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“Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
17
Para el momento en que había rellenado el papeleo necesario, y tenía alojado a Hamlet dentro de un barato trasportín para gatos, había pasado cerca de media hora desde que Cade se había bajado de mi auto. De pie, en el aparcamiento, no pude encontrarlo por ningún lado.
Saqué mi teléfono, no había mensajes.
Busqué en el parabrisas, no había notas.
Llamé a su teléfono, no hubo respuesta.
Volví a llamar a su teléfono, directo al buzón de voz.
Para cuando sonó el “bip”, yo estaba llorando.
—Cade, lo siento. Lo siento tanto. No sé cómo arreglar esto. Sólo quiero que volvamos a ser como hemos sido siempre. Dios, eso es estúpido. Sé que no podemos. Sé que las cosas no pueden ser como eran antes, pero… no lo sé. Como sea. Sólo… hazme saber si estás bien. No estás en mi auto, y no sé cómo llegaste a casa, si es que llegaste. Sólo llámame. Por favor. Hablemos de esto.
Unos minutos después, estaba sentada al lado de mi auto en el pavimento, mis vaqueros manchados de polvo, cuando recibí un mensaje.
Estoy bien.
Traté de llamarle otra vez, saltó directo el buzón de voz.
Y por más que intentara pensar de otra manera, por más que intentara esperar que podíamos superar esto… ya lo sentía. Sentía que me apagaba.
Tal vez era el dolor. Tal vez era que al final había acabado por volverme loca. Tal vez ya simplemente no tenía a dónde más ir. Pero cuando volví a mi complejo de apartamentos, no me dirigí al mío.
Con Hamlet en la mano, me dirigí al de Joe.
No sabía cómo me veía cuando abrió la puerta. Ni siquiera quería saberlo. Pero la abrió más casi al instante, gesticulando hacia mí sin hacer preguntas.
Jamás había estado en su apartamento. Debería haberme dado cuenta, o pedirle que me mostrara los alrededores. Debería haber dicho algo, pero lo único que tenía en la punta de la lengua era un sollozo, y necesité de toda mi energía, toda mi concentración para retenerlo.
Pero incluso eso no fue suficiente cuando sus dedos levantaron mi barbilla. Él dijo mi nombre, y vi una mirada preocupada en aquellos ojos. Las lágrimas cayeron de mí como una copa rebosante, y no pude controlarlo, ni respirar bien, ni explicarlo.
Él tomó la caja de Hamlet de mis manos y pasó un brazo alrededor de mis hombros. Me condujo por un pasillo casi idéntico al mío hacia una sala de estar que era completamente diferente. Estaba llena de libros, algunos en las repisas, otros apilados en el suelo. Los muebles eran sencillos y con un toque moderno, pero no tan modernos como para que dudara antes de hundirme en los cojines del sofá negro, agarrando una almohada blanca para abrazarla a mí pecho. Luego Joe se puso a mi lado, sacándome la suave almohada de las manos y reemplazando la comodidad con su cuerpo. Me colocó en su regazo, acunándome como a una niña, secándome las lágrimas, peinando mi cabello, frotándome la espalda.
—Él me odia. —Me las arreglé para decir finalmente. Él no había preguntado, pero su preocupación me empujó a hacerlo de todos modos, sacó las palabras fuera de mi boca.
—¿Quién te odia, amor?
Rápidas y cortas respiraciones salían de mis labios, pequeños gemidos que no era capaz de controlar.
—C-Cade.
—Cade no podría odiarte jamás —dijo.
—Lo hace. Se fue. No volverá a hablarme. —Me disolví en otro ataque de llanto y sólo me acercó a él, metiendo mi cabeza debajo de su barbilla, contra su pecho.
Me dejó llorar, murmurando cosas todo el tiempo. Estarás bien, amor. Las cosas se resolverán. Cálmate. Respira, ____. Estoy aquí. Todo irá bien. Sea lo que sea nos ocuparemos de esto. Está bien, amor.
Debió haber murmurado miles de variaciones. Pero jamás dejó de intentarlo, sin importar que no lo estuviera escuchando. Cuando terminé de llorar, estaba demasiado cansada para hacer nada más. Me dejé caer contra él, sólo inhalando y exhalando. Y él me sostuvo allí. Finalmente, un sonido se oyó a través de la niebla. Un bajo y molesto gemido.
Hamlet. Había dejado a Hamlet atrapada en esa caja todo este tiempo.
Llena de culpa, me senté, manteniendo la cabeza despejada por un momento.
—Lo siento, necesito llevarla a casa. —Estaba poniéndome en pie, para ir en busca de su cajón, cuando Joe me tomó por los codos.
—Quédate, amor. Estás alterada. Cuidaré del gato.
No. No podía dejar que hiciera eso. Porque entonces él vería que todas las cosas de la gata que había comprado la noche anterior todavía estaban completamente nuevas y sin usar.
—No, está bien. De verdad, debería irme. Estoy bien ahora. Gracias.
—____, por favor, habla conmigo.
Mi cuerpo estaba inclinado hacia él en contra de mi voluntad, sufriendo por volver a sentir su comodidad, pero aún no había tomado una decisión.
—No lo sé…
—¿Qué te parece esto? Te vas a casa y te encargas del gato, y en un ratito, te llevaré la cena. Podemos hablar o sólo ver una película o cualquier cosa que necesites hacer. Yo sólo… si te vas así, me volveré loco preocupándome por ti.
Después de un momento, asentí.
—Bien.
— ¿En serio?
—Sí, sólo dame una hora, ¿De acuerdo?
Él sonrió, y yo supe… que estaba en problemas.
No es que la culpara por ello, después de haberla dejado en aquella caja durante tanto tiempo.
Sin importar lo que hiciera, ella dejaba escapar ese gruñido con la boca cerrada cada vez que daba un paso en su dirección. Le dejé comida en la cocina, la cual ignoró. Le hice una caja de arena y la puse en el armario de depósitos. La levanté y la llevé a la caja, ubicándola dentro para que supiera dónde estaba. Siseó una vez y luego corrió, tirando la basura en su escapada. Desapareció debajo de mi sofá, únicamente con sus brillantes y malvados ojos visibles en la oscuridad.
¿Por qué no le había dicho a Joe que tenía una gata llamada Lady Macbeth? Eso le hubiera quedado mucho mejor.
Durante el resto del tiempo, me quedé sola con mis pensamientos, los cuales eran casi tan agradables como el virus Ébola. Ordené la sala de estar, luego pensé en huir. Ordené mi cuarto, entonces me apresuré al baño, segura de que iba a vomitar. No lo hice. Casi deseé haberlo hecho. Podría haber dicho que estaba enferma.
Antes de que tuviera la oportunidad de discutirlo conmigo misma… se escuchó el timbre de la puerta.
Mi corazón se sintió como si alguien estuviera usándolo como un trampolín. Respiré hondo. No le había prometido nada. Él había dicho que podíamos hablar. O ver una película. O hacer cualquier cosa que yo quisiera. Esto no tenía que ser un gran problema.
Cuando abrí la puerta, Joe se veía tan alegre que fue difícil seguir temiendo su presencia.
—Olvidé preguntarte qué querías, así que traje pizza, una hamburguesa y una ensalada. —Estaba haciendo malabares con las tres cosas en sus manos, y yo quedé abrumada por una vez de lo mucho que me gustaba. No sólo de manera romántica. En general. Él era bastante asombroso.
Sonreí.
—La pizza está bien.
Retrocedí y él se paró dentro de mi apartamento. Por mucho que me estuviera volviendo loca antes, se sentía natural tenerlo aquí. No es que hubiera dejado de sentirme nerviosa, era sólo que… parecía como si perteneciera aquí.
