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Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
sunshine-book escribió:Awwww!Que tierno que es Niall!Y que***** queu hermana.Te entiendo, puto colegio :¬¬: Espero con ansias el siguiente cap.Besos.
Vistes Que Es Un Tiernuchis? Me Dan Ganas De Chuparle Un Ojo?). Ahora Subo Cap ;)
*It's Me :3
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Shoffy_DiJoSmi escribió:Keep going!!
Lots Of Love ♥
Ya Sigo Adelante Mujer!! XD Ahora Sigo :3
*It's Me :3
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Ese día de marzo, en esa misma ciudad, unas horas antes del encontronazo entre Allison y Harry.
La redacción está completamente vacía. Solo queda el jefe, encerrado como siempre en su pequeño despacho, y él, que además está a punto de terminar un artículo sobre esa banda escocesa de moda en Reino Unido. Bajito, muy bajito, en el ordenador suena All you need is love, pero no la original de los Beatles sino una versión que sale en la película Love actually. "Todo lo que necesitas es amor".
Harry relee una vez más lo que ha escrito. Prácticamente, cada vez que escribe una línea, examina el texto entero. "Ya casi está", piensa.
Escribir, la música...: esto es lo que le gusta de verdad. Vale, la revista no es gran cosa y el sueldo tampoco. Pero es su primer trabajo serio a sus veintidós años y quizá, con el tiempo, pueda llegar a más. A la Rolling Stone, por ejemplo. Pero por ahora se conforma con lo que tiene. Otros compañeros de carrera aún no tienen trabajo mientras que él, además, escribe sobre lo que le gusta.
Termina la canción y comienza I finally found someone cantada a dúo por Brian Adams y Barbara Streisand. "Finalmente encontré a alguien". Harry sonríe. Recuerda que esa canción se la pasó a Allison por el MSN. Ella no la conocía por el título, pero cuando la oyó, dijo: "Ahhhh, sííííí. ¡¡¡¡Esta salió en Operación Triunfo!!!!".
Él, en su soledad, sentado frente al ordenador portátil, no pudo evitar sonreír ante la respuesta de aquella chica que en las últimas semanas le había robado un trocito del corazón. ¿Estaba enamorado?
Esa tarde darían un pasito más. Después de dos meses hablando cada día, por fin se iban a ver, se iban a tocar, se iban a oler...
—¿De verdad que te has montado con Katia en su propio coche?
—Sí, y tendrías que verlo.
—¿Está bien?
—¡Genial! Un Audi deportivo de color rosa. Nunca vi nada igual.
—No, tonto. Hablaba de ella..., que si es tan guapa como parece en las fotos y en la tele.
Harry no dice nada y piensa bien la respuesta. Realmente Katia le ha parecido mucho mejor en persona que en todas las fotos y vídeos que había visto. Sinceramente, la pequeña cantante es una chica preciosa.
—Normal. Es una chica normal —termina respondiendo.
—Mientes —refunfuña ella, pero enseguida la sonrisa le vuelve a iluminar el rostro—. Seguro que es más guapa que yo.
Harry se pone una mano en la barbilla y se la frota.
—Pues ahora que lo dices..., quizá. De hecho, cuando hemos llegado adonde había quedado contigo, le he dicho que siguiera para delante, que quería cenar con ella. Pero tenía otra entrevista...
—¡Capullo! —grita Allison, haciéndole ver que se enfada, y se acerca a golpearle.
Harry la esquiva y corre divertido, alejándose de ella. Cuando la chica le va a dar alcance, él acelera un poco y se vuelve a escapar. Y así una vez tras otra, hasta que finalmente se deja arrapar y se abrazan. Su primer abrazo.
—Estoy cansada. Me has hecho correr mucho. No te ha valido con tenerme una hora de pie esperándote: ahora, además, tengo que correr detrás de ti.
—Sentémonos allí.
Es un banco vacío en una pequeña plazoleta con una fuente iluminada detrás. Se oye de fondo cómo caen los chorros de agua regando el suelo de la fuente lleno de monedas. Allison se sienta en el banco y, cuando Harry lo va a hacer a su lado, pone la mano para evitarlo.
Espera.
El joven no entiende qué ocurre. ¿Se ha enfadado?
—¿No quieres que me siente a tu lado?
—Desfila para mí.
Harry no sabe si reírse o tomárselo a broma.
—¿Lo dices en serio?
—¿Tú ves que tenga cara de chiste? Desfila. Quiero comprobar si esas descripciones que hacías de ti mismo en el MSN eran ciertas.
El joven se echa a reír, pero acepta dándose por vencido.
—De acuerdo. Pero luego tú, ¿vale? Promételo.
Allison acepta la condición. Cruza los dedos, les da un besito y lo promete. Harry efrente y comienza a caminar en línea recta. No lo hace mal. Allison cruza Las Piernas y mira con atencion.
—Chaqueta fuera —le dice.
Harry se quita la chaqueta, se la cuelga de un hombro y continúa desfilando. Va y viene. Se acerca y se aleja. La luz que embellece la fuente lo ilumina. Allison no le quita el ojo de encima ni por un momento. Finalmente el chico se detiene ante ella esperando el veredicto. .
—¿Y bien?
—Mmmm. Es cierto, tienes los hombros anchos. Creo que sí que mides metro ochenta y tres, como decías. Tampoco creo que me hayas mentido con el peso. Peto hay una cosa que decías en la que no estoy de acuerdo.
—¿En cuál? —pregunta curioso.
—Tienes buen culo. No "normal", como me decías. Me gusta.
Harry puede evitar una carcajada mientras se vuelve a acercar a Allison
—Ahora tú. Lo prometiste.
—Espera, aún no he terminado. Agáchate.
El joven suspira. No entiende, pero obedece. Tiene su cara justo enfrente de la de la chica.
—Mírame fijamente a los ojos.
Ambos sostienen la mirada unos segundos. Unos segundos larguísimos. Unos segundos sin fin.
—Sí, son Verdes —dice ella por fin.
Pero sus miradas no se desvían. Sus ojos siguen fijos, los de cada uno en los del otro. Los ojos de verdes de Harry Los Ojos Miel De Allison.Uno perdido en el otro
—¿Puedo pedirte algo? —pregunta Harry.
Ella sonríe.
—No hace falta, amor. Puedes besarme. Allison Acerca sus labios a los de Harry
los roza un instante con los suyos para terminar un primer beso rápido. Luego, otro algo más largo y profundo. El tercero supera al segundo. Y así fue cómo, con la luz de la luna en una noche despejada, con el ruido del agua de una fuente como banda sonora, Allison y Harry se dieron su primer Beso.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Son Unos Tiernos *.* Okey.......Mañana Talvez(solo Talvez) No Suba :( . Acuerdense,EL Colegio,La Tarea,Los Trabajos Practicos,ETC. Las Quiero Lectoras :(L): Chau :bye: Feliz Dia De La Mujer :hug:
La redacción está completamente vacía. Solo queda el jefe, encerrado como siempre en su pequeño despacho, y él, que además está a punto de terminar un artículo sobre esa banda escocesa de moda en Reino Unido. Bajito, muy bajito, en el ordenador suena All you need is love, pero no la original de los Beatles sino una versión que sale en la película Love actually. "Todo lo que necesitas es amor".
Harry relee una vez más lo que ha escrito. Prácticamente, cada vez que escribe una línea, examina el texto entero. "Ya casi está", piensa.
Escribir, la música...: esto es lo que le gusta de verdad. Vale, la revista no es gran cosa y el sueldo tampoco. Pero es su primer trabajo serio a sus veintidós años y quizá, con el tiempo, pueda llegar a más. A la Rolling Stone, por ejemplo. Pero por ahora se conforma con lo que tiene. Otros compañeros de carrera aún no tienen trabajo mientras que él, además, escribe sobre lo que le gusta.
Termina la canción y comienza I finally found someone cantada a dúo por Brian Adams y Barbara Streisand. "Finalmente encontré a alguien". Harry sonríe. Recuerda que esa canción se la pasó a Allison por el MSN. Ella no la conocía por el título, pero cuando la oyó, dijo: "Ahhhh, sííííí. ¡¡¡¡Esta salió en Operación Triunfo!!!!".
Él, en su soledad, sentado frente al ordenador portátil, no pudo evitar sonreír ante la respuesta de aquella chica que en las últimas semanas le había robado un trocito del corazón. ¿Estaba enamorado?
Esa tarde darían un pasito más. Después de dos meses hablando cada día, por fin se iban a ver, se iban a tocar, se iban a oler...
—¿De verdad que te has montado con Katia en su propio coche?
—Sí, y tendrías que verlo.
—¿Está bien?
—¡Genial! Un Audi deportivo de color rosa. Nunca vi nada igual.
—No, tonto. Hablaba de ella..., que si es tan guapa como parece en las fotos y en la tele.
Harry no dice nada y piensa bien la respuesta. Realmente Katia le ha parecido mucho mejor en persona que en todas las fotos y vídeos que había visto. Sinceramente, la pequeña cantante es una chica preciosa.
—Normal. Es una chica normal —termina respondiendo.
—Mientes —refunfuña ella, pero enseguida la sonrisa le vuelve a iluminar el rostro—. Seguro que es más guapa que yo.
Harry se pone una mano en la barbilla y se la frota.
—Pues ahora que lo dices..., quizá. De hecho, cuando hemos llegado adonde había quedado contigo, le he dicho que siguiera para delante, que quería cenar con ella. Pero tenía otra entrevista...
—¡Capullo! —grita Allison, haciéndole ver que se enfada, y se acerca a golpearle.
Harry la esquiva y corre divertido, alejándose de ella. Cuando la chica le va a dar alcance, él acelera un poco y se vuelve a escapar. Y así una vez tras otra, hasta que finalmente se deja arrapar y se abrazan. Su primer abrazo.
—Estoy cansada. Me has hecho correr mucho. No te ha valido con tenerme una hora de pie esperándote: ahora, además, tengo que correr detrás de ti.
—Sentémonos allí.
Es un banco vacío en una pequeña plazoleta con una fuente iluminada detrás. Se oye de fondo cómo caen los chorros de agua regando el suelo de la fuente lleno de monedas. Allison se sienta en el banco y, cuando Harry lo va a hacer a su lado, pone la mano para evitarlo.
Espera.
El joven no entiende qué ocurre. ¿Se ha enfadado?
—¿No quieres que me siente a tu lado?
—Desfila para mí.
Harry no sabe si reírse o tomárselo a broma.
—¿Lo dices en serio?
—¿Tú ves que tenga cara de chiste? Desfila. Quiero comprobar si esas descripciones que hacías de ti mismo en el MSN eran ciertas.
El joven se echa a reír, pero acepta dándose por vencido.
—De acuerdo. Pero luego tú, ¿vale? Promételo.
Allison acepta la condición. Cruza los dedos, les da un besito y lo promete. Harry efrente y comienza a caminar en línea recta. No lo hace mal. Allison cruza Las Piernas y mira con atencion.
—Chaqueta fuera —le dice.
Harry se quita la chaqueta, se la cuelga de un hombro y continúa desfilando. Va y viene. Se acerca y se aleja. La luz que embellece la fuente lo ilumina. Allison no le quita el ojo de encima ni por un momento. Finalmente el chico se detiene ante ella esperando el veredicto. .
—¿Y bien?
—Mmmm. Es cierto, tienes los hombros anchos. Creo que sí que mides metro ochenta y tres, como decías. Tampoco creo que me hayas mentido con el peso. Peto hay una cosa que decías en la que no estoy de acuerdo.
—¿En cuál? —pregunta curioso.
—Tienes buen culo. No "normal", como me decías. Me gusta.
Harry puede evitar una carcajada mientras se vuelve a acercar a Allison
—Ahora tú. Lo prometiste.
—Espera, aún no he terminado. Agáchate.
El joven suspira. No entiende, pero obedece. Tiene su cara justo enfrente de la de la chica.
—Mírame fijamente a los ojos.
Ambos sostienen la mirada unos segundos. Unos segundos larguísimos. Unos segundos sin fin.
—Sí, son Verdes —dice ella por fin.
Pero sus miradas no se desvían. Sus ojos siguen fijos, los de cada uno en los del otro. Los ojos de verdes de Harry Los Ojos Miel De Allison.Uno perdido en el otro
—¿Puedo pedirte algo? —pregunta Harry.
Ella sonríe.
—No hace falta, amor. Puedes besarme. Allison Acerca sus labios a los de Harry
los roza un instante con los suyos para terminar un primer beso rápido. Luego, otro algo más largo y profundo. El tercero supera al segundo. Y así fue cómo, con la luz de la luna en una noche despejada, con el ruido del agua de una fuente como banda sonora, Allison y Harry se dieron su primer Beso.
