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Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
Este y ya esta por hoooy!!! :yonofui: :yonofui: :yonofui: :risa:
A LAS seis de la tarde del sábado siguiente, ______ bajó de su coche, tomó su bolso del asiento trasero, entregó las llaves al portero y entró en el vestíbulo del hotel Regency, todo ello sin tener que soportar la insufrible presencia de los periodistas.
La experiencia le había enseñado diversos modos de evitarlos. Si era posible, siempre llegaba a los acontecimientos públicos antes, a menudo disfrazada. Desafortunadamente, su cita con el jeque había sido bien publicitada gracias a una periodista que había asistido a la cena y a la subasta y que había escrito al respecto al día siguiente. Por supuesto, el tema central de su artículo había sido la asombrosa cantidad de dinero pagada por el príncipe Nick para cenar con «nuestra» ______.
______ se había arrepentido enseguida de haber anunciado en público dónde iba a tener lugar la cena. Para evitar mayores problemas, se había puesto en contacto con el dueño del hotel y el señor Richmond le había asegurado que la prensa no los molestaría durante la cena.
______ expresó su gratitud, pero de todos modos reservó una habitación para poder llegar antes y vestirse allí, y también para pasar la noche. Así podría irse al día siguiente cuando quisiera.
Fue un alivio avanzar por el vestíbulo con su peluca castaña y sus gafas negras sin tener que soportar el destello de las cámaras mientras le hacían mil preguntas a la vez.
Miró su reloj mientras subía a la segunda planta. Faltaba menos de una hora, pero era tiempo suficiente para cambiarse. Ya se había lavado el pelo y se había hecho la manicura. Lo único que le faltaba era cambiarse de ropa, maquillarse y ponerse los pendientes, cosa que no le llevaría mucho tiempo. Había decidido no vestirse en exceso para la ocasión.
Si el jeque esperaba que se presentara con algo parecido a lo que se había puesto para la subasta se iba a llevar una sorpresa. No habría carne expuesta aquella noche. No pensaba dejar nada expuesto para disfrute de su rapaz mirada.
A las siete menos cinco estaba de vuelta en el ascensor, con unos pantalones negros de crepé y una túnica de seda color bronce estilo chino que ocultaba su escultural cuerpo. Se había apartado el pelo del rostro y su melena caía totalmente recta hasta su cintura. Apenas se había maquillado. Tan sólo se había dado un poco de base, un toque de sombra azul en los ojos y se había pintado los labios de color bronce, a juego con las uñas. Además llevaba unos pequeños pendientes de diamante.
Lo irónico era que, con una belleza como ______, a veces lo poco era mucho. Pero ella no era consciente de aquel hecho. Estaba acostumbrada a maquillarse mucho para su trabajo, y pensaba que así estaba muy normal. Se hubiera sorprendido si hubiera sabido lo bella e inquietantemente inocente que parecía mientras avanzaba por el pasillo de mármol hacia el restaurante.
El maître, un hombre alto y calvo con un fino bigote, le sonrió desde su puesto.
—Mademoiselle ______ —dijo, con un acento francés que podía ser o no auténtico. En opinión de ______, el número de maître que había en Sidney con acento francés era excesivo.
—Es un placer tenerla en nuestro restaurante esta noche. Su alteza ya ha llegado. La conduciré hasta su mesa.
______ lo siguió obedientemente hacia el fondo del restaurante. Teniendo en cuenta lo temprano de su cita, le sorprendió que el príncipe ya hubiera llegado. Había supuesto que la realeza siempre llegaba un poco tarde a los compromisos sociales.
Pero aquélla no era una ocasión social, se recordó. Era un momento de venganza. Lógicamente, su excelencia no querría perderse ni un momento de su humillación.
Aquello le hizo sonreír un poco. Si el jeque pensaba que podía menospreciarla, se iba a llevar más de una sorpresa. ¡No sabía con quién estaba tratando!
El rincón al que fue conducida era prácticamente un reservado. A pesar de que se accedía a él por un arco abierto, este estaba flanqueado por dos frondosas palmeras que acentuaban la sensación de intimidad.
No había duda de que aquel lugar había sido diseñado pensando en amantes, un auténtico nido de amor para aquellos que quisieran un poco de intimidad para disfrutar de la mejor comida y de la mejor bebida mientras se susurraban dulces naderías. Los tiburones del mundo de los negocios cenarían allí con sus queridas, y las celebridades con su último amor.
Cuando entró en el reservado, ______ apenas pudo ver al jeque, pues su ropa oscura y el tono moreno de su piel casi le hacían fundirse con las paredes negras del lugar. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra reinante lo vio, primero su rostro, y luego el resto.
Parecía el típico playboy occidental, vestido con un exquisito traje negro y una camisa de seda negra sin cuello.
¿Latió el corazón de ______ un poco más rápido a causa su atractiva elegancia? ¿O fue sólo debido a que por fin se encontraban cara a cara?
Los soldados a punto de entrar en batalla debían sentir algo parecido, razonó. El miedo siempre iba acompañado de cierta excitación.
¿Miedo? Aquel si que había sido un pensamiento extraño. No tenía nada que temer de aquel hombre. ¿O sí? Rico había mencionado que podía ser peligroso. Y Rico no era tonto. ¿A qué se habría referido?
