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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Mαfer' Sáb 23 Mar 2013, 2:38 am


Ficha de la serie

• Titulo: Ángel Mecánico.
• Autor: Cassandra Clare.
• Adaptación: Si, su nombre original es "Cazadores de Sombras Los Orígenes, 1. Ángel Mecánico"
• Género: Fantasía urbana, acción, romance, misterio, entre otros temas mas.
• Advertencias: ¡NO A LAS LECTORAS FANTASMAS!
• Otras páginas: El libro original.






Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} 9ba92b7e7f1211e2a074220





_____ Gray esta dispuesta a encontrar a su hermano. Para ello se dirige a Londres, donde será raptada por una organización secreta llamada el Club Pandemonium, y rescatada por los Cazadores de Sombras. Pronto, _____ verá su corazón dividido entre Niall, cuya frágil belleza oculta un oscuro secreto, y Harry, cuya hiriente ironía y cambios de humor constantes la mantienen a distancia, mientras los tres intentan salvar... el mundo.


La magia es peligrosa, pero el amor lo es todavía más.









Última edición por MarieStyles el Lun 25 Mar 2013, 2:50 pm, editado 3 veces
Mαfer'
Mαfer'


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por 10080. Sáb 23 Mar 2013, 2:44 am

Primera lectora. Hay Dios, que emoción. Me encanta, enserio. Cassandra Clare es mi escritora favorita, me encantan sus libros, creo que están en mi lista de libros favoritos. Creo que ya los leí como cinco veces. Harry y Niall <3 Ojala y subas pronto.
Saludos C:
10080.
10080.


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Mαfer' Sáb 23 Mar 2013, 2:45 am

Hum... bueno me presentare, ¡Hola! soy Mafer, pero me he puesto Marie por que por alguna razón es el nombre que utiliza mi mente para las "_____" en fin, eso no importa, bueno, es la primera adaptación que hago, hace poco termine este libro y en verdad me encanto así que pensé "¿por que no adaptarlo?", acabo de salir de vacaciones asi que tengo tiempo(:, pero primero debo saber si les agrada a ustedes la idea para comenzar a subir los capítulos. Así que espero su opinión y así >-<
Mαfer'
Mαfer'


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Mαfer' Sáb 23 Mar 2013, 2:56 am

Beag Palette. escribió:Primera lectora. Hay Dios, que emoción. Me encanta, enserio. Cassandra Clare es mi escritora favorita, me encantan sus libros, creo que están en mi lista de libros favoritos. Creo que ya los leí como cinco veces. Harry y Niall <3 Ojala y subas pronto.
Saludos C:


Que emoción una primera lectora *-*, jhjdsfsd yo también amo sus libros, son simplemente... adictivos, terminas de leer uno y ya quieres el otro (en mi caso yo apenas estoy iniciando a leer la saga, pero ya me ha atrapado profundamente) y tratare de subir pronto, solo estoy terminando de adaptar el prologo(:
Mαfer'
Mαfer'


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Mαfer' Lun 25 Mar 2013, 2:24 pm

         Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Tumblrmk09joxong1r9j1ok



              Prólogo.
           LONDRES, ABRIL DE 1878



El demonio explotó salpicando icor y entrañas.
Harry Styles retiró la daga que sujetaba, pero era demasiado tarde. El viscoso ácido de la sangre del demonio ya había comenzado a corroer la brillante hoja. Harry soltó una maldición y lanzó el arma lejos; ésta cayó sobre un sucio charco y comenzó a humear como un cerillo recién apagado. El demonio, claro, había desaparecido; de regreso al infernal mundo, fuera cual fuera, del que había venido, aunque no sin dejar asquerosos restos tras él.

-¡Niall!- Llamo Harry mientras se volteaba-. ¿Dónde estás? ¿Viste eso? ¡Lo maté de un golpe! No está nada mal, ¿verdad?

Pero no hubo respuesta a su llamada; sólo unos instantes antes, su compañero de cacería se encontraba tras de él en aquella calle húmeda y retorcida, guardándole las espaldas, de eso Harry estaba seguro; pero en ese momento estaba solo entre las sombras. Frunció el ceño, molesto; era mucho menos divertido alardear sin que Niall estuviera delante para oírlo. Miró hacia atrás, hacia donde la calle se estrechaba y formaba un pasaje que acababa a lo lejos, en las aguas negras y jadeantes del Támesis. Al fondo, Harry llegaba a ver las oscuras siluetas de los barcos amarrados, un bosque de mástiles como un manzanar deshojado. Ni rastro de Niall por allí; quizás hubiera vuelto a Narrow Street en busca de una mejor iluminación. Harry se encogió de hombros y volvió por donde había llegado.
Narrow Street atravesaba Limehouse, entre los muelles del río y los super poblados barrios que se extendían por el oeste hacia Whitechapel. Era una calle estrecha, flanqueada por almacenes e inclinados edificios de madera. En aquel momento, se hallaba desierta; incluso los borrachos que solían tambalearse de regreso a casa desde The Grapes, un poco más arriba, habían encontrado ya algún sitio donde desplomarse para pasar la noche. A Harry le gustaba Limehouse, le gustaba la sensación de estar en el extremo del mundo, donde los barcos partían todos los días hacia puertos inimaginablemente lejanos. Que fuera el área por donde acostumbraban a rondar los marineros, y por lo tanto estuviera llena de antros de juego, fumaderos de opio y burdeles, tampoco le iba mal. Era fácil perderse en un sitio así. Ni siquiera le importaba el hedor: humo y suciedad, sogas y alquitrán, especias exóticas mezcladas con el olor del agua de río del Támesis.
Mientras miraba a un lado y al otro de la vacía callle, se pasó la manga del abrigo por la cara, tratando de limpiarse el icor, que le picaba y le quemaba la piel. La tela quedó manchada de verde y negro. También tenía un corte en el dorso de la mano, un corte feo. Le iría bien una runa curativa. Una de las de Charlotte, si se pudiera. Ella era especialmente buena con los iratzes.
Una silueta se despegó de las sombras y fue hacia Harry. Él dio un paso adelante y se detuvo. No era Niall, sino un policía bastante común que hacía su ronda, con un casco en forma de campana, un pesado abrigo y una expresión de extrañeza. Miró a Harry, o mejo, a través de Harry. Por muy acostumbrado que estés al glamour, siempre resulta extraño que miren a través de ti como si no estuvieras allí. Harry sintió el repentino impulso de hacerse con la porra del guardia y observarlo mientras el hombre daba vueltas, tratando de averiguar adónde habría ido a para, pero Niall lo había regañado las pocas veces que había hecho eso antes, y aunque Harry nunca había llegado a entender las objeciones de Niall a ese asunto, no valía la pena hacerlo enfadar.
El policía se encogió de hombros y parpadeó al pasar frente a Harry, meneando la cabeza y mascullando algo sobre dejar la ginebra antes de que realmente empezara a ver visiones. Harry se apartó para dejarlo pasar, luego lanzó un grito.

-¡Niall Horan! ¿Dónde estás, bastardo desleal?
Esta vez obtuvo una débil respuesta.

-Por aquí. Sigue la luz mágica.

Harry se dirigió hacia el lugar de donde provenía la voz de Niall.
Parecía surgir de una oscura abertura entre dos almacenes; se vislumbraba un tenue brillo entre las sombras, como la fugaz luz de un fuego fatuo.

-¿Me has oído antes? Ese demonio shax pensó que me podía atrapar con sus malditas pinzas, pero lo arrinconé en un callejón...
-Si, te he oído.- El joven que apareció en la boca del callejón parecía muy palido bajo la luz de la farola, incluso más palido de lo que estaba normalmente, que ya era mucho. Llevaba la cabeza descubierta, lo que inmediato atraía la mirada sobre su cabello, que era de un extraño color rubio casi blanco platinado, sus ojos que alguna vez fueron azules ahora eran de un extraño color plata, su rostro era angular y de huesos finos, con la ligera curva de los ojos como única indicación de se ascendencia.
Tenía manchas negras sobre la pechera de la camisa, y las manos cubiertas de rojo.
Harry se tensó.
-Estás sangrando. ¿Qué ha pasado?
Niall rechazó con un gesto la preocupación de su amigo.
-La sangre no es mía- Volvió la cabeza hacia el callejón situado a su espalda-. Es de ella.
Harry dirigió su mirada hacia las sombras más espesas del callejón. En el rincón del fondo había una forma hecha un ovillo; sólo una sombra en la oscuridad, pero cuando Harry miro más fijamente, pudo distinguir la silueta de una pálida mano, y un mechón de cabello rubio.
-¿Una mujer muerta?-Pregunto Harry-.¿Una mundana?
-Una niña, en realidad. De no más de catorce años.
Al oír aquello, Harry maldijo a todo volumen y sin miramientos.
Niall espero pacientemente a que acabara.
-Si hubiéramos pasado por aquí un poco antes- soltó Harry finalmente-.Ese maldito demonio...
-Eso es curioso. No creo que esto sea obra del demonio.- Niall frunció las cejas-. Los demonios shax son parásitos, parásitos de nidada. Habría tratado de arrastrar a su víctima a su cubil para ponerle huevos en la piel mientras aún seguía viva. Pero a esta niña... la han apuñalado repetidas veces. Y tampoco creo que sucediera aquí. La sangre que hay en el callejón no es suficiente. Creo que la atacaron en otra parte, y luego se arrastró hasta aquí para acabar muriendo a causa de las heridas.
Harry tensó la boca.
-Pero el demonio shax...
-Te lo estoy diciendo, Harry, no creo que haya sido el shax. Creo que el shax la estaba persiguiendo... cazándola por algo, o para alguien.
-Los shax tienen un sentido del olfato muy agudo- aceptó Harry-. He oído que algunos brujos los usan para seguir el rastro de los desaparecidos. Tienes razón: parecía estar moviéndose con alguna extraña intención.- Miró más allá de Niall, a la triste forma de la pequeña acurrucada en el callejón-. Has encontrado el arma, ¿verdad?
-Aquí la tengo.- Niall se sacó algo de la chamarra: un cuchillo, envuelto en un trapo blanco-. Es una especie de misericordia, o una daga de caza, Mira lo fina que es la hoja.

Harry la tomó. La hoja era realmente fina, y acababa en un mango de hueso pulido. Tanto la hoja como el mango estaban manchados de sangre seca. Frunciendo el ceño, pasó la parte plana de la hoja sobre la áspera tela de su manga y la limpió, frotándola , hasta que un símbolo, grabado a fuego en la hoja, se hizo visible. Dos serpientes que se mordían mutuamente la cola, formando un círculo perfecto.

