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We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Nombre: We Found a Darkest Love.
Autor: Alicia, yo.
Adaptación: Si. de los Libros de Harry Potter.
Género:Romance, Drama, Aventuras, Acción y mucha Magia.
Advertencias: No
Otras páginas: No
Esta historia es una adaptación de los 7 libros de Harry Potter. Respetando todo lo que pasó.
—Hola, ¿puedo sentarme?
La voz de una chica les llamó la atención y, al no recibir respuesta, se sentó junto a la chica que estaba sola.
—Me llamo Hermione Granger y este año empiezo el primer curso. ¿Cómo te llamas? —Se había inclinado hacia la chica que miraba por la ventana, intentando conectar sus miradas.
—¿Granger? No me suena el apellido. ¿De qué familia vienes? —Había sido la morena delgada la que le había preguntado.
La chica de la ventana se centró un poco en las otras tres, mirando ahora a la que tenía frente a ella.
—Mis padres son muggles —contestó la chica de pelo castaño y ojos del mismo color, Hermione—. ¿Quién eres tú?
—Yo, soy Pansy Parkinson, descendiente de una larga rama de magos importantes. —El tono altivo que usó fue el causante de que la nariz de Hermione se arrugase—. Ella es Millecent Bulstrode y las dos entraremos en la mejor casa de todas, en Slytherin. ¿A qué casa pertenecerás tú? ¿A la de los estúpidos Hufflepuff? ¿A los insignificantes sabelotodo de Ravenclaw? ¿O a la de los cabeza huecas de Gryffindor?
Pansy seguía mirando a la castaña, con sus malas intenciones en los ojos.
—Yo diría a Gryffindor —propuso Millecent imitando el mismo tono de superioridad que su amiga.
Las dos chicas se rieron, recreándose en su burla.
—Yo soy Jade Prince, encantada —la saludó la chica de la ventana, que se había sentado en dirección a ella, ignorando a las dos morenas.
Hermione pasó a mirar a la chica de ojos verdes, que hasta ahora no había hablado, y sonrió. Jade se había dado cuenta de quien merecía atención y quien no, y Parkinson y Bulstrode no formaban parte de la primera opción.
Bajó del tren sin compañía, pues Hermione se había ido del compartimiento casi al final del trayecto. Miró en derredor buscando alguna indicación de a donde debía dirigirse y vio, entre todas las cabezas de los alumnos, a un hombre que medía como mínimo dos metros y medio. El hombre guiaba a los de primer año hacia el otro extremo de la estación, lejos de los otros alumnos.
Se subieron a unos botes y cruzaron un lago, el Lago Negro que le había nombrado su padre alguna vez, acercándose al gran castillo. Hogwarts estaba sobre un peñasco que ocultaba una cueva, a donde se dirigían los botes. Aquella imagen superaba cualquier otra que pudiera haber impresionado a la chica. Y aumentó cuando pasaron por debajo de la roca para atracar los botes en un muelle.
Se sentía la humedad, pero los nervios y la excitación de estar justamente debajo de Hogwarts y a punto de ser seleccionados hacían que no se notase. Subieron unas escaleras detrás de una profesora y llegaron a la entrada del castillo.
Después de recibir una charla por parte de la profesora McGonagall (así se llamaba), pasaron al Gran Comedor, el cual estaba abarrotado de alumnos repartidos en cuatro mesas muy largas. Caminaron hasta la mesa de los profesores y se amontonaron lo más cerca posible del taburete que contenía un sombrero.
La subdirectora ya había empezado a decir nombres, llamando la atención de Jade al escuchar Hermione Granger. La chica se separó del grupo y se sentó donde le indicó la profesora. El Sombrero Seleccionador se estuvo pensando un poco la respuesta, hasta que al fin exclamó:
—¡Gryffindor!
Hermione salió corriendo con una sonrisa enorme hacia la mesa que había en su izquierda, pegada a la pared.
—Oh no —musitó Jade. Era posible que la pusieran en otra casa totalmente diferente.
Después de varios alumnos que se fueron a sus respectivas mesas, le tocó el turno a Harry Potter, el niño que sobrevivió. Toda la sala se quedó en silencio y esperaron las palabras del sombrero.
—¿Ése es Harry Potter? —Se escucharon varios murmullos, pero fueron acallados por una voz que decía:
—¡Gryffindor! —La mesa de Hermione se alegró mucho de tener a Harry Potter en su casa, pues eran los que más se escuchaban. Jade sonrió al ver que se sentaba al lado de Hermione y ésta se alegraba mucho, pero entonces…
—Prince, Jade. —La chica se sobresaltó y subió rápidamente mirando hacia la mesa de los profesores. Todos la observaban y subió con cierto miedo. Le pusieron el Sombrero en la cabeza y se puso más nerviosa aún. Casi un segundo después el Sombrero anunciaba:
—¡Slytherin!
Corrió medio contenta hacia la mesa de la izquierda y vio que también estaba Malfoy. Se sentó a su lado y miró hacia la mesa de Hermione que le sonreía aunque notaba su desilusión.
Cuando acabó la ceremonia, apareció comida en las mesas por arte de magia y con el estómago vacío empezaron a comer.
Mientras Jade cenaba le tocaron el hombro y cuando se giró tenía unos ojos grises justo delante.
—Hola, soy Malfoy, Draco Malfoy. —El chico le ofreció la mano y también se la dio.
—Encantada, yo soy Jade Prince.
—Que bien que estemos juntos ¿no? —Lo decía enserio y eso la hizo sonreír.
—Sí —fue lo único que dijo.
Era el primer día de clases, Jade se había despertado muy temprano, casi no había podido dormir, así que bajó y se fue a dar una vuelta por el castillo antes de ir a desayunar.
La primera asignatura del curso era Defensa Contra las Artes Oscuras, por suerte la morena la tenía junto con Gryffindor, así que llegó y Hermione le hizo señas para que se sentara con ella. Había decidido juntarse más con la castaña Gryffindor, antes que pasar dos segundos junto a la cara perro de Parkinson y su amiga.
La clase pasó sin ninguna novedad; el profesor Quirrell era bastante aburrido y las chicas atendían por obligación.
Como la siguiente clase era Pociones y también iba con Gryffindor, se fueron juntas hacia las mazmorras. Se volvieron a sentar juntas y Jade vio a Harry Potter sentarse con un pelirrojo en la mesa de al lado. En ese momento entró el profesor Snape con cara seria. La verdad es que siempre tenía la misma cara.
—Él es Severus Snape, dicen que siempre quiso el puesto de Quirrell pero que nunca se lo dieron —le susurró Hermione a la morena mientras éste entraba.
—Lo sé —le contestó.
Las primeras semanas pasaron y cada vez Hermione y Jade se hacían más amigas, aunque no estuvieran en la misma casa, siempre se veían en la biblioteca y en los jardines de Hogwarts.
Pasaron los días y casi sin darse cuenta llegó Halloween, y todo Hogwarts estaba decorado para la ocasión. Los alumnos caminaban alegres hacia el Gran Comedor y se sorprendían al ver toda esa comida de día especial.
Jade acababa de bajar por unas escaleras que la guiaban a un largo pasillo donde se escuchaban voces al final de éste, pero le llamó la atención un llanto. Se asomó por una puerta entre dos columnas y vio a alguien que se escondía allí. Era el baño de las chicas y una de ellas se había encerrado para llorar.
—¿Hola? ¿Quién eres? —La morena se agachó un poco para mirar por debajo de las puertas y consiguió ver unos pies—. ¿Estás bien?
—¿Ja… Jade? —preguntó Hermione entre sollozos.
—Hermione, ¿qué te pasa? —decía la chica mientras observaba a su amiga acercarse a ella. Jade la abrazó cuando la castaña lo hacía y ésta siguió llorando.
Después de que Hermione le contara el suceso con Ron (donde éste la había insultado), estaban sentadas en el suelo del baño cuando oyeron unos ruidos extraños fuera y se levantaron de un salto. Jade se dio cuenta de que se habían dejado las varitas en las habitaciones, por lo que empezó a asustarse. En ese momento vieron aparecer un troll enorme que entraba al baño, éste las miró y se acercó a ellas con intención de dañarlas.
—¡Jade, cuidado! —gritó Hermione al ver que el bate que llevaba el troll se movía hacia la chica.
Las dos se agacharon y, mientras la morena se escondía en los baños, Hermione lo distraía para que no atacara a su amiga. Intentó darle con el bate, pero lo esquivó y con una voltereta se coló por debajo de sus piernas poniéndose así detrás de él. Pero éste se quedó mirando a Jade y rompió todas las puertas con un golpe. Ahora, cambió de posición y se centró en la Gryffindor, alzando su arma conforme se le acercaba. Jade intentó tirarle trozos de madera que había por el suelo para distraerle, pero en ese momento no lo vio venir y el bate le dio en un costado haciendo que se estampara contra la pared y quedara inconsciente.
Tras varias horas, Jade despertó y vio a tres personas junto a ella. Se sentó como pudo y los miró.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el troll? ¿Estás bien Hermione? ¿Y vosotros qué hacéis aquí? —preguntó extrañada al ver a Harry Potter a su lado.
—Vale, vale, más despacio que no podemos responderte todas de golpe —le dijo un divertido Ron Weasley. No sabía mucho de él pero parecía un buen chico, además sabía que tenía muchos hermanos y que su padre trabajaba en el Ministerio.
—Gracias a Harry y a Ron estamos bien —dijo Hermione, pero antes de continuar entraron Dumbledore y Snape, y se acercaron a la camilla.
—¿Qué tal está señorita Prince? No creo que sin varita consiguiera acabar con un troll, por mucho que quisiera. —El director sonrió—. Aunque, se merece cinco puntos para Slytherin por intentar ayudar a la señorita Granger, ¿no le parece profesor Snape? —dijo mirando al hombre que tenía a su lado con cara divertida.
—Supongo que sí, aunque no sé que hacían solas cuando deberían estar en el comedor —contestó mirando fijamente a Jade.
—Vamos Severus… Por cierto, Harry, Ron y Hermione también fueron muy valientes, pues ningún alumno de primero se había enfrentado a un troll sin salir dañado, así que cinco puntos para Gryffindor por cada uno. —Dicho esto se fue seguido de un Snape nada satisfecho.
—Bueno, y ¿cómo te llamas? —preguntó el pelirrojo.
—Jade Prince —dijo ésta cuando volvió a mirar a los chicos.
—Yo soy Ron Weasley, encantado. Y él es Harry Po…
—Potter, Harry Potter, lo sé.
Autor: Alicia, yo.
Adaptación: Si. de los Libros de Harry Potter.
Género:Romance, Drama, Aventuras, Acción y mucha Magia.
Advertencias: No
Otras páginas: No
Esta historia es una adaptación de los 7 libros de Harry Potter. Respetando todo lo que pasó.
Personajes Principales.
Jade Prince (tú)
Draco Malfoy
Harry Potter
Hermione Granger
Ronald Weasley
Y en general todos los personajes de la maravillosa JKR
Capítulo 1. El sombrero Seleccionador
Miraba por la ventana, a través de su reflejo. Aún no había partido el tren, pero ya llevaba rato instalada en aquel rincón del compartimiento, desconociendo a las dos personas que la acompañaban. Una de las niñas era morena, como ella, pero con el pelo más corto y delgada; la otra niña era también morena, pero era más corpulenta, con una espalda bastante ancha.Jade Prince (tú)
Draco Malfoy
Harry Potter
Hermione Granger
Ronald Weasley
Y en general todos los personajes de la maravillosa JKR
Capítulo 1. El sombrero Seleccionador
—Hola, ¿puedo sentarme?
La voz de una chica les llamó la atención y, al no recibir respuesta, se sentó junto a la chica que estaba sola.
—Me llamo Hermione Granger y este año empiezo el primer curso. ¿Cómo te llamas? —Se había inclinado hacia la chica que miraba por la ventana, intentando conectar sus miradas.
—¿Granger? No me suena el apellido. ¿De qué familia vienes? —Había sido la morena delgada la que le había preguntado.
La chica de la ventana se centró un poco en las otras tres, mirando ahora a la que tenía frente a ella.
—Mis padres son muggles —contestó la chica de pelo castaño y ojos del mismo color, Hermione—. ¿Quién eres tú?
—Yo, soy Pansy Parkinson, descendiente de una larga rama de magos importantes. —El tono altivo que usó fue el causante de que la nariz de Hermione se arrugase—. Ella es Millecent Bulstrode y las dos entraremos en la mejor casa de todas, en Slytherin. ¿A qué casa pertenecerás tú? ¿A la de los estúpidos Hufflepuff? ¿A los insignificantes sabelotodo de Ravenclaw? ¿O a la de los cabeza huecas de Gryffindor?
Pansy seguía mirando a la castaña, con sus malas intenciones en los ojos.
—Yo diría a Gryffindor —propuso Millecent imitando el mismo tono de superioridad que su amiga.
Las dos chicas se rieron, recreándose en su burla.
—Yo soy Jade Prince, encantada —la saludó la chica de la ventana, que se había sentado en dirección a ella, ignorando a las dos morenas.
Hermione pasó a mirar a la chica de ojos verdes, que hasta ahora no había hablado, y sonrió. Jade se había dado cuenta de quien merecía atención y quien no, y Parkinson y Bulstrode no formaban parte de la primera opción.
Bajó del tren sin compañía, pues Hermione se había ido del compartimiento casi al final del trayecto. Miró en derredor buscando alguna indicación de a donde debía dirigirse y vio, entre todas las cabezas de los alumnos, a un hombre que medía como mínimo dos metros y medio. El hombre guiaba a los de primer año hacia el otro extremo de la estación, lejos de los otros alumnos.
Se subieron a unos botes y cruzaron un lago, el Lago Negro que le había nombrado su padre alguna vez, acercándose al gran castillo. Hogwarts estaba sobre un peñasco que ocultaba una cueva, a donde se dirigían los botes. Aquella imagen superaba cualquier otra que pudiera haber impresionado a la chica. Y aumentó cuando pasaron por debajo de la roca para atracar los botes en un muelle.
Se sentía la humedad, pero los nervios y la excitación de estar justamente debajo de Hogwarts y a punto de ser seleccionados hacían que no se notase. Subieron unas escaleras detrás de una profesora y llegaron a la entrada del castillo.
Después de recibir una charla por parte de la profesora McGonagall (así se llamaba), pasaron al Gran Comedor, el cual estaba abarrotado de alumnos repartidos en cuatro mesas muy largas. Caminaron hasta la mesa de los profesores y se amontonaron lo más cerca posible del taburete que contenía un sombrero.
La subdirectora ya había empezado a decir nombres, llamando la atención de Jade al escuchar Hermione Granger. La chica se separó del grupo y se sentó donde le indicó la profesora. El Sombrero Seleccionador se estuvo pensando un poco la respuesta, hasta que al fin exclamó:
—¡Gryffindor!
Hermione salió corriendo con una sonrisa enorme hacia la mesa que había en su izquierda, pegada a la pared.
—Oh no —musitó Jade. Era posible que la pusieran en otra casa totalmente diferente.
Después de varios alumnos que se fueron a sus respectivas mesas, le tocó el turno a Harry Potter, el niño que sobrevivió. Toda la sala se quedó en silencio y esperaron las palabras del sombrero.
—¿Ése es Harry Potter? —Se escucharon varios murmullos, pero fueron acallados por una voz que decía:
—¡Gryffindor! —La mesa de Hermione se alegró mucho de tener a Harry Potter en su casa, pues eran los que más se escuchaban. Jade sonrió al ver que se sentaba al lado de Hermione y ésta se alegraba mucho, pero entonces…
—Prince, Jade. —La chica se sobresaltó y subió rápidamente mirando hacia la mesa de los profesores. Todos la observaban y subió con cierto miedo. Le pusieron el Sombrero en la cabeza y se puso más nerviosa aún. Casi un segundo después el Sombrero anunciaba:
—¡Slytherin!
Corrió medio contenta hacia la mesa de la izquierda y vio que también estaba Malfoy. Se sentó a su lado y miró hacia la mesa de Hermione que le sonreía aunque notaba su desilusión.
Cuando acabó la ceremonia, apareció comida en las mesas por arte de magia y con el estómago vacío empezaron a comer.
Mientras Jade cenaba le tocaron el hombro y cuando se giró tenía unos ojos grises justo delante.
—Hola, soy Malfoy, Draco Malfoy. —El chico le ofreció la mano y también se la dio.
—Encantada, yo soy Jade Prince.
—Que bien que estemos juntos ¿no? —Lo decía enserio y eso la hizo sonreír.
—Sí —fue lo único que dijo.
Era el primer día de clases, Jade se había despertado muy temprano, casi no había podido dormir, así que bajó y se fue a dar una vuelta por el castillo antes de ir a desayunar.
La primera asignatura del curso era Defensa Contra las Artes Oscuras, por suerte la morena la tenía junto con Gryffindor, así que llegó y Hermione le hizo señas para que se sentara con ella. Había decidido juntarse más con la castaña Gryffindor, antes que pasar dos segundos junto a la cara perro de Parkinson y su amiga.
La clase pasó sin ninguna novedad; el profesor Quirrell era bastante aburrido y las chicas atendían por obligación.
Como la siguiente clase era Pociones y también iba con Gryffindor, se fueron juntas hacia las mazmorras. Se volvieron a sentar juntas y Jade vio a Harry Potter sentarse con un pelirrojo en la mesa de al lado. En ese momento entró el profesor Snape con cara seria. La verdad es que siempre tenía la misma cara.
—Él es Severus Snape, dicen que siempre quiso el puesto de Quirrell pero que nunca se lo dieron —le susurró Hermione a la morena mientras éste entraba.
—Lo sé —le contestó.
Las primeras semanas pasaron y cada vez Hermione y Jade se hacían más amigas, aunque no estuvieran en la misma casa, siempre se veían en la biblioteca y en los jardines de Hogwarts.
