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"❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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"❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
'Nombre:Gritos del Alma (Craving Jaime)
Autor: ∙∙dαииïеlч●••·★
Adaptación: Si es de un libro y la autora es Emma Darcy
Género: Hot
Advertencias: La Historia no es muy larga pero si interesante
Otras Páginas: ---------------------------------------------------------
★•Hola Chicas Soy Danny,
aqui les traigo una nove que en lo personal a mi me gusta mucho espero que a ustedes tambien
les dejo el Prologo peke y el capitulo uno hay me dicen ustedes si la sigo o NEL ;)•★
CAPITULO 1
Iba vestida de amarillo.
Fue el color del vestido lo primero que atrajo la atencion de Joe Jonas. <<Un narciso en medio de las orquídeas negras>>, pensó. Las mujere de aquel afectado mundo del arte siempre se vestían de raso, cuero, o seda negra, adornadas con cadenas de oro o exóticas joyas de diseño. Era como un uniforme que proclamaba su pertenencia a aquel mundo elegante, inteligente y distinguido. La galería estab llena de hombre y mujeres de ese ambiente que habían acudido a la ignauguración de la exposición del pintor Paul Howard, a mirar las pinturas o a exhibirse ante ellas.
Joe tambien iba vestido de negro; camisa negra, vaqueros de diseño, chaqueta informal de cuero y zapatos italianos. Aún sabiendo que no pertenecía a ese mundo, y que nunca lo haría, le ilusionaba la idea de estra en ál. La sensación de aismalmiento nunca lo abandonaba, a pesar de haber alcanzado las altas metas que se había propuesto. En ese medio se habia ganado una excelente reputación como coleccionista de arte. Su opinion era muy respetada y la gente buscaba su aprobación y apoyo. Pero esos logros no le garantizaban la entrada en aquel mundo exclusivo. Sólo le proporcionaban una buena cantidad de dinero.
La mujer de amarillo lo intrigaba. No le importaba resaltar, ser diferente. A muy pocas les sentaba bien el color que llevaba, Por ese sencillo traje de lino, de corte clásico, a ella le quedaba estupendo.
Su figura era la de una modelo; alta, esbelta, de cuello largo y hombros rectos. La melena sedosa, de un tono caramelo intenso, e caia mas abajo de los hombros. La piel de su rostro era tersa y juvenil, ligeramente bronceada. Ojos brillantes, boca sensual y una nariz recta y aristocrática.
<<Una hermosara>>, pensó sintiendose atraído hacia ella. Su interes por Ashley se había desvanecido, incluso antes de su partida a las grabaciones y desfiles de moda europeos.
El quería una nvedad. Una mujer que lo excitara.
Había varias mujeres muy halagadas de pasar unas cuantas horas retozando con Joe Jonas en la cama. Pero él sabía que no le interesaba como persona; sólo les atrairía su presencia o lo que pudiera ofrecerles. Estaba cansado de relaciones superficiales. Ansiaba algo más. ¿Un poco de misterio? ¿El estímulo de una partida de caza, en lugar de una pieza conseguida de antemano?
La chica de amarillo era como una refrescante brisa primaveral entre tanta gente sofisticada. Fresca, Seductora. Quien quiera que fuese, parecía estar sola. No hablaba con nadie. Cuanto mas la observaba, más curiosidad le producía.
No parecía interesada en las pinturas. Las miraba superficialmente, sin apreciar su valor, sin detenerse a buscar en ellas un detalle que le atrajera. En cambio examinaba atentamente a los hombre mientras se desplazaba por la sala, ignorando a las mujeres.
-¿Otra copa de champán, Joe?-- oyó una voz a su espalda.
Era Ben Mongomery, con toda seguridad preparando el terreno para un posible venta. Mongomery, propietario de Wollhara, una galeía de arte muy de moda entonces, era un exquisito anfitrion con los buenos clientes. Tal vez ese cóctel acabaría en una buena transacción comercial faborable para el artista y para el empresario. Era un hombre de negocios de mucho talento.
-¿Por qué no?-- respondío al tiempo que depositaba su copa vacía en la bandeja de plata que le tendía Ben, cambiandola por otra llena---. Todo un éxito de concurrencia.
-Un astista muy popular--- fue la conocida respuesta---.¿Hay algo que te guste?
-Si, la chica de amarillo---asintió, indicandola con la cabeza.
Ben de inmediato cambió su mirada orprendida por una risilla de buen humor.
-Me refería a los paísajes.
-El tipo tien talento, pero no veo nada que me incite comprar.
-Será buena inversión, no lo dudes.
-¿Quien es ella?
-¿Me estas toamndo el pelo?--- Ben pergunto intrigado.
-Tienes que saber quien es porque hoy no se permite la entrada sin invitación.
Ben fruncio el ceño.
-No la habi visto en la vida. No tenía invitación. La dejé entrar porque dijo que se reuniría cotigo.
-Una mujer con mucha iniciativa---murmuró Joe.
-Supuse que decía la verdad porque llegaste solo, pero si ha mentido...
-No, déjala, Ben. Ya se reunirá conmigo---Joe miro maliciosamente al dueño de la galería--. Hasta podrías hacer una venta. ¿Quien sabe lo que pueda resultar de esto?
-Espero que nos complazca a ambos--- dijo sonriendo.
-¿No te importa si me sirvo otra copa?
-Para eso están, Joe.
Ben se alejó, ofreciendo mas champán a los clientes eventuales. Joe concentró su atencion en la chica de amarillo. ¿Habia utilizado su nombre como una treta para entrar a la galería, o verdaderamente si intencion era verle?¿Con que prposito?Era una pregunta que lo intrigaba.
¿Era una aventura? Desde su aparición, sin su permiso, en la lista de solteros más apetecibles de L.A, se había convertido en el blanco de las miradas femeninas.
