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Mensaje por Patu Sáb 27 Oct 2012, 12:12 am

Bueno, antes que nada quería dedicarle este One Shot a mi amiga Cande, por su cumpleaños que fue el 11 de este mes, como regalo atrasado xD pero al menos logré terminarlo antes de fin de mes c; perdón por la tardanza pero sabes lo vaga y perfeccionista que soy (?pero bueno, te quiero che! <3 también se lo dedico a mi amor platónico, Josh Hutcherson que cumplió 20 añitos el 12 de octubre aksdfjdsfd <3 bueno y ya los dejo de aburrir y pongo el one shot :c




Nombre: La última parada.
Autor: Patu {#}
Género: Drama y romance
Adaptación: No.
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas: No


La última parada.


La última parada │Josh Hutcherson│ Tumblr_mbdj0nHjno1r6im3so1_500_large-1


El tren redujo su marcha lentamente, hasta detenerse en lo que, supuso, sería la última parada. Veinte minutos más de recorrido, y llegaría a su nuevo trabajo. Llevaba tres semanas en Rhode Island, su nueva ciudad, donde intentaría comenzar una “nueva vida”. Soltó un suspiro cansino, sin convencerse de aquello, pero al fin y al cabo ya habían pasado casi dos años. Era tiempo de dejar de mirar hacia atrás y seguir marchando.

Le dio un sorbo a su café, antes de que se enfriara por completo y despegó la vista de la ventanilla, observando distraídamente a los demás pasajeros, hasta que su mirada chocó con los ojos verdosos de una joven que subía al último. El tono blanquecino de su piel contrastaba con su cabello oscuro, salpicado de mechas azules, dándole un aspecto extravagante que llamaba la atención de varios, incluso de él mismo. Sin embargo, ella parecía no notarlo, o bien no le importaba.

La joven rompió el efímero contacto visual entre ellos, y siguió tecleando algo en su celular y sujetando fuertemente sus carpetas y cuadernos con el otro brazo, para no perderlos en medio del aglomeramiento. Se sentó a pocos lugares de él, y se sorprendió a sí mismo observándola en lo que quedaba del viaje. Normalmente no le gustaba fijarse tanto en las personas, y menos de manera tan poco disimulada, pero había algo en aquella chica que le provocaba una extraña atracción-rechazo. El tinte en su cabello, su manera de moverse poco femenina, sus ropas oscuras y desalineadas, las miradas hostiles que le lanzaba de vez en cuando; todo en ella le producía desaprobación, pero aún no así no podía sacarle los ojos de encima. Y no sabía por qué.

Una vez que llegó a su destino, se puso de pie rápidamente, pero cuando vio que ella hacía lo mismo a escasos metros suyos, ya era demasiado tarde. Intentó frenar su recorrido, así no se estrellaran con tanta violencia, pero no pudo evitarlo y terminó derramando gran parte de su café en la camiseta de The Beatles que llevaba la joven.

Comenzó a sisear una disculpa, siendo abruptamente interrumpido.

—¡Oh, mierda! ¡Maldito imbécil, te hubieses fijado! —ladró furibunda, dejándole conocer su voz por primera vez. Pensó que de no haber estado gritando tantos insultos, hubiese sonado incluso agradable.

—Ya dije que lo siento, ¿de acuerdo? —replicó bajando del tren, sintiendo las miradas de todos encima de ellos.

—Con un lo siento no arreglas nada. ¿Sabes lo mucho que amo esta camiseta? Idiota —bufó bajándose también y comenzando a caminar a algunos metros de él.

—¿No puedes decir una simple oración sin maldecir? Eres bastante grosera, a decir verdad —comentó, guardando algunas fotocopias en su maletín, sin dejar de observarla con cautela por el rabillo del ojo. Estaba seguro de que esa chica se abalanzaría a golpearlo en cualquier segundo.

—Ah, bueno. Un mirón refinado, nada menos —dijo, y una risa ácida acompañó su irónico comentario, al ver el rubor que teñía las mejillas de su acompañante—. Da igual, hasta nunca —se despidió apretando paso. Él no respondió. Le resultaba extraño darse cuenta de que al menos le hubiese gustado conocer su nombre.