Pasaron los días y casi sin darse cuenta llegó Halloween, y todo Hogwarts estaba decorado para la ocasión. Los alumnos caminaban alegres hacia el Gran Comedor y se sorprendían al ver toda esa comida de día especial.
Jade acababa de bajar por unas escaleras que la guiaban a un largo pasillo donde se escuchaban voces al final de éste, pero le llamó la atención un llanto. Se asomó por una puerta entre dos columnas y vio a alguien que se escondía allí. Era el baño de las chicas y una de ellas se había encerrado para llorar.
—¿Hola? ¿Quién eres? —La morena se agachó un poco para mirar por debajo de las puertas y consiguió ver unos pies—. ¿Estás bien?
—¿Ja… Jade? —preguntó Hermione entre sollozos.
—Hermione, ¿qué te pasa? —decía la chica mientras observaba a su amiga acercarse a ella. Jade la abrazó cuando la castaña lo hacía y ésta siguió llorando.
Después de que Hermione le contara el suceso con Ron (donde éste la había insultado), estaban sentadas en el suelo del baño cuando oyeron unos ruidos extraños fuera y se levantaron de un salto. Jade se dio cuenta de que se habían dejado las varitas en las habitaciones, por lo que empezó a asustarse. En ese momento vieron aparecer un troll enorme que entraba al baño, éste las miró y se acercó a ellas con intención de dañarlas.
—¡Jade, cuidado! —gritó Hermione al ver que el bate que llevaba el troll se movía hacia la chica.
Las dos se agacharon y, mientras la morena se escondía en los baños, Hermione lo distraía para que no atacara a su amiga. Intentó darle con el bate, pero lo esquivó y con una voltereta se coló por debajo de sus piernas poniéndose así detrás de él. Pero éste se quedó mirando a Jade y rompió todas las puertas con un golpe. Ahora, cambió de posición y se centró en la Gryffindor, alzando su arma conforme se le acercaba. Jade intentó tirarle trozos de madera que había por el suelo para distraerle, pero en ese momento no lo vio venir y el bate le dio en un costado haciendo que se estampara contra la pared y quedara inconsciente.
Tras varias horas, Jade despertó y vio a tres personas junto a ella. Se sentó como pudo y los miró.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el troll? ¿Estás bien Hermione? ¿Y vosotros qué hacéis aquí? —preguntó extrañada al ver a Harry Potter a su lado.
—Vale, vale, más despacio que no podemos responderte todas de golpe —le dijo un divertido Ron Weasley. No sabía mucho de él pero parecía un buen chico, además sabía que tenía muchos hermanos y que su padre trabajaba en el Ministerio.
—Gracias a Harry y a Ron estamos bien —dijo Hermione, pero antes de continuar entraron Dumbledore y Snape, y se acercaron a la camilla.
—¿Qué tal está señorita Prince? No creo que sin varita consiguiera acabar con un troll, por mucho que quisiera. —El director sonrió—. Aunque, se merece cinco puntos para Slytherin por intentar ayudar a la señorita Granger, ¿no le parece profesor Snape? —dijo mirando al hombre que tenía a su lado con cara divertida.
—Supongo que sí, aunque no sé que hacían solas cuando deberían estar en el comedor —contestó mirando fijamente a Jade.
—Vamos Severus… Por cierto, Harry, Ron y Hermione también fueron muy valientes, pues ningún alumno de primero se había enfrentado a un troll sin salir dañado, así que cinco puntos para Gryffindor por cada uno. —Dicho esto se fue seguido de un Snape nada satisfecho.
—Bueno, y ¿cómo te llamas? —preguntó el pelirrojo.
—Jade Prince —dijo ésta cuando volvió a mirar a los chicos.
—Yo soy Ron Weasley, encantado. Y él es Harry Po…
—Potter, Harry Potter, lo sé.
Última edición por ! † Imperfect Bitch † ! el Jue 02 Ago 2012, 1:50 am, editado 8 veces
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
{#} First Reader!
Aly, Alyssa o simplemente Alice. Te informo que tienes tu primera lectora ¡YEAG! ¡PRIMERA LECTORA! Me ha encantado, ¡GOSH! Tienes que seguirla mujer, esta genial.
#Ana
Aly, Alyssa o simplemente Alice. Te informo que tienes tu primera lectora ¡YEAG! ¡PRIMERA LECTORA! Me ha encantado, ¡GOSH! Tienes que seguirla mujer, esta genial.
#Ana
Cherry
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
#Annie escribió:{#} First Reader!
Aly, Alyssa o simplemente Alice. Te informo que tienes tu primera lectora ¡YEAG! ¡PRIMERA LECTORA! Me ha encantado, ¡GOSH! Tienes que seguirla mujer, esta genial.
#Ana
Jajaja, ahora mismo estoy editando el 2º y el 3er capítulo. Esta historia la escribí en navidades, pero hasta ahora no la he subido. Gracias anny, eres un primor.
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Capítulo 2. Primer Curso
Las semanas pasaban y los exámenes también. Jade no se preocupaba mucho por ello; la única asignatura que le importaba de verdad era Pociones y, encima, se le daba bien. Harry y Ron, por el contrario, no la llevaban nada bien, decían que Snape les había cogido manía.
—Yo creo que exageras Harry, a lo mejor sólo quiere que te superes y por eso te aprieta más —le decía una inocente Jade a su amigo.
—Eso no te lo crees ni tú. —Empezaron a reírse hasta que llegaron junto a sus amigos que los esperaban en el jardín para ir a ver al guardabosque. Hagrid era muy bueno con ellos, les había cogido especial cariño a los cuatro y siempre que podían iban a verlo.
Llegó la esperada Navidad y con ella los regalos. Jade se levantó y fue a la sala común de Slytherin. Había muchos niños abriendo sus regalos y uno de ellos era Draco Malfoy. Jade se acercó a él y pudo ver un montón de regalos, muy caros. Ella también había tenido un regalo de su padre: un colgante hecho de jade. Venía con una tarjeta donde decía que daba suerte, así que lo guardó para no perderlo.
—Buenos días, ¿y tus regalos? —le preguntó el rubio viendo que no estaba abriendo ninguno.
—Ya lo guardé, es un colgante y no quiero perderlo —le dijo con una sonrisa.
El niño de ojos grisáceos, tal vez por ser navidad o porque le dio pena que sólo tuviera un regalo, o por un impulso simplemente, cogió una caja de chocolates que le habían regalado y extendió el brazo hacia ella.
—Toma, feliz Navidad —le dijo mientras le daba la caja y sin mirarla salió de la sala con sus dos amigos Crabbe y Goyle.
—Gracias. —No supo qué más decir; la pilló por sorpresa.
Hermione y Jade se encontraban en la biblioteca. La Gryffindor le había estado relatando lo que les había pasado en el tercer piso, cuando entraron en una sala con un perro de tres cabezas. Hermione le explicó cómo había llegado a la conclusión de que la piedra filosofal se escondía bajo las patas del animal. Así pues, ahora buscaban alguna información sobre la piedra y poder descubrir por qué la guardaban allí.
Entonces oyeron voces conocidas fuera de la sala. Las chicas se miraron y sin decir nada se levantaron para ver qué pasaba. Una vez fuera, se encontraron a Harry y a Draco apuntándose con la varita uno frente al otro.
—Harry, ¿qué pasa? —preguntó Hermione preocupada.
—¡Draco, baja tu varita! —le dijo una furiosa Jade. Éste la miró y, tras dudar, la bajó.
—No sé cómo te puedes juntar con esta clase de personas —dijo Malfoy mientras hacía una mueca de asco y se iba.
—Harry, ¿qué...? —volvió a preguntar Hermione.
—Ese idiota —empezó diciendo—, sin venir a cuento le lanzó un hechizo a Ron, por lo visto se había cruzado en su camino —dijo Harry con tono de burla—. Tranquilas, Ron está bien —las tranquilizó al ver las caras de sus amigas.
Faltaba poco para las vacaciones de Pascua y eso se notaba en el ambiente. Estaban todos los alumnos cenando en el Gran Comedor, pero Jade llegaba un poco más tarde porque se había quedado estudiando en la biblioteca. Se había aburrido muy pronto y por eso se decidió a buscar algo sobre la piedra de la que hablaban los chicos.
Acababa de entrar en el Gran Comedor y, después de mirar hacia la primera mesa, la de las serpientes, miró hacia sus amigos y empezó a caminar hacia ellos. Tenía que contarles algo y tenía que ser ahora. Al principio, se acercó muy despacio, temerosa de que le dijeran algo por sentarse en una mesa que no era la suya, pero poco a poco dejó a los demás atrás y se detuvo para sentarse entre Hermione y otro chico.
Harry y Ron no sabían si sonreír o preocuparse.
—Vaya, creo que eres la primera Slytherin en toda la historia que se sienta en esta mesa —dijo Ron sonriendo.
—Ahora no importa —quiso zanjar el tema la morena—. Tengo que deciros algo sobre…
—Jovencita, me parece que has deshonrado a tu casa —dijo Fred Weasley, el chico que se sentaba a su lado.
—Sí, mira la cara de esos Slytherin —continuó George Weasley señalando la mesa donde se veían a unos chicos muy enfadados—. Pero no te culpo por querer estar aquí, somos mucho más... guapos —dijo echándose el pelo hacia atrás, lo que provocó que todos soltaran algunas risas.
Cuando los dos chicos se giraron para seguir hablando con sus amigos, Jade se acercó a los suyos para susurrarles lo que había descubierto.
—Sé qué es la piedra filosofal y quien es Nicolas Flamel. —A Hagrid, el semi-gigante, se le había escapado ese nombre en una de sus visitas.
Todos la miraron impacientes. Ella les contó todo lo que ponía en el libro.
—Claro, por eso Snape intentó cogerla. ¿Quiere la inmortalidad? —preguntó Harry sin esperar contestación.
—Snape no tiene nada que ver, ya oíste a Hagrid, él es uno de los que protegen la piedra —dijo una perseverante Jade.
—Pero él intentó tirarme de mi escoba mientras jugaba al quidditch —respondió Harry.
—Eso no lo puedes probar, así que no lo juzgues sólo porque sea el jefe de mi casa —contestó la chica con enfado.
No hablaron más del tema pero planearon cómo iban a entrar para asegurar la piedra. Primero tenían que averiguar cómo librarse del perro de tres cabezas.
Tenían todo preparado, varitas en mano, la capa de invisibilidad que le habían regalado a Harry por Navidad y mucho valor.
—¿Qué es eso? —preguntó Hermione señalando el colgante de Jade.
—Me lo regaló mi padre por Navidad, dice que da suerte —le explicó.
Los cuatro se dirigieron al tercer piso y abrieron la primera puerta. Una vez dentro, se quitaron la capa y se dirigieron a la puerta donde estaba el perro. Al abrirla se lo encontraron dormido por la música de un arpa.
—Snape ya ha pasado por aquí —aseguró Harry, haciendo que Jade rodara los ojos ante el comentario.
Cuando apartaron la zarpa del animal y abrieron la trampilla casi son devorados por el perro que se despertó en ese momento. Cayeron encima de una planta que enseguida empezó a estrangularlos.
—¡Relajaos! Sino, os estrangulará más deprisa —dijo Hermione mientras desaparecía.
—¡Hermione! —gritaron al unísono los tres que quedaban atrapados.
—¡Relajaos! —volvió a chillar la chica ahora desde un lugar por debajo de ellos.
Harry también se libró, pero Ron y Jade no podían. Una Hermione inteligente descubrió otra manera de librarse de la planta.
—¡Lumus Solem! —Una potente luz salió de la punta de su varita e hizo que la planta los soltara, y cayeran junto a ellos.
Llegaron ante otra puerta donde había una escoba y muchas llaves volando. Harry, siendo muy habilidoso con la escoba, consiguió la llave y los cuatro entraron a una sala. Se dirigieron al centro de ella y en seguida vieron que era un tablero de ajedrez. Ron era el que más sabía jugar, así que se dejaron guiar por él.
Tras una partida ingeniosa, Ron tuvo que sacrificarse para ganar, así que el chico se quedó tendido en el suelo, mientras Harry acababa con el rey y ganaban el juego.
—Harry, Jade, yo me quedo con él, seguid vosotros —dijo Hermione que cogía la mano de su amigo. Ambos asintieron y se dirigieron a la siguiente prueba.
Harry iba delante mientras cogía la mano de la chica y sin darse cuenta cayeron por unas escaleras que habían aparecido de la nada. Rodaron por ellas hasta que cayeron al suelo, Jade encima de Harry, ambos boca arriba.
—¿E… estás bien? —preguntó el chico intentando levantarse.
—Creo que sí —contestó la chica con una sonrisa—. Sobretodo porque tú te has llevado la peor parte.
Enseguida Harry se apartó de su amiga, se puso en pie y le tendió una mano para ayudarla a levantarse, con cierto rubor en las mejillas. Estaba muy oscuro y cuando dieron un paso se vieron rodeados por un anillo de fuego.
—¡Aquamenti! —lanzó Jade el hechizo sin que el fuego se apagara. Suspiró y paseó la mirada por la sala.
Lograron ver una mesa en medio de donde estaban, se acercaron y comprendieron qué tenían que hacer. En la mesa había siete pociones distintas y una nota grabada en la madera de la mesa: Solo una beberás para el fuego apagar mientras con las otras sólo dolor encontrarás.
Jade era la experta en la materia así que se acercó a las pociones. Las observó detenidamente, las olió, miró su textura… todo lo que había aprendido todos estos años en casa para reconocer la que los sacaría de allí. Entonces cogió dos tarros y se giró hacia Harry.
—Es una de éstas —dijo ella—. No puedo distinguir cual es. Tomaré una y si me pasa algo sabes que es ésta otra.
—No, la tomaré yo. —Harry hizo ademán de quitársela.
—¡No Harry! Tú tienes que seguir, yo no podría… —dijo la chica mirándole a los ojos.
—Per… —Antes de que el chico terminara la frase, ella ya se estaba bebiendo la poción.
Pasaron apenas unos segundos que les parecieron eternos. Jade sujetaba su colgante mientras esperaba el efecto de la poción.
—¿Estás bien? —preguntó Harry con miedo por lo que le podría pasar a su amiga.
—Mmm… ¡Aquamenti! —De su varita salió un chorro de agua que pudo apagar el fuego que les estaba quemando cada vez más—. Sí, estoy bien —sonrió al chico.
—Vamos, tenemos que seguir. —Harry cogió de nuevo la mano de la chica y continuaron.
Caminaron hasta llegar a otra sala. Harry se detuvo al reconocer el espejo de Oesed y vio que junto a éste estaba su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Se acercó lentamente mientras tiraba de Jade.
—¿Profesor Quirrell? —dijo la chica desconcertada.
—No puede ser, usted… —habló Harry igual de sorprendido.
—Sí, quien iba a dudar del pobre tar-tartamudo profesor Quirrel —dijo el mago con malicia.
—Pero yo creía… Snape intentó matarme —decía Harry.
—¡No! ¡Yo intenté matarte! Aun con Snape lanzando su ridículo contrahechizo.
—Él sólo intentaba salvarme. —Se dio cuenta Harry de su error mientras miraba a su amiga que estaba como en estado de shock.
Jade volvió a la realidad y tras darse cuenta de que él era el enemigo, le lanzó un hechizo.
—¡Desmaius! —Pero el profesor estaba preparado y desvió el hechizo, pues Jade apenas sabía conjurarlo. Fue cuando Quirrell se lo devolvió haciendo que Jade quedara tumbada sin moverse en el suelo.
Despertó en la enfermería unas horas después.
—Usted termina el curso igual que lo empezó —dijo Madame Pomfrey sonriendo a la chica—. ¿Se encuentra mejor? —Pero esa pregunta no iba dirigida a ella.
Jade se sentó y miró a su alrededor en busca de la persona a la que se dirigía. Harry también estaba tumbado en una de las camas.
—¡Harry! —dijo la chica mientras se levantaba e iba a abrazar a su amigo—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Has visto a Ron? ¿Y Hermione?
—Vale, vale, una por una —rió por lo parecido a otra situación ya vivida.
Ambos amigos se dirigían al Gran Comedor tras haberse recuperado del todo y en el camino se encontraron con Hermione y Ron.
—¿Estáis los dos bien? —preguntó Jade.
—Ahora sí. —Hermione se acercó a la morena con una sonrisa mientras se dirigían al comedor.
—Jade, ¿y tú colgante de la suerte? —preguntó Hermione a la chica. Ella se palpó el cuello, buscándolo.
—¡Oh no! Lo he perdido. Sólo me lo pongo una vez y lo pierdo —dijo la chica con pena.
En ese momento apareció Snape ante los cuatro alumnos que se habían detenido en las escaleras.
—¿No tenéis que ir a comer? —interrumpió fríamente.
—Ya íbamos —contestó Harry y se dieron la vuelta para irse.
—Espere, señorita Prince. —La chica se giró con miedo—. Me parece que esto es suyo —dijo Snape mientras sujetaba el colgante de jade. Ella se acercó y, mirándolo con ojos de quien no ha roto un plato, cogió el colgante y se fue.
Ya en el comedor, Jade se sentó junto a Draco, el cual la miró con cierto rencor, para escuchar el discurso final del director. Otorgó los puntos a cada casa y añadió unos cuantos de última hora. Gryffindor superaba diez puntos sobre Slytherin, pero los cincuenta puntos que le dieron a Jade hicieron que ese año ganara Slytherin la copa de la casa.
Última edición por Srita Aly. el Mar 29 Mayo 2012, 11:46 am, editado 2 veces
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Capítulo 3. Sorpresas
31 de Agosto de 1992
—Levántate Jade, debes ir al Callejón Diagón —le ordenó su padre adoptivo a la chica dormida.
