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You don't even see me | Larry Stylinson
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1. • Comparte
You don't even see me | Larry Stylinson
Nombre:
You don't even see me
Autor:
Chantal.
Adaptación:
No.
Género:
Romance.
Advertencias:
Homosexualidad. Si no te gusta, entonces no odies.
Otras páginas: No.
You don't even see me
Sus manos aun rozaban mis mejillas; aun mis dedos reposaban en su cintura mientras que jugueteaban con la punta de su franela; aun mis labios daban toques perfectamente mágicos en los suyos, , como si ambos se estuvieran obsequiando abrazos continuos e interminables, aún nuestras lenguas danzaban al ritmo de lo que todos podían llamar: amor. Mi corazón latía tan rápido y tan fuerte que apuesto a que él podía sentir los latidos contra su camisa tan blanca como sus dientes y tan sencilla como su sonrisa; era alto, por lo que mis pies estaban ligeramente inclinados para que sean posible unas caricias de un fin tan eterno como el cielo. Sentía como su alma y pasión se venía encima de mi ser al sentir su lengua colarse entre mi boca, sin embargo, era un nivel de perfección inalcanzable... hasta ese preciso momento.
Pero algo me hace sentir mal: y aquello era su lengua. Ardía y picaba tanto como una picada de abeja, aunque incluso pienso que fue peor; sus manos me quemaban las mejillas y sus labios se apretaban más contra los míos, haciendo de lo hermoso, lo más desagradable que he sentido. Con todo el dolor en mi pecho, me separé de él con dificultad y arrepentimiento, a pesar de que me hacía daño, al final lo observé. No era con lo que me quería encontrar: sus ojos eran tan rojos como la sangre, sus dientes tan filosos como los de un león, sus manos hirviendo cual fogata. Entonces grité.
—¡¿Louis?!—el joven rizado exclama por tercera vez con mucha más fuerza al ver que el castaño no le correspondía ni daba alguna señal de vida después de tantos agitados en los hombros. Hasta ese momento. Suspiró y sintió un movimiento debajo se su cuerpo, ya que Louis había dado un pequeño salto y un grito ahogado. Lo silenció con un "shh" largo, lento y delicado—¿Estás bien?
El muchacho asintió y se acomodó en la cama sentándose sobre sí, a la vez que sentía que la mirada turquesa de Harry se fijaba en él, regalándole la mayor de las sinceridades y confianzas. Pero ya no era lo mismo junto a él; la noche anterior habían dormido juntos por el nivel del frío y se habían acurrucado uno del otro, pero nada más pasó por más que Louis quisiese que fuera; ahora sus labios eran la manzana de la discordia, sus ojos irresistiblemente observables y su piel la porcelana perfecta. Estaba más que enamorado, estaba fuera de sí y sabía que no era correcto, pero entendía que sus sentimientos siempre se encontraron ocultos y los ignoraba a propósito para el simple hecho de no admitir que ama a su mejor amigo sin límites y con locura, por lo que se hallaba cansado de fingir, no obstante, mantiene su sentir en secreto, ya que no quería espantarlo de alguna manera ya que tenía novia... y él era "totalmente Heterosexual" para su mentalidad y ceguera.
—¿Que ocurrió?—indaga el menor, mientras que acaricia su mano que reposaba encima de sus piernas. Una corriente recorrió cada mínima esquina de su cuerpo, haciéndolo estremecer.
—Solo un mal sueño—trata de sonreír, pero lo único que obtuvo fue una mueca—, estoy bien.
Esbozó una sonrisa.
—¡Bien!—exclama al levantarse con energía del colchón, haciendo que Louis pudiese notar que solo llevaba Boxers, cosa que era extraña, ya que siempre solía llevar nada. Su animación despertó por completo al castaño, por lo que este se tornó a ver lo que pasaba—Debo irme, Lou—se colocaba su camisa blanca. La misma del sueño—, ¡hoy tengo una cita súper especial con Isabelle!
La linda alzada de sus comisuras desapareció mágicamente. "No ella. No otra vez. No"
—Me alegro—dice con un hilo de voz y con una mirada llena de tristeza en sus ojos tan azules como el mar Atlántico. Pero al parecer, su chico no le prestó atención a su ligero dicho y continuó hablando como un radio viejo.
—Esta vez la llevaré a una pequeña pasada en el museo de cera y la llevaré a cenar, ¿qué tal?
—Perfecto—a pesar de que esas palabras fuesen más mentirosas que cualquier otra cosa, llenaban el vacío de su voz en la conversación.
—Aunque a veces me molesta y me hace sentir que solo me quiere por interés, y decir lo que de verdad siento puede hacernos daño...—sus ojos se abrieron como platos y su mirada llena de esperanza se fijó en la decaída. Hacernos, reflejó el adolescente; "¿acaso está hablando de Isabelle y él?...¿o de él y yo?" Se torturó con esas palabras en su cabeza, aquellas palabras eran tan importantes como el oxígeno para sus pulmones, ¡debía saber que trataba de decir!
—Harry...
—Adiós, Loui—continúa sin contestarle, a la vez que ya terminaba de colocarse sus zapatos.
—Hey, Hazza—intenta de nuevo al levantarse para seguir a su amigo rizado que ya iba escaleras abajo.
Este lo ignora y continúa con su camino. Le hacía creer que él no le importaba de ninguna manera en algunos casos, solo para las situaciones friolentas por las que suele pasar. Se abruma.
—¡Harry!—grita su nombre, al notar que ya el menor tenía colgado un abrigo en su brazo derecho y las llaves en su mano izquierda. Por fin el chico se torna.
—¿Sí?
Se congela. No sabe que decir y ni siquiera se le viene algo a la mente que pueda expresar su pregunta o, tal vez, sus sentimientos encontrados luego de percatarse que cada vez que la cabellera rizada se apoyaba en su hombro, cada vez que él lo abrazaba, cada vez que él le daba besos en la mejilla como despedida -y mucho más-, sentía como se le ponían los pelos de punta y como su corazón palpitaba más rápido que antes. Entonces decidió callar. Como siempre.
Suspira.
—Que te vaya bien con Issy—suelta la voz de una manera increíblemente pesada, haciendo que Harry colocase una expresión de confusión e incredulidad hacia el joven. Se gira en su posición y le coloca ambas manos en el rostro del castaño unos centímetros más bajo, allí mueve sus labios en forma de un "Estaré bien" y deposita un beso muy cerca de sus labios, provocando que un zoológico de sentimientos se almacenara en su estómago y miles de recuerdos -de los buenos- de sus sueños recientes con el que consideraba algo más que su amigo, como un chico que se había robado su corazón con la primera mirada y con las primeras palabras que salían de su boca rojiza y provocadora para cualquier ser existente. Incluso para él. Un hombre.
Cierra sus ojos con fuerza y desea que eso volviera a ocurrir pero de una manera distinta, un poco más a la derecha no estaría mal para nadie y mucho menos le haría daño; sino que todo lo contrario. Sus mejillas cobran un color intenso, al igual que el resto de su piel alrededor de todo su trabajado cuerpo, mientras que piensa en todo lo que sería posible entre ellos; ya aquella situación no era un "bromance", no para su pensar. No. Era un romance que dudaba querer terminar sin siquiera sentir amor de su pequeño enamoramiento hacia él. No hasta ese momento.
