Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 13 de 35. • Comparte
Página 13 de 35. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14 ... 24 ... 35
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
por que no has subido :affraid:
he estado todo el dia pensando como sigue tu nove
la necesito por favor
sube cap
he estado todo el dia pensando como sigue tu nove
la necesito por favor
sube cap
Paulinna:D
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Junto a la antigua cama con dosel había una vela encendida que proyectaba sombras extrañas sobre la pared. Las cortinas doradas y marrones estaban sujetas a los postes; sólo unos diáfanos visillos de color crema protegían el lecho. A través de ellos, veía a Hunter agitándose entre las sábanas rojizas, como si estuviese en mitad de la misma pesadilla de la que ella había sido testigo.
Con el corazón atronándole los oídos, corrió hacia la cama.
Nicholas se despertó en el mismo instante que sintió la mano de Alice, tibia y suave, sobre el pecho. Abrió los ojos y la encontró sentada a su lado, con los ojos oscurecidos por el horror y examinándolo con el ceño fruncido.
Él también frunció el ceño al sentir cómo le acariciaba el pecho, como si no pudiese verle y se encontrara perdida en una especie de trance. Esperó en silencio, tumbado, asombrado por su presencia.
Alice apartó la sábana de seda que lo cubría y tocó la cicatriz que tenía en el vientre, justo al lado del ombligo.
–Te clavó la daga aquí –susurró, acariciando la delgada cicatriz. Al instante lo cogió de las muñecas y siguió las líneas blanquecinas que las cruzaban–. Aquí te hundieron los clavos. –Sujetando las manos, le pasó el pulgar sobre las uñas–. Te arrancaron las uñas.
Alargando el brazo, le acarició la mejilla con la palma de la mano. En sus ojos se leían miles de emociones y a
Nicholas esas profundidades de azul cristalino le estaban robando el aliento. Ninguna mujer lo había mirado así jamás.
–Mi pobre Hunter –murmuró. Las lágrimas le bañaban las mejillas y, antes de saber lo que estaba haciendo, apartó la sábana por completo, dejando a Nicholas desnudo, sometido a su escrutinio.
Su miembro respondió al instante, endureciéndose y palpitando ante la preocupación que ella demostraba. Alice le tocó el muslo donde Valerius lo había marcado con el hierro candente.
–¡Dios mío! –jadeó mientras sus dedos trazaban la piel rugosa–. Era real. Te lo hicieron de verdad… –lo miró con los ojos bañados de lágrimas–. Te vi. Te sentí.
Nicholas la miró frunciendo aún más el ceño. ¿Cómo era posible? Había estado soñando con su ejecución hasta que ella lo despertó. ¿Se habrían fusionado los poderes de ambos de modo que, de forma inconsciente, sus mentes se unieran mientras dormían?
Era una idea aterradora. Si resultaba ser cierto, la única explicación posible era que estaban unidos a un nivel mucho más profundo, más allá del mero plano físico.
Y eso significaba que…
No pudo terminar el razonamiento. No existía esa otra persona a la que llamaban «la otra mitad del alma», especialmente si uno no tenía alma. No era posible.
Alice se sentía embargada por un profundo dolor mientras observaba al hombre que tenía delante. ¿Cómo podía haber sobrevivido a una tortura y a una traición semejantes? Y había cargado con ese fardo durante siglos. Solo. Siempre solo. Sin nada que aliviara su dolor ni su desdicha.
Sin esperanza.
–Tanto dolor –susurró Alice.
Deseaba con toda su alma la cabeza de Miley en una bandeja por lo que le había hecho. Pero so-bre todo, deseaba reconfortarlo. Quería aliviar el tormento que habitaba en su corazón. Borrar el dolor de su pasado. Quería darle esperanza. Quería devolverle su sueño: una mujer y unos hijos que lo amaran.
Y que Dios se apiadara de ella, porque deseaba ser esa mujer.
Antes de poder detenerse, se inclinó y atrapó sus labios. Él gimió ante el contacto y le rodeó la cara con las manos para devolverle el beso.
Alice lo saboreó como jamás lo había hecho con ningún hombre. Podía sentir cómo Hunter le llegaba al alma mientras sus lenguas se rozaban. Nunca había sido audaz en la cama, pero es que nunca había deseado a un hombre como ahora lo deseaba a él.
Con todo su ser.
Enterró los labios en el hueco de su hombro y los ojos se le llenaron de lágrimas de nuevo al encontrar el lugar donde Valerius le había clavado el anillo, haciéndolo sangrar y dejándole otra cicatriz.
Tanto coraje. Tanto amor.
Ella daría cualquier cosa por encontrar a un hombre que la amara como él había amado a su esposa. Pero no a cualquier hombre. Sus deseos iban más allá; quería que Hunter la amara. Quería su corazón. Quería a este hombre que sabía lo que significaba el amor, que entendía lo que era un compromiso y que era capaz de mostrar compasión.
Y estuviese dispuesto a admitirlo o no, él la necesitaba a ella.
Ningún hombre debería vagar solo eternamente. Ninguno debería soportar las heridas que él había soportado; no cuando su único crimen había sido amar a alguien más que a sí mismo.
Su aliento se mezcló con el de Hunter mientras se tumbaba sobre él, a horcajadas sobre su cintura.
Él gruñó al darse cuenta de que no llevaba nada bajo la camiseta. Sentía la piel caliente y húmeda de los muslos de Alice mientras se deslizaba sobre su vientre desnudo, encendiendo una hoguera en su interior que lo aterrorizaba.
Apártala.
No podía. Esa noche no. No con la pesadilla aún tan fresca en su memoria. Estuviese bien o no, necesitaba consuelo. Quería volver a sentirse amado. Quería sentir la suavidad de unas manos femeninas sobre su cuerpo. Deseaba que el aroma de Alice quedase impregnado sobre su piel.
No pudo evitar dar un respingo cuando Alice tomó su miembro con la mano.
–Por todos los dioses –balbució sin aliento. Nadie lo había tocado de ese modo en dos mil años.
Todo su cuerpo empezó a temblar de deseo mientras ella acariciaba su ardiente y rígida verga.
Hoy sería suya. Ya no había modo de apartarse de ella.
El movimiento de la mano de Alice, que aferraba su miembro con delicadeza deslizándose arriba y abajo, desde la punta hasta la base, le erizaba la piel y hacía que le resultase muy difícil respirar. Sus dedos le rozaron los testículos, endureciéndolo tanto que pensó que estallaría allí mismo.
Mientras tanto, él recorría el cuerpo femenino con las manos, disfrutando de cada curva y cada hueco.
Disfrutando del tacto suave de su piel bajo la camiseta. Le mordisqueó el cuello y, por primera vez desde que se convirtiera en Cazador Oscuro, sintió un sobrecogedor deseo de alimentarse de un humano. El sonido de su sangre latiendo por las venas le rugía en los oídos. La energía de Alice lo tentaba, atrayendo al Cazador Oscuro que ansiaba probarla. Pero estaba prohibido. No les estaba permitido morder el cuello de un humano. No obstante, mientras pasaba la lengua por el hueco de la garganta de Alice, ese profundo deseo se agitaba sin remedio.
Sus colmillos la rozaron sin querer y tuvo que emplear todo su autocontrol para no tomar un sorbo de esa sangre que corría bajo sus labios. La piel de Alice se erizó ante el contacto y el pezón que Nicholas acariciaba se endureció aún más bajo su mano.
Abandonando su cuello con un gruñido, asaltó sus labios y la besó con ansia mientras deslizaba la mano bajo la camiseta, buscando los oscuros rizos de su entrepierna.
Cuando sintió el roce del vello sobre los dedos al apartar los húmedos labios y tocarla allí por primera vez, no pudo reprimir un gemido.
Alice se sobresaltó y dejó escapar un murmullo de satisfacción, aumentando el ritmo de las caricias sobre su miembro.
Nicholas no podía creer que estuviese tan preparada. Por los dioses, cómo la deseaba. Quería saborear cada centímetro de su cuerpo. Quería hundirse profundamente en ella y comprobar su salvaje pasión. Pero reprimió esos deseos para saborear el momento. Para explorarla lentamente y con ternura.
Deseaba que ese amanecer durara una eternidad.
–Sabes tan bien… –le susurró al tiempo que desgarraba la camiseta tirando del cuello y se la arrancaba para arrojarla al suelo.
Al instante, trazó un sendero de pequeños besos desde el cuello hasta el pecho.
