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Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
Soy nueva Lectora
Porfavor sube otro cap!!!!!!! Y bueno me Presento soy Estefany y sere otra lectora tuya :D
Siguela me encanta :D
Te Pasarias Por Mis Noves (Links en la Firma)
Porfavor sube otro cap!!!!!!! Y bueno me Presento soy Estefany y sere otra lectora tuya :D
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Mrs.JonasPotatoe
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
Perfect Wife: Capitulo 3
No tardaron mucho en deshacer el equipaje. Harry ocupó los dos cajones inferiores de la cómoda y el lado izquierdo del armario.
______ se quedó con los dos cajones superiores y con el lado derecho. Resultaba extrañamente íntimo ver la ropa de los dos colgando en el interior.
—Menos mal que me dijiste que preparara un equipaje informal —dijo ella, mientras colocaba unos vaqueros en el cajón.
—¿Por qué?
—Porque si esto hubiera sido más formal, no habría podido traer la clase de ropa que sin duda utilizaría la esposa de Harry Styles.
Harry se sentó en el borde de la cama y le sonrió.
—¿Y qué ropa crees que utilizaría mi mujer?
______ se encogió de hombros, deseando que se levantara de la cama, deseando que no fuera tan atractivo. Toda aquella situación resultaba obscena mente íntima, y lamentaba haber aceptado formar parte de ella.
—Seda —contestó—. Mucha seda, trajes de moda y vestidos vaporosos. Estoy segura de que tu mujer sería muy elegante y seguiría la última moda.
—Me alegra que puedas imaginarte a mi mujer con tanta facilidad. Yo no puedo, desde luego —Harry se levantó y fue hasta la ventana—. Nunca he deseado una esposa, y aún no he encontrado a ninguna mujer que me haya hecho cambiar de opi¬nión.
—¿De qué tienes tanto miedo? —______ formuló la pregunta sin pensárselo dos veces.
Harry se volvió a mirarla con expresión divertida.
—Qué típicamente femenino decir eso. Solo por¬que no quiero casarme asumes que tengo miedo al compromiso, o que temo la intimidad, o que hay al¬guna otra explicación seudo psicoanalítica.
—Tienes razón. Te estaba concediendo el benefi¬cio de la duda. La verdad es que probablemente eres demasiado egoísta y estás demasiado centrado en ti mismo como para querer compartir tu vida con al¬guien —______ se cubrió la mano con la boca, horro¬rizada por lo que acababa de decir.
Harry se quedó mirándola y su boca esbozó una media sonrisa.
—Probablemente esa sea la valoración de mi ca¬rácter más sincera que me han hecho nunca.
—Yo... lo siento, pero me había enfadado.
Harry alzó una mano.
—No lo estropees disculpándote, por favor —su sonrisa se ensanchó—. Y eres muy buena juzgando el carácter de las personas. Soy egoísta y egocéntrico. También soy testarudo y difícil, así que no puede decirse que tenga una personalidad muy adecuada para el matrimonio.
—Si Brody pudiera oírte ahora...
—Menos mal que no puede —Harry miró a ______ con gesto especulativo—. Supongo que eres una de esas románticas incorregibles que solo se sienten completas compartiendo su vida con un hombre.
—Al contrario. No necesito un hombre para que colme mi vida —______ siempre había creído que su felicidad dependía de sí misma. No vivía esperando a que un hombre la completara—. Sin embargo, con el tiempo sí me gustaría compartir mi vida con al¬guien.
Apartó la mirada de Harry, recordando todas las noches que había soñado estar entre los brazos de alguien, sintiendo el calor de otro cuerpo junto al suyo. Algún día no muy lejano esperaba compartir sus días y sus noches, sus sueños y sus decepciones con algún hombre especial.
—No me preocuparía estar sola el resto de mi vida, pero no es lo que yo elegiría.
—Pues yo sí —replicó Harry.
______ rió.
—Oh, Harry, tú nunca estás solo. Pasas de una mu¬jer a otra sin apenas respiro.
Él la miró, sorprendido.
—Pero siempre me siento solo —frunció el ceño mientras se pasaba una mano por el pelo—. Vamos a dar una vuelta por el rancho —su tono impaciente hizo saber a ______ que había tocado un tema deli¬cado—. Estoy seguro de que a Brody no le importará que echemos un vistazo hasta la hora de la cena.
______ asintió. Estaba deseando salir de los es¬trechos confines del dormitorio. Además, la conver¬sación le había afectado. Había hablado en serio, pero lo cierto era que la idea de entregar su corazón a otra persona le daba bastante miedo. Lo había he¬cho una vez y salió escaldada. No volvería a hacerlo con facilidad.
Bajaron las escaleras y salieron al porche.
—¿Hacia dónde vamos? ¿A la derecha o a la iz¬quierda? —preguntó Harry, señalando.
—Me da igual.
Harry sonrió.
—Siempre dejo que mi esposa tome las decisio¬nes.
______ le devolvió la sonrisa, ladeando la ca¬beza.
—Supongo que solo si las decisiones son tan in¬significantes como esta.
Harry rió.
—¿Cómo es que nunca muestras tanto ingenio en la oficina?
—Porque no tengo tiempo. Me mantienes bastante ocupada —______ quiso añadir que lo que más tiempo le quitaba era encargarse de sus asuntos per¬sonales, que le gustaría que se buscara una esposa de verdad para ocuparse de aquellos deberes, de ma¬nera que ella pudiera centrarse en su carrera de pu¬blicista. Pero mantuvo la boca cerrada, pues no que¬ría empezar aquella larga semana metiendo la pata.
Se encaminaron hacia el gran corral que se ha¬llaba junto al establo, donde había varios caballos.
—¿Te gustan los caballos? —preguntó Harry mien¬tras se apoyaban contra la valla para observar a los animales.
—Sí, supongo. Lo cierto es que no lo sé. Nunca he estado cerca de ellos —contestó ______.
—Supongo que Brody logrará que cabalguemos como auténticos vaqueros para cuando acabe la se¬mana.
—Mencionaste que Brody compró este rancho hace poco, ¿no?
—Sí. Hace unos tres meses. Al parecer, se produjo algún tipo de escándalo y la dueña anterior, Rachel Emery, quiso irse de Montana. Brody lo compró a precio de ganga, y ahora está viviendo su sueño de ser un auténtico vaquero.
______ rió.
—Parece un hombre muy agradable —dijo, mien¬tras caminaban hacia los establos.
—Es un gran tipo —asintió Harry—. Es tal y como nuestra agencia lo ha promocionado: un poco anti¬cuado, pero un hombre honrado y con altos valores morales.
______ frunció el ceño, sintiendo una repentina ansiedad en la boca del estómago.
—Me siento mal engañándolo con esta farsa de matrimonio.
—Lo sé, pero no te preocupes demasiado. No esta¬mos haciendo daño a nadie y los dos vamos a bene¬ficiarnos de ello. Brody nunca notará la diferencia, así que no hay problema.
______ asintió. Harry tenía razón. Había aceptado participar en aquella locura y ya no podía echarse atrás.
—Vamos —dijo Harry, tomándola con ligereza por el brazo—. Todo irá bien —la luz que brilló en sus ojos verdes hizo que cualquier cosa pareciera posible. Sonrió picaramente—. ¿Has explorado alguna vez un establo?
______ suspiró, preguntándose si habría alguna mujer capaz de decirle «no» a aquel hombre. Por sus venas corría el encanto de los picaros, y tenía la sensación de que podría convencer a cualquier mu¬jer de que el cielo era verde, si se lo proponía.
El interior del establo estaba tenuemente ilumi¬nado, y olía a heno, a cuero y a animales. No era un olor desagradable, aunque era la primera vez que ______ lo experimentaba.
Harry la condujo por aquel enorme edificio, mos¬trándole las casillas de los caballos, los cajones lle¬nos de grano y los pesebres. ______ se quedó sor¬prendida ante su conocimiento de todos los utensilios que contenía el establo.
Tras recorrer la planta inferior, Harry tiró de una escalera deslizante y subieron al pajar, donde había apilados fardos de heno del suelo al techo.
—Una vez me llevé una buena tunda por ha¬berme escondido en el pajar para fumar un cigarri¬llo —dijo Harry, mientras se sentaba en uno de los fardoS—. Tenía ocho años, y mi padre me echó una buena regañina porque podía haber incendiado el establo.
______ se sentó en el fardo contiguo.
—No sabía que habías crecido en un rancho —le costaba imaginarlo en un lugar que no fuera la ciu¬dad—. En todo lo que he leído sobre ti no se men¬ciona que te criaras en un rancho.
—Hay algunas cosas sobre mi vida que no son de dominio público —contestó Harry en tono neutro—.Vivimos en un rancho desde que nací hasta que cumplí quince años. Me encantaba. No hay mejor forma de pasar la infancia y la adolescencia que al aire libre y entre animales —sus rasgos se tensaron y la sonrisa desapareció de su rostro cuando conti-nuó—. Desafortunadamente, a mi padre no se le daba muy bien el trabajo del rancho. Cuando cumplí quince años, el banco se quedó con la casa y las tie¬rras.
—Oh, qué triste —______ tuvo que contenerse para no inclinarse hacia él y consolarlo con una caricia.
Harry se encogió de hombros, como si la pérdida no le hubiera importado, aunque ______ sabía que no era así.
—Probablemente fue lo mejor que pudo pasarle a mi padre. Nos fuimos a vivir con su hermano y se puso a trabajar con este en su tintorería. Al parecer, cayó en el lugar adecuado en el momento justo, por¬que dos años después tenían cinco tintorerías y más dinero del que podían gastar.
A pesar de sus palabras, ______ percibió un dolor oculto en su interior, dolor por un hogar perdido, por un traslado forzoso. Por primera vez tuvo la sensa¬ción de que había mucho más tras el playboy y el te¬naz hombre de negocios que había visto hasta en¬tonces en su jefe. Había en él un sorprendente punto vulnerable que resultaba a la vez evocador e inquie¬tante.
Apartó aquella sensación a un lado. No quería pensar en Harry más que como en su jefe, un hom¬bre que le estaba pagando espléndidamente por ha¬cerse pasar por su esposa. Un hombre que, de no ser por aquello, nunca le habría dedicado una segunda mirada.
Harry no sabía por qué le había hablado a ______ del rancho. Era algo que nunca le había dicho a na¬die. Se trataba de un episodio doloroso de su vida que lo había impulsado a tratar de alcanzar el éxito profesional para poder conseguir la clase de invulnerabilidad que se lograba con el dinero y el poder.
Harry observó a ______ mientras caminaban, como si fuera a encontrar en ella el motivo de su atípica revelación.
Tal vez se había debido a que no se parecía nada a las mujeres con las que solía salir. Menos atractiva y vivaz, carecía del revestimiento de sofisticación de las mujeres que solían atraerlo. Sin embargo, ha¬bía algo en ella que lo había hecho abrirse. Tenía una calidez natural que invitaba a las confesiones.
Resultaba extraño, porque él no era nada dado a las confidencias. Sin duda, no volvería a suceder.
—En el trayecto hasta aquí hemos hablado de nuestro matrimonio y de nuestra boda, pero no he¬mos hablado sobre nuestras aficiones —miró a ______ con curiosidad—. ¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre?
—¿Tiempo libre? —______ lo miró como si hu¬biera hablado en otro idioma.
Él sonrió, arrepentido.
—Recuérdame cuando volvamos que no te tenga tantas horas trabajando. Llevo demasiado tiempo haciéndote trabajar de sol a sol.
—No me importa —dijo ______, sinceramente—. Me gusta trabajar para ti... cuando haciéndolo aprendo algo sobre el negocio de la publicidad —se detuvieron al salir del establo—. Es cuando me ocupo de tus asuntos personales cuando tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo —se ruborizó ligeramente—. Preferiría aprender lo que sabes sobre publicidad que tener que ocuparme de enviar rosas a la última de tus amantes —el color de sus mejillas se intensificó, como si la palabra «amante» fuera más que un poco atrevida.
—Las mujeres a las que envío rosas no son siem¬pre mis amantes, ______ —protestó Harry—. A veces son asociadas profesionales, o amigas, o simple¬mente mujeres con las que salgo sin que necesaria¬mente me acueste con ellas.
—Claro —replicó ______ en tono irónico.
De repente, Harry sintió la imperiosa necesidad de que lo creyera.
—Tengo la impresión de que consideras que tengo la moral de un gato callejero, y eso no es cierto.
______ tenía el rostro más expresivo que había visto en su vida. Primero mostró incredulidad y, a continuación, inseguridad y timidez; y mientras Harry contemplaba el desfile de aquellos sentimien¬tos, se fijó en que tenía los ojos castaños. No un cas¬taño ordinario, sino un ámbar dorado que irradiaba una calidez que lo bañó como los rayos del sol.
Una especie de campanilla desafinada sonó a lo lejos, rompiendo la magia del momento. Miró hacia la casa y vio a Brody en el porche, haciendo sonar un gran triángulo metálico.
—Parece que ha llegado la hora de comer —dijo—. Y de volver a ponernos las máscaras de casados.
Mientras caminaban hacia la casa, Harry apartó a un lado aquella momentánea necesidad de con¬vencer a ______ de su sólida fibra moral. No le im¬portaba lo que pensara de él. Era eficiente en su trabajo y había aceptado hacerse pasar por su es¬posa durante una semana. Eso era todo lo que le importaba.
La cena resultó muy agradable. ______ y Harry fueron presentados a las otras dos parejas con las que iban a compartir aquella semana. Los primeros en llegar fueron Trent y Elena Richards, vecinos de los Robinson.
—Trent ha sido mi asesor ranchero desde que lle¬gamos —explicó Brody—. Trabaja con su cuñado y son famosos en la zona por los pura sangre que crían.
Trent era un hombre corpulento y atractivo, y su esposa Elena era una belleza morena que lo miraba con auténtica adoración.
Harry no entendía qué hacían allí. Por su actitud, era evidente que se querían y se entendían muy bien. Llevaban casados dos años y tenían un bebé de dieciocho meses.
La otra pareja, Stan y Edie Watkins, contaron a los demás que llevaban diez años casados. Stan trabajaba como director general de la fábrica de ga¬lletas de Brody en Chicago y Eddie hacía sustitucio¬nes como maestra. No tenían hijos y, por la expresión de Eddie cuando lo dijo, aquel tema era dolo¬roso.
Harry había tratado muy poco con gente casada. Dedicaba casi todo su tiempo al trabajo, a sus citas o a estar solo. Para él resultaba interesante ver a las otras parejas, comprobar la comodidad con que los maridos y sus mujeres se relacionaban.
A pesar de todo, siempre había creído que el ma¬trimonio implicaba entregar partes de uno mismo que nunca se recuperaban. Y él no quería compartir ninguna parte de sí mismo con nadie. El matrimonio podía estar bien para otros, pero no para él.
Después de comer, las cuatro parejas fueron al cuarto de estar a beber algo. Como solía suceder habitualmente en todas las reuniones sociales, no pasó mucho tiempo antes de que las mujeres se reunieran en un grupo y los hombres en otro.
Mientras Stan hacía preguntas relacionadas con la vida en el rancho, Harry vio su atención dividida en¬tre escuchar a los hombres y observar a las mujeres.
______ lo había sorprendido con su facilidad de palabra durante la cena. En la oficina solía ser siempre muy silenciosa, pero esa tarde no había sido así. Había participado en un animado debate sobre política, haciendo reír a los demás con sus ocurren¬cias en varias ocasiones.
Trató de imaginarse a Sheila en una situación si¬milar, pero no pudo. Para Sheila, hablar de política significaba hablar del vestido que había llevado la primera dama en algún acontecimiento social.
Brody le puso una de sus enormes manos en un hombro.
—Te has casado con una mujer estupenda, amigo —dijo, sonriendo—. Siempre he sabido que eras un hombre de negocios hábil, pero debo confesar que tenía mis dudas respecto a tu vida privada. Al pare¬cer, estaba equivocado —frunció el ceño pensativa¬mente—. Lo que no entiendo es por qué en todos los artículos que he leído sobre ti no mencionan nunca a tu mujer.
—A ______ no le gusta ser el foco de atención. Prefiere pasar desapercibida —contestó Harry.
—Es una chica brillante y muy agradable. Eres un hombre afortunado —el rostro de Brody se ilu¬minó mientras miraba a su propia esposa—. Sé muy bien lo que es ser afortunado —volviéndose hacia los demás hombres, añadió—: Ninguno de vosotros será el mismo después de esta semana. Os enrique¬ceréis espiritualmente y os sentiréis más unidos que nunca a vuestras mujeres después de completar el encuentro de matrimonios organizado por mi es¬posa. Y ahora, ¿quién está listo para otra bebida? —preguntó.
—Puedes rellenar la mía —dijo Harry. Tenía la sen¬sación de que iba a necesitarla. Miró a su secretaria. Sin duda, podría simular amarla durante aquellos siete días.
—¿Por qué no salimos al patio? —sugirió Barbara al grupo—. A esta hora hace una temperatura muy agradable fuera —dijo, abriendo las puertas correde¬ras que daban al florido patio.
Mientras salían, la segregación por sexos ter¬minó. Trent se sentó con su esposa junto a una de las mesas. Stan ocupó un pequeño sofá con Edie y Harry se sentó junto a ______ en una mecedora do¬ble.
Barbara tenía razón. Fuera hacía una temperatura muy agradable. La conversación fue sencilla e in¬trascendente, centrada en el tiempo y en las costum¬bres de la vida en el rancho. Poco a poco, Harry sin¬tió que empezaba a relajarse. Y mientras se relajaba se hizo consciente de sensaciones que no había no¬tado antes.
