Candy... [Louis Tomlinson & Tú]

Nombre: Caramelo.
Autor: Skyfall♥
Género: Ciencia Ficción.
Adaptación: Canción de Robbie Williams.
Advertencias: Es corto.
Otras Paginas: Nope.

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¡Hola!
Esto es un poco extraño pero, bueno, aquí estoy.
Les voy a contar un poco sobre mí antes de continuar con el resto de la historia ¿está bien? Bueno, mi nombre es Louis Tomlinson, aparento casi veintiún años, y soy un ángel de la guarda.
Sí, no soy una persona, en realidad soy el encargado de proteger a otra persona, y en este caso, a una chica completamente irritante. Pero no me malentiendan; le tengo cariño puesto que he pasado los veinte cortos años de su vida junto a ella.
Aunque realmente preferiría que todavía fuera la pequeña _____ de cuatro años que se encargaba de corretear por aquí y por allá, con su largo cabello saltando de un lado a otro en una alta coleta.
Bueno, ahora es una bella mujer; con la piel de porcelana, el cabello realmente largo, alta, tiene las facciones preciosas, los ojos brillantes y expresivos, y los labios con una exquisita forma y pintados naturalmente de color rojo.
Yo estoy aquí para cuidarla de cualquier peligro que pudiera correr, desde primera hora de la mañana hasta la última hora de la noche, no tengo ninguna clase de descanso porque el "mal" no descansa jamás. Bueno, excepto esa vez en que...está bien, estábamos en ella:
Es la pequeña princesa de papá, consentida hasta los huesos, si quiere algo, sólo basta con que chasqueé los dedos para que cualquier requerimiento aparezca frente a sus maravillosos ojos.
Es extremadamente hermosa, tiene una voz suave y encantadora que logra convencer a cualquier persona de cualquier cosa, y por supuesto que desea que los chicos se den cuenta de todas sus cualidades, de sus arco íris y sus ponis, o en otras palabras; de sus hermosos ojos manipuladores y sus sensuales labios que son mala influencia para quien tenga el placer de tocarlos.
Pero no es una zorra. No, en absoluto.
Ella es educada, pero contando a los chicos con los que había salido sin permiso de sus padres; no podía contarlos con los diez dedos que componían sus manos.
Sus padres, dueños de un importante establo repleto de: caballos para trabajar en la tierra, caballos para montar y caballos para las exuberantes carreras que se celebraban durante días.
Ella tenía cualquier caballo, de cualquier tamaño, color o raza a su disposición.
Al igual que tenía a los hombres con esa gran variedad también sometidos a sus requerimientos.
-Buenos Días-saludó la señora Miller, con una sonrisa mientras abría las cortinas que habían mantenido cerradas, ocultando la habitación en penumbra.
Su rostro regordete y sus ojos azules achicados por la enorme sonrisa que se extendía en su rostro.
Gran sorpresa se llevó al encontrarse con la cama completamente vacía, ella ya se había levantado minutos atrás y ahora se encontraba en el baño, aseándose. Obviamente no iba a entrar con ella, no podía invadir su privacidad, bueno sí podía pero no se me hacía algo apropiado.
-Buenos días, madre...-ella salió del baño, con un hermoso vestido azul ceñido al cuerpo que contrastaba con el tono de su piel.
-Buenos días, sólo venía a decirte que saldré y que desayunes algo.
Madge Miller salió de la habitación, dando ligeros saltos imperceptibles. Entonces me giré para mirar a _____, su cabello estaba prácticamente seco y caía por su espalda delicadamente. Debo admitir que me atraía hasta cierto punto, pero las reglas son las reglas, no podía hacer nada al respecto, tal vez en otra vida.
Tomó su celular último modelo color rosado, recién comprado por su papá y salió de la habitación seguida por mí, tenía la obligación de protegerla en todo momento así que no podía separarme de ella en lo más mínimo.

Salimos de la enorme mansión blanca perteneciente a los Miller, su madre había sido la víctima del mal humor del señor Miller al comprar el enorme terreno del tamaño de la mitad de la mitad del palacio de Buckingham, mientras que el señor Miller había golpeado el sistema al mover todos los elementos necesarios hasta la capital y aprender como arreglar y construir cada vez más elegantes habitaciones.
Comenzamos por una larga caminata a través de las calles de la capital, pasando miles de locales llenos de ropa en los que debíamos detenernos por lo menos veinte minutos a que ella observara los vestidos que se extendían en el "perfecto" cuerpo de los maniquíes.
Después de un largo rato de tanto caminar, sacó su teléfono para entretenerse durante el viaje, y aunque se supone que está prohibido, yo me encargaba de apartar a las personas de su camino para evitar un accidente que pudiera terminar frente a un juez.
Llegamos a una cafetería, y sus ojos no se separaban de la pantalla táctil, probablemente se entretenía mandando mensajes a sus "mejores amigas" o tal vez observaba fotografías en su perfil social.
Entonces apartó la mirada del celular, levantó los enormes lentes de sol que se encargaban de ocultar sus preciosos y brillantes ojos y me miró fijamente, obviamente ella no sabía que yo estaba ahí, pero según me han contado los demás ángeles, pueden percibir nuestra presencia, aunque se supone que debemos evitar que lo hagan. Es algo así como una regla del protocolo...
-...algo que debemos obedecer.-ella dijo, con la mirada perdida aún sobre mí. Había completado mi oración ¿Qué estaba pasando? ¿Me había descubierto? ¡No puede ser!.
-¿Qué va a llevar?-se acercó una mujer de edad avanzada con un delantal amarillo, el cabello negro atado en una alta y desordenada coleta y los ojos de un profundo azul.
-Sólo una botella de agua, gracias.-sonrió amablemente, logrando que en sus mejillas se marcaran un par de hoyuelos adorables.