Alice se arqueó hacia él cuando la lengua y los colmillos de Hunter le acariciaron el pezón. La sensación de esos afilados colmillos rozándole la piel la hacía derretirse como lava ardiente.
De nuevo, Hunter volvió a introducir la mano entre sus cuerpos y la acarició donde más lo deseaba.
Sus dedos comenzaron a trazar lentos círculos, enardeciéndola para al instante reconfortarla, presionando para después acariciarla levemente, hundiéndose en ella profundamente para que el fuego la consumiera aún más mientras él le hacía el amor con la mano.
–Te deseo, Hunter –le murmuró sin aliento al oído–. Nunca he sentido algo así por nadie.
Con el corazón atronándole los oídos, corrió hacia la cama.
Nicholas se despertó en el mismo instante que sintió la mano de Alice, tibia y suave, sobre el pecho. Abrió los ojos y la encontró sentada a su lado, con los ojos oscurecidos por el horror y examinándolo con el ceño fruncido.
Él también frunció el ceño al sentir cómo le acariciaba el pecho, como si no pudiese verle y se encontrara perdida en una especie de trance. Esperó en silencio, tumbado, asombrado por su presencia.
Alice apartó la sábana de seda que lo cubría y tocó la cicatriz que tenía en el vientre, justo al lado del ombligo.
–Te clavó la daga aquí –susurró, acariciando la delgada cicatriz. Al instante lo cogió de las muñecas y siguió las líneas blanquecinas que las cruzaban–. Aquí te hundieron los clavos. –Sujetando las manos, le pasó el pulgar sobre las uñas–. Te arrancaron las uñas.
Alargando el brazo, le acarició la mejilla con la palma de la mano. En sus ojos se leían miles de emociones y a
Nicholas esas profundidades de azul cristalino le estaban robando el aliento. Ninguna mujer lo había mirado así jamás.
–Mi pobre Hunter –murmuró. Las lágrimas le bañaban las mejillas y, antes de saber lo que estaba haciendo, apartó la sábana por completo, dejando a Nicholas desnudo, sometido a su escrutinio.
Su miembro respondió al instante, endureciéndose y palpitando ante la preocupación que ella demostraba. Alice le tocó el muslo donde Valerius lo había marcado con el hierro candente.
–¡Dios mío! –jadeó mientras sus dedos trazaban la piel rugosa–. Era real. Te lo hicieron de verdad… –lo miró con los ojos bañados de lágrimas–. Te vi. Te sentí.
Nicholas la miró frunciendo aún más el ceño. ¿Cómo era posible? Había estado soñando con su ejecución hasta que ella lo despertó. ¿Se habrían fusionado los poderes de ambos de modo que, de forma inconsciente, sus mentes se unieran mientras dormían?
Era una idea aterradora. Si resultaba ser cierto, la única explicación posible era que estaban unidos a un nivel mucho más profundo, más allá del mero plano físico.
Y eso significaba que…
No pudo terminar el razonamiento. No existía esa otra persona a la que llamaban «la otra mitad del alma», especialmente si uno no tenía alma. No era posible.
Alice se sentía embargada por un profundo dolor mientras observaba al hombre que tenía delante. ¿Cómo podía haber sobrevivido a una tortura y a una traición semejantes? Y había cargado con ese fardo durante siglos. Solo. Siempre solo. Sin nada que aliviara su dolor ni su desdicha.
Sin esperanza.
–Tanto dolor –susurró Alice.
Deseaba con toda su alma la cabeza de Miley en una bandeja por lo que le había hecho. Pero so-bre todo, deseaba reconfortarlo. Quería aliviar el tormento que habitaba en su corazón. Borrar el dolor de su pasado. Quería darle esperanza. Quería devolverle su sueño: una mujer y unos hijos que lo amaran.
Y que Dios se apiadara de ella, porque deseaba ser esa mujer.
Antes de poder detenerse, se inclinó y atrapó sus labios. Él gimió ante el contacto y le rodeó la cara con las manos para devolverle el beso.
Alice lo saboreó como jamás lo había hecho con ningún hombre. Podía sentir cómo Hunter le llegaba al alma mientras sus lenguas se rozaban. Nunca había sido audaz en la cama, pero es que nunca había deseado a un hombre como ahora lo deseaba a él.
Con todo su ser.
Enterró los labios en el hueco de su hombro y los ojos se le llenaron de lágrimas de nuevo al encontrar el lugar donde Valerius le había clavado el anillo, haciéndolo sangrar y dejándole otra cicatriz.
Tanto coraje. Tanto amor.
Ella daría cualquier cosa por encontrar a un hombre que la amara como él había amado a su esposa. Pero no a cualquier hombre. Sus deseos iban más allá; quería que Hunter la amara. Quería su corazón. Quería a este hombre que sabía lo que significaba el amor, que entendía lo que era un compromiso y que era capaz de mostrar compasión.
Y estuviese dispuesto a admitirlo o no, él la necesitaba a ella.
Ningún hombre debería vagar solo eternamente. Ninguno debería soportar las heridas que él había soportado; no cuando su único crimen había sido amar a alguien más que a sí mismo.
Su aliento se mezcló con el de Hunter mientras se tumbaba sobre él, a horcajadas sobre su cintura.
Él gruñó al darse cuenta de que no llevaba nada bajo la camiseta. Sentía la piel caliente y húmeda de los muslos de Alice mientras se deslizaba sobre su vientre desnudo, encendiendo una hoguera en su interior que lo aterrorizaba.
Apártala.
No podía. Esa noche no. No con la pesadilla aún tan fresca en su memoria. Estuviese bien o no, necesitaba consuelo. Quería volver a sentirse amado. Quería sentir la suavidad de unas manos femeninas sobre su cuerpo. Deseaba que el aroma de Alice quedase impregnado sobre su piel.
No pudo evitar dar un respingo cuando Alice tomó su miembro con la mano.
–Por todos los dioses –balbució sin aliento. Nadie lo había tocado de ese modo en dos mil años.
Todo su cuerpo empezó a temblar de deseo mientras ella acariciaba su ardiente y rígida verga.
Hoy sería suya. Ya no había modo de apartarse de ella.
El movimiento de la mano de Alice, que aferraba su miembro con delicadeza deslizándose arriba y abajo, desde la punta hasta la base, le erizaba la piel y hacía que le resultase muy difícil respirar. Sus dedos le rozaron los testículos, endureciéndolo tanto que pensó que estallaría allí mismo.
Mientras tanto, él recorría el cuerpo femenino con las manos, disfrutando de cada curva y cada hueco.
Disfrutando del tacto suave de su piel bajo la camiseta. Le mordisqueó el cuello y, por primera vez desde que se convirtiera en Cazador Oscuro, sintió un sobrecogedor deseo de alimentarse de un humano. El sonido de su sangre latiendo por las venas le rugía en los oídos. La energía de Alice lo tentaba, atrayendo al Cazador Oscuro que ansiaba probarla. Pero estaba prohibido. No les estaba permitido morder el cuello de un humano. No obstante, mientras pasaba la lengua por el hueco de la garganta de Alice, ese profundo deseo se agitaba sin remedio.
Sus colmillos la rozaron sin querer y tuvo que emplear todo su autocontrol para no tomar un sorbo de esa sangre que corría bajo sus labios. La piel de Alice se erizó ante el contacto y el pezón que Nicholas acariciaba se endureció aún más bajo su mano.
Abandonando su cuello con un gruñido, asaltó sus labios y la besó con ansia mientras deslizaba la mano bajo la camiseta, buscando los oscuros rizos de su entrepierna.
Cuando sintió el roce del vello sobre los dedos al apartar los húmedos labios y tocarla allí por primera vez, no pudo reprimir un gemido.
Alice se sobresaltó y dejó escapar un murmullo de satisfacción, aumentando el ritmo de las caricias sobre su miembro.
Nicholas no podía creer que estuviese tan preparada. Por los dioses, cómo la deseaba. Quería saborear cada centímetro de su cuerpo. Quería hundirse profundamente en ella y comprobar su salvaje pasión. Pero reprimió esos deseos para saborear el momento. Para explorarla lentamente y con ternura.
Deseaba que ese amanecer durara una eternidad.
–Sabes tan bien… –le susurró al tiempo que desgarraba la camiseta tirando del cuello y se la arrancaba para arrojarla al suelo.
Al instante, trazó un sendero de pequeños besos desde el cuello hasta el pecho.
Alice se arqueó hacia él cuando la lengua y los colmillos de Hunter le acariciaron el pezón. La sensación de esos afilados colmillos rozándole la piel la hacía derretirse como lava ardiente.