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Son Unos Tiernos *.* Okey.......Mañana Talvez(solo Talvez) No Suba :( . Acuerdense,EL Colegio,La Tarea,Los Trabajos Practicos,ETC. Las Quiero Lectoras :(L): Chau :bye: Feliz Dia De La Mujer :hug:
*It's Me :3
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
AWWWWW!!!!Me encanto!!!Que honesto que es Hazza (Y que buen culo que tiene) Me encanto.Besos.
sunshine-book
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
siguueee! me encanto :333 espero con ansias el proximo capitulo :33 besos hermosa!
Mimii!
Mimii!
amss_wherever
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
*It's Me :3 escribió:Hoy hay Cap Girls ;) <3
Wooohooooo lo espero ansiosa.Besos.
sunshine-book
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Cap 4:
Esa misma noche de un día cualquiera de marzo.
Allison gira la llave de la puerta de su casa. Es tarde. Para ella, muy tarde. Sabe que le espera una buena bronca, pero le da igual. No hay ninguna regañina de sus padres que no valga una noche como aquella.
Minutos antes, en el taxi de vuelta a casa, acompañada por él, suena su móvil. La quinta llamada. Esta vez lo coge, haciéndole un gesto a Harry como diciendo "menuda me va a caer". El chico junta las manos y le pide perdón.
—Ya estoy ahí, mamá. Me he retrasado haciendo los deberes en casa de Jossie.
—¿Sabes la hora que es? ¿Por qué no me has cogido el móvil antes?
—No lo había oído. Perdona.
—¡Llevo una hora llamándote! ¡Estábamos a punto de llamar a la policía! Solo tienes dieciséis años... No puedes estar a estas horas por ahí. ¡Mañana tienes clase!
—Son unos exagerados. Y tengo casi diecisiete, ¿recuerdas?
—¿Exagerados?
—Mamá, ahora no puedo hablar; estoy ahí en nada.
—¿Cómo que no puedes hablar? ¿Pero dónde demonios estás?
—Ya llego. Un beso mamá. —Y cuelga.
Entra lenta y silenciosamente en casa, pero el oído de unos padres esperando a su hija es tan fino como el de un murciélago. Y ambos salen del salón al mismo tiempo. Al mismo paso. Un, dos, paso ligero. Los dos con la misma cara de enfado.
—¡Castigada un mes! —Es lo primero que sale de la boca de su madre.
—¿Un mes? Creo que eres demasiado buena, Mercedes. ¡Dos meses como mínimo!
Entonces descubriría si realmente aquella chica le gustaba de verdad.
En ese momento se abre la puerta del despacho del jefe.
Jaime Suárez, con aire triunfalista y a pasos acelerados, avanza hasta la mesa en la que Harry está terminando su artículo.
—Lo conseguimos: confirmado. Esta tarde nos visita Katia para una entrevista.
—¿Katia? ¿"Esa" Katia?
—¿Cuántas cantantes conoces que se llamen Katia, Harry ? Katia se había convertido en las últimas semanas en un fenómeno social. Cualquier adolescente llevaba en su Ipod la canción Ilusionas mi corazón, el tema número uno en las listas de ventas del mes anterior. La joven cantante había irrumpido de una manera abrumadora en el panorama musical con su primer single.
—¡Qué suerte! ¿Se encargará usted de la entrevista?
—No, Harry, lo harás tú. Maite y Valeria no están en la ciudad. Y yo estoy ya muy mayor para este tipo de entrevistas. Tú te entenderás mejor con ella: casi tienen la misma edad.
Harry sólo pudo forrar una sonrisa. ¡Precisamente esa tarde tenía que ser...! La tarde que tenía libre, la tarde en la que había quedado con Allison... "Un periodista no tiene horarios, Harry: siempre tenemos que estar al pie del cañón y dispuestos", le solía comentar su jefe cuando le veía mirar el reloj al acercarse la hora de salida de la redacción.
—¿Y a qué hora va a venir? —preguntó el chico preocupado.
—Pues su agente nos ha dicho que sobre las cuatro de la tarde.
Mentalmente Harry calculó el tiempo que le llevaría aquello y llegar después a su cita. Con un poco de suerte a las cuatro y media o cinco menos cuarto habría terminado. En cuarenta minutos llegaría en metro sin problemas al lugar donde había quedado con Allison. No podría ir a casa a cambiarse, pero eso no le importaba demasiado. Él siempre estaba correctamente vestido: elegante, pero, al mismo tiempo, desenfadado. No era una costumbre sino su estilo.
—Muy bien, jefe, yo me encargo. Me pondré a preparar la entrevista ahora mismo.
—Perfecto, Harry. Aquí tienes. —Una carpeta con fotos, entrevistas anteriores, artículos sobre Katia y su CD, caen encima de la mesa del joven periodista—. Entra en Internet también y busca información sobre ella. Pero nada de entretenerse con el MSN, ¿eh?
El joven sonríe. ¿Sabría su jefe que en ocasiones, cuando había poco trabajo, hablaba con Allison desde el ordenador de la redacción?
—Me pongo en ello inmediatamente.
Durante casi dos horas, Allison se olvida del mundo y estudia a fondo todo lo relacionado con la cantante. Incluso escucha
e1 disco un par de veces. Los minutos pasan y la entrevista se acerca. También la cita con Allison. A las cuatro menos cuarto ha terminado de preparar la entrevista.
Entra en el despacho de Jaime Suárez, al que entrega el trabajo realizado: personal, pero no íntimo; preguntas sobre música, pero tratadas de una manera diferente; una entrevista muy cuidada, pero con su toque encantador. De todas formas, Harry sabe que eso solo será el cincuenta por ciento de lo que realmente saldrá cuando esté con ella. La mejor entrevista es la que surge de la improvisación cuando dos personas establecen una conversación con tranquilidad. El guión sólo está para dar seguridad por si la mente se queda en blanco. Su jefe termina de inspeccionar el trabajo y sonríe complacido:
—Esto está muy bien. No cabe duda de que serás un gran periodista y que pronto emigrarás de esta pequeña redacción.
El halago de Jaime Suárez produce una gran sonrisa en Harry aunque no puede evitar mirar el reloj con algo de ansiedad.
—Son las cuatro y cuarto; tiene que estar Llegando—señala jefe.
Pero a las cuatro y media Katia no ha llegado. Ni a las cinco menos cuarto. Tampoco a las cinco la joven cantante ha aparecido en la redacción. Harry se muerde las uñas. No puede creerse que aquello le esté pasando. Cada vez más nervioso, mira su reloj cada medio minuto.
Ya es seguro que llegará tarde a su encuentro con Allison. En un intento desesperado entra en el MSN de su ordenador para ver si ella está conectada y poder avisarla de que se va a retrasar. Pero la chica no está.
Tensión. Nervios. Las cinco y cuarto. "¡Mierda, las cinco y media!". Allison ya debe de estar allí esperándole, con su mochila de las Chicas Super Poderosas. "¡La rosa!".
Ni se había acordado en toda la tarde de ella. El día anterior había comprado una docena que regaló a su madre. Nadie se dio cuenta de que, en lugar de doce rosas, había trece. Una de más, para su identificación personal.
"¡Qué clásico!", le había dicho ella. Sí, realmente Harry se consideraba un clásico, pero adaptado a la época en la que vivía. Podía oír tanto a Metallica como a Miley Cyrus, a Laura Pausini como a El Barrio. Leía tanto a Agatha Christie como a Ruiz Zafón, a Pérez Reverte como a Stephen King. Le quedaban tan bien las chaquetas de sport como los pantalones vaqueros rotos. Era un chico preparado para vivir lo que le tocase vivir y en cualquier circunstancia. Tan indefinible como impredecible. En la Facultad siempre se lo decían: lo que hoy en día te hace triunfar es la versatilidad y ser polifacético. Y él lo era.
—¡Ya está aquí! —grita Jaime Suárez desde la puerta del despacho. La chica que trabaja en recepción se lo acaba de comunicar. Acto seguido el jefe corre para recibir a la invitada.
Harry se dirige a la entrada de la redacción. Por la puerta entran conversando amigablemente Jaime Suárez y el representante de la chica, Mauricio Torres, vestido con chaqueta y corbata. Katia solo sonríe, sin decir nada.
—Perdónenos el retraso. Hemos tenido una entrevista en una emisora de radio justo en el otro extremo de la ciudad que ha terminado tardísimo. Apenas hemos comido un sándwich cada uno.
—No se preocupe. Ya sabemos cómo son estas cosas de los medios. Ni siquiera nos habíamos dado cuenta de la hora que era.
Harry, que en estos momentos se ha unido al trío, arquea las cejas, aunque trata de disimular su disgusto.
—Ah, Harry, estás aquí —dice Jaime tomando del brazo a su pupilo—. Este es Harry Styles, el periodista que le va a hacer la entrevista a Katia.
El joven estrecha la mano del representante y luego, algo confuso, da dos besos a la cantante, a la que en un principio también se había propuesto saludar con la mano.
Katia es en persona mucho más guapa que en las fotos que Harry había estado examinando toda la tarde. Emana como una luz de su presencia y su rostro transmite calma. Tiene una sonrisa inmensa y sus ojos no pueden ser más celestes, seguramente gracias a la elección de unas lentillas de ese color. Es pequeñita, de esas personas que suelen ir diciendo que las cosas buenas vienen en frascos pequeños. Lo único que podría desentonar en aquella chica era su pelo de color rosa y, sin embargo, a ella le queda como si fuera el suyo natural. Aunque en sus actuaciones suele vestir con ropa estrafalaria más propia de Punky Brewster que de una cantante de éxito, a la entrevista ha ido con unos jeans muy ajustaditos de color oscuro y una camiseta roja y negra bastante discreta. En sus manos porta una torera vaquera a juego con el pantalón.
—Bueno, chicos, Los dejamos solos para que Se concentren en la entrevista —señala el jefe, invitando al agente a pasar a su despacho para dar más privacidad al trabajo de Harry. Jaime sabe que en el cara a cara a solas, su muchacho gana mucho.
Cuando se quedan solos, Harry invita a la joven a que se siente en un sofá al fondo de la redacción. Él acerca otro y se sitúa enfrente de ella.
—Antes de nada quería pedirte disculpas por el retraso —se anticipa Katia—. Lo siento mucho, de verdad. He visto tu cara cuando tu jefe ha dicho que no importaba. Seguro que tienes algo que hacer...
—No te preocupes, solamente estaba preparando la entrevista —miente Harry.
La chica lo mira a los ojos y esboza una simpática sonrisa.
—Bueno, no insisto más. Comencemos. Cuanto antes empecemos, antes terminaremos.
Harry asiente y pone en marcha la grabadora.
La entrevista resulta tal y como pretendía. Amena, divertida, personal sin llegar a intimar en la vida de Katia. Es incluso algo atrevida. Lo cierto es que aquella joven de veinte años, que aparenta tener dieciséis, durante casi una hora hace olvidar a Harry que tiene la cita que llevaba soñando desde hace dos meses. Una conversación encantadora.
—Pues ya está. Hemos terminado —dice el periodista cerrando la libreta en la que había estado apuntando algunos datos importantes. Luego pulsa el stop de la grabadora y la deja encima de su mesa.
—Ha sido muy agradable —señala ella, levantándose del sillón—. Una cosa, Harry, ¿tienes coche?
Este la mira sorprendido.
—No.
—Vale, entonces dime dónde te llevo.
La cara del chico es de desconcierto absoluto.
—¿A qué te refieres?
—Vamos... No perdamos más tiempo, he venido en mi coche. ¡Corre!Luego vendré por Mauricio.
Katia Agarra de la mano a Harry y ambos salen corriendo de la redacción. Y continúan corriendo por la calle. Paran dos segundos para respirar y siguen corriendo hasta llegar al Audi más peculiar de toda la ciudad. Harry se queda boquiabierto cuando ve aquel coche rosa con la capota negra.
—¡Hace juego con tu pelo! —bromea sonriente.
La chica no dice nada, pero también sonríe.
En el camino, el joven le cuenta la historia por encima, sin entrar en detalles como que Allison y él aún no se han visto. La chica de pelo rosa y ojos celestísimos escucha atentamente y conduce lo más deprisa que puede hasta el lugar en el que Allison y Harry deberían haberse reunido hace más de hora y cuarto.
—¡Espera! ¡Para ahí un momento! —grita él de improviso.
Katia obedece y aparca rápidamente en doble fila. Harry se baja raudo. A los dos minutos regresa con una rosa roja en la mano.