-¡Uróboros!- Exclamo Niall, acercándose más para ver bien el cuchillo-. Uno doble. ¿Qué crees que significa?
-El fin del mundo- Contestó Harry sin dejar de mirar la daga, mientras una leve sonrisa jugueteaba en sus labios-, y el principio.
Niall frunció el ceño.
-Entiendo la simbología, Harold. Me refiero a qué crees que significa su presencia en esta daga.
El viento del río alborotaba el cabello de Harry, quien se lo apartó de los ojos con un gesto de impaciencia y continuó observando el cuchillo.
-Es un símbolo alquímico, no de un brujo o un subterráneo. Eso suele significar humanos; la clase de estúpido mundano que cree que tontear con la magia es su pasaporte a la fama y la fortuna.
-De aquellos que suelen acabar como un montón de harapos ensangrentados en medio de algún pentáculo.- Niall parecía muy lúgubre.
-De esos a los que les gusta rondar por las partes subterráneas de nuestra hermosa ciudad.- Después de envolver de nuevo la daga en el pañuelo, Harry se la metió en uno de los bolsillos de la chamarra- ¿Crees que Charlotte dejará que me encargue de la investigación?
-¿Crees que mañana será demasiado pronto para empezar a investigar?
Niall suspiró resignado.
-Haz lo que quieras, Harry. Siempre lo haces.




Southampton, mayo.

_____ no podía recordar no haber amado el ángel macánico. Hubo un tiempo en que pertenecía a su madre, que lo llevaba puesto al morir. Después lo habían guardado en el joyero de su madre, y un día su hermano Nathaniel lo había sacado para ver si aún funcionaba.
El ángel no era mayor que el meñique de _____, una figura minúscula hecha de latón, con unas alas plegadas de bronce del tamaño de las de una cigarra. Tenía un delicado rostro de metal con los párpados cerrados en forma de media luna y las manos cruzadas al frente sobre una espada. Una fina cadena pasada por detrás de las alas permitía llevar el ángel colgado al cuello como una medalla.
______ sabía que el ángel era un trabajo de relojería porque si lo acercaba a la oreja podía oír el ruido de la maquinaria, como el de un reloj. Nate había lanzado una exclamación de sorpresa al ver que aún funcionaba después de tantos años, y había buscado un vano un cierre o un tornillo, o algún otro método por el que se le pudiera dar cuerda al ángel. Pero no había nada que encontrar. Así que se encogió de hombros y le pasó el angél a _____. Desde ese momento, _____ nunca se lo había quitado; incluso por la noche, el ángel reposaba sobre su pecho mientras ella dormía, con si contante tictac, tictac, como los latidos de un segundo corazón.
En ese momento lo tenía sujeto entre los dedos, Mientras el Main iba metiendo la proa entre otros enormes vapores para encontrar un amarre en el muelle de Southampton. Nate había insistido en que ____ fuera a Southampton en vez de a Liverpool, donde anclaban la mayoría de los vapores transatlánticos. Había insistido en que Southampton era un lugar más agradable donde arribar; por eso _____ no había podido evitar sentirse un poco decepcionada de su primera visión de Inglaterra. Era gris y deprimente. La lluvia tamborileaba al caer sobre las torres de una distante iglesia, mientras un humo negro se alzaba de las chimeneas de los barcos y manchaba un cielo ya suficientemente gris. Una multitud vestida con ropas oscuras esperaba en el muelle al abrigo de sus paraguas. ____ trató de ver si su hermano se hallaba entre la gente, pero la neblina y la fina llovizna que salpicaba el barco eran demasiado espesas para distinguir los rasgos individuales de nadie.
______ se estremeció. El viento del mar era frío. En todas sus cartas, Nate había comentado que Londres era bonita, que el sol brillaba todos los días. Bueno, pensó _____, con suerte el tiempo sería mejor que el de allí, porque no se había llevado ropa de abrigo, salvo un chal de lana que había pertenecido a la tía Harriet y un par de guantes finos. Había vendido la mayoría de su ropa para pagar el funeral de su tía, convencida de que su hermano le compraría ropa nueva cuando fuera a Londres de vivir con él.
Se oyó un grito. El Main, con su casco negro resplandeciente por la lluvia, había echado el ancla, y ya había remolcadores cruzando las aguas grises, dispuestos a transportar el equipaje y a los pasajeros a la orilla. Éstos salían en un flujo continuo, ansiosos por sentir tierra firme bajo los pies. Tan diferente de su salida de Nueva York , pensó _____. Aquel día, el cielo había sido azul y tocaba una banda de viento. Aunque, sin nadie que la despidiera, tampoco había sido un momento muy alegre.
_____ agachó los hombros y se unió a la fila de pasajeros para desembarcar. Gotas de lluvia le pincharon en la cabeza y en el cuello como heladas agujas, y notó las manos, dentro de los finos guantes, frías y mojadas por la lluvia. Al llegar al muelle miró alrededor, buscando a Nate. Habían pasado casi dos semanas desde la última vez que habló con alguien, porque a bordo de Main no se había relacionado casi con nadie. Sería un placer volver a tener con quien hablar. No estaba allí. Los muelles estaban llenos de equipajes y todo tipo de cajas y cargamento, incluso pilas de fruta y verdura, que se marchitaba y disolvía bajo la lluvia. Cerca de allí, un vapor se disponía a partir hacia Le Havre, y unos marineros mojados se arremolinaron junto a ella, gritando en francés. Trató de apartarse, pero estuvo a punto de ser pisoteada por una avalancha de pasajeros que desembarcaban apresuradamente en busca del refugio de la estación de tren.
Pero a Nate no se veía por ninguna parte.

-¿Es usted la señorita Gray?- La voz era gutural y con un marcado acento.
Un hombre se había colocado ante ____. Era alto y llevaba un largo abrigo negro y un sombrero de copa, que recogía el agua de lluvia en el ala como una cisterna. Sus ojos eran curiosamente saltones, casi protuberantes, como los de una rana, y su piel parecía tan áspera como la de una cicatriz. _____ se esforzó para controlar el impulso de apartarse temerosa de él. Pero aquel hombre conocía su nombre.
¿Quién podía saberlo sino alguien que también conociera a Nate?
_____ asintió con la cabeza.
-Sí
-Me envía su hermano. Venga conmigo.
-¿Dónde está Nate?- Quiso saber _____, pero el hombre ya se había puesto a caminar. Su paso era irregular, como si cojeara por alguna antigua lesión. Un instante después, _____ se encogió las faldas y corrió tras él.

El hombre avanzaba entre la multitud con velocidad y determinación. La gente se apartaba de su camino y murmuraba sobre su grosería mientras él se abría paso a empujones, con ______ casi corriendo detrás para no perderlo. De improviso, el hombre torció junto a una pila de cajas y se detuvo ante un gran carruaje negro brillante, con letras doradas en los costados. La lluvia y la espesa niebla impidieron a ______ leerlas con claridad.
Se abrió la puerta del carruaje, y una mujer se inclinó hacia fuera.
Llevaba un enorme sombrero de plumas que le ocultaba el rostro.

-¿La señorita _____ Gray?

_____ asintió con la cabeza. El hombre ayudó a la mujer a bajar del carruaje, y luego a otra mujer. Ambas abrieron sendos paraguas y se protegieron de la lluvia. Luego fijaron sus miradas en ______.
Era un extraño par de mujeres. Una era alta y delgada, con un rostro huesudo y angustiado. Un cabello incoloro estaba recogido en la nuca en un chongo bajo. Llevaba un vestido de seda violeta brillante, salpicaba aquí y allí por gruesas gotas de lluvia, y guantes violeta a juego. La otra mujer era baja y gruesa, con unos ojillos muy hundidos en la cara; los guantes de color rosa brillante que cubrían sus grandes manos las hacían parecer coloridas pezuñas.

-______ Gray- Dijo la más baja-. Qué placer conocerla por fin. Soy la señora Negro, y esta es mi hermana, la señora Oscuro. Su hermano nos envía para acompañarla a Londres.
_____, empapada, helada y anonada, se apretó el mojado chal sobre los hombros.
-No entiendo. ¿Dónde esta Nate? ¿Por qué no ha venido él mismo?
-Unos asuntos ineludibles lo han retenido en Londres. Mortmain no ha podido dejarlo venir. Pero han enviado una nota para usted.- Le señora Negro le tendió un papelito enrollado, ya húmedo por la lluvia.
_____ lo tomó y se volteó para leerlo. Era una corta nota de su hermano disculpándose por no haber podido ir al muelle a recibirla, y explicándole que confiaba en las señoras Negro y Oscuro (Las llamo Hermanas Oscuras, por razones evidentes, ¡y parecen encontrarme muy agradable!) para que la condujeran hasta la seguridad de su casa en Londres. Eran, decía la nota, sus caseras, y las recomendaba con vehemencia. Eso la hizo decidirse. La carta era sin duda de Nate. Estaba escrita con su letra, y nadie más la llamaba Ann. Tragó con fuerza y se metió la nota dentro de la manga antes de volverse hacia las dos hermanas.

-Muy bien- Dijo mientras trataba de controlar la sensación de decepción que la rondaba; ¡había esperado con tanto anhelo ver a su hermano!-. ¿Llamamos a un mozo de cuerda para que recoja mi baúl?
-No es necesario, no es necesario.- El alegre tono de la señora Oscuro no checaba con sus angustiadas fracciones-. Ya lo hemos arreglado para que lo envíen por delante. No cabría en el carruaje. - Chasqueó los dedos hacia el hombre de ojos saltones, que se subió al asiento del cochero en la parte delantera del carruaje. Luego le puso a _____ la mano en el hombro-. Vamos, niña; salgamos de la lluvia.

Mientras _____ se acercaba al carruaje, impulsada por la huesuda sujeción de la señora Oscuro, la niebla se aclaró y dejó ver la brillante imagen dorada pintada en la puerta. Las palabras «Club Pandemónium» se retorcían intrincadamente entre dos serpientes que se mordían mutuamente la cola, formando un círculo. _____ frunció el ceño.

-¿Qué significa eso?
-Nada de lo que tengas que preocuparte- Contestó la señora Negro, que ya había subido al carruaje y tenía las faldas extendidas sobre uno de los asientos, que parecían cómodos. El interior del carruaje estaba elegantemente decorado con lujosos bancos de terciopelo morado situados frente a frente, y con cortinas de doradas borlas cubriendo las ventanas.
La señora Oscuro ayudó a _____ a subir al carruaje, y subió tras ella. Mientras _____ se acomodaba en uno de los bancos, la señora Negro se inclinó para cerrar el carruaje en canto entró su hermana, dejando fuera el cielo gris. Cuando sonrió, los dientes le destellaron en la penumbra como si estuvieran hechos de metal.
-Acomódate, _____. Nos queda un largo camino.
_____ se llevó la mano al ángel mecánico, que le colgaba del cuello, y se reconfortó con su constante tictac, mientras el carruaje comenzaba a avanzar bajo la lluvia.
Mαfer'
Mαfer'


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Mαfer' Mar 26 Mar 2013, 3:39 pm

           Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Tumblrme49ed7ldx1rudh93


                         1
                    LA CASA OSCURA.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra.
William Ernest Henley, Invictus.



