desde eso —agregué ceñuda, sin dejarle otra opción que confesar.
—Tienes razón —vaciló antes de añadir—: Bueno, me parecías… interesante. En un modo bastante peculiar. Tenía especial predilección por ti, si eso es lo que quieres saber —mi corazón saltó en mi pecho cortando todo paso de aire a mis pulmones—. Nunca hablamos, lo que es curioso, pero no podía evitar fijarme en ti cada vez que nos cruzábamos en los pasillos.
—Es cuanto menos curioso, sí —concedí—. Yo y mi soledad por aquél entonces hacíamos buena pareja. Y mi almohada fue una gran consejera, las tienen infravaloradas —él se rió.
—Eres tremendamente graciosa, Bryce Millighan —dijo con aprobación.
—Gracias, gracias.
Enfilamos la calle donde se encontraba la residencia de mis padres a tan solo unos cien centímetros que no tardamos en recorrer. Como un caballero que era, Nick no me dejó ni un momento hasta llegar a la puerta. Le miré con agradecimiento.
—Bien, ya hemos llegado —sentenció—. Ha sido un placer compartir este paseo contigo, Bryce. Me he divertido y, ciertamente, he descubierto lo maravillosa que eres.
—Oh, me halagas tremendamente, Nick —sonreí franca y tontamente sin poder evitarlo—. Gracias por no ser ese chico petulante del instituto que también me gustaba pero al que deseaba arrojarle un balde lleno de cubitos de hielo en la cabeza. De hecho, me alegra que seas muy diferente a él. Bastante pasable, me atrevería a decir.
—¿Es eso un cumplido?
—Tal vez —remoloneé, ahora que se me daba la oportunidad.
—Las apariencias engañan —me guiñó el ojo e, inesperadamente, inclinó la cabeza para darme un beso en la mejilla. Volví a sentirme una adolescente llena de hormonas incontrolables. Como mis mejillas, que se sonrojaron—. Feliz Navidad, Bryce. Ponte hielo en cuanto entres y si te mareas en algún momento, ve al hospital. ¿De acuerdo?
—¡Sí, doctor! —Bromeé con tono cumplidor, riéndome por enésima vez—. Gracias por todo, Nick. Anda, vete, llegarás tarde a la cena de Nochebuena. Feliz Navidad para ti también.
—Adiós.
—Adiós…
Admiré su ancha espalda cubierta por su chaqueta. ¿Por qué no podía dejar que aquél encuentro acabase allí? Iba a ser mi perdición, sin embargo… Una pregunta estaba a punto de resbalarse de mis labios, ansiosa, esperanzada por buenos resultados. Quizás salía bien, quizás decía “sí”, quizás…
—¿Nick? —Se dio la vuelta. Ya tenía su atención, ahora solo faltaba armarme de valor y preguntarle si le gustaría desayunar conmigo mañana u otro día en el lugar que fuese—. ¿Querrías…? ¿Harías una excepción mañana si te invito a desayunar?
Cuando la más tierna de las sonrisas se dibujó en sus labios, me derretí internamente. Al tiempo que respondía, mi corazón saltó con gracilidad dentro de mi pecho.
—Me encantaría.
Sin duda, con una contusión en la cabeza, jamás cambiaría esas navidades por nada del mundo. Porque ¿quién demonios dice que no puedes encontrar lo que buscas en un accidente desafortunado?
Última edición por Kevonita el Dom 24 Mar 2013, 9:15 am, editado 1 vez
Kevonita
Re: Remember Me {Nicholas Jonas}
Aloja! kjdhajsd Xd me encantó *-* amé la personalidad de Bryce y que lindo fue Nick lkkljadsjkasdjklds <3 además esa es una forma muy especial para reencontrarse con alguien(?) bueno lo amé, muy kasjdh hermoso *-* ahskdkajshdka <333 no sé que más escribir ._. so... ¡beesooos!
Charlie.
Re: Remember Me {Nicholas Jonas}
Charlie. escribió:Aloja! kjdhajsd Xd me encantó *-* amé la personalidad de Bryce y que lindo fue Nick lkkljadsjkasdjklds <3 además esa es una forma muy especial para reencontrarse con alguien(?) bueno lo amé, muy kasjdh hermoso *-* ahskdkajshdka <333 no sé que más escribir ._. so... ¡beesooos!
¡Hoooooooooola!
Me encanta que te encantase, de verdad ^^
Traté de hacer a Bryce muy soñadora y agradable, además de positiva y me complace mucho que gustase su personalidad :corre: Y con Nick apenas tuve que darle muchas vueltas; le imagino así, muy dulce y atento, un pelín reservado, también.
Estoy segura que es una forma especial y un tanto peculiar ¿no crees?
Gracias, Charlie, por leer y comentar y, sobretodo, porque te gustase *__________*
¡Un besazo enorme! <3
Kevonita
Re: Remember Me {Nicholas Jonas}
Hoooola! <3Kevonita escribió:¡Hoooooooooola!
Me encanta que te encantase, de verdad ^^
Traté de hacer a Bryce muy soñadora y agradable, además de positiva y me complace mucho que gustase su personalidad :corre: Y con Nick apenas tuve que darle muchas vueltas; le imagino así, muy dulce y atento, un pelín reservado, también.
Estoy segura que es una forma especial y un tanto peculiar ¿no crees?
Gracias, Charlie, por leer y comentar y, sobretodo, porque te gustase *__________*
¡Un besazo enorme! <3
hkdajshdkjas a mi me encanta que te encante que me encante <3 jlkajsdlkasjdlasd
Bryce me encantó *-* y Nick es un amor *-* yo también me lo imagino así hehhsdjkahdk
y sí, es una formabastante peculiar y especial y por eso me gustó *-* jdashkasj de veritas *-*
De nada, me encantó ahdkads creo que lo repetí mucho XD
¡Besootes!
Charlie.
Temas similares
» Novela "Leopard" (Joseph Jonas, Nicholas Jonas & Kevin Jonas)
» Promesas {Nicholas Jonas}
» Has been a bad day, not a bad life - Nicholas Jonas.
» Conflictos y amor (Nick y tu) hot
» ღ La Amante De Jonas ღ (Nicholas)
» Promesas {Nicholas Jonas}
» Has been a bad day, not a bad life - Nicholas Jonas.
» Conflictos y amor (Nick y tu) hot
» ღ La Amante De Jonas ღ (Nicholas)
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.