Lo que estaba claro era que le seguía gustando a pesar de que no se había vestido para la ocasión, pensó irritada mientras sentía la ardiente mirada del jeque en su rostro y en su cuerpo. Por lo visto, la deseaba aún más cubierta.
Pero aquello era a lo único que podía aspirar. A desearla. Por muy íntimo que fuera el reservado, el jeque no podría poseerla allí durante la cena, especialmente sin su consentimiento. Un solo grito bastaría para que alguien acudiera corriendo.
No, no tenía nada que temer, excepto su propio comportamiento. «Controla tu genio y mantén la calma», se dijo mientras Nick la sorprendía levantándose para recibirla. No esperaba un gesto tan caballeroso por su parte.
—Buenas tardes, ______ —dijo con un ligero asentimiento de cabeza.
______ volvió a sorprenderse al encontrarse pensando lo agradable que sería tocar su espeso pelo negro.
Aquello la desconcertó. Ya no disfrutaba tocando ninguna parte de ningún hombre, y sin embargo allí estaba, pensando en pasar los dedos por el pelo de aquel hombre. ¡Menuda idea!
—Está... preciosa —añadió él sin apartar la mirada de su rostro.
______ agradeció que el maître eligiera aquel momento para apartar su silla de la mesa de manera que pudiera sentarse, lo que hizo que no tuviera que responder.
—Su camarero personal para esta tarde vendrá enseguida, su excelencia —el maître hizo una reverencia al príncipe antes de salir.
A ______ no se le ocurría nada que decir. Aún se sentía afectada por su deseo de acariciar el pelo del jeque.
Afortunadamente, el camarero apareció enseguida. Se trataba de un joven delgado y moreno sin acento francés. Les entregó el menú, mencionó los platos especiales de la noche y preguntó si querían beber algo antes de comer.
—A mí tráigame agua mineral, por favor —dijo el jeque—. No bebo alcohol de ninguna clase —añadió mirando a ______—, pero no espero que usted haga lo mismo. Pida lo que le apetezca, por favor.
—Yo tampoco bebo alcohol —dijo ella a la vez que devolvía la lista de vinos al maître—. También me conformaré con un poco de agua —añadió, y a continuación le dedicó una dulce sonrisa, satisfecha de haber frustrado cualquier plan que pudiera tener basado en que ella bebiera más de la cuenta.
El camarero se fue a por el agua.
—¿Nunca bebe alcohol? —preguntó el jeque con más curiosidad que decepción.
—No.
—¿Por qué?
—Oh, por muchas razones.
La sonrisa de Nick hizo que se suavizaran los duros rasgos de su boca.
—Que no tiene intención de explicarme.
—Qué perspicaz —dijo ______ en tono desenfadado, pero aferró su servilleta en el regazo como si se estuviera ahogando y fuera un salvavidas. Aquel hombre hacía aflorar lo peor en ella. Sin duda alguna era por su forma de mirarla. Tan... codiciosa. Y al mismo tiempo tan confiada, como si ya se la estuviera imaginando en su cama. Cómo le habría gustado tener una excusa para abofetear su altanero rostro...
—Lamenta estar conmigo aquí esta noche.
______ tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no mostrar su sorpresa. Aunque era posible que la acertada conclusión del jeque no se debiera a su especial perspicacia.
—En absoluto —contestó con una sonrisa forzada—. Gracias a esta noche mi fundación cuenta con cinco millones de dólares más. ¿Cómo iba a lamentarlo?
—La última vez que nos vimos prometió que nunca cenaría conmigo —le recordó él.
______ se encogió de hombros con indiferencia.
—Eso fue entonces y esto es ahora. Hace tiempo que descubrí que la vida puede darte muchas sorpresas, y creo que es mejor dejarse llevar por la corriente que luchar contra ella.
La divertida sonrisa del jeque le molestó porque no entendía a qué venía.
—En eso tiene toda la razón, ______. ¿Le importa que la llame ______? Nadie parecía saber su apellido, así que no sé de qué otro modo llamarla.
—______ está bien.
—Usted puede llamarme Nick.
Aquello era esperar demasiado.
—No creo, su excelencia —replicó ella secamente—. Eso resultaría demasiado íntimo. Todo el mundo me llama ______, pero estoy segura de que a usted no todo el mundo lo llama Nick. Probablemente sólo su familia y amigos, y yo no pertenezco a ninguno de esos dos grupos.
Los ojos de Nick destellaron y ______ captó en parte lo que había querido decir Rico al mencionar que el príncipe podía ser peligroso. Cuando se enfadaba, debía ser terrible. Pero a ella le pasaba lo mismo.
—¿Por qué está tan empeñada en ser tan desagradable conmigo?
—Lo cierto es que lo último que quiero ser esta tarde es grosera —contestó ______—. A veces los australianos somos considerados groseros cuando en realidad sólo tratamos de ser sinceros. Nos gusta llamar a las cosas por su nombre. Ha comprado una cena conmigo esta noche, su excelencia. No ha comprado nada más. Le pedí a Rico que se lo dejara bien claro. ¿Ha olvidado transmitirle el mensaje?
