Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ FICHA ღ
Nombre: El secreto del pasado
Autor: Karely Jonatika
Adaptación: No
Género: Solo para mayores
Advertencias: Contiene fragmentos fuertes
Otras Páginas: No
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ El Secreto Del Pasado ღ
Soñando como siempre encontré iniciativa en ésta inspiración, sorprendido, agobiado, confundido y sin sentido merodeaban otros espacios, comprendí lo confundido que me encuentro, o no, ¡que estúpido! ¿Confundido he dicho?
La verdad no sé lo que siento, siempre que quiero averiguarlo me duele. Confieso que la quise mucho, no sé si la amé, confieso que en un instante de mi vida, ella lo era todo, confieso también que ella me mintió, como siempre…
Pero eso no es todo, se burló de mí, confundió amor con aprecio «que ironía». Soñando como siempre, busqué en mis rincones alternativas propicias para tapar mi agonía, parece que lo encontré, saque mis uñas y subí el precipicio, sediento, con hambre, y con deseos de ser entendido por primera vez.
Te encontré sonriente, feliz, radiante de energía y de vida, en el lugar más adecuado para llamar mi atención, lograste hacer que me olvide de la sed que tenía, me di cuenta que aún no comía pero ya no tenía hambre.
¿Qué hiciste tú? Solo con tu sonrisa... Más tarde me respondí que no era tan solo tu sonrisa, también me di cuenta que esta hoja no me alcanzaría para describirte. Mirándome a un espejo y casi rompiéndolo, me pellizcó la realidad cuestionándome; ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas? Tú no mereces nada, ni nadie me dije convencido.
La verdad no sé lo que siento, siempre que quiero averiguarlo me duele. Confieso que la quise mucho, no sé si la amé, confieso que en un instante de mi vida, ella lo era todo, confieso también que ella me mintió, como siempre…
Pero eso no es todo, se burló de mí, confundió amor con aprecio «que ironía». Soñando como siempre, busqué en mis rincones alternativas propicias para tapar mi agonía, parece que lo encontré, saque mis uñas y subí el precipicio, sediento, con hambre, y con deseos de ser entendido por primera vez.
Te encontré sonriente, feliz, radiante de energía y de vida, en el lugar más adecuado para llamar mi atención, lograste hacer que me olvide de la sed que tenía, me di cuenta que aún no comía pero ya no tenía hambre.
¿Qué hiciste tú? Solo con tu sonrisa... Más tarde me respondí que no era tan solo tu sonrisa, también me di cuenta que esta hoja no me alcanzaría para describirte. Mirándome a un espejo y casi rompiéndolo, me pellizcó la realidad cuestionándome; ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas? Tú no mereces nada, ni nadie me dije convencido.
“Te amare, lo sé, es imposible no sentirlo”.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ Personajes ღ
___(Tn) ____(Ta). Llamada por los hombres Women Dream. Famosa bailarina y cantante de los más famosos centros nocturnos, mejor conocidos como Cabarets. Tiene 29 años.
Joseph Adam Jonas. Importante hombre de negocios. Un hombre desconfiado y frio. Su personalidad es criticada por su familia, y las personas que le rodean. Tiene 30 años.
Magali de Jonas. Esposa de Paul Kevin Jonas. Una importante psicóloga, gracias a su trabajo es una mujer capaz de ayudar a razonar y ayudar a la gente a su al rededor. Tiene 33 años.
Paul Kevin Jonas II. Hermano mayor de Joe. Padre de dos niños. Su responsabilidad como padre de familia y hermano, es enorme, ya que es un poco obsesionado por ayudar a la gente querida. Tiene 34 años.
Nicholas Jerry Jonas. Hermano menor de Joe y Kevin. Para ser el más joven y con menos experiencia, es un chico centrado y serio. Gracias a su forma de pensar se convirtió en un gran poeta y famoso compositor. Tiene 29 años.
Nataly Stroup. Mejor amiga de ___(Tn). Es una amante de la poesía. Tiene 28 años.
Joseph Adam Jonas. Importante hombre de negocios. Un hombre desconfiado y frio. Su personalidad es criticada por su familia, y las personas que le rodean. Tiene 30 años.
Magali de Jonas. Esposa de Paul Kevin Jonas. Una importante psicóloga, gracias a su trabajo es una mujer capaz de ayudar a razonar y ayudar a la gente a su al rededor. Tiene 33 años.
Paul Kevin Jonas II. Hermano mayor de Joe. Padre de dos niños. Su responsabilidad como padre de familia y hermano, es enorme, ya que es un poco obsesionado por ayudar a la gente querida. Tiene 34 años.
Nicholas Jerry Jonas. Hermano menor de Joe y Kevin. Para ser el más joven y con menos experiencia, es un chico centrado y serio. Gracias a su forma de pensar se convirtió en un gran poeta y famoso compositor. Tiene 29 años.
Nataly Stroup. Mejor amiga de ___(Tn). Es una amante de la poesía. Tiene 28 años.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ Prologo ღ
"El recuerdo de la felicidad ya no es felicidad; el recuerdo del dolor es todavía dolor."
Hoy me ha llegado un correo hablándome sobre los desamores, sobre lo mal que sienta perder a alguien, sobre lo difícil que es superarlo.
En mi caso, yo no le hice demasiado caso a las chicas hasta los 16 ó 17 años, me gustaban y jugueteaba al "tú me gustas”, pero nunca pasaba de ahí, me consideraba demasiado joven para andar con esas cosas.
En un viaje a los Ángeles, en una Iglesia (sí, yo era muy católico, aunque ahora crea en Dios pero no en la Iglesia como institución) conocí a una chica con la que pasé unos días muy agradables, y a la vuelta empezamos a salir juntos. Para no extenderme mucho sólo decir que estuve cuatro años con esta chica, pero la relación fue empeorando. Ya no era la misma chica dulce y sencilla que un día conocí, ahora no era nada más que una chica presumida y egocéntrica.
A los 4 meses aproximadamente, me contó que tenía un ciber amigo, y que vendría a los Ángeles a conocerla. Este chico vino, se conocieron, y empezaron a salir juntos. Él era un chico rico y famoso. Al poco tiempo la chica me dijo que dejara de abrazarla cuando la saludara, que dejara de llamarla para saber cómo estaba y que se iría a vivir con el chico, que no quería saber nada de mí por el momento.
Yo la quería, nuestra relación no era perfecta, ya no era igual, ella era distinta pero la quería igualmente.
En esa época era recepcionista de noche, y aquellas horas solo en la recepción se me hacían eternas, luchaba por no llorar, no comprendía como la única persona con la que había compartido mis últimos años podía haber cambiado tanto, podía ahora tratarme como si nunca se hubiera enamorado de mí.
Después de un tiempo comprendí algo muy importante…el amor no existe. Entendí que esa chica nunca me quiso, y nunca fue como yo la imaginaba y la amaba. Ella era tan interesada y nunca me di cuenta. Tal vez fui muy poca para ella, pero ahora todo es distinto. Ahora jamás volverán a jugar conmigo…aprendí que el amor es una estupidez. No existen las historias de amor ni nada parecido.
Pero hay una cosa que tengo muy presente: ”Venganza”. Esa palabra que provocaba un torbellino en mi interior. Jure que nunca caería en las redes de una mujer, y jure encontrar la familia de esa chica, para vengarles a ellos todo lo que me hizo pasar. Y las humillaciones que recibí de su padre. Ahora nadie iba por encima de mí, todos pagarían por haberme hecho sufrir y haberme hecho sentir tan miserable.
En mi caso, yo no le hice demasiado caso a las chicas hasta los 16 ó 17 años, me gustaban y jugueteaba al "tú me gustas”, pero nunca pasaba de ahí, me consideraba demasiado joven para andar con esas cosas.
En un viaje a los Ángeles, en una Iglesia (sí, yo era muy católico, aunque ahora crea en Dios pero no en la Iglesia como institución) conocí a una chica con la que pasé unos días muy agradables, y a la vuelta empezamos a salir juntos. Para no extenderme mucho sólo decir que estuve cuatro años con esta chica, pero la relación fue empeorando. Ya no era la misma chica dulce y sencilla que un día conocí, ahora no era nada más que una chica presumida y egocéntrica.
A los 4 meses aproximadamente, me contó que tenía un ciber amigo, y que vendría a los Ángeles a conocerla. Este chico vino, se conocieron, y empezaron a salir juntos. Él era un chico rico y famoso. Al poco tiempo la chica me dijo que dejara de abrazarla cuando la saludara, que dejara de llamarla para saber cómo estaba y que se iría a vivir con el chico, que no quería saber nada de mí por el momento.
Yo la quería, nuestra relación no era perfecta, ya no era igual, ella era distinta pero la quería igualmente.
En esa época era recepcionista de noche, y aquellas horas solo en la recepción se me hacían eternas, luchaba por no llorar, no comprendía como la única persona con la que había compartido mis últimos años podía haber cambiado tanto, podía ahora tratarme como si nunca se hubiera enamorado de mí.
Después de un tiempo comprendí algo muy importante…el amor no existe. Entendí que esa chica nunca me quiso, y nunca fue como yo la imaginaba y la amaba. Ella era tan interesada y nunca me di cuenta. Tal vez fui muy poca para ella, pero ahora todo es distinto. Ahora jamás volverán a jugar conmigo…aprendí que el amor es una estupidez. No existen las historias de amor ni nada parecido.
Pero hay una cosa que tengo muy presente: ”Venganza”. Esa palabra que provocaba un torbellino en mi interior. Jure que nunca caería en las redes de una mujer, y jure encontrar la familia de esa chica, para vengarles a ellos todo lo que me hizo pasar. Y las humillaciones que recibí de su padre. Ahora nadie iba por encima de mí, todos pagarían por haberme hecho sufrir y haberme hecho sentir tan miserable.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 1 ღ
―___(Tn), ¡sales en 15 minutos! –Gritaron desde la puerta.
―Sí papá, ya estoy lista –me puse de pie girándome hasta él.
―Hoy es un día muy importante todo tiene que salir muy bien –me observo.
―¿Qué pasara hoy?
―Vendrá un hombre muy importante aquí, y tú sabes que he tenido problemas con los administradores, así que él se encargara de todo eso, pero todo depende de ti –sonrió.
―¿De mí?
―Sí, tienes que impresionarlo, que el quede maravillado contigo, a ver si así se le olvidan un poco esas cuentas.
―¿Y que tengo hacer yo? –lo mire un poco decepcionada.
―Lo que sea necesario, todo depende de ti para que yo esté bien.
―Pero… ―me interrumpió.
―Por favor hija, sabes que eres lo más importante para mí y lo único que tengo, desde que murió tu madre eh estado muy solo, y este trabajo es lo único que tengo.
―Lo sé –cerré mis ojos.
―Entonces haz feliz a tu padre –me dio un beso en la frente―. Te espero afuera.
Asentí con un pequeño movimiento de cabeza. Mi padre, entonces, salió de la habitación y yo termine de arreglarme lo más pronto posible.
Observe mi reflejo en el espejo y no me reconocí. Toda esta pintura, esta ropa, los zapatos; esta no soy yo. Toda mi vida tuve que ser una persona que no soy. Todo el tiempo cambiando y convirtiéndome en alguien que odio cada día más.
Mi vida en realidad era complacer a mi padre, en pocas palabras; trabajar para él. Cada día me pregunto si él me quiere o solo soy un objeto. Tal vez si mi madre estuviera conmigo todo sería distinto, tal vez mi vida no sería así, tal vez trabajaría en lo que siempre soñé. Pero está era la realidad por el momento y tengo que seguir con ella. Ahora por lo que tendría que preocuparme es por complacer al dichoso socio de mi padre.
Escuche un par de golpes en la puerta que ya eran comunes, tratando de anunciar que era momento de salir al show. Me perfume un poco y tome mis cosas. Abrí la puerta de lo que se puede decir un camerino, y me encontré rodeada de gente. Toda la gente que se encargaba del centro nocturno los que se pueden llamar familia y amigos. Y se encontraban ahí para darme suerte como siempre lo hacían.
Después de saludar a un par de personas mi padre se acercó a mí completamente molesto. Me tomo del brazo y me alejo de todos allí.
―¿Pasa algo? –Pregunte confundida.
―¿Todavía lo preguntas? –hizo una seña mostrando el reloj.
―Lo siento, papá.
―Sabes perfectamente que el show comienza a las 9:00 p.m. y ya son las 9:15.
―Lo siento.
―Ya deja de disculparte y sube al escenario, realmente no puedo pedirte nada. Solo te pedí que estuvieras lista a la hora, te dije muy claro que hoy viene un socio muy importante, te lo dije ¿sí o no?
―Sí… si lo hiciste –apreté mis puños.
―Entonces ¿qué esperas? Ve a hacer lo que tienes que hacer.
Me solté de su brazo y subí a la parte trasera del escenario, di la señal de que empezara la música y está en un instante comenzó. El telón se abrió y camine hasta el escenario comenzando a cantar. Al mirar a todos lados me encontré con gente conocida y desconocida. Recuerdo cuando en un principio me daba repulsión escuchar palabras asquerosas por parte de los hombres, pero ahora era tan normal escucharlas.
Por un instante enfoque mi mirada hacia la puerta de entrada, en ella se encontraba mi padre junto con otras personas que trabajaban ahí, todos parecían esperar a alguien. Lo confirme al momento que vi entrar a una mujer bastante bella. Mi padre la saludo y ella apunto hacia a fuera seguido de una sonrisa. En segundos un hombre entro tras ella.
Al mirarlo no pude evitar sonrojarme y sentirme nerviosa, tanto que deje de cantar por unos segundos. Lo que hizo que mi padre junto con aquellas dos personas me mirarán.
Tome el micrófono con fuerza y seguí cantando, recibiendo una sonrisa de parte de mi padre. Que al instante se acercó a saludar a aquel hombre con un apretón de manos, él se miraba un poco molesto a decir verdad. Le dijo un par de cosas y después los dos me miraron, mi padre con una sonrisa y aquel hombre con un gesto de sorpresa.
En verdad es idéntica a ella, su parecido me sorprendió de tal modo que deje todo de lado. La mire de pies a cabeza y un coraje encadeno mi cuerpo.
―Así que ella es tu hija ____(Tp) –dije sin dejar de mirarla.
―Sí, es hermosa ¿verdad?
―Bastante, idéntica a…. ―me quede en silencio―. No importa, sabes exactamente a que eh venido.
―Claro, por favor –cedió el paso―, tomen asiento.
―Es una broma, ¿verdad? No pienso sentarme junto a todos estos, lo que quiero hablar contigo es privado.
―Ah claro –su sonrisa se esfumó―. Vamos a mi oficina entonces.
Tome de la mano a la que por el momento era mi mujer y comenzamos a caminar siguiendo a ____(Tp). En todo el trayecto seguí con la mirada cada movimiento de ella. Megan apretó mi mano obligándome a mirarla, cuando notó mi total indiferencia hacia ella.
En unos segundos estuvimos en la oficina.
―Espera aquí afuera –le dije a Megan.
―¿Qué? ¿Estás loco? No pienso quedarme aquí sola, no sé qué hacemos aquí, creí que iríamos a cenar.
―No tengo tiempo para respuestas, además tu insististe en venir, pero no te preocupes después de esto te llevare a tu casa para siempre.
―¿Para siempre? ¿A qué te refieres con eso Joseph?
―Ya lo sabrás ―le di la espalda y entre a la oficina donde ya me esperaba ___(Tp). Tome asiento y después él lo hizo. ―Seré claro con lo que diré, quiero a tu hija.
En unos segundos su cara cambio tan rápidamente de una sonrisa a una mirada de confusión.
―¿Qué fue lo que dijiste?
―Creo que lo entendiste perfectamente bien.
―Pero, ¿estás loco? ¿Cómo puedes pedirme eso?
―Vamos a aclarar un par de cosas; en primera, no me faltes el respeto; y por ultimo recuerda que tú y yo tenemos algo en común.
―No lo entiendo –negó con la cabeza.
―Lo sabes muy bien… los dos por un tiempo amamos a la misma mujer.
―No quiero hablar de eso.
―No te preocupes, no pensaba tocar ese tema.
―Entonces no entiendo, ¿por qué te empeñas en tener a mi hija?
―¿Acaso no la vez? Es hermosa, es talentosa y lo más importante; es de tu sangre.
―Pero… ―lo interrumpí.
―Por favor –me puse de pie―, no me vayas a decir que te importa.
―Claro que me importa, ¡es mi hija!
―Si te importara, no la tendrías trabajando para ti, no permitirías que miles de hombres le falten al respeto como lo hacen aquí.
―Ese no es el caso, sabes que ella es importante aquí.
―¿Sabes algo? Yo no vine aquí a que tú me pusieras miles de pretextos, vine a confirmarte lo que hare.
―No puedes llevártela así.
―Puedo hacer lo que se me venga en ganas, recuerda que puedo hundirte, en segundos puedo hacer que este negocio cierre y dejarte en la calle.
Él se quedó en silencio.
―Ya deja de pensarlo tanto, los dos sabemos que te importa más el dinero que toda tu familia junta.
―¿Y si ella no lo quiere?
―No me importara.
―No puedo creer que después de tanto tiempo te siga importando tanto –menciono mientras negaba con su cabeza.
―¡No te lo pregunte! –Grite furioso―. Ahora contesta de una vez maldita sea, no puedo estar un segundo más en este repulsivo lugar.
Sus labios se abrieron pero no emitieron sonido ya que en el momento que estaba por contestarme, la puerta se abrió de golpe, entrando por ella exactamente la chica que solo en segundos seria mía. Una sonrisa se dibujó en mi rostro entonces.
―Eh… lo siento, no pensé que estuvieras ocupado –dije nerviosa.
―No te preocupes, hija –señalo al hombre que ocupaba un lugar frente a él―. Te presento al señor Jonas.
―Mucho gusto –extendí mi mano.
―El gusto es mío señorita ____(Ta) –beso con delicadeza mi mano―. Entonces señor ___(Ta), ¿cuál es su respuesta? –enfoco su mirada en él.
Mi padre me miro un tanto confundido, después miro de nuevo al hombre con el que charlaba.
―Acepto ―menciono al fin con una mueca.
―Gran elección –me sonrió mirándome de pies a cabeza. En ese momento sentí como mi mundo cambiaba sin saber porque razón.
―Sí papá, ya estoy lista –me puse de pie girándome hasta él.
―Hoy es un día muy importante todo tiene que salir muy bien –me observo.
―¿Qué pasara hoy?
―Vendrá un hombre muy importante aquí, y tú sabes que he tenido problemas con los administradores, así que él se encargara de todo eso, pero todo depende de ti –sonrió.
―¿De mí?
―Sí, tienes que impresionarlo, que el quede maravillado contigo, a ver si así se le olvidan un poco esas cuentas.
―¿Y que tengo hacer yo? –lo mire un poco decepcionada.
―Lo que sea necesario, todo depende de ti para que yo esté bien.
―Pero… ―me interrumpió.
―Por favor hija, sabes que eres lo más importante para mí y lo único que tengo, desde que murió tu madre eh estado muy solo, y este trabajo es lo único que tengo.
―Lo sé –cerré mis ojos.
―Entonces haz feliz a tu padre –me dio un beso en la frente―. Te espero afuera.
Asentí con un pequeño movimiento de cabeza. Mi padre, entonces, salió de la habitación y yo termine de arreglarme lo más pronto posible.
Observe mi reflejo en el espejo y no me reconocí. Toda esta pintura, esta ropa, los zapatos; esta no soy yo. Toda mi vida tuve que ser una persona que no soy. Todo el tiempo cambiando y convirtiéndome en alguien que odio cada día más.
Mi vida en realidad era complacer a mi padre, en pocas palabras; trabajar para él. Cada día me pregunto si él me quiere o solo soy un objeto. Tal vez si mi madre estuviera conmigo todo sería distinto, tal vez mi vida no sería así, tal vez trabajaría en lo que siempre soñé. Pero está era la realidad por el momento y tengo que seguir con ella. Ahora por lo que tendría que preocuparme es por complacer al dichoso socio de mi padre.
Escuche un par de golpes en la puerta que ya eran comunes, tratando de anunciar que era momento de salir al show. Me perfume un poco y tome mis cosas. Abrí la puerta de lo que se puede decir un camerino, y me encontré rodeada de gente. Toda la gente que se encargaba del centro nocturno los que se pueden llamar familia y amigos. Y se encontraban ahí para darme suerte como siempre lo hacían.
Después de saludar a un par de personas mi padre se acercó a mí completamente molesto. Me tomo del brazo y me alejo de todos allí.
―¿Pasa algo? –Pregunte confundida.
―¿Todavía lo preguntas? –hizo una seña mostrando el reloj.
―Lo siento, papá.
―Sabes perfectamente que el show comienza a las 9:00 p.m. y ya son las 9:15.
―Lo siento.
―Ya deja de disculparte y sube al escenario, realmente no puedo pedirte nada. Solo te pedí que estuvieras lista a la hora, te dije muy claro que hoy viene un socio muy importante, te lo dije ¿sí o no?
―Sí… si lo hiciste –apreté mis puños.
―Entonces ¿qué esperas? Ve a hacer lo que tienes que hacer.
Me solté de su brazo y subí a la parte trasera del escenario, di la señal de que empezara la música y está en un instante comenzó. El telón se abrió y camine hasta el escenario comenzando a cantar. Al mirar a todos lados me encontré con gente conocida y desconocida. Recuerdo cuando en un principio me daba repulsión escuchar palabras asquerosas por parte de los hombres, pero ahora era tan normal escucharlas.
Por un instante enfoque mi mirada hacia la puerta de entrada, en ella se encontraba mi padre junto con otras personas que trabajaban ahí, todos parecían esperar a alguien. Lo confirme al momento que vi entrar a una mujer bastante bella. Mi padre la saludo y ella apunto hacia a fuera seguido de una sonrisa. En segundos un hombre entro tras ella.
Al mirarlo no pude evitar sonrojarme y sentirme nerviosa, tanto que deje de cantar por unos segundos. Lo que hizo que mi padre junto con aquellas dos personas me mirarán.
Tome el micrófono con fuerza y seguí cantando, recibiendo una sonrisa de parte de mi padre. Que al instante se acercó a saludar a aquel hombre con un apretón de manos, él se miraba un poco molesto a decir verdad. Le dijo un par de cosas y después los dos me miraron, mi padre con una sonrisa y aquel hombre con un gesto de sorpresa.
(Narra Joe)
En verdad es idéntica a ella, su parecido me sorprendió de tal modo que deje todo de lado. La mire de pies a cabeza y un coraje encadeno mi cuerpo.
―Así que ella es tu hija ____(Tp) –dije sin dejar de mirarla.
―Sí, es hermosa ¿verdad?
―Bastante, idéntica a…. ―me quede en silencio―. No importa, sabes exactamente a que eh venido.
―Claro, por favor –cedió el paso―, tomen asiento.
―Es una broma, ¿verdad? No pienso sentarme junto a todos estos, lo que quiero hablar contigo es privado.
―Ah claro –su sonrisa se esfumó―. Vamos a mi oficina entonces.
Tome de la mano a la que por el momento era mi mujer y comenzamos a caminar siguiendo a ____(Tp). En todo el trayecto seguí con la mirada cada movimiento de ella. Megan apretó mi mano obligándome a mirarla, cuando notó mi total indiferencia hacia ella.
En unos segundos estuvimos en la oficina.
―Espera aquí afuera –le dije a Megan.
―¿Qué? ¿Estás loco? No pienso quedarme aquí sola, no sé qué hacemos aquí, creí que iríamos a cenar.
―No tengo tiempo para respuestas, además tu insististe en venir, pero no te preocupes después de esto te llevare a tu casa para siempre.
―¿Para siempre? ¿A qué te refieres con eso Joseph?
―Ya lo sabrás ―le di la espalda y entre a la oficina donde ya me esperaba ___(Tp). Tome asiento y después él lo hizo. ―Seré claro con lo que diré, quiero a tu hija.
En unos segundos su cara cambio tan rápidamente de una sonrisa a una mirada de confusión.
―¿Qué fue lo que dijiste?
―Creo que lo entendiste perfectamente bien.
―Pero, ¿estás loco? ¿Cómo puedes pedirme eso?
―Vamos a aclarar un par de cosas; en primera, no me faltes el respeto; y por ultimo recuerda que tú y yo tenemos algo en común.
―No lo entiendo –negó con la cabeza.
―Lo sabes muy bien… los dos por un tiempo amamos a la misma mujer.
―No quiero hablar de eso.
―No te preocupes, no pensaba tocar ese tema.
―Entonces no entiendo, ¿por qué te empeñas en tener a mi hija?
―¿Acaso no la vez? Es hermosa, es talentosa y lo más importante; es de tu sangre.
―Pero… ―lo interrumpí.
―Por favor –me puse de pie―, no me vayas a decir que te importa.
―Claro que me importa, ¡es mi hija!
―Si te importara, no la tendrías trabajando para ti, no permitirías que miles de hombres le falten al respeto como lo hacen aquí.
―Ese no es el caso, sabes que ella es importante aquí.
―¿Sabes algo? Yo no vine aquí a que tú me pusieras miles de pretextos, vine a confirmarte lo que hare.
―No puedes llevártela así.
―Puedo hacer lo que se me venga en ganas, recuerda que puedo hundirte, en segundos puedo hacer que este negocio cierre y dejarte en la calle.
Él se quedó en silencio.
―Ya deja de pensarlo tanto, los dos sabemos que te importa más el dinero que toda tu familia junta.
―¿Y si ella no lo quiere?
―No me importara.
―No puedo creer que después de tanto tiempo te siga importando tanto –menciono mientras negaba con su cabeza.
―¡No te lo pregunte! –Grite furioso―. Ahora contesta de una vez maldita sea, no puedo estar un segundo más en este repulsivo lugar.
Sus labios se abrieron pero no emitieron sonido ya que en el momento que estaba por contestarme, la puerta se abrió de golpe, entrando por ella exactamente la chica que solo en segundos seria mía. Una sonrisa se dibujó en mi rostro entonces.
(Narras Tú)
―Eh… lo siento, no pensé que estuvieras ocupado –dije nerviosa.
―No te preocupes, hija –señalo al hombre que ocupaba un lugar frente a él―. Te presento al señor Jonas.
―Mucho gusto –extendí mi mano.
―El gusto es mío señorita ____(Ta) –beso con delicadeza mi mano―. Entonces señor ___(Ta), ¿cuál es su respuesta? –enfoco su mirada en él.
Mi padre me miro un tanto confundido, después miro de nuevo al hombre con el que charlaba.
―Acepto ―menciono al fin con una mueca.
―Gran elección –me sonrió mirándome de pies a cabeza. En ese momento sentí como mi mundo cambiaba sin saber porque razón.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 2 ღ
―Esperare afuera ―abrí la puerta de nuevo.
―No, por favor quédese. Creo que debemos conocernos un poco más, ¿no lo crees?
Mire a mi padre.
―Los dejare solos –se puso de pie.
―Pero…
―No te preocupes, no te hare daño –sonrió.
―Ahora vuelvo –mi padre salió de la oficina.
El silencio entonces se hizo intenso. Al notar como ese hombre me miraba, realmente entendí que era lo que pretendía. Me aleje de él logrando que se moviera hasta mi lado. Mi corazón estaba acelerado; tenía que admitir que de todos los hombres que visitan este tipo de lugares, él era el único tan atractivo para lograr que yo me pusiera nerviosa.
―No entiendo porque usted y yo tenemos que conocernos.