Caminamos hacia mi cocina/sala de estar y dejamos la comida en la pequeña isleta redonda que sobresalía de la encimera. Me ocupé de agarrar bebidas y platos para ambos, y cuando no hubo nada más para distraerme, saqué uno de los taburetes de debajo de la isla y me senté a su lado. Puse una porción de pizza en mi plato y él abrió la ensalada.
Entrecerré los ojos hacia él.
—¿No irás en serio a sentarte ahí y comerte una ensalada mientras yo me lleno la cara con bendita grasa, o sí?
Aderezó su lechuga y sonrió.
—Oh, también me voy a comer la hamburguesa. Y un poco de pizza, si me dejas algo.
Rodé los ojos. Los chicos apestaban.
Hablamos. De nada que importara. Él se sorprendió cuando hundí mi pizza en aderezo ranchero para ensaladas. Cuando le hice probarlo, frunció el rostro como si le resultara asqueroso, pero lo vi hundir otra porción en la salsa mientras yo rellenaba mi bebida. No fue hasta que me sentí tan llena que creí que iba a explotar, cuando él trajo mi anterior crisis a colación.
—Entonces, ¿Puedes decirme ahora qué pasó con Cade?
Agarré el pepperoni de la media porción de pizza que quedaba en mi plato.
—Tuvimos una pelea, supongo. Creo. No estoy segura. Jamás hemos discutido.
—¿Sobre qué?
Dejé escapar el aire que había estado reteniendo en mis pulmones, y me dispuse a poner las cosas en el refrigerador y los platos en el fregadero.
—Sobre el beso.
Podía imaginar la reacción de Joe sin mirarla, así que decidí continuar y lavar los platos… con la mano… a pesar de que tenía lavavajillas.
—Le gusto —continué—. Me lo dijo después del beso y hemos estado tratando de actuar como si nada hubiera cambiado, pero nos fue horrible, y yo simplemente me cansé de fingir que las cosas estaban normales.
Él apareció a mi lado, tomando un plato y secándolo por mí. Ya debía haberse dado cuenta de que era más fácil para mí hablar cuando no nos estábamos mirando el uno al otro, porque mantuvo los ojos fijos en el plato mucho después de que estuviera seco.
—Entonces, ¿Qué hiciste?
—Le dije que no pensaba que fuera a pasar.
—¿Ni siquiera estabas un poco interesada? —preguntó Joe.
No creía que Joe quisiera oír esto realmente, pero iba a recibir lo que había pedido. Necesitaba desahogarme con alguien.
—Lo pensé. Cade es dulce, y me gusta estar con él, pero realmente no me hace sentir nada.
Dejó de mirar el plato y se giró hacia mí, apoyando la cadera contra el mostrador a mi lado.
—¿Yo te hago sentir algo?
Levanté la mirada hacia él sólo lo suficiente para ver si estaba bromeando. No lo estaba. Miré a otro lado.
—Esa es una pregunta estúpida.
—¿Lo es? Eres más difícil de leer de lo que crees.
Me sequé las manos con una toalla, y me dirigí al sofá, apretándome en una esquina y llevándome un almohadón al regazo.
—Hablo en serio —continuó Joe—. A veces reaccionas… como, bueno, como quiero que reacciones. Pero luego, otras veces, como afuera, mientras devolvías las llamadas, me empujas como si yo no te afectara de la manera que tú me afectas.
Apreté la almohada más fuerte contra mi pecho.
—Estoy afectada, Joe. Es sólo que estoy tan confundida… y preocupada. Y no entiendo por qué tú no lo estás.
Tomó asiento del otro lado del sofá, con el cojín entero del medio separándonos.
—Creo que todo lo que hago es preocuparme —dijo.
—¿Y crees que esto es inteligente?
Él sacudió la cabeza, riendo.
—Oh, definitivamente no es inteligente. Lo sé. Pero, ¿Honestamente, ____? Me siento miserable, aquí. Es genial tener un trabajo estable y estoy disfrutando de enseñar, pero ya no tengo amigos aquí. Voy a trabajar, y luego vuelvo al apartamento. Y pienso en ti, porque no puedo evitarlo, y no hay nada más para distraerme. Especialmente cuando sé que estás a tan sólo un edificio de distancia. La noche que nos conocimos… ____, normalmente no hago cosas como esas. Pero me estaba replanteando volver aquí, y tú fuiste todo lo que necesité. No sé cuántas veces me detuve de venir aquí y llamar a tu puerta. Y sí, verte con Cade fue definitivamente motivación, pero más que eso… simplemente me gustas, ____. Como maestro. Como persona. Como chico.
Fue difícil mantener la respiración constante, difícil evitar que el anhelo se mostrara en mi rostro, difícil evitar ir con él.
—¿Y ahora qué? —le pregunté.
—No tengo la menor idea.
Yo tenía tantas ideas. Ese era el problema.
—Si hacemos esto… —comencé, y luego me detuve. Su postura entera había cambiado, y sentí que la mía también lo había hecho. Estábamos a punto de cruzar una línea, y ambos lo sabíamos—. Si hacemos esto, tenemos que ser cuidadosos. —Él asintió, sus ojos fijos en los míos—. Y creo que deberíamos tomárnoslo con calma. Si nos enganchamos muy rápido en esto, seremos descuidados. —Y yo necesitaba más tiempo para pensar sobre esto, sobre el sexo con él, y si era algo que quería hacer.
No estaba segura de sí despacio era lo que pudiéramos hacer, pero era la única manera que podía lograr esto sin volverme loca. ¿A quién estaba engañando? Me iba a volver loca igual. La diferencia era que con un sentimiento de locura del tipo “voy a perder la compostura” o del tipo “me encerraré en el apartamento por una semana”.
—De acuerdo. —Joe se deslizó más cerca de mí en el sofá, a medio camino en el cojín del medio—. Puedo ser cuidadoso… y hacerlo despacio.
Se me puso la piel de gallina cuando levantó una mano hacia mí. Me dejé temer por un momento, pero luego la necesidad de tocarlo se sobrepuso por encima del miedo. Me deshice del almohadón en mi regazo y me acerqué a él. Coloqué mi mano sobre la suya, y él la levantó a su boca, sosteniéndola allí contra sus labios. Cerró los ojos y con un simple toque se impregnó en mi cuerpo, calmando mi ansiedad.
Como una llave en una cerradura, mi cuerpo cayó en el suyo, encajando perfectamente. Con mi cabeza en su pecho, y su brazo alrededor de mis hombros, respiré hondo y supe que no había vuelta atrás.
¡Hola chicas!
Aquí esta el capítulo como dije, un poco más tarde, pero lo que importa es que lo subí.
Bueno, espero les guste. Cuando la escuela me lo permita, subo el siguiente.
Besos
Natuu♥!
Saqué mi teléfono, no había mensajes.
Busqué en el parabrisas, no había notas.
Llamé a su teléfono, no hubo respuesta.
Volví a llamar a su teléfono, directo al buzón de voz.
Para cuando sonó el “bip”, yo estaba llorando.
—Cade, lo siento. Lo siento tanto. No sé cómo arreglar esto. Sólo quiero que volvamos a ser como hemos sido siempre. Dios, eso es estúpido. Sé que no podemos. Sé que las cosas no pueden ser como eran antes, pero… no lo sé. Como sea. Sólo… hazme saber si estás bien. No estás en mi auto, y no sé cómo llegaste a casa, si es que llegaste. Sólo llámame. Por favor. Hablemos de esto.
Unos minutos después, estaba sentada al lado de mi auto en el pavimento, mis vaqueros manchados de polvo, cuando recibí un mensaje.
Estoy bien.
Traté de llamarle otra vez, saltó directo el buzón de voz.
Y por más que intentara pensar de otra manera, por más que intentara esperar que podíamos superar esto… ya lo sentía. Sentía que me apagaba.