—No. Enrico me ha dicho precisamente eso. Y yo he tomado cuidadosa nota. Tal vez haya sido una tontería por mi parte, pero esperaba persuadirla para que dejara a un lado el irracional desagrado que siente hacia mí. Esperaba tener la oportunidad de demostrarle que no soy... ¿qué fue lo que me llamó el año pasado? ¿Un hombre mimado y arrogante al que no le habían dicho suficientes veces en su vida que no?
—Más o menos —dijo ______ mientras pensaba que aquello era exactamente lo que le había dicho. Sin duda, sus palabras habían herido el ego del jeque, que pretendía vengarse. Pero lo único cierto era que ella estaba allí porque él era un hombre mimado y arrogante y no quería obtener un no por respuesta.
El camarero llegó con el agua mineral y les preguntó si habían elegido ya lo que iban a comer. El príncipe dijo que aún no habían tenido tiempo de hacerlo y lo despidió con un perentorio gesto de la mano diciéndole que no volviera en diez minutos.
La perspectiva de pasar diez minutos más con aquel tipo de charla hizo que ______ recurriera al menú para protegerse de la mirada de Nick.
Pero bloquear aquella ardiente mirada no bastó para bloquear su recuerdo, que la hacía sentirse como si fuera un microbio bajo un microscopio.
—No sé qué pedir —dijo, y cerró el menú con brusquedad—. ¿Le importaría elegir por mí, su excelencia? No soy muy exigente, así que no corre peligro de equivocarse. Como casi todo. Excepto ciruelas. Odio las ciruelas.
—No bebe y come de casi todo. No puede decirse que sea una típica mujer occidental —murmuró Nick, pero ______ vio con alivio que al menos bajaba la mirada hacia el menú.
La relajación que le produjo aquello fue asombrosa. De hecho, suspiró y se apoyó contra el respaldo del asiento.
—Suena cansada —comentó él sin alzar la mirada.
—He tenido una semana muy ajetreada.
—¿Con su trabajo para la fundación o desfilando como modelo?
—He estado haciendo una sesión de fotos para la empresa Femme Fatale. La gente cree que ser modelo es un trabajo muy divertido, pero lo cierto es que resulta agotador no parar de vestirse y desvestirse y de posar —resultaba mucho más cómodo hablar mientras Nick tenía la vista puesta en otra parte—. A pesar de todo, supongo que no puedo quejarme. Al menos con Femme Fatale me quedaré con toda la ropa interior que he usado para la sesión.
Los increíbles ojos volvieron a alzarse y ______ volvió a sentirse como una pobre mariposa bajo la atenta mirada de un coleccionista.
Debía reconocer que nunca se había topado con una mirada tan poderosa, o tan perversamente hipnótica. Supuso que una mujer normal tendría muchas dificultades para no caer bajo su embrujo.
De manera que era una suerte que ella no fuera normal. O el jeque habría triunfado en su intención de seducirla. Porque por supuesto que aquello formaba parte de su plan esa noche. La seducción. Su orgullo quería más de ella que su compañía durante una miserable cena. La quería desnuda y dispuesta en su cama.
Aquella imagen le produjo una diversión casi histérica que redujo la infernal tensión que sentía y le hizo recuperar su mordaz humor respecto a la situación en que se encontraba. Pobre príncipe Nick. No sabía hasta qué punto se había equivocado de presa en aquella ocasión.
—No sabía que Femme Fatale vendía ropa interior —comentó Nick, pensativo—. Creía que era una empresa de perfumes. La primera vez que la vi. fue representando a Salomé en uno de sus anuncios de televisión.
¡De manera que aquello fue lo que despertó inicialmente su interés sexual por ella! A ______ no le sorprendió. El vestido que llevaba en el anuncio era muy provocativo, al igual que la danza de los siete velos que ejecutó... aunque debido a la censura televisiva tuvo que detenerse en la quinta.
—Es cierto que Femme Fatale alcanzó la fama con sus perfumes, pero empezó vendiendo ropa interior. Ropa interior muy sexy —añadió ______ traviesamente—. Voy a hacer su campaña de verano, que pronto aparecerá en su sitio en la red.
Los orificios nasales del príncipe llamearon, al igual que sus ojos.
—¿Va a aparecer en Internet medio desnuda para que la vea todo el mundo?
Su reacción divirtió y molestó a la vez a ______.
—A partir del fin de semana. Parece conmocionado, su excelencia. Supongo que considera inmoral que me deje fotografiar en ropa interior.
La mandíbula del jeque se tensó varias veces seguidas, como si estuviera luchando con sus emociones.
—Creo que eso es algo que está... por debajo de usted.
—Puede creer lo que quiera. Este es un país libre. A diferencia del suyo, supongo. Estoy segura de que los hombres de Dubar tienen toda la libertad del mundo para hacer y pensar lo que quieren mientras las mujeres están controladas y encerradas.
Los ojos de Nick se entrecerraron hasta convertirse en dos ardientes líneas bajo sus cejas.
—No traicione su ignorancia respecto a mi país y mi cultura. Las mujeres en Dubar son respetadas y protegidas, no controladas y encerradas.
A ______ le habría encantado seguir discutiendo sobre aquello, pero la llegada del camarero los interrumpió. De manera que permaneció en un prudente silencio mientras el príncipe elegía el menú con bastante brusquedad.
