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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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{Crash Joe&Tu}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: {Crash Joe&Tu}
7 CAPITULO
—¿Entonces por qué lo hiciste? —preguntó, todavía mirando al perro
como si fuera un rompecabezas—. Porque no me pareces el tipo de chica
que se rebela contra lo que dicen sus padres.
—No lo soy —respondí—. Pero hemos hecho una especie de gran
cambio de vida recientemente y no fui capaz de renunciar a esto.
—¿Cambio de vida? ¿Renunciar a esto? —repitió—. Vale, mi interés
alcanzó su punto máximo cuando me derribaste, ahora estoy
absolutamente enamorado ya que hiciste de lo de adoptar perros un vicio.
—Me sonrió de lado y juro que pude sentir mi estómago tocando fondo—.
Así que, ¿cuál es el gran cambio de vida que están haciendo esos
pequeños bonitos ojos azules?
Deslicé mis gafas de sol a su posición del principio. Si iba a encontrar
una manera de ser condescendiente con mis ojos, no llegaría a verlos. —
Vendimos la casa en la que crecí y nos trasladamos a nuestra casa del
lago —comencé, tratando de sonar tan despreocupada como podía—, y
la comunidad en la que vivíamos tiene estas ridículas, restrictivas cláusulas
que no permiten ningún tipo de valla alrededor de la propiedad, así que
tiene sentido que esos idiotas no permitieran un perro sin correa, ¿no? —Me
exaltaba sólo de pensar en ello, mientras mis manos volaban
expresándose—. No tenemos una caseta, no puedo tenerlo dentro de
casa porque papá es alérgico, y tratas de ponerle una correa a este chico
y casi se convierte en el Demonio de Tasmania. —Volví a mirar al perro,
todavía mirando a Joe con recelo—. Es como si la idea de estar atado a
algo lo enviara al límite.
—Conozco el sentimiento —dijo, mirando de nuevo al perro con algo
nuevo en sus ojos. Camaradería, ¿verdad?
—Seh, seh —dije, alcanzando mi sorbete derretido—. Ya he pillado
ese rollo tuyo de no estar atado a cosas como novias. No hay necesidad
de una repetición instantánea.
Mientras tomaba el último y largo sorbo final del sirope azul de
frambuesa, Joe me niveló con una mirada que contenía demasiada
emoción para un hombre de tal carácter superficial. —Hay otras formas de
estar atado a algo que a través de una mujer. De hecho, diría que estoy
prácticamente atado a todo lo demás excepto a una mujer.
Vale, no esperaba que este momento de vulnerabilidad se deslizara
de un tipo que probablemente pensara que una primera cita agradable incluía una visita al asiento trasero de su coche. —¿Preocupado de
elaborarlo? —pregunté, poniendo el vaso vacío en la arena.
—Ni siquiera un poco —replicó, mirando hacia el agua—. Pero
gracias por preguntar.
—¡Joe! —gritó alguien en la playa.
Mirando por encima hacia el gritón, un hombre de mediana edad
que era corpulento como mucho y obeso sinceramente, Joe hizo un
gesto con la mano. —Ya voy, tío Jude
—¿Ese es tu tío? —Mis ojos volaron de ida y vuelta entre Joe y tío
Joe, no encontrando más parecido que el género.
Joe asintió una vez. —Tío Jude
—¿Y esos son tus primos? —De nuevo, examiné al puñado de chicos
de edades comprendidas probablemente entre el jardín de infancia hasta
la secundaria, sin definitivamente encontrar alguna característica que les
relacionara entre sí.
Joe asintió de nuevo mientras se levantaba de un salto.
—¿Es que todos ellos tienen madres diferentes? —pregunté, sólo
burlándome en parte.
Eso le hizo reír con una risa que sentí todo el camino hasta los pies. —
Creo que podrías estar en lo cierto.
Aceptando que el fin se acercaba, decidí cortar el lazo antes. —
Bueno, fue… —Busqué la palabra correcta, llegando con las manos
vacías—… algo conocerte, Joe —dije, mientras su sonrisa aumentaba por
mi elección de palabras—. Ten una buena vida.
—Tú también… —dijo, sus cejas juntándose como si me buscara por
algo.
—______ —ofrecí, sin saber por qué. Había dicho mi nombre un millón
de veces y de diferentes formas, pero decírselo a él parecía extrañamente
íntimo.
—______ —repitió, saboreando la palabra en su boca. Disparándome
otra sonrisa ladeada, dio media vuelta y se dirigió hacia los chicos
abandonando la playa.
—Oh dios, ______ —me dije a mí misma, dejándome caer sobre mi
toalla de playa—. ¿En qué pensabas? Ese fue un serio desengaño amoroso
evitado.
Incluso mientras pronunciaba las palabras, con tanta convicción
como pude, mis ojos no eran capaces de alejarse de él mientras
deambulaba por la playa, haciendo girar el balón entre sus dedos.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —preguntó, todavía mirando al perro
como si fuera un rompecabezas—. Porque no me pareces el tipo de chica
que se rebela contra lo que dicen sus padres.
—No lo soy —respondí—. Pero hemos hecho una especie de gran
cambio de vida recientemente y no fui capaz de renunciar a esto.
—¿Cambio de vida? ¿Renunciar a esto? —repitió—. Vale, mi interés
alcanzó su punto máximo cuando me derribaste, ahora estoy
absolutamente enamorado ya que hiciste de lo de adoptar perros un vicio.
—Me sonrió de lado y juro que pude sentir mi estómago tocando fondo—.
Así que, ¿cuál es el gran cambio de vida que están haciendo esos
pequeños bonitos ojos azules?
Deslicé mis gafas de sol a su posición del principio. Si iba a encontrar
una manera de ser condescendiente con mis ojos, no llegaría a verlos. —
Vendimos la casa en la que crecí y nos trasladamos a nuestra casa del
lago —comencé, tratando de sonar tan despreocupada como podía—, y
la comunidad en la que vivíamos tiene estas ridículas, restrictivas cláusulas
que no permiten ningún tipo de valla alrededor de la propiedad, así que
tiene sentido que esos idiotas no permitieran un perro sin correa, ¿no? —Me
exaltaba sólo de pensar en ello, mientras mis manos volaban
expresándose—. No tenemos una caseta, no puedo tenerlo dentro de
casa porque papá es alérgico, y tratas de ponerle una correa a este chico
y casi se convierte en el Demonio de Tasmania. —Volví a mirar al perro,
todavía mirando a Joe con recelo—. Es como si la idea de estar atado a
algo lo enviara al límite.
—Conozco el sentimiento —dijo, mirando de nuevo al perro con algo
nuevo en sus ojos. Camaradería, ¿verdad?
—Seh, seh —dije, alcanzando mi sorbete derretido—. Ya he pillado
ese rollo tuyo de no estar atado a cosas como novias. No hay necesidad
de una repetición instantánea.
