Seduccion Homicida harry styles y tu

Los dos se pueden o solo Niall ?

solo Niall :33 y bueno.... como te llamas?

"Frankenstein"

CAPITULO II


Mi respiración continuaba agitada. No le quitaba la vista de encima al cuerpo.

¿Viva? ¿Viva? ¿¡Cómo podía estar viva!?

Jamás, en todos mis años trabajando en la Morgue me había tocado atender a alguien que milagrosamente volviera de la muerte...

Aunque científicamente eso es imposible.

Traté de calmarme, me acerqué un poco, pero manteniendo una distancia razonable y comencé a pensar las posibles razones de algo tan imposible.

“Tal vez sí estaba viva, pero nadie se percató. La hallaron a las orillas de un río ¿no? Lo más obvio era que estuviera muerta. La hallaron pálida y no parecía tener signos vitales. La golpiza “casi” la mató, al punto en que su pulso y su respiración se alentaron mucho, pero el asesino la dio por muerta, y solo para asegurarse la tiró al río. Sorprendentemente sobrevivió...”

Aún no retiraba mi mirada temerosa de ella. Era tan irónico e increíble que me asustara más viva que muerta. Bueno, no para mí, he de admitir.

Me acerqué un poco más.

-Ahm... disculpa... –murmuré-. ¿Podrías... despertar?

Podría sonar estúpido, pero me aterraba tocarla... es decir, ¡hacía unos minutos estaba haciendo bromas sobre sus pechos!

De solo pensarlo un exagerado rubor me cubrió el rostro.

“Dios... acaba con esto de una vez...” me rogué a mí mismo.

Puse mi mano sobre su brazo y lo moví ligeramente. Me percaté de que parecía estar cada vez más fría... ¿o era mi imaginación?

-Oye, despierta, vamos –le dije un poco nervioso.

Pero entonces, percibí que su lenta y apenas perceptible respiración disminuía. Me horroricé cuando su pecho se detuvo. Coloqué mis manos en su pecho y recosté mi cabeza en ella, colocando mi oreja sobre su corazón.

No se oía nada... ¡ah...! ¡ahí estaba! Pero el latido fue tan débil... y tardó en ocurrir el siguiente. También seguía respirando, pero tan poco y despacio que no lo había notado.

-¡Dios santo, se está muriendo! –me lamenté horrorizado.

¿Y que iba a hacer ahora? Sin duda su poca respiración estaba terminando por sofocarse a causa del agua en sus pulmones ¿Y qué sabía yo de resucitación? ¡Solo lo que había visto en televisión! Yo era un médico forense ¡me dedicaba a abrir muertos, no a revivirlos!

Podía correr e ir por ayuda, sin duda estuve por hacerlo, pero entonces, mis manos, que aún permanecían sobre su pecho, dejaron de sentir sus débiles latidos.

-¡No, no, no! –le rogué paranoico-. ¡No te mueras, con una mierda!

Coloqué mejor mis manos sobre su pecho y ejercí presión varias veces seguidas, como había visto en la tele, en busca de sacar el agua de sus pulmones. La observé. No parecía haber cambios.

-¡Vamos...! –me desesperé haciéndolo de nuevo.

Nada.

Sin pensarlo mucho, le presioné las aletas de la nariz con dos dedos de mi mano izquierda y tomando su mentón con mi mano derecha me incliné hacia ella.

Mil cosas pudieron pasar por mi cabeza en ese momento, pero ninguna estuvo relacionada con que se trataba de un mujer al igual que estaba por darle respiración de boca a boca para tratar de salvarle la vida... si no era que ya la había perdido a causa de mi lentitud.

Mi boca abierta se posó sobre la suya y con una simple orden de mi cerebro procuré pasarle todo el aire posible a través de mi cavidad. Fue extraño, fue húmedo... pero tan peculiarmente placentero...

Me aparté y volví a ejercer firmes presiones sobre su pecho hasta llegar a contar a diez, y volví hacia su boca, casi como si ésta me llamara con urgencia.

Esta vez me incliné con más seguridad, presionando nuevamente su nariz y dejando salir aire dentro de su boca.

Regresé a su pecho y repetí la acción con cierta desesperanza, pero antes de que terminara...

Comenzó a toser con violencia. Rápidamente me acerqué y la ayudé a sentarse con cuidado. Continuó tosiendo fuertemente, escupiendo para mi sorpresa, una buena cantidad de agua.

¡Lo había logrado! ¡Lo había logrado! ¡Acababa de devolverle la vida alguien...!

Me sentí como el Doctor Frankenstein. O algo así...

-¿Estás bien? –le pregunté con toda la amabilidad posible, tratando de controlar tanto el temblor de mi voz como el de mis manos, una de las cuales se hallaba en la espalda de ella todavía.

