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El regalo (ADAPTADA) [Louis Tomlinson y tú]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El regalo (ADAPTADA) [Louis Tomlinson y tú]
CAPITULO 10
Temblando de pies a cabeza, se puso el camisón y se metió en la cama, mareada. Permaneció tendida en la oscuridad, en la misma habitación que Claudia, pensando en lo que había ocurrido. Intentó tranquilizarse diciéndose que tal vez aquello era el inicio de una relación importante en su vida, pero no estaba segura de lo que significaba, ni de si Zayn se lo había tomado en serio. Incluso tuvo la suficiente lucidez para dudar de que él creyera realmente en todo lo que había dicho. Esperaba que fuera sincero, pero había oído historias de otras chicas que habían llegado hasta el final y luego los chicos las habían dejado. Sin embargo, Zayn no la había obligado a hacer nada; y eso le daba miedo. Ella quería hacerlo, y eso era lo que más la sorprendía. Ella quería hacer el amor con Zayn. Una vez él empezó a tocarla, ella lo deseó. Y ahora ni siquiera se arrepentía, sólo temía por lo que podía pasar. Permaneció tendida en la cama durante horas, aterrorizada, rogando no haber quedado embarazada.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, su madre le preguntó si lo había pasado bien, y ella respondió que sí. Lo curioso era que nadie parecía sospechar nada; a juzgar por cómo se sentía, ____ esperaba que todo el mundo se diera cuenta de que ahora era una persona distinta. Era una mujer adulta, lo había hecho, y estaba enamorada del chico más maravilloso del colegio. Le resultaba absolutamente increíble que nadie reparara en ello.
Niall estaba de mal humor. Claudia se peleó con su madre por algo que había hecho la noche anterior. Su padre se había ido al taller aunque era sábado, y su madre dijo que tenía dolor de cabeza. Cada uno tenía su vida y nadie observó que ____ se había transformado de gusano en mariposa y había sido la Cenicienta del Príncipe. Pasó todo el fin de semana flotando en las nubes, pero el lunes aterrizó de golpe al ver a Zayn entrar en el colegio abrazado a Nataly O'Connor. A mediodía todo el mundo había oído ya el cuento. Nataly y él se habían peleado y luego se habían reconciliado porque alguien le había dicho que Zayn había salido con otra chica durante el fin de semana, y Nataly no estaba dispuesta a permitirlo. Nadie parecía saber de quién se trataba pero sabían que Nataly se había puesto furiosa. Sin embargo, el domingo habían solventado sus diferencias y volvían a salir en serio. ____ sintió que se le caía el alma a los pies y no se encontró con Zayn hasta el miércoles, cuando él se mostró muy amable y se detuvo a hablarle. ____, al verlo, intentó concentrarse en lo que estaba metiendo en su taquilla. Esperaba que pasara de largo, pero él llevaba días intentando hablar con ella y se alegró de haberla encontrado.
—¿Podemos ir a algún sitio para hablar? —preguntó con voz queda, llena de atractivo y emoción.
—No puedo. Lo siento. Voy a llegar tarde a gimnasia. Quizá más tarde.
—No me vengas con ésas. —La cogió del brazo—. Mira, siento lo ocurrido. Mi intención era buena, de verdad. No lo hubiera hecho si no hubiera creído que… Lo siento. Nataly está loca, pero llevamos mucho tiempo juntos. No pretendía hacerte daño.
____ casi se echó a llorar al comprobar su sinceridad. ¿Por qué encima tenía que ser buen chico? Pero hubiera sido peor de no serlo.
—No te preocupes, estoy bien.
—No, no lo estás —dijo él, disgustado, con un profundo sentimiento de culpa.
—Sí lo estoy —insistió ella, pero de repente se le anegaron los ojos en lágrimas y deseó que todo hubiera ocurrido de otra manera—. Mira, será mejor que lo olvides.
—Pero recuerda que estaré aquí si me necesitas.
____ se preguntó por qué decía aquello. Pasó todo el mes siguiente tratando de olvidarlo, pero se lo encontraba en los pasillos, en la puerta del gimnasio y en todas partes. De pronto parecía imposible evitarlo.
A primeros de mayo, un mes y medio después de que hiciera el amor con ____, Nataly y él anunciaron que se habían prometido y que iban a casarse en julio, cuando terminara el curso. Y ____ descubrió que estaba embarazada.
Sólo se le había retrasado dos semanas, pero había empezado a vomitar asiduamente y notaba algo distinto en su cuerpo. Repentinamente, los pechos se le pusieron enormes y muy sensibles, la cintura se le ensanchó de un día para otro y sentía náuseas a todas horas del día. Le parecía increíble que su cuerpo pudiera cambiar tanto y tan rápidamente. Pero cada mañana, mientras vomitaba en la taza del váter, rezando para que no la oyera nadie, sabía que no podría esconderlo eternamente.
No sabía qué hacer, a quién decírselo ni a dónde dirigirse, y no quería decírselo a Zayn. Finalmente, a finales de mayo, fue al médico de su madre y le suplicó que no se lo dijera a sus padres. Lloró tanto que el médico accedió, de mala gana, y confirmó que estaba embarazada. Calculaba que estaba exactamente de dos meses. Así quedaba desmentida la afirmación de Zayn: era evidente que sí podía quedarse embarazada «sólo por una vez». Se preguntó si Zayn le habría mentido a propósito o simplemente ignoraba que aquello podía ocurrir. Quizá las dos cosas. Desde luego, era la suerte del principiante. Estaba sentada en la camilla, aferrando el extremo de la sábana y llorando, cuando el médico le preguntó qué iba a hacer.
—¿Sabes quién es el padre del niño? —preguntó. Aquella pregunta la sorprendió e incluso la ofendió.
—Naturalmente —dijo, humillada y dolida. Aquella situación no tenía fácil solución.
—¿Está dispuesto a casarse contigo?
Ella negó con la cabeza. Su cabello pelirrojo parecía una llamarada; sus ojos, un verde mar. Todavía no había asimilado del todo el alcance de la confirmación de su estado, pero la perspectiva de obligar a Zayn a casarse, si es que lo conseguía, resultada tentadora.
—Sale con otra —dijo con voz ronca.
—Puede que cambie de planes, dadas las circunstancias. No sería el primero. —El médico sonrió entristecido. Le daba lástima aquella muchacha. Parecía buena chica y sin duda aquello le iba a cambiar la vida.
—No cambiará de planes —replicó ____ en voz baja. Había sido la típica aventura de una noche, con una desconocida, aunque Zayn había dicho que contara con él si lo necesitaba. Pues ahora lo necesitaba. Sin embargo, aquello no significaba que estuviese dispuesto a casarse con ella sólo porque la había dejado embarazada.
—¿Qué le dirás a tus padres, ____? —preguntó el médico. Ella cerró los ojos, abrumada por el terror que le producía sólo pensar en aquello.
—No lo sé aún.
—¿Quieres que te acompañe en el momento de decírselo ?
Era muy amable, pero ____ no se imaginaba al médico diciéndolo por ella. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a esa situación por sí misma.
—¿Y… no podría deshacerme de él? —preguntó con valentía. No estaba muy segura de cómo se hacía, pero sabía que algunas mujeres «se deshacían» de los niños que esperaban. Una vez oyó a su madre y a su tía hablar de «abortar». Su madre dijo que la mujer casi había muerto, pero ____ prefería aquello antes que enfrentarse a su padre.
El médico frunció el ceño.
—Eso es caro, peligroso e ilegal. Y no quiero volver a oír una palabra sobre el tema, jovencita. A tu edad, la solución más sencilla es tener el niño y entregarlo en adopción. Eso hace la mayoría de las chicas de tu edad. Lo tendrás en diciembre. Podrías ir a la residencia de las Hermanas de la Caridad en cuanto empiece a notársete y quedarte allí hasta que lo tengas.
—¿Quiere decir regalarlo? —Parecía muy sencillo, pero ella sospechaba que era más complicado de lo que aparentaba, que el médico no se lo estaba contando todo.
—Exacto —dijo él, compadeciéndose de ella. Era una chica muy joven e ingenua, pero tenía el cuerpo de una mujer adulta y ahí estaba la raíz de sus problemas—. No tendrás que ocultarlo hasta dentro de un tiempo. Seguramente no empezará a notársete hasta julio o agosto, a lo mejor incluso más tarde, pero tienes que decírselo a tus padres.
____ asintió con la cabeza, aturdida. ¿Qué podía decirles? ¿Que se había acostado con un chico en el asiento de su coche la noche del baile y que él no quería casarse con ella? Era posible que su madre hasta quisiera quedarse el niño. No podía imaginarse la escena mientras se vestía y salía de la consulta. El médico había prometido no decir nada hasta que ____ hablara con ellos, y ella le creyó.
~~~~~~~~~~
Temblando de pies a cabeza, se puso el camisón y se metió en la cama, mareada. Permaneció tendida en la oscuridad, en la misma habitación que Claudia, pensando en lo que había ocurrido. Intentó tranquilizarse diciéndose que tal vez aquello era el inicio de una relación importante en su vida, pero no estaba segura de lo que significaba, ni de si Zayn se lo había tomado en serio. Incluso tuvo la suficiente lucidez para dudar de que él creyera realmente en todo lo que había dicho. Esperaba que fuera sincero, pero había oído historias de otras chicas que habían llegado hasta el final y luego los chicos las habían dejado. Sin embargo, Zayn no la había obligado a hacer nada; y eso le daba miedo. Ella quería hacerlo, y eso era lo que más la sorprendía. Ella quería hacer el amor con Zayn. Una vez él empezó a tocarla, ella lo deseó. Y ahora ni siquiera se arrepentía, sólo temía por lo que podía pasar. Permaneció tendida en la cama durante horas, aterrorizada, rogando no haber quedado embarazada.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, su madre le preguntó si lo había pasado bien, y ella respondió que sí. Lo curioso era que nadie parecía sospechar nada; a juzgar por cómo se sentía, ____ esperaba que todo el mundo se diera cuenta de que ahora era una persona distinta. Era una mujer adulta, lo había hecho, y estaba enamorada del chico más maravilloso del colegio. Le resultaba absolutamente increíble que nadie reparara en ello.