La idea de que hubiera ido a la exposición como una cacería, le producía un fuerte rechazo. No quería que ella fuera como tantas otras mujeres. Pero estaba claro que examinaba con cuidado a todos los hombres de la sala. Y tambien que los descartaba uno a uno. Si él era el objetivo, pensaba con cinismo, se divertiría un rato antes de darle su justo merecido. Despreciaba a los aprovechados porque le había costado mucho trabajo alacanzar la meta que se había propuesto. Para él una bonita cara y un cuerpo seductor no compraban nada, salvo un espacio en su cama si verdaderamente a él le apetecía.
Ella pasó atravez de la arcada que unia las dos habitaciones del primer piso de la galería. Joe se puso tenso al sentir que la mirada de la chica se posaba en él. Espero invadido por una sensación de intenso desafío.
Los ojos de ella se abrieron de par ne par cuando la miro directamente. ¿Esperaba que Joe la reconociera? Se llevaría una desilusión si pensaba que esa táctica le daría resultado.
No la habia visto en su vida. Y si había algo de lo que Joe se enorgullecía era de su magnífica memoria para las personas, sitios, numeros. Era uno de sus grandes talentos, una cualidad que había contribuido a llevarlo a la cumbre. Joe Jonas era uno de los financieros más renombrados de la ciudad. La chica de amarillo nunca había formado parte de su mundo, de eso estab seguro.
La expresión de ella cambió, como si se hubiera arrepentido de su primera reacción. Lo examinó con una intensidad muy incómoda para él. Casi podia sentir sus ojos penetrando mas alla de su piel para ver al hombre que había en su interior. Era una mirada directa, fría, calculadora; pero sin el menor vestigío de interés sexual.
Esa mirada provoco a Joe el deseo de tomar la inniciativa. ¿Ella quería conocerle?
¡Muy bien! Le conocería, pero en su propio terreno de juego.
De pronto sintió la nesecidad de reducirla al estado de una mujer normal y corriente, de una mujer que responderia a su deseo masculino. Quería desenmascararla, desnudar su cuerpo y su mente.Quería sentir su carne en la manos, abatir su voluntad, y escuchar su nombre salir en gemidos de su boca.
Deliberadamente deslizó la mirada por sus pechos, con una sonrisa apreciativa. La falda corta exhibía unas largas y esbeltas piernas envueltas en medias de seda. Imagino esas me dias tiradas en los pisos de su sala y esas piernas rodeando su cuerpo, en una actitud de sometimiento. Le daría una lección por engañarle. Nadie le jugaba una pasada a Joe Jonas durante mucho tiempo. El color amarillo no había sido nada más que una mancha de color. Un color i,pacatante cuya dueña habría de producirle mucha satisfacción.
Que dicen chicas la Sigo o NEL PASTEL??? :P
Autor: ∙∙dαииïеlч●••·★
Adaptación: Si es de un libro y la autora es Emma Darcy
Género: Hot
Advertencias: La Historia no es muy larga pero si interesante
Otras Páginas: ---------------------------------------------------------
★•Hola Chicas Soy Danny,
aqui les traigo una nove que en lo personal a mi me gusta mucho espero que a ustedes tambien
les dejo el Prologo peke y el capitulo uno hay me dicen ustedes si la sigo o NEL ;)•★
"●≈Gritos del Alma≈●"
Joe ч Tu
[Adaptacion]
¿Quien era ella?
La mujer destacab entre la multitud, y Joe Jonas, sintiendo una gran atraccion sexual, se acerco a ella.
¿Quien era él?
¿Quedaban huellas del joven Joseph, su compañero de juegos en el valle, del niño que habia conocido tan bien y amado tanto?
Si ella pudiera llegar hasta el niño vulnerable que existía en el interior del hombre ¿sería posible que reapareciera el Joseph que recordaba?¿O todo lo que cabia esperar era una sola noche en los brazos de Joe? Tal vez de esa manera podría olvidar a Joseph de una vez para siempre.....
Joe ч Tu
[Adaptacion]
¿Quien era ella?
La mujer destacab entre la multitud, y Joe Jonas, sintiendo una gran atraccion sexual, se acerco a ella.
¿Quien era él?
¿Quedaban huellas del joven Joseph, su compañero de juegos en el valle, del niño que habia conocido tan bien y amado tanto?
Si ella pudiera llegar hasta el niño vulnerable que existía en el interior del hombre ¿sería posible que reapareciera el Joseph que recordaba?¿O todo lo que cabia esperar era una sola noche en los brazos de Joe? Tal vez de esa manera podría olvidar a Joseph de una vez para siempre.....
CAPITULO 1
Iba vestida de amarillo.
Fue el color del vestido lo primero que atrajo la atencion de Joe Jonas. <<Un narciso en medio de las orquídeas negras>>, pensó. Las mujere de aquel afectado mundo del arte siempre se vestían de raso, cuero, o seda negra, adornadas con cadenas de oro o exóticas joyas de diseño. Era como un uniforme que proclamaba su pertenencia a aquel mundo elegante, inteligente y distinguido. La galería estab llena de hombre y mujeres de ese ambiente que habían acudido a la ignauguración de la exposición del pintor Paul Howard, a mirar las pinturas o a exhibirse ante ellas.
Joe tambien iba vestido de negro; camisa negra, vaqueros de diseño, chaqueta informal de cuero y zapatos italianos. Aún sabiendo que no pertenecía a ese mundo, y que nunca lo haría, le ilusionaba la idea de estra en ál. La sensación de aismalmiento nunca lo abandonaba, a pesar de haber alcanzado las altas metas que se había propuesto. En ese medio se habia ganado una excelente reputación como coleccionista de arte. Su opinion era muy respetada y la gente buscaba su aprobación y apoyo. Pero esos logros no le garantizaban la entrada en aquel mundo exclusivo. Sólo le proporcionaban una buena cantidad de dinero.
La mujer de amarillo lo intrigaba. No le importaba resaltar, ser diferente. A muy pocas les sentaba bien el color que llevaba, Por ese sencillo traje de lino, de corte clásico, a ella le quedaba estupendo.
