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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Deja vú : Piloto
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Deja vú : Piloto
Nombre: Deja vú
Autora: lady_apple_
Adaptación: No
Género: De todo
Advertencias: No
Otras páginas: No
Todo está oscuro, no puedo distinguir mas que una sombra sobre mi, haciendo presión contra mi pecho. Miedo, eso siento y no puedo negarlo, la respiración agitada me delataría, cómplice de la transpiración y palidez de mi piel. Una voz que no quiere salir, un sonido, nada. Quiero que alguien me salve. "¡Ayuda!" ¿Por qué no puedo decirlo? Llorar... ¿Por qué no puedo?
- Magnus, despierta por favor.- esa voz tan familiar me fue dando alivio y poco a poco fui abriendo mis ojos
-¿Mamá? ¿Dónde estoy?
- Cielo, estamos en el hospital.
- Pero... ¿Por qué, qué paso?- dije examinando la sala mientras me percataba de que no había ninguna enfermera en la habitación.- ¿Dónde están todos?
- No pasa nada... En la madrugada te subió fiebre y te desmayaste, cuando fui a tu habitación para despertarte no reaccionabas y me asusté, por eso te trajimos hasta aquí. Tu padre y tu hermano están llenando los papeles en la recepción.
- Perdón por preocuparlos.- esperaba que mis disculpas fueran suficientes.- Me he exigido mucho esta semana y creo que mi cuerpo llegó a su límite.
- No te preocupes, ya se que quieres ir a una buena universidad en un futuro, pero sabes bien que la compañía de tu padre puede pasar a tus manos si te interesa.
- Ya les he dicho que no.- Dije con mas autoridad de la necesaria.- Quiero empezar de cero.
- Como gustes.- respondió mi madre un tanto afectada por el tono de mi voz.
- Milo se encargara de todo bien el solo, es un muy buen muchacho. Confíen en el.- aunque mi madre no se fió de mis palabras del todo sentí que la calmé. Con eso me bastaba.
- Bueno, bueno anda a cambiarte, ¿no pensarás salir así cierto?
- Tienes razón.- me pare, cogí mis cosas y entre al baño de la habitación.
El agua fría me ayudó a despertarme del todo y como de costumbre toda clase de ideas llegaron a mi cabeza. Sería interesante estudiar medicina, no le tengo fobia a la sangre y me gusta ayudar a la gente... Pero... No se cómo haría a la hora de diagnosticarle alguna enfermedad benigna a un paciente, o si el paciente muere en la cirugía ¿cómo le diría a la familia tan trágica noticia? Definitivamente no puedo ser doctor ( también que mi caligrafía es bastante legible). ¿Y si estudió ingeniería? Soy muy bueno en matemáticas pero... Nunca he aprendido a dibujar más que monigotes...
Que problemático... Lo único que tengo por seguro es que no trabajare en la empresa de mi padre. Algo tan humillante y absurdo como eso no puede pasarme a mi. Encontraré una carrera con la que pueda ganar mucho dinero con la cabeza en alto. Esa es mi meta.
Cuando salí del baño ya estaban todos en la habitación esperándome para irnos. La cara preocupada y gentil de mi madre, el rostro despreocupado de Milo y el gesto arrogante y altanero de mi padre que a la vez esconde una gran personalidad. Todos listos para volver a casa.
Sólo hicimos salir de la habitación para encontrarnos con un gran alboroto en medio del pasillo del hospital. Habían todo tipo de gestos ( ninguno de ellos agradables). La causante del bullicio era una mujer, quien gritaba a la enfermeras con el rostro rojo y las venas del cuello y la cabeza marcadas como tumores ( me recordó a mi en época de exámenes), su voz ya se oía ronca y como niño que no consigue lo que quiere hacia su rabieta continuar, dejando en claro ese sentimiento de impotencia que se transmitía efusivamente hasta llegar a mi. Las enfermeras eran presa del terror, no pudieron hacer más que llamar a los encargados del departamento de psiquiatría, quienes después de mucho forcejeo consiguieron sacar a la mujer del hospital. Los rostros de todos estaban pálidos, mi hermano menor parecía estar a punto de desmayarse. Mientras que mis padres iban tornando la palidez de sus rostros a un rojo tómate, lo que me indicaba a mi que tenía que sacarlos del lugar antes de que fueran a quejarse con alguna pobre persona que trabajase en el hospital.
