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ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 12 ღ
Su cuerpo sigilosamente caminaba por el largo pasillo. Su brazo era tomado por una joven de gran sonrisa. La misma que cubría su rostro. Parecía tan feliz, pero su mirada esquivaba la mía de un momento a otro.
Mis padres, Nicholas, Kevin, Magali y sus hijos, conformaban la única fila a nuestro alrededor. No había más invitados. Una boda discreta y sin sentido. Deje caer el peso que minutos antes cargaba mi espalda. Suspire al notar que ella estaba ahora a mi lado. Una sonrisa diminuta se formó en sus labios finos color carmín.
Baje mi mirada observando el vestido ajustado de la parte superior y suelto de la parte inferior. Sus hombros desnudos contrastaron con el color de la tela. Sonreí también, después de un par de segundos de perplejidad. Mi sonrisa logró que ella sujetara mi brazo y lo enlazara con el suyo. El primer contacto desde aquella tarde.
Un largo escalofrió recorrió de punta a punta mi cuerpo.
―Bien –el juez de registro civil llamó nuestra atención―. Buenas tardes para todos, estamos aquí reunidos para celebrar el matrimonio de ___(Tn) y Joseph. El amor deberá decidir las relaciones de los dos seres por ministerio de la ley quedan unidos hoy ante la comunidad, este amor que les ha determinado a ustedes como contrayentes acogerse al vínculo del matrimonio establecido por la sociedad civil, les debe servir en el curso de los años para estimular una aproximación cada vez más estrecha y sólida entre ustedes…
Sus palabras continuaron pero mi mente estaba dispersa en la nada. Tan solo me reconfortaba sentir el cálido contacto entre ambas figuras. El cálido sentimiento que había nacido. Cerré mis ojos unos segundos imaginando mi vida a su lado. Si el momento hubiera sido distinto. Si el tiempo hubiera llegado un poco antes. Más aún, si la hubiera conocido a ella en lugar de «ella». Quizás las cosas fueran diferentes. Quizás estar en este lugar fuera como estar en el paraíso. Quizás mi corazón sentiría algo.
―Es por eso, que yo los invito hoy, a que presten atención en el significado de estos términos: Derechos y Obligaciones; y deseo que sean felices en este nuevo estado de vida que libremente han elegido.
«Libremente». Mi garganta se cerró.
―Sr. Joseph Jonas, consiente de este acto, ¿acepta contraer matrimonio con la Sra. ___(Tn) ___(Ta)?
―Sí, acepto –respondí levemente.
―Sra. ___(Tn) ___(Ta), consiente de este acto, ¿acepta contraer matrimonio con Sr. Joseph Jonas?
Mi rostro se giró hasta el de ella. No esperaba un no como respuesta, pero mi corazón se acomplejaba al sentimiento de rechazo.
―Sí, acepto.
Su respuesta se hizo audible después de escasos segundos de silencio. El «acepto», vino acompañado de una sonrisa tierna y capaz de robar el último suspiro de mi cuerpo. Sonreí también, esta vez con profunda alegría. La felicidad se manifestaba una vez más en pequeña escala.
―Así pues, y visto su consentimiento, y en virtud de las facultades que legalmente me han sido otorgadas, los declaro desde este momento marido y mujer…
―¿Puedo…? –Mis palabras interrumpieron.
―Sí, Sr. Jonas. Puede besar a la novia –respondió con una sonrisa.
Ella tomo mi mano al encontrarme de nuevo con su rostro. Su pequeño gesto sirvió como respuesta de aprobación y espera. Aparte el velo y me maraville escasos segundos. Mi mano libre llego hasta su mejilla, produciendo una pequeña caricia. Mis labios ansiaban los suyos. Tanto tiempo de espera y abstinencia. Encorve un poco mi espalda y entonces termine con la distancia. Sujete sus labios entre los míos y los bese con suavidad. Un beso lento y sin prisa.
Unos cuantos aplausos acompañaron el sonido de nuestros labios en comunicación.
―¿Te diviertes?
Su voz rompió el silencio entre los dos.
―Sí, tu familia es muy divertida –sonreí.
Él asintió con su cabeza.
―Escucha, yo quiero pedirte una disculpa por mi comportamiento anterior.
―No…
―No digas nada aun –coloco su dedo índice sobre mis labios―. Quiero que comencemos de nuevo.
―Eso es imposible.
―¿Por qué?
―Ahora estamos casados –levante mi mano mostrando el anillo de matrimonio.
―Bien, tienes razón –sonrió―. No olvidemos eso, pero quiero que tratemos de que esto funcione.
―¿Hablas en serio?
―Completamente.
―Pues por mí está bien –reí nerviosa.
―Gracias –suspiro―. Ahora, ¿te parece si bailamos un poco?
―¿Bailar?
―Sí, bailar, es nuestra boda, ¿lo olvidaste?
―No, claro que no –sonreí.
―¿Entonces…?
―Sí, quiero –tome su mano.
Ambos fuimos hasta el centro del jardín. Este se encontraba en completa soledad, las mesas alrededor se encargaban de hacerle compañía. La música de fondo subió su volumen ante nuestra presencia. Entonces todas las vistas se enfocaron con atención hasta la ahora, pista de baile.
Joseph sujeto mi cintura con ambas manos. Yo sin dudarlo, rodee su cuello con las mías. Mis piernas comenzaron a balancearse y él siguió mis movimientos. Acercando en cada paso su cuerpo al mío. Largue un suspiro contra su cuello.
―¿Pasa algo? –Pregunto sin detenerse.
―Siempre soñé que sería así.
―¿Y te gusta?
Asentí en silencio.
―Todos nos miran –rió―, me alegra que solo sea mi familia.
Mi corazón se encogió ante su comentario.
―¿Te avergonzarías si alguien más lo hiciera?
―¡Claro!
Me detuve colocando ambas manos en su pecho.
―¿Por qué?
―Soy un pésimo bailarín –esbozo una mueca.
―Ah…
―¿Qué? ¿Dije algo?
―No –lo abrace por el cuello―. Está vez fui yo.
―¿Crees que me avergüenzo de estar contigo? –Preguntó mientras comenzábamos los movimientos.