Seis Semanas después


-Las hermanas desearían verla en sus aposentos, señorita Gray.
_____ dejó el libro que había estado leyendo sobre el buró, y se volvió para observar a Miranda, que se hallaba en la puerta de su pequeña habitación, igual que hacía todos los días a esa misma hora, portando el mismo mensaje que portaba todos los días. En un mimento, ____ le pediría que la esperara en el pasillo, y Miranda saldría de lla habitación. Diez minutos después, volvería y repetiría las mismas palabras. Si _____ no acudía obedientemente después de esos dos intentos, Miranda la agarraría y la arrastraría por la escalera, con _____ pataleando y gritando, hasta la sala caliente y apestosa donde las Hermanas Oscuras esperaban.
Había sucedido así todos los días desde que estaba en la Casa Oscura, como había decidido llamarla, hasta que finalmente se había dado cuenta de que gritar y patalear no servía de mucho, y sólo conseguía malgastar su energía. Energía que seguramente era mejor reservar para otras cosas.

-Un momento, Miranda- Repuso _____. La criada hizo una torpe reverencia, salio del cuarto y cerró la puerta.

_____ se puso de pie y recorrió con la mirada la habitación que había sido su prisión durante seis semanas. Era pequeña con un papel de pared floreado y pocos muebles: una sencilla mesa cubierta con un mantel de encaje donde comía, la estrecha cama de latón donde dormía, la descerraja palangana y la jarra de porcelana donde se lavaba, la repisa de la ventana donde apilaba los libros y donde todas las mañanas hacía una raya en la madera para marcar el paso de los días.
Cruzó la habitación hasta el espejo que colgaba en la pared del fondo y se pasó la mano por el cabello. Las Hermanas Oscuras, como al parecer deseaban ser llamadas, preferían que no se la viera desarreglada, aun que aparte de eso, no parecía importarles en absoluto su apariencia, lo que era una suerte, porque su reflejo en el espejo la hizo estremecer. El pálido óvalo de su rostro estaba dominado por unos hundidos ojos grises; un rostro ensombrecido y angustiado sin color en las mejillas o esperanza en la expresión. Llevaba un feo vestido negro, como de vieja maestra, que las hermanas le habían dado en cuanto llegó; su baúl nunca la había seguido, a pesar de las promesas de las hermanas, y ésa era la única prenda de ropa que tenía.
Apartó rápidamente la mirada.
No siempre se había asustado ante su reflejo. Nate, rubio y guapo, era el miembro de la familia que según todos había heredado la célebre belleza de su madre, pero _____ siempre se había mostrado más que satisfecha con su suave cabello castaño y sus penetrantes ojos grises. Jane Eyre había tenido el cabello castaño, y muchas otras heroínas también. Tampoco era tan malo ser alta, más alta que la mayoría de los chicos de su edad, cierto, pero la tía Harriet siempre le había dicho que mientras una mujer alta tuviera buen porte, siempre tendría un aspecto de realeza.
En esos momentos no parecía en absoluto de la realeza. Parecía angustiada y desarreglada, un espantapájaros asustado. Se preguntó si Nate la reconocería si la pudiera ver en ese estado.
Y al pensar eso, el corazón pareció encogérsele en el pecho. Nate.
Todo eso lo estaba haciendo por él, pero algunas veces lo echaba tanto de menos que se sentía como si se hubiera tragado trozos de cristal. Sin él, estaba completamente sola en el mundo. No tenía a nadie. Nadie en el mundo entero a quien le importara si vivía o moría. A veces, el horror de esa idea amenazaba con superarla y hundirla en una oscuridad sin fondo de la que no regresaría. Si no le importas a nadie en el mundo ¿existes realmente?
El sonido del cerrojo interrumpió de golpe sus pensamientos. La puerta se abrió; Miranda se detuvo en el hueco de la puerta.

-Es hora de que venga conmigo- dijo-. La señora Negro y la señora Oscuro la están esperando.

_____ la miró con desagrado. No sabría decir la edad de Miranda. ¿Diecinueve? ¿Veinticinco? Había algo temporal en su fino rostro redondo. Su cabello era del color del agua estancada, y se lo tensaba tras las orejas. Al igual que el cochero de las Hermanas Oscuras, tenía los ojos saltones de una rana, lo que la hacía parecer permanentemente sorprendida. _____ suponía que debían de ser parientes.
Mientras bajaban juntas, Miranda avanzaba con paso seco y desgarbado, _____ alzó la mano para tocarse la cadena de la que le colgaba el ángel alrededor del cuello. Era una costumbre, algo que hacia siempre que la obligaban a ver a las Hermanas Oscuras. De algún modo, sentía que el dije la reconfortaba. Lo sujetaba mientras iban pasando descanso tras descanso. Había varios niveles de pasillos en la casa Oscura, aun que _____ no había visto nada más que los aposentos de las Hermanas Oscuras, los corredores y las escaleras, además de su propia habitación. Finalmente, llegaron al nivel del oscuro sótano. El lugar era húmedo y frío, y las paredes estaban más adelante, pasando una serie de puertas dobles. Un estrecho corredor se alejaba en el otro sentido y desaparecía en la oscuridad; _____ no tenía ni idea de qué había por ahí, pero algo en el espesor de las sombras le hacía alegrarse de no haberlo descubierto.
Cuando llegó ante las puertas del despacho de las hermanas, Miranda no vaciló, sino que entró con determinación; _____ la siguió con gran renuencia. Odiaba esa sala más que ningún otro lugar de la Tierra.
Para empezar, siempre hacía calor y había humedad dentro, como en un pantano, incluso cuando el cielo en el exterior era gris y lluvioso. Las paredes parecían exudar, y el tapizado de los sillones y sofás estaba constantemente enmohecido. También olía raro, como las orillas del río Hudson un día de calor: agua, basura y limo.
Las hermanas ya estaban allí, como siempre, sentadas detrás de sus enormes escritorios elevados. Iban tan coloreadas como de costumbre: La señora Negro con un vestido rosa salmón brillante, y la señora Oscuro con un traje de color azul pavo real. Sobre los satines de brillantes colores, sus rostros eran como globos grises desinflados.
Ambas llevaban guantes, como siempre, por mucho calor que hiciera en la habitación.

-Déjanos, Miranda- ordenó la señora Negro, que, con un grueso dedo enguantado en blanco, estaba dando vueltas a una pesada bola del mundo de latón que tenía sobre el escritorio. _____ había tratado muchas veces de ver mejor ese globo terráqueo, porque había algo en la manera en que estaban dibujados los continentes que siempre le había parecido raro, sobre todo el espacio en el centro de Europa, pero ellas siempre lo habían mantenido alejado de ella-. Y cierra la puerta al salir.

Sin la más mínima expresión, Miranda hizo lo que le ordenaban.
_____ trató de no mostrar un gesto de dolor cuando la puerta se cerró y cortó cualquier mínima brisa que pudiera entrar en aquel agobiante lugar.
La señora Oscuro inclinó la cabeza hacia un lado.

-Ven aquí, _____.-De las dos mujeres, ella era la más amable, más propensa a sonsacar y a persuadir que su hermana, a la que le gustaba convencer por medio de bofetadas y amenazas pronunciadas con murmullos-. Y toma esto.

Le tendió algo. _____ vio que era un lazo. Un trozo maltrecho de tela rosa, como una cinta para el cabello de una niña.
_____ ya se había acostumbrado a que las Hermanas Oscuras le dieran cosas. Cosas que una vez pertenecieron a gente: pasadores de corbata, relojes, joyas de lujo y juguetes. Una vez, los cordones de una bota; en otra ocasión, un solo pendiente, manchado de sangre.

-Tómalo- repitió la señora Oscuro, con un toque de impaciencia en la voz-. Y Cambia.

_____ tomó el lazo. Se lo puso en la palma, tan ligero como el ala de una mosca, y las Hermanas Oscuras la miraron impasibles. _____ recordó los libros que había leído, novelas en las que los personajes eran juzgados y temblaban en el muelle junto al Old Bailey mientras rogaban por un veredicto de no culpable. En aquella sala, a menudo se sentía como si a ella también la estuvieran juzgando, aun que no sabía qué crimen se le acusaba.
Le dio la vuelta al lazo sobre la mano, y recordó la primera vez que las Hermanas Oscuras le habían entregado un objeto: un guante de mujer con botones de perla en la muñeca. Le habían gritado que cambiara, la habían abofeteado y la habían sacudido mientras ella les repetía una y otra vez, con creciente histeria, que no tenía ni idea de qué le estaban hablando, ni de lo que le estaban pidiendo que hiciera.
Aquel día no lloró, por más ganas que tuvo. _____ no soportaba llorar, sobre todo delante de gente en la que no confiaba. Y de las personas en las que confiaba, una estaba muerta y la otra, en prisión. Las Hermanas Oscuras le habían dicho eso, le habían explicado que tenían a Nate, y que si no hacía lo que le pedían , su hermano moriría. Le habían mostrado su anillo, el que había pertenecido a su padre, manchado de sangre, como prueba de ello. No le habían dejado sujetarlo o tocarlo; se lo habían apartado cuando ella lo iba a tomar, pero lo había reconocido. Era el de Nate.
Después de eso, había hecho todo lo que le habían dicho. Había ingerido pociones que le habían dado a beber, había practicado dolorosos ejercicios durante horas, se había obligado a pensar como ellas querían que pensara. Le habían dicho que se imaginara que era arcilla, amorfa y cambiante, moldeada y formada en el tono del alfarero. Le habían dicho que se concentrara en los objetos que le habían entregado, que lo que imaginara como algo vivo y que extrajera el espíritu que los animaba.
Habían tardado semanas, y la primera vez que había cambiado, había sido tan cegadora-mente doloroso que había vomitado y se había desmayado. Se había despertado en uno de los sofás mohosos de la sala de las Hermanas Oscuras, con una toalla húmeda sobre el rostro. La señora Negro había estado inclinada sobre ella, con un aliento agrio como el vinagre, y los ojos encendidos.

-Hoy lo has hecho muy bien, _____- le había dicho-. Muy bien.

Aquella noche, cuando _____ había vuelto a su cuarto, se había encontrado regalos: dos libros nuevos en el buró. Una copia de Grandes esperanzas, y otra de Mujercitas. _____ había apretado los libros contra sí, y en su habitación, sola y sin vigilancia, se había permitido llorar.