______ reprimió un suspiro al pensar en todas las calorías que iba a consumir.La tensión siempre le producía hambre, y aquella noche estaba siendo especialmente tensa, a pesar de que se sentía bastante satisfecha hasta el momento.
Pero daba igual. No tenía nada mejor que hacer. Ya no había novios en su vida que le exigieran su horas libres, su trabajo para la fundación había terminado por aquel año y al día siguiente no trabajaba.
El domingo no era un día que soliera elegirse para desfiles de modelos o sesiones fotográficas. Tampoco tenía que volar a ningún sitio. De hecho, no tenía nada a la vista en casi dos semanas, después de lo cual tenía compromisos continuos hasta navidad, incluyendo una sesión en Italia para el calendario de Pirelli. Después volvería a Melbourne para la semana de la moda.
Debería aprovechar aquellos quince días para descansar. Podía ir a ver a sus padres, a los que hacía tiempo que no visitaba. Pero su pecho se comprimió ante la perspectiva de ir a casa, de manera que decidió posponerlo hasta las navidades, cuando no tuviera más remedio que ir.
—Supongo que nada de lo que pudiera decir le haría cambiar de opinión respecto a la clase de hombre que soy —dijo Nick en cuanto el camarero se fue—. Ya me ha prejuzgado porque soy árabe. Me ha juzgado sin escucharme a causa de mi cultura y del país al que pertenezco.
______ tomó varios sorbos de agua antes de contestar.
—El hecho de que sea árabe tiene muy poco que ver con lo que siento, o no siento, por usted, excelencia. Aunque debo reconocer que no me siento precisamente bien impresionada por el hecho de que en su cultura se trate a las mujeres como ciudadanas de segunda clase. Puede negarlo, pero su historia habla por sí misma. Y lo mismo están haciendo las más valientes de entre sus mujeres, que se atreven a opinar. Pero lo que me irrita de los hombres como usted no es tanto su país y su cultura como su obscena riqueza y su arrogancia. Los millonarios creen que su dinero puede comprarles cualquier cosa que deseen. Aviones. Palacios. Caballos de carreras. A mí.
Nick no dijo nada durante unos segundos. Luego se apoyó contra el respaldo de su asiento.
—¿Cree que simplemente la deseo? —preguntó finalmente.
A ______ le irritó aquel ridículo intento de negar lo evidente.
—Sé que sólo me desea, su excelencia. Me hizo brutalmente consciente de su deseo desde el primer momento que nos conocimos. No paró de mirarme todo aquel día en las carreras y luego estaba convencido de que aceptaría cualquiera de sus proposiciones. Que rechazara su invitación a cenar le molestó tanto, que en cuanto surgió la oportunidad pagó cinco millones de dólares para obligarme a hacer lo que le dije que nunca haría. Así que pienso que resulta demasiado optimista por su parte esperar que deje a un lado el desagrado que me produce. Y no, no hay nada que pudiera hacer o decir para hacerme cambiar de opinión respecto a usted. Ya sé la clase de hombre que es. Los he conocido antes.
—Oh, eso lo dudo —dijo Nick en un tono que hizo que ______ se estremeciera. Cuando el jeque se inclinó hacia ella, su expresión era amenazadoramente decidida—. En ese caso, no me deja otra alternativa.
______ tragó saliva.
—¿Qué quiere decir? —preguntó, intuyendo que no le iba a gustar la respuesta.
—He pagado cinco millones de dólares por disfrutar unas horas de su compañía esta noche, pero estoy dispuesto a donar quinientos millones a su fundación... si acepta pasar una semana conmigo.
:lol: :lol: :lol: Ya estaaa :lol: :lol: :lol: :lol: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :risa: :risa: :risa:
Capítulo 3
A LAS seis de la tarde del sábado siguiente, ______ bajó de su coche, tomó su bolso del asiento trasero, entregó las llaves al portero y entró en el vestíbulo del hotel Regency, todo ello sin tener que soportar la insufrible presencia de los periodistas.
La experiencia le había enseñado diversos modos de evitarlos. Si era posible, siempre llegaba a los acontecimientos públicos antes, a menudo disfrazada. Desafortunadamente, su cita con el jeque había sido bien publicitada gracias a una periodista que había asistido a la cena y a la subasta y que había escrito al respecto al día siguiente. Por supuesto, el tema central de su artículo había sido la asombrosa cantidad de dinero pagada por el príncipe Nick para cenar con «nuestra» ______.
______ se había arrepentido enseguida de haber anunciado en público dónde iba a tener lugar la cena. Para evitar mayores problemas, se había puesto en contacto con el dueño del hotel y el señor Richmond le había asegurado que la prensa no los molestaría durante la cena.
______ expresó su gratitud, pero de todos modos reservó una habitación para poder llegar antes y vestirse allí, y también para pasar la noche. Así podría irse al día siguiente cuando quisiera.
Fue un alivio avanzar por el vestíbulo con su peluca castaña y sus gafas negras sin tener que soportar el destello de las cámaras mientras le hacían mil preguntas a la vez.