―Fue tu comentario, lo malinterprete.
―Lo siento, no quise que eso sucediera.
―No es tu culpa –capte su mirada―. Estoy bien.
―De acuerdo, pero déjame aclararte algo: hoy estas bellísima. No me siento para nada avergonzado, al contrario, estoy feliz y orgulloso.
―¿De verdad?
―Sí –me beso―. Gracias por hacerme sentir así.
Mis padres, Nicholas, Kevin, Magali y sus hijos, conformaban la única fila a nuestro alrededor. No había más invitados. Una boda discreta y sin sentido. Deje caer el peso que minutos antes cargaba mi espalda. Suspire al notar que ella estaba ahora a mi lado. Una sonrisa diminuta se formó en sus labios finos color carmín.
Baje mi mirada observando el vestido ajustado de la parte superior y suelto de la parte inferior. Sus hombros desnudos contrastaron con el color de la tela. Sonreí también, después de un par de segundos de perplejidad. Mi sonrisa logró que ella sujetara mi brazo y lo enlazara con el suyo. El primer contacto desde aquella tarde.
Un largo escalofrió recorrió de punta a punta mi cuerpo.
―Bien –el juez de registro civil llamó nuestra atención―. Buenas tardes para todos, estamos aquí reunidos para celebrar el matrimonio de ___(Tn) y Joseph. El amor deberá decidir las relaciones de los dos seres por ministerio de la ley quedan unidos hoy ante la comunidad, este amor que les ha determinado a ustedes como contrayentes acogerse al vínculo del matrimonio establecido por la sociedad civil, les debe servir en el curso de los años para estimular una aproximación cada vez más estrecha y sólida entre ustedes…
Sus palabras continuaron pero mi mente estaba dispersa en la nada. Tan solo me reconfortaba sentir el cálido contacto entre ambas figuras. El cálido sentimiento que había nacido. Cerré mis ojos unos segundos imaginando mi vida a su lado. Si el momento hubiera sido distinto. Si el tiempo hubiera llegado un poco antes. Más aún, si la hubiera conocido a ella en lugar de «ella». Quizás las cosas fueran diferentes. Quizás estar en este lugar fuera como estar en el paraíso. Quizás mi corazón sentiría algo.
―Es por eso, que yo los invito hoy, a que presten atención en el significado de estos términos: Derechos y Obligaciones; y deseo que sean felices en este nuevo estado de vida que libremente han elegido.
«Libremente». Mi garganta se cerró.
―Sr. Joseph Jonas, consiente de este acto, ¿acepta contraer matrimonio con la Sra. ___(Tn) ___(Ta)?
―Sí, acepto –respondí levemente.
―Sra. ___(Tn) ___(Ta), consiente de este acto, ¿acepta contraer matrimonio con Sr. Joseph Jonas?
Mi rostro se giró hasta el de ella. No esperaba un no como respuesta, pero mi corazón se acomplejaba al sentimiento de rechazo.
―Sí, acepto.
Su respuesta se hizo audible después de escasos segundos de silencio. El «acepto», vino acompañado de una sonrisa tierna y capaz de robar el último suspiro de mi cuerpo. Sonreí también, esta vez con profunda alegría. La felicidad se manifestaba una vez más en pequeña escala.
―Así pues, y visto su consentimiento, y en virtud de las facultades que legalmente me han sido otorgadas, los declaro desde este momento marido y mujer…
―¿Puedo…? –Mis palabras interrumpieron.
―Sí, Sr. Jonas. Puede besar a la novia –respondió con una sonrisa.
Ella tomo mi mano al encontrarme de nuevo con su rostro. Su pequeño gesto sirvió como respuesta de aprobación y espera. Aparte el velo y me maraville escasos segundos. Mi mano libre llego hasta su mejilla, produciendo una pequeña caricia. Mis labios ansiaban los suyos. Tanto tiempo de espera y abstinencia. Encorve un poco mi espalda y entonces termine con la distancia. Sujete sus labios entre los míos y los bese con suavidad. Un beso lento y sin prisa.
Unos cuantos aplausos acompañaron el sonido de nuestros labios en comunicación.
(Narras Tú)
―¿Te diviertes?
Su voz rompió el silencio entre los dos.
―Sí, tu familia es muy divertida –sonreí.
Él asintió con su cabeza.
―Escucha, yo quiero pedirte una disculpa por mi comportamiento anterior.
―No…
―No digas nada aun –coloco su dedo índice sobre mis labios―. Quiero que comencemos de nuevo.
―Eso es imposible.
―¿Por qué?
―Ahora estamos casados –levante mi mano mostrando el anillo de matrimonio.
―Bien, tienes razón –sonrió―. No olvidemos eso, pero quiero que tratemos de que esto funcione.
―¿Hablas en serio?
―Completamente.
―Pues por mí está bien –reí nerviosa.
―Gracias –suspiro―. Ahora, ¿te parece si bailamos un poco?
―¿Bailar?
―Sí, bailar, es nuestra boda, ¿lo olvidaste?
―No, claro que no –sonreí.
―¿Entonces…?
―Sí, quiero –tome su mano.
Ambos fuimos hasta el centro del jardín. Este se encontraba en completa soledad, las mesas alrededor se encargaban de hacerle compañía. La música de fondo subió su volumen ante nuestra presencia. Entonces todas las vistas se enfocaron con atención hasta la ahora, pista de baile.
Joseph sujeto mi cintura con ambas manos. Yo sin dudarlo, rodee su cuello con las mías. Mis piernas comenzaron a balancearse y él siguió mis movimientos. Acercando en cada paso su cuerpo al mío. Largue un suspiro contra su cuello.
―¿Pasa algo? –Pregunto sin detenerse.
―Siempre soñé que sería así.
―¿Y te gusta?
Asentí en silencio.
―Todos nos miran –rió―, me alegra que solo sea mi familia.
Mi corazón se encogió ante su comentario.
―¿Te avergonzarías si alguien más lo hiciera?
―¡Claro!
Me detuve colocando ambas manos en su pecho.
―¿Por qué?
―Soy un pésimo bailarín –esbozo una mueca.