De nuevo, Hunter volvió a introducir la mano entre sus cuerpos y la acarició donde más lo deseaba.
Sus dedos comenzaron a trazar lentos círculos, enardeciéndola para al instante reconfortarla, presionando para después acariciarla levemente, hundiéndose en ella profundamente para que el fuego la consumiera aún más mientras él le hacía el amor con la mano.
–Te deseo, Hunter –le murmuró sin aliento al oído–. Nunca he sentido algo así por nadie.
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Él sonrió, dejando a la vista los colmillos y girando a la vez sobre el colchón para quedar sobre ella con una facilidad que sorprendió a Alice. Dejó escapar un gemido al sentir ese cuerpo ágil y duro sobre ella. Su peso la dejaba sin aliento. Le rodeó las caderas con las piernas.
Hunter irradiaba fuerza, poder. Esos músculos fuertes y definidos se contraían a su alrededor con cada pequeño movimiento que realizaba. Pero lo que más la cautivaba era la contención que demostraba, todo ese poder sujeto bajo control que le hacía recordar a un león preparado para atacar.
Quería más. Quería sentirlo dentro. Quería hacerlo suyo como ninguna mujer lo había hecho en más de dos mil años. Quería su corazón. No, más aún. Quería hacerlo suyo como ninguna mujer lo había hecho jamás. Quería ser todo lo que él necesitaba. Su aliento, su corazón y, sobre todo, su alma.
Ansiaba devolverle su alma. Rescatarlo de su sufrimiento. Liberarlo de su pasado.
Alzándose un poco, le dio un profundo beso antes de confesar involuntariamente sus pensamientos. Si Hunter lo descubriera, se alejaría de ella sin ninguna duda. No podía permitir que algo así sucediera; por eso, invocó los poderes que había reprimido durante más de diez años y los utilizó para resguardar sus pensamientos en lo más profundo de su mente y de su corazón, por si él aún podía leer en su interior.
Hoy, ella sería su consuelo.
Nicholas gruñó al sentir a Amanda bajo su cuerpo. Había pasado una eternidad desde que se permitiera confiar en una mujer de ese modo. Una capa de sudor cubría su cuerpo mientras abandonaba sus pechos para descender por su torso, hasta las caderas y volver a ascender. La deseaba con una intensidad sobrehumana.
Deseaba cosas de ella que no se atrevía a nombrar. No debería pensar en hacerla suya y en mantenerla a su lado. Pero no podía evitarlo.
Alice enterró la mano en su cabello y lo acercó aún más mientras él descendía, mordisqueándola desde los labios hasta la garganta y de allí hasta el pecho, donde se entretuvo en saborearla a conciencia.
Su lengua se movía en círculos alrededor del endurecido pezón, acariciando y atormentando. Parecía devorarla con un ansia insaciable, como un hambriento que festejara un banquete.
Muy lentamente, descendió dejando que los colmillos la arañaran suavemente, con tanta delicadeza que Alice no pudo más que sorprenderse. Su cuerpo ardía en cada lugar donde él posaba las manos en su camino de descenso hacia las caderas.
Allí deslizó la lengua, pasándola por encima de la pelvis hasta llegar al muslo. Le separó las piernas muy lentamente y siguió lamiéndole la cara interna del muslo.
Alice contuvo el aliento, estremeciéndose ante lo que estaba por venir. Al percibir su vacilación, alzó la cabeza para mirarlo y lo descubrió mirándola.
La observaba de un modo posesivo e intenso que la dejó sin respiración. En una especie de trance, observándolo mientras él la sometía a un intenso escrutinio, vio cómo, muy lentamente y con mucho cuidado, deslizaba un dedo sobre su sexo y lo retiraba.
Ella se estremeció en respuesta a su caricia. Hunter le separó los labios y la tomó en la boca sin dejar de mirarla a los ojos.
Alice gritó ante el salvaje éxtasis que la inundó. Ningún hombre le había hecho eso antes.
Él cerró los ojos y gimió, haciendo que todo el cuerpo de Alice temblara por la vibración. Deslizó la lengua dentro y fuera de su vagina trazando lentos círculos; Alice se revolvía y se agitaba con cada húmeda caricia.
Nicholas se sobresaltó al paladear su sabor. Nunca había sentido un deseo tan intenso como el que sentía por esa mujer. Algo en ella sacaba a la superficie su lado más salvaje; estimulaba sus poderes de Cazador Oscuro y hacía que el animal que habitaba en él comenzara a despertarse.
Esos poderes eran los que utilizaba cuando luchaba o perseguía a un objetivo. Gracias a ellos, percibía todo lo que ocurría a su alrededor a un nivel mucho más profundo. Era consciente de los frenéticos latidos del corazón de Alice, de los pequeños temblores que sacudían su cuerpo como respuesta a las caricias de sus labios y su lengua.
Sentía el placer que le estaba proporcionando; sentía en las mejillas cómo corría la sangre de Alice a través de los muslos y su miembro latía al ritmo de esa marea. Cerró los ojos, luchando de nuevo contra el impulso de hundir los colmillos en su carne y dejar que el sabor de su sangre se deslizara por la lengua.
Alice se aferró a él mientras Hunter seguía haciendo que se estremeciese de placer. El roce de los colmillos le erizaba la piel. Abrió los ojos y lo contempló, inmerso en lo que estaba haciendo, ajeno a cualquier otra cosa que no fuese ella.
Hunter era la personificación del sexo, pensó ella. Todo su ser estaba entregado a darle placer con la misma energía, presumía, que utilizaba para perseguir a los Daimons.
Cuando alcanzó el orgasmo, resultó tan salvaje y sobrecogedor que echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un grito.
Pero aún no había acabado con ella. Hunter gruñó al sentir su satisfacción, pero no detuvo las caricias de su lengua. Al contrario, aumentó el ritmo y la fricción, como si estuviese degustando un festín.
Alice siseó de placer.
No se detuvo hasta que ella se corrió dos veces más, apartándose tan sólo cuando dejó de estremecerse. Se incorporó entre las piernas de Alice y avanzó sobre ella muy lentamente, como un animal hambriento y poderoso a punto de zamparse la cena.
Le brillaban los ojos y los colmillos quedaban claramente a la vista con cada respiración entrecortada.
–Mírame, Alice –le ordenó mientras le pasaba la mano por el muslo–. Quiero ver tus ojos cuando te haga mía.
Tragando saliva, ella cedió a sus deseos.
Hunter acunó su rostro entre las manos y le dio un beso profundo al tiempo que la tomaba de la mano y la guiaba hacia su hinchada verga.
Sin más palabras, ella comprendió lo que quería. Alzó las caderas y lo guió hasta su interior, despacio, centímetro a centímetro, hasta que todo su miembro la llenó por completo.
Un gemido escapó de su garganta al sentirlo dentro y observar el deseo voraz que reflejaban sus ojos.
Hizo un intento de separar la mano pero él la detuvo cubriéndola con la suya. La pasión de su mira-da se hizo más patente.
–Quiero que me toques mientras estamos unidos, quiero que lo sientas –le dijo sin aliento.
Alice volvió a tragar mientras Hunter comenzaba a moverse entre sus dedos y la penetraba aún más. Dentro y fuera. Era la experiencia más erótica e increíble que había sentido jamás.
Gimieron al unísono.
Vio la expresión satisfecha en el rostro de él mientras la embestía con toda la fuerza de sus caderas.
–Oh, Hunter –balbució.
Deteniéndose, la miró a los ojos.
–No es el Cazador Oscuro el que está dentro de ti, Alice. Soy yo, Nicholas.
Cuando comprendió lo que le estaba ofreciendo, se sintió en las nubes. La había dejado penetrar en su coraza, del mismo modo que ella le había permitido que penetrara su cuerpo. Alzando los brazos, le acarició las mejillas.
–Nicholas –dijo, con un suspiro.
Él sonrió.
–Estar dentro de ti es mucho mejor de lo que había imaginado –le confesó.
Amanda notaba los estremecimientos que sacudían el cuerpo de Nicholas.
Él bajó la cabeza y la besó con ternura mientras la penetraba con envites salvajes, a un ritmo frenético. Con fuerza y hasta el fondo. Sacando su verga para volver a penetrarla una y otra vez. Cada una de sus embestidas proporcionaban una oleada de puro placer.
–Oh, Nicholas –gimió bajo sus labios al sentir que otro nuevo orgasmo se acercaba.
Tan pronto como dijo su nombre, sucedió algo extraño; algo despertó en su interior y de repente se sintió sacudida por una descarga erótica.