―Háblame de tú, no soy tan viejo –sonrió pícaramente―, y a tu pregunta, creo que debemos conocernos porque dentro de un corto tiempo tú serás mía.
―¿Qué?
―Lo que escuchaste, estuve platicando con tu padre y pues llegamos a la conclusión de que serás mi esposa.
―Es una buena broma –reí.
―No soy bueno con las bromas –menciono serio.
―Eso es imposible, nunca lo había visto… no puedo casarme con usted –retrocedí unos pasos.
―Lamento decirte que la decisión ya está tomada.
―Pues yo lamento decirle que no pienso cumplir con esa tontería.
―Sabes no quería decirte toda la verdad, pero creo que en este caso debes saberla.
―No entiendo –negué confundida.
―Tu papá se dio cuenta que no eres lo suficientemente importante para él, créeme esta no fue idea mía, él fue el que me lo propuso.
―¿Mi padre?
―Por favor no te sientas mal, tu padre estará bien con el dinero que le di por ti –levanto sus hombros.
―¿Él le pidió dinero?
―Sí, y vaya que es ambicioso, pero en realidad no me importo dar todo ese dinero por ti, ahora que puedo verte, me doy cuenta que valió la pena.
―Eso es una estupidez, no pienso casarme con usted –camine hasta la puerta.
―Espera –me tomo por el brazo.
―No me toque –zafe su mano, mientras limpiaba mis lágrimas―. Usted no tiene derecho sobre mí, usted ni nadie puede obligarme a hacer algo que no quiera –respondí molesta.
―Por dios, ¿sabes algo? Trate de ser amable, ahora ya no puedes decidir hoy ya me perteneces.
―Usted es un asco, ¡no puedo creer como se atreve a hacer algo así! –Mi respiración se agito.
―Lamentablemente si puedo, desde hace mucho tiempo su padre trabajo para mi empresa y el muy estúpido creyó que no me daría cuenta de que nos robó, así que en tus manos esta que no lo refunda en la cárcel.
―Eso no me importa –limpie mi mejilla.
―¿Enserio? Creí que amabas mucho a tu padre.
―Yo… ―mi voz se quebró―, usted no puede… no puede hacernos esto.
Él camino hasta la puerta.
―Ya lo hice –salió de la oficina al mencionar aquello.
«Esto no es verdad, esto es una pesadilla, no puede estar pasando esto», mencione en mi interior mientras mi corazón se destrozaba. Mi vida estaba en manos de ese hombre, la vida de mi padre lo estaba también.
―Mi padre –reí con ironía.
Ahora más que nunca lo odiaba. No podía creer como el me defraudaba en cada oportunidad, pero esto, esto es la gota que derramo el vaso; me vendió y me entrego a los brazos de un hombre desconocido.
Salí de la oficina con la esperanza de que aquello no fuera más que un mal sueño. Pero no fue así, a fuera me encontré con ese hombre de nuevo, aquel con el que en un momento sentí nervios, el hombre que estaba acabando con mi vida; al lado de él estaba ese señor que yo llamaba padre, y el cual me había desilusionado una vez tras otra.
Pase de largo para evitar cualquier tipo de contacto, tratando de contener las lágrimas y sollozos que pedían a gritos libertad.
―En unos minutos nos vamos –escuche una voz a mis espaldas.
Esas palabras quedaron grabadas una por una en mi mente en el transcurso de mi camino. Aun estando cada vez más lejos de ellos: escuchaba sus palabras; aún están en mi camerino en completa soledad: lo escuchaba.
Ahora, mirándome de nuevo en el espejo, me vi realmente. ¡Está soy yo! Las lágrimas son perfectas para caracterizar: son claras, trasparentes… cristalinas, pero más sin en cambio guardan el sufrimiento. El sufrimiento que ha caracterizado mi vida.
Estas pequeñas gotas abundaban en mi rostro, cada vez dolían más. Los segundos dentro de las cuatro paredes se hacían eternos, lo único que bastaba era esperar el momento en que de verdad no tendría regreso alguno. El momento que se vio más cercano cuando unos pasos parecían acercarse. Mi corazón se aceleró y las lágrimas se detuvieron para dejar su lugar al gran miedo que había en mi interior.
La puerta se abrió unos segundos después. Por ella, entro un hombre alto, de cabello oscuro y mirada penetrante.
―Es momento de irnos –se acercó.
―No se acerque a mí –retrocedí unos pasos.
―¡Vamos! No te comportes como una niña, ya sabes cuales son los planes ¿por qué te haces la difícil?
―Es usted un sínico.
―Me lo han dicho antes –rió―, pero sabes no me importa, ahora toma las cosas que quieras llevarte.
―Por favor no me haga esto… ―rogué con voz entrecortada.
―Créeme, no ganas nada diciendo eso, todo está dicho y no quiero perder más tiempo. Hoy tengo una cena y tú irás conmigo.
―¿Yo?
―Sí, ahí te presentare como mi nueva esposa.
―Pero… ―me interrumpió.
―No hay ningún pero, te espero a fuera –se acercó dándome un rápido beso en los labios, el cual fue imposible detener. Me guiño un ojo y salió dejando la puerta entre abierta.
Por instinto, mi mano llego a ese lugar, recorriendo el camino de sus labios al posarse sobre los míos. Esta, poco a poco se deslizo hasta caer de nuevo a su lugar. Tome resignada un par de cosas, pensé en llevarme unas fotos pero ahora eso ya no valía de nada. Hice una mala mueca y solo lleve un poco de ropa, algunas joyas y libros.
Salí del cuarto encontrándome a un costado de la puerta a Joseph. Él al instante se acercó a mí, tomando un par de cosas que llevaba conmigo.
―Pensé que traerías fotos o algo así, no tienes que traer ropa, yo te comprare mucha más.
―No se preocupe, yo tengo mi propia ropa.
―No me hables de tu.
―Lo siento, pero no te conozco mucho –respondí seria.
―Pues con el tiempo lo harás, ahora lo mejor será que vayamos a casa.
―Yo quiero despedirme de mis amigos antes.
―¿Cuáles amigos?
―Los de aquí… tengo muchos amigos.
―Eso es una tontería, las personas de aquí no pueden ser tus amigos, no son más que unos empleados.
―Ellos son como mi familia.
―No voy a discutir más, no permitiré que tengas contacto con todos estás personas.
―No puedes hacer eso…
―Puedo hacerlo linda, ahora vámonos –me tomo del brazo.
En pocos minutos los dos salimos del establecimiento. Afuera estaban aparcados dos autos de lujo y a unos centímetros se encontraba mi padre, la chica de pelo negro y un par de hombres más.
―Todo está listo –Joseph menciono.
―Y... ¿ella quién es? –La chica pregunto con indiferencia.
―Ella es mi nueva novia Megan –él sonrió.
Los ojos de ella se abrieron de par en par y en su boca se formó un mueca de asombro. De mi parte no pude evitar confundirme, me preguntaba; ¿quién era ella?, ¿qué era de Joseph? Y la más importante ¿qué hacía aquí?
―Estas bromeando, ¿verdad? –La chica pregunto molesta.
―No, es verdad y no solo es mi novia, pronto será mi esposa –sonrió de nuevo.
―Pero… ¿cómo puedes decirme eso así tan sencillo?
―Megan, no quiero ningún tipo de escándalo –tomo mi brazo con fuerza, después dirigió su mirada hasta uno de los hombres, que parecía ser un empleado―. ¿Puedes llevar a la señorita Fox a su casa?
―Claro señor, ¿señorita? –apunto hasta el auto.
―No pienso irme con nadie, ¡no vine aquí para que me dejes Joseph!
―Lo siento, pero ya lo hice –enfoco su mirada en la mía―. ¿Nos vamos, linda?
―Eh… ―lo mire confundida.
―¿Nos vamos, linda? –me miro profundamente.
Asentí solamente con la cabeza.
―¡Joseph no me puedes hacer esto! –La chica gritó.
Joseph dejo de tomar mi brazo para tomar mi mano, al hacerlo mi cuerpo se puso un poco tenso y la situación se hizo mucho más incómoda. En la entrada del auto, el que se hacía llamar padre se acercó a mí.
―Hija… ―menciono en voz baja.
Gire mi vista para ignorarlo.
―Quiero que seas feliz –continuó.
―No, tu nunca quisiste que fuera feliz, lo único que quieres es tu felicidad, no te importa nada más.
―Pero…
―Te odio –mencione con dificultad.
Aclare mi garganta y gire mi mirada hasta Joseph. Él me contemplo serio y puso mis cosas dentro del auto, me ayudo a subir y después el subió a mi lado.
―No, por favor quédese. Creo que debemos conocernos un poco más, ¿no lo crees?
Mire a mi padre.
―Los dejare solos –se puso de pie.
―Pero…
―No te preocupes, no te hare daño –sonrió.
―Ahora vuelvo –mi padre salió de la oficina.
El silencio entonces se hizo intenso. Al notar como ese hombre me miraba, realmente entendí que era lo que pretendía. Me aleje de él logrando que se moviera hasta mi lado. Mi corazón estaba acelerado; tenía que admitir que de todos los hombres que visitan este tipo de lugares, él era el único tan atractivo para lograr que yo me pusiera nerviosa.
―No entiendo porque usted y yo tenemos que conocernos.
―Háblame de tú, no soy tan viejo –sonrió pícaramente―, y a tu pregunta, creo que debemos conocernos porque dentro de un corto tiempo tú serás mía.
―¿Qué?
―Lo que escuchaste, estuve platicando con tu padre y pues llegamos a la conclusión de que serás mi esposa.
―Es una buena broma –reí.
―No soy bueno con las bromas –menciono serio.
―Eso es imposible, nunca lo había visto… no puedo casarme con usted –retrocedí unos pasos.
―Lamento decirte que la decisión ya está tomada.
―Pues yo lamento decirle que no pienso cumplir con esa tontería.
―Sabes no quería decirte toda la verdad, pero creo que en este caso debes saberla.
―No entiendo –negué confundida.
―Tu papá se dio cuenta que no eres lo suficientemente importante para él, créeme esta no fue idea mía, él fue el que me lo propuso.
―¿Mi padre?
―Por favor no te sientas mal, tu padre estará bien con el dinero que le di por ti –levanto sus hombros.
―¿Él le pidió dinero?
―Sí, y vaya que es ambicioso, pero en realidad no me importo dar todo ese dinero por ti, ahora que puedo verte, me doy cuenta que valió la pena.
―Eso es una estupidez, no pienso casarme con usted –camine hasta la puerta.
―Espera –me tomo por el brazo.
―No me toque –zafe su mano, mientras limpiaba mis lágrimas―. Usted no tiene derecho sobre mí, usted ni nadie puede obligarme a hacer algo que no quiera –respondí molesta.
―Por dios, ¿sabes algo? Trate de ser amable, ahora ya no puedes decidir hoy ya me perteneces.
―Usted es un asco, ¡no puedo creer como se atreve a hacer algo así! –Mi respiración se agito.
―Lamentablemente si puedo, desde hace mucho tiempo su padre trabajo para mi empresa y el muy estúpido creyó que no me daría cuenta de que nos robó, así que en tus manos esta que no lo refunda en la cárcel.
―Eso no me importa –limpie mi mejilla.
―¿Enserio? Creí que amabas mucho a tu padre.
―Yo… ―mi voz se quebró―, usted no puede… no puede hacernos esto.
Él camino hasta la puerta.
―Ya lo hice –salió de la oficina al mencionar aquello.
«Esto no es verdad, esto es una pesadilla, no puede estar pasando esto», mencione en mi interior mientras mi corazón se destrozaba. Mi vida estaba en manos de ese hombre, la vida de mi padre lo estaba también.
―Mi padre –reí con ironía.
Ahora más que nunca lo odiaba. No podía creer como el me defraudaba en cada oportunidad, pero esto, esto es la gota que derramo el vaso; me vendió y me entrego a los brazos de un hombre desconocido.
Salí de la oficina con la esperanza de que aquello no fuera más que un mal sueño. Pero no fue así, a fuera me encontré con ese hombre de nuevo, aquel con el que en un momento sentí nervios, el hombre que estaba acabando con mi vida; al lado de él estaba ese señor que yo llamaba padre, y el cual me había desilusionado una vez tras otra.
Pase de largo para evitar cualquier tipo de contacto, tratando de contener las lágrimas y sollozos que pedían a gritos libertad.
―En unos minutos nos vamos –escuche una voz a mis espaldas.
Esas palabras quedaron grabadas una por una en mi mente en el transcurso de mi camino. Aun estando cada vez más lejos de ellos: escuchaba sus palabras; aún están en mi camerino en completa soledad: lo escuchaba.
Ahora, mirándome de nuevo en el espejo, me vi realmente. ¡Está soy yo! Las lágrimas son perfectas para caracterizar: son claras, trasparentes… cristalinas, pero más sin en cambio guardan el sufrimiento. El sufrimiento que ha caracterizado mi vida.
Estas pequeñas gotas abundaban en mi rostro, cada vez dolían más. Los segundos dentro de las cuatro paredes se hacían eternos, lo único que bastaba era esperar el momento en que de verdad no tendría regreso alguno. El momento que se vio más cercano cuando unos pasos parecían acercarse. Mi corazón se aceleró y las lágrimas se detuvieron para dejar su lugar al gran miedo que había en mi interior.
La puerta se abrió unos segundos después. Por ella, entro un hombre alto, de cabello oscuro y mirada penetrante.
―Es momento de irnos –se acercó.
―No se acerque a mí –retrocedí unos pasos.
―¡Vamos! No te comportes como una niña, ya sabes cuales son los planes ¿por qué te haces la difícil?
―Es usted un sínico.
―Me lo han dicho antes –rió―, pero sabes no me importa, ahora toma las cosas que quieras llevarte.
―Por favor no me haga esto… ―rogué con voz entrecortada.
―Créeme, no ganas nada diciendo eso, todo está dicho y no quiero perder más tiempo. Hoy tengo una cena y tú irás conmigo.
―¿Yo?
―Sí, ahí te presentare como mi nueva esposa.
―Pero… ―me interrumpió.
―No hay ningún pero, te espero a fuera –se acercó dándome un rápido beso en los labios, el cual fue imposible detener. Me guiño un ojo y salió dejando la puerta entre abierta.
Por instinto, mi mano llego a ese lugar, recorriendo el camino de sus labios al posarse sobre los míos. Esta, poco a poco se deslizo hasta caer de nuevo a su lugar. Tome resignada un par de cosas, pensé en llevarme unas fotos pero ahora eso ya no valía de nada. Hice una mala mueca y solo lleve un poco de ropa, algunas joyas y libros.
Salí del cuarto encontrándome a un costado de la puerta a Joseph. Él al instante se acercó a mí, tomando un par de cosas que llevaba conmigo.
―Pensé que traerías fotos o algo así, no tienes que traer ropa, yo te comprare mucha más.
―No se preocupe, yo tengo mi propia ropa.
―No me hables de tu.
―Lo siento, pero no te conozco mucho –respondí seria.
―Pues con el tiempo lo harás, ahora lo mejor será que vayamos a casa.
―Yo quiero despedirme de mis amigos antes.
―¿Cuáles amigos?
―Los de aquí… tengo muchos amigos.
―Eso es una tontería, las personas de aquí no pueden ser tus amigos, no son más que unos empleados.
―Ellos son como mi familia.
―No voy a discutir más, no permitiré que tengas contacto con todos estás personas.
―No puedes hacer eso…
―Puedo hacerlo linda, ahora vámonos –me tomo del brazo.
En pocos minutos los dos salimos del establecimiento. Afuera estaban aparcados dos autos de lujo y a unos centímetros se encontraba mi padre, la chica de pelo negro y un par de hombres más.
―Todo está listo –Joseph menciono.
―Y... ¿ella quién es? –La chica pregunto con indiferencia.
―Ella es mi nueva novia Megan –él sonrió.
Los ojos de ella se abrieron de par en par y en su boca se formó un mueca de asombro. De mi parte no pude evitar confundirme, me preguntaba; ¿quién era ella?, ¿qué era de Joseph? Y la más importante ¿qué hacía aquí?
―Estas bromeando, ¿verdad? –La chica pregunto molesta.
―No, es verdad y no solo es mi novia, pronto será mi esposa –sonrió de nuevo.
―Pero… ¿cómo puedes decirme eso así tan sencillo?
―Megan, no quiero ningún tipo de escándalo –tomo mi brazo con fuerza, después dirigió su mirada hasta uno de los hombres, que parecía ser un empleado―. ¿Puedes llevar a la señorita Fox a su casa?
―Claro señor, ¿señorita? –apunto hasta el auto.
―No pienso irme con nadie, ¡no vine aquí para que me dejes Joseph!
―Lo siento, pero ya lo hice –enfoco su mirada en la mía―. ¿Nos vamos, linda?
―Eh… ―lo mire confundida.
―¿Nos vamos, linda? –me miro profundamente.
Asentí solamente con la cabeza.
―¡Joseph no me puedes hacer esto! –La chica gritó.
Joseph dejo de tomar mi brazo para tomar mi mano, al hacerlo mi cuerpo se puso un poco tenso y la situación se hizo mucho más incómoda. En la entrada del auto, el que se hacía llamar padre se acercó a mí.
―Hija… ―menciono en voz baja.
Gire mi vista para ignorarlo.
―Quiero que seas feliz –continuó.
―No, tu nunca quisiste que fuera feliz, lo único que quieres es tu felicidad, no te importa nada más.
―Pero…
―Te odio –mencione con dificultad.
Aclare mi garganta y gire mi mirada hasta Joseph. Él me contemplo serio y puso mis cosas dentro del auto, me ayudo a subir y después el subió a mi lado.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 3 ღ
Dos lagrimas rodaron por mi mejilla, mire mi reflejo en la ventanilla y por detrás de la mía, estaba otra totalmente distinta. Su mirada era tierna, me miraba de una forma diferente. Al encontrarse nuestras miradas, él la esquivo, girando su cabeza a la ventanilla.
Mirarlo tan serio después de una mirada tan distinta, me hizo preguntar un poco más de él en mi mente, ¿siempre sería tan arrogante? o la pregunta más importante, ¿qué lo hizo ser de esa manera? O ¿toda su vida fue así? Muy dentro de mi corazón tenía la certeza de que no, su mirada me lo decía.
El camino en carretera se hacía cada vez más largo. No tenía ni idea de a dónde nos dirigíamos, y al parecer aun no terminaba el recorrido.
―¿A dónde vamos? –pregunte con nerviosa.
―Vamos a mi casa –contesto cortante.
―¿A tu casa?
―Sí, ¿hay algún problema con eso? –Me miro―. Serás mi esposa, tienes que vivir conmigo.
―¿Nos casaremos?
―Es lo que acabo de decirte –puso en blanco sus ojos.
―¿Por qué quieres casarte conmigo?
Él se quedó en silencio con la vista perdida en la ventanilla.
―Por favor, dímelo, ¿cómo supiste de mí? ¿Por qué quieres hacernos daño, a mí y a mi padre?
―Ya hiciste demasiadas preguntas, ¿no crees? No estoy de humor para todo eso –acaricio sus sienes.
―Es que no entiendo como llegaste a la vida de mi padre, qué es lo que él te hizo, ni por qué lo hizo.
―Ya te dije que fue lo que hizo, y lo hizo porque es un traidor –levanto su tono de voz.
Mis labios se abrieron para mencionar algo prudente, pero no encontré nada conveniente respecto a su respuesta.
―¿Qué? ¿Ahora no dices nada? ¿Sabes por qué? Porque tú misma sabes cómo es él, como lo ha sido toda tu familia –subió y bajó el tono de su voz.
―¿Mi familia? ¿Qué tiene que ver mi familia contigo?
―Nada, olvídalo.
―¿Cómo quieres que lo olvide? No has contestado a ninguna de mis preguntas.
―¡Basta! No quiero más preguntas, ¿puedes por favor guardar silencio?
―Pero…
―¡Silencio! Ahora baja y trae tus cosas –él salió del auto cerrando con fuerza la puerta.
Tome mis cosas mirando primero por la ventana antes de salir. Él caminaba deprisa hasta una puerta enorme, proveniente de una casa hermosa. El chofer que momentos antes conducía el automóvil, ayudo a abrir la puerta que estropeaba mi mirada a un lugar maravilloso. Di las gracias acompañado con una sonrisa en el momento que salí del auto. Camine deprisa al lado de Joseph, sintiéndome pequeña y excluida de un lugar tan grande.
―Vamos no tenemos toda la noche –abrió la puerta cediéndome el paso.
―Está casa es enorme.
―Ahora es tuya también ___(Tn) –dijo un poco más calmado―. Vamos te acompaño a tu habitación.
―¿Mi habitación? ¿Tengo una habitación?
―Por el momento si –me tomo por la cintura―, esperare a que te acostumbres un poco a la idea, después compartiremos la misma habitación –plasmo un pequeño beso en mi mejilla. Con el solo contacto, mi piel y mi corazón se pusieron de punta. Mire directamente a sus ojos y él me sonrió.
Después de aquel pequeño momento, Joseph me llevo hasta mi habitación. ¡Es hermosa! Fue lo primero que pude pronunciar, después sentí un poco de nostalgia pues jamás estuve rodeada de demasiado lujo y belleza. Lo que para mí se podía llamar dormitorio, era una pequeña cabina dentro de mi camerino, escuchando todas las noches gritos, silbidos, groserías y botellas de vidrio quebrarse. Y aun así tenia de consuelo, que algún día todo cambiaría, que podría tener todos los lujos con los que siempre soñé.
Busque un vestido dentro de la maleta, como Joseph me había dicho. Me dijo que sería un cena con sus hermanos y sería algo formal, se despidió de mí y salió de la habitación. En tan solo unos minutos, estuve lista. Me senté sobre la cama para esperar la presencia de Joseph. El sonido de la puerta logro que mi corazón se acelerara. Me puse de pie y lo mire entrar acomodando su corbata. Arreglo también su cabello y después de unos minutos levanto su mirada.
Sus ojos se notaron sorprendidos, lo que hizo inevitablemente que yo me sonrojara. Pase una mano por mi cabello tirando un poco de él para que quedara en mi espalda.
―Tú… ―se quedó en silencio―. ¿Te volviste loca?
―¿No te gusta?
―¿Es una pregunta capciosa?
―No te entiendo… ―acomode mi vestido―, ¿tan mal me veo?
―¿Ya te miraste al espejo?
Asentí confundida por su pregunta.
―Pues mírate de nuevo –me tomo del brazo con fuerza poniéndome frente al espejo―. ¿No ves lo ridícula que te ves?
―Pero… no entiendo que tiene de malo –repase la mirada en el atuendo.
―¿Aun lo preguntas? –me hizo girar para mirándolo directamente a los ojos―. Te dije que iríamos a una cena con mis ¡hermanos! ¡No con un par de prostitutas!
―Pero… yo… ―mis ojos se cristalizaron.
―Si te saque de aquel lugar era para que dejaras de vivir como una ramera, pero no voy a permitir que mis hermanos sepan de dónde vienes.
―¡Yo no te dije que hicieras algo por mí! ¡No tienes el derecho de faltarme al respeto! –la palma de mi mano golpeo su mejilla.
Él llevó su mano hacia aquel lugar, se froto un momento y en segundos, sus ojos se llenaron de furia. Se abalanzo sobre mí llevando su mano hasta mi rostro. Al mismo tiempo, mi cuerpo se vio acorralado contra la pared.
―Con que tienes las agallas para abofetearme, ¿no?
―¡Suéltame! –lleve mis manos hasta su pecho.
―Que te quede claro una cosa, tú no tienes voz ni voto en esta casa, así como en tu empleo complacías a todos tus clientes, de ese modo me trataras a mí, en esta casa no serás más que una mujer que se encargara de que su marido sea feliz.
―¡Me das asco!
―Me importa muy poco lo que pienses de mí, te he dado las reglas, ahora tú las cumples –se separó―. Quería que todo saliera bien, pensé que podríamos llevarnos bien, pero por lo que veo me he confundido, ahora no me queda más que ser duro contigo y enseñarte que en esta vida no todo es sonreír.
―¿Por qué me haces esto? –Coloque mis manos sobre mi rostro, sollozando.
―¡Deja de llorar! –Miro su reloj―. ¡Maldita sea! Ya se hace tarde –tomo mis manos―, ya es muy tarde como para comprarte un vestido decente, así que ponte una chaqueta arriba que ya nos vamos.
En cuestión de minutos nos encontrábamos de camino a la cena. Cada segundo transcurrido en silencio, era eterno. Aun sus palabras resonaban en mi cabeza. Ahora comprendía más que nunca porque él se había acercado a nosotros y porque me obligo a casarme con él, a pesar de que yo vivía en un mundo tan distinto al que era en realidad, ahora estaba consciente de que él solo me utilizaría a su antojo. Tras mirar las marcas que habían quedado en mis brazos, caí en la conclusión de que por más que yo tratara de luchar y salir a delante, siempre quedarían esas marcas imborrables en mi piel.
―Antes de que lleguemos y cometas una tontería, te diré todo lo que debes saber sobre nosotros.
Lo mire indiferente.
―Primero, nos conocimos en un centro comercial; segundo, llevamos tres meses como amigos, pero hasta ahora decidimos ser algo más; tercero, trabajas como modelo; y por último, no quiero que por ningún motivo hables sobre tu padre u otro familiar, eres huérfana, no tienes familia.
―Pero nada de eso es verdad.
―¡Vaya! Lo captaste, me alegro –sonrió pero al instante se puso serio―. Este no es momento para preguntas, ya estamos por llegar, y quiero que mis hermanos se lleven una buena impresión de ti.
―Bien.
―Perfecto, ¿ves como si nos podemos entender?
―¡Miren nada más a quien tenemos aquí! –Un chico con rulos se acercó a nosotros.
―Nicholas –le dio un pequeño abrazo.
―Me alegra mucho verte hermano –le sonrió para después acercarse a mí. Sonrió de nuevo, esta vez con un brillo en sus ojos. Tomo mi mano y planto un pequeño beso sobre ella―. ¿Quién es la bella dama que te acompaña?
―Mi… ―Joseph me interrumpió.
―Ella es mi novia, ___(Tn) –me sujeto por la cintura―, y si es muy bella.
―No cabe duda que tu gusto no ha cambiado, a decir verdad, ha mejorado –guiño un ojo.
Joseph simplemente sonrió.
―Pero no se queden ahí parados, vamos adentro que Kevin y su esposa nos esperan.
―Sí, ¿vamos amor? –Me miro esperando una respuesta.
―Claro –fingí una sonrisa.
Joseph entonces tomo mi mano, llevándome cariñosamente hasta la entrada. Nicholas nos indicó por donde quedaba la mesa y juntos llegamos hasta ella, donde se encontraban otras dos personas.
―¡Joe! Tanto tiempo sin verte –el otro chico de cabello rizado lo abrazo fuertemente.
―Vaya que sí, te veo un poco más viejo, Kevin.
―Claro que no –rió―, yo sigo siendo el mismo, el que parece que ha cambiado eres tú.
―Solo un poco –paso una mano sobre su cabello―, pero la que parece nunca cambiar es Magali –se alejó para abrazar a la mujer que acompañaba a Kevin.
―Como digas, Joseph –rió.
―Es enserio cuñada, los años te han caído muy bien, estás bellísima.
―Eso es verdad –Kevin beso la mejilla de la chica.
El silencio después se apodero de la pareja. Ambos me miraban con desconcierto.
―Oh, qué mal educado soy chicos, ella es ____(Tn), mi novia –Joseph rompió el silencio.