—Vaaale —contestó mientras bostezaba. Se sentó en la cama y esperó a que su padre le dijera algo más.
—Por cierto —dijo antes de salir por la puerta—, feliz cumpleaños. —Y se fue.
Cuando se cerró la puerta suspiró y se levantó para vestirse. Cuando ya iba a salir de la habitación se percató de una bolsa en la silla de su escritorio. Se acercó y después de observarlo con una sonrisa lo desenvolvió rápidamente. Ante ella tenía un frasquito de lo que parecía una poción. La destapó y leyó la etiqueta: Poción Reveladora, los lugares ocultos se descubrirán a tu paso. Guardó el frasco en un calcetín y lo metió en su baúl.
Ya en el callejón, se disponía a buscar a sus amigos cuando se topó con un par de pelirrojos y un moreno que estaban contemplando un escaparate de artículos de vuelo.
—¡Hola chicos! ¿Qué miráis? —Seguidamente se giraron para verla—. ¿Harry, qué te ha pasado? —preguntó al ver que su amigo estaba todo cubierto de ceniza.
—Nada, es mi primer viaje con polvos flu. —Los tres chicos empezaron a reír.
Caminaban hacia Flourish y Blotts para encontrarse con los demás Weasley y comprar los libros.
—Mira, ahí están, adorando al gran Gilderoy Lockhart —se burló Fred al ver a su madre y a las chicas mirarlo embobadas.
—No sé que le ven —susurró Jade cerca de los chicos—. Que sea rubio con ojos azules no quiere decir que sea atractivo. —Éste comentario desató varias carcajadas entre los cuatro.
—¿De qué os reís? —Aparecieron Ron y Hermione y saludaron a los que tanto se divertían. Seguidamente una niña pelirroja y pecosa se acercó con timidez.
—Hola —saludó casi en un susurro. Todos le respondieron el saludo.
—Ginny, esta es Jade Prince —dijo Ron señalando a la chica que tenía al lado.
—Tú eres una Weasley, ¿verdad? —preguntó al ver su parecido con estos.
En ese momento se escuchó la voz de Gilderoy Lockhart llamando la atención de Harry. Llevó al muchacho a la fuerza para hacerse fotos mientras que los demás se quedaban esperando.
Cuando se dispusieron a salir de la tienda se vieron interrumpidos por un arrogante Malfoy.
—Harry Potter, ni en una librería evita ser el protagonista —escupió con cara de asco.
—Déjalo en paz, Malfoy —contestó una enfadada Ginny enfrentándose al rubio.
—¿Qué pasa Draco? —Jade se adelantó para quedar frente a él—. ¿Querías serlo tú? —dijo mientras se cruzaba de brazos, se apoyaba en una pierna y levantaba la ceja.
—Pues… —empezó a responder, pero en ese momento apareció Lucius Malfoy interrumpiendo a su hijo.
—Draco, ¿por qué no me presentas a tus amigos? —Los miró a todos deteniéndose en Jade.
—No somos amigos suyos —saltó uno de los gemelos.
—Ya veo… Vosotros debéis de ser los Weasley —dijo mientras cogía y miraba el libro que Ginny llevaba en un caldero—. Sí… tu padre amigo de muggles… —decía mientras miraba al señor Weasley hablando con los padres de Hermione. Devolvió los libros y miró a Draco—. Vámonos, despídete de tus "amigos".
—Nos vemos en la escuela —dijo levantando las cejas para después marcharse.
Los chicos compraron todo lo que necesitaban, se despidieron hasta que se vieran en el expreso de Hogwarts.
De camino al colegio, Hermione y Jade se sentaron juntas en uno de los compartimientos. Ginny Weasley se les unió, así que estaban ellas tres solas, pues ni Harry ni Ron habían aparecido.
—Hola, Ginny. —Hermione se hizo a un lado para dejarle sitio y quedó frente a Jade. Weasley miraba fulminante de arriba abajo a la morena y eso a ella no le gustó, pero lo dejó pasar.
Hablaban del verano de cada una, aunque Jade no tenía veranos muy especiales, Hermione se entusiasmaba redactándole cada día pasado con sus padres en las vacaciones. Ginny no hablaba, era tímida a diferencia de sus hermanos mayores, los gemelos. La castaña le contaba la fiesta que acababan de celebrarle a su madre por su cumpleaños cuando se calló en seco.
—¿Cuándo es tú cumpleaños? Es que el año pasado celebramos el de todos pero no el tuyo. —Se quedó pensativa. Realmente no habían hecho ninguna fiesta sólo se felicitaron, pero a Jade no.
—Em… fue ayer.
—¿Ah, si? ¡Pues felicidades atrasadas! —Hermione se acercó a ella y le dio un beso en cada mejilla y después un abrazo. Su amistad crecía indudablemente por momentos, prácticamente sin darse cuenta. Jade nunca había tenido una amiga.
—Felicidades. —Ginny seguía sin atreverse a hablar mucho.
—Gracias —les agradeció a las dos.
Ya llegaban, así que se pusieron las túnicas del colegio y cogieron sus cosas para salir detrás de los demás alumnos.
Miró a su alrededor, a la mesa de sus amigos, y no los vio, sólo se encontró con la mirada confusa de Hermione que al igual que ella seguía buscando a Harry y a Ron. Lo dejó pasar cuando la selección comenzó y distinguió a una pelirroja, Ginny Weasley. Llegó su turno y Jade observó a Hermione, que también la miraba y sonreía esperando una decisión del Sombrero, pero todo el mundo sabía a dónde iba a ir, junto a sus hermanos.
—¡Gryffindor! —Ginny pegó un salto para bajar de la banqueta y corrió a sentarse junto a sus hermanos y a Hermione.
La ceremonia ya había acabado y Jade se llenaba el estómago con todo lo que veía. Draco estaba a su lado, era uno de los pocos Slytherin que lo podía considerar algo así como un amigo. Comía lentamente, aburrido, como si no tuviera hambre. Ella si que necesitaba comer, pues casi no había desayunado, pero al parecer Draco sí había comido antes, y bastante. Se dio cuenta de que lo miraba y tras tragar preguntó:
—¿Qué te pasa? ¿Tengo grindylows en la cara o qué?
Jade frunció el ceño ante las preguntas de Draco y siguió comiendo. ¿Qué le pasa? No le he hecho nada… pensaba la morena. Se acababan de ver después de todo el verano y ya se comportaba así. Al fin y al cabo era un Slytherin, aunque ella también lo era.
Harry y Ron habían llegado en el coche del señor Weasley y como consecuencia estaban castigados y Gryffindor ya contaba con cincuenta puntos menos.
—No es nuestra culpa, sólo queríamos llegar a tiempo… —Ron continuaba quejándose y Harry solo asentía. Entonces se toparon con Hermione y Jade.
—Chicos, ¿dónde estabais? Os habéis perdido la selección. —Hermione pasó su mirada de los chicos hacia la varita rota de Ron—. ¿Qué ha pasado?
—No pudimos pasar por el muro de la estación y decidimos… coger prestado el coche del señor Weasley. —Las chicas abrieron la boca—. Después caímos sobre el Sauce Boxeador. —Ellas abrieron ahora los ojos como platos y sus pensamientos de culpa hacia ellos pasó a preocupación.
—Lo peor parado ha sido mi varita, y que… ya nos han quitado puntos —Ron miró a Hermione y esta puso los brazos como jarras—. No sé por qué… sufrimos más que ese sauce.
—El Sauce Boxeador es uno de los árboles más antiguos de este castillo a si que…
—Hermione —la cortó la morena—, el caso es que están a salvo. Y por cierto —dijo mirando a los chicos—, Ginny está en vuestra casa, como todos tus hermanos.
—Se veía venir. —Harry miró a Ron, éste estaba un poco más feliz y sonrió con él.
Llegaron a las escaleras que cambiaban a placer y se tuvieron que despedir. Jade bajó esos tres pisos hasta el Gran Comedor y bajó otros dos hasta las mazmorras. Ese lugar la intimidaba y al mismo tiempo le era acogedor. Por las ventanas se veía el fondo del Lago Negro, lo que hacía que la luz que entraba fuera verde, un color que le agradaba mucho. Fue hasta su cuarto, sus compañeras de habitación eran las más cotillas y malvadas de su edad, no había tenido suerte al estar con ellas. Fue hasta su cama, la más cercana a la puerta, y se puso el pijama. Cogió un libro y metida en su cama empezó a leerlo. Tras unos minutos ignorando a las chicas, que no dejaban de mirarla, bajó el libro.
—Si tenéis algo que decirme, adelante, pero no cuchicheéis delante de mí. —Las chicas se quedaron mudas y tras un intercambio de miradas, Pansy Parkinson habló.
—Prince, no son cosas que hemos dicho nosotras, lo hemos escuchado. —Mas bien espiado—. Dicen que te gusta Potter y eso ya es un duro golpe siendo una Slytherin, y además tu grupo de amigos son Gryffindor.
—Para empezar, a mí me puede gustar quien quiera. —Entonces Jade recordó la reacción de Draco en la cena y suspiró—. Y respecto a mis amigos… yo los elijo. Pero me da igual lo que digan. Me voy a dormir. —Dicho eso dejó el libro, se acurrucó y cerró los ojos. Las chicas alzaron una ceja e hicieron lo mismo.
A primera hora tenía Herbología con Gryffindor. Jade llegó y se puso al lado de Harry.
—Buenos días —saludó la chica mientras sonreía por lo que estarían pensando sus compañeras de habitación por ponerse a su lado—. Quería preguntarte…
No pudo terminar porque la profesora empezó con la clase.
—¿Alguien me puede decir para qué sirven estas plantas? —preguntó la profesora señalando las raíces con forma de bebé que tenían cada uno delante.
—La mandrágora o mandrágula sirve para revivir a los petrificados —describió una aplicada Hermione.
—Muy bien, 10 puntos para Gryffindor —dijo la profesora. Ésta les explicó cómo tenían que trasplantarlas y así lo hicieron todos.
Mientras caminaban hacia Defensa Contra las Artes Oscuras, Harry alcanzó a Jade.
—¿Qué me ibas a preguntar antes?
—¿Umm?... ¡ah, si! Quería saber si me podrías enseñar a jugar al quidditch —contestó ilusionada.
—Claro, cuando quieras —le dijo con una sonrisa.
Llegaron al aula, Jade y Hermione se sentaron juntas en primera fila, detrás tenían a Harry y a Ron.
Gilderoy Lockhart entró con ese aspecto de que iba a comerse el mundo y todas las brujas lo miraban embobadas, casi todas.
—¿Qué os ha dado a todas con él? —susurró mientras miraba a Hermione que tenía una sonrisa.
—¿Qué? —contestó somnolienta.
—Nada. —Se giró para mirar a los chicos y rodó los ojos; era un caso perdido.
—Os presento a vuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras… yo… Gilderoy Lockhart. —Sonrió exageradamente mientras apoyaba un pie en una mesa baja—. Vamos a ver cómo os defendéis de estas criaturas, ¡cuidado podrían enfurecerse! —exclamó mientras dejaba ver una jaula con una especie de animales alados.
—¿Duendecillos de cornualles? —rió Seamus Finnigan.
El profesor abrió la jaula y salieron disparados hacia los alumnos. Todos empezaron a correr porque los duendecillos no paraban de ir tras ellos y destrozar las cosas a su paso. Jade se había alejado mientras intentaba quitarse uno de los duendecillos de la pierna.
—Vosotros tres, meted el resto en la jaula. —El profesor se fue corriendo de la clase.
—¿El resto? Será cobarde —protestó Jade.
—Hermione, ¿qué hacemos?
—Pues… —Sacó su varita— ¡Inmobilus!
—Muy bueno —dijo la morena cuando vio que había conseguido controlarlos.
Los días pasaban y Harry enseñaba a Jade a jugar al quidditch en sus horas libres.
Una tarde después de comer, antes de su siguiente clase, se encontraban ellos dos en el campo de Quidditch enfrente de una caja abierta que no dejaba de moverse. Jade volaba sobre su escoba a un metro como mucho de Harry para poder escucharlo.
—Bien, una vez distingas cada una —dijo señalando el quaffle, la snitch y las bludgers—, sólo tienes que subirte a la escoba y dependiendo de en qué posición estés jugando tendrás una misión u otra. Coge esto. —Le dio una especie de palo.
—Esto es para lanzar las bludgers, ¿no?
—Exacto, ¿a ver qué tal lo haces? —La chica lanzó lo más fuerte que pudo mientras intentaba no caerse de la escoba. En uno de los lanzamientos se tambaleó y casi se cae.
—Cuidado —le advirtió Harry mientras la cogía del brazo para ayudarla a subir—. Lo has hecho bien.
—Es porque tengo el mejor profesor —le sonrió.
—Gracias —contestó ruborizándose.
Así septiembre llegaba a su fin, sin ningún incidente notable. La última semana de este mes, Slytherin, en una hora libre de entre semana, preparaba la selección del nuevo equipo de quidditch para ese año. Había muchos alumnos de cursos mayores para hacer las pruebas.
Draco Malfoy y Pansy Parkinson, que estaban un poco apartados por la diferencia de estatura, también se presentaban.
—Uno por uno demostraréis de lo que sois capaces —anunció el capitán del equipo.
—¡Esperad! Yo también juego —chilló interrumpiéndolo la voz de una niña.
—No te lo tomes como un juego si quieres entrar, niñita —dijo el capitán después de volver a la realidad.
—Quiero ser golpeadora —contestó Jade ignorándolo.
—Pues ponte en ese grupo. —Señaló hacia donde se encontraba un grupo de chicos. Parkinson se acercó a Draco y le susurró:
—Sólo Prince podía querer ser golpeadora. Eso es cosa de chicos —aclaró al no encontrar respuesta del rubio.
Draco la observó acercarse muy sonriente, ignorando a Pansy, le hizo gracia la cara que le dedicó a Parkinson, pero no dijo nada; mientras fuera con Potter no podía considerarla una amiga.
Todos volaron para poder formar parte del equipo. Jade logró golpear todas las bludgers y Parkinson fue descalificada como posible cazadora. Antes de salir del campo fulminó con la mirada a Jade y ésta le sonrió provocadora.
—Ya avisaré del próximo entrenamiento —anunció el capitán al nuevo equipo—. Podéis marcharos.
Varios días después se dirigían a la clase de Pociones y Jade esperaba a sus amigos en la puerta ya que ellos venían desde la torre de Gryffindor y ella de ahí al lado. Entraron al aula cuando Snape ya abría el libro e indicaba el tema de hoy.
—¿Alguien me podría decir qué efectos tiene esta poción? —El profesor vio dos brazos alzados, pero hizo como si sólo viera uno—. Diga, señorita Prince.
—El veritaserum —Jade no pudo evitar sonreír un poco ante la cara de Hermione al no poder contestar ella—, obliga al que lo beba a decir toda la verdad sin poder objetar nada.
—Bien… 5 puntos para Slytherin.
El profesor mandó hacer una poción y mientras los alumnos trabajaban, él paseaba por la clase observando los calderos. A los de su casa no les objetó casi nada, pero a Gryffindor…
—Señor Potter —arrastró las palabras, como siempre—, ¿qué se supone que es esto? —Miró el caldero de Harry y cuando olió el humo que desprendía encogió la nariz y negó con la cabeza. Harry miró furiosamente su espalda mientras seguía paseando.
También le llegó el turno a Ron, por supuesto. Su caldero contenía un líquido verde espeso cuando debía ser rojo y totalmente líquido. Snape lo vació y le ordenó volver a hacerlo ya que lo que había inventado podría ser mortal. A todo esto Ron estaba del color del que se suponía que debía ser la poción y agachó la cabeza. Observó también la poción de Hermione y pasó de largo, sin decir nada. Mientras tanto los Slytherin no dejaban de soltar risitas no controladas, pero Jade sólo estaba pendiente de su trabajo.
Al finalizar la clase dejaron los frascos con una muestra de las pociones sobre la mesa del profesor para así poner nota. Cuando ya quedaban unos cuantos para entregarlo, Hermione tropezó con un Slytherin, su frasco cayó al suelo y se esparció su contenido por el suelo. El caso es que ya habían vaciado sus calderos y no podía coger otra muestra.
—Profesor, déjeme hacerla otra vez y… —Pero Snape negaba con la cabeza—. Pero, si ya la ha visto.
—No, yo quiero las muestras, señorita Granger. Hasta luego.
Los tres salían de las mazmorras para dejar sus cosas en la sala común e ir a cenar. Jade los vería allí.
Cuando ésta llegó al Gran Comedor se sentó de nuevo junto a sus amigos de Gryffindor, frente a Harry. Le pareció que estaban enfadados pero no preguntó. Comían tranquilamente, o eso parecía.
—Le odio, no sé cómo puede tratarnos así. —Jade se sobresaltó al escuchar a Harry.
—¿De quién hablas?
—De quién va a ser, de Snape. —El moreno estaba realmente enfadado y al parecer los otros dos también.
—No tenía por qué ponerme en ridículo delante de todos. —Ron también habló pero más bajito.
—Ya había visto mi poción pero aún así… Es porque no somos de Slytherin o mejor dicho... somos de Gryffindor. —La morena soltó una risita al escuchar las teorías de Hermione—. No es por ti Jade.
—Pero no es para tanto, es su trabajo. —Todos se le quedaron mirando.
—No debería trabajar de profesor. —Ron negaba con la cabeza mientras lo decía.
—Sólo porque no os guste su forma de dar la clase no significa que no sea buen profesor. —Ya no sonreía tanto ante los comentarios contra el profesor de pociones.
—A parte de eso me odia, no sé por qué, pero me odia. —Harry destilaba rabia por los ojos, eso enfurecía más a Jade.
—No, no es eso, eso te lo parece a ti, sólo quiere que aprendas y por eso te corrige.