—Te amo—susurra el mayor, aun con sus párpados cerrados justo después de que Harry se alejó para abrir la puerta y marcharse, pero casi estaba escuchándolo, aunque lo hubiese hecho si hubiese prestado la mayor de las atenciones y si tal vez lo hubiese escuchado con cuidado.
—¿Huh?
—Nada—continúa rápidamente, tratando de querer borrar las palabras que anteriormente habían salido de sus labios sin antes haber pedido permiso alguno que les permitieran ir afuera sin necesidad de que su corazón se estrujara y se hiciera un completo desastre y tan solo un nudo tan grande que era capaz de acabar con su seguridad y tornarlo la persona menos segura de todo el universo, salvo por él mismo cuando era un quinceañero. Harry frunció el ceño, pero selló el final de la conversación y cerró la puerta detrás de él con la idea ya en su cabeza, de aquellos pensares que se alojaban en su mente y le dejaban claro que tal vez Louis no sea solo un amigo pasajero, o un sin-importar-qué-hermano-de-otra-madre, aquella cosa había cambiado desde el instante en el que se conocieron en el baño mientras que ambos se encontraban haciendo sus necesidades, pues al encontrarse con sus hermosos ojos tan azules como el cielo y tan profundos como el océano, chispas volaron dentro de su alma cual pájaros por las mañanas, eufóricos por las posibilidades de alimentos alrededor de su hábitat.
Un sentimiento de culpa se instaló en lo más profundo de sus remordimientos como si estos fueran unos habitantes que jamás iban a irse por más que los echaran; para sacarlos había que ser bastante valiente y decir todo lo que siente. "—Tal vez no sea el momento—" se dijo a sí mismo el joven a la vez que se giraba sobre sí y miraba la puerta cerrada sin saber que su compañero estaba observándola con la misma tristeza y melancolía y, podría ser que fuese por la misma razón, sin embargo, entendía que el muchacho sea lo más heterosexual que se podía ser y, aquellos pensamientos se carcomían su ser gracias a que lo que acababa de hacer era prácticamente el pero pecado que ha cometido en la historia de su vida, sabiendo que Louis hubiese rechazado sus peticiones de sentir sus labios unirse con los de él. No obstante, sus deseos podían llevar su carrera y su vida al subsuelo sin nada más que expresar y tristemente sólo sus verdaderas admiradoras se quedarán con ellos hasta el final, pero solamente uno de sus caprichos podían hundir a sus compañeros junto con él y, el que menos quisiera que se hiriera, era Louis.
Resopla y se coloca su beanie de forma en que sus mechones rizados no se colasen por encima de su frente, mientras que Louis se había derramado en el suelo como si fuese una sustancia líquida gracias a que no se encontraba ni un poco bien con las decisiones que visitaban su mente y lo torturaban cada vez que ellas mismas se dejaban hacerlo, sin importar cuántos llantos de dolor salieran a flote. Su mirada se torna oscura y tan frágil como el cristal cuando unas lágrimas dieron un largo camino terminando en su mejilla izquierda y cayendo de ella hasta la alfombra de lana hallada bajo su cuerpo desplomado e incómodo por el frío y molesto suelo.
Solloza en silencio, al mismo tiempo que se acurruca entre su cuerpo como un niño pequeño; sabía que lo que hacía estaba muy mal y para su entender, Harry no lo veía más que como un amigo ve a su compañero, en realidad, comprende como Harry debe sentirse y todo aquel rollo, pero jamás le ha gustado entender el por qué, ya que sabe que todo tiene una razón y las razones siempre son dolorosas para algún individuo como si esto fuese un castigo que lo llevará al mismísimo infierno y no le dejará ninguna salida, no una fácil de la cual pudiese salir victorioso. Su corazón le deseaba continuar intentando, que iba a conseguir la manera de hacer que Harry se fijase en él de una diferente manera y de forma en la cual pudiese verlo como algo más que un amigo, pero su cerebro y razón le gritaban llenos de dolor que se detuviese, que aquel amor no funcionaría jamás y que debería darse de una buena vez por vencido, cosa que de verdad estaba sumamente tentado en hacer; sin embargo, su conciencia le gritaba que debía decirle su amor por él antes de darle un último adiós. Así que, se levanta y se dirige en pasos lentos hacia el estudio casero, en donde se encontraban muchos papeles regados por el suelo y muebles, a la vez que un computador de última generación estaba totalmente hecho basura entre aquel desorden que Louis -lo admitía- sabía causar con facilidad, pero aun así, su chico no lo dejaba por nada; le encantaba el hecho de que él se sintiese él junto a Harry y que no fuese una mala o diferente persona que en ningún momento ha querido ser. Sonríe al recordar su mirada al decirlo. Se sienta en el escritorio y busca desesperadamente entre todas las cosas una hoja completamente limpia, sin arrugado anterior y perfecta para escribir una carta. Suelta un "¡Sí!" victorioso al encontrar lo que sus ojos se encontraban desesperados por hallar, toma uno de los lapiceros que eran fáciles de coger y comenzó a escribir una linda carta para él.
Todos sus sentimientos se plasmaban en una hoja de papel como si esto fuese un lienzo para el mismísimo Picasso, o como también lo es para Shakespeare una hoja; pero no era tan fácil como se creía, sino que era la situación más complicada por la que Louis jamás había pasado, ya que todo lo tenía increíblemente grabado en la cabeza, el problema era que las palabras para describirlas cada vez se volvían una minoría hasta llegar al punto de que no se hallase ninguna manera de continuar con su hermosa escritura; no si no decía algo restante, algo que era de carácter urgente remarcar y algo que era completamente imborrable e incluso, indudable para el joven. Entonces, sin más de sus embrollos, comenzó a escribir todo. Absolutamente todo.
Al culminar, suspira con todo el aire contenido en sus pulmones y se dirige a su habitación compartida con el rizado, para luego dejar aquella carta en la almohada correspondiente de Harry.
Decide salir a por un café a una de sus cafeterías favoritas; tal vez ahí sea en donde pueda conseguir de su bebida preferida e, incluso, muchas cantidades de ella hasta ya no poder más. Sale de casa, con un gran abrigo y una bufanda cubriéndolo, para que no lo descubran ni nada cercano a ello y, para ese entonces, ya se hallaba abriendo la puerta del piloto del auto. Lo enciende y avanza sin problemas, para que luego ya sus pensamientos se fundan y lo dejen totalmente desconcertado y abrumado. ¿Qué pensará Harry de todo lo escrito anteriormente? ¿Sentirá lo mismo? ¿Se enojará? ¿Lo odiará y no lo querrá ver más? Sinceramente, lo hecho está hecho y no hay remedio alguno de que pueda regresar el tiempo; además, sería bastante estúpido e incoherente de su parte regresarse tan solo para buscar y quemar la carta, a parte de que todos sus sentimientos tan entusiasmados por salir, se borrarían y se esfumarían cual polvo. Bien. Se había arriesgado a esperar de todos los insultos habidos y por haber provenientes de su amado; ¡pero era lo mejor! Sino, probablemente aun estuviera tirado en el suelo.