–¡Dios mío! –jadeó.
¡Podía sentir el placer de Nicholas!, podía sentir cómo su vagina lo rodeaba. Como si fuesen un solo ser, lo sentía dentro y, al mismo, tiempo alrededor.
Él se esforzó por respirar, sobrecogido ante la experiencia y sosteniéndole la mirada. Alice le acarició la espalda y sintió el roce de su mano en su propia carne. Era lo más increíble que había experimentado jamás.
Nicholas aumentó el rimo de sus caderas mientras ella se aferraba a sus hombros, ambos perdiendo todo rastro de cordura, inmersos en un estallido de deseo.
Se corrieron a la vez, compartiendo un sublime a la par que violento placer. Nicholas echó la cabeza hacia atrás y rugió mientras la penetraba una última vez. Ella gritó, agitándose entre sus brazos.
Cuando él se derrumbó sobre su cuerpo, Alice lo abrazó con fuerza, acunándolo mientras se recuperaba. Sin muchos deseos de separarse de él, sintió cómo Nicholas salía de ella.
Hunter irradiaba fuerza, poder. Esos músculos fuertes y definidos se contraían a su alrededor con cada pequeño movimiento que realizaba. Pero lo que más la cautivaba era la contención que demostraba, todo ese poder sujeto bajo control que le hacía recordar a un león preparado para atacar.
Quería más. Quería sentirlo dentro. Quería hacerlo suyo como ninguna mujer lo había hecho en más de dos mil años. Quería su corazón. No, más aún. Quería hacerlo suyo como ninguna mujer lo había hecho jamás. Quería ser todo lo que él necesitaba. Su aliento, su corazón y, sobre todo, su alma.
Ansiaba devolverle su alma. Rescatarlo de su sufrimiento. Liberarlo de su pasado.
Alzándose un poco, le dio un profundo beso antes de confesar involuntariamente sus pensamientos. Si Hunter lo descubriera, se alejaría de ella sin ninguna duda. No podía permitir que algo así sucediera; por eso, invocó los poderes que había reprimido durante más de diez años y los utilizó para resguardar sus pensamientos en lo más profundo de su mente y de su corazón, por si él aún podía leer en su interior.
Hoy, ella sería su consuelo.
Nicholas gruñó al sentir a Amanda bajo su cuerpo. Había pasado una eternidad desde que se permitiera confiar en una mujer de ese modo. Una capa de sudor cubría su cuerpo mientras abandonaba sus pechos para descender por su torso, hasta las caderas y volver a ascender. La deseaba con una intensidad sobrehumana.
Deseaba cosas de ella que no se atrevía a nombrar. No debería pensar en hacerla suya y en mantenerla a su lado. Pero no podía evitarlo.
Alice enterró la mano en su cabello y lo acercó aún más mientras él descendía, mordisqueándola desde los labios hasta la garganta y de allí hasta el pecho, donde se entretuvo en saborearla a conciencia.
Su lengua se movía en círculos alrededor del endurecido pezón, acariciando y atormentando. Parecía devorarla con un ansia insaciable, como un hambriento que festejara un banquete.
Muy lentamente, descendió dejando que los colmillos la arañaran suavemente, con tanta delicadeza que Alice no pudo más que sorprenderse. Su cuerpo ardía en cada lugar donde él posaba las manos en su camino de descenso hacia las caderas.
Allí deslizó la lengua, pasándola por encima de la pelvis hasta llegar al muslo. Le separó las piernas muy lentamente y siguió lamiéndole la cara interna del muslo.
Alice contuvo el aliento, estremeciéndose ante lo que estaba por venir. Al percibir su vacilación, alzó la cabeza para mirarlo y lo descubrió mirándola.
La observaba de un modo posesivo e intenso que la dejó sin respiración. En una especie de trance, observándolo mientras él la sometía a un intenso escrutinio, vio cómo, muy lentamente y con mucho cuidado, deslizaba un dedo sobre su sexo y lo retiraba.
Ella se estremeció en respuesta a su caricia. Hunter le separó los labios y la tomó en la boca sin dejar de mirarla a los ojos.
Alice gritó ante el salvaje éxtasis que la inundó. Ningún hombre le había hecho eso antes.
Él cerró los ojos y gimió, haciendo que todo el cuerpo de Alice temblara por la vibración. Deslizó la lengua dentro y fuera de su vagina trazando lentos círculos; Alice se revolvía y se agitaba con cada húmeda caricia.
Nicholas se sobresaltó al paladear su sabor. Nunca había sentido un deseo tan intenso como el que sentía por esa mujer. Algo en ella sacaba a la superficie su lado más salvaje; estimulaba sus poderes de Cazador Oscuro y hacía que el animal que habitaba en él comenzara a despertarse.
Esos poderes eran los que utilizaba cuando luchaba o perseguía a un objetivo. Gracias a ellos, percibía todo lo que ocurría a su alrededor a un nivel mucho más profundo. Era consciente de los frenéticos latidos del corazón de Alice, de los pequeños temblores que sacudían su cuerpo como respuesta a las caricias de sus labios y su lengua.
Sentía el placer que le estaba proporcionando; sentía en las mejillas cómo corría la sangre de Alice a través de los muslos y su miembro latía al ritmo de esa marea. Cerró los ojos, luchando de nuevo contra el impulso de hundir los colmillos en su carne y dejar que el sabor de su sangre se deslizara por la lengua.
Alice se aferró a él mientras Hunter seguía haciendo que se estremeciese de placer. El roce de los colmillos le erizaba la piel. Abrió los ojos y lo contempló, inmerso en lo que estaba haciendo, ajeno a cualquier otra cosa que no fuese ella.
Hunter era la personificación del sexo, pensó ella. Todo su ser estaba entregado a darle placer con la misma energía, presumía, que utilizaba para perseguir a los Daimons.
Cuando alcanzó el orgasmo, resultó tan salvaje y sobrecogedor que echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un grito.
Pero aún no había acabado con ella. Hunter gruñó al sentir su satisfacción, pero no detuvo las caricias de su lengua. Al contrario, aumentó el ritmo y la fricción, como si estuviese degustando un festín.
Alice siseó de placer.
No se detuvo hasta que ella se corrió dos veces más, apartándose tan sólo cuando dejó de estremecerse. Se incorporó entre las piernas de Alice y avanzó sobre ella muy lentamente, como un animal hambriento y poderoso a punto de zamparse la cena.
Le brillaban los ojos y los colmillos quedaban claramente a la vista con cada respiración entrecortada.
–Mírame, Alice –le ordenó mientras le pasaba la mano por el muslo–. Quiero ver tus ojos cuando te haga mía.
Tragando saliva, ella cedió a sus deseos.
Hunter acunó su rostro entre las manos y le dio un beso profundo al tiempo que la tomaba de la mano y la guiaba hacia su hinchada verga.
Sin más palabras, ella comprendió lo que quería. Alzó las caderas y lo guió hasta su interior, despacio, centímetro a centímetro, hasta que todo su miembro la llenó por completo.
Un gemido escapó de su garganta al sentirlo dentro y observar el deseo voraz que reflejaban sus ojos.
Hizo un intento de separar la mano pero él la detuvo cubriéndola con la suya. La pasión de su mira-da se hizo más patente.
–Quiero que me toques mientras estamos unidos, quiero que lo sientas –le dijo sin aliento.
Alice volvió a tragar mientras Hunter comenzaba a moverse entre sus dedos y la penetraba aún más. Dentro y fuera. Era la experiencia más erótica e increíble que había sentido jamás.
Gimieron al unísono.
Vio la expresión satisfecha en el rostro de él mientras la embestía con toda la fuerza de sus caderas.
–Oh, Hunter –balbució.
Deteniéndose, la miró a los ojos.
–No es el Cazador Oscuro el que está dentro de ti, Alice. Soy yo, Nicholas.
Cuando comprendió lo que le estaba ofreciendo, se sintió en las nubes. La había dejado penetrar en su coraza, del mismo modo que ella le había permitido que penetrara su cuerpo. Alzando los brazos, le acarició las mejillas.
–Nicholas –dijo, con un suspiro.
Él sonrió.
–Estar dentro de ti es mucho mejor de lo que había imaginado –le confesó.
Amanda notaba los estremecimientos que sacudían el cuerpo de Nicholas.
Él bajó la cabeza y la besó con ternura mientras la penetraba con envites salvajes, a un ritmo frenético. Con fuerza y hasta el fondo. Sacando su verga para volver a penetrarla una y otra vez. Cada una de sus embestidas proporcionaban una oleada de puro placer.