Los empuje por las espaldas llevándolos rápidamente hacia la salida más cercana. Todavía tenía curiosidad acerca del alboroto por lo que no pude evitar mirar en distintas direcciones en búsqueda de algo interesante lo que fue provocando que la fuerza contra las espaldas de mis padres y la firmeza y velocidad de mis pasos disminuyeran. Justo en el pasillo donde ocurrió todo había una puerta de la cual salió un doctor (supongo que era un doctor ya que tenía la bata blanca y estetoscopio), la expresión de su cara era una mezcla de picardía y altanería. Sus labios se curvaban ligera pero visiblemente hacia arriba y sus ojos destellaban con una luz un tanto difícil de explicar. No se decir de donde como ni cuándo, sólo puedo afirmar que lo vi. Una muchacha con una características que no puedo referir a ninguna zona se le abalanzo tirándole del brazo. El hombre de contextura gruesa la miro a los ojos y pude notar como cambio su expresión completamente a una de preocupación e ira. De un momento a otro sin previstos el hombre soltó una cachetada y la muchacha término en el piso.
Nadie vio nada, nadie escucho nada, como si no hubieran estado. Sentí que en ese momento solo éramos nosotros tres pero que entre ellos dos y yo había un puente muy largó y en malas condiciones que dependería de mi si cruzar o no.
Toda mi vida ha sido así. Tomando decisiones en problemas que se presentan de la nada esperando que yo los resuelva sin recibir nada a cambio. No es que sea un estúpido que valla buscando líos, sólo soy un muchacho curioso a quien los problemas encuentran... Y hoy no será la excepción. Reanude mis fuerzas dándoles un último empujón a mis padres haciendo que quedarán a centímetros de la puerta, mientras yo daba media vuelta y me dirigía a cruzar el puente.
Mis pasos eran silenciosos, a pesar de que el lugar estaba repleto de gente, nadie me miro. Mis padres y Milo ya se encontraban afuera y el doctor y la muchacha estaban a dos pasos más de mi y al llegar a sus lados el doctor me miro con gesto despectivo y amenazante por segundos y entro nuevamente a la habitación que quedaba detrás de la puerta que hasta hacía unos minutos para mi era invisible. La joven seguía en el piso, cuando me percaté le tendí mi mano para ayudarla a levantarse, esta la ignoro (haciéndome sentir molesto y un tanto ofendido) levantándose por sí misma y sin decir nada se hecho a correr. Yo esperando que se disculpara conmigo por rechazar mi cortesía, corrí detrás suyo.
Para mi desgracia era bastante rápida, no es que fuera conflicto para mi (atleta no. 1 del instituto privado Santa Katerina), pero conocía muy bien las calles y apenas salinos del hospital se adentró en un callejón. Ya no era cuestión de rapidez, sino de agilidad. Se me hacía divertido, y mientras corría detrás suyo (tan cerca que de haber querido le coger de la mano y detener este juego infantil) me percate de lo grácil que era. Tenía el pelo corto y hondeado, de color caramelo, su piel estaba bronceada del mismo color del trigo, sus brazos eran delgados y largos, sus manos de pianista, y el resto del cuerpo delgado y alargado. Muy interesante para una chica tan maleducada. Sus ropas no eran de una marca reconocida pero tampoco se veían baratas, a su manera, le quedaban bien. Una chaqueta y un pantalón de jean con una camisa amarilla y unos tenis para correr todo abcombinación de su mochila de piel y correa marrones. Pero su... ¿ y su cara? Me dio curiosidad. Aunque jugar al ladrón y al policía sea muy divertido esta información es más importante para mi.
En ese momento la agarré por su delgada muñeca y esta se estremeció. Dio un grito mudo y sin decir nada me miro muerta de miedo. Su expresión me desconcertó, se veía aterrada ¿pensaría que la estaba acosando? ¡Madre Mía! Que vergüenza, y para colmo seguía apretando su muñeca. La cual solté para agarrar su mano en señal de cortesía para iniciar una presentación formal.
-Disculpe por asustarla, honestamente no era mi intención.- ella se limitó a mirarme sin decir nada, su expresión ahora me dejaba claro que estaba un tanto confundida.- sólo soy un joven curioso y entrometido.- seguía sin decir nada. Vaya joven más maleducada, pensar que corrí detrás de ella para que se disculpara y siquiera puede responder... Pero... Yo soy un extraño...- mi nombre es Magnus un placer en conocerte.- y apreté sus manos con un poco más de fuerza.- ella se soltó, y empezó a buscar algo en su mochila de cuero marrón.