Su figura era la de una modelo; alta, esbelta, de cuello largo y hombros rectos. La melena sedosa, de un tono caramelo intenso, e caia mas abajo de los hombros. La piel de su rostro era tersa y juvenil, ligeramente bronceada. Ojos brillantes, boca sensual y una nariz recta y aristocrática.
<<Una hermosara>>, pensó sintiendose atraído hacia ella. Su interes por Ashley se había desvanecido, incluso antes de su partida a las grabaciones y desfiles de moda europeos.
El quería una nvedad. Una mujer que lo excitara.
Había varias mujeres muy halagadas de pasar unas cuantas horas retozando con Joe Jonas en la cama. Pero él sabía que no le interesaba como persona; sólo les atrairía su presencia o lo que pudiera ofrecerles. Estaba cansado de relaciones superficiales. Ansiaba algo más. ¿Un poco de misterio? ¿El estímulo de una partida de caza, en lugar de una pieza conseguida de antemano?
La chica de amarillo era como una refrescante brisa primaveral entre tanta gente sofisticada. Fresca, Seductora. Quien quiera que fuese, parecía estar sola. No hablaba con nadie. Cuanto mas la observaba, más curiosidad le producía.
No parecía interesada en las pinturas. Las miraba superficialmente, sin apreciar su valor, sin detenerse a buscar en ellas un detalle que le atrajera. En cambio examinaba atentamente a los hombre mientras se desplazaba por la sala, ignorando a las mujeres.
-¿Otra copa de champán, Joe?-- oyó una voz a su espalda.
Era Ben Mongomery, con toda seguridad preparando el terreno para un posible venta. Mongomery, propietario de Wollhara, una galeía de arte muy de moda entonces, era un exquisito anfitrion con los buenos clientes. Tal vez ese cóctel acabaría en una buena transacción comercial faborable para el artista y para el empresario. Era un hombre de negocios de mucho talento.
-¿Por qué no?-- respondío al tiempo que depositaba su copa vacía en la bandeja de plata que le tendía Ben, cambiandola por otra llena---. Todo un éxito de concurrencia.
-Un astista muy popular--- fue la conocida respuesta---.¿Hay algo que te guste?
-Si, la chica de amarillo---asintió, indicandola con la cabeza.
Ben de inmediato cambió su mirada orprendida por una risilla de buen humor.
-Me refería a los paísajes.
-El tipo tien talento, pero no veo nada que me incite comprar.
-Será buena inversión, no lo dudes.
-¿Quien es ella?
-¿Me estas toamndo el pelo?--- Ben pergunto intrigado.
-Tienes que saber quien es porque hoy no se permite la entrada sin invitación.
Ben fruncio el ceño.
-No la habi visto en la vida. No tenía invitación. La dejé entrar porque dijo que se reuniría cotigo.
-Una mujer con mucha iniciativa---murmuró Joe.
-Supuse que decía la verdad porque llegaste solo, pero si ha mentido...
-No, déjala, Ben. Ya se reunirá conmigo---Joe miro maliciosamente al dueño de la galería--. Hasta podrías hacer una venta. ¿Quien sabe lo que pueda resultar de esto?
-Espero que nos complazca a ambos--- dijo sonriendo.
-¿No te importa si me sirvo otra copa?
-Para eso están, Joe.
Ben se alejó, ofreciendo mas champán a los clientes eventuales. Joe concentró su atencion en la chica de amarillo. ¿Habia utilizado su nombre como una treta para entrar a la galería, o verdaderamente si intencion era verle?¿Con que prposito?Era una pregunta que lo intrigaba.
¿Era una aventura? Desde su aparición, sin su permiso, en la lista de solteros más apetecibles de L.A, se había convertido en el blanco de las miradas femeninas.
La idea de que hubiera ido a la exposición como una cacería, le producía un fuerte rechazo. No quería que ella fuera como tantas otras mujeres. Pero estaba claro que examinaba con cuidado a todos los hombres de la sala. Y tambien que los descartaba uno a uno. Si él era el objetivo, pensaba con cinismo, se divertiría un rato antes de darle su justo merecido. Despreciaba a los aprovechados porque le había costado mucho trabajo alacanzar la meta que se había propuesto. Para él una bonita cara y un cuerpo seductor no compraban nada, salvo un espacio en su cama si verdaderamente a él le apetecía.
Ella pasó atravez de la arcada que unia las dos habitaciones del primer piso de la galería. Joe se puso tenso al sentir que la mirada de la chica se posaba en él. Espero invadido por una sensación de intenso desafío.
Los ojos de ella se abrieron de par ne par cuando la miro directamente. ¿Esperaba que Joe la reconociera? Se llevaría una desilusión si pensaba que esa táctica le daría resultado.
No la habia visto en su vida. Y si había algo de lo que Joe se enorgullecía era de su magnífica memoria para las personas, sitios, numeros. Era uno de sus grandes talentos, una cualidad que había contribuido a llevarlo a la cumbre. Joe Jonas era uno de los financieros más renombrados de la ciudad. La chica de amarillo nunca había formado parte de su mundo, de eso estab seguro.
La expresión de ella cambió, como si se hubiera arrepentido de su primera reacción. Lo examinó con una intensidad muy incómoda para él. Casi podia sentir sus ojos penetrando mas alla de su piel para ver al hombre que había en su interior. Era una mirada directa, fría, calculadora; pero sin el menor vestigío de interés sexual.
Esa mirada provoco a Joe el deseo de tomar la inniciativa. ¿Ella quería conocerle?
¡Muy bien! Le conocería, pero en su propio terreno de juego.
De pronto sintió la nesecidad de reducirla al estado de una mujer normal y corriente, de una mujer que responderia a su deseo masculino. Quería desenmascararla, desnudar su cuerpo y su mente.Quería sentir su carne en la manos, abatir su voluntad, y escuchar su nombre salir en gemidos de su boca.