Tal vez era el dolor. Tal vez era que al final había acabado por volverme loca. Tal vez ya simplemente no tenía a dónde más ir. Pero cuando volví a mi complejo de apartamentos, no me dirigí al mío.
Con Hamlet en la mano, me dirigí al de Joe.
No sabía cómo me veía cuando abrió la puerta. Ni siquiera quería saberlo. Pero la abrió más casi al instante, gesticulando hacia mí sin hacer preguntas.
Jamás había estado en su apartamento. Debería haberme dado cuenta, o pedirle que me mostrara los alrededores. Debería haber dicho algo, pero lo único que tenía en la punta de la lengua era un sollozo, y necesité de toda mi energía, toda mi concentración para retenerlo.
Pero incluso eso no fue suficiente cuando sus dedos levantaron mi barbilla. Él dijo mi nombre, y vi una mirada preocupada en aquellos ojos. Las lágrimas cayeron de mí como una copa rebosante, y no pude controlarlo, ni respirar bien, ni explicarlo.
Él tomó la caja de Hamlet de mis manos y pasó un brazo alrededor de mis hombros. Me condujo por un pasillo casi idéntico al mío hacia una sala de estar que era completamente diferente. Estaba llena de libros, algunos en las repisas, otros apilados en el suelo. Los muebles eran sencillos y con un toque moderno, pero no tan modernos como para que dudara antes de hundirme en los cojines del sofá negro, agarrando una almohada blanca para abrazarla a mí pecho. Luego Joe se puso a mi lado, sacándome la suave almohada de las manos y reemplazando la comodidad con su cuerpo. Me colocó en su regazo, acunándome como a una niña, secándome las lágrimas, peinando mi cabello, frotándome la espalda.
—Él me odia. —Me las arreglé para decir finalmente. Él no había preguntado, pero su preocupación me empujó a hacerlo de todos modos, sacó las palabras fuera de mi boca.
—¿Quién te odia, amor?
Rápidas y cortas respiraciones salían de mis labios, pequeños gemidos que no era capaz de controlar.
—C-Cade.
—Cade no podría odiarte jamás —dijo.
—Lo hace. Se fue. No volverá a hablarme. —Me disolví en otro ataque de llanto y sólo me acercó a él, metiendo mi cabeza debajo de su barbilla, contra su pecho.
Me dejó llorar, murmurando cosas todo el tiempo. Estarás bien, amor. Las cosas se resolverán. Cálmate. Respira, ____. Estoy aquí. Todo irá bien. Sea lo que sea nos ocuparemos de esto. Está bien, amor.
Debió haber murmurado miles de variaciones. Pero jamás dejó de intentarlo, sin importar que no lo estuviera escuchando. Cuando terminé de llorar, estaba demasiado cansada para hacer nada más. Me dejé caer contra él, sólo inhalando y exhalando. Y él me sostuvo allí. Finalmente, un sonido se oyó a través de la niebla. Un bajo y molesto gemido.
Hamlet. Había dejado a Hamlet atrapada en esa caja todo este tiempo.
Llena de culpa, me senté, manteniendo la cabeza despejada por un momento.
—Lo siento, necesito llevarla a casa. —Estaba poniéndome en pie, para ir en busca de su cajón, cuando Joe me tomó por los codos.
—Quédate, amor. Estás alterada. Cuidaré del gato.
No. No podía dejar que hiciera eso. Porque entonces él vería que todas las cosas de la gata que había comprado la noche anterior todavía estaban completamente nuevas y sin usar.
—No, está bien. De verdad, debería irme. Estoy bien ahora. Gracias.
—____, por favor, habla conmigo.
Mi cuerpo estaba inclinado hacia él en contra de mi voluntad, sufriendo por volver a sentir su comodidad, pero aún no había tomado una decisión.
—No lo sé…
—¿Qué te parece esto? Te vas a casa y te encargas del gato, y en un ratito, te llevaré la cena. Podemos hablar o sólo ver una película o cualquier cosa que necesites hacer. Yo sólo… si te vas así, me volveré loco preocupándome por ti.
Después de un momento, asentí.
—Bien.
— ¿En serio?
—Sí, sólo dame una hora, ¿De acuerdo?
Él sonrió, y yo supe… que estaba en problemas.
***
Estaba bastante segura de que mi nueva gata me odiaba. No es que la culpara por ello, después de haberla dejado en aquella caja durante tanto tiempo.
Sin importar lo que hiciera, ella dejaba escapar ese gruñido con la boca cerrada cada vez que daba un paso en su dirección. Le dejé comida en la cocina, la cual ignoró. Le hice una caja de arena y la puse en el armario de depósitos. La levanté y la llevé a la caja, ubicándola dentro para que supiera dónde estaba. Siseó una vez y luego corrió, tirando la basura en su escapada. Desapareció debajo de mi sofá, únicamente con sus brillantes y malvados ojos visibles en la oscuridad.
¿Por qué no le había dicho a Joe que tenía una gata llamada Lady Macbeth? Eso le hubiera quedado mucho mejor.
Durante el resto del tiempo, me quedé sola con mis pensamientos, los cuales eran casi tan agradables como el virus Ébola. Ordené la sala de estar, luego pensé en huir. Ordené mi cuarto, entonces me apresuré al baño, segura de que iba a vomitar. No lo hice. Casi deseé haberlo hecho. Podría haber dicho que estaba enferma.
Antes de que tuviera la oportunidad de discutirlo conmigo misma… se escuchó el timbre de la puerta.
Mi corazón se sintió como si alguien estuviera usándolo como un trampolín. Respiré hondo. No le había prometido nada. Él había dicho que podíamos hablar. O ver una película. O hacer cualquier cosa que yo quisiera. Esto no tenía que ser un gran problema.
Cuando abrí la puerta, Joe se veía tan alegre que fue difícil seguir temiendo su presencia.
—Olvidé preguntarte qué querías, así que traje pizza, una hamburguesa y una ensalada. —Estaba haciendo malabares con las tres cosas en sus manos, y yo quedé abrumada por una vez de lo mucho que me gustaba. No sólo de manera romántica. En general. Él era bastante asombroso.
Sonreí.
—La pizza está bien.
Retrocedí y él se paró dentro de mi apartamento. Por mucho que me estuviera volviendo loca antes, se sentía natural tenerlo aquí. No es que hubiera dejado de sentirme nerviosa, era sólo que… parecía como si perteneciera aquí.
Caminamos hacia mi cocina/sala de estar y dejamos la comida en la pequeña isleta redonda que sobresalía de la encimera. Me ocupé de agarrar bebidas y platos para ambos, y cuando no hubo nada más para distraerme, saqué uno de los taburetes de debajo de la isla y me senté a su lado. Puse una porción de pizza en mi plato y él abrió la ensalada.
Entrecerré los ojos hacia él.
—¿No irás en serio a sentarte ahí y comerte una ensalada mientras yo me lleno la cara con bendita grasa, o sí?
Aderezó su lechuga y sonrió.
—Oh, también me voy a comer la hamburguesa. Y un poco de pizza, si me dejas algo.
Rodé los ojos. Los chicos apestaban.
Hablamos. De nada que importara. Él se sorprendió cuando hundí mi pizza en aderezo ranchero para ensaladas. Cuando le hice probarlo, frunció el rostro como si le resultara asqueroso, pero lo vi hundir otra porción en la salsa mientras yo rellenaba mi bebida. No fue hasta que me sentí tan llena que creí que iba a explotar, cuando él trajo mi anterior crisis a colación.
—Entonces, ¿Puedes decirme ahora qué pasó con Cade?
Agarré el pepperoni de la media porción de pizza que quedaba en mi plato.
—Tuvimos una pelea, supongo. Creo. No estoy segura. Jamás hemos discutido.
—¿Sobre qué?
Dejé escapar el aire que había estado reteniendo en mis pulmones, y me dispuse a poner las cosas en el refrigerador y los platos en el fregadero.