Su pierna estaba apoyada contra la de ______, y podía sentir el calor que el cuerpo de esta irradiaba a través de los vaqueros, mientras su fresco y delicado perfume parecía envolverlo.
—¿Qué tal estás? —preguntó, en voz lo suficiente¬mente baja como para que nadie pudiera oírlos.
—Bien —contestó ______, inclinándose un poco hacia él—. Estoy asombrada con mi capacidad para mentir. Nunca había imaginado que pudiera hacerlo tan bien.
—Sí, voy a tener quaba media doe vigilarte más de cerca cuando volvamos a la oficina —bromeó Harry.
—Ya basta de secretitos al oído, tortolitos —dijo Brody, interrumpiendo su conversación—. Seguro que todos os estáis preguntando qué va a suceder exactamente esta semana. Si creéis que va consistir en disfrutar de la excelente carne de Montana y en pasear por el pintoresco pueblo de Mustang, tenéis razón. Pero va a ser mucho más que eso —pasó un brazo por los hombros de su mujer—. Supongo que este es un buen momento para que Barbara os haga saber lo que vais a hacer.
Barbara sonrió a todos.
—En primer lugar, os prometo que va a ser una experiencia maravillosa para todos. Llevéis casados diez años o diez días, este programa esta diseñado para que profundicéis en vuestra relación y logréis que sea más feliz y completa.
—Creo que lo que más me ha gustado ha sido lo de la carne de Montana —dijo Stan. Los demás rie¬ron mientras Edie le daba un suave codazo en el costado.
Barbara se unió a las risas.
—Sé que puede pareceros un poco inquietante, pero os prometo que cuando acabe la semana seréis perso¬nas diferentes... mejores maridos y mejores esposas.
Harry sintió una punzada en el estómago a causa de la ansiedad. Él no quería convertirse en una per¬sona diferente. Estaba satisfecho con cómo era en aquellos momentos. Y eso era precisamente lo que no le gustaba del matrimonio... Las mujeres espera¬ban que sus compañeros cambiaran.
—Empezaremos a las nueve de la mañana —conti¬nuó Barbara—. Trabajaremos en grupo hasta las doce. Después de comer trabajaré por separado con cada pareja durante una hora —sonrió a Harry y a ______—. Empezaré con vosotros a la una. Tras el tra¬bajo individual, podréis hacer lo que queráis hasta las seis. Después de cenar tendremos otra sesión de grupo de ocho a nueve. Y ese será el programa dia¬rio durante toda la semana —mirando a su alrededor, añadió—: ¿Alguna pregunta?
—Más o menos un millón —contestó Stan—. Pero supongo que si espero a mañana la mayoría queda¬rán contestadas.
Harry quería preguntar si podía echarse atrás, si era demasiado tarde para volver a su casa.
______ rió.
—¿Os habéis fijado en que todas las mujeres esta¬mos deseando empezar y los hombres tienen as¬pecto de querer salir corriendo?
Las parejas se miraron. Era cierto. Los tres hom¬bres se habían movido al borde de sus asientos, como si estuvieran a punto de saltar. Todos rieron, aunque los hombres con un matiz de incomodidad.
Barbara asintió.
—No os preocupéis, amigos, es perfectamente na¬tural. Los hombres siempre son más reacios al cam¬bio. Por encima de todo, son criaturas de costum¬bres —sonrió afectuosamente a su marido—. Incluyendo al mío. Pero creo que Brody podrá ase¬guraros que el curso no es doloroso y que seréis más felices cuando haya acabado.
Brody asintió.
—Os elegí a vosotros para esta semana porque me gustáis. No os considero tan solo asociados profesionales, sino también amigos. Querría que todos disfrutarais de un matrimonio tan feliz como el mío con Barbara. Ella me enseñó a abrirme completamente, y os enseñará a vosotros lo mis¬mo.
Barbara se levantó.
—Ahora voy a retirarme. Estáis en vuestra casa, así que sentíos libres para hacer lo que queráis. Nos veremos por la mañana.
—El desayuno es a las siete y media —dijo Brody, levantándose—. Buenas noches.
Un largo silencio siguió a la marcha de la pareja.
—No sé vosotros —dijo Stan, finalmente—, pero yo estoy aterrorizado.
Edie rió.
—Actúas como si esperaras que Barbara fuera a hacerte una lobotomía.
—Y puede que así sea. Tal vez ese sea su secreto para mejorarnos —replicó Stan, haciendo reír de nuevo a los demás—. Supongo que si mañana vamos a tener un día tan ajetreado, más vale que nos retire¬mos.
Edie asintió y se levantó.
Trent tocó el hombro de su mujer y ambos se le¬vantaron.
—Creo que nosotros también vamos a acostarnos.
Un instante después, Harry y ______ se quedaron solos en el patio.
—Yo no me siento nada cansada —dijo ______, y Harry creyó percibir en su voz un toque de ansiedad. Supuso que se debía a que se acercaba el momento de compartir el dormitorio.
No sabía cómo aplacar su inquietud. Sin duda, ______ ya debía suponer que no iba a intentar nada, pero la idea de pasar la noche en la misma habita¬ción con él debía de ponerla nerviosa.
—Por mucho que lo retrasemos, acabaremos te¬niendo que subir al dormitorio —dijo, con suavidad.
—Lo sé —replicó ______, ligeramente a la defen¬siva—. Solo he comentando que no me sentía can¬sada.
—Me ha parecido que estabas un poco nerviosa. Comprendo que tiene que ser una situación un poco incómoda para ti, porque puede que no hayas pa¬sado nunca la noche con un hombre.
A pesar de la oscuridad, Harry vio que ______ se ruborizaba. Pero cuando lo miró no lo hizo avergon¬zada, sino enfadada.
—¿Y qué te hace pensar que nunca he pasado la noche con un hombre? ¿Qué te hace pensar que no he tenido un amante... o docenas de ellos? —pre¬guntó, con un toque de arrogancia que Harry encon¬tró bastante atractivo.
—Yo... había supuesto...
—¿Has supuesto que porque no soy espectacular¬mente atractiva no he tenido amantes? —interrumpió ______—. ¿Crees que como no soy rubia y no tengo los pechos grandes ningún hombre puede encon¬trarme deseable?
—No... no es eso —dijo Harry, sorprendido por su repentina furia—. No tiene nada que ver con tu as¬pecto —trató de buscar las palabras adecuadas para explicar sus pensamientos—. Yo... Te rodea un halo de inocencia que... he asumido que probablemente carecías de experiencia.
—Es más inteligente preguntar que asumir —dijo ______, rígidamente.
El dudó un momento, sabiendo que no debía pre¬guntar, pero fue incapaz de contenerse.
—Entonces, ¿cuántos amantes has tenido?
______ lo miró a los ojos.
—Eso no es asunto tuyo, Harry Styles —se le¬vantó—. Y ahora, creo que me voy a la cama —sin es¬perar a Harry, se volvió y entró en la casa.
Harry miró cómo se alejaba. Sin duda, había logrado contrariarla. Y ella había logrado ponerlo en su sitio, a la vez que había despertado su curiosidad. Tenía la sensación de que su secretaria ocultaba en su personalidad muchas más cosas de las que se veían a simple vista. Y sospechaba que aquella iba a ser una semana para recordar.
______ se quedó con los dos cajones superiores y con el lado derecho. Resultaba extrañamente íntimo ver la ropa de los dos colgando en el interior.
—Menos mal que me dijiste que preparara un equipaje informal —dijo ella, mientras colocaba unos vaqueros en el cajón.
—¿Por qué?
—Porque si esto hubiera sido más formal, no habría podido traer la clase de ropa que sin duda utilizaría la esposa de Harry Styles.
Harry se sentó en el borde de la cama y le sonrió.
—¿Y qué ropa crees que utilizaría mi mujer?
______ se encogió de hombros, deseando que se levantara de la cama, deseando que no fuera tan atractivo. Toda aquella situación resultaba obscena mente íntima, y lamentaba haber aceptado formar parte de ella.
—Seda —contestó—. Mucha seda, trajes de moda y vestidos vaporosos. Estoy segura de que tu mujer sería muy elegante y seguiría la última moda.
—Me alegra que puedas imaginarte a mi mujer con tanta facilidad. Yo no puedo, desde luego —Harry se levantó y fue hasta la ventana—. Nunca he deseado una esposa, y aún no he encontrado a ninguna mujer que me haya hecho cambiar de opi¬nión.
—¿De qué tienes tanto miedo? —______ formuló la pregunta sin pensárselo dos veces.
Harry se volvió a mirarla con expresión divertida.
—Qué típicamente femenino decir eso. Solo por¬que no quiero casarme asumes que tengo miedo al compromiso, o que temo la intimidad, o que hay al¬guna otra explicación seudo psicoanalítica.
—Tienes razón. Te estaba concediendo el benefi¬cio de la duda. La verdad es que probablemente eres demasiado egoísta y estás demasiado centrado en ti mismo como para querer compartir tu vida con al¬guien —______ se cubrió la mano con la boca, horro¬rizada por lo que acababa de decir.
Harry se quedó mirándola y su boca esbozó una media sonrisa.
—Probablemente esa sea la valoración de mi ca¬rácter más sincera que me han hecho nunca.
—Yo... lo siento, pero me había enfadado.
Harry alzó una mano.
—No lo estropees disculpándote, por favor —su sonrisa se ensanchó—. Y eres muy buena juzgando el carácter de las personas. Soy egoísta y egocéntrico. También soy testarudo y difícil, así que no puede decirse que tenga una personalidad muy adecuada para el matrimonio.
—Si Brody pudiera oírte ahora...
—Menos mal que no puede —Harry miró a ______ con gesto especulativo—. Supongo que eres una de esas románticas incorregibles que solo se sienten completas compartiendo su vida con un hombre.
—Al contrario. No necesito un hombre para que colme mi vida —______ siempre había creído que su felicidad dependía de sí misma. No vivía esperando a que un hombre la completara—. Sin embargo, con el tiempo sí me gustaría compartir mi vida con al¬guien.
Apartó la mirada de Harry, recordando todas las noches que había soñado estar entre los brazos de alguien, sintiendo el calor de otro cuerpo junto al suyo. Algún día no muy lejano esperaba compartir sus días y sus noches, sus sueños y sus decepciones con algún hombre especial.
—No me preocuparía estar sola el resto de mi vida, pero no es lo que yo elegiría.
—Pues yo sí —replicó Harry.
______ rió.
—Oh, Harry, tú nunca estás solo. Pasas de una mu¬jer a otra sin apenas respiro.
Él la miró, sorprendido.
—Pero siempre me siento solo —frunció el ceño mientras se pasaba una mano por el pelo—. Vamos a dar una vuelta por el rancho —su tono impaciente hizo saber a ______ que había tocado un tema deli¬cado—. Estoy seguro de que a Brody no le importará que echemos un vistazo hasta la hora de la cena.
______ asintió. Estaba deseando salir de los es¬trechos confines del dormitorio. Además, la conver¬sación le había afectado. Había hablado en serio, pero lo cierto era que la idea de entregar su corazón a otra persona le daba bastante miedo. Lo había he¬cho una vez y salió escaldada. No volvería a hacerlo con facilidad.
Bajaron las escaleras y salieron al porche.
—¿Hacia dónde vamos? ¿A la derecha o a la iz¬quierda? —preguntó Harry, señalando.
—Me da igual.
Harry sonrió.
—Siempre dejo que mi esposa tome las decisio¬nes.
______ le devolvió la sonrisa, ladeando la ca¬beza.
—Supongo que solo si las decisiones son tan in¬significantes como esta.
Harry rió.
—¿Cómo es que nunca muestras tanto ingenio en la oficina?
—Porque no tengo tiempo. Me mantienes bastante ocupada —______ quiso añadir que lo que más tiempo le quitaba era encargarse de sus asuntos per¬sonales, que le gustaría que se buscara una esposa de verdad para ocuparse de aquellos deberes, de ma¬nera que ella pudiera centrarse en su carrera de pu¬blicista. Pero mantuvo la boca cerrada, pues no que¬ría empezar aquella larga semana metiendo la pata.
Se encaminaron hacia el gran corral que se ha¬llaba junto al establo, donde había varios caballos.
—¿Te gustan los caballos? —preguntó Harry mien¬tras se apoyaban contra la valla para observar a los animales.
—Sí, supongo. Lo cierto es que no lo sé. Nunca he estado cerca de ellos —contestó ______.
—Supongo que Brody logrará que cabalguemos como auténticos vaqueros para cuando acabe la se¬mana.
—Mencionaste que Brody compró este rancho hace poco, ¿no?
—Sí. Hace unos tres meses. Al parecer, se produjo algún tipo de escándalo y la dueña anterior, Rachel Emery, quiso irse de Montana. Brody lo compró a precio de ganga, y ahora está viviendo su sueño de ser un auténtico vaquero.
______ rió.
—Parece un hombre muy agradable —dijo, mien¬tras caminaban hacia los establos.
—Es un gran tipo —asintió Harry—. Es tal y como nuestra agencia lo ha promocionado: un poco anti¬cuado, pero un hombre honrado y con altos valores morales.
______ frunció el ceño, sintiendo una repentina ansiedad en la boca del estómago.
—Me siento mal engañándolo con esta farsa de matrimonio.
—Lo sé, pero no te preocupes demasiado. No esta¬mos haciendo daño a nadie y los dos vamos a bene¬ficiarnos de ello. Brody nunca notará la diferencia, así que no hay problema.
______ asintió. Harry tenía razón. Había aceptado participar en aquella locura y ya no podía echarse atrás.
—Vamos —dijo Harry, tomándola con ligereza por el brazo—. Todo irá bien —la luz que brilló en sus ojos verdes hizo que cualquier cosa pareciera posible. Sonrió picaramente—. ¿Has explorado alguna vez un establo?
______ suspiró, preguntándose si habría alguna mujer capaz de decirle «no» a aquel hombre. Por sus venas corría el encanto de los picaros, y tenía la sensación de que podría convencer a cualquier mu¬jer de que el cielo era verde, si se lo proponía.
El interior del establo estaba tenuemente ilumi¬nado, y olía a heno, a cuero y a animales. No era un olor desagradable, aunque era la primera vez que ______ lo experimentaba.
Harry la condujo por aquel enorme edificio, mos¬trándole las casillas de los caballos, los cajones lle¬nos de grano y los pesebres. ______ se quedó sor¬prendida ante su conocimiento de todos los utensilios que contenía el establo.
Tras recorrer la planta inferior, Harry tiró de una escalera deslizante y subieron al pajar, donde había apilados fardos de heno del suelo al techo.
—Una vez me llevé una buena tunda por ha¬berme escondido en el pajar para fumar un cigarri¬llo —dijo Harry, mientras se sentaba en uno de los fardoS—. Tenía ocho años, y mi padre me echó una buena regañina porque podía haber incendiado el establo.
______ se sentó en el fardo contiguo.
—No sabía que habías crecido en un rancho —le costaba imaginarlo en un lugar que no fuera la ciu¬dad—. En todo lo que he leído sobre ti no se men¬ciona que te criaras en un rancho.
—Hay algunas cosas sobre mi vida que no son de dominio público —contestó Harry en tono neutro—.Vivimos en un rancho desde que nací hasta que cumplí quince años. Me encantaba. No hay mejor forma de pasar la infancia y la adolescencia que al aire libre y entre animales —sus rasgos se tensaron y la sonrisa desapareció de su rostro cuando conti-nuó—. Desafortunadamente, a mi padre no se le daba muy bien el trabajo del rancho. Cuando cumplí quince años, el banco se quedó con la casa y las tie¬rras.
—Oh, qué triste —______ tuvo que contenerse para no inclinarse hacia él y consolarlo con una caricia.
Harry se encogió de hombros, como si la pérdida no le hubiera importado, aunque ______ sabía que no era así.
—Probablemente fue lo mejor que pudo pasarle a mi padre. Nos fuimos a vivir con su hermano y se puso a trabajar con este en su tintorería. Al parecer, cayó en el lugar adecuado en el momento justo, por¬que dos años después tenían cinco tintorerías y más dinero del que podían gastar.
A pesar de sus palabras, ______ percibió un dolor oculto en su interior, dolor por un hogar perdido, por un traslado forzoso. Por primera vez tuvo la sensa¬ción de que había mucho más tras el playboy y el te¬naz hombre de negocios que había visto hasta en¬tonces en su jefe. Había en él un sorprendente punto vulnerable que resultaba a la vez evocador e inquie¬tante.
Apartó aquella sensación a un lado. No quería pensar en Harry más que como en su jefe, un hom¬bre que le estaba pagando espléndidamente por ha¬cerse pasar por su esposa. Un hombre que, de no ser por aquello, nunca le habría dedicado una segunda mirada.
Harry no sabía por qué le había hablado a ______ del rancho. Era algo que nunca le había dicho a na¬die. Se trataba de un episodio doloroso de su vida que lo había impulsado a tratar de alcanzar el éxito profesional para poder conseguir la clase de invulnerabilidad que se lograba con el dinero y el poder.
Harry observó a ______ mientras caminaban, como si fuera a encontrar en ella el motivo de su atípica revelación.
Tal vez se había debido a que no se parecía nada a las mujeres con las que solía salir. Menos atractiva y vivaz, carecía del revestimiento de sofisticación de las mujeres que solían atraerlo. Sin embargo, ha¬bía algo en ella que lo había hecho abrirse. Tenía una calidez natural que invitaba a las confesiones.
Resultaba extraño, porque él no era nada dado a las confidencias. Sin duda, no volvería a suceder.
—En el trayecto hasta aquí hemos hablado de nuestro matrimonio y de nuestra boda, pero no he¬mos hablado sobre nuestras aficiones —miró a ______ con curiosidad—. ¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre?