Que rostro tan único, tiene unas facciones muy finas, unos grandes ojos grises adornados con unas pestañas alargadas y abundantes como arbustos, pecas dispersas en su nariz y mejillas que tenían un ligero matiz rojizo. Un rostro único. No pude evitar sonreír. Y su voz... ¿Cómo será?
De su mochila saco una libreta. La cual estaba identificada bajo el nombre de Lucy (supongo que ese es su nombre) y me la puso justo en frente de la cara, la dejo por cinco segundos ahí y luego la volvió a guardar en su mochila. Me dedico una sonrisa y sin haber dicho palabra en algún momento, se marchó.
Yo estaba más que satisfecho y tenía por seguro que la volvería a ver. Muchachas así de interesante son difíciles de encontrar. Salí del callejón canturreando y en la luz de la ancha y basta calle sentí como la primera gota de lluvia chocaba contra mi mejilla. Sólo una gota, sólo dos gotas, sólo tres gotas de lluvias y así viene el diluvio. Saque mi teléfono, llame a casa y le dije a mama que no me guardara cena y que me dejara la llave en el pórtico dentro de la maseta, puesto que no estaba en mis planes llegar a tiempo a casa esta noche. Ir a beber cerveza con los muchachos en el billar y molestar un poco a varias personas por llamadas al azar. Ciertamente estoy de buen humor, mojado por la lluvia, pero de buen humor.
En el billar pasamos un rato agradable (fue así hastié que Diego se emborrachó de tal manera que nos botaron a la calle). Javier y yo lo llevamos a su casa, nos despedimos y cada quien sigue su camino. Yo todavía no quiero ir a casa, por lo que me quedo deambulado por las calles.
Me olvido de mi mientras la brisa fría de la noche llega a mi cortándome y en medio del silencio el miedo se apodera de mi. Los faroles que iluminaban la acera donde me encontraba empiezan a apagarse uno por uno. Dejándome en la nada y haciéndome recordar lo que ocurrió anoche. Me vuelvo débil, y me desvanezco.
...
Abro mis ojos. Despierto en el mismo lugar que ayer. El hospital... Con el rostro de mi madre sobre el mío. El mismo diálogo, como si el se repitiera. De hacho, siento que se repite.
Estoy viviendo un deja vú.
Comenten ^^ más de 5 comentarios y subo capi. 2 ;;)
Autora: lady_apple_
Adaptación: No
Género: De todo
Advertencias: No
Otras páginas: No
Todo está oscuro, no puedo distinguir mas que una sombra sobre mi, haciendo presión contra mi pecho. Miedo, eso siento y no puedo negarlo, la respiración agitada me delataría, cómplice de la transpiración y palidez de mi piel. Una voz que no quiere salir, un sonido, nada. Quiero que alguien me salve. "¡Ayuda!" ¿Por qué no puedo decirlo? Llorar... ¿Por qué no puedo?
- Magnus, despierta por favor.- esa voz tan familiar me fue dando alivio y poco a poco fui abriendo mis ojos
-¿Mamá? ¿Dónde estoy?
- Cielo, estamos en el hospital.
- Pero... ¿Por qué, qué paso?- dije examinando la sala mientras me percataba de que no había ninguna enfermera en la habitación.- ¿Dónde están todos?
- No pasa nada... En la madrugada te subió fiebre y te desmayaste, cuando fui a tu habitación para despertarte no reaccionabas y me asusté, por eso te trajimos hasta aquí. Tu padre y tu hermano están llenando los papeles en la recepción.
- Perdón por preocuparlos.- esperaba que mis disculpas fueran suficientes.- Me he exigido mucho esta semana y creo que mi cuerpo llegó a su límite.
- No te preocupes, ya se que quieres ir a una buena universidad en un futuro, pero sabes bien que la compañía de tu padre puede pasar a tus manos si te interesa.
- Ya les he dicho que no.- Dije con mas autoridad de la necesaria.- Quiero empezar de cero.
- Como gustes.- respondió mi madre un tanto afectada por el tono de mi voz.
- Milo se encargara de todo bien el solo, es un muy buen muchacho. Confíen en el.- aunque mi madre no se fió de mis palabras del todo sentí que la calmé. Con eso me bastaba.
- Bueno, bueno anda a cambiarte, ¿no pensarás salir así cierto?
- Tienes razón.- me pare, cogí mis cosas y entre al baño de la habitación.