Deliberadamente deslizó la mirada por sus pechos, con una sonrisa apreciativa. La falda corta exhibía unas largas y esbeltas piernas envueltas en medias de seda. Imagino esas me dias tiradas en los pisos de su sala y esas piernas rodeando su cuerpo, en una actitud de sometimiento. Le daría una lección por engañarle. Nadie le jugaba una pasada a Joe Jonas durante mucho tiempo. El color amarillo no había sido nada más que una mancha de color. Un color i,pacatante cuya dueña habría de producirle mucha satisfacción.
Que dicen chicas la Sigo o NEL PASTEL??? :P
Última edición por ∙∙dαииïеlч●••·★ el Sáb 26 Mar 2011, 2:20 pm, editado 3 veces
'dannii'†
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
'
mmmmm creo que NO les GUSTO
:crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby:
mmmmm creo que NO les GUSTO
:crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby: :crybaby:
'dannii'†
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
De verdad, qe ME SUPER GUSTA!
I'm Your Fan :D
Espero qe la sigas! :D
I'm Your Fan :D
Espero qe la sigas! :D
Joseph; My Sweet Danger ♡
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
nueva lectora!
me gusta reasalr y ser rarar .. seee jajaja
me super mega encanto la nove!
mporfa siguela!
me gusta reasalr y ser rarar .. seee jajaja
me super mega encanto la nove!
mporfa siguela!
sofi+joe_XD
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
Nueva lectora! Me encanto el primer capitulo! Siguela please!!
ForJoeJonas
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
CHICAS!!
BIENVENIDASS......
Gracias por pasarce por aki en un rato les pongo KAP se los pondria ahorita pero tengo tarea y aparte tengo que estudiar para mi examen de calculo de mañana ¬¬ :( lo cual no se para que estudio si de todos modos reprobare pero bueno ..........
EN CUANTO TERMINE LES JURO QUE PONGO SU KAP......!!!!
Kisses..!!*
BIENVENIDASS......
Gracias por pasarce por aki en un rato les pongo KAP se los pondria ahorita pero tengo tarea y aparte tengo que estudiar para mi examen de calculo de mañana ¬¬ :( lo cual no se para que estudio si de todos modos reprobare pero bueno ..........
EN CUANTO TERMINE LES JURO QUE PONGO SU KAP......!!!!
Kisses..!!*
'dannii'†
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
Chicas perdon por no poner ayer el cap pero ya aki se los traigo
Bienvenidas a las NUEVAS!!!
Disfrutenlo
Capitulo 2
Una onda de calor se apoderó de ______. No había previsto esa mirada que la hacía sentirse como una aventurera. El hombre debió haber interpretado la suya como una invitación. De pronto se sintió muy turbada.
No la había reconocido. En la actitud del hombre no percibió el menor gesto de familiaridad hacia ella. Y fue incapaz de apartar los ojos, buscando en su rostro vestigios del niño que había conocido.
Joseph, Joseph, su mente lo llamaba, deseando que él la oyera, la viera, la recordara. Una vez había tenido la profunda convicción de que el lazo que los unía era tan fuerte que nunca podría romperse. Sin embargo nunca volvió a ella, frustrando el anhelo acariciado durante largos años.
¿Dónde se había ido el sentimiento que una vez habían compartido? ¿Qué fuerza poderosa lo había destruido? No lo comprendía. Todo había sido tan real para ella. Incluso aunque hubiera sido poco más que una niña cuando se habían separado. Siempre había tenido la honda certeza de que estaban hechos el uno para el otro.
Durante ocho años compartieron una relación que se había profundizado con el tiempo hasta convertirse en algo más que amor, aunque eran muy niños para expresarlo con palabras. Porque era una honda, intuitiva comunión espiritual que iba más allá de las palabras.
Pero en la galería supo que no quedaba nada de eso. Ninguna respuesta de él, salvo el interés superficial de un hombre atraído por una mujer.
Se dirigió directamente hacia ella, y ______ no pudo apartar la mirada o alejarse de allí. Sentía sus pies clavados en el suelo y su mente se negaba a dictarle lo que debía hacer.
No quedaba ninguna huella de aquel Joseph que había permanecido en su recuerdo durante tanto tiempo. Quince años y una serie de experiencias diversas los separaban de la infancia compartida en el valle. La última vez que se habían visto él tenía quince años y ella sólo trece. Todo era diferente en ese momento. Ni siquiera las fotografías la habían preparado para enfrentarse a esa diferencia.
Los ojos del hombre estaban clavados en los de ella, con apremiante sensualidad. De una extraña manera eso la asustó, excitándola a la vez. No la iba a soltar tan fácilmente. Porque en ese momento ella era su presa, atraída hacia él por una fuerza magnética.
Podía percibir la acerada e implacable voluntad de un superviviente, dueño de una mente constantemente alerta, decidido a conocer, a investigar, a actuar. Sin embargo ella debería haber sabido que todo eso que percibía en él a medida que se acercaba, era lo que le había ayudado a alcanzar las metas que se había propuesto.
Todos los recortes de prensa y revistas que la tía Em le había enviado informaban sobre el ascenso imparable de Joe Jonas en los círculos financieros; del hombre dueño de una mente al estilo de una computadora, de su genio analítico, siempre un paso más adelante, a la vanguardia de las tendencias del mercado financiero.
Siempre se referían a él como Joe. Nunca como Joseph. Según la tía Em, había bloqueado sus recuerdos, borrando de su mente todo lo que le recordara el pasado. Que había quedado atrás. Muerto y enterrado. Si hubiera deseado comunicarse con ____ o con cualquier miembro de la familia O´farril, lo habría hecho. Porque no le había faltado la oportunidad, ni menos el dinero. Hacía mucho tiempo que había aceptado ese hecho como una verdad. Sin embargo, no había podido resistirse a la tentación de ver al hombre en el que Joseph se había convertido. Incluso si era honesta consigo misma debía reconocer que la había guiado algo más que la mera curiosidad.