—Un chico clásico —ríe ella. Y sigue conduciendo como alma que lleva el diablo hasta el punto del encuentro.
Por fin llegan.
—Me quedo por aquí. Muchas gracias, Katia —dice bajándose del coche y asomando la cabeza por la ventanilla.
—Es lo menos que podía hacer. Que tengas suerte, Harry.Y si ella no te perdona, yo te hago un justificante.
Y la joven del pelo color rosa, número uno en todas las listas musicales del país, guiña un ojo, aprieta el acelerador y se aleja de allí.
Harry corre hasta el lugar exacto donde dos días antes habían concertado la cita.
Mira a un lado y a otro, alrededor y a lo lejos. Busca entre la gente sentada en los bancos cercanos. Pero Allison no está. Era de esperar...
"Habrá pensado que soy un capullo y que me he echado atrás".
Vistazo al reloj. Tardísimo. Resopla. Vuelve a mirar hacia todas partes. Nada. No hay esperanza.
—Joven... —Una voz delicada, acompañada de una mano en su hombro, sorprende a Harry a su espalda.
El chico se gira para encontrarse ante una anciana con un organillo y un recipiente lleno de barquillos.
—Dígame, señora... —pregunta el periodista algo desconcertado.
—¿Está buscando a alguien, verdad?
—¡Sí! ¿Ha visto usted a una joven morena con una mochila?
—Con esa descripción, a muchas. Esto está lleno de jovencitas... pero una se ha pasado delante de mí más de una hora mirando el reloj. Se metió en aquella cafetería hace un rato —dice la anciana señalando el Starbucks—. Lo que no le puedo garantizar es que continúe allí ahora mismo.
—¡Muchísimas gracias, señora!
Harry corre todo lo veloz que puede, saltándose incluso los semáforos y oyendo algún que otro insulto de algún que otro conductor al cruzar la calle cuando no debía
Entra en el Starbucks como si de un corredor de cien metros lisos se tratase. Tres jóvenes alemanas o inglesas que hacen cola para pedir su bebida se le quedan mirando. Entonces ve la escalera y, subiendo los escalones de dos en dos, llega hasta arriba donde una joven no puede esquivarlo y termina dando con su trasero en el suelo. Harry consigue no pisarla y en su impulso cae de rodillas justo detrás. La rosa resbala de su mano. Al ver aquella mochila de las Chicas Super Poderosas y la mirada de aquella chica comprende que su cita con Allison acaba de comenzar. Él también la mira y sonríe.
—Perdona por el retraso, amor. Encantado. Soy Harry.
Allison tarda en reaccionar. Ante sí está el chico con el que lleva hablando dos meses. Dos meses de bromas, risas, iconos, canciones, juegos, palabras. Muchas palabras. Pero ni siquiera se habían visto nunca. Ni una foto. Nada. Sin embargo, ella estaba convencida de que le gustaba. Y ahora lo tenía de rodillas a su lado. Como en un sueño. Irreal.
Harry se pone de pie y le tiende la mano para ayudarla a levantarse.
Allison lo mira a los ojos. Es realmente guapo. Más tal vez de lo que ella había pensado.
—Deja, ya puedo yo sola —dice con seriedad.
Harry no puede dejar de mirarla ni un segundo. Es muy guapa. Más tal vez de lo que él había pensado.
La chica se levanta como puede, ayudándose con ambas manos. Se coloca la falda y la camiseta en su sitio, se echa el pelo hacia atrás y baja por las escaleras sin decir nada.
—Lo siento —se disculpa Harry, siguiéndola de cerca, tras recoger la rosa del suelo—. Todo ha sido por...
—Shhh, no digas nada —le interrumpe ella dándose la vuelta y mirándole con una sonrisa—. Has venido; tarde, pero has venido: eso es lo que cuenta.
El joven periodista no aparta la mirada de la suya. Tiene ganas de besarla.
—Eso es para mí, ¿no? —pregunta ella señalando la rosa que
Harry lleva en la mano.
Él asiente sin hablar y se la da. Harry inspira el aroma de la flor y cierra los ojos. Cuando los vuelve a abrir, sonríe y le coge la mano. Él, sorprendido, la aprieta suavemente y también sonríe. Y así, cogidos de la mano, salen de la cafetería.
Ya es noche cerrada. Caminan por la ciudad unidos, enlazados, como una pareja. A la luz de las farolas, con el brillo de la luna en una noche despejada y con el mido de los coches y de las motos de fondo. Los ruidos de la noche no impiden que ellos se sientan solos. Únicos. En perfecta armonía. Como si nada más existiesen Allison y Harry. Harry y Allison. Como si fueran novios de toda la vida.
—Así que has tenido que entrevistar a Katia... —comenta ella, caminando de espaldas unos pasos por delante, sin apartar los ojos de él. Sí. Es realmente guapo.
—Eso es. Es muy simpática.
—Me encanta su canción. —Y la chica comienza a cantar con su suave voz Ilusionas mi corazón. Harry sonríe y tararea en su mente el tema.
—Además, ella ha sido la que me ha traído en coche.
----------------------------------------------------------------------------------------
—Me parece bien, Paco. Dos meses sin salir de tu habitación.
Allison Sabe que ahora es mejor no decir nada. Mañana pedirá perdón, prometerá que no lo volverá a hacer más y sus padres se olvidarán del castigo.
—Y ahora sube a tu cuarto. Y nada de ordenador ni televisión. ¡Ni una luz encendida en cinco minutos!
La chica no dice nada y sube a su habitación haciendo sonar sus botas a cada paso, en cada escalón. Sabe que sus padres tienen razón. Al menos esta vez sí la tienen. Pero tiene que fingir estar enfadada. Sin embargo, por dentro, en su interior, su corazón está dando saltos de felicidad. No puede dejar de pensar en los labios de Harry .
En su boca. En sus caricias. En cómo, abrazados, le acariciaba el pelo y se estremecía. ¿Se estaba enamorando?
Allisonentra en su habitación y se lanza de cabeza a la cama. Coge a su pequeño león de peluche y lo abraza.
—¡Tusi! —grita, achuchando a su compañero de almohada, de sueños, de sueños que ahora empiezan a hacerse realidad.
Allison
acuesta a Tusi a su lado, se da la vuelta, coloca las manos detrás de la nuca y mira al techo de la habitación. Todo está oscuro. Solo una leve luz baña su habitación: la luz de la noche. Qué sensación tan maravillosa tiene dentro... En ese instante, un leve "toc toc" suena en la puerta. Allison
se incorpora y se sienta en la cama. ¡Uff, sus padres otra vez!
—Pase.
La puerta se abre despacio. No son sus padres: una pequeña figura de larga cabellera rubia y un pijamita de Hello Kitty entra y enciende la luz.
—Erica, ¿qué haces despierta?
—Solo quería darte las buenas noches.
Su hermana pequeña se acerca a la cama, la abraza y le da un beso.
—Buenas noches, princesa.
—¿Por qué te gritaban papá y mamá? ¿Has hecho algo malo?
—Pues... —Allison, no sabe qué contestar a su hermana de cinco años—, sí.
—¿Y te han castigado?
—Sí.
—Allison, ¿por qué tienes esa sonrisa todo en el rato en la boca si te han castigado?
Allison suelta una carcajada.
—Cuando seas mayor lo comprenderás. Ahora..., ¡a la cama!
Erica le da otro beso y sale corriendo de la habitación. La niña no entiende muy bien lo que su hermana mayor le acaba de decir, pero piensa que ojalá sus padres la próxima vez que ella se porte mal le pongan el mismo castigo que a Allison. ¡Ella también quiere estar tan feliz como su hermana!
En un lugar apartado de la ciudad, esa noche de un día cualquiera de marzo.
Fin.
Fascinante. Precioso. Encantador.
A Zayn se le agotan los adjetivos para calificar la novela que acaba de terminar de leer: Perdona si te llamo amor. Escondido bajo la tímida luz del flexo de su habitación cierra el libro y regusta el agridulce sabor del final. Por un lado, se siente satisfecho de haber encontrado una historia así. Por otro, le entristece que no haya más páginas. Niki y Alessandro dejan de existir.
En ese momento le viene a la cabeza la chica de la cafetería. A decir verdad, la ha tenido en la cabeza desde que la vio buscando algo en aquella graciosa mochila fucsia de las Chicas Super Poderosas. Es preciosa. Especial. Se ríe al recordar el golpe que se dio contra la mesa. Sus ojos se encontraron bajo la mesa cuando ella se agachaba a recoger el libro. El mismo libro que él estaba leyendo. ¿Sería cosa del destino? Una serendipia. Como en aquella película, Serendipity, en la que el destino marca el camino de John Cusack y Kate Beckinsale.
Zayn se levanta de la cama y va hacia la mesa en la que tiene el ordenador. Lo enciende y rápidamente entra en su MSN en busca de la dirección de la desconocida del Starbucks. Sin embargo, no hay nadie que le haya añadido a su lista de contactos. Mira entonces su correo electrónico. Publicidad y más publicidad, pero ningún e-mail.
¿Qué esperaba? ¿Que le iba a agregar? Tal vez a ella hasta le ha molestado el gesto de cambiar los libros. Quizá esa chica se ha reído de él cuando ha visto lo que había escrito en la última página. Seguramente piense que es un idiota. Un idiota iluso.
Entonces Zayn siente vergüenza de sí mismo, de su acto, de su romanticismo... Pero él es así: no puede evitarlo.
El deseo de desahogarse recorre su cuerpo. Sabe qué es lo que necesita. Se acerca a una funda donde guarda su tesoro más valioso. Lo toma y sale de su habitación. Camina por un estrecho pasillo que finaliza en una escalera. Arriba, en el techo, hay una pequeña trampilla. La abre y sube. La noche es estrellada, despejada, con una luna brillante. La ciudad está muy bonita desde esa pequeña ladera donde vive desde hace unos meses. Alejado, pero al mismo tiempo cerca de todo. Siente una ligera brisa fría que penetra en él haciéndole temblar, pero no le importa: merece la pena.
El joven apoya su espalda contra la pared y coloca sus labios dulcemente sobre la lengüeta de la boquilla. Agarra con delicadeza aquel cuerpo plateado y comienza a hacerlo sonar. Y durante unos minutos Zayn se entrega a su saxofón y a la música.
En una zona más céntrica de la ciudad, aproximadamente a la misma hora en la que Zayn hace sonar su saxo.
Paga al taxista y, con paso firme, entra en su edificio. Sube en ascensor hasta la planta en la que tiene su pequeño apartamento donde, desde hace unas semanas, vive solo. Llega hasta su puerta, abre y entra. Todo lo hace con una sonrisa en la boca. A veces hasta silba feliz aquella canción: Ilusionas mi corazón.
Harry se quita la chaqueta y cuidadosamente la deja en un perchero de la entrada. Está exultante. Todo ha ido perfecto.
Demasiado perfecto quizá. Ella es mejor incluso de lo que había imaginado. Si le gustaba antes, ahora... Su corazón late muy deprisa cuando piensa en esa noche mágica.
Mira su reloj. Es muy tarde y mañana tiene que madrugar. La realidad nos hace despertar de los sueños. ¡Pero no ha sido un sueño! Aquello ha sido real... Allison es real. Ya no es solo la chica invisible que había conquistado un trocito de su corazón: ahora es una persona que pertenece ya a su realidad. Y sabe cómo huele. Sabe cómo siente.Sabe Como Besa.
Esta noche soñará con ella, está seguro.
Antes tiene que dormirse. Debe hacerlo porque, si no, mañana no rendirá en el trabajo. Sí, a las siete se despertará. Busca el móvil para programar la alarma a esa hora. ¿Dónde está? Sí, en la chaqueta. Regresa hasta el perchero y lo encuentra en uno de los bolsillos. Está apagado. Se debió desconectar durante la velada con Allison. Unos segundos después de encenderlo, un pitido anuncia que ha recibido llamadas perdidas. Tres, y las tres de un mismo número. Las tres de un número desconocido.
Mira de nuevo el reloj y considera que es muy tarde para devolver la llamada. Mañana lo hará desde el trabajo.
Lo que no sabe Harry es que la persona que le ha llamado jugará un papel importante en su vida en los próximos días.
Aca esta El Capi *-* Les aviso que voy a publicar menos u.u Pero Bueno....Por lo menos tendran capitulos :) Okya ._. Hasta Mañana Girls :bye:
Esa misma noche de un día cualquiera de marzo.
Allison gira la llave de la puerta de su casa. Es tarde. Para ella, muy tarde. Sabe que le espera una buena bronca, pero le da igual. No hay ninguna regañina de sus padres que no valga una noche como aquella.
