Hello! - (Evanescence)

Hello

Todas las mañanas la misma rutina. Con la diferencia de que ella ya no está en mi vida.
Intento seguir mis horarios, pero debo alimentar a sus canarios.
Trato de vestirme rápido, bajo a la cocina y me preparo el desayuno. Lo consigo, pero nunca me saldrá igual que a ella. Sus tostadas eran las mejores, jamás se quemarían.
Termino de comer y tomo mi mochila, entonces veo, en una esquina, algunas de sus pertenencias. Se me hace tarde, así que salgo corriendo de mi casa. Llegaré tarde al colegio.

Todos parecen indiferentes. Algunos chicos se dan vuelta para mirarme, pero nadie se atreve a hablarme. “¿Quién le hablaría al psicótico?”
El sol intenta ayudarme, pero solo me entristece más. En el suelo, veo mi silueta sola. La de ella ya no está.


En el salón de clases todos hablan despreocupados, nadie nota al desdichado. Ella ingresa al aula como si nada,
se sienta con sus amigas “las chicas malas”. La observo durante un tiempo, ella lo nota, y trata de aparecer en mi cuento. ¿Quién eres tú? Yo no te conozco… me dice y solo veo sus bellos ojos. Por fin regresa a mí, la persona con la que tanto sufrí. ¿O es sólo otra mentira que me juega nuevamente la vida? Entonces su figura se esfuma, como las bellas espesas brumas.


Regreso a mi casa, sin sus caricias, sin sus abrazos, sin sus besos. ¿Quién soy yo sin ella? Nadie… un triste desdichado. Qué cruel es el destino, no me dejo ni siquiera sentir su último respiro.
Ingreso a mi habitación, veo sus fotografías, no puedo sacarla de mi vida…


Antes que olvidarme de ella, decido olvidarme de mí, y lo mejor para ello será mi fin.


En mis cajones deben encontrarse, no las veo desde que las utilizó mi madre. Rebusco y rebusco, pero no el encuentro ¿no seré tan idiota para haberlas tirado? No, allí están, ya las veo. Intento sacar el frasco del cajón, pero algo se engancha en mi polerón.
Y lo que encuentro, es lo que menos hubiera deseado.


Su última carta, su único adiós, el que no hubiera deseado, pero el que obtuvió. Y yo no pude despedirme, tan sólo debí enterarme.


Una pastilla… luego dos…
Su campamento, su nuevo amigo, sus nuevas emociones, sus cartas… y la tardanza de estas.


“Estoy muy mal… mi nuevo amigo no me trata muy bien…” esa fue su última palabra y yo debí leerla en una carta. Comencé a llorar. Si tan solo hubiera ido con ella, eso no le habría sucedido. Si tan solo no me hubiera enojado con ella… Si tan solo hubiera leído sus mensajes, ella seguiría viva.


Mi madre me llamó y apenas le entendí yo, mi hermanita había muerto y mi madre se suicidó.


Ni siquiera quedaré yo… Ya que el pote de pastillas vacío quedó.