Repentinamente enfrentada al encuentro frontal, pensaba frenéticamente en lo que iba a decirle. Tal vez se granjearía su odio si le hacía recordar el pasado, su infancia en el valle. Incluso podía malinterpretar el deseo de verle, dado que se encontraba en la cumbre de su carrera.
— ¿Puedo ofrecerle una copa de champán?
Sentía la boca seca.
—Sí, por favor —_______ se esforzó en responder al punto. Estaba tan cerca de su rostro. ¿Es que no era capaz de reconocer a la pequeña _______ en los ojos de la mujer?
—Usted me lleva ventaja —le dijo sonriendo al tenderle la copa. Pero era una sonrisa que intentaba encantar a una mujer recién conocida.
Desde los quince años su voz había adquirido un tono grave.
—Perdón, no le entiendo.
—Usted sabe quién soy —afirmó, desafiándola con los ojos a negar el hecho.
—Sí —admitió, con una sonrisa irónica. Era estúpido fingir lo contrario—. Sé muchas cosas de usted. Pero eso no significa conocerle, ¿no es así?
Él se hecho a reír. El instinto le envió una señal de alerta. Ese hombre no era Joseph. Era un animal depredador en busca de una presa.
—La verdad es que lo que cuentan los medios informativos sobre mí no se ajusta mucho a la verdad —dijo en tono burlón—. Es mejor que investigue por sí misma.
Una sugerencia descarada. _______ intentó apartar de su mente la atracción física, tan perturbadora, para satisfacer su curiosidad respecto a él.
— ¿Alguna vez deja entrar a alguien en su mundo privado?
—Acabo de abrirle la puerta. ¿No le importaría llegar, digamos, a un nivel más íntimo?
El magnetismo sexual que emanaba del hombre la dejó sin respiración. Era mucho más alto que ella, y su aspecto físico, que una vez fue muy delgado y nervioso, se había transformado en un cuerpo sólido, musculoso, muy masculino.
Su rostro no traslucía la debilidad y el hambre de antaño. Los rasgos se habían endurecido, tornándose firmes y fuertes en un rostro muy apuesto. La inteligencia brillante de sus ojos avellana era tan magnética que costaba apartar la vista de ellos. Su abundante cabello negro, corto, brillaba como un casco de metal, acentuando su aire un tanto salvaje.
_______ percibió en el hombre una arrogante confianza respecto a su atractivo. Y tenía sobradas razones para ello. ¿Pero qué podía entregar en la intimidad?
Esperando que su corazón se calmara, bebió un sorbo de champán, mientras consideraba la mejor manera de manejar la situación. Porque todo aquello sucedía de una manera muy diferente a lo que pudiera haber imaginado.
—Vamos, no se muestre tan tímida conmigo —la reprendió—. Prefiero la espontaneidad al cálculo.
Un duro cinismo detrás de su aparente jovialidad.
Ella sintió el impulso de ponerlo a prueba.
— ¿Tiene por costumbre ligar con las mujeres a su antojo?
—No, tiendo a ser muy selectivo. Considérese una excepción.
¿Por qué una excepción? ¿Es que un débil destello de reconocimiento vagaba por su mente?
—Vaya...
—Estaba aburrido de ver a tantas mujeres vestidas de negro. Su traje amarillo atrajo mi atención. ¿No piensa decirme su nombre? ¿Cuál es el propósito de permanecer en el misterio? —sus ojos se entornaron—. ¿Está casada?
—No.
— ¿Está comprometida con alguien?
—No.
Pensó en Nick, aliviada de haber puesto fin a su relación con él. El mundo académico en que se desenvolvía al final se había tornado asfixiante, y Nick demasiado preocupado en sí mismo y en su vida profesional como para interesarse por algo más. Un hombre como Joe Jonas era la medida para ella. La próxima vez tendría que encontrar a alguien que se le pareciese. Si es que había una próxima vez.
De improviso, él le tomó la mano izquierda en busca de una alianza. Al sentir el roce de sus dedos sintió que se le erizaba la piel.
— ¿Satisfecho?
—Todavía no. Tenemos un largo camino que recorrer antes de sentirme satisfecho, nena dorada. Ven a cenar conmigo.
Sin esperar respuesta, se dirigió a la salida llevándola de la mano con firmeza. _______ no tenía más alternativa que seguirle, si quería evitar una escena en público. Pensando en la arrogancia del hombre se le vino a la memoria el recuerdo de Joseph arrastrándola por una senda del monte hacia una antigua mina, y diciéndole que con él estaría segura. Que él cuidaría de ella.
Pero este hombre que imponía sus deseos no era Joseph.
Oleadas de confusión la inundaban mientras le seguía, consciente de la fuerza de su mano, de su enérgica decisión, mientras luchaba con los recuerdos, con las necesidades nunca satisfechas, con los sueños repentinamente estropeados.
Llegaron a la escalera que conducía a la entrada de la galería.
— ¿Hay algo que le guste, señor Jonas? —preguntó obsequiosamente la azafata que había dejado entrar a _______.
—Volveré otro día —respondió bruscamente.
Salieron de la galería y se encontraron en una calle arbolada. Entonces ajustó su paso al de ella, pero sin soltarle la mano.
_______ luchaba con una sensación de incredulidad, Ella y Joseph solos, después de tantos años. Excepto que él ignoraba su identidad. Y ella no le importaba como persona. Era una locura continuar con esa especie de secuestro virtual, porque no había la más mínima posibilidad de hacer revivir la antigua relación. El había cambiado. Le pediría que la dejara marcharse.
Miró las manos unidas, sintiendo el contacto físico desde la cabeza a los pies. ¿Qué quería satisfacer él?
_______ tenía plena conciencia de su propia y constante insatisfacción. Los lazos que la habían unido a Joseph habían estropeado cualquier posibilidad de sentirse realizada en el amor. Se había engañado a sí misma intentándolo con nick. ¿Y Joe Jonas, había encontrado satisfacción con otras mujeres?