—¿Tiempo libre? —______ lo miró como si hu¬biera hablado en otro idioma.
Él sonrió, arrepentido.
—Recuérdame cuando volvamos que no te tenga tantas horas trabajando. Llevo demasiado tiempo haciéndote trabajar de sol a sol.
—No me importa —dijo ______, sinceramente—. Me gusta trabajar para ti... cuando haciéndolo aprendo algo sobre el negocio de la publicidad —se detuvieron al salir del establo—. Es cuando me ocupo de tus asuntos personales cuando tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo —se ruborizó ligeramente—. Preferiría aprender lo que sabes sobre publicidad que tener que ocuparme de enviar rosas a la última de tus amantes —el color de sus mejillas se intensificó, como si la palabra «amante» fuera más que un poco atrevida.
—Las mujeres a las que envío rosas no son siem¬pre mis amantes, ______ —protestó Harry—. A veces son asociadas profesionales, o amigas, o simple¬mente mujeres con las que salgo sin que necesaria¬mente me acueste con ellas.
—Claro —replicó ______ en tono irónico.
De repente, Harry sintió la imperiosa necesidad de que lo creyera.
—Tengo la impresión de que consideras que tengo la moral de un gato callejero, y eso no es cierto.
______ tenía el rostro más expresivo que había visto en su vida. Primero mostró incredulidad y, a continuación, inseguridad y timidez; y mientras Harry contemplaba el desfile de aquellos sentimien¬tos, se fijó en que tenía los ojos castaños. No un cas¬taño ordinario, sino un ámbar dorado que irradiaba una calidez que lo bañó como los rayos del sol.
Una especie de campanilla desafinada sonó a lo lejos, rompiendo la magia del momento. Miró hacia la casa y vio a Brody en el porche, haciendo sonar un gran triángulo metálico.
—Parece que ha llegado la hora de comer —dijo—. Y de volver a ponernos las máscaras de casados.
Mientras caminaban hacia la casa, Harry apartó a un lado aquella momentánea necesidad de con¬vencer a ______ de su sólida fibra moral. No le im¬portaba lo que pensara de él. Era eficiente en su trabajo y había aceptado hacerse pasar por su es¬posa durante una semana. Eso era todo lo que le importaba.
La cena resultó muy agradable. ______ y Harry fueron presentados a las otras dos parejas con las que iban a compartir aquella semana. Los primeros en llegar fueron Trent y Elena Richards, vecinos de los Robinson.
—Trent ha sido mi asesor ranchero desde que lle¬gamos —explicó Brody—. Trabaja con su cuñado y son famosos en la zona por los pura sangre que crían.
Trent era un hombre corpulento y atractivo, y su esposa Elena era una belleza morena que lo miraba con auténtica adoración.
Harry no entendía qué hacían allí. Por su actitud, era evidente que se querían y se entendían muy bien. Llevaban casados dos años y tenían un bebé de dieciocho meses.
La otra pareja, Stan y Edie Watkins, contaron a los demás que llevaban diez años casados. Stan trabajaba como director general de la fábrica de ga¬lletas de Brody en Chicago y Eddie hacía sustitucio¬nes como maestra. No tenían hijos y, por la expresión de Eddie cuando lo dijo, aquel tema era dolo¬roso.
Harry había tratado muy poco con gente casada. Dedicaba casi todo su tiempo al trabajo, a sus citas o a estar solo. Para él resultaba interesante ver a las otras parejas, comprobar la comodidad con que los maridos y sus mujeres se relacionaban.
A pesar de todo, siempre había creído que el ma¬trimonio implicaba entregar partes de uno mismo que nunca se recuperaban. Y él no quería compartir ninguna parte de sí mismo con nadie. El matrimonio podía estar bien para otros, pero no para él.
Después de comer, las cuatro parejas fueron al cuarto de estar a beber algo. Como solía suceder habitualmente en todas las reuniones sociales, no pasó mucho tiempo antes de que las mujeres se reunieran en un grupo y los hombres en otro.
Mientras Stan hacía preguntas relacionadas con la vida en el rancho, Harry vio su atención dividida en¬tre escuchar a los hombres y observar a las mujeres.
______ lo había sorprendido con su facilidad de palabra durante la cena. En la oficina solía ser siempre muy silenciosa, pero esa tarde no había sido así. Había participado en un animado debate sobre política, haciendo reír a los demás con sus ocurren¬cias en varias ocasiones.
Trató de imaginarse a Sheila en una situación si¬milar, pero no pudo. Para Sheila, hablar de política significaba hablar del vestido que había llevado la primera dama en algún acontecimiento social.
Brody le puso una de sus enormes manos en un hombro.
—Te has casado con una mujer estupenda, amigo —dijo, sonriendo—. Siempre he sabido que eras un hombre de negocios hábil, pero debo confesar que tenía mis dudas respecto a tu vida privada. Al pare¬cer, estaba equivocado —frunció el ceño pensativa¬mente—. Lo que no entiendo es por qué en todos los artículos que he leído sobre ti no mencionan nunca a tu mujer.
—A ______ no le gusta ser el foco de atención. Prefiere pasar desapercibida —contestó Harry.
—Es una chica brillante y muy agradable. Eres un hombre afortunado —el rostro de Brody se ilu¬minó mientras miraba a su propia esposa—. Sé muy bien lo que es ser afortunado —volviéndose hacia los demás hombres, añadió—: Ninguno de vosotros será el mismo después de esta semana. Os enrique¬ceréis espiritualmente y os sentiréis más unidos que nunca a vuestras mujeres después de completar el encuentro de matrimonios organizado por mi es¬posa. Y ahora, ¿quién está listo para otra bebida? —preguntó.
—Puedes rellenar la mía —dijo Harry. Tenía la sen¬sación de que iba a necesitarla. Miró a su secretaria. Sin duda, podría simular amarla durante aquellos siete días.
—¿Por qué no salimos al patio? —sugirió Barbara al grupo—. A esta hora hace una temperatura muy agradable fuera —dijo, abriendo las puertas correde¬ras que daban al florido patio.
Mientras salían, la segregación por sexos ter¬minó. Trent se sentó con su esposa junto a una de las mesas. Stan ocupó un pequeño sofá con Edie y Harry se sentó junto a ______ en una mecedora do¬ble.
Barbara tenía razón. Fuera hacía una temperatura muy agradable. La conversación fue sencilla e in¬trascendente, centrada en el tiempo y en las costum¬bres de la vida en el rancho. Poco a poco, Harry sin¬tió que empezaba a relajarse. Y mientras se relajaba se hizo consciente de sensaciones que no había no¬tado antes.
Su pierna estaba apoyada contra la de ______, y podía sentir el calor que el cuerpo de esta irradiaba a través de los vaqueros, mientras su fresco y delicado perfume parecía envolverlo.
—¿Qué tal estás? —preguntó, en voz lo suficiente¬mente baja como para que nadie pudiera oírlos.
—Bien —contestó ______, inclinándose un poco hacia él—. Estoy asombrada con mi capacidad para mentir. Nunca había imaginado que pudiera hacerlo tan bien.
—Sí, voy a tener quaba media doe vigilarte más de cerca cuando volvamos a la oficina —bromeó Harry.
—Ya basta de secretitos al oído, tortolitos —dijo Brody, interrumpiendo su conversación—. Seguro que todos os estáis preguntando qué va a suceder exactamente esta semana. Si creéis que va consistir en disfrutar de la excelente carne de Montana y en pasear por el pintoresco pueblo de Mustang, tenéis razón. Pero va a ser mucho más que eso —pasó un brazo por los hombros de su mujer—. Supongo que este es un buen momento para que Barbara os haga saber lo que vais a hacer.
Barbara sonrió a todos.
—En primer lugar, os prometo que va a ser una experiencia maravillosa para todos. Llevéis casados diez años o diez días, este programa esta diseñado para que profundicéis en vuestra relación y logréis que sea más feliz y completa.
—Creo que lo que más me ha gustado ha sido lo de la carne de Montana —dijo Stan. Los demás rie¬ron mientras Edie le daba un suave codazo en el costado.
Barbara se unió a las risas.
—Sé que puede pareceros un poco inquietante, pero os prometo que cuando acabe la semana seréis perso¬nas diferentes... mejores maridos y mejores esposas.
Harry sintió una punzada en el estómago a causa de la ansiedad. Él no quería convertirse en una per¬sona diferente. Estaba satisfecho con cómo era en aquellos momentos. Y eso era precisamente lo que no le gustaba del matrimonio... Las mujeres espera¬ban que sus compañeros cambiaran.
—Empezaremos a las nueve de la mañana —conti¬nuó Barbara—. Trabajaremos en grupo hasta las doce. Después de comer trabajaré por separado con cada pareja durante una hora —sonrió a Harry y a ______—. Empezaré con vosotros a la una. Tras el tra¬bajo individual, podréis hacer lo que queráis hasta las seis. Después de cenar tendremos otra sesión de grupo de ocho a nueve. Y ese será el programa dia¬rio durante toda la semana —mirando a su alrededor, añadió—: ¿Alguna pregunta?
—Más o menos un millón —contestó Stan—. Pero supongo que si espero a mañana la mayoría queda¬rán contestadas.
Harry quería preguntar si podía echarse atrás, si era demasiado tarde para volver a su casa.
______ rió.
—¿Os habéis fijado en que todas las mujeres esta¬mos deseando empezar y los hombres tienen as¬pecto de querer salir corriendo?
Las parejas se miraron. Era cierto. Los tres hom¬bres se habían movido al borde de sus asientos, como si estuvieran a punto de saltar. Todos rieron, aunque los hombres con un matiz de incomodidad.
Barbara asintió.
—No os preocupéis, amigos, es perfectamente na¬tural. Los hombres siempre son más reacios al cam¬bio. Por encima de todo, son criaturas de costum¬bres —sonrió afectuosamente a su marido—. Incluyendo al mío. Pero creo que Brody podrá ase¬guraros que el curso no es doloroso y que seréis más felices cuando haya acabado.
Brody asintió.
—Os elegí a vosotros para esta semana porque me gustáis. No os considero tan solo asociados profesionales, sino también amigos. Querría que todos disfrutarais de un matrimonio tan feliz como el mío con Barbara. Ella me enseñó a abrirme completamente, y os enseñará a vosotros lo mis¬mo.
Barbara se levantó.
—Ahora voy a retirarme. Estáis en vuestra casa, así que sentíos libres para hacer lo que queráis. Nos veremos por la mañana.
—El desayuno es a las siete y media —dijo Brody, levantándose—. Buenas noches.
Un largo silencio siguió a la marcha de la pareja.
—No sé vosotros —dijo Stan, finalmente—, pero yo estoy aterrorizado.
Edie rió.
—Actúas como si esperaras que Barbara fuera a hacerte una lobotomía.
—Y puede que así sea. Tal vez ese sea su secreto para mejorarnos —replicó Stan, haciendo reír de nuevo a los demás—. Supongo que si mañana vamos a tener un día tan ajetreado, más vale que nos retire¬mos.
Edie asintió y se levantó.
Trent tocó el hombro de su mujer y ambos se le¬vantaron.
—Creo que nosotros también vamos a acostarnos.
Un instante después, Harry y ______ se quedaron solos en el patio.
—Yo no me siento nada cansada —dijo ______, y Harry creyó percibir en su voz un toque de ansiedad. Supuso que se debía a que se acercaba el momento de compartir el dormitorio.
No sabía cómo aplacar su inquietud. Sin duda, ______ ya debía suponer que no iba a intentar nada, pero la idea de pasar la noche en la misma habita¬ción con él debía de ponerla nerviosa.
—Por mucho que lo retrasemos, acabaremos te¬niendo que subir al dormitorio —dijo, con suavidad.
—Lo sé —replicó ______, ligeramente a la defen¬siva—. Solo he comentando que no me sentía can¬sada.
—Me ha parecido que estabas un poco nerviosa. Comprendo que tiene que ser una situación un poco incómoda para ti, porque puede que no hayas pa¬sado nunca la noche con un hombre.
A pesar de la oscuridad, Harry vio que ______ se ruborizaba. Pero cuando lo miró no lo hizo avergon¬zada, sino enfadada.
—¿Y qué te hace pensar que nunca he pasado la noche con un hombre? ¿Qué te hace pensar que no he tenido un amante... o docenas de ellos? —pre¬guntó, con un toque de arrogancia que Harry encon¬tró bastante atractivo.
—Yo... había supuesto...
—¿Has supuesto que porque no soy espectacular¬mente atractiva no he tenido amantes? —interrumpió ______—. ¿Crees que como no soy rubia y no tengo los pechos grandes ningún hombre puede encon¬trarme deseable?
—No... no es eso —dijo Harry, sorprendido por su repentina furia—. No tiene nada que ver con tu as¬pecto —trató de buscar las palabras adecuadas para explicar sus pensamientos—. Yo... Te rodea un halo de inocencia que... he asumido que probablemente carecías de experiencia.
—Es más inteligente preguntar que asumir —dijo ______, rígidamente.
El dudó un momento, sabiendo que no debía pre¬guntar, pero fue incapaz de contenerse.
—Entonces, ¿cuántos amantes has tenido?
______ lo miró a los ojos.
—Eso no es asunto tuyo, Harry Styles —se le¬vantó—. Y ahora, creo que me voy a la cama —sin es¬perar a Harry, se volvió y entró en la casa.
Harry miró cómo se alejaba. Sin duda, había logrado contrariarla. Y ella había logrado ponerlo en su sitio, a la vez que había despertado su curiosidad. Tenía la sensación de que su secretaria ocultaba en su personalidad muchas más cosas de las que se veían a simple vista. Y sospechaba que aquella iba a ser una semana para recordar.
[center] Valla que Harry ha metido la pata! :/ ¿Qué creen que sucederá cuando vallan a la cama? :o Respondan es sus comentarios (:
PD: Os habéis fijado que 1D están cada vez más guapos?
PD: Os habéis fijado que 1D están cada vez más guapos?
LOS COMENTARIOS SON EL OXIGENO DEL ESCRITOR, ¡NO QUIERO MORIR JOVEN!
EleanorJCalder
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
"jess♥" escribió: Holi new reader ah *-* lo ame lo ameee todoo sube cappp pronto c:
BIENVENIDA! Ya subí linda :3
EleanorJCalder
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
TefyJonasPotato escribió:Soy nueva Lectora
Porfavor sube otro cap!!!!!!! Y bueno me Presento soy Estefany y sere otra lectora tuya :D
Siguela me encanta :D
Te Pasarias Por Mis Noves (Links en la Firma)
Bienvenida Estefany! :D Gracias por leerla linda, ahora me paso por tus noves ;)
EleanorJCalder
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
En este momento tengo un rencor maligno hacia Jarry(? ¬¬ Maldito imbécil! ._. PORQUE SE LE OCURRIÓ PREGUNTAR ESA MARRANADA? PORQUE? PORQUE? OKYA.. Demasiado 'porque?' Ajsaksjalsjasjalkdj Es que, comprendo que la rayis se enojara, yo también lo haría! ¬¬ Maldito tipo exhibicionista!!(? Si, cuando me enojo, me enojo x3 Ajsaljsaj Pero aun así lo amo tanto que no puedo dejar de pensar en el*----* Que cursi me volví._. Ajslajslajs Y sobre tu 'P.D.' Si.. Cada día se ponen mas guapos e inalcanzables para mi T_T.. Pero buehhh! todo bien:D SÍGUELA! Kisses;
Diana Ajaslask(?
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
Perfect Wife: Capitulo 4
Mientras subía al dormitorio, ______ se preguntó si para cuando acabara la semana se habría quedado sin trabajo.
Desde que Harry había ido a recogerla esa ma¬ñana, había alternado entre mostrarse descarada y a la defensiva, dos actitudes nada típicas en ella.
Pero había algo en Harry que la hacía reaccionar así, algo que la hacía sentirse más sensible de lo normal. Cuando la miraba se volvía consciente de sus defectos... o del hecho de que no era bonita ni sofisticada.
¿Y por qué había querido hacerle creer que usaba y desechaba amantes como si fueran camise¬tas?
Movió la cabeza, preguntándose si se habría vuelto loca. Cuando entró en el dormitorio trató de controlar la inquietud que le producía la idea de te¬ner que pasar allí las siguientes seis noches.
Abrió uno de sus cajones de la cómoda y sacó un pijama y todo lo necesario para ducharse. Unos mi¬nutos después, mientras se hallaba bajo el agua, nuevos horrores pasaron por su mente.
¿Y si se ponía a roncar por la noche? ¿Y si rechi¬naba los dientes mientras dormía, o si, Dios no lo quisiera, babeaba? ¿Cómo iba a volver a mirarlo a la cara?
No debería haber aceptado aquello. Se cepilló el pelo casi con rabia, deseando poder volver atrás, al momento en que Harry, mirándola con sus picaros ojos verdes, le pidió que se hiciera pasar por su es¬posa. Fue en aquel momento cuando perdió la ca¬beza. Desde que Harry la miró con aquellos ojos y ella accedió a hacerse pasar por su esposa, perdió la cordura.
Terminó de ducharse rápidamente y, tras secarse, se puso su recatado pijama color rosa pálido.
Abrió la puerta del baño y se asomó al dormito¬rio, comprobando con alivio que Harry aún no había subido. Apartó rápidamente la colcha y tiró de la sá¬bana encimera. Si iba a dormir en el sofá, al menos iba a hacerlo con una sábana.
Afortunadamente, ella era bastante pequeña, pero aquel diminuto sofá no estaba hecho para ser utili¬zado como cama, y las piernas le colgaban incómo¬damente de uno de los brazos.