Miró su reloj mientras subía a la segunda planta. Faltaba menos de una hora, pero era tiempo suficiente para cambiarse. Ya se había lavado el pelo y se había hecho la manicura. Lo único que le faltaba era cambiarse de ropa, maquillarse y ponerse los pendientes, cosa que no le llevaría mucho tiempo. Había decidido no vestirse en exceso para la ocasión.
Si el jeque esperaba que se presentara con algo parecido a lo que se había puesto para la subasta se iba a llevar una sorpresa. No habría carne expuesta aquella noche. No pensaba dejar nada expuesto para disfrute de su rapaz mirada.
A las siete menos cinco estaba de vuelta en el ascensor, con unos pantalones negros de crepé y una túnica de seda color bronce estilo chino que ocultaba su escultural cuerpo. Se había apartado el pelo del rostro y su melena caía totalmente recta hasta su cintura. Apenas se había maquillado. Tan sólo se había dado un poco de base, un toque de sombra azul en los ojos y se había pintado los labios de color bronce, a juego con las uñas. Además llevaba unos pequeños pendientes de diamante.
Lo irónico era que, con una belleza como ______, a veces lo poco era mucho. Pero ella no era consciente de aquel hecho. Estaba acostumbrada a maquillarse mucho para su trabajo, y pensaba que así estaba muy normal. Se hubiera sorprendido si hubiera sabido lo bella e inquietantemente inocente que parecía mientras avanzaba por el pasillo de mármol hacia el restaurante.
El maître, un hombre alto y calvo con un fino bigote, le sonrió desde su puesto.
—Mademoiselle ______ —dijo, con un acento francés que podía ser o no auténtico. En opinión de ______, el número de maître que había en Sidney con acento francés era excesivo.
—Es un placer tenerla en nuestro restaurante esta noche. Su alteza ya ha llegado. La conduciré hasta su mesa.
______ lo siguió obedientemente hacia el fondo del restaurante. Teniendo en cuenta lo temprano de su cita, le sorprendió que el príncipe ya hubiera llegado. Había supuesto que la realeza siempre llegaba un poco tarde a los compromisos sociales.
Pero aquélla no era una ocasión social, se recordó. Era un momento de venganza. Lógicamente, su excelencia no querría perderse ni un momento de su humillación.
Aquello le hizo sonreír un poco. Si el jeque pensaba que podía menospreciarla, se iba a llevar más de una sorpresa. ¡No sabía con quién estaba tratando!
El rincón al que fue conducida era prácticamente un reservado. A pesar de que se accedía a él por un arco abierto, este estaba flanqueado por dos frondosas palmeras que acentuaban la sensación de intimidad.
No había duda de que aquel lugar había sido diseñado pensando en amantes, un auténtico nido de amor para aquellos que quisieran un poco de intimidad para disfrutar de la mejor comida y de la mejor bebida mientras se susurraban dulces naderías. Los tiburones del mundo de los negocios cenarían allí con sus queridas, y las celebridades con su último amor.
Cuando entró en el reservado, ______ apenas pudo ver al jeque, pues su ropa oscura y el tono moreno de su piel casi le hacían fundirse con las paredes negras del lugar. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra reinante lo vio, primero su rostro, y luego el resto.
Parecía el típico playboy occidental, vestido con un exquisito traje negro y una camisa de seda negra sin cuello.
¿Latió el corazón de ______ un poco más rápido a causa su atractiva elegancia? ¿O fue sólo debido a que por fin se encontraban cara a cara?
Los soldados a punto de entrar en batalla debían sentir algo parecido, razonó. El miedo siempre iba acompañado de cierta excitación.
¿Miedo? Aquel si que había sido un pensamiento extraño. No tenía nada que temer de aquel hombre. ¿O sí? Rico había mencionado que podía ser peligroso. Y Rico no era tonto. ¿A qué se habría referido?
Lo que estaba claro era que le seguía gustando a pesar de que no se había vestido para la ocasión, pensó irritada mientras sentía la ardiente mirada del jeque en su rostro y en su cuerpo. Por lo visto, la deseaba aún más cubierta.
Pero aquello era a lo único que podía aspirar. A desearla. Por muy íntimo que fuera el reservado, el jeque no podría poseerla allí durante la cena, especialmente sin su consentimiento. Un solo grito bastaría para que alguien acudiera corriendo.
No, no tenía nada que temer, excepto su propio comportamiento. «Controla tu genio y mantén la calma», se dijo mientras Nick la sorprendía levantándose para recibirla. No esperaba un gesto tan caballeroso por su parte.
—Buenas tardes, ______ —dijo con un ligero asentimiento de cabeza.
______ volvió a sorprenderse al encontrarse pensando lo agradable que sería tocar su espeso pelo negro.
Aquello la desconcertó. Ya no disfrutaba tocando ninguna parte de ningún hombre, y sin embargo allí estaba, pensando en pasar los dedos por el pelo de aquel hombre. ¡Menuda idea!
—Está... preciosa —añadió él sin apartar la mirada de su rostro.
______ agradeció que el maître eligiera aquel momento para apartar su silla de la mesa de manera que pudiera sentarse, lo que hizo que no tuviera que responder.
—Su camarero personal para esta tarde vendrá enseguida, su excelencia —el maître hizo una reverencia al príncipe antes de salir.
