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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Subconsciencia
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Subconsciencia
Nombre: Subconsciencia
Autor: Yo
Adaptación: No
Género: Terror y drama.
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas: En FFL (fanficslandia)
—¿Por qué? — un suave murmullo, lleno de dolor y agonía salió de sus labios; mientras una sonrisa sádica se vislumbraba a través de la espesa oscuridad. Una nueva lágrima brotó de su ojo derecho, y un gemido de dolor escapó de su garganta.
Una pequeña risita escalofriante salió de unos finos y pálidos labios, caminó dos pasos hacia adelante y se arrodilló en el frio suelo. Levantó su mano, acariciando el pómulo izquierdo del joven aterrorizado. Su rostro, bajo el oscuro manto de la noche, parecía una diosa sacada del Olimpo. El suave brillo en sus ojos —parecido al de una joven enamorada—, que momentos antes poseía… se borró; dejando a su paso uno demoníaco y aterrador.
La suave caricia se volvió un cetro de dolor y agonía, cuando sus dedos se doblaron como garras y sus uñas rasguñaron la sensible carne. Un grito ahogado se escuchó salir de sus labios en el momento en el que una patada volaba en dirección a su agresora. Aunque ésta no logró golpearla, prendió las cenizas que azotaban su corazón.
—Vaya, ¿acaso piensas que podrás lastimarme otra vez?, ¿no te bastó con lo que me hiciste hace unos meses? — Las palabras llenas de un odio total, lastimaron los oídos de su presa.
Movió su mano y sacó un objeto metálico de su bolsillo derecho, se acercó un poco más a su querido trofeo y pasó la punta de ese cuerpo afilado por su rostro. Un hilo de sangre brotó de la herida, y una sádica sonrisa seguida de una carcajada que quedó suspendida en el aire, le siguió.
—Yo… ¡¿qué te hice?! — Gritó con furia y desesperación, — ¿qué hice para que me tortures así?
Parecía que no supiera la respuesta, qué ingenuo. Tan simple a los ojos de cualquiera, pero tan complicada para él.
Como si de un vampiro se tratase, pasó su lengua por la herida. Manchó sus labios con la seductora y sabrosa sangre de su amado, el dueño de su corazón… o por lo menos del que lo era. Saboreó ese característico sabor a óxido y sal pasar por su garganta, y acomodando su cabellera platinada se paró con su porte de superioridad.
Observó al chico tirado en el suelo, mientras sus ojos lo recorrían se arriba abajo. Con su pierna izquierda pateó su rostro, y miró como éste caía hacía atrás, golpeándose la cabeza con una losa suelta. Rió con ese tono egocéntrico y se dio la vuelta, dirigiéndose a la salida. A sólo unos pasos de escapar, a sólo unos pasos de dejar ese pozo sin fondo… escuchó como alguien atrás suyo se reía.
—Ya te vas, ¿acaso te cansaste?, ¿te aburriste de mi sufrimiento? — Preguntó irónicamente.
—Sólo voy por un juguete. Quiero que te diviertas un rato más. —Y la voz de ángel volvía a aparecer, adormeciendo sus sentidos. Aún después de todo, su voz seguía siendo como música para sus oídos.
La puerta se abrió, y luego se cerró. Sólo dos personas pasaron por ese portal, y una de ellas estaba encadenada al suelo. La otra vivía en pleno la libertad, teniendo todos los lujos que a él se le habían arrebatado hace ya, dos meses. ¿Qué sentido tenía seguir viviendo si sería la mascota de ella? Sólo encontraba una respuesta… poder escuchar su voz todos los días, lo poco que le quedaba de vida.
Pero… ¿cómo había llegado ahí? Ya no recordaba qué había hecho o dicho, ya no recordaba la diferencia entre la luz y la oscuridad… no recordaba nada.
Puede que él no recordara cómo llegó ahí, pero ella sí. Esa conversación volvía a ella todos los días, cada vez que lo veía.
—Florencia, necesito hablar con vos—se escuchó del otro lado de la línea telefónica; al mismo tiempo que cierta chica de ojos violetas se disponía a ver un poco de televisión.