Encontrando aquella posición imposible, se vol¬vió de costado y acurrucó las piernas para encajar en el reducido espacio. Con un poco de suerte, se ha¬bría quedado dormida para cuando Harry llegara.
Acababa de pensar aquello cuando la puerta se abrió y Harry entró en el dormitorio. ______ cerró de inmediato los ojos, simulando dormir.
Supo lo que hacía por los sonidos. Vació sus bol¬sillos y dejó las llaves y las monedas encima de la cómoda. Luego suspiró a la vez que se sentaba en la cama.
¡Plaf! Se quitó un zapato.
¡Plaf! Se quitó el otro.
A continuación fue al baño y abrió el grifo de la ducha.
______ abrió los ojos y cambió de posición, agra¬decida. Se le había dormido una pierna y tuvo que flexionarla varias veces para restaurar la circulación de la sangre.
Cambió de posición una vez tras otra, tratando de encontrar la más cómoda para dormir. Volvió a que¬darse paralizada cuando oyó que el agua dejaba de correr.
Unos momentos después se abrió la puerta del baño y Harry volvió al dormitorio, llevando consigo un penetrante olor a jabón y piel fresca. Era el aroma más provocativo que ______ había olido en su vida. Lamentó profundamente no tener un res¬friado de nariz.
¿Cómo dormiría Harry? ¿Con pijama? ¿En cal¬zoncillos? Esperaba que no se le ocurriera acostarse desnudo estando ella en la habitación. Cerró los ojos con fuerza, negándose a satisfacer su curiosidad.
—Puedes relajarte, ______ —dijo Harry con suavi¬dad—. Estoy visible y decente.
______ abrió los ojos y lo vio con unos pantalo¬nes cortos de deporte rojos. ¿Decente? Suponía que sí, aunque no podía decirse que su ancho pecho, de¬corado con una oscura mata de vello rizado, fuera precisamente decente. Como tampoco lo eran su liso abdomen, sus caderas estrechas y sus largas y mus¬culosas piernas.
En la época en que estaba colada por él, trató de imaginar innumerables veces el aspecto que tendría bajo los elegantes trajes que siempre llevaba a la oficina. Pero ninguna de sus fantasías la había pre¬parado para la realidad.
Harry se sentó en el borde de la cama.
—¿Estás lista para que apague la luz?
—Sí —______ rogó desesperadamente que no hu¬biera notado que su voz había sonado una octava más alta de lo normal. Deseaba que apagara las lu¬ces más de lo que había deseado nada en su vida. No quería pasar un segundo más mirándolo.
Respiró más tranquila cuando Harry apagó la luz y el cuarto se sumió en la oscuridad.
Pero cuando su mirada se adaptó, comprobó que por la ventana entraba suficiente luz de la luna como para permitirle ver a Harry mientras se metía en la cama.
—Buenas noches, ______ —dijo él, con una voz demasiado grave e íntima.
—Buenas noches —replicó ella, permaneciendo muy quieta.
Harry respiró profundamente, como si el colchón sobre el que se hallaba fuera enormemente cómodo. «El muy rata», pensó ______, irritada. Probable¬mente, el suelo sería más cómodo que aquel sofá.
Si iba a seguir adelante con aquella farsa durante toda una semana, necesitaba dormir bien por las no¬ches, y eso no lo conseguiría ni en el sofá ni en el suelo.
Un ligero ronquido llegó desde la cama. Por su¬puesto, Harry se había quedado dormido de inme¬diato. Estaba disfrutando de su colchón. Lo miró, cada vez más irritada. Estaba tumbado de espaldas, con la boca ligeramente entreabierta. Incluso ron¬cando resultaba atractivo.
Pero lo más atractivo en aquellos momentos para ______ era la mitad libre de la cama. Había espacio suficiente para ella. Ambos eran adultos. Harry no se sentía atraído por ella, y ella ni siquiera estaba se¬gura de que él le gustara mucho. ¿Por qué no podían compartir la cama?
Los doscientos cincuenta dólares extra que le ha¬bía ofrecido Harry por dejarle la cama no eran sufi¬cientes. Sería una tontería pasarse la noche en aquel sofá estando la cama medio vacía.
Una vez tomada la decisión, se levantó y se cu¬brió con la sábana. De puntillas, sin hacer el más mínimo ruido, se acercó a la cama y se tumbó cuida¬dosamente junto a Harry.
Él se movió, volvió la cabeza y le dedicó una adormecida sonrisa.
—Vas a perder el derecho a parte de tu paga extra.
—Merece la pena —replicó ______ mientras su cuerpo se adaptaba al cómodo colchón—. Ese sofá es en realidad un potro de tortura.
Harry rió. Su risa hizo que ______ sintiera un cos¬quilleo en la boca del estómago.
—Buenas noches —dijo, y volvió a quedarse dor¬mido de inmediato.
______ necesitó más tiempo para relajarse. Aun¬que había suficiente espacio entre ellos, podía sentir el calor del cuerpo de Harry. Su fresco y atractivo aroma la rodeaba.
Cerró los ojos y respiró profundamente varias veces seguidas. Unos minutos después estaba dor¬mida.
Algo le cosquilleó en la nariz. Liam con una pluma, pensó. Su hermano siempre estaba de broma.
Frunció el ceño. Algo no encajaba. Mustang, Montana. Estaba en Mustang, Montana. ¿Qué hacía allí Liam?
Cuando el último vestigio de sueño se esfumó, abrió los ojos. Piel. Eso fue lo primero que vio. Piel morena con vello oscuro... vello que le estaba cos¬quilleando en la nariz.
El pecho de Harry. ¿Qué diablos hacía con la cara sobre el pecho de Harry? No se movió, asustada. Su respiración era muy regular, de manera que debía de estar dormido.
La tenía rodeada con uno de sus brazos y apo¬yaba la mano sobre la parte baja de su espalda. Las piernas de los dos estaban enlazadas, aunque ______ no tenía idea de cómo habían llegado a adoptar aquella posición.
A pesar de todo, permaneció muy quieta, disfru¬tando de la naturalidad con que sus cuerpos se ha¬bían encontrado durante la noche. Podía sentir el la¬tido del corazón de Harry bajo la mejilla, un delicado ritmo que resultaba provocadoramente ín¬timo.
Los primeros rayos de la mañana asomaban por la ventana, iluminando la habitación con una luz do¬rada e irreal. Irreal. La experiencia de estar entre los brazos de Harry resultaba irreal.
—Buenos días —el pecho de Harry vibró mientras hablaba.
______ estuvo a punto de caerse de la cama al apartarse de él.
—Creía que estabas dormido —dijo, sofocada.
—Llevo un rato despierto, pero parecías tan dor¬mida que no he querido molestarte.
—Lo estaba. Muy dormida... total y profunda¬mente —______ quería que supiera que no se había arrimado a él conscientemente. Qué situación tan embarazosa.
Harry sonrió y estiró los brazos por encima de la cabeza.
—He dormido de maravilla. ¿Y tú?
______ asintió, deseando salir de la cama, pero también cautivada por la situación. Estaba total¬mente loca, decidió.
—Yo también, gracias a que decidí dejar el sofá.
Harry giró hasta ponerse de costado y se apoyó en un codo. Su mandíbula estaba ligeramente en¬sombrecida por la barba de la mañana. Tenía el pelo revuelto, con unos mechones asomando por aquí y por allá, y, sin embargo, ______ no lo había visto nunca con un aspecto tan atractivo y mascu¬lino.
Permaneció sentada en la cama, sabiendo que te¬nía el pelo hecho un desastre y que no llevaba ni una gota de maquillaje tras el que ocultarse.
Se ruborizó bajo la intensidad de la mirada de Harry.
—Me estás mirando —dijo, insegura.
—Así es —asintió él. Alargó una mano y le acarició un mechón de pelo rizado—. ¿Por qué lo llevas siem¬pre sujeto atrás?
—Lo tengo demasiado rizado y rebelde.
—Es precioso —Harry dejó caer la mano y se incor¬poró en la cama. Con expresión ligeramente irritada, tomó su reloj de la mesilla de noche—. Será mejor que nos preparemos para bajar a desayunar. Son casi las siete.
—Puedes pasar primero al baño —ofreció ______.
—Bien.
Sin dudarlo, Harry salió de la cama, sacó del ar¬mario la ropa que se iba a poner y entró en el baño.
______ miró la puerta cerrada, preguntándose qué lo habría irritado. ¿Su pelo? Eso no tenía sen¬tido. Había dicho que era precioso. El rubor le tiñó las mejillas al recordar aquella palabra.
Tal vez se había asustado al verla sin nada de ma¬quillaje, o le había molestado que se hubiera echado sobre él mientras dormía. Qué embarazoso... Y eso que solo era la primera noche...
Aún le quedaban otras cinco por delante. Se es¬tremeció al pensarlo, sin saber si el estremecimiento se debía al temor... o al placer.
La sesión de la mañana transcurrió sin proble¬mas. Harry trabajó mentalmente en una de sus nue¬vas campañas de publicidad mientras Barbara les daba una conferencia sobre la historia del matrimo¬nio y los motivos por los que aquella institución era tan importante para la sociedad. A Harry no le preo¬cupaba ni lo uno ni lo otro.
______ estaba sentada junto a él, escuchando atentamente. La miró disimuladamente. Como de costumbre, se había sujetado el pelo atrás. Pero sus oscuros rizos castaños se negaban a ser sometidos, y se salían del pasador que intentaba sujetarlos.
Había sido extraño despertar con ella práctica¬mente encima. Su suave aliento le acariciaba el pe¬cho y había sentido la presión de sus senos contra el costado. Al despertar, su primer impulso había sido el de apartarse a toda prisa. Pero no lo consiguió y, según pasaban los segundos, la sensación empezó a parecerle más y más agradable.
El cuerpo de ______ encajaba perfectamente con el suyo. La sentía pequeña y vulnerable mientras dormía, pero también sexy y atractiva.
Al acariciarle el pelo, una ola de calor había reco¬rrido todo su cuerpo. El deseo sexual que se apoderó de él lo tomó totalmente por sorpresa.
Valoraba demasiado las habilidades de ______ como secretaria como para perderlas por mantener relaciones sexuales con ella. Porque serían relacio¬nes sexuales, no hacer el amor. Y tenía la sensación de que ______ querría más; querría que hicieran el amor, no tener relaciones meramente sexuales. Aun¬que sabía que no era asunto suyo, aún le intrigaba saber cuántos amantes había tenido.
—Ahora vamos a hacer un descanso para comer —dijo Barbara, apartando la atención de Harry de la mujer que tenía a su lado.
Una hora después, Harry y ______ se reunían con Barbara en la biblioteca para su sesión individual.
—Me gustaría que os sentarais en el suelo, frente a frente —dijo Barbara, señalando la gruesa alfombra que había junto a la chimenea.
Harry se sentó y ______ hizo lo mismo. Él se pre¬guntó si sus rasgos revelarían la misma ansiedad que los de ______. Mientras se miraban vio la ten¬sión que adelgazaba sus labios y oscurecía su mi¬rada. Tenía la sensación de que aquella iba a ser la primera prueba real de su «matrimonio», y ella de¬bía de estar pensando lo mismo.
¿Podrían hacer creer a Barbara que llevaban dos años casados, que habían compartido las intimida¬des y secretos que en todo matrimonio se compar¬tían?
—Vamos, acercaos hasta que vuestras rodillas se toquen —dijo Barbara. Mientras ______ y Harry obe¬decían, ocupó una silla a cierta distancia de ellos—. A menudo, en el juego del cortejo y en la relación que lo sigue, las dos personas implicadas en la rela¬ción no lo comparten todo con el otro. Hay partes de su pasado, acontecimientos de su infancia que los convirtieron en lo que son, que a veces no se com¬parten —sonrió—. Hoy vais a compartir algunos de esos acontecimientos. Ahora, quiero que os toméis de las manos.
Harry tomó las manos de ______ y se sorprendió al comprobar lo suaves y femeninas que eran. No se había fijado hasta entonces, pero tenía unas manos muy bonitas, con dedos largos y delgados y las uñas pintadas de rosa. El esmalte de las uñas lo conmovió extrañamente, pues resultaba un detalle extremada¬mente femenino en su eficiente secretaria.
Ella le estrechó las manos y él no supo si trataba de transmitirle seguridad o si quería que él la recon¬fortara. Por si acaso, le devolvió el apretón, pregun¬tándose si tendría idea de lo nervioso que estaba.
—De acuerdo, empezaremos con ______. Quiero que compartas con Harry el mejor momento que re¬cuerdes desde tu infancia hasta los dieciocho años.
—Eso es fácil —dijo ______, mirando a Barbara—. El día que mi madre trajo del hospital a mi hermano recién nacido.
—No me lo cuentes a mí —Babara señaló a Harry—. Cuéntaselo a él. Háblale de aquel día y de lo que sentiste.
______ miró a Harry.
—Tenía nueve años cuando nació Liam. Para en¬tonces, mi padre ya se había ido, y mi madre se po¬nía enferma muy a menudo, así que supe que iba a tener que ocuparme mucho de Liam —sonrió y sus ojos se iluminaron al recordar—. Parecía más un monito que un bebé. Tenía la cabeza llena de pelo ne¬gro y la carita arrugada como la de un anciano —rió al recordar y el sonido de su risa estremeció a Harry como si hubiera dado un trago de buen licor—. Pero en cuanto rodeó uno de mis dedos con los suyos supe que haría cualquier cosa por él —continuó—. Supe que iba a ser una gran responsabilidad para mí, pero no me importó.
Harry recordó el momento en que entró en casa de ______ y la vio peleando en broma con su her¬mano. Sus mejillas estaban acaloradas por el es¬fuerzo, pero sus ojos, sus rasgos y todo su cuerpo estaban iluminados por el amor que sentía por su hermano.
Aquella misma sonrisa iluminaba su rostro en ese instante, transformándolo de normal a casi bello.
—Ese día supe que ya no era ______ Samuels, la hija de Roger y Janette Samuels, sino ______ Sa¬muels, la hermana mayor de Liam Samuels —su son¬risa se desvaneció, dando paso a una expresión pen¬sativa—. Incluso entonces supe que, mientras yo lo quisiera, aquel bebé me querría incondicionalmente. Fue el mejor día de mi vida.
—Y tu hermano aún te quiere incondicionalmente —dijo Harry con suavidad, recordando la escena de la que había sido testigo el día anterior por la mañana.
______ sonrió.
—Casi todo el tiempo. Ahora es tu turno. ¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
Harry frunció el ceño, pensativo, tratando de re¬cordar un día de su vida que pudiera compararse con el que ______ acababa de compartir con él.
—El día que tuve mi primer caballo —las palabras surgieron de su boca sin ningún esfuerzo. Sonrió mientras el recuerdo se abría paso en su memoria. Hacía años que no pensaba en aquel día—. En aquella época tenía siete años. Cuando regresé del colegio a casa, mi padre me dijo que fuera al establo por un trozo de cuerda que necesitaba. Hice lo que me dijo y, cuando estaba a punto de salir, escuché el resoplido de un animal y el sonido de los cascos de un caballo.
Por un momento se sintió trasladado al viejo es¬tablo. A los siete años, lo que más quería en el mundo era un caballo propio. Se consideraba un va-quero, pero era imposible ser vaquero sin tener ca¬ballo.
—Entonces aún no teníamos ningún caballo. Se¬guí el sonido hasta la última casilla del establo y allí estaba... la yegua joven más bonita del mundo. Me miró con sus líquidos ojos marrones y apoyó el hocico en mi pecho, como buscando mi corazón, y en ese momento supe que íbamos a ser muy buenos amigos.
—¿Cómo la llamaste?
—Bandida. Tenía una mancha oscura alrededor de los ojos y se me ocurrió enseguida —Harry suspiró, re¬confortado por el recuerdo—. Creo que incluso enton¬ces ya sabía que teníamos dificultades financieras, y eso hizo que el hecho de que papá me hubiera rega¬lado aquella yegua fuera aún mucho más especial.
La expresión de ______ reflejaba los gratos re¬cuerdos de Frank. Sus ojos irradiaban calidez y sus labios estaban curvados en una complaciente son¬risa.
—Estupendo. Lo estáis haciendo muy bien —la voz de Barbara sorprendió a Harry. Por unos segundos había olvidado que estaba allí con ellos—. Por vues¬tras expresiones deduzco que no solo estáis disfru-tando de vuestros recuerdos, sino también de los del otro. Ahora quiero que hagáis algo más difícil. Quiero que compartáis el día más doloroso de vues¬tras vidas mientras crecíais.
El primer impulso de Harry fue el de retirar sus manos de las de ______ y decir que no. Ya se sentía como si hubiera sufrido una pequeña invasión en las zonas de su intimidad que con tanto esmero prote¬gía.
Hacía años que no pensaba en Bandida, en aquellos días en el rancho en que fue real y completa¬mente feliz. Sus recuerdos eran suyos, y se sentía rea¬cio a compartirlos.
Pero antes de que pudiera expresar su protesta, ______ suspiró profundamente.
—Eso también es fácil. El día que mi padre se fue —dijo. Sus expresivos rasgos reflejaban miles de emociones, la más fuerte era la tristeza, y un sentido de pérdida tan profundo que Harry sintió su eco en el rincón más oculto de su corazón.
Estrechó sus manos con más fuerza mientras ella se mordía el labio inferior, luchando contra las lágri¬mas que ya asomaban a sus ojos.