Niall estaba de mal humor. Claudia se peleó con su madre por algo que había hecho la noche anterior. Su padre se había ido al taller aunque era sábado, y su madre dijo que tenía dolor de cabeza. Cada uno tenía su vida y nadie observó que ____ se había transformado de gusano en mariposa y había sido la Cenicienta del Príncipe. Pasó todo el fin de semana flotando en las nubes, pero el lunes aterrizó de golpe al ver a Zayn entrar en el colegio abrazado a Nataly O'Connor. A mediodía todo el mundo había oído ya el cuento. Nataly y él se habían peleado y luego se habían reconciliado porque alguien le había dicho que Zayn había salido con otra chica durante el fin de semana, y Nataly no estaba dispuesta a permitirlo. Nadie parecía saber de quién se trataba pero sabían que Nataly se había puesto furiosa. Sin embargo, el domingo habían solventado sus diferencias y volvían a salir en serio. ____ sintió que se le caía el alma a los pies y no se encontró con Zayn hasta el miércoles, cuando él se mostró muy amable y se detuvo a hablarle. ____, al verlo, intentó concentrarse en lo que estaba metiendo en su taquilla. Esperaba que pasara de largo, pero él llevaba días intentando hablar con ella y se alegró de haberla encontrado.
—¿Podemos ir a algún sitio para hablar? —preguntó con voz queda, llena de atractivo y emoción.
—No puedo. Lo siento. Voy a llegar tarde a gimnasia. Quizá más tarde.
—No me vengas con ésas. —La cogió del brazo—. Mira, siento lo ocurrido. Mi intención era buena, de verdad. No lo hubiera hecho si no hubiera creído que… Lo siento. Nataly está loca, pero llevamos mucho tiempo juntos. No pretendía hacerte daño.
____ casi se echó a llorar al comprobar su sinceridad. ¿Por qué encima tenía que ser buen chico? Pero hubiera sido peor de no serlo.
—No te preocupes, estoy bien.
—No, no lo estás —dijo él, disgustado, con un profundo sentimiento de culpa.
—Sí lo estoy —insistió ella, pero de repente se le anegaron los ojos en lágrimas y deseó que todo hubiera ocurrido de otra manera—. Mira, será mejor que lo olvides.
—Pero recuerda que estaré aquí si me necesitas.
____ se preguntó por qué decía aquello. Pasó todo el mes siguiente tratando de olvidarlo, pero se lo encontraba en los pasillos, en la puerta del gimnasio y en todas partes. De pronto parecía imposible evitarlo.
A primeros de mayo, un mes y medio después de que hiciera el amor con ____, Nataly y él anunciaron que se habían prometido y que iban a casarse en julio, cuando terminara el curso. Y ____ descubrió que estaba embarazada.
Sólo se le había retrasado dos semanas, pero había empezado a vomitar asiduamente y notaba algo distinto en su cuerpo. Repentinamente, los pechos se le pusieron enormes y muy sensibles, la cintura se le ensanchó de un día para otro y sentía náuseas a todas horas del día. Le parecía increíble que su cuerpo pudiera cambiar tanto y tan rápidamente. Pero cada mañana, mientras vomitaba en la taza del váter, rezando para que no la oyera nadie, sabía que no podría esconderlo eternamente.
No sabía qué hacer, a quién decírselo ni a dónde dirigirse, y no quería decírselo a Zayn. Finalmente, a finales de mayo, fue al médico de su madre y le suplicó que no se lo dijera a sus padres. Lloró tanto que el médico accedió, de mala gana, y confirmó que estaba embarazada. Calculaba que estaba exactamente de dos meses. Así quedaba desmentida la afirmación de Zayn: era evidente que sí podía quedarse embarazada «sólo por una vez». Se preguntó si Zayn le habría mentido a propósito o simplemente ignoraba que aquello podía ocurrir. Quizá las dos cosas. Desde luego, era la suerte del principiante. Estaba sentada en la camilla, aferrando el extremo de la sábana y llorando, cuando el médico le preguntó qué iba a hacer.
—¿Sabes quién es el padre del niño? —preguntó. Aquella pregunta la sorprendió e incluso la ofendió.
—Naturalmente —dijo, humillada y dolida. Aquella situación no tenía fácil solución.
—¿Está dispuesto a casarse contigo?
Ella negó con la cabeza. Su cabello pelirrojo parecía una llamarada; sus ojos, un verde mar. Todavía no había asimilado del todo el alcance de la confirmación de su estado, pero la perspectiva de obligar a Zayn a casarse, si es que lo conseguía, resultada tentadora.
—Sale con otra —dijo con voz ronca.
—Puede que cambie de planes, dadas las circunstancias. No sería el primero. —El médico sonrió entristecido. Le daba lástima aquella muchacha. Parecía buena chica y sin duda aquello le iba a cambiar la vida.
—No cambiará de planes —replicó ____ en voz baja. Había sido la típica aventura de una noche, con una desconocida, aunque Zayn había dicho que contara con él si lo necesitaba. Pues ahora lo necesitaba. Sin embargo, aquello no significaba que estuviese dispuesto a casarse con ella sólo porque la había dejado embarazada.
—¿Qué le dirás a tus padres, ____? —preguntó el médico. Ella cerró los ojos, abrumada por el terror que le producía sólo pensar en aquello.
—No lo sé aún.
—¿Quieres que te acompañe en el momento de decírselo ?
Era muy amable, pero ____ no se imaginaba al médico diciéndolo por ella. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a esa situación por sí misma.
—¿Y… no podría deshacerme de él? —preguntó con valentía. No estaba muy segura de cómo se hacía, pero sabía que algunas mujeres «se deshacían» de los niños que esperaban. Una vez oyó a su madre y a su tía hablar de «abortar». Su madre dijo que la mujer casi había muerto, pero ____ prefería aquello antes que enfrentarse a su padre.
El médico frunció el ceño.
—Eso es caro, peligroso e ilegal. Y no quiero volver a oír una palabra sobre el tema, jovencita. A tu edad, la solución más sencilla es tener el niño y entregarlo en adopción. Eso hace la mayoría de las chicas de tu edad. Lo tendrás en diciembre. Podrías ir a la residencia de las Hermanas de la Caridad en cuanto empiece a notársete y quedarte allí hasta que lo tengas.
—¿Quiere decir regalarlo? —Parecía muy sencillo, pero ella sospechaba que era más complicado de lo que aparentaba, que el médico no se lo estaba contando todo.
—Exacto —dijo él, compadeciéndose de ella. Era una chica muy joven e ingenua, pero tenía el cuerpo de una mujer adulta y ahí estaba la raíz de sus problemas—. No tendrás que ocultarlo hasta dentro de un tiempo. Seguramente no empezará a notársete hasta julio o agosto, a lo mejor incluso más tarde, pero tienes que decírselo a tus padres.
____ asintió con la cabeza, aturdida. ¿Qué podía decirles? ¿Que se había acostado con un chico en el asiento de su coche la noche del baile y que él no quería casarse con ella? Era posible que su madre hasta quisiera quedarse el niño. No podía imaginarse la escena mientras se vestía y salía de la consulta. El médico había prometido no decir nada hasta que ____ hablara con ellos, y ella le creyó.
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BooBearGirl♥
Re: El regalo (ADAPTADA) [Louis Tomlinson y tú]
CAPITULO 11
Esa tarde buscó a Zayn en el colegio. Faltaban dos semanas para terminar el curso y sabía que no debía presionarlo en aquel momento. Era tanto culpa de ella como de él, o eso pensaba, pero no podía olvidar lo que Zayn le había dicho.
Cuando se encontraron, pasearon por el patio del colegio y terminaron en el banco de detrás del gimnasio, donde se habían conocido la noche de la fiesta, y entonces se lo dijo.
—¡Mierda! ¡No es posible! —Exhaló un largo suspiro. Parecía muy disgustado.
—Es verdad. Lo siento, Zayn. Ni siquiera sé por qué te lo he dicho. Supongo que tendrías que saberlo.
El asintió con la cabeza, incapaz de decir nada de momento.
—Me voy a casar dentro de un mes y medio. Nataly me matará si se entera. Le dije que todo lo que había oído de ti eran mentiras y rumores.
—¿Qué había oído? —____ sentía curiosidad.
—Que aquella noche me fui contigo. Todos los que nos vieron en Mac Donalds le fueron con el cuento. Habíamos roto, no había problema. Le dije, que no era nada serio, que no quería decir nada.
Le dolió oírlo. A Zayn le importaba Nataly, no ella.
—¿Y significó algo para ti? —preguntó ____ con amarga ironía. Quería saberlo; ahora tenía derecho, iba a tener un hijo de él.
Zayn la miró con aire pensativo por unos instantes y luego hizo un gesto de asentimiento.