A ______ no se le ocurría nada que decir. Aún se sentía afectada por su deseo de acariciar el pelo del jeque.
Afortunadamente, el camarero apareció enseguida. Se trataba de un joven delgado y moreno sin acento francés. Les entregó el menú, mencionó los platos especiales de la noche y preguntó si querían beber algo antes de comer.
—A mí tráigame agua mineral, por favor —dijo el jeque—. No bebo alcohol de ninguna clase —añadió mirando a ______—, pero no espero que usted haga lo mismo. Pida lo que le apetezca, por favor.
—Yo tampoco bebo alcohol —dijo ella a la vez que devolvía la lista de vinos al maître—. También me conformaré con un poco de agua —añadió, y a continuación le dedicó una dulce sonrisa, satisfecha de haber frustrado cualquier plan que pudiera tener basado en que ella bebiera más de la cuenta.
El camarero se fue a por el agua.
—¿Nunca bebe alcohol? —preguntó el jeque con más curiosidad que decepción.
—No.
—¿Por qué?
—Oh, por muchas razones.
La sonrisa de Nick hizo que se suavizaran los duros rasgos de su boca.
—Que no tiene intención de explicarme.
—Qué perspicaz —dijo ______ en tono desenfadado, pero aferró su servilleta en el regazo como si se estuviera ahogando y fuera un salvavidas. Aquel hombre hacía aflorar lo peor en ella. Sin duda alguna era por su forma de mirarla. Tan... codiciosa. Y al mismo tiempo tan confiada, como si ya se la estuviera imaginando en su cama. Cómo le habría gustado tener una excusa para abofetear su altanero rostro...
—Lamenta estar conmigo aquí esta noche.
______ tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no mostrar su sorpresa. Aunque era posible que la acertada conclusión del jeque no se debiera a su especial perspicacia.
—En absoluto —contestó con una sonrisa forzada—. Gracias a esta noche mi fundación cuenta con cinco millones de dólares más. ¿Cómo iba a lamentarlo?
—La última vez que nos vimos prometió que nunca cenaría conmigo —le recordó él.
______ se encogió de hombros con indiferencia.
—Eso fue entonces y esto es ahora. Hace tiempo que descubrí que la vida puede darte muchas sorpresas, y creo que es mejor dejarse llevar por la corriente que luchar contra ella.
La divertida sonrisa del jeque le molestó porque no entendía a qué venía.
—En eso tiene toda la razón, ______. ¿Le importa que la llame ______? Nadie parecía saber su apellido, así que no sé de qué otro modo llamarla.
—______ está bien.
—Usted puede llamarme Nick.
Aquello era esperar demasiado.
—No creo, su excelencia —replicó ella secamente—. Eso resultaría demasiado íntimo. Todo el mundo me llama ______, pero estoy segura de que a usted no todo el mundo lo llama Nick. Probablemente sólo su familia y amigos, y yo no pertenezco a ninguno de esos dos grupos.
Los ojos de Nick destellaron y ______ captó en parte lo que había querido decir Rico al mencionar que el príncipe podía ser peligroso. Cuando se enfadaba, debía ser terrible. Pero a ella le pasaba lo mismo.
—¿Por qué está tan empeñada en ser tan desagradable conmigo?
—Lo cierto es que lo último que quiero ser esta tarde es grosera —contestó ______—. A veces los australianos somos considerados groseros cuando en realidad sólo tratamos de ser sinceros. Nos gusta llamar a las cosas por su nombre. Ha comprado una cena conmigo esta noche, su excelencia. No ha comprado nada más. Le pedí a Rico que se lo dejara bien claro. ¿Ha olvidado transmitirle el mensaje?
—No. Enrico me ha dicho precisamente eso. Y yo he tomado cuidadosa nota. Tal vez haya sido una tontería por mi parte, pero esperaba persuadirla para que dejara a un lado el irracional desagrado que siente hacia mí. Esperaba tener la oportunidad de demostrarle que no soy... ¿qué fue lo que me llamó el año pasado? ¿Un hombre mimado y arrogante al que no le habían dicho suficientes veces en su vida que no?
—Más o menos —dijo ______ mientras pensaba que aquello era exactamente lo que le había dicho. Sin duda, sus palabras habían herido el ego del jeque, que pretendía vengarse. Pero lo único cierto era que ella estaba allí porque él era un hombre mimado y arrogante y no quería obtener un no por respuesta.
El camarero llegó con el agua mineral y les preguntó si habían elegido ya lo que iban a comer. El príncipe dijo que aún no habían tenido tiempo de hacerlo y lo despidió con un perentorio gesto de la mano diciéndole que no volviera en diez minutos.
La perspectiva de pasar diez minutos más con aquel tipo de charla hizo que ______ recurriera al menú para protegerse de la mirada de Nick.
Pero bloquear aquella ardiente mirada no bastó para bloquear su recuerdo, que la hacía sentirse como si fuera un microbio bajo un microscopio.
—No sé qué pedir —dijo, y cerró el menú con brusquedad—. ¿Le importaría elegir por mí, su excelencia? No soy muy exigente, así que no corre peligro de equivocarse. Como casi todo. Excepto ciruelas. Odio las ciruelas.