—Sobre el beso.
Podía imaginar la reacción de Joe sin mirarla, así que decidí continuar y lavar los platos… con la mano… a pesar de que tenía lavavajillas.
—Le gusto —continué—. Me lo dijo después del beso y hemos estado tratando de actuar como si nada hubiera cambiado, pero nos fue horrible, y yo simplemente me cansé de fingir que las cosas estaban normales.
Él apareció a mi lado, tomando un plato y secándolo por mí. Ya debía haberse dado cuenta de que era más fácil para mí hablar cuando no nos estábamos mirando el uno al otro, porque mantuvo los ojos fijos en el plato mucho después de que estuviera seco.
—Entonces, ¿Qué hiciste?
—Le dije que no pensaba que fuera a pasar.
—¿Ni siquiera estabas un poco interesada? —preguntó Joe.
No creía que Joe quisiera oír esto realmente, pero iba a recibir lo que había pedido. Necesitaba desahogarme con alguien.
—Lo pensé. Cade es dulce, y me gusta estar con él, pero realmente no me hace sentir nada.
Dejó de mirar el plato y se giró hacia mí, apoyando la cadera contra el mostrador a mi lado.
—¿Yo te hago sentir algo?
Levanté la mirada hacia él sólo lo suficiente para ver si estaba bromeando. No lo estaba. Miré a otro lado.
—Esa es una pregunta estúpida.
—¿Lo es? Eres más difícil de leer de lo que crees.
Me sequé las manos con una toalla, y me dirigí al sofá, apretándome en una esquina y llevándome un almohadón al regazo.
—Hablo en serio —continuó Joe—. A veces reaccionas… como, bueno, como quiero que reacciones. Pero luego, otras veces, como afuera, mientras devolvías las llamadas, me empujas como si yo no te afectara de la manera que tú me afectas.
Apreté la almohada más fuerte contra mi pecho.
—Estoy afectada, Joe. Es sólo que estoy tan confundida… y preocupada. Y no entiendo por qué tú no lo estás.
Tomó asiento del otro lado del sofá, con el cojín entero del medio separándonos.
—Creo que todo lo que hago es preocuparme —dijo.
—¿Y crees que esto es inteligente?
Él sacudió la cabeza, riendo.
—Oh, definitivamente no es inteligente. Lo sé. Pero, ¿Honestamente, ____? Me siento miserable, aquí. Es genial tener un trabajo estable y estoy disfrutando de enseñar, pero ya no tengo amigos aquí. Voy a trabajar, y luego vuelvo al apartamento. Y pienso en ti, porque no puedo evitarlo, y no hay nada más para distraerme. Especialmente cuando sé que estás a tan sólo un edificio de distancia. La noche que nos conocimos… ____, normalmente no hago cosas como esas. Pero me estaba replanteando volver aquí, y tú fuiste todo lo que necesité. No sé cuántas veces me detuve de venir aquí y llamar a tu puerta. Y sí, verte con Cade fue definitivamente motivación, pero más que eso… simplemente me gustas, ____. Como maestro. Como persona. Como chico.
Fue difícil mantener la respiración constante, difícil evitar que el anhelo se mostrara en mi rostro, difícil evitar ir con él.
—¿Y ahora qué? —le pregunté.
—No tengo la menor idea.
Yo tenía tantas ideas. Ese era el problema.
—Si hacemos esto… —comencé, y luego me detuve. Su postura entera había cambiado, y sentí que la mía también lo había hecho. Estábamos a punto de cruzar una línea, y ambos lo sabíamos—. Si hacemos esto, tenemos que ser cuidadosos. —Él asintió, sus ojos fijos en los míos—. Y creo que deberíamos tomárnoslo con calma. Si nos enganchamos muy rápido en esto, seremos descuidados. —Y yo necesitaba más tiempo para pensar sobre esto, sobre el sexo con él, y si era algo que quería hacer.
No estaba segura de sí despacio era lo que pudiéramos hacer, pero era la única manera que podía lograr esto sin volverme loca. ¿A quién estaba engañando? Me iba a volver loca igual. La diferencia era que con un sentimiento de locura del tipo “voy a perder la compostura” o del tipo “me encerraré en el apartamento por una semana”.
—De acuerdo. —Joe se deslizó más cerca de mí en el sofá, a medio camino en el cojín del medio—. Puedo ser cuidadoso… y hacerlo despacio.
Se me puso la piel de gallina cuando levantó una mano hacia mí. Me dejé temer por un momento, pero luego la necesidad de tocarlo se sobrepuso por encima del miedo. Me deshice del almohadón en mi regazo y me acerqué a él. Coloqué mi mano sobre la suya, y él la levantó a su boca, sosteniéndola allí contra sus labios. Cerró los ojos y con un simple toque se impregnó en mi cuerpo, calmando mi ansiedad.
Como una llave en una cerradura, mi cuerpo cayó en el suyo, encajando perfectamente. Con mi cabeza en su pecho, y su brazo alrededor de mis hombros, respiré hondo y supe que no había vuelta atrás.
¡Hola chicas!
Aquí esta el capítulo como dije, un poco más tarde, pero lo que importa es que lo subí.
Bueno, espero les guste. Cuando la escuela me lo permita, subo el siguiente.
Besos
Natuu♥!
Natuu!
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
Awwww rayis y el profe!!! :(L): me encanta! Pobre Cade, pero Ps ni modo, rayis quiere a Joe, Joe quiere a rayis... Así q ha disfrutar se ha dicho! Síguela pronto!
kenyajonasgrey
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
JELLOU ME PRESENTO SOY NEW READER AMO LEER TU NOVE ME TIENE TANNNN!!!.. ajsfskdjfvd TE LO JURO ESPERO CON MUCHAS ANSIAS UN CAPI!!.. !!!!!...
Tatiana Mitchie
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
18
La simplicidad de la noche anterior había desaparecido para la mañana del viernes. Cade no estaba enfadado en sí, aunque tampoco, realmente, no estaba mucho de nada. No me hablaba en la sala de espera, y tampoco se sentaba a mi lado. Cuando me unía a una conversación, él la dejaba. Yo era un hábito, y él parecía estar dejándolo.
La sonrisa de Joe en la preparación para los de último grado, me ayudó. Habíamos requisado las computadoras del aula de diseño durante el día, para investigar sobre los postgrados disponibles. Algunos buscaban escuelas de postgrados, otros las prácticas. Kelsey buscaba billetes de avión y hoteles en ciudades alrededor del mundo al azar.
Yo miraba la página principal del buscador.
Unas manos se curvaron alrededor del respaldo de mi silla, y el cuerpo de Joe se inclinó hacia mí. La proximidad era del todo una distracción.
—¿En qué estás pensando, ____?
Debería haber dicho, tú. Desnudo. Eso lo hubiera sorprendido. No es que estuviera pensando en él desnudo… bueno, ahora que lo mencioné… demonios.
Como dije, una distracción.
Sacudí mi cabeza porque no tenía una respuesta, al menos una que pudiera decir en voz alta. Él caminó a mi lado y se inclinó sobre la mesa, mirándome.
—¿Actuación o Dirección Escénica? —La mirada que fijó en mí se sentía muy personal en aquella aula llena de mis compañeros de clase, incluso cuando ninguno de ellos estaba mirando, bueno, a no ser por Kelsey. Ella nos miraba cada vez que Joe se me acercaba, lo cual me recordaba que debíamos ser cuidadosos.
—No lo sé —murmuré.
—De acuerdo, ¿Qué tal una ciudad? Puedes comenzar a buscar apartamentos. Eso es ciertamente algo en lo que tienes que pensar, especialmente si vas a ir a Nueva York.
Contemplé el cuadro de búsqueda de la página. Se estaba burlando de mí.
—No puedo permitirme ir a Nueva York —contesté.