―Ya decía yo que no podría ser tu amiga –la chica me saludo con un beso en la mejilla―. Es un gusto, soy Magali.
―El gusto es mío –sonreí.
―Joseph, ¿es qué acaso no puedes parar? ―Kevin sonrió.
―¿Por qué lo dices? –rió.
―¿No te cansas de conseguir mujeres bellas?
―No –respondió mirándome―, pero es la última.
―¿A qué te refieres? –Nicholas intervino.
―Es lo que les planeaba contar, me casare con ____(Tn).
Mirarlo tan serio después de una mirada tan distinta, me hizo preguntar un poco más de él en mi mente, ¿siempre sería tan arrogante? o la pregunta más importante, ¿qué lo hizo ser de esa manera? O ¿toda su vida fue así? Muy dentro de mi corazón tenía la certeza de que no, su mirada me lo decía.
El camino en carretera se hacía cada vez más largo. No tenía ni idea de a dónde nos dirigíamos, y al parecer aun no terminaba el recorrido.
―¿A dónde vamos? –pregunte con nerviosa.
―Vamos a mi casa –contesto cortante.
―¿A tu casa?
―Sí, ¿hay algún problema con eso? –Me miro―. Serás mi esposa, tienes que vivir conmigo.
―¿Nos casaremos?
―Es lo que acabo de decirte –puso en blanco sus ojos.
―¿Por qué quieres casarte conmigo?
Él se quedó en silencio con la vista perdida en la ventanilla.
―Por favor, dímelo, ¿cómo supiste de mí? ¿Por qué quieres hacernos daño, a mí y a mi padre?
―Ya hiciste demasiadas preguntas, ¿no crees? No estoy de humor para todo eso –acaricio sus sienes.
―Es que no entiendo como llegaste a la vida de mi padre, qué es lo que él te hizo, ni por qué lo hizo.
―Ya te dije que fue lo que hizo, y lo hizo porque es un traidor –levanto su tono de voz.
Mis labios se abrieron para mencionar algo prudente, pero no encontré nada conveniente respecto a su respuesta.
―¿Qué? ¿Ahora no dices nada? ¿Sabes por qué? Porque tú misma sabes cómo es él, como lo ha sido toda tu familia –subió y bajó el tono de su voz.
―¿Mi familia? ¿Qué tiene que ver mi familia contigo?
―Nada, olvídalo.
―¿Cómo quieres que lo olvide? No has contestado a ninguna de mis preguntas.
―¡Basta! No quiero más preguntas, ¿puedes por favor guardar silencio?
―Pero…
―¡Silencio! Ahora baja y trae tus cosas –él salió del auto cerrando con fuerza la puerta.
Tome mis cosas mirando primero por la ventana antes de salir. Él caminaba deprisa hasta una puerta enorme, proveniente de una casa hermosa. El chofer que momentos antes conducía el automóvil, ayudo a abrir la puerta que estropeaba mi mirada a un lugar maravilloso. Di las gracias acompañado con una sonrisa en el momento que salí del auto. Camine deprisa al lado de Joseph, sintiéndome pequeña y excluida de un lugar tan grande.
―Vamos no tenemos toda la noche –abrió la puerta cediéndome el paso.
―Está casa es enorme.
―Ahora es tuya también ___(Tn) –dijo un poco más calmado―. Vamos te acompaño a tu habitación.
―¿Mi habitación? ¿Tengo una habitación?
―Por el momento si –me tomo por la cintura―, esperare a que te acostumbres un poco a la idea, después compartiremos la misma habitación –plasmo un pequeño beso en mi mejilla. Con el solo contacto, mi piel y mi corazón se pusieron de punta. Mire directamente a sus ojos y él me sonrió.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
Después de aquel pequeño momento, Joseph me llevo hasta mi habitación. ¡Es hermosa! Fue lo primero que pude pronunciar, después sentí un poco de nostalgia pues jamás estuve rodeada de demasiado lujo y belleza. Lo que para mí se podía llamar dormitorio, era una pequeña cabina dentro de mi camerino, escuchando todas las noches gritos, silbidos, groserías y botellas de vidrio quebrarse. Y aun así tenia de consuelo, que algún día todo cambiaría, que podría tener todos los lujos con los que siempre soñé.
Busque un vestido dentro de la maleta, como Joseph me había dicho. Me dijo que sería un cena con sus hermanos y sería algo formal, se despidió de mí y salió de la habitación. En tan solo unos minutos, estuve lista. Me senté sobre la cama para esperar la presencia de Joseph. El sonido de la puerta logro que mi corazón se acelerara. Me puse de pie y lo mire entrar acomodando su corbata. Arreglo también su cabello y después de unos minutos levanto su mirada.
Sus ojos se notaron sorprendidos, lo que hizo inevitablemente que yo me sonrojara. Pase una mano por mi cabello tirando un poco de él para que quedara en mi espalda.
―Tú… ―se quedó en silencio―. ¿Te volviste loca?
―¿No te gusta?
―¿Es una pregunta capciosa?
―No te entiendo… ―acomode mi vestido―, ¿tan mal me veo?
―¿Ya te miraste al espejo?
Asentí confundida por su pregunta.
―Pues mírate de nuevo –me tomo del brazo con fuerza poniéndome frente al espejo―. ¿No ves lo ridícula que te ves?
―Pero… no entiendo que tiene de malo –repase la mirada en el atuendo.
―¿Aun lo preguntas? –me hizo girar para mirándolo directamente a los ojos―. Te dije que iríamos a una cena con mis ¡hermanos! ¡No con un par de prostitutas!
―Pero… yo… ―mis ojos se cristalizaron.
―Si te saque de aquel lugar era para que dejaras de vivir como una ramera, pero no voy a permitir que mis hermanos sepan de dónde vienes.
―¡Yo no te dije que hicieras algo por mí! ¡No tienes el derecho de faltarme al respeto! –la palma de mi mano golpeo su mejilla.
Él llevó su mano hacia aquel lugar, se froto un momento y en segundos, sus ojos se llenaron de furia. Se abalanzo sobre mí llevando su mano hasta mi rostro. Al mismo tiempo, mi cuerpo se vio acorralado contra la pared.
―Con que tienes las agallas para abofetearme, ¿no?
―¡Suéltame! –lleve mis manos hasta su pecho.
―Que te quede claro una cosa, tú no tienes voz ni voto en esta casa, así como en tu empleo complacías a todos tus clientes, de ese modo me trataras a mí, en esta casa no serás más que una mujer que se encargara de que su marido sea feliz.
―¡Me das asco!
―Me importa muy poco lo que pienses de mí, te he dado las reglas, ahora tú las cumples –se separó―. Quería que todo saliera bien, pensé que podríamos llevarnos bien, pero por lo que veo me he confundido, ahora no me queda más que ser duro contigo y enseñarte que en esta vida no todo es sonreír.
―¿Por qué me haces esto? –Coloque mis manos sobre mi rostro, sollozando.
―¡Deja de llorar! –Miro su reloj―. ¡Maldita sea! Ya se hace tarde –tomo mis manos―, ya es muy tarde como para comprarte un vestido decente, así que ponte una chaqueta arriba que ya nos vamos.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
En cuestión de minutos nos encontrábamos de camino a la cena. Cada segundo transcurrido en silencio, era eterno. Aun sus palabras resonaban en mi cabeza. Ahora comprendía más que nunca porque él se había acercado a nosotros y porque me obligo a casarme con él, a pesar de que yo vivía en un mundo tan distinto al que era en realidad, ahora estaba consciente de que él solo me utilizaría a su antojo. Tras mirar las marcas que habían quedado en mis brazos, caí en la conclusión de que por más que yo tratara de luchar y salir a delante, siempre quedarían esas marcas imborrables en mi piel.
―Antes de que lleguemos y cometas una tontería, te diré todo lo que debes saber sobre nosotros.
Lo mire indiferente.
―Primero, nos conocimos en un centro comercial; segundo, llevamos tres meses como amigos, pero hasta ahora decidimos ser algo más; tercero, trabajas como modelo; y por último, no quiero que por ningún motivo hables sobre tu padre u otro familiar, eres huérfana, no tienes familia.
―Pero nada de eso es verdad.
―¡Vaya! Lo captaste, me alegro –sonrió pero al instante se puso serio―. Este no es momento para preguntas, ya estamos por llegar, y quiero que mis hermanos se lleven una buena impresión de ti.
―Bien.
―Perfecto, ¿ves como si nos podemos entender?
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
―¡Miren nada más a quien tenemos aquí! –Un chico con rulos se acercó a nosotros.
―Nicholas –le dio un pequeño abrazo.
―Me alegra mucho verte hermano –le sonrió para después acercarse a mí. Sonrió de nuevo, esta vez con un brillo en sus ojos. Tomo mi mano y planto un pequeño beso sobre ella―. ¿Quién es la bella dama que te acompaña?
―Mi… ―Joseph me interrumpió.
―Ella es mi novia, ___(Tn) –me sujeto por la cintura―, y si es muy bella.
―No cabe duda que tu gusto no ha cambiado, a decir verdad, ha mejorado –guiño un ojo.
Joseph simplemente sonrió.
―Pero no se queden ahí parados, vamos adentro que Kevin y su esposa nos esperan.
―Sí, ¿vamos amor? –Me miro esperando una respuesta.
―Claro –fingí una sonrisa.
Joseph entonces tomo mi mano, llevándome cariñosamente hasta la entrada. Nicholas nos indicó por donde quedaba la mesa y juntos llegamos hasta ella, donde se encontraban otras dos personas.
―¡Joe! Tanto tiempo sin verte –el otro chico de cabello rizado lo abrazo fuertemente.
―Vaya que sí, te veo un poco más viejo, Kevin.
―Claro que no –rió―, yo sigo siendo el mismo, el que parece que ha cambiado eres tú.
―Solo un poco –paso una mano sobre su cabello―, pero la que parece nunca cambiar es Magali –se alejó para abrazar a la mujer que acompañaba a Kevin.
―Como digas, Joseph –rió.
―Es enserio cuñada, los años te han caído muy bien, estás bellísima.
―Eso es verdad –Kevin beso la mejilla de la chica.
El silencio después se apodero de la pareja. Ambos me miraban con desconcierto.
―Oh, qué mal educado soy chicos, ella es ____(Tn), mi novia –Joseph rompió el silencio.
―Ya decía yo que no podría ser tu amiga –la chica me saludo con un beso en la mejilla―. Es un gusto, soy Magali.
―El gusto es mío –sonreí.
―Joseph, ¿es qué acaso no puedes parar? ―Kevin sonrió.
―¿Por qué lo dices? –rió.
―¿No te cansas de conseguir mujeres bellas?
―No –respondió mirándome―, pero es la última.
―¿A qué te refieres? –Nicholas intervino.
―Es lo que les planeaba contar, me casare con ____(Tn).
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 4 ღ
―¿Qué? –Nicholas rió―. ¿Es una broma?
Joseph enfoco una mirada seria hacia él y respondió después de unos minutos:
―No, no estoy bromeando, creo que ya es momento de hacerlo.
―Eso sí que es una sorpresa –Kevin abrazo a Joseph―. Muchas felicidades hermano y felicidades «cuñada».
―Gracias –sonreí.
―¡Vaya! El buen Joe ha sentado cabeza –Magali rió.
―No es para tanto, simplemente ya era momento de que encontrara a la mujer indicada –Joseph me miro con ternura.
―No sé porque razón, pero aun así no puedo creerlo –Nicholas continuó.
―¿Qué no puedes creer? –Joseph preguntó.
―Que tu… ―se quedó en silencio.
―¿Qué ame una vez más? –sus palabras sonaron con fuerza.
―No quise decir eso.
―Ya no importa, Nicholas, lo que importa ahora es que eh encontrado a la persona que en verdad amo –tomo mi mano.
―Sabes que no quise decir eso Joseph.
―Chicos, basta, no dejemos que esta noche se arruine –Kevin menciono.
―Kevin tiene razón, vamos a festejar que nuestro Joe encontró a su chica indicada –Magali sonrió llamando a uno de los meseros.
―Lo siento –Nicholas giró la vista.
―Ya no te preocupes –Joseph golpeo apenas su hombro.
―Ven ___(Tn), tienes que contarme todo –Magali tomo mi mano.
―Eh… ―mire a Joseph esperando alguna respuesta.
―Claro Magali, ella te contara todo –asintió levemente.
Al pasar la noche, la cena transcurrió entre preguntas, chistes, charlas y sonrisas. Con cada segundo me acostumbraba más al hecho de sentirme rodeada de gente tan importante. Aun así me sentía un tanto excluida o de una mejor forma, mal ubicada. Los observaba y escuchaba mientras hablaban entre ellos mismos, la sinceridad se notaba en sus ojos, cada vez que contaban alguna anécdota o daban alguna respuesta. Mientras que yo tenía que pensar unos minutos y cerciorarme de dar la respuesta adecuada, las indicadas para Joseph.
―Fue una gran noche chicos, pero es momento de irnos –Joseph me miró.
―¿Qué? ¿Por qué tan pronto? –Kevin preguntó.
―___(Tn) está un poco casada, justo hoy llegamos de viaje.
―De acuerdo –sonrió.
Joseph se puso de pie, tomo mi mano y me incorpore a su lado. Kevin, Nicholas y Magali hicieron lo mismo para despedirse.
―Tenemos que juntarnos un poco más seguido, ¿cierto amor? –Joseph acaricio la parte dorsal de mi muñeca.
―Si –sonreí―. Fue una gran noche, de las mejores que he tenido.
―Vaya que lo fue –Nicholas suspiro.
―Bueno ―Joseph apretó sus labios―, entonces nos despedimos –saco su tarjeta de crédito―. Pago la cuenta y nos vamos –me sonrió.
―¡Oh no! Claro que no, hermano. Esta vez invito yo –Kevin saco su cartera.
―No tienes por qué hacerlo –replicó.
―Tómalo como un regalo de compromiso.
―Bien, tendré que comprometerme todos los días ―rió.
―Nada de eso Joseph, te has sacado la lotería con una chica tan linda como ___(Tn) –Magali lo miro molesta.
―En eso tienes razón, sería imposible fijarme en otra chica teniendo a una mujer tan bella a mi lado ―Joseph sonrió.
―Debes de cuidarla muy bien, no quieres que algún día te la quiten –Nicholas bromeo.
―Imposible, yo la amo y ella me ama, ¿verdad preciosa?
―Si… te amo –fingí una sonrisa.
Al escuchar decir esas palabras de mi boca, fue inútil no sentirme nerviosa y confundida. Era la primera vez que expresaba ese sentimiento hacia una persona o mejor dicho hacia un hombre que no fuera de mi familia. Sonreí mientras él lo hacía también, dejándome pensar una vez más si su mirada decía la verdad.
―No se ve muy bien convencida hermano –Nicholas continuó burlándose.
―No importa lo que digas, su mirada me lo dice todo.
Después de despedirme de Kevin y Magali, Nicholas se acercó a mí con una sonrisa.
―En verdad fue un gusto conocerte.
―Igualmente Nicholas.
―Ya eres parte de la familia, llámame Nick.
―Está bien, Nick –sonreí.
Un silencio se produjo por unos segundos.
―No puedo creer aun en la suerte que tiene mi hermano por tenerte a su lado –menciono de repente.
―No entiendo porque dices eso, soy una chica normal… más normal de lo que me gustaría.
―Eres una mujer muy bella, sencilla; eres perfecta.
―Gracias –mis mejillas se sonrojaron―…creo que Joseph me espera.
―Sí, lo siento por entretenerte, solo quiero darte algo –metió la mano a su bolsillo―, es mi tarjeta, puedes llamarme cuando gustes, o cuando me necesites.
―No, no creo que este bien –la extendí de nuevo hacia él.
―Joseph no dirá nada si no lo sabe –me guiño un ojo―. Solo guárdala, y ya sabes, cuando me necesites.
Joseph se acercó hasta donde estábamos.
―___(Tn), amor, ya es hora de irnos.
―Sí –guarde la tarjeta.
―¿Qué tienes ahí?
―Nada, solo un broche de cabello –mentí sonriendo.
―Bien –enfoco su mirada en Nicholas―. Creo que nos veremos después –estrecho su mano.
―Sí, fue un gusto ___(Tn), buenas noches –se alejó.
Joseph tomó mi mano y caminamos juntos hasta afuera del restaurante.
―¿Qué fue lo que te dio Nicholas?
―Nada.
―No soy estúpido –apretó mi mano con fuerzo.
―Está bien, me dio una tarjeta pero se la regrese.
―¿Estás diciendo la verdad?
―Sí, Joseph.
Él dejo de mirarme por unos segundos.
―Parece que les caíste muy bien a mis hermanos –paso una mano por su barbilla.
―Son muy buenas personas.
―Sí, sí que lo son –me miro―, especialmente Nicholas.
―Todos lo son.
―Note que le gustaste –comentó con un tono de voz alto.
―¿Yo? No lo creo –baje la mirada.
―Yo si lo creo –detuvo su paso―. No puedo creer que dije que vinieran por nosotros a las 10:00 p.m. en punto y ya se retrasaron 9 minutos.
―No deben tardar en llegar.
―No hay razón para que se hayan retrasado.
―Tal vez si la haya.
―Son empleados, se les paga para obedecer órdenes, para cumplir ciertas reglas.
―Ellos también tienen una vida.
Él se quedó en silencio.
―Lo siento –mencione al notar su reacción.
―Está bien, tienes razón.
Después de unos minutos, una gran limosina se estaciono frente a nosotros. De ella bajo un hombre a toda prisa, abrió la puerta trasera del auto y se disculpó con Joseph por su retraso. Joseph me pidió que subiera al auto mientras él hablaba con el joven, después subió a mi lado.
Los dos fuimos en silencio por un largo rato, cuando sentí como el auto se detenía frente a una casa desconocida, lo mire confundida.
―¿En dónde estamos?
―En casa de Martín.
―¿Quién es él?
―El chofer, le di la noche libre.
―Tu…
―Tendré que manejar –bajo del auto y subió por la puerta del conductor―. Vamos a casa – encendió el motor y comenzó su recorrido.
Estaba sorprendida. Joseph me había escuchado. Escucho lo que yo le dije, lo que por primera vez me había atrevido a decirle. Mire hacia enfrente y capture su mirada por el retrovisor. Tal vez era mi imaginación, pero pude notar una sonrisa en sus labios. Me sonroje por un minuto y pase una mano por mi cabello.
Momentos después, el auto comenzó a caminar cada vez más lento, al punto de quedar en el centro de la carretera, en una zona apartada de la comunidad. Mire tras la ventana, la zona poco a poco se tornaba más oscura, y los ruidos del motor se detenían.
―¡Maldita sea! –Joseph golpeó el volante.
―¿Qué pasa?
―Se acabó la gasolina.
―¿Cómo?
―Lo que escuchaste, a esta maldito auto se le acabo la gasolina –bajo dando un portazo.
Desde la ventanilla podía contemplar su figura caminar de un lado al otro, pasando las manos por su cabello un tanto despeinado y rebelde. Al tratar de leer sus labios, lo único que podía entender eran maldiciones. Deje el bolso que traía en manos y baje del auto para quedar justo a su lado.
―Podemos caminar.
―¿Estás loca? No puedo dejar el auto justo en el medio de la carretera.
―No podemos quedarnos aquí, todo se está volviendo muy oscuro.
―Ya lo había notado, pero gracias por aclararlo –menciono sarcástico.
―Solo quiero ayudar.
―Lo único que puedes hacer para ayudarme, es subir al auto, dejar de hablar y dejarme en paz.
―Pero…
―¿No entendiste lo que te dije?
Subí de nuevo cerrando la puerta para después recargar mi cuerpo contra el asiento. Tire de mi cabello logrando atarlo en una coleta. Espere un par de minutos y después escuche la puerta trasera de mi lado abrirse. Joseph se sentó sacando su celular del bolsillo de su saco.
―Genial, este día cada vez se pone mejor.
―¿No tienes señal?
―No, ¿por qué justo tenía que detenerse aquí?
Lo contemple en silencio.
―¿Ahora no hablaras?
―Dijiste que no te molestara.
―¿Ahora acatas mis órdenes?
―Lo hago porque no quiero molestarte.
―Entonces si te digo que te quites toda la ropa, ¿lo haces?
Al escuchar mi pregunta, sus ojos se llenaron de sorpresa. Hice una mueca esperando una respuesta, pero al parecer prefería quedarse con ella.
―¿Lo harías sí o no?
―No estás hablando enserio, ¿verdad?
―¿Por qué no? Ahora eres mi prometida, es muy normal que una pareja tenga intimidad.
―Pero tú y yo no somos pareja.
―Por el momento, pero te dedicabas a complacer a los hombres, soy hombre, eres mi prometida, pronto serás mi esposa, creo que es el momento indicado.
―¿Puedes dejar de ofenderme?
―¿Te ofende que te diga la verdad?
―Yo no soy una prostituta.
―Si es verdad, ya no lo eres… pero lo fuiste, ahora eres mi esposa oficialmente, que en realidad viene siendo prácticamente lo mismo… esposa-prostituta… suena igual, ¿no te parece?
―¿Siempre eres así?
―¿A qué te refieres? A mi forma de tratar a las mujeres, mi forma de pensar, de actuar… sí, siempre soy así.
―No puedo siquiera imaginar, que alguien te haya amado en la vida.
―No puedo siquiera creer como he llegado a amarte tanto.
―Por favor Joseph, se realista, crees que una mujer como yo, de un alto nivel, con un padre rico, con miles de chicos tras de mí, ¿querría salir con alguien como tú?
―¡Dijiste que me amabas!
―No creo que alguien en este mundo te amé, mírate; un hombre sin futuro, con una familia tan insignificante y un empleo tan bajo.
Joseph enfoco una mirada seria hacia él y respondió después de unos minutos:
―No, no estoy bromeando, creo que ya es momento de hacerlo.
―Eso sí que es una sorpresa –Kevin abrazo a Joseph―. Muchas felicidades hermano y felicidades «cuñada».
―Gracias –sonreí.
―¡Vaya! El buen Joe ha sentado cabeza –Magali rió.
―No es para tanto, simplemente ya era momento de que encontrara a la mujer indicada –Joseph me miro con ternura.
―No sé porque razón, pero aun así no puedo creerlo –Nicholas continuó.
―¿Qué no puedes creer? –Joseph preguntó.
―Que tu… ―se quedó en silencio.
―¿Qué ame una vez más? –sus palabras sonaron con fuerza.
―No quise decir eso.
―Ya no importa, Nicholas, lo que importa ahora es que eh encontrado a la persona que en verdad amo –tomo mi mano.
―Sabes que no quise decir eso Joseph.
―Chicos, basta, no dejemos que esta noche se arruine –Kevin menciono.
―Kevin tiene razón, vamos a festejar que nuestro Joe encontró a su chica indicada –Magali sonrió llamando a uno de los meseros.
―Lo siento –Nicholas giró la vista.
―Ya no te preocupes –Joseph golpeo apenas su hombro.
―Ven ___(Tn), tienes que contarme todo –Magali tomo mi mano.
―Eh… ―mire a Joseph esperando alguna respuesta.
―Claro Magali, ella te contara todo –asintió levemente.
Al pasar la noche, la cena transcurrió entre preguntas, chistes, charlas y sonrisas. Con cada segundo me acostumbraba más al hecho de sentirme rodeada de gente tan importante. Aun así me sentía un tanto excluida o de una mejor forma, mal ubicada. Los observaba y escuchaba mientras hablaban entre ellos mismos, la sinceridad se notaba en sus ojos, cada vez que contaban alguna anécdota o daban alguna respuesta. Mientras que yo tenía que pensar unos minutos y cerciorarme de dar la respuesta adecuada, las indicadas para Joseph.
―Fue una gran noche chicos, pero es momento de irnos –Joseph me miró.
―¿Qué? ¿Por qué tan pronto? –Kevin preguntó.
―___(Tn) está un poco casada, justo hoy llegamos de viaje.
―De acuerdo –sonrió.
Joseph se puso de pie, tomo mi mano y me incorpore a su lado. Kevin, Nicholas y Magali hicieron lo mismo para despedirse.
―Tenemos que juntarnos un poco más seguido, ¿cierto amor? –Joseph acaricio la parte dorsal de mi muñeca.
―Si –sonreí―. Fue una gran noche, de las mejores que he tenido.
―Vaya que lo fue –Nicholas suspiro.
―Bueno ―Joseph apretó sus labios―, entonces nos despedimos –saco su tarjeta de crédito―. Pago la cuenta y nos vamos –me sonrió.
―¡Oh no! Claro que no, hermano. Esta vez invito yo –Kevin saco su cartera.
―No tienes por qué hacerlo –replicó.
―Tómalo como un regalo de compromiso.
―Bien, tendré que comprometerme todos los días ―rió.
―Nada de eso Joseph, te has sacado la lotería con una chica tan linda como ___(Tn) –Magali lo miro molesta.
―En eso tienes razón, sería imposible fijarme en otra chica teniendo a una mujer tan bella a mi lado ―Joseph sonrió.
―Debes de cuidarla muy bien, no quieres que algún día te la quiten –Nicholas bromeo.
―Imposible, yo la amo y ella me ama, ¿verdad preciosa?
―Si… te amo –fingí una sonrisa.
Al escuchar decir esas palabras de mi boca, fue inútil no sentirme nerviosa y confundida. Era la primera vez que expresaba ese sentimiento hacia una persona o mejor dicho hacia un hombre que no fuera de mi familia. Sonreí mientras él lo hacía también, dejándome pensar una vez más si su mirada decía la verdad.
―No se ve muy bien convencida hermano –Nicholas continuó burlándose.
―No importa lo que digas, su mirada me lo dice todo.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
Después de despedirme de Kevin y Magali, Nicholas se acercó a mí con una sonrisa.
―En verdad fue un gusto conocerte.
―Igualmente Nicholas.
―Ya eres parte de la familia, llámame Nick.
―Está bien, Nick –sonreí.
Un silencio se produjo por unos segundos.
―No puedo creer aun en la suerte que tiene mi hermano por tenerte a su lado –menciono de repente.
―No entiendo porque dices eso, soy una chica normal… más normal de lo que me gustaría.
―Eres una mujer muy bella, sencilla; eres perfecta.
―Gracias –mis mejillas se sonrojaron―…creo que Joseph me espera.
―Sí, lo siento por entretenerte, solo quiero darte algo –metió la mano a su bolsillo―, es mi tarjeta, puedes llamarme cuando gustes, o cuando me necesites.
―No, no creo que este bien –la extendí de nuevo hacia él.
―Joseph no dirá nada si no lo sabe –me guiño un ojo―. Solo guárdala, y ya sabes, cuando me necesites.
Joseph se acercó hasta donde estábamos.
―___(Tn), amor, ya es hora de irnos.
―Sí –guarde la tarjeta.
―¿Qué tienes ahí?
―Nada, solo un broche de cabello –mentí sonriendo.
―Bien –enfoco su mirada en Nicholas―. Creo que nos veremos después –estrecho su mano.
―Sí, fue un gusto ___(Tn), buenas noches –se alejó.
Joseph tomó mi mano y caminamos juntos hasta afuera del restaurante.
―¿Qué fue lo que te dio Nicholas?
―Nada.
―No soy estúpido –apretó mi mano con fuerzo.
―Está bien, me dio una tarjeta pero se la regrese.
―¿Estás diciendo la verdad?
―Sí, Joseph.
Él dejo de mirarme por unos segundos.