Minutos antes, en el taxi de vuelta a casa, acompañada por él, suena su móvil. La quinta llamada. Esta vez lo coge, haciéndole un gesto a Harry como diciendo "menuda me va a caer". El chico junta las manos y le pide perdón.
—Ya estoy ahí, mamá. Me he retrasado haciendo los deberes en casa de Jossie.
—¿Sabes la hora que es? ¿Por qué no me has cogido el móvil antes?
—No lo había oído. Perdona.
—¡Llevo una hora llamándote! ¡Estábamos a punto de llamar a la policía! Solo tienes dieciséis años... No puedes estar a estas horas por ahí. ¡Mañana tienes clase!
—Son unos exagerados. Y tengo casi diecisiete, ¿recuerdas?
—¿Exagerados?
—Mamá, ahora no puedo hablar; estoy ahí en nada.
—¿Cómo que no puedes hablar? ¿Pero dónde demonios estás?
—Ya llego. Un beso mamá. —Y cuelga.
Entra lenta y silenciosamente en casa, pero el oído de unos padres esperando a su hija es tan fino como el de un murciélago. Y ambos salen del salón al mismo tiempo. Al mismo paso. Un, dos, paso ligero. Los dos con la misma cara de enfado.
—¡Castigada un mes! —Es lo primero que sale de la boca de su madre.
—¿Un mes? Creo que eres demasiado buena, Mercedes. ¡Dos meses como mínimo!
Entonces descubriría si realmente aquella chica le gustaba de verdad.
En ese momento se abre la puerta del despacho del jefe.
Jaime Suárez, con aire triunfalista y a pasos acelerados, avanza hasta la mesa en la que Harry está terminando su artículo.
—Lo conseguimos: confirmado. Esta tarde nos visita Katia para una entrevista.
—¿Katia? ¿"Esa" Katia?
—¿Cuántas cantantes conoces que se llamen Katia, Harry ? Katia se había convertido en las últimas semanas en un fenómeno social. Cualquier adolescente llevaba en su Ipod la canción Ilusionas mi corazón, el tema número uno en las listas de ventas del mes anterior. La joven cantante había irrumpido de una manera abrumadora en el panorama musical con su primer single.
—¡Qué suerte! ¿Se encargará usted de la entrevista?
—No, Harry, lo harás tú. Maite y Valeria no están en la ciudad. Y yo estoy ya muy mayor para este tipo de entrevistas. Tú te entenderás mejor con ella: casi tienen la misma edad.
Harry sólo pudo forrar una sonrisa. ¡Precisamente esa tarde tenía que ser...! La tarde que tenía libre, la tarde en la que había quedado con Allison... "Un periodista no tiene horarios, Harry: siempre tenemos que estar al pie del cañón y dispuestos", le solía comentar su jefe cuando le veía mirar el reloj al acercarse la hora de salida de la redacción.
—¿Y a qué hora va a venir? —preguntó el chico preocupado.
—Pues su agente nos ha dicho que sobre las cuatro de la tarde.
Mentalmente Harry calculó el tiempo que le llevaría aquello y llegar después a su cita. Con un poco de suerte a las cuatro y media o cinco menos cuarto habría terminado. En cuarenta minutos llegaría en metro sin problemas al lugar donde había quedado con Allison. No podría ir a casa a cambiarse, pero eso no le importaba demasiado. Él siempre estaba correctamente vestido: elegante, pero, al mismo tiempo, desenfadado. No era una costumbre sino su estilo.
—Muy bien, jefe, yo me encargo. Me pondré a preparar la entrevista ahora mismo.
—Perfecto, Harry. Aquí tienes. —Una carpeta con fotos, entrevistas anteriores, artículos sobre Katia y su CD, caen encima de la mesa del joven periodista—. Entra en Internet también y busca información sobre ella. Pero nada de entretenerse con el MSN, ¿eh?
El joven sonríe. ¿Sabría su jefe que en ocasiones, cuando había poco trabajo, hablaba con Allison desde el ordenador de la redacción?
—Me pongo en ello inmediatamente.
Durante casi dos horas, Allison se olvida del mundo y estudia a fondo todo lo relacionado con la cantante. Incluso escucha
e1 disco un par de veces. Los minutos pasan y la entrevista se acerca. También la cita con Allison. A las cuatro menos cuarto ha terminado de preparar la entrevista.
Entra en el despacho de Jaime Suárez, al que entrega el trabajo realizado: personal, pero no íntimo; preguntas sobre música, pero tratadas de una manera diferente; una entrevista muy cuidada, pero con su toque encantador. De todas formas, Harry sabe que eso solo será el cincuenta por ciento de lo que realmente saldrá cuando esté con ella. La mejor entrevista es la que surge de la improvisación cuando dos personas establecen una conversación con tranquilidad. El guión sólo está para dar seguridad por si la mente se queda en blanco. Su jefe termina de inspeccionar el trabajo y sonríe complacido:
—Esto está muy bien. No cabe duda de que serás un gran periodista y que pronto emigrarás de esta pequeña redacción.
El halago de Jaime Suárez produce una gran sonrisa en Harry aunque no puede evitar mirar el reloj con algo de ansiedad.
—Son las cuatro y cuarto; tiene que estar Llegando—señala jefe.
Pero a las cuatro y media Katia no ha llegado. Ni a las cinco menos cuarto. Tampoco a las cinco la joven cantante ha aparecido en la redacción. Harry se muerde las uñas. No puede creerse que aquello le esté pasando. Cada vez más nervioso, mira su reloj cada medio minuto.
Ya es seguro que llegará tarde a su encuentro con Allison. En un intento desesperado entra en el MSN de su ordenador para ver si ella está conectada y poder avisarla de que se va a retrasar. Pero la chica no está.
Tensión. Nervios. Las cinco y cuarto. "¡Mierda, las cinco y media!". Allison ya debe de estar allí esperándole, con su mochila de las Chicas Super Poderosas. "¡La rosa!".
Ni se había acordado en toda la tarde de ella. El día anterior había comprado una docena que regaló a su madre. Nadie se dio cuenta de que, en lugar de doce rosas, había trece. Una de más, para su identificación personal.
"¡Qué clásico!", le había dicho ella. Sí, realmente Harry se consideraba un clásico, pero adaptado a la época en la que vivía. Podía oír tanto a Metallica como a Miley Cyrus, a Laura Pausini como a El Barrio. Leía tanto a Agatha Christie como a Ruiz Zafón, a Pérez Reverte como a Stephen King. Le quedaban tan bien las chaquetas de sport como los pantalones vaqueros rotos. Era un chico preparado para vivir lo que le tocase vivir y en cualquier circunstancia. Tan indefinible como impredecible. En la Facultad siempre se lo decían: lo que hoy en día te hace triunfar es la versatilidad y ser polifacético. Y él lo era.
—¡Ya está aquí! —grita Jaime Suárez desde la puerta del despacho. La chica que trabaja en recepción se lo acaba de comunicar. Acto seguido el jefe corre para recibir a la invitada.
Harry se dirige a la entrada de la redacción. Por la puerta entran conversando amigablemente Jaime Suárez y el representante de la chica, Mauricio Torres, vestido con chaqueta y corbata. Katia solo sonríe, sin decir nada.
—Perdónenos el retraso. Hemos tenido una entrevista en una emisora de radio justo en el otro extremo de la ciudad que ha terminado tardísimo. Apenas hemos comido un sándwich cada uno.
—No se preocupe. Ya sabemos cómo son estas cosas de los medios. Ni siquiera nos habíamos dado cuenta de la hora que era.
Harry, que en estos momentos se ha unido al trío, arquea las cejas, aunque trata de disimular su disgusto.
—Ah, Harry, estás aquí —dice Jaime tomando del brazo a su pupilo—. Este es Harry Styles, el periodista que le va a hacer la entrevista a Katia.
El joven estrecha la mano del representante y luego, algo confuso, da dos besos a la cantante, a la que en un principio también se había propuesto saludar con la mano.
Katia es en persona mucho más guapa que en las fotos que Harry había estado examinando toda la tarde. Emana como una luz de su presencia y su rostro transmite calma. Tiene una sonrisa inmensa y sus ojos no pueden ser más celestes, seguramente gracias a la elección de unas lentillas de ese color. Es pequeñita, de esas personas que suelen ir diciendo que las cosas buenas vienen en frascos pequeños. Lo único que podría desentonar en aquella chica era su pelo de color rosa y, sin embargo, a ella le queda como si fuera el suyo natural. Aunque en sus actuaciones suele vestir con ropa estrafalaria más propia de Punky Brewster que de una cantante de éxito, a la entrevista ha ido con unos jeans muy ajustaditos de color oscuro y una camiseta roja y negra bastante discreta. En sus manos porta una torera vaquera a juego con el pantalón.
—Bueno, chicos, Los dejamos solos para que Se concentren en la entrevista —señala el jefe, invitando al agente a pasar a su despacho para dar más privacidad al trabajo de Harry. Jaime sabe que en el cara a cara a solas, su muchacho gana mucho.
Cuando se quedan solos, Harry invita a la joven a que se siente en un sofá al fondo de la redacción. Él acerca otro y se sitúa enfrente de ella.
—Antes de nada quería pedirte disculpas por el retraso —se anticipa Katia—. Lo siento mucho, de verdad. He visto tu cara cuando tu jefe ha dicho que no importaba. Seguro que tienes algo que hacer...
—No te preocupes, solamente estaba preparando la entrevista —miente Harry.
La chica lo mira a los ojos y esboza una simpática sonrisa.
—Bueno, no insisto más. Comencemos. Cuanto antes empecemos, antes terminaremos.
Harry asiente y pone en marcha la grabadora.
La entrevista resulta tal y como pretendía. Amena, divertida, personal sin llegar a intimar en la vida de Katia. Es incluso algo atrevida. Lo cierto es que aquella joven de veinte años, que aparenta tener dieciséis, durante casi una hora hace olvidar a Harry que tiene la cita que llevaba soñando desde hace dos meses. Una conversación encantadora.
—Pues ya está. Hemos terminado —dice el periodista cerrando la libreta en la que había estado apuntando algunos datos importantes. Luego pulsa el stop de la grabadora y la deja encima de su mesa.
—Ha sido muy agradable —señala ella, levantándose del sillón—. Una cosa, Harry, ¿tienes coche?
Este la mira sorprendido.
—No.
—Vale, entonces dime dónde te llevo.
La cara del chico es de desconcierto absoluto.
—¿A qué te refieres?
—Vamos... No perdamos más tiempo, he venido en mi coche. ¡Corre!Luego vendré por Mauricio.
Katia Agarra de la mano a Harry y ambos salen corriendo de la redacción. Y continúan corriendo por la calle. Paran dos segundos para respirar y siguen corriendo hasta llegar al Audi más peculiar de toda la ciudad. Harry se queda boquiabierto cuando ve aquel coche rosa con la capota negra.
—¡Hace juego con tu pelo! —bromea sonriente.
La chica no dice nada, pero también sonríe.
En el camino, el joven le cuenta la historia por encima, sin entrar en detalles como que Allison y él aún no se han visto. La chica de pelo rosa y ojos celestísimos escucha atentamente y conduce lo más deprisa que puede hasta el lugar en el que Allison y Harry deberían haberse reunido hace más de hora y cuarto.
—¡Espera! ¡Para ahí un momento! —grita él de improviso.
Katia obedece y aparca rápidamente en doble fila. Harry se baja raudo. A los dos minutos regresa con una rosa roja en la mano.
—Un chico clásico —ríe ella. Y sigue conduciendo como alma que lleva el diablo hasta el punto del encuentro.
Por fin llegan.
—Me quedo por aquí. Muchas gracias, Katia —dice bajándose del coche y asomando la cabeza por la ventanilla.
—Es lo menos que podía hacer. Que tengas suerte, Harry.Y si ella no te perdona, yo te hago un justificante.
Y la joven del pelo color rosa, número uno en todas las listas musicales del país, guiña un ojo, aprieta el acelerador y se aleja de allí.
Harry corre hasta el lugar exacto donde dos días antes habían concertado la cita.
Mira a un lado y a otro, alrededor y a lo lejos. Busca entre la gente sentada en los bancos cercanos. Pero Allison no está. Era de esperar...
"Habrá pensado que soy un capullo y que me he echado atrás".
Vistazo al reloj. Tardísimo. Resopla. Vuelve a mirar hacia todas partes. Nada. No hay esperanza.
—Joven... —Una voz delicada, acompañada de una mano en su hombro, sorprende a Harry a su espalda.
El chico se gira para encontrarse ante una anciana con un organillo y un recipiente lleno de barquillos.