—¡Eso no te lo crees ni tú! —rió Harry irónicamente.
—¡¿Crees que todo gira alrededor de ti? —gritó muy enfadada mirando fijamente a Harry.
—¡Yo no he dicho eso, sólo te digo lo que pasa! Además, ¿por qué lo defiendes tanto? Sólo es el jefe de tu casa. ¡Ni a McGonagall la defendería yo tanto!
A Jade le pilló desprevenida esa pregunta pero estaba tan enfada que no pudo ocultarlo más, o lo decía o podía explotar. Se levantó del sitio y miró a Harry con los ojos humedecidos para gritarle:
—¡Porque Snape es mi padre! —Salió corriendo del Gran Comedor para bajar por las escaleras hasta las mazmorras.
Todo el colegio la había escuchado, palabra por palabra. El silencio reinaba en el Comedor. La sorpresa se olía en el aire, en las caras, en el sonido de los cubiertos pegando en el suelo. ¿Habían escuchado bien? Todos alternaban miradas desde la puerta del comedor por donde ya no se veía a Jade hasta la mesa de los profesores. Severus Snape decidió salir tras ella sin atender las distintas miradas y la alcanzó en los últimos peldaños de las escaleras. La detuvo y la sujetó por los hombros mientras ella no dejaba de mirar hacia el suelo.
—Lo… lamento… no quería… —sollozó disculpándose.
—No ha sido culpa tuya.
—Pero como… me dijiste… que no dijera… nada.
—Ahora ya da igual.
Snape la acompañó hasta su cuarto y la dejó allí, porque ella le había pedido que se fuera, que quería pensar.
Jade estuvo en su habitación hasta que entraron sus compañeras mirándola con curiosidad y criticándola interiormente, de una forma que es como si lo dijeran en voz alta. No soportó mucho esa situación, la hacían sentir peor, así que bajó a la sala común que estaba desierta y se sentó enfrente de la chimenea. Encogió las piernas y se las abrazó. Ahora parecía totalmente indefensa, cualquiera podría atacarla de cualquier forma y acabaría llorando de nuevo. No le gustaba sentirse así, ella intentaba demostrar que se podía defender sola y que podía con todo, de esa forma aparentaba ser mayor, más fuerte, más preparada que los de su edad... pero no siempre salía como se lo esperaba.
Recordó cuando cogió la escoba por primera vez y su padre le advertía que todavía era muy pequeña para ir sola pero ella, cabezota, no le hizo caso. Pues antes de cruzar el jardín ya se había caído de rodillas y su pierna sangraba. No quería llorar, ni pedirle ayuda a su padre porque ella era mayor y no debía ser débil. Así la habían educado, pero sólo tenía cinco años y como todo niño de esa edad... necesitaba de sus padres. Su padre la curó y sin decir palabra Jade se metió en su cuarto.
El calor del fuego la hacía sentir bien ahora que el frío empezaba a ganar al calor. Sonrió ante el recuerdo y sus lágrimas pasaron a ser por causa de los buenos recuerdos. Escuchó unos pasos que se acercaban por la escalera. Sin comprobar quien era se secó las lágrimas rápidamente. No quería volver a parecer débil delante de nadie.
—Si vienes para que te cuente…
—No quiero molestarte, sólo quería saber… si estabas bien —soltó Draco indiferente. Se miraron a los ojos, esos grises que la miraban desde el otro lado de la chimenea. Jade bajó las piernas del sillón.
—Estoy bien —dijo ella cortante.
—Parece que has discutido con Potter.
—Así que es por eso… como ya no soy amiga de los Gryffindor —contestó molesta— ahora sí me hablas.
—Yo no he dicho eso. —Se puso tenso. No le gustaba que nadie lo enfrentara de ninguna manera.
Ella estaba de pie frente a él y ahora lo miraba enfadada.
—¿Y entonces por qué me hablas ahora? ¿Por qué te importa lo que me pase? ¿Por qué…?
Con un rápido movimiento, Draco se había acercado a ella y le había tapado la boca con la mano.
—Preguntas demasiado y no me apetece escucharte —le dijo el chico.
Jade no había intentado soltarse, pues la había tomado por sorpresa. Draco la soltó al comprobar que ella no diría nada más y se marchó, dejando a la chica en medio de la sala.
Última edición por Srita Aly. el Mar 29 Mayo 2012, 12:02 pm, editado 6 veces
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Capítulo 4. Gryffindor vs Slytherin
Faltaba sólo un día más para el fin de semana, y eso se notaba, sobretodo en los mayores que se iban a ir a Hogsmeade. El ambiente estaba más concentrado en el Gran Comedor, pero Harry, Ron y Hermione eran muy pequeños para notarlo. Desayunaban tranquilamente, menos el pelirrojo, que engullía. Fred y George aparecieron por detrás de su hermano y miraron a Harry que estaba enfrente de éste.
—Tenemos reservado el campo de Quidditch para ir a entrenar después de comer. No faltes. —Alguno de los dos le dio una colleja a Ron y se fueron riendo.
—Podríamos ir a verlos, no hay nada que... —Hermione se calló al ver entrar a una chica morena por la puerta.
Jade los miraba y ellos a ella, después siguió su camino hasta la mesa de Slytherin.
—Es que todavía no me lo creo —dijo Harry mirando a sus amigos—. Dime que fue un sueño y que no es verdad —le suplicó a Hermione.
—No Harry, sí que pasó, y los alumnos lo repiten demasiado para creer que es un sueño. —Harry asintió apesadumbrado.
Al otro lado del comedor se encontraba una Slytherin cabizbaja, observada por algunos alumnos de otras mesas y de la suya misma. Se atrevió a levantar la cabeza y mirar a su alrededor. Evitó desviar la mirada a la mesa de los profesores, pero a consecuencia se encontró con un par de ojos grises que la observaban. Agachó la cabeza de golpe y siguió comiendo.
Harry se dirigía al campo de Quidditch con el equipo para entrenar y Hermione y Ron se despidieron de él para verlo desde las gradas. Vieron aparecer al equipo de Slytherin y, Wood, el capitán del equipo de Gryffindor, se acercó a ellos. Al verlo, Ron y Hermione se pararon y se unieron al grupo.
—¿Qué? —murmuró el capitán de Gryffindor—. ¿Qué hacéis aquí? Hemos reservado el campo para nosotros.
—Lo siento, Wood —ironizó Marcus Flint, capitán de Slytherin—, el profesor Snape nos ha firmado una autorización para entrenar hoy en el campo.
—¿El profesor Snape? ¿Y por qué?
—Por la importancia de entrenar a los nuevos —sonrió victorioso Flint.
—¿Quiénes son?
Todos se hicieron a un lado para dejar paso a los nuevos. La sorpresa se reflejaba en las caras de los Gryffindor y eso alegró más a los Slytherin. Jade miraba a Harry temerosa.
—¡¿Malfoy? ¿Jade? —Harry se adelantó junto a Wood y los miró extrañado.
Se escucharon algunos comentarios sobre que por eso Snape los había dejado, provenientes de los de Gryffindor.
—Sí, soy buscador, Potter, y Prince golpeadora, así que prepárate. —Achicó los ojos mientras sonría con malicia—. Y no es la única novedad. —Draco movió su escoba para que se fijaran en ella.
—¿Nimbus 2001? ¿De dónde las habéis sacado? —Ron estaba totalmente alucinado, puesto que esas escobas eran muy caras.
—Gentileza del padre de Draco. —Flint parecía muy orgulloso y sonrió provocador.
—Como ves, algunos podemos permitírnoslo. —Malfoy seguía provocando a Ron y éste enrojeció de furia.
—Al menos en Gryffindor nadie ha pagado su ingreso, han entrado por su talento. —Esta vez fue Hermione la que enfrentó al rubio.
—Nadie ha pedido tu opinión. —Se acercó a ella y escupió—: asquerosa sangre sucia.
—Vas a pagar por eso Malfoy... ¡tragababosas! —Ron le había lanzado un hechizo con su varita, la que estaba rota desde el principio de curso, y el hechizo rebotó en él.
Harry y Hermione fueron a recoger al chico del suelo pero éste sólo vomitaba babosas. Jade también fue a ayudar a su amigo.
—¡Eres imbécil, Malfoy! —le dijo la morena golpeándole con el brazo mientras pasaba por su lado.
Entre los tres llevaron a Ron a casa de Hagrid para que lo ayudara. Ahora la excusa de los Slytherin no servía y se fueron del campo, para así cederle el campo a Gryffindor.
Hagrid sólo había podido darle un cubo a Ron para tirar las babosas, mientras buscaba algún antídoto. Hermione se sentaba junto a él con Harry, Jade estaba de pie y ahora se sentía incómoda; se supone que estaban enfadados unos con otros, pero allí estaban, por ayudar a un amigo.
—¿Qué ha pasado para que Ron quisiera hechizar a Malfoy? —Hagrid parecía entre divertido y serio. Se sentó frente a los tres Gryffindor.
—Pues, Malfoy me llamó algo, pero no sé que significa. —Hermione frunció el ceño intentando encontrar la respuesta en alguno de los libros que se había leído.
—La llamó sangre sucia —habló por primera vez desde que estaban allí. Jade estaba realmente enfadada con Draco por eso.
—Oh, ¿en serio? No tiene derecho ese niño mal criado.
—Pero, ¿qué significa? —Harry parecía tan confundido como Hermione.
—Significa que no desciende de magos directamente, hija de muggles. La gente que lo dice no suele respetarlos. —Draco era uno de esos. No sabía por qué, pero Jade se sintió defraudada por ese hecho.
—Sí, ¿pero dime qué hechizo puede hacer él que tú no hayas descubierto ya? Hermione, la condición de la sangre no importa a la hora de hacer magia. —Hagrid le sonrió y ella asintió modestamente.
—Gracias, Jade, por defenderme. —La castaña se levantó y la abrazó, ella se lo devolvió. Seguían siendo buenas amigas.
—Gra... gracias también... de mi parte —dijo Ron entre arcadas y finalmente vomitó otra babosa.
Harry la miró y cuando captó su atención le sonrió. Ella también lo hizo.
—Lo siento Harry, no debí alterarme tanto ni gritarte. —Agachó la cabeza y de repente se encontraba entre sus brazos. Ella también lo rodeó con los suyos, ninguno de los dos estaba acostumbrado a muestras de afecto.
—Ejem... ejem. —Alguien carraspeó y se soltaron de golpe. Ron había parado por un momento de vomitar para interrumpirlos—. ¿Nos vamos ya?
Estaba en la sala común, esperando a que Parkinson saliera de la ducha para poder entrar ella. Estaba distraída, pensando en todo un poco, cuando unos pasos se interrumpieron al acercarse. Jade alzó la mirada de la chimenea y miró al chico.
—Por culpa de tus estúpidos amigos no hemos podido entrenar. Así que si perdemos será responsabilidad tuya —le soltó el rubio alzando una ceja.
La morena se puso en pie y lo enfrentó, girando su cuerpo hacia él. Esta vez se había pasado y no lo volvería a consentir.
—Me da igual si perdemos o ganamos, pero la próxima vez que insultes a alguno de mis amigos te las verás conmigo —dijo amenazadoramente la chica.
Draco rió, enfureciendo cada vez más a Jade. Después la volvió a mirar, pero con fiereza.
—¿Crees que Granger no se merecía que le dijera sangre sucia? Pues sí, porque lo es, por muy amiga tuya que sea —escupió entre dientes el chico, antes de alzar el brazo para sostener la mano que iba directa a su cara.
Jade se desasió del rubio y dio un paso atrás, no por miedo, sino para verlo mejor.
—Entonces, tengo todo el derecho a llamarte niño estúpido de papá, mimado y arrogante. —La morena alzó un momento la ceja y se cruzó de brazos, saboreando una victoria, que aunque él no lo reconociera, era suya.
La puerta de las habitaciones se abrió y apareció Parkinson. Jade no miró a Draco antes de colarse por la puerta, sólo hizo un gesto de asco dirigido a sus dos compañeros de casa.
La chica siguió a los de su casa cuando terminaron de cenar; sus amigos ya se habían marchado, aunque Harry no estuvo en ningún momento en el Gran Comedor. Los prefectos los guiaron, pero Jade no fijaba su atención en ellos, sino que fulminaba con la mirada al rubio de ojos grises que caminaba seguido por sus dos amigos idiotas y Parkinson, como perritos falderos.
Llegaron a un pasillo que empezaba a estar concurrido por alumnos de otras casas y todos se sobresaltaron al ver a tanta gente. Empezaron los murmullos después de leer la pared. Los profesores pusieron orden y tranquilizaron a Filch; su gata estaba colgada de la pared, junto a unas palabras escritas con sangre: La Cámara de los Secretos ha sido abierta. Enemigos del heredero temed. Draco se adelantó un poco más del grupo de Slytherin, llegando casi a la altura de Harry, Ron y Hermione, los cuales quedaban justo frente al escrito.
—Enemigos del heredero temed. Seréis los siguientes, sangre sucia. —Volvió a mirar a Hermione provocadoramente.
Jade se hizo paso entre los alumnos cuando se enteró de que les echaban la culpa a sus amigos de no sabía qué. Había escuchado el comentario tan inoportuno de Draco así que lo empujó por la espalda y casi cae de frente.
—Ups, lo siento, no podía pasar. —Sonrió maliciosamente y se quedó mirando a sus amigos.
—Bueno, todo el mundo a la cama —ordenó el director y todos hicieron caso—. Menos vosotros tres. —Señaló a Harry, Ron y Hermione, así que Jade siguió a su casa después de intercambiar unas miradas con ellos.
Hoy la morena se había levantado lentamente, sin ganas de hacer nada. Si seguía así podía ser un día muy largo. Aunque hoy tenía entrenamiento de quidditch, eso podría animarla un poco. Se vistió con desgana, pero aún así bajó más pronto que muchos. El Gran Comedor casi estaba vacío, un par de grupos en cada mesa. Sin pensar se fue a sentar a la mesa de Gryffindor. Un poco más tarde llegaron los tres acompañados por Ginny. La saludaron sin pensar que seguía siendo extraño que una Slytherin se sentara en la mesa de los leones. Harry se sentó a su lado y los demás en frente.
Comían mientras conversaban de los deberes y los exámenes que se acercaban.
—Una cosa, ¿qué os dijeron anoche? ¿Por qué estabais allí? ¿Quién escribió en la pared?...
—Pues —empezó Hermione sin esperar a que Jade acabara de preguntar—, Filch quería echarnos la culpa de lo que había pasado pero el profesor Dumbledore nos declaró inocentes. No sabemos quién puso eso en la pared, pero Harry… —pensó si debía decirlo— oyó una voz. Después llegamos y la señora Norris ya estaba petrificada.
—¿Una voz? ¿Qué clase de voz? ¿Qué decía?
—Decía que quería… matar. —Parecía que a Harry no le gustaba hablar de eso. Jade decidió cambiar de tema.
—Otra cosa… Mmm, espero que no te enfadaras conmigo por no decirte lo del quidditch. —Se mordió el labio mientras ponía ojos de corderito.
—¿Por qué debería estar enfadado? —Le sonrió para quitarle del todo ese sentimiento de culpa—. No te preocupes, sólo espero no recibir ningún golpe en los partidos —dijo divertido.
—Gracias, eres el mejor —dijo muy emocionada y se lanzó sobre él para abrazarlo.
Se estaba acostumbrando mucho a esos abrazos. Ginny los vio sorprendida y frunció los labios para no empezar a gritarle a esa… Slytherin.
Unas mesas más allá, Draco dejaba la cuchara en el camino a su boca al ver a Jade abrazando a Potter. Ya volvían a tener la misma amistad, o incluso más que antes. Casi a su lado estaba Pansy Parkinson que los miraba sorprendida y al mismo tiempo se cercioraba de que los cotilleos eran ciertos. En la mesa principal, la de los profesores, algún profesor sonreía al ver a Harry y a Jade abrazados, pero uno en especial sólo pensaba maneras de fastidiar a Potter y decirle que esa chica no era para él, no estaba a la altura de su hija. Hermione sonreía ante aquel abrazo, ya visto en la casa de Hagrid.
Ese abrazo de tan sólo unos pocos segundos había dado mucho en lo que pensar, pero ellos dos ni se enteraron.
Siguieron hablando de quidditch, del primer partido y de los próximos exámenes. También hablaron sobre la inscripción en la pared y la gata de Filch petrificada, lo que les explicó McGonagall sobre los cuatro fundadores y la rivalidad entre ellos y Harry sugirió un posible heredero de Slytherin: Draco. Ron estaba con él porque Harry tenía razón respecto a que su familia era "sangre limpia" y que alardeaban mucho por esa razón. Hermione no estaba muy convencida pero para estar más segura sugirió que tomaran poción multijugos para sonsacarle algo a Draco. Jade era la que decía que no podía ser posible; Draco alardeaba mucho pero eso no decía nada. De todas maneras les iba a ayudar a averiguarlo y ella estaría presente en la sala común de Slytherin ese día. Hermione dijo que la poción tardaría unos meses, para después de Navidad.
Y llegó el primer partido de quidditch de la temporada. Gryffindor contra Slytherin, Harry contra Draco, los dos buscadores. Todo el colegio bajaba al campo para ver el partido, se colocaban cada uno en las gradas del color del equipo al cual defendían y los profesores en donde no había un color definido. Los jugadores salieron de los vestuarios y se colocaron en las posiciones ya entrenadas anteriormente. La profesora de vuelo dio comienzo al partido y todos alzaron el vuelo. Gryffindor había empezado llevando el quaffle.