—Ni siquiera sabía que mi padre y mi madre te¬nían problemas. Nunca peleaban, mamá estaba em¬barazada y yo pensaba que todo iba bien, que vivía en un mundo seguro. Entonces, una mañana de ve¬rano encontré a mi padre haciendo las maletas —una lágrima rodó por sus mejillas y Harry reprimió el impulso de acariciarla—. Me dijo que tenía que irse, que no era feliz viviendo con nosotros —iba a decir algo más, pero cerró la boca, como si hacerlo fuera demasiado doloroso.
En los dos últimos días Harry la había visto aver¬gonzada, indignada e irritada. A lo largo de sus dos años de secretaria la había visto como eficiente, pro¬ductiva y capaz. Nada lo había preparado para aque¬lla suave vulnerabilidad, para el dolor que le produ¬cía ser testigo del sufrimiento de ______. ¿Cómo era posible que le afectara tanto?
—No volví a verlo ni a saber nada de él desde aquel día. Se fue sin mirar atrás... y siempre me pregunté si se habría quedado si yo hubiera sido más lista, más guapa, mejor.
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, re¬velando los anhelos y la tristeza de una niña abando¬nada.
—Dile a ______ lo que sientes, Harry —dijo Bar¬bara con suavidad—. Dile lo que sientes respecto a lo que te ha contado.
Harry miró a ______ a los ojos, vio su necesidad de consuelo y comprendió que no podía bloquear su corazón contra el dolor que ella sentía.
—Lo siento por ella. Me duele el corazón. Desea¬ría que nunca hubiera tenido que pasar por algo así.
—Díselo a ella, no a mí.
—Lo siento por ti —corrigió Harry—. Ojalá hubiera estado allí, ojalá te hubiera conocido entonces para haber podido decirte que fue él quien más perdió, porque no llegó a saber que tenía una hija maravi¬llosa, con un gran corazón.
Y era cierto. A pesar de no conocerla bien, Harry intuía que su capacidad de amar era enorme. Lo ha¬bía notado cuando había hablado de su hermano.
Se preguntó qué se sentiría siendo el objeto de tanto amor. Sin duda, sería algo espectacular.
—¿Y tú, Harry? —preguntó Barbara—. Comparte con ______ el peor día de tu vida.
Harry frunció el ceño pensativamente unos mo¬mentos. Luego se encogió de hombros.
—Me temo que soy una de esas personas cuya in¬fancia fue común y corriente.
—¿Y la muerte de tu madre? —preguntó ______.
Harry volvió a fruncir el ceño.
—Sé que suena terrible, pero solo tenía cinco años entonces. No tengo muchos recuerdos del día de su muerte. Estuvo hospitalizada tanto tiempo durante mi infancia que era poco más que una desconocida para mí cuando murió —miró a ______ y luego a Barbara—. Creo que no tengo la clase de recuerdos traumáticos que me pides que comparta.
—¿Y la venta del rancho? —preguntó ______, ha¬ciendo que Harry lamentara al instante haberle con¬tado aquello.
—Sí, tienes razón —asintió—. Ese fue un día duro.
—Profundiza en él, Harry —dijo Barbara—. Deja que ______ sepa cómo te sentiste ese día, tu decep¬ción, tu dolor.
«Miente», ordenó una voz interior a Harry. «In¬venta algo para satisfacer a Barbara, simula que es¬tás compartiendo, pero guárdate tus sentimientos y emociones para ti». Sin embargo, mientras pensaba aquello, la verdad surgió de sus labios.
—Mi padre no pudo hacer frente a la hipoteca y el banco sacó el rancho a subasta. Aquel fue el día más terrible de mi vida.
Su padre y él vieron cómo el equipo del rancho, los muebles, los animales, todo lo que había sido su vida hasta entonces, era vendido por mucho menos de su valor.
A pesar del tiempo transcurrido, Harry sintió en aquellos momentos la misma rabia que entonces, la misma impotencia.
—Incluso Bandida fue subastada —su voz se cargó de emoción mientras recordaba cómo se llevaron a su caballo a un tráiler.
Solo había sentido aquel dolor otra vez en su vida, cuando tenía veinte años y Sarah Washington le dijo que ya no lo amaba.
—Oh, Harry, cuánto lo siento —dijo ______, emo¬cionada. Se inclinó hacia él, como queriendo to¬marlo entre sus brazos.
—Adelante —dijo Barbara—. Abrazaos. Durante los próximos minutos quiero que os abracéis y os con¬soléis mutuamente.
Antes de que Harry se diera cuenta de cómo había pasado, ______ estaba en su regazo, con los brazos en torno a su cuello y el rostro enterrado en este.
Harry cerró los ojos y respondió abrazándola. Los senos de ______ presionaron contra su pecho mien¬tras se sentaba a horcajadas sobre él. Era una posi¬ción muy provocativa, y Harry trató de distanciarse de ella. Pero era imposible.
Su pelo olía a flores recién cortadas y su cuerpo le ofrecía la calidez del sol. La presencia de Barbara quedó olvidada, así como el juego al que estaban ju¬gando. Harry se negó a pensar y se centró exclusiva¬mente en el placer de tenerla entre sus brazos.
______ alzó el rostro y lo miró.
—Siento que perdieras a Bandida —dijo, con dulce sinceridad—. No hay nada peor que perder algo que amas.
Incapaz de reprimir el impulso, Harry alzó una mano y acarició un mechón suelto del pelo de ______.
—Y yo siento que tu padre fuera tan estúpido —re¬plicó—. Y lo era, porque si no no te habría dejado.
—Me gustaría que siguierais consolándoos durante unos minutos. Después, el ejercicio habrá aca¬bado —Barbara se encaminó a la puerta y sonrió—. Nos veremos esta tarde a la hora de cenar —añadió antes de salir de la biblioteca.
En cuanto la puerta se cerró a sus espaldas, Harry supo que debía soltar a ______. De momento, el juego había terminado. Sin la presencia de Barbara ya no tenían por qué fingir.
Pero soltar a ______ en aquellos momentos pare¬cía imposible. Quería sentir su calidez. Quería que siguiera rodeándolo con sus brazos. Quería que si¬guieran consolándose mientras las heridas que ha¬bían abierto sanaban lentamente.
Mirando a la mujer que sostenía entre sus brazos, comprendió que no tenía intención de soltarla hasta haber hecho una cosa más. Era una locura, pero no iba a permitir que algo tan ridículo como el sentido común lo refrenara.
Respiró profundamente, se inclinó hacia delante y tomó los labios de ______ entre los suyos.
Desde que Harry había ido a recogerla esa ma¬ñana, había alternado entre mostrarse descarada y a la defensiva, dos actitudes nada típicas en ella.
Pero había algo en Harry que la hacía reaccionar así, algo que la hacía sentirse más sensible de lo normal. Cuando la miraba se volvía consciente de sus defectos... o del hecho de que no era bonita ni sofisticada.
¿Y por qué había querido hacerle creer que usaba y desechaba amantes como si fueran camise¬tas?
Movió la cabeza, preguntándose si se habría vuelto loca. Cuando entró en el dormitorio trató de controlar la inquietud que le producía la idea de te¬ner que pasar allí las siguientes seis noches.
Abrió uno de sus cajones de la cómoda y sacó un pijama y todo lo necesario para ducharse. Unos mi¬nutos después, mientras se hallaba bajo el agua, nuevos horrores pasaron por su mente.
¿Y si se ponía a roncar por la noche? ¿Y si rechi¬naba los dientes mientras dormía, o si, Dios no lo quisiera, babeaba? ¿Cómo iba a volver a mirarlo a la cara?
No debería haber aceptado aquello. Se cepilló el pelo casi con rabia, deseando poder volver atrás, al momento en que Harry, mirándola con sus picaros ojos verdes, le pidió que se hiciera pasar por su es¬posa. Fue en aquel momento cuando perdió la ca¬beza. Desde que Harry la miró con aquellos ojos y ella accedió a hacerse pasar por su esposa, perdió la cordura.
Terminó de ducharse rápidamente y, tras secarse, se puso su recatado pijama color rosa pálido.
Abrió la puerta del baño y se asomó al dormito¬rio, comprobando con alivio que Harry aún no había subido. Apartó rápidamente la colcha y tiró de la sá¬bana encimera. Si iba a dormir en el sofá, al menos iba a hacerlo con una sábana.
Afortunadamente, ella era bastante pequeña, pero aquel diminuto sofá no estaba hecho para ser utili¬zado como cama, y las piernas le colgaban incómo¬damente de uno de los brazos.
Encontrando aquella posición imposible, se vol¬vió de costado y acurrucó las piernas para encajar en el reducido espacio. Con un poco de suerte, se ha¬bría quedado dormida para cuando Harry llegara.
Acababa de pensar aquello cuando la puerta se abrió y Harry entró en el dormitorio. ______ cerró de inmediato los ojos, simulando dormir.
Supo lo que hacía por los sonidos. Vació sus bol¬sillos y dejó las llaves y las monedas encima de la cómoda. Luego suspiró a la vez que se sentaba en la cama.
¡Plaf! Se quitó un zapato.
¡Plaf! Se quitó el otro.
A continuación fue al baño y abrió el grifo de la ducha.
______ abrió los ojos y cambió de posición, agra¬decida. Se le había dormido una pierna y tuvo que flexionarla varias veces para restaurar la circulación de la sangre.
Cambió de posición una vez tras otra, tratando de encontrar la más cómoda para dormir. Volvió a que¬darse paralizada cuando oyó que el agua dejaba de correr.
Unos momentos después se abrió la puerta del baño y Harry volvió al dormitorio, llevando consigo un penetrante olor a jabón y piel fresca. Era el aroma más provocativo que ______ había olido en su vida. Lamentó profundamente no tener un res¬friado de nariz.
¿Cómo dormiría Harry? ¿Con pijama? ¿En cal¬zoncillos? Esperaba que no se le ocurriera acostarse desnudo estando ella en la habitación. Cerró los ojos con fuerza, negándose a satisfacer su curiosidad.
—Puedes relajarte, ______ —dijo Harry con suavi¬dad—. Estoy visible y decente.
______ abrió los ojos y lo vio con unos pantalo¬nes cortos de deporte rojos. ¿Decente? Suponía que sí, aunque no podía decirse que su ancho pecho, de¬corado con una oscura mata de vello rizado, fuera precisamente decente. Como tampoco lo eran su liso abdomen, sus caderas estrechas y sus largas y mus¬culosas piernas.
En la época en que estaba colada por él, trató de imaginar innumerables veces el aspecto que tendría bajo los elegantes trajes que siempre llevaba a la oficina. Pero ninguna de sus fantasías la había pre¬parado para la realidad.
Harry se sentó en el borde de la cama.
—¿Estás lista para que apague la luz?
—Sí —______ rogó desesperadamente que no hu¬biera notado que su voz había sonado una octava más alta de lo normal. Deseaba que apagara las lu¬ces más de lo que había deseado nada en su vida. No quería pasar un segundo más mirándolo.
Respiró más tranquila cuando Harry apagó la luz y el cuarto se sumió en la oscuridad.
Pero cuando su mirada se adaptó, comprobó que por la ventana entraba suficiente luz de la luna como para permitirle ver a Harry mientras se metía en la cama.
—Buenas noches, ______ —dijo él, con una voz demasiado grave e íntima.
—Buenas noches —replicó ella, permaneciendo muy quieta.
Harry respiró profundamente, como si el colchón sobre el que se hallaba fuera enormemente cómodo. «El muy rata», pensó ______, irritada. Probable¬mente, el suelo sería más cómodo que aquel sofá.
Si iba a seguir adelante con aquella farsa durante toda una semana, necesitaba dormir bien por las no¬ches, y eso no lo conseguiría ni en el sofá ni en el suelo.
Un ligero ronquido llegó desde la cama. Por su¬puesto, Harry se había quedado dormido de inme¬diato. Estaba disfrutando de su colchón. Lo miró, cada vez más irritada. Estaba tumbado de espaldas, con la boca ligeramente entreabierta. Incluso ron¬cando resultaba atractivo.
Pero lo más atractivo en aquellos momentos para ______ era la mitad libre de la cama. Había espacio suficiente para ella. Ambos eran adultos. Harry no se sentía atraído por ella, y ella ni siquiera estaba se¬gura de que él le gustara mucho. ¿Por qué no podían compartir la cama?
Los doscientos cincuenta dólares extra que le ha¬bía ofrecido Harry por dejarle la cama no eran sufi¬cientes. Sería una tontería pasarse la noche en aquel sofá estando la cama medio vacía.
Una vez tomada la decisión, se levantó y se cu¬brió con la sábana. De puntillas, sin hacer el más mínimo ruido, se acercó a la cama y se tumbó cuida¬dosamente junto a Harry.
Él se movió, volvió la cabeza y le dedicó una adormecida sonrisa.
—Vas a perder el derecho a parte de tu paga extra.
—Merece la pena —replicó ______ mientras su cuerpo se adaptaba al cómodo colchón—. Ese sofá es en realidad un potro de tortura.
Harry rió. Su risa hizo que ______ sintiera un cos¬quilleo en la boca del estómago.
—Buenas noches —dijo, y volvió a quedarse dor¬mido de inmediato.
______ necesitó más tiempo para relajarse. Aun¬que había suficiente espacio entre ellos, podía sentir el calor del cuerpo de Harry. Su fresco y atractivo aroma la rodeaba.
Cerró los ojos y respiró profundamente varias veces seguidas. Unos minutos después estaba dor¬mida.
Algo le cosquilleó en la nariz. Liam con una pluma, pensó. Su hermano siempre estaba de broma.
Frunció el ceño. Algo no encajaba. Mustang, Montana. Estaba en Mustang, Montana. ¿Qué hacía allí Liam?
Cuando el último vestigio de sueño se esfumó, abrió los ojos. Piel. Eso fue lo primero que vio. Piel morena con vello oscuro... vello que le estaba cos¬quilleando en la nariz.
El pecho de Harry. ¿Qué diablos hacía con la cara sobre el pecho de Harry? No se movió, asustada. Su respiración era muy regular, de manera que debía de estar dormido.
La tenía rodeada con uno de sus brazos y apo¬yaba la mano sobre la parte baja de su espalda. Las piernas de los dos estaban enlazadas, aunque ______ no tenía idea de cómo habían llegado a adoptar aquella posición.
A pesar de todo, permaneció muy quieta, disfru¬tando de la naturalidad con que sus cuerpos se ha¬bían encontrado durante la noche. Podía sentir el la¬tido del corazón de Harry bajo la mejilla, un delicado ritmo que resultaba provocadoramente ín¬timo.
Los primeros rayos de la mañana asomaban por la ventana, iluminando la habitación con una luz do¬rada e irreal. Irreal. La experiencia de estar entre los brazos de Harry resultaba irreal.
—Buenos días —el pecho de Harry vibró mientras hablaba.
______ estuvo a punto de caerse de la cama al apartarse de él.
—Creía que estabas dormido —dijo, sofocada.
—Llevo un rato despierto, pero parecías tan dor¬mida que no he querido molestarte.
—Lo estaba. Muy dormida... total y profunda¬mente —______ quería que supiera que no se había arrimado a él conscientemente. Qué situación tan embarazosa.
Harry sonrió y estiró los brazos por encima de la cabeza.
—He dormido de maravilla. ¿Y tú?
______ asintió, deseando salir de la cama, pero también cautivada por la situación. Estaba total¬mente loca, decidió.
—Yo también, gracias a que decidí dejar el sofá.
Harry giró hasta ponerse de costado y se apoyó en un codo. Su mandíbula estaba ligeramente en¬sombrecida por la barba de la mañana. Tenía el pelo revuelto, con unos mechones asomando por aquí y por allá, y, sin embargo, ______ no lo había visto nunca con un aspecto tan atractivo y mascu¬lino.
Permaneció sentada en la cama, sabiendo que te¬nía el pelo hecho un desastre y que no llevaba ni una gota de maquillaje tras el que ocultarse.
Se ruborizó bajo la intensidad de la mirada de Harry.
—Me estás mirando —dijo, insegura.
—Así es —asintió él. Alargó una mano y le acarició un mechón de pelo rizado—. ¿Por qué lo llevas siem¬pre sujeto atrás?
—Lo tengo demasiado rizado y rebelde.
—Es precioso —Harry dejó caer la mano y se incor¬poró en la cama. Con expresión ligeramente irritada, tomó su reloj de la mesilla de noche—. Será mejor que nos preparemos para bajar a desayunar. Son casi las siete.
—Puedes pasar primero al baño —ofreció ______.
—Bien.
Sin dudarlo, Harry salió de la cama, sacó del ar¬mario la ropa que se iba a poner y entró en el baño.
______ miró la puerta cerrada, preguntándose qué lo habría irritado. ¿Su pelo? Eso no tenía sen¬tido. Había dicho que era precioso. El rubor le tiñó las mejillas al recordar aquella palabra.
Tal vez se había asustado al verla sin nada de ma¬quillaje, o le había molestado que se hubiera echado sobre él mientras dormía. Qué embarazoso... Y eso que solo era la primera noche...
Aún le quedaban otras cinco por delante. Se es¬tremeció al pensarlo, sin saber si el estremecimiento se debía al temor... o al placer.
La sesión de la mañana transcurrió sin proble¬mas. Harry trabajó mentalmente en una de sus nue¬vas campañas de publicidad mientras Barbara les daba una conferencia sobre la historia del matrimo¬nio y los motivos por los que aquella institución era tan importante para la sociedad. A Harry no le preo¬cupaba ni lo uno ni lo otro.
______ estaba sentada junto a él, escuchando atentamente. La miró disimuladamente. Como de costumbre, se había sujetado el pelo atrás. Pero sus oscuros rizos castaños se negaban a ser sometidos, y se salían del pasador que intentaba sujetarlos.