–Oh, Nicholas –gimió bajo sus labios al sentir que otro nuevo orgasmo se acercaba.
Tan pronto como dijo su nombre, sucedió algo extraño; algo despertó en su interior y de repente se sintió sacudida por una descarga erótica.
–¡Dios mío! –jadeó.
¡Podía sentir el placer de Nicholas!, podía sentir cómo su vagina lo rodeaba. Como si fuesen un solo ser, lo sentía dentro y, al mismo, tiempo alrededor.
Él se esforzó por respirar, sobrecogido ante la experiencia y sosteniéndole la mirada. Alice le acarició la espalda y sintió el roce de su mano en su propia carne. Era lo más increíble que había experimentado jamás.
Nicholas aumentó el rimo de sus caderas mientras ella se aferraba a sus hombros, ambos perdiendo todo rastro de cordura, inmersos en un estallido de deseo.
Se corrieron a la vez, compartiendo un sublime a la par que violento placer. Nicholas echó la cabeza hacia atrás y rugió mientras la penetraba una última vez. Ella gritó, agitándose entre sus brazos.
Cuando él se derrumbó sobre su cuerpo, Alice lo abrazó con fuerza, acunándolo mientras se recuperaba. Sin muchos deseos de separarse de él, sintió cómo Nicholas salía de ella.
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Disfrutenlos :D
:bounce: :bounce: :bounce: :bounce:
:bounce: :bounce: :bounce: :bounce:
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
wooooow me imagine todo
la protagonista se llama como yo
dios mío ame el capitulo
y que capitulo :¬w¬:
Leelan_Soteria
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
nicke s un dios
me encanto el cap
nick se un tierno
dios!
ojala mañana nome trate mal
xd
estaba hermoso el cap
sube pronto
xd
nicke s un dios
me encanto el cap
nick se un tierno
dios!
ojala mañana nome trate mal
xd
estaba hermoso el cap
sube pronto
xd
magadejonas
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
WOW
AL FIN PASO LO QUE TODAS ESPERABAMOS :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
GRACIAS GRACIAS MIL GRACIAS
ESTUVO FANTASTICO EL CAP
PERO NO DEJES DE SUBIR
CADA VES SOY MAS ADICTA
:D
AMO TU NOVE
NUNCA LA DEJARE DE LEER
SUBE CAP POR FAVOR :D
AL FIN PASO LO QUE TODAS ESPERABAMOS :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
GRACIAS GRACIAS MIL GRACIAS
ESTUVO FANTASTICO EL CAP
PERO NO DEJES DE SUBIR
CADA VES SOY MAS ADICTA
:D
AMO TU NOVE
NUNCA LA DEJARE DE LEER
SUBE CAP POR FAVOR :D
Paulinna:D
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
por dios sigue
q me estoi volviendo loca
por saber
q pasa
cap
capcap
cap
cap
cap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
q me estoi volviendo loca
por saber
q pasa
cap
capcap
cap
cap
cap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
capcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcapcap
Paulinna:D
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
estoii de vueltaaa :cheers: :cheers: :cheers:
en un momento les dejo el Cap :D
en un momento les dejo el Cap :D
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
WOW!!! :cheers: :cheers: :cheers: :cheers: :cheers: :cheers: :cheers:
CAP CAP CAP CAP!!!! :D :D :D :D :D :D :D :D
CAP CAP CAP CAP!!!! :D :D :D :D :D :D :D :D
Paulinna:D
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
:cheers: :cheers: :cheers: :cheers: :cheers: :cheers: :cheers:
quiero capitulo igual que el anterior
:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
quiero capitulo igual que el anterior
:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
Leelan_Soteria
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Cuando él se derrumbó sobre su cuerpo, Alice lo abrazó con fuerza, acunándolo mientras se recuperaba. Sin muchos deseos de separarse de él, sintió cómo Nicholas salía de ella.
–¿Qué ha sucedido? –preguntó él en voz baja.
–No lo sé, pero ha sido maravilloso. Increíble. Grandioso.
Soltando una breve carcajada, alzó la cabeza y ella frunció el ceño al ver sus ojos a la suave luz de las velas. Ya no era negros, sino de un peculiar verde azulado.
–¿Nicholas?
Él recorrió la habitación con la mirada e hizo un gesto de dolor.
–Mis poderes han desaparecido –susurró.
Y en ese momento, con él al lado, Alice lo sintió debilitarse.
Apenas si podía moverse. Su agonía era casi palpable para ella. Nicholas se llevó una mano al rostro e hizo presión con la palma sobre el ojo derecho, siseando de dolor.
–¡Dios mío! –exclamó Alice mientras lo veía tendido a su lado, sufriendo–. ¿Qué puedo hacer?
–Llama a Talon –le contestó entre dientes–. Marca el dos y después la almohadilla.
Giró sobre el colchón y se acercó a la mesita de noche para coger el teléfono y marcar sin perder un instante.
Talon contestó al segundo tono. Por el sonido de su voz, estaba claro que acaba de despertarse.
–¿Qué pasa? –preguntó tranquilamente una vez que Alice se identificó.
–No lo sé. Le he hecho algo a Nicholas.
–¿Qué quieres decir? –preguntó él, dando a entender que le resultaba muy difícil creer que pudiese hacerle algo a su amigo.
–No estoy segura. Sus ojos son de un color diferente y está doblado por el dolor.
–¿De qué color son sus ojos?
–Verdes.
Talon permaneció unos segundos en silencio antes de volver a hablar.
–Pásamelo.
Ella le ofreció el teléfono a Nicholas.
Al coger el auricular, una nueva oleada de dolor lo atravesó. Nunca había sentido nada parecido. Era como si sus dos mitades, el Cazador Oscuro y el hombre, estuviesen luchando la una contra la otra.
–Talon –jadeó.
–Hola, colega –lo saludó Talon–. ¿Estás bien?
–Joder, no. ¿Qué me está pasando?
–Así de repente, se me ocurre que acabas de encontrar el modo de deshacerte de tus poderes de Cazador Oscuro. Felicidades, tío, acabas de encontrar tu vía de escape.
–Sí, yo también estoy que me salgo de contento.
–No seas imbécil. Recuerda que es temporal… Creo.
Percibiendo la duda en la voz de Talon, Nicholas le preguntó intranquilo:
–¿Cuánto tiempo?
–Ni idea. Nunca he perdido mis poderes.
Nicholas siseó ante otra oleada de dolor.
–Deja de rebelarte, no luches –masculló Talon–. Estás empeorándolo. Relájate.
–Sí, claro. Como si fuese tan fácil.
Talon resopló.
–Confía en mí; hay ocasiones en la que es necesario rebelarse, pero ésta no es una de ellas. Acéptalo.
–Que lo acepte… y una mierda. No es tan fácil. Da la casualidad de que me siento como si me estuviesen partiendo en dos.
–Ya lo sé –le dijo Talon, con la voz ronca por la preocupación–. ¿Qué estabas haciendo cuando perdiste los poderes?
Nicholas se aclaró la garganta y echó una tímida mirada a Alice.
–Yo… esto… –dudó, sin saber cómo explicarlo. Lo último que quería era avergonzarla.
Pero no tuvo porque explicar nada.
–Diarmuid Ua Duibhne –rugió Talon en gaélico–, te acostaste con ella y por eso se esfumaron, ¿no es cierto?
Nicholas volvió a aclararse la garganta y se dio cuenta de lo inútil que sería ocultar algo a un Cazador Oscuro capaz de averiguar casi todo lo que se le antojaba.
–No ocurrió nada hasta justo el final.
–¡Aaaaaah! Ya entiendo –le dijo Talon, arrastrando las palabras como si hubiese entendido perfectamente. Cuando volvió a hablar, su voz sonó muy parecida a la de la doctora Ruth (conosida sexologa estadounidense, conocida por sus programas de radio y television) –. Ese momento justo después de correrte, cuando estás exhausto, saciado e indefenso, ¿me sigues? ¿Te apuestas algo a que fue por eso por lo que desaparecieron tus poderes?
Pero Nicholas seguía sin entender nada.
–Todos vosotros os acostáis con mujeres cada dos por tres y no os sucede esto.
–Sí, pero cada uno aguanta la presión de un modo distinto y tú lo sabes. En tu mente, debes haber equiparado ese momento álgido al instante en que te convertiste en Cazador Oscuro. O eso, o fueron los poderes de Alice. Quizás se mezclaron con los tuyos hasta absorberlos.