—Dígame, señora... —pregunta el periodista algo desconcertado.
—¿Está buscando a alguien, verdad?
—¡Sí! ¿Ha visto usted a una joven morena con una mochila?
—Con esa descripción, a muchas. Esto está lleno de jovencitas... pero una se ha pasado delante de mí más de una hora mirando el reloj. Se metió en aquella cafetería hace un rato —dice la anciana señalando el Starbucks—. Lo que no le puedo garantizar es que continúe allí ahora mismo.
—¡Muchísimas gracias, señora!
Harry corre todo lo veloz que puede, saltándose incluso los semáforos y oyendo algún que otro insulto de algún que otro conductor al cruzar la calle cuando no debía
Entra en el Starbucks como si de un corredor de cien metros lisos se tratase. Tres jóvenes alemanas o inglesas que hacen cola para pedir su bebida se le quedan mirando. Entonces ve la escalera y, subiendo los escalones de dos en dos, llega hasta arriba donde una joven no puede esquivarlo y termina dando con su trasero en el suelo. Harry consigue no pisarla y en su impulso cae de rodillas justo detrás. La rosa resbala de su mano. Al ver aquella mochila de las Chicas Super Poderosas y la mirada de aquella chica comprende que su cita con Allison acaba de comenzar. Él también la mira y sonríe.
—Perdona por el retraso, amor. Encantado. Soy Harry.
Allison tarda en reaccionar. Ante sí está el chico con el que lleva hablando dos meses. Dos meses de bromas, risas, iconos, canciones, juegos, palabras. Muchas palabras. Pero ni siquiera se habían visto nunca. Ni una foto. Nada. Sin embargo, ella estaba convencida de que le gustaba. Y ahora lo tenía de rodillas a su lado. Como en un sueño. Irreal.
Harry se pone de pie y le tiende la mano para ayudarla a levantarse.
Allison lo mira a los ojos. Es realmente guapo. Más tal vez de lo que ella había pensado.
—Deja, ya puedo yo sola —dice con seriedad.
Harry no puede dejar de mirarla ni un segundo. Es muy guapa. Más tal vez de lo que él había pensado.
La chica se levanta como puede, ayudándose con ambas manos. Se coloca la falda y la camiseta en su sitio, se echa el pelo hacia atrás y baja por las escaleras sin decir nada.
—Lo siento —se disculpa Harry, siguiéndola de cerca, tras recoger la rosa del suelo—. Todo ha sido por...
—Shhh, no digas nada —le interrumpe ella dándose la vuelta y mirándole con una sonrisa—. Has venido; tarde, pero has venido: eso es lo que cuenta.
El joven periodista no aparta la mirada de la suya. Tiene ganas de besarla.
—Eso es para mí, ¿no? —pregunta ella señalando la rosa que
Harry lleva en la mano.
Él asiente sin hablar y se la da. Harry inspira el aroma de la flor y cierra los ojos. Cuando los vuelve a abrir, sonríe y le coge la mano. Él, sorprendido, la aprieta suavemente y también sonríe. Y así, cogidos de la mano, salen de la cafetería.
Ya es noche cerrada. Caminan por la ciudad unidos, enlazados, como una pareja. A la luz de las farolas, con el brillo de la luna en una noche despejada y con el mido de los coches y de las motos de fondo. Los ruidos de la noche no impiden que ellos se sientan solos. Únicos. En perfecta armonía. Como si nada más existiesen Allison y Harry. Harry y Allison. Como si fueran novios de toda la vida.
—Así que has tenido que entrevistar a Katia... —comenta ella, caminando de espaldas unos pasos por delante, sin apartar los ojos de él. Sí. Es realmente guapo.
—Eso es. Es muy simpática.
—Me encanta su canción. —Y la chica comienza a cantar con su suave voz Ilusionas mi corazón. Harry sonríe y tararea en su mente el tema.
—Además, ella ha sido la que me ha traído en coche.
----------------------------------------------------------------------------------------
—Me parece bien, Paco. Dos meses sin salir de tu habitación.
Allison Sabe que ahora es mejor no decir nada. Mañana pedirá perdón, prometerá que no lo volverá a hacer más y sus padres se olvidarán del castigo.
—Y ahora sube a tu cuarto. Y nada de ordenador ni televisión. ¡Ni una luz encendida en cinco minutos!
La chica no dice nada y sube a su habitación haciendo sonar sus botas a cada paso, en cada escalón. Sabe que sus padres tienen razón. Al menos esta vez sí la tienen. Pero tiene que fingir estar enfadada. Sin embargo, por dentro, en su interior, su corazón está dando saltos de felicidad. No puede dejar de pensar en los labios de Harry .
En su boca. En sus caricias. En cómo, abrazados, le acariciaba el pelo y se estremecía. ¿Se estaba enamorando?
Allisonentra en su habitación y se lanza de cabeza a la cama. Coge a su pequeño león de peluche y lo abraza.
—¡Tusi! —grita, achuchando a su compañero de almohada, de sueños, de sueños que ahora empiezan a hacerse realidad.
Allison
acuesta a Tusi a su lado, se da la vuelta, coloca las manos detrás de la nuca y mira al techo de la habitación. Todo está oscuro. Solo una leve luz baña su habitación: la luz de la noche. Qué sensación tan maravillosa tiene dentro... En ese instante, un leve "toc toc" suena en la puerta. Allison
se incorpora y se sienta en la cama. ¡Uff, sus padres otra vez!
—Pase.
La puerta se abre despacio. No son sus padres: una pequeña figura de larga cabellera rubia y un pijamita de Hello Kitty entra y enciende la luz.
—Erica, ¿qué haces despierta?
—Solo quería darte las buenas noches.
Su hermana pequeña se acerca a la cama, la abraza y le da un beso.
—Buenas noches, princesa.
—¿Por qué te gritaban papá y mamá? ¿Has hecho algo malo?
—Pues... —Allison, no sabe qué contestar a su hermana de cinco años—, sí.
—¿Y te han castigado?
—Sí.
—Allison, ¿por qué tienes esa sonrisa todo en el rato en la boca si te han castigado?
Allison suelta una carcajada.
—Cuando seas mayor lo comprenderás. Ahora..., ¡a la cama!
Erica le da otro beso y sale corriendo de la habitación. La niña no entiende muy bien lo que su hermana mayor le acaba de decir, pero piensa que ojalá sus padres la próxima vez que ella se porte mal le pongan el mismo castigo que a Allison. ¡Ella también quiere estar tan feliz como su hermana!
En un lugar apartado de la ciudad, esa noche de un día cualquiera de marzo.
Fin.
Fascinante. Precioso. Encantador.
A Zayn se le agotan los adjetivos para calificar la novela que acaba de terminar de leer: Perdona si te llamo amor. Escondido bajo la tímida luz del flexo de su habitación cierra el libro y regusta el agridulce sabor del final. Por un lado, se siente satisfecho de haber encontrado una historia así. Por otro, le entristece que no haya más páginas. Niki y Alessandro dejan de existir.
En ese momento le viene a la cabeza la chica de la cafetería. A decir verdad, la ha tenido en la cabeza desde que la vio buscando algo en aquella graciosa mochila fucsia de las Chicas Super Poderosas. Es preciosa. Especial. Se ríe al recordar el golpe que se dio contra la mesa. Sus ojos se encontraron bajo la mesa cuando ella se agachaba a recoger el libro. El mismo libro que él estaba leyendo. ¿Sería cosa del destino? Una serendipia. Como en aquella película, Serendipity, en la que el destino marca el camino de John Cusack y Kate Beckinsale.
Zayn se levanta de la cama y va hacia la mesa en la que tiene el ordenador. Lo enciende y rápidamente entra en su MSN en busca de la dirección de la desconocida del Starbucks. Sin embargo, no hay nadie que le haya añadido a su lista de contactos. Mira entonces su correo electrónico. Publicidad y más publicidad, pero ningún e-mail.
¿Qué esperaba? ¿Que le iba a agregar? Tal vez a ella hasta le ha molestado el gesto de cambiar los libros. Quizá esa chica se ha reído de él cuando ha visto lo que había escrito en la última página. Seguramente piense que es un idiota. Un idiota iluso.
Entonces Zayn siente vergüenza de sí mismo, de su acto, de su romanticismo... Pero él es así: no puede evitarlo.
El deseo de desahogarse recorre su cuerpo. Sabe qué es lo que necesita. Se acerca a una funda donde guarda su tesoro más valioso. Lo toma y sale de su habitación. Camina por un estrecho pasillo que finaliza en una escalera. Arriba, en el techo, hay una pequeña trampilla. La abre y sube. La noche es estrellada, despejada, con una luna brillante. La ciudad está muy bonita desde esa pequeña ladera donde vive desde hace unos meses. Alejado, pero al mismo tiempo cerca de todo. Siente una ligera brisa fría que penetra en él haciéndole temblar, pero no le importa: merece la pena.
El joven apoya su espalda contra la pared y coloca sus labios dulcemente sobre la lengüeta de la boquilla. Agarra con delicadeza aquel cuerpo plateado y comienza a hacerlo sonar. Y durante unos minutos Zayn se entrega a su saxofón y a la música.
En una zona más céntrica de la ciudad, aproximadamente a la misma hora en la que Zayn hace sonar su saxo.
Paga al taxista y, con paso firme, entra en su edificio. Sube en ascensor hasta la planta en la que tiene su pequeño apartamento donde, desde hace unas semanas, vive solo. Llega hasta su puerta, abre y entra. Todo lo hace con una sonrisa en la boca. A veces hasta silba feliz aquella canción: Ilusionas mi corazón.
Harry se quita la chaqueta y cuidadosamente la deja en un perchero de la entrada. Está exultante. Todo ha ido perfecto.
Demasiado perfecto quizá. Ella es mejor incluso de lo que había imaginado. Si le gustaba antes, ahora... Su corazón late muy deprisa cuando piensa en esa noche mágica.
Mira su reloj. Es muy tarde y mañana tiene que madrugar. La realidad nos hace despertar de los sueños. ¡Pero no ha sido un sueño! Aquello ha sido real... Allison es real. Ya no es solo la chica invisible que había conquistado un trocito de su corazón: ahora es una persona que pertenece ya a su realidad. Y sabe cómo huele. Sabe cómo siente.Sabe Como Besa.
Esta noche soñará con ella, está seguro.
Antes tiene que dormirse. Debe hacerlo porque, si no, mañana no rendirá en el trabajo. Sí, a las siete se despertará. Busca el móvil para programar la alarma a esa hora. ¿Dónde está? Sí, en la chaqueta. Regresa hasta el perchero y lo encuentra en uno de los bolsillos. Está apagado. Se debió desconectar durante la velada con Allison. Unos segundos después de encenderlo, un pitido anuncia que ha recibido llamadas perdidas. Tres, y las tres de un mismo número. Las tres de un número desconocido.
Mira de nuevo el reloj y considera que es muy tarde para devolver la llamada. Mañana lo hará desde el trabajo.
Lo que no sabe Harry es que la persona que le ha llamado jugará un papel importante en su vida en los próximos días.
Aca esta El Capi *-* Les aviso que voy a publicar menos u.u Pero Bueno....Por lo menos tendran capitulos :) Okya ._. Hasta Mañana Girls :bye:
*It's Me :3
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Me encantoo! espero con ansias el proximo capitulo! :33 besos!
Mimii!
Mimii!
amss_wherever
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Me encanto el cap.Pobre Zayn, piensa que ella piensa que es un idiota.Besos.
sunshine-book
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Waaa!! Seguilaa!! adjgsaj ♥
Lots Of Love ♥
Lots Of Love ♥
Shoffy_DiJoSmi
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Hoy Subo 2 Caps!!! Atentas :3
*It's Me :3
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
*It's Me :3 escribió:Hoy Subo 2 Caps!!! Atentas :3
SIIIIIIIII!!!!!!!! Lo espero ansiosa! Besos.
sunshine-book
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
*It's Me :3 escribió:Hoy Subo 2 Caps!!! Atentas :3
Sii!! Espero ansiosa... :)
Lots Of Love ♥
Shoffy_DiJoSmi
Re: Canciones Para Allison (Harry,Zayn, Niall y Allison/Tu)
Capitulo 5:
A la mañana siguiente, un día cualquiera de marzo
Tres chicas bromean sentadas sobre las mesas de un aula de primero de Bachiller. Ríen sin reparos, gritan y susurran, hablan de mil y un rumores suyos, pero principalmente de otros. Como los cotilleos sobre el chico de la clase de al lado, del que se rumorea que es gay. Parece ser que otros dos se han liado en un baño del instituto. A aquella rubia dicen las malas lenguas que le gusta el de Química. Y la morena de al lado, ¿no tenía antes las tetas más pequeñas? Seguro que son operadas.