¿Cómo sería sentirse acariciada por él? ¿Qué sentiría acariciándolo? Era una locura pensarlo siquiera; sin embargo quería saberlo.
Alzó la mirada hasta el rostro del hombre intentando leer sus pensamientos, pero anochecía, así que sólo pudo percibir su perfil donde aún quedaban huellas de Joseph en el dibujo firme de la boca, en la barbilla desafiante.
Había sido un luchador; nunca le faltó el valor de defenderse solo, enfrentándose a la adversidad. Un chico orgulloso, obligado a forjarse a sí mismo debido a la cruel mezquindad de su abuelo.
¿Cuántas cosas más habría tenido que superar para fraguar el dominio que había alcanzado en el presente?
— ¿Dónde me llevas?
Su voz suave, casi un susurro, reflejaba la sensación de estar atrapada en dos tiempos distintos perdida, pisando un terreno incierto.
Una breve mirada, un brillo en los ojos del hombre que aumentaba la sensación de peligro. La locura de sentirse tan atraída hacia él en una situación de riesgo. Para ambos. Ese encuentro no podría conducirles a ningún futuro prometedor Inevitablemente, sus caminos tenían que separarse
—Tengo el coche a dos manzanas de aquí. Podemos ir andando.
Su coche. Parte de su nueva vida.
— ¿Cuál es la marca de tu coche? —preguntó, toda vía dominada por la tentación de saber más sobre él
— ¿No consta en tus informaciones?
Ella frunció el ceño, sacudida por el tono cínico de su voz. Al decirle que lo conocía, quizá dio a en tender que sabía mucho más sobre él. Si él hablaba de informaciones tal vez suponía que era periodista. O algo peor, una aventurera en busca de un exquisita cena gratis.
¿Debía aclarar las cosas? ¿Pero qué podría decirle? ¿Cómo podría explicar su interés por él si revelar la verdad?
Sus informaciones, irónicamente, consistían en unos cuantos artículos de prensa en los que se incluía una lista de los invitados a la exposición de esa noche. Cenar con él le proporcionaría más información. El ya había empezado su juego. Y ella no quería detenerlo. No todavía.
—Es un Porsche. ¿Satisfecha?
Un modelo deportivo, muy sensual y poderoso, capaz de devorar distancias dejando atrás al mundo entero. Probablemente sería negro.
—Muy apropiado —murmuró, más para sí que para él.
—Me complace no desilusionarte —comentó secamente.
Pero ella ya estaba desilusionada. Y mucho. Desilusionada de que él no la hubiera reconocido. También era cierto que había cambiado mucho desde la última vez que la vio. Aunque para ella había sido fácil identificar al niño que había en el hombre, a pesar de los cambios.
«Nena dorada», el apelativo la hizo sonreír. Una vez había dicho que ella era el único oro de su vida.
Obviamente la relación había calado más hondo en ella que en él. Esa noche la había escogido por casualidad; una desconocida para combatir el aburrimiento.
Giraron en una esquina. Otra calle arbolada, con terrazas en la acera. Se encontraban en Woollhara, un antiguo barrio de Sidney, muy de moda entonces. Esa misma tarde ella había paseado por allí, buscando la galería de arte.
¿Quién iba a pensar que horas más tarde pasaría por la misma calle de la mano de Joe? Se le escapó una risa alegre.
— ¿Qué te divierte tanto?
Ella le hizo una mueca burlona, sorprendida de su propio atrevimiento.
—No puedo creer que vaya de la mano contigo.
El brillo de sus ojos le recordó que no se trataba de un juego de niños. Estaban inmersos en un juego de adultos. Un escalofrío recorrió su cuerpo ¿Debería parar el juego allí mismo?
El se detuvo. Sacó un llavero de la chaqueta para abrir la puerta de un Porsche estacionado junto a ellos. Eso sí que era real. Un Porsche negro, bajo, oscuro y amenazante. Una antigua advertencia se le vino a la cabeza. «Nunca subas al coche de un extraño».
Joe Jonas le abrió la puerta.
Si ella subía... ¿Por qué de pronto vio el espacio que Joe abría ante ella como un inmenso agujero negro, infinitamente peligroso? La indecisión la paralizó durante un instante.
— ¿No te irás a acobardar ahora, no? —se burló suavemente.
Ella lo miró con violencia, al tiempo que oía la voz de Joseph desafiándola a ser tan valiente como él, mientras le retumbaba el corazón en el pecho debatiéndose entre el temor y la necesidad de ganarse su respeto y admiración. Pero el que hablaba era Joe Jonas, y ella era una desconocida para él así que, ¿de qué manera su sometimiento al juego podría granjearle su respeto y admiración?
—Esto es sólo el aperitivo —alcanzó a escuchar.
Porque de pronto, en un instante se vio contra su pecho, encerrada en sus fuertes brazos, sin escapatoria. _______ no tuvo tiempo para respirar porque su boca cubrió la de ella con una celeridad perturbadora, su lengua buscando la de ella, incitándola a una respuesta salvaje.
Un torrente de emociones la invadió por completo: rabia por haber esperado tanto tiempo una experiencia como aquella, frustración por su larga ausencia, porque nunca la invitó a compartir su nueva vida, horribles celos contra todas las mujeres a las que se había entregado, deseo salvaje de tomar todo lo que le ofrecía y obligarle a recordarla para siempre, lo quisiera o no.
Entonces clavó sus dedos en el pelo del hombre, aprisionándole la cabeza con ambas manos, respondiendo brutalmente a eso que no podía llamarse un beso. Porque un beso era un intercambio de buenos deseos, de sentimientos cálidos, un querer dar y tomar placer. Aquello era un torrente de sangre hirviendo en un campo de batalla. Cada uno luchando por vencer al otro.