Se había vuelto más fácil desde entonces, el Cambiar. _____ seguía sin entender qué pasaba dentro de ella para hacer eso posible, pero había memorizado la serie de pasos que las Hermanas Oscuras le habían enseñado, de la forma en que una persona ciega memoriza el número de pasos que debe dar para caminar de su cama a la puerta de su habitación. No sabía qué había a su alrededor en el extraño lugar oscuro al que ellas le habían pedido que viajara, pero conocía la vía a él.
Se inspiró en sus recuerdos ahora, apretando su agarre en el andrajoso trozo de tela rosa que sostenía. Abrió su mente y dejó pasar la oscuridad, dejó que la conexión que la unía a la cinta de cabello y el espíritu dentro de ésta, el eco fantasmal de la persona que la había poseído una vez, se deserendara como un dorado hilo conductor a través de las sombras. La habitación en la que estaba, el calor sofocante, la respiración ruidosa de las Hermanas Oscuras, todo se desmoronó mientras ella seguía el hilo, la luz se volvía más intensa a su alrededor y ella se envolvía a sí misma como si se envolviera en una manta.
Su piel comenzó a hormiguar y arder con miles de pequeños golpes. Esta era la peor parte, una vez esa parte la había convencido de que estaba muriendo. Ahora estaba acostumbrada a ella, y la llevaba con valor hasta que se estremecía completamente, del cuero cabelludo a los pies. El ángel mecánico alrededor de su garganta parecía hacer tic-tac más rápido, como si estuviera a ritmo con la velocidad de su corazón. La presión creció dentro de su piel, _____ jadeó, y sus ojos, que habían estado cerrados, se abrieron con la sensación de crescendo en aumento, y luego desaparecieron. Había terminado. _____ parpadeó vertiginosamente. El primer momento después de un Cambio era como si al parpadear sacara agua de sus ojos después de haberse sumergido en un baño. Se miró. Su nuevo cuerpo era ligero, casi frágil, y la tela de su vestido colgaba suelta, amontonada en el suelo a sus pies. Sus manos se juntaban en el frente, eran pálidas y delgadas, con yemas agrietadas y uñas mordidas. Poco familiares, manos ajenas.

-¿Cuál es tu nombre?-Demandó la Sra. Negro. Se había puesto de pie y miraba a _____ hacia abajo con sus pálidos ojos en llamas. Casi parecía hambrienta. _____ no tuvo que contestar. La chica cuya piel estaba usando contestó por ella, hablando a través de de la forma en que los espíritus hablababan a través de médiums, pero _____ odiaba pensar de esa manera; el Cambio era mucho más íntimo, mucho más espantoso que eso.

-Emma- dijo la voz que venía de _____ -Señorita Emma Bayliss, señora.-

-¿Y quién eres, Emma Bayliss?-

La voz replicó, las palabras brotando a borbotones de la boca de Tessa, trayendo fuertes imágenes con ellas. Nacida en Cheapside, Emma había sido una de seis hijos. Su padre estaba muerto, su madre vendía agua de menta en un carrito en el East End. Emma había aprendido a coser para llevar dinero a casa cuando todavía era una niña pequeña. Las noches las pasaba sentada en una pequeña mesa en la cocina, haciendo costuras a la luz de una vela de sebo. Aveces, cuando la vela se quemaba completa y no había dinero para otra, debía salir a las calles y sentarse bajo una de las lámparas de gas municipales, usando esa luz para zurcir…

-¿Eso lo que estabas haciendo en la calle la noche que moriste, Emma Bayliss?- preguntó la Sra. Oscuro.

Finalmente estaba sonriendo, pasando su lengua por su labio inferior, como si pudiera sentir cual sería la respuesta. _____ vio calles oscuras y estrechas, envueltas en una espesa niebla, una aguja de plata trabajando bajo una débil luz de gas amarilla. Un paso, apagado en la niebla. Manos que se extendieron de las sombras y la asieron por los hombros, manos que la arrastraron, gritando, en la oscuridad. La aguja y la costura cayeron de sus manos, el lazo fue arrancado de su cabello mientras ella luchaba. Una voz ronca gritó algo, enojada. Y entonces la hoja de plata del cuchillo destelló mientras bajaba a través de la oscuridad, rebanando su piel, extrayendo su sangre. Dolor que era como fuego, y terror como nada más que ella hubiera conocido. Pateó al hombre que la sostenía, logrando golpear la daga de su mano; cogió la hoja y corrió, tropezando mientras se debilitaba, su sangre drenándose rápido, tan rápido. Se contrajo en un callejón, oyendo el silbante grito de algo a sus espaldas. Sabía que la estaba siguiendo, y esperaba morir antes de que la alcanzara…
El Cambio se destrozó como cristal. Con un grito, _____ cayó de rodillas, el lazo un poco destrozado, cayó de su mano. Era su mano de nuevo. Emma se había ido, como una piel desechada. _____ una vez más estaba sola en el interior de su mente.


La voz de la Sra. Negro vino de muy lejos.

-¿_____? ¿Dónde está Emma?-

-Está muerta,- susurró _____- Murió en un callejón, se desangró hasta morir.-

-Bien.- La Sra. Oscuro exhaló un sonido de satisfacción. -Bien hecho, _____. Eso estuvo muy bien.-

_____ no dijo nada. El frente de su vestido estaba manchado con sangre, pero no tenía dolor. Sabía que no era su sangre; no era la primera vez que esto había pasado. Cerró los ojos, girando en la oscuridad, dispuesta a no desmayarse.

-Debimos haber hecho que hiciera esto antes,- dijo la Sra. Negro.-El asunto de la chica Bayliss había estado molestándome.-

La respuesta de Sra. Oscuro fue cortante.

-No estaba segura de que ella estuviera a la altura. Recuerdas lo que paso con la mujer Adams.-

_____ supo inmediatamente de qué estaban hablando. Semanas atrás, tuvo que Cambiar a un mujer que había muerto de una herida de bala al corazón; la sangre se había derramado por su vestido y ella había Cambiado de vuelta inmediatamente, gritando histérica, aterrorizada, hasta que las Hermanas le habían hecho ver que ella estaba ilesa.

-Ha avanzado maravillosamente desde entonces, ¿no te parece, Hermana?- dijo la Sra. Negro. -Teniendo en cuenta lo que tuvimos que trabajar al principio, ni siquiera sabía lo que ella era.-

-En realidad, era absolutamente una arcilla sin forma,- estuvo de acuerdo la Sra. Oscuro. -Realmente hemos obrado un milagro aquí. No puedo ver como el Magíster podría dejar de estar satisfecho.-

La Sra. Negro dio un grito ahogado.
-Eso quiere decir… ¿Crees que es hora?-

-Oh, absolutamente, mi querida hermana. Está tan lista como podrá estarlo. Es tiempo de que nuestra _____ conozca a su señor.- Había una nota de regodeo en la voz de la Sra. Oscuro, un sonido tan desagradable que cortaba a través del ciego mareo de _____.
¿De qué estaban hablando? ¿Quién era el Magíster? Miró a través de las pestañas como la Sra. Oscuro sacudía el tirador de seda que convocaba a Miranda para que llevara a _____ de vuelta a su habitación. Parecía que la lección había terminado por hoy.

-Tal vez mañana,- dijo la Sra. Negro, -o incluso esta noche. Si le contamos al Magíster que está lista, no puedo imaginar que no se deprisa y esté aquí sin demora.-

La Sra. Oscuro, saliendo detrás del escritorio, se rió entre dientes.
-Entiendo que estés ansiosa por ser recompensada por todo nuestro trabajo, querida hermana. Pero _____ no puede estar simplemente lista. Debe estar… presentable también si es posible. ¿No estás de acuerdo?- La Sra. Negro, siguiendo a su hermana, murmuró una respuesta que se vio interrumpida cuando la puerta se abrió y Miranda entró.

Llevaba el mismo aspecto aburrido de siempre. La visión de _____ agachada y ensangrentada en el suelo no causó sorpresa en ella. Por otra parte, _____ pensó, probablemente había visto cosas peores en esta habitación.

-Lleva a la chica de vuelta a su habitación, Miranda.- El entusiasmo había desaparecido de la voz de la Sra. Negro, y era toda brusquedad de nuevo. -Consigue las cosas, tú sabes, las que te mostramos, tenla vestida y preparada.-

-¿Las cosas… que me mostraron?- Miranda sonaba en blanco.

La Sra. Oscuro y la Sra. Negro intercambiaron una mirada de disgusto, y se acercaron a Miranda, bloqueándole a _____ la visión de la chica. Oyó que le susurraban, y captó unas pocas palabras «vestidos» y «sala de vestuario» y «haz lo que puedas para hacerla verse bonita,» y finalmente, escuchó el más bien cruel, «No estoy segura de que Miranda sea lo suficientemente inteligente para obedecer vagas instrucciones de ese tipo, hermana
«Haz que esté guapa». ¿Pero por qué les importaba si ella se veía bonita o no, cuando podían obligarla a verse de cualquier forma que quisieran? ¿Por qué importaba cuál era su verdadera apariencia? ¿Y por qué le importaría al Magíster? Aunque era muy claro por el comportamiento de las Hermanas, que creían que sí le importaría.
La Sra. Negro salió de la habitación, su hermana siguiéndola, como siempre hacía.
En la puerta la Sra. Oscuro se detuvo, y se volvió a mirar a _____.

-Recuerda, _____- dijo.-que este día, esta misma noche, es para lo que toda nuestra preparación ha sido.- Tomó sus faldas con ambas manos huesudas. -No nos falles.- Dejó la puerta cerrada tras ella.

_____ se estremeció al oír el ruido, pero Miranda, como siempre, parecía absolutamente inafectada. En todo el tiempo que había pasado en la Casa Oscura, _____ nunca había sido capaz de asustar a la otra chica, o sacarle una sorpresiva expresión desprotegida.

-Vamos.- dijo Miranda. -Tenemos que ir arriba.-

_____ se puso de pie lentamente. Su mente daba vueltas. Su vida en la Casa Oscura había sido horrible, pero estaba, se daba cuenta ahora, casi acostumbrada. Sabía que esperar cada día. Sabía que las Hermanas Oscuras la estaban preparando para algo, pero no sabía qué algo era eso. Había creído, ingenuamente tal vez, que no la matarían. ¿Por qué gastar toda esta formación en ella si sólo iba a morir? Pero algo en el tono de regodeo de la Sra. Oscuro la hizo vacilar. Algo había cambiado. Habían conseguido lo que querían de ella. Serían «recompensadas». ¿Pero quién iba a hacer el pago?

-Vamos,- dijo Miranda otra vez. -Debemos alistarte para el Magíster.

-Miranda.- dijo _____. Habló suavemente, de la forma en que le hablaría a un gato nervioso.

Miranda nunca antes había contestado una pregunta de _____, pero eso no quería decir que no valiera la pena probar.

-¿Quién es el Magíster?- Hubo un largo silencio.

Miranda miraba fijamente hacia el frente, su pastoso rostro impasible. Entonces, para sorpresa de _____, habló.

-El Magíster es un gran hombre,- dijo. -Será un honor para usted cuando se case con él.-

-¿Casarme?- _____ se hizo eco. El golpe fue tan intenso que de pronto podía ver la habitación completa más claramente. Miranda, la alfombra en el suelo salpicada de sangre, el pesado globo terráqueo de bronce en el escritorio, todavía inclinado en la posición en que la Sra. Negro lo había dejado. -¿Yo? ¿Pero… quién es él?

-Él es un gran hombre,- dijo de nuevo Miranda. -Será un honor.- Se movió hacia ____-Debe venir conmigo ahora.