La campana suena anunciando que las clases van a comenzar. A primera, Matemáticas.
—¿Y Allison?—pregunta Amber al advertir que su amiga aún no ha llegado.
—Se habrá quedado dormida. No creo que haya pegado ojo anoche. Seguro que no ha parado de...
Maria se calla a tiempo. El profesor de Matemáticas aparece en esos momentos por la puerta. Las tres continúan sentadas sobre las mesas, que ni tan siquiera son sus lugares en clase.
—Buenos días, Sugus. ¿Pueden hacer el favor de sentarse como personas normales? El hombre inventó la silla por algún motivo. Si son tan amables y generosas, cada una a su sitio.
Sugus: ese era el apodo que aquel hombre de cuarenta y muchos años había puesto al cuarteto que ocupaba la esquina izquierda del final de la clase.
—Profe, ¿por qué nos has llamado Sugus? —quiso saber Amber el primer día que oyó su nuevo mote.
—Porque estoy cansado de nombrarlas una por una cada vez que les llamo la atención. Así me ahorro trabajo —señaló aquel hombre sin ningún tipo de emoción.
—Ah, pero ¿por qué precisamente Sugus? ¿Es porque estamos tan buenas como esos caramelos, eh, profe? —intervino Maria, guiñándole un ojo a su maestro.
—Eso que lo decidan Sus novios. Son Sugus porque cada día van vestidas de colorines y a veces me cuesta tragaros. Como me pasa a mí con algunos Sugus.
El resto de la clase rompió a carcajadas mientras las cuatro chicas enrojecieron, aunque también terminaron riendo como los demás y aceptando con humor la nueva denominación de origen de su profesor de Matemáticas.
Amber, Maria y Jossie por fin se bajan de las mesas y ocupan sus asientos. El profesor de Matemáticas está a punto de cerrar la puerta para comenzar la clase cuando a toda velocidad, y por el hueco que aún queda, Allison entra en clase.
—Señorita García, la clase de Educación Física es a cuarta hora —indica inexpresivo aquel hombre—. Ahora toca Matemáticas, ¿recuerda? Con la participación estelar de sus amigas las derivadas.
—Perdona, profe. Un atasco con el coche.
—Espero que le hayan hecho el control de alcoholemia. Ocupe su lugar habitual y respire hondo.
Allison no hace caso a la ironía de su profesor y camina hacia su mesa. La verdad es que se ha quedado dormida y ha perdido el autobús. Su padre la ha tenido que llevar al instituto y en el trayecto apenas han cruzado palabra. Está reciente la bronca de anoche. "Todo a su tiempo", piensa la chica. La cuarta Sugus completa el grupo ante la mirada curiosa de sus amigas. Las tres sostienen una media sonrisa en sus maquilladas bocas. Allison no sabe qué pasa.
—¿Qué? —Se mira el pantalón, pero la cremallera de su vaquero está cerrada—. ¿Por qué me miran así? Jossie toma la palabra.
—Chicas, ¿Ustedes qué opinan? ¿Piensan que lo ha hecho?
—¿Que si he hecho qué? —pregunta Allison sin entender nada.
—Que si te tiraste a tu amigo invisible —suelta Maria.
El chico que está justo delante de Maria gira la cabeza y la mira con cara de asombro. Luego exhibe una sonrisilla.
—¡Mira para adelante! —le ordena la joven, que acompaña su indicación con un gesto de su dedo corazón.
El muchacho obedece y se reanuda la conversación entre las amigas con el ruido de fondo de las explicaciones del profesor de Matemáticas.
—Bueno, ¿qué?, ¿te lo tiraste o no? —insiste Maria, hablando ahora mucho más bajito.
—Noooo —dice Allison en un tono casi inaudible.
—¿Te tiró él? —vuelve a preguntar la más interesada del grupo por esos asuntos
—Creo que no se dice así, Maria —señala Amber.
—Ya salió la profesora de Lengua... ¡Qué más da como se diga! ¿Hubo Cuchi,Cuchi?
—Que noooo... —Allison ya no sabe cómo decirlo.
Jossie observa a su amiga y, al verla tan azorada, trata de cambiar el rumbo de la conversación.
—Déjala ya, Maria. Cariño, ¿lo pasaste bien, verdad?
La protagonista de la mañana asiente mientras sonríe. Y en voz baja les cuenta por encima su cita con Harry.
—¡Qué romántico! —dice entusiasmada Amber tras oír atentamente la historia de Allison.
—Me alegro de que hayas encontrado a alguien así, cariño —añade Jossie.
—¡Y encima tiene buen culo! Las hay con suerte... —interviene Maria—. Bueno, y ahora, ¿qué? ¿Se puede decir que ya son novios? —pregunta mientras le quita el envoltorio a un chupachús y se lo mete en la boca.
El profesor de Matemáticas llama para que salga a la pizarra a Louis, el chico que está justo delante de Maria y con el que antes ha tenido la discusión.
—Pues supongo que lo somos, ¿no? —dice dubitativa Allison.
—Da igual la denominación: es tu chico y ya está. ¿Qué más da la palabra que usés para definirse? —comenta Jossie.
—Claro, lo importante es que lo quierán.qué salgán juntos, qué disfrutén juntos...
—...y qué tengán sexo juntos... —interrumpe Maria a Amber, tras dar una sonora chupada a su caramelo y elevando un poco el tono de voz.
—Shhhhh. —Es el sonido que las otras tres Sugus hacen a la vez después de oír a su amiga.
—¿Qué he dicho? Está claro que estos dos..., ¿o no, Allison?
—Déjala ya, mujer. No la atosigues con eso.
—Lo acabo de conocer, Maria. ¿No te parece un poco pronto?
—Llevas dos meses hablando con él. Llegán, Se Ven, Se Comen a besos... Y el Chico tiene buen culo. ¿Qué más quieres?
—Pues querrá más cosas, Maria. No todo es sexo, sexo, sexo.
—Claro que no, Joss. Pero somos jóvenes y tenemos que disfrutar. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo vamos a hacer?
—Déjala que lo haga cuando ella quiera y esté preparada —dice Amber muy bajito.
Allison respira hondo. A veces, se siente un poco agobiada por la cuestión de su virginidad: es la única virgen del grupo. No es que no le apetezca hacerlo, es que aún no ha encontrado al chico adecuado para su primera vez. Muchas dudas absorben su mente ¿Es demasiado exigente? ¿Está preparada? ¿Podría ser Harry el primero?
—Chicas, dejadlo, ya se verá... —concluye Allison con una mueca divertida, aunque sin dejar a un lado sus pensamientos más íntimos.
—Claro, cariño, tú no tengas prisa... —señala Jossie mirándole a los ojos con una sonrisa.
Y las cuatro Sugus se quedan en silencio por primera vez en lo que va de clase.
Louis no ha conseguido resolver bien el problema que el profesor de Matemáticas le ha puesto en la pizarra y vuelve cabizbajo a su sitio. Cuando llega a su asiento se encuentra la mirada de Maria, que está encantada con su chupachús. Ella se da cuenta de que el joven la observa y le guiña un ojo. Luego se saca el caramelo de la boca y le lanza un beso imaginario. El muchacho sonríe, pero vuelve a ponerse serio cuando Maria repite el gesto con el dedo corazón que le hizo anteriormente. Louis se sienta y mira hacia adelante.
—Bueno, ya que el virtuoso señor Louis no nos ha conseguido resolver este ejercicio, propio de mi sobrino que tiene siete años y medio, probaremos fortuna y le daremos la alternativa al señor Horan. Así que, Niall Horan, suba al escenario e ilústrenos.
Niall no se entera del aviso del profesor. Desde el otro extremo de la clase tiene los ojos puestos en ella. Cuando cree que le mira, rápidamente los aparta y huye de aquellos ojos color miel. Está desesperado. Siente tanto por dentro cuando la ve reír, hablar, caminar, que no sabe ni cómo explicar sus emociones. Nota una punzada en su interior y un nudo en la garganta que a veces no le deja ni respirar.
—Señor Horan,puede dejar de estar en la ídem y acudir al encerado...
El chico ve que su hermana, desde la otra punta del aula, le está haciendo gestos para que espabile y salga a resolver la derivada. Por fin se da cuenta y, como quien despierta de un largo sueño, vuelve a la realidad. Con torpeza, dando algún que otro bandazo, se dirige a la pizarra.
En el camino sigue pensando que no puede continuar así, que tiene que hacer algo. Lleva mucho tiempo tratando de decidirse a romper su silencio y cree que es el momento. Sí, decidido: tiene que decirle a Allison que la quiere, que la ama por encima de todo en este mundo. Tiene que hablar. Su corazón así se lo indica.
Pero el corazón de Niall, ese corazón de adolescente enamorado se hará añicos en cuestión de horas.
Esa misma mañana de ese día de marzo, en la redacción de una revista de música.
Harry ha llegado temprano, como tenía pensado. Quería cuanto antes ponerse a redactar la entrevista que el día anterior había hecho a Katia. Desde las nueve de la mañana lleva oyendo en su grabadora la conversación con la cantante. Incluso grabada, su voz suena bonita. Sí, sin duda Katia tiene algo especial. Puede o no gustar su música, pero es indudable que transmite. Y en persona, mucho más.
—¿Cómo llevas el precio de la fama? ¿Ha cambiado tu vida desde que eres popular?
Harry recuerda que en ese momento Katia hizo una pausa pensado bien la respuesta que iba a dar.
—Sí, ha cambiado —responde rotunda—. He oído a personas que cuando explican algo parecido a lo que a mí me ha ocurrido, cuentan que hacen las mismas cosas, van con las mismas personas que antes, tienen los mismos gustos..., solo que ahora son conocidos. Yo no puedo decir lo mismo. Mi vida ha cambiado completamente. Mis amigos de toda la vida me miran de otra forma. Piensan que porque salgo en la tele o vendo discos soy distinta. Me tratan con un respeto que no debieran. Porque yo soy igual que ellos —guarda silencio, pero no como una invitación a la otra persona a hablar sino para reflexionar sobre lo que está diciendo; finalmente continúa —: y ligo menos que antes —suelta de repente con una gran sonrisa.
—¿Ligas menos?
—Sí, mucho menos. La popularidad infunde respeto. Y no me gusta, porque no soy ningún referente para nadie, no lo merezco. Fumo, de vez en cuando bebo, no escribo mis canciones... Sin embargo, me he convertido en una especie de icono pop. Creen que no he roto un plato en mi vida. Y lo cierto es que llevo unas cuantas vajillas destrozadas...
Harry admira la sinceridad de su acompañante. En su corta experiencia como periodista está acostumbrado a que la gente acuda a los tópicos de siempre para solventar una entrevista: la típica promoción para vender discos. Katia no es así, no huye de la verdad ni dice lo políticamente correcto. Tampoco la ve como una de esas personas que dicen ser sinceras porque dicen lo que piensan. Lo que uno piensa no tiene por qué ser la realidad ni tiene por qué ser sincero. Definitivamente, ella es distinta a las demás.
—Y a ti, ¿te ha cambiado la vida? —pregunta Katia. Recuerda bien esta parte de la conversación. Se sorprendió mucho tras ser él mismo el preguntado. Pese a que Harry llevaba las entrevistas al terreno del diálogo, no al típico pregunta-respuesta, no entraba en el guión que Katia quisiera saber sobre él.
—Pues sí, me ha cambiado.
—¿Desde que eres periodista?
—Sí —afirma el joven—. Me he mudado hace poco, dependo de mí mismo y tengo algo de dinero en mi bolsillo, aunque ahora soy yo el que lo gana. Pero sobre todo he cambiado personalmente. Ser periodista es mi vocación, y me siento realizado al haber llegado a la meta. Me siento bien.
Recuerda que en ese instante sus ojos Verdes se encontraron con los ojos celestes de Katia y por un momento sintió rubor, pero al mismo tiempo confianza. La burbuja imaginaria de la que tanto se habla se había roto: la separación entre ambos no era la suficiente. Pero no le importaba demasiado, y tampoco a ella parecía importarle.
En la grabadora no se oye nada. Es un instante de silencio mutuo. Dicen que si se puede estar en silencio junto a una persona sin sentirse incómodo es que realmente existe química entre ambos. Eso es lo que parecía pasarles a Harry y Katia.