—No bebe y come de casi todo. No puede decirse que sea una típica mujer occidental —murmuró Nick, pero ______ vio con alivio que al menos bajaba la mirada hacia el menú.
La relajación que le produjo aquello fue asombrosa. De hecho, suspiró y se apoyó contra el respaldo del asiento.
—Suena cansada —comentó él sin alzar la mirada.
—He tenido una semana muy ajetreada.
—¿Con su trabajo para la fundación o desfilando como modelo?
—He estado haciendo una sesión de fotos para la empresa Femme Fatale. La gente cree que ser modelo es un trabajo muy divertido, pero lo cierto es que resulta agotador no parar de vestirse y desvestirse y de posar —resultaba mucho más cómodo hablar mientras Nick tenía la vista puesta en otra parte—. A pesar de todo, supongo que no puedo quejarme. Al menos con Femme Fatale me quedaré con toda la ropa interior que he usado para la sesión.
Los increíbles ojos volvieron a alzarse y ______ volvió a sentirse como una pobre mariposa bajo la atenta mirada de un coleccionista.
Debía reconocer que nunca se había topado con una mirada tan poderosa, o tan perversamente hipnótica. Supuso que una mujer normal tendría muchas dificultades para no caer bajo su embrujo.
De manera que era una suerte que ella no fuera normal. O el jeque habría triunfado en su intención de seducirla. Porque por supuesto que aquello formaba parte de su plan esa noche. La seducción. Su orgullo quería más de ella que su compañía durante una miserable cena. La quería desnuda y dispuesta en su cama.
Aquella imagen le produjo una diversión casi histérica que redujo la infernal tensión que sentía y le hizo recuperar su mordaz humor respecto a la situación en que se encontraba. Pobre príncipe Nick. No sabía hasta qué punto se había equivocado de presa en aquella ocasión.
—No sabía que Femme Fatale vendía ropa interior —comentó Nick, pensativo—. Creía que era una empresa de perfumes. La primera vez que la vi. fue representando a Salomé en uno de sus anuncios de televisión.
¡De manera que aquello fue lo que despertó inicialmente su interés sexual por ella! A ______ no le sorprendió. El vestido que llevaba en el anuncio era muy provocativo, al igual que la danza de los siete velos que ejecutó... aunque debido a la censura televisiva tuvo que detenerse en la quinta.
—Es cierto que Femme Fatale alcanzó la fama con sus perfumes, pero empezó vendiendo ropa interior. Ropa interior muy sexy —añadió ______ traviesamente—. Voy a hacer su campaña de verano, que pronto aparecerá en su sitio en la red.
Los orificios nasales del príncipe llamearon, al igual que sus ojos.
—¿Va a aparecer en Internet medio desnuda para que la vea todo el mundo?
Su reacción divirtió y molestó a la vez a ______.
—A partir del fin de semana. Parece conmocionado, su excelencia. Supongo que considera inmoral que me deje fotografiar en ropa interior.
La mandíbula del jeque se tensó varias veces seguidas, como si estuviera luchando con sus emociones.
—Creo que eso es algo que está... por debajo de usted.
—Puede creer lo que quiera. Este es un país libre. A diferencia del suyo, supongo. Estoy segura de que los hombres de Dubar tienen toda la libertad del mundo para hacer y pensar lo que quieren mientras las mujeres están controladas y encerradas.
Los ojos de Nick se entrecerraron hasta convertirse en dos ardientes líneas bajo sus cejas.
—No traicione su ignorancia respecto a mi país y mi cultura. Las mujeres en Dubar son respetadas y protegidas, no controladas y encerradas.
A ______ le habría encantado seguir discutiendo sobre aquello, pero la llegada del camarero los interrumpió. De manera que permaneció en un prudente silencio mientras el príncipe elegía el menú con bastante brusquedad.
______ reprimió un suspiro al pensar en todas las calorías que iba a consumir.La tensión siempre le producía hambre, y aquella noche estaba siendo especialmente tensa, a pesar de que se sentía bastante satisfecha hasta el momento.
Pero daba igual. No tenía nada mejor que hacer. Ya no había novios en su vida que le exigieran su horas libres, su trabajo para la fundación había terminado por aquel año y al día siguiente no trabajaba.
El domingo no era un día que soliera elegirse para desfiles de modelos o sesiones fotográficas. Tampoco tenía que volar a ningún sitio. De hecho, no tenía nada a la vista en casi dos semanas, después de lo cual tenía compromisos continuos hasta navidad, incluyendo una sesión en Italia para el calendario de Pirelli. Después volvería a Melbourne para la semana de la moda.
Debería aprovechar aquellos quince días para descansar. Podía ir a ver a sus padres, a los que hacía tiempo que no visitaba. Pero su pecho se comprimió ante la perspectiva de ir a casa, de manera que decidió posponerlo hasta las navidades, cuando no tuviera más remedio que ir.
—Supongo que nada de lo que pudiera decir le haría cambiar de opinión respecto a la clase de hombre que soy —dijo Nick en cuanto el camarero se fue—. Ya me ha prejuzgado porque soy árabe. Me ha juzgado sin escucharme a causa de mi cultura y del país al que pertenezco.