-No.- _____ se apartó de la otra chica, retrocediendo hasta que la parte baja de su espalda golpeó dolorosamente contra el escritorio. Miró alrededor desesperadamente. Podía correr, pero nunca podría pasar a Miranda hacia la puerta; no había ventanas, no había puertas a otras habitaciones. Si se escondía tras el escritorio, Miranda simplemente la sacaría arrastrando y la acarrearía a su habitación. -Miranda, por favor.-

-Debe venir conmigo ahora,- Miranda repitió; casi alcanzaba a ____.

_____ podía verse a sí misma reflejada en las negras pupilas de los ojos de la otra chica, podía oler el tenue, amargo, casi carbonizado olor que se pegaba a la ropa y piel de Miranda.

-Debe…-Con una fuerza que no sabía que poseía, _____ cogió la base del globo de bronce sobre el escritotrio, lo levantó, y lo blandió con todas sus fuerzas en la cabeza de Miranda. Se unieron con un sonido repugnante. Miranda se tambaleó hacia atrás… y luego se enderezó.

_____ gritó y dejó caer el globo, mirando fijamente; todo el lado izquierdo del rostro de Miranda estaba aplastado, como una máscara de papel que había sido aplastada de un lado. Su mejilla estaba aplanada, su labio hecho puré contra sus dientes. Pero no había sangre, ni una sola gota de sangre.

-Ahora debe venir conmigo- dijo Miranda, en el mismo tono plano que siempre usaba. _____ jadeó. -Debe venir… d-debe… de-de-de-deeee….- La voz de Miranda se estremeció y rompió, degenerando en una corriente de confusión.

Se movió hacia _____, luego se hizo a un lado bruscamente, retorciéndose y tropezando. _____ se apartó del escritorio y empezó a retroceder cuando la chica herida comenzó a girar, más rápido y más rápido. Miranda se movió por la habitación como un borracho tambaleante, todavía chillando, y se estrelló contra la pared de fondo, lo que pareció aturdirla. Se dejó caer al suelo y se quedó inmóvil. _____ corrió a la puerta, salió al corredor más allá, vacilando sólo una vez, justo fuera de la habitación, para mirar atrás. Pareció en ese breve momento como si un hilo de humo negro se elevara del cuerpo boca abajo de Miranda, pero no había tiempo para mirar. _____ se precipitó por el pasillo, dejando que la puerta colgara abierta tras ella. Se echó a correr por las escaleras y se precipitó por ellas, casi tropezándose con sus faldas y golpeándose dolorosamente la rodilla en uno de los escalones. Gritó y se revolvió hacia adelante, hacia el primer rellano, donde se precipitó por el pasillo. Éste se extendía por delante de ella, largo y curvado, desapareciendo en las sombras. A medida que corría por él, vio que estaba bordeado con puertas. Se detuvo e intentó con una, pero estaba cerrada, y también la siguiente, y la siguiente después de esa. Otra serie de escaleras bajaban al final del pasillo. _____ corrió por ellas y se encontró en una entrada. Parecía como si una vez hubiera sigo grandiosa, el piso de mármol estaba roto y manchado, y los ventanales estaban protegidos con cortinas. Un poco de luz se derramaba a través del encaje, iluminando una puerta enorme. El corazón de _____ dio un brinco. Se zambulló por el pomo, cogiéndolo, y arrojó la puerta abierta.
Más allá había una estrecha calle adoquinada, con hileras de casas revestidas adosadas a cada lado. El olor de la ciudad le llegó a _____ como un golpe, había pasado tanto tiempo desde que había respirado el aire de afuera. Estaba a punto de oscurecer, el cielo de la luminosidad azul del crepúsculo, oscurecido por las manchas de niebla. En la distancia podía oír voces, los gritos de los niños jugando, el golpeteo de los cascos de los caballos. Pero aquí la calle estaba casi desierta, salvo por un hombre apoyado en una lámpara de gas cercana, leyendo un periódico a esa luz. _____ bajó corriendo los escalones y avanzó hacia el extraño, tomándolo por la manga.

-Por favor, señor… si pudiera ayudarme…-Él se giró, y la miró. _____ ahogó un grito.

Su rostro era tan blanco y ceroso como lo había sido la primera vez que lo había visto, en el muelle de Southampton; sus ojos saltones aun le recordaban a los de Miranda, y sus dientes brillaron como metal cuando sonrió. Era el cochero de las Hermanas Oscuras. _____ se volvió para correr, pero era demasiado tarde.


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Mαfer'
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Mensaje por 10080. Mar 26 Mar 2013, 7:06 pm

No me di cuenta que habías subido. Lo siento. Te está quedando buenísima la adaptación. Siguele pronto.
Saludos C:
10080.
10080.


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Alex Forales Miér 27 Mar 2013, 3:35 pm

siguela esta muy buenaa Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} 3200217201
Alex Forales
Alex Forales


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Mensaje por Mαfer' Miér 27 Mar 2013, 5:07 pm

Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Tumblrmex55hkg511rxa6k3


2
El Infierno es Frío


Entre dos mundos la vida se cierne como una estrella, Entre la noche y la alborada, al borde del horizonte. ¡Qué poco sabemos de lo que somos! ¡Como menos lo que podemos ser! —Lord Byron, Don Juan


-Tú, estúpida niña,- resopló la Sra. Negro mientras apretaba los nudos que mantenían las muñecas de _____ sujetas al armazón de la cama. -¿Qué pensaste que ibas a lograr, huyendo así? ¿Dónde pensabas que podrías ir?-

_____ no dijo nada¸ simplemente apoyó su mejilla y miró hacia la pared. Se rehusaba a dejar que la Sra. Negro, o su horrible hermana, vieran cuan cerca estaba de las lágrimas, o cuánto le hería la soga que unía sus tobillos y muñecas a la cama.

-Es completamente insensible al honor que le hemos otorgado.- dijo la Sra. Oscuro, quien estaba de pie en la puerta como si se asegurara de que _____ no rompiera sus ataduras y escapara. -Es completamente desagradable.

-Hicimos lo que pudimos para tenerla lista para el Magíster- dijo la Sra. Negro, y suspiró. -Una lástima que tuviéramos una arcilla tan estúpida para trabajar, a pesar de su talento. Es una pequeña tonta mentirosa.

-En efecto,-acordó su hermana. -¿Se dará cuenta de qué le sucederá a su hermano si ella trata de desobedecernos otra vez, no? Estamos dispuestas a ser clementes esta vez, pero la próxima…- rechinó sus dientes, un sonido que hizo que los vellos de la nuca de _____ se erizasen. -Nathaniel no será tan afortunado.-

_____ ya no podía soportarlo; incluso sabiendo que no debía hablar, no les daría la satisfacción, no podría contener las palabras de nuevo.

-Si me dicen quién es el Magíster, o qué quiere de mi…

-Él quiere casarse contigo, tontita- la Sra. Negro, finalizando con los nudos, retrocedió para admirar su trabajo. -Quiere dártelo todo.

-¿Pero por qué?- suspiró _____. -¿Por qué yo?


-Por tu talento.- dijo la Sra. Oscuro. -Por lo que eres y lo que puedes hacer. Lo que te entrenamos para hacer. Deberías estarnos agradecida.

-Pero mi hermano...- Las lágrimas quemaban detrás de los ojos de _____. «No lloraré, no lloraré, no lloraré», se decía a sí misma. -Ustedes me dijeron que si yo hacia todo lo que me decían, lo dejarían ir.

-Una vez que te cases con el Magíster, él te dará cualquier cosa que quieras. Si es tu hermano, él te lo dará.

No había remordimiento o emoción en la voz de la Sra. Negro.
La Sra. Oscuro se rió entre dientes.

-Sé lo que está pensando. Piensa que si pudiera tener cualquier cosa que quisiera, nos asesinarías. -No gastes tu energía siquiera imaginando esa posibilidad- la Sra. Oscuro jaló la barbilla de _____. -Tenemos un contrato protegido con el Magíster. Él nunca nos dañaría, ni aunque lo quisiera. Nos ha prometido todo, si te ofrecemos a él.- Se inclinó más cerca, bajando su voz hasta hacerla un susurro. -Te quiere sana e intacta. Si no fuera por él, yo te tendría desangrada. Si osas desobedecernos de nuevo, desafiaré sus deseos y te azotaré hasta que tu piel caiga. ¿Entendiste?

_____ giró su rostro a la pared. Hubo una noche en el Main, cuando atravesaban Newfoundland, cuanto no podía dormir. Salió del camarote para tomar aire, y vio el mar nocturno en llamas con blancas montañas brillantes; icebergs, uno de los marineros le dijo mientras pasaba, pedazos perdidos de masas de hielo del norte rotas por el clima cálido. Se desplazaban lentamente en el agua oscura, como las torres de una blanca ciudad sumergida. _____ pensó que nunca había visto una visión tan solitaria. Sólo tenía que empezar a imaginarse en la soledad, lo sabía ahora. Una vez que las Hermanas se fueron, descubrió que ya no sentía como si quisiera llorar. La presión detrás de sus ojos se había ido, reemplazado por un opaco sentimiento de hueca desesperación. La Sra. Oscuro estaba en lo cierto. Si _____ pudiera matarlas a las dos, ya lo habría hecho. Tiró experimentalmente las sogas que mantenían sus piernas y sus brazos atados a los postes. Éstos no se movían. Los nudos estaban apretados; lo suficientemente apretados como para que marcaran su piel e hicieran que sus manos y pies hormiguearan y punzaran como agujas y alfileres. Tenía pocos minutos, estimaba, antes de que sus extremidades se durmieran completamente. Parte de ella, y no una parte pequeña, quería parar de luchar, yacer allí mansamente hasta que el Magíster viniera a llevársela. El cielo ya estaba oscurecido fuera de la pequeña ventana, no habría mucho tiempo más. Quizás él realmente quisiera casarse con ella. Quizás él verdaderamente deseaba darle todo.