–Eso es una locura.
–Sí, claro. Exactamente igual que el dolor de cabeza que tienes y que, de paso, me está afectando a mí también. Pásame a Alice.
Nicholas le hizo caso.
–Quiere hablar contigo.
Ella cogió el teléfono.
–Escucha –comenzó Talon con voz afilada y desagradable–. Tenemos un problema serio. Nicholas está perdido hasta que sus poderes regresen.
–¿Cuánto tardarán?
–Ni idea. Pero supongo que pasará bastante y, hasta entonces, es humano y, puesto que hace más de dos mil años que dejó de serlo, está débil. Es vulnerable.
El pánico la atenazó mientras giraba la cabeza para mirar a Nicholas. Aún tenía una mano sobre los ojos y, por la rigidez de su postura, estaba claro que le dolía bastante.
–¿Volverá a la normalidad con la puesta del sol?
–Eso espero. Porque si no es así, los Daimons lo tendrán muy fácil.
Alice sintió que se le cerraba la garganta por el pánico. Lo último que quería era que Nicholas acabara herido por su culpa.
–¿No puedes ayudarlo?
–No. Va en contra del Código. Cazamos solos. No puedo ir tras Desiderius hasta que Nicholas esté muerto.
–¿Qué clase de Código es ése? –gritó ella.
–Uno que normalmente no me perfora el tímpano –siseó Talon–. Joder, nena, con esos pulmones tendrías un brillante futuro como soprano.
–No tiene gracia.
–Lo sé. Nada de esto la tiene. Ahora, escúchame un segundo. Esto va a ser embarazoso, ¿lo soportarás?
El tono funesto de su voz hizo que Alice se detuviera a pensar un instante. ¿Qué iba a decirle?
–Creo que sí.
–Bien. Veamos, creo que nuestro problema empieza en el momento en que Nicholas se corre. Es imperativo que no dejes que suceda de nuevo. Porque hay bastantes posibilidades de que vuelva a quedarse sin sus poderes si ocurre otra vez. Tienes que mantenerte alejada de él.
Alice sintió que el corazón se le encogía al escucharlo. Alargando una mano, acarició a Nicholas.
–Vale –le contestó en voz baja.
–Bien. Son las siete de la mañana. Haznos un favor a los dos y vigílalo hasta que Jack llegue.
–Lo haré.
Talon se despidió y ella colgó antes de devolver el teléfono a la mesita de noche.
Nicholas la miró y el sufrimiento que reflejaban esos ojos verdes la partió en dos.
–Sólo quería que te sintieras mejor. No fue mi intención hacerte daño.
Él la cogió de la mano y la sostuvo con ternura.
–Lo sé.
Le dio un pequeño tirón para acercarla y la abrazó con fuerza, aunque Alice aún podía sentir la rigidez de su cuerpo.
–Me ayudaste, Alice –le murmuró al oído–. No eches a perder lo que me has entregado por sentirte culpable.
–¿Puedo hacer algo por ti?
–Déjame que te abrace un poco más.
Al escucharlo, el corazón se le subió a la garganta. Se quedó tumbada entre sus brazos, sintiendo el cálido aliento de él sobre la garganta.
Nicholas enterró el rostro en su pelo y aspiró el ligero aroma que desprendía. Jamás se había sentido tan débil como en esos momentos; no obstante, había algo en la presencia de Alice que le daba fuerzas.
Has encontrado tu vía de escape.
Las palabras de Talon no dejaban de dar vueltas en su cabeza. Cuando un Cazador Oscuro encontraba el modo de deshacerse de sus poderes, podía volver a reclamar su alma. Era una opción que nunca antes había considerado. Algo que jamás se había atrevido a soñar.
Podía volver a ser humano. De modo definitivo.
¿Pero para qué? Era lo que era. Un guerrero inmortal. Amaba su estilo de vida. Amaba la libertad y el poder que le otorgaba.
Pero aun así, allí tumbado con Alice entre sus brazos, piel contra piel, comenzó a recordar otras cosas olvidadas hacía siglos. Cosas que había enterrado en lo más profundo del corazón.
Cerró los ojos y rememoró la imagen de Alice con Nick en los brazos. Sería una madre estupenda. Y, mientras se dejaba vencer por el sueño, una parte de él supo que también sería una esposa maravillosa.
Alice se despertó al sentir que alguien la acariciaba, dejando un rastro abrasador alrededor de sus pechos. Abrió los ojos y bajó la mirada para descubrir la mano de Nicholas tocándola con ternura mientras uno de sus muslos descansaba enterrado entre sus piernas. El corazón comenzó a latirle con rapidez al ver que la mano descendía hasta su estómago al tiempo que le mordisqueaba el cuello con los afilados colmillos.
–¿Vas a morderme? –le preguntó.
La risa de Nicholas reverberó por su garganta.
–No, amor. Voy a devorarte.
–¿Qué ha sucedido? –preguntó él en voz baja.
–No lo sé, pero ha sido maravilloso. Increíble. Grandioso.
Soltando una breve carcajada, alzó la cabeza y ella frunció el ceño al ver sus ojos a la suave luz de las velas. Ya no era negros, sino de un peculiar verde azulado.
–¿Nicholas?
Él recorrió la habitación con la mirada e hizo un gesto de dolor.
–Mis poderes han desaparecido –susurró.
Y en ese momento, con él al lado, Alice lo sintió debilitarse.
Apenas si podía moverse. Su agonía era casi palpable para ella. Nicholas se llevó una mano al rostro e hizo presión con la palma sobre el ojo derecho, siseando de dolor.
–¡Dios mío! –exclamó Alice mientras lo veía tendido a su lado, sufriendo–. ¿Qué puedo hacer?
–Llama a Talon –le contestó entre dientes–. Marca el dos y después la almohadilla.
Giró sobre el colchón y se acercó a la mesita de noche para coger el teléfono y marcar sin perder un instante.
Talon contestó al segundo tono. Por el sonido de su voz, estaba claro que acaba de despertarse.
–¿Qué pasa? –preguntó tranquilamente una vez que Alice se identificó.
–No lo sé. Le he hecho algo a Nicholas.
–¿Qué quieres decir? –preguntó él, dando a entender que le resultaba muy difícil creer que pudiese hacerle algo a su amigo.
–No estoy segura. Sus ojos son de un color diferente y está doblado por el dolor.
–¿De qué color son sus ojos?
–Verdes.
Talon permaneció unos segundos en silencio antes de volver a hablar.
–Pásamelo.
Ella le ofreció el teléfono a Nicholas.
Al coger el auricular, una nueva oleada de dolor lo atravesó. Nunca había sentido nada parecido. Era como si sus dos mitades, el Cazador Oscuro y el hombre, estuviesen luchando la una contra la otra.
–Talon –jadeó.
–Hola, colega –lo saludó Talon–. ¿Estás bien?
–Joder, no. ¿Qué me está pasando?
–Así de repente, se me ocurre que acabas de encontrar el modo de deshacerte de tus poderes de Cazador Oscuro. Felicidades, tío, acabas de encontrar tu vía de escape.
–Sí, yo también estoy que me salgo de contento.
–No seas imbécil. Recuerda que es temporal… Creo.
Percibiendo la duda en la voz de Talon, Nicholas le preguntó intranquilo:
–¿Cuánto tiempo?
–Ni idea. Nunca he perdido mis poderes.
Nicholas siseó ante otra oleada de dolor.
–Deja de rebelarte, no luches –masculló Talon–. Estás empeorándolo. Relájate.
–Sí, claro. Como si fuese tan fácil.
Talon resopló.
–Confía en mí; hay ocasiones en la que es necesario rebelarse, pero ésta no es una de ellas. Acéptalo.
–Que lo acepte… y una mierda. No es tan fácil. Da la casualidad de que me siento como si me estuviesen partiendo en dos.
–Ya lo sé –le dijo Talon, con la voz ronca por la preocupación–. ¿Qué estabas haciendo cuando perdiste los poderes?
Nicholas se aclaró la garganta y echó una tímida mirada a Alice.
–Yo… esto… –dudó, sin saber cómo explicarlo. Lo último que quería era avergonzarla.
Pero no tuvo porque explicar nada.
–Diarmuid Ua Duibhne –rugió Talon en gaélico–, te acostaste con ella y por eso se esfumaron, ¿no es cierto?
Nicholas volvió a aclararse la garganta y se dio cuenta de lo inútil que sería ocultar algo a un Cazador Oscuro capaz de averiguar casi todo lo que se le antojaba.