Había sido extraño despertar con ella práctica¬mente encima. Su suave aliento le acariciaba el pe¬cho y había sentido la presión de sus senos contra el costado. Al despertar, su primer impulso había sido el de apartarse a toda prisa. Pero no lo consiguió y, según pasaban los segundos, la sensación empezó a parecerle más y más agradable.
El cuerpo de ______ encajaba perfectamente con el suyo. La sentía pequeña y vulnerable mientras dormía, pero también sexy y atractiva.
Al acariciarle el pelo, una ola de calor había reco¬rrido todo su cuerpo. El deseo sexual que se apoderó de él lo tomó totalmente por sorpresa.
Valoraba demasiado las habilidades de ______ como secretaria como para perderlas por mantener relaciones sexuales con ella. Porque serían relacio¬nes sexuales, no hacer el amor. Y tenía la sensación de que ______ querría más; querría que hicieran el amor, no tener relaciones meramente sexuales. Aun¬que sabía que no era asunto suyo, aún le intrigaba saber cuántos amantes había tenido.
—Ahora vamos a hacer un descanso para comer —dijo Barbara, apartando la atención de Harry de la mujer que tenía a su lado.
Una hora después, Harry y ______ se reunían con Barbara en la biblioteca para su sesión individual.
—Me gustaría que os sentarais en el suelo, frente a frente —dijo Barbara, señalando la gruesa alfombra que había junto a la chimenea.
Harry se sentó y ______ hizo lo mismo. Él se pre¬guntó si sus rasgos revelarían la misma ansiedad que los de ______. Mientras se miraban vio la ten¬sión que adelgazaba sus labios y oscurecía su mi¬rada. Tenía la sensación de que aquella iba a ser la primera prueba real de su «matrimonio», y ella de¬bía de estar pensando lo mismo.
¿Podrían hacer creer a Barbara que llevaban dos años casados, que habían compartido las intimida¬des y secretos que en todo matrimonio se compar¬tían?
—Vamos, acercaos hasta que vuestras rodillas se toquen —dijo Barbara. Mientras ______ y Harry obe¬decían, ocupó una silla a cierta distancia de ellos—. A menudo, en el juego del cortejo y en la relación que lo sigue, las dos personas implicadas en la rela¬ción no lo comparten todo con el otro. Hay partes de su pasado, acontecimientos de su infancia que los convirtieron en lo que son, que a veces no se com¬parten —sonrió—. Hoy vais a compartir algunos de esos acontecimientos. Ahora, quiero que os toméis de las manos.
Harry tomó las manos de ______ y se sorprendió al comprobar lo suaves y femeninas que eran. No se había fijado hasta entonces, pero tenía unas manos muy bonitas, con dedos largos y delgados y las uñas pintadas de rosa. El esmalte de las uñas lo conmovió extrañamente, pues resultaba un detalle extremada¬mente femenino en su eficiente secretaria.
Ella le estrechó las manos y él no supo si trataba de transmitirle seguridad o si quería que él la recon¬fortara. Por si acaso, le devolvió el apretón, pregun¬tándose si tendría idea de lo nervioso que estaba.
—De acuerdo, empezaremos con ______. Quiero que compartas con Harry el mejor momento que re¬cuerdes desde tu infancia hasta los dieciocho años.
—Eso es fácil —dijo ______, mirando a Barbara—. El día que mi madre trajo del hospital a mi hermano recién nacido.
—No me lo cuentes a mí —Babara señaló a Harry—. Cuéntaselo a él. Háblale de aquel día y de lo que sentiste.
______ miró a Harry.
—Tenía nueve años cuando nació Liam. Para en¬tonces, mi padre ya se había ido, y mi madre se po¬nía enferma muy a menudo, así que supe que iba a tener que ocuparme mucho de Liam —sonrió y sus ojos se iluminaron al recordar—. Parecía más un monito que un bebé. Tenía la cabeza llena de pelo ne¬gro y la carita arrugada como la de un anciano —rió al recordar y el sonido de su risa estremeció a Harry como si hubiera dado un trago de buen licor—. Pero en cuanto rodeó uno de mis dedos con los suyos supe que haría cualquier cosa por él —continuó—. Supe que iba a ser una gran responsabilidad para mí, pero no me importó.
Harry recordó el momento en que entró en casa de ______ y la vio peleando en broma con su her¬mano. Sus mejillas estaban acaloradas por el es¬fuerzo, pero sus ojos, sus rasgos y todo su cuerpo estaban iluminados por el amor que sentía por su hermano.
Aquella misma sonrisa iluminaba su rostro en ese instante, transformándolo de normal a casi bello.
—Ese día supe que ya no era ______ Samuels, la hija de Roger y Janette Samuels, sino ______ Sa¬muels, la hermana mayor de Liam Samuels —su son¬risa se desvaneció, dando paso a una expresión pen¬sativa—. Incluso entonces supe que, mientras yo lo quisiera, aquel bebé me querría incondicionalmente. Fue el mejor día de mi vida.
—Y tu hermano aún te quiere incondicionalmente —dijo Harry con suavidad, recordando la escena de la que había sido testigo el día anterior por la mañana.
______ sonrió.
—Casi todo el tiempo. Ahora es tu turno. ¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
Harry frunció el ceño, pensativo, tratando de re¬cordar un día de su vida que pudiera compararse con el que ______ acababa de compartir con él.
—El día que tuve mi primer caballo —las palabras surgieron de su boca sin ningún esfuerzo. Sonrió mientras el recuerdo se abría paso en su memoria. Hacía años que no pensaba en aquel día—. En aquella época tenía siete años. Cuando regresé del colegio a casa, mi padre me dijo que fuera al establo por un trozo de cuerda que necesitaba. Hice lo que me dijo y, cuando estaba a punto de salir, escuché el resoplido de un animal y el sonido de los cascos de un caballo.
Por un momento se sintió trasladado al viejo es¬tablo. A los siete años, lo que más quería en el mundo era un caballo propio. Se consideraba un va-quero, pero era imposible ser vaquero sin tener ca¬ballo.
—Entonces aún no teníamos ningún caballo. Se¬guí el sonido hasta la última casilla del establo y allí estaba... la yegua joven más bonita del mundo. Me miró con sus líquidos ojos marrones y apoyó el hocico en mi pecho, como buscando mi corazón, y en ese momento supe que íbamos a ser muy buenos amigos.
—¿Cómo la llamaste?
—Bandida. Tenía una mancha oscura alrededor de los ojos y se me ocurrió enseguida —Harry suspiró, re¬confortado por el recuerdo—. Creo que incluso enton¬ces ya sabía que teníamos dificultades financieras, y eso hizo que el hecho de que papá me hubiera rega¬lado aquella yegua fuera aún mucho más especial.
La expresión de ______ reflejaba los gratos re¬cuerdos de Frank. Sus ojos irradiaban calidez y sus labios estaban curvados en una complaciente son¬risa.
—Estupendo. Lo estáis haciendo muy bien —la voz de Barbara sorprendió a Harry. Por unos segundos había olvidado que estaba allí con ellos—. Por vues¬tras expresiones deduzco que no solo estáis disfru-tando de vuestros recuerdos, sino también de los del otro. Ahora quiero que hagáis algo más difícil. Quiero que compartáis el día más doloroso de vues¬tras vidas mientras crecíais.
El primer impulso de Harry fue el de retirar sus manos de las de ______ y decir que no. Ya se sentía como si hubiera sufrido una pequeña invasión en las zonas de su intimidad que con tanto esmero prote¬gía.
Hacía años que no pensaba en Bandida, en aquellos días en el rancho en que fue real y completa¬mente feliz. Sus recuerdos eran suyos, y se sentía rea¬cio a compartirlos.
Pero antes de que pudiera expresar su protesta, ______ suspiró profundamente.
—Eso también es fácil. El día que mi padre se fue —dijo. Sus expresivos rasgos reflejaban miles de emociones, la más fuerte era la tristeza, y un sentido de pérdida tan profundo que Harry sintió su eco en el rincón más oculto de su corazón.
Estrechó sus manos con más fuerza mientras ella se mordía el labio inferior, luchando contra las lágri¬mas que ya asomaban a sus ojos.
—Ni siquiera sabía que mi padre y mi madre te¬nían problemas. Nunca peleaban, mamá estaba em¬barazada y yo pensaba que todo iba bien, que vivía en un mundo seguro. Entonces, una mañana de ve¬rano encontré a mi padre haciendo las maletas —una lágrima rodó por sus mejillas y Harry reprimió el impulso de acariciarla—. Me dijo que tenía que irse, que no era feliz viviendo con nosotros —iba a decir algo más, pero cerró la boca, como si hacerlo fuera demasiado doloroso.
En los dos últimos días Harry la había visto aver¬gonzada, indignada e irritada. A lo largo de sus dos años de secretaria la había visto como eficiente, pro¬ductiva y capaz. Nada lo había preparado para aque¬lla suave vulnerabilidad, para el dolor que le produ¬cía ser testigo del sufrimiento de ______. ¿Cómo era posible que le afectara tanto?
—No volví a verlo ni a saber nada de él desde aquel día. Se fue sin mirar atrás... y siempre me pregunté si se habría quedado si yo hubiera sido más lista, más guapa, mejor.
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, re¬velando los anhelos y la tristeza de una niña abando¬nada.
—Dile a ______ lo que sientes, Harry —dijo Bar¬bara con suavidad—. Dile lo que sientes respecto a lo que te ha contado.
Harry miró a ______ a los ojos, vio su necesidad de consuelo y comprendió que no podía bloquear su corazón contra el dolor que ella sentía.
—Lo siento por ella. Me duele el corazón. Desea¬ría que nunca hubiera tenido que pasar por algo así.
—Díselo a ella, no a mí.
—Lo siento por ti —corrigió Harry—. Ojalá hubiera estado allí, ojalá te hubiera conocido entonces para haber podido decirte que fue él quien más perdió, porque no llegó a saber que tenía una hija maravi¬llosa, con un gran corazón.
Y era cierto. A pesar de no conocerla bien, Harry intuía que su capacidad de amar era enorme. Lo ha¬bía notado cuando había hablado de su hermano.
Se preguntó qué se sentiría siendo el objeto de tanto amor. Sin duda, sería algo espectacular.
—¿Y tú, Harry? —preguntó Barbara—. Comparte con ______ el peor día de tu vida.
Harry frunció el ceño pensativamente unos mo¬mentos. Luego se encogió de hombros.
—Me temo que soy una de esas personas cuya in¬fancia fue común y corriente.
—¿Y la muerte de tu madre? —preguntó ______.
Harry volvió a fruncir el ceño.
—Sé que suena terrible, pero solo tenía cinco años entonces. No tengo muchos recuerdos del día de su muerte. Estuvo hospitalizada tanto tiempo durante mi infancia que era poco más que una desconocida para mí cuando murió —miró a ______ y luego a Barbara—. Creo que no tengo la clase de recuerdos traumáticos que me pides que comparta.
—¿Y la venta del rancho? —preguntó ______, ha¬ciendo que Harry lamentara al instante haberle con¬tado aquello.
—Sí, tienes razón —asintió—. Ese fue un día duro.
—Profundiza en él, Harry —dijo Barbara—. Deja que ______ sepa cómo te sentiste ese día, tu decep¬ción, tu dolor.
«Miente», ordenó una voz interior a Harry. «In¬venta algo para satisfacer a Barbara, simula que es¬tás compartiendo, pero guárdate tus sentimientos y emociones para ti». Sin embargo, mientras pensaba aquello, la verdad surgió de sus labios.
—Mi padre no pudo hacer frente a la hipoteca y el banco sacó el rancho a subasta. Aquel fue el día más terrible de mi vida.
Su padre y él vieron cómo el equipo del rancho, los muebles, los animales, todo lo que había sido su vida hasta entonces, era vendido por mucho menos de su valor.
A pesar del tiempo transcurrido, Harry sintió en aquellos momentos la misma rabia que entonces, la misma impotencia.
—Incluso Bandida fue subastada —su voz se cargó de emoción mientras recordaba cómo se llevaron a su caballo a un tráiler.
Solo había sentido aquel dolor otra vez en su vida, cuando tenía veinte años y Sarah Washington le dijo que ya no lo amaba.
—Oh, Harry, cuánto lo siento —dijo ______, emo¬cionada. Se inclinó hacia él, como queriendo to¬marlo entre sus brazos.
—Adelante —dijo Barbara—. Abrazaos. Durante los próximos minutos quiero que os abracéis y os con¬soléis mutuamente.
Antes de que Harry se diera cuenta de cómo había pasado, ______ estaba en su regazo, con los brazos en torno a su cuello y el rostro enterrado en este.
Harry cerró los ojos y respondió abrazándola. Los senos de ______ presionaron contra su pecho mien¬tras se sentaba a horcajadas sobre él. Era una posi¬ción muy provocativa, y Harry trató de distanciarse de ella. Pero era imposible.
Su pelo olía a flores recién cortadas y su cuerpo le ofrecía la calidez del sol. La presencia de Barbara quedó olvidada, así como el juego al que estaban ju¬gando. Harry se negó a pensar y se centró exclusiva¬mente en el placer de tenerla entre sus brazos.
______ alzó el rostro y lo miró.
—Siento que perdieras a Bandida —dijo, con dulce sinceridad—. No hay nada peor que perder algo que amas.
Incapaz de reprimir el impulso, Harry alzó una mano y acarició un mechón suelto del pelo de ______.
—Y yo siento que tu padre fuera tan estúpido —re¬plicó—. Y lo era, porque si no no te habría dejado.
—Me gustaría que siguierais consolándoos durante unos minutos. Después, el ejercicio habrá aca¬bado —Barbara se encaminó a la puerta y sonrió—. Nos veremos esta tarde a la hora de cenar —añadió antes de salir de la biblioteca.
En cuanto la puerta se cerró a sus espaldas, Harry supo que debía soltar a ______. De momento, el juego había terminado. Sin la presencia de Barbara ya no tenían por qué fingir.
Pero soltar a ______ en aquellos momentos pare¬cía imposible. Quería sentir su calidez. Quería que siguiera rodeándolo con sus brazos. Quería que si¬guieran consolándose mientras las heridas que ha¬bían abierto sanaban lentamente.
Mirando a la mujer que sostenía entre sus brazos, comprendió que no tenía intención de soltarla hasta haber hecho una cosa más. Era una locura, pero no iba a permitir que algo tan ridículo como el sentido común lo refrenara.
Respiró profundamente, se inclinó hacia delante y tomó los labios de ______ entre los suyos.
LOS COMENTARIOS SON EL OXIGENO DEL ESCRITOR, ¡NO QUIERO MORIR JOVEN!
Última edición por #EleanorJCalder el Dom 12 Ago 2012, 5:56 pm, editado 3 veces
EleanorJCalder
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
Beatles. escribió:En este momento tengo un rencor maligno hacia Jarry(? ¬¬ Maldito imbécil! ._. PORQUE SE LE OCURRIÓ PREGUNTAR ESA MARRANADA? PORQUE? PORQUE? OKYA.. Demasiado 'porque?' Ajsaksjalsjasjalkdj Es que, comprendo que la rayis se enojara, yo también lo haría! ¬¬ Maldito tipo exhibicionista!!(? Si, cuando me enojo, me enojo x3 Ajsaljsaj Pero aun así lo amo tanto que no puedo dejar de pensar en el*----* Que cursi me volví._. Ajslajslajs Y sobre tu 'P.D.' Si.. Cada día se ponen mas guapos e inalcanzables para mi T_T.. Pero buehhh! todo bien:D SÍGUELA! Kisses;
Si aveces me da pesar de la pobre rayis :/
EleanorJCalder
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa COMO LA DEJAS ASIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
ESTA MUY BUENA ME ENCANTA SIGUELA PLISSSS
ESTA MUY BUENA ME ENCANTA SIGUELA PLISSSS
ojitos_hazza
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
Lo que me gusta de esta nove es que los capitulos son laaargos:· Aksjalkdjalksj Fue tan romantico y.. WAAAAA(? HARRY LA BESO!! INTERCAMBIO SALIVA CON ELLA xD OKNO._. La verdad eso se oyo asqueroso pero.. LO HIZO!!! Askajdkljakdj Te juro que grite como media hora x3 Y ahora te ruego que la sigas*-----* ME ENCANTA! BesosC:
Diana Ajaslask(?
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ojitos_hazza
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
Bfzvjgkusfhgiusfhg creo que he muerto...
Sguela en cuanto puedas, esta muy interesante :D
Sguela en cuanto puedas, esta muy interesante :D
Potato.
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
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Perfect Wife: Capitulo 5
Asombroso... como unos labios que pare¬cían delgados y poco acogedores podían ser en realidad tan suaves y saber tan bien. Inicialmente, el beso fue un poco vacilante, pero aque¬llo no tardó en ser insuficiente.
Harry tocó con su lengua la de ______ y el deseo lo estremeció como un relámpago cuando ella abrió la boca, permitiendo que penetrara en ella.
Sabía a inocencia y a palpitante sensualidad, una combinación embriagadora que fue como una ex¬plosión en su cabeza. Bebió de ella, adorando su sa¬bor.
Sintió los poderosos latidos de un corazón, pero no supo si era el suyo o el de ella. Deslizando las manos por su espalda sintió lo delicada que era, y despertó en su interior un intenso sentimiento pro¬tector totalmente atípico en él.
______ se arqueó bajo sus caricias, como un gato disfrutando y alentándolo a que siguiera. Mientras se arqueaba, sus senos presionaron contra el pecho de Harry, como animándolo a que los tocara, a que ex-plorara su plenitud bajo la fina tela que los cubría. Él dudó, temiendo perder el control, temiendo asustarla.