―Parece que les caíste muy bien a mis hermanos –paso una mano por su barbilla.
―Son muy buenas personas.
―Sí, sí que lo son –me miro―, especialmente Nicholas.
―Todos lo son.
―Note que le gustaste –comentó con un tono de voz alto.
―¿Yo? No lo creo –baje la mirada.
―Yo si lo creo –detuvo su paso―. No puedo creer que dije que vinieran por nosotros a las 10:00 p.m. en punto y ya se retrasaron 9 minutos.
―No deben tardar en llegar.
―No hay razón para que se hayan retrasado.
―Tal vez si la haya.
―Son empleados, se les paga para obedecer órdenes, para cumplir ciertas reglas.
―Ellos también tienen una vida.
Él se quedó en silencio.
―Lo siento –mencione al notar su reacción.
―Está bien, tienes razón.
Después de unos minutos, una gran limosina se estaciono frente a nosotros. De ella bajo un hombre a toda prisa, abrió la puerta trasera del auto y se disculpó con Joseph por su retraso. Joseph me pidió que subiera al auto mientras él hablaba con el joven, después subió a mi lado.
Los dos fuimos en silencio por un largo rato, cuando sentí como el auto se detenía frente a una casa desconocida, lo mire confundida.
―¿En dónde estamos?
―En casa de Martín.
―¿Quién es él?
―El chofer, le di la noche libre.
―Tu…
―Tendré que manejar –bajo del auto y subió por la puerta del conductor―. Vamos a casa – encendió el motor y comenzó su recorrido.
Estaba sorprendida. Joseph me había escuchado. Escucho lo que yo le dije, lo que por primera vez me había atrevido a decirle. Mire hacia enfrente y capture su mirada por el retrovisor. Tal vez era mi imaginación, pero pude notar una sonrisa en sus labios. Me sonroje por un minuto y pase una mano por mi cabello.
Momentos después, el auto comenzó a caminar cada vez más lento, al punto de quedar en el centro de la carretera, en una zona apartada de la comunidad. Mire tras la ventana, la zona poco a poco se tornaba más oscura, y los ruidos del motor se detenían.
―¡Maldita sea! –Joseph golpeó el volante.
―¿Qué pasa?
―Se acabó la gasolina.
―¿Cómo?
―Lo que escuchaste, a esta maldito auto se le acabo la gasolina –bajo dando un portazo.
Desde la ventanilla podía contemplar su figura caminar de un lado al otro, pasando las manos por su cabello un tanto despeinado y rebelde. Al tratar de leer sus labios, lo único que podía entender eran maldiciones. Deje el bolso que traía en manos y baje del auto para quedar justo a su lado.
―Podemos caminar.
―¿Estás loca? No puedo dejar el auto justo en el medio de la carretera.
―No podemos quedarnos aquí, todo se está volviendo muy oscuro.
―Ya lo había notado, pero gracias por aclararlo –menciono sarcástico.
―Solo quiero ayudar.
―Lo único que puedes hacer para ayudarme, es subir al auto, dejar de hablar y dejarme en paz.
―Pero…
―¿No entendiste lo que te dije?
Subí de nuevo cerrando la puerta para después recargar mi cuerpo contra el asiento. Tire de mi cabello logrando atarlo en una coleta. Espere un par de minutos y después escuche la puerta trasera de mi lado abrirse. Joseph se sentó sacando su celular del bolsillo de su saco.
―Genial, este día cada vez se pone mejor.
―¿No tienes señal?
―No, ¿por qué justo tenía que detenerse aquí?
Lo contemple en silencio.
―¿Ahora no hablaras?
―Dijiste que no te molestara.
―¿Ahora acatas mis órdenes?
―Lo hago porque no quiero molestarte.
―Entonces si te digo que te quites toda la ropa, ¿lo haces?
(Narra Joe)
Al escuchar mi pregunta, sus ojos se llenaron de sorpresa. Hice una mueca esperando una respuesta, pero al parecer prefería quedarse con ella.
―¿Lo harías sí o no?
―No estás hablando enserio, ¿verdad?
―¿Por qué no? Ahora eres mi prometida, es muy normal que una pareja tenga intimidad.
―Pero tú y yo no somos pareja.
―Por el momento, pero te dedicabas a complacer a los hombres, soy hombre, eres mi prometida, pronto serás mi esposa, creo que es el momento indicado.
―¿Puedes dejar de ofenderme?
―¿Te ofende que te diga la verdad?
―Yo no soy una prostituta.
―Si es verdad, ya no lo eres… pero lo fuiste, ahora eres mi esposa oficialmente, que en realidad viene siendo prácticamente lo mismo… esposa-prostituta… suena igual, ¿no te parece?
―¿Siempre eres así?
―¿A qué te refieres? A mi forma de tratar a las mujeres, mi forma de pensar, de actuar… sí, siempre soy así.
―No puedo siquiera imaginar, que alguien te haya amado en la vida.
¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•
―No puedo siquiera creer como he llegado a amarte tanto.
―Por favor Joseph, se realista, crees que una mujer como yo, de un alto nivel, con un padre rico, con miles de chicos tras de mí, ¿querría salir con alguien como tú?
―¡Dijiste que me amabas!
―No creo que alguien en este mundo te amé, mírate; un hombre sin futuro, con una familia tan insignificante y un empleo tan bajo.
¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 5 ღ
La sangre corrió por mis venas con rapidez. No pude evitar dejar ver lo que sentía en el exterior. Mi corazón regresaba a sentir esos sentimientos que en un pasado me hicieron ser la persona de hoy en día.
Esquive la mirada de aquella chica que me recordaba todo el dolor. Busque una sola razón, una solución, para olvidar y desgastar todo ese tiempo en el que sufrí y sentí que mi mundo se acabaría, pero con el tiempo comprendí que todo el pasado tiene su recompensa y hoy esa recompensa estaba frente a mis ojos, justo a mi lado.
―¿En realidad crees que nadie en la vida me ha amado? ¿Tú eres capaz de decirme eso? Tú, que has vivido toda tu vida al lado de un hombre que te vendió por un par de millones.
―En eso tú y yo somos muy diferentes, sí, no soy la mejor persona de este mundo, pero tengo en conciencia que hubo personas que me amaron, que se preocuparon por mí, y lo más importante, yo si me he enamorado –giro su mirada hasta la ventana.
Una buena respuesta para dejarme claro que era el único en este mundo que tendría como experiencia en esta vida, el haberse enamorado y el haber fracasado en el intento. El único que entrego cada centímetro, cada milímetro de su corazón en el campo de batalla. El que se enamoró de una mujer que juro amarlo y después de descubrir su verdadera identidad, lo humillo y lo trato como un ser tan bajo e inferior.
―Tú no sabes en realidad lo que yo he pasado –mencione.
―No, pero lo imagino, solo con ver cómo me tratas y como trataste a la mujer que te acompañaba hoy, solo con eso me doy cuenta de que no eres capaz de amar a una mujer.
―Yo soy capaz de amar a un millón de mujeres.
―¡Vaya! Que machista –rió.
―Tal vez lo sea, pero por lo menos ellas disfrutan estar conmigo.
―Si es así, ¿por qué yo no me siento de esa manera?, ¿por qué siento que estoy sufriendo en el mismísimo infierno?
―¿En verdad te sientes así? –me acerque hasta ella.
―Sí –se alejó.
―¿Quieres saber cómo en realidad se siente estar en el infierno?
―No necesito saberlo.
―Yo creo que sí –me acerque un poco más a ella, la atraje hacia mí, poniendo una mano en su cintura.
Al tenerla tan cerca y por el movimiento, su cabello desprendió un olor exquisito. El hecho de tenerla tan cerca lograba que mi cuerpo reaccionara al instante. Su piel se sentía suave aun teniendo aquel vestido sobre su cuerpo. Mis ojos la miraban directamente a los suyos, en ellos había un brillo especial que capturaba mi atención.
Lleve una de mis manos hasta su mejilla para acariciarla. Ella suspiro y eso me sorprendió. Me acerque lentamente hasta sus labios luchando por disfrutar y no por recordar. Respire profundo y roce sus labios esperando una respuesta de su parte. Posé una mano en su nuca y la atraje para acabar con el poco espacio que quedaba entre ambos. La bese mientras mi corazón me rogaba por no hacerlo. Justo en el instante de sentir sus labios, todos los recuerdos del pasado regresaron a mi cabeza. De pronto y sin más, mi beso se convirtió en una mescla de odio y frustración. Atraje su cuerpo hasta el mío y la abrace con fuerza, recordándome a mí mismo no perderla. Me separe de sus labios para ir directamente hasta su cuello. Me aferre a él, lo bese y mordí levemente. Ella se quejó por un instante pero no le preste atención, seguí con el juego de hacerla mía mordiendo con más fuerza está vez. Ella me empujo.
―¡Espera! ¡Me lastimaste!
―¡Basta! Ahora eres mía, harás lo que yo quiera –grite molesto.
―Déjame, por favor –me empujo una vez más.
Su rechazo me hizo enfurecer: me recordó lo que una vez me hicieron pero que prometí nunca más volvería pasar.
La tome con fuerza, sujetándola de la cintura y recostándola sobre el sofá de la limusina. Llevo sus manos hasta mi pecho y me separo de su cuerpo. Tome ambas manos y las aparte; me acomode en sus caderas y quede sobre ella; me acerque de nuevo a sus labios y los bese con desesperación y deseo.
Ella trato de separase pero su espacio era demasiado corto, entonces sentí como mordió mi labio. Maldije sin pensarlo y me aleje de ella, pase una mano por mi labio intentando contener el dolor. Ella aprovecho ese momento para empujarme, pero aun así la sujete de nuevo. Mi mente se había perdido y solo mi cuerpo reaccionaba con el rencor y odio que sentía mi corazón.
Trate de hacer que ella se calmara, pero no detenía ninguno de sus movimientos. Contenido por el enojo y por la desesperación, la abofetee sin pensarlo; eso hizo que ella se detuviera y yo me acercara de nuevo para besarla, esta vez ella no opuso resistencia pero sentía como mi beso le resultaba indiferente y como una lagrima resbalaba por su mejilla. Eso no me tranquilizo, al contrario, me hizo enfurecer aún más.
Solté sus manos y comencé a quitarle el vestido, dejando a la vista una piel bronceada y tersa. En segundos ella estaba semidesnuda ante mis ojos, sus pechos estaban a mi vista mientras su sexo permanecía cubierto.
Como si ese sueño fuera a acabar, me apresure a disfrutar cada centímetro de su piel. Lleve una de mis manos hasta uno de sus senos, ella intento moverse empujándome, pero la sujete llevando sus manos hasta su espalda. Continué llevando mis labios hasta sus pechos; comencé a besar cada zona de ese lugar, pero mi deseo era mayor. Deje que una de mis manos jugara con sus pezones hasta dejarlos completamente duros, mientras la otra sostenía sus muñecas. Al sentir mis caricias su espalda se arqueaba, dejando un mejor alcance para mis labios.
Me aleje un poco de ella, solté sus brazos y me despoje de la chaqueta, corbata y camisa. Me acerque de nuevo a ella, y la bese. Sabía que no sería una gran idea dejarla ir, mi corazón me pedía a gritos que la hiciera parte de mí. Tome una de sus manos y la obligue a desabotonar mi pantalón. El contacto de su piel con la mía era como una explosión de sensaciones, mi piel se erizo, la mire directamente a los ojos y me acerque para besarla.
―Hare que te sientas en el infierno… te lo prometo –mencione contra sus labios.
Le di un pequeño beso y me aleje para quitar del camino a mi pantalón y ropa interior. Su mirada cambio al instante, intento ponerse de pie pero la tome de las caderas, abrí espacio entre sus piernas y me coloque encima. Con delicadeza hice a un lado la única prenda que cubría su cuerpo para acariciar con uno dedo la parte superior.
―Hare algo bueno por ti –dije mientras sacaba un condón y lo colocaba en su lugar.
―Por favor Joseph…. yo… -su voz era entrecortada.
―¿Tú qué? Espera, ¿eres virgen? –sonreí.
Ella se quedó en silencio.
―Es una buena broma -me reí por unos segundos para después concentrarme nuevamente en su cuerpo. Tome sus piernas y entre con fuerza dentro de ella.
―¡Ah! –golpeó mi pecho―. Joseph… por favor, ¡sal!
Acerque mis labios a los suyos callando sus gritos, mientras entraba en ella con movimientos suaves pero profundos. Su cuerpo se fue relajando y comenzó a disfrutar del momento. Aun así, vi un par de lágrimas salir de sus ojos y recorrer lo largo de sus mejillas.
Sus caderas se envolvieron con las mías para acompañar mis movimientos, los cuales se ejercían con mayor rapidez. Lleve mis manos hasta sus pechos y los acaricie mientras entraba con más profundidad. Mis movimientos se relajaron cuando note como mi cuerpo se tensaba y mi corazón comenzaba a latir con más fuerza, en solo un par de segundos más, mi mente viajo en una nueva sensación, la de calma y éxtasis.
Salí de su cuerpo para tomar asiento a su lado, gire mi vista hasta ella, ver su cuerpo desnudo acabando de tener sin duda el mejor sexo, era una exquisita sensación; mi cuerpo reaccionaba como nunca antes, con solo verla lograba excitarme de nuevo. Intente calmarme tomando mi ropa y comenzando a vestirme. Tome también el vestido de ___(Tn) y lo puse sobre su abdomen.
―Sera mejor que te vistas, no quiero que nadie vea lo que me pertenece.
Jamás me había sentido tan mal en mi vida. Incluso lo que había hecho mi padre no se comparaba como Joseph me había hecho sentir. Me senté sobre el asiento donde permanecía recostada cubriendo cada centímetro de mi cuerpo. Tome el vestido, ropa interior y lo coloque en su estado. Acomode mi cabello y mis zapatillas. Trate de calmar mis lágrimas, pero era completamente inútil. Él me había hecho sentir como una pequeñez, como si mis sentimientos no le importaran a nadie, me hacían sentir la persona más sola del mundo.
―¿Puedes dejar de llorar?
―Déjame en paz –mencione en voz baja.
―¿Disculpa? –se acercó hasta mí.
―Que me dejes en paz –levante la mirada.
―¡Vaya! Este día te has portado muy mal linda –apunto hasta su labio―. ¿Sabes cuándo tardara en sanar está herida?
―Espero que nunca sane.
―¿Qué pasa? ¿Estás molesta?
Intento acariciar mi mejilla, pero lo evite.
―Qué más da, como si te importara lo que yo siento.
―Podría decir que sí, pero… no me gusta mentir –sonrío.
―Eres un sínico, ¿sabes? –Limpie mis lágrimas.
―¿En verdad? –fingió asombro―. No me importa –puso los ojos en blanco.
―¿Para esto querías que viniera contigo? ¿Para tratarme como una cualquiera?
―Eso es lo que eres, no entiendo el porqué de tu comportamiento.
―¡Yo no soy una golfa!
―Lastima, serías una de las mejores.
―Te odio –solloce―, arruinaste mi vida.
―Y creé una mejor.
―Preferiría mil veces seguir con mi vida a estar a tu lado.
―¿Haces tanto drama solo por haber tenido sexo conmigo?
―Yo no tuve sexo contigo, ¡tú me violaste!
―No, esa es una horrenda palabra, ¿por qué te violaría si eres mi prometida?
―Tú no sabes lo que en verdad significan esas palabras –limpie mis lágrimas.
―Ni me interesa saberlo –abrió la puerta.
Dude un minuto en preguntar a donde se dirigía. El dolor que sentía, tenía mi garganta envuelta en nudo.
―¿A dónde vas? –Pregunte al fin mientras sujetaba mis manos temblorosas.
―Iré a buscar ayuda –bajo del auto.
―Pero, no puedes dejarme aquí sola.
―Toda tu vida has estado sola, ¿qué puede afectarte esto?
―Eres... eres… ―suspire quedándome en silencio.
―Soy Joseph Jonas, y tú eres nadie –cerro la puerta dando un portazo.
Me di media vuelta sobre el asiento para mirar tras la ventana como se alejaba con un paso veloz. Todo estaba tan oscuro que apenas podía distinguir su cuerpo entre las penumbras de aquel desolado lugar; La carretera estaba tan silenciosa, que parecía que hacía años no pasaba alguien por ese rumbo.
Cerré mis ojos y suspire con resignación. Pase suavemente una mano por mi mejilla y sentí al instante el dolor de mi roce. Me queje entre el silencio y un par de lágrimas acompañaron el sonido.
Ahora más que nunca imploraba por una caricia o por un abrazo de protección… de amor. Gire mi cuerpo quedando de nuevo en mi lugar, abrace mis piernas y escondí mi rostro entre ellas. Sentía en todo mi cuerpo una extraña sensación; una sensación que me hacía llorar y sentir un nudo en la garganta; algo que hacia mi corazón comprimirse y pedir a gritos sacar todo ese dolor que lo acompañaba: Odio. Si, simplemente odio. Ese odio que estaba creciendo a pasos agigantados. Con una fuerza y rapidez como la de un leopardo.
Abrí mis ojos y entonces comprendí algo. Estaba sola. Joseph me había dejado sola. Volví a mi estado normal y abrí la puerta del auto, tratando de hacer el más mínimo ruido. Salí con agilidad y comencé a caminar. Mire a todos lados. Mis ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad. Estaba libre, pero sin ningún rumbo fijo.
Solo el rechinido de mis zapatillas contra el pavimento, acompañaban el ruido de varios insectos que salían por las noches. De un minuto a otro, una luz obstruía mi vista del camino. Lleve una de mis manos a mis ojos y pude observar un automóvil ruidoso acercarse. Este mismo noto mi presencia y se detuvo solo unos centímetros frente a mí.
―¿Estas perdida linda?
Se escuchó una voz masculina.
―Eh… ―me quede en silencio.
La puerta de aquel auto se abrió para ver bajar de él, a un hombre alto y de un cuerpo bastante peculiar. Se acercó a mí provocando un ruido tenebroso con sus pies. Mi cuerpo reacciono al instante, logrando que toda la piel se erizara.
―¿Estas perdida? –Pregunto de nuevo al estar frente a mí.
―¡No! –Dije con un leve grito―. Estaba buscando ayuda… pero… pero creo que no hay ninguna casa cercana, lo mejor será que regrese –di media vuelta.
―Espera –tomo mi brazo.
―De verdad, tengo que irme –me jale―, mi prometido debe de estarme buscando.
―¿Su prometido? No puedo creer que la haya dejado venir sola a buscar ayuda.
―Sí, yo tampoco –baje la mirada―. ¿Le molestaría soltarme? –Mire su mano.
Él asintió.
―Me molestaría –sonrió―. ¿Por qué mejor no viene conmigo? Yo puedo llevarla hasta su prometido, así no tiene que caminar sola de regreso.
―No se preocupe –me jale de nuevo―, puedo ir sola.
―No puedo permitir eso señorita, por favor venga conmigo.
―He dicho que no –conteste molesta―. ¡Suélteme!
―¡Hey! ¡Hey! –Me tomo con fuerza llevando una mano a mi boca―. Tranquila, no pasa nada linda, solo quiero que nos divirtamos un rato.
Grite aun teniendo su mano en mi boca. Lo empuje sacando fuerza de mis brazos. Él solo se movió unos centímetros. Me estrechó más contra sí y me condujo hasta su auto. Mis gritos se ahogaban en la palma de su mano. Lleve mis brazos hasta ella apartándola solamente por segundos, para poder gritar frases cortadas. Mis pies no lograban moverse, simplemente sentía como me llevaba a rastras hasta el asiento del copiloto. Cerré mis ojos por unos segundos.
De pronto sentí como la fuerza aplicada sobre mi cuerpo se detuviera. Baje la mirada y me encontré con aquel hombre sobre el pavimento. Sus ojos estaban levemente cerrados y su boca pronunciaba gemidos de dolor. Levante la mirada y me encontré con él de nuevo.
―Nick… ―pronuncie en un susurro.
―___(Tn), ¿estás bien? –se acercó hasta mí.
Asentí un par de veces.
―Sí, estoy bien, gracias.
―No, nada de eso, lo mejor será que nos vayamos de aquí –tomo mi mano.
―Pero… ―me quede en silencio.
Regresar con él era mucho peor que estar sola en aquel lugar oscuro. Ir con él significaba regresar directamente hasta Joseph.
―¿Qué pasa?
―Nada –suspire.
―Joseph debe de estar muy preocupado.
«Si eso pudiera ser posible», dije para mí misma.
Nick pasó una mano por mi cintura para ayudarme a subir a su auto. Levante mi mirada y me regalo un bella sonrisa. Cerró la puerta y término por subir para conducir hasta de donde momentos antes había escapado.
Esquive la mirada de aquella chica que me recordaba todo el dolor. Busque una sola razón, una solución, para olvidar y desgastar todo ese tiempo en el que sufrí y sentí que mi mundo se acabaría, pero con el tiempo comprendí que todo el pasado tiene su recompensa y hoy esa recompensa estaba frente a mis ojos, justo a mi lado.
―¿En realidad crees que nadie en la vida me ha amado? ¿Tú eres capaz de decirme eso? Tú, que has vivido toda tu vida al lado de un hombre que te vendió por un par de millones.
―En eso tú y yo somos muy diferentes, sí, no soy la mejor persona de este mundo, pero tengo en conciencia que hubo personas que me amaron, que se preocuparon por mí, y lo más importante, yo si me he enamorado –giro su mirada hasta la ventana.
Una buena respuesta para dejarme claro que era el único en este mundo que tendría como experiencia en esta vida, el haberse enamorado y el haber fracasado en el intento. El único que entrego cada centímetro, cada milímetro de su corazón en el campo de batalla. El que se enamoró de una mujer que juro amarlo y después de descubrir su verdadera identidad, lo humillo y lo trato como un ser tan bajo e inferior.
―Tú no sabes en realidad lo que yo he pasado –mencione.
―No, pero lo imagino, solo con ver cómo me tratas y como trataste a la mujer que te acompañaba hoy, solo con eso me doy cuenta de que no eres capaz de amar a una mujer.
―Yo soy capaz de amar a un millón de mujeres.
―¡Vaya! Que machista –rió.
―Tal vez lo sea, pero por lo menos ellas disfrutan estar conmigo.
―Si es así, ¿por qué yo no me siento de esa manera?, ¿por qué siento que estoy sufriendo en el mismísimo infierno?
―¿En verdad te sientes así? –me acerque hasta ella.
―Sí –se alejó.
―¿Quieres saber cómo en realidad se siente estar en el infierno?
―No necesito saberlo.
―Yo creo que sí –me acerque un poco más a ella, la atraje hacia mí, poniendo una mano en su cintura.
Al tenerla tan cerca y por el movimiento, su cabello desprendió un olor exquisito. El hecho de tenerla tan cerca lograba que mi cuerpo reaccionara al instante. Su piel se sentía suave aun teniendo aquel vestido sobre su cuerpo. Mis ojos la miraban directamente a los suyos, en ellos había un brillo especial que capturaba mi atención.
Lleve una de mis manos hasta su mejilla para acariciarla. Ella suspiro y eso me sorprendió. Me acerque lentamente hasta sus labios luchando por disfrutar y no por recordar. Respire profundo y roce sus labios esperando una respuesta de su parte. Posé una mano en su nuca y la atraje para acabar con el poco espacio que quedaba entre ambos. La bese mientras mi corazón me rogaba por no hacerlo. Justo en el instante de sentir sus labios, todos los recuerdos del pasado regresaron a mi cabeza. De pronto y sin más, mi beso se convirtió en una mescla de odio y frustración. Atraje su cuerpo hasta el mío y la abrace con fuerza, recordándome a mí mismo no perderla. Me separe de sus labios para ir directamente hasta su cuello. Me aferre a él, lo bese y mordí levemente. Ella se quejó por un instante pero no le preste atención, seguí con el juego de hacerla mía mordiendo con más fuerza está vez. Ella me empujo.
―¡Espera! ¡Me lastimaste!
―¡Basta! Ahora eres mía, harás lo que yo quiera –grite molesto.
―Déjame, por favor –me empujo una vez más.
Su rechazo me hizo enfurecer: me recordó lo que una vez me hicieron pero que prometí nunca más volvería pasar.
La tome con fuerza, sujetándola de la cintura y recostándola sobre el sofá de la limusina. Llevo sus manos hasta mi pecho y me separo de su cuerpo. Tome ambas manos y las aparte; me acomode en sus caderas y quede sobre ella; me acerque de nuevo a sus labios y los bese con desesperación y deseo.
Ella trato de separase pero su espacio era demasiado corto, entonces sentí como mordió mi labio. Maldije sin pensarlo y me aleje de ella, pase una mano por mi labio intentando contener el dolor. Ella aprovecho ese momento para empujarme, pero aun así la sujete de nuevo. Mi mente se había perdido y solo mi cuerpo reaccionaba con el rencor y odio que sentía mi corazón.
Trate de hacer que ella se calmara, pero no detenía ninguno de sus movimientos. Contenido por el enojo y por la desesperación, la abofetee sin pensarlo; eso hizo que ella se detuviera y yo me acercara de nuevo para besarla, esta vez ella no opuso resistencia pero sentía como mi beso le resultaba indiferente y como una lagrima resbalaba por su mejilla. Eso no me tranquilizo, al contrario, me hizo enfurecer aún más.
Solté sus manos y comencé a quitarle el vestido, dejando a la vista una piel bronceada y tersa. En segundos ella estaba semidesnuda ante mis ojos, sus pechos estaban a mi vista mientras su sexo permanecía cubierto.
Como si ese sueño fuera a acabar, me apresure a disfrutar cada centímetro de su piel. Lleve una de mis manos hasta uno de sus senos, ella intento moverse empujándome, pero la sujete llevando sus manos hasta su espalda. Continué llevando mis labios hasta sus pechos; comencé a besar cada zona de ese lugar, pero mi deseo era mayor. Deje que una de mis manos jugara con sus pezones hasta dejarlos completamente duros, mientras la otra sostenía sus muñecas. Al sentir mis caricias su espalda se arqueaba, dejando un mejor alcance para mis labios.
Me aleje un poco de ella, solté sus brazos y me despoje de la chaqueta, corbata y camisa. Me acerque de nuevo a ella, y la bese. Sabía que no sería una gran idea dejarla ir, mi corazón me pedía a gritos que la hiciera parte de mí. Tome una de sus manos y la obligue a desabotonar mi pantalón. El contacto de su piel con la mía era como una explosión de sensaciones, mi piel se erizo, la mire directamente a los ojos y me acerque para besarla.
―Hare que te sientas en el infierno… te lo prometo –mencione contra sus labios.
Le di un pequeño beso y me aleje para quitar del camino a mi pantalón y ropa interior. Su mirada cambio al instante, intento ponerse de pie pero la tome de las caderas, abrí espacio entre sus piernas y me coloque encima. Con delicadeza hice a un lado la única prenda que cubría su cuerpo para acariciar con uno dedo la parte superior.
―Hare algo bueno por ti –dije mientras sacaba un condón y lo colocaba en su lugar.
―Por favor Joseph…. yo… -su voz era entrecortada.
―¿Tú qué? Espera, ¿eres virgen? –sonreí.
Ella se quedó en silencio.
―Es una buena broma -me reí por unos segundos para después concentrarme nuevamente en su cuerpo. Tome sus piernas y entre con fuerza dentro de ella.
―¡Ah! –golpeó mi pecho―. Joseph… por favor, ¡sal!