―Ah…
―¿Qué? ¿Dije algo?
―No –lo abrace por el cuello―. Está vez fui yo.
―¿Crees que me avergüenzo de estar contigo? –Preguntó mientras comenzábamos los movimientos.
―Fue tu comentario, lo malinterprete.
―Lo siento, no quise que eso sucediera.
―No es tu culpa –capte su mirada―. Estoy bien.
―De acuerdo, pero déjame aclararte algo: hoy estas bellísima. No me siento para nada avergonzado, al contrario, estoy feliz y orgulloso.
―¿De verdad?
―Sí –me beso―. Gracias por hacerme sentir así.
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 13 ღ
―¿Estás lista? –Nataly sonrió al llegar a mi lado.
«¿Para qué?», ¿sería la pregunta correcta? Ha juzgar por su sonrisa en el rostro, entendía perfectamente el sentido de aquel cuestionamiento y para que debería estar lista. Sin embargo, su pregunta me hizo comprender que en realidad no lo estaba. Las manos me temblaban y de vez en cuando mis labios también. Y eso aumentaba conforme avanzaba la noche.
―¿Para qué? –Sonreí nerviosa.
«Bueno, ya lo dijiste».
―¿Bromeas? ¡Sabes perfectamente a que me refiero!
―!Shh! Baja la voz –mencione observando a mi alrededor.
Joseph junto con sus acompañantes, giraron su vista hasta nosotras. Sonreí e hice un pequeño gesto de saludo. Ellos sonrieron también. Me gire de nuevo hacía Nataly. Ella tenía una mano sobre sus labios, encendiendo una pequeña risa.
―Lo siento –suspiro.
―Bien, y a tu pregunta, no entiendo a qué te refieres.
―Claro, ¿tendré que explicártelo con manzanas?
―¿Puedes?
―¿Hablas en serio? Te lo diré directo, y claramente.
―Haber…
―¿Estás lista para tu noche de bodas?
Cerré mis labios ante su pregunta. ¿Ahora qué diría? «¿Qué noche de bodas?». Era más que obvio que se refería a la mía. Lance un pequeño vistazo hasta él. Joseph estaba a pequeños pasos de distancia, pero lo sentía tan lejano. Su sonrisa reflejaba algo que no había visto antes. Algo que me gustaba y llamaba mi atención. Lleve un mechón de cabello tras mi oreja y sonreí para mí misma.
―Supongo que sí –respondí a su pregunta.
―¿Supones?
―Nunca he estado en este lugar, Nataly.
―Lo sé, pero pues supongo que ustedes ya han tenido… bueno, intimidad, ¿no?
―Pues…
¿Se le podría llamar intimidad a aquella noche en el auto o las pequeñas y extrañas formas de Joseph de decir que no “pasaría nada hasta la noche de bodas”? En realidad ahora era completamente diferente. Ahora mi mente estaba segura de querer estar con él. De estar por primera vez.
Quizás este por cometer el error más grande o quizás estaré haciendo lo correcto. De cualquier forma, Joseph es ahora mi esposo y yo soy su… «esposa». Las cosas definitivamente tendrían que cambiar. Él lo prometió y por muy incrédula que sea, le creo.
―No digas más –sonrío―. Entonces, no tienes que preocuparte de nada. Ahora son esposos, es normal.
―¿Has estado casada? –Bromee.
―No, pero me lo imagino –giro su vista y se detuvo en alguien familiar―. ¿Crees que tenga novia?
―¿Nicholas? –Sonreí―. Creo que no.
―Es muy lindo.
―Sí, ¿por qué no hablas con él?
―¿Bromeas? –Me observo.
―No. Hablo en serio.
―Pues tal vez lo haga.
―Quiero verte hacerlo –cruce mis brazos.
―¿Me estás retando? –Enarco una ceja.
―Sí –asentí lentamente con la cabeza.
Ella se puso de pie; arreglando su vestido y cabello. «Ahora regreso», menciono para después darme la espalda y caminar hasta la mesa donde se encontraba Nicholas. Él levanto su mirada ante su presencia. Sonrió y señalo un asiento a su lado.
«Tan solo cinco minutos más», mi voz interior repetía una y otra vez. Mi mirada ser perdía exasperada en el reloj de la habitación. Mis padres se despedían de ___(Tn) y mis hermanos esperaban su turno detrás de ellos.
La sonrisa en mi rostro parecía sacada de alguna película o serie de televisión; tan falsa y engañosa. Mientras mi rostro sonreía, mi cuerpo entero pedía a gritos que la tomara en mi posesión y tenerla tan cerca. Sin embargo, otra fuerza luchaba contra eso.
Lance un suspiro y me pedí a mi mismo la tranquilidad. Después de unos cuantos minutos, me despedí de mis padres, hermanos y la amiga de ___(Tn). Todos ellos nos desearon un estupendo viaje, y en realidad así lo sería. Con uno de los préstamos de la empresa, me di el lujo de conseguir un hospedaje en un hotel de alta calidad en las playas de Hawái. Un largo y placentero descanso. Un viaje que tal vez fuera necesario para limar asperezas y comenzar de nuevo. Algo con lo que estaba completamente de acuerdo.
Tome su mano tras largos momentos de silencio. Ella saco su mirada de la ventanilla del avión y la poso sobre la mía. Sus ojos azules trasmitían tanta calma. Los rasgos de su rostro pronunciaron una sonrisa como respuesta. Alargue mi brazo libre y con la parte dorsal, acaricie su mejilla.
―¿Te gusta la vista? –Mencione con dificultad.
―Es hermosa –sonrió una vez más―. Jamás había subido a un avión.
―¿Y qué tal se siente?
―Está bien, no es como lo imaginaba.
―¿No tienes miedo?
―No. No le temo a las alturas.
―Bien, porque yo si –sonreí―. Aun no me acostumbro. Cada vez que subo a un avión, escojo un lugar alejado a la ventanilla. Si voy a morir, no quiero saber que tan lejos estoy del suelo.
Ella rió.
―Es un poco infantil.
―No, es algo razonable –esboce una mueca.