—Sí, en ese momento significaba algo. Quizá no tanto como debería, pero algo sí. Me pareciste fantástica. Pero luego Nataly me persiguió todo el fin de semana. Dijo que la trataba fatal, que la engañaba y que después de tres años se merecía algo más, así que le dije que me casaría con ella cuando terminara el curso.
—¿Es eso lo que quieres? —preguntó ____ mirándolo fijamente en tanto se preguntaba qué clase de persona era, qué quería realmente. Estaba convencida de que Nataly no lo satisfaría pero dudaba de que él lo supiese.
—No sé lo que quiero. Pero sí sé que no quiero tener un hijo.
—Yo tampoco. ____ estaba segura de ello. No sabía si con el tiempo querría tener hijos, pero en aquel momento desde luego que no, y menos de él. Por muy guapo que fuera, Zayn no la quería. Y ella no deseaba verse obligada a casarse con él, aunque él hubiese estado dispuesto a hacerlo. No quería casarse con un hombre que mintiera sobre ella, que fingiera no haber salido nunca con ella, no sentir interés siquiera. Quería casarse con alguien que estuviera orgulloso de amarla y de tener un hijo con ella, no con alguien que tuviera que ser obligado a pasar por la vicaría a toda prisa.
—¿Por qué no te deshaces de él? —sugirió Zayn quedamente. ____ lo miró con expresión entristecida.
—¿Quieres decir que lo dé? —Eso es lo que pensaba hacer y lo que había sugerido el médico.
—No. Quiero decir que abortes. Conozco a una chica de último curso que abortó el año pasado. Podría preguntar. A lo mejor podría conseguir dinero; es carísimo.
—No, no quiero. —El médico la había convencido de no seguir por ese camino. Y la idea tampoco acababa de gustarle; pese a lo poco que sabía, le daba la impresión de que deshacerse del niño podía ser un asesinato.
—¿Vas a quedártelo? —preguntó él, aterrado. ¿Qué diría Nataly? Lo mataría.
—No. Voy a entregarlo en adopción. —Lo había pensado mucho y parecía la única solución—. El médico me ha dicho que puedo trasladarme a una residencia de monjas en cuanto se me empiece a notar. Cuando lo tenga, las monjas se lo quedarán y se encargarán de que lo adopte alguien. —Se volvió hacia él y le hizo una extraña pregunta—: ¿Te gustaría verlo?
Zayn negó con la cabeza y le volvió la espalda. No le gustaba nada la sensación de incapacidad, miedo e ira que sentía. Sabía que no se estaba comportando como debía con ella, pero no tenía la valentía para encarar el problema, y no quería perder a Nataly.
—Lo siento, ____. Admito que soy un tunante.
Ella quería decirle que lo era, pero no podía. Quería decirle que lo comprendía, pero tampoco podía, porque no era cierto. No entendía nada: qué les había ocurrido, por qué lo habían hecho, por qué se había quedado embarazada, por qué Zayn se iba a casar con Nataly mientras ella tendría que recluirse con las monjas para tener un hijo de él. Todo era descabellado.
Permanecieron sentados un rato en silencio. Luego Zayn se marchó y ____ supo que no volvería a hablar con él.
Sólo lo vio una vez más, el día anterior al fin de curso, y Zayn no le dirigió la palabra. La miró y se volvió. ____ cruzó el patio sola, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, pensando que no quería tener un hijo de Zayn. Era una situación injusta y ella cada día se encontraba peor. La semana siguiente a que terminaran las clases, estaba un día arrodillada delante de la taza del váter, vomitando violentamente, cuando entró su hermano, pues ____ se había olvidado de echar el pestillo de la puerta.
—Perdona. ¡Ostras! ¿Te encuentras mal? —Niall se compadeció de ella, pero un instante después empezó a sospechar y, al ver la manera en que vomitaba, quedó convencido—. ¡Ostras, estás embarazada! —Era una afirmación, no una pregunta.
____ permaneció inmóvil largo rato, con la cabeza apoyada en la taza del váter, hasta que por fin se levantó. Su hermano seguía mirándola con expresión desprovista de compasión, sólo llena de recriminaciones.
—Papá te matará.
—¿Por qué estás tan seguro de que estoy embarazada? —Intentó mostrarse descarada, pero su hermano la conocía bien.
—¿De quién es?
—¿A ti qué te importa? —replicó ____ sintiendo una nueva oleada de náuseas, esta vez debida a los nervios y al terror.
—Más vale que le digas que vaya preparando el traje de los domingos o que eche a correr. Papá le cortará la cabeza si no se casa contigo.
—Gracias por el consejo —dijo, y salió lentamente del cuarto de baño. Pero sabía que tenía los días contados. Y así era.
Niall se lo dijo a su padre aquella misma tarde y __(TP) __(TA) llegó a casa tan furioso que casi derriba la puerta del dormitorio de ____. La muchacha estaba tendida en la cama mientras Claudia escuchaba discos y se hacía la manicura. La obligó a salir a la sala y llamó a su madre. ____ había pensado cómo decírselo, pero ya no hacía falta. Niall lo había hecho en su lugar.
Su madre ya estaba llorando cuando ella llegó a la sala y Niall se mostraba ceñudo, como si ____ le hubiera hecho algún daño. Su padre había ordenado a Claudia que se quedara en su habitación. __(TP) __(TA) se comportaba como un toro rabioso, dando vueltas por la sala mientras le decía a ____ que era igual que sus tías, que se había portado como una prostituta y que había deshonrado a toda la familia. Exigía saber quién la había dejado en estado. Pero ____ estaba preparada para eso. No pensaba decirlo bajo ninguna circunstancia.
Zayn le había parecido atractivo y seductor, y le hubiera encantado que se profesaran un amor mutuo, pero no era así y se iba a casar con otra. ____ no quería empezar su vida adulta de aquella manera, a los dieciséis años, y estropearla para siempre. Prefería tener el niño y entregarlo en adopción. No podían obligarla a revelar el nombre del padre.
—¿Quién es? —gritaba su padre una y otra vez—. No pienso dejarte salir de esta habitación hasta que me lo digas.
—Entonces estaremos mucho tiempo aquí —repuso ella serenamente. Había meditado tanto desde que se enteró de su estado que ni siquiera su padre la asustaba. Además, lo peor ya había ocurrido. Estaba embarazada y ellos lo sabían. ¿Qué otra cosa podían hacerle?
—¿Por qué no quieres decir quién es? ¿Es un profesor? ¿Un chico? ¿Un hombre casado? ¿Un cura? ¿Un amigo de tu hermano? ¿Quién es?
—Da lo mismo. No se va a casar conmigo —dijo tranquilamente, sorprendida de su propia fuerza delante del huracán de su padre.
—¿Por qué no? —rugió éste.
—Porque no me quiere y yo no lo quiero a él. Así de sencillo.
—A mí no me parece sencillo —replicó su padre, todavía más furioso, mientras su madre lloraba y se estrujaba las manos. A ____ le dolía mirarla; le disgustaba hacer daño a su madre—. Así pues, te has acostado con un tipo a quien ni siquiera querías. No puede haber mayor desvergüenza. Hasta tus tías querían a los hombres con los que se acostaban. Y se casaron con ellos. Han tenido una vida decente e hijos legítimos. ¿Qué piensas hacer con este niño?
—No lo sé, papá. Había pensado entregarlo en adopción, a no ser que…
—¿A no ser qué? ¿Crees que vamos a quedárnoslo para que te desacredite a ti y a nosotros? Ni hablar, eso no pasará mientras vivamos tu madre y yo.
Su madre la miró implorante, suplicándole que deshiciera aquel desastre, pero no podía.
—No quiero quedarme al niño —dijo ____ con tristeza, en tanto las lágrimas afloraban por fin a sus ojos-—. Tengo dieciséis años, no puedo ofrecerle nada, y yo también quiero vivir. No quiero renunciar a mi vida y sacrificarme por un niño al que no puedo mantener ni criar. Los dos tenemos derecho a algo más.
—Muy noble de tu parte —ironizó su padre en el límite de la ira—. Hubiera estado bien ser un poco más noble antes de bajarte las bragas. Mira a tu hermano, tiene aventuras con muchas chicas y no ha dejado embarazada a ninguna. Y mírate tú: dieciséis años y ya has estropeado toda tu vida.
—No tiene por qué ser así, papá. Puedo estudiar con las monjas mientras esté con ellas y volver al colegio en diciembre, después de tener el niño. Podría regresar después de las vacaciones de Navidad. Diríamos que he estado enferma.
—¿De verdad? ¿Y quién se lo iba a creer? ¿Piensas que la gente no murmurará? Se enterará todo el mundo. Quedarás deshonrada, jovencita, y nosotros también. Serás la deshonra de toda la familia.
—Entonces, ¿qué quieres que haga? —preguntó ____, angustiada, llorando abiertamente. Estaba resultando todavía más penoso de lo que esperaba, y no había solución fácil—. ¿Qué quieres que haga? ¿Morirme? No puedo deshacer lo que ya está hecho. No sé qué hacer, no hay manera de evitarlo. —____ sufría, pero su padre parecía inconmovible.
—No hay otra salida que tener el niño y entregarlo en adopción.
—¿Quieres que me vaya con las monjas? —preguntó en la esperanza de que su padre dijera que podía quedarse en casa. Vivir en el convento, lejos de la familia, le aterraba. Pero si él le ordenaba que se marchara, no tenía otro sitio al que ir.