–No ocurrió nada hasta justo el final.
–¡Aaaaaah! Ya entiendo –le dijo Talon, arrastrando las palabras como si hubiese entendido perfectamente. Cuando volvió a hablar, su voz sonó muy parecida a la de la doctora Ruth (conosida sexologa estadounidense, conocida por sus programas de radio y television) –. Ese momento justo después de correrte, cuando estás exhausto, saciado e indefenso, ¿me sigues? ¿Te apuestas algo a que fue por eso por lo que desaparecieron tus poderes?
Pero Nicholas seguía sin entender nada.
–Todos vosotros os acostáis con mujeres cada dos por tres y no os sucede esto.
–Sí, pero cada uno aguanta la presión de un modo distinto y tú lo sabes. En tu mente, debes haber equiparado ese momento álgido al instante en que te convertiste en Cazador Oscuro. O eso, o fueron los poderes de Alice. Quizás se mezclaron con los tuyos hasta absorberlos.
–Eso es una locura.
–Sí, claro. Exactamente igual que el dolor de cabeza que tienes y que, de paso, me está afectando a mí también. Pásame a Alice.
Nicholas le hizo caso.
–Quiere hablar contigo.
Ella cogió el teléfono.
–Escucha –comenzó Talon con voz afilada y desagradable–. Tenemos un problema serio. Nicholas está perdido hasta que sus poderes regresen.
–¿Cuánto tardarán?
–Ni idea. Pero supongo que pasará bastante y, hasta entonces, es humano y, puesto que hace más de dos mil años que dejó de serlo, está débil. Es vulnerable.
El pánico la atenazó mientras giraba la cabeza para mirar a Nicholas. Aún tenía una mano sobre los ojos y, por la rigidez de su postura, estaba claro que le dolía bastante.
–¿Volverá a la normalidad con la puesta del sol?
–Eso espero. Porque si no es así, los Daimons lo tendrán muy fácil.
Alice sintió que se le cerraba la garganta por el pánico. Lo último que quería era que Nicholas acabara herido por su culpa.
–¿No puedes ayudarlo?
–No. Va en contra del Código. Cazamos solos. No puedo ir tras Desiderius hasta que Nicholas esté muerto.
–¿Qué clase de Código es ése? –gritó ella.
–Uno que normalmente no me perfora el tímpano –siseó Talon–. Joder, nena, con esos pulmones tendrías un brillante futuro como soprano.
–No tiene gracia.
–Lo sé. Nada de esto la tiene. Ahora, escúchame un segundo. Esto va a ser embarazoso, ¿lo soportarás?
El tono funesto de su voz hizo que Alice se detuviera a pensar un instante. ¿Qué iba a decirle?
–Creo que sí.
–Bien. Veamos, creo que nuestro problema empieza en el momento en que Nicholas se corre. Es imperativo que no dejes que suceda de nuevo. Porque hay bastantes posibilidades de que vuelva a quedarse sin sus poderes si ocurre otra vez. Tienes que mantenerte alejada de él.
Alice sintió que el corazón se le encogía al escucharlo. Alargando una mano, acarició a Nicholas.
–Vale –le contestó en voz baja.
–Bien. Son las siete de la mañana. Haznos un favor a los dos y vigílalo hasta que Jack llegue.
–Lo haré.
Talon se despidió y ella colgó antes de devolver el teléfono a la mesita de noche.
Nicholas la miró y el sufrimiento que reflejaban esos ojos verdes la partió en dos.
–Sólo quería que te sintieras mejor. No fue mi intención hacerte daño.
Él la cogió de la mano y la sostuvo con ternura.
–Lo sé.
Le dio un pequeño tirón para acercarla y la abrazó con fuerza, aunque Alice aún podía sentir la rigidez de su cuerpo.
–Me ayudaste, Alice –le murmuró al oído–. No eches a perder lo que me has entregado por sentirte culpable.
–¿Puedo hacer algo por ti?
–Déjame que te abrace un poco más.
Al escucharlo, el corazón se le subió a la garganta. Se quedó tumbada entre sus brazos, sintiendo el cálido aliento de él sobre la garganta.
Nicholas enterró el rostro en su pelo y aspiró el ligero aroma que desprendía. Jamás se había sentido tan débil como en esos momentos; no obstante, había algo en la presencia de Alice que le daba fuerzas.
Has encontrado tu vía de escape.
Las palabras de Talon no dejaban de dar vueltas en su cabeza. Cuando un Cazador Oscuro encontraba el modo de deshacerse de sus poderes, podía volver a reclamar su alma. Era una opción que nunca antes había considerado. Algo que jamás se había atrevido a soñar.
Podía volver a ser humano. De modo definitivo.
¿Pero para qué? Era lo que era. Un guerrero inmortal. Amaba su estilo de vida. Amaba la libertad y el poder que le otorgaba.
Pero aun así, allí tumbado con Alice entre sus brazos, piel contra piel, comenzó a recordar otras cosas olvidadas hacía siglos. Cosas que había enterrado en lo más profundo del corazón.
Cerró los ojos y rememoró la imagen de Alice con Nick en los brazos. Sería una madre estupenda. Y, mientras se dejaba vencer por el sueño, una parte de él supo que también sería una esposa maravillosa.
Alice se despertó al sentir que alguien la acariciaba, dejando un rastro abrasador alrededor de sus pechos. Abrió los ojos y bajó la mirada para descubrir la mano de Nicholas tocándola con ternura mientras uno de sus muslos descansaba enterrado entre sus piernas. El corazón comenzó a latirle con rapidez al ver que la mano descendía hasta su estómago al tiempo que le mordisqueaba el cuello con los afilados colmillos.
–¿Vas a morderme? –le preguntó.
La risa de Nicholas reverberó por su garganta.
–No, amor. Voy a devorarte.
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Girando hasta quedar de espaldas sobre el colchón, lo miró a los ojos y descubrió que el verde era aún más intenso que antes. Un verde claro y devastador. Alzó la mano y le acarició la mejilla derecha con un dedo.
–¿Por qué han cambiado de color?
–Al perder mis poderes de Cazador Oscuro, mis ojos volvieron a ser humanos.
Lo miró con el ceño fruncido e intentó recordar el color de sus ojos durante el sueño.
–¿Éste era su color antes de que perdieras el alma?
Él asintió y bajó la cabeza para darle un lametón en el hueco de la garganta.
–Se supone que no deberías estar haciendo esto –lo reprendió, pasándole la mano por la espalda–. Talon dijo que tenías que descansar.
–Estoy descansando.
Alice contuvo el aliento, sobresaltada al sentir que Nicholas separaba los tiernos pliegues de su sexo y la acariciaba con los dedos, largos y fuertes.
–No estás descansando. Estás jugando.
La buscó con la mirada.
–Quiero jugar contigo.
–¿Y si te debilitas más?
–No veo cómo.
–Pero, ¿y si…?
La hizo callar con un beso tórrido y abrasador y, al instante, los pensamientos de Alice perdieron toda cordura.
Nicholas le mordisqueó los labios y tironeó de ellos con suavidad mientras sus ojos verdes buceaban en el cuerpo de Amanda, tratando de llegar a su corazón.
–Ya no puedo sentir lo que hay en tu interior, Alice. Dime que no me deseas y te dejaré ir.
–Te deseo Nicholas. Ni te imaginas cuánto.
Él le sonrió y se hundió en ella, que gimió al sentir cómo la llenaba por completo.
Para Nicholas, todo comenzó a dar vueltas, allí, inmerso en la calidez del cuerpo de Alice. ¿Cómo era posible que fuese aún mejor que horas antes? La miró fijamente y le encantó ver sus ojos nublados por el deseo y las mejillas cubiertas por el rubor. Era realmente hermosa.
Lo asaltó una oleada de posesividad; un sentimiento intenso que había olvidado hacía siglos.
No acababa de entender de dónde había salido, pero le estaba retorciendo las entrañas. Y, en comparación, dejaba a la altura del betún lo que una vez sintiera por Miley. No lo comprendía y, si era sincero consigo mismo, no se atrevía a profundizar en las razones. Saber con exactitud cuáles eran sus sentimientos sólo le haría más daño.
Alice entrelazó las piernas con las de Nicholas mientras saboreaba cada una de sus profundas y delirantes embestidas. Ni en sus sueños más atrevidos se había imaginado que hacer el amor pudiese ser algo así. Jamás había soñado con experimentar un placer tan intenso.
Gritó cuando alcanzó el orgasmo.