Percibió el deseo de someterla a su voluntad. Pero nunca lo conseguiría. Provocativamente apretó su cuerpo contra el de él, con un frenético deseo de liberación, exaltada al sentir su virilidad, odiándole por responder tan fácilmente a una extraña, recogida en una galería de arte. Alguien que no significaba nada para él. Pura lascivia animal, sólo tomando, sin importarle a quién tomaba.
Aquello era obsceno.
Deseaba patearlo. Deseaba matarlo.
Ella quería que la deseara porque era _______.
¡Maldito hombre! ¡Mil veces maldito por haberla olvidado!
— ¿Tienes hambre? —gruño, la voz enronquecida, apretándose más contra ella, en un contacto más desvergonzado y agresivo que antes.
—Sí —murmuró en un siseo, sin importarle lo que él pensara.
—Entonces vamos al festín —dijo ayudándola a subir al vehículo.
Sólo una noche para tomar todo lo que podría haber tenido si las circunstancias hubieran sido diferentes. Se sentía engañada, despojada.
Sentándose a su lado, Joe cerró la puerta y arrancó el motor.
—Ponte el cinturón —ordenó con aspereza.
—De acuerdo —replicó bruscamente, obedeciendo la orden—. Puede ser un viaje accidentado.
Joe pisó el acelerador.
—No te andas con chiquitas, nena dorada —dijo, enfilando calle abajo.
Y despegaron hacia la noche.
La tensión que se percibía dentro del coche atentaba contra los nervios de _______.
Pero no le importaba. No le importaba dónde fueran o lo que hicieran.
Ella iba a penetrar en la noche junto a Joe Jonas.
Tal vez, entonces, podría enterrar a Joseph de una vez para siempre.
Bienvenidas a las NUEVAS!!!
Disfrutenlo
Capitulo 2
Una onda de calor se apoderó de ______. No había previsto esa mirada que la hacía sentirse como una aventurera. El hombre debió haber interpretado la suya como una invitación. De pronto se sintió muy turbada.
No la había reconocido. En la actitud del hombre no percibió el menor gesto de familiaridad hacia ella. Y fue incapaz de apartar los ojos, buscando en su rostro vestigios del niño que había conocido.
Joseph, Joseph, su mente lo llamaba, deseando que él la oyera, la viera, la recordara. Una vez había tenido la profunda convicción de que el lazo que los unía era tan fuerte que nunca podría romperse. Sin embargo nunca volvió a ella, frustrando el anhelo acariciado durante largos años.
¿Dónde se había ido el sentimiento que una vez habían compartido? ¿Qué fuerza poderosa lo había destruido? No lo comprendía. Todo había sido tan real para ella. Incluso aunque hubiera sido poco más que una niña cuando se habían separado. Siempre había tenido la honda certeza de que estaban hechos el uno para el otro.
Durante ocho años compartieron una relación que se había profundizado con el tiempo hasta convertirse en algo más que amor, aunque eran muy niños para expresarlo con palabras. Porque era una honda, intuitiva comunión espiritual que iba más allá de las palabras.
Pero en la galería supo que no quedaba nada de eso. Ninguna respuesta de él, salvo el interés superficial de un hombre atraído por una mujer.
Se dirigió directamente hacia ella, y ______ no pudo apartar la mirada o alejarse de allí. Sentía sus pies clavados en el suelo y su mente se negaba a dictarle lo que debía hacer.
No quedaba ninguna huella de aquel Joseph que había permanecido en su recuerdo durante tanto tiempo. Quince años y una serie de experiencias diversas los separaban de la infancia compartida en el valle. La última vez que se habían visto él tenía quince años y ella sólo trece. Todo era diferente en ese momento. Ni siquiera las fotografías la habían preparado para enfrentarse a esa diferencia.
Los ojos del hombre estaban clavados en los de ella, con apremiante sensualidad. De una extraña manera eso la asustó, excitándola a la vez. No la iba a soltar tan fácilmente. Porque en ese momento ella era su presa, atraída hacia él por una fuerza magnética.
Podía percibir la acerada e implacable voluntad de un superviviente, dueño de una mente constantemente alerta, decidido a conocer, a investigar, a actuar. Sin embargo ella debería haber sabido que todo eso que percibía en él a medida que se acercaba, era lo que le había ayudado a alcanzar las metas que se había propuesto.
Todos los recortes de prensa y revistas que la tía Em le había enviado informaban sobre el ascenso imparable de Joe Jonas en los círculos financieros; del hombre dueño de una mente al estilo de una computadora, de su genio analítico, siempre un paso más adelante, a la vanguardia de las tendencias del mercado financiero.
Siempre se referían a él como Joe. Nunca como Joseph. Según la tía Em, había bloqueado sus recuerdos, borrando de su mente todo lo que le recordara el pasado. Que había quedado atrás. Muerto y enterrado. Si hubiera deseado comunicarse con ____ o con cualquier miembro de la familia O´farril, lo habría hecho. Porque no le había faltado la oportunidad, ni menos el dinero. Hacía mucho tiempo que había aceptado ese hecho como una verdad. Sin embargo, no había podido resistirse a la tentación de ver al hombre en el que Joseph se había convertido. Incluso si era honesta consigo misma debía reconocer que la había guiado algo más que la mera curiosidad.
Repentinamente enfrentada al encuentro frontal, pensaba frenéticamente en lo que iba a decirle. Tal vez se granjearía su odio si le hacía recordar el pasado, su infancia en el valle. Incluso podía malinterpretar el deseo de verle, dado que se encontraba en la cumbre de su carrera.
— ¿Puedo ofrecerle una copa de champán?
Sentía la boca seca.
—Sí, por favor —_______ se esforzó en responder al punto. Estaba tan cerca de su rostro. ¿Es que no era capaz de reconocer a la pequeña _______ en los ojos de la mujer?
—Usted me lleva ventaja —le dijo sonriendo al tenderle la copa. Pero era una sonrisa que intentaba encantar a una mujer recién conocida.
Desde los quince años su voz había adquirido un tono grave.