Mientras tomaba el último y largo sorbo final del sirope azul de
frambuesa, Joe me niveló con una mirada que contenía demasiada
emoción para un hombre de tal carácter superficial. —Hay otras formas de
estar atado a algo que a través de una mujer. De hecho, diría que estoy
prácticamente atado a todo lo demás excepto a una mujer.
Vale, no esperaba que este momento de vulnerabilidad se deslizara
de un tipo que probablemente pensara que una primera cita agradable incluía una visita al asiento trasero de su coche. —¿Preocupado de
elaborarlo? —pregunté, poniendo el vaso vacío en la arena.
—Ni siquiera un poco —replicó, mirando hacia el agua—. Pero
gracias por preguntar.
—¡Joe! —gritó alguien en la playa.
Mirando por encima hacia el gritón, un hombre de mediana edad
que era corpulento como mucho y obeso sinceramente, Joe hizo un
gesto con la mano. —Ya voy, tío Jude
—¿Ese es tu tío? —Mis ojos volaron de ida y vuelta entre Joe y tío
Joe, no encontrando más parecido que el género.
Joe asintió una vez. —Tío Jude
—¿Y esos son tus primos? —De nuevo, examiné al puñado de chicos
de edades comprendidas probablemente entre el jardín de infancia hasta
la secundaria, sin definitivamente encontrar alguna característica que les
relacionara entre sí.
Joe asintió de nuevo mientras se levantaba de un salto.
—¿Es que todos ellos tienen madres diferentes? —pregunté, sólo
burlándome en parte.
Eso le hizo reír con una risa que sentí todo el camino hasta los pies. —
Creo que podrías estar en lo cierto.
Aceptando que el fin se acercaba, decidí cortar el lazo antes. —
Bueno, fue… —Busqué la palabra correcta, llegando con las manos
vacías—… algo conocerte, Joe —dije, mientras su sonrisa aumentaba por
mi elección de palabras—. Ten una buena vida.
—Tú también… —dijo, sus cejas juntándose como si me buscara por
algo.
—______ —ofrecí, sin saber por qué. Había dicho mi nombre un millón
de veces y de diferentes formas, pero decírselo a él parecía extrañamente
íntimo.
—______ —repitió, saboreando la palabra en su boca. Disparándome
otra sonrisa ladeada, dio media vuelta y se dirigió hacia los chicos
abandonando la playa.
—Oh dios, ______ —me dije a mí misma, dejándome caer sobre mi
toalla de playa—. ¿En qué pensabas? Ese fue un serio desengaño amoroso
evitado.
Incluso mientras pronunciaba las palabras, con tanta convicción
como pude, mis ojos no eran capaces de alejarse de él mientras
deambulaba por la playa, haciendo girar el balón entre sus dedos.
Última edición por camilabelieve15 el Sáb 12 Ene 2013, 4:37 pm, editado 1 vez
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Uuuuyyyy eres muy. Cruel
Bueno y joe q pitos toca q se cree q es tan Utah guache
Síguela !!!!!!!
Bueno y joe q pitos toca q se cree q es tan Utah guache
Síguela !!!!!!!
Julieta♥
Re: {Crash Joe&Tu}
Julieta♥ escribió:Uuuuyyyy eres muy. Cruel
Bueno y joe q pitos toca q se cree q es tan Utah guache
Síguela !!!!!!!
xD hahaha ya la sigo!
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
8 CAPITULO
Deteniéndose repentinamente, se dio la vuelta, esa sonrisa
reformándose cuando encontró mi mirada en él. —Entonces, Lucy —gritó,
metiendo la pelota bajo el brazo—, ¿cuánto más lejos vas a dejarme llegar
antes de darme tu número?
Cualquier premonición que tuviese sobre Joe y desengaño
amoroso yendo de la mano salió volando por la ventana. Quise
levantarme y romper a bailar de tan feliz que me sentía.
Sin embargo, todavía tenía un poco de dignidad en nombre de
todas las mujeres y no podía ponérselo tan fácil. —¿Cuán lejos crees que
está el borde del mundo? —grité de vuelta, rodando sobre mi lado.
Joe meneó la cabeza, riendo silenciosamente —¿Estás jugando a
hacerte la difícil, Lucy?
—No, Joe —repliqué, arqueando una ceja—. Soy imposible de
conseguir.
Mentira descarada, pero él no tenía por qué saberlo.
—¡Joe! —gritó de nuevo tío Jude, esta vez sonando especialmente
enojado—. ¡Ahora mismo!
Joe se tensó, la sonrisa vacilando. —¡Ya voy! —gritó por encima del
hombro antes de trotar hacia mí. Arrodillándose, sus ojos se clavaron en los
míos—. ¿Número?
—No. —Me hallaba tan cerca de romperme que si preguntaba otra
vez, sabía que me enterraría.
—¿Por qué?
—Porque tienes que currártelo más que algún intento poco
convincente para conseguirlo —contesté, escuchando a mi conciencia
preguntarme qué demonios hacía. Este tipo de chico era cada tipo de mal
en la superficie, pero había algo más ahí, algo que había visto en ese
destello de vulnerabilidad que me absorbió hacia dentro.
Inclinándose tan cerca que su nariz casi rozaba la mía, preguntó—:
¿Cuánto más?
Absorbí una lenta respiración, esperando que mi respuesta no
pareciera como si estuviera hiperventilando. —Usa tu cerebro, desde que
dejaste claro que no lo usas para fines académicos.
Aguardó varios segundos, tal vez esperando que retirara mi “difícil de
conseguir” rutina. Sellé mis labios con más fuerza.
—Se me ocurrirá algo bueno —dijo finalmente, deslizando mis gafas
de nuevo en su sitio—. Muy bueno.
Deteniéndose repentinamente, se dio la vuelta, esa sonrisa
reformándose cuando encontró mi mirada en él. —Entonces, Lucy —gritó,
metiendo la pelota bajo el brazo—, ¿cuánto más lejos vas a dejarme llegar
antes de darme tu número?
Cualquier premonición que tuviese sobre Joe y desengaño
amoroso yendo de la mano salió volando por la ventana. Quise
levantarme y romper a bailar de tan feliz que me sentía.
Sin embargo, todavía tenía un poco de dignidad en nombre de
todas las mujeres y no podía ponérselo tan fácil. —¿Cuán lejos crees que
está el borde del mundo? —grité de vuelta, rodando sobre mi lado.
Joe meneó la cabeza, riendo silenciosamente —¿Estás jugando a
hacerte la difícil, Lucy?
—No, Joe —repliqué, arqueando una ceja—. Soy imposible de
conseguir.
Mentira descarada, pero él no tenía por qué saberlo.
—¡Joe! —gritó de nuevo tío Jude, esta vez sonando especialmente
enojado—. ¡Ahora mismo!