Al llegar, pide un capuchino y tan rápidamente como se lo entregaron, tan rápido como se sienta en la mesa más cercana, mientras que mira a todos lados con lentitud, observando cada detalle de la ciudad que se podía apreciar gracias al continuo ventanal que hace de mil veces las paredes. Se fija en la taza de café y nota que es más profunda de lo que lo era las veces pasadas en este lugar. Sí: el café era el reemplazo del alcohol para Louis, era como si fuese el que lo tranquilizase a pesar de todo el alboroto que se pueda hallar en el mundo.
Siente como su celular vibra en contra de su muslo y lo saca velozmente de su bolsillo del pantalón, admirando el hecho de que en la pantalla, un "Hazza" se reflejaba. Sonríe y contesta.
—¿Hola?
—¡Hola, Lou!
El castaño ríe ante su entusiasmo y ante como su voz se agudiza al frente de una vía telefónica.
—¿Qué pasa, Harry?
—Ah..., pues era para decirte que todo anda bien, además de que iremos a una fiesta, ¿quieres venir?—dice con bastante felicidad y emoción. Lo necesitaba.
Louis frunce los labios; sabía que terminaría siendo la tercera rueda y que terminaría con una rubia en su cama a pesar de lo mucho que amara a Harry. Tenía una gran tentación en aceptar su oferta, pero es que simplemente su alma no se lo permitía, ¿cómo es que andaría con Harry y su próxima novia? Vamos, eso lo torturaría demasiado y no se consideraba masoquista como para hacerse eso a sí mismo. Suspira.
—Escucha, Hazza, yo...—suspira nuevamente— Yo no quiero ir.
—¿Por qué no?—su voz se oye desconcertada.
—Es difícil de explicar...
—¡No seas así conmigo! Ven, Louis, sabes que...
—Adiós, Harry—suelta Louis, interrumpiendo el habla de su amigo. No podía continuar charlando con él, mucho menos con todo lo escrito en la carta.
Ese pequeño y blanco papel le dejó un efecto subliminal a Louis desde el primer momento en que comenzó a escribir en él. Su cerebro estaba programado para pensar en lo negativo y, su corazón, a anticiparse a sentirse totalmente roto; esperaba lo peor. Comienza a sentir remordimiento, debido a que jamás le había colgado el teléfono a Harry y, como era de esperarse, él se encontraba más que preocupado.
—¡Ahora vamos a la fiesta, Harry!—exclama Isabelle, la propietaria de la voz chillona y aguda. El ruliento no se encontraba en buen estado, es más, estaba terrible. Se pierde en la pantalla de su teléfono y en como las letras se formaban y lograban avisar un "Llamada finalizada". La castaña se abruma—¿Harry? ¿Te encuentras bien?
Silencio.
—Uhm, ¿Iss?—indagó, volteando su mirada hasta la muchacha. Ella lo observó y le sonrió, esperando la propuesta del chico—¿Podríamos dejarlo para otro día?
La mujer se desilusiona por completo, por lo cual su sonrisa había desaparecido tan rápidamente que, ni un rastro dejó. A pesar de, comprendió la posible preocupación de su acompañante y vuelve a sonreír con muchísima sinceridad. Harry intercambia la sonrisa, también.
—De acuerdo, Hazz—asiente—Cuenta conmigo para lo que quieras y, cuando desees, podemos vernos nuevamente, ¿sí?
El castaño bufa, para volver su atención hacia la chica al frente de él. Jamás pensó que sería así de comprensiva; ya se la imaginaba gritando de histeria y completa molestia, con las típicas palabras de la niña neoyorquina malcriada, pero no fue así. Supo que tal vez la llamaría luego, ya que jamás había encontrado a una chica que no se abrumara por cualquier estúpida situación.
—Gracias, Iss—dice así sin más, tras darle un corto y pequeño abrazo—¿Te llevo a casa?
—No, gracias—contesta—. Le diré a mi hermano, que trabaja por aquí, que me lleve a pasear por ahí—ríe levemente.
—Está bien, Belle—comienza a alejarse, cabizbajo, sin embargo, sabía que no debía dejarla así como así; su tradición no podía acabarse tan rápido y mucho menos podía dejar su forma de ser. Se torna, corre hasta alcanzar a la pequeña y le regala un ligero beso en la mejilla, para luego salir huyendo de la situación, tal cual como si eso jamás hubiese sucedido.
Se sube a su auto, una vez en la calle, y lo enciende lo más rápido posible, con el objetivo de ir a buscar a Louis y decirle que fueran ellos los que se fueran por ahí a beber un rato. Sin interrupciones. Sin nadie más.
Afortunadamente, el tráfico desaparece y su libertad de andar por todo Londres con facilidad y rapidez, crece totalmente. Colocó la radio, para tratar de encontrarse a él mismo con alguna de esas canciones que siempre son significativas para cualquier conductor. All This Time. OneRepublic. Bufa con cinismo; la recuerda como si hubiese sido ayer. Recuerda ese día. No obstante, no podía alejarse de sí mismo, no podía apagar esos sonidos en su cabeza que le gritaban junto con millones de sentimientos: qué era lo que de verdad quería para su futuro. Tal vez se haya equivocado con todo lo que él pensaba acerca del amor; tal vez tuviese todo lo que él siempre quiso en sus narices, pero jamás lo notó; tal vez siempre supo lo que de verdad le movía los suelos, lo que de verdad le hacía sentir en las nubes...; solo que nunca lo admitió por miedo al rechazo total. Gracias a esa letra que resonaba en sus oídos, a su corazón latiendo a mil por hora, a sus análisis acerca de toda su vida en particular: lo supo. Por fin entendió.
Louis se hallaba en medio de la carretera, con sus ojos tan llorosos como era posible: quería alejarse del universo. De aquí. Del mundo. De su miedo. De su vida. Desesperado, llama a Niall por celular, con la esperanza de que él conteste y, así sucede.
—¿Lou?
—Hola, Niall—su voz está entrecortada, como si cada palabra que dijese fuese interrumpida por sus deseos del llanto.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien?
—No, Niall, no lo estoy. Pero quiero que sepas que te quiero, a ti y a los chicos.
—¿Louis?
—Quiero que sepan que estaré lejos por un tiempo; específicamente me iré a Francia..., estoy en la carretera.
—¡¿Qué demonios...?! ¡No! ¡Ya voy a buscarte!
—No..., adiós.
E inmediatamente le cuelga de nuevo a uno de sus mejores amigos, dejando al pequeño irlandés confundido y abrumado.
Cuando finalmente, Harry llega a casa en busca de él, grita su nombre como ninguna vez antes lo ha hecho; pero no recibe respuesta. Revisa en todos lados, pero el único rastro dejado por Louis es una carta, con un Adiós de encabezado. El menor lo ignora por completo, mas se lo lleva en el bolsillo y se sube al auto, sin ningún destino fijado.
Su celular se hace sonar, pero él no está de humor para avisarse de quién se trata, así que contesta, sabiendo que cualquier admiradora puede ser la dueña de la llamada entrante.
—¿Harry?—pero no lo era: era una voz masculina y de acento. De inmediato supo que era su amigo, Niall.
—¿Sí?
—Louis está en camino a Francia; debes ir por él, eres al único al que escuchará.
—¡¿Qué Louis qué?!
—Harry, por favor...
—Ya voy en camino.