Una risa lleno de nuevo sus labios. Atraje su cuerpo hasta el mío, pasando mi brazo sobre sus hombros. Su rostro ahora se escondía entre mi cuello y pecho. La respiración cálida chocaba con la piel desnuda e indefensa de cualquier prenda de ropa. Mi piel se encendió al instante, mi respiración se profundizo y logre sentir como la sangre bombeaba con rapidez por mis venas.
Estire mi espalda sobre el asiento con esperanza de tranquilizar mis sentidos. Cerré mis ojos hasta el final del recorrido.
―Joseph…
―¿Qué pasa? –Abrí uno de mis ojos.
―Ya hemos llegado.
―¿De verdad?
Observe a mí alrededor con mayor visión. Los asientos de poco a poco se desocupaban y los pasillos se encontraban ahora llenos. ___(Tn) se puso de pie y acomodo su ropa; un par de jeans y una blusa ceñida a su torso. Al terminar estiro su mano para alcanzar la mía para animarme a incorporarme a su lado.
Apreté mis labios con disgusto. No quería abandonar tan pronto aquel pequeño momento a su lado. La gran serenidad de aquel momento. Sin embargo, tome su mano y me puse de pie. Al salir del avión, sujete su cintura en un abrazo. Sus caderas chocaban contra las mías en cada paso.
―¡Este lugar es hermoso!
La ventanilla de la alta habitación, dejaba una imagen completa de los alrededores. El cielo repleto de estrellas, estrellas que jamás se verían con tanta intensidad en la ciudad; la playa produciendo grandes olas que estallaban al chocar con la arena. La brisa apenas tocaba mi rostro, pero se sentía tan fresca que por un momento dude en preguntar si podíamos ir a caminar por la orilla unos minutos. Deseaba sentir la suave arena en mis pies descalzos.
―Imagine que te gustaría.
Joseph dejo el equipaje en el pequeño vestíbulo. Paso ambas manos por su cabello y lo despeino en el mismo movimiento. Ahora también deseaba sentir mis manos sobre él. Se acercó sigilosamente y abrazo mi cuerpo por la espalda. Plasmo un beso sobre mi hombro y después recargo su barbilla sobre este.
―Se siente bien no tener que preocuparse por algo –suspiro.
―Sí… ―trague con dificultad.
―¿Pasa algo? –Tomo mi barbilla.
―No, es solo que esto es nuevo para mí.
―¿Te refieres a Hawái o a mí?
―Las dos cosas –baje la mirada.
―Bueno –acaricio mi mejilla―, por Hawái no puedo hacer nada, creo que él se encargara de maravillarte por sí solo, y por mí… también lo considero nuevo, pero, ¿qué te parece si lo dejamos por si solo?
―¿A qué te refieres? –Contemple sus ojos.
―Haz lo que sientas, lo que quieras, lo que desees. Yo haré lo mismo, ¿te parece?
―Sí –sonreí.
―Bien, ¿qué sientes ahora? ¿Qué deseas?
«¿Para qué?», ¿sería la pregunta correcta? Ha juzgar por su sonrisa en el rostro, entendía perfectamente el sentido de aquel cuestionamiento y para que debería estar lista. Sin embargo, su pregunta me hizo comprender que en realidad no lo estaba. Las manos me temblaban y de vez en cuando mis labios también. Y eso aumentaba conforme avanzaba la noche.
―¿Para qué? –Sonreí nerviosa.
«Bueno, ya lo dijiste».
―¿Bromeas? ¡Sabes perfectamente a que me refiero!
―!Shh! Baja la voz –mencione observando a mi alrededor.
Joseph junto con sus acompañantes, giraron su vista hasta nosotras. Sonreí e hice un pequeño gesto de saludo. Ellos sonrieron también. Me gire de nuevo hacía Nataly. Ella tenía una mano sobre sus labios, encendiendo una pequeña risa.
―Lo siento –suspiro.
―Bien, y a tu pregunta, no entiendo a qué te refieres.
―Claro, ¿tendré que explicártelo con manzanas?
―¿Puedes?
―¿Hablas en serio? Te lo diré directo, y claramente.
―Haber…
―¿Estás lista para tu noche de bodas?
Cerré mis labios ante su pregunta. ¿Ahora qué diría? «¿Qué noche de bodas?». Era más que obvio que se refería a la mía. Lance un pequeño vistazo hasta él. Joseph estaba a pequeños pasos de distancia, pero lo sentía tan lejano. Su sonrisa reflejaba algo que no había visto antes. Algo que me gustaba y llamaba mi atención. Lleve un mechón de cabello tras mi oreja y sonreí para mí misma.
―Supongo que sí –respondí a su pregunta.
―¿Supones?
―Nunca he estado en este lugar, Nataly.
―Lo sé, pero pues supongo que ustedes ya han tenido… bueno, intimidad, ¿no?
―Pues…
¿Se le podría llamar intimidad a aquella noche en el auto o las pequeñas y extrañas formas de Joseph de decir que no “pasaría nada hasta la noche de bodas”? En realidad ahora era completamente diferente. Ahora mi mente estaba segura de querer estar con él. De estar por primera vez.
Quizás este por cometer el error más grande o quizás estaré haciendo lo correcto. De cualquier forma, Joseph es ahora mi esposo y yo soy su… «esposa». Las cosas definitivamente tendrían que cambiar. Él lo prometió y por muy incrédula que sea, le creo.
―No digas más –sonrío―. Entonces, no tienes que preocuparte de nada. Ahora son esposos, es normal.
―¿Has estado casada? –Bromee.
―No, pero me lo imagino –giro su vista y se detuvo en alguien familiar―. ¿Crees que tenga novia?
―¿Nicholas? –Sonreí―. Creo que no.
―Es muy lindo.
―Sí, ¿por qué no hablas con él?
―¿Bromeas? –Me observo.
―No. Hablo en serio.
―Pues tal vez lo haga.
―Quiero verte hacerlo –cruce mis brazos.
―¿Me estás retando? –Enarco una ceja.
―Sí –asentí lentamente con la cabeza.
Ella se puso de pie; arreglando su vestido y cabello. «Ahora regreso», menciono para después darme la espalda y caminar hasta la mesa donde se encontraba Nicholas. Él levanto su mirada ante su presencia. Sonrió y señalo un asiento a su lado.