Joe se tensó, la sonrisa vacilando. —¡Ya voy! —gritó por encima del
hombro antes de trotar hacia mí. Arrodillándose, sus ojos se clavaron en los
míos—. ¿Número?
—No. —Me hallaba tan cerca de romperme que si preguntaba otra
vez, sabía que me enterraría.
—¿Por qué?
—Porque tienes que currártelo más que algún intento poco
convincente para conseguirlo —contesté, escuchando a mi conciencia
preguntarme qué demonios hacía. Este tipo de chico era cada tipo de mal
en la superficie, pero había algo más ahí, algo que había visto en ese
destello de vulnerabilidad que me absorbió hacia dentro.
Inclinándose tan cerca que su nariz casi rozaba la mía, preguntó—:
¿Cuánto más?
Absorbí una lenta respiración, esperando que mi respuesta no
pareciera como si estuviera hiperventilando. —Usa tu cerebro, desde que
dejaste claro que no lo usas para fines académicos.
Aguardó varios segundos, tal vez esperando que retirara mi “difícil de
conseguir” rutina. Sellé mis labios con más fuerza.
—Se me ocurrirá algo bueno —dijo finalmente, deslizando mis gafas
de nuevo en su sitio—. Muy bueno.
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
CAPITULO 9
—Si se te ocurre algo bueno —dije, contenta de que mis ojos
estuviesen cubiertos así no podría ver la fiesta en mis pupilas—, no sólo te
daré mi número, dejaré que me lleves a una cita. —Sentí que la
desinhibida parte de mí surgía a la superficie e hice mi mejor esfuerzo para
reprimirla. La parte de mí que trataba de convencerme que era mala,
demoniaca, errónea, etc, etc, pero la parte que se sentía como si no
estuviera luchando contra corriente cuando iba en su contra.
—¿Qué te hace pensar que quiero salir contigo en una cita? —Su
cara se veía más seria de lo que un chico adolescente debería ser capaz
de hacer.
Maldije en voz baja, queriendo expulsar otra cadena de ellos
cuando la expresión de Joe se congeló. Quise contestar nada o agarrar
mi toalla de playa y bolsa y largarme de aquí con mi rabo entre las piernas
cuando una sonrisa dividió la cara de Joe por la mitad.
—Eres hermosa cuando estás siendo torturada, ¿lo sabías? —Se rió,
dándole al balón otra vuelta—. Diablos, claro que quiero salir contigo. A
pesar de que las citas no son realmente lo mío, creo que puedo hacer una
excepción por una chica que rescata alimañas —justo en el momento, un
gruñido sonó bajo el banco de picnic—, una que lee física cuántica en la
playa —pude haberle corregido y decirle que repasaba Biología, no física
cuántica ya que tomaba Biología AP para otoño, pero no creo que le
hubiera importado, o sabido la diferencia—, y una que se une al camino
Europeo, por no decir mi favorito, de broncearse haciendo topless. —La
sonrisa de Joe aumentó, dándome un vistazo de su barbilla.
—Para alguien que prefiere la parte superior fuera, no te adhieres
mucho a tu política personal —respondí, rozando con mis ojos por la larga
manga térmica aferrada a su pecho por el sudor o el agua o una
combinación de ambos. Aparentemente un sol lleno y noventa y cinco
grados de temperatura no justifica derramar las capas en el libro de Joe.
Se encogió de hombros. —Aquí hay una obra de arte, una
verdadera obra maestra, escondida debajo de esta camisa. —Sus
músculos se enrollaron y se estiraron para marcar el punto. No es que
necesitara ser convencida—. No puedo dejar que todo esto se muestre
gratis al público.
Si no había ya cerca de tres docenas de banderas rojas sobre por
qué debería evitar su sonrisa, sus flexiones, envuelta de pies a cabeza con
cinta de precaución frente a mí, estaba la cuarta. Así que, ¿qué hice?
Exactamente lo que sabía que no debía.
—¿Entonces, cuál es el precio de entrada al Museo de Joe?
—Si se te ocurre algo bueno —dije, contenta de que mis ojos
estuviesen cubiertos así no podría ver la fiesta en mis pupilas—, no sólo te
daré mi número, dejaré que me lleves a una cita. —Sentí que la
desinhibida parte de mí surgía a la superficie e hice mi mejor esfuerzo para
reprimirla. La parte de mí que trataba de convencerme que era mala,
demoniaca, errónea, etc, etc, pero la parte que se sentía como si no
estuviera luchando contra corriente cuando iba en su contra.
—¿Qué te hace pensar que quiero salir contigo en una cita? —Su
cara se veía más seria de lo que un chico adolescente debería ser capaz
de hacer.
Maldije en voz baja, queriendo expulsar otra cadena de ellos
cuando la expresión de Joe se congeló. Quise contestar nada o agarrar
mi toalla de playa y bolsa y largarme de aquí con mi rabo entre las piernas
cuando una sonrisa dividió la cara de Joe por la mitad.
—Eres hermosa cuando estás siendo torturada, ¿lo sabías? —Se rió,
dándole al balón otra vuelta—. Diablos, claro que quiero salir contigo. A
pesar de que las citas no son realmente lo mío, creo que puedo hacer una
excepción por una chica que rescata alimañas —justo en el momento, un
gruñido sonó bajo el banco de picnic—, una que lee física cuántica en la
playa —pude haberle corregido y decirle que repasaba Biología, no física
cuántica ya que tomaba Biología AP para otoño, pero no creo que le
hubiera importado, o sabido la diferencia—, y una que se une al camino
Europeo, por no decir mi favorito, de broncearse haciendo topless. —La
sonrisa de Joe aumentó, dándome un vistazo de su barbilla.
—Para alguien que prefiere la parte superior fuera, no te adhieres
mucho a tu política personal —respondí, rozando con mis ojos por la larga
manga térmica aferrada a su pecho por el sudor o el agua o una
combinación de ambos. Aparentemente un sol lleno y noventa y cinco
grados de temperatura no justifica derramar las capas en el libro de Joe.
Se encogió de hombros. —Aquí hay una obra de arte, una
verdadera obra maestra, escondida debajo de esta camisa. —Sus
músculos se enrollaron y se estiraron para marcar el punto. No es que
necesitara ser convencida—. No puedo dejar que todo esto se muestre
gratis al público.
Si no había ya cerca de tres docenas de banderas rojas sobre por
qué debería evitar su sonrisa, sus flexiones, envuelta de pies a cabeza con
cinta de precaución frente a mí, estaba la cuarta. Así que, ¿qué hice?
Exactamente lo que sabía que no debía.
—¿Entonces, cuál es el precio de entrada al Museo de Joe?
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Jajajajja me encanto eso del museo de Joe
Q pretenciosos es
Me encanta!!!!!!!