—No puedes quedarte aquí —dictaminó su padre con firmeza—. Y no puedes conservar el niño. Vete a las Hermanas de la Caridad, déjales el bebé y luego vuelve a casa. —Y entonces le propinó el último golpe psicológico—: No quiero verte hasta ese día. Y tampoco quiero que veas a tu madre ni a tu hermana. —Por un momento ____ pensó que aquellas palabras la iban a matar—. Lo que has hecho es un agravio tanto para nosotros como para ti. Has mancillado tu dignidad y la nuestra. Has abusado de nuestra confianza. Nos has deshonrado. No lo olvides.
—¿Por qué es tan terrible lo que he hecho? Jamás os he mentido. Jamás os he hecho ningún daño. No os he traicionado. Sí, admito que cometí un desliz. Y mira lo que me está pasando por culpa de eso. ¿No es bastante? No puedo eludirlo. Cargaré con ello toda la vida. Y voy a tener que desprenderme de mi hijo. ¿No te parece bastante? ¿Merezco mayor castigo aún? —Sollozaba desgarrada de dolor, pero su padre prosiguió implacable.
—Eso es entre Dios y tú. No soy yo quien te castiga, es Él.
—Tú eres mi padre. Y me estás echando de casa. Me dices que no quieres verme hasta que haya entregado el bebé. Me prohíbes ver a mi hermana y a mi madre.
Sabía que su madre no lo desobedecería. Sabía lo débil que era y cuan incapaz era de tomar decisiones por su cuenta, que estaba anulada por él. Todos le cerraban la puerta, y Zayn ya lo había hecho. ____ estaba completamente sola.
—Tu madre es libre de hacer lo que le plazca —dijo __(TP) con tono poco convincente.
—Al único a quien complace es a ti —repuso ____ desafiante, poniéndolo todavía más furioso—, ya lo sabes.
—Sólo sé que nos has deshonrado a todos. No creas que gritándome vas a conseguir tus propósitos, traer a tu hijo bastardo aquí y acabar de deshonrarnos definitivamente. No esperes nada de mí, ____, hasta que pagues tus pecados y enmiendes el daño que has provocado. Si no quieres casarte con ese chico y él no quiere casarse contigo, yo no puedo hacer nada —le espetó y salió de la habitación.
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Esa tarde buscó a Zayn en el colegio. Faltaban dos semanas para terminar el curso y sabía que no debía presionarlo en aquel momento. Era tanto culpa de ella como de él, o eso pensaba, pero no podía olvidar lo que Zayn le había dicho.
Cuando se encontraron, pasearon por el patio del colegio y terminaron en el banco de detrás del gimnasio, donde se habían conocido la noche de la fiesta, y entonces se lo dijo.
—¡Mierda! ¡No es posible! —Exhaló un largo suspiro. Parecía muy disgustado.
—Es verdad. Lo siento, Zayn. Ni siquiera sé por qué te lo he dicho. Supongo que tendrías que saberlo.
El asintió con la cabeza, incapaz de decir nada de momento.
—Me voy a casar dentro de un mes y medio. Nataly me matará si se entera. Le dije que todo lo que había oído de ti eran mentiras y rumores.
—¿Qué había oído? —____ sentía curiosidad.
—Que aquella noche me fui contigo. Todos los que nos vieron en Mac Donalds le fueron con el cuento. Habíamos roto, no había problema. Le dije, que no era nada serio, que no quería decir nada.
Le dolió oírlo. A Zayn le importaba Nataly, no ella.
—¿Y significó algo para ti? —preguntó ____ con amarga ironía. Quería saberlo; ahora tenía derecho, iba a tener un hijo de él.
Zayn la miró con aire pensativo por unos instantes y luego hizo un gesto de asentimiento.
—Sí, en ese momento significaba algo. Quizá no tanto como debería, pero algo sí. Me pareciste fantástica. Pero luego Nataly me persiguió todo el fin de semana. Dijo que la trataba fatal, que la engañaba y que después de tres años se merecía algo más, así que le dije que me casaría con ella cuando terminara el curso.
—¿Es eso lo que quieres? —preguntó ____ mirándolo fijamente en tanto se preguntaba qué clase de persona era, qué quería realmente. Estaba convencida de que Nataly no lo satisfaría pero dudaba de que él lo supiese.
—No sé lo que quiero. Pero sí sé que no quiero tener un hijo.
—Yo tampoco. ____ estaba segura de ello. No sabía si con el tiempo querría tener hijos, pero en aquel momento desde luego que no, y menos de él. Por muy guapo que fuera, Zayn no la quería. Y ella no deseaba verse obligada a casarse con él, aunque él hubiese estado dispuesto a hacerlo. No quería casarse con un hombre que mintiera sobre ella, que fingiera no haber salido nunca con ella, no sentir interés siquiera. Quería casarse con alguien que estuviera orgulloso de amarla y de tener un hijo con ella, no con alguien que tuviera que ser obligado a pasar por la vicaría a toda prisa.
—¿Por qué no te deshaces de él? —sugirió Zayn quedamente. ____ lo miró con expresión entristecida.
—¿Quieres decir que lo dé? —Eso es lo que pensaba hacer y lo que había sugerido el médico.
—No. Quiero decir que abortes. Conozco a una chica de último curso que abortó el año pasado. Podría preguntar. A lo mejor podría conseguir dinero; es carísimo.
—No, no quiero. —El médico la había convencido de no seguir por ese camino. Y la idea tampoco acababa de gustarle; pese a lo poco que sabía, le daba la impresión de que deshacerse del niño podía ser un asesinato.
—¿Vas a quedártelo? —preguntó él, aterrado. ¿Qué diría Nataly? Lo mataría.
—No. Voy a entregarlo en adopción. —Lo había pensado mucho y parecía la única solución—. El médico me ha dicho que puedo trasladarme a una residencia de monjas en cuanto se me empiece a notar. Cuando lo tenga, las monjas se lo quedarán y se encargarán de que lo adopte alguien. —Se volvió hacia él y le hizo una extraña pregunta—: ¿Te gustaría verlo?
Zayn negó con la cabeza y le volvió la espalda. No le gustaba nada la sensación de incapacidad, miedo e ira que sentía. Sabía que no se estaba comportando como debía con ella, pero no tenía la valentía para encarar el problema, y no quería perder a Nataly.
—Lo siento, ____. Admito que soy un tunante.
Ella quería decirle que lo era, pero no podía. Quería decirle que lo comprendía, pero tampoco podía, porque no era cierto. No entendía nada: qué les había ocurrido, por qué lo habían hecho, por qué se había quedado embarazada, por qué Zayn se iba a casar con Nataly mientras ella tendría que recluirse con las monjas para tener un hijo de él. Todo era descabellado.
Permanecieron sentados un rato en silencio. Luego Zayn se marchó y ____ supo que no volvería a hablar con él.
Sólo lo vio una vez más, el día anterior al fin de curso, y Zayn no le dirigió la palabra. La miró y se volvió. ____ cruzó el patio sola, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, pensando que no quería tener un hijo de Zayn. Era una situación injusta y ella cada día se encontraba peor. La semana siguiente a que terminaran las clases, estaba un día arrodillada delante de la taza del váter, vomitando violentamente, cuando entró su hermano, pues ____ se había olvidado de echar el pestillo de la puerta.
—Perdona. ¡Ostras! ¿Te encuentras mal? —Niall se compadeció de ella, pero un instante después empezó a sospechar y, al ver la manera en que vomitaba, quedó convencido—. ¡Ostras, estás embarazada! —Era una afirmación, no una pregunta.
____ permaneció inmóvil largo rato, con la cabeza apoyada en la taza del váter, hasta que por fin se levantó. Su hermano seguía mirándola con expresión desprovista de compasión, sólo llena de recriminaciones.
—Papá te matará.
—¿Por qué estás tan seguro de que estoy embarazada? —Intentó mostrarse descarada, pero su hermano la conocía bien.
—¿De quién es?
—¿A ti qué te importa? —replicó ____ sintiendo una nueva oleada de náuseas, esta vez debida a los nervios y al terror.
—Más vale que le digas que vaya preparando el traje de los domingos o que eche a correr. Papá le cortará la cabeza si no se casa contigo.
—Gracias por el consejo —dijo, y salió lentamente del cuarto de baño. Pero sabía que tenía los días contados. Y así era.
Niall se lo dijo a su padre aquella misma tarde y __(TP) __(TA) llegó a casa tan furioso que casi derriba la puerta del dormitorio de ____. La muchacha estaba tendida en la cama mientras Claudia escuchaba discos y se hacía la manicura. La obligó a salir a la sala y llamó a su madre. ____ había pensado cómo decírselo, pero ya no hacía falta. Niall lo había hecho en su lugar.
Su madre ya estaba llorando cuando ella llegó a la sala y Niall se mostraba ceñudo, como si ____ le hubiera hecho algún daño. Su padre había ordenado a Claudia que se quedara en su habitación. __(TP) __(TA) se comportaba como un toro rabioso, dando vueltas por la sala mientras le decía a ____ que era igual que sus tías, que se había portado como una prostituta y que había deshonrado a toda la familia. Exigía saber quién la había dejado en estado. Pero ____ estaba preparada para eso. No pensaba decirlo bajo ninguna circunstancia.
Zayn le había parecido atractivo y seductor, y le hubiera encantado que se profesaran un amor mutuo, pero no era así y se iba a casar con otra. ____ no quería empezar su vida adulta de aquella manera, a los dieciséis años, y estropearla para siempre. Prefería tener el niño y entregarlo en adopción. No podían obligarla a revelar el nombre del padre.