Suelta su celular, justo antes de dar un giro brusco con su automóvil, para cambiar de dirección e irse a la carretera que lo llevaría a tal país. Reza porque no desea que Louis se vaya, no hoy, no en ese momento, no cuando tiene miles de cosas que decirle sobre sus sentimientos; sobre ellos; sobre un próximo "Nosotros". «Vamos, Louis, no te vayas, no... por favor...» repetía cada vez que le era posible, con unas lágrimas a punto de salir de sus lindos ojos color esmeralda, que habían tomado un color más claro y grisáceo gracias a todos los sentimientos que había conseguido por todo de lo que, de una manera bastante tardía, se había percatado el joven. Puede ser que su realidad se haya hecho trizas; que sus expectativas de la vida se hayan esfumado tal cual como una ráfaga de aire, pero el corazón quiere lo que quiere, busca lo que necesita y ama lo que ya es suyo.
Después de unos momentos, puede ver que el auto de Louis está a una larga distancia, por lo que avanza con una increíble rapidez inimaginable, sin importarle los límites de velocidad establecidos. Comienza a tocar el cornetín del auto.
—¡Louis!—le llama desesperado, con su cabeza sobresaliendo de la ventanilla del auto—¡Louis!
El mayor nota la presencia de Harry justo detrás de él. Se limpia las lágrimas y lo observa por el retrovisor. Sonríe. Pero no se da cuenta de lo que se encuentra justo al frente de su auto, por lo que Harry le advierte con gritos que le indican el peligro que corre en ese preciso instante. Retira su vista de la belleza que se encuentra justo detrás de él y visualiza una gran roca en medio de la carretera. Desesperado, trata de esquivarla y lo logra, lo hace, pero no de la mejor manera, pues gira el volante al lado barranco: al abismo del lugar. Inesperadamente, todo se torna negro.
—¡No!—grita Harry con toda la fuerza y el aire en sus pulmones. Detiene su auto y sale de él como si su vida dependiera de ello..., y tal vez así fuera.
Corre hacia el lugar en donde el auto llegó a vararse, con el insoportable, e imparable llanto proveniente de sus más profundos sentimientos. Apenas podía sentir sus piernas, mientras que su corazón era el único sonido que podía escuchar incluso sin inclinar su cabeza. Bajó por aquella empinada montaña y observó al fondo que el vehículo había sufrido unos daños, claro está, pero la ubicación de Louis aun era desconocida. Al llegar a la aproximación de la maquina, contiene sus lágrimas al ver el cuerpo herido de Louis del lado contrario de su vista actual. Lo toma en sus brazos y lo coloca en sus piernas tras sentarse en la tierra de un tono naranjo, entonces le acaricia la cabeza y lo llama por su nombre en casi un susurro, notando como abre sus ojos.
—Harry...—pronuncia el herido apenas, mientras que el nombrado trata de formar una sonrisa, y lo hace, pero aun está increíblemente preocupado.
—¿Sí?
—¿Qué haces aquí?
—Pues..., quería verte y fui a casa para buscarte, pero no estabas, así que...
Louis apenas podía escuchar la voz que tanto amaba, sus sentidos se perdían poco a poco con el pasar de los segundos. Tras escuchar su argumentación, supo que por alguna razón pudo encontrar la carta dejada en la almohada respectiva, por lo que si este era su fin eterno, debía aclarar sus sentimientos con él; Harry debía saber el amor que Louis sentía por él, sino, su muerte no sería en paz y probablemente quede rondando y vagando por el cementerio en donde quede yacido. Interrumpe sus palabras, no muy bien interpretadas, y le dice:
—Quiero que hagas algo por mí.
Harry lo mira detenidamente y asiente.
—Lo que sea.
—Lee la carta que encontraste, por favor.
El frunce el ceño, al no tener idea de lo que habla su compañero, pero luego entiende lo que trata de decir y saca, de su abrigo, la carta anteriormente guardada y plegada por él mismo. Le hecha un último vistazo al rostro de porcelana de Louis, que yacía en su brazo izquierdo, el cual esboza una sonrisa, haciendo sentir a Harry feliz.
Extiende el papel, y comienza su lectura silenciosa.
"Hola, Harry...
Quiero que sepas que siempre me ha encantado que te sientas alegre junto a una chica que ames, además de que estaba bien tan solo con el hecho de que me mencionaste que iba a ser el padrino de la boda y de los hijos, si es que era posible. Estaba satisfecho, mas no feliz.
Verás, Harry, todo comenzó cuando te hallabas en el baño cerca del escenario, cuando tu espetaste un lindo y bastante audible "Hola". Tu voz..., ah, tu voz: era como un canto angelical que provenía del cielo, y tan solo dijiste cuatro letras, dos sílabas. Vaya, me tenías loco desde ese momento.
Supuse que también te sentías interesado, sabes, cuando nos dijeron que nos unirían como banda y tú simplemente me sostuviste en tus brazos y me abrazaste, a parte de que susurraste un "Te quiero" en ese preciso instante. Yo reí.
Todos sabemos lo que ocurrió después: nos quisimos más, éramos más unidos y, de un momento a otro, ya éramos la banda de chicos más famosa de todo el mundo. Dije que quería vivir contigo y tú aceptaste, feliz, pero de verdad, aun no sabía acerca de mí mismo y junto a ti, quería averiguar mi verdadero ser.
Pasaron los días, semanas y meses, tu tenías miles de novias cada día y tú jamás terminabas con resacas, pues supongo que ellas si lo hacían gracias a que les rompías el corazón y nunca te importó demasiado. Pero llegó Taylor y tú te enamoraste, te enamoraste de verdad; salían a tomar café, a fiestas, a clubes e incluso se instalaron en un hotel de Nueva York, mientras que Eleanor me consolaba y continuábamos con el contrato. Admito que ella era la mejor amiga que nunca tuve el placer de tener, es decir, la quería demasiado y ella a mí, pero es que solo la veía como una de mis hermanas. Cada vez que salíamos juntos, ella me decía cosas que escuchaba de tu relación y me daba consejos de como buscarte. Gracias, Ellie.
De un momento a otro, ustedes habían terminado y era difícil hacer que parases de llorar, porque de esa manera, me hacías sufrir a mi como no tienes idea. Te llevé a un bar, con el propósito de que te descargases con licor y así lo hiciste; hasta me dedicaste una canción de OneRepublic, sabes, esa llamada All This Time y yo me reí por completo, pero aun así, me sentí especial... me sentí amado a pesar de que tal vez estuvieras afectado por el exceso de alcohol. Esa misma noche, fuimos a casa y... me besaste. Sí, Harry, me besaste y yo no me lo creía posible..., y así fue, y yo lo correspondí sin chistar ni una vez. Fue el mejor beso de mi vida, para serte sincero; pero no era real. No era real y debía conformarme con eso: debía no comentártelo por el miedo a que te asquearas y me dejaras y créeme, Harry, no dejaría que eso suceda.
La pregunta es... ¿me amaste tanto como yo lo hice? ¿Acaso hice lo correcto al no decirte? ¿Al mantener en secreto cuanto te llegué a amar? ¿Al dejar que Eleanor me aconsejara? ¿Al dejarte ir con Taylor?
Yo te amo, Harry.
Tu siempre fuiste libre, pero yo no. Yo siempre fui tuyo, lo soy y siempre lo seré
Louis xx"
El muchacho se encontraba en un estado frágil, por lo que sus ojos estaban más húmedos que el hielo expuesto en un desierto. Lo observó, pero la realidad era que él tenía los ojos cerrados y su sonrisa había desaparecido.
