~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]

sefguila!!! :)

sigueee

ssssiiguueee please

sigueee

SEGUILA!!! :)

sigueeeeee

SEGUILA!!!

PERO...ESTAS BIEN? TE PASO ALGO?, POR LO MENOS DEIC SI ESTAS BIEN, ALGO AVISANDO POR LO MENSO SI ESTAS BIEN...! :/

Chicas, ¿cuantos "lo siento" queréis por haberos dejado abandonadas? ¡LO SIENTO MUCHÍSIMO! He estado  teniendo problemas familiares y se me hacía imposible concentrarme en otra cosa que no fuese eso, pero ahora que las cosas van mejorando, he escrito un poco. Gracias por preocuparos por si estaba bien, que si que lo estoy. No es nada físico, pero sí interior, pero, la vida da contratiempos que hay que superar y este fue uno de ellos. En fin, no quiero desanimarme de nuevo, aquí estoy. Con un nuevo capítulo y bastante largo. Espero que os guste :D Gracias por seguir ahí apoyándome. Sois de grandísima ayuda. ¡Os quiero!

P.D: Mañana, si todo va bien, subiré otro :D


«Maldita sea, no puede ser cierto» me dije a mí misma cuando me desperté esa mañana tras una noche en la que me despertaba continuamente después de haber cogido el sueño. Aquello no era una pesadilla, era el mundo real, una crueldad real: estaba enamorada de alguien inalcanzable. Y era tan frustrante… Era como las estrellitas del firmamento, que una desea alcanzar a temprana edad y cree que sólo le basta con estirar el brazo para conseguirlas. La vida adulta apestaba en su totalidad.

Por más que esperé que aquella voz irritante llamada conciencia me dijese de todo por lo que había hecho la noche anterior no apareció y aquello era un punto extra. No estaba con ánimo de discutir conmigo misma si aquello estaba bien o no.

Aunque me había prometido a mi misma por una cuestión de dignidad y orgullo que no volvería a visitar aquella página de contactos, a menos que quisiese borrar mi perfil, inmediatamente me obligué a cambiar de idea. Tenía que sacarme a Nick de la cabeza; había dejado llegar muy lejos aquella situación y ahora me encontraba en una especie de punto sin retorno.

Tras examinar a fondo a un último pretendiente que estaba dándome un resultado mejor de lo esperado, decidí darle una oportunidad y, ya de paso, hacer una pequeña terapia de choque contra la fobia que había cogido a las citas a través de Internet. Había quitado con anterioridad mi foto de perfil y el individuo en cuestión tampoco tenía así que ambos acordamos llevar algún tipo de accesorio para ayudarnos mutuamente a distinguirnos entre los demás: el debía llevar un sombrero gris y la base de éste rodeada por una fina cinta negra y yo me había decantado nuevamente por una diadema, esta vez de color amarillo, que, además, había hecho combinar a la perfección con unos shorts del mismo color aunque en unos tonos más pálido. El resto del conjunto se limitaba a una camiseta de tirantes sencilla gris y unas sandalias planas plateadas, que se enredaban al tobillo.

Él mismo me había dado las instrucciones necesarias de cómo llegar a Otello’s Coffe Bar pero preferí que me guiase el GPS por miedo a perderme.

Cuando llegué se anotó un punto extra por estar allí más que puntual. Le reconocí enseguida por el sombrero. Nuestra táctica surtió efecto. De espaldas parecía prometedor; era de porte fuerte, hombros anchos y también de brazos con los cuales la camiseta blanca de manga corta hacía una mezcla de color, pues estaba bastante bronceado debido (supuse) al clima californiano. Inspiré y, sin pensarlo mucho más anduve con paso decidido hasta la mesa procurando no pensar en las situaciones desastrosas y catastróficas anteriores para no amedrentarme a mi misma.

Incluso forcé una sonrisa bastante calibrada.

—Hola —saludé cuando llegué a su altura, dejando desvanecer mi cara feliz. Arrugué el entrecejo—.  Tú.
—Yo —imitó el tono de reproche en el que lo había dicho y se levantó viendo que no me había sentado. Extendió su mano, con una confianza absoluta en sí mismo y dijo—. Soy William.
—William. William el camarero prepotente que mira a las mujeres como si fuesen trofeos de los que poder jactarse —dije en un susurro con todo mi sarcasmo.
—Disculpa, ¿cómo dices? —preguntó. Estaba tan absorta que ni siquiera le di la mano. Me senté, no fuera a ser que me cayera de la impresión.