—Claro, puedes venir a…
—No. Tengo que hablar con vos en privado—interrumpió. —¿Puedes venir al viejo muelle dentro de una hora? Te estaré esperando.
—Pero…— inútil fue querer saber el por qué. Él ya había cortado.
Miró unos minutos el celular en sus manos, preguntándose qué querría; qué podría ser tan importante como para llamarla de imprevisto a las once de la noche, cuando ya todos se hallaban en sus camas. Tenía que averiguarlo.
El viento soplaba fuerte y la neblina era densa, no se podía ver nada a través de ella… y ya estaba anocheciendo. ¿Dónde podría estar? Llevaba media hora caminando en círculos y él aún no aparecía. Sería mejor que volviera a su casa, tenía un mal presentimiento que le causaba malestar.
Giró su cuerpo y caminó hacia su auto, ayudándose con sus brazos en alto, como si quisiera cortar la niebla con sus finos y largos dedos. Sólo unos metros la separaban del mar, podía escuchar claramente las olas azotándose contra la pared de concreto. Siguió su camino hacia el automóvil que la sacaría de ese sombrío lugar, cuando chocó con algo… o alguien.
Soltó un pequeño gritó de terror, tratando de retroceder. ¿Quién era?, ¿un maniático que quería hacerle daño? No lo sabía, pero tampoco pensaba averiguarlo. Giró una vez más sobre sus talones y trató de escapar como fuese, corriendo con todas sus fuerzas en cualquier dirección.
Tal era la magnitud de su temor, que no prestó la más mínima atención a donde se dirigía. Una pequeña piedra en el suelo, y los múltiples charcos de agua fueron lo que ocasionaron su tropiezo. Estaba completamente segura de que caería al mar, el olor a sal le advirtió de su próxima zambullida.
Cuando pensó que saldría de ese lugar totalmente mojada y posiblemente lastimada, una mano salió de la oscuridad y la sostuvo firmemente. Jaló de ella al mismo tiempo en que la agarraba con todas sus fuerzas, y como si alguna vez hubiera volado subió a los cielos y aterrizó en el frío y húmedo suelo de concreto.
—Tú… ¡¿estás loca?! —Gritó una voz masculina, a mas o menos un metro de distancia. Ella abrió los ojos, reconocería esa voz a donde quiera que fuera.
—¡Franco!—exclamó, parándose para correr a sus brazos. —¿Cuándo llegaste?
—Hace un rato, te estuve buscando. Y cuando lo logré, ¡corriste como desquiciada!
—Es… es que… pensé que era un loco maniático que me quería lastimar…—aclaró avergonzada.
—Es por eso que ya no te soporto—reveló el rubio. Ella lo miró sin entender, queriendo que lo que había escuchado hubiera sido solo un producto de su gran imaginación. —Oh, ¡vamos! No te hagas la tonta, sabes muy bien por qué te llamé.
Ella lo miró sin comprender, no entendía a qué se refería. Y no lo quería entender…
—Me hartaste, ya no te aguantó un segundo más. —Completó, sin importarle los sentimientos de la que era hasta ese momento, su novia.
—Vos… ¿en verdad… ya no me qui-quieres?— Preguntó con los ojos llorosos y un nudo en la garganta. Mirándolo directamente a los ojos, esperando que lo que acababa de escuchar fuera solo un maldito sueño.
Pero la vida no tenía planeado eso…
—Ya no te soporto, ¿no me escuchaste? Para eso te llame, para cortar con esta farsa. —Y una vez más sus duras palabras rompían su delicado corazón, provocando el derrame de millones de lágrimas por todo su rostro. —Por Dios… ¿acaso pensaste que estaría con vos para toda la vida?, ¿eres tonta?
Ya no podía más, sentía que pronto su corazón se destruiría por completo; que ya no quedaría nada de él. Se paró con las pocas fuerzas que le quedaban, echando a correr al momento. No le importó que dejara atrás su auto, que su ropa estuviera sucia y rasgada, que su amor se quedará con su corazón; aunque éste ya lo hubiera roto.