Sigue ya!!!!!!!
Q pretenciosos es
Me encanta!!!!!!!
Sigue ya!!!!!!!
Julieta♥
Re: {Crash Joe&Tu}
Julieta♥ escribió:Jajajajja me encanto eso del museo de Joe
Q pretenciosos es
Me encanta!!!!!!!
Sigue ya!!!!!!!
Mañana pondre un mini/maraton! =D
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Julieta♥ escribió:Siiiiiiiiiii
Mañana harás mi día muy feliz jejejejje
Deverdad siento no haber publicado antes,Es que tuve que salir y llegue justo hace 5 min.....pero ahora la sigo!!
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
capitulo 10 mini/maraton 1/4
Su sonrisa se desvaneció en la nada, sus ojos hicieron lo mismo. —
Para chicas como tú, con futuros el-mundo-es-tuyo —dijo, pisoteando la
arena—, es caro. Demasiado caro.
Otro destello de vulnerabilidad. No sabía si tenía un mal caso de
cambios de humor o en el fondo era un sensible hombre golpeándose
contra las paredes para ser puesto en libertad. Pero quería descubrirlo. —
¿Ese eres tú diciéndome indirectamente que me mantenga alejada de ti?
—No —respondió, encontrando mis ojos—, ese soy yo diciéndote
directamente que escuches a tu instinto y lo que sea que te esté gritando
ahora mismo.
—¿Qué te hace pensar que sabes lo que mi instinto me dice?
—Gritándote —corrigió—. Y la experiencia.
Si Joe pensaba que la experiencia le había dado el manual de
instrucciones de _______ Larson, nunca había estado tan equivocado. —¿Así
que nos veremos por ahí entonces?
Sacudiendo la cabeza, su sonrisa se abrió paso de nuevo. —Nos
veremos por ahí.
Después de suplicar a los Darcy, a quienes solía hacer de
niñera para cruzar el lago, para que cuidaran al cachorro
una noche mientras planeaba que hacer con él, el mensaje
de mi intestino tomó finalmente raíz y se extendió todo el camino hacia el
descuido, liberando pedazos de espíritu de mi conciencia.
Joe Ryder no sólo era un problema, era un problema con una
guarnición de peligro y un postre de angustia. No hablaba la jerga de los
estereotipos, pero sabía que los caminos por los que íbamos nunca se
cruzarían a menos que uno de nosotros se perdiera a sí mismo a unirse al
otro.
Había trabajado duramente durante mucho tiempo como para
permitir que el mío acabara en un callejón sin salida.
Incluso mientras me desviaba del Sunrise Drive para rebotar en el
camino de tierra de nuestra una vez, segunda casa y presente vivienda
principal exclusiva, las razonas por las que debería eliminar de mi mente a
Joe continuaron apilándose en una montaña que era incapaz de
escalar. Sabía por qué no debería tener nada que ver con él y todo tenía
sentido, pero lo que carecía de sentido me importaba un bledo. Algo
luchaba, diciéndole a mis intestinos que tomara una caminata. Algo quería
a Joe Ryder en mi vida, sin importar las consecuencias o el resultado.
Y lo que sea que fuese eso, me gustaba.
Aparqué mi pequeña máquina Mazda fuera del garaje, ya que
había sido llenada hasta los topes con cajas y muebles de nuestra antigua
casa, la cual era cuatro veces más grande. En un momento, nunca nos
preocupamos por el dinero, pero después de que el imperio de papá se
derrumbara, los ahorros se secaron y cosas como segundas casas y
vacaciones europeas se convirtieron en lujos del pasado. El trabajo de
mamá como arquitecto pagaba lo suficiente como para mantener a una
familia de tres personas con vida, pero no una próspera. Incluso teníamos
todavía todo el dinero que una vez tuvimos, vivo, pero la no prosperidad
continuaba describiendo a la unidad familiar Larson. No habíamos
prosperado en cinco años
Su sonrisa se desvaneció en la nada, sus ojos hicieron lo mismo. —
Para chicas como tú, con futuros el-mundo-es-tuyo —dijo, pisoteando la
arena—, es caro. Demasiado caro.
Otro destello de vulnerabilidad. No sabía si tenía un mal caso de
cambios de humor o en el fondo era un sensible hombre golpeándose
contra las paredes para ser puesto en libertad. Pero quería descubrirlo. —
¿Ese eres tú diciéndome indirectamente que me mantenga alejada de ti?
—No —respondió, encontrando mis ojos—, ese soy yo diciéndote
directamente que escuches a tu instinto y lo que sea que te esté gritando
ahora mismo.
—¿Qué te hace pensar que sabes lo que mi instinto me dice?
—Gritándote —corrigió—. Y la experiencia.
Si Joe pensaba que la experiencia le había dado el manual de
instrucciones de _______ Larson, nunca había estado tan equivocado. —¿Así
que nos veremos por ahí entonces?
Sacudiendo la cabeza, su sonrisa se abrió paso de nuevo. —Nos
veremos por ahí.
Después de suplicar a los Darcy, a quienes solía hacer de
niñera para cruzar el lago, para que cuidaran al cachorro
una noche mientras planeaba que hacer con él, el mensaje
de mi intestino tomó finalmente raíz y se extendió todo el camino hacia el
descuido, liberando pedazos de espíritu de mi conciencia.
Joe Ryder no sólo era un problema, era un problema con una
guarnición de peligro y un postre de angustia. No hablaba la jerga de los
estereotipos, pero sabía que los caminos por los que íbamos nunca se
cruzarían a menos que uno de nosotros se perdiera a sí mismo a unirse al
otro.
Había trabajado duramente durante mucho tiempo como para
permitir que el mío acabara en un callejón sin salida.
Incluso mientras me desviaba del Sunrise Drive para rebotar en el
camino de tierra de nuestra una vez, segunda casa y presente vivienda
principal exclusiva, las razonas por las que debería eliminar de mi mente a
Joe continuaron apilándose en una montaña que era incapaz de
escalar. Sabía por qué no debería tener nada que ver con él y todo tenía
sentido, pero lo que carecía de sentido me importaba un bledo. Algo
luchaba, diciéndole a mis intestinos que tomara una caminata. Algo quería
a Joe Ryder en mi vida, sin importar las consecuencias o el resultado.
Y lo que sea que fuese eso, me gustaba.