—Está bien. La mayoría de las personas no pueden. Hay montones de mercados regionales que puedes considerar. Filadelfia. —Me giré abruptamente para mirarlo. ¿Me estaba diciendo que buscara en Filadelfia? ¿Dónde él vivía? ¿Intentaba decirme algo o yo estaba leyendo demasiado en sus palabras? Su rostro estaba inexpresivo cuando continuó: —Tanto Dallas como Houston tienen una cantidad razonable de trabajo. Chicago. Seattle. Boston. DC. En realidad hay muchos dónde elegir. —Me di la vuelta hacia mi computadora, mi corazón seguía todavía latiendo demasiado rápido. Sin duda estaba leyendo entre dientes. No era cómo si nuestra relación fuera seria. Habíamos pasado la noche abrazados en mi sofá. Eso no significaba que estábamos juntos o que tuviera que mudarme al otro lado del mundo con él.
—Sólo explora, busca algo para comenzar —dijo, antes de dejarme para seguir caminando alrededor de la habitación.
Coloqué mis dedos sobre el teclado pero se sentían como plomo, pesaban demasiado para moverlos. Me quedé mirando a la tecla “P”. Podía ver a Kelsey mirándome por el rabillo del ojo, y tan curiosa como estaba por Filadelfia, sólo escribí “Prácticas para Dirección de Escenografía” en el buscador.
Luego entré de un sitio tras otro, mirando el reloj de la esquina de la pantalla, dándole fuerza de voluntad a los números para que se movieran con más rapidez.
Cuando la clase terminó, mi alivio duró poco.
La lista del elenco había sido publicada.
Todavía era Fedra, lo cual era bueno. ¿Qué tan embarazoso hubiese sido si Eric hubiera cambiado de opinión? Kelsey había obtenido Afrodita, como quería. Rusty un soldado, como había predicho.
Y Cade era Hipólito.
Esa noche llamé a la puerta de Joe, nerviosa, a pesar de nuestro acuerdo de tomar las cosas con calma. No habíamos hablado sobre hacer algo esta noche, realmente, y a pesar de nuestra tenue relación, todavía debíamos intercambiar números. Así que esperaba no parecer necesitada al buscarlo por segunda noche consecutiva. Hamlet, definitivamente, estaba contenta de tenerme fuera del apartamento. Todavía no coexistíamos muy bien.
Mi preocupación disminuyó cuando abrió la puerta y dijo: —Oh, gracias a Dios. He estado pensando si debería ir a tu apartamento durante una hora, pero temía que tocara tu puerta y tuvieras invitados o algo.
Me reí.
—Entonces, deberíamos intercambiarnos los números.
Él contestó: —¿Vas a ponerme bajo un nombre secreto para que nadie sepa quién soy yo cuando te envié cosas sucias?
Mis ojos se abrieron ampliamente.
—¿Planeas enviarme mensajes de ese tipo?
Sus ojos bailaron divertidos, y esa deslumbrante sonrisa suya estaba de nuevo en su rostro.
—No lo estoy descartando.
Oh. Oh. Mis nervios salieron disparados.
Tomó mi mano y me dirigió hacia su sala de estar, donde un libro abierto descansaba sobre el sofá. Era poesía, claro, porque era perfecto, y estaba tristemente fuera de mi alcance. Marcó la página, y puso la colección sobre una pila de libros al final del sofá.
Se estiró y entrelazó nuestros dedos en la distancia entre nosotros. Quería recostarme sobre él, enredarme en sus brazos y no moverme de allí hasta que tuviera que hacerlo, pero todavía se sentía extraño. ¿Estábamos ya en esa parte de la relación dónde podía simplemente hacerlo? ¿O todavía teníamos camino que recorrer para eso?
—Entonces, ¿La lista del elenco? —preguntó. Me quejé y me recosté en el respaldo de su sofá—. No está tan mal, ¿No?
—Eso depende de si Cade me hablará para cuando empiecen los ensayos en dos semanas o no.
No tuve que preocuparme por facilitarme la postura, ya que Joe no tuvo reparos en atraerme hacia él. Mi cabeza cabía perfectamente en la curva de su hombro.
—Cade parece ser un tipo razonable. Estoy seguro de que después de un tiempo en que lo procese, todo estará mejor.
Asentí, esperando que tuviera razón, aunque no estaba muy segura. Cade era razonable. El problema era… que la razón probablemente le dijo que se mantuviera alejado de mí, si no quería que su corazón fuera pisoteado. Y tal vez, eso fuera lo mejor.
Él merecía a alguien mejor.
—De acuerdo —dijo Joe—. Ya basta con eso. No me gusta esa mirada triste que tienes. Por desgracia, nuestras opciones durante la noche son limitadas, ya que no podemos salir a ninguna parte. Así que, ¿Qué tal una película?
Coloqué una sonrisa en mi rostro. Cuando él sonrío de regreso, me costó mucho menos mantenerla allí.
—Una película suena bien.
Escogió algo divertido, probablemente en un intento de animarme un poco. Luego, apagó las luces y se me unió en el sofá. Cuando los créditos de apertura comenzaron, se recostó y me atrajo hacia él. Se encontraba estirado en el sofá sobre su espalda, y yo estaba sobre mi lado, instalada entre el respaldo del sofá y él. Vacilé por un momento antes de colocar mi cabeza sobre su pecho.
Intenté mirar la película, de verdad que lo hice, pero era difícil concentrarse con sus tranquilas y continuas respiraciones alborotando mi cabello, y su mano acariciando mi espalda de arriba hacia abajo. Estaba entre lo seductivo y cosquilloso. Era increíblemente consciente de que, de vez en cuando, su dedo continuaba un poco más abajo por mi espalda, hasta el pequeño pedazo de piel que estaba al descubierto entre el final de mi camiseta y la cinturilla de mis pantalones cortos. Se quedaba allí durante un vacío segundo antes de volver a mi espalda. Entonces, su dedo viajaba hasta la piel descubierta de mi nuca, donde me hacía tener que reprimir un gemido. Miré rápidamente a su rostro, pero estaba concentrado en la película, completamente inconsciente de la locura a la cual me estaba llevando.
Finalmente, decidí que era tiempo de que tuviera una dosis de lo que yo estaba sintiendo. Desarmé el puño que descansaba sobre su pecho, presionando levemente la punta de mis dedos en él. Comencé por delinear el diseño abstracto de su camiseta, algo que supuse que era de una banda. Una vez hice eso, mantuve mis manos deslizándose por su pecho, por la curva de uno de sus pectorales, bajando por su esternón hasta su duro estómago, haciendo un camino de vuelta por su pecho hacia los músculos extendidos desde su hombro hasta su bíceps. Cuando mi mano imitó unos de sus movimientos, apenas deslizándose a lo largo del dobladillo de su camisa, la mano que mantenía en mi espalda se congeló.
De alguna manera, ese hecho me puso todavía más nerviosa.
Sintiéndome un poco más valiente, volví al dobladillo, empujé mis dedos hacia arriba y debajo de la camisa, usando mis uñas para aplicar el más suave de los toques en su piel. La mano detrás de mí se movió, reptando sobre mi espalda, mi cuello, hasta mi cabello. Apoyé mi mano, presionando mi palma contra su cálida piel. La mano de mi cabello se tensó, no lo suficiente para doler, sólo para inclinar mi cabeza ligeramente hacia atrás.
Él me miró, sin ningún rastro de su sonrisa juguetona, con sus castaños ojos luciendo completamente negros en la oscura habitación. Estos danzaron por mi rostro, parpadeando con más frecuencia entre mis ojos y mis labios. La anticipación me estaba matando, así que clavé mis dedos en su piel. Su respiración ya no estaba tan estable, pero siguió simplemente mirándome. Relamí mis labios, y sus ojos contemplaron ese lugar por más tiempo, tanto que el calor se estaba agrupando entre mis piernas a causa de solamente la anticipación, haciendo que me retorciera, intentando aliviar la presión.