Corrió con los ojos cerrados, con las manos hechas unos puños mientras sus nudillos se volvían blancos. Corrió bajo la lluvia que se había desatado en algún momento de su carrera, dejando todo atrás. Dejando su corazón, dejando su pasado, dejando a esa chica dulce y tierna que antes era…
¿Cómo podría olvidarse de algo tan doloroso?, ¿cómo olvidarse del suceso más cruel y penoso que había pasado en sus veinte años de vida? Fácil, no podía. Cerró una vez más sus ojos, permitiendo que unas pequeñas lágrimas se escaparan de sus párpados cerrados. Dejó que bañaran su rostro mientras unos cuantos gemidos de agonía salían de su garganta, al mismo momento en que el dolor volvía a su corazón… reviviendo viejas heridas jamás curadas.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, al mismo tiempo en el que mostraba sus ojos… llenos de un brillo sádico y terrorífico, como cuando su vida cambió totalmente. Secó su rostro con brusquedad, tomando entre sus manos esas gotas saladas que salían de sus ojos. Se paró y volvió a la habitación, todo acabaría en ese preciso momento.
La puerta de cerró a sus espaldas y la oscuridad volvió a reinar. La paz que se podía encontrar ahí le daba al ambiente un toque de maldad y soledad extremas. Unos pasos se escucharon y el aire se cortó. El joven tragó saliva y cerró los ojos, se imaginaba lo peor… y ya no tenía fuerzas para seguir con ése juego; pronto su vida acabaría.
La joven se encaminó hacia ese bulto en el suelo, mientras una pequeña pero insignificante lágrima caía de sus ojos. Volvió a pararse frente a él, mientras su cuerpo se tensaba por completo y sus rodillas se doblaban para luego caer al suelo. Levantó una mano y agarró el cabello del muchacho, mientras jalaba de él y lo tiraba al piso. Con un pequeño cuchillo hizo una cruz en su frente, dejando que la sangre brotará limpiamente… mientras miraba esa zona vital de su cuello.
No lo llegó a pensar dos veces, lentamente pasó el objeto afilado por ahí… ansiando que la sangre brote rápidamente e inunde el lugar. Durante todo este tiempo lo miró a los ojos, mientras perdían ese signo esencial de la vida. Grabó en su memoria cada una de las facciones de su rostro, cada una de las expresiones que hacía…
Cuando todo acabó, sus ojos se desenfocaron y sus sentidos cayeron, se sintió mareada por completo… sintió como todo le daba vueltas, y como la habitación en la que se encontraba iba desapareciendo poco a poco. No tardó mucho en caer inconsciente al suelo, mientras veía las manchas de sangre desaparecer.
Sus ojos se abrieron de golpe mientras ella se sentaba en su cama, mientras recordaba todo lo que acababa de hacer, todo… ¿en su cama?, ¿qué hacía ella en su cama?, ¿acaso no estaba junto al cadáver de Franco?, ¿sería posible que todo hubiese sido un sueño? No, eso no era posible… ¿cómo podía ser una sueño? Ella había hecho todas esas cosas, había sufrido su rechazo y el dolor de saber que la persona que amaba nunca la amó… ¿o todo fue culpa de su subconsciencia?; todo lo que había vivido, ¿había sido un sueño?
¿Todo…? Pero justo en ese momento, cuando miles de interrogantes acudían a su mente su celular vibró. Estaba al lado de ella, por lo que en ese momento lo alzó con una de sus manos y lo puso frente a su rostro; era él: Franco. ¡Pero él estaba muerto! ¡Los muertos no pueden revivir! Eso era lo más estúpido que nunca hubiera escuchado jamás.
Tienes una llamada entrando…
Se escuchó desde una vocecita que salía de su celular, mientras ella miraba la pantalla… ¿atendía? No le quedaba otra.
—Necesito hablar con vos ahora mismo Florencia—dijo seriamente él del otro lado.
—Claro, ¿por qué no vienes a mi casa?
—No, tiene que ser en privado y rápido. Ven al muelle en una hora.
Colgó, dando la conversación por concluida.
Ahora sí que estaba convencida, todo lo que vivió fue un sueño… un maldito sueño que volvería a vivir dentro de poco.
Autor: Yo
Adaptación: No
Género: Terror y drama.