Harry pulsa el stop de la grabadora. Piensa ahora en Allison. ¿Existía esa química también entre ellos? Eso parecía. La noche anterior había sido como un sueño. Todo como en una película de Julia Roberts o de Hugh Grant. Seguramente, si hicieran la película de su cita de anoche, de los últimos dos meses, el resultado sería una comedia romántica. El tropiezo, la rosa por el suelo, la fuente, el desfile..., el beso. El primer beso. Posiblemente, ahí el director gritaría "corten". Posiblemente, la película de Allison y Harry terminaría con el primer roce de sus labios y una música romántica de fondo con cierto toque pop, como Ilusionas mi corazón. De pronto siente unas ganas enormes de verla. —Baja de tu nube, Harry. El joven periodista no se ha percatado de la llegada de su jefe.
—Estoy en plena tierra firme, con los pies siempre en el suelo —señala el chico, dando un par de golpes en el suelo, zapateando con ambos pies—. ¿Qué desea?
—Pues hay novedades. Tengo dos noticias para ti: una buena y una mala. "Un poco peliculero", piensa Harry.
—Empecemos por la buena, entonces.
—Te doy la tarde libre.
—¡Vaya, sí que está generoso...! ¡Gracias! ¿Y la mala?
—Te necesito esta noche. Harry frunce el ceño extrañado.
—¿Para?
—Ha llamado el representante de Katia. Ayer al final no hicimos las fotos para la revista. No sé dónde fuiste ni quiero saberlo, pero dejamos el trabajo por la mitad.
—¿Y qué tengo yo que ver con las fotos? Ya se encarga de eso Héctor.
—Sí, él, como siempre, hará las fotos. Pero quieren que tú estés presente.
—¿Héctor quiere que yo esté presente?
—Héctor ha aceptado, aunque no de muy buena gana. La que quiere que estés presente es Katia.
Una noticia inesperada. Ella quería que estuviese en la sesión de fotos: ¿para qué?
—Bueno. Pero ¿tiene que ser de noche?
—Sí. Héctor ya tenía la idea pensada así y no le voy a hacer cambiar sus planes de trabajo. Ellos han aceptado, así Que Los veo esta noche.
En ese momento el móvil de Harry suena. Ve el número en la pantalla, que es el mismo del que tenía ayer tres llamadas perdidas. Pide permiso para cogerlo a su jefe, que asiente y se retira a su despacho. A continuación, descuelga.
—¿Sí...? —contesta el joven.
—Hola, Harry. Soy yo. Harry enseguida reconoce aquella voz.
—¿Katia?
—Sí, veo que me recuerdas.
"Es complicado olvidarte cuando llevo toda la mañana oyéndote en la grabadora", piensa.
—Claro, no hace ni 24 horas que nos vimos. Mi memoria ya empieza a flojear, pero no llega a tanto. ¿Cómo tienes mi móvil?
—Llamé ayer a la redacción de tu revista y me lo dieron.
—Veo que es sencillo conseguir mi teléfono particular.
—No te creas, tuve que usar todas mis dotes. Hasta le canté a la chica que me atendió para que me creyera cuando le dije que era Katia...
—Y te creyó.
—Sí —afirmó sin mucho entusiasmo para luego hacer una de esas pausas a las que Ángel se estaba empezando a acostumbrar—. Te llamé ayer... —dijo unos segundos más tarde.
—Discúlpame. Cuando vi tus perdidas era ya muy tarde y no quise molestar.
—No me habrías molestado.
—No sabía que eras tú...
—Es natural, no tenías mi número. Tenía que habértelo dado ayer antes de despedirnos... —otro silencio, este más breve que el anterior—. Te llamé para preguntarte si habías tenido suerte con tu chica.
La razón era esa. ¿Simple curiosidad? ¿Cortesía?
—Pues sí. Al final no me hizo falta ninguna justificación.
Pero muchas gracias por llevarme: sin ti no hubiese llegado a tiempo.
—En realidad, si llegaste tan tarde fue por mi culpa. Me alegro de que todo saliese bien.
—Gracias.
—No solo te llamé para eso —continuó—. Te quería pedir también que vinieses a la sesión de fotos, aunque imagino que tu jefe ya te ha informado.
—Sí, me lo acaba de comunicar. No entiendo muy bien qué puedo pintar yo allí, pero iré.
—Ahora la que te da las gracias soy yo. Es muy sencillo: posiblemente, la de ayer haya sido la mejor entrevista que me han hecho en estos meses. Fue muy agradable. Quisiera que dieras tu punto de vista en las fotos.
¿"La mejor entrevista en estos meses"? Sí que era indudable que había cierta química entre los dos. La conversación fue más una charla de amigos que una entrevista. Harry sigue sin entender muy bien qué pintaría él en una sesión fotográfica y qué podría aportar, pero no dice nada en contra de la idea de Katia.
—Si tú crees que puedo ayudar, allí estaré.
—Gracias, Harry.Estoy convencida de que contigo todo será más sencillo. No me gustan mucho este tipo de cosas porque me veo ridícula posando. Así me sentiré más cómoda.
—Nos vemos entonces esta noche, Katia.
—Perfecto. Un beso, Harry. Hasta esta noche.
La cantante es la primera en colgar. Mientras, Harry continúa con el móvil en la mano. Está pensativo. Aquella chica es realmente agradable y se siente muy cómodo con ella. Sin embargo, él ya tiene chica. Y le entusiasma. Le apetece mucho estar con Allison. Le encantaría besarla ahora mismo. Suspira. No puede dejar de pensar en ella. Y de repente, algo le viene a la mente. Llama a Información y solicita un número. Lo
anota en un post-it amarillo y da las gracias a la operadora. Cuelga y enseguida marca el número que le acaban de facilitar. Tras dos bips, una mujer responde. La conversación dura cinco minutos escasos.
Satisfecho, pero necesita algo más. Entra en el despacho de Jaime Suárez.
—Jefe, ¿puedo pedirle un favor?
—Sí, claro, dime, Harry.
—Como tengo la sesión de fotos esta noche y no tengo jornada de tarde, ¿le importa que me vaya a la una? No hay demasiado trabajo.
—Claro, sin ningún problema.
—Gracias, jefe.
El joven periodista cierra la puerta del despacho de su jefe y, sonriente, se dirige a su mesa a continuar con el reportaje de la cantante del pelo de color rosa.
A la mañana siguiente, un día cualquiera de marzo
Tres chicas bromean sentadas sobre las mesas de un aula de primero de Bachiller. Ríen sin reparos, gritan y susurran, hablan de mil y un rumores suyos, pero principalmente de otros. Como los cotilleos sobre el chico de la clase de al lado, del que se rumorea que es gay. Parece ser que otros dos se han liado en un baño del instituto. A aquella rubia dicen las malas lenguas que le gusta el de Química. Y la morena de al lado, ¿no tenía antes las tetas más pequeñas? Seguro que son operadas.
La campana suena anunciando que las clases van a comenzar. A primera, Matemáticas.
—¿Y Allison?—pregunta Amber al advertir que su amiga aún no ha llegado.
—Se habrá quedado dormida. No creo que haya pegado ojo anoche. Seguro que no ha parado de...
Maria se calla a tiempo. El profesor de Matemáticas aparece en esos momentos por la puerta. Las tres continúan sentadas sobre las mesas, que ni tan siquiera son sus lugares en clase.
—Buenos días, Sugus. ¿Pueden hacer el favor de sentarse como personas normales? El hombre inventó la silla por algún motivo. Si son tan amables y generosas, cada una a su sitio.
Sugus: ese era el apodo que aquel hombre de cuarenta y muchos años había puesto al cuarteto que ocupaba la esquina izquierda del final de la clase.
—Profe, ¿por qué nos has llamado Sugus? —quiso saber Amber el primer día que oyó su nuevo mote.
—Porque estoy cansado de nombrarlas una por una cada vez que les llamo la atención. Así me ahorro trabajo —señaló aquel hombre sin ningún tipo de emoción.
—Ah, pero ¿por qué precisamente Sugus? ¿Es porque estamos tan buenas como esos caramelos, eh, profe? —intervino Maria, guiñándole un ojo a su maestro.
—Eso que lo decidan Sus novios. Son Sugus porque cada día van vestidas de colorines y a veces me cuesta tragaros. Como me pasa a mí con algunos Sugus.
El resto de la clase rompió a carcajadas mientras las cuatro chicas enrojecieron, aunque también terminaron riendo como los demás y aceptando con humor la nueva denominación de origen de su profesor de Matemáticas.
Amber, Maria y Jossie por fin se bajan de las mesas y ocupan sus asientos. El profesor de Matemáticas está a punto de cerrar la puerta para comenzar la clase cuando a toda velocidad, y por el hueco que aún queda, Allison entra en clase.
—Señorita García, la clase de Educación Física es a cuarta hora —indica inexpresivo aquel hombre—. Ahora toca Matemáticas, ¿recuerda? Con la participación estelar de sus amigas las derivadas.
—Perdona, profe. Un atasco con el coche.
—Espero que le hayan hecho el control de alcoholemia. Ocupe su lugar habitual y respire hondo.
Allison no hace caso a la ironía de su profesor y camina hacia su mesa. La verdad es que se ha quedado dormida y ha perdido el autobús. Su padre la ha tenido que llevar al instituto y en el trayecto apenas han cruzado palabra. Está reciente la bronca de anoche. "Todo a su tiempo", piensa la chica. La cuarta Sugus completa el grupo ante la mirada curiosa de sus amigas. Las tres sostienen una media sonrisa en sus maquilladas bocas. Allison no sabe qué pasa.
—¿Qué? —Se mira el pantalón, pero la cremallera de su vaquero está cerrada—. ¿Por qué me miran así? Jossie toma la palabra.
—Chicas, ¿Ustedes qué opinan? ¿Piensan que lo ha hecho?
—¿Que si he hecho qué? —pregunta Allison sin entender nada.
—Que si te tiraste a tu amigo invisible —suelta Maria.
El chico que está justo delante de Maria gira la cabeza y la mira con cara de asombro. Luego exhibe una sonrisilla.
—¡Mira para adelante! —le ordena la joven, que acompaña su indicación con un gesto de su dedo corazón.
El muchacho obedece y se reanuda la conversación entre las amigas con el ruido de fondo de las explicaciones del profesor de Matemáticas.
—Bueno, ¿qué?, ¿te lo tiraste o no? —insiste Maria, hablando ahora mucho más bajito.
—Noooo —dice Allison en un tono casi inaudible.
—¿Te tiró él? —vuelve a preguntar la más interesada del grupo por esos asuntos
—Creo que no se dice así, Maria —señala Amber.
—Ya salió la profesora de Lengua... ¡Qué más da como se diga! ¿Hubo Cuchi,Cuchi?
—Que noooo... —Allison ya no sabe cómo decirlo.
Jossie observa a su amiga y, al verla tan azorada, trata de cambiar el rumbo de la conversación.
—Déjala ya, Maria. Cariño, ¿lo pasaste bien, verdad?
La protagonista de la mañana asiente mientras sonríe. Y en voz baja les cuenta por encima su cita con Harry.
—¡Qué romántico! —dice entusiasmada Amber tras oír atentamente la historia de Allison.
—Me alegro de que hayas encontrado a alguien así, cariño —añade Jossie.
—¡Y encima tiene buen culo! Las hay con suerte... —interviene Maria—. Bueno, y ahora, ¿qué? ¿Se puede decir que ya son novios? —pregunta mientras le quita el envoltorio a un chupachús y se lo mete en la boca.
El profesor de Matemáticas llama para que salga a la pizarra a Louis, el chico que está justo delante de Maria y con el que antes ha tenido la discusión.
—Pues supongo que lo somos, ¿no? —dice dubitativa Allison.
—Da igual la denominación: es tu chico y ya está. ¿Qué más da la palabra que usés para definirse? —comenta Jossie.
—Claro, lo importante es que lo quierán.qué salgán juntos, qué disfrutén juntos...
—...y qué tengán sexo juntos... —interrumpe Maria a Amber, tras dar una sonora chupada a su caramelo y elevando un poco el tono de voz.
—Shhhhh. —Es el sonido que las otras tres Sugus hacen a la vez después de oír a su amiga.
—¿Qué he dicho? Está claro que estos dos..., ¿o no, Allison?
—Déjala ya, mujer. No la atosigues con eso.
—Lo acabo de conocer, Maria. ¿No te parece un poco pronto?
—Llevas dos meses hablando con él. Llegán, Se Ven, Se Comen a besos... Y el Chico tiene buen culo. ¿Qué más quieres?
—Pues querrá más cosas, Maria. No todo es sexo, sexo, sexo.
—Claro que no, Joss. Pero somos jóvenes y tenemos que disfrutar. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo vamos a hacer?