***

Quince minutos después continuaba acomodando y reacomodando los papeles en su maletín, sin atreverse a abrir la puerta del salón. No tenía idea de como iba a enfrentarse a una clase repleta de adolescentes revoltosos a punto de terminar la preparatoria. En realidad, jamás imaginó que terminaría ejerciendo la docencia, pero después de perder su empleo en una importante empresa de Nueva York, solo sabía que necesitaba irse a otra ciudad menos ajetreada, aunque eso suponía la ausencia de lugares donde habitualmente podría haber conseguido trabajo. En Rhode Island, lo único que le permitía su título era enseñar.

Cuando finalmente tomó coraje para abrir la puerta, se vio abrumado ante la gran cantidad de chicos dispersos por todo el perímetro del aula, arrojándose cosas y haciendo mucho bullicio. Una punzada caliente le atenazó los músculos de la espalda, tomó el marcador que yacía sobre el escritorio con sus manos sudorosas y trató de que el trazo en las letras que escribía no delatara lo nervioso que se encontraba. A sus espaldas, comenzó a escuchar como algunos alumnos más considerados, les decían a sus compañeros que ocuparan sus lugares e hicieran silencio. Cuando la clase pareció estar en relativo orden, tomó una gran bocanada de aire y se volteó hacia ellos.

—Buenos días, mi nombre es Josh Hutcherson y seré su nuevo profesor de Ciencias Económicas. —Comenzó diciendo, pero se detuvo en seco cuando su mirada volvió a chocar con la de aquella chica, quien estaba igual o más sorprendida que él.

Era de las pocas que aún no se sentaba, y se encontraba cerca del marco de la ventana, con un chico que la tomaba posesivamente de la cintura.

—Por favor, vayan a sus asientos —ordenó tranquilamente, recibiendo las miradas fulminantes de ambos jóvenes.

—Debe ser una broma. —La escuchó protestar a sus espaldas.

Verdaderamente, el hecho de que volvieran a encontrarse luego de lo ocurrido en el tren resultaba una coincidencia casi graciosa. Casi.

Se concentró en escribir el tema que verían ese día y comenzó a explicarlo, deteniéndose al cabo de unos segundos al darse cuenta de que no era el único hablando. Carraspeó ligeramente su garganta, intentando enviarle una sutil advertencia, pero esa muchacha parecía dispuesta a hacerle las cosas más difíciles ese día. Se escucharon algunas risas en el salón, ante la tensa situación.

—Disculpa, ¿cuál es tu nombre? —inquirió acercándose a su banco, interrumpiendo el cotilleo que ella mantenía con aquel chico.

—Isabella.

—Bueno, Isabella, te agradecería que por favor me dejaras seguir con la clase. ¿Te parece?

—Claro, continúe. —Asintió desinteresadamente, luego volteó y siguió conversando con su acompañante como si nada.

Más risas se escucharon. Suspiró largamente, y se dispuso a seguir explicando a los que quisieran escuchar, sin preocuparse por el resto. Decidió que era mejor resignarse a que las siguientes semanas allí serían bastante complicadas.

***

Al cabo de unos días, eran menos lo que interrumpían y más los que prestaban atención; comenzaba a ganarse el respeto de la mayoría y la simpatía de algunos pocos. Obviamente, Isabella no se encontraba en ninguno de esos dos grupos. En cuanto así mismo, si comparaba con los meses anteriores, se encontraba mucho mejor: había dejado de beber, tenía de nuevo un trabajo, la paga no estaba mal y comenzaba hasta resultarle agradable el hecho de enseñar. Sin embargo, aquél vacío en su interior persistía, impidiéndole sentirse feliz. Todo el tiempo se preguntaba si alguna vez dejaría de sentirse así, pero sobre todo quería saber qué podría llenar el terrible hueco en el centro de su pecho.

Escuchó que alguien carraspeaba frente al escritorio, intentando atraer su atención. Levantó la vista de su cuaderno de seguimiento para encontrarse con Isabella. Se veía algo angustiada y molesta, pero además pudo percibir algo más en su expresión, algo que le hizo contener una risa: le resultaba humillante encontrarse ahí. Si bien en los últimos días no la veía hablando en clases, eso no significaba que la relación entre ellos hubiese mejorado. Intentó sonar serio cuando le preguntó qué necesitaba.