(Narra Joe)
«Tan solo cinco minutos más», mi voz interior repetía una y otra vez. Mi mirada ser perdía exasperada en el reloj de la habitación. Mis padres se despedían de ___(Tn) y mis hermanos esperaban su turno detrás de ellos.
La sonrisa en mi rostro parecía sacada de alguna película o serie de televisión; tan falsa y engañosa. Mientras mi rostro sonreía, mi cuerpo entero pedía a gritos que la tomara en mi posesión y tenerla tan cerca. Sin embargo, otra fuerza luchaba contra eso.
Lance un suspiro y me pedí a mi mismo la tranquilidad. Después de unos cuantos minutos, me despedí de mis padres, hermanos y la amiga de ___(Tn). Todos ellos nos desearon un estupendo viaje, y en realidad así lo sería. Con uno de los préstamos de la empresa, me di el lujo de conseguir un hospedaje en un hotel de alta calidad en las playas de Hawái. Un largo y placentero descanso. Un viaje que tal vez fuera necesario para limar asperezas y comenzar de nuevo. Algo con lo que estaba completamente de acuerdo.
Tome su mano tras largos momentos de silencio. Ella saco su mirada de la ventanilla del avión y la poso sobre la mía. Sus ojos azules trasmitían tanta calma. Los rasgos de su rostro pronunciaron una sonrisa como respuesta. Alargue mi brazo libre y con la parte dorsal, acaricie su mejilla.
―¿Te gusta la vista? –Mencione con dificultad.
―Es hermosa –sonrió una vez más―. Jamás había subido a un avión.
―¿Y qué tal se siente?
―Está bien, no es como lo imaginaba.
―¿No tienes miedo?
―No. No le temo a las alturas.
―Bien, porque yo si –sonreí―. Aun no me acostumbro. Cada vez que subo a un avión, escojo un lugar alejado a la ventanilla. Si voy a morir, no quiero saber que tan lejos estoy del suelo.
Ella rió.
―Es un poco infantil.
―No, es algo razonable –esboce una mueca.
Una risa lleno de nuevo sus labios. Atraje su cuerpo hasta el mío, pasando mi brazo sobre sus hombros. Su rostro ahora se escondía entre mi cuello y pecho. La respiración cálida chocaba con la piel desnuda e indefensa de cualquier prenda de ropa. Mi piel se encendió al instante, mi respiración se profundizo y logre sentir como la sangre bombeaba con rapidez por mis venas.
Estire mi espalda sobre el asiento con esperanza de tranquilizar mis sentidos. Cerré mis ojos hasta el final del recorrido.
―Joseph…
―¿Qué pasa? –Abrí uno de mis ojos.
―Ya hemos llegado.
―¿De verdad?
Observe a mí alrededor con mayor visión. Los asientos de poco a poco se desocupaban y los pasillos se encontraban ahora llenos. ___(Tn) se puso de pie y acomodo su ropa; un par de jeans y una blusa ceñida a su torso. Al terminar estiro su mano para alcanzar la mía para animarme a incorporarme a su lado.
Apreté mis labios con disgusto. No quería abandonar tan pronto aquel pequeño momento a su lado. La gran serenidad de aquel momento. Sin embargo, tome su mano y me puse de pie. Al salir del avión, sujete su cintura en un abrazo. Sus caderas chocaban contra las mías en cada paso.
(Narras Tú)
―¡Este lugar es hermoso!
La ventanilla de la alta habitación, dejaba una imagen completa de los alrededores. El cielo repleto de estrellas, estrellas que jamás se verían con tanta intensidad en la ciudad; la playa produciendo grandes olas que estallaban al chocar con la arena. La brisa apenas tocaba mi rostro, pero se sentía tan fresca que por un momento dude en preguntar si podíamos ir a caminar por la orilla unos minutos. Deseaba sentir la suave arena en mis pies descalzos.
―Imagine que te gustaría.
Joseph dejo el equipaje en el pequeño vestíbulo. Paso ambas manos por su cabello y lo despeino en el mismo movimiento. Ahora también deseaba sentir mis manos sobre él. Se acercó sigilosamente y abrazo mi cuerpo por la espalda. Plasmo un beso sobre mi hombro y después recargo su barbilla sobre este.
―Se siente bien no tener que preocuparse por algo –suspiro.
―Sí… ―trague con dificultad.
―¿Pasa algo? –Tomo mi barbilla.
―No, es solo que esto es nuevo para mí.
―¿Te refieres a Hawái o a mí?
―Las dos cosas –baje la mirada.
―Bueno –acaricio mi mejilla―, por Hawái no puedo hacer nada, creo que él se encargara de maravillarte por sí solo, y por mí… también lo considero nuevo, pero, ¿qué te parece si lo dejamos por si solo?
―¿A qué te refieres? –Contemple sus ojos.
―Haz lo que sientas, lo que quieras, lo que desees. Yo haré lo mismo, ¿te parece?
―Sí –sonreí.
―Bien, ¿qué sientes ahora? ¿Qué deseas?
Listo, hasta aquí llega la novela editadaC:
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
ღ CAPITULO 14 ღ
Sonreí sin importar nada más. Lo deseaba a él, a pesar de todo, lo deseaba. Él lo supo con mi mirada y entonces acaricio mi mejilla con delicadez. Deje escapar un suspiro de satisfacción y susurre su nombre con cierto temor.
―Has lo que desees.
Menciono de nuevo con voz suave. Entonces, coloque mis manos sobre su pecho y abrí su camisa desabrochando botón a botón; cuando finalice, él mismo se la saco de encima con tan solo un movimiento. Sonrío mientras acercaba sus labios a los míos; deposito un pequeño beso de bienvenida en ellos y finalizo con uno cálido y profundo. Abrió espacio entre ellos e introdujo su lengua en el interior. Esta se encontró con la mía después de unos segundos.
Mis brazos abrazaron su espalda desnuda; recorrí con mis dedos la piel de esta, acariciando desde la piel de su cuello, hasta la parte superior de sus glúteos. Un quejido se escapó de su boca al llegar mis manos hasta ese lugar, sin embargo, no se alejó, continuo con aquel beso que parecía no tener final.