—¿Quién es? —gritaba su padre una y otra vez—. No pienso dejarte salir de esta habitación hasta que me lo digas.
—Entonces estaremos mucho tiempo aquí —repuso ella serenamente. Había meditado tanto desde que se enteró de su estado que ni siquiera su padre la asustaba. Además, lo peor ya había ocurrido. Estaba embarazada y ellos lo sabían. ¿Qué otra cosa podían hacerle?
—¿Por qué no quieres decir quién es? ¿Es un profesor? ¿Un chico? ¿Un hombre casado? ¿Un cura? ¿Un amigo de tu hermano? ¿Quién es?
—Da lo mismo. No se va a casar conmigo —dijo tranquilamente, sorprendida de su propia fuerza delante del huracán de su padre.
—¿Por qué no? —rugió éste.
—Porque no me quiere y yo no lo quiero a él. Así de sencillo.
—A mí no me parece sencillo —replicó su padre, todavía más furioso, mientras su madre lloraba y se estrujaba las manos. A ____ le dolía mirarla; le disgustaba hacer daño a su madre—. Así pues, te has acostado con un tipo a quien ni siquiera querías. No puede haber mayor desvergüenza. Hasta tus tías querían a los hombres con los que se acostaban. Y se casaron con ellos. Han tenido una vida decente e hijos legítimos. ¿Qué piensas hacer con este niño?
—No lo sé, papá. Había pensado entregarlo en adopción, a no ser que…
—¿A no ser qué? ¿Crees que vamos a quedárnoslo para que te desacredite a ti y a nosotros? Ni hablar, eso no pasará mientras vivamos tu madre y yo.
Su madre la miró implorante, suplicándole que deshiciera aquel desastre, pero no podía.
—No quiero quedarme al niño —dijo ____ con tristeza, en tanto las lágrimas afloraban por fin a sus ojos-—. Tengo dieciséis años, no puedo ofrecerle nada, y yo también quiero vivir. No quiero renunciar a mi vida y sacrificarme por un niño al que no puedo mantener ni criar. Los dos tenemos derecho a algo más.
—Muy noble de tu parte —ironizó su padre en el límite de la ira—. Hubiera estado bien ser un poco más noble antes de bajarte las bragas. Mira a tu hermano, tiene aventuras con muchas chicas y no ha dejado embarazada a ninguna. Y mírate tú: dieciséis años y ya has estropeado toda tu vida.
—No tiene por qué ser así, papá. Puedo estudiar con las monjas mientras esté con ellas y volver al colegio en diciembre, después de tener el niño. Podría regresar después de las vacaciones de Navidad. Diríamos que he estado enferma.
—¿De verdad? ¿Y quién se lo iba a creer? ¿Piensas que la gente no murmurará? Se enterará todo el mundo. Quedarás deshonrada, jovencita, y nosotros también. Serás la deshonra de toda la familia.
—Entonces, ¿qué quieres que haga? —preguntó ____, angustiada, llorando abiertamente. Estaba resultando todavía más penoso de lo que esperaba, y no había solución fácil—. ¿Qué quieres que haga? ¿Morirme? No puedo deshacer lo que ya está hecho. No sé qué hacer, no hay manera de evitarlo. —____ sufría, pero su padre parecía inconmovible.
—No hay otra salida que tener el niño y entregarlo en adopción.
—¿Quieres que me vaya con las monjas? —preguntó en la esperanza de que su padre dijera que podía quedarse en casa. Vivir en el convento, lejos de la familia, le aterraba. Pero si él le ordenaba que se marchara, no tenía otro sitio al que ir.
—No puedes quedarte aquí —dictaminó su padre con firmeza—. Y no puedes conservar el niño. Vete a las Hermanas de la Caridad, déjales el bebé y luego vuelve a casa. —Y entonces le propinó el último golpe psicológico—: No quiero verte hasta ese día. Y tampoco quiero que veas a tu madre ni a tu hermana. —Por un momento ____ pensó que aquellas palabras la iban a matar—. Lo que has hecho es un agravio tanto para nosotros como para ti. Has mancillado tu dignidad y la nuestra. Has abusado de nuestra confianza. Nos has deshonrado. No lo olvides.
—¿Por qué es tan terrible lo que he hecho? Jamás os he mentido. Jamás os he hecho ningún daño. No os he traicionado. Sí, admito que cometí un desliz. Y mira lo que me está pasando por culpa de eso. ¿No es bastante? No puedo eludirlo. Cargaré con ello toda la vida. Y voy a tener que desprenderme de mi hijo. ¿No te parece bastante? ¿Merezco mayor castigo aún? —Sollozaba desgarrada de dolor, pero su padre prosiguió implacable.
—Eso es entre Dios y tú. No soy yo quien te castiga, es Él.
—Tú eres mi padre. Y me estás echando de casa. Me dices que no quieres verme hasta que haya entregado el bebé. Me prohíbes ver a mi hermana y a mi madre.
Sabía que su madre no lo desobedecería. Sabía lo débil que era y cuan incapaz era de tomar decisiones por su cuenta, que estaba anulada por él. Todos le cerraban la puerta, y Zayn ya lo había hecho. ____ estaba completamente sola.
—Tu madre es libre de hacer lo que le plazca —dijo __(TP) con tono poco convincente.
—Al único a quien complace es a ti —repuso ____ desafiante, poniéndolo todavía más furioso—, ya lo sabes.
—Sólo sé que nos has deshonrado a todos. No creas que gritándome vas a conseguir tus propósitos, traer a tu hijo bastardo aquí y acabar de deshonrarnos definitivamente. No esperes nada de mí, ____, hasta que pagues tus pecados y enmiendes el daño que has provocado. Si no quieres casarte con ese chico y él no quiere casarse contigo, yo no puedo hacer nada —le espetó y salió de la habitación.
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BooBearGirl♥
Re: El regalo (ADAPTADA) [Louis Tomlinson y tú]
CAPITULO 12
Pero regresó al cabo de cinco minutos. ____ ni siquiera había tenido todavía fuerza para dirigirse a su habitación. __(TP) __(TA) había hecho dos llamadas telefónicas, una a su médico y otra al convento. El alojamiento, la pensión completa durante seis meses y el parto costarían ochocientos dólares. Las monjas le aseguraron que su hija estaría en buenas manos, el parto se llevaría a cabo con todas las garantías en su enfermería por un médico y una comadrona. Y el niño sería entregado a una familia cariñosa. Su hija regresaría a casa una semana después de dar a luz, siempre que no hubiera complicaciones.
Ya había acordado mandarla allí y había metido el dinero dentro de un sobre blanco que le entregó a ____ con mirada pétrea. Su madre se había retirado ya al dormitorio, deshecha en lágrimas.
—Mira el disgusto que le has dado a tu madre —dijo con tono recriminatorio, negando toda responsabilidad en el disgusto—. No quiero que le digas nada a Claudia. Limítate a marcharte. No hace falta que tu hermana sepa más. Volverás dentro de seis meses. Mañana por la mañana yo mismo te llevaré al convento. Haz las maletas, ____. —Su tono no admitía réplica.
La muchacha sintió que se le helaba la sangre. Pese a todos los problemas que tenía con su padre, aquélla era su casa, aquéllos eran sus padres, y ahora la desterraban de allí. No iba a tener a nadie que la ayudara. De pronto se preguntó si debía haber exigido más de Zayn, quizá así él la hubiera ayudado… o quizá incluso se hubiera casado con ella en lugar de con Nataly. Pero era demasiado tarde. Su padre la había echado. Quería que al día siguiente estuviera fuera de allí.
—¿Qué le digo a Claudia? —balbuceó ____. El dolor que le producía separarse de su hermana pequeña le cortaba la respiración.
—Dile que te vas a otro colegio. Dile lo que quieras menos la verdad. Es demasiado joven para hablar de estas cosas.
____ asintió con la cabeza, demasiado aturdida por el dolor para responder siquiera. Regresó a su cuarto y evitó los ojos de Claudia mientras bajaba su bolsa de viaje. Metió unas pocas cosas, unas blusas, pantalones y unos vestidos que le servirían durante un tiempo. Esperaba que las monjas le proporcionaran ropa. Dentro de poco ya todo se le quedaría pequeño.
—¿Qué haces? —preguntó Claudia, asustada. Había intentado escuchar la discusión, pero no alcanzó a distinguir las palabras.
Cuando ____ se volvió, temblorosa, hacia su hermana pequeña, tenía el mismo aspecto que si se le hubiera muerto alguien.
—Me marcho por una temporada —respondió con tristeza, deseando poder contarle una mentira convincente, pero aquello era demasiado penoso, demasiado repentino.
No soportaba la idea de despedirse ni tampoco el bombardeo de preguntas de Claudia. Al final le dijo que se iba a una escuela especial porque no había conseguido tan buenas notas como de costumbre, pero Claudia se aferraba a ella, llorando, aterrada ante la idea de perder a su única hermana.
—Por favor, no te marches. No dejes que te envíe lejos de aquí. Sea lo que sea lo que has hecho, no puede ser tan terrible. Sea lo que sea, yo te perdono. No te marches. ____ era la única persona con quien Claudia podía hablar. Su madre era demasiado débil; su padre, demasiado testarudo para escuchar siquiera; su hermano, demasiado egocéntrico y frívolo. Sólo ____ escuchaba sus problemas, y ahora se marchaba. La pobre Claudia estaba destrozada y las dos hermanas pasaron la noche llorando, abrazadas en una de las camas individuales.