Repentinamente oyó la voz de la Tía Harriet en su cabeza. «Cuando encuentres un hombre con el cual desees casarte, _____, recuerda esto: sabrás que clase de hombre es, no por las cosas que dice, sino por las cosas que hace».
La Tía Harriet tenía razón, por supuesto. Ningún hombre con el cual ella desearía casarse habría dispuesto tratarla como una prisionera y una esclava, aprisionando a su hermano y torturándola en nombre de su “talento”. Era una parodia y un chiste. Solo el Cielo sabía lo que el Magíster le haría cuando la tuviera en sus manos. Si sobrevivía, se imaginaba que pronto estaría deseosa de no estarlo. Dios, ¿cómo podía ser útil el talento que poseía? ¿El poder de cambiar su apariencia? Si sólo tuviera el poder de encender cosas, de astillar metal, o provocar que cuchillos le crecieran de los dedos. O si sólo tuviera el poder de hacerse invisible, o encogerse hasta el tamaño de un ratón…
Se quedó repentinamente inmóvil, tan silenciosa que podía oír el tic-tac del ángel mecánico contra su pecho. No tenía que encogerse del tamaño de un ratón, ¿o sí? Todo lo que tenía que hacer era encogerse lo suficiente como para que las ataduras alrededor de sus muñecas se aflojaran. Era posible que Cambiara a una persona, una segunda vez, sin tocar algo que estuviera relacionado con ellos, siempre y cuando lo hubiera hecho antes. Las Hermanas la hicieron memorizar como hacerlo.
Por primera vez, se alegró por algo que le obligaron a aprender. Presionó su espalda contra el duro colchón y se obligó a recordar. La calle, la cocina, el movimiento de la aguja, el brillo de la luz de gas. Lo quería, quería que el Cambio viniera. «¿Cuál es tu nombre? Emma, Emma Bayliss… »
El Cambio se abalanzó sobre ella como un tren, casi sacándole la respiración, recambiando su piel, reformando sus huesos. Ahogó sus miedos y arqueó su espalda. Y sucedió. Parpadeando, _____ se elevó hacia el techo, entonces miró hacia los lados, a sus muñecas, a la soga alrededor de estas. Eran sus manos, las manos de Emma, delgadas y frágiles, el círculo de la soga suelto alrededor de sus pequeñas muñecas. Triunfante, _____ agitó sus manos libres y se levantó, restregándose las marcas rojas donde la soga había quemado su piel. Sus tobillos todavía estaban atados. Se estiró hacia adelante, sus dedos trabajaron rápido en los nudos.
La Sra. Negro, apretaba los nudos como un marinero. Los dedos de _____ sangraron y dolieron al mismo tiempo que la soga era lanzada lejos y brincaba sobre sus pies.
El cabello de Emma era tan delgado y fino que se deslizaba de los clips que mantenían el pelo de ____ hacia atrás. _____ batió su cabello impacientemente sobre sus hombros y se estremeció para librarse de Emma, permitiendo que el Cambio lavara su antiguo yo y su cabello se deslizara a través de sus dedos, grueso y familiar a su toque.
Se miró al espejo a través de la habitación, vio como la pequeña Emma Bayliss se iba y ella volvía a ser la misma otra vez. Un sonido detrás de ella la hizo girar. La perilla de la puerta de la habitación giró, retorciéndose y forzándose como si alguien del otro lado tuviera dificultad para abrirla.
«La Sra. Oscuro» pensó.
La mujer había regresado para fustigarla hasta ensangrentarla. Regresó para llevarla al Magíster.
_____ cruzó la habitación rápidamente, agarró la jarra de porcelana del lavabo, y entonces echó a correr hacia la puerta, tomando fuertemente la jarra en su blanquecino puño.

El picaporte giró; la puerta se abrió. En la tenue luz, lo único que _____ pudo ver fue la sombra de alguien que entraba en la habitación.
Ella se adelantó, maniobrando la jarra con toda su fuerza.
La sombra se movió, más rápido que un azote, pero no lo bastante rápido; la jarra cayó contra el brazo de la figura antes de volar del agarre de _____ para estrellarse en una pared lejana. La loza rota llovía sobre el suelo mientras el extraño gritaba.
El grito era inequívocablemente masculino. Así como el fluido de maldiciones que siguieron.
Ella retrocedió, corriendo hacia la puerta, pero estaba cerrada y tiró como pudo la perilla, ésta no cedió. Luz brillante destelló a través de la habitación como si fuera el sol levantándose. _____ giró, parpadeando para alejar las lágrimas de sus ojos y se quedó mirando boquiabierta.

Ante ella había un muchacho. No podía ser mucho más mayor que ella, unos diecisiete, quizá dieciocho. Iba vestido con lo que parecían ropas de obrero: una chamarra negra raída, pantalones y botas gruesas. No llevaba chaleco, y unas anchas correas de piel le cruzaban la cintura y el pecho.
Atadas a estas tiras había armas, dagas y cuchillos plegables y cosas que lucían como hojas de hielo. En su mano derecha tenía una especie de piedra; ésta brillaba y producía la luz que casi había cegado a _____. Su otra mano, delgada y de dedos largos, sangraba por donde ella la había cortado con su jarra.

Pero no era eso lo que la había hecho mirar fijamente. Él tenía el rostro más hermoso que ella hubiera visto alguna vez. Cabello castaño rizado y enredado y ojos como el cristal verde. Pómulos elegantes, una boca carnosa y pestañas espesas. Incluso la curva de su cuello era perfecta. Era como todos los héroes de ficción que _____ había llegado a conjurar en su mente. Aunque nunca había llegado a imaginar que uno de ellos la estaría insultando mientras agitaba la mano ensangrentada a modo de acusación contra ella.
Él pareció darse cuenta de que ella lo miraba embobada, porque dejó de maldecir.

-Me ha cortado- dijo él, con una voz agradable. Británica. Muy común. Se miró la mano con interés- . Podría ser mortal.

____ lo miró con los ojos como platos.

-¿Es usted el Magíster?

Él inclinó la mano. La sangre corrió por ella y salpicó el suelo.

-Mire, gran pérdida de sangre. La muerte podría ser inminente.
-¿¡Es usted el Magíster?

-¿Magíster?- El chico pareció ligeramente sorprendido ante la vehemencia de _____-. Eso quiere decir «maestro» en latín, ¿verdad?

-Su...- _____ se iba sintiendo cada vez más como si estuviera atrapada en un sueño muy raro-. Supongo que sí.

-He conseguido maestría en muchas cosas en mi vida. Orientarme por las calles de Londres, hablar francés sin acento, bailar la cuadrilla, el arte japonés del arreglo floral, mentir en el juego, disimular un estado de profunda ebriedad, deleitar a las jóvenes con mis encantos...

_____ lo seguía mirando boquiabierta.

-Pero- continuó el- nunca nadie se ha referido a mí como el «magíster». Lo cual es una pena...

-¿Está en un estado de profunda ebriedad en este momento?- _____ pretendía preguntarlo con toda seriedad, pero en cuanto las palabras salieron de su boca se dio cuenta de que debían de haber sonado de lo más grosero, o peor, como si flirteara. Además el chico parecía demasiado firme sobre sus dos pies para estar borracho. Había visto a Nate borracho suficientes veces como para notarlo. Quizá el chico sólo estuviera loco.

-Qué directa, pero supongo que todos los americanos lo son, ¿no?- El chico parecía divertido- Si, su acento la delata. ¿Y cómo se llama?

_____ lo miró sin poder creérselo.

-¿Que cómo me llamo yo?

-¿No lo sabe?

-Usted... usted se ha metido de golpe en mi habitación, me ha dado un susto de muerte y ¿ahora quiere saber cómo me llamo? ¿Cómo se llama usted? ¿Y quién es, para empezar?

-Me llamo Styles- contestó el chico alegremente-. Harold Styles, pero todo mundo me llama Harry. ¿De verdad que ésta es su habitación? No es muy bonita, ¿no cree?- Fue hacia la ventana, y se detuvo para examinar la pila de libros que había sobre el buró y después la propia cama. Hizo un gesto indicando las cuerdas-. ¿Suele dormir atada a la cama?

_____ sintió que le ardían las mejillas y se sorprendió, dadas las circunstancias, de mantener la capacidad de sentirse avergonzada.
¿Debería decirle la verdad? ¿Había alguna posibilidad de que fuera el Magíster? Aunque cualquiera que tuviera su aspecto no necesitaba atar a las chicas y mantenerlas prisioneras para conseguir que se casaran con él.

-Tome, sostenga esto.- Le pasó la piedra brillante. ____ la tomó, medio esperando que quemara sus dedos, pero era fría al tacto. En cuanto le tocó la palma, la luz disminuyó hasta convertirse en un rescoldo. Ella miró hacia él desalentada, pero él había caminado hasta la ventana y miraba hacia afuera, sin mostrar preocupación. -Es una pena que estemos en el tercer piso. Yo podría arreglármelas con el salto, pero probablemente usted se mataría. No, debemos ir por la puerta y probar suerte por la casa.

-Salir por la... ¿Qué?- _____, atrapada en una semipermanente confusión, meneó la cabeza-. No lo entiendo.

-¿Cómo que no puede entenderlo?- Señaló los libros-. Lee novelas. Es evidente que he venido a rescatarla. ¿No me parezco a sir Galahad?- Alzó los brazos teatralmente-. Mi fuerza iguala a la de diez hombre. Por que mi corazón es puro...

Algo hizo eco, lejos dentro de la casa, el sonido de una puerta cerrándose.
Harry dijo una palabra que seguramente Sir Galahad jamás habría dicho, y brincó lejos de la ventana. Aterrizó con una mueca de dolor, y miró con molestia su mano herida.

-Necesitare ocuparme de esto más tarde. Vamos…- La miró atentamente, con una pregunta en sus ojos.

-Señorita. Gray.-dijo ella débilmente. -Señorita. Anabelle _____ Gray.

-Señorita Gray- repitió él-. Vayamos, entonces, señorita Gray- Pasó ante ella hacia la puerta, encontró el picaporte, lo giró y estiró.
No pasó nada.

-No servirá- explicó ella-. La puerta no se puede abrir desde adentro.

Harry esbozó una sonrisa feroz.

-¿Quién dice que no se puede?

Buscó por su cinturón uno de los objetos que colgaban. Escogió el que lucía como una larga, delgada ramita, escogiéndola limpiamente de entre pequeñas ramitas, hecha de un material plateado-blanquecino. Se ubicó al final contra la puerta y dibujó. Gruesas líneas espirales salieron del tope del cilindro flexible, haciendo un audible sonido silbante, esparciéndose a través de la superficie de madera como si estuviera vertiendo tinta directamente.

-¿Está dibujando algo?- quiso saber _____-. No veo cómo eso puede...

Hubo un sonido como de vidrio rompiéndose. La perilla de la puerta, sin tocarla, giró rápido, entonces más rápido y la puerta se abrió, con unas leves volutas de humo elevándose de sus bisagras.

-Ahora lo hace,- dijo Harry guardándose en bolsillo el extraño objeto, gesticuló a _____ para que lo siguiera. -Vamos.-

Ella inexplicablemente, vaciló, viendo hacia la habitación que había sido su prisión por cerca de dos meses.

-Mis libros…

-Ya le conseguiré más libros- La hizo apresurarse a salir al pasillo por delante de él, y cerró la puerta tras ellos. Después de tomarla por la muñeca, la condujo por el pasillo y torcieron por una esquina. Allí estaba la escalera por la que ella había descendido tantas veces con Miranda. Harry comenzó a bajarla de dos en dos jalándola. La brillante piedra que _____ aún llevaba en la mano lanzaba suaves ondas de luz y sombra que se deslizaban por las paredes mientras la joven corría.
Por encima de ellos, _____ oyó un grito. Procedía indudablemente de la señora Oscuro.

-Han descubierto que no está- corroboró Harry. Habían llegado al primer replano, y _____ redujo el paso, sólo hasta que Harry tiró de ella, porque no parecía dispuesto a detenerse.

-¿No vamos a salir por la puerta principal?- preguntó ella.