Sujeto mis manos y me alejo unos centímetros, aun sin detener el contacto único de nuestros labios. Me giro quedando mis glúteos ahora en cercanía con su creciente miembro. Abrazo mi cintura por unos instantes y después sus manos fueron en dirección a mi blusa; dejo caer los tirantes de ella y beso mis hombros. Al alejarse suspiro contra mi piel en alerta por su atención. Dibujo un camino con la punta de sus dedos por mi espalda, siguió por mi cintura y subió a la parte alta de mis senos.
Contraje mi pecho ante su contacto. Una pequeña risa se escuchó en mis espaldas y entonces relaje mi cuerpo de nuevo. Lleve mis manos hasta las suyas; las sujete unos minutos y las lleve en rumbo a otro camino. El botón de mi pantalón se soltó con mi ayuda y él entendió mi intensión; introdujo la palma de su mano en ese lugar y acaricio a continuación al escuchar mi respiración acelerarse.
Deje caer mi cabeza hasta su pecho y alcance sus labios besándolos por pausas.
―¿Te gusta? –menciono contra mis labios.
Tan solo asentí ya que mi voz no era capaz de salir. Mi cuerpo comenzó a sentir pequeños espasmos de emoción que se sentían como corrientes eléctricas. Me aleje de sus labios y coloque mi atención en su mano dentro de mi pantalón; mis caderas también siguieron el movimiento de sus caricias. Largue un gran suspiro cuando sentí como el cuerpo entero ahora se inundaba de calor; mis piernas flaquearon por un santiamén, pero él me sujeto con ambas manos.
Deposito un pequeño beso en mi mejilla y me tomo en sus brazos, dirigiendo sus pasos hasta la gran cama de sabanas rojas que había ignorado por un momento. La luz de la luna era mucho menos notable en ese lugar, pero el brillo en sus ojos me hizo sentir con mayor visión. Me deposito sobre la cama y de inmediato se deshizo de mi ropa, dejándome completamente desnuda para su vista.
―Eres tan hermosa –acaricio mi rostro.
―Gracias –mencione sonrojada.
Él sonrió. Estando aun de pie a un lado de la cama, se despojó de su propia ropa, ahora los dos estábamos en las mismas. Incorpore un poco mi cuerpo y me abrace a su cuello, mi pecho choco contra el suyo en la acción. Beso mi hombro y se detuvo en mi cuello; un cosquilleo nació en ese lugar. Arquee mi espalda y nuestras pieles se unieron con mayor extensión.
―Quiero ser tuya –lo mire fijamente.
―¿De verdad? –beso mi mejilla―. ¿Quieres ser mía? –me recostó sobre la cama.
―Sí –asentí con la cabeza también.
Su mirada se mantuvo fija en la mía entonces. No menciono ninguna palabra cuando sentí como se abría espacio entre mis piernas y su miembro chocaba contra la piel de mi vientre.
―Hazlo –susurro.
Mi miraba se enfocó entre nuestros cuerpos, con seguridad mi mano se sumergió entre los dos, sujete su miembro y lo lleve hasta mi sexo. Saque mi mano y el tan solo con un movimiento, entro en mi interior para unirnos al fin.
Un pequeño grito se escapó de mis labios y él se encargó de atraparlo con los suyos. Sus movimientos se hicieron más profundos conforme mis caderas seguían su compas. Se separó de mis labios y recargo su frente en el hueco de mi cuello y hombro. Un par de gemidos roncos salieron de su boca e hicieron que el silencio de la habitación se esfumara.
―Eres mía –menciono en mi oído.
―Sí –tome su rostro―. Bésame.
Mi petición fue cumplida; sus labios llenaron de nuevo los míos y su lengua se buscó un camino con la mía. Abrace su espalda para acercarlo hasta mi pecho, una de sus manos se apodero de ese lugar, logrando que el deseo y la pasión que sentía por él crecieran.
Me aferre a su cuerpo cuando de nuevo, espasmos de electricidad y calor, llenaron mi interior. Su actividad también se apresuró para acompañar mi mente en un viaje de satisfacción y dicha.
El calor de su cuerpo emergía en el mío al despertar. Ella estaba recostada de lado y yo abrazaba su pecho; el contacto de sus glúteos no hizo más que revivir recuerdos de la noche pasada. Largue un suspiro mientras pasaba una de mis manos por mi rostro; mis ojos aún no se acostumbraban a la luz del sol, pero si veían perfectamente su cuerpo plácidamente dormido entre mis brazos. Tan solo una pequeña sabana nos cubría a ambos, a decir verdad, la mayor parte de ella cubría mi cuerpo.
Sonreí y jale de ella para cubrir su silueta. El movimiento provoco que sus ojos dudaran en despertar. Era relajante y motivador verla tan quieta, pero en realidad moría por escuchar su voz y tener muchos momentos como la noche pasada.
―Hola –mencione cuando al fin sus ojos estuvieron abiertos.
―Hola –sonrió―. ¿Es muy tarde? –se giró hasta mí.
Observe el reloj sobre la mesa de noche.
―No, faltan diez para las ocho, ¿por? –acaricie su mejilla.
―Me gustaría caminar por la playa.
―¿Ahora? –hice una mueca.
―Sí, ¿no quieres?
―Me gustaría más quedarme aquí, contigo… solos –bese su hombro.
―Tenemos todo el día –delineo mis labios―. Una caminata nos hará bien.
―Si te refieres por el ejercicio, hay un estudio que revela que hacer el amor puede quemar bastantes calorías.
―¿Qué? –rió―. ¡Tan solo quiero dar una caminata!
―Quemaremos las mismas calorías aquí –sonreí.
―Por favor.
―De acuerdo.
―Gracias –beso mi mejilla―. Iré a bañarme.
Asentí para observar cómo se ponía de pie. Su cuerpo entero se vio desnudo ante mis ojos y una corriente de calor se coló en mi interior.
―¿Quieres que te acompañe? –me incorpore siguiendo sus pasos.
Ella se giró con sus mejillas sonrojadas. El brillo en sus ojos se intensifico.