—Quería saber la nota de mi último examen —dijo, y Josh observó que retorcía sus manos con nerviosismo.

—Aquí está —avisó, rebuscando entre las hojas de su maletín—. Reprobaste.

—Me lo esperaba —bufó, recibiendo la hoja.

—Quizás si prestaras más atención en clase…

—No es por eso, jamás entendí esta materia. Incluso con el anterior profesor, siempre reprobaba. Sólo quedan dos exámenes y si no mejoro, perderé la materia.

—No tiene porqué ser así —comentó mirándola fijamente—. Sé que no nos llevamos de lo mejor, pero puedo intentar ayudarte. Un día de estos, a la salida —ofreció sin más. Por algún motivo, estaba casi seguro de que eso era lo que ella deseaba. La expresión aliviada en el rostro de Isabella le confirmó que hacía lo correcto, al fin y al cabo, era su deber como docente ayudarla.

—Podemos empezar hoy mismo. —Asintió, bajando la vista—. Gracias.

Se limitó a sonreírle de medio lado, sin responder más. Ese mismo día comenzaron las clases particulares en el pequeño departamento que Josh había comprado.

—¿Quieres algo de beber?

—Agua estaría bien.

—En seguida vuelvo.

Isabella paseó su vista, con disgusto, por todo el perímetro de la sala. Lo normal que cabría encontrar en el hogar de una persona, eran fotografías. Sin embargo, las paredes y los escasos muebles que había allí estaban desnudos de portarretratos.

—Entonces, ¿acabas de mudarte?

—No, en realidad llevo aquí casi un mes —respondió, colocando los vasos sobre la mesa—. ¿Tan mal se ve? —inquirió, sonriendo con diversión.

—Es absolutamente…deprimente —sentenció Isabella, con una mueca sobre sus finos labios—. No tienes fotografías. Cuando miro este lugar, no me dice nada de ti. Es como si no te perteneciera.

Fotografías, recuerdos; el pasado.

—No tuve demasiado tiempo de colocar alguna —replicó, e Isabella notó de inmediato como se tensaba—. Deberíamos comenzar.

Decidió no insistir en el tema, y ambos se dedicaron arduamente a la materia, sin obtener buenos resultados los primeros días, aunque con el paso de las semanas Josh observó una notable mejoría en Isabella, lo cual le provocó satisfacción y una cierta tristeza también, pues su relación también había tenido bastantes progresos. Sabía que cuando Isabella dominara completamente la materia, dejaría de verla tan seguido y eso irremediablemente le afectaba, aunque trataba de ahuyentar esos pensamientos siempre que asaltaban su mente, ya que le parecían inapropiados al insinuarle que quizás tenía algún interés en ella.

—Eh, ¿en qué piensas? —preguntó ella con aire burlón, arrojándole una bola de papel para que dejara de mirarla—. Terminé mi tarea hace quince minutos.

—Oh, bien, la corrijo de inmediato. —Carraspeó, intentando ocultar el rubor de sus mejillas. Y al cabo de unos minutos, volvió a informarle que todo estaba bien hecho.

—Estoy aburrida, deberíamos ir a la plaza, escuché que vino una feria que solo se quedará por esta semana.

—No lo sé, afuera va a llover en cualquier momento.

—¡Vamos! No pongas excusas. ¿Siempre te la pasas aquí encerrado?

—Claro que no—rebatió, pero la duda en su tono resultaba delatora.

—Ir al trabajo no cuenta. —Puso los ojos en blanco—. Lleva un paraguas, es agua, no ácido. —Aquel comentario le arrancó una sonrisa y por más que quiso, no pudo seguir negándose.

Sin embargo, al cabo de un rato no se arrepentía de haberle hecho caso a la chica, llevaba tanto tiempo sin salir a despejar su mente, normalmente pasaba horas absorto en su trabajo o encerrado en su habitación, intentando no asfixiarse con los recuerdos.