Se había ido.
No obstante, Harry no reacciona de una mala manera. No. Sin retirar sus mirada de Louis, se acerca y sin más nada que decir, lo besa. Una de las lágrimas que tanto había contenido, baja lentamente por su mejilla y se deja caer en el rostro de el joven, ya difunto. Se separa lentamente y susurra, con ternura y despacio, un te amo que durará para siempre.
Pero algo me hace sentir mal: y aquello era su lengua. Ardía y picaba tanto como una picada de abeja, aunque incluso pienso que fue peor; sus manos me quemaban las mejillas y sus labios se apretaban más contra los míos, haciendo de lo hermoso, lo más desagradable que he sentido. Con todo el dolor en mi pecho, me separé de él con dificultad y arrepentimiento, a pesar de que me hacía daño, al final lo observé. No era con lo que me quería encontrar: sus ojos eran tan rojos como la sangre, sus dientes tan filosos como los de un león, sus manos hirviendo cual fogata. Entonces grité.
—¡¿Louis?!—el joven rizado exclama por tercera vez con mucha más fuerza al ver que el castaño no le correspondía ni daba alguna señal de vida después de tantos agitados en los hombros. Hasta ese momento. Suspiró y sintió un movimiento debajo se su cuerpo, ya que Louis había dado un pequeño salto y un grito ahogado. Lo silenció con un "shh" largo, lento y delicado—¿Estás bien?
El muchacho asintió y se acomodó en la cama sentándose sobre sí, a la vez que sentía que la mirada turquesa de Harry se fijaba en él, regalándole la mayor de las sinceridades y confianzas. Pero ya no era lo mismo junto a él; la noche anterior habían dormido juntos por el nivel del frío y se habían acurrucado uno del otro, pero nada más pasó por más que Louis quisiese que fuera; ahora sus labios eran la manzana de la discordia, sus ojos irresistiblemente observables y su piel la porcelana perfecta. Estaba más que enamorado, estaba fuera de sí y sabía que no era correcto, pero entendía que sus sentimientos siempre se encontraron ocultos y los ignoraba a propósito para el simple hecho de no admitir que ama a su mejor amigo sin límites y con locura, por lo que se hallaba cansado de fingir, no obstante, mantiene su sentir en secreto, ya que no quería espantarlo de alguna manera ya que tenía novia... y él era "totalmente Heterosexual" para su mentalidad y ceguera.
—¿Que ocurrió?—indaga el menor, mientras que acaricia su mano que reposaba encima de sus piernas. Una corriente recorrió cada mínima esquina de su cuerpo, haciéndolo estremecer.
—Solo un mal sueño—trata de sonreír, pero lo único que obtuvo fue una mueca—, estoy bien.
Esbozó una sonrisa.
—¡Bien!—exclama al levantarse con energía del colchón, haciendo que Louis pudiese notar que solo llevaba Boxers, cosa que era extraña, ya que siempre solía llevar nada. Su animación despertó por completo al castaño, por lo que este se tornó a ver lo que pasaba—Debo irme, Lou—se colocaba su camisa blanca. La misma del sueño—, ¡hoy tengo una cita súper especial con Isabelle!
La linda alzada de sus comisuras desapareció mágicamente. "No ella. No otra vez. No"
—Me alegro—dice con un hilo de voz y con una mirada llena de tristeza en sus ojos tan azules como el mar Atlántico. Pero al parecer, su chico no le prestó atención a su ligero dicho y continuó hablando como un radio viejo.
—Esta vez la llevaré a una pequeña pasada en el museo de cera y la llevaré a cenar, ¿qué tal?
—Perfecto—a pesar de que esas palabras fuesen más mentirosas que cualquier otra cosa, llenaban el vacío de su voz en la conversación.
—Aunque a veces me molesta y me hace sentir que solo me quiere por interés, y decir lo que de verdad siento puede hacernos daño...—sus ojos se abrieron como platos y su mirada llena de esperanza se fijó en la decaída. Hacernos, reflejó el adolescente; "¿acaso está hablando de Isabelle y él?...¿o de él y yo?" Se torturó con esas palabras en su cabeza, aquellas palabras eran tan importantes como el oxígeno para sus pulmones, ¡debía saber que trataba de decir!
—Harry...
—Adiós, Loui—continúa sin contestarle, a la vez que ya terminaba de colocarse sus zapatos.
—Hey, Hazza—intenta de nuevo al levantarse para seguir a su amigo rizado que ya iba escaleras abajo.
Este lo ignora y continúa con su camino. Le hacía creer que él no le importaba de ninguna manera en algunos casos, solo para las situaciones friolentas por las que suele pasar. Se abruma.
—¡Harry!—grita su nombre, al notar que ya el menor tenía colgado un abrigo en su brazo derecho y las llaves en su mano izquierda. Por fin el chico se torna.
—¿Sí?
Se congela. No sabe que decir y ni siquiera se le viene algo a la mente que pueda expresar su pregunta o, tal vez, sus sentimientos encontrados luego de percatarse que cada vez que la cabellera rizada se apoyaba en su hombro, cada vez que él lo abrazaba, cada vez que él le daba besos en la mejilla como despedida -y mucho más-, sentía como se le ponían los pelos de punta y como su corazón palpitaba más rápido que antes. Entonces decidió callar. Como siempre.
Suspira.
—Que te vaya bien con Issy—suelta la voz de una manera increíblemente pesada, haciendo que Harry colocase una expresión de confusión e incredulidad hacia el joven. Se gira en su posición y le coloca ambas manos en el rostro del castaño unos centímetros más bajo, allí mueve sus labios en forma de un "Estaré bien" y deposita un beso muy cerca de sus labios, provocando que un zoológico de sentimientos se almacenara en su estómago y miles de recuerdos -de los buenos- de sus sueños recientes con el que consideraba algo más que su amigo, como un chico que se había robado su corazón con la primera mirada y con las primeras palabras que salían de su boca rojiza y provocadora para cualquier ser existente. Incluso para él. Un hombre.
Cierra sus ojos con fuerza y desea que eso volviera a ocurrir pero de una manera distinta, un poco más a la derecha no estaría mal para nadie y mucho menos le haría daño; sino que todo lo contrario. Sus mejillas cobran un color intenso, al igual que el resto de su piel alrededor de todo su trabajado cuerpo, mientras que piensa en todo lo que sería posible entre ellos; ya aquella situación no era un "bromance", no para su pensar. No. Era un romance que dudaba querer terminar sin siquiera sentir amor de su pequeño enamoramiento hacia él. No hasta ese momento.
—Te amo—susurra el mayor, aun con sus párpados cerrados justo después de que Harry se alejó para abrir la puerta y marcharse, pero casi estaba escuchándolo, aunque lo hubiese hecho si hubiese prestado la mayor de las atenciones y si tal vez lo hubiese escuchado con cuidado.
—¿Huh?