―¿Tú quieres?
―Para mí sería un placer –abrace su cintura.
―Bien.
Sonreí besando su cuello, sus pasos nos guiaron hasta el cuarto de baño. Abrió la llave de agua caliente y fría y se tomó el tiempo para equilibrarlas. Mientras, mis labios aún seguían sobre su figura. Cuando sus pies hubieron tocado el suelo de la regadera, mi total complexión se abalanzó sobre ella. Bese y acaricie cada rincón sin prisa alguna, después de un par de minutos de juegos, la tome entre mis brazos y enrede sus piernas en mi cintura para unirla por completo en la sintonía de mis movimientos penetrantes.
―Este lugar es hermoso –una sonrisa lleno su rostro.
Por fin, después de aquella ducha que se había demorado más de lo pensado, nos encontrábamos dando una caminata por la orilla de la playa. Los pies de ambos estaban descalzos y la suave arena chocaba con ellos. Mi brazo sujetaba su cintura y ella igualmente me abrazaba por la espalda.
―Lo sé –acaricie su piel desnuda.
―Seguramente tú vienes con frecuencia, ¿verdad?
―Lo conozco, pero no suelo venir mucho.
―¿Por qué?
―Suelo trabajar la mayor parte del tiempo.
―Oh.
―Pero, podemos venir cuando tú quieres, o conocer otros lugares, como parís.
―¿París? ¿Bromeas?
―No, lo digo en serio –bese su mejilla.
―Pues… gracias –sonrió de nuevo.
―¿Quieres que vayamos a comer algo? Muero de hambre –detuve mi caminar para abrazarla.
―Claro.
―Antes quisiera darte algo –saque una cajita de terciopelo de mi bolsillo―. Lo vi y supe de inmediato que era para ti.
―No debiste molestarte, Joseph.
―Nada de eso, ábrela.
Ella sujeto la pequeña caja entre sus manos. Me regalo una sonrisa antes de abrirla.
―¡Es hermosa! –saco la cadena.
―Y el dije combina con tus ojos –le mostré el dije en forma de estrella azul.
―Gracias –me abrazo.
―Déjame ponerla en su lugar.
Giro su cuerpo recogiendo su cabello hacia un lado.
―Listo –tome su mano―. Sin duda, te queda hermoso.
―Muchas gracias –dio un beso en mis labios―. Es un detalle muy lindo de tu parte.
―No tienes que agradecer, ahora sí, vayamos a comer algo.
―Sí.
―Has lo que desees.
Menciono de nuevo con voz suave. Entonces, coloque mis manos sobre su pecho y abrí su camisa desabrochando botón a botón; cuando finalice, él mismo se la saco de encima con tan solo un movimiento. Sonrío mientras acercaba sus labios a los míos; deposito un pequeño beso de bienvenida en ellos y finalizo con uno cálido y profundo. Abrió espacio entre ellos e introdujo su lengua en el interior. Esta se encontró con la mía después de unos segundos.
Mis brazos abrazaron su espalda desnuda; recorrí con mis dedos la piel de esta, acariciando desde la piel de su cuello, hasta la parte superior de sus glúteos. Un quejido se escapó de su boca al llegar mis manos hasta ese lugar, sin embargo, no se alejó, continuo con aquel beso que parecía no tener final.
Sujeto mis manos y me alejo unos centímetros, aun sin detener el contacto único de nuestros labios. Me giro quedando mis glúteos ahora en cercanía con su creciente miembro. Abrazo mi cintura por unos instantes y después sus manos fueron en dirección a mi blusa; dejo caer los tirantes de ella y beso mis hombros. Al alejarse suspiro contra mi piel en alerta por su atención. Dibujo un camino con la punta de sus dedos por mi espalda, siguió por mi cintura y subió a la parte alta de mis senos.
Contraje mi pecho ante su contacto. Una pequeña risa se escuchó en mis espaldas y entonces relaje mi cuerpo de nuevo. Lleve mis manos hasta las suyas; las sujete unos minutos y las lleve en rumbo a otro camino. El botón de mi pantalón se soltó con mi ayuda y él entendió mi intensión; introdujo la palma de su mano en ese lugar y acaricio a continuación al escuchar mi respiración acelerarse.
Deje caer mi cabeza hasta su pecho y alcance sus labios besándolos por pausas.
―¿Te gusta? –menciono contra mis labios.
Tan solo asentí ya que mi voz no era capaz de salir. Mi cuerpo comenzó a sentir pequeños espasmos de emoción que se sentían como corrientes eléctricas. Me aleje de sus labios y coloque mi atención en su mano dentro de mi pantalón; mis caderas también siguieron el movimiento de sus caricias. Largue un gran suspiro cuando sentí como el cuerpo entero ahora se inundaba de calor; mis piernas flaquearon por un santiamén, pero él me sujeto con ambas manos.
Deposito un pequeño beso en mi mejilla y me tomo en sus brazos, dirigiendo sus pasos hasta la gran cama de sabanas rojas que había ignorado por un momento. La luz de la luna era mucho menos notable en ese lugar, pero el brillo en sus ojos me hizo sentir con mayor visión. Me deposito sobre la cama y de inmediato se deshizo de mi ropa, dejándome completamente desnuda para su vista.
―Eres tan hermosa –acaricio mi rostro.
―Gracias –mencione sonrojada.
Él sonrió. Estando aun de pie a un lado de la cama, se despojó de su propia ropa, ahora los dos estábamos en las mismas. Incorpore un poco mi cuerpo y me abrace a su cuello, mi pecho choco contra el suyo en la acción. Beso mi hombro y se detuvo en mi cuello; un cosquilleo nació en ese lugar. Arquee mi espalda y nuestras pieles se unieron con mayor extensión.
―Quiero ser tuya –lo mire fijamente.
―¿De verdad? –beso mi mejilla―. ¿Quieres ser mía? –me recostó sobre la cama.
―Sí –asentí con la cabeza también.
Su mirada se mantuvo fija en la mía entonces. No menciono ninguna palabra cuando sentí como se abría espacio entre mis piernas y su miembro chocaba contra la piel de mi vientre.
―Hazlo –susurro.