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas: En FFL (fanficslandia)
Subconsciencia
—¿Por qué? — un suave murmullo, lleno de dolor y agonía salió de sus labios; mientras una sonrisa sádica se vislumbraba a través de la espesa oscuridad. Una nueva lágrima brotó de su ojo derecho, y un gemido de dolor escapó de su garganta.
Una pequeña risita escalofriante salió de unos finos y pálidos labios, caminó dos pasos hacia adelante y se arrodilló en el frio suelo. Levantó su mano, acariciando el pómulo izquierdo del joven aterrorizado. Su rostro, bajo el oscuro manto de la noche, parecía una diosa sacada del Olimpo. El suave brillo en sus ojos —parecido al de una joven enamorada—, que momentos antes poseía… se borró; dejando a su paso uno demoníaco y aterrador.
La suave caricia se volvió un cetro de dolor y agonía, cuando sus dedos se doblaron como garras y sus uñas rasguñaron la sensible carne. Un grito ahogado se escuchó salir de sus labios en el momento en el que una patada volaba en dirección a su agresora. Aunque ésta no logró golpearla, prendió las cenizas que azotaban su corazón.
—Vaya, ¿acaso piensas que podrás lastimarme otra vez?, ¿no te bastó con lo que me hiciste hace unos meses? — Las palabras llenas de un odio total, lastimaron los oídos de su presa.
Movió su mano y sacó un objeto metálico de su bolsillo derecho, se acercó un poco más a su querido trofeo y pasó la punta de ese cuerpo afilado por su rostro. Un hilo de sangre brotó de la herida, y una sádica sonrisa seguida de una carcajada que quedó suspendida en el aire, le siguió.
—Yo… ¡¿qué te hice?! — Gritó con furia y desesperación, — ¿qué hice para que me tortures así?
Parecía que no supiera la respuesta, qué ingenuo. Tan simple a los ojos de cualquiera, pero tan complicada para él.
Como si de un vampiro se tratase, pasó su lengua por la herida. Manchó sus labios con la seductora y sabrosa sangre de su amado, el dueño de su corazón… o por lo menos del que lo era. Saboreó ese característico sabor a óxido y sal pasar por su garganta, y acomodando su cabellera platinada se paró con su porte de superioridad.
Observó al chico tirado en el suelo, mientras sus ojos lo recorrían se arriba abajo. Con su pierna izquierda pateó su rostro, y miró como éste caía hacía atrás, golpeándose la cabeza con una losa suelta. Rió con ese tono egocéntrico y se dio la vuelta, dirigiéndose a la salida. A sólo unos pasos de escapar, a sólo unos pasos de dejar ese pozo sin fondo… escuchó como alguien atrás suyo se reía.
—Ya te vas, ¿acaso te cansaste?, ¿te aburriste de mi sufrimiento? — Preguntó irónicamente.
—Sólo voy por un juguete. Quiero que te diviertas un rato más. —Y la voz de ángel volvía a aparecer, adormeciendo sus sentidos. Aún después de todo, su voz seguía siendo como música para sus oídos.
La puerta se abrió, y luego se cerró. Sólo dos personas pasaron por ese portal, y una de ellas estaba encadenada al suelo. La otra vivía en pleno la libertad, teniendo todos los lujos que a él se le habían arrebatado hace ya, dos meses. ¿Qué sentido tenía seguir viviendo si sería la mascota de ella? Sólo encontraba una respuesta… poder escuchar su voz todos los días, lo poco que le quedaba de vida.
Pero… ¿cómo había llegado ahí? Ya no recordaba qué había hecho o dicho, ya no recordaba la diferencia entre la luz y la oscuridad… no recordaba nada.
Puede que él no recordara cómo llegó ahí, pero ella sí. Esa conversación volvía a ella todos los días, cada vez que lo veía.
—Florencia, necesito hablar con vos—se escuchó del otro lado de la línea telefónica; al mismo tiempo que cierta chica de ojos violetas se disponía a ver un poco de televisión.
—Claro, puedes venir a…
—No. Tengo que hablar con vos en privado—interrumpió. —¿Puedes venir al viejo muelle dentro de una hora? Te estaré esperando.