—Nada—continúa rápidamente, tratando de querer borrar las palabras que anteriormente habían salido de sus labios sin antes haber pedido permiso alguno que les permitieran ir afuera sin necesidad de que su corazón se estrujara y se hiciera un completo desastre y tan solo un nudo tan grande que era capaz de acabar con su seguridad y tornarlo la persona menos segura de todo el universo, salvo por él mismo cuando era un quinceañero. Harry frunció el ceño, pero selló el final de la conversación y cerró la puerta detrás de él con la idea ya en su cabeza, de aquellos pensares que se alojaban en su mente y le dejaban claro que tal vez Louis no sea solo un amigo pasajero, o un sin-importar-qué-hermano-de-otra-madre, aquella cosa había cambiado desde el instante en el que se conocieron en el baño mientras que ambos se encontraban haciendo sus necesidades, pues al encontrarse con sus hermosos ojos tan azules como el cielo y tan profundos como el océano, chispas volaron dentro de su alma cual pájaros por las mañanas, eufóricos por las posibilidades de alimentos alrededor de su hábitat.
Un sentimiento de culpa se instaló en lo más profundo de sus remordimientos como si estos fueran unos habitantes que jamás iban a irse por más que los echaran; para sacarlos había que ser bastante valiente y decir todo lo que siente. "—Tal vez no sea el momento—" se dijo a sí mismo el joven a la vez que se giraba sobre sí y miraba la puerta cerrada sin saber que su compañero estaba observándola con la misma tristeza y melancolía y, podría ser que fuese por la misma razón, sin embargo, entendía que el muchacho sea lo más heterosexual que se podía ser y, aquellos pensamientos se carcomían su ser gracias a que lo que acababa de hacer era prácticamente el pero pecado que ha cometido en la historia de su vida, sabiendo que Louis hubiese rechazado sus peticiones de sentir sus labios unirse con los de él. No obstante, sus deseos podían llevar su carrera y su vida al subsuelo sin nada más que expresar y tristemente sólo sus verdaderas admiradoras se quedarán con ellos hasta el final, pero solamente uno de sus caprichos podían hundir a sus compañeros junto con él y, el que menos quisiera que se hiriera, era Louis.
Resopla y se coloca su beanie de forma en que sus mechones rizados no se colasen por encima de su frente, mientras que Louis se había derramado en el suelo como si fuese una sustancia líquida gracias a que no se encontraba ni un poco bien con las decisiones que visitaban su mente y lo torturaban cada vez que ellas mismas se dejaban hacerlo, sin importar cuántos llantos de dolor salieran a flote. Su mirada se torna oscura y tan frágil como el cristal cuando unas lágrimas dieron un largo camino terminando en su mejilla izquierda y cayendo de ella hasta la alfombra de lana hallada bajo su cuerpo desplomado e incómodo por el frío y molesto suelo.
Solloza en silencio, al mismo tiempo que se acurruca entre su cuerpo como un niño pequeño; sabía que lo que hacía estaba muy mal y para su entender, Harry no lo veía más que como un amigo ve a su compañero, en realidad, comprende como Harry debe sentirse y todo aquel rollo, pero jamás le ha gustado entender el por qué, ya que sabe que todo tiene una razón y las razones siempre son dolorosas para algún individuo como si esto fuese un castigo que lo llevará al mismísimo infierno y no le dejará ninguna salida, no una fácil de la cual pudiese salir victorioso. Su corazón le deseaba continuar intentando, que iba a conseguir la manera de hacer que Harry se fijase en él de una diferente manera y de forma en la cual pudiese verlo como algo más que un amigo, pero su cerebro y razón le gritaban llenos de dolor que se detuviese, que aquel amor no funcionaría jamás y que debería darse de una buena vez por vencido, cosa que de verdad estaba sumamente tentado en hacer; sin embargo, su conciencia le gritaba que debía decirle su amor por él antes de darle un último adiós. Así que, se levanta y se dirige en pasos lentos hacia el estudio casero, en donde se encontraban muchos papeles regados por el suelo y muebles, a la vez que un computador de última generación estaba totalmente hecho basura entre aquel desorden que Louis -lo admitía- sabía causar con facilidad, pero aun así, su chico no lo dejaba por nada; le encantaba el hecho de que él se sintiese él junto a Harry y que no fuese una mala o diferente persona que en ningún momento ha querido ser. Sonríe al recordar su mirada al decirlo. Se sienta en el escritorio y busca desesperadamente entre todas las cosas una hoja completamente limpia, sin arrugado anterior y perfecta para escribir una carta. Suelta un "¡Sí!" victorioso al encontrar lo que sus ojos se encontraban desesperados por hallar, toma uno de los lapiceros que eran fáciles de coger y comenzó a escribir una linda carta para él.
Todos sus sentimientos se plasmaban en una hoja de papel como si esto fuese un lienzo para el mismísimo Picasso, o como también lo es para Shakespeare una hoja; pero no era tan fácil como se creía, sino que era la situación más complicada por la que Louis jamás había pasado, ya que todo lo tenía increíblemente grabado en la cabeza, el problema era que las palabras para describirlas cada vez se volvían una minoría hasta llegar al punto de que no se hallase ninguna manera de continuar con su hermosa escritura; no si no decía algo restante, algo que era de carácter urgente remarcar y algo que era completamente imborrable e incluso, indudable para el joven. Entonces, sin más de sus embrollos, comenzó a escribir todo. Absolutamente todo.
Al culminar, suspira con todo el aire contenido en sus pulmones y se dirige a su habitación compartida con el rizado, para luego dejar aquella carta en la almohada correspondiente de Harry.
Decide salir a por un café a una de sus cafeterías favoritas; tal vez ahí sea en donde pueda conseguir de su bebida preferida e, incluso, muchas cantidades de ella hasta ya no poder más. Sale de casa, con un gran abrigo y una bufanda cubriéndolo, para que no lo descubran ni nada cercano a ello y, para ese entonces, ya se hallaba abriendo la puerta del piloto del auto. Lo enciende y avanza sin problemas, para que luego ya sus pensamientos se fundan y lo dejen totalmente desconcertado y abrumado. ¿Qué pensará Harry de todo lo escrito anteriormente? ¿Sentirá lo mismo? ¿Se enojará? ¿Lo odiará y no lo querrá ver más? Sinceramente, lo hecho está hecho y no hay remedio alguno de que pueda regresar el tiempo; además, sería bastante estúpido e incoherente de su parte regresarse tan solo para buscar y quemar la carta, a parte de que todos sus sentimientos tan entusiasmados por salir, se borrarían y se esfumarían cual polvo. Bien. Se había arriesgado a esperar de todos los insultos habidos y por haber provenientes de su amado; ¡pero era lo mejor! Sino, probablemente aun estuviera tirado en el suelo.
Al llegar, pide un capuchino y tan rápidamente como se lo entregaron, tan rápido como se sienta en la mesa más cercana, mientras que mira a todos lados con lentitud, observando cada detalle de la ciudad que se podía apreciar gracias al continuo ventanal que hace de mil veces las paredes. Se fija en la taza de café y nota que es más profunda de lo que lo era las veces pasadas en este lugar. Sí: el café era el reemplazo del alcohol para Louis, era como si fuese el que lo tranquilizase a pesar de todo el alboroto que se pueda hallar en el mundo.
Siente como su celular vibra en contra de su muslo y lo saca velozmente de su bolsillo del pantalón, admirando el hecho de que en la pantalla, un "Hazza" se reflejaba. Sonríe y contesta.
—¿Hola?
—¡Hola, Lou!
El castaño ríe ante su entusiasmo y ante como su voz se agudiza al frente de una vía telefónica.