Sacudí la cabeza.

—Cosas mías —respondí. Sus ojos ahora estaban a mi altura, pues se había sentado—. ¿Cómo me has encontrado?
—Te oí hablar con los del otro día —detecté cierto tono despectivo al hacer la abreviatura del extenso grupo de la otra tarde.
—Aún así te habría costado tiempo adivinar quien era yo.
—Está bien, le pregunté a uno de ellos cuando acabaste con su proceso de selección —se encogió de hombros, relatando con evidente tranquilidad—. No me mires así, cualquiera estaría encantada de que hubiera hecho lo que hice por ti.
—¡Serás ególatra! —Escupí, medio boquiabierta de su prepotencia y del asco—. Evidentemente en tu diccionario no existe la palabra modestia y tampoco habrás oído hablar de ella ¿me equivoco?
—¿Se puede saber que demonios te pasa conmigo? —masculló, arrellanándose en su silla e irguiéndose hasta que su pecho tocó la mesa, apoyando los antebrazos en ella.

Perfecto. La situación estaba poniéndose interesante, justo como a mí me gustaba. Quizás descargar un poco de adrenalina no me vendría mal.

—Miras a las mujeres como si fuesen premios que puedes ganar y exhibir o como si fuesen coches infinitamente caros. ¡Ese es mi problema!
—Habló la que parecía estar desnudándome con la mirada… —musitó con altivez.
—¡Esto es el colmo! —exclamé, hecha una furia, levantándome en el acto y decidida a largarme de allí.

Había jugado con fuego, y me había quemado.

—Espera, espera —me detuvo cogiéndome del brazo cuando iba a pasar por su lado—. Discúlpame, no tendría que haber dicho eso. Escucha, ¿no podríamos empezar de nuevo? —Pidió, hecho todo amabilidad, deshaciéndose en atenciones—. ¿Comportándonos como dos personas adultas que somos? Realmente quiero conocerte, si no, no me habría desvivido haciendo esos interminables test de personalidad previos.

Exhalé un profundo suspiro. Más me valía no exasperarme más de la cuenta o esta vez me tiraría por un barranco y para eso no había vuelta atrás que valiera. Con una sonrisa cautelosa, me tendió de nuevo la mano.

—William.

Titubeé, admirando su innegable belleza.

—Cassie —respondí por fin, esta vez extendiéndole la mía.

Volví a sentarme, más tranquila, aunque sin tenerlas todas conmigo. Tras una breve pausa silenciosa y demasiado incómoda, carraspeó antes de iniciar la conversación.

—Bueno y… ¿a qué te dedicas? Miré tu perfil, pero me encontré con que estaba completamente vacío.

No me apetecía contarle la verdadera razón por lo que lo había hecho, así que me salté la explicación.

—Soy veterinaria.

Su expresión denotó sorpresa y algo de fascinación encubierta.

—Es un muy buen trabajo. Te gustan los animales, entonces —repuso.
—Mi madre solía decirme cuando era pequeña que cuando le tocase la lotería me compraría un terreno para que tuviera todos los animales que yo quisiese, figúrate. Aún sigo esperando que le toque y me lo compre, así que de momento voy haciendo trabajos de consulta interna.

Me gustó el sonido de su risa cuando acabé de contárselo. Quizás no fuese tan malo como al principio había supuesto. Como dictaba el dicho: “las apariencias engañan”.

¡Que me lo dijeran a mí!

hola :D
genial, me gusto. osea si y no. quiero qe se quede con Nick y no. tengo un enrredo en mi cabeza :silent:
asi que tienes que subir otro cap para qe se me pase :D
sigue! :P

dios me re gusto william :|
si las apareciencias engañan
pero no puedo ocultar mis sentimientos por nick
dios :|
espero que tus problemas familiriares se arreglan prontos
un beso
bye

SEGUILAA!!!

ME ENCANTO EL CAP!! XD, AUNQUE NO ME ACUERDO QUIEN ES WILLIAM XD JAJA, EPRO EM ENCANTO!! :albino: :D

QUE BEUNOQ EU TODO ESTE MEJOR, SEGURO TODO PASA! :)

SEGUILA!!!

siiguelaaaa please yo no qiero qe cassie se valla con otrooo foooofofofof

SEGUILA!!! :D