Proyectos y Novelas.

Rosse Garden no llegaba a ser segunda opción, y mucho menos la copa de frutas que te otorgaban cuando se acaba el helado. Ella no era nada, era un horrendo y debilucho cuervo.
Sonrió ante la última comparación, su mente estaba al borde de la locura y solo se le ocurría hacer comparaciones de su espantosa persona con el reino animal. Pero el hilarante momento se esfumó dejando a su paso una hilera de un espeso elixir vital, una hilera de su espesa sangre. Lo había hecho otra vez, había clavado la sucia cuchilla ferozmente en su brazo, dando por abierto una nueva sesión con su vieja amiga y claro, dando origen a una nueva cortada.
Esto había comenzado dos años atrás, cuando era una bola de grasa andante, una asquerosa gorda, que solo comía y vomitaba. Sufría maltratos y golpes, esas p*tas rubias oxigenadas eran perfectas, mientras ella era un pequeño cerdito y no tardaron en recordárselo cada día de su desastrosa vida. Necesitaba descargarse, necesitaba descargar todo ese dolor y no encontró mejor manera que clavarse un pequeño pedazo de metal. Tranquilizándola, llevándola a un mundo sin problemas, a un nuevo mundo desconocido, SU mundo.
Cortó su infeliz recuerdo clavando nuevamente la cuchilla, haciendo que su cuerpo se tambaleara por la gran perdida de sangre.
Al incorporarse a causa del maldito reloj, desplazó su cuerpo hacia la ducha, evitando el espejo. Ese trozo de vidrio que reflejaba miseria.