El agua fría me ayudó a despertarme del todo y como de costumbre toda clase de ideas llegaron a mi cabeza. Sería interesante estudiar medicina, no le tengo fobia a la sangre y me gusta ayudar a la gente... Pero... No se cómo haría a la hora de diagnosticarle alguna enfermedad benigna a un paciente, o si el paciente muere en la cirugía ¿cómo le diría a la familia tan trágica noticia? Definitivamente no puedo ser doctor ( también que mi caligrafía es bastante legible). ¿Y si estudió ingeniería? Soy muy bueno en matemáticas pero... Nunca he aprendido a dibujar más que monigotes...
Que problemático... Lo único que tengo por seguro es que no trabajare en la empresa de mi padre. Algo tan humillante y absurdo como eso no puede pasarme a mi. Encontraré una carrera con la que pueda ganar mucho dinero con la cabeza en alto. Esa es mi meta.
Cuando salí del baño ya estaban todos en la habitación esperándome para irnos. La cara preocupada y gentil de mi madre, el rostro despreocupado de Milo y el gesto arrogante y altanero de mi padre que a la vez esconde una gran personalidad. Todos listos para volver a casa.
Sólo hicimos salir de la habitación para encontrarnos con un gran alboroto en medio del pasillo del hospital. Habían todo tipo de gestos ( ninguno de ellos agradables). La causante del bullicio era una mujer, quien gritaba a la enfermeras con el rostro rojo y las venas del cuello y la cabeza marcadas como tumores ( me recordó a mi en época de exámenes), su voz ya se oía ronca y como niño que no consigue lo que quiere hacia su rabieta continuar, dejando en claro ese sentimiento de impotencia que se transmitía efusivamente hasta llegar a mi. Las enfermeras eran presa del terror, no pudieron hacer más que llamar a los encargados del departamento de psiquiatría, quienes después de mucho forcejeo consiguieron sacar a la mujer del hospital. Los rostros de todos estaban pálidos, mi hermano menor parecía estar a punto de desmayarse. Mientras que mis padres iban tornando la palidez de sus rostros a un rojo tómate, lo que me indicaba a mi que tenía que sacarlos del lugar antes de que fueran a quejarse con alguna pobre persona que trabajase en el hospital.
Los empuje por las espaldas llevándolos rápidamente hacia la salida más cercana. Todavía tenía curiosidad acerca del alboroto por lo que no pude evitar mirar en distintas direcciones en búsqueda de algo interesante lo que fue provocando que la fuerza contra las espaldas de mis padres y la firmeza y velocidad de mis pasos disminuyeran. Justo en el pasillo donde ocurrió todo había una puerta de la cual salió un doctor (supongo que era un doctor ya que tenía la bata blanca y estetoscopio), la expresión de su cara era una mezcla de picardía y altanería. Sus labios se curvaban ligera pero visiblemente hacia arriba y sus ojos destellaban con una luz un tanto difícil de explicar. No se decir de donde como ni cuándo, sólo puedo afirmar que lo vi. Una muchacha con una características que no puedo referir a ninguna zona se le abalanzo tirándole del brazo. El hombre de contextura gruesa la miro a los ojos y pude notar como cambio su expresión completamente a una de preocupación e ira. De un momento a otro sin previstos el hombre soltó una cachetada y la muchacha término en el piso.
Nadie vio nada, nadie escucho nada, como si no hubieran estado. Sentí que en ese momento solo éramos nosotros tres pero que entre ellos dos y yo había un puente muy largó y en malas condiciones que dependería de mi si cruzar o no.
Toda mi vida ha sido así. Tomando decisiones en problemas que se presentan de la nada esperando que yo los resuelva sin recibir nada a cambio. No es que sea un estúpido que valla buscando líos, sólo soy un muchacho curioso a quien los problemas encuentran... Y hoy no será la excepción. Reanude mis fuerzas dándoles un último empujón a mis padres haciendo que quedarán a centímetros de la puerta, mientras yo daba media vuelta y me dirigía a cruzar el puente.
Mis pasos eran silenciosos, a pesar de que el lugar estaba repleto de gente, nadie me miro. Mis padres y Milo ya se encontraban afuera y el doctor y la muchacha estaban a dos pasos más de mi y al llegar a sus lados el doctor me miro con gesto despectivo y amenazante por segundos y entro nuevamente a la habitación que quedaba detrás de la puerta que hasta hacía unos minutos para mi era invisible. La joven seguía en el piso, cuando me percaté le tendí mi mano para ayudarla a levantarse, esta la ignoro (haciéndome sentir molesto y un tanto ofendido) levantándose por sí misma y sin decir nada se hecho a correr. Yo esperando que se disculpara conmigo por rechazar mi cortesía, corrí detrás suyo.