La mañana siguiente llegó demasiado pronto. A las nueve, su padre metió la bolsa en la furgoneta y ____ se quedó mirando a su madre, deseando que reuniera fuerzas para enfrentarse a su marido y decirle que no podía hacerle aquello a su hija. Pero su madre no se enfrentaría jamás a él, y ____ lo sabía. Se limitó a abrazarla unos instantes, deseando que se quedara, que ____ no hubiera sido tan ingenua o que no hubiera tenido tanta mala suerte.
—Te quiero, mamá —dijo ____ con voz entrecortada mientras su madre la abrazaba con fuerza.
—Iré a verte, ____. Te lo prometo.
____ sólo pudo inclinar la cabeza en un gesto de asentimiento, incapaz de hablar mientras abrazaba a Claudia, que lloraba desconsoladamente, suplicándole que no se fuera.
—Shhh. Deja de llorar —le ordenó ____ haciéndose la valiente, aunque también ella estaba llorando—. Será poco tiempo. Volveré antes de Navidad.
—¡Te echaré de menos! —exclamó Claudia en tanto el coche se alejaba.
Niall también había salido, pero no había dicho nada. Se limitó a agitar la mano mientras su padre emprendía el corto camino que los llevaría a su destino, situado al otro lado de la ciudad.
Cuando llegaron, el convento le pareció siniestro. De pie a su lado, su padre le dijo:
—Cuídate.
____ no pensaba darle las gracias por su actitud. Sin duda su padre podría haberse mostrado más amable y comprensivo, haber recordado lo que era ser joven y cometer un grave error. Pero él no era capaz de eso. No podía dejar de ser como era, y su modo de ser dejaba mucho que desear.
—Te escribiré, papá —dijo ella, pero su padre no le dijo nada durante un largo instante, hasta que final mente asintió con la cabeza.
—Ten a tu madre informada de cómo estás. Se preocupará.
Quería preguntarle si él también se preocuparía, pero ____ ya no se atrevía a formularle preguntas.
—Te quiero —musitó ____ corriendo ya escaleras arriba.
Pero él no se volvió para mirarla. Se limitó a levantar una mano mientras se alejaba, sin volverse. ____ llamó por fin a la puerta del convento.
La espera le pareció tan larga que sintió un impulso de bajar los escalones y volver a casa, pero ya no tenía casa a la que volver. Sabía que no la admitirían hasta que todo hubiera terminado. Entonces, por fin, una monja joven abrió la puerta. ____ se presentó y, con una inclinación de la cabeza, la monja le cogió la bolsa, la hizo entrar y cerró la pesada puerta de hierro con un golpe que resonó en los oídos de ____.
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Pero regresó al cabo de cinco minutos. ____ ni siquiera había tenido todavía fuerza para dirigirse a su habitación. __(TP) __(TA) había hecho dos llamadas telefónicas, una a su médico y otra al convento. El alojamiento, la pensión completa durante seis meses y el parto costarían ochocientos dólares. Las monjas le aseguraron que su hija estaría en buenas manos, el parto se llevaría a cabo con todas las garantías en su enfermería por un médico y una comadrona. Y el niño sería entregado a una familia cariñosa. Su hija regresaría a casa una semana después de dar a luz, siempre que no hubiera complicaciones.
Ya había acordado mandarla allí y había metido el dinero dentro de un sobre blanco que le entregó a ____ con mirada pétrea. Su madre se había retirado ya al dormitorio, deshecha en lágrimas.
—Mira el disgusto que le has dado a tu madre —dijo con tono recriminatorio, negando toda responsabilidad en el disgusto—. No quiero que le digas nada a Claudia. Limítate a marcharte. No hace falta que tu hermana sepa más. Volverás dentro de seis meses. Mañana por la mañana yo mismo te llevaré al convento. Haz las maletas, ____. —Su tono no admitía réplica.
La muchacha sintió que se le helaba la sangre. Pese a todos los problemas que tenía con su padre, aquélla era su casa, aquéllos eran sus padres, y ahora la desterraban de allí. No iba a tener a nadie que la ayudara. De pronto se preguntó si debía haber exigido más de Zayn, quizá así él la hubiera ayudado… o quizá incluso se hubiera casado con ella en lugar de con Nataly. Pero era demasiado tarde. Su padre la había echado. Quería que al día siguiente estuviera fuera de allí.
—¿Qué le digo a Claudia? —balbuceó ____. El dolor que le producía separarse de su hermana pequeña le cortaba la respiración.
—Dile que te vas a otro colegio. Dile lo que quieras menos la verdad. Es demasiado joven para hablar de estas cosas.
____ asintió con la cabeza, demasiado aturdida por el dolor para responder siquiera. Regresó a su cuarto y evitó los ojos de Claudia mientras bajaba su bolsa de viaje. Metió unas pocas cosas, unas blusas, pantalones y unos vestidos que le servirían durante un tiempo. Esperaba que las monjas le proporcionaran ropa. Dentro de poco ya todo se le quedaría pequeño.
—¿Qué haces? —preguntó Claudia, asustada. Había intentado escuchar la discusión, pero no alcanzó a distinguir las palabras.
Cuando ____ se volvió, temblorosa, hacia su hermana pequeña, tenía el mismo aspecto que si se le hubiera muerto alguien.
—Me marcho por una temporada —respondió con tristeza, deseando poder contarle una mentira convincente, pero aquello era demasiado penoso, demasiado repentino.
No soportaba la idea de despedirse ni tampoco el bombardeo de preguntas de Claudia. Al final le dijo que se iba a una escuela especial porque no había conseguido tan buenas notas como de costumbre, pero Claudia se aferraba a ella, llorando, aterrada ante la idea de perder a su única hermana.
—Por favor, no te marches. No dejes que te envíe lejos de aquí. Sea lo que sea lo que has hecho, no puede ser tan terrible. Sea lo que sea, yo te perdono. No te marches. ____ era la única persona con quien Claudia podía hablar. Su madre era demasiado débil; su padre, demasiado testarudo para escuchar siquiera; su hermano, demasiado egocéntrico y frívolo. Sólo ____ escuchaba sus problemas, y ahora se marchaba. La pobre Claudia estaba destrozada y las dos hermanas pasaron la noche llorando, abrazadas en una de las camas individuales.
La mañana siguiente llegó demasiado pronto. A las nueve, su padre metió la bolsa en la furgoneta y ____ se quedó mirando a su madre, deseando que reuniera fuerzas para enfrentarse a su marido y decirle que no podía hacerle aquello a su hija. Pero su madre no se enfrentaría jamás a él, y ____ lo sabía. Se limitó a abrazarla unos instantes, deseando que se quedara, que ____ no hubiera sido tan ingenua o que no hubiera tenido tanta mala suerte.
—Te quiero, mamá —dijo ____ con voz entrecortada mientras su madre la abrazaba con fuerza.
—Iré a verte, ____. Te lo prometo.
____ sólo pudo inclinar la cabeza en un gesto de asentimiento, incapaz de hablar mientras abrazaba a Claudia, que lloraba desconsoladamente, suplicándole que no se fuera.
—Shhh. Deja de llorar —le ordenó ____ haciéndose la valiente, aunque también ella estaba llorando—. Será poco tiempo. Volveré antes de Navidad.
—¡Te echaré de menos! —exclamó Claudia en tanto el coche se alejaba.
Niall también había salido, pero no había dicho nada. Se limitó a agitar la mano mientras su padre emprendía el corto camino que los llevaría a su destino, situado al otro lado de la ciudad.
Cuando llegaron, el convento le pareció siniestro. De pie a su lado, su padre le dijo:
—Cuídate.
____ no pensaba darle las gracias por su actitud. Sin duda su padre podría haberse mostrado más amable y comprensivo, haber recordado lo que era ser joven y cometer un grave error. Pero él no era capaz de eso. No podía dejar de ser como era, y su modo de ser dejaba mucho que desear.
—Te escribiré, papá —dijo ella, pero su padre no le dijo nada durante un largo instante, hasta que final mente asintió con la cabeza.
—Ten a tu madre informada de cómo estás. Se preocupará.
Quería preguntarle si él también se preocuparía, pero ____ ya no se atrevía a formularle preguntas.
—Te quiero —musitó ____ corriendo ya escaleras arriba.
Pero él no se volvió para mirarla. Se limitó a levantar una mano mientras se alejaba, sin volverse. ____ llamó por fin a la puerta del convento.
La espera le pareció tan larga que sintió un impulso de bajar los escalones y volver a casa, pero ya no tenía casa a la que volver. Sabía que no la admitirían hasta que todo hubiera terminado. Entonces, por fin, una monja joven abrió la puerta. ____ se presentó y, con una inclinación de la cabeza, la monja le cogió la bolsa, la hizo entrar y cerró la pesada puerta de hierro con un golpe que resonó en los oídos de ____.