Cuando levanté mi pierna y la enredé con la suya, finalmente se puso en acción.
La mano en mi cabello me inclinó hacia adelante, pero me detuvo a mitad del camino.
Toda la anticipación de esos diez minutos, se concentró en el momento en que nuestros labios se encontraron.
La conexión era demasiado pequeña para atraer fuegos artificiales a mi mente, pero se le acercaba. Era como la emoción de sostener una bengala; esa emoción que sientes cuando las chispas se acercan cada vez más a tu mano.
Su boca se mantuvo cerca, y a pesar de haberlo probado varias veces antes, el misterio me estaba matando.
Se sentía como el primer beso.
Se echó hacia atrás y apoyó su frente en la mía.
—Gracias —dijo.
¿Gracias? ¿Fue como un, gracias, pero no gracias? ¿Gracias, pero estoy mirando una película, déjame en paz?
—¿Por?
—Por darle una oportunidad a esto. Sé que estabas, probablemente estás, asustada. Pero acabas de hacer mi vida inmensamente mejor.
No sé si por ser un actor lo había hecho tan honesto, sin miedo a ser vulnerable, o si simplemente era quien él era. Deseaba poder hacer lo mismo, pero eso no era quién yo era.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
La mano que había estado en mi cabello, hizo el camino hasta mi mandíbula.
—Claro —respondió.
—¿Por qué aceptaste este trabajo? No es que no me alegre que estés aquí, pero tú mismo dijiste que eras miserable.
—Ya no lo soy… —se inclinó, y me besó de nuevo, zumbando cuando presionó sus labios contra los míos. No se me ocurrió que no había respondido a mi pregunta, pero no me importó lo suficiente para dejar de besarlo, especialmente cuando su boca finalmente se abrió y probé su dulce y mentolado aliento, mezclándose con el mío.
Su lengua se deslizó con la mía, y mi mano debajo de su camisa volvió a la vida, cerrándose contra su lado, atrayéndolo hasta que mi pelvis hizo presión contra su cadera. El beso era relajado y divino, pero demasiado lento, lento, lento.
Quería más. Quería que nuestros cuerpos se sofocaran, nuestros labios se aplastaran, no está burla suavidad. No quería perder el contacto con su piel, pero quería tomar el control. Mi otra mano estaba atrapada debajo de mí, sosteniéndome. Así que saqué mi mano de su camisa, y la coloqué en su rostro. Lo atraje más cerca e intenté cambiar el ritmo.
Él lo permitió durante un momento, nuestros labios se movían con rapidez, con el aire escapando cuando inclinábamos nuestras cabezas y nuestras bocas batallaban entre ellas. Y Dios, se sentía bien. Continué atrayéndolo, insatisfecha, sintiendo que no estaba lo bastante cerca, hasta que él se inclinó hacia arriba y giró sobre su lado para estar frente a mí. Un suspiro de éxito escapó de mi boca, entonces tomó la mano que tenía en su rostro y la empujó lejos, hasta que estuvo atrapada detrás de mí, la sostuvo allí, presionada contra mi espalda baja con su mano.
Entonces de nuevo, se recostó, cambiando el ritmo, rozando mis labios, lentamente, suavemente. Era enloquecedor. Intenté inclinarme hacia él, pero me sostuvo con más fuerza, reteniéndome, tomándose su tiempo. Gruñí con frustración.
Y él sonrío.
—¿Qué sucede, cariño?
Cualquier cantidad de palabras podrían haber salido de mi boca, algunas de ellas incoherentes, la mayoría de ellas no muy agradables. Afortunadamente, las que me arreglé para soltar eran exactamente a lo que quería referirme.
—Demasiado despacio —gemí.
En realidad, estaba lloriqueando.
—Te dije que podía tomármelo con calma —respondió.
—Idiota. —Esa en realidad era la palabra más agradable que estaba pasando por mi cabeza. Él ni siquiera tenía la decencia de parecer preocupado. Simplemente se río. Me retorcí, tratando de liberar mi brazo, y él intentó sosegarme con un beso, este un poco más profundo, más satisfactorio que el anterior. Y justo cuando estaba olvidando por qué había estado tan frustrada antes, volvió a alejarse.
Era absurdo, pero de verdad sentí que podía llorar. Sus besos se arrastraron a través de mi mandíbula hasta ese lugar debajo de mi oreja que hace que cada parte tensa de mi cuerpo se vuelva blanda.
—No intentaba ser inteligente —suspiró—. Sólo intentaba darte lo que quieres. Es duro cuando me dejo llevar, cuando te beso como quiero. Porque en todo lo que pienso cuando lo hago, es en el sabor de tu piel, y lo mucho que me gustaría volver a probarla. —Su boca quemó mi cuello. Sus dientes rozaron mi piel, y por impulso, mi cadera se lanzó hacia adelante, apenas haciendo contacto con él. Gimió en respuesta, sus suspiros volviéndose bruscos y perdiendo su suavidad—. Recuerdo el peso de tu pecho en mi mano, y la forma en que reaccionaste con mis dedos dentro de ti. —Mordí mi labio combatiendo el gemido que crecía en mi garganta. Quería sus manos en mí. Quería que nuestras ropas no estuvieran—. Pienso en tu cuerpo bajo el mío. Pienso en estar dentro de ti. Pienso en ello, y me consume. E ir despacio, es la última idea que cruza por mi mente. —Lo perdí. No pude retener el gemido, y se sintió como si fuera a hacerme pedazos sólo con sus palabras—. Así que tengo que besarte lentamente. A no ser que hayas cambiado de idea, ¿Lo hiciste? ¿Cambiaste de idea?
¡Sí! Por favor, oh Dios, sí.
Esto era una tortura.
Pero la razón se desplegó en el fondo de mi mente, tomando control de todo, manteniéndome con los pies en la tierra. ¿Qué pasaba si intentábamos tener sexo y me asustaba de nuevo, y lo arruinaba todo?
—No, no he cambiado de idea —dije. Entonces agregué: —Idiota.
Porque aquello era una tortura, y por la sonrisa en su rostro, él lo sabía.
—Hmm… entonces iremos despacio.
¡Hola chicas! & ¡Bienvenida Tatiana! :)
Espero les guste el capítulo. Cuando pueda subo el siguiente.
Besos
Natuu♥!
La sonrisa de Joe en la preparación para los de último grado, me ayudó. Habíamos requisado las computadoras del aula de diseño durante el día, para investigar sobre los postgrados disponibles. Algunos buscaban escuelas de postgrados, otros las prácticas. Kelsey buscaba billetes de avión y hoteles en ciudades alrededor del mundo al azar.
Yo miraba la página principal del buscador.
Unas manos se curvaron alrededor del respaldo de mi silla, y el cuerpo de Joe se inclinó hacia mí. La proximidad era del todo una distracción.
—¿En qué estás pensando, ____?
Debería haber dicho, tú. Desnudo. Eso lo hubiera sorprendido. No es que estuviera pensando en él desnudo… bueno, ahora que lo mencioné… demonios.
Como dije, una distracción.
Sacudí mi cabeza porque no tenía una respuesta, al menos una que pudiera decir en voz alta. Él caminó a mi lado y se inclinó sobre la mesa, mirándome.
—¿Actuación o Dirección Escénica? —La mirada que fijó en mí se sentía muy personal en aquella aula llena de mis compañeros de clase, incluso cuando ninguno de ellos estaba mirando, bueno, a no ser por Kelsey. Ella nos miraba cada vez que Joe se me acercaba, lo cual me recordaba que debíamos ser cuidadosos.
—No lo sé —murmuré.