Acerque mis labios a los suyos callando sus gritos, mientras entraba en ella con movimientos suaves pero profundos. Su cuerpo se fue relajando y comenzó a disfrutar del momento. Aun así, vi un par de lágrimas salir de sus ojos y recorrer lo largo de sus mejillas.
Sus caderas se envolvieron con las mías para acompañar mis movimientos, los cuales se ejercían con mayor rapidez. Lleve mis manos hasta sus pechos y los acaricie mientras entraba con más profundidad. Mis movimientos se relajaron cuando note como mi cuerpo se tensaba y mi corazón comenzaba a latir con más fuerza, en solo un par de segundos más, mi mente viajo en una nueva sensación, la de calma y éxtasis.
Salí de su cuerpo para tomar asiento a su lado, gire mi vista hasta ella, ver su cuerpo desnudo acabando de tener sin duda el mejor sexo, era una exquisita sensación; mi cuerpo reaccionaba como nunca antes, con solo verla lograba excitarme de nuevo. Intente calmarme tomando mi ropa y comenzando a vestirme. Tome también el vestido de ___(Tn) y lo puse sobre su abdomen.
―Sera mejor que te vistas, no quiero que nadie vea lo que me pertenece.
(Narras Tú)
Jamás me había sentido tan mal en mi vida. Incluso lo que había hecho mi padre no se comparaba como Joseph me había hecho sentir. Me senté sobre el asiento donde permanecía recostada cubriendo cada centímetro de mi cuerpo. Tome el vestido, ropa interior y lo coloque en su estado. Acomode mi cabello y mis zapatillas. Trate de calmar mis lágrimas, pero era completamente inútil. Él me había hecho sentir como una pequeñez, como si mis sentimientos no le importaran a nadie, me hacían sentir la persona más sola del mundo.
―¿Puedes dejar de llorar?
―Déjame en paz –mencione en voz baja.
―¿Disculpa? –se acercó hasta mí.
―Que me dejes en paz –levante la mirada.
―¡Vaya! Este día te has portado muy mal linda –apunto hasta su labio―. ¿Sabes cuándo tardara en sanar está herida?
―Espero que nunca sane.
―¿Qué pasa? ¿Estás molesta?
Intento acariciar mi mejilla, pero lo evite.
―Qué más da, como si te importara lo que yo siento.
―Podría decir que sí, pero… no me gusta mentir –sonrío.
―Eres un sínico, ¿sabes? –Limpie mis lágrimas.
―¿En verdad? –fingió asombro―. No me importa –puso los ojos en blanco.
―¿Para esto querías que viniera contigo? ¿Para tratarme como una cualquiera?
―Eso es lo que eres, no entiendo el porqué de tu comportamiento.
―¡Yo no soy una golfa!
―Lastima, serías una de las mejores.
―Te odio –solloce―, arruinaste mi vida.
―Y creé una mejor.
―Preferiría mil veces seguir con mi vida a estar a tu lado.
―¿Haces tanto drama solo por haber tenido sexo conmigo?
―Yo no tuve sexo contigo, ¡tú me violaste!
―No, esa es una horrenda palabra, ¿por qué te violaría si eres mi prometida?
―Tú no sabes lo que en verdad significan esas palabras –limpie mis lágrimas.
―Ni me interesa saberlo –abrió la puerta.
Dude un minuto en preguntar a donde se dirigía. El dolor que sentía, tenía mi garganta envuelta en nudo.
―¿A dónde vas? –Pregunte al fin mientras sujetaba mis manos temblorosas.
―Iré a buscar ayuda –bajo del auto.
―Pero, no puedes dejarme aquí sola.
―Toda tu vida has estado sola, ¿qué puede afectarte esto?
―Eres... eres… ―suspire quedándome en silencio.
―Soy Joseph Jonas, y tú eres nadie –cerro la puerta dando un portazo.
Me di media vuelta sobre el asiento para mirar tras la ventana como se alejaba con un paso veloz. Todo estaba tan oscuro que apenas podía distinguir su cuerpo entre las penumbras de aquel desolado lugar; La carretera estaba tan silenciosa, que parecía que hacía años no pasaba alguien por ese rumbo.
Cerré mis ojos y suspire con resignación. Pase suavemente una mano por mi mejilla y sentí al instante el dolor de mi roce. Me queje entre el silencio y un par de lágrimas acompañaron el sonido.
Ahora más que nunca imploraba por una caricia o por un abrazo de protección… de amor. Gire mi cuerpo quedando de nuevo en mi lugar, abrace mis piernas y escondí mi rostro entre ellas. Sentía en todo mi cuerpo una extraña sensación; una sensación que me hacía llorar y sentir un nudo en la garganta; algo que hacia mi corazón comprimirse y pedir a gritos sacar todo ese dolor que lo acompañaba: Odio. Si, simplemente odio. Ese odio que estaba creciendo a pasos agigantados. Con una fuerza y rapidez como la de un leopardo.
Abrí mis ojos y entonces comprendí algo. Estaba sola. Joseph me había dejado sola. Volví a mi estado normal y abrí la puerta del auto, tratando de hacer el más mínimo ruido. Salí con agilidad y comencé a caminar. Mire a todos lados. Mis ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad. Estaba libre, pero sin ningún rumbo fijo.
Solo el rechinido de mis zapatillas contra el pavimento, acompañaban el ruido de varios insectos que salían por las noches. De un minuto a otro, una luz obstruía mi vista del camino. Lleve una de mis manos a mis ojos y pude observar un automóvil ruidoso acercarse. Este mismo noto mi presencia y se detuvo solo unos centímetros frente a mí.
―¿Estas perdida linda?
Se escuchó una voz masculina.
―Eh… ―me quede en silencio.
La puerta de aquel auto se abrió para ver bajar de él, a un hombre alto y de un cuerpo bastante peculiar. Se acercó a mí provocando un ruido tenebroso con sus pies. Mi cuerpo reacciono al instante, logrando que toda la piel se erizara.
―¿Estas perdida? –Pregunto de nuevo al estar frente a mí.
―¡No! –Dije con un leve grito―. Estaba buscando ayuda… pero… pero creo que no hay ninguna casa cercana, lo mejor será que regrese –di media vuelta.
―Espera –tomo mi brazo.
―De verdad, tengo que irme –me jale―, mi prometido debe de estarme buscando.
―¿Su prometido? No puedo creer que la haya dejado venir sola a buscar ayuda.
―Sí, yo tampoco –baje la mirada―. ¿Le molestaría soltarme? –Mire su mano.
Él asintió.
―Me molestaría –sonrió―. ¿Por qué mejor no viene conmigo? Yo puedo llevarla hasta su prometido, así no tiene que caminar sola de regreso.
―No se preocupe –me jale de nuevo―, puedo ir sola.
―No puedo permitir eso señorita, por favor venga conmigo.
―He dicho que no –conteste molesta―. ¡Suélteme!
―¡Hey! ¡Hey! –Me tomo con fuerza llevando una mano a mi boca―. Tranquila, no pasa nada linda, solo quiero que nos divirtamos un rato.
Grite aun teniendo su mano en mi boca. Lo empuje sacando fuerza de mis brazos. Él solo se movió unos centímetros. Me estrechó más contra sí y me condujo hasta su auto. Mis gritos se ahogaban en la palma de su mano. Lleve mis brazos hasta ella apartándola solamente por segundos, para poder gritar frases cortadas. Mis pies no lograban moverse, simplemente sentía como me llevaba a rastras hasta el asiento del copiloto. Cerré mis ojos por unos segundos.
De pronto sentí como la fuerza aplicada sobre mi cuerpo se detuviera. Baje la mirada y me encontré con aquel hombre sobre el pavimento. Sus ojos estaban levemente cerrados y su boca pronunciaba gemidos de dolor. Levante la mirada y me encontré con él de nuevo.
―Nick… ―pronuncie en un susurro.
―___(Tn), ¿estás bien? –se acercó hasta mí.
Asentí un par de veces.
―Sí, estoy bien, gracias.
―No, nada de eso, lo mejor será que nos vayamos de aquí –tomo mi mano.
―Pero… ―me quede en silencio.
Regresar con él era mucho peor que estar sola en aquel lugar oscuro. Ir con él significaba regresar directamente hasta Joseph.
―¿Qué pasa?
―Nada –suspire.
―Joseph debe de estar muy preocupado.
«Si eso pudiera ser posible», dije para mí misma.
Nick pasó una mano por mi cintura para ayudarme a subir a su auto. Levante mi mirada y me regalo un bella sonrisa. Cerró la puerta y término por subir para conducir hasta de donde momentos antes había escapado.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 6 ღ
Joseph estaba de pie frente al auto que se hallaba ahora estacionado a un lado de la carretera. Sus manos estaban a cada costado de su cintura, sus cejas estaban fruncidas; no había duda. Seguro estaba molesto. Él no estaba solo. Estaba acompañado por la misma pareja que había estado con nosotros en la cena. La chica parecía preocupada, pues Kevin la abrazaba manteniendo su cabeza sobre su hombro.
Suspire llevando una mano por mi cabello y mirando a Nick, que ya se estacionaba también al lado de la carretera. Bajo del auto y me ayudo a bajar. Camino hasta los demás mientras yo miraba al suelo en el mismo lugar.
―Gran escena la que has hecho, ¿no crees? –dijo él a mis espaldas.
Levante la mirada.
―Yo… quería buscar ayuda, Joseph –mentí.
―¡Eso es una gran mentira!
Joseph levanto su voz logrando que los demás nos miraran confundidos. Soltó una maldición en voz baja y tomo mi barbilla con su mano. Me miro a los ojos y se acercó a mí, lo bastante para tomar mis labios entre los de él. Golpee levemente su pecho para alejarlo unos centímetros. Me miro a los ojos, su mirada decía más que mil palabras. Negó un par de veces con la cabeza y me acerco de nuevo, llevando una mano hasta mi nuca y atrayéndola hasta su cara, tomo de nuevo mis labios esta vez logrando mantener un relajado beso. Al alejarse mordió levemente mi labio inferior y suspiro.
―Intentabas escapar, ¿verdad? –Pregunto con voz suave, lo suficiente para que solo yo escuchara.
―Te he dicho que fui a buscar ayuda –mentí de nuevo.
―Eres una gran actriz ¿lo sabias? Por un instante estuve a punto de creerte.
―¿Y qué decir de ti? Un beso de telenovela.
―No me hables así –apretó mi espalda con sus brazos.
Me queje.
―Me estas lastimando.
―Entonces aprende a comportarte.
―No soy un animal al cual puedes domesticar –mi voz se quebró.
―Y volvemos de nuevo con las lágrimas. Entiéndelo: Eres mía, me perteneces, así que harás lo que yo diga. Primero; deja de llorar. No conmueves ninguna partícula de mi cuerpo así que ahórratelas para otro drama. Segundo; no quiero otra escena como la que has provocado, te lo repito ___(Tn), no quiero otra escena.
―Suéltame –me queje al sentir de nuevo su coraje.
Aparto sus brazos y me tomo rápidamente de la cintura. Camino, obligándome a caminar a su lado al mismo compás. En unos segundos estuvimos de frente a los demás chicos.
―¡Oh querida! Gracias a Dios estas bien –Magali sonrió ampliamente.
―Sí… ―sonreí―. Gracias a Nicholas.
―Ya te dije que no tienes por qué agradecerme –Nicholas sonrió.
―¿A qué se refieren? –Joseph contuvo la mirada en mí.
―Cuando encontré a ___(Tn) no estaba en las mejores condiciones –Nicholas guardo silencio.
―Continua de una vez Nicholas –Joseph presiono.
―Bueno es que… ―rasco su cabeza―. Un hombre intentaba llevarse a ___(Tn).
―¿Llevarse?
―Sí, Joe. Llevarse, raptarla, secuestrarla, como prefieras llamarlo.
―¡Oh Dios! –Magali exclamó.
―Pero Nicholas llego justamente antes de que eso pasara –afirme.
―A veces eres tan predecible hermano –Kevin intento bromear.
―¿Cómo puede haber hombres tan asquerosos? –Magali preguntó.
Mire a Joseph para después bajar la mirada.
―Ya no importa. Estoy bien –mencione.
―Si… lo importante es que está bien.
Joseph continuó con la mirada fija en mí.
―No puedo creer cómo pudiste dejarla sola. Estas carreteras son tan peligrosas, y más para una señorita –Nicholas observo a Joseph.
―¿Me estás echando la culpa a mí? –Respondió él molesto.
―Tú eres el novio, o perdón, el prometido –continuo.
―Entonces, ¿crees que puedes ser mejor novio?
―Por lo menos yo no la dejaría sola.
―Mira Nicholas… ―camino hasta él.
Kevin se interpuso entre los dos
―¡Basta ustedes dos! ¿Qué es lo que les sucede? Este no es momento para que peleen.
―Kevin tiene razón, lo que importa ahora es ___(Tn) –Magali se acercó tomando mi mano―. ¿Segura que estas bien?
Asentí.
―¿Estas segura? ¿No quieres ver a un médico? –Insistió.
―¡Ella dijo que está bien Magali! –Joseph levantó la voz.
―¡Oye! Ten cuidado de cómo le hablas –Kevin lo miro furioso.
Joseph pasó ambas manos por su cara, suspiro y fijo levemente su mirada hasta el cielo.
―Será mejor que nos marchemos de aquí –Joseph tomo mi mano―. Gracias por venir a ayudarnos.
―Pero… ―Magali se quedó en silencio.
―Deja que se vayan, amor. Después de todo ___(Tn) tiene que descansar, ha sido un largo día para ella –Kevin tomo su mano.
―Está bien, pero por favor Joe, no dejes de llamarnos.
―Sí –Joseph dijo con indiferencia.
Magali se acercó tomando una de mis manos.
―No era de esta forma de la cual quería que nos volviéramos a ver, pero espero que nos veamos otro día.
―Claro que sí, me encantaría –sonreí.
―Entonces nos vemos –se despidió con un beso en la mejilla.
Ella fue hasta los chicos. Ellos se despidieron desde sus autos y yo hice lo mismo. Recargue mi cabeza contra la ventana y suspire mientras Joseph comenzaba el recorrido. Observe como poco a poco fuimos alejándonos de aquella carretera tan oscura y entrabamos a una bella colonia llena de luz. Cerré mis ojos por un momento, para abrirlos de nuevo al sentir como el auto se mantenía quieto. Mire por la ventana, de nuevo estábamos en esa casa tan hermosa y grande. Me puse las zapatillas que momentos antes había retirado, baje del auto y fui lentamente hasta la puerta donde se encontraba Joseph con los brazos cruzados.
Viajo su mirada por mi cuerpo y me dejo pasar cerrando la puerta a mis espaldas. El fuerte sonido de esta hizo que diera un pequeño salto. En segundos sentí sus manos alrededor de mi cintura.
―Ahora si hablaremos –susurro en mi oído.
―Yo…yo no tengo nada que decir –conteste nerviosa.
―¿En serio? –Me giro quedando frente a él.
Mire sus ojos con miedo. Mi corazón latía con desesperación. Llevo una mano hasta mi cara y acaricio mi mejilla. Sonrío al notar como levemente dejaba escapar un suspiro de dolor. Tomo con fuerza mi barbilla y me acerco hasta sus labios. Instantáneamente lleve mis manos a su pecho. Lo empuje con fuerza y logre zafarme de su agarre. Retrocedí unos cuantos pasos, pero me detuve al sentir como mis pies chocaban con los escalones de la escalera.
Él se acercó con rapidez. Me tomo por la cintura y me abrazo para tomar mis labios y besarlos con violencia, se separó de ellos y continúo descendiendo por mi cuello.
―Por favor… ―suplique―, por favor no.
Se detuvo para mirarme cara a cara. Sonrió un instante. Sus labios se curvaban solamente a un lado. Su sonrisa era tan bella pero a la vez tan sínica. Cambio su expresión para quedar serio. Me miraba fijamente. Hubiera deseado poder saber, qué era lo que pensaba. Su mirada causaba un hueco en mi corazón. Siempre lo había dicho, si una mirada pudiera matar ya llevaría varios minutos en un agujero negro.
―¿Qué sucede contigo? –Su voz se escuchó ronca.
Baje la mirada.
―¡Eres inservible!
Tomo mis hombros y me agitó por unos segundos. Se detuvo y me empujo con fuerza hasta los escalones. Mi espalda se arqueo al sentir el fuerte golpe. Mi boca esbozo un sonido de dolor y una pequeña lágrima recorrió la parte inferior a mi ojo.
―¿Lo ves? Lo único que haces es llorar –camino de un lado a otro―. ¡Las mujeres no sirven para nada! ¿Te es tan difícil tener sexo conmigo? Seguramente lo has tenido con tantos hombres, ¿puedes por lo menos fingir?
Me quede en silencio.
―¿No vas a decir nada? Ok, entonces terminare esto yo –se acercó―. Hoy tal vez dejare pasar esto, pero que te quede claro que no habrá una segunda vez. O te das a la idea de que me perteneces o te das a la idea que me perteneces. No tienes opción.
Suspire llevando una mano por mi cabello y mirando a Nick, que ya se estacionaba también al lado de la carretera. Bajo del auto y me ayudo a bajar. Camino hasta los demás mientras yo miraba al suelo en el mismo lugar.
―Gran escena la que has hecho, ¿no crees? –dijo él a mis espaldas.
Levante la mirada.
―Yo… quería buscar ayuda, Joseph –mentí.
―¡Eso es una gran mentira!
Joseph levanto su voz logrando que los demás nos miraran confundidos. Soltó una maldición en voz baja y tomo mi barbilla con su mano. Me miro a los ojos y se acercó a mí, lo bastante para tomar mis labios entre los de él. Golpee levemente su pecho para alejarlo unos centímetros. Me miro a los ojos, su mirada decía más que mil palabras. Negó un par de veces con la cabeza y me acerco de nuevo, llevando una mano hasta mi nuca y atrayéndola hasta su cara, tomo de nuevo mis labios esta vez logrando mantener un relajado beso. Al alejarse mordió levemente mi labio inferior y suspiro.
―Intentabas escapar, ¿verdad? –Pregunto con voz suave, lo suficiente para que solo yo escuchara.
―Te he dicho que fui a buscar ayuda –mentí de nuevo.
―Eres una gran actriz ¿lo sabias? Por un instante estuve a punto de creerte.
―¿Y qué decir de ti? Un beso de telenovela.
―No me hables así –apretó mi espalda con sus brazos.
Me queje.
―Me estas lastimando.
―Entonces aprende a comportarte.
―No soy un animal al cual puedes domesticar –mi voz se quebró.
―Y volvemos de nuevo con las lágrimas. Entiéndelo: Eres mía, me perteneces, así que harás lo que yo diga. Primero; deja de llorar. No conmueves ninguna partícula de mi cuerpo así que ahórratelas para otro drama. Segundo; no quiero otra escena como la que has provocado, te lo repito ___(Tn), no quiero otra escena.
―Suéltame –me queje al sentir de nuevo su coraje.
Aparto sus brazos y me tomo rápidamente de la cintura. Camino, obligándome a caminar a su lado al mismo compás. En unos segundos estuvimos de frente a los demás chicos.
―¡Oh querida! Gracias a Dios estas bien –Magali sonrió ampliamente.
―Sí… ―sonreí―. Gracias a Nicholas.
―Ya te dije que no tienes por qué agradecerme –Nicholas sonrió.
―¿A qué se refieren? –Joseph contuvo la mirada en mí.
―Cuando encontré a ___(Tn) no estaba en las mejores condiciones –Nicholas guardo silencio.
―Continua de una vez Nicholas –Joseph presiono.
―Bueno es que… ―rasco su cabeza―. Un hombre intentaba llevarse a ___(Tn).
―¿Llevarse?
―Sí, Joe. Llevarse, raptarla, secuestrarla, como prefieras llamarlo.
―¡Oh Dios! –Magali exclamó.
―Pero Nicholas llego justamente antes de que eso pasara –afirme.
―A veces eres tan predecible hermano –Kevin intento bromear.
―¿Cómo puede haber hombres tan asquerosos? –Magali preguntó.
Mire a Joseph para después bajar la mirada.
―Ya no importa. Estoy bien –mencione.
―Si… lo importante es que está bien.
Joseph continuó con la mirada fija en mí.
―No puedo creer cómo pudiste dejarla sola. Estas carreteras son tan peligrosas, y más para una señorita –Nicholas observo a Joseph.
―¿Me estás echando la culpa a mí? –Respondió él molesto.
―Tú eres el novio, o perdón, el prometido –continuo.
―Entonces, ¿crees que puedes ser mejor novio?
―Por lo menos yo no la dejaría sola.
―Mira Nicholas… ―camino hasta él.
Kevin se interpuso entre los dos
―¡Basta ustedes dos! ¿Qué es lo que les sucede? Este no es momento para que peleen.
―Kevin tiene razón, lo que importa ahora es ___(Tn) –Magali se acercó tomando mi mano―. ¿Segura que estas bien?
Asentí.
―¿Estas segura? ¿No quieres ver a un médico? –Insistió.
―¡Ella dijo que está bien Magali! –Joseph levantó la voz.
―¡Oye! Ten cuidado de cómo le hablas –Kevin lo miro furioso.
Joseph pasó ambas manos por su cara, suspiro y fijo levemente su mirada hasta el cielo.
―Será mejor que nos marchemos de aquí –Joseph tomo mi mano―. Gracias por venir a ayudarnos.
―Pero… ―Magali se quedó en silencio.
―Deja que se vayan, amor. Después de todo ___(Tn) tiene que descansar, ha sido un largo día para ella –Kevin tomo su mano.
―Está bien, pero por favor Joe, no dejes de llamarnos.
―Sí –Joseph dijo con indiferencia.
Magali se acercó tomando una de mis manos.
―No era de esta forma de la cual quería que nos volviéramos a ver, pero espero que nos veamos otro día.
―Claro que sí, me encantaría –sonreí.
―Entonces nos vemos –se despidió con un beso en la mejilla.
Ella fue hasta los chicos. Ellos se despidieron desde sus autos y yo hice lo mismo. Recargue mi cabeza contra la ventana y suspire mientras Joseph comenzaba el recorrido. Observe como poco a poco fuimos alejándonos de aquella carretera tan oscura y entrabamos a una bella colonia llena de luz. Cerré mis ojos por un momento, para abrirlos de nuevo al sentir como el auto se mantenía quieto. Mire por la ventana, de nuevo estábamos en esa casa tan hermosa y grande. Me puse las zapatillas que momentos antes había retirado, baje del auto y fui lentamente hasta la puerta donde se encontraba Joseph con los brazos cruzados.
Viajo su mirada por mi cuerpo y me dejo pasar cerrando la puerta a mis espaldas. El fuerte sonido de esta hizo que diera un pequeño salto. En segundos sentí sus manos alrededor de mi cintura.
―Ahora si hablaremos –susurro en mi oído.
―Yo…yo no tengo nada que decir –conteste nerviosa.
―¿En serio? –Me giro quedando frente a él.
Mire sus ojos con miedo. Mi corazón latía con desesperación. Llevo una mano hasta mi cara y acaricio mi mejilla. Sonrío al notar como levemente dejaba escapar un suspiro de dolor. Tomo con fuerza mi barbilla y me acerco hasta sus labios. Instantáneamente lleve mis manos a su pecho. Lo empuje con fuerza y logre zafarme de su agarre. Retrocedí unos cuantos pasos, pero me detuve al sentir como mis pies chocaban con los escalones de la escalera.
Él se acercó con rapidez. Me tomo por la cintura y me abrazo para tomar mis labios y besarlos con violencia, se separó de ellos y continúo descendiendo por mi cuello.
―Por favor… ―suplique―, por favor no.
Se detuvo para mirarme cara a cara. Sonrió un instante. Sus labios se curvaban solamente a un lado. Su sonrisa era tan bella pero a la vez tan sínica. Cambio su expresión para quedar serio. Me miraba fijamente. Hubiera deseado poder saber, qué era lo que pensaba. Su mirada causaba un hueco en mi corazón. Siempre lo había dicho, si una mirada pudiera matar ya llevaría varios minutos en un agujero negro.
―¿Qué sucede contigo? –Su voz se escuchó ronca.
Baje la mirada.
―¡Eres inservible!
Tomo mis hombros y me agitó por unos segundos. Se detuvo y me empujo con fuerza hasta los escalones. Mi espalda se arqueo al sentir el fuerte golpe. Mi boca esbozo un sonido de dolor y una pequeña lágrima recorrió la parte inferior a mi ojo.
―¿Lo ves? Lo único que haces es llorar –camino de un lado a otro―. ¡Las mujeres no sirven para nada! ¿Te es tan difícil tener sexo conmigo? Seguramente lo has tenido con tantos hombres, ¿puedes por lo menos fingir?
Me quede en silencio.
―¿No vas a decir nada? Ok, entonces terminare esto yo –se acercó―. Hoy tal vez dejare pasar esto, pero que te quede claro que no habrá una segunda vez. O te das a la idea de que me perteneces o te das a la idea que me perteneces. No tienes opción.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 7 ღ
Abandonada en el desierto, perdida en la nada, ahogada en silencio, gritaba desesperada.
Gritaba y gritaba su voz era muda, la calma la acosaba, sus ojos lloraban lágrimas amargas, lágrimas de un pasado que no se aleja, que se clava, lágrimas de desaliento, lágrimas secas que se lleva el viento, reclamándole a la vida su cruel condena de pagar una deuda infinita con llanto, con calambres en el alma, con cuchillos en el corazón.
Feliz quería ser ella, pero algo siempre se interponía, una sonrisa era igual a mil llantos, una sonrisa le costaba caro.
Días de felicidad, momentos de alegría, cuanto tiempo tenía que pasar para que todo se convirtiera en agonía, no le deseaba el mal a nadie, lo único que quería era amar y ser correspondida, entregarse en cuerpo y alma al amor, pero la vida se lo impedía.
Su camino era interrumpido por una nube negra que la dejaba helada, tan sola, con el agua de su cuerpo suspendido en el vacío, nube negra que arrancaba su esperanza de vivir, miraba hacia el cielo con una infinita ilusión de poder ser feliz, y lo era, pero era muy poco lo que duraba su dicha, sus ilusiones se marchitaron, sus esperanzas murieron, siente que todo ha acabado para ella.
Quizá nunca será feliz, tal vez su destino es ese y nada más, quedar suspendida en el espacio, como una estatua infinita, sin voz y sin vida.
Que le depara el destino, no lo sé, podrá ser feliz algún día, no lo sé, quizá la vida la recompense, quizá la vida le tenga preparado algo especial, no lo sé, quizá sí, quizá no... Y mientras recogerá cenizas de su esperanza, tratará de sobrevivir a la vida que por ahora se le ha presentado con el peor de los colores.
Tratará de sonreír, aunque por dentro una daga la esté matando.
Gritaba y gritaba su voz era muda, la calma la acosaba, sus ojos lloraban lágrimas amargas, lágrimas de un pasado que no se aleja, que se clava, lágrimas de desaliento, lágrimas secas que se lleva el viento, reclamándole a la vida su cruel condena de pagar una deuda infinita con llanto, con calambres en el alma, con cuchillos en el corazón.
Feliz quería ser ella, pero algo siempre se interponía, una sonrisa era igual a mil llantos, una sonrisa le costaba caro.
Días de felicidad, momentos de alegría, cuanto tiempo tenía que pasar para que todo se convirtiera en agonía, no le deseaba el mal a nadie, lo único que quería era amar y ser correspondida, entregarse en cuerpo y alma al amor, pero la vida se lo impedía.