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BooBearGirl♥
Re: El regalo (ADAPTADA) [Louis Tomlinson y tú]
aaaah me encantaron los capítulos pobre rayita todo lo que ha tenido que pasar y me da rabia lo neanderthal que es el padre; ojalá la mamá de la rayis cumpla su promesa
No sé como no hay nuevas lectoras pero espero que esa situación cambien pronto
síguela en cuanto puedas besos (:
No sé como no hay nuevas lectoras pero espero que esa situación cambien pronto
síguela en cuanto puedas besos (:
naiotomlinson
Re: El regalo (ADAPTADA) [Louis Tomlinson y tú]
CAPITULO 13
Quedaban setecientos, con los que podía pasar seis meses en cualquier sitio. No sabía dónde ir, pero no podía quedarse allí encerrada, esperando que llegaran. El convento de las Hermanas de la Caridad era un lugar cavernoso, oscuro y tétrico, y ____ descubrió muy pronto que allí había otras dos chicas por el mismo motivo que ella. Las dos eran de poblaciones cercanas, y ____ se sintió aliviada al comprobar que no las conocía. Las dos estaban a punto de dar a luz, y una de ellas, una chica de diecisiete años, dio a luz el segundo día de estar ____ en el convento. Fue una niña, que enseguida fue entregada a sus padres adoptivos, que ya estaban esperando. La madre ni siquiera llegó a verla. A ____ todo el procedimiento le pareció inhumano, como si se tratara de un asunto sucio que hubiera que ocultar.
La otra chica tenía quince años y esperaba dar a luz de un momento a otro. Las dos muchachas comían y cenaban con las monjas, iban a la capilla con ellas a la hora de los rezos y sólo podían hablar en momentos predeterminados. La tercera noche, ____ se sintió perpleja al enterarse de que el padre del niño que esperaba su compañera era su propio tío. Era una muchacha muy desdichada y le aterraba la experiencia del parto. La quinta noche, ____ oyó los gritos de la otra chica, que prosiguieron a lo largo de dos días durante los cuales las monjas corrían de un lado a otro. Al final la llevaron a un hospital y le practicaron una cesárea. Cuando ____ preguntó, le dijeron que la muchacha no regresaría pero que el bebé había nacido sano; luego se enteró por casualidad de que había sido un varón. Una vez se hubieron marchado las otras dos chicas, ____ se encontró aún más sola en compañía de las monjas. Esperaba que pronto llegaran más pecadoras para tener a alguien con quien hablar.
Cuando podía leía el periódico local y dos semanas después de su llegada vio la noticia del enlace de Zayn y Nataly. A raíz de aquello su sensación de soledad aumentó; sabía que estaban de viaje de novios mientras ella permanecía confinada a causa de una noche en el asiento delantero del Porch de Zayn. Resultaba injusto que ella tuviera que soportar todo el peso del desliz, y cuanto más lo pensaba más claro veía que no podía seguir en el convento.
No tenía donde ir, ni nadie con quien estar. Sin embargo, no soportaba la opresiva atmósfera del convento, pese a que las monjas se comportaban amablemente con ella. Hasta el momento les había pagado cien dólares, por lo que le otras prisioneras como ella, que transcurrieran los meses, que naciera el niño y se lo arrebataran, para luego volver a casa, con sus padres. Estar allí era un precio demasiado alto. Le apetecía ir a algún sitio y vivir una vida normal, buscar trabajo, tener amigos. Necesitaba aire fresco, voces, ruido y gente. No sabía por qué le había ocurrido aquello precisamente a ella, lo único que sentía era una opresión constante y la abrumadora sensación de que era una pecadora irredimible. Pero aunque lo fuera, necesitaba un poco de sol y de alegría en la vida mientras esperaba al niño. Tal vez tenía que aprender una lección, pero no tenía por qué perder tiempo precioso. No había motivo para que su situación fuera tan terrible como la pintaban las monjas. Así pues, la tarde siguiente le dijo a la madre superiora que se iba a visitar a su tía, con la esperanza de que la creyera. En todo caso, ____ sabía que nada podía detenerla ya: había decidido marcharse de allí.
Al día siguiente, nada más amanecer, salió del convento con el dinero, la bolsa y una infinita sensación de libertad. No podía irse a casa, pero el mundo entero se desplegaba ante ella, esperando ser descubierto, explorado. ____ jamás se había sentido tan libre ni tan fuerte. Ya había sufrido un profundo dolor al abandonar su casa, ahora era sólo cuestión de encontrar un lugar donde vivir hasta que naciera el niño. Sería más fácil si se marchaba de la ciudad, de manera que se dirigió a la estación de autobuses y sacó un billete abierto para Chicago. Tenía que pasar por Omaha, pero Chicago era el lugar más alejado que se imaginaba y podía pedir la devolución de la parte del billete que no usara en cualquier punto del trayecto. Lo único que deseaba era marcharse. Esperó en la estación hasta que empezaron a subir pasajeros al primer autobús para Chicago. Cuando por fin se puso en marcha el vehículo, contempló cómo se deslizaba ante sus ojos la ciudad donde había vivido siempre y no sintió remordimientos; lo único que sentía ahora era emoción por descubrir el futuro. El pasado representaba poco para ella, lo mismo que su ciudad. No tenía amigos. No echaría de menos a nadie aparte de a su madre y su hermana. Antes de subir al autobús, había escrito una postal a cada una prometiéndoles que les informaría de una dirección en cuanto la tuviese.
—¿Va usted a Chicago, señorita? —preguntó el revisor cuando ____ ocupó un asiento, sintiéndose por primera vez adulta e independiente.
—Quizá —respondió sonriendo.
Podía ir a cualquier sitio y hacer cualquier cosa; era libre. No tenía que rendir cuentas a nadie más que a sí misma y su único impedimento era el niño que crecía en su interior. Ya estaba embarazada de tres meses y medio y, pese a que no se le notaba, ella sentía crecer su cuerpo. Empezó a pensar en qué le iba a decir a la gente del lugar en que decidiera quedarse. Una vez descubrieran que estaba embarazada, tendría que explicar cómo había llegado allí y por qué estaba sola. Tendría que buscar trabajo. No podía hacer gran cosa, pero podía limpiar casas, trabajar en una biblioteca, cuidar niños y quizá hacer de camarera. Estaba dispuesta a hacer casi cualquier cosa mientras estuviera a salvo. Y mientras no encontrara trabajo tenía el dinero que le había dado su padre para el convento.
Llegaron a Omaha por la tarde. Hacía calor pero soplaba una suave brisa. Aunque estaba mareada por el largo trayecto en autobús, se sintió mejor después de tomar un bocadillo. Subieron y bajaron otras personas del autobús; la mayoría hacía trayectos cortos. Ella era la que llevaba más tiempo de viaje cuando aquella noche se detuvieron en una ciudad pequeña que parecía bonita, limpia y pintoresca. Era una localidad universitaria y había muchos jóvenes en el pequeño restaurante con aspecto de cafetería donde pararon a cenar. La camarera que la atendió estaba asistida por un joven muy pulcro que sonrió amablemente a ____ al servirle una hamburguesa y un batido. La hamburguesa estaba deliciosa, los precios eran asequibles y desde las otras mesas llegaban risas y buen humor. Había un ambiente muy agradable y acogedor y ____ sintió ganas de no regresar al autobús, que continuaba su trayecto hasta Chicago. Al salir del restaurante vio un pequeño letrero en la ventana en el que se ofrecía trabajo a camareras y camareros. Lo miró por un momento y luego regresó al interior lentamente, preguntándose si pensarían que estaba loca o si creerían la historia que se inventara.
La misma camarera que la había servido la observó con una sonrisa, seguramente pensando que se había olvidado algo. ____ vaciló.
—Quería saber si… He visto el letrero y… Es por el trabajo. Me refiero a que…
—Quieres decir que buscas trabajo —dijo la mujer sonriendo—. Eso no tiene nada de malo. Pagamos dos dólares la hora. Seis días a la semana, diez horas al día. Vamos cambiando de turno para poder estar de vez en cuando con nuestros hijos. ¿Estás casada?
—No… Bueno… Sí… Bueno, lo estaba. Soy viuda. Mi marido murió en Corea.
—Lo siento —dijo la mujer mirando a ____ a los ojos. Parecía sincera. La muchacha quería aquel trabajo y le había caído bien. Parecía muy joven, pero eso no era impedimento, también eran jóvenes muchos clientes.
—Gracias. ¿Con quién tengo que hablar por lo del trabajo?
—Conmigo. ¿Tienes experiencia?
____ contempló la posibilidad de mentir, pero negó con la cabeza y pensó si debía contar lo del niño.
—Necesito el trabajo. —De repente experimentaba un intenso deseo de quedarse allí. Parecía un lugar alegre, una ciudad animada, le gustaba.
—¿Dónde vives?
—En ningún sitio todavía. —Sonrió; parecía muy desvalida, cosa que ablandó el corazón de la otra—. Pasaba en el autobús… Si me da el trabajo, recogeré mi bolsa y buscaré una habitación. Podría empezar mañana.
La mujer sonrió. Se llamaba Charlotte y ____ le había caído bien a primera vista. Emanaba una sensación de fuerza y de tranquilidad, como si tuviera principios y valentía. Era extraño basarse en la intuición, pero le había causado buena impresión.
—Ve a buscar tu bolsa al autobús —le dijo Charlotte con tono cariñoso—. Esta noche puedes quedarte en mi casa. Mi hijo ha ido a Duluth a ver a mi madre. Puedes dormir en su habitación, si es que soportas el desorden que hay. Tiene catorce años y es un cochino. También tengo una niña de doce. Estoy divorciada. ¿Qué edad tienes? —preguntó.
____ contestó, ya camino del autobús, que tenía dieciocho y echó a correr en busca de la bolsa. Regresó al cabo de dos minutos sin aliento y sonriendo.
—¿Está segura de que no es molestia que duerma en su casa? —preguntó, radiante de alegría.
—En absoluto. —Charlotte le lanzó un delantal y rió—. Ten, ya puedes empezar a trabajar. Puedes recoger mesas hasta que termine mi turno, a las doce.