Me miró al instante. Yo sentí como si un toro me hubiera embestido con una fuerza devastadora al momento en que sus ojos se toparon con los míos.

Ya había dejado claro que ella era hermosa... sus ojos solo me lo confirmaron casi a gritos. Era una tonalidad curiosa y enigmática, entre caramelo y musgo quizás... sería muy difícil describir bien su color, creo que aunque no me hallara tan aturdido sería incapaz de decir con exactitud que tono tenían.

Tragué grueso sin poder decir nada, solo esperando a que él me dijera algo. Parecía asustada, y confundida... pero ¿cómo no estarlo?

-¿Dónde estoy...?

Sentí los vellos de mi nuca erizarse al oír su voz. Profunda, pero suave, se me antojaba cálida, y sin duda, seductora en otras circunstancias.

-E-estás en la Morgue de Inglaterra –le respondí torpemente.

Abrió los ojos como un par de platos. Que cualquier deidad me parta por la mitad si miento al decir que se veía adorable.

-¿La Morgue? –repitió con su deliciosa voz-. ¿Estoy muerta?

-No lo creo... los muertos no tienen la costumbre de responderme cuando les hablo... –reí nerviosamente-. Aunque si lo estás, me alegra que seas la primera en responder.

Guardó silencio unos momentos y entonces sonrió con timidez.

¡Madre mía! ¡Su sonrisa! ¿Había algo en él que no fuera hermoso?

Yo estaba anonado. Como si hubiera pasado diez horas escuchando una plática sobre el mal uso del palillo, por lo que me sobresalté cuando volvió a hablar:

-¿Quién eres tú?

-Harry Styles –le contesté al instante-. Trabajo aquí.

-Hola Harry... –murmuró lentamente. Me miró inquisitiva - ¿Cómo llegué hasta aquí?

Valla pregunta...

-Alguien te golpeó y te tiró a un río –le dije lo más tranquilo que pude para que no se alterara, aunque su rostro solo demostró horror al escucharme-. La policía creyó que estabas muerta y querían que te identificara... pero acabo de comprobar que no lo estás... –ella observó el suelo con los ojos muy abiertos-. ¿No lo recuerdas?

Negó con la cabeza despacio.

Bueno, no era muy raro. Con semejantes golpes en la cabeza, el echo de que no estuviera muerto o con una déficis cerebral era un milagro. “Y valla milagrito.”

-¿Cuál es tu nombre? –le pregunté.

Me miró nuevamente, esta vez cohibido. Vaciló, abrió la boca y volvió a cerrarla. Fijó su vista en sus manos y las cerró con fuerza con cara contrariada.

-No lo sé...

-¿Qué?

-N-no recuerdo mi nombre –balbuceó con preocupación.

-Oh...

No me sorprendió gran cosa. Algo así debió haberle pasado. Repito: Era un milagro que estuviera viva y sin ningún problema cerebral aparente, la amnesia tenía que ser forzosamente un efecto secundario a menos que Dios la hubiera tocado, y eso, era además de imposible, irreverente.

-Tengo que salir de aquí –murmuró.

Se giró sobre la mesa, dejando colgar sus pies de un lado, dispuesta a bajar, pero se percató de un pequeño detalle...

Sus mejillas se tornaron rojas y se cubrió las piernas, casi inútilmente con la bolsa en la que había estado metida hacía unos momentos.

-¿Y-y mi ropa? –balbuceó mirando al suelo.

-Ahí está –se la señalé. Él pareció estar por levantarse pero me le adelanté-. Está empapada, no deberías ponértela...

-Mejor mojada que desnuda –volvió a hacer ademán de levantarse, y yo puse una mano sobre su pecho para detenerla.

Su cuerpo ya recuperaba poco a poco el calor y al contacto con mi mano sentí como si me recorriera una ligera corriente eléctrica. Retiré mi mano despacio, tratando de disimular que me hormigueaba placenteramente.

-Me sentiría culpable si te dejo ir con eso puesto –le dije-. Deja que te preste algo de ropa. Siempre he tenido un cambio en mi locker en caso de que surja una emergencia... y valla que ésta es una.

“Aunque no precisamente la que llegué a tener en mente cuando guardé ese cambio en mi locker...”

Vaciló unos segundos pero luego asintió.

Me di la vuelta y salí de la habitación, dirigiendo una última mirada hacia atrás después de pasar las puertas de cristal, como si quisiera asegurarme de que seguía allí.

No sé realmente que me ocurría, pero inevitablemente quería ayudarlo, quería estar seguro de que se encontraba bien, quería...

“Dios santo estoy actuando como si fuera mi responsabilidad...” me exasperé.

Aunque quizás en cierta forma era cierto... yo la había devuelto a la vida (como me dije un poco después de forma casi teatral) ¿No era mi responsabilidad sabiendo que era un ser que respiraba de nuevo... con una terrible amnesia?