—¿Qué pasa, Harry?
—Ah..., pues era para decirte que todo anda bien, además de que iremos a una fiesta, ¿quieres venir?—dice con bastante felicidad y emoción. Lo necesitaba.
Louis frunce los labios; sabía que terminaría siendo la tercera rueda y que terminaría con una rubia en su cama a pesar de lo mucho que amara a Harry. Tenía una gran tentación en aceptar su oferta, pero es que simplemente su alma no se lo permitía, ¿cómo es que andaría con Harry y su próxima novia? Vamos, eso lo torturaría demasiado y no se consideraba masoquista como para hacerse eso a sí mismo. Suspira.
—Escucha, Hazza, yo...—suspira nuevamente— Yo no quiero ir.
—¿Por qué no?—su voz se oye desconcertada.
—Es difícil de explicar...
—¡No seas así conmigo! Ven, Louis, sabes que...
—Adiós, Harry—suelta Louis, interrumpiendo el habla de su amigo. No podía continuar charlando con él, mucho menos con todo lo escrito en la carta.
Ese pequeño y blanco papel le dejó un efecto subliminal a Louis desde el primer momento en que comenzó a escribir en él. Su cerebro estaba programado para pensar en lo negativo y, su corazón, a anticiparse a sentirse totalmente roto; esperaba lo peor. Comienza a sentir remordimiento, debido a que jamás le había colgado el teléfono a Harry y, como era de esperarse, él se encontraba más que preocupado.
—¡Ahora vamos a la fiesta, Harry!—exclama Isabelle, la propietaria de la voz chillona y aguda. El ruliento no se encontraba en buen estado, es más, estaba terrible. Se pierde en la pantalla de su teléfono y en como las letras se formaban y lograban avisar un "Llamada finalizada". La castaña se abruma—¿Harry? ¿Te encuentras bien?
Silencio.
—Uhm, ¿Iss?—indagó, volteando su mirada hasta la muchacha. Ella lo observó y le sonrió, esperando la propuesta del chico—¿Podríamos dejarlo para otro día?
La mujer se desilusiona por completo, por lo cual su sonrisa había desaparecido tan rápidamente que, ni un rastro dejó. A pesar de, comprendió la posible preocupación de su acompañante y vuelve a sonreír con muchísima sinceridad. Harry intercambia la sonrisa, también.
—De acuerdo, Hazz—asiente—Cuenta conmigo para lo que quieras y, cuando desees, podemos vernos nuevamente, ¿sí?
El castaño bufa, para volver su atención hacia la chica al frente de él. Jamás pensó que sería así de comprensiva; ya se la imaginaba gritando de histeria y completa molestia, con las típicas palabras de la niña neoyorquina malcriada, pero no fue así. Supo que tal vez la llamaría luego, ya que jamás había encontrado a una chica que no se abrumara por cualquier estúpida situación.
—Gracias, Iss—dice así sin más, tras darle un corto y pequeño abrazo—¿Te llevo a casa?
—No, gracias—contesta—. Le diré a mi hermano, que trabaja por aquí, que me lleve a pasear por ahí—ríe levemente.
—Está bien, Belle—comienza a alejarse, cabizbajo, sin embargo, sabía que no debía dejarla así como así; su tradición no podía acabarse tan rápido y mucho menos podía dejar su forma de ser. Se torna, corre hasta alcanzar a la pequeña y le regala un ligero beso en la mejilla, para luego salir huyendo de la situación, tal cual como si eso jamás hubiese sucedido.
Se sube a su auto, una vez en la calle, y lo enciende lo más rápido posible, con el objetivo de ir a buscar a Louis y decirle que fueran ellos los que se fueran por ahí a beber un rato. Sin interrupciones. Sin nadie más.
Afortunadamente, el tráfico desaparece y su libertad de andar por todo Londres con facilidad y rapidez, crece totalmente. Colocó la radio, para tratar de encontrarse a él mismo con alguna de esas canciones que siempre son significativas para cualquier conductor. All This Time. OneRepublic. Bufa con cinismo; la recuerda como si hubiese sido ayer. Recuerda ese día. No obstante, no podía alejarse de sí mismo, no podía apagar esos sonidos en su cabeza que le gritaban junto con millones de sentimientos: qué era lo que de verdad quería para su futuro. Tal vez se haya equivocado con todo lo que él pensaba acerca del amor; tal vez tuviese todo lo que él siempre quiso en sus narices, pero jamás lo notó; tal vez siempre supo lo que de verdad le movía los suelos, lo que de verdad le hacía sentir en las nubes...; solo que nunca lo admitió por miedo al rechazo total. Gracias a esa letra que resonaba en sus oídos, a su corazón latiendo a mil por hora, a sus análisis acerca de toda su vida en particular: lo supo. Por fin entendió.
Louis se hallaba en medio de la carretera, con sus ojos tan llorosos como era posible: quería alejarse del universo. De aquí. Del mundo. De su miedo. De su vida. Desesperado, llama a Niall por celular, con la esperanza de que él conteste y, así sucede.
—¿Lou?
—Hola, Niall—su voz está entrecortada, como si cada palabra que dijese fuese interrumpida por sus deseos del llanto.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien?
—No, Niall, no lo estoy. Pero quiero que sepas que te quiero, a ti y a los chicos.
—¿Louis?
—Quiero que sepan que estaré lejos por un tiempo; específicamente me iré a Francia..., estoy en la carretera.
—¡¿Qué demonios...?! ¡No! ¡Ya voy a buscarte!
—No..., adiós.
E inmediatamente le cuelga de nuevo a uno de sus mejores amigos, dejando al pequeño irlandés confundido y abrumado.
Cuando finalmente, Harry llega a casa en busca de él, grita su nombre como ninguna vez antes lo ha hecho; pero no recibe respuesta. Revisa en todos lados, pero el único rastro dejado por Louis es una carta, con un Adiós de encabezado. El menor lo ignora por completo, mas se lo lleva en el bolsillo y se sube al auto, sin ningún destino fijado.
Su celular se hace sonar, pero él no está de humor para avisarse de quién se trata, así que contesta, sabiendo que cualquier admiradora puede ser la dueña de la llamada entrante.
—¿Harry?—pero no lo era: era una voz masculina y de acento. De inmediato supo que era su amigo, Niall.
—¿Sí?
—Louis está en camino a Francia; debes ir por él, eres al único al que escuchará.
—¡¿Qué Louis qué?!
—Harry, por favor...
—Ya voy en camino.
Suelta su celular, justo antes de dar un giro brusco con su automóvil, para cambiar de dirección e irse a la carretera que lo llevaría a tal país. Reza porque no desea que Louis se vaya, no hoy, no en ese momento, no cuando tiene miles de cosas que decirle sobre sus sentimientos; sobre ellos; sobre un próximo "Nosotros". «Vamos, Louis, no te vayas, no... por favor...» repetía cada vez que le era posible, con unas lágrimas a punto de salir de sus lindos ojos color esmeralda, que habían tomado un color más claro y grisáceo gracias a todos los sentimientos que había conseguido por todo de lo que, de una manera bastante tardía, se había percatado el joven. Puede ser que su realidad se haya hecho trizas; que sus expectativas de la vida se hayan esfumado tal cual como una ráfaga de aire, pero el corazón quiere lo que quiere, busca lo que necesita y ama lo que ya es suyo.