Su camino era interrumpido por una nube negra que la dejaba helada, tan sola, con el agua de su cuerpo suspendido en el vacío, nube negra que arrancaba su esperanza de vivir, miraba hacia el cielo con una infinita ilusión de poder ser feliz, y lo era, pero era muy poco lo que duraba su dicha, sus ilusiones se marchitaron, sus esperanzas murieron, siente que todo ha acabado para ella.
Quizá nunca será feliz, tal vez su destino es ese y nada más, quedar suspendida en el espacio, como una estatua infinita, sin voz y sin vida.
Que le depara el destino, no lo sé, podrá ser feliz algún día, no lo sé, quizá la vida la recompense, quizá la vida le tenga preparado algo especial, no lo sé, quizá sí, quizá no... Y mientras recogerá cenizas de su esperanza, tratará de sobrevivir a la vida que por ahora se le ha presentado con el peor de los colores.
Tratará de sonreír, aunque por dentro una daga la esté matando.
―Es linda, ¿verdad?
Me limite a preguntar. Él parecía tan interesado en ella. En cada uno de sus movimientos, en sus rasgos… en su mirada. Me acerque lentamente a él y pose una mano sobre su hombro. Mire por la ventana que daba al patio trasero.
Ahí estaba ella. Era tan pequeña en comparación de ese lugar. Su mirada estaba fija en la nada. Parecía no estar cómoda. Sola, ahí, sentada con las piernas delante de ella. Había salido de la habitación por una orden mía. Después de la noche anterior la sentí cambiada… resignada. Sonreí y a la vez contuve la mirada.
―Sí, no puedo negarlo, es hermosa –Nicholas dijo con sinceridad―. Pero, ¿a qué viene esa pregunta? –me miro incrédulo.
―No te emociones hermano, no te la estoy proponiendo –sonreí.
―Eso es obvio.
―Simplemente quería saber que era lo que pensabas. No has dejado de mirarla desde que llegaste.
―Es imposible no mirarla.
Fruncí el ceño.
―Pero parece tan infeliz –menciono confundido.
―¡Oh pues gracias! Seguramente yo tengo la culpa.
―Tal vez –bromeo levantando sus hombros―. Ojala la hubiera conocido antes. Sé que sonara sínico, pero lo diré, no la hubiera dejado escapar.
Me aleje de él.
―Cuida tus palabras, aunque no te guste ella pronto será mi esposa.
―Lo sé –me miro―. Lo has dejado muy claro anoche.
―Entonces lo mejor será que la olvides.
―También lo sé –hizo una mueca―. Pero no me llamaste para hablar de ella, ¿verdad?
―No, en realidad no.
―¿Qué sucede entonces?
―Necesito un préstamo de la empresa.
―¿Uno más? ¡Vaya! Si seguimos a este ritmo pronto quedaremos en banca rota.
―Eso es mentira, lo sabes. Los capitales de la empresa van muy bien, están dejando muchos frutos, creo que es hora de disfrutar de ellos.
―Y… ¿para qué quieres el dinero?
―Asuntos privados.
―Pensé que tal vez querías irte de vacaciones –sonrió.
―No creo que sea un buen momento para vacaciones.
―¿Por qué no? Como has dicho, podemos disfrutar de los frutos.
―Sí, pero no en este momento. Tengo que arreglar algunas cosas antes. Ya saldré de vacaciones en mi luna de miel.
―Es oficial, ¿eh?
―¿Creías que bromeaba?
―En realidad sí. Nunca te había visto tan seguro en cuestiones de amor.
―¿Amor? –Reí―. ¡Por favor!
―Sí, amor. ¿Es que acaso no te casas por eso?
―Vamos Nick. Mira a esa chica –apunte hacia ella―. ¿Crees que me importa el amor teniendo ese cuerpo?
Me miro serio.
―Creo que ella merece mucho más que eso.
―Aja, y todo eso encontrara contigo –regrese mi mirada a él―. No te dejare el camino libre hermano. Ella se casara conmigo, sienta o no sienta amor.
La mañana había sido de lo más solitaria. Aun sentía el sabor de la agonía en mi garganta. Caminaba y viajaba mi mirada por aquel gran lugar. Lo tenía todo pero al mismo tiempo tenía nada.
Nicholas había pasado toda la mañana con Joseph. Él solo se limitó a sonreírme a su llegada ya que Joseph lo había llevado directamente hasta lo que parecía ser su oficina. Suspire al notar el silencio de nuevo. Recuerdo haber dormido un poco, pues la noche no había sido muy confortable. El dolor en mi espalda aun no terminaba. Por momentos sentía una oleada de sensaciones.
Escuche un par de voces acercarse al abrir mis ojos de aquel pequeño descanso. Ellos estaban frente a mí, al parecer Nicholas venía a despedirse.
Acomode el vestido que llevaba esa mañana y me puse de pie. Sonreí y me acerque a ellos. Rápidamente, Joseph me abrazo por la cintura. Nick esbozo un gesto bastante peculiar, esquivo la mirada y despeino un poco su cabello.
―Tengo que despedirme –giro para verme.
―¿Tan pronto? Pero apenas has llegado.
―Nick tiene su propia vida amor, al igual que nosotros –menciono Joseph.
―Si… ―Nicholas lo miro enfadado―. Por ahora tengo que irme, pero prometo venir a visitarte, tal vez venga junto con Magali y Kevin. Esa chica está encantada contigo.
Sonreí ruborizada.
―Ella es una gran mujer.
―Tiene un corazón enorme, no lo dudes.
―Bueno –Joseph interrumpió―. Creo que ya habrá momento para hablar con más calma.
―Si –Nicholas enfoco su mirada en mí―. Espero que nos veamos pronto –se despidió con un beso en la mejilla.
―Igual –sonreí.
―Te acompaño –Joseph camino hasta él.
―No es necesario –Nicholas se alejó―. Conozco el camino.
Él se marchó dejando un gran silencio. Me aleje lo suficiente de Joseph y tome asiento de nuevo.
―Parece que ya se llevan bien –dijo serio.
―Tu hermano es un gran chico –conteste sincera.
―Sí, sí, eso parece.
Me quede en silencio.
―Será mejor que vayas a cambiarte.
―¿Para qué?
―Iremos de compras –sonrió.
―Te dije que no necesito nada.
―No me interesa, iremos de compras y punto.
Gire mi vista.
―Bien.
―Al fin cooperas –acaricio mi mejilla―. Además no será cualquier compra, buscaremos tu vestido de novia.
―¿Qué?
―Como escuchas. Esta mañana junto con Nick hemos estado hablando de eso. Le pedí que dijera a Magali si podía ayudarnos. Ella tiene un poco más de experiencia en eso.
―Pero… es muy pronto.
―Nada de eso, ¿una semana te parece pronto? A mí me parece una eternidad.
Lo mire sorprendida.
―Pero… pero, yo no quiero casarme.
―Ya es tarde para decir eso, además no me importa si quieres o no. Te casaras conmigo.
Baje la mirada.
―Te esperare en la sala en… ―miro su reloj―, 20 minutos –Entro a la casa.
Suspire resignada y me puse de pie e hice lo mismo, yendo hasta la cual era mi habitación. Después de todo estuve lista en el tiempo indicado. Al entrar al pasillo me encontré con la figura de Joe frente a la entrada de la gran sala.
Me limite a preguntar. Él parecía tan interesado en ella. En cada uno de sus movimientos, en sus rasgos… en su mirada. Me acerque lentamente a él y pose una mano sobre su hombro. Mire por la ventana que daba al patio trasero.
Ahí estaba ella. Era tan pequeña en comparación de ese lugar. Su mirada estaba fija en la nada. Parecía no estar cómoda. Sola, ahí, sentada con las piernas delante de ella. Había salido de la habitación por una orden mía. Después de la noche anterior la sentí cambiada… resignada. Sonreí y a la vez contuve la mirada.
―Sí, no puedo negarlo, es hermosa –Nicholas dijo con sinceridad―. Pero, ¿a qué viene esa pregunta? –me miro incrédulo.
―No te emociones hermano, no te la estoy proponiendo –sonreí.
―Eso es obvio.
―Simplemente quería saber que era lo que pensabas. No has dejado de mirarla desde que llegaste.
―Es imposible no mirarla.
Fruncí el ceño.
―Pero parece tan infeliz –menciono confundido.
―¡Oh pues gracias! Seguramente yo tengo la culpa.
―Tal vez –bromeo levantando sus hombros―. Ojala la hubiera conocido antes. Sé que sonara sínico, pero lo diré, no la hubiera dejado escapar.
Me aleje de él.
―Cuida tus palabras, aunque no te guste ella pronto será mi esposa.
―Lo sé –me miro―. Lo has dejado muy claro anoche.
―Entonces lo mejor será que la olvides.
―También lo sé –hizo una mueca―. Pero no me llamaste para hablar de ella, ¿verdad?
―No, en realidad no.
―¿Qué sucede entonces?
―Necesito un préstamo de la empresa.
―¿Uno más? ¡Vaya! Si seguimos a este ritmo pronto quedaremos en banca rota.
―Eso es mentira, lo sabes. Los capitales de la empresa van muy bien, están dejando muchos frutos, creo que es hora de disfrutar de ellos.
―Y… ¿para qué quieres el dinero?
―Asuntos privados.
―Pensé que tal vez querías irte de vacaciones –sonrió.
―No creo que sea un buen momento para vacaciones.
―¿Por qué no? Como has dicho, podemos disfrutar de los frutos.
―Sí, pero no en este momento. Tengo que arreglar algunas cosas antes. Ya saldré de vacaciones en mi luna de miel.
―Es oficial, ¿eh?
―¿Creías que bromeaba?
―En realidad sí. Nunca te había visto tan seguro en cuestiones de amor.
―¿Amor? –Reí―. ¡Por favor!
―Sí, amor. ¿Es que acaso no te casas por eso?
―Vamos Nick. Mira a esa chica –apunte hacia ella―. ¿Crees que me importa el amor teniendo ese cuerpo?
Me miro serio.
―Creo que ella merece mucho más que eso.
―Aja, y todo eso encontrara contigo –regrese mi mirada a él―. No te dejare el camino libre hermano. Ella se casara conmigo, sienta o no sienta amor.
(Narras Tú)
La mañana había sido de lo más solitaria. Aun sentía el sabor de la agonía en mi garganta. Caminaba y viajaba mi mirada por aquel gran lugar. Lo tenía todo pero al mismo tiempo tenía nada.
Nicholas había pasado toda la mañana con Joseph. Él solo se limitó a sonreírme a su llegada ya que Joseph lo había llevado directamente hasta lo que parecía ser su oficina. Suspire al notar el silencio de nuevo. Recuerdo haber dormido un poco, pues la noche no había sido muy confortable. El dolor en mi espalda aun no terminaba. Por momentos sentía una oleada de sensaciones.
Escuche un par de voces acercarse al abrir mis ojos de aquel pequeño descanso. Ellos estaban frente a mí, al parecer Nicholas venía a despedirse.
Acomode el vestido que llevaba esa mañana y me puse de pie. Sonreí y me acerque a ellos. Rápidamente, Joseph me abrazo por la cintura. Nick esbozo un gesto bastante peculiar, esquivo la mirada y despeino un poco su cabello.
―Tengo que despedirme –giro para verme.
―¿Tan pronto? Pero apenas has llegado.
―Nick tiene su propia vida amor, al igual que nosotros –menciono Joseph.
―Si… ―Nicholas lo miro enfadado―. Por ahora tengo que irme, pero prometo venir a visitarte, tal vez venga junto con Magali y Kevin. Esa chica está encantada contigo.
Sonreí ruborizada.
―Ella es una gran mujer.
―Tiene un corazón enorme, no lo dudes.
―Bueno –Joseph interrumpió―. Creo que ya habrá momento para hablar con más calma.
―Si –Nicholas enfoco su mirada en mí―. Espero que nos veamos pronto –se despidió con un beso en la mejilla.
―Igual –sonreí.
―Te acompaño –Joseph camino hasta él.
―No es necesario –Nicholas se alejó―. Conozco el camino.
Él se marchó dejando un gran silencio. Me aleje lo suficiente de Joseph y tome asiento de nuevo.
―Parece que ya se llevan bien –dijo serio.
―Tu hermano es un gran chico –conteste sincera.
―Sí, sí, eso parece.
Me quede en silencio.
―Será mejor que vayas a cambiarte.
―¿Para qué?
―Iremos de compras –sonrió.
―Te dije que no necesito nada.
―No me interesa, iremos de compras y punto.
Gire mi vista.
―Bien.
―Al fin cooperas –acaricio mi mejilla―. Además no será cualquier compra, buscaremos tu vestido de novia.
―¿Qué?
―Como escuchas. Esta mañana junto con Nick hemos estado hablando de eso. Le pedí que dijera a Magali si podía ayudarnos. Ella tiene un poco más de experiencia en eso.
―Pero… es muy pronto.
―Nada de eso, ¿una semana te parece pronto? A mí me parece una eternidad.
Lo mire sorprendida.
―Pero… pero, yo no quiero casarme.
―Ya es tarde para decir eso, además no me importa si quieres o no. Te casaras conmigo.
Baje la mirada.
―Te esperare en la sala en… ―miro su reloj―, 20 minutos –Entro a la casa.
Suspire resignada y me puse de pie e hice lo mismo, yendo hasta la cual era mi habitación. Después de todo estuve lista en el tiempo indicado. Al entrar al pasillo me encontré con la figura de Joe frente a la entrada de la gran sala.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 8 ღ
Su intensa mirada logro que mis piernas temblaran y perdiera el equilibrio por un momento. Su mano se enganchó a mi cintura por instinto. Sonrió abiertamente mientras acariciaba mi mejilla. Su roce provoco una oleada de calor en mi interior. Sus ojos se llenaron de fuego y sus labios viajaron en dirección a los míos. Beso la parte inferior y delineo la parte superior.
―Sin duda serás una gran esposa –susurro.
―Mmm… no me convence –Magali hizo una mueca con sus labios―, tal vez deberías probarte el otro, ese es muy cubierto, conociendo a Joseph querrá ver mucho más piel que eso.
―¿Lo conoces muy bien? –me observe al espejo.
―Más de lo que debería –rió―, ¿por qué la pregunta?
―Solo curiosidad –reí nerviosa.
―¿Sabes que creo?
―¿Qué? –Me encontré con su mirada.
―No estas segura de casarte.
¿Acaso era tan trasparente?
―Claro que lo estoy –gire hasta ella.
Me observo en completo silencio por un par de minutos.
―Ven, siéntate a mi lado –jaló uno de los sillones.
Baje el pequeño escalón que nos separaba y tome asiento. Ella me miro con desconcierto.
―Joseph me pidió que te ayudara a elegir tu vestido de novia porque piensa que tengo experiencia en esto, y en parte tiene razón, yo ya pase por esto y quizás pueda entender cómo te sientes. Casarse no es algo que puedas decidir de la noche a la mañana, estas a punto de entregarte en cuerpo y alma a una persona en específico, tienes que estar completamente segura de dar ese paso, ¿tú estás segura de darlo?
―Sí –respondí de inmediato―, supongo que sí.
―Mira, sé que Joseph no es el chico más romántico, cariñoso, simpático del mundo, pero es una gran persona, de eso no debes desconfiar.
―Lo sé –baje mi mirada.
―¿Lo amas?
―Por supuesto –la observe de nuevo.
―Entonces no estés confundida, casarse también puede ser muy divertido, disfruta cada momento al máximo porque es un momento único.
―Sí –sonreí a medias―, gracias.
―No digas eso, estoy aquí para ayudarte.
―Me iré a probar el otro vestido –me puse de pie.
―Sí, ve.
«¿Cómo es posible que pase esto? ¿Cómo es posible que haya llegado hasta aquí?» Me sentía en este lugar pero en realidad no lo reconocía. Tantas mentiras dichas en mis palabras que finalmente yo las creía. Un vestido de novia. El vestido que tanto tiempo soñé portar y que hoy significaba nada.
―Jamás pensé que te vería en esta situación.
―¿Por qué es tan difícil de creer, Kevin? –Acomode mi corbata.
―Porque tú no eres así, tú no eres de compromisos ni muestras de amor, la verdad me sorprendiste.
―He cambiado hermano, es momento de que tome compromisos.
―Y ya te olvidaste de… ―lo interrumpí.
―No la menciones –cerré los ojos apretando mi mandíbula.
―Eso es un no.
―Kevin estás muy equivocado, yo me olvide de ella desde ya hace mucho tiempo, además tengo una mujer mucho mejor que ella a mi lado.
―Pues –se quedó en silencio―, son muy parecidas en el físico, pero no me queda duda que ___(Tn) es una gran persona.
―Claro –gire hasta él―, ¿cómo está?
―Te queda bien –me observo detenidamente―. ¿Por qué apresuraste tanto la boda?
―Asuntos privados –sonreí.
―¿Puedo conocerlos?
―No –conteste sinceramente―, prefiero guardármelas para mí mismo.
―Como quieras –levanto sus hombros.
―Bueno, me cambio y nos vamos.
Entre de nuevo al probador. Después de cambiar mi ropa, Kevin y yo salimos de la tienda de esmoquin. Al recibir la llamada de Magali pasamos por ellas de camino a casa. Los chicos se despidieron comenzando la noche.
―¿Encontraron el vestido? –Rompí el largo silencio.
―Sí, Magali fue de gran ayuda.
Asentí.
―Mañana podrás ver lo del pastel y todo lo demás.
―¿Yo?
―Sí, ¿quién más? Tú eres la esposa.
―Pero… yo ni siquiera quiero casarme –exclamo en forma de reproche.
―Creí que ya habíamos hablado de eso ¿no? Harás lo que yo diga, tú simplemente dedícate a complacerme.
Ella cruzo sus brazos frente a su pecho, guardo silencio unos minutos y al final exclamo:
―No entiendo como Magali dijo que eras una gran persona.
―¿Qué?
―Lo que escuchaste –levanto su mirada.
―¿Cuándo te dijo eso?
―Hoy –respondió cortante.
―¿Por qué te dijo eso? ¿Qué le dijiste? –Tome su brazo con fuerza.
―¡Me estás lastimando! –Comenzó empujarme.
―¡Dime! ¿qué le dijiste? –La sujete con más fuerza.
―No le dije nada –se detuvo mirándome―, ella lo dijo por si sola.
―No te creo –la empuje―, si me entero que le dijiste algo, te vas a arrepentir.
―¿Puedo arrepentirme más? –menciono en voz baja.
―¿Qué?
Me miro en completo silencio de nuevo.
―Estás siendo demasiado malcriada, cariño –acaricie su mejilla. Su piel se estremeció al instante―. Tranquila –sonreí―, te prometo que no hare ningún movimiento hasta nuestra luna de miel. Vamos ―extendí mi mano tomando la suya.
De un momento a otro, la tome en mis brazos. Sentir su cuerpo junto al mío produjo un inmenso fuego en mi interior. Mis manos acariciaron con sed sus largas piernas que se veían expuestas frente mí. Su piel se alarmo ante mi contacto, pero no se alejó, sorpresivamente sus brazos se colocaron alrededor de mi cuello.
Si mi orgullo se hubiera mantenido distante en esta situación, tal vez habría retirado mi promesa anterior, más sin en cambio mi mente freno a cada musculo de mi cuerpo antes de cualquier respuesta.
La sujete con mayor fuerza y rigidez al comenzar el camino hasta su habitación. Ya en ella, deje caer su cuerpo lentamente con fricción al mío. Nuestras miradas se encontraron una vez más.
―Desnúdate para mí –susurre muy cerca de sus labios.
―¿Qué? –Pregunto incrédula.
―Lo que escuchaste –retrocedí unos pasos―, quiero verte desnuda.
―Pero… ―coloque un dedo sobre sus labios.
―Ahora –me aleje de nuevo.
Ella aclaro su voz en señal de negación. Sus mejillas se enrojecieron y sus manos comenzaron a descender por su cintura. Estas tomaron la prenda superior y la sacaron de encima suyo. Su pecho se encontró frente a mis ojos en un minuto, sin embargo, una prenda se encargaba de estropear su mejor panorama. Además sus brazos abrazaron su cuerpo con cierto temor.
―Continua –señale después de unos momentos.
Levanto su mirada al techo resignada. Con sosiego prosiguió a descubrirse por completo. Su falda, sujetador y bragas, siguieron el mismo recorrido de su blusa.
―Perfecto –me acerque acariciando sus hombros.
Mis manos querían terminar y acariciar toda su piel, pero su cuerpo vulnerable frente a mí, produjo que mis músculos se tensaran de nuevo. Lo que empezaría simplemente por acariciar su cuerpo, terminaría en algo más. Si momento antes no rompí mi promesa, no lo haría ahora.
Suspire con cierta frustración. Ella elevo la palma de su mano y la llevo hasta mi rostro. Esa caricia fue el colmo del mal. Mi entrepierna se vio evidentemente visible. La sujete de nuevo entre mis brazos, esta vez llevándola y colocándola con delicadeza sobre la cama. Dedique una última caricia a lo largo de todo su cuerpo. Su espalda se enarco elevando un tanto sus caderas.
Apreté mis puños. Al alejarme escuche como el rechinido de la cama seguía mis pasos. Me aloje sentándome frente a ella.
―Adelante –enarque mis cejas.
―¿Qué? –Me miró confundida mientras se cubría con una de las sábanas.
―Haz lo tuyo, no te tocare esta noche –cruce mis brazos.
―No entiendo –se sonrojo. Estaba mintiendo.
―Tú entiendes cariño, quiero verte acariciar, ¿captas?
―Yo no… ―guardo silencio.
―Vamos, imagina que no estoy aquí.
―Pero si lo estás.
―Ok, entonces imagina que soy yo el que te acaricia –cerré un momento mis ojos―, hazlo, ahora –los abrí, mirándola amenazante.
―Sin duda serás una gran esposa –susurro.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
―Mmm… no me convence –Magali hizo una mueca con sus labios―, tal vez deberías probarte el otro, ese es muy cubierto, conociendo a Joseph querrá ver mucho más piel que eso.
―¿Lo conoces muy bien? –me observe al espejo.
―Más de lo que debería –rió―, ¿por qué la pregunta?
―Solo curiosidad –reí nerviosa.
―¿Sabes que creo?
―¿Qué? –Me encontré con su mirada.
―No estas segura de casarte.
¿Acaso era tan trasparente?
―Claro que lo estoy –gire hasta ella.
Me observo en completo silencio por un par de minutos.
―Ven, siéntate a mi lado –jaló uno de los sillones.
Baje el pequeño escalón que nos separaba y tome asiento. Ella me miro con desconcierto.
―Joseph me pidió que te ayudara a elegir tu vestido de novia porque piensa que tengo experiencia en esto, y en parte tiene razón, yo ya pase por esto y quizás pueda entender cómo te sientes. Casarse no es algo que puedas decidir de la noche a la mañana, estas a punto de entregarte en cuerpo y alma a una persona en específico, tienes que estar completamente segura de dar ese paso, ¿tú estás segura de darlo?
―Sí –respondí de inmediato―, supongo que sí.
―Mira, sé que Joseph no es el chico más romántico, cariñoso, simpático del mundo, pero es una gran persona, de eso no debes desconfiar.
―Lo sé –baje mi mirada.
―¿Lo amas?
―Por supuesto –la observe de nuevo.
―Entonces no estés confundida, casarse también puede ser muy divertido, disfruta cada momento al máximo porque es un momento único.
―Sí –sonreí a medias―, gracias.
―No digas eso, estoy aquí para ayudarte.
―Me iré a probar el otro vestido –me puse de pie.
―Sí, ve.
«¿Cómo es posible que pase esto? ¿Cómo es posible que haya llegado hasta aquí?» Me sentía en este lugar pero en realidad no lo reconocía. Tantas mentiras dichas en mis palabras que finalmente yo las creía. Un vestido de novia. El vestido que tanto tiempo soñé portar y que hoy significaba nada.
(Narra Joe)
―Jamás pensé que te vería en esta situación.
―¿Por qué es tan difícil de creer, Kevin? –Acomode mi corbata.
―Porque tú no eres así, tú no eres de compromisos ni muestras de amor, la verdad me sorprendiste.
―He cambiado hermano, es momento de que tome compromisos.
―Y ya te olvidaste de… ―lo interrumpí.
―No la menciones –cerré los ojos apretando mi mandíbula.
―Eso es un no.
―Kevin estás muy equivocado, yo me olvide de ella desde ya hace mucho tiempo, además tengo una mujer mucho mejor que ella a mi lado.
―Pues –se quedó en silencio―, son muy parecidas en el físico, pero no me queda duda que ___(Tn) es una gran persona.
―Claro –gire hasta él―, ¿cómo está?
―Te queda bien –me observo detenidamente―. ¿Por qué apresuraste tanto la boda?
―Asuntos privados –sonreí.
―¿Puedo conocerlos?
―No –conteste sinceramente―, prefiero guardármelas para mí mismo.
―Como quieras –levanto sus hombros.
―Bueno, me cambio y nos vamos.
Entre de nuevo al probador. Después de cambiar mi ropa, Kevin y yo salimos de la tienda de esmoquin. Al recibir la llamada de Magali pasamos por ellas de camino a casa. Los chicos se despidieron comenzando la noche.
―¿Encontraron el vestido? –Rompí el largo silencio.
―Sí, Magali fue de gran ayuda.
Asentí.
―Mañana podrás ver lo del pastel y todo lo demás.
―¿Yo?
―Sí, ¿quién más? Tú eres la esposa.
―Pero… yo ni siquiera quiero casarme –exclamo en forma de reproche.
―Creí que ya habíamos hablado de eso ¿no? Harás lo que yo diga, tú simplemente dedícate a complacerme.
Ella cruzo sus brazos frente a su pecho, guardo silencio unos minutos y al final exclamo:
―No entiendo como Magali dijo que eras una gran persona.
―¿Qué?
―Lo que escuchaste –levanto su mirada.
―¿Cuándo te dijo eso?
―Hoy –respondió cortante.
―¿Por qué te dijo eso? ¿Qué le dijiste? –Tome su brazo con fuerza.
―¡Me estás lastimando! –Comenzó empujarme.
―¡Dime! ¿qué le dijiste? –La sujete con más fuerza.
―No le dije nada –se detuvo mirándome―, ella lo dijo por si sola.
―No te creo –la empuje―, si me entero que le dijiste algo, te vas a arrepentir.
―¿Puedo arrepentirme más? –menciono en voz baja.
―¿Qué?
Me miro en completo silencio de nuevo.
―Estás siendo demasiado malcriada, cariño –acaricie su mejilla. Su piel se estremeció al instante―. Tranquila –sonreí―, te prometo que no hare ningún movimiento hasta nuestra luna de miel. Vamos ―extendí mi mano tomando la suya.
De un momento a otro, la tome en mis brazos. Sentir su cuerpo junto al mío produjo un inmenso fuego en mi interior. Mis manos acariciaron con sed sus largas piernas que se veían expuestas frente mí. Su piel se alarmo ante mi contacto, pero no se alejó, sorpresivamente sus brazos se colocaron alrededor de mi cuello.
Si mi orgullo se hubiera mantenido distante en esta situación, tal vez habría retirado mi promesa anterior, más sin en cambio mi mente freno a cada musculo de mi cuerpo antes de cualquier respuesta.
La sujete con mayor fuerza y rigidez al comenzar el camino hasta su habitación. Ya en ella, deje caer su cuerpo lentamente con fricción al mío. Nuestras miradas se encontraron una vez más.
―Desnúdate para mí –susurre muy cerca de sus labios.