—Déjala que lo haga cuando ella quiera y esté preparada —dice Amber muy bajito.
Allison respira hondo. A veces, se siente un poco agobiada por la cuestión de su virginidad: es la única virgen del grupo. No es que no le apetezca hacerlo, es que aún no ha encontrado al chico adecuado para su primera vez. Muchas dudas absorben su mente ¿Es demasiado exigente? ¿Está preparada? ¿Podría ser Harry el primero?
—Chicas, dejadlo, ya se verá... —concluye Allison con una mueca divertida, aunque sin dejar a un lado sus pensamientos más íntimos.
—Claro, cariño, tú no tengas prisa... —señala Jossie mirándole a los ojos con una sonrisa.
Y las cuatro Sugus se quedan en silencio por primera vez en lo que va de clase.
Louis no ha conseguido resolver bien el problema que el profesor de Matemáticas le ha puesto en la pizarra y vuelve cabizbajo a su sitio. Cuando llega a su asiento se encuentra la mirada de Maria, que está encantada con su chupachús. Ella se da cuenta de que el joven la observa y le guiña un ojo. Luego se saca el caramelo de la boca y le lanza un beso imaginario. El muchacho sonríe, pero vuelve a ponerse serio cuando Maria repite el gesto con el dedo corazón que le hizo anteriormente. Louis se sienta y mira hacia adelante.
—Bueno, ya que el virtuoso señor Louis no nos ha conseguido resolver este ejercicio, propio de mi sobrino que tiene siete años y medio, probaremos fortuna y le daremos la alternativa al señor Horan. Así que, Niall Horan, suba al escenario e ilústrenos.
Niall no se entera del aviso del profesor. Desde el otro extremo de la clase tiene los ojos puestos en ella. Cuando cree que le mira, rápidamente los aparta y huye de aquellos ojos color miel. Está desesperado. Siente tanto por dentro cuando la ve reír, hablar, caminar, que no sabe ni cómo explicar sus emociones. Nota una punzada en su interior y un nudo en la garganta que a veces no le deja ni respirar.
—Señor Horan,puede dejar de estar en la ídem y acudir al encerado...
El chico ve que su hermana, desde la otra punta del aula, le está haciendo gestos para que espabile y salga a resolver la derivada. Por fin se da cuenta y, como quien despierta de un largo sueño, vuelve a la realidad. Con torpeza, dando algún que otro bandazo, se dirige a la pizarra.
En el camino sigue pensando que no puede continuar así, que tiene que hacer algo. Lleva mucho tiempo tratando de decidirse a romper su silencio y cree que es el momento. Sí, decidido: tiene que decirle a Allison que la quiere, que la ama por encima de todo en este mundo. Tiene que hablar. Su corazón así se lo indica.
Pero el corazón de Niall, ese corazón de adolescente enamorado se hará añicos en cuestión de horas.
Esa misma mañana de ese día de marzo, en la redacción de una revista de música.
Harry ha llegado temprano, como tenía pensado. Quería cuanto antes ponerse a redactar la entrevista que el día anterior había hecho a Katia. Desde las nueve de la mañana lleva oyendo en su grabadora la conversación con la cantante. Incluso grabada, su voz suena bonita. Sí, sin duda Katia tiene algo especial. Puede o no gustar su música, pero es indudable que transmite. Y en persona, mucho más.
—¿Cómo llevas el precio de la fama? ¿Ha cambiado tu vida desde que eres popular?
Harry recuerda que en ese momento Katia hizo una pausa pensado bien la respuesta que iba a dar.
—Sí, ha cambiado —responde rotunda—. He oído a personas que cuando explican algo parecido a lo que a mí me ha ocurrido, cuentan que hacen las mismas cosas, van con las mismas personas que antes, tienen los mismos gustos..., solo que ahora son conocidos. Yo no puedo decir lo mismo. Mi vida ha cambiado completamente. Mis amigos de toda la vida me miran de otra forma. Piensan que porque salgo en la tele o vendo discos soy distinta. Me tratan con un respeto que no debieran. Porque yo soy igual que ellos —guarda silencio, pero no como una invitación a la otra persona a hablar sino para reflexionar sobre lo que está diciendo; finalmente continúa —: y ligo menos que antes —suelta de repente con una gran sonrisa.
—¿Ligas menos?
—Sí, mucho menos. La popularidad infunde respeto. Y no me gusta, porque no soy ningún referente para nadie, no lo merezco. Fumo, de vez en cuando bebo, no escribo mis canciones... Sin embargo, me he convertido en una especie de icono pop. Creen que no he roto un plato en mi vida. Y lo cierto es que llevo unas cuantas vajillas destrozadas...
Harry admira la sinceridad de su acompañante. En su corta experiencia como periodista está acostumbrado a que la gente acuda a los tópicos de siempre para solventar una entrevista: la típica promoción para vender discos. Katia no es así, no huye de la verdad ni dice lo políticamente correcto. Tampoco la ve como una de esas personas que dicen ser sinceras porque dicen lo que piensan. Lo que uno piensa no tiene por qué ser la realidad ni tiene por qué ser sincero. Definitivamente, ella es distinta a las demás.
—Y a ti, ¿te ha cambiado la vida? —pregunta Katia. Recuerda bien esta parte de la conversación. Se sorprendió mucho tras ser él mismo el preguntado. Pese a que Harry llevaba las entrevistas al terreno del diálogo, no al típico pregunta-respuesta, no entraba en el guión que Katia quisiera saber sobre él.
—Pues sí, me ha cambiado.
—¿Desde que eres periodista?
—Sí —afirma el joven—. Me he mudado hace poco, dependo de mí mismo y tengo algo de dinero en mi bolsillo, aunque ahora soy yo el que lo gana. Pero sobre todo he cambiado personalmente. Ser periodista es mi vocación, y me siento realizado al haber llegado a la meta. Me siento bien.
Recuerda que en ese instante sus ojos Verdes se encontraron con los ojos celestes de Katia y por un momento sintió rubor, pero al mismo tiempo confianza. La burbuja imaginaria de la que tanto se habla se había roto: la separación entre ambos no era la suficiente. Pero no le importaba demasiado, y tampoco a ella parecía importarle.
En la grabadora no se oye nada. Es un instante de silencio mutuo. Dicen que si se puede estar en silencio junto a una persona sin sentirse incómodo es que realmente existe química entre ambos. Eso es lo que parecía pasarles a Harry y Katia.
Harry pulsa el stop de la grabadora. Piensa ahora en Allison. ¿Existía esa química también entre ellos? Eso parecía. La noche anterior había sido como un sueño. Todo como en una película de Julia Roberts o de Hugh Grant. Seguramente, si hicieran la película de su cita de anoche, de los últimos dos meses, el resultado sería una comedia romántica. El tropiezo, la rosa por el suelo, la fuente, el desfile..., el beso. El primer beso. Posiblemente, ahí el director gritaría "corten". Posiblemente, la película de Allison y Harry terminaría con el primer roce de sus labios y una música romántica de fondo con cierto toque pop, como Ilusionas mi corazón. De pronto siente unas ganas enormes de verla. —Baja de tu nube, Harry. El joven periodista no se ha percatado de la llegada de su jefe.
—Estoy en plena tierra firme, con los pies siempre en el suelo —señala el chico, dando un par de golpes en el suelo, zapateando con ambos pies—. ¿Qué desea?
—Pues hay novedades. Tengo dos noticias para ti: una buena y una mala. "Un poco peliculero", piensa Harry.
—Empecemos por la buena, entonces.
—Te doy la tarde libre.
—¡Vaya, sí que está generoso...! ¡Gracias! ¿Y la mala?
—Te necesito esta noche. Harry frunce el ceño extrañado.
—¿Para?
—Ha llamado el representante de Katia. Ayer al final no hicimos las fotos para la revista. No sé dónde fuiste ni quiero saberlo, pero dejamos el trabajo por la mitad.
—¿Y qué tengo yo que ver con las fotos? Ya se encarga de eso Héctor.
—Sí, él, como siempre, hará las fotos. Pero quieren que tú estés presente.
—¿Héctor quiere que yo esté presente?
—Héctor ha aceptado, aunque no de muy buena gana. La que quiere que estés presente es Katia.
Una noticia inesperada. Ella quería que estuviese en la sesión de fotos: ¿para qué?
—Bueno. Pero ¿tiene que ser de noche?
—Sí. Héctor ya tenía la idea pensada así y no le voy a hacer cambiar sus planes de trabajo. Ellos han aceptado, así Que Los veo esta noche.
En ese momento el móvil de Harry suena. Ve el número en la pantalla, que es el mismo del que tenía ayer tres llamadas perdidas. Pide permiso para cogerlo a su jefe, que asiente y se retira a su despacho. A continuación, descuelga.
—¿Sí...? —contesta el joven.
—Hola, Harry. Soy yo. Harry enseguida reconoce aquella voz.
—¿Katia?
—Sí, veo que me recuerdas.
"Es complicado olvidarte cuando llevo toda la mañana oyéndote en la grabadora", piensa.
—Claro, no hace ni 24 horas que nos vimos. Mi memoria ya empieza a flojear, pero no llega a tanto. ¿Cómo tienes mi móvil?
—Llamé ayer a la redacción de tu revista y me lo dieron.
—Veo que es sencillo conseguir mi teléfono particular.
—No te creas, tuve que usar todas mis dotes. Hasta le canté a la chica que me atendió para que me creyera cuando le dije que era Katia...
—Y te creyó.
—Sí —afirmó sin mucho entusiasmo para luego hacer una de esas pausas a las que Ángel se estaba empezando a acostumbrar—. Te llamé ayer... —dijo unos segundos más tarde.
—Discúlpame. Cuando vi tus perdidas era ya muy tarde y no quise molestar.
—No me habrías molestado.
—No sabía que eras tú...
—Es natural, no tenías mi número. Tenía que habértelo dado ayer antes de despedirnos... —otro silencio, este más breve que el anterior—. Te llamé para preguntarte si habías tenido suerte con tu chica.
La razón era esa. ¿Simple curiosidad? ¿Cortesía?
—Pues sí. Al final no me hizo falta ninguna justificación.
Pero muchas gracias por llevarme: sin ti no hubiese llegado a tiempo.
—En realidad, si llegaste tan tarde fue por mi culpa. Me alegro de que todo saliese bien.
—Gracias.
—No solo te llamé para eso —continuó—. Te quería pedir también que vinieses a la sesión de fotos, aunque imagino que tu jefe ya te ha informado.
—Sí, me lo acaba de comunicar. No entiendo muy bien qué puedo pintar yo allí, pero iré.
—Ahora la que te da las gracias soy yo. Es muy sencillo: posiblemente, la de ayer haya sido la mejor entrevista que me han hecho en estos meses. Fue muy agradable. Quisiera que dieras tu punto de vista en las fotos.
¿"La mejor entrevista en estos meses"? Sí que era indudable que había cierta química entre los dos. La conversación fue más una charla de amigos que una entrevista. Harry sigue sin entender muy bien qué pintaría él en una sesión fotográfica y qué podría aportar, pero no dice nada en contra de la idea de Katia.
—Si tú crees que puedo ayudar, allí estaré.
—Gracias, Harry.Estoy convencida de que contigo todo será más sencillo. No me gustan mucho este tipo de cosas porque me veo ridícula posando. Así me sentiré más cómoda.
—Nos vemos entonces esta noche, Katia.
—Perfecto. Un beso, Harry. Hasta esta noche.
La cantante es la primera en colgar. Mientras, Harry continúa con el móvil en la mano. Está pensativo. Aquella chica es realmente agradable y se siente muy cómodo con ella. Sin embargo, él ya tiene chica. Y le entusiasma. Le apetece mucho estar con Allison. Le encantaría besarla ahora mismo. Suspira. No puede dejar de pensar en ella. Y de repente, algo le viene a la mente. Llama a Información y solicita un número. Lo
anota en un post-it amarillo y da las gracias a la operadora. Cuelga y enseguida marca el número que le acaban de facilitar. Tras dos bips, una mujer responde. La conversación dura cinco minutos escasos.
Satisfecho, pero necesita algo más. Entra en el despacho de Jaime Suárez.
—Jefe, ¿puedo pedirle un favor?
—Sí, claro, dime, Harry.
—Como tengo la sesión de fotos esta noche y no tengo jornada de tarde, ¿le importa que me vaya a la una? No hay demasiado trabajo.
—Claro, sin ningún problema.
—Gracias, jefe.
El joven periodista cierra la puerta del despacho de su jefe y, sonriente, se dirige a su mesa a continuar con el reportaje de la cantante del pelo de color rosa.
*It's Me :3
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