Se acercaba un jugador de Gryffindor y llevaba el quaffle, cada vez se acercaba más a los aros, el guardián se ponía más nervioso, el Gryffindor era alto y fuerte y el guardián del otro equipo no podría con él. George lanzó la pelota con una sonrisa de victoria pero no se fijó en el golpeador del otro equipo que le había lanzado una bludger. El quaffle entró dentro del aro pero la bludger de Jade ya no se podía parar, impactó directamente en su escoba provocando que se quedara colgando de ella. Jade se acercó a él y con una mano le ayudó a subir. George la empujó levemente en señal de "te perdono" y se sonrieron. Cada uno siguió su camino de vuelta al juego.
En uno de esos momentos en los que Harry dejaba de buscar la snitch para enterarse de la puntuación de cada casa, escuchó un sonido siseante que se acercaba rápidamente. Giró su cabeza para buscar la procedencia del sonido y abrió los ojos desmesuradamente mientras agachaba la cabeza. Una de las bludgers iba directa a por él, sin control. Harry voló huyendo de ella y la bola lo siguió. Voló por todo el campo, por arriba y por abajo, sin parar hasta que consiguió despistarla y siguió buscando la snitch.
Cuando llevaban una hora y veinte minutos en el aire y Harry había intentado conseguir la snitch un par de veces, ocasiones que Draco no había tenido por no haberla visto, la volvió a ver, pero al mismo tiempo la bludger loca lo encontró de nuevo. La siguió unos metros y enseguida se unió Draco a la persecución. Iban pegados y con la bludger detrás, empujándose por los hombros para conseguir desequilibrar al otro, pero ninguno cedía. La snitch cada vez corría más y ahora los guiaba hacia el abismo, cada vez más cerca del suelo, cada vez más posibilidades de chocar contra el suelo y acabar hecho añicos, y la bludger los seguía. Intercambiaban miradas nerviosas para comprobar que seguían hacia delante, sin miedo, sin pensar que podían no parar a tiempo. Draco fue el primero en retirarse de la persecución, pero cuando Harry debía sentirse más relajado por tener la snitch para él solo… era al revés… ahora sólo pensaba en cómo detener la escoba antes de dar contra el suelo. Miró hacia atrás un segundo y ver la bludger lo puso más nervioso.
La snitch seguía descendiendo directa al suelo, con lo cual Harry calculó el momento para frenar y salir ileso. Los centímetros se consumían muy deprisa y Harry sudaba, temblaba, pero se centró rápidamente y con toda la fuerza que tenía hizo girar su escoba para que no chocara contra el suelo y volara en paralelo con el suelo. Lo consiguió. Todos aplaudían y gritaban. La bludger chocó contra el suelo y Harry le puso toda la atención a la snitch que estaba a solo unos palmos de sus dedos.
De repente el sonido de antes y luego una fuerza increíble chocó contra su brazo estirado, lo que provocó que se alejara un poco de la pelota y que sofocara un grito para no retenerse más. Encogió el brazo en su pecho y se arriesgó a estirar el otro brazo, dejando todo el control de la escoba en sus piernas. Ganó velocidad, a pesar de todo, y se volvió a arriesgar poniéndose de pie sobre la escoba. Sorprendentemente no se cayó y eso le dio ánimos, sin contar los aplausos y las exclamaciones procedentes de las gradas. No quiso alargar más el momento y se lanzó desde la escoba hacia la snitch. Había atrapado la snitch… pero con la boca, la pelota había entrado directa en su boca. La cogió y la levantó en señal de victoria mientras todos aplaudían y coreaban su nombre.
Después de que Lockhart intentara arreglar su brazo y en vez de eso dejarlo sin huesos, se encontraba en la enfermería rodeado de sus amigos. Ya le quedaba menos para recuperarse, sólo un par de días más pero sus amigos seguían aprovechando su estado para librarse de algunas clases.
Una noche, en la enfermería, Harry se sobresaltó al escuchar unos ruidos y se encontró con Dobby, un elfo doméstico que había conocido antes del curso. Estaba sobre su cama y hablaron sobre el partido y que fue el elfo quien hechizó esa bludger, sólo porque decía que Harry no debería haber ido ese año al colegio.
Cuando Harry intentaba agarrar a Dobby para que dejara de golpearse, escuchó unos ruidos que se acercaban a la puerta de la enfermería. El elfo desapareció y Harry se tumbó en la cama y fingió dormir. Era Dumbledore, McGonagall y la enfermera y cargaban con un alumno que tumbaron en una de las camas. Harry se enteró que era Colin Creevey, el fotógrafo, y parecía que también había sido petrificado como la señora Norris. El "monstruo" había vuelto a atacar y como habían dicho, había atacado a un hijo de muggles. Dumbledore parecía más preocupado que antes y dijo que Hogwarts ya no era tan seguro.
Habían avisado de que el profesor Snape y Lockhart iban a dar una clase de duelo antes de la cena una semana después de que Harry se curara, para defenderse de los enemigos. Pero antes estaba el entrenamiento de quidditch del equipo de Slytherin, donde Jade no puso mucho entusiasmo.
Flint estaba muy enfadado por la derrota contra Gryffindor y por eso desde el día del partido convocaba continuamente a su equipo para entrenar y estar mejor preparados para el partido de antes de pascua. Jade notó a Draco más distante de ella, como si no existiera. Le resultó extraño pero no le importó demasiado.
Cuando faltaba una hora para la cena todos los alumnos menores de trece años se dirigían a la sala donde se impartirían las clases de duelo. Muchos parecían muy emocionados por aprender a batirse en duelo… otros pensaban más en Lockhart, más bien otras. Había una tarima, en forma de pasarela, en medio de la sala y sobre ella los profesores correspondientes. Los alumnos los rodearon y cuando pidieron silencio éste se hizo rápidamente.
—Hola a todos. Como vuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras debo enseñaros a saber defenderos en una pelea. Por lo tanto necesitaba a un compañero que me ayudara y el profesor Snape se ofreció encantado. —Realmente Dumbledore se lo había ordenado pero no dijo nada—. Ahora os haremos una demostración de cómo debéis actuar. No te haré mucho daño Severus… —Miró sonriente a Snape; éste solo sonrió cordialmente.
A Snape no le fue difícil lanzar un hechizo para defenderse del de Lockhart y éste acabó en el suelo. Todas las chicas ahogaron un grito y se preguntaban si estaba bien, menos Jade. Después, para librarse de otra paliza de Snape, decidió elegir a dos alumnos que pelearan entre ellos.
—Muy bien, ¿quién quiere pelear ahora? —Nadie se atrevía, no querían hacer el ridículo porque no tenían ni idea. Sólo Pansy se atrevió a levantar la mano para demostrar lo que sabía hacer. Entonces cuando pedían otro voluntario Jade levantó la mano, tenía muchas ganas de enfrentarse a su compañera—. Genial, Pansy, Jade… podéis empezar.
El profesor Snape se puso serio; Pansy no era muy justa que digamos, y eso le preocupaba por lo que le pudiera pasar a su hija.
Se miraron directamente a los ojos y tras dar los pasos necesarios alzaron sus varitas. Se volvieron a mirar mientras pensaban un hechizo para atacar a la otra. Pansy fue la primera en lanzarlo…
—¡Pus! —Parkinson gritó rápidamente. Si el hechizo le daba a Jade le provocaba una erupción en la nariz de donde empezaría a salir pus, pero…
—¡Protego! —Se defendió a tiempo y rápidamente gritó—: ¡Incarcerous!
Pansy quedó amarrada de pies y manos por unas cuerdas al no ser tan rápida. Cayó al suelo de la tarima y tumbada boca abajo levantó la cabeza para mirar furiosa a su contrincante. Ella sonrió maliciosamente levantando las cejas, después se dio la vuelta para bajar por las escaleras y mientras, miró a su padre sonriente. Snape se sentía muy orgulloso por ver que le había enseñado bien a su hija, porque por lo que parecía ella no se esforzaba mucho en las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras. Lockhart intentó liberar a Pansy de las cuerdas pero solo consiguió que éstas se convirtieran en gusanos con lo cual la chica bajó rápidamente gritando y dando saltitos desesperados para quitarse todos los gusanos.
—Excelente trabajo Jade. —Le mostró una de sus sonrisas más "encantadoras", que causó suspiros entre las chicas menos en ella. Buscó a Pansy para decirle—: Y tú, no has estado mal. Ahora quiero a dos chicos aquí arriba. Eh… Harry, Ron, subid conmigo y demostrad lo…
—Permíteme elegir a uno de mi casa, la varita de Ron podría causar muchos inconvenientes. —Snape le interrumpió y con un gesto de la mano señaló a un chico mientras decía su nombre—. Draco, sube aquí, ya.
Malfoy obedeció y sonrió ante la idea de pelear contra Potter. Para subir por las escaleras de detrás de Snape tuvo que pasar junto a Jade. Se miraron y ella lo miró como pidiendo que no le hiciera nada. ¿Me lo estaba pidiendo? Mejor estaba suplicando a través de sus ojos. ¿Cómo puede manipularme así? Suspiró y se paró junto al profesor Snape. Después de dar los pasos apuntados por Lockhart, se miraron provocadores. No estaban asustados, para nada, sólo querían probar quien era mejor, algo nada peligroso, normal… dependiendo de cómo lo probaran.
Se apuntaron con las varitas, preparados. Jade empezó a asustarse, Draco podía ser muy cruel cuando se lo proponía y Harry podía hacer cualquier cosa al tener enfrente a alguien que le caía mal y que trataba mal a sus amigos. El rubio parecía listo para empezar…
—¡Tarantallegra!
Harry voló por los aires y cayó de espaldas a los pies de Lockhart. Éste le ayudó a levantarse y Harry miró a Draco que sonreía maliciosamente. Jade también lo miró y se enfureció. Se dio la vuelta y salió de la sala enojada.
Salió al jardín y se encontró con George y Fred que tiraban piedras al lago molestando así al calamar gigante. Sólo reían pero, al ver a Jade que se acercaba a ellos enfadada, pararon y la detuvieron cuando ella intentó esquivarlos.
—¡Hey! ¿Dónde vas señorita Snape? —George se divertía mucho haciéndola rabiar y los dos corearon unas carcajadas.
—Vuelve a decirme eso y te dejo sin descendencia.
—Vale, vale princesita, no me escupas tu veneno. —Los tres rieron y Jade se olvidó del porqué estaba enfadada.
—Pero di, ¿por qué no estás en eso de la clase de duelo? Se supone que Harry, Ron y Hermione están allí.
—Ya, pero… los chicos sois idiotas. —Los dos fruncieron el ceño—. Harry y Malfoy se están batiendo en duelo y les da igual lo que le pase al otro.
—¿Qué? ¿Y qué haces aquí? ¡Yo no me lo perdería por nada del mundo! Que pena que no nos dejen entrar… somos muy mayores —dijo apesadumbrado Fred mirando a George, pero después se rieron.
Jade estaba recostada en su cama leyendo un libro. Llevaba media hora en su habitación sola, sin sus indeseables compañeras, ellas estaban en la clase de duelo pero no tardarían mucho más en llegar a molestarla. Y evidentemente llegaron de golpe y haciendo mucho ruido. Parecían sorprendidas por algo pero Jade no se preocupó, si debía saberlo ellas se lo dirían o explotarían, sino, le daba lo mismo.
—Jade, no nos habías contado nada. —La aludida levantó una ceja y Pansy suspiró—. Pues lo de Potter, no sabíamos que un Gryffindor pudiera ser descendiente de Slytherin.
—¿Qué? ¿De qué hablas? Harry no tiene nada que ver con nuestra casa. —Entonces se dio cuenta de a donde quería llegar—. Harry no tiene nada que ver con lo que le ha pasado a la señora Norris y al otro chico. No sé cómo habéis llegado a esa conclusión pero no…
—Habla pársel. —Jade se calló y la miró extrañada—. Cuando Draco le ha lanzado una serpiente a Potter, empezó a hablarle y ésta intentó atacar a un sangre sucia.
—No vuelvas a decir esas palabras delante de mí. —Y sin decir nada más dejó el libro en su mesita y salió de la habitación.
Cuando salió de las mazmorras se fue directa a la torre de Gryffindor y allí tocó a la puerta ya que no se sabía la contraseña. La Señora Gorda empezó a gritarle para que dejara de golpearla, pero ella no paró hasta que la puerta se abrió. Salió Percy, uno de los prefectos de Gryffindor.
—Señorita, no debe estar aquí, su casa es Slytherin.
—Ya lo sé, no soy imbécil. Déjame entrar.
—No, no tienes derecho a…
—Percy, ¿por qué eres así? Sabes que es nuestra amiga. —Fred estaba detrás de Percy y un poco más atrás estaba George, pero no se acercó.
—Son las normas del colegio. No puedo dejar pasar a un alumno de otra casa.
—Va Percy, no seas aguafiestas. Por una vez que una chica guapa viene a buscarme.
El pelirrojo cedió finalmente y Fred cogió a Jade por los hombros y la llevó a un sofá. La chica ya se había olvidado de por qué había subido a la torre.
—Bueno, ¿qué te cuentas "princesita venenosa"? —La morena estaba acostumbrada a sus incansables chistes, así que ya no se daba cuenta.
—Pues… no me acuerdo. ¡Ah! —Jade se levantó rápidamente y Fred se asustó—. Lo siento, se me había olvidado.
Corrió escaleras arriba hacia la habitación de los chicos de Gryffindor. Parecía que le hubieran hecho un confundus, había ido rápidamente a hablar con Harry y se le había olvidado, ni siquiera había pasado cinco minutos.
Abrió la puerta de golpe asustando a los chicos que allí se encontraban. Ron dio un salto hacia atrás, Seamus salía del servicio enrollado en una toalla y se encogió sobre él mismo para que no se viera nada, Dean cayó de culo al suelo, Neville se puso colorado como un tomate porque iba en pijama y Harry cerró de golpe su baúl por el susto.
—Tranquilos, sólo soy yo. —Todos hicieron gestos como diciendo "¡Pues por eso!"—. Harry, tengo que hablar contigo —miró a su alrededor—. A solas.
Fueron saliendo uno a uno, aunque alguno no iba vestido de la mejor manera. Harry la invitó a sentarse en su cama y lo hizo a su lado. Jade fue directa al grano.
—Harry, dime que no es cierto que hablas pársel. —El chico agachó la cabeza sin decir nada—. Lo siento, pero es que no es muy normal hablar esa lengua, la de las serpientes. Y no sé si lo sabes pero están circulando rumores sobre que tú eres…
—¡Ya lo sé! —La chica se sobresaltó—. Jade, Hermione me acaba de dar la misma charla y… me da miedo. Voldemort hablaba pársel y pienso que el día en que me hizo la cicatriz me pasó algunos poderes… pero la gente no lo ve así. —Harry enterró la cabeza en sus manos y Jade le pasó un brazo por los hombros.
—Lo siento, no quería preocuparte. Perdóname.
Jade apoyó su cabeza en uno de sus hombros y le cogió la mano. Harry no quería llorar, pero se dejó mimar.
Entonces entraron Ron, Hermione y Ginny y se quedaron mirándolos desde la puerta. Los dos se separaron lentamente para mirarlos. Hermione sonrió y se acercó a ellos para apoyar a Harry. Ron se puso detrás de Hermione sonriendo a su amigo. Ginny, nada más entrar, fulminó con la mirada a Jade y frunció los labios. Siempre pegada a él, la muy… víbora. A Ginny seguía gustándole Harry y verlos juntos la enfermaba.
En Hogwarts los rumores crecían, sobretodo después del siguiente ataque. Filch se había encontrado a Justin Finch-Fletchley petrificado en un pasillo y a su lado el fantasma de Gryffindor, Nick Casi Decapitado, que parecía haberse muerto de nuevo. Harry estaba por esa zona cuando pasó y como pensaban que había lanzado la serpiente contra Justin en el club de duelo, pues los rumores se incrementaron. Ahora lo llamaban "el Heredero de Slytherin". Aunque los gemelos Weasley lo decían para atemorizar a los equipos contrarios, y funcionaba.
Llegó Navidad y con ello las despedidas. Harry, Ron, Hermione y Jade se quedaban en Hogwarts a pasar las vacaciones y aprovecharían para terminar la poción multijugos. Jade se había encargado de recoger los pelos de los Slytherin necesarios para la transformación, pero Hermione había conseguido el suyo ella misma.
Los alumnos se congregaban en la entrada deseosos de irse a sus casas. Los que se quedaban se despidieron de ellos cuando se subieron a las carrozas.
—Entonces, seremos como los guardaespaldas de Hermione. Así que tranquila, nadie podrá petrificarte. —Ron asentía y se sentía más grande cada vez que lo decía… que eran muchas.
—Y no olvidéis que yo también puedo ser atacada, no sé qué sangre tengo. —Jade miró a Ron sonriendo y éste asintió todavía más orgulloso.
—¡Hey! Que para proteger estamos nosotros, y por cierto, a Jade la protejo yo. —Fred le sonrió a la chica y le pasó el brazo por los hombros.
—¿Qué pasa, Harry? —Jade miraba preocupada a su amigo ya que no había dicho nada; seguía mirando hacia el lago. Harry negó con la cabeza—. Vamos, no pienses más en eso. Todo se aclarará dentro de poco. —Se miraron y Harry asintió.
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Capítulo 5. Besos
La poción multijugos casi estaba terminada y lista para tomar. Jade había conseguido todos los ingredientes necesarios del armario de su padre. Hermione se había negado a recibir ayuda de Jade para hacer la poción y ahora estaban los tres mirando como la castaña la hacía ella sola. El baño de las chicas del tercer piso siempre estaba desierto, bueno exceptuando el fantasma de Myrtel la Llorona, que sólo los salpicaba para molestar.
—A ver si lo he entendido bien —continuaba Ron dándole vueltas al mismo tema todo el tiempo—, Snape te adoptó, tu madre murió cuando naciste y tu padre desapareció.
—Sí, Ron, no sé dónde le ves el misterio —volvía a repetir una Jade aburrida.