—De acuerdo, ¿Qué tal una ciudad? Puedes comenzar a buscar apartamentos. Eso es ciertamente algo en lo que tienes que pensar, especialmente si vas a ir a Nueva York.
Contemplé el cuadro de búsqueda de la página. Se estaba burlando de mí.
—No puedo permitirme ir a Nueva York —contesté.
—Está bien. La mayoría de las personas no pueden. Hay montones de mercados regionales que puedes considerar. Filadelfia. —Me giré abruptamente para mirarlo. ¿Me estaba diciendo que buscara en Filadelfia? ¿Dónde él vivía? ¿Intentaba decirme algo o yo estaba leyendo demasiado en sus palabras? Su rostro estaba inexpresivo cuando continuó: —Tanto Dallas como Houston tienen una cantidad razonable de trabajo. Chicago. Seattle. Boston. DC. En realidad hay muchos dónde elegir. —Me di la vuelta hacia mi computadora, mi corazón seguía todavía latiendo demasiado rápido. Sin duda estaba leyendo entre dientes. No era cómo si nuestra relación fuera seria. Habíamos pasado la noche abrazados en mi sofá. Eso no significaba que estábamos juntos o que tuviera que mudarme al otro lado del mundo con él.
—Sólo explora, busca algo para comenzar —dijo, antes de dejarme para seguir caminando alrededor de la habitación.
Coloqué mis dedos sobre el teclado pero se sentían como plomo, pesaban demasiado para moverlos. Me quedé mirando a la tecla “P”. Podía ver a Kelsey mirándome por el rabillo del ojo, y tan curiosa como estaba por Filadelfia, sólo escribí “Prácticas para Dirección de Escenografía” en el buscador.
Luego entré de un sitio tras otro, mirando el reloj de la esquina de la pantalla, dándole fuerza de voluntad a los números para que se movieran con más rapidez.
Cuando la clase terminó, mi alivio duró poco.
La lista del elenco había sido publicada.
Todavía era Fedra, lo cual era bueno. ¿Qué tan embarazoso hubiese sido si Eric hubiera cambiado de opinión? Kelsey había obtenido Afrodita, como quería. Rusty un soldado, como había predicho.
Y Cade era Hipólito.
***
Esa noche llamé a la puerta de Joe, nerviosa, a pesar de nuestro acuerdo de tomar las cosas con calma. No habíamos hablado sobre hacer algo esta noche, realmente, y a pesar de nuestra tenue relación, todavía debíamos intercambiar números. Así que esperaba no parecer necesitada al buscarlo por segunda noche consecutiva. Hamlet, definitivamente, estaba contenta de tenerme fuera del apartamento. Todavía no coexistíamos muy bien.
Mi preocupación disminuyó cuando abrió la puerta y dijo: —Oh, gracias a Dios. He estado pensando si debería ir a tu apartamento durante una hora, pero temía que tocara tu puerta y tuvieras invitados o algo.
Me reí.
—Entonces, deberíamos intercambiarnos los números.
Él contestó: —¿Vas a ponerme bajo un nombre secreto para que nadie sepa quién soy yo cuando te envié cosas sucias?
Mis ojos se abrieron ampliamente.
—¿Planeas enviarme mensajes de ese tipo?
Sus ojos bailaron divertidos, y esa deslumbrante sonrisa suya estaba de nuevo en su rostro.
—No lo estoy descartando.
Oh. Oh. Mis nervios salieron disparados.
Tomó mi mano y me dirigió hacia su sala de estar, donde un libro abierto descansaba sobre el sofá. Era poesía, claro, porque era perfecto, y estaba tristemente fuera de mi alcance. Marcó la página, y puso la colección sobre una pila de libros al final del sofá.
Se estiró y entrelazó nuestros dedos en la distancia entre nosotros. Quería recostarme sobre él, enredarme en sus brazos y no moverme de allí hasta que tuviera que hacerlo, pero todavía se sentía extraño. ¿Estábamos ya en esa parte de la relación dónde podía simplemente hacerlo? ¿O todavía teníamos camino que recorrer para eso?
—Entonces, ¿La lista del elenco? —preguntó. Me quejé y me recosté en el respaldo de su sofá—. No está tan mal, ¿No?
—Eso depende de si Cade me hablará para cuando empiecen los ensayos en dos semanas o no.
No tuve que preocuparme por facilitarme la postura, ya que Joe no tuvo reparos en atraerme hacia él. Mi cabeza cabía perfectamente en la curva de su hombro.
—Cade parece ser un tipo razonable. Estoy seguro de que después de un tiempo en que lo procese, todo estará mejor.
Asentí, esperando que tuviera razón, aunque no estaba muy segura. Cade era razonable. El problema era… que la razón probablemente le dijo que se mantuviera alejado de mí, si no quería que su corazón fuera pisoteado. Y tal vez, eso fuera lo mejor.
Él merecía a alguien mejor.
—De acuerdo —dijo Joe—. Ya basta con eso. No me gusta esa mirada triste que tienes. Por desgracia, nuestras opciones durante la noche son limitadas, ya que no podemos salir a ninguna parte. Así que, ¿Qué tal una película?
Coloqué una sonrisa en mi rostro. Cuando él sonrío de regreso, me costó mucho menos mantenerla allí.
—Una película suena bien.
Escogió algo divertido, probablemente en un intento de animarme un poco. Luego, apagó las luces y se me unió en el sofá. Cuando los créditos de apertura comenzaron, se recostó y me atrajo hacia él. Se encontraba estirado en el sofá sobre su espalda, y yo estaba sobre mi lado, instalada entre el respaldo del sofá y él. Vacilé por un momento antes de colocar mi cabeza sobre su pecho.
Intenté mirar la película, de verdad que lo hice, pero era difícil concentrarse con sus tranquilas y continuas respiraciones alborotando mi cabello, y su mano acariciando mi espalda de arriba hacia abajo. Estaba entre lo seductivo y cosquilloso. Era increíblemente consciente de que, de vez en cuando, su dedo continuaba un poco más abajo por mi espalda, hasta el pequeño pedazo de piel que estaba al descubierto entre el final de mi camiseta y la cinturilla de mis pantalones cortos. Se quedaba allí durante un vacío segundo antes de volver a mi espalda. Entonces, su dedo viajaba hasta la piel descubierta de mi nuca, donde me hacía tener que reprimir un gemido. Miré rápidamente a su rostro, pero estaba concentrado en la película, completamente inconsciente de la locura a la cual me estaba llevando.
Finalmente, decidí que era tiempo de que tuviera una dosis de lo que yo estaba sintiendo. Desarmé el puño que descansaba sobre su pecho, presionando levemente la punta de mis dedos en él. Comencé por delinear el diseño abstracto de su camiseta, algo que supuse que era de una banda. Una vez hice eso, mantuve mis manos deslizándose por su pecho, por la curva de uno de sus pectorales, bajando por su esternón hasta su duro estómago, haciendo un camino de vuelta por su pecho hacia los músculos extendidos desde su hombro hasta su bíceps. Cuando mi mano imitó unos de sus movimientos, apenas deslizándose a lo largo del dobladillo de su camisa, la mano que mantenía en mi espalda se congeló.
De alguna manera, ese hecho me puso todavía más nerviosa.
Sintiéndome un poco más valiente, volví al dobladillo, empujé mis dedos hacia arriba y debajo de la camisa, usando mis uñas para aplicar el más suave de los toques en su piel. La mano detrás de mí se movió, reptando sobre mi espalda, mi cuello, hasta mi cabello. Apoyé mi mano, presionando mi palma contra su cálida piel. La mano de mi cabello se tensó, no lo suficiente para doler, sólo para inclinar mi cabeza ligeramente hacia atrás.