No recordaba la última vez que había sonreído tantas veces seguidas en un mismo día, su mente se mantenía libre de pensamientos negativos y que no sentía aquel vacío en su pecho. Las conversaciones tontas, las peleas efímeras y sin sentido, los comentarios irónicos de la muchacha y… su sonrisa; estando con Isabella, todo parecía ir bien para él. Quizás, a simple vista, no era clase de chica que podría haber llegado a ganarse su simpatía, pero a media que la conocía mejor, podía corroborar que ella no era como las demás chicas de su edad y que detrás de sus actitudes algo altaneras o cortantes, se escondía una noble…mujer. Sencillamente, no podía verla como a una adolescente. Había un leve atisbo en su mirada que le resultaba familiar, pues él mismo lo veía diariamente cuando se paraba frente al espejo: un atisbo de dolor en lo más profundo del alma. A juzgar por algunas cosas que le había mencionado sobre su familia, dedujo que su vida no había sido ni era fácil. Y deseó con todas sus fuerzas poder protegerla de lo que le hacía daño.

—Josh, en serio tienes que dejar de hacer eso —dijo ella, soltando un par de risitas nerviosas. Se encontraban sentados el uno al lado del otro en uno de los bancos de la plaza, descansando después de haber recorrido varios puestos.

—¿Hacer qué? —inquirió, regresando a la realidad.

—Observarme fijamente. Como ese día, en el tren.

—Lo siento, no quise incomodarte —se disculpó, arqueando ligeramente la comisura de sus labios, en un gesto que a Isabella le resultó irremediablemente seductor.

No se lo dijo, pero más que incomodarla, le atemorizaba que Josh la analizara de aquella manera, como si pudiera ver dentro de ella, descubrir sus secretos y aquello la hacía sentir frágil y expuesta. Pero también había algo más. Una sensación en la que prefería no pensar, aunque no pudo evitar hacerlo cuando las gotas comenzaron a caer y tuvo que tomarlo del brazo para que el paraguas los cubriera bien a ambos. Durante todo el trayecto se sintió aturdida por la notoria cercanía, y sin embargo le resultaba agradable y reconfortante a la vez.

Luego de ese día continuaron con sus clases particulares habitualmente, y en una ocasión, se quedaron hasta más tarde ya que el examen era al día siguiente. Josh se encontraba en la cocina, preparando un bocadillo para ambos. A pesar de haberlo intentado, Isabella no pudo eliminar aquella intriga que le producía el departamento de Josh, las paredes vacías y sus respuestas evasivas. Por lo cual aprovechó para escabullirse de la sala, sintiendo una opresión de culpabilidad en el pecho, que no lograba superar su curiosidad.

El departamento solo contaba con dos habitaciones, una de ellas tenía la puerta entreabierta y era la que ocupaba Josh, pues su cama y su ropa se encontraban allí, aunque le decía tanto de él como el resto del departamento. Cerró la puerta, decepcionada. Aguzó el oído, pero él parecía estar ocupado con la comida aún. Se aventuró en la segunda puerta, pero de inmediato notó que aquella habitación estaba en desuso, únicamente ocupada por algunas cajas que yacían en el suelo. Comenzó a abrirlas, procurando no desordenar demasiado el contenido, que, como sospechaba, eran fotografías. Algunas pocas de Josh cuando era un niño pequeño y adolescente, junto a un grupo de amigos, pero en la mayoría de las imágenes salía con una muchacha. Era de complexión física pequeña, cabello rubio y corto, unos bondadosos ojos castaños y una sonrisa deslumbrante. Sin saber bien porqué, una punzada de envidia le atenazó el pecho. ¿Quién era ella? ¿Por qué se sentía tan molesta? Más fotografías de ambos, o solo de ella. En otra caja encontró algunos sobres de cartón y, si bien le costó entender al principio, las etiquetas le indicaron de qué se trataban: ecografías.

Repentinamente, la fuerza pareció abandonar cada centímetro de su cuerpo, a medida que su mente encajaba las piezas de lo que acababa de ver. Tan absorta estaba en sus cavilaciones, que casi se le fue el alma a los pies cuando escuchó a Josh.

—¡¿Qué hiciste?! —Su voz desprendía tanto dolor, que pudo sentirlo en lo más profundo de su propio ser.

—Perdón —susurró, sin fuerzas. Él le arrebató las ecografías y volvió a colocarlas en su sitio, junto con las fotos, con tanto cuidado como si fueran a quebrarse en miles de pedazos ante la mínima provocación. Igual que él.

—Debes irte, Isabella —masculló, con la voz trémula, sin mirarla.