-Estoy a punto de llegar, no te preocupes.-dijo, a través del teléfono, mientras miraba por la ventana. Había tomado un taxi para llegar a su destino, yo no sabía a donde íbamos pero no tenía ningún problema mientras no significara algún peligro para alguien. Colgó y volvió a mirarme, ésta vez levantando una ceja confundida, como si efectivamente pudiera verme. Recé porque no fuera así.
Sacudió la cabeza, y volvió la atención hacia su teléfono otra vez.
-Señor, es aquí-. Dijo, bebiendo un trago de la botella de agua que aún sostenía entre sus dedos. Abrió con lentitud la puerta, deslizando levemente sus dedos a través de la manija e impulsándole hacia afuera para poder salir. Reconocí la calle, era la amplia vereda donde ella había pasado la mayor parte de su infancia jugando con el hijo menor de la enorme familia Styles. Esa era una época en la que yo solía mostrarme ante ellos dos, al igual que Sarah, la ángel de Harry y jugábamos con ellos mientras sus padres creían que eramos sólo unos amigos imaginarios, producto de la mente de sus hijos.
-Hola...-ella saludó, cuando estuvimos frente a Harry & Sarah. Bueno, sólo frente a Harry.
-Hola, preciosa-él contestó, acercándose lentamente a ella para dedicarle un largo beso en los labios.-¿Entramos?
Ella asintió, así que se dirigieron a pausadamente hasta el enorme jardín que constituía el frente de la mansión de los Styles, otro detalle que tal vez olvidé es que después de varios años de adolescencia, más o menos a los diecisiete, Harry y _____ comenzaron a salir. Se sentaron en un columpio blanco para dos, mientras el frío viento londinense soplaba sobre sus rostros, el atardecer se extendía en el cielo, mientras éste se pintaba de anaranjado a medida que el sol se ocultaba para dejar el paso a la noche.
Comenzaron a hablar de sus asuntos mientras yo observaba a Sarah, quien se encontraba sentada tímidamente sobre el pasto frente a ellos, me senté a su lado para contemplar la cegadora puesta de sol.
-Que rápido crecieron ¿huh?-dijo, recostándose sobre el pasto. A veces amaba el hecho de que ella actuara como una simple humana cuando en realidad era una hermosa ángel.
-Lo sé.- suspiré imitando su acción.
-Supongo que a partir de este momento estamos destinados a estar juntos la mayor parte del tiempo.-dijo mirándome con sus penetrantes ojos azules.
-Supongo que así es, ¿te imaginas cuando tengan hijos?-dije.
-Tendremos que cuidar a esos pequeños ángeles que intentarán protegerlos.
-Lo sé.
-¿Te parece si por ahora disfrutamos?-ella dijo, poniéndose de pie.
-¿Qué? ¿a qué te refieres?-pregunté, poniéndome de pie también, para posarme junto a ella.
-Acompañé a Harry a su clase de baile para pedirle matrimonio a _____-dijo sonrojándose levemente. -Y aprendí un par de cosas ¿Quieres que te muestre?.
Asentí.
Yo también sabía bailar, _____ había tomado miles de clases desde los diez años y algunas cosas se me habían quedado pegadas.
Miré su halo brillando a través de la luz del sol, tomé levemente su mano delicada y cálida y me acerqué a ella, sin necesidad de música, comenzamos a mover nuestros "cuerpos" al compás de alguna imaginaria tonada. Observé a _____, ella nos miraba maravillada, como si en realidad pudiera observar nuestras siluetas meciéndose de un lado a otro.
Allí estaba ella, algunas veces un poco muy alto o un poco muy bajo debido al movimiento del columpio, no tenía autoestima ni vértigo, ella creía que estaba hecha de caramelo. Y allí estaba ella ya sea un poco muy ruidosa o un poco muy cerca, mantenía un huracán en el fondo de su garganta mientras ella creía que estaba hecha de caramelo.
Y mientras ella estaba ahí, viviendo su sueño de ser amada por el hombre indicado, yo estaba aquí con la ángel con la que pasaría el resto de mi vida cuidando de _____.


FIN.
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Sé que no quedó muy buena pero, tenía tentación de escribir algo así desde hace ya bastante tiempo... COMENTEN... ¡Por favor que detesto los fantasmas!