Siempre a tu lado.

por **Nella †** Mar 27 Mar 2012, 2:17 pm

Nombre: Siempre a tu lado.
Autor: Nella †
Adaptación: Nope.
Género: One Shoot.
Advertencias: ninguna.
Otras Páginas: Nop.

Espero que os guste :)

Siempre a tu lado.

-Mierda- Sacudió la mano enérgicamente al sentir su mano arder- Maldita colilla.
Soltó el cigarrillo y lo pisó con fuerza. Rebuscó entre las cosas de su mochila y sacó otro. Se dejó caer sobre la cama.
El cigarrillo se meneaba en su boca, cínico. Tamborileaba desesperado por llegar a las llamas y consumirse en el fuego, en el fuego y el humo… Lo deseaba tanto como él.
Revolvió su cabello mientras tiraba a un lado el mechero y aspiraba el humo. Entraba en sus pulmones y recorría su interior regocijándose, como si perteneciese a su cuerpo.
Necesitaba más, necesitaba mucho más, y las palabras de la chica de ojos verdes volaron a su mente.
“-Olvídame.”
Se rió con fuerza solo, en su habitación, con sus ojos rojos. ¿Olvidarla?, ¿Le hacía pensar en ella noche y día con el simple hecho de su existencia y quería que la olvidara?
“-Te amo.”
“-Tú no puedes amar a nadie más que a tus asquerosas drogas.”
La habitación estaba llena de más humo que aire y él comenzaba a notarlo. Le gustaba, le gustaba aquello, pero necesitaba más.
Se levantó una vez más. De nuevo encontró lo que buscaba en su mochila. Miró a su alrededor en busca de algo. No lo encontró a la vista y estaba demasiado desesperado como para rebuscar más. Abrió la bolsilla plástica que había sacado de su mochila segundos antes, sumergió en ella la nariz y aspiró profundamente.
Levantó la cabeza sintiendo cómo todos los músculos de su cuerpo se contraían y se agarrotaban repentinamente para luego, poco a poco, relajarse infinitamente.
Sonrió. Ahora sí que se sentía bien, ya casi no podía ni siquiera recordar los cinco meses anteriores que había compartido con Gabriella.
-Gabriella…-Torció el rostro en un gesto indescifrable- Hasta su nombre es de una niña de papá.
Se carcajeó con los ojos cerrados, aún sintiendo el polvillo disipándose desde su nariz hasta el resto de su cuerpo, mientras recordaba lo mucho que ella odiaba que él la llamase “Niña de papá”.

“-Mira, bonita, no quiero problemas con tu padre…
Ella levantó una ceja mirando sus ojos rojos bajo el efecto de quién sabe cuántos tipos de sustancias psicoactivas.
-Vete de paseo.
Extendió su mano hasta la muñeca de ella.
-¿Y por qué mejor no me acompañas tú? ¿O es que eres una niña de papá?
Por los ojos verdes cruzó el fantasma de la ira mientras apartaba su mano escapando del agarre de él.
-No, es solo que no salgo por ahí con delincuentes.
Rió fuertemente mientras la castaña apretaba los puños.
-Que llamen a la poli el día que mate a alguien.
-En el estado en el que vas pudiste haberlo hecho hace media hora y no haberte dado ni cuenta.
La audaz respuesta de ella le confundió casi tanto como le fascinó.”

Tragó saliva y volvió a hundir la nariz en la bolsa. Necesitaba olvidarla, quería olvidarla desesperadamente.
Ella solía decirle, cuando él no estaba bajo los efectos de la droga o el alcohol, que era otra persona totalmente distinta.
Y fue así como todo comenzó, estando sobrio. Ese gesto bastó. Estar sobrio y confesarle que ya que nunca quería hablar con él porque “estaba borracho o drogado” decidió no consumir ninguna otra sustancia estupefaciente hasta que ella aceptase salir con él.
Claro que lo siguió haciendo. Siempre a espaldas de ella.
Todo comenzó como un intento de conseguir que la niña de papá consumiese droga para demostrarle que ella tampoco era perfecta. Pero se enamoró. Se enamoró como un idiota y lo que comenzó como algo cínico se convirtió en amor. Y mientras más amaba más mentía y más se dejaba guiar por sus impulsos cuando ella no estaba cerca.
Gabriella sonreía y sus ojos verdes brillaban cada vez que lo miraba. Como si pudiese palpar su corazón y ver la verdad.
Pero no, nunca la supo… Nunca hasta esa mañana.
La mañana en que el sol parecía pálido y el cielo era gris. En la que Ángel había salido de casa, tambaleándose y, de tumbo en tumbo, había llegado hasta el bar. Al entrar había respirado el humo de los cigarrillos ajenos como si del aroma a rosas silvestres se tratase.
Claro que, Gabriella lo encontró y no pasó por alto el estado en el que iba.
-Mira tus ojos- había dicho- ¿Te has visto en un espejo?
Él había levantado las manos en son de paz. Su cabeza se movía a toda velocidad y, tras echar una calada a su cigarrillo escupió el humo en el rostro de la joven.
-Nunca lo dejaste, ¿verdad?
La sonrisa de él lo delató. Ni siquiera era capaz de hablar. No quería que el efecto de la mariguana se escapase de su cuerpo.
-Se acabó, Ángel- Los ojos de ella se empañaron, pero en seguida apretó los puños y recuperó la fuerza que necesitaba para concluir lo que deseaba decir.- Olvídame.
El chico expulsó todo el aire de su cuerpo. ¿Había escuchado bien? ¿Gabriella le estaba diciendo que se había acabado o era solo el efecto del éxtasis?
Se tambaleó torpemente hacia adelante intentando coger su mano.
-¿Qué has dicho?
Sacudió la cabeza, deseaba volver en sí. ¿Cómo la había cagado tanto? ¿Por qué le dolía el pecho?
-Que me olvides…
Bruscamente la chica se soltó del agarre y, de no ser porque Ángel tenía al lado una mesa, habría caído de bruces al suelo.
-¿Por qué?
-¿Qué por qué? ¿Te parece poco mentirme? ¿O es que estás tan ido que ni siquiera recuerdas que me prometiste no consumir más?
El chico se enderezó y su mirada se perdió en el aire. Como si intentase observar los átomos con sus propios ojos.
-Yo fui a terapia.
Gabriella lo miró fijamente a los ojos y de alguna manera sabía que ella podía notar que le estaba mintiendo, pero ¿Qué más iba a hacer? No se podía permitir el lujo de perder a la única persona en su vida a la que había amado.
-No, no es verdad…-Él no insistió- Ángel… Se acabó.
Negando con la cabeza y sintiéndose ahogada por el humo del bar, Gabriella se dio la vuelta y se acercó a la puerta antes de oír el grito de él, casi como un alarido animal.
-Te amo.
Cerró los ojos unos instantes sintiendo ganas de vomitar. Se recordó a sí misma que ese amor sólo conseguiría acabar con ella.
- Tú no puedes amar a nadie más que a tus asquerosas drogas.
Y después de escupir las palabras salió del bar, con los ojos inyectados de lágrimas, Él le había mentido y ella tenía que ser capaz de quererse y protegerse a sí misma… No podía amar a alguien que prefería mentir y engañarla a admitir que necesitaba ayuda.