Aparqué mi pequeña máquina Mazda fuera del garaje, ya que
había sido llenada hasta los topes con cajas y muebles de nuestra antigua
casa, la cual era cuatro veces más grande. En un momento, nunca nos
preocupamos por el dinero, pero después de que el imperio de papá se
derrumbara, los ahorros se secaron y cosas como segundas casas y
vacaciones europeas se convirtieron en lujos del pasado. El trabajo de
mamá como arquitecto pagaba lo suficiente como para mantener a una
familia de tres personas con vida, pero no una próspera. Incluso teníamos
todavía todo el dinero que una vez tuvimos, vivo, pero la no prosperidad
continuaba describiendo a la unidad familiar Larson. No habíamos
prosperado en cinco años
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Capitulo 11
Deslizando mi cobertor por encima del traje de baño para no tener
que escuchar la siempre previsible y tan creativa conferencia de
desaprobación de mi madre sobre regalar la leche antes de que alguien
comprara la vaca, corrí por las desvencijadas escaleras de nuestro porche
delantero.
—Hola, papá —dije mientras empujaba la puerta de tela metálica
para abrirla. Después de cinco años, dejé de mirar por encima del
desgastado sillón azul para comprobar que se encontraba allí, fascinado
por la televisión o un crucigrama. Siempre si eran antes de las 7p.m.
Después de las siete, se transformaba en chef gourmet improvisando con
la cocina Francesa con tal instinto que nunca hubieses imaginado que era
noruego.
—Hola, mi ______(apodo) en el cielo2. —Era su esperada respuesta, como lo
había sido durante años. Mi padre no era nada sino un fan de los Beatles, y
su segundo hijo fue nombrado por su canción favorita de todos los
tiempos, para mortificación de mi madre. Ella era, si había tal cosa, una
anti-Beatles. No sé cómo consiguió que no uno, sino dos niños llevaran el
nombre de una banda que creó una generación, en palabras de mi
padre, pero había un montón de cosas que no tenían sentido cuando se
trataba de la relación de mis padres.
—¿Cómo fue tu día? —pregunté, sólo por costumbre. Los días de
papá eran todos lo mismo. La única variación era el color de la camiseta
que llevaba y el tipo de salsa que preparaba con la cena.
Acababa de abrir la boca cuando las primeras notas de la melodía
Jeopardy sonaron y, como un reloj, salió de su asiento y dio zancadas
hacia la cocina como si le fuera a declarar la guerra. —La cena estará lista
en treinta minutos —anunció, apretando el delantal ceremoniosamente.
—Vale —dije, preguntándome por qué, después de todo este
tiempo, seguía lamentándome por lo que mi padre y yo habíamos sido—.
Voy a ducharme y bajaré a poner la mesa. —Me lancé hacia las escaleras
en el momento en que oí el click clack de los tacones golpeando la grava,
pero era demasiado tarde.
—______. —La puerta metálica delantera chirrió abierta, dejando
entrar un ineludible frente frío también conocido como mi madre—. ¿A
dónde vas corriendo?
—Al circo. —Fue mi respuesta.
La reina del hielo polar fue más al sur3. —A juzgar por la forma en la
que vas vestida, o apenas, y dada tu caída en picado del GPA en los
últimos años, yo diría que una carrera como trapecista no es tan
descabellado.
Sus palabras ya no dolían tanto, no más que una herida superficial.
—Es bueno saber que estoy a la altura de tus expectativas —disparé de
vuelta—. Me aseguraré de enviarte una postal cuando golpeé los grandes
momentos con el Cirque Du Soleil.
Siempre partidaria de tener la última palabra, me di la vuelta y volé
escaleras arriba antes de que realmente acabáramos. No obstante, sólo
retrasaba lo inevitable. Volveríamos justo dónde lo dejamos en treinta
minutos cuando papá hiciera sonar el cencerro. La cena sería interesante.
Cerrando de un portazo la puerta, me apoyé en ella, obligándome a
tomar profundas respiraciones. En realidad, nunca me calmaban como se
suponía que hacían, pero me empujaban lo suficiente desde el saliente
para poder continuar con la siguiente cosa en la vida, por suerte, algo que
no envolviera a mamá. Soy muy consciente de que la mayoría de las
chicas adolescentes creen que sus madres las odian y viven para arruinar
sus vidas.
Lo que pasa con mi madre es que realmente lo hace. Me odia, eso
es, y desea que mi vida algún día sea arruinada como le arruiné la suya.
No siempre fue así, la definición de seca, revienta-pelotas, desprecia-hijas,
mujer de carrera. De hecho, el día en que mi padre comenzó a encerrarse
con algunos problemas serios, perdí a la mujer que solía dejar notas en las
servilletas de mi fiambrera firmadas con corazón, mamá.
Esa persona nunca volvería, pero me seguía encontrando a mí
misma deseándolo cada vez que deslizaba mi bandeja a través de la fila
del almuerzo y agarraba un puñado de servilletas.
Deslizando mi cobertor por encima del traje de baño para no tener
que escuchar la siempre previsible y tan creativa conferencia de
desaprobación de mi madre sobre regalar la leche antes de que alguien
comprara la vaca, corrí por las desvencijadas escaleras de nuestro porche
delantero.
—Hola, papá —dije mientras empujaba la puerta de tela metálica
para abrirla. Después de cinco años, dejé de mirar por encima del
desgastado sillón azul para comprobar que se encontraba allí, fascinado
por la televisión o un crucigrama. Siempre si eran antes de las 7p.m.
Después de las siete, se transformaba en chef gourmet improvisando con
la cocina Francesa con tal instinto que nunca hubieses imaginado que era
noruego.
—Hola, mi ______(apodo) en el cielo2. —Era su esperada respuesta, como lo
había sido durante años. Mi padre no era nada sino un fan de los Beatles, y
su segundo hijo fue nombrado por su canción favorita de todos los
tiempos, para mortificación de mi madre. Ella era, si había tal cosa, una
anti-Beatles. No sé cómo consiguió que no uno, sino dos niños llevaran el
nombre de una banda que creó una generación, en palabras de mi
padre, pero había un montón de cosas que no tenían sentido cuando se
trataba de la relación de mis padres.
—¿Cómo fue tu día? —pregunté, sólo por costumbre. Los días de
papá eran todos lo mismo. La única variación era el color de la camiseta
que llevaba y el tipo de salsa que preparaba con la cena.
Acababa de abrir la boca cuando las primeras notas de la melodía
Jeopardy sonaron y, como un reloj, salió de su asiento y dio zancadas
hacia la cocina como si le fuera a declarar la guerra. —La cena estará lista
en treinta minutos —anunció, apretando el delantal ceremoniosamente.
—Vale —dije, preguntándome por qué, después de todo este
tiempo, seguía lamentándome por lo que mi padre y yo habíamos sido—.
Voy a ducharme y bajaré a poner la mesa. —Me lancé hacia las escaleras
en el momento en que oí el click clack de los tacones golpeando la grava,
pero era demasiado tarde.
—______. —La puerta metálica delantera chirrió abierta, dejando
entrar un ineludible frente frío también conocido como mi madre—. ¿A
dónde vas corriendo?
—Al circo. —Fue mi respuesta.