Después de unos momentos, puede ver que el auto de Louis está a una larga distancia, por lo que avanza con una increíble rapidez inimaginable, sin importarle los límites de velocidad establecidos. Comienza a tocar el cornetín del auto.
—¡Louis!—le llama desesperado, con su cabeza sobresaliendo de la ventanilla del auto—¡Louis!
El mayor nota la presencia de Harry justo detrás de él. Se limpia las lágrimas y lo observa por el retrovisor. Sonríe. Pero no se da cuenta de lo que se encuentra justo al frente de su auto, por lo que Harry le advierte con gritos que le indican el peligro que corre en ese preciso instante. Retira su vista de la belleza que se encuentra justo detrás de él y visualiza una gran roca en medio de la carretera. Desesperado, trata de esquivarla y lo logra, lo hace, pero no de la mejor manera, pues gira el volante al lado barranco: al abismo del lugar. Inesperadamente, todo se torna negro.
—¡No!—grita Harry con toda la fuerza y el aire en sus pulmones. Detiene su auto y sale de él como si su vida dependiera de ello..., y tal vez así fuera.
Corre hacia el lugar en donde el auto llegó a vararse, con el insoportable, e imparable llanto proveniente de sus más profundos sentimientos. Apenas podía sentir sus piernas, mientras que su corazón era el único sonido que podía escuchar incluso sin inclinar su cabeza. Bajó por aquella empinada montaña y observó al fondo que el vehículo había sufrido unos daños, claro está, pero la ubicación de Louis aun era desconocida. Al llegar a la aproximación de la maquina, contiene sus lágrimas al ver el cuerpo herido de Louis del lado contrario de su vista actual. Lo toma en sus brazos y lo coloca en sus piernas tras sentarse en la tierra de un tono naranjo, entonces le acaricia la cabeza y lo llama por su nombre en casi un susurro, notando como abre sus ojos.
—Harry...—pronuncia el herido apenas, mientras que el nombrado trata de formar una sonrisa, y lo hace, pero aun está increíblemente preocupado.
—¿Sí?
—¿Qué haces aquí?
—Pues..., quería verte y fui a casa para buscarte, pero no estabas, así que...
Louis apenas podía escuchar la voz que tanto amaba, sus sentidos se perdían poco a poco con el pasar de los segundos. Tras escuchar su argumentación, supo que por alguna razón pudo encontrar la carta dejada en la almohada respectiva, por lo que si este era su fin eterno, debía aclarar sus sentimientos con él; Harry debía saber el amor que Louis sentía por él, sino, su muerte no sería en paz y probablemente quede rondando y vagando por el cementerio en donde quede yacido. Interrumpe sus palabras, no muy bien interpretadas, y le dice:
—Quiero que hagas algo por mí.
Harry lo mira detenidamente y asiente.
—Lo que sea.
—Lee la carta que encontraste, por favor.
El frunce el ceño, al no tener idea de lo que habla su compañero, pero luego entiende lo que trata de decir y saca, de su abrigo, la carta anteriormente guardada y plegada por él mismo. Le hecha un último vistazo al rostro de porcelana de Louis, que yacía en su brazo izquierdo, el cual esboza una sonrisa, haciendo sentir a Harry feliz.
Extiende el papel, y comienza su lectura silenciosa.
"Hola, Harry...
Quiero que sepas que siempre me ha encantado que te sientas alegre junto a una chica que ames, además de que estaba bien tan solo con el hecho de que me mencionaste que iba a ser el padrino de la boda y de los hijos, si es que era posible. Estaba satisfecho, mas no feliz.
Verás, Harry, todo comenzó cuando te hallabas en el baño cerca del escenario, cuando tu espetaste un lindo y bastante audible "Hola". Tu voz..., ah, tu voz: era como un canto angelical que provenía del cielo, y tan solo dijiste cuatro letras, dos sílabas. Vaya, me tenías loco desde ese momento.
Supuse que también te sentías interesado, sabes, cuando nos dijeron que nos unirían como banda y tú simplemente me sostuviste en tus brazos y me abrazaste, a parte de que susurraste un "Te quiero" en ese preciso instante. Yo reí.
Todos sabemos lo que ocurrió después: nos quisimos más, éramos más unidos y, de un momento a otro, ya éramos la banda de chicos más famosa de todo el mundo. Dije que quería vivir contigo y tú aceptaste, feliz, pero de verdad, aun no sabía acerca de mí mismo y junto a ti, quería averiguar mi verdadero ser.
Pasaron los días, semanas y meses, tu tenías miles de novias cada día y tú jamás terminabas con resacas, pues supongo que ellas si lo hacían gracias a que les rompías el corazón y nunca te importó demasiado. Pero llegó Taylor y tú te enamoraste, te enamoraste de verdad; salían a tomar café, a fiestas, a clubes e incluso se instalaron en un hotel de Nueva York, mientras que Eleanor me consolaba y continuábamos con el contrato. Admito que ella era la mejor amiga que nunca tuve el placer de tener, es decir, la quería demasiado y ella a mí, pero es que solo la veía como una de mis hermanas. Cada vez que salíamos juntos, ella me decía cosas que escuchaba de tu relación y me daba consejos de como buscarte. Gracias, Ellie.
De un momento a otro, ustedes habían terminado y era difícil hacer que parases de llorar, porque de esa manera, me hacías sufrir a mi como no tienes idea. Te llevé a un bar, con el propósito de que te descargases con licor y así lo hiciste; hasta me dedicaste una canción de OneRepublic, sabes, esa llamada All This Time y yo me reí por completo, pero aun así, me sentí especial... me sentí amado a pesar de que tal vez estuvieras afectado por el exceso de alcohol. Esa misma noche, fuimos a casa y... me besaste. Sí, Harry, me besaste y yo no me lo creía posible..., y así fue, y yo lo correspondí sin chistar ni una vez. Fue el mejor beso de mi vida, para serte sincero; pero no era real. No era real y debía conformarme con eso: debía no comentártelo por el miedo a que te asquearas y me dejaras y créeme, Harry, no dejaría que eso suceda.
La pregunta es... ¿me amaste tanto como yo lo hice? ¿Acaso hice lo correcto al no decirte? ¿Al mantener en secreto cuanto te llegué a amar? ¿Al dejar que Eleanor me aconsejara? ¿Al dejarte ir con Taylor?
Yo te amo, Harry.
Tu siempre fuiste libre, pero yo no. Yo siempre fui tuyo, lo soy y siempre lo seré
Louis xx"
El muchacho se encontraba en un estado frágil, por lo que sus ojos estaban más húmedos que el hielo expuesto en un desierto. Lo observó, pero la realidad era que él tenía los ojos cerrados y su sonrisa había desaparecido.
Se había ido.
No obstante, Harry no reacciona de una mala manera. No. Sin retirar sus mirada de Louis, se acerca y sin más nada que decir, lo besa. Una de las lágrimas que tanto había contenido, baja lentamente por su mejilla y se deja caer en el rostro de el joven, ya difunto. Se separa lentamente y susurra, con ternura y despacio, un te amo que durará para siempre.
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Re: You don't even see me | Larry Stylinson
Omg me encanto! :') Lastima el final triste, pero aaaa lo ame♥ Me hizo llorar! xD De verdad me encanto♥
FloorBelictioner
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