Se revolvió y, entonces, cada palabra se fue borrando de su cabeza poco a poco.
La noche tétrica y la luna acechadora poco a poco fueron robando sus memorias. Iba olvidando quién era y dónde estaba. Qué había hecho… Iba olvidando cómo moverse y cómo hablar.
Lo único que no olvidaba era a Gabriella y a sus ojos verdes chisporroteantes.
“Debes darme otra oportunidad, este no puede ser el fin, aún te sigo amando”
Movió la cabeza, incómodo. Era la hora, todo hizo efecto en él. Se sintió flotar en el aire, caer desde el rascacielos más alto, dar mil volteretas, presenciar tantos colores pasar ante sus ojos que la gama debería conseguir más colores para poder imitarlos. Volar, sintió cómo volaba lejos de todo, de todo menos de Gabriella.
“Sí, sí…” Se dijo a sí mismo mientras estaba en el suelo inmóvil “Lo dejaré todo, ella vale más la pena”
Escuchó su móvil sonar y, mientras movía la cabeza de un lado al otro sin saber muy bien por qué, susurró:
-Aún te sigo amando.
Y se imagino volando aún, volando hasta ella, abrazándola y prometiéndole que siempre iba a estar ahí, a su lado, y que ya sabía que había perdido su amor pero que lo recuperaría y que entonces todo sería como cuando jugaban a ver quién de los dos daba los mejores besos o como cuando iban por la calle cogidos de la mano.
Porque sólo existía para él una adicción más fuerte y un éxtasis más grande que el que le producía la heroína: Gabriella.
Sonrió y escuchó un barullo, gente gritando, luces rojas y azules, alarmas por todas partes, sentía que lo movían. ¿Quién lo movía? ¿Era Gabriella? No. Intentaba gritar, pedir que le dejasen ¿Por qué no le salía la voz? Escuchó un sollozo. ¿Quién lloraba? ¿Gabriella? Sí, era ella. ¿Por qué lloraba? Quería abrazarla, decirle que quería que riese, no que llorase. ¿Lloraba por su culpa?
“Si volviésemos otra vez al principio yo intentaría cambiar las cosas que mataron nuestro amor, Gabriella, yo maté nuestro amor, pero tranquila, yo estaré ahí, yo aún te amo, no llores”
No podía moverse, no podía hablar, y ya no podía ver ni oír nada.
Y todo aquello que una vez hizo o dijo se convirtió en cenizas. Cenizas que sólo recogieron la noche y la tierra húmeda. Y Ángel cumplió su segunda promesa… Siempre estuvo ahí, a su lado, al lado de la chica de los ojos verdes… Aunque los médicos le dijesen que murió de sobredosis, un ángel seguía siempre a su lado, seguía amándola.

por Invitado Mar 27 Mar 2012, 4:49 pm

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ES PERFECTO.

Con todas las letras, enserio. Fue como si viniera leyendo un libro hace rato y supiera todo acerca de Gabriella y Ángel. Podía sentir el amor de él y el desastre que era. Lo doloroso que debió ser para ella todo, desde amar a alguien que es un adicto hasta que el se muera. Lo ame, lo ameeeeeeeeeee.
Ángel (Este nombre me hace acordar a "Canciones para paula" y a un chico que me gustaba cuando tenía 11 años) tengo un problema con los chicos malos, así como un problema muy grave jajaja. Soy tan adicta como él, pero yo a ellos ah.
Me encanto, obviamente que lo ame. Esa manera que tenes de escribir que podes transportar a la persona a ese mundo, hacerle sentir todos los sentimientos. ¡Lo ame!

por **andreita** Lun 02 Abr 2012, 10:39 am

OMJ QUE ESTORIA TAN TRSITE
LO QUE HACEN LAS DROGAS :/
ME ENCANTO

por **W I N T E R is coming. †** Dom 12 Ago 2012, 11:28 am

Awww Nella me hiciste llorar :'(
El final fue lo más triste T.T
Me encantó *-*

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