La reina del hielo polar fue más al sur3. —A juzgar por la forma en la
que vas vestida, o apenas, y dada tu caída en picado del GPA en los
últimos años, yo diría que una carrera como trapecista no es tan
descabellado.
Sus palabras ya no dolían tanto, no más que una herida superficial.
—Es bueno saber que estoy a la altura de tus expectativas —disparé de
vuelta—. Me aseguraré de enviarte una postal cuando golpeé los grandes
momentos con el Cirque Du Soleil.
Siempre partidaria de tener la última palabra, me di la vuelta y volé
escaleras arriba antes de que realmente acabáramos. No obstante, sólo
retrasaba lo inevitable. Volveríamos justo dónde lo dejamos en treinta
minutos cuando papá hiciera sonar el cencerro. La cena sería interesante.
Cerrando de un portazo la puerta, me apoyé en ella, obligándome a
tomar profundas respiraciones. En realidad, nunca me calmaban como se
suponía que hacían, pero me empujaban lo suficiente desde el saliente
para poder continuar con la siguiente cosa en la vida, por suerte, algo que
no envolviera a mamá. Soy muy consciente de que la mayoría de las
chicas adolescentes creen que sus madres las odian y viven para arruinar
sus vidas.
Lo que pasa con mi madre es que realmente lo hace. Me odia, eso
es, y desea que mi vida algún día sea arruinada como le arruiné la suya.
No siempre fue así, la definición de seca, revienta-pelotas, desprecia-hijas,
mujer de carrera. De hecho, el día en que mi padre comenzó a encerrarse
con algunos problemas serios, perdí a la mujer que solía dejar notas en las
servilletas de mi fiambrera firmadas con corazón, mamá.
Esa persona nunca volvería, pero me seguía encontrando a mí
misma deseándolo cada vez que deslizaba mi bandeja a través de la fila
del almuerzo y agarraba un puñado de servilletas.
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Capituo 12
Algunas personas tenían gallos. Otros tenían relojes de alarma.
Yo tenía a Los Beatles.
Mi padre era tan rápido como previsible, y esa mañana
"Come Together" se ejecutaba a tres cuartos volumen, lo que significaba
que eran las siete am. Para un adolescente en vacaciones de verano, Los
Beatles eran tan bien recibidos como un chorro de alarma de incendio en
el oído, al romper el alba.
Gimiendo mi camino fuera de la cama, me senté, poniéndome el
primer par de sandalias a juego que fui capaz de localizar. Una mancha
de lápiz de labios y una barrida rápida a través de mi cabello con los
dedos, y yo me encontraba lista para la mañana. La invención del
pantalón de yoga y la vinculación con una camiseta sin mangas clasifican
en mi lista de los diez inventos más reveladores. El dúo elástico sirve como
ropa de dormir, ropa de ejercicio, prendas de todos los días, y como el
traje perfecto para una mañana en el estudio de baile.
Había un montón de cosas que podía dejar —champú, los callos de
caramelo, el esmalte rojo de uñas, el sueño... infierno, los chicos— antes de
tener que dejar el baile. El ballet para ser específica, pero no sólo eso.
Todas y cada una de las oportunidades que tenía, me encontraba
bailando. Yo había estado haciendo hip-hop, vals, tango, y piruetas todo
mi camino por la vida desde que tenía tres años.
Cuando se anunció que estaríamos simplificando, es decir,
reduciendo personal porque nos estábamos quedando sin dinero para
nuestras vidas, tuve un encargo.
En realidad, era más como una exigencia.
Mis clases de baile en la Academia de Baile de Madame Fontaine
debían continuar sin interrupción. O no ser canceladas por falta de fondos.
No me importaba si ya no tenía que usar la ropa de marca, e ir de
compras en los días de medio precio de la tienda de ahorro local, o si mi
coche era reemplazado por el transporte público, o incluso si teníamos un
techo sobre nuestras cabezas. Debía seguir bailando
Era lo único que me mantenía a flote cuando sentía que me
ahogaba. La única cosa que me ayudó a pasar los días oscuros. Lo único
que parecía que todavía me recibía con brazos cálidos y un amor mutuo.
Lo único que no había cambiado en mi vida.
Lancé mis zapatillas de punta sobre un hombro y el bolso sobre el
otro, y abrí la puerta de mi dormitorio con un crack. La cabaña era un
lugar destartalado, con mucho carácter, como mis padres la presentaron
cuando compraron el lugar hacía ya una década, lo que había sido una
buena manera de decir que era un pedazo de basura que tenía la suerte
de estar todavía en pie, pero había aprendido hace dos veranos como
aceitar las bisagras y aplicar la cantidad justa de presión al alza sobre el
picaporte para abrir la puerta de medio siglo de antigüedad sin hacer
ruido.
Esperé, escuchando los sonidos y ruidos, aparte del coro de "Come
Together". Sólo cuando unos sólidos minutos habían pasado sin el clickclack
de los tacones. O un trío de suspiros emitidos, fue que me di luz
verde.
Mamá estaba de camino a su trabajo, o ya se encontraba allí, por lo
que la costa se hallaba despejada. Después de la cena de anoche, en
realidad, después de los últimos cinco años de cenas, evitar a mi mamá
era una prioridad superior, justo debajo de baile.
Saltando por la escalera, una imagen apareció en mi mente. Una
imagen que había tratado de borrar. Una imagen con las que mis mejores
intenciones habían luchado inútilmente.
Joe Ryder, agazapado en la arena, a un suspiro de distancia,
sonriéndome como si supiera todos los oscuros secretos de mi pasado y no
le importara. Joe Ryder, dorado por un verano en la arena, los ojos
líquidos de plata, músculos tirando a través de su camisa...
Mi pie se atascó en el anteúltimo escalón, si no hubiera contado con
una buena cantidad de años de la gracia de la danza, estoy segura de
que habría enterrado mi rostro en ese antiguo, Dios sabe lo que se
esconde entre las grietas, tablón del suelo.
Asegurándome de que los zapatos, el bolso, y mi orgullo seguían
intactos, me obligué a hacer un voto sagrado de que nunca iba volver a
soñar, pensar, reflexionar, preguntarme, o sentirme lujuriosa sobre Joe
Ryder.
Yo no necesitaba una petición firmada por las innumerables niñas
que había seducido y dejado para saber que era un billete de ida a un
embarazo no deseado en el peor de los casos, o un corazón roto en el
mejor.
Algunas personas tenían gallos. Otros tenían relojes de alarma.
Yo tenía a Los Beatles.
Mi padre era tan rápido como previsible, y esa mañana
"Come Together" se ejecutaba a tres cuartos volumen, lo que significaba
que eran las siete am. Para un adolescente en vacaciones de verano, Los
Beatles eran tan bien recibidos como un chorro de alarma de incendio en
el oído, al romper el alba.