Se hizo vagamente consciente del sonido de sus respiraciones, breves y ligeramente ásperas mientras sus lenguas se acariciaban.
Alzó una mano y tanteó el pasador que sujetaba el pelo de ______ hasta que logró soltarlo.
En cuanto su pelo quedó libre, ______ se apartó de él y se puso en pie.
—¿Por qué... por qué has hecho eso? —preguntó, con voz débil y entrecortada.
Se agachó y recogió el pasador que había caído al suelo. Harry vio cómo temblaban sus manos.
—¿Por qué he hecho qué? —preguntó, aturdido, tratando de recuperar el control, de apartar aquel dulce sabor de su boca. Estaba asombrado por su re¬acción a aquel beso, por la intensidad de su deseo.
—Besarme. ¿Por qué me has besado? —______ no lo miró mientras volvía a ponerse el pasador.
Harry se encogió de hombros.
—Si no te ha gustado, ¿por qué me has devuelto el beso?
Las mejillas de ______ se tiñeron de un intenso rubor.
—No he dicho que no me haya gustado. Solo te he preguntado por qué lo has hecho.
Harry se levantó y le pasó una mano por el pelo.
—No lo sé —admitió—. Simplemente ha sucedido. Lo siento. No debería haberlo hecho —era la primera vez en su vida que sentía la necesidad de disculparse por un beso.
—No tiene importancia —dijo ______. Sonriendo tímidamente, añadió—: Simplemente me has sor¬prendido. No mencionaste que los besos fueran a formar parte de mi trabajo.
Harry respiró profundamente, tratando de tran¬quilizar los latidos de su corazón.
—No te preocupes. Te prometo que no formarán parte de tu trabajo habitual —volvió a pasarse la mano por el pelo—. Aún tenemos un par de horas an¬tes de la cena. ¿Qué te parece si vamos a Mustang a dar una vuelta? —sugirió, pensando que un par de horas alejados del rancho les vendrían bien para vol¬ver a poner las cosas en su sitio.
Después de lo sucedido se sentía descentrado. Por unos momentos había olvidado que la mujer con la que estaba era su secretaria, ______.
Por unos momentos, mientras la tenía entre sus brazos, sus rasgos se habían iluminado con una luz interior que la había hecho parecer muy atractiva.
Pero no quería pensar en ella como en una mujer bonita y, mucho menos, sexy.
La necesitaba como secretaria. No podía permi¬tirse complicar las cosas con ella.
—Podemos tomar un café y pensar en algunas ideas para el proyecto Martindale —era una desca¬rada treta para volver a poner las cosas en su sitio.
______ lo miró, indecisa.
—¿En serio? ¿Vas a dejar que te ayude con ese proyecto?
—Claro —Harry abrió la puerta de la biblioteca, sintiendo que necesitaba un poco de aire fresco para aclarar sus ideas.
—De acuerdo. Deja que vaya por mi bolso.
Mientras ______ subía al dormitorio, Harry salió al porche a esperarla.
No sabía por qué le había afectado tanto el beso que había compartido con ella. No había sido espe¬cialmente largo, al menos para lo que él estaba acos¬tumbrado.
Pero no había duda de que le había afectado, y mucho. Su respiración se había vuelto entrecortada y su cuerpo había respondido al instante, como prepa¬rándose para hacer el amor apasionadamente.
Volvió a respirar hondo, como si acabara de pasar por una especie de crisis de vida o muerte. Había sido un peligroso descuido, un momentáneo coque¬teo con la locura. Debía tener cuidado durante el resto de la semana. De algún modo, el ejercicio que acababan de practicar con Barbara lo había vuelto más vulnerable... más necesitado. Por un instante, casi se había sentido como si de verdad estuviera ca¬sado con ______. Pero no debía permitir que la fron¬tera entre la fantasía y la realidad se volviera con¬fusa.
______ tomó su bolso del tocador y se detuvo un momento ante el espejo. Tenía las mejillas son¬rosadas y los labios rojos y un poco hinchados. Se los tocó con los dedos, recordando el beso de Harry. Una intensa calidez la recorrió al recordar los momentos en que los labios de ambos se habían unido.
Había sido su primer beso verdadero, adulto y, además de dejaría sin aliento, había anulado su ca¬pacidad de razonar. El instantáneo deseo que se ha¬bía apoderado de ella la había dejado anonadada.
Si Harry hubiera querido, podría haberla tomado allí mismo, en el suelo de la biblioteca. Podría ha¬berle hecho el amor sin que ella se lo hubiera impe¬dido. De hecho, habría colaborado activamente.
Sintiendo que le ardían las mejillas, se apartó del espejo. Todo había sido culpa de Barbara. El ejer¬cicio que les había hecho practicar había conseguido exactamente su propósito: crear un lazo de unión e intimidad que enriquecería la relación entre las dos personas implicadas.
Pero la única relación que existía entre Harry y ella era la de jefe y empleada. No podía olvidar eso.
Así que, ¿por qué la había besado? Barbara no estaba en la habitación en aquel momento, de ma¬nera que no era necesario seguir simulando que es¬taban casados. Harry había dicho que simplemente había sucedido.
Ella sabía que lo mejor que podía hacer en aquel momento era olvidar lo que había pasado.
Unos minutos después se reunió con Harry en el porche.
—Ya estoy lista —anunció.
—He visto a Brody hace un momento —dijo Harry, mientras se acercaban al garaje—. Le he dicho que no nos esperaran para cenar, que comeríamos algo en el pueblo.
______ lo miró, sorprendida.
—De acuerdo —dijo.
—También le he dicho que volveremos a tiempo para la última sesión —Harry le abrió la puerta del coche para que entrara.
______ lo hizo así, preguntándose por qué habría decidido que iban a cenar en el pueblo. Tal vez sentía la necesidad de estar con otras personas... perso¬nas distintas a aquellas a las que trataba de engañar.
Ella sentía la misma necesidad, el deseo de dis¬tanciarse de él, de recordar que era su secretaria, nada más. Y tampoco debía olvidar que no era la clase de mujer con la que Harry solía salir.
—Hace un día precioso —dijo, mientras Harry con¬ducía el coche fuera del rancho.
—Maravilloso —asintió él—. Aunque el invierno no tardará en llegar. No querría vivir aquí cuando la nieve empiece a caer.
—¿Por qué no? —preguntó ______, mirando las amplias extensiones de pasto que los rodeaban.
—Los inviernos son muy duros en esta zona. Las temperaturas bajo cero son habituales, y nieva mu¬cho. Estoy seguro de que, en muchas ocasiones, la gente se siente prisionera en sus casas a causa del clima.
—No sé. La idea de estar atrapada por la nieve me parece bastante romántica —______ podía imaginar un agradable fuego caldeando el interior de una ca¬sita mientras la nieve cubría el exterior. Era fácil imaginarse haciendo el amor bajo una colcha de parches, junto al fuego.
—Qué típico de una mujer disfrutar con la idea de tener a un hombre atrapado a causa del tiempo —re¬plicó Harry en tono irónico.
Aquel era el tipo de comentario machista que sa¬caba de quicio ______. Casi agradeció aquel detalle, pues le había recordado que había una parte de Harry Styles que no le gustaba demasiado.
—Supongo que esa fantasía en particular no es exclusiva de las mujeres —replicó—. Estoy segura de que hay muchos hombres que fantasean con la idea de verse atrapados en una cabaña con una rubia cur¬vilínea de pechos grandes dispuesta a satisfacer sus necesidades.
—Tienes razón —concedió Harry con una sonrisa—. Supongo que puedo ver ciertos atractivos ante la idea de verme atrapado con alguien así.
—Mientras tus necesidades estuvieran localizadas en la mitad inferior de tu cuerpo, supongo que no tendrías problemas —contestó ______.
Harry rió.
—No dejas de asombrarme. En la oficina nunca has mostrado esa faceta de tu personalidad. No sa¬bía que tuvieras tan buen sentido del humor y una mente tan rápida.
______ se sintió reconfortada al escuchar aque¬llas palabras. Sabía lo invisible que había sido para Harry durante los dos últimos años. Sin duda, des¬pués de aquella semana su relación de jefe y emple¬ada cambiaría sutilmente para mejor. Tal vez no ten¬dría que buscarse otro trabajo.
Harry redujo la marcha mientras se acercaban a las afueras del pueblo.
—Brody me ha dicho que el Mustang Diner es un buen lugar para comer —dijo, mientras giraba en la calle Main—. Según él, tienen el mejor pastel de manzana de todo el estado.
—Seguro que pronto convencerá al dueño para que empiece a servir las galletas Robinson para el desayuno.
Harry sonrió.
—Ya lo ha hecho. Les regaló el suministro de un mes para que las probaran. Luego, mientras estaba de obras en el rancho, pagó a los trabajadores un di¬nero extra para que fueran al restaurante, pidieran las galletas y fueran diciendo por ahí que estaban buenísimas.
______ rió.
—No hay duda de que Brody es un auténtico hom¬bre de negocios.
Harry detuvo el coche frente al restaurante, apagó el motor y se volvió hacia ella.
—Respecto a ese beso... —empezó, evidentemente incómodo con el tema.
______ alzó una mano para interrumpirlo.
—No sigas —sabía que Harry sentía la necesidad de decirle que aquel beso no había significado nada, y la irritaba que creyera que su forma de besarla había sido tan especial como para hacerle creer que signi¬ficaba algo—. En serio, Harry, no tienes por qué pre¬ocuparte al respecto. En una escala del uno al diez no ha superado un seis. Además, no eres en absoluto mi tipo —antes de que él pudiera replicar, abrió la puerta y salió del coche.
Harry no dijo nada mientras entraban en el restau¬rante, pero, tras sentarse, no apartó la mirada de ______ mientras esta revisaba la carta. Ella alzó la mi¬rada.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—¿Un seis? ¿No le das más que un seis? —pre¬guntó Harry, mirándola con gesto incrédulo.
______ reprimió una explosión de risa, compren¬diendo que había herido su ego.
—No puedo darle más de un seis porque carecía de emoción.
—¿Quién te ha dicho eso?
—Yo hago la escala y pongo las reglas.
—Pues no me gusta tu escala —dijo Harry, abrien¬do la carta—. Digas lo que digas, el beso se merecía por lo menos un nueve. ¿Y qué quieres decir con eso de que no soy tu tipo?
—No te lo tomes como algo personal —dijo ______—. Simplemente quiero más de lo que sueles ofrecer a las mujeres con las que sales.
—¿Más? ¿Más qué? —la expresión de Harry evi¬denciaba su frustración.
—Más de ti mismo —______ cerró la carta, lamen¬tando haberse metido en aquella conversación—. He notado que te has sentido incómodo durante nuestra sesión con Barbara. No estás acostumbrado a com¬partir. El hombre del que me enamore querrá com¬partir todo lo suyo conmigo. Y también querrá sa¬berlo todo sobre mí.
Harry frunció el ceño.
—Compartiendo cosas de uno mismo se pierde poder.
—Pero el amor no tiene nada que ver con el poder —protestó ______—. Enfocas el amor desde el mismo punto de vista que los negocios, y no es lo mismo.
Interrumpieron su conversación cuando la cama¬rera se acercó a su mesa. Pidieron el menú del día y, cuando la camarera se fue, ______ retomó la conver¬sación donde la habían dejado.
—Se supone que el amor no tiene nada que ver con una lucha por el poder, ni con un intento de averiguar las debilidades del otro para poder explotar¬las.
Harry se apoyó contra el respaldo de su asiento y la miró especulativamente.
—Si tienes todas las respuestas respecto al amor, ¿por qué sigues soltera?
—No tengo todas las respuestas —protestó ______—. Solo sé lo que quiero y lo que no quiero. Y sigo soltera porque no he tenido tiempo para encon¬trar al hombre adecuado. Ayudar a criar a Liam y trabajar para ti no me ha dejado demasiado tiempo —hizo una momentánea pausa, mirando a Harry con curiosidad—. ¿Y tú? ¿Has estado enamorado alguna vez?
Notó que su pregunta había tomado por sorpresa a Harry. Este dio un sorbo a su vaso de agua y luego se paso una mano por la frente, como si empezara a dolerle la cabeza.
—Una vez. Cuando era joven y estúpido.
—¿Cómo se llamaba?
—Sarah. Sarah Washington —un gesto de irritación cruzó el rostro de Harry—. ¿Pero qué es esto? ¿Una especie de interrogatorio?
______ extendió la servilleta sobre su regazo.
—Siento haber tocado un punto débil.
Harry respiró hondo.
—De acuerdo —dijo, a regañadientes. Tras dar otro sorbo de agua, continuó—. Fue hace mucho tiempo. Pensaba que era mi chica, la mujer que iba a pasar el resto de su vida conmigo. Estaba equivocado —miró a ______ un momento y luego movió la cabeza, como para apartar de su mente el pensamiento que había pasado por su cabeza—. Me has dicho algunas veces que te gustaría tomar parte más directa en las actividades de la agencia. ¿Por qué no me cuentas algunas de las ideas que hayas tenido sobre la cam¬paña Martindale?
______ supo que había llegado el momento de cambiar de tema, aunque aún sentía curiosidad por saber algo de la joven que había capturado el cora¬zón de Harry para luego dejarlo plantado.
Durante la comida hablaron de la campaña publi¬citaria de Martindale y de otras. ______ compartió con Harry varias ideas que tenía para promocionar empresas y estimular las ventas.
El le explicó pacientemente por qué algunas de sus ideas no servirían, y alabó las que parecían tener posibilidades. ______ agradeció sus consejos y opi¬niones, dispuesta a aprender todo lo posible de él.
Aquella era la clase de relación que había soñado cuando empezó a trabajar como secretaria de Harry. Quería aprender, que la tomaran en serio, demostrar que valía lo suficiente como para llegar a tener parte activa en el negocio.
—Eres brillante, ______ —dijo Harry, mientras re¬gresaban al rancho después de disfrutar de un trozo de pastel de manzana con café—. Y tienes razón: he malgastado tu talento haciendo que te ocupes de mis asuntos personales. Cuando volvamos a la oficina va a haber algunos cambios.
—Eso me gustaría mucho —dijo ______ sonriendo, feliz. Aquello era lo que había querido desde que empezó a trabajar para Harry. En lugar de pasarse los días organizando citas para comer y mandando flores, iba a tener la oportunidad de utilizar su inteli¬gencia.
—Tienes una mente muy despierta, enanita —le dijo su padre el día antes de irse para siempre—. Tie¬nes que utilizar tu cerebro. Tu inteligencia te llevará lejos —sus ojos la miraron con un toque de tristeza—. Desgraciadamente, no vas a ser una de esas chicas que pueden depender de su físico para salir adelante.
Cerró los ojos y trató de apartar aquellos doloro¬sos recuerdos. Enanita. Así era como la llamaba siempre su padre. Lo quería con locura y durante años, después de que se fuera, se preguntó si se ha¬bría quedado si ella hubiera sido más guapa.
Pero sabía que no. Su padre se habría ido aunque ella hubiera sido Miss Universo. Le costó años com¬prender que su marcha no tuvo nada que ver con ella.
Poco después de llegar al rancho, ______ y Harry se reunieron con las otras parejas en la biblioteca. Barbara resumió las actividades del día, lo que ha¬bían aprendido, lo que aún les quedaba por explorar.
Cuando Barbara terminó, la conversación giró hacia los niños. Trent y Elena hablaron de su hijo con evidente adoración.
—Travis es un manojo de nervios —dijo Elena—, pero es brillante y sano, y un constante recuerdo de nuestro amor —sus ojos destellaron mientras buscaba la mano de su marido.
______ anhelaba aquella clase de contacto con un hombre y, si tenía suerte, algún día tendría hijos.
—No hay nada mejor en el mundo que los hijos —dijo Brody—. Barbara y yo tenemos dos, chico y chica. Por supuesto, ya son mayorcitos y tienen sus propias familias, pero son una alegría sin la que na¬die debiera pasarse.
—Por desgracia, Stan y yo no podemos tener hijos —dijo Eddie, con evidente pesar—. Hemos ido a toda clase de especialistas, pero no hemos tenido suerte.
—El año pasado decidimos adoptar uno y estamos esperando que la agencia nos avise en cualquier mo¬mento —continuó Stan. Sonrió a su esposa y la ex¬presión de esta se iluminó.
Todos los felicitaron, y luego Brody se volvió ha¬cia Harry.
—¿Y vosotros? No me digas que habéis sacrifi¬cado tener hijos por el todopoderoso dólar y el afán de prosperar —había un tono sutilmente acusador en su voz.
—En absoluto —replicó Harry—. De hecho —conti¬nuó, tomando la mano de ______—, no íbamos a anunciarlo todavía —sonrió orgulloso mientras ella sentía que se le encogía el estómago—. ______ está embarazada de tres meses.
Harry tocó con su lengua la de ______ y el deseo lo estremeció como un relámpago cuando ella abrió la boca, permitiendo que penetrara en ella.
Sabía a inocencia y a palpitante sensualidad, una combinación embriagadora que fue como una ex¬plosión en su cabeza. Bebió de ella, adorando su sa¬bor.
Sintió los poderosos latidos de un corazón, pero no supo si era el suyo o el de ella. Deslizando las manos por su espalda sintió lo delicada que era, y despertó en su interior un intenso sentimiento pro¬tector totalmente atípico en él.
______ se arqueó bajo sus caricias, como un gato disfrutando y alentándolo a que siguiera. Mientras se arqueaba, sus senos presionaron contra el pecho de Harry, como animándolo a que los tocara, a que ex-plorara su plenitud bajo la fina tela que los cubría. Él dudó, temiendo perder el control, temiendo asustarla.