-No podemos. El edificio está rodeado. Hay toda una fila de carruajes parados delante. Parece que he llegado en un momento más excitante de lo esperado.- Siguió bajando por la escalera, y _____ iba tras él-. ¿Sabe lo que las Hermanas Oscuras tenían planeado para esta noches?

Ella negó con la cabeza.

-Pero ¿estaba esperando a alguien llamado el Magíster?- Ya habían llegado al sótano, donde las paredes enyesadas dejaban paso a la húmeda piedra. Sin el farol de Miranda, resultaba bastante oscuro. Una oleada de calor los alcanzó-. Por el Ángel, aquí abajo es como el noveno círculo del infierno.

-El noveno círculo del infierno es frío- replicó _____ automáticamente.

Harry se la quedó mirando.

-¿Qué?

-En el Inferno- le explicó-. El infierno es frío. Está cubierto de hielo.

Él la siguió mirando durante un largo instante, mientras la comisura de sus labios se tensaba; luego le tendió la mano.

-Deme la luz mágica.- Ante la expresión de incomprensión de _____, hizo un ruido de impaciencia-. La piedra. Deme la piedra.

En cuanto Harry cerró la mano sobre la piedra, la luz revivió en ella y brotaron rayos entre sus dedos, Por primera vez, _____ vio que él tenía un dibujo en el dorso de la mano, hecho con tinta negra. Perecía un ojo abierto.

-En cuanto a la temperatura de infierno, señorita Gray- comentó él-, déjeme que le de un consejo. El atractivo joven que está tratando de recatarla de un terrible destino nunca se equivoca. Ni siquiera si dice que el cielo es lila y está plagado de erizos.

«Esta completamente loco», pensó _____, pero no lo dijo; estaba demasiado asustada porque Harry se dirigía hacia las grandes puertas dobles de los aposentos de las Hermanas Oscuras.

-¡No!- Lo tomó por el brazo jalándolo hacia atrás-. Por aquí no. No hay salida. No lleva a ninguna parte.

-De nuevo corrigiéndome, por lo que veo.- Harry se volvió y comenzó a correr hacia otro lado, hacia el oscuro pasillo que _____ siempre había temido. Ella tragó saliva con fuerza y lo siguió.

El pasillo se fue estrechando mientras avanzaban; las paredes se les echaban encima desde ambos lados. Allí, el calor era incluso más intenso, lo que hizo que el cabello de _____ se encrespara y se le pegara a las sienes y al cuello. El aire era espeso y difícil de respirar.
Durante un rato caminaron en silencio, hasta que _____ no pudo resistirlo más. Tenía que preguntarlo, aun sabiendo cuál sería la respuesta.

-Señor Styles- dijo-, ¿le ha enviado mi hermano a buscarme?

Se temió que él le lanzara algún comentario absurdo como respuesta, pero tan sólo la miró con curiosidad.

-Nunca he oído hablar de su hermano- contestó, y _____ notó el sordo dolor de la decepción royéndole el corazón. Ya había sabido que Nate no podía haberlo enviado; de ser así, hubiera sabido su nombre, ¿no?; pero aun así dolía-. Y quitando los últimos diez minutos, tampoco sabia nada de su existencia, señorita Gray. He estado siguiendo el rastro de una chica muerta desde hace dos meses. Fue asesinada, la dejaron en un callejón para que se desangrara hasta morir. Había estado huyendo de... algo.- El pasillo había llegado a una bifurcación, y después de una pausa, Harry se dirigió hacia la izquierda-. Había una daga a su lado, cubierta de sangre. Tenía un símbolo grabado. Dos serpientes que se mordían mutuamente la cola.

____ se sobresaltó. «La dejaron en un callejón para que se desangrara hasta morir. Había una daga a su lado.» Sin duda, era el cadáver de Emma.

-Es el mismo símbolo que está en la puerta del carruaje de las Hermanas Oscuras. Así es como yo las llamo, a la señora Negro y a la señora Oscuro, me refiero...

-No eres la única que las llama así; los otros subterráneos también lo hacen- explicó Harry-. Lo descubrí mientras investigaba sobre el símbolo. Debo de haber paseado esa daga por cien antros de subterráneos, buscando a alguien que lo reconociera. Incluso ofrecí una recompensa por la información. Finalmente, el nombre de las Hermanas Oscuras me llegó a los oídos.

-¿Subterráneos?- Repitió _____, confusa-. ¿Es un lugar de Londres?

-Eso no importa- contestó Harry-. Estoy alardeando de mis dotes de investigador, y preferiría hacerlo sin interrupciones. ¿Por donde iba?

-La daga...- _____ se interrumpió cuando una voz resonó por el pasillo, aguda, dulce e inconfundible.

-_____- La voz de la señora Oscuro. Parecía colarse entre las paredes como volutas de humo-. Oh, Señorita Graaaaay. ¿Dónde estáaaaas? -Canturreo.

_____ se quedó paralizada.

-Oh, Dios, nos están alcanzando...

Harry la volvió a tomar por la muñeca y salieron corriendo; desde su otra mano, la luz mágica lanzaba extraños dibujos de sombras y luces contra las paredes mientras avanzaba a toda prisa por el intricado pasillo, que descendía cada vez a mayor profundidad; las piedras del suelo se fueron haciendo más húmedas y resbaladizas al mismo tiempo que el aire se volvía cada vez más caliente. Era como si se tratara de una carrera hacia abajo del mismo infierno con las voces de las Hermanas Oscuras rebotando en las paredes.

-¡Señorita Graaaaaay! No la dejaremos huir lo sabe. No vamos a dejar que se esconda. ¡vamos a encontrarte cariño!. ¡Sabe que lo haremos!.

Harry y _____ torcieron un recodo a toda velocidad y tuvieron que detenerse en seco; el pasillo acababa en un par de altas puertas metálica. Harry soltó a _____ y se abalanzó contra ellas. Se abrieron de golpe, y Harry continuó hacia dentro, seguido de _____, que se volvió con la intención de cerrarlas de un portazo. El peso de las puertas casi fue demasiado para ella, y tuvo que empujarlas con todo su cuerpo para poder cerrarlas.
La única iluminación del lugar era la piedra de Harry; su luz se redujo entre los dedos hasta quedar como un foco en un escenario, mientras esté pasaba junto a _____ y echaba el cerrojo a la puerta. El cerrojo era pesado y estaba cubierto de óxido, y _____, tan cerca como estaba de Harry, notó la tensión del cuerpo de este mientras corría el cerrojo hasta el final.

-¿Señorita Gray?- Su espalda estaba apoyada contra la puerta cerrada. Podía sentir el ritmo del latido del corazón de él, ¿o era el suyo? La blanca iluminación desigual emitida por la piedra brillaba contra el ángulo agudo de sus mejillas, el brillo tenue del sudor en su clavícula. También vio que tenía marcas allí, elevándose del cuello desabotonado de la camisa, como la marca en la mano, gruesa y negra, como si alguien hubiera hecho diseños entintados sobre su piel..

-¿Dónde estamos?- pregunto _____. -¿Estamos seguros?

Sin contestar, él se apartó y alzó la mano derecha, Al elevarla, la luz brilló con más fuerza e iluminó la estancia.
Estaban en una especie de celda, aunque era muy grande. Las paredes, el piso y el techo estaban hechos de piedra, descendiendo a un gran desagüe en el centro del suelo. Sólo había una ventana, muy en lo alto de la pared. No había puertas salvo por las que habían entrado. Pero nada de eso fue lo que hizo que a _____ se le cortara la respiración.
El lugar era un matadero. Había largas mesas de madera que recorrían la longitud de la habitación. Yacían cuerpos en una de ellas, cuerpos humanos, desnudos y pálidos. Cada uno tenía una incisión negra en forma de Y que marcaba su pecho, y cada cabeza colgaba hacia atrás del borde de la mesa, el cabello de las mujeres barría el suelo como escobas. En la mesa de centro había pilas de cuchillos manchados de sangre y dientes de cobre y latón, maquinaria, engranajes y sierras de metal plateado con dientes afilados.
_____ se llevó una mano a la boca, ahogando un grito. Saboreó la sangre cuando mordió sus propios dedos.
Harry no parecía darse cuenta, tenía el rostro blanco mientras miraba alrededor, pronunciando en voz baja algo que _____ no pudo descifrar. Hubo un estallido y las puertas de metal se estremecieron, como si algo pesado hubiese sido lanzado contra ellas. _____ bajó su mano ensangrentada

-¡Señor Styles!-Grito.

Él se volvió, las puertas se estremecieron de nuevo.

-¡Señorita Gray! ¡Salga ahora, y no le haré daño! - resonó una voz desde el otro lado.

-Esta mintiendo- Replicó _____ inmediatamente.

-Oh, ¿realmente lo cree?- Después de haber empleando tanto sarcasmo en la pregunta como era humanamente posible, Harry se guardó en el bolsillo su brillante luz mágica y saltó sobre la mesa del centro, la que estaba cubierta con maquinaria ensangrentada. Se agachó y cogió una sierra de latón que lucia fuerte y pesada en su mano. Con un gruñido de esfuerzo, la lanzó hacia la alta ventana; los vidrios se rompieron, y Harry levantó la voz.

-¡Ed! ¡un poco de ayuda, por favor! ¡Ed!

-¿Quién es Ed?- quiso saber _____, pero en es momento las puertas se sacudieron por tercera vez y comenzaron a aparecer finas grietas en el metal.Evidentemente, no iban a aguantar mucho más tiempo. _____ corrió hacia la mesa y se apoderó de un arma, casi al azar, ésta fue una sierra de metal con dientes irregulares, del tipo utilizadas por los carniceros para cortar a través del hueso. Se dio la vuelta, apretándola, cuando las puertas se abrieron.
Las Hermanas Oscuras estaban al pie de la puerta, la Sra. Oscuro tan alta y huesuda como un rastrillo en su brillante vestido de color verde lima, y la señora Negro, con la cara enrojecida, sus ojos se redujeron a rendijas. Una brillante corona de chispas azules las rodeaba, como pequeños fuegos artificiales. Sus miradas se deslizaron hacia Harry todavía de pie sobre la mesa, que había tomado uno de sus hojas de hielo de su cinturón y luego se posaron sobre _____.La boca de la señora Negro, una línea roja en el pálido rostro, se estiró en una sonrisa.

-Nuestra pequeña sirita. Gray- dijo-. Tendrías que saber que no sirve de nada escaparse. Ya te dijimos lo que te pasaría si volvías a hacerlo...

-¡Entonces, ¡hágalo! Azóteme hasta sangrar. Máteme. ¡No me importa!- gritó _____, y se sintio satisfecha al ver que las Hermanas Oscuras parecían, al menos, un poco sorprendidas por su arrebato; antes siempre había tenido temor a alzarles la voz-. ¡No les permitiré que me entreguen al Magíster! ¡Prefiero morir!