Bajé las escaleras y caminé por el pasillo hacia los lockers de los trabajadores. Me percaté de que todo estaba solitario. Observé un reloj en mi camino, eran casi las nueve quince. El tiempo vuela cuando te diviertes... o encuentras a un cadáver que respira en tu mesa de trabajo.

Todas las luces continuaban encendidas, pero no se escuchaba absolutamente nada más que, claro, el siempre habitual ruido nocturno de la ciudad.

Abrí el locker con cierto nerviosismo. Me sorprendí al notar el trabajo que me costó porque mis manos temblaban de forma terrible. Traté de calmarme mientras tomaba mi ropa, que se hallaba dentro en una simple bolsa de supermercado, meticulosamente doblada. Cerré el locker, y ya me disponía a irme cuando...

-¿Harry?

Pegué un brinco y me giré con una mano enterrada en el pecho sobre mi corazón que latía con violencia por el susto. Divisé a la recepcionista, Erika, a lado del lejano mostrador. Rubia, con una larga coleta desarreglada y unos lentes delgados. Muy bonita, y el motivo de que mis compañeros masculinos no se concentraran. A mí me parecía muy linda, pero no me llamaba la atención.

-Erika –suspiré y al mismo tiempo mascullé. Dejé que mi pulso se normalizara y sonreí, palpando mi corazón cuidadosamente-. Me asustaste. Creí que ya te habías ido. Creí que todos se habían ido, de echo.

-Oh, sí, estoy por irme –me aseguró tranquila. Y era cierto. Llevaba su bolso colgando bajo un brazo y su abrigo café bien ceñido a su cuerpo para protegerse del frío al que se aventuraba al salir-. Solo quería pedirte que cuando salgas apagues todas las luces. El señor Robert...

-¿Bob?

-Sí... él... me pidió antes de irse que te advirtiera que no puedes seguir quedándote tan tarde en las instalaciones.

-Bob y yo nos entendemos Erika, sé que dice que le molesta pero no es así –le dije tranquilo-. Vete con cuidado, nos veremos el Lunes.

-De acuerdo. Que tengas una linda noche Harry –se dio la vuelta y abrió la puerta de la entrada-. Hasta el Lunes.

Y salió. La vi bajar la escalinata y luego cruzar la calle, subir a su auto y alejarse en él rápidamente.

“Una linda noche... me conformo con tener una más. Con tantos sustos en un día no sé si llegue a mañana...”

Me di la vuelta suspirando y subí las escaleras. Mis pasos resonaban por los pasillos mientras volvía a la sala de autopsias. Ella seguía donde la dejé. Semi cubierta de forma un poco ridícula con esa bolsa para cadáveres, sentada en la orilla de la mesa metálica y tiritando de frío.

-Te tardaste –me reprochó cuando le tendí la bolsa con la ropa.

-Sí, lo siento. Erika me retuvo –me di la vuelta para permitir que se cambiara con un poco de intimidad, mientras examinaba su ropa húmeda.

-¿Y para qué tienes un cambio de ropa en el trabajo? –me preguntó mientras yo escuchaba la tela de mi ropa resbalar por su blanca piel.

-Soy algo descuidado –le dije tranquilo mientras doblaba su camisa y la metía a la bolsa de donde la había sacado-. No tienes idea de cuántas veces a la semana me tiro el café encima.

-Que curioso –dijo riendo ligeramente. Sentí a mi corazón dar un vuelco cuando escuché ese melodioso sonido-. Eres descuidado a la hora de tirarte el café, pero cuidadoso en tener un cambio de ropa. Es muy contradictorio.

-La mayoría de las cosas que hago lo son.





Al momento en que doblé su pantalón por la mitad, una cartera salió de uno de los bolsillos traseros. Me sorprendí. No era muy común que a la policía se le escaparan detalles como esos, al hospital menos.

Dejé el pantalón dentro de la bolsa y me agaché a recoger la cartera.

Era de cuero oscuro y cuando la abrí me percaté de que los pocos billetes que había adentro estaban tan empapados como todo lo demás. Saqué las tarjetas de crédito para observarlas y entre ellas hallé lo que buscaba: su permiso para conducir.

Lo tomé con una mano y lo observé. Debajo de su foto (en la que por cierto parecía un jovencita recién graduada) se hallaba lo importante:

______________(tn) Iero Pricolo

“Me están jugando una broma” pensé al instante pero sonriendo. Parecía de la realeza o algo parecido, nombres viejos y elegantes, pero lo que me llamaba la atención era ese “_____(tn)”...

“De verdad es mi propia Frankenstein” pensé divertida “Todo parece tan irreal...”

Y de verdad que lo parecía...

-Te tengo una sorpresa –dije sonriendo cuando mis ojos se posaron de nuevo en su fotografía.

-¿Ah...?