Él me miró, sin ningún rastro de su sonrisa juguetona, con sus castaños ojos luciendo completamente negros en la oscura habitación. Estos danzaron por mi rostro, parpadeando con más frecuencia entre mis ojos y mis labios. La anticipación me estaba matando, así que clavé mis dedos en su piel. Su respiración ya no estaba tan estable, pero siguió simplemente mirándome. Relamí mis labios, y sus ojos contemplaron ese lugar por más tiempo, tanto que el calor se estaba agrupando entre mis piernas a causa de solamente la anticipación, haciendo que me retorciera, intentando aliviar la presión.
Cuando levanté mi pierna y la enredé con la suya, finalmente se puso en acción.
La mano en mi cabello me inclinó hacia adelante, pero me detuvo a mitad del camino.
Toda la anticipación de esos diez minutos, se concentró en el momento en que nuestros labios se encontraron.
La conexión era demasiado pequeña para atraer fuegos artificiales a mi mente, pero se le acercaba. Era como la emoción de sostener una bengala; esa emoción que sientes cuando las chispas se acercan cada vez más a tu mano.
Su boca se mantuvo cerca, y a pesar de haberlo probado varias veces antes, el misterio me estaba matando.
Se sentía como el primer beso.
Se echó hacia atrás y apoyó su frente en la mía.
—Gracias —dijo.
¿Gracias? ¿Fue como un, gracias, pero no gracias? ¿Gracias, pero estoy mirando una película, déjame en paz?
—¿Por?
—Por darle una oportunidad a esto. Sé que estabas, probablemente estás, asustada. Pero acabas de hacer mi vida inmensamente mejor.
No sé si por ser un actor lo había hecho tan honesto, sin miedo a ser vulnerable, o si simplemente era quien él era. Deseaba poder hacer lo mismo, pero eso no era quién yo era.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
La mano que había estado en mi cabello, hizo el camino hasta mi mandíbula.
—Claro —respondió.
—¿Por qué aceptaste este trabajo? No es que no me alegre que estés aquí, pero tú mismo dijiste que eras miserable.
—Ya no lo soy… —se inclinó, y me besó de nuevo, zumbando cuando presionó sus labios contra los míos. No se me ocurrió que no había respondido a mi pregunta, pero no me importó lo suficiente para dejar de besarlo, especialmente cuando su boca finalmente se abrió y probé su dulce y mentolado aliento, mezclándose con el mío.
Su lengua se deslizó con la mía, y mi mano debajo de su camisa volvió a la vida, cerrándose contra su lado, atrayéndolo hasta que mi pelvis hizo presión contra su cadera. El beso era relajado y divino, pero demasiado lento, lento, lento.
Quería más. Quería que nuestros cuerpos se sofocaran, nuestros labios se aplastaran, no está burla suavidad. No quería perder el contacto con su piel, pero quería tomar el control. Mi otra mano estaba atrapada debajo de mí, sosteniéndome. Así que saqué mi mano de su camisa, y la coloqué en su rostro. Lo atraje más cerca e intenté cambiar el ritmo.
Él lo permitió durante un momento, nuestros labios se movían con rapidez, con el aire escapando cuando inclinábamos nuestras cabezas y nuestras bocas batallaban entre ellas. Y Dios, se sentía bien. Continué atrayéndolo, insatisfecha, sintiendo que no estaba lo bastante cerca, hasta que él se inclinó hacia arriba y giró sobre su lado para estar frente a mí. Un suspiro de éxito escapó de mi boca, entonces tomó la mano que tenía en su rostro y la empujó lejos, hasta que estuvo atrapada detrás de mí, la sostuvo allí, presionada contra mi espalda baja con su mano.
Entonces de nuevo, se recostó, cambiando el ritmo, rozando mis labios, lentamente, suavemente. Era enloquecedor. Intenté inclinarme hacia él, pero me sostuvo con más fuerza, reteniéndome, tomándose su tiempo. Gruñí con frustración.
Y él sonrío.
—¿Qué sucede, cariño?
Cualquier cantidad de palabras podrían haber salido de mi boca, algunas de ellas incoherentes, la mayoría de ellas no muy agradables. Afortunadamente, las que me arreglé para soltar eran exactamente a lo que quería referirme.
—Demasiado despacio —gemí.
En realidad, estaba lloriqueando.
—Te dije que podía tomármelo con calma —respondió.
—Idiota. —Esa en realidad era la palabra más agradable que estaba pasando por mi cabeza. Él ni siquiera tenía la decencia de parecer preocupado. Simplemente se río. Me retorcí, tratando de liberar mi brazo, y él intentó sosegarme con un beso, este un poco más profundo, más satisfactorio que el anterior. Y justo cuando estaba olvidando por qué había estado tan frustrada antes, volvió a alejarse.
Era absurdo, pero de verdad sentí que podía llorar. Sus besos se arrastraron a través de mi mandíbula hasta ese lugar debajo de mi oreja que hace que cada parte tensa de mi cuerpo se vuelva blanda.
—No intentaba ser inteligente —suspiró—. Sólo intentaba darte lo que quieres. Es duro cuando me dejo llevar, cuando te beso como quiero. Porque en todo lo que pienso cuando lo hago, es en el sabor de tu piel, y lo mucho que me gustaría volver a probarla. —Su boca quemó mi cuello. Sus dientes rozaron mi piel, y por impulso, mi cadera se lanzó hacia adelante, apenas haciendo contacto con él. Gimió en respuesta, sus suspiros volviéndose bruscos y perdiendo su suavidad—. Recuerdo el peso de tu pecho en mi mano, y la forma en que reaccionaste con mis dedos dentro de ti. —Mordí mi labio combatiendo el gemido que crecía en mi garganta. Quería sus manos en mí. Quería que nuestras ropas no estuvieran—. Pienso en tu cuerpo bajo el mío. Pienso en estar dentro de ti. Pienso en ello, y me consume. E ir despacio, es la última idea que cruza por mi mente. —Lo perdí. No pude retener el gemido, y se sintió como si fuera a hacerme pedazos sólo con sus palabras—. Así que tengo que besarte lentamente. A no ser que hayas cambiado de idea, ¿Lo hiciste? ¿Cambiaste de idea?
¡Sí! Por favor, oh Dios, sí.
Esto era una tortura.
Pero la razón se desplegó en el fondo de mi mente, tomando control de todo, manteniéndome con los pies en la tierra. ¿Qué pasaba si intentábamos tener sexo y me asustaba de nuevo, y lo arruinaba todo?
—No, no he cambiado de idea —dije. Entonces agregué: —Idiota.
Porque aquello era una tortura, y por la sonrisa en su rostro, él lo sabía.
—Hmm… entonces iremos despacio.
¡Hola chicas! & ¡Bienvenida Tatiana! :)
Espero les guste el capítulo. Cuando pueda subo el siguiente.
Besos
Natuu♥!
Natuu!
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
awwww me encanta Joseph!!!! :amor: :aah:
Lo amo es tan dfghjskd :ilusion:
Siguela!!!
Lo amo es tan dfghjskd :ilusion:
Siguela!!!
aranzhitha
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
awwww Natuu!!! Has hecho mi día! Moría por CAP de esta nove!!! Quiero más por favor sube maaaas! O haznos un maratón. Se podría??? Di qué siiii andaaaa si??
kenyajonasgrey
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
HEY!!!!
SIGUELA ESTOY ESPERANDO CON ANSIAS ESE SUPER CAPI!!!...
SIGUELA ESTOY ESPERANDO CON ANSIAS ESE SUPER CAPI!!!...
Tatiana Mitchie
Re: “Losing It” (Joe&Tú) [Terminada]
Hola nueva lectora aqui :D cuando vi tu nove hace unos dias, me baje el libro para leerlo, iba re bien leyendo a garrick xD iba como en el capitulo 5 pero fui como ''ay no, en joe debe ser mucho mejor'' asi ta-daaa♫ (?) here i am (? me encantaaa, siguela porfavor, saludos♥
VaaalM
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