Para mi desgracia era bastante rápida, no es que fuera conflicto para mi (atleta no. 1 del instituto privado Santa Katerina), pero conocía muy bien las calles y apenas salinos del hospital se adentró en un callejón. Ya no era cuestión de rapidez, sino de agilidad. Se me hacía divertido, y mientras corría detrás suyo (tan cerca que de haber querido le coger de la mano y detener este juego infantil) me percate de lo grácil que era. Tenía el pelo corto y hondeado, de color caramelo, su piel estaba bronceada del mismo color del trigo, sus brazos eran delgados y largos, sus manos de pianista, y el resto del cuerpo delgado y alargado. Muy interesante para una chica tan maleducada. Sus ropas no eran de una marca reconocida pero tampoco se veían baratas, a su manera, le quedaban bien. Una chaqueta y un pantalón de jean con una camisa amarilla y unos tenis para correr todo abcombinación de su mochila de piel y correa marrones. Pero su... ¿ y su cara? Me dio curiosidad. Aunque jugar al ladrón y al policía sea muy divertido esta información es más importante para mi.
En ese momento la agarré por su delgada muñeca y esta se estremeció. Dio un grito mudo y sin decir nada me miro muerta de miedo. Su expresión me desconcertó, se veía aterrada ¿pensaría que la estaba acosando? ¡Madre Mía! Que vergüenza, y para colmo seguía apretando su muñeca. La cual solté para agarrar su mano en señal de cortesía para iniciar una presentación formal.
-Disculpe por asustarla, honestamente no era mi intención.- ella se limitó a mirarme sin decir nada, su expresión ahora me dejaba claro que estaba un tanto confundida.- sólo soy un joven curioso y entrometido.- seguía sin decir nada. Vaya joven más maleducada, pensar que corrí detrás de ella para que se disculpara y siquiera puede responder... Pero... Yo soy un extraño...- mi nombre es Magnus un placer en conocerte.- y apreté sus manos con un poco más de fuerza.- ella se soltó, y empezó a buscar algo en su mochila de cuero marrón.
Que rostro tan único, tiene unas facciones muy finas, unos grandes ojos grises adornados con unas pestañas alargadas y abundantes como arbustos, pecas dispersas en su nariz y mejillas que tenían un ligero matiz rojizo. Un rostro único. No pude evitar sonreír. Y su voz... ¿Cómo será?
De su mochila saco una libreta. La cual estaba identificada bajo el nombre de Lucy (supongo que ese es su nombre) y me la puso justo en frente de la cara, la dejo por cinco segundos ahí y luego la volvió a guardar en su mochila. Me dedico una sonrisa y sin haber dicho palabra en algún momento, se marchó.
Yo estaba más que satisfecho y tenía por seguro que la volvería a ver. Muchachas así de interesante son difíciles de encontrar. Salí del callejón canturreando y en la luz de la ancha y basta calle sentí como la primera gota de lluvia chocaba contra mi mejilla. Sólo una gota, sólo dos gotas, sólo tres gotas de lluvias y así viene el diluvio. Saque mi teléfono, llame a casa y le dije a mama que no me guardara cena y que me dejara la llave en el pórtico dentro de la maseta, puesto que no estaba en mis planes llegar a tiempo a casa esta noche. Ir a beber cerveza con los muchachos en el billar y molestar un poco a varias personas por llamadas al azar. Ciertamente estoy de buen humor, mojado por la lluvia, pero de buen humor.
En el billar pasamos un rato agradable (fue así hastié que Diego se emborrachó de tal manera que nos botaron a la calle). Javier y yo lo llevamos a su casa, nos despedimos y cada quien sigue su camino. Yo todavía no quiero ir a casa, por lo que me quedo deambulado por las calles.
Me olvido de mi mientras la brisa fría de la noche llega a mi cortándome y en medio del silencio el miedo se apodera de mi. Los faroles que iluminaban la acera donde me encontraba empiezan a apagarse uno por uno. Dejándome en la nada y haciéndome recordar lo que ocurrió anoche. Me vuelvo débil, y me desvanezco.
...
Abro mis ojos. Despierto en el mismo lugar que ayer. El hospital... Con el rostro de mi madre sobre el mío. El mismo diálogo, como si el se repitiera. De hacho, siento que se repite.
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