-Ya sé tu nombre –alcé la vista y mi sonrisa se asfixió.

Ya se hallaba vestida y se acomodaba la ropa con gesto abatido porque todo debía ser al menos dos tallas más grandes que ella. Sin embargo se veía...

“...tan bien...”

El pantalón de mezclilla ajustado y la playera de cuello redondo, ambos negros (no podía ser otro), al igual que las delgadas botas cortas y para cubrirse, una chaqueta de mezclilla desgastada. Las mangas le quedaban tan grandes que solo alcanzaba a ver las yemas de sus dedos y el pantalón casi cubría las botas por completo.

-¿Harry? ¿Me escuchaste?

-¿Eh?

No. No la escuchaba. Estaba perdido admirándola. Y me odié tanto por ello.

-¿Cuál dices que es mi nombre? –se acercó a mí y por un momento me tensé al sentir como tomaba el permiso de entre mis manos-. Oh...

-Lindo ¿no? –inquirí divertido al ver su cara de contrariedad.

-Extraño, mas bien...

-Bueno _____ –le dije colocando la bolsa de su ropa bajo mi brazo y mirándola directamente a la cara-. Mucho gusto entonces.

Le tendí mi mano y ella sonrió antes de estrechármela. Esta vez, el hormigueo que se apoderó de mi brazo fue mucho más fuerte y difícil de ignorar.

Salimos despacio de la sala de autopsias. Bajamos las escaleras y cruzando los desiertos pasillos hasta llegar a la recepción. Entonces me detuve, percatándome del rostro un tanto nervioso y preocupado de mi pequeña compañera.

-______(tn)... –me miró. No estoy seguro de cómo conseguí hablar después de que eso ocurriera-. ¿Qué harás ahora...? Quiero decir... ¿irás a tu casa?

Su rostro un tanto titubeante me dio a entender que mis suposiciones eran correctas aún antes de que él lo dijera.

-Supongo... –balbuceó-. En cuanto recuerde donde vivo...

Claro.

Otra señal de que alguien me estaba tomando el pelo. Había jurado que después de cruzar la puerta, fuera de la Morgue, ella tomaría su camino y yo el mío. Así no tendría que volver a verla y los impropios pensamientos que se habían apoderado de mi cabeza a lo largo de esas horas no tendrían porqué volver.

Pero claro... no había forma de que todo me resultara tan fácil a mí.

Suspiré para mis adentros y le dediqué una comprensiva mirada.

-Puedes quedarte conmigo mientras, si gustas –le dije.

-¿En serio?

-No soy de los que recogen a cualquier persona y lo dejan ir a su apartamento el primer día de conocerlo –bromeé haciéndola reír. Y valla que adoré hacerlo-. Pero esto es un caso extra especial... me refiero a que ¿cuántas personas con vida y amnesia llegan a parar a la Morgue?

-Pero no quiero causarte molestias –dijo mientras yo apagaba el interruptor principal del edificio y nos quedábamos a oscuras.

Caminamos hacia las puertas de cristal, por las que se colaba la poca luz de las calles que nos permitía ver. Abrí las puertas y ambos salimos.


-Me harías un favor si aceptaras –dije entonces-. No sería molestia y la verdad odiaría quedarme con la sensación de que cinco minutos después de dejarte, algún loco asesino terminó el trabajo que el que te mandó aquí no finalizó.

-Gracias.

Me dedicó una sincera sonrisa mientras subíamos a mi coche: un sencillo Corsa negro. Eché el motor a andar y nos alejamos de la Morgue.

¿Quién iba a decir que yo terminaría en una situación así?

Mi vida había pasado de ser la monotonía total, a una loca historia sin sentido, cuya trama emocionaba sin percatarme, a cada célula de mi cuerpo.

“Parece imposible que yo esté metido en algo tan inusual... hablando en mis propios términos, claro... Pero lo que más imposible se me hace, es la confianza que le tengo a una persona viva y que conocí hace menos de tres horas...

¿Qué será de ti ahora, mi pequeña Frankenstein...?”

ES TAN EMOCIONANTE
SIGUELA
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SIGUELA
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SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA

me llamo ariadna pero dime ari pliss

NO TE PREOCUPES CHERRY ..... muy pronto sabras todo el trama jaja :)
okay muy pronto apareceras :)

Omg adore el cap, perdn por desaparecerma pero me castigaron, y no podría tener nada en mis manos que fuera electrónico, pero aquí estoy y lo importante es que...
Me encanto el cap!!!

Podrias seguirla?por favor

Olaaaaa
Estas ahí?
Porq no la sigues??
:'(

SIGUELA!!

SIGUELA ESTA MUY BUENA E INTERESANTE

justateenagegirl escribió:Podrias seguirla?por favor

 lo siento , por no haberla seguido soy una pesima escritora , pero ya la seguire y con un maraton :*