Gimiendo mi camino fuera de la cama, me senté, poniéndome el
primer par de sandalias a juego que fui capaz de localizar. Una mancha
de lápiz de labios y una barrida rápida a través de mi cabello con los
dedos, y yo me encontraba lista para la mañana. La invención del
pantalón de yoga y la vinculación con una camiseta sin mangas clasifican
en mi lista de los diez inventos más reveladores. El dúo elástico sirve como
ropa de dormir, ropa de ejercicio, prendas de todos los días, y como el
traje perfecto para una mañana en el estudio de baile.
Había un montón de cosas que podía dejar —champú, los callos de
caramelo, el esmalte rojo de uñas, el sueño... infierno, los chicos— antes de
tener que dejar el baile. El ballet para ser específica, pero no sólo eso.
Todas y cada una de las oportunidades que tenía, me encontraba
bailando. Yo había estado haciendo hip-hop, vals, tango, y piruetas todo
mi camino por la vida desde que tenía tres años.
Cuando se anunció que estaríamos simplificando, es decir,
reduciendo personal porque nos estábamos quedando sin dinero para
nuestras vidas, tuve un encargo.
En realidad, era más como una exigencia.
Mis clases de baile en la Academia de Baile de Madame Fontaine
debían continuar sin interrupción. O no ser canceladas por falta de fondos.
No me importaba si ya no tenía que usar la ropa de marca, e ir de
compras en los días de medio precio de la tienda de ahorro local, o si mi
coche era reemplazado por el transporte público, o incluso si teníamos un
techo sobre nuestras cabezas. Debía seguir bailando
Era lo único que me mantenía a flote cuando sentía que me
ahogaba. La única cosa que me ayudó a pasar los días oscuros. Lo único
que parecía que todavía me recibía con brazos cálidos y un amor mutuo.
Lo único que no había cambiado en mi vida.
Lancé mis zapatillas de punta sobre un hombro y el bolso sobre el
otro, y abrí la puerta de mi dormitorio con un crack. La cabaña era un
lugar destartalado, con mucho carácter, como mis padres la presentaron
cuando compraron el lugar hacía ya una década, lo que había sido una
buena manera de decir que era un pedazo de basura que tenía la suerte
de estar todavía en pie, pero había aprendido hace dos veranos como
aceitar las bisagras y aplicar la cantidad justa de presión al alza sobre el
picaporte para abrir la puerta de medio siglo de antigüedad sin hacer
ruido.
Esperé, escuchando los sonidos y ruidos, aparte del coro de "Come
Together". Sólo cuando unos sólidos minutos habían pasado sin el clickclack
de los tacones. O un trío de suspiros emitidos, fue que me di luz
verde.
Mamá estaba de camino a su trabajo, o ya se encontraba allí, por lo
que la costa se hallaba despejada. Después de la cena de anoche, en
realidad, después de los últimos cinco años de cenas, evitar a mi mamá
era una prioridad superior, justo debajo de baile.
Saltando por la escalera, una imagen apareció en mi mente. Una
imagen que había tratado de borrar. Una imagen con las que mis mejores
intenciones habían luchado inútilmente.
Joe Ryder, agazapado en la arena, a un suspiro de distancia,
sonriéndome como si supiera todos los oscuros secretos de mi pasado y no
le importara. Joe Ryder, dorado por un verano en la arena, los ojos
líquidos de plata, músculos tirando a través de su camisa...
Mi pie se atascó en el anteúltimo escalón, si no hubiera contado con
una buena cantidad de años de la gracia de la danza, estoy segura de
que habría enterrado mi rostro en ese antiguo, Dios sabe lo que se
esconde entre las grietas, tablón del suelo.
Asegurándome de que los zapatos, el bolso, y mi orgullo seguían
intactos, me obligué a hacer un voto sagrado de que nunca iba volver a
soñar, pensar, reflexionar, preguntarme, o sentirme lujuriosa sobre Joe
Ryder.
Yo no necesitaba una petición firmada por las innumerables niñas
que había seducido y dejado para saber que era un billete de ida a un
embarazo no deseado en el peor de los casos, o un corazón roto en el
mejor.
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Capitulo 13
—Nos vemos, papá —le grité, tomando una manzana del frutero—.
Me voy a la práctica de baile, regresaré a casa en algún momento antes
de la cena. —Agarré una botella de agua de la nevera, que se
encontraba fuera de la puerta, dos latidos de mi corazón más tarde.
No importaba cuánto tiempo me quedara, no habría ninguna
respuesta de mi padre. Ni siquiera un gesto de reconocimiento. Podría
haber sido un maniquí en la silla, mirando distraídamente por la ventana
hacia la nada.
Yo podría haber estado jodiendo a la mitad de la población del
mundo en el mostrador de la cocina y a él no le hubiera importado. Ni
siquiera me notó.
Recordándome a mí misma que insistir en la desgracia que era mi
familia no arreglaría nada, volví mis pensamientos a otra cosa, cualquier
otra cosa, que no estuviera relacionada con la familia.
¿Y dónde podía dirigir mis pensamientos?
Joe Ryder.
Yo tenía algún tipo de enfermedad, un pensamiento corriente de
auto-destrucción pensamiento.
Camino a la Mazda, algo me llamó la atención. Algo que destacó
por la forma en que vemos el sol por la mañana temprano. Algo que no
había estado allí ayer.
Girándome hacia la playa, vi lo que era responsable de detenerme
en seco a las siete de la mañana.
Era una especie de ciclón, un rectángulo que contenía una casa en
miniatura, dos recipientes de plástico, y una cuerda de nudos en el interior
de la misma. Una perrera.
La solución a uno de los problemas sin fin que ocupaban mi vida.
La respuesta a una oración silenciosa.
Caminando por la playa, mordiéndome el labio para contener las
lágrimas fantasmas que habían comenzado a formarse, noté que había un
lazo rojo atado al otro lado de la puerta del candado, y una nota doblada
colgando debajo de ella.
Supongo que para el noventa y nueve coma nueve por ciento de
las adolescentes, un criadero de perros de regalo clasificaba justo por
encima de un mal día en la noche del baile de graduación, pero para mí,
una chica que no podía encajar en el molde de lo normal aún si lointentaba, era como encontrar al último rompecorazones de Hollywood
envuelto bajo el árbol de Navidad con una etiqueta que dijera: Disfrútalo.
Sonriendo como las colegialas, puse los ojos en blanco, y arranqué la
nota de la proa, sin siquiera importarme quién había construido la perrera.
Esto significaba que Mini Cujo podría quedarse conmigo hasta que yo lo
rehabilitara para que pudiera ser adoptado por otra familia.
Mi sonrisa que parecía que no terminaría, lo hizo, bastante
abruptamente, tan pronto como leí las palabras.
Así que. ¿Qué hay de esa cita?