Nicholas cubrió sus labios con los suyos y con tres poderosos envites se unió a ella.
La miró, con la respiración agitada.
–Creo que soy un adicto a tu cuerpo.
Ella sonrió y el corazón de Nicholas dio un respingo.
–¡Oye, Nicholas!
Sin apenas tiempo para alzar las sábanas y cubrirse, la puerta de la habitación se abrió de par en par y un hombre alto y apuesto, de no más de veinticinco años, entró en la estancia. Alice se quedó helada al encontrarse con la atónita mirada azul-verdosa de Jack. Llevaba el pelo, de color castaño oscuro, recogido en una coleta y, cuando sonreía, aparecían un par de hoyuelos en sus mejillas.
–Joder, ¿no me digas que te he pillado en la cama?
–Jack –rugió Nicholas–. Sal de aquí.
–Vale, pero las noticias que tengo sobre Desiderius te van a encantar. ¿Por qué no te pones algo de ropa y te reúnes conmigo en el despacho dentro de unos minutos? –Con actitud desvergonzada, los miró de arriba abajo sin ocultar lo divertida que le resultaba la escena, y salió rápidamente de la habitación.
–Recuérdame luego que es urgente que lo mate.
Alice se rió hasta que se encontró con sus ojos.
–Pareces muy distinto con los ojos verdes –susurró mientras le colocaba la mano sobre la mejilla, áspera por la insipida barba.
Como respuesta, Nicholas volvió a capturar sus labios para entregarse a otro tórrido beso. Su lengua la atormentaba con burlonas caricias, pero de forma tan posesiva que la dejaba débil y casi sin aliento.
–¿Qué es lo que tienes que me resulta imposible resistirme a ti?
–¿Mi encantadora personalidad? –bromeó ella.
Riéndose, Nicholas depositó un ligero beso sobre su nariz. Alice lo observó mientras salía de la cama y se dio un festín con esa espalda desnuda mientras atravesaba la habitación, camino del cuarto de baño.
Se acurrucó en la cama y escuchó cómo caía el agua de la ducha. No dejaba de recordar lo bien que se había sentido entre los brazos de Nicholas. Le había dejado su olor impregnado en el cuerpo y la sensación era fascinante, como si ella le perteneciera por completo… aunque sabía que eso jamás podría suceder.
Él era un Cazador Oscuro y ella era una simple contable. Jamás habían nacido dos personas más dispares. Pero su corazón se negaba a escuchar. Una parte de ella lo deseaba a un nivel que no había conocido hasta entonces.
Y, en el fondo de su mente, no podía evitar pensar en lo maravilloso que sería poder liberarlo del juramento que lo había convertido en Cazador Oscuro.
–¿Por qué han cambiado de color?
–Al perder mis poderes de Cazador Oscuro, mis ojos volvieron a ser humanos.
Lo miró con el ceño fruncido e intentó recordar el color de sus ojos durante el sueño.
–¿Éste era su color antes de que perdieras el alma?
Él asintió y bajó la cabeza para darle un lametón en el hueco de la garganta.
–Se supone que no deberías estar haciendo esto –lo reprendió, pasándole la mano por la espalda–. Talon dijo que tenías que descansar.
–Estoy descansando.
Alice contuvo el aliento, sobresaltada al sentir que Nicholas separaba los tiernos pliegues de su sexo y la acariciaba con los dedos, largos y fuertes.
–No estás descansando. Estás jugando.
La buscó con la mirada.
–Quiero jugar contigo.
–¿Y si te debilitas más?
–No veo cómo.
–Pero, ¿y si…?
La hizo callar con un beso tórrido y abrasador y, al instante, los pensamientos de Alice perdieron toda cordura.
Nicholas le mordisqueó los labios y tironeó de ellos con suavidad mientras sus ojos verdes buceaban en el cuerpo de Amanda, tratando de llegar a su corazón.
–Ya no puedo sentir lo que hay en tu interior, Alice. Dime que no me deseas y te dejaré ir.
–Te deseo Nicholas. Ni te imaginas cuánto.
Él le sonrió y se hundió en ella, que gimió al sentir cómo la llenaba por completo.
Para Nicholas, todo comenzó a dar vueltas, allí, inmerso en la calidez del cuerpo de Alice. ¿Cómo era posible que fuese aún mejor que horas antes? La miró fijamente y le encantó ver sus ojos nublados por el deseo y las mejillas cubiertas por el rubor. Era realmente hermosa.
Lo asaltó una oleada de posesividad; un sentimiento intenso que había olvidado hacía siglos.
No acababa de entender de dónde había salido, pero le estaba retorciendo las entrañas. Y, en comparación, dejaba a la altura del betún lo que una vez sintiera por Miley. No lo comprendía y, si era sincero consigo mismo, no se atrevía a profundizar en las razones. Saber con exactitud cuáles eran sus sentimientos sólo le haría más daño.
Alice entrelazó las piernas con las de Nicholas mientras saboreaba cada una de sus profundas y delirantes embestidas. Ni en sus sueños más atrevidos se había imaginado que hacer el amor pudiese ser algo así. Jamás había soñado con experimentar un placer tan intenso.
Gritó cuando alcanzó el orgasmo.
Nicholas cubrió sus labios con los suyos y con tres poderosos envites se unió a ella.
La miró, con la respiración agitada.
–Creo que soy un adicto a tu cuerpo.
Ella sonrió y el corazón de Nicholas dio un respingo.
–¡Oye, Nicholas!
Sin apenas tiempo para alzar las sábanas y cubrirse, la puerta de la habitación se abrió de par en par y un hombre alto y apuesto, de no más de veinticinco años, entró en la estancia. Alice se quedó helada al encontrarse con la atónita mirada azul-verdosa de Jack. Llevaba el pelo, de color castaño oscuro, recogido en una coleta y, cuando sonreía, aparecían un par de hoyuelos en sus mejillas.
–Joder, ¿no me digas que te he pillado en la cama?
–Jack –rugió Nicholas–. Sal de aquí.
–Vale, pero las noticias que tengo sobre Desiderius te van a encantar. ¿Por qué no te pones algo de ropa y te reúnes conmigo en el despacho dentro de unos minutos? –Con actitud desvergonzada, los miró de arriba abajo sin ocultar lo divertida que le resultaba la escena, y salió rápidamente de la habitación.
–Recuérdame luego que es urgente que lo mate.
Alice se rió hasta que se encontró con sus ojos.
–Pareces muy distinto con los ojos verdes –susurró mientras le colocaba la mano sobre la mejilla, áspera por la insipida barba.
Como respuesta, Nicholas volvió a capturar sus labios para entregarse a otro tórrido beso. Su lengua la atormentaba con burlonas caricias, pero de forma tan posesiva que la dejaba débil y casi sin aliento.
–¿Qué es lo que tienes que me resulta imposible resistirme a ti?
–¿Mi encantadora personalidad? –bromeó ella.
Riéndose, Nicholas depositó un ligero beso sobre su nariz. Alice lo observó mientras salía de la cama y se dio un festín con esa espalda desnuda mientras atravesaba la habitación, camino del cuarto de baño.
Se acurrucó en la cama y escuchó cómo caía el agua de la ducha. No dejaba de recordar lo bien que se había sentido entre los brazos de Nicholas. Le había dejado su olor impregnado en el cuerpo y la sensación era fascinante, como si ella le perteneciera por completo… aunque sabía que eso jamás podría suceder.
Él era un Cazador Oscuro y ella era una simple contable. Jamás habían nacido dos personas más dispares. Pero su corazón se negaba a escuchar. Una parte de ella lo deseaba a un nivel que no había conocido hasta entonces.
Y, en el fondo de su mente, no podía evitar pensar en lo maravilloso que sería poder liberarlo del juramento que lo había convertido en Cazador Oscuro.
FIN CAPITULO 8
Invitado
Invitado
Página 13 de 35. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14 ... 24 ... 35
Temas similares
» Placeres Nocturnos NICK Y ____ TERMINADA
» Me secuestro Nick Jonas (nick y tu) Terminada
» [+18]~Exóticos Placeres~[Joe Jonas y Tu] Terminada
» Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)
» Un Día Como Hoy - Joe Jonas & {USERNAME} - Nick Jonas & Magali -
» Me secuestro Nick Jonas (nick y tu) Terminada
» [+18]~Exóticos Placeres~[Joe Jonas y Tu] Terminada
» Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)
» Un Día Como Hoy - Joe Jonas & {USERNAME} - Nick Jonas & Magali -
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 13 de 35.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.