Se hizo vagamente consciente del sonido de sus respiraciones, breves y ligeramente ásperas mientras sus lenguas se acariciaban.
Alzó una mano y tanteó el pasador que sujetaba el pelo de ______ hasta que logró soltarlo.
En cuanto su pelo quedó libre, ______ se apartó de él y se puso en pie.
—¿Por qué... por qué has hecho eso? —preguntó, con voz débil y entrecortada.
Se agachó y recogió el pasador que había caído al suelo. Harry vio cómo temblaban sus manos.
—¿Por qué he hecho qué? —preguntó, aturdido, tratando de recuperar el control, de apartar aquel dulce sabor de su boca. Estaba asombrado por su re¬acción a aquel beso, por la intensidad de su deseo.
—Besarme. ¿Por qué me has besado? —______ no lo miró mientras volvía a ponerse el pasador.
Harry se encogió de hombros.
—Si no te ha gustado, ¿por qué me has devuelto el beso?
Las mejillas de ______ se tiñeron de un intenso rubor.
—No he dicho que no me haya gustado. Solo te he preguntado por qué lo has hecho.
Harry se levantó y le pasó una mano por el pelo.
—No lo sé —admitió—. Simplemente ha sucedido. Lo siento. No debería haberlo hecho —era la primera vez en su vida que sentía la necesidad de disculparse por un beso.
—No tiene importancia —dijo ______. Sonriendo tímidamente, añadió—: Simplemente me has sor¬prendido. No mencionaste que los besos fueran a formar parte de mi trabajo.
Harry respiró profundamente, tratando de tran¬quilizar los latidos de su corazón.
—No te preocupes. Te prometo que no formarán parte de tu trabajo habitual —volvió a pasarse la mano por el pelo—. Aún tenemos un par de horas an¬tes de la cena. ¿Qué te parece si vamos a Mustang a dar una vuelta? —sugirió, pensando que un par de horas alejados del rancho les vendrían bien para vol¬ver a poner las cosas en su sitio.
Después de lo sucedido se sentía descentrado. Por unos momentos había olvidado que la mujer con la que estaba era su secretaria, ______.
Por unos momentos, mientras la tenía entre sus brazos, sus rasgos se habían iluminado con una luz interior que la había hecho parecer muy atractiva.
Pero no quería pensar en ella como en una mujer bonita y, mucho menos, sexy.
La necesitaba como secretaria. No podía permi¬tirse complicar las cosas con ella.
—Podemos tomar un café y pensar en algunas ideas para el proyecto Martindale —era una desca¬rada treta para volver a poner las cosas en su sitio.
______ lo miró, indecisa.
—¿En serio? ¿Vas a dejar que te ayude con ese proyecto?
—Claro —Harry abrió la puerta de la biblioteca, sintiendo que necesitaba un poco de aire fresco para aclarar sus ideas.
—De acuerdo. Deja que vaya por mi bolso.
Mientras ______ subía al dormitorio, Harry salió al porche a esperarla.
No sabía por qué le había afectado tanto el beso que había compartido con ella. No había sido espe¬cialmente largo, al menos para lo que él estaba acos¬tumbrado.
Pero no había duda de que le había afectado, y mucho. Su respiración se había vuelto entrecortada y su cuerpo había respondido al instante, como prepa¬rándose para hacer el amor apasionadamente.
Volvió a respirar hondo, como si acabara de pasar por una especie de crisis de vida o muerte. Había sido un peligroso descuido, un momentáneo coque¬teo con la locura. Debía tener cuidado durante el resto de la semana. De algún modo, el ejercicio que acababan de practicar con Barbara lo había vuelto más vulnerable... más necesitado. Por un instante, casi se había sentido como si de verdad estuviera ca¬sado con ______. Pero no debía permitir que la fron¬tera entre la fantasía y la realidad se volviera con¬fusa.
______ tomó su bolso del tocador y se detuvo un momento ante el espejo. Tenía las mejillas son¬rosadas y los labios rojos y un poco hinchados. Se los tocó con los dedos, recordando el beso de Harry. Una intensa calidez la recorrió al recordar los momentos en que los labios de ambos se habían unido.
Había sido su primer beso verdadero, adulto y, además de dejaría sin aliento, había anulado su ca¬pacidad de razonar. El instantáneo deseo que se ha¬bía apoderado de ella la había dejado anonadada.
Si Harry hubiera querido, podría haberla tomado allí mismo, en el suelo de la biblioteca. Podría ha¬berle hecho el amor sin que ella se lo hubiera impe¬dido. De hecho, habría colaborado activamente.
Sintiendo que le ardían las mejillas, se apartó del espejo. Todo había sido culpa de Barbara. El ejer¬cicio que les había hecho practicar había conseguido exactamente su propósito: crear un lazo de unión e intimidad que enriquecería la relación entre las dos personas implicadas.
Pero la única relación que existía entre Harry y ella era la de jefe y empleada. No podía olvidar eso.
Así que, ¿por qué la había besado? Barbara no estaba en la habitación en aquel momento, de ma¬nera que no era necesario seguir simulando que es¬taban casados. Harry había dicho que simplemente había sucedido.
Ella sabía que lo mejor que podía hacer en aquel momento era olvidar lo que había pasado.
Unos minutos después se reunió con Harry en el porche.
—Ya estoy lista —anunció.
—He visto a Brody hace un momento —dijo Harry, mientras se acercaban al garaje—. Le he dicho que no nos esperaran para cenar, que comeríamos algo en el pueblo.
______ lo miró, sorprendida.
—De acuerdo —dijo.
—También le he dicho que volveremos a tiempo para la última sesión —Harry le abrió la puerta del coche para que entrara.
______ lo hizo así, preguntándose por qué habría decidido que iban a cenar en el pueblo. Tal vez sentía la necesidad de estar con otras personas... perso¬nas distintas a aquellas a las que trataba de engañar.
Ella sentía la misma necesidad, el deseo de dis¬tanciarse de él, de recordar que era su secretaria, nada más. Y tampoco debía olvidar que no era la clase de mujer con la que Harry solía salir.
—Hace un día precioso —dijo, mientras Harry con¬ducía el coche fuera del rancho.
—Maravilloso —asintió él—. Aunque el invierno no tardará en llegar. No querría vivir aquí cuando la nieve empiece a caer.
—¿Por qué no? —preguntó ______, mirando las amplias extensiones de pasto que los rodeaban.
—Los inviernos son muy duros en esta zona. Las temperaturas bajo cero son habituales, y nieva mu¬cho. Estoy seguro de que, en muchas ocasiones, la gente se siente prisionera en sus casas a causa del clima.
—No sé. La idea de estar atrapada por la nieve me parece bastante romántica —______ podía imaginar un agradable fuego caldeando el interior de una ca¬sita mientras la nieve cubría el exterior. Era fácil imaginarse haciendo el amor bajo una colcha de parches, junto al fuego.
—Qué típico de una mujer disfrutar con la idea de tener a un hombre atrapado a causa del tiempo —re¬plicó Harry en tono irónico.
Aquel era el tipo de comentario machista que sa¬caba de quicio ______. Casi agradeció aquel detalle, pues le había recordado que había una parte de Harry Styles que no le gustaba demasiado.
—Supongo que esa fantasía en particular no es exclusiva de las mujeres —replicó—. Estoy segura de que hay muchos hombres que fantasean con la idea de verse atrapados en una cabaña con una rubia cur¬vilínea de pechos grandes dispuesta a satisfacer sus necesidades.
—Tienes razón —concedió Harry con una sonrisa—. Supongo que puedo ver ciertos atractivos ante la idea de verme atrapado con alguien así.
—Mientras tus necesidades estuvieran localizadas en la mitad inferior de tu cuerpo, supongo que no tendrías problemas —contestó ______.
Harry rió.
—No dejas de asombrarme. En la oficina nunca has mostrado esa faceta de tu personalidad. No sa¬bía que tuvieras tan buen sentido del humor y una mente tan rápida.
______ se sintió reconfortada al escuchar aque¬llas palabras. Sabía lo invisible que había sido para Harry durante los dos últimos años. Sin duda, des¬pués de aquella semana su relación de jefe y emple¬ada cambiaría sutilmente para mejor. Tal vez no ten¬dría que buscarse otro trabajo.
Harry redujo la marcha mientras se acercaban a las afueras del pueblo.
—Brody me ha dicho que el Mustang Diner es un buen lugar para comer —dijo, mientras giraba en la calle Main—. Según él, tienen el mejor pastel de manzana de todo el estado.
—Seguro que pronto convencerá al dueño para que empiece a servir las galletas Robinson para el desayuno.
Harry sonrió.
—Ya lo ha hecho. Les regaló el suministro de un mes para que las probaran. Luego, mientras estaba de obras en el rancho, pagó a los trabajadores un di¬nero extra para que fueran al restaurante, pidieran las galletas y fueran diciendo por ahí que estaban buenísimas.
______ rió.
—No hay duda de que Brody es un auténtico hom¬bre de negocios.
Harry detuvo el coche frente al restaurante, apagó el motor y se volvió hacia ella.
—Respecto a ese beso... —empezó, evidentemente incómodo con el tema.
______ alzó una mano para interrumpirlo.
—No sigas —sabía que Harry sentía la necesidad de decirle que aquel beso no había significado nada, y la irritaba que creyera que su forma de besarla había sido tan especial como para hacerle creer que signi¬ficaba algo—. En serio, Harry, no tienes por qué pre¬ocuparte al respecto. En una escala del uno al diez no ha superado un seis. Además, no eres en absoluto mi tipo —antes de que él pudiera replicar, abrió la puerta y salió del coche.
Harry no dijo nada mientras entraban en el restau¬rante, pero, tras sentarse, no apartó la mirada de ______ mientras esta revisaba la carta. Ella alzó la mi¬rada.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—¿Un seis? ¿No le das más que un seis? —pre¬guntó Harry, mirándola con gesto incrédulo.
______ reprimió una explosión de risa, compren¬diendo que había herido su ego.
—No puedo darle más de un seis porque carecía de emoción.
—¿Quién te ha dicho eso?
—Yo hago la escala y pongo las reglas.
—Pues no me gusta tu escala —dijo Harry, abrien¬do la carta—. Digas lo que digas, el beso se merecía por lo menos un nueve. ¿Y qué quieres decir con eso de que no soy tu tipo?
—No te lo tomes como algo personal —dijo ______—. Simplemente quiero más de lo que sueles ofrecer a las mujeres con las que sales.
—¿Más? ¿Más qué? —la expresión de Harry evi¬denciaba su frustración.
—Más de ti mismo —______ cerró la carta, lamen¬tando haberse metido en aquella conversación—. He notado que te has sentido incómodo durante nuestra sesión con Barbara. No estás acostumbrado a com¬partir. El hombre del que me enamore querrá com¬partir todo lo suyo conmigo. Y también querrá sa¬berlo todo sobre mí.
Harry frunció el ceño.
—Compartiendo cosas de uno mismo se pierde poder.
—Pero el amor no tiene nada que ver con el poder —protestó ______—. Enfocas el amor desde el mismo punto de vista que los negocios, y no es lo mismo.
Interrumpieron su conversación cuando la cama¬rera se acercó a su mesa. Pidieron el menú del día y, cuando la camarera se fue, ______ retomó la conver¬sación donde la habían dejado.
—Se supone que el amor no tiene nada que ver con una lucha por el poder, ni con un intento de averiguar las debilidades del otro para poder explotar¬las.
Harry se apoyó contra el respaldo de su asiento y la miró especulativamente.
—Si tienes todas las respuestas respecto al amor, ¿por qué sigues soltera?
—No tengo todas las respuestas —protestó ______—. Solo sé lo que quiero y lo que no quiero. Y sigo soltera porque no he tenido tiempo para encon¬trar al hombre adecuado. Ayudar a criar a Liam y trabajar para ti no me ha dejado demasiado tiempo —hizo una momentánea pausa, mirando a Harry con curiosidad—. ¿Y tú? ¿Has estado enamorado alguna vez?
Notó que su pregunta había tomado por sorpresa a Harry. Este dio un sorbo a su vaso de agua y luego se paso una mano por la frente, como si empezara a dolerle la cabeza.
—Una vez. Cuando era joven y estúpido.
—¿Cómo se llamaba?
—Sarah. Sarah Washington —un gesto de irritación cruzó el rostro de Harry—. ¿Pero qué es esto? ¿Una especie de interrogatorio?
______ extendió la servilleta sobre su regazo.
—Siento haber tocado un punto débil.
Harry respiró hondo.
—De acuerdo —dijo, a regañadientes. Tras dar otro sorbo de agua, continuó—. Fue hace mucho tiempo. Pensaba que era mi chica, la mujer que iba a pasar el resto de su vida conmigo. Estaba equivocado —miró a ______ un momento y luego movió la cabeza, como para apartar de su mente el pensamiento que había pasado por su cabeza—. Me has dicho algunas veces que te gustaría tomar parte más directa en las actividades de la agencia. ¿Por qué no me cuentas algunas de las ideas que hayas tenido sobre la cam¬paña Martindale?
______ supo que había llegado el momento de cambiar de tema, aunque aún sentía curiosidad por saber algo de la joven que había capturado el cora¬zón de Harry para luego dejarlo plantado.
Durante la comida hablaron de la campaña publi¬citaria de Martindale y de otras. ______ compartió con Harry varias ideas que tenía para promocionar empresas y estimular las ventas.
El le explicó pacientemente por qué algunas de sus ideas no servirían, y alabó las que parecían tener posibilidades. ______ agradeció sus consejos y opi¬niones, dispuesta a aprender todo lo posible de él.
Aquella era la clase de relación que había soñado cuando empezó a trabajar como secretaria de Harry. Quería aprender, que la tomaran en serio, demostrar que valía lo suficiente como para llegar a tener parte activa en el negocio.
—Eres brillante, ______ —dijo Harry, mientras re¬gresaban al rancho después de disfrutar de un trozo de pastel de manzana con café—. Y tienes razón: he malgastado tu talento haciendo que te ocupes de mis asuntos personales. Cuando volvamos a la oficina va a haber algunos cambios.
—Eso me gustaría mucho —dijo ______ sonriendo, feliz. Aquello era lo que había querido desde que empezó a trabajar para Harry. En lugar de pasarse los días organizando citas para comer y mandando flores, iba a tener la oportunidad de utilizar su inteli¬gencia.
—Tienes una mente muy despierta, enanita —le dijo su padre el día antes de irse para siempre—. Tie¬nes que utilizar tu cerebro. Tu inteligencia te llevará lejos —sus ojos la miraron con un toque de tristeza—. Desgraciadamente, no vas a ser una de esas chicas que pueden depender de su físico para salir adelante.
Cerró los ojos y trató de apartar aquellos doloro¬sos recuerdos. Enanita. Así era como la llamaba siempre su padre. Lo quería con locura y durante años, después de que se fuera, se preguntó si se ha¬bría quedado si ella hubiera sido más guapa.
Pero sabía que no. Su padre se habría ido aunque ella hubiera sido Miss Universo. Le costó años com¬prender que su marcha no tuvo nada que ver con ella.
Poco después de llegar al rancho, ______ y Harry se reunieron con las otras parejas en la biblioteca. Barbara resumió las actividades del día, lo que ha¬bían aprendido, lo que aún les quedaba por explorar.
Cuando Barbara terminó, la conversación giró hacia los niños. Trent y Elena hablaron de su hijo con evidente adoración.
—Travis es un manojo de nervios —dijo Elena—, pero es brillante y sano, y un constante recuerdo de nuestro amor —sus ojos destellaron mientras buscaba la mano de su marido.
______ anhelaba aquella clase de contacto con un hombre y, si tenía suerte, algún día tendría hijos.
—No hay nada mejor en el mundo que los hijos —dijo Brody—. Barbara y yo tenemos dos, chico y chica. Por supuesto, ya son mayorcitos y tienen sus propias familias, pero son una alegría sin la que na¬die debiera pasarse.
—Por desgracia, Stan y yo no podemos tener hijos —dijo Eddie, con evidente pesar—. Hemos ido a toda clase de especialistas, pero no hemos tenido suerte.
—El año pasado decidimos adoptar uno y estamos esperando que la agencia nos avise en cualquier mo¬mento —continuó Stan. Sonrió a su esposa y la ex¬presión de esta se iluminó.
Todos los felicitaron, y luego Brody se volvió ha¬cia Harry.
—¿Y vosotros? No me digas que habéis sacrifi¬cado tener hijos por el todopoderoso dólar y el afán de prosperar —había un tono sutilmente acusador en su voz.
—En absoluto —replicó Harry—. De hecho —conti¬nuó, tomando la mano de ______—, no íbamos a anunciarlo todavía —sonrió orgulloso mientras ella sentía que se le encogía el estómago—. ______ está embarazada de tres meses.
LOS COMENTARIOS SON EL OXIGENO DEL ESCRITOR, ¡NO QUIERO MORIR JOVEN!
Última edición por #EleanorJCalder el Dom 19 Ago 2012, 8:26 pm, editado 1 vez
EleanorJCalder
Re: Perfect Wife [Harry Styles] Terminada
que hermosa, muchas gracias! :)Diana Devine. escribió:Lo que me gusta de esta nove es que los capitulos son laaargos:· Aksjalkdjalksj Fue tan romantico y.. WAAAAA(? HARRY LA BESO!! INTERCAMBIO SALIVA CON ELLA xD OKNO._. La verdad eso se oyo asqueroso pero.. LO HIZO!!! Askajdkljakdj Te juro que grite como media hora x3 Y ahora te ruego que la sigas*-----* ME ENCANTA! BesosC:
EleanorJCalder
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