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Quedaban setecientos, con los que podía pasar seis meses en cualquier sitio. No sabía dónde ir, pero no podía quedarse allí encerrada, esperando que llegaran. El convento de las Hermanas de la Caridad era un lugar cavernoso, oscuro y tétrico, y ____ descubrió muy pronto que allí había otras dos chicas por el mismo motivo que ella. Las dos eran de poblaciones cercanas, y ____ se sintió aliviada al comprobar que no las conocía. Las dos estaban a punto de dar a luz, y una de ellas, una chica de diecisiete años, dio a luz el segundo día de estar ____ en el convento. Fue una niña, que enseguida fue entregada a sus padres adoptivos, que ya estaban esperando. La madre ni siquiera llegó a verla. A ____ todo el procedimiento le pareció inhumano, como si se tratara de un asunto sucio que hubiera que ocultar.
La otra chica tenía quince años y esperaba dar a luz de un momento a otro. Las dos muchachas comían y cenaban con las monjas, iban a la capilla con ellas a la hora de los rezos y sólo podían hablar en momentos predeterminados. La tercera noche, ____ se sintió perpleja al enterarse de que el padre del niño que esperaba su compañera era su propio tío. Era una muchacha muy desdichada y le aterraba la experiencia del parto. La quinta noche, ____ oyó los gritos de la otra chica, que prosiguieron a lo largo de dos días durante los cuales las monjas corrían de un lado a otro. Al final la llevaron a un hospital y le practicaron una cesárea. Cuando ____ preguntó, le dijeron que la muchacha no regresaría pero que el bebé había nacido sano; luego se enteró por casualidad de que había sido un varón. Una vez se hubieron marchado las otras dos chicas, ____ se encontró aún más sola en compañía de las monjas. Esperaba que pronto llegaran más pecadoras para tener a alguien con quien hablar.
Cuando podía leía el periódico local y dos semanas después de su llegada vio la noticia del enlace de Zayn y Nataly. A raíz de aquello su sensación de soledad aumentó; sabía que estaban de viaje de novios mientras ella permanecía confinada a causa de una noche en el asiento delantero del Porch de Zayn. Resultaba injusto que ella tuviera que soportar todo el peso del desliz, y cuanto más lo pensaba más claro veía que no podía seguir en el convento.
No tenía donde ir, ni nadie con quien estar. Sin embargo, no soportaba la opresiva atmósfera del convento, pese a que las monjas se comportaban amablemente con ella. Hasta el momento les había pagado cien dólares, por lo que le otras prisioneras como ella, que transcurrieran los meses, que naciera el niño y se lo arrebataran, para luego volver a casa, con sus padres. Estar allí era un precio demasiado alto. Le apetecía ir a algún sitio y vivir una vida normal, buscar trabajo, tener amigos. Necesitaba aire fresco, voces, ruido y gente. No sabía por qué le había ocurrido aquello precisamente a ella, lo único que sentía era una opresión constante y la abrumadora sensación de que era una pecadora irredimible. Pero aunque lo fuera, necesitaba un poco de sol y de alegría en la vida mientras esperaba al niño. Tal vez tenía que aprender una lección, pero no tenía por qué perder tiempo precioso. No había motivo para que su situación fuera tan terrible como la pintaban las monjas. Así pues, la tarde siguiente le dijo a la madre superiora que se iba a visitar a su tía, con la esperanza de que la creyera. En todo caso, ____ sabía que nada podía detenerla ya: había decidido marcharse de allí.
Al día siguiente, nada más amanecer, salió del convento con el dinero, la bolsa y una infinita sensación de libertad. No podía irse a casa, pero el mundo entero se desplegaba ante ella, esperando ser descubierto, explorado. ____ jamás se había sentido tan libre ni tan fuerte. Ya había sufrido un profundo dolor al abandonar su casa, ahora era sólo cuestión de encontrar un lugar donde vivir hasta que naciera el niño. Sería más fácil si se marchaba de la ciudad, de manera que se dirigió a la estación de autobuses y sacó un billete abierto para Chicago. Tenía que pasar por Omaha, pero Chicago era el lugar más alejado que se imaginaba y podía pedir la devolución de la parte del billete que no usara en cualquier punto del trayecto. Lo único que deseaba era marcharse. Esperó en la estación hasta que empezaron a subir pasajeros al primer autobús para Chicago. Cuando por fin se puso en marcha el vehículo, contempló cómo se deslizaba ante sus ojos la ciudad donde había vivido siempre y no sintió remordimientos; lo único que sentía ahora era emoción por descubrir el futuro. El pasado representaba poco para ella, lo mismo que su ciudad. No tenía amigos. No echaría de menos a nadie aparte de a su madre y su hermana. Antes de subir al autobús, había escrito una postal a cada una prometiéndoles que les informaría de una dirección en cuanto la tuviese.
—¿Va usted a Chicago, señorita? —preguntó el revisor cuando ____ ocupó un asiento, sintiéndose por primera vez adulta e independiente.
—Quizá —respondió sonriendo.
Podía ir a cualquier sitio y hacer cualquier cosa; era libre. No tenía que rendir cuentas a nadie más que a sí misma y su único impedimento era el niño que crecía en su interior. Ya estaba embarazada de tres meses y medio y, pese a que no se le notaba, ella sentía crecer su cuerpo. Empezó a pensar en qué le iba a decir a la gente del lugar en que decidiera quedarse. Una vez descubrieran que estaba embarazada, tendría que explicar cómo había llegado allí y por qué estaba sola. Tendría que buscar trabajo. No podía hacer gran cosa, pero podía limpiar casas, trabajar en una biblioteca, cuidar niños y quizá hacer de camarera. Estaba dispuesta a hacer casi cualquier cosa mientras estuviera a salvo. Y mientras no encontrara trabajo tenía el dinero que le había dado su padre para el convento.
Llegaron a Omaha por la tarde. Hacía calor pero soplaba una suave brisa. Aunque estaba mareada por el largo trayecto en autobús, se sintió mejor después de tomar un bocadillo. Subieron y bajaron otras personas del autobús; la mayoría hacía trayectos cortos. Ella era la que llevaba más tiempo de viaje cuando aquella noche se detuvieron en una ciudad pequeña que parecía bonita, limpia y pintoresca. Era una localidad universitaria y había muchos jóvenes en el pequeño restaurante con aspecto de cafetería donde pararon a cenar. La camarera que la atendió estaba asistida por un joven muy pulcro que sonrió amablemente a ____ al servirle una hamburguesa y un batido. La hamburguesa estaba deliciosa, los precios eran asequibles y desde las otras mesas llegaban risas y buen humor. Había un ambiente muy agradable y acogedor y ____ sintió ganas de no regresar al autobús, que continuaba su trayecto hasta Chicago. Al salir del restaurante vio un pequeño letrero en la ventana en el que se ofrecía trabajo a camareras y camareros. Lo miró por un momento y luego regresó al interior lentamente, preguntándose si pensarían que estaba loca o si creerían la historia que se inventara.
La misma camarera que la había servido la observó con una sonrisa, seguramente pensando que se había olvidado algo. ____ vaciló.
—Quería saber si… He visto el letrero y… Es por el trabajo. Me refiero a que…
—Quieres decir que buscas trabajo —dijo la mujer sonriendo—. Eso no tiene nada de malo. Pagamos dos dólares la hora. Seis días a la semana, diez horas al día. Vamos cambiando de turno para poder estar de vez en cuando con nuestros hijos. ¿Estás casada?
—No… Bueno… Sí… Bueno, lo estaba. Soy viuda. Mi marido murió en Corea.
—Lo siento —dijo la mujer mirando a ____ a los ojos. Parecía sincera. La muchacha quería aquel trabajo y le había caído bien. Parecía muy joven, pero eso no era impedimento, también eran jóvenes muchos clientes.
—Gracias. ¿Con quién tengo que hablar por lo del trabajo?
—Conmigo. ¿Tienes experiencia?
____ contempló la posibilidad de mentir, pero negó con la cabeza y pensó si debía contar lo del niño.
—Necesito el trabajo. —De repente experimentaba un intenso deseo de quedarse allí. Parecía un lugar alegre, una ciudad animada, le gustaba.
—¿Dónde vives?
—En ningún sitio todavía. —Sonrió; parecía muy desvalida, cosa que ablandó el corazón de la otra—. Pasaba en el autobús… Si me da el trabajo, recogeré mi bolsa y buscaré una habitación. Podría empezar mañana.
La mujer sonrió. Se llamaba Charlotte y ____ le había caído bien a primera vista. Emanaba una sensación de fuerza y de tranquilidad, como si tuviera principios y valentía. Era extraño basarse en la intuición, pero le había causado buena impresión.
—Ve a buscar tu bolsa al autobús —le dijo Charlotte con tono cariñoso—. Esta noche puedes quedarte en mi casa. Mi hijo ha ido a Duluth a ver a mi madre. Puedes dormir en su habitación, si es que soportas el desorden que hay. Tiene catorce años y es un cochino. También tengo una niña de doce. Estoy divorciada. ¿Qué edad tienes? —preguntó.
____ contestó, ya camino del autobús, que tenía dieciocho y echó a correr en busca de la bolsa. Regresó al cabo de dos minutos sin aliento y sonriendo.
—¿Está segura de que no es molestia que duerma en su casa? —preguntó, radiante de alegría.
—En absoluto. —Charlotte le lanzó un delantal y rió—. Ten, ya puedes empezar a trabajar. Puedes recoger mesas hasta que termine mi turno, a las doce.
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BooBearGirl♥
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