Ella nunca había sido una muchacha que dejara escapar las lágrimas fácilmente, pero sabía que si permanecía en aquel lugar por más tiempo perdería el control. Así que abandonó la habitación para recoger sus cosas lo más rápido que pudo y salió corriendo casi con desesperación del departamento, en medio de la oscuridad de la noche, con las lágrimas presionando detrás de sus ojos y la garganta estrangulada.

***

Al día siguiente tamborileaba con su bolígrafo sobre el escritorio, sin quitarle la vista de encima al pupitre vacío de Isabella. No podía evitar sentirse como una basura, y totalmente culpable por su ausencia. Tan duro se había esforzado, él estaba casi seguro de que aprobaría esta vez, y sin embargo ahora ella no estaba allí. No podía culparla, a él tampoco le hubiera dado la cara para mirarla a los ojos en medio de toda la clase. Si tan solo pudiera hablarle a solas…

Su vista se posó en aquel muchacho revoltoso con el cual Isabella parecía estar manteniendo un amorío. Ni siquiera sabía su nombre, y no le interesaba. Para suerte suya, una joven de cabello castaño, a la cual identificó como Samantha, se acercó a entregarle su examen. Varias veces la había visto junto a Isabella, en verdad esperaba que pudiese darle alguna información útil.

—Que tal, Samantha. ¿Te pareció difícil el examen? —preguntó al ver el semblante algo afligido de la chica.

—No tanto, en realidad. Aunque usted si es mucho más exigente que el señor Andrews, pero eso está bien, supongo —murmuró con timidez.

—Solo es cuestión de que entiendas el tema y estudies bien. Por cierto, ¿sabes por qué faltó Isabella? —Guardó la hoja en su maletín, fingiendo desinterés, pero cuando volvió a observar a Samantha, vio en sus ojos la misma preocupación que él sentía.

—No he hablado con ella desde ayer, tampoco responde su celular.

—Entiendo, gracias.

***

Cerró los ojos y recostó su cuerpo sobre el césped de aquel parque, disfrutando de la agradable brisa que acariciaba su rostro y se llevaba los finos hilos de humo que salían de sus labios. Le hizo un par de caladas su cigarrillo, y justo cuando estaba por terminarlo, escuchó los pasos de alguien acercándose en su dirección.

—Eh, sabía que estarías aquí —comentó el muchacho, tumbándose junto a ella—. ¿Por qué no fuiste hoy? Tuvimos el jodido examen.

—No me interesa esa mierda, Darren —respondió con brusquedad, encogiéndose de hombros.

—Creí que te importaba, por algo le pedías al viejo ese que te ayudara.

—Tiene veintitrés años, no es un viejo —masculló, frunciendo el ceño, sin entender por qué le molestaba aquel comentario.

—Ya, pero a todos los profesores se les dice “viejos”, es como una ley. —Soltó una risita seca al oírlo decir eso—. Creo que estaba preguntando por ti.

—¿A quién? —preguntó, quizás demasiado rápido.

—A Samantha, cuando le entregó su examen. No estoy seguro —dijo, pensativo; sin darse cuenta del interés que ella sentía—. ¿Damos una vuelta?

Una de las cosas que más amaba de Darren, era su gusto por la música de The Beatles. Ambos podían pasarse horas escuchando y cantando canciones de aquella banda en el auto. Fuera de eso, no tenía demasiadas cosas para nombrar de él que le atrajeran, quizás ni siquiera estaba enamorada de él, pero le daba igual. Era agradable pasar algún tiempo con Darren, aunque claro, nunca dejó que ni él ni los otros chicos con los que había estado se acercaran demasiado a ella. Durante mucho tiempo pensó que era lo mejor, y que lo estaba logrando, pero ahora no se sentía tan segura. No después de descubrir ese extraño cosquilleo que a veces nacía desde el centro de su pecho y recorría su piel, como le había ocurrido algunas veces al sentir la mano de Josh rozando accidentalmente la suya, o al verlo sonriendo; sonriéndole a ella.

—Te ves algo decaída —observó Darren, encendiendo también un cigarrillo.

—Estoy bien —replicó, evasiva, y continuó tarareando la melodía de Hard Day’s Night.

—Te tengo una sorpresa, de seguro te sube el ánimo.