Mi miraba se enfocó entre nuestros cuerpos, con seguridad mi mano se sumergió entre los dos, sujete su miembro y lo lleve hasta mi sexo. Saque mi mano y el tan solo con un movimiento, entro en mi interior para unirnos al fin.
Un pequeño grito se escapó de mis labios y él se encargó de atraparlo con los suyos. Sus movimientos se hicieron más profundos conforme mis caderas seguían su compas. Se separó de mis labios y recargo su frente en el hueco de mi cuello y hombro. Un par de gemidos roncos salieron de su boca e hicieron que el silencio de la habitación se esfumara.
―Eres mía –menciono en mi oído.
―Sí –tome su rostro―. Bésame.
Mi petición fue cumplida; sus labios llenaron de nuevo los míos y su lengua se buscó un camino con la mía. Abrace su espalda para acercarlo hasta mi pecho, una de sus manos se apodero de ese lugar, logrando que el deseo y la pasión que sentía por él crecieran.
Me aferre a su cuerpo cuando de nuevo, espasmos de electricidad y calor, llenaron mi interior. Su actividad también se apresuró para acompañar mi mente en un viaje de satisfacción y dicha.
(Narra Joseph)
El calor de su cuerpo emergía en el mío al despertar. Ella estaba recostada de lado y yo abrazaba su pecho; el contacto de sus glúteos no hizo más que revivir recuerdos de la noche pasada. Largue un suspiro mientras pasaba una de mis manos por mi rostro; mis ojos aún no se acostumbraban a la luz del sol, pero si veían perfectamente su cuerpo plácidamente dormido entre mis brazos. Tan solo una pequeña sabana nos cubría a ambos, a decir verdad, la mayor parte de ella cubría mi cuerpo.
Sonreí y jale de ella para cubrir su silueta. El movimiento provoco que sus ojos dudaran en despertar. Era relajante y motivador verla tan quieta, pero en realidad moría por escuchar su voz y tener muchos momentos como la noche pasada.
―Hola –mencione cuando al fin sus ojos estuvieron abiertos.
―Hola –sonrió―. ¿Es muy tarde? –se giró hasta mí.
Observe el reloj sobre la mesa de noche.
―No, faltan diez para las ocho, ¿por? –acaricie su mejilla.
―Me gustaría caminar por la playa.
―¿Ahora? –hice una mueca.
―Sí, ¿no quieres?
―Me gustaría más quedarme aquí, contigo… solos –bese su hombro.
―Tenemos todo el día –delineo mis labios―. Una caminata nos hará bien.
―Si te refieres por el ejercicio, hay un estudio que revela que hacer el amor puede quemar bastantes calorías.
―¿Qué? –rió―. ¡Tan solo quiero dar una caminata!
―Quemaremos las mismas calorías aquí –sonreí.
―Por favor.
―De acuerdo.
―Gracias –beso mi mejilla―. Iré a bañarme.
Asentí para observar cómo se ponía de pie. Su cuerpo entero se vio desnudo ante mis ojos y una corriente de calor se coló en mi interior.
―¿Quieres que te acompañe? –me incorpore siguiendo sus pasos.
Ella se giró con sus mejillas sonrojadas. El brillo en sus ojos se intensifico.
―¿Tú quieres?
―Para mí sería un placer –abrace su cintura.
―Bien.
Sonreí besando su cuello, sus pasos nos guiaron hasta el cuarto de baño. Abrió la llave de agua caliente y fría y se tomó el tiempo para equilibrarlas. Mientras, mis labios aún seguían sobre su figura. Cuando sus pies hubieron tocado el suelo de la regadera, mi total complexión se abalanzó sobre ella. Bese y acaricie cada rincón sin prisa alguna, después de un par de minutos de juegos, la tome entre mis brazos y enrede sus piernas en mi cintura para unirla por completo en la sintonía de mis movimientos penetrantes.
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―Este lugar es hermoso –una sonrisa lleno su rostro.
Por fin, después de aquella ducha que se había demorado más de lo pensado, nos encontrábamos dando una caminata por la orilla de la playa. Los pies de ambos estaban descalzos y la suave arena chocaba con ellos. Mi brazo sujetaba su cintura y ella igualmente me abrazaba por la espalda.
―Lo sé –acaricie su piel desnuda.
―Seguramente tú vienes con frecuencia, ¿verdad?
―Lo conozco, pero no suelo venir mucho.
―¿Por qué?
―Suelo trabajar la mayor parte del tiempo.
―Oh.
―Pero, podemos venir cuando tú quieres, o conocer otros lugares, como parís.
―¿París? ¿Bromeas?
―No, lo digo en serio –bese su mejilla.
―Pues… gracias –sonrió de nuevo.
―¿Quieres que vayamos a comer algo? Muero de hambre –detuve mi caminar para abrazarla.
―Claro.
―Antes quisiera darte algo –saque una cajita de terciopelo de mi bolsillo―. Lo vi y supe de inmediato que era para ti.
―No debiste molestarte, Joseph.
―Nada de eso, ábrela.
Ella sujeto la pequeña caja entre sus manos. Me regalo una sonrisa antes de abrirla.
―¡Es hermosa! –saco la cadena.
―Y el dije combina con tus ojos –le mostré el dije en forma de estrella azul.
―Gracias –me abrazo.
―Déjame ponerla en su lugar.
Giro su cuerpo recogiendo su cabello hacia un lado.
―Listo –tome su mano―. Sin duda, te queda hermoso.
―Muchas gracias –dio un beso en mis labios―. Es un detalle muy lindo de tu parte.
―No tienes que agradecer, ahora sí, vayamos a comer algo.
―Sí.
Aquí les dejo un nuevo capítulo, chicas. Espero ver firmas para poder seguir escribiendo. Un beso. Ciao♥
Karely Jonatika
Re: ღ "El Secreto Del Pasado" (Joe&Tú) ღ
kareeee me necato el cap!!!
jajaaja sabes volvia a leer la nove de nuevo jajaja :)
sigue sigue
me encanta que esten bn juntos
jajaaja sabes volvia a leer la nove de nuevo jajaja :)
sigue sigue
me encanta que esten bn juntos
andreita
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