—No, es que… me resulta extraño imaginar a Snape con un bebé en brazos y cantando nanas. Es… espeluznante.
—Ron, vale ya, al fin y al cabo es su padre y lo querrá como tal aunque a ti no te caiga bien. —Hermione intervino en la conversación dejando un momento de lado los ingredientes de la poción.
—Gracias, Hermione, aunque realmente no se ha comportado tanto como un padre. Como siempre estaba dando clase aquí, mi elfina me cuidaba.
—¿Una elfina doméstica? Pues me parece muy irresponsable por parte del profesor. Si adoptas un bebé es tu deber criarlo, no darle todo el trabajo al elfo doméstico.
—Ya empieza… —Harry rodó los ojos y se quedó mirando los grifos del baño. En ese momento Myrtel se acercó al moreno y miró de arriba a bajo a Jade.
—He oído por ahí que a ti te gusta Harry. —El chico se sonrojó y la susodicha empezó a reír.
—Sí, ya me había enterado de ese rumor —seguía riéndose—. No sé de dónde han sacado esa tontería. Harry y yo sólo somos amigos, ¿verdad? —Miró al chico que cada vez estaba más rojo.
—Claro —contestó Harry sin apenas mirarla.
—Entonces, ¿estás libre? —El fantasma se acercó más al chico mientras lo miraba fascinada.
—Yo… bueno… verás —tartamudeó Harry.
Jade empezó a reírse junto con los otros dos amigos. Entonces se levantó y besó a su amigo en la mejilla para así enfurecer a Myrtel.
—Bien, ya está lista, sólo hace falta que metamos los pelos en el vaso y bebérnoslo. —Hermione repartía la poción a los chicos mientras que éstos miraban los vasos con repugnancia.
—Esto debe de estar asqueroso.
—Vamos, Ron, sólo es un trago —le animó Jade.
—Claro como tú no la tienes que tomar. —Sonrió y los tres se tragaron la poción.
Hermione y Ron fueron a vomitar mientras que Harry se transformaba delante de Jade.
—Vaya, Harry, estás muy… horroroso. Prefiero mi Harry. —Se sonrojó mientras se miraba al espejo.
—Me siento… raro —miró a Jade y después buscó a su amigo—. Ron, ¿dónde estás?
—Harry —dijo mientras salía de uno de los baños—. ¿Qué tal estoy? Tú… pareces Crabbe.
—En eso consistía. —Jade suspiró mientras se acercaba a Harry y le quitaba las gafas—. Mejor, más o menos, de todas maneras eres Crabbe. —Se rieron los tres.
—¿Y Hermione? —Harry se acercó a la única puerta cerrada de los baños— ¿Hermione, estás bien?
—Sí, id sin mí. Marchaos. Los efectos de la poción duran pocas horas.
—Hermione, ¿quieres que me quede?
—¡No! —Suspiró y abrió la puerta—. Lo sé, parezco un gato. Puede que el pelo no fuera de quien yo creía.
—Te llevo a la enfermería. Vosotros debéis aprovechar los minutos. ¡Vamos!
Jade llevó a Hermione a la enfermería mientras Harry y Ron bajaban a las mazmorras. El plan se había complicado porque se suponía que la Slytherin les iba a abrir la puerta, pero ninguno se había dado cuenta de ese detalle cuando ella se fue con Hermione. Ahora buscaban la forma de entrar sin la ayuda de Jade, pero era imposible.
—Crabbe, Goyle, ¿qué hacéis aquí? —Malfoy había aparecido por las escaleras y los pilló por sorpresa.
—Esto… eh… te esperábamos —intentó arreglar Ron.
—Sí, claro. Realmente me da lo mismo. —Hizo una mueca de desinterés—. Pasad.
Los condujo a la sala común y se sentó en uno de los sillones. Harry y Ron lo imitaron lentamente y se miraron nerviosos. Estuvieron hablando un rato sobre los ataques pero se callaron cuando la puerta de la sala común se abrió. Era Jade y atravesó la sala mirándolos a todos y deteniéndose en Draco. Se miraron unos segundos largos y después desapareció por las habitaciones de las chicas. Draco se quedó mirando por donde se había marchado unos segundos y después se giró para mirar a sus "amigos". Cada uno se entretenía con un cuadro diferente o con la alfombra, como Goyle. Draco se quedó mirando a Goyle (Ron) y frunció el ceño levemente.
—¿Qué te pasa? ¿Ya no te gusta Prince?
—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —Ron se puso colorado.
—No sé, como siempre te quedas embobado cuando pasa por tu lado. Bueno, me da igual. —Draco hizo un gesto con la mano, como restándole importancia.
—¿Y a ti no te gusta? —se atrevió a preguntar Harry—. He oído que está con Potter —añadió para provocarlo.
—¿Qué? —Draco se puso tieso y lo fulminó con la mirada—. ¿Por qué preguntas eso? Además, no me importa si está con Potter o no. —Se levantó bruscamente y se fue a su habitación.
Harry y Ron salieron corriendo hacia el baño donde hicieron la poción ya que les quedaba unos minutos para dejar de ser Crabbe y Goyle.
—No ha servido de nada. —Ron siempre tan negativo.
—Pero ahora sabemos que Malfoy no es el heredero de Slytherin. Aunque seguimos preguntándonos quién es. —Suspiraron y seguidamente salieron en busca de Hermione.
Se encontraba en la enfermería sola, ya que sus amigos estaban desarrollando el plan. Los efectos se iban yendo poco a poco gracias a los cuidados de la señora Pomfrey. Si no fuera por ella podría estar así durante meses. Estaba leyendo cuando entraron Harry y Ron y se sentaron en su cama.
—¿Y Jade? ¿Ha salido todo bien?
—Sí, no creo que tarde mucho en…
—Lo siento chicos. —Jade interrumpió a Harry y se sentó junto a éste—. Siento no haber llegado para abriros la puerta. Entonces, ¿habéis averiguado algo? ¿Es él quien creemos? No habrá sospechado nada, ¿verdad?
—No, no es él —contestó Harry con tono cansado. Sentía que iban hacia atrás en la investigación, que aquello no había servido para nada. Siguió contestando—. Y no, no ha sospechado nada.
—Aunque Harry casi nos descubre cuando… —Ron recibió un cachete por parte de Harry—. ¡Ay! Vale, me callo. —Las chicas se miraron confusas pero lo dejaron pasar.
Cuando Hermione se recuperó los estudiantes ya volvían de vacaciones de Navidad y las clases ya habían empezado de nuevo.
Era viernes y se dirigían a la primera clase. Se separaron ya que Jade iba a Historia de la Magia, que por cierto odiaba, y ellos se iban a Astronomía. Se sentó en la segunda fila junto a Theodore Nott, un chico muy atractivo a pesar de sus doce años.
El profesor entró lentamente y se puso detrás de su mesa. Intentó llamar la atención de los alumnos, pero algunos jugaban pasando de él, como siempre.
—¡Atención! Debo informaros de un nuevo trabajo sobre las revueltas de los duendes que entregaréis el viernes de la semana que viene, y en parejas que se formarán al azar. —Los alumnos empezaron a quejarse—. ¡Silencio! Repartiré un papel con un número en cada uno y tendréis que encontrar el mismo número. Esa será vuestra pareja.
Les repartió los respectivos papeles y enseguida se levantaron y la clase se convirtió en un gallinero. Se veían a alumnos abrazados a la pareja que les había tocado, otros sonriendo, otros con cara de asco y otros indiferentes como Jade.
—Bueno, creí que sería peor. —Jade lo miró de arriba a abajo, pero después sonrió.
—Ya… aunque me habría gustado estar con otra persona —dijo Draco mirando a Theo Nott. Jade levantó una ceja y lo miró llamando su atención.
—Pues te aguantas… Y hoy empezamos a hacer el trabajo, quedamos a las seis en la biblioteca —era prácticamente una orden.
—¿Hoy? De acuerdo, pero no puedo ir a las seis, así que iré a las ocho —dijo Draco sin achantarse.
—Está bien… a las ocho pues. Pero no te retrases. —Dicho esto cada uno se sentó en su sitio para seguir con la clase.
Los cuatro amigos estaban sentados en el árbol, que estaba al lado del lago, relajándose después de las clases y disfrutando del comienzo del fin de semana.
—¿Con quién os ha tocado para hacer el trabajo de Historia? —preguntó Jade a sus amigos mientras estaba tumbada de lado con la cabeza sobre la mano.
—A mí con Romilda Vane —contestó Hermione que estaba sentada al lado de Jade.
—Yo voy con Harry, tuvimos suerte de caer juntos —dijo Ron contento, que estaba junto a Harry con las piernas encogidas.
—Que suerte… A mi me ha tocado con Draco. —Los chicos la miraron con lástima. Ella se incorporó y miró su reloj que marcaban las ocho y diez— ¡Oh no! Había quedado a las ocho. Nos vemos luego. —Se levantó rápidamente y salió corriendo hacia la biblioteca.
Cuando llegó, estaba casi desierta por la hora que era. Ella empezó a buscar a Draco por las estanterías y lo vio al fondo del pasillo… pero no estaba buscando información… estaba hablando con Pansy muy animado.
—Ejem…ejem ¿no deberías estar buscando información para el trabajo? —preguntó Jade interrumpiendo a la parejita.
—Perdona, pero tú eres la que llega tarde —contestó Draco mientras Pansy se iba con su pareja de trabajo.
—Se me olvidó… ¿Empezamos o qué?
—Claro —dijo frunciendo el ceño. Cogieron varios libros y se sentaron en una de las mesas. Sólo estaban ellos dos, los demás ya se habían retirado.
—¡Que aburrimiento! —Draco se desperezaba mientras bostezaba.
—Lo sé, pero no nos queda otra que aguantar —le contestó Jade que también estaba harta.
—Podemos seguir el lunes, después del fin de semana. —Jade lo miró y levantó los hombros. Se levantaron y llevaron los libros a su sitio—. ¿Es verdad que sales con Potter?
Jade se le quedó mirando con los ojos muy abiertos. ¿A qué viene eso? Me estoy hartando de los malditos rumores.
—No deberías creerte todo lo que oyes, y menos si proceden de tus amiguitas.
—¿Eso es que no?
—¿Acaso te importa? —Jade se giró para mirarlo y quedarse frente a él.
—La verdad es que no. Sólo era curiosidad. —Draco se dio la vuelta y se dirigió a la puerta para salir—. El lunes a la misma hora.
—Pero… —La dejó con la palabra en la boca; él ya se había marchado.
Era fin de semana y hacía un día horrible, no paraba de llover y encima hacía un frío que hacía tiritar los dientes. Los alumnos mayores de tercero no pudieron ir a Hogsmeade así que todos estaban resguardados dentro del castillo. Hermione, Ron y Harry estaban delante de la chimenea de su sala común, en ese momento entraban Fred y George con Jade por el retrato de la Dama Gorda.
—Hola, chicos —saludó Jade— ¿Os vais a quedar ahí todo el día?
—¿Has visto el tiempo que hace? —contestó Ron señalando la ventana donde golpeaba la lluvia.
—Pero eso no impide que disfrutemos del día. —Al ver que sus amigos no se animaban se giró para mirar a los gemelos— ¿Y vosotros que decís?
—Pues… que desesperada me gustas más. —Se rieron los dos hermanos por el comentario de George pero en cuanto vieron la cara de Jade se lo pensaron mejor—. Eh… no sé… no hay mucho que hacer.
—Increíble… y yo que pensaba que a vosotros no se os acababan las ideas. —Jade se sentó a los pies de Hermione.
George y Jade jugaban al ajedrez mágico en el suelo mientras Hermione leía, Harry y Ron hablaban de quidditch con Fred. Ginny también había llegado, se sentó junto a Hermione y observaba a Harry y a Jade alternativamente. Parecía cansada y enseguida se quedó dormida apoyada en Hermione.
Cuando ya pasaban los minutos de la una Hermione cerró su libro y despertó a Ginny para que se fuera a la cama. Hermione se despidió de todos y antes de irse le dio un beso en la mejilla a Ron que se le iban cerrando los ojos. Jade también se levantó y antes de ir hacia la puerta pasó la mano por el pelo de George, que seguía en el suelo, y lo despeinó.
—Espera, te acompaño abajo. —George se levantó y la siguió por la puerta. Los demás también se fueron a sus habitaciones cuando se cerró la puerta de la sala común.
A Jade le pesaban los párpados, pero tenía que llegar a su habitación para poder desplomarse. George la agarraba por los hombros porque veía que se iba a caer del sueño. Llegaron a la puerta de la sala común de Slytherin y cuando ya Jade abría la puerta, se giró y sonrió a George.
—Gracias por acompañarme. —Se acercó a él y cogiéndole la cara le dio un beso en la mejilla— Buenas noches.
Cerró la puerta después de ver como George subía las escaleras de regreso a su casa. En la sala común de Slytherin había muy pocos alumnos, entre ellos Draco Malfoy que la miraba. Pasó por su lado sin decirle nada pero él sí que le habló.
—Primero con Potter y ahora con un Weasley. No sabía que te gustaran tantos. —Draco estaba sentado en uno de los sofás de espaldas a ella.
—A ver si queda claro: a mi no me gusta nadie, ¿vale?
—Ya, ¿y ese beso de despedida? —Sólo quería provocarla y lo estaba consiguiendo, o eso creía…
—Ah, claro, ya caigo.
Draco se quedó confundido por ese comentario y antes de poder girarse para mirarla y preguntarle, ella estaba justo a su lado y se acercaba más a él. Entonces sus manos le cogieron la cara y recibió un beso en la mejilla. La miró a los ojos cuando se alejó un poco de él y ella sonreía.
—¿Contento? —Se giró y con una sonrisa divertida en la cara entró a su habitación.
Draco no se había movido del sitio, pero su cara mostró un leve sonrojo en las mejillas. ¿Me ha besado… en la mejilla? Seguía sin moverse y lo peor es que no sabía que decir, ni aún después de que se fuera. Las pocas personas que habían presenciado la escena, tampoco dijeron nada, se fueron a dormir sin comentar nada. Los imitó.
—¿De dónde vienes Harry? —Harry se sentó junto a Jade y antes de empezar a cenar los miró y contestó.
—Me he encontrado un diario en el baño de Myrtel y… —bajó la voz y se inclinaron hacia él—… y he entrado en él.
—¿Cómo?...
—Espera Jade, déjame terminar —la cortó antes de que empezara a preguntar sin parar—. Cuando empecé a escribir en él…
Harry les explicó todo lo que vio en el diario y cada vez abrían más los ojos. Al terminar empezaron las preguntas.
—¿Quiere decir que Hagrid es el dueño del monstruo? —empezó Jade.
—Habría que ir a hablar con él antes de sacar conclusiones. —Jade asintió mirando a Hermione.
Al día siguiente Jade iba directamente desde el Gran Comedor a la biblioteca a acabar el estúpido trabajo de Historia. No había nadie allí, todos estarían cenando o terminando los deberes. Se sentó en una de las mesas del fondo a esperar. Draco no tardó mucho y cuando se vieron recordaron lo del sábado. Jade no pudo reprimir una sonrisa y él directamente no quiso hablar de eso.
—Podríamos dejar hecho el trabajo hoy, aunque terminemos más tarde de lo permitido. —Draco asintió indiferente y se pusieron a buscar libros por la biblioteca.
Les faltaba unas cuantas hojas más para terminar cuando Pince los echó fuera y les ordenó que se marcharan a sus habitaciones. Jade y Draco ya habían planeado esperar a que se fuera y entrar a escondidas para terminar el trabajo.
Eran casi las doce de la noche cuando terminaron, sólo había un inconveniente… Filch. Draco decidió ir delante para controlar si lo veían y Jade iba pegada a él. Llegaron a un pasillo muy oscuro y en cuanto Draco vio una luz al final del pasillo cogió a Jade de la cintura y la arrastró con él detrás de una estatua.
—¿Qué pasa? —susurró Jade que estaba a unos centímetros de él.
—Shhhh… es Filch —contestó también en susurros mientras le ponía un dedo en los labios; los sintió fríos.
Draco se quedó pensando en la poca distancia que los separaba y en la respiración de ella pegándole en la barbilla. Se miraron a los ojos y eso llevó a que sus labios estuvieran a escasos centímetro de los suyos. Se le cortó la respiración y sintió un hormigueo en el estómago cuando notó que ella se acercaba más a él. Se escuchaban los pasos de Filch acercándose pero parecía lejano.
Ahora fue Draco el que se acercó a Jade. No podía creer que estuviera tan cerca de él. La cogió por los brazos y la atrajo hacia él todo lo que pudo. Una luz se reflejaba en la pared, entonces se pudieron ver a los ojos. Unos ojos azules que se tornaban grises con la luz miraban directamente a unos grandes ojos verdes intensos detrás de unas largas pestañas rizadas. ¿Qué haces Draco? No te dejes engatusar… eres un Malfoy y debes ser fuerte… no debo caer en la tentación. Draco tenía un dilema interno, mientras que Jade no se explicaba la situación. Es Draco, sólo es él… venga, me voy ya y se acabó. Así continuaron a pesar de que Filch estaba a unos pasos de ellos. Parecía que no les preocupaba lo más mínimo si les pillaban o no, sólo se miraban.
Filch pasó por al lado de la estatua con la linterna en alto y pareció no verlos. En ese momento los dos se dieron cuenta de que ya no estaban en peligro y que podían continuar andando. Jade se separó de Draco y no sabía porqué se sentía… ¿desilusionada? Se inclinó a un lado de la estatua para ver como Filch se iba cuando las manos que todavía la cogían hicieron presión y la atrajeron de nuevo a él. No les dio tiempo a mirarse a los ojos, Draco no tenía tiempo para eso. Sus labios se habían encontrado bruscamente, pero ese segundo fue muy dulce y tierno. Se separaron y ahora sí que se miraron. Draco no se creía lo que acababa de hacer. Me ha hechizado… esto no lo he hecho yo… Jade no decía nada, no sabía como actuar, no sabía donde mirar.
