El verdadero significado

No me gusta la Navidad. No es que la odie, es solo que dejé
de disfrutarla cuando mis padres, que estaban volviendo de comprar los regalos
a último momento, fallecieron en un accidente automovilístico, dejándome sola
en casa, con toda una comida que había preparado para ellos, enfriándose en la
mesa mientras estaba reconociendo sus cuerpos. Sé que no fue a propósito, pero
me hubiera gustado que hubieran estado ahí cuando me gradué, cuando empecé la
universidad, cuando compré mi propio departamento, cuando conseguí el trabajo
de mis sueños.
Hoy, 24 de diciembre de 2012, estoy en mi departamento, totalmente sola, como
siempre. Son las 23:30 de la noche, y decido salir a caminar y respirar aire
puro. No hay nadie en la calle, como es lógico. Casi no hay ruido, a excepción
del que producen en el comedor comunitario de mi barrio. Me acerco y me asomo
para ver el interior. Me sorprendo al ver que hay muchos niños, varios
voluntarios ayudando a distribuir la comida y un pequeño árbol navideño
decorado precariamente. Sin saber por qué, me animo a entrar. Una mujer, de
unos 60 años, con el cabello lleno de canas y el rostro un poco arrugado, se
acerca a mí. Se sorprende al ver que soy joven, pues tengo 20 años.
—¿Puedo ayudarte?
—Sí—le digo—me gustaría ayudar. ¿Qué puedo hacer?
La señora me indica que entregue a los niños los regalos, pero no veo ningún
paquete cerca. Por eso, me explica:
—A estos niños, a pesar de no tener casi nada, no les importan los regalos
materiales, pues sus regalos de Navidad son tener un plato de comida frente a
ellos y gente a la que quieren para poder compartirlo
Estoy al borde de las lágrimas y, finalmente, entiendo el verdadero significado
de la Navidad. No se trata de lo material, sino de lo espiritual. Y a pesar de
no tener a mis padres conmigo, también entiendo que no soy yo la que tiene que
recibir ese amor que recibí durante 17 años por parte de mis padres, sino que
son los niños que desde que nacieron no tienen a quién los ame los que deben
recibir ese amor que todos tenemos para dar.


Moraleja:
La Navidad no se trata de dar o recibir regalos, se trata de dar y recibir amor
a quiénes lo necesitan, sin importar su religión, su color o estrato social.