______ tomó varios sorbos de agua antes de contestar.
—El hecho de que sea árabe tiene muy poco que ver con lo que siento, o no siento, por usted, excelencia. Aunque debo reconocer que no me siento precisamente bien impresionada por el hecho de que en su cultura se trate a las mujeres como ciudadanas de segunda clase. Puede negarlo, pero su historia habla por sí misma. Y lo mismo están haciendo las más valientes de entre sus mujeres, que se atreven a opinar. Pero lo que me irrita de los hombres como usted no es tanto su país y su cultura como su obscena riqueza y su arrogancia. Los millonarios creen que su dinero puede comprarles cualquier cosa que deseen. Aviones. Palacios. Caballos de carreras. A mí.
Nick no dijo nada durante unos segundos. Luego se apoyó contra el respaldo de su asiento.
—¿Cree que simplemente la deseo? —preguntó finalmente.
A ______ le irritó aquel ridículo intento de negar lo evidente.
—Sé que sólo me desea, su excelencia. Me hizo brutalmente consciente de su deseo desde el primer momento que nos conocimos. No paró de mirarme todo aquel día en las carreras y luego estaba convencido de que aceptaría cualquiera de sus proposiciones. Que rechazara su invitación a cenar le molestó tanto, que en cuanto surgió la oportunidad pagó cinco millones de dólares para obligarme a hacer lo que le dije que nunca haría. Así que pienso que resulta demasiado optimista por su parte esperar que deje a un lado el desagrado que me produce. Y no, no hay nada que pudiera hacer o decir para hacerme cambiar de opinión respecto a usted. Ya sé la clase de hombre que es. Los he conocido antes.
—Oh, eso lo dudo —dijo Nick en un tono que hizo que ______ se estremeciera. Cuando el jeque se inclinó hacia ella, su expresión era amenazadoramente decidida—. En ese caso, no me deja otra alternativa.
______ tragó saliva.
—¿Qué quiere decir? —preguntó, intuyendo que no le iba a gustar la respuesta.
—He pagado cinco millones de dólares por disfrutar unas horas de su compañía esta noche, pero estoy dispuesto a donar quinientos millones a su fundación... si acepta pasar una semana conmigo.
:lol: :lol: :lol: Ya estaaa :lol: :lol: :lol: :lol: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :yonofui: :risa: :risa: :risa:
LittleVickJ♥
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
ahora que los subiste todos los leere!
y dejo mi amada firma♥
hahaha la amo con toda mi alma
xD
y dejo mi amada firma♥
hahaha la amo con toda mi alma
xD
Faby Evans Jonas
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
wow tres cap's subistes hoy
asi me gusta
te extrañe, las extrañe :(
mañana tbn kiero 3 o mas cap's jum!
y tbn los leo mañana ya me tengo q ir a dormir
tkm :hug:
asi me gusta
te extrañe, las extrañe :(
mañana tbn kiero 3 o mas cap's jum!
y tbn los leo mañana ya me tengo q ir a dormir
tkm :hug:
♥..:Tiff:..♥
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
new reader!
me encantaaa!
subistee 3 caps!
pero ya me tocara mañana xq tengo q dormir! xD
me encantaaa!
subistee 3 caps!
pero ya me tocara mañana xq tengo q dormir! xD
MariiJonas
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
MariiJonas escribió:new reader!
me encantaaa!
subistee 3 caps!
pero ya me tocara mañana xq tengo q dormir! xD
Bienvenidaaa!!
LittleVickJ♥
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
Tu esperame a que acabe de leer al ultimo capitulo y te enteras!! :enfadado: :caliente2: :caliente:
Invitado
Invitado
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
me lo explicas?ViicKy* escribió:No seguire subiendo :crybaby: :crybaby: :crybaby:
Invitado
Invitado
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
NaliaJbdL escribió:me lo explicas?ViicKy* escribió:No seguire subiendo :crybaby: :crybaby: :crybaby:
eso eso eso... explicaaaa...
noooooo.. porqueeee... y yo que ya venia dispuesta a amenazartee.. y decirte que nick es miooo :crybaby:
esto es una bromaa.. donde estan las camaraass :crybaby:
Jazmin Nicksita Jonas
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
jazmin escribió:NaliaJbdL escribió:me lo explicas?ViicKy* escribió:No seguire subiendo :crybaby: :crybaby: :crybaby:
eso eso eso... explicaaaa...
noooooo.. porqueeee... y yo que ya venia dispuesta a amenazartee.. y decirte que nick es miooo :crybaby:
esto es una bromaa.. donde estan las camaraass :crybaby:
Bienvenidaa Jaz :sad: :sad:
Pero no hay camaraaah :sad: :sad:
Naliaaa, el bebe me da miedo, es el nieto de la blasa :crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby:
LittleVickJ♥
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
PERO PORQUE ?1!!!!!!!!!!!!!!!!
VICKY
DIME RAZONES :( :crybaby:
VICKY
DIME RAZONES :( :crybaby:
Femme Fatale
Re: Vendida Al Jeque [Nick & Tu]
hola viky!
me encanto esta nove!
desde de la secretaria esta genial!
siguela espero que subas hoy!
me encanto esta nove!
desde de la secretaria esta genial!
siguela espero que subas hoy!
K.J
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