―¿Qué? –Pregunto incrédula.
―Lo que escuchaste –retrocedí unos pasos―, quiero verte desnuda.
―Pero… ―coloque un dedo sobre sus labios.
―Ahora –me aleje de nuevo.
Ella aclaro su voz en señal de negación. Sus mejillas se enrojecieron y sus manos comenzaron a descender por su cintura. Estas tomaron la prenda superior y la sacaron de encima suyo. Su pecho se encontró frente a mis ojos en un minuto, sin embargo, una prenda se encargaba de estropear su mejor panorama. Además sus brazos abrazaron su cuerpo con cierto temor.
―Continua –señale después de unos momentos.
Levanto su mirada al techo resignada. Con sosiego prosiguió a descubrirse por completo. Su falda, sujetador y bragas, siguieron el mismo recorrido de su blusa.
―Perfecto –me acerque acariciando sus hombros.
Mis manos querían terminar y acariciar toda su piel, pero su cuerpo vulnerable frente a mí, produjo que mis músculos se tensaran de nuevo. Lo que empezaría simplemente por acariciar su cuerpo, terminaría en algo más. Si momento antes no rompí mi promesa, no lo haría ahora.
Suspire con cierta frustración. Ella elevo la palma de su mano y la llevo hasta mi rostro. Esa caricia fue el colmo del mal. Mi entrepierna se vio evidentemente visible. La sujete de nuevo entre mis brazos, esta vez llevándola y colocándola con delicadeza sobre la cama. Dedique una última caricia a lo largo de todo su cuerpo. Su espalda se enarco elevando un tanto sus caderas.
Apreté mis puños. Al alejarme escuche como el rechinido de la cama seguía mis pasos. Me aloje sentándome frente a ella.
―Adelante –enarque mis cejas.
―¿Qué? –Me miró confundida mientras se cubría con una de las sábanas.
―Haz lo tuyo, no te tocare esta noche –cruce mis brazos.
―No entiendo –se sonrojo. Estaba mintiendo.
―Tú entiendes cariño, quiero verte acariciar, ¿captas?
―Yo no… ―guardo silencio.
―Vamos, imagina que no estoy aquí.
―Pero si lo estás.
―Ok, entonces imagina que soy yo el que te acaricia –cerré un momento mis ojos―, hazlo, ahora –los abrí, mirándola amenazante.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 9 ღ
Ella se recostó en su cama con los ojos cerrados, y con sus gráciles manos recorría lentamente todo su cuerpo, tímidamente, apretando y arrugando la seda de las sábanas, que poco a poco iban descubriendo esos pechos, tan apetecibles como sus carnosos labios color rubí.
La luna, desde la ventana, bañaba caprichosamente su blanca piel y en la oscuridad de la noche, transformaba las contorsiones de ese agitado cuerpo en un mágico y maravilloso juego de luces y sombras.
Mi corazón no hacía más que latir como un caballo desbocado, y sin entender lo que me pasaba, la necesidad de mirar se volvió imperiosa. Comencé a desearla, cuando la vi jugar con su sexo ardiente y mojado.
Abrió sus piernas. Sus manos descendieron y comenzaron con caricias que llenaron de satisfacción su interior. La misma satisfacción que se mostraba lleno de deseo en sus ojos. Continuo con el mismo ritmo durante varios minutos. Minutos que la llevaron a la altura máxima. Lo supe cuando la escuché gemir y jadear y retorcerse con la desesperación de un condenado a muerte, mientras sus entrañas se aferraban con espasmos a ese improvisado barco que ella hizo naufragar en sus profundidades, socavando los confines de su ser. Y después de la tormenta, llega la calma. Se dejó volar unos segundos, exhalando un largo y suave suspiro de placer.
Abrí mis ojos buscando su imagen frente a mí, pero no se encontraba presente. Se había marchado. Habría deseado sentir sus labios reconfortándolos después de ese momento, sin embargo, se fue. Dejando la puerta abierta y mi cuerpo desnudo sobre la cama.
Tome las sábanas y cerré mis ojos dejándome llevar por el cansancio que me invadía.
Sentí sus manos acariciando mi cuerpo desfallecido por la noche anterior y sus labios en los míos tratando con su lengua de hacer una danza dentro de mi boca, para luego salir de allí muy lentamente bajando por mi pecho.
―¿Qué haces? –Mencione abriendo mis ojos.
―Dándote los buenos días –sonrió para regresar a mis labios.
―Dijiste que no harías nada –susurre.
―Esto no es nada, cariño –se alejó.
Sujete con fuerza las sábanas.
―No tienes que esconderte –sujeto mis manos―, te conozco bastante bien.
―Yo… ―me quede en silencio―, no estoy cómoda.
―Ayer parecía no importarte –enarco sus cejas.
Mis mejillas se sonrojaron. Tenía razón. Ayer había cambiado por completo mi actitud, ni siquiera yo misma podría responderme, ¿cómo fui capaz de hacer algo así? Realmente no encontraba la respuesta. Simplemente deje que mi cuerpo se llevara, bajo su mirada.
―Iré a bañarme –me incorpore.
―Te acompaño –me siguió.
―Creo que puedo ducharme sola –me gire.
―No me importa –sujeto mi cintura―, también puedo hacerlo solo, pero prefiero estar acompañado.
Apreté mis labios al intentar pronunciar otra palabra. Era demasiado tarde. Él estaba dentro del cuarto de baño conmigo. Su cuerpo estaba solamente cubierto por un pantalón de pijama y era evidente que no llevaba nada debajo él.
Como si hubiera leído mi mente; sujeto la prenda entre sus manos y la dejo caer hasta sus pies. Su completa excitación provoco que la sangre de todo mi cuerpo subiera por un momento hasta mi cabeza y se evidenciara en mis mejillas.
Levante mi mirada encontrándome con la de él. Sujetó la sábana que cubría torpemente mi cuerpo. Proteste colocando mis manos sobre las suyas, pero esta vez fui yo la que desistió. Aleje cualquier contacto que impidiera seguir su camino. Entonces se formó una sonrisa coqueta en su rostro.
―Tranquila –susurro cerca de mí―, solo nos ducharemos.
Asentí con mis piernas temblando. Su respuesta no había cambiado nada. Por alguna razón yo esperaba más que eso.
El agua recorría mi cuerpo con pequeñas gotas, después de unos minutos mi cabello estaba húmedo. Ella me observo entrar y me siguió. Su cuerpo también comenzó a mojarse. Seguir el recorrido de cada una de las gotas me resultaba tentador. Cada una seguía caminos diferentes. Unas se alojaban en su pecho, mientras otras corrían con más suerte al tener como contacto sus glúteos, sus largas piernas y la zona más íntima y delicada de su cuerpo.
―¿Jabón? –pregunte mientras lo tomaba en mis manos.
―¿Qué? –Me miro confundida.
―¿Quieres jabón? –sonreí.
―¡Ah! Sí, claro –extendió sus manos.
―Permíteme.
Me acerque enjabonándome las manos. Ella contemplo cada movimiento. Comencé tocando sus hombros. El jabón desprendió un olor fresco. Descendí hasta su pecho. Su vientre.
―Puedo continuar sola –detuvo mis manos.
―No me molesta hacerlo por ti –sonreí.
―Yo… ―silencie sus labios con los míos.
―Tranquila –susurre en su oído.
Sujete sus caderas. Mis manos cubiertas de jabón descendieron hasta sus glúteos. Sentir su cuerpo débil y frágil, provoco un arranque de calor en lo más recóndito de mi interior. Entonces ella me sorprendió al sentir sus delicadas y húmedas palmas recorriendo y oprimiendo mi espalda.
Esboce un pequeño suspiro de satisfacción sobre su hombro, para este momento, mi completa excitación rosaba sus piernas.
«Tan solo unos días más», dije para mí mismo. Mi cuerpo pedía a gritos la liberación. Ahora y la noche anterior, mientras ella se acariciaba, donde había sentido total envidia de sus propias caricias, cuando hubiera preferido ser yo, el que causara ese gran momento de deseo en ella.
Me retire de su lado para enjabonar mi propio cuerpo, al mismo tiempo que mi mirada no se separaba de la de ella. Espere unos minutos para que mi cuerpo se lavara y regularizara mi signo vital.
―Date prisa –salí de la ducha tomando una toalla―, te esperare en el comedor.
―Sí –menciono levemente.
Mire fijamente mis manos temblar. Mi apetito por ella crecía a pasos agigantados. Se estaba volviendo totalmente imposible apartar mi mirada de esa figura y rostro sencillamente perfectos. La comida en mi boca no ayudaba en nada, tan solo me mantenía ocupado en otra cosa.
―¿No vas a comer? –Lleve otro bocado de comida a mi boca.
―No tengo mucha hambre –levemente sonrió.
―¿Segura? ¿Quieres otra cosa? Puedo pedir que te preparen lo que sea.
―¿De verdad?
―Por supuesto, ¿qué se te antoja? –Me puse de pie.
―Hot Cakes –se sonrojo.
―Suena excelente, pediré también para mí –entre a la cocina―, Susana.
El ama de llaves dejo lo que estaba haciendo para acercarse.
―¿Sí, señor Jonas? –Seco sus manos en el mandil.
―Joseph, mi nombre es Joseph, Susana –sonreí―, ¿puedes prepararnos Hot Cakes?
―Claro, no hay problema –se alejó para sacar cosas de la alacena.
―Gracias –salí de nuevo al comedor-, listo –tome asiento.
Ella sonrió para después esconder su mirada brillante. Unos momentos después, Susana apareció con dos platos. Los coloco frente a cada uno, dejo también todo tipo de dulce, fruta y dos vasos de leche. Mi boca se hizo agua al probarlos. Me había olvidado por completo de ese sabor dulce y esponjoso.
―Esta delicioso –___(Tn) menciono sonriente.
―Sí –la observe por unos momentos.
―¿Qué? –Pregunto sonrojada.
―Nada –negué también con mi cabeza―, estás muy linda hoy.
―Ah… ―se quedó en silencio―, gracias.
La luna, desde la ventana, bañaba caprichosamente su blanca piel y en la oscuridad de la noche, transformaba las contorsiones de ese agitado cuerpo en un mágico y maravilloso juego de luces y sombras.
Mi corazón no hacía más que latir como un caballo desbocado, y sin entender lo que me pasaba, la necesidad de mirar se volvió imperiosa. Comencé a desearla, cuando la vi jugar con su sexo ardiente y mojado.
Abrió sus piernas. Sus manos descendieron y comenzaron con caricias que llenaron de satisfacción su interior. La misma satisfacción que se mostraba lleno de deseo en sus ojos. Continuo con el mismo ritmo durante varios minutos. Minutos que la llevaron a la altura máxima. Lo supe cuando la escuché gemir y jadear y retorcerse con la desesperación de un condenado a muerte, mientras sus entrañas se aferraban con espasmos a ese improvisado barco que ella hizo naufragar en sus profundidades, socavando los confines de su ser. Y después de la tormenta, llega la calma. Se dejó volar unos segundos, exhalando un largo y suave suspiro de placer.
(Narras Tú)
Abrí mis ojos buscando su imagen frente a mí, pero no se encontraba presente. Se había marchado. Habría deseado sentir sus labios reconfortándolos después de ese momento, sin embargo, se fue. Dejando la puerta abierta y mi cuerpo desnudo sobre la cama.
Tome las sábanas y cerré mis ojos dejándome llevar por el cansancio que me invadía.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
Sentí sus manos acariciando mi cuerpo desfallecido por la noche anterior y sus labios en los míos tratando con su lengua de hacer una danza dentro de mi boca, para luego salir de allí muy lentamente bajando por mi pecho.
―¿Qué haces? –Mencione abriendo mis ojos.
―Dándote los buenos días –sonrió para regresar a mis labios.
―Dijiste que no harías nada –susurre.
―Esto no es nada, cariño –se alejó.
Sujete con fuerza las sábanas.
―No tienes que esconderte –sujeto mis manos―, te conozco bastante bien.
―Yo… ―me quede en silencio―, no estoy cómoda.
―Ayer parecía no importarte –enarco sus cejas.
Mis mejillas se sonrojaron. Tenía razón. Ayer había cambiado por completo mi actitud, ni siquiera yo misma podría responderme, ¿cómo fui capaz de hacer algo así? Realmente no encontraba la respuesta. Simplemente deje que mi cuerpo se llevara, bajo su mirada.
―Iré a bañarme –me incorpore.
―Te acompaño –me siguió.
―Creo que puedo ducharme sola –me gire.
―No me importa –sujeto mi cintura―, también puedo hacerlo solo, pero prefiero estar acompañado.
Apreté mis labios al intentar pronunciar otra palabra. Era demasiado tarde. Él estaba dentro del cuarto de baño conmigo. Su cuerpo estaba solamente cubierto por un pantalón de pijama y era evidente que no llevaba nada debajo él.
Como si hubiera leído mi mente; sujeto la prenda entre sus manos y la dejo caer hasta sus pies. Su completa excitación provoco que la sangre de todo mi cuerpo subiera por un momento hasta mi cabeza y se evidenciara en mis mejillas.
Levante mi mirada encontrándome con la de él. Sujetó la sábana que cubría torpemente mi cuerpo. Proteste colocando mis manos sobre las suyas, pero esta vez fui yo la que desistió. Aleje cualquier contacto que impidiera seguir su camino. Entonces se formó una sonrisa coqueta en su rostro.
―Tranquila –susurro cerca de mí―, solo nos ducharemos.
Asentí con mis piernas temblando. Su respuesta no había cambiado nada. Por alguna razón yo esperaba más que eso.
(Narra Joe)
El agua recorría mi cuerpo con pequeñas gotas, después de unos minutos mi cabello estaba húmedo. Ella me observo entrar y me siguió. Su cuerpo también comenzó a mojarse. Seguir el recorrido de cada una de las gotas me resultaba tentador. Cada una seguía caminos diferentes. Unas se alojaban en su pecho, mientras otras corrían con más suerte al tener como contacto sus glúteos, sus largas piernas y la zona más íntima y delicada de su cuerpo.
―¿Jabón? –pregunte mientras lo tomaba en mis manos.
―¿Qué? –Me miro confundida.
―¿Quieres jabón? –sonreí.
―¡Ah! Sí, claro –extendió sus manos.
―Permíteme.
Me acerque enjabonándome las manos. Ella contemplo cada movimiento. Comencé tocando sus hombros. El jabón desprendió un olor fresco. Descendí hasta su pecho. Su vientre.
―Puedo continuar sola –detuvo mis manos.
―No me molesta hacerlo por ti –sonreí.
―Yo… ―silencie sus labios con los míos.
―Tranquila –susurre en su oído.
Sujete sus caderas. Mis manos cubiertas de jabón descendieron hasta sus glúteos. Sentir su cuerpo débil y frágil, provoco un arranque de calor en lo más recóndito de mi interior. Entonces ella me sorprendió al sentir sus delicadas y húmedas palmas recorriendo y oprimiendo mi espalda.
Esboce un pequeño suspiro de satisfacción sobre su hombro, para este momento, mi completa excitación rosaba sus piernas.
«Tan solo unos días más», dije para mí mismo. Mi cuerpo pedía a gritos la liberación. Ahora y la noche anterior, mientras ella se acariciaba, donde había sentido total envidia de sus propias caricias, cuando hubiera preferido ser yo, el que causara ese gran momento de deseo en ella.
Me retire de su lado para enjabonar mi propio cuerpo, al mismo tiempo que mi mirada no se separaba de la de ella. Espere unos minutos para que mi cuerpo se lavara y regularizara mi signo vital.
―Date prisa –salí de la ducha tomando una toalla―, te esperare en el comedor.
―Sí –menciono levemente.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
Mire fijamente mis manos temblar. Mi apetito por ella crecía a pasos agigantados. Se estaba volviendo totalmente imposible apartar mi mirada de esa figura y rostro sencillamente perfectos. La comida en mi boca no ayudaba en nada, tan solo me mantenía ocupado en otra cosa.
―¿No vas a comer? –Lleve otro bocado de comida a mi boca.
―No tengo mucha hambre –levemente sonrió.
―¿Segura? ¿Quieres otra cosa? Puedo pedir que te preparen lo que sea.
―¿De verdad?
―Por supuesto, ¿qué se te antoja? –Me puse de pie.
―Hot Cakes –se sonrojo.
―Suena excelente, pediré también para mí –entre a la cocina―, Susana.
El ama de llaves dejo lo que estaba haciendo para acercarse.
―¿Sí, señor Jonas? –Seco sus manos en el mandil.
―Joseph, mi nombre es Joseph, Susana –sonreí―, ¿puedes prepararnos Hot Cakes?
―Claro, no hay problema –se alejó para sacar cosas de la alacena.
―Gracias –salí de nuevo al comedor-, listo –tome asiento.
Ella sonrió para después esconder su mirada brillante. Unos momentos después, Susana apareció con dos platos. Los coloco frente a cada uno, dejo también todo tipo de dulce, fruta y dos vasos de leche. Mi boca se hizo agua al probarlos. Me había olvidado por completo de ese sabor dulce y esponjoso.
―Esta delicioso –___(Tn) menciono sonriente.
―Sí –la observe por unos momentos.
―¿Qué? –Pregunto sonrojada.
―Nada –negué también con mi cabeza―, estás muy linda hoy.
―Ah… ―se quedó en silencio―, gracias.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 10 ღ
―En estos catálogos podrán encontrar diferentes paquetes –la planificadora de bodas, dejo varios libros gruesos sobre la mesa.
―Aquí podremos encontrar todo, ¿verdad? –Señale los libros.
―Sí, señor Jonas.
―Bien –mire en dirección a ___(Tn)―, puedes escoger el que te guste.
―Los dejare solos –la señorita camino hasta la puerta―, cualquier duda, toquen el botón rojo del teléfono.
―Gracias –sonreí mientras observaba como salía por completo de la habitación―. ¿Por qué no los miras? –Tome un catálogo.
―No puedo.
―¿En serio? ¿Por qué no puedes?
―No estoy lista, no quiero hacerlo.
Reí negando con la cabeza.
―Por favor, deja eso de una vez, ya estamos aquí, toma un catálogo y escoge un paquete, no me importa el precio, tan solo escoge uno.
―Pero no es eso… ―la interrumpí.
―Oye, alguna vez tendrías que casarte. Imagina que ese día ha llegado y toma un catálogo –repetí.
―Ni siquiera te conozco. Yo me casaría por amor. Es el sueño de cualquier chica.
«Sus palabras de rechazo de nuevo». Mi humor cambio en un pestañeo. Había tratado de controlarme. El desayuno de esta mañana fue tan diferente, como si por un momento me hubiera olvidado del pasado. Pero tal parece que ella disfruta recordándomelo en cada oportunidad.
―¿Quieres conocerme? Bien –me recosté en el sofá―. Mi nombre completo es Joseph Adams Jonas, tengo 32 años, me gusta el color azul, y lo demás no te interesa. Creo que eso es suficiente, ¿no?
―¿Bromeas? –Menciono sorprendida.
―¡Ah! Lo olvidaba. No me gustan las bromas –conteste serio.
Ella se quedó en silencio. Su rostro se completaba lleno de dudas, más sin en cambio, tomo con resignación un catálogo de la mesita frente a sus piernas. Lo ojeo un par de veces y de nuevo giro su vista hacia la mía. Señalo un paquete en la hoja y estiro su mano ofreciéndome una mejor visión.
―Ese está bien.
―¿Segura? –Tome el libro―. Parece bastante sencillo.
Ella levanto sus brazos en respuesta de indiferencia.
―Está bien para mí.
―Escoge otro –retire su mano.
―¿Por qué?
―Porque no quiero que sea algo sencillo. Estará presente toda mi familia.
―¿Invitaste a mi padre?
―No –continúe ojeando el libro―. No necesitamos convivir con un traidor.
―Pero es mi familia –replico―, además tengo amigos.
―Eso no me importa, linda.
―Eres un estúpido insensible.
―De acuerdo.
―Por lo menos permite que vayan mis amigos.
―He dicho que no –me gire para verla―, mucho menos si tus amigos trabajan en ese maldito lugar de donde te he sacado.
―Por favor.
Sus ojos cambiaron de presencia. Ahora estaban llenos de un brillo que tal vez ella pretendía, era adecuado para estos casos. Quizás lo fuera. Quizás.
Tome su barbilla entre mis manos. La acerque lo suficiente. Suficiente cerca para besar sus labios. Un beso que ni siquiera yo planeaba. Simplemente mi corazón había cedido ante su mirada. Ella cedió también. Lo supe cuando respondió a ese beso con la misma emoción. Sus brazos se enredaron en mi cuello y por un instante olvide donde estábamos.
Deseaba continuar con ese beso. Besarla de mil formas diferentes. Arrancar una por una cada prenda de su cuerpo. Deseaba contemplarla desnuda. De nuevo desnuda para mis ojos. Saciarme de pies a cabeza con su aroma y sabor. Algo que no me había detenido a hacer aquella noche en el auto.
Me aleje aun con los ojos cerrados. Sentía su aliento cálido sobre el rostro.
―Bien –abrí mis ojos―, puedes llevar a uno de tus amigos, solo a uno.
―Gracias –menciono con otro suspiro.
―Ahora, escoge otro paquete –señale el catálogo.
―Sí –dedico su vista a él.
Él caminaba a mi lado. Ninguno de los decía algo, los dos nos manteníamos en un silencio agridulce. Mi brazo tomaba el suyo. Sí, tomaba su brazo. Lo había notado antes, cuando el extendió su mano. Tal vez no estaba lista para esa sensación, o quizás quería estar más cercana a él. No lo comprendía aun, probablemente se trataba de una imagen ante todos los que caminaban a nuestro alrededor, pero entonces me dije que eso no importaba. Fuera cual fuera la razón, ahora caminaba a su lado, sujetada a su brazo. Sintiendo la fuerza de sus músculos, el calor que su cuerpo irradiaba.
Por ese momento. Tan solo por ese instante comprendí su aptitud. Quizá fuera un gran actor, quizá mentía, quizá incluso era un poco ingenua, pero observaba su cambio tan repentino al no ser rechazado de mi parte. Cuando me negaba, él era arrogante, grosero e impulsivo. Cuando lo aceptaba, él era entonces, gracioso, sonreía, incluso mencionaba palabras lindas. Palabras que me gustaban oír de sus labios. Con su voz suave y masculina.
―¿Quieres que vayamos a comer a algún lado? –Pregunto al fin. Olvidándome en ese momento de mis pensamientos.
―Ah… claro, si tú quieres.
―Sí, quiero –sonrió sujetando ahora mi mano―, ven, sígueme, hay un restaurante muy cerca de aquí. Después pasaremos para el auto.
Asentí en silencio. Mi garganta se había quedado seca al sentir su contacto. Después de unos cuantos pasos más, él se detuvo. Abrió la puerta del restaurante y dejo que pasara primero. Me siguió a mis espaldas. Sus manos sujetan mi cintura hasta el instante de llegar a la mesa. Abrió una de las sillas y la señalo. Tome asiento y él también lo hizo frente a mí.
―Es un lugar muy lindo –observe a mi alrededor.
―Es mi favorito –sonrió una vez más.
«Bien. Ahora sabes otra cosa de él», mi voz interior llamo. «¿Y eso que importa?». Él mismo había dicho que no era de su incumbencia. Sin embargo, lo había mencionado tan de repente, como si hubiera esperado todo ese tiempo en silencio para mencionarlo.
―Ahora sabes otra cosa de mí –levanto sus hombros.
¿Adivino?
―¿Debe de importarme? –Mencione confusa.
―¿Cómo? –Frunció el ceño.
―Dijiste que lo demás no me interesaba.
―Bueno, entonces tu elijes si te importa o no. Fue tan solo un comentario –su voz se volvió ruda.
―Pues… ―me contuve―, me importa.
―¿De verdad? –Levanto su mano llamando a un mesero.
―Sí.
Su aptitud cambió. Observo como sus hombros se relajaban y una sonrisa de nuevo llenaba sus labios. Llamo de nuevo al mesero y este se acercó de prisa. Tomo la orden de Joseph y espero mi turno. El turno que jamás llego. Él se tomó el atrevimiento de ordenar por mí. Cuando el joven se retiró, fingí una sonrisa.
―Te va a encantar la comida –bebió agua de las copas que estaban en la mesa.
―Claro.
―Y… ¿ya sabes a quién invitaras? –Me observo detenidamente.
―Pensé primero en mi padre.
Una mueca lleno su rostro.
―Pero… no sé si estoy lista para verlo, así que invitare a una amiga.
―¿Puedo saber su nombre?
―Nataly Stroup.
―Me parece familiar su nombre.
―Debe serlo, es una escritora muy famosa.
―Sí, creo que la he escuchado mencionar, Nicholas me parece que la menciono.
―¿Tu hermano?
―¿Quién más?
Asentí.
―¿De dónde la conoces? Supongo que ella no trabaja en ese centro nocturno, ¿o sí?
―No, ella es hija de un amigo de mi padre.
―Oh –respondió con indiferencia―, ¿también se dedica a lo mismo?
―¿A qué te refieres?
―A eso de manejar mujeres.
―Mi padre no me manejaba.
―¿De verdad? –Rió―. ¿Entonces trabajas ahí porque querías?
―No…
―¿Cómo se le podría llamar a eso, linda?
―Él me necesitaba.
―Claro, prostituir a su propia hija es la mejor manera de ganar dinero. Tienes razón, te necesitaba mucho –continuó riendo.
―Yo no era, ni seré una prostituta –lo mire molesta―, simplemente me dedicaba a cantar.
―¿Cantar? ¡Ah sí! Es lo que hacías cuando entre, ¿verdad? Sinceramente pensé que se trataba de algún perro aullando.
―¡Suficiente! –Me puse de pie―. ¡Eres un estúpido!
Mi voz alta, llamo la atención de los ahí presente. Había estado calmando a la voz en mi interior, pero él se encargó de llegar hasta el final. Tome una de las copas y vacié su contenido directo a su rostro. Él cerró sus ojos ante un reflejo. Me gire y salí rápidamente sin mirar atrás. Al cabo de unos minutos note que alguien me seguía. Supe al instante que se trataba de él, cuando tomo con fuerza mi brazo. Obligándome a detenerme.
―Aquí podremos encontrar todo, ¿verdad? –Señale los libros.
―Sí, señor Jonas.
―Bien –mire en dirección a ___(Tn)―, puedes escoger el que te guste.
―Los dejare solos –la señorita camino hasta la puerta―, cualquier duda, toquen el botón rojo del teléfono.
―Gracias –sonreí mientras observaba como salía por completo de la habitación―. ¿Por qué no los miras? –Tome un catálogo.
―No puedo.
―¿En serio? ¿Por qué no puedes?
―No estoy lista, no quiero hacerlo.
Reí negando con la cabeza.
―Por favor, deja eso de una vez, ya estamos aquí, toma un catálogo y escoge un paquete, no me importa el precio, tan solo escoge uno.
―Pero no es eso… ―la interrumpí.
―Oye, alguna vez tendrías que casarte. Imagina que ese día ha llegado y toma un catálogo –repetí.
―Ni siquiera te conozco. Yo me casaría por amor. Es el sueño de cualquier chica.
«Sus palabras de rechazo de nuevo». Mi humor cambio en un pestañeo. Había tratado de controlarme. El desayuno de esta mañana fue tan diferente, como si por un momento me hubiera olvidado del pasado. Pero tal parece que ella disfruta recordándomelo en cada oportunidad.