-Que inesperada lengua afilada tiene usted, querida señorita Gray,- dijo la señora Negro. Con gran parsimonia se sacó el guante de la mano derecha, y por primera vez, _____ vio a su mano desnuda. La piel era gris y gruesa, como la de un elefante, sus uñas largas y oscuras como garras. Se veían tan afiladas como cuchillos. La Sra. Negro le brindó a _____ una sonrisa fija. -Tal vez si la cortamos de su cabeza, aprendería a cuidar sus modales.-

Se acercó a _____… y fue bloqueada por Harry que saltó de la mesa para situarse entre ellas.

-Malik,- dijo, y su espada de hielo blanco resplandeció como una estrella.

-¡Fuera de mi camino, pequeño guerrero Nefilim!- dijo la Sra. Negro. -Y llévese su espada serafín con usted. Esta no es su batalla.-

-Se equivoca en eso.- Harry entornó los ojos. -He escuchado algunas cosas acerca de usted, mi señora. Susurros que recorren el Submundo como un río de veneno negro. Me han dicho que a usted y a su hermana pagan generosamente por los cuerpos de humanos muertos, y que no importa mucho de qué forma lleguen a estarlo.-

-Tanto escándalo por unos mundanos.- La Sra. Oscuro rió entre dientes y se trasladó para estar junto a su hermana, de modo que Harry, con su espada en llamas, estaba entre _____ y ambas mujeres-. No tenemos nada contra ti, cazador de sombras, a no ser que desees que así sea. Has invadido nuestro territorio y has infringido la ley de la Alianza al hacerlo. Podríamos informar a la Clave...

-Aunque la Clave desaprueba a los intrusos, curiosamente aún va peor que se corte la cabeza y se despelleje a la gente. Tienen esa manía- observo Harry.

-¿Gente?- soltó la señora Oscuro con desprecio- Mundanos. Les importan tan poco como a nosotras. - Entonces, miro a _____- ¿Te ha dicho lo que es en realidad? No es humano...

-¡Mira quien fue a hablar!- Replicó _____ con voz temblorosa.

-¿Y te ha dicho ella a ti lo que es?- preguntó la señora Negro a Harry-. ¿Te ha hablado de su talento? ¿Lo que puede hacer?

-Se aventura una suposición- contesto Harry-, diría que tiene que ver con el Magíster.

La señora Oscuro lo miró de forma suspicaz.

-¿Has oído hablar del Magíster?- Miro a _____-. Ah, ya veo. Tan sólo conoces lo que ella te ha dicho, el Magíster, muchachito ángel, es más peligroso de lo que podrías llegar a imaginar. Y lleva mucho tiempo esperando a alguien con la habilidad de la señorita Gray. Hasta podrías decir que fue él quien provocó que naciera...

Sus palabras fueron tragadas por un estruendo colosal, toda la pared este de la sala de repente se derrumbó. Era como la caída de los muros de Jericó de la vieja Biblia ilustrada de _____. Un momento la pared estaba allí, y al siguiente no estaba, había un enorme agujero rectangular en su lugar, humeando con asfixiantes remolinos de polvo y yeso.
La Sra. Oscuro dio un leve grito y se tomó las faldas con sus manos huesudas. Evidentemente no se esperaba el colapso de la pared, al igual que _____.
Harry agarró la mano de _____ y la atrajo hacia él, protegiéndola con su cuerpo cuando trozos de piedra y yeso cayeron sobre ellos. Mientras sus brazos estaban alrededor de ella, _____ pudo oír a la Sra. Negro gritando.
_____ se agarró de Harry, tratando de ver lo que estaba sucediendo. La señora Oscuro, señalaba con los temblorosos dedos enguantados hacia el oscuro agujero en la pared. El polvo había comenzando a depositarse, apenas lo suficiente para que las figuras que se movían hacia ellos a través de los restos, comenzaran lentamente a tomar forma. Las ensombrecidas siluetas de dos figuras humanas se hicieron visibles, cada uno sostenía una espada, y cada una brillaba con la misma luz azul blanquecina de la cuchilla de Harry.
«Ángeles», pensó _____, asombrada, pero no lo dijo en voz alta. Esa luz, tan brillante, ¿qué otra cosa podían ser?

Con un agudo chillido, la señora Negro avanzó a toda prisa. Estiró las manos hacia adelante y de ellas surgieron chispas como fuegos artificiales al estallar. _____ oyó a alguien lanzar un grito de dolor, un grito muy humano, y Harry, después liberando a _____, giró y lanzó su ardiente espada brillante a la Sra. Negro. La blandió por el aire, de punta a punta, y la dirigió a su pecho. Gritando y retorciéndose, ella se tambaleó hacia atrás y cayó, estrellándose sobre una de las horribles mesas, que se derrumbaron en un revoltijo de sangre y astillas de madera. Harry sonrió. No era un tipo de sonrisa agradable. Se volvió para mirar a _____ entonces. Por un momento se miraron en silencio, a través del espacio que los separaba y a continuación, sus otros compañeros llegaron en torno a él, dos hombres con abrigos oscuros, blandiendo las armas brillantes, y tan rápido que la visión de _____ se hizo borrosa.
_____ retrocedió hacia la pared del fondo, tratando de evitar el caos en el centro de la habitación, donde la Sra. Oscuro gritando imprecaciones, fue al encuentro de sus atacantes con chispas de energía quemante que volaron de sus manos como lluvia de fuego. La Sra. Negro se retorcía en el suelo, volutas de humo negro salían de su cuerpo como si se estuviera quemando por dentro.
_____ se dirigió hacia la puerta abierta que conducía al pasillo y unas manos fuertes la atraparon y tiraron hacia atrás. _____ gritó y se retorció, pero las manos rodeando sus antebrazos eran tan fuertes como el hierro. Volvió la cabeza hacia un lado y hundió sus dientes en la mano que agarraba su brazo izquierdo. Alguien gritó y la soltó; al girar, ella vio un hombre alto con una desordenada mata de pelo color rojo, que la miraba con una expresión de reproche, su mano izquierda sangrado acunada contra su pecho.

-¡Harry!,- Gritó. -Harry, ¡ella me mordió!-

-¿Lo hizo, Ed?- Harry, mirando divertido como de costumbre, parecía un espíritu convocado del caos y el humo y las llamas.

Detrás de él, _____ podía ver el segundo de sus compañeros, un joven musculoso de pelo castaño, luchando con la Sra. Oscuro. La Sra. Negro era una forma oscura jorobada sobre el suelo. Harry levantó una ceja en dirección a _____.

-Es malo morder,- le informó. -Grosero, ya sabe. ¿Nadie le ha dicho eso?-

-También es grosero ir agarrando señoras a las que no has sido presentado,- dijo _____ con frialdad. -¿Nadie se lo ha dicho?-

El hombre pelirrojo que Harry había llamado Ed sacudió su mano ensangrentada con una sonrisa triste. Tenia una especie de rostro agradable, pensó _____, que casi se sentía culpable por haberlo mordido.

-¡Harry! ¡Cuidado!- El hombre de pelo castaño gritó.

Harry se giró y vio como algo volaba a través del aire, errando por poco la cabeza de Ed, y se estrelló contra la pared detrás de _____. Era una gran cierra de latón, y golpeó la pared con tanta fuerza que se metió ahí como una canica incrustada en un trozo de pastel. _____ se volvió y vio a la Sra. Negro avanzando hacia ellos, con los ojos ardiendo como el carbón en su blanco rostro arrugado. Llamas negras lamían alrededor de la empuñadura de la espada que salía de su pecho.

-Maldita sea...- Harry alcanzó la empuñadura del otro cuchillo a través de la correa en su cintura. -Pensé que había puesto esa cosa…-

La Sra. Negro se abalanzó enseñando los dientes. Harry saltó fuera de su camino, pero Ed no fue del todo rápido, ella lo golpeó y lo tiró hacia atrás. Aferrada como una garrapata, lo montó sobre el suelo, gruñendo, hundiendo sus garras en los hombros mientras él gritaba. Harry se volvió, tenia la espada en la mano ahora, levantándola, le gritó

-Uriel,- y esta se encendió de repente bajo su control como una antorcha ardiente.

_____cayó de espaldas contra la pared mientras Harry blandía la espada hacia abajo. La Sra. Negro se echó hacia atrás, sus garras se retiraron, extendiéndose por él... y la espada cortó pulcramente a través de su garganta. Completamente separada, su cabeza cayó contra el suelo, rodando y chocando, Ed, gritando de asco, empapado en sangre negruzca, empujó los restos de su cuerpo lejos de él y se puso en pie.
Un terrible grito atravesó la habitación.

-¡Nooooo!- El grito había venido de la Sra. Oscuro. El hombre de pelo castaño que la contenía, la soltó con un grito repentino, ya que ella disparó fuego azul de las manos y los ojos. Gritando de dolor, él cayó a un lado mientras ella se separaba de él y avanzaba sobre Harry y _____, los ojos de la Sra. Oscuro llameaban como antorchas negras. Silbaba palabras en una lengua que _____ nunca había escuchado.
Sonaba como el crepitar de las llamas. Levantando una mano, la mujer arrojó lo que parecía un rayo de luces hacia _____.
Con un grito Harry saltó frente a ella, su espada resplandeciente extendida. El rayo rebotó en la hoja y golpeó uno de los muros de piedra, que brilló con una extraña luz repentinamente.

-Ed- gritó Harry, sin volverse, -si llevaras a la Señorita Gray a un lugar seguro, pronto...-La mano mordida de Ed cayó sobre el hombro de _____, cuando la señora Oscuro lanzó otro manojo de rayos hacia ella. ¿Por qué está tratando de matarme? Pensó _____ vertiginosamente. ¿Por qué no a Harry?
Y entonces, cuando Ed la atrajo hacia él, más luz fue interceptada por la espada de Harry, refractándose en una docena de brillantes fragmentos ardientes. _____, los miró por un momento, atrapada por su improbable belleza y entonces oyó a Ed gritar, diciéndole que se dejara caer al suelo, pero era demasiado tarde. Uno de los fragmentos ardientes se había clavado en su hombro con una fuerza increíble. Fue como ser golpeado por un tren precipitándose. Fue apartada por Ed, que la levantó, y la arrojó hacia atrás. Su cabeza golpeó contra la pared con fuerza cegadora. Fue brevemente consciente sólo de la chirriante risa de la Sra. Oscuro, antes de que el mundo se fuera.


___________________________________________________________________________

perdón si este capitulo no esta muy bien adaptado o tiene algunas faltas, pero lo he adaptado a altas horas de la madrugada y mi cabeza no daba para mas, ahorita trate de corregirlo lo mas que pude, pero siempre se me pudo haber saltado algo; por otra parte ______ ya conoció a Harry *O* pero aun falta Niall, pero para eso no falta mucho :3, espero que les agrade.
Mαfer'
Mαfer'


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

Mensaje por Alex Forales Sáb 06 Abr 2013, 5:37 pm

siguelaaaaaaaa está muy buena la nove:D, llevó tiempo esperando que la sigas :\, sube una nuevo capítulo por favor
Alex Forales
Alex Forales


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Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu} Empty Re: Ángel Mecánico. {Harry, Niall y tu}

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