—¿Ah, sí? ¿Qué es? —interrogó, divertida.

A modo de respuesta, él sacó una tarjeta Visa de su bolsillo, dejándola totalmente desconcertada.

—¿Recuerdas que iríamos a lo de Brandon esta noche? Bueno, pensé que podríamos volver temprano. Hice una reservación en el Blue Moon —dijo, curvando una sonrisa picaresca en su rostro.

—Oh, vaya. Tú sí que sabes como ser romántico —aseveró, mirándolo asqueada.

—¿Qué carajos te pasa? Es el mejor motel de la ciudad, ¿tienes idea de lo que me costó conseguir la Visa?

—Lo siento, tienes razón porque nada mejor que un buen polvo para hacerme feliz, ¿cierto? —masculló, riendo cínicamente—. Aún es temprano, puedes buscarte alguna zorra para que te haga compañía en esa habitación.

—Oh, no seas dramática —resopló, cuando ella comenzó a bajar del vehículo—. ¡Isabella!

—Vete a la mierda, Darren —le espetó, sin siquiera voltear a verlo.

Llevaba recorridos un par de metros en la acera cuando escuchó el coche de Darren alejándose. Era más que obvio: ahora él sabía que no se la llevaría a la cama, no iba a volver por ella. Ni siquiera se permitió ponerse mal por aquello, de nuevo las paredes que mantenían el dolor fuera de su ser se levantaron, aunque no sabía cuanto durarían esta vez sin derrumbarse.

***

Cuando el timbre sonó marcando el fin de la jornada, Josh hizo su mejor esfuerzo por no salir disparado hacia la puerta, aunque aquel cosquilleo de ansiedad que le recorría las entrañas provocó que su paso se acelerara más de lo normal, al igual que los latidos de su corazón. Miró la hora y aún faltaban varios minutos para que pasara el tren que lo llevaría de regreso, sin embargo deseaba más que nada llegar a la parada; tenía la vaga esperanza de que la encontraría allí.

Le resultaba extraño, casi inquietante, lo rápido que se había encariñado con Isabella, por más que le costara admitirlo. Lo último que hubiera deseado fue que saliera corriendo de su departamento en medio de la noche, ella no tenía la culpa de que su pasado le resultara espantosamente doloroso. Quería verla, quería hablarle, quería explicarle. Y ahí estaba, esperando a que llegara el tren que la llevaría de regreso.

Permanecía sentada con las piernas flexionadas sobre la única banca que había, el mentón sobre las rodillas y el semblante ausente, que cambió a uno alarmado en cuanto lo vio.

—Isabella —musitó, sentándose a su lado.

—No estoy de humor para un sermón por mi ausencia de hoy —advirtió, y su voz ni siquiera sonaba altanera, lo cual le preocupó aún más.

—Podemos hablar de eso después —dijo él—. Yo…quería disculparme por lo que pasó anoche.

—Está bien. Yo tuve la culpa por entrometerme en cosas que no me incumbían.

—De cualquier forma, no hiciste algo tan malo. No merecías que reaccionara así. —Un corto silencio le dio ánimos para seguir—. ¿Querías saber quién era ella?

—Sí —admitió, con un leve rubor en las mejillas.

—Se llamaba Mercy, la conocí en mi primer año de preparatoria. Quizás lo que voy a decir ahora suene demasiado trillado y cursi, pero ella lo era todo para mí. Todo. Durante toda mi vida estuve solo, no quiero decir que fuera huérfano, tenía a mis padres pero ellos eran personas frívolas y materialistas. No crecí en un hogar lleno de amor, sino rodeado de hipocresía y engaños. Tampoco tenía hermanos, y mis “amigos” no me llevaban precisamente por los mejores caminos, no podía contar con ellos para nada. La vida no tenía sentido alguno para mí, lo tenía todo pero me faltaba lo más importante y cuando ella y su familia llegaron a la ciudad, supe que lo había encontrado. Estuvimos juntos desde entonces, y yo no podía creer que tantas cosas buenas me estuviesen pasando a mí… entonces sucedió. Regresábamos de unos de sus chequeos mensuales y chocamos contra otro auto que cruzó en rojo. Creen que el tipo estaba ebrio, murió en el acto. En cuanto a nosotros, yo solo me fracturé un brazo, pero Mercy sufrió fuertes contusiones en la cabeza y murió después de agonizar dos días. Tenía cinco meses de embarazo. —Hizo una breve pausa, pues se le había quebrado la voz—. Después de eso me perdí por completo, comencé a beber como no lo hacía desde que era un adolescente, me pasaba todo el día en ese estado para amortiguar el dolor. Incluso perdí mi trabajo, el cual conseguí apenas me gradué, lo eché todo a perder y solo conseguí llenarme de deudas, por lo cual tuve que vender mi auto y finalmente mi antigua casa. Venir aquí fue como un borrón y cuenta nueva para mí, aunque no me siento completamente listo para comenzar otra vez —finalizó su relato, con la vista difusa y cuando miró los ojos de Isabella, vio que los tenía llenos de lágrimas también, algunas de las cuales se derramaba por sus pálidas mejillas.