―¿Quieres conocerme? Bien –me recosté en el sofá―. Mi nombre completo es Joseph Adams Jonas, tengo 32 años, me gusta el color azul, y lo demás no te interesa. Creo que eso es suficiente, ¿no?
―¿Bromeas? –Menciono sorprendida.
―¡Ah! Lo olvidaba. No me gustan las bromas –conteste serio.
Ella se quedó en silencio. Su rostro se completaba lleno de dudas, más sin en cambio, tomo con resignación un catálogo de la mesita frente a sus piernas. Lo ojeo un par de veces y de nuevo giro su vista hacia la mía. Señalo un paquete en la hoja y estiro su mano ofreciéndome una mejor visión.
―Ese está bien.
―¿Segura? –Tome el libro―. Parece bastante sencillo.
Ella levanto sus brazos en respuesta de indiferencia.
―Está bien para mí.
―Escoge otro –retire su mano.
―¿Por qué?
―Porque no quiero que sea algo sencillo. Estará presente toda mi familia.
―¿Invitaste a mi padre?
―No –continúe ojeando el libro―. No necesitamos convivir con un traidor.
―Pero es mi familia –replico―, además tengo amigos.
―Eso no me importa, linda.
―Eres un estúpido insensible.
―De acuerdo.
―Por lo menos permite que vayan mis amigos.
―He dicho que no –me gire para verla―, mucho menos si tus amigos trabajan en ese maldito lugar de donde te he sacado.
―Por favor.
Sus ojos cambiaron de presencia. Ahora estaban llenos de un brillo que tal vez ella pretendía, era adecuado para estos casos. Quizás lo fuera. Quizás.
Tome su barbilla entre mis manos. La acerque lo suficiente. Suficiente cerca para besar sus labios. Un beso que ni siquiera yo planeaba. Simplemente mi corazón había cedido ante su mirada. Ella cedió también. Lo supe cuando respondió a ese beso con la misma emoción. Sus brazos se enredaron en mi cuello y por un instante olvide donde estábamos.
Deseaba continuar con ese beso. Besarla de mil formas diferentes. Arrancar una por una cada prenda de su cuerpo. Deseaba contemplarla desnuda. De nuevo desnuda para mis ojos. Saciarme de pies a cabeza con su aroma y sabor. Algo que no me había detenido a hacer aquella noche en el auto.
Me aleje aun con los ojos cerrados. Sentía su aliento cálido sobre el rostro.
―Bien –abrí mis ojos―, puedes llevar a uno de tus amigos, solo a uno.
―Gracias –menciono con otro suspiro.
―Ahora, escoge otro paquete –señale el catálogo.
―Sí –dedico su vista a él.
(Narras Tú)
Él caminaba a mi lado. Ninguno de los decía algo, los dos nos manteníamos en un silencio agridulce. Mi brazo tomaba el suyo. Sí, tomaba su brazo. Lo había notado antes, cuando el extendió su mano. Tal vez no estaba lista para esa sensación, o quizás quería estar más cercana a él. No lo comprendía aun, probablemente se trataba de una imagen ante todos los que caminaban a nuestro alrededor, pero entonces me dije que eso no importaba. Fuera cual fuera la razón, ahora caminaba a su lado, sujetada a su brazo. Sintiendo la fuerza de sus músculos, el calor que su cuerpo irradiaba.
Por ese momento. Tan solo por ese instante comprendí su aptitud. Quizá fuera un gran actor, quizá mentía, quizá incluso era un poco ingenua, pero observaba su cambio tan repentino al no ser rechazado de mi parte. Cuando me negaba, él era arrogante, grosero e impulsivo. Cuando lo aceptaba, él era entonces, gracioso, sonreía, incluso mencionaba palabras lindas. Palabras que me gustaban oír de sus labios. Con su voz suave y masculina.
―¿Quieres que vayamos a comer a algún lado? –Pregunto al fin. Olvidándome en ese momento de mis pensamientos.
―Ah… claro, si tú quieres.
―Sí, quiero –sonrió sujetando ahora mi mano―, ven, sígueme, hay un restaurante muy cerca de aquí. Después pasaremos para el auto.
Asentí en silencio. Mi garganta se había quedado seca al sentir su contacto. Después de unos cuantos pasos más, él se detuvo. Abrió la puerta del restaurante y dejo que pasara primero. Me siguió a mis espaldas. Sus manos sujetan mi cintura hasta el instante de llegar a la mesa. Abrió una de las sillas y la señalo. Tome asiento y él también lo hizo frente a mí.
―Es un lugar muy lindo –observe a mi alrededor.
―Es mi favorito –sonrió una vez más.
«Bien. Ahora sabes otra cosa de él», mi voz interior llamo. «¿Y eso que importa?». Él mismo había dicho que no era de su incumbencia. Sin embargo, lo había mencionado tan de repente, como si hubiera esperado todo ese tiempo en silencio para mencionarlo.
―Ahora sabes otra cosa de mí –levanto sus hombros.
¿Adivino?
―¿Debe de importarme? –Mencione confusa.
―¿Cómo? –Frunció el ceño.
―Dijiste que lo demás no me interesaba.
―Bueno, entonces tu elijes si te importa o no. Fue tan solo un comentario –su voz se volvió ruda.
―Pues… ―me contuve―, me importa.
―¿De verdad? –Levanto su mano llamando a un mesero.
―Sí.
Su aptitud cambió. Observo como sus hombros se relajaban y una sonrisa de nuevo llenaba sus labios. Llamo de nuevo al mesero y este se acercó de prisa. Tomo la orden de Joseph y espero mi turno. El turno que jamás llego. Él se tomó el atrevimiento de ordenar por mí. Cuando el joven se retiró, fingí una sonrisa.
―Te va a encantar la comida –bebió agua de las copas que estaban en la mesa.
―Claro.
―Y… ¿ya sabes a quién invitaras? –Me observo detenidamente.
―Pensé primero en mi padre.
Una mueca lleno su rostro.
―Pero… no sé si estoy lista para verlo, así que invitare a una amiga.
―¿Puedo saber su nombre?
―Nataly Stroup.
―Me parece familiar su nombre.
―Debe serlo, es una escritora muy famosa.
―Sí, creo que la he escuchado mencionar, Nicholas me parece que la menciono.
―¿Tu hermano?
―¿Quién más?
Asentí.
―¿De dónde la conoces? Supongo que ella no trabaja en ese centro nocturno, ¿o sí?
―No, ella es hija de un amigo de mi padre.
―Oh –respondió con indiferencia―, ¿también se dedica a lo mismo?
―¿A qué te refieres?
―A eso de manejar mujeres.
―Mi padre no me manejaba.
―¿De verdad? –Rió―. ¿Entonces trabajas ahí porque querías?
―No…
―¿Cómo se le podría llamar a eso, linda?
―Él me necesitaba.
―Claro, prostituir a su propia hija es la mejor manera de ganar dinero. Tienes razón, te necesitaba mucho –continuó riendo.
―Yo no era, ni seré una prostituta –lo mire molesta―, simplemente me dedicaba a cantar.
―¿Cantar? ¡Ah sí! Es lo que hacías cuando entre, ¿verdad? Sinceramente pensé que se trataba de algún perro aullando.
―¡Suficiente! –Me puse de pie―. ¡Eres un estúpido!
Mi voz alta, llamo la atención de los ahí presente. Había estado calmando a la voz en mi interior, pero él se encargó de llegar hasta el final. Tome una de las copas y vacié su contenido directo a su rostro. Él cerró sus ojos ante un reflejo. Me gire y salí rápidamente sin mirar atrás. Al cabo de unos minutos note que alguien me seguía. Supe al instante que se trataba de él, cuando tomo con fuerza mi brazo. Obligándome a detenerme.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 11 ღ
―¿Qué rayos te sucede? ¿Por qué hiciste eso? ¡Me dejaste en ridículo en frente de todos! –Joseph gruño.
―¡Déjame en paz! –Me zafe de su agarre.
Para ese momento, la gente que caminaba a nuestro alrededor, se había detenido ante los gritos que ambos manteníamos. Algunos miraban curiosos y otros protestaban con sus miradas, por haber irrumpido en su camino. Joseph comprendió al instante. Tomo mi brazo con mucha más fuerza y me obligo a caminar a su lado. Cuando la muchedumbre se quedó atrás, se giró para quedar a solo escasos centímetros de mi rostro.
―Me estás lastimando –proteste.
―Bien –sonrió vilmente―, esto es poco a lo que te espera a mi lado, linda.
―¿Por qué me haces esto? –Mi vista se humedeció.
―¿Qué? –Su voz cambio.
―¿Por qué me haces daño? Yo no he hecho nada, no merezco esto.
Él se alejó unos centímetros. Sus labios se movieron pero no mencionaron ninguna palabra. Dejo mi brazo y tomo mi mano. Intente descifrar su mirada, su gesto, su cambio de aptitud, pero él era tan oscuro. Limpie el resto de mis lágrimas y en unos minutos nos encontrábamos en el auto de camino a casa.
―Ya llego el día tan esperado, ¿no?
Nicholas y Kevin permanecían a mi lado. Ambos compartían miradas, como si pudieran comunicarse con ellas, como si estuvieran de acuerdo con la pregunta hecha por Nicholas.
―Sí –mencione con seriedad mientras terminaba de arreglar la corbata sobre mi cuello.
―No pareces muy emocionado –Kevin indico.
―Te equivocas, ¡vaya que estoy emocionado! –Fingí una sonrisa.
―Aun puedes dar un paso atrás.
―No, no te dejare el camino tan fácil, Nicholas.
―¿A qué te refieres? –Kevin pregunto.
―¿No lo sabías?
Él negó ante mi pregunta.
―Pues… te informo –observe a Nicholas―: nuestro hermano está enamorado de mi prometida.
―¿Qué? –Kevin exclamó con asombro.
―No estoy enamorado. Me gusta, no puedo negarlo, pero son palabras muy diferentes.
―¿Te gusta? ¿Y aun lo dices en mi cara? –Camine hasta él.
―Por lo menos yo siento algo por ella –musito.
―¡Hey! –Kevin se interpuso entre ambos―. Este no es el momento, ni el lugar para una de sus peleas. Joseph deberías preocuparte porque todo salga bien, y tu Nicholas, Joseph no necesita de tu sinceridad ahora, él se va a casar y tú deberías estar feliz.
―Claro que estoy feliz, ¿es qué acaso no me ves? –Nicholas salió de la habitación.
―¿Qué sucede con ustedes dos?
―A mí no me pasa nada –levante mis hombros.
―¿Entonces es culpa de Nicholas?
Asentí en silencio.
―Joseph, es obvio que algo pasa contigo. Puedes confiar en mí, soy tu hermano, puedo ayudarte.
―¡No, Kevin! Te equivocas, nadie puede ayudarme ahora, solo quiero que esta maldita ceremonia se acabe. Solamente eso quiero.
―Pero, ¿por qué dices eso? ¿Peleaste con ___(Tn)? ¿Tienen algún problema?
―Ella es mi problema –susurre.
―¿Cómo?
―Nada, Kevin, nada. ¿Puedes dejarme solo por favor?
―¿Seguro?
―Sí –me gire para darle la espalda―. Necesito estar solo un momento.
―Bien. Si me necesitas recuerda que siempre estaré para ti, Joseph.
Un suspiro mío, acompaño el ruido de la puerta al cerrarse. Jamás había sentido tanta pesadez de un día más. Ella se robó mi calma, mi libertad... Se llevó mis ansias, no sólo invadió mi espacio, me arranco la sonrisa. Yo me enamoré de esa manera de seducirme y sé que la amaba porque al estar con ella, en el mundo afuera no existían las horas ni el tiempo. ¿Por qué el destino la puso en mi camino? ¿Por qué si solo traía consigo el arma que me obligaría a vivir toda la vida como rehén de su recuerdo?
―¡Mi vida es un asco! –Grite y tire del nudo de la corbata.
Está se deshizo en unos segundos, a pesar del largo rato en que me había demorado en arreglarla. Todo era así de sencillo y simple en mi vida. Quizás tuviera todo lo que deseaba; dinero, fama y mujeres. Sin embargo me hacía falta lo esencial. La felicidad. La felicidad que pensé había conseguido.
El largo vestido frente al espejo, llenaba mi mente de ilusión. Toda chica desea un día estar en este lugar, toda chica, incluyéndome. Quizá fuera la emoción de estar con la persona amada eternamente o quizás entender que ya no se es una niña, sino que ahora se daba un paso más allá, un paso en el que se estaba dispuesto arriesgar todo, incluso la vida.
Sin embargo, mi corazón tenía una dura batalla contra la razón. ¿Quién se casaba en estos tiempos por obligación? Tal vez lo hubiera entendido si se tratara de otra época menos moderna como la de ahora, pero no, se trata de la actual, en la cual no se sucumbía en la libertad de otras personas.
―-¡Estás hermosa, ___(Tn)! –Magali menciono en voz alta. Lo suficiente para sacarme de mis pensamientos.
―Gracias –sonreí.
―¿Ya estás lista? ¿No te falta nada? –Observo a su alrededor.
―No, supongo que estoy lista –levante mis hombros.
―¿Supones? Entonces algo falta aún.
―Creo que no, estoy segura de que estoy lista.
―¡Joseph va a enloquecer! –Junto ambas manos―. Estoy segura que les ira muy bien a ustedes dos. Joseph es muy buena persona, aunque a veces demuestre lo contrario –hizo una mueca―, pero contigo, estoy más que segura que todo cambiara en él. Volverá a ser el mismo de siempre.
―¿Cómo? ¿Él ha sido diferente?
―Fue hace muchos años, pero creo que lo ha sobrellevado muy bien.
―Pero… ¿qué paso?
―¿No te lo ha contado?
―No, no sé a qué te refieres –la mire confundida.
―Bueno, supongo que no quería revivir aquello, quizás ya lo haya olvidado, pero hace tiempo, creo que son como 8 o 9 años más o menos, que él se enamoró perdidamente de una chica. En aquel entonces, no era como hoy, la familia no estaba pasando por momentos muy agradables con la economía así que él empezó a trabajar como recepcionista en un hotel. Se conocieron en una iglesia, duraron 4 años juntos, más sin en cambio la chica cambio, ahora era egocéntrica, conoció a otro chico con dinero y dejo a Joseph. Pero antes, ella y su familia lo trataron de lo peor, lo humillaron y jugaron con su persona… ―se quedó en silencio―. Pienso que sería muy difícil no cambiar después de eso.
―Yo… no lo sabía –mencione atónita.
―Tampoco yo. Kevin fue el encargado de hacérmelo saber.
Asentí en silencio. Las palabras poco a poco se desvanecieron en mi boca.
―Ahora que lo sabes, puedes comprender sus defectos.
―¿Crees que él me lo hubiera dicho?
Ella negó un par de veces, después tomo mi mano.
―Lo dudo. Es su pasado, y quizá quiera mantenerlo como eso, pero no permitas que te afecte, eso fue hace muchos años, en este momento lo que importa es que los dos sean felices. Ayúdalo a olvidar y veras como las cosas cambian para ambos.
―Sí –sonreí―. Haré todo lo posible.
―Bien, ha llegado el momento de que salgas –observo el reloj.
―Gracias –apreté afectuosamente su mano.
―No tienes que agradecerme nada, solamente quiero la felicidad de mi familia.
La puerta se abrió tras su última frase. Por ella entro la persona más cercana a mí. Su sonrisa cubría todo su rostro y unas cuantas lágrimas se asomaban en sus ojos.
―¡___(Tn)! ¡Amiga! –Nataly se abalanzo sobre mis brazos―. Te extrañe tanto.
―Y yo a ti –la abrace con fuerza―. Gracias por venir, no me hubiera imaginado sin ti en este día.
―¡Estás tan hermosa! Te juro que cuando me dijiste que te casarías, creí primero que estabas bromeando, pero… ―se alejó para verme―, ya estoy más que convencida.
Sonreí ampliamente. Dos gotas saladas recorrieron mi rostro. Al fin, después de tanto tiempo, al fin sentía otra vez la alegría llenar mi cuerpo.
―Mira –gire mi vista hasta Magali―, ella Magali, mi concuñada –mencione con dificultad―, Magali ella es Nataly, mi mejor amiga.
―Es un gusto –Nataly extendió su mano.
―Igualmente –Magali sonrió―. Las dejare a solas unos minutos, tengo que ir a ver cómo van las cosas con el novio –camino hasta la puerta.
Asentí.
―Gracias de nuevo.
Ella sonrió levantando sus hombros. Al salir cerró la puerta tras de sí. En ese momento todo se llenó de preguntas flotando a mi alrededor.
―Nunca me mencionaste que tenías un novio, ¿cómo es? ¿Es lindo?
Dude ante su pregunta. Si mentía, seguramente estaría diciendo la verdad al mismo tiempo. Aclare mi garganta y decidí contestar con respuestas verdaderas-falsas.
―Sí, bastante lindo –sonreí.
―¡Por Dios! –Elevo su voz de nuevo―. Tengo que conocerlo, si será esposo de mi mejor amiga, primero tengo que dar el visto bueno.
―Seguramente pensaras igual que yo.
―¿Y dónde se conocieron? ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
―Pues… ―el sonido de la puerta me salvo―. ¿Te parece si hablamos más tarde?
―Me parece –rió―. ¿No está aquí tu papá?
―No, él no pudo asistir –conteste seria.
―Que lastima, ¿quién te llevara al altar?
―Pensaba en ti como primera opción.
―¿En mí? –Sus ojos se humedecieron de nuevo.
―Si no quieres está bien.
―¡Claro que quiero! Sera un honor llevarte.
―Bien, entonces vamos –tome su brazo.
―¡Déjame en paz! –Me zafe de su agarre.
Para ese momento, la gente que caminaba a nuestro alrededor, se había detenido ante los gritos que ambos manteníamos. Algunos miraban curiosos y otros protestaban con sus miradas, por haber irrumpido en su camino. Joseph comprendió al instante. Tomo mi brazo con mucha más fuerza y me obligo a caminar a su lado. Cuando la muchedumbre se quedó atrás, se giró para quedar a solo escasos centímetros de mi rostro.
―Me estás lastimando –proteste.
―Bien –sonrió vilmente―, esto es poco a lo que te espera a mi lado, linda.
―¿Por qué me haces esto? –Mi vista se humedeció.
―¿Qué? –Su voz cambio.
―¿Por qué me haces daño? Yo no he hecho nada, no merezco esto.
Él se alejó unos centímetros. Sus labios se movieron pero no mencionaron ninguna palabra. Dejo mi brazo y tomo mi mano. Intente descifrar su mirada, su gesto, su cambio de aptitud, pero él era tan oscuro. Limpie el resto de mis lágrimas y en unos minutos nos encontrábamos en el auto de camino a casa.
•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•
(Narra Joe)
―Ya llego el día tan esperado, ¿no?
Nicholas y Kevin permanecían a mi lado. Ambos compartían miradas, como si pudieran comunicarse con ellas, como si estuvieran de acuerdo con la pregunta hecha por Nicholas.
―Sí –mencione con seriedad mientras terminaba de arreglar la corbata sobre mi cuello.
―No pareces muy emocionado –Kevin indico.
―Te equivocas, ¡vaya que estoy emocionado! –Fingí una sonrisa.
―Aun puedes dar un paso atrás.
―No, no te dejare el camino tan fácil, Nicholas.
―¿A qué te refieres? –Kevin pregunto.
―¿No lo sabías?
Él negó ante mi pregunta.
―Pues… te informo –observe a Nicholas―: nuestro hermano está enamorado de mi prometida.
―¿Qué? –Kevin exclamó con asombro.
―No estoy enamorado. Me gusta, no puedo negarlo, pero son palabras muy diferentes.
―¿Te gusta? ¿Y aun lo dices en mi cara? –Camine hasta él.
―Por lo menos yo siento algo por ella –musito.
―¡Hey! –Kevin se interpuso entre ambos―. Este no es el momento, ni el lugar para una de sus peleas. Joseph deberías preocuparte porque todo salga bien, y tu Nicholas, Joseph no necesita de tu sinceridad ahora, él se va a casar y tú deberías estar feliz.
―Claro que estoy feliz, ¿es qué acaso no me ves? –Nicholas salió de la habitación.
―¿Qué sucede con ustedes dos?
―A mí no me pasa nada –levante mis hombros.
―¿Entonces es culpa de Nicholas?
Asentí en silencio.
―Joseph, es obvio que algo pasa contigo. Puedes confiar en mí, soy tu hermano, puedo ayudarte.
―¡No, Kevin! Te equivocas, nadie puede ayudarme ahora, solo quiero que esta maldita ceremonia se acabe. Solamente eso quiero.
―Pero, ¿por qué dices eso? ¿Peleaste con ___(Tn)? ¿Tienen algún problema?
―Ella es mi problema –susurre.
―¿Cómo?
―Nada, Kevin, nada. ¿Puedes dejarme solo por favor?
―¿Seguro?
―Sí –me gire para darle la espalda―. Necesito estar solo un momento.
―Bien. Si me necesitas recuerda que siempre estaré para ti, Joseph.
Un suspiro mío, acompaño el ruido de la puerta al cerrarse. Jamás había sentido tanta pesadez de un día más. Ella se robó mi calma, mi libertad... Se llevó mis ansias, no sólo invadió mi espacio, me arranco la sonrisa. Yo me enamoré de esa manera de seducirme y sé que la amaba porque al estar con ella, en el mundo afuera no existían las horas ni el tiempo. ¿Por qué el destino la puso en mi camino? ¿Por qué si solo traía consigo el arma que me obligaría a vivir toda la vida como rehén de su recuerdo?
―¡Mi vida es un asco! –Grite y tire del nudo de la corbata.
Está se deshizo en unos segundos, a pesar del largo rato en que me había demorado en arreglarla. Todo era así de sencillo y simple en mi vida. Quizás tuviera todo lo que deseaba; dinero, fama y mujeres. Sin embargo me hacía falta lo esencial. La felicidad. La felicidad que pensé había conseguido.
(Narra Tú)
El largo vestido frente al espejo, llenaba mi mente de ilusión. Toda chica desea un día estar en este lugar, toda chica, incluyéndome. Quizá fuera la emoción de estar con la persona amada eternamente o quizás entender que ya no se es una niña, sino que ahora se daba un paso más allá, un paso en el que se estaba dispuesto arriesgar todo, incluso la vida.
Sin embargo, mi corazón tenía una dura batalla contra la razón. ¿Quién se casaba en estos tiempos por obligación? Tal vez lo hubiera entendido si se tratara de otra época menos moderna como la de ahora, pero no, se trata de la actual, en la cual no se sucumbía en la libertad de otras personas.
―-¡Estás hermosa, ___(Tn)! –Magali menciono en voz alta. Lo suficiente para sacarme de mis pensamientos.
―Gracias –sonreí.
―¿Ya estás lista? ¿No te falta nada? –Observo a su alrededor.
―No, supongo que estoy lista –levante mis hombros.
―¿Supones? Entonces algo falta aún.
―Creo que no, estoy segura de que estoy lista.
―¡Joseph va a enloquecer! –Junto ambas manos―. Estoy segura que les ira muy bien a ustedes dos. Joseph es muy buena persona, aunque a veces demuestre lo contrario –hizo una mueca―, pero contigo, estoy más que segura que todo cambiara en él. Volverá a ser el mismo de siempre.
―¿Cómo? ¿Él ha sido diferente?
―Fue hace muchos años, pero creo que lo ha sobrellevado muy bien.
―Pero… ¿qué paso?
―¿No te lo ha contado?
―No, no sé a qué te refieres –la mire confundida.
―Bueno, supongo que no quería revivir aquello, quizás ya lo haya olvidado, pero hace tiempo, creo que son como 8 o 9 años más o menos, que él se enamoró perdidamente de una chica. En aquel entonces, no era como hoy, la familia no estaba pasando por momentos muy agradables con la economía así que él empezó a trabajar como recepcionista en un hotel. Se conocieron en una iglesia, duraron 4 años juntos, más sin en cambio la chica cambio, ahora era egocéntrica, conoció a otro chico con dinero y dejo a Joseph. Pero antes, ella y su familia lo trataron de lo peor, lo humillaron y jugaron con su persona… ―se quedó en silencio―. Pienso que sería muy difícil no cambiar después de eso.
―Yo… no lo sabía –mencione atónita.
―Tampoco yo. Kevin fue el encargado de hacérmelo saber.
Asentí en silencio. Las palabras poco a poco se desvanecieron en mi boca.
―Ahora que lo sabes, puedes comprender sus defectos.
―¿Crees que él me lo hubiera dicho?
Ella negó un par de veces, después tomo mi mano.
―Lo dudo. Es su pasado, y quizá quiera mantenerlo como eso, pero no permitas que te afecte, eso fue hace muchos años, en este momento lo que importa es que los dos sean felices. Ayúdalo a olvidar y veras como las cosas cambian para ambos.
―Sí –sonreí―. Haré todo lo posible.
―Bien, ha llegado el momento de que salgas –observo el reloj.
―Gracias –apreté afectuosamente su mano.
―No tienes que agradecerme nada, solamente quiero la felicidad de mi familia.
La puerta se abrió tras su última frase. Por ella entro la persona más cercana a mí. Su sonrisa cubría todo su rostro y unas cuantas lágrimas se asomaban en sus ojos.
―¡___(Tn)! ¡Amiga! –Nataly se abalanzo sobre mis brazos―. Te extrañe tanto.
―Y yo a ti –la abrace con fuerza―. Gracias por venir, no me hubiera imaginado sin ti en este día.
―¡Estás tan hermosa! Te juro que cuando me dijiste que te casarías, creí primero que estabas bromeando, pero… ―se alejó para verme―, ya estoy más que convencida.
Sonreí ampliamente. Dos gotas saladas recorrieron mi rostro. Al fin, después de tanto tiempo, al fin sentía otra vez la alegría llenar mi cuerpo.
―Mira –gire mi vista hasta Magali―, ella Magali, mi concuñada –mencione con dificultad―, Magali ella es Nataly, mi mejor amiga.
―Es un gusto –Nataly extendió su mano.
―Igualmente –Magali sonrió―. Las dejare a solas unos minutos, tengo que ir a ver cómo van las cosas con el novio –camino hasta la puerta.
Asentí.
―Gracias de nuevo.
Ella sonrió levantando sus hombros. Al salir cerró la puerta tras de sí. En ese momento todo se llenó de preguntas flotando a mi alrededor.
―Nunca me mencionaste que tenías un novio, ¿cómo es? ¿Es lindo?
Dude ante su pregunta. Si mentía, seguramente estaría diciendo la verdad al mismo tiempo. Aclare mi garganta y decidí contestar con respuestas verdaderas-falsas.
―Sí, bastante lindo –sonreí.
―¡Por Dios! –Elevo su voz de nuevo―. Tengo que conocerlo, si será esposo de mi mejor amiga, primero tengo que dar el visto bueno.
―Seguramente pensaras igual que yo.
―¿Y dónde se conocieron? ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
―Pues… ―el sonido de la puerta me salvo―. ¿Te parece si hablamos más tarde?
―Me parece –rió―. ¿No está aquí tu papá?
―No, él no pudo asistir –conteste seria.
―Que lastima, ¿quién te llevara al altar?
―Pensaba en ti como primera opción.
―¿En mí? –Sus ojos se humedecieron de nuevo.
―Si no quieres está bien.
―¡Claro que quiero! Sera un honor llevarte.
―Bien, entonces vamos –tome su brazo.
Karely Jonatika
Página 1 de 2. • 1, 2
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.