—Pero…— inútil fue querer saber el por qué. Él ya había cortado.
Miró unos minutos el celular en sus manos, preguntándose qué querría; qué podría ser tan importante como para llamarla de imprevisto a las once de la noche, cuando ya todos se hallaban en sus camas. Tenía que averiguarlo.
* * *
El viento soplaba fuerte y la neblina era densa, no se podía ver nada a través de ella… y ya estaba anocheciendo. ¿Dónde podría estar? Llevaba media hora caminando en círculos y él aún no aparecía. Sería mejor que volviera a su casa, tenía un mal presentimiento que le causaba malestar.
Giró su cuerpo y caminó hacia su auto, ayudándose con sus brazos en alto, como si quisiera cortar la niebla con sus finos y largos dedos. Sólo unos metros la separaban del mar, podía escuchar claramente las olas azotándose contra la pared de concreto. Siguió su camino hacia el automóvil que la sacaría de ese sombrío lugar, cuando chocó con algo… o alguien.
Soltó un pequeño gritó de terror, tratando de retroceder. ¿Quién era?, ¿un maniático que quería hacerle daño? No lo sabía, pero tampoco pensaba averiguarlo. Giró una vez más sobre sus talones y trató de escapar como fuese, corriendo con todas sus fuerzas en cualquier dirección.
Tal era la magnitud de su temor, que no prestó la más mínima atención a donde se dirigía. Una pequeña piedra en el suelo, y los múltiples charcos de agua fueron lo que ocasionaron su tropiezo. Estaba completamente segura de que caería al mar, el olor a sal le advirtió de su próxima zambullida.
Cuando pensó que saldría de ese lugar totalmente mojada y posiblemente lastimada, una mano salió de la oscuridad y la sostuvo firmemente. Jaló de ella al mismo tiempo en que la agarraba con todas sus fuerzas, y como si alguna vez hubiera volado subió a los cielos y aterrizó en el frío y húmedo suelo de concreto.
—Tú… ¡¿estás loca?! —Gritó una voz masculina, a mas o menos un metro de distancia. Ella abrió los ojos, reconocería esa voz a donde quiera que fuera.
—¡Franco!—exclamó, parándose para correr a sus brazos. —¿Cuándo llegaste?
—Hace un rato, te estuve buscando. Y cuando lo logré, ¡corriste como desquiciada!
—Es… es que… pensé que era un loco maniático que me quería lastimar…—aclaró avergonzada.
—Es por eso que ya no te soporto—reveló el rubio. Ella lo miró sin entender, queriendo que lo que había escuchado hubiera sido solo un producto de su gran imaginación. —Oh, ¡vamos! No te hagas la tonta, sabes muy bien por qué te llamé.
Ella lo miró sin comprender, no entendía a qué se refería. Y no lo quería entender…
—Me hartaste, ya no te aguantó un segundo más. —Completó, sin importarle los sentimientos de la que era hasta ese momento, su novia.
—Vos… ¿en verdad… ya no me qui-quieres?— Preguntó con los ojos llorosos y un nudo en la garganta. Mirándolo directamente a los ojos, esperando que lo que acababa de escuchar fuera solo un maldito sueño.
Pero la vida no tenía planeado eso…
—Ya no te soporto, ¿no me escuchaste? Para eso te llame, para cortar con esta farsa. —Y una vez más sus duras palabras rompían su delicado corazón, provocando el derrame de millones de lágrimas por todo su rostro. —Por Dios… ¿acaso pensaste que estaría con vos para toda la vida?, ¿eres tonta?
Ya no podía más, sentía que pronto su corazón se destruiría por completo; que ya no quedaría nada de él. Se paró con las pocas fuerzas que le quedaban, echando a correr al momento. No le importó que dejara atrás su auto, que su ropa estuviera sucia y rasgada, que su amor se quedará con su corazón; aunque éste ya lo hubiera roto.