—Lo siento mucho, Josh —murmuró, mientras él le secaba el rostro con sus pulgares—. Me gustaría poder ayudarte, ayudarte a seguir adelante.

—¿Por qué?

—No estoy segura —balbuceó, buscando coraje para expulsar las siguientes palabras—: Creo que me enamoré de ti. Debes pensar que soy una colegiala tonta.

Una risita sincera escapó de los labios de Josh, a la vez que tomaba su mentón con ternura obligándola a mirarlo a pesar del notorio rubor en sus mejillas.

—Nunca pensaría eso de ti, ¿me oyes? —La rodeó con sus brazos, casi apegándola a su pecho—. Te quiero, Isabella.

Sintió sus ojos humedeciéndose de nuevo al oírlo decir eso. Quiso abrir los labios para preguntar qué clase de amor podía sentir él por ella, y como respuesta recibió un cálido beso que logró estremecer cada parte de su ser, como nunca antes. Y con eso, Josh supo que sería suficiente para hacerle entender que quería que se quedara en su vida. Isabella era totalmente diferente a él, tenía una enorme fortaleza para disfrutar la vida a pesar del dolor, y eso era justo lo que él necesitaba. Debía aprender de ella.

Aquel beso era la prueba que estaba dispuesto a comenzar de nuevo, esta vez sí, pero solo si era al lado de Isabella


Última edición por Patu {#} el Sáb 27 Oct 2012, 11:10 am, editado 2 veces
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La última parada │Josh Hutcherson│ Empty Re: La última parada │Josh Hutcherson│

Mensaje por Jaeger. Sáb 27 Oct 2012, 12:38 am

NOOOOOOOOOOOO. NOOOOOOOOOOOOOO Patricia. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ES HERMOSA ASDNJASKLASKÑNLASDASASKDDKASL LA AME, LA AME ENSERIO! Isabella tiene mi personalidad de mierda, mi temperamento, caracter, todo! Es que es todo tan asd.asdjasdaskdjasdjaskldas Puta madre, a mi tambien me va para la mierda en economia xd pero tengo a una vieja forra, no a un sexy profesor como Josh :$ Me muero blda, es que me senti tan mal cuando el conto sobre lo que le habia pasado con Mercy y su hijo, como habia sido su vida antes de conocerla, casi me largo a llorar nena xd E Isabella! Es igual que yo blda xd la hiciste perfecta, porque incluso ame cuando lo trato mal a Josh cuando se conocieron y el resto de la novelaxd o cuando mando a la mierda a Darren! Quien por cierto se lo merecia e.e
Y vos decias que no me emocione.... ¡Y ES HERMOSO! Lo volvere a leer(? Debo hacerlo! Encima Josh dijo que me queria :$ Si cariño, se que es asi (?)

GRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAACIAS por el hermoso shot Patu, fue un gran regalo de cumpleaños atrasado (?) :(L): kcdasdjaskdkasn te quiero puta :(L): Gracias enserio :')


Última edición por Jaeger. el Lun 28 Jun 2021, 2:46 am, editado 1 vez
Jaeger.
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Mensaje por Patu Sáb 27 Oct 2012, 12:56 am

.Anyway. escribió:
NOOOOOOOOOOOO que hija de puta. NOOOOOOOOOOOOOO Patricia. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ES HERMOSA ASDNJASKLASKÑNLASDASASKDDKASL LA AME, LA AME ENSERIO! Isabella tiene mi personalidad de mierda, mi temperamento, caracter, todo! Es que es todo tan asd.asdjasdaskdjasdjaskldas Puta madre, a mi tambien me va para la mierda en economia xd pero tengo a una vieja forra, no a un sexy profesor como Josh :$ Me muero blda, es que me senti tan mal cuando el conto sobre lo que le habia pasado con Mercy y su hijo, como habia sido su vida antes de conocerla, casi me largo a llorar nena xd E Isabella! Es igual que yo blda xd la hiciste perfecta, porque incluso ame cuando lo trato mal a Josh cuando se conocieron y el resto de la novelaxd o cuando mando a la mierda a Darren! Quien por cierto se lo merecia e.e
Y vos decias que no me emocione.... ¡Y ES HERMOSO! Lo volvere a leer(? Debo hacerlo! Encima Josh dijo que me queria :$ Si cariño, se que es asi (?)

GRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAACIAS por el hermoso shot Patu, fue un gran regalo de cumpleaños atrasado (?) :(L): kcdasdjaskdkasn te quiero puta :(L): Gracias enserio :')

ajskdfjsdkfjdsfs a mí me daba no sé que cuando la escribia xD será porque llevaba mucho tiempo sin escribir historias y si economía es una mierda D; ya nos tocará un profesor como Josh, algun dia creepygusta (? y menos mal que la saqué parecida a vos a Isabella, era la idea para que fuera todo mas real :3 askfjsdkds bueno más que feliz de que te gustara a vos, ese era el objetivo y bueno para tu proximo cumple recién escribo otro JAJAJAJA (? ok no ._. bueno, capaz que si xD soy re vaga :3 te quiero más, forra <3
Patu
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Mensaje por Sweet Flair Sáb 27 Oct 2012, 9:31 pm

shdfsdhahdasfgfdsghafsaghdfsadjsahdas mija joder :c escribes hermoso, creo que te lo he dicho en más de una ocasión y esta no es la excepción :cc porque me encantó c: porque está hermosísima C: y fue tan *0* no sé cómo expresarlo u.ú pero me gustaría tener un profesor así :ccc y me dio mucha pena la historia del Josh u.ú aunque me quedé con ganas de saber más de la Isabella >-< y por cierto amé su actitud de chica ruda*0* eran tan fuerte la mija a pesar de todo c: así que te felicito por que fue un maravilloso trabajo c:
Sweet Flair
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Mensaje por Nico. Sáb 03 Nov 2012, 10:41 pm

PATRIIIIIIIIIIICIAAAAAAA
asdiowajdoijwaoid Dios, aburrete de escribir tan perfecto:c sidjoiwjoijodijqwoij eres demasiado genial para escribir, y para todo, Dios
Amé la actitud ruda de ISabella (kande) asijdoiwjeoij es tan demaiado genialosa ella (insisto que me recordaba demasiado a Kande asodow) asijdoiajdojjaoiwd Adoro cuando mandó a la chucha a Darren y a Josh al principio, ajajaj yo también lo había mandado a la chucha (en verdad no, soy demasiado timida, me había quedado callada:c) asdoiwjdioa adoré la relacion de profesor alumna, adoro las relaciones con diferencias de edad muy grandes, son hermosas:c
En serio linda, escribes tan hermoso <3 te mereces un jumbito (? saidjowijojd te adoro linda, besitosc:
Nico.
Nico.


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Mensaje por Steph Gómez Dom 04 Nov 2012, 9:37 am

Estuvo buenísimo, me atrapó y no podía dejar de leerlo.
Escribes de maravilla:)
Un beso. Anonymous.
Steph Gómez
Steph Gómez


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Mensaje por Nina_PinkGirl Vie 09 Nov 2012, 5:26 pm

Lo ame, no sabes cuanto lo ame, la personalidad de Isabella fue tan fucking genial y el tierno y pobre de Josh, con todo lo que le paso...pero bueno, por suerte se dio una oportunidad con Izzy a pesar de que fuera su alumna (ojala asi me pasara con mi sexy profe de educacion fisica...okno xd, ¿ves lo que me haces desear con tu escritura tan perfectamente emotiva? jeje)

Escribis re bien Patu!
TKM!

Nina_PinkGirl
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