Draco salió de detrás de la estatua y emprendió de nuevo el camino. Jade lo siguió y no se hablaron durante el trayecto.
La semana pasó lenta por el tan esperado partido de quidditch del viernes. Gryffindor contra Ravenclaw. Los alumnos bajaban muy animados al campo para después sentarse en sus gradas. Los jugadores ya sabían donde tenían que ir y que tenían que hacer. Harry y los gemelos Weasley esperaban fuera de los vestuarios con Ron, Hermione tardaba mucho en llegar y el partido parecía esperarla a ella. La profesora Hooch no les daba la entrada para empezar y los capitanes de cada equipo estaban más nerviosos a cada momento. Entonces vieron aparecer a la profesora McGonagall que se acercaba a ellos muy apresurada.
—Wood, McGonagall viene a decirte… —empezó a decir Fred.
—Debo informar que el partido se suspende.
—Pero eso no se puede hacer.
—Señor Wood, esto es muy importante. Vosotros dos me acompañaréis —dijo señalando a Harry y Ron—. La señorita Prince ya está informada.
Los dos siguieron a la profesora hasta que llegaron a la puerta de la enfermería. Allí estaba Jade con las manos junto a la cara y Snape hablándole pero sin cogerla. Se pararon a escasos metros de ella y en cuanto los vio corrió hacia ellos. Se enganchó de los dos y apoyó la cabeza entre los hombros de ambos. La consolaron aunque no sabían porqué lloraba.
—Tranquila, Jade, no pasa nada —Harry intentó calmarla con palabras, pero él no sabía lo que pasaba.
—Harry… —pasó a agarrarse de él sólo y juntó sus manos para taparse la cara y apoyarse en él. Harry la abrazó lentamente, intimidado por las miradas de Snape—. Harry, es Hermione. La han… atacado.
Esas palabras hicieron reaccionar a Ron y Harry se le quedó mirando mientras seguía abrazando a Jade. Quería entrar pero no le dejaban. Decían que podía ser traumático, pero Ron insistía que él era fuerte. Finalmente los dejaron y Jade lo primero que hizo fue llorar encima de Hermione. Harry se sentó en una silla observando a las chicas. Ron se sentó al otro lado de Jade en la cama y sólo miraba a la castaña.
—Hermione. —Jade sollozaba y el momento se hacía más difícil de llevar a cada espiración entre lágrimas.
—Jade, está viva. Se curará, no te preocupes. —Ron la consolaba y al mismo tiempo se consolaba a sí mismo. Se inclinó sobre Hermione y le besó la frente.
Jade durmió con ella, porque Snape le había dejado, pero los chicos volverían a sus habitaciones; podrían verla al día siguiente, aunque ese no era el plan que tenían.
El sábado, la noticia de otro ataque, ya había recorrido hasta el último rincón del castillo. Harry y Ron le habían comentado a Jade que esa noche irían a visitar a Hagrid y averiguar de una vez quien era el responsable de todo esto. Jade se pasaría la tarde con Hermione, leyéndole y hablándole.
Sin darse cuenta ya era la hora de cenar, pero Jade no quería irse de allí y dejar a Hermione sola, pero había dos personas que no la dejarían que se quedara sin cena. Fred y George entraban sigilosamente a la enfermería para que la enfermera no los tirara (tenían un largo historial de desastres en la enfermería).
—¿Qué haces aquí? —preguntó Fred a Jade y ésta lo miró divertida.
—Es obvio… —dijo señalando a Hermione.
—No nos referimos a eso… es hora de cenar. —George se acercó a ella para empujarla fuera de la enfermería— Vamos, Hermione se puede apañar sola unas horas.
—Pero…
No le dio tiempo a protestar, porque ya estaban fuera de la enfermería. Bajaban las escaleras, cada uno a un lado de ella, para que no escapara. Llegaron a la entrada y habían tardado más de lo que esperaban, Jade iba cabizbaja y arrastrando los pies. Se tuvieron que esperar a que un grupo de Slytherin pasara y les dejaran paso. Caminaban muy lentos y eso los desesperó. Jade se dio cuenta de que Pansy iba en ese grupo y parecía que todos le prestaban atención, algo importante decía.
—Pues sí, han atacado a esa sangre sucia de Granger… y todavía no me explico cómo sólo pudo acabar petrificada. —Hizo un gesto de asco y miró a su alrededor para comprobar que los demás opinaban como ella.
Jade se quedó petrificada de verdad, pero no hacía falta que ningún monstruo la atacara, el monstruo lo tenía delante con forma de chica. Se acercó rápidamente a Pansy, pasando entre sus amigos y entrando al Gran Comedor donde estaba todo el mundo cenando ya, y cuando la tuvo delante levantó el puño derecho y con toda la potencia que pudo… le golpeó la cara. El golpe la hizo caer de espaldas al suelo mientras su nariz comenzaba a sangrar. Se llevó una mano a donde salía tanta sangre y levantó la mirada hacia Jade confundida.
—Te lo avisé… no vuelvas a llamar así a nadie y menos a mi amiga —repitió Jade mientras se frotaba la mano, había dolido el puñetazo.
—Genial… —dijeron los gemelos a la vez con una sonrisa en la cara.
Todos se habían quedado con la boca abierta, nadie se lo esperaba y menos siendo dos de la misma casa. Los profesores reaccionaron un poco tarde, también por la sorpresa. Snape fue el primero en levantarse y seguidamente McGonagall. Dumbledore se había puesto de pie y observaba a Snape. McGonagall llevó a Pansy a la enfermería y antes de salir miró a Jade.
—Está usted castigada, señorita. —Se volvió a girar antes de seguir andando— No me esperaba esto de usted. —Jade no agachó la cabeza, sabía que Pansy se lo merecía.
La profesora desapareció con Pansy por la entrada.
—Ven conmigo —Snape le cogió por el brazo y la sacó de allí.
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Quiero informar de un GRAN fallo técnico. Antes subí el capitulo 7 como si fuese el capítulo 6, comiendome con papas fritas UN CAPÍTULO DE LOS MÁS IMPORTANTES PARA LA HISTORIA. Así que leeros el capítulo ya corregido, que es este:
Capítulo 6. Adiós, Harry.
Capítulo 6. Adiós, Harry.
Después del encuentro con Pansy en el comedor, su padre se la llevó a su despacho y la sentó en la silla delante de su escritorio.
—¿Qué te ha llevado a hacer eso? No puedes ir agrediendo a la gente así porque sí…
—¡Llamó sangre sucia a mi mejor amiga! Sí, se merecía eso y mucho más.
Snape se quedó callado. En realidad tenía un poco de razón, pero no podía actuar así.
—Jade, entiendo que te enfadaras ante su comentario, pero tengo que castigarte por tu reacción. —La miró fijamente—. No jugarás el último partido de quidditch. —Jade hizo intención de quejarse pero él continuó—. Además ayudarás a la señora Sprout con las mandrágoras todos los viernes por la tarde.
—¿Por qué me castigas con el quidditch? ¡No es justo! —Se levantó y salió dando un portazo.
—Mis hermanos ya me han contado… tu numerito en la cena de ayer —dijo Ron después de acomodarse en la cama de Hermione—. Que por cierto, según ellos fue el acontecimiento del año —miró a Harry y sonrieron.
—La verdad es que ahora me siento mejor, pero por eso me han castigado. Mi padre no me dejará jugar el último partido de quidditch —dijo cabizbaja. El último partido lo volvían a jugar Gryffindor contra Slytherin.
—Bueno, en parte es bueno para nosotros. —Harry recibió un cachete cariñoso de Jade—. Pero es un asco…
Los tres suspiraron y se quedaron viendo a Hermione. Jade preguntó si habían averiguado algo y Harry le explicó todo. Lo de las arañas, lo de que se habían llevado a Hagrid a Azkaban y lo de que tampoco era culpable.
—Entonces, seguimos donde estábamos… aunque descartando otro sospechoso.
—Sí. —Harry suspiró mirando a Jade. Éste le agarró la mano a Hermione como pidiéndole ayuda aún estando así y notó algo bajo su mano. Lo sacó y vio que era un trozo de papel arrugado. Los otros dos se acercaron a él y leyeron lo que ponía.
—¡Claro! Un basilisco, por eso sólo tú podías oírlo. Pero entonces, ¿cómo se ha paseado todo este curso por ahí sin ser visto?
—Hermione ya ha respondido a eso —dijo Harry señalando el papel—. Cañerías.
Jade observaba el campo de Quidditch a lo lejos desde el invernadero junto a la profesora Sprout. Cada vez que escuchaba los gritos de las gradas, le daban ganas de salir corriendo para saber qué estaba pasando. Suspiró y siguió con su trabajo. Al menos así ayudaría a Hermione a recuperarse… eso la aliviaba. Ella se encargaba de conseguir las partes necesarias de la mandrágora para poder utilizarlas en la poción curativa. Así fue toda una hora infinita.
Al salir de los invernaderos caminó hacia un lugar concurrido de gente para que la sacara de dudas y, precisamente, vio a sus amigos subir hacia su sala común.
—¡Harry, Ron! Por favor, por favor, decidme quién ha ganado. —Jade los miró con cara de corderito, suplicando una respuesta.
—Hola, Jade —Ron acentuó el saludo y la chica le sonrió pidiendo disculpas.
—Pues… ha ganado de nuevo Gryffindor —dijo Harry inocentemente.
—Jo… eso es porque no estaba yo. —Empezaron a reírse, cuando aparecieron George y Fred.
—¿Por qué siempre nos perdemos lo gracioso? Siempre llegamos tarde. —Fred puso cara de pena, pero Jade lo miraba con una ceja alzada—. Ah, hola princesita venenosa.
—No me llames eso.
—Prefieres señorita Snape. —Los gemelos se reían cuando escucharon una voz carraspear a sus espaldas.
—¿Alguien ha dicho mi nombre? —Los dos chicos se pusieron blancos y se giraron lentamente.
—Déjalos, sólo bromeaban. —Jade le sonrió a su padre y tras recibir una fría mirada de él (aunque familiar y cariñosa en cierta forma) pasó por su lado y siguió su camino.
Los tres se encontraban en la enfermería, acompañando a su amiga. Jade leía un libro de Hermione mientras Ron jugaba una partida de ajedrez mágico contra Harry. Se escuchaban suspiros de vez en cuando, de desesperación, de cansancio, de aburrimiento.
Después de ir a cenar y volver junto a la castaña, Harry y Ron se fueron a su habitación mientras que Jade se quedaba con ella, no tenía sueño. Mientras caminaban oyeron a varios profesores hablando en el pasillo y cuando llegaron a éste se escondieron para escucharlos.
—Ha aparecido otra inscripción en la pared, debajo de la otra. —McGonagall miró a los otros profesores y continuó—. La inscripción dice: Sus huesos reposarán en la cámara por siempre.
—Y… ¿a quién se han llevado? —preguntó la señora Hooch.
—A Ginny Weasley.
Ron no pudo mantenerse en pie al escuchar ese nombre y se dejó caer al lado de Harry. En ese momento apareció Gilderoy Lockhart.
—¿Me he perdido algo? —preguntó el profesor que no tenía ni idea de lo ocurrido.
—Se han llevado a una alumna a la Cámara de los Secretos —contestó Snape—. Ahora tienes tu oportunidad, ¿no decías que sabías dónde estaba la entrada a la cámara?
—¿Yo? —Su cara reflejaba miedo—. Claro… voy a coger lo que necesito y me pondré a ello. —Dicho esto se fue tan rápido como pudo.
En la enfermería Jade dejó el libro que estaba leyendo y se relajó en la silla que estaba al lado de Hermione. Todo estaba en silencio y eso hizo que se distrajese pensando. Como no había nadie en la enfermería empezó a contarle a la Hermione petrificada su momento con Draco, ya no podía contenerlo más, aunque no la escuchara.
—Malfoy me besó. Fue mi primer beso. Sólo fue un segundo pero… —Recordó el momento—. Da igual, voy a olvidarlo. Además, a mí no me gusta Malfoy. Me dejé besar porque… ¿y si el monstruo, el basilisco, me ataca a mí y… muero sin ni siquiera haber besado a un chico? —Ella continuó pensando y poniendo excusas por su reacción en voz alta hasta que se quedó dormida.
Cerca de la puerta alguien escuchaba sus pensamientos. Draco se marchó enfurecido hacia las mazmorras. Pues como si para mí hubiese significado algo, pensaba Malfoy mientras caminaba deprisa. ¡Ni se te ocurra volver a acercarte a ella… jamás!
Harry y Ron volvieron corriendo a la enfermería para decirle a Jade lo que habían oído. Cuando llegaron se acercaron a ella y le tocaron el hombro para que despertara.
—Jade despierta. —La chica abrió los ojos y miró a sus amigos.
—¿Qué pasa? —preguntó adormilada.
—Se han llevado… a Ginny… a la cámara —dijo Ron afectado.
—¡¿Qué? —Se levantó rápidamente al escuchar aquella noticia—. ¡Tenemos que encontrarla!
—Lockhart va intentar bajar.
—Pues iremos con él.
Los tres salieron de la enfermería para buscar al profesor y bajar con él a la Cámara de los Secretos. Llegaron a su despacho, pero encontraron todo lo contrario a lo que esperaban. Gilderoy estaba recogiendo sus cosas para marcharse.
—Pero… ¡¿cómo se atreve a dejarnos tirados? —chilló Harry—. ¡Es un cobarde!
—Mira chiquillo, no voy a morir por…
—Mi hermana está ahí abajo —dijo Ron mirando con rabia al profesor.
—Usted viene con nosotros, quiera o no —sentenció Harry. Apuntaron a Lockhart con la varita para que los acompañara y lo sacaron del despacho.
—¿Cómo vamos a encontrar la entrada a tiempo? —preguntó el pelirrojo con impaciencia. Caminaban por los pasillos hacia el baño—. Podría mostrarse ante nosotros… —Ese comentario hizo que Jade recordara el día de su cumpleaños.
—¡Pues claro! Ahora vuelvo. —La chica salió corriendo hacia las mazmorras.
Corrió lo más rápido que pudo y entró jadeando a la sala común. Ni siquiera miró quien había y chocó contra alguien que estaba de espaldas.
—¡Mira por dónde vas! —Se dio la vuelta—. Ah, eres tú —dijo con desprecio. Recuerda Draco, no te acerques a ella. Pero no pasará nada si la molesto…
Jade no dijo nada, no tenía tiempo, la vida de Ginny corría peligro. Subió a su habitación y abrió la puerta de golpe. Pansy se asustó al ver a su agresora, abrió los ojos desmesuradamente y se puso a temblar. Prince ni la miró, fue directa a su baúl y lo vació en busca de la poción que su padre le regaló. Encontró el calcetín donde lo guardó y sacó un frasco donde se leía: Poción Reveladora, los lugares ocultos se descubrirán a tu paso. Sin demorarse más se fue y bajó de nuevo a la sala común.
—¿A que viene tanta prisa? —preguntó Draco mientras le impedía el paso.
—Déjame Malfoy, ahora no tengo tiempo para tonterías.
Este comentario enfureció más al chico. Vio el frasco que llevaba en la mano y con un movimiento rápido se lo quitó.
—¿Qué es esto? —dijo mientras levantaba el frasco.
—Por favor, Mal… Draco, devuélvemelo. —Lo miró con la cara más triste que pudo poner—. Por favor…
—No me vas a convencer —dijo mientras se llevaba la mano con el frasco a la espalda—. Tal vez ese truco te sirva con Potter, pero no conmigo.
Jade empezó a impacientarse y se tiró a coger el frasco a la fuerza, pero no consiguió nada. Se separó y echó mano a la varita.
—¡Accio poción! —El frasco salió volando hasta las manos de la chica. Antes de que Draco pudiera hacer nada, se dirigió a la puerta y, sin mirar atrás, se fue.
Llegó por fin al baño donde la esperaban Harry, Ron y el profesor Lockhart.
—Con esto podremos encontrar la entrada —dijo enseñándoles el frasco—. Me lo tomaré y me pasearé para encontrar la puerta. —Jade se bebió toda la poción y esperó a que hiciera efecto. Unos segundos después vio como se abría un hueco donde estaban los grifos del baño—. No puede ser. —Se acercó—. Harry, está aquí. Intenta abrirla mientras yo voy a avisar a Dumbledore, ya os alcanzaré.
—Bien, pero ten cuidado —contestó Harry mientras se preparaba para abrir la entrada.
Recorrió el castillo hasta llegar al despacho del director. Mientras iba observó varias puertas ocultas que aparecían gracias a la poción, no les prestó atención y siguió su camino hasta llegar al despacho. En ese momento escuchó a Filch hablar con Hooch, le contaba que Dumbledore había sido echado del castillo por algo que hizo Lucius Malfoy. Jade decidió escribir una nota que dejó en el escritorio del director y regresó al baño.
Al llegar se tiró por el hueco del suelo y alcanzó a los chicos.
—Han echado a Dumbledore. Le he dejado una nota. —La chica informó a sus amigos, que se sorprendieron por la noticia.
—Deberíamos esperar a que alguien venga —se quejó Lockhart que estaba muerto de miedo.
—No, no tenemos tiempo. —Ron siguió caminando hasta que se encontró una piel de serpiente—. Mirad, al final sí era un basilisco.
—Vaya, es enorme. —Jade miraba la piel que mediría unos siete metros. En ese momento oyó como alguien caía al suelo al lado de Ron.
—Lockhart se ha desmayado. —Ron soltó un bufido. Pero el profesor aprovechó ese descuido del chico y le quitó la varita. Lo apuntó con ella mientras que Harry y Jade levantaron también sus varitas al mismo tiempo.