Corrió con los ojos cerrados, con las manos hechas unos puños mientras sus nudillos se volvían blancos. Corrió bajo la lluvia que se había desatado en algún momento de su carrera, dejando todo atrás. Dejando su corazón, dejando su pasado, dejando a esa chica dulce y tierna que antes era…
¿Cómo podría olvidarse de algo tan doloroso?, ¿cómo olvidarse del suceso más cruel y penoso que había pasado en sus veinte años de vida? Fácil, no podía. Cerró una vez más sus ojos, permitiendo que unas pequeñas lágrimas se escaparan de sus párpados cerrados. Dejó que bañaran su rostro mientras unos cuantos gemidos de agonía salían de su garganta, al mismo momento en que el dolor volvía a su corazón… reviviendo viejas heridas jamás curadas.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, al mismo tiempo en el que mostraba sus ojos… llenos de un brillo sádico y terrorífico, como cuando su vida cambió totalmente. Secó su rostro con brusquedad, tomando entre sus manos esas gotas saladas que salían de sus ojos. Se paró y volvió a la habitación, todo acabaría en ese preciso momento.
La puerta de cerró a sus espaldas y la oscuridad volvió a reinar. La paz que se podía encontrar ahí le daba al ambiente un toque de maldad y soledad extremas. Unos pasos se escucharon y el aire se cortó. El joven tragó saliva y cerró los ojos, se imaginaba lo peor… y ya no tenía fuerzas para seguir con ése juego; pronto su vida acabaría.
La joven se encaminó hacia ese bulto en el suelo, mientras una pequeña pero insignificante lágrima caía de sus ojos. Volvió a pararse frente a él, mientras su cuerpo se tensaba por completo y sus rodillas se doblaban para luego caer al suelo. Levantó una mano y agarró el cabello del muchacho, mientras jalaba de él y lo tiraba al piso. Con un pequeño cuchillo hizo una cruz en su frente, dejando que la sangre brotará limpiamente… mientras miraba esa zona vital de su cuello.
No lo llegó a pensar dos veces, lentamente pasó el objeto afilado por ahí… ansiando que la sangre brote rápidamente e inunde el lugar. Durante todo este tiempo lo miró a los ojos, mientras perdían ese signo esencial de la vida. Grabó en su memoria cada una de las facciones de su rostro, cada una de las expresiones que hacía…
Cuando todo acabó, sus ojos se desenfocaron y sus sentidos cayeron, se sintió mareada por completo… sintió como todo le daba vueltas, y como la habitación en la que se encontraba iba desapareciendo poco a poco. No tardó mucho en caer inconsciente al suelo, mientras veía las manchas de sangre desaparecer.
* * *
Sus ojos se abrieron de golpe mientras ella se sentaba en su cama, mientras recordaba todo lo que acababa de hacer, todo… ¿en su cama?, ¿qué hacía ella en su cama?, ¿acaso no estaba junto al cadáver de Franco?, ¿sería posible que todo hubiese sido un sueño? No, eso no era posible… ¿cómo podía ser una sueño? Ella había hecho todas esas cosas, había sufrido su rechazo y el dolor de saber que la persona que amaba nunca la amó… ¿o todo fue culpa de su subconsciencia?; todo lo que había vivido, ¿había sido un sueño?
¿Todo…? Pero justo en ese momento, cuando miles de interrogantes acudían a su mente su celular vibró. Estaba al lado de ella, por lo que en ese momento lo alzó con una de sus manos y lo puso frente a su rostro; era él: Franco. ¡Pero él estaba muerto! ¡Los muertos no pueden revivir! Eso era lo más estúpido que nunca hubiera escuchado jamás.
Tienes una llamada entrando…
Se escuchó desde una vocecita que salía de su celular, mientras ella miraba la pantalla… ¿atendía? No le quedaba otra.
—Necesito hablar con vos ahora mismo Florencia—dijo seriamente él del otro lado.
—Claro, ¿por qué no vienes a mi casa?
—No, tiene que ser en privado y rápido. Ven al muelle en una hora.
Colgó, dando la conversación por concluida.
Ahora sí que estaba convencida, todo lo que vivió fue un sueño… un maldito sueño que volvería a vivir dentro de poco.
Sotom
Re: Subconsciencia
Jessie. escribió:Oh diooos asghjklad, me encanto! Enserio, ame el final!
Aww~ Gracias por pasarte hermosa *--* Que bueno que te haya gustado.
Sotom
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