Había sido firmado con nada que no sea una J, pero no necesitaba
una puntuación perfecta, o tres cartas para saber quién la había dejado.
Justo el hombre en el que necesitaba, pero no podía, dejar de pensar.
Justo el hombre que necesitaba nunca volver a ver. Justo el hombre
que quería ver en estos momentos.
Si mi historial de relaciones fallidas todavía no lo había probado, esto
lo hacía. Iba a terminar con un viejo pícaro y malévolo.
Haciendo un análisis rápido de la zona, no había ni rastro de un
hombre cuyo rostro, cuerpo y sonrisa hubiesen sido tallados por los dioses.
Me irrité conmigo mismo por sentirme decepcionada.
Era cierto que un tipo como Joe sabía exactamente lo que hacía y
cuál iba a ser su siguiente jugada. Le dirigí una última sonrisa a la perrera
antes de correr al Mazda. Las paredes de espejos y pisos de madera me
llamaban y, como ya lo había admitido, la danza iba antes que los chicos.
Tal vez con excepción de uno.
Sacudiendo la cabeza y poniendo una tapa pesada sobre mi
irresponsable e interna gemela malvada, di vuelta a la llave en el
encendido y puse música hasta que los altavoces sonaron como si
estuvieran a punto de estallar.
Aun así no podía borrar a Joe Ryder de mi mente.
—Nos vemos, papá —le grité, tomando una manzana del frutero—.
Me voy a la práctica de baile, regresaré a casa en algún momento antes
de la cena. —Agarré una botella de agua de la nevera, que se
encontraba fuera de la puerta, dos latidos de mi corazón más tarde.
No importaba cuánto tiempo me quedara, no habría ninguna
respuesta de mi padre. Ni siquiera un gesto de reconocimiento. Podría
haber sido un maniquí en la silla, mirando distraídamente por la ventana
hacia la nada.
Yo podría haber estado jodiendo a la mitad de la población del
mundo en el mostrador de la cocina y a él no le hubiera importado. Ni
siquiera me notó.
Recordándome a mí misma que insistir en la desgracia que era mi
familia no arreglaría nada, volví mis pensamientos a otra cosa, cualquier
otra cosa, que no estuviera relacionada con la familia.
¿Y dónde podía dirigir mis pensamientos?
Joe Ryder.
Yo tenía algún tipo de enfermedad, un pensamiento corriente de
auto-destrucción pensamiento.
Camino a la Mazda, algo me llamó la atención. Algo que destacó
por la forma en que vemos el sol por la mañana temprano. Algo que no
había estado allí ayer.
Girándome hacia la playa, vi lo que era responsable de detenerme
en seco a las siete de la mañana.
Era una especie de ciclón, un rectángulo que contenía una casa en
miniatura, dos recipientes de plástico, y una cuerda de nudos en el interior
de la misma. Una perrera.
La solución a uno de los problemas sin fin que ocupaban mi vida.
La respuesta a una oración silenciosa.
Caminando por la playa, mordiéndome el labio para contener las
lágrimas fantasmas que habían comenzado a formarse, noté que había un
lazo rojo atado al otro lado de la puerta del candado, y una nota doblada
colgando debajo de ella.
Supongo que para el noventa y nueve coma nueve por ciento de
las adolescentes, un criadero de perros de regalo clasificaba justo por
encima de un mal día en la noche del baile de graduación, pero para mí,
una chica que no podía encajar en el molde de lo normal aún si lointentaba, era como encontrar al último rompecorazones de Hollywood
envuelto bajo el árbol de Navidad con una etiqueta que dijera: Disfrútalo.
Sonriendo como las colegialas, puse los ojos en blanco, y arranqué la
nota de la proa, sin siquiera importarme quién había construido la perrera.
Esto significaba que Mini Cujo podría quedarse conmigo hasta que yo lo
rehabilitara para que pudiera ser adoptado por otra familia.
Mi sonrisa que parecía que no terminaría, lo hizo, bastante
abruptamente, tan pronto como leí las palabras.
Así que. ¿Qué hay de esa cita?
Había sido firmado con nada que no sea una J, pero no necesitaba
una puntuación perfecta, o tres cartas para saber quién la había dejado.
Justo el hombre en el que necesitaba, pero no podía, dejar de pensar.
Justo el hombre que necesitaba nunca volver a ver. Justo el hombre
que quería ver en estos momentos.
Si mi historial de relaciones fallidas todavía no lo había probado, esto
lo hacía. Iba a terminar con un viejo pícaro y malévolo.
Haciendo un análisis rápido de la zona, no había ni rastro de un
hombre cuyo rostro, cuerpo y sonrisa hubiesen sido tallados por los dioses.
Me irrité conmigo mismo por sentirme decepcionada.
Era cierto que un tipo como Joe sabía exactamente lo que hacía y
cuál iba a ser su siguiente jugada. Le dirigí una última sonrisa a la perrera
antes de correr al Mazda. Las paredes de espejos y pisos de madera me
llamaban y, como ya lo había admitido, la danza iba antes que los chicos.
Tal vez con excepción de uno.
Sacudiendo la cabeza y poniendo una tapa pesada sobre mi
irresponsable e interna gemela malvada, di vuelta a la llave en el
encendido y puse música hasta que los altavoces sonaron como si
estuvieran a punto de estallar.
Aun así no podía borrar a Joe Ryder de mi mente.
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Adelantos! =D pd:no estan en orden xd
—Aquí está tu nueva casa, Rambo —susurré mientras lo depositaba
en el interior—.
—Maldita sea, Joe —le dije
—Entonces —Joe me escaneó—, vecina, ¿cómo suena el viernes
por la noche?
—Voy a disfrutar ver cómo ardes, perra —dijo, caminando hacia un
lado—. Agarren a esa zorra para que le podamos enseñar modales.
—¡Vas a tener que amarrarme mejor la próxima vez , enfermo hijo
de puta! —A cada palabra le seguía un golpe, y cada uno aterrizaba
como un trueno.
—Aquí está tu nueva casa, Rambo —susurré mientras lo depositaba
en el interior—.
—Maldita sea, Joe —le dije
—Entonces —Joe me escaneó—, vecina, ¿cómo suena el viernes
por la noche?
—Voy a disfrutar ver cómo ardes, perra —dijo, caminando hacia un
lado—. Agarren a esa zorra para que le podamos enseñar modales.
—¡Vas a tener que amarrarme mejor la próxima vez , enfermo hijo
de puta! —A cada palabra le seguía un golpe, y cada uno aterrizaba
como un trueno.
camilabelieve15
Re: {Crash Joe&Tu}
Noooooo eres tan cruel!!!!!
Como es q dejas esos adelantos
Me estas torturando !!!!
Sigue pronto!!!!!
Como es q dejas esos adelantos
Me estas torturando !!!!
Sigue pronto!!!!!
Julieta♥
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