—Si hacéis algo lo desmemorizo. Soy experto en ese hechizo, lo utilicé para borrar la memoria de los magos que escribieron "mis" libros. —Sin más pronunció ¡Obliviate! , pero la varita produjo una pequeña explosión que hizo que Harry y Jade se lanzaran a un lado para evitar las rocas que empezaron a desprenderse del techo. Cuando miraron a su alrededor vieron una pared de rocas que les impedía volver.
—¿Jade, estás bien? —Se acercó a ella para ayudarla a levantarse—. ¡Ron! ¡Ron!
—Estoy aquí Harry, estoy bien. —Se escuchó detrás de la pared de piedras—. Pero Lockhart no, el hechizo se volvió contra él.
—No podremos mover estas piedras. Iremos nosotros, tú intenta quitarlas para que podamos regresar.
—Vale. Tened cuidado.
Harry y Jade continuaron hasta que por fin llegaron a la Cámara. Era una sala poco iluminada donde había un pasillo con columnas. A lo lejos pudieron divisar una figura tumbada al final del pasillo. Corrieron con las varitas en alto y llegaron al cuerpo desmayado de Ginny Weasley.
—Ginny. Despierta Ginny. —Ambos se habían inclinado al lado de la chica y el moreno intentaba despertarla.
—Harry, está muy fría —murmuró Jade que temía que hubieran llegado tarde.
—No despertará. —Una voz interrumpió a los chicos.
Ambos se levantaron de un salto y se quedaron mirando al muchacho que tenían delante.
—Tom… ¿Tom Riddle? —Harry reconoció al chico.
—¿Qué? —Jade miró a su amigo—. ¿El chico de tu diario? —Harry y Tom asintieron.
—¿Cómo que no despertará? ¿No estará…? —El chico no quería decirlo.
—No, aún sigue con vida —contestó Riddle—, pero por poco tiempo.
—¿Eres un fantasma? —preguntó Jade temblorosa por las palabras del chico.
—Soy un recuerdo —contestó mirándola.
—Vamos Jade, tenemos que salir de aquí. El basilisco podría… —Pero fue interrumpido por Riddle.
—No vendrá si no es llamado. —Harry buscó su varita pero la encontró en la mano del chico.
—Dame mi varita Tom. —Jade levantó la suya instintivamente hacia Riddle.
Tom no le devolvió la varita a Harry e ignoró a Jade. Tenía una sonrisa dibujada en la cara mientras lo miraba.
—Tenía ganas de hablar contigo Harry Potter. —Éste lo miró desconcertado—. Quería preguntarte, ¿cómo un bebé sin talento mágico extraordinario pudo derrotar al mago más poderoso del mundo?
—¿Y eso por qué te preocupa? —intervino Jade—. Voldemort es posterior a ti.
—Voldemort es… —Se giró hacia la chica— mi pasado, presente y futuro.
Levantó la varita y empezó a escribir en el aire: TOM MARVOLO RIDDLE. La agitó y las letras cambiaron de sitio dejando ver otro nombre: SOY LORD VOLDEMORT.
—Tú… —Jade no salía de su asombro al igual que Harry.
—Ginny Weasley fue la que abrió la Cámara de los Secretos y mandó matar a los sangre sucia. —Riddle seguía sonriendo—. Claro que ella no sabía lo que hacía. Estaba como en una especie de trance. Ahora yo volveré, ¡el hechicero más poderoso del mundo regresará con más vida que nunca!
—No. —Harry lo miraba con rabia—. Albus Dumbledore es el hechicero más grande del mundo.
—Dumbledore ha sido expulsado del castillo gracias a mi simple recuerdo.
—No está tan lejos como crees… —En ese momento vieron como aparecía el fénix que Dumbledore tenía en su despacho, Fawkes. El pájaro dejó caer en manos de Harry el Sombrero Seleccionador y dejó de cantar.
—Esto es lo que envía Dumbledore a su defensor: un pájaro cantor y un sombrero ajado. —Rió pero calló al instante y miró a los ojos a su oponente—. Ahora enfrentemos los poderes de Lord Voldemort, heredero de Salazar Slytherin, contra el famoso Harry Potter. —Riddle se giró y llamó al basilisco que salió de la estatua de Salazar Slytherin.
Jade no había podido hacer nada hasta ahora y no reaccionaba. Harry la cogió del brazo y salió corriendo hacia el pasillo. En ese momento ella se hizo consciente de la situación y se giró para lanzar un hechizo a la serpiente, pero antes de lanzarlo miró esos ojos amarillos que a tantos había atemorizado. Lo más sorprendente fue que… no pasó nada y logró lanzar un hechizo que hizo estremecer al basilisco. El fénix aprovechó para picotear los ojos a la serpiente y Harry pudo mirar al monstruo. El mago miró extrañado a Jade pero en ese instante la serpiente se lanzaba hacia ellos haciendo que Harry cayera de espaldas y la chica saliera despedida hacia una de las columnas haciendo que sus costillas fueran golpeadas contra la piedra. Se incorporó como pudo y vio como Harry se levantaba y salía corriendo con el basilisco detrás de él.
—¡Saca a Ginny! —le ordenó a Jade que sin pensarlo corrió hacia la chica mientras se sujetaba el costado por el dolor.
—¡Enervate! —Pero la joven maga no respondía—. Vamos Ginny… tenemos que salir de aquí. —Intentó cargar con ella pero el dolor no la dejó.
Harry logró despistar a la serpiente y volvió a la sala donde estaban las chicas. Al ver que no habían conseguido salir se apresuró para ayudar a Jade a sacar a Ginny de allí. En ese preciso instante en el que Harry se inclinó para coger a la hermana de Ron, apareció de nuevo el basilisco. El chico pudo ver como aparecía una espada dentro del sombrero, saltó por encima de Ginny, sacó la espada de Godric Gryffindor y la empuñó. Jade se tiró encima del cuerpo de la chica para protegerla del ataque del basilisco y Harry atacó al monstruo para alejarlo de ellas. Logró subirse a la estatua de donde había salido la criatura para así poder atacar mejor. Esquivó varios golpes mientras intentaba malherir al animal, pero lo único que logró fue que la espada se le escapara de las manos y quedara indefenso.
Jade había presenciado la lucha aterrada y le invadió una sensación de pánico al ver a Harry desprotegido. Vio como la serpiente se lanzaba para matarlo.
—¡Para! —chilló Jade en una reacción involuntaria. El basilisco pareció detenerse por unos segundos.
—¡Acaba con él! —El recuerdo de Riddle dio un paso al frente desesperado por la vacilación del monstruo.
Harry aprovechó esos segundos de titubeo del basilisco para coger la espada y clavársela en la boca. Este hecho hizo que un colmillo se le incrustara en el brazo y el veneno entrara en su cuerpo. La serpiente cayó muerta a los pies de su dueño.
—¡No! —gritó el joven Voldemort al ver al monstruo derrumbado.
Harry bajó hasta donde estaban las chicas mientras se sujetaba el brazo herido.
—Vamos Ginny, tienes que despertarte… —El moreno se arrodilló junto a su amiga.
—El daño que puede causar un simple diario en manos de una necia y ridícula chiquilla. —Observó como Potter se arrancaba el colmillo y hacía muecas de dolor.
—Harry —los ojos de Jade empezaban a humedecerse—, el veneno del basilisco es…
—Mortal —continuó Riddle sonriendo—. Estás muerto Potter, me voy a sentar aquí hasta que te mueras. No tengo prisa.
Pero Harry se había quedado pensando en el diario. Lo cogió y levantando la mirada para clavar los ojos en Voldemort incrustó el colmillo en medio del diario.
—¿Qué haces? Para, ¡no! —Empezó a salir una especie de tinta oscura que parecía sangre y el recuerdo de Tom Riddle desapareció tras un grito desgarrador.
Ginny despertó justo después de destruir el diario y se quedó mirando a sus amigos.
—Jade. Harry. Yo no quería… fue Riddle… él me obligó.
—Lo sabemos no te preocupes, todo a acabado ya —la consoló el chico.
—Harry —dijo Jade entre sollozos—, ¿qué hacemos? —preguntó mientras miraba su brazo y la mancha negra que se extendía alrededor de su herida.
—Coge a Ginny y sal de aquí. Debe ir a la enfermería.
—Pero… ¡¿y tú qué? —Jade le gritó enfurecida—. ¿Piensas que te vamos a dejar aquí… sólo… muriéndote?
—¿Qué? —Ginny se alarmó y se puso más pálida de lo que estaba.
—¡He dicho que os marchéis! —Las palabras de Harry hicieron que Ginny rompiera a llorar.
—Pero…
—No, Jade, aquí nos despedimos. —Una lágrima resbaló por la mejilla de la chica. Se secó las lágrimas e ignorando el dolor de su costado, se arrojó a los brazos de su amigo. Esta vez Harry no tuvo ningún pudor en abrazarla y la estrechó más a él.
—Harry, eres muy valiente. —Le miró a los ojos y ya no hicieron falta las palabras.
—Lo siento, Jade —Harry no pudo evitar derramar algunas lágrimas—. Has demostrado que nuestras casas no nos definen. Me alegra haberte conocido.
—No, Harry no…
—Tranquila Ginny. Todo irá bien.
Jade cogió a Ginny de la mano y caminaron hacia la salida de la cámara. Se giró para mirar a Harry por última vez.
—Adiós… Harry.
Ron no quería creer lo que le contaban las chicas y después de insistirle de que no había otra solución, regresaron al castillo. Era hora de desayunar y los tres entraron en silencio y con la cabeza gacha al Gran Comedor donde se dirigieron directamente a la mesa de los profesores para contarles lo sucedido. Jade consiguió sacar fuerzas y describió paso por paso lo ocurrido en la cámara. Mientras, el salón se iba llenando de alumnos que despertaban hambrientos.
—No pude hacer nada… —Jade había empezado a sollozar—. Yo… lo intenté pero…
—Tranquila —la profesora McGonagall abrazó a la chica para consolarla.
Todos miraban a la chica llorar desconsolada y murmuraban entre ellos. Pero en ese momento las puertas del Gran Comedor se abrieron dejando paso a un joven que buscó con la mirada a sus amigos. Harry vio a Jade que lo miraba desconcertada y él le sonrió mientras caminaba hacia ella. La morena corrió para encontrarse con él y sumirse en un abrazo muy diferente al otro, este estaba cargado de alegría y no de tristeza.
—Como… No puede ser, ¿estás bien? —Jade preguntaba mientras que Harry abrazaba a Ron y a Ginny.
—Estoy perfectamente —contestó sonriendo—. Fawkes apareció y lloró lágrimas sobre mi herida.
—Las lágrimas de fénix son curativas —aclaró Snape que se había acercado a ellos.
Jade volvió a abrazar al chico y se sentaron a desayunar. Tenían mucha hambre, esa noche había sido muy larga.
Pasaron los días y Dumbledore regresó al castillo. Al parecer Lucius Malfoy había sobornado a algunos magos para que lo echaran. Hagrid había salido de Azkaban, Gilderoy Lockhart fue llevado a San Mungo y Jade se recuperó rápidamente con los cuidados de la señora Pomfrey.
Harry, Ron y Jade caminaban por el castillo en lo que sería su última semana en Hogwarts, el curso casi había llegado a su fin.
—Lucius Malfoy fue el que le dio el diario a Ginny —comentaba Harry— aquel día en Flourish y Blotts.
—¿Tú crees? —Jade escuchaba atenta—. Tal vez no sabía que era —los chicos la miraron incrédulos—. Vale, vale, no me miréis así.
—Jade, intentó atacarme cuando lo descubrí y liberé a Dobby. Si no llega a ser por él…
—¿Quién es Dobby? —la chica lo miró extrañada.
—Era el elfo doméstico de los Malfoy. Fue el que no nos dejó pasar en la estación, el que me lanzó la bludger… —Harry enumeró todo lo que le había echo pasar el elfo durante ese año.
—Que bien que lo liberases, seguro que ahora será feliz. —No pudo continuar porque una chica castaña había aparecido frente a ellos.
—¡¿Hermione? —gritaron los tres amigos a la vez mientras se abalanzaban sobre ella para abrazarla.
—Me he enterado de todo lo ocurrid. —La castaña sonreía por poder ver otra vez a sus amigos—. Pudisteis resolverlo.
—No lo hubiéramos hecho sin ti.
—Por cierto, gracias Jade. Me han dicho que ayudaste a crear la poción curativa.
—Bueno, en realidad me castigaron a hacer eso por el golpe que le di a Pansy.
—¿Ah, si? ¿Y por qué hiciste eso?
—Pues… te insultó delante de mí. La muy arpía.
Los cuatro amigos se sentaron en el primer vagón libre que encontraron, regresaban a sus casas. Ese verano Jade iba a pasarlo junto a Hermione. Snape le había dado permiso y los Granger estaban encantados de tener como invitada a la mejor amiga de su hija. Se acomodaron en el compartimiento y sonrieron por estar todos juntos, y a salvo.
Hermione discutía con Ron por algo que dijo el chico sobre los elfos domésticos que no le gustó nada. Harry aprovechó y se sentó al lado de Jade.
—Quería preguntarte… —El chico la miró, ella ya sabía que le iba a preguntar—. ¿Por qué no te ocurrió nada cuando miraste al basilisco a los ojos?
—La verdad es que ni yo lo sé. Pensé en preguntarle a mi padre pero… no tuve oportunidad.
Hablaron de lo que pensaban hacer ese verano y de otros muchos temas más, hasta que llegaron a la estación. Bajaron del tren y Ron se despidió mientras se iba con su familia. Harry vio a sus tíos acompañados de su primo.
—¿Esa es tu familia? —le preguntó Jade. Él asintió—. Preséntamela. —Harry la miró como si estuviera loca, pero la chica ya se dirigía hacia ellos.
Los Dursley se giraron al ver a su sobrino y miraron a su acompañante.
—Hola, soy Jade Prince —saludó ella mientras extendía su mano, pero no le devolvieron el gesto—. Amiga de Harry.
—Hola —saludaron secamente los tíos de Harry. Dudley no había dicho nada, se dedicaba a mirar a la chica que tenía delante. ¿Cómo puede ser amiga de Harry?
—Tú debes de ser su primo Dudley. —La chica se giró hacia esos ojos que no dejaban de mirarla. Sólo asintió, las palabras no querían salir de su boca—. Encantada de conocerles. —Miró a Harry que no había dicho nada—. Adiós Harry, Hermione me espera —besó la mejilla del chico y se marchó.
Hermione la llamaba con la mano y Jade corrió hacia ella esquivando a la gente que seguía bajando del tren. Su amiga desaparecía entre ellos para aparecer de nuevo. Jade pasó corriendo por detrás de un grupo de alumnos mayores que acababa de pisar la estación. Entonces chocó contra alguien que parecía que se había rezagado del grupo. Cayó de espaldas y miró a esa persona entre enfadada y confusa. Era un chico, bueno, era un chico guapísimo y le ofrecía la mano para ayudarla a ponerse en pie. Ella se dejó ayudar sin pensarlo y no dejó de mirarlo mientras hablaba.
—Lo siento, no te había visto —le dijo el chico con una sonrisa.
—No pa-pasa… nada —fue la primera vez que tartamudeaba y le resultó raro. Normalmente eran los demás los que tartamudeaban delante de ella.
Hermione empezó a llamarla por su nombre y casi gritaba. Jade despertó de su ensoñación y después de sonreírle una vez más, corrió hasta donde estaba su amiga. Saludó a sus padres y salieron de la estación hacia el coche. Ya allí, junto a su amiga, se olvidó del chico para disfrutar de su primer verano fuera de casa.
Última edición por Srita Aly. el Sáb 02 Jun 2012, 11:55 am, editado 1 vez
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Nueva lectora!!!! , Siguela!! , me ha atrapado TAANTO esta novela!! , Siguela!
Invitado
Invitado
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
JustDaniaSmiley escribió:Nueva lectora!!!! , Siguela!! , me ha atrapado TAANTO esta novela!! , Siguela!
Que alegría! Ya decía "es fea, no le va a gustar a nadie xD"
Claro que la seguiré!
PD: Me llamo Alicia, pero llamame Aly, Al, A, Alyssa, Ali....bueno tienes variedad....xDD
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
hay me encantoooooooooooooooooooooooooooo todo.
me encanta esta nove es genial...
siguela *_________*
me encanta esta nove es genial...
siguela *_________*
Bradley.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
la parte de Cedric me dejo sjhdhjsbdhsdhjhdjs :') :love:
Bradley.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Εlιαחα Sץкєs Hσяαח {} escribió:la parte de Cedric me dejo sjhdhjsbdhsdhjhdjs :') :love:
Que bien que te gustara!
Ahora mismo subo capi :)
Call me Aly.
Re: We Found a Darkest Love||Draco Malfoy y tú||
Aclaraciones: Quieros explicar por qué Jade parece un poco MarySue. La cosa es que cuando empezé la historia no estába del todo concienciada con todo eso de las MarySue, ni los GarySue, ni el OoC, ni nada. Fue a raíz de una pequeña crítica que me hicieron sobre, precisamente, esto. Decidí que a partir de ese momento desviaría mi personaje por otro camino, sin cambiar sus primeros años, sólo para ver un cambio también en ella (y llevando un OC libre de acusaciones). Así que, tranquilos, vuestra Jade evoluciona a mejor, sólo tenéis que aguantar unos cuantos capítulos en los que... no es precisamente del montón ^^.
Os aseguro que conforme pasan los años, será más emocionante e interesante la historia, contando también que cada vez conozco mejor todo este mundillo de la novela.
Os aseguro que conforme pasan los años, será más emocionante e interesante la historia, contando también que cada vez conozco mejor todo este mundillo de la novela.
Call me Aly.
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