—Perdón, no le entiendo.
—Usted sabe quién soy —afirmó, desafiándola con los ojos a negar el hecho.
—Sí —admitió, con una sonrisa irónica. Era estúpido fingir lo contrario—. Sé muchas cosas de usted. Pero eso no significa conocerle, ¿no es así?
Él se hecho a reír. El instinto le envió una señal de alerta. Ese hombre no era Joseph. Era un animal depredador en busca de una presa.
—La verdad es que lo que cuentan los medios informativos sobre mí no se ajusta mucho a la verdad —dijo en tono burlón—. Es mejor que investigue por sí misma.
Una sugerencia descarada. _______ intentó apartar de su mente la atracción física, tan perturbadora, para satisfacer su curiosidad respecto a él.
— ¿Alguna vez deja entrar a alguien en su mundo privado?
—Acabo de abrirle la puerta. ¿No le importaría llegar, digamos, a un nivel más íntimo?
El magnetismo sexual que emanaba del hombre la dejó sin respiración. Era mucho más alto que ella, y su aspecto físico, que una vez fue muy delgado y nervioso, se había transformado en un cuerpo sólido, musculoso, muy masculino.
Su rostro no traslucía la debilidad y el hambre de antaño. Los rasgos se habían endurecido, tornándose firmes y fuertes en un rostro muy apuesto. La inteligencia brillante de sus ojos avellana era tan magnética que costaba apartar la vista de ellos. Su abundante cabello negro, corto, brillaba como un casco de metal, acentuando su aire un tanto salvaje.
_______ percibió en el hombre una arrogante confianza respecto a su atractivo. Y tenía sobradas razones para ello. ¿Pero qué podía entregar en la intimidad?
Esperando que su corazón se calmara, bebió un sorbo de champán, mientras consideraba la mejor manera de manejar la situación. Porque todo aquello sucedía de una manera muy diferente a lo que pudiera haber imaginado.
—Vamos, no se muestre tan tímida conmigo —la reprendió—. Prefiero la espontaneidad al cálculo.
Un duro cinismo detrás de su aparente jovialidad.
Ella sintió el impulso de ponerlo a prueba.
— ¿Tiene por costumbre ligar con las mujeres a su antojo?
—No, tiendo a ser muy selectivo. Considérese una excepción.
¿Por qué una excepción? ¿Es que un débil destello de reconocimiento vagaba por su mente?
—Vaya...
—Estaba aburrido de ver a tantas mujeres vestidas de negro. Su traje amarillo atrajo mi atención. ¿No piensa decirme su nombre? ¿Cuál es el propósito de permanecer en el misterio? —sus ojos se entornaron—. ¿Está casada?
—No.
— ¿Está comprometida con alguien?
—No.
Pensó en Nick, aliviada de haber puesto fin a su relación con él. El mundo académico en que se desenvolvía al final se había tornado asfixiante, y Nick demasiado preocupado en sí mismo y en su vida profesional como para interesarse por algo más. Un hombre como Joe Jonas era la medida para ella. La próxima vez tendría que encontrar a alguien que se le pareciese. Si es que había una próxima vez.
De improviso, él le tomó la mano izquierda en busca de una alianza. Al sentir el roce de sus dedos sintió que se le erizaba la piel.
— ¿Satisfecho?
—Todavía no. Tenemos un largo camino que recorrer antes de sentirme satisfecho, nena dorada. Ven a cenar conmigo.
Sin esperar respuesta, se dirigió a la salida llevándola de la mano con firmeza. _______ no tenía más alternativa que seguirle, si quería evitar una escena en público. Pensando en la arrogancia del hombre se le vino a la memoria el recuerdo de Joseph arrastrándola por una senda del monte hacia una antigua mina, y diciéndole que con él estaría segura. Que él cuidaría de ella.
Pero este hombre que imponía sus deseos no era Joseph.
Oleadas de confusión la inundaban mientras le seguía, consciente de la fuerza de su mano, de su enérgica decisión, mientras luchaba con los recuerdos, con las necesidades nunca satisfechas, con los sueños repentinamente estropeados.
Llegaron a la escalera que conducía a la entrada de la galería.
— ¿Hay algo que le guste, señor Jonas? —preguntó obsequiosamente la azafata que había dejado entrar a _______.
—Volveré otro día —respondió bruscamente.
Salieron de la galería y se encontraron en una calle arbolada. Entonces ajustó su paso al de ella, pero sin soltarle la mano.
_______ luchaba con una sensación de incredulidad, Ella y Joseph solos, después de tantos años. Excepto que él ignoraba su identidad. Y ella no le importaba como persona. Era una locura continuar con esa especie de secuestro virtual, porque no había la más mínima posibilidad de hacer revivir la antigua relación. El había cambiado. Le pediría que la dejara marcharse.
Miró las manos unidas, sintiendo el contacto físico desde la cabeza a los pies. ¿Qué quería satisfacer él?
_______ tenía plena conciencia de su propia y constante insatisfacción. Los lazos que la habían unido a Joseph habían estropeado cualquier posibilidad de sentirse realizada en el amor. Se había engañado a sí misma intentándolo con nick. ¿Y Joe Jonas, había encontrado satisfacción con otras mujeres?
¿Cómo sería sentirse acariciada por él? ¿Qué sentiría acariciándolo? Era una locura pensarlo siquiera; sin embargo quería saberlo.
Alzó la mirada hasta el rostro del hombre intentando leer sus pensamientos, pero anochecía, así que sólo pudo percibir su perfil donde aún quedaban huellas de Joseph en el dibujo firme de la boca, en la barbilla desafiante.
Había sido un luchador; nunca le faltó el valor de defenderse solo, enfrentándose a la adversidad. Un chico orgulloso, obligado a forjarse a sí mismo debido a la cruel mezquindad de su abuelo.
¿Cuántas cosas más habría tenido que superar para fraguar el dominio que había alcanzado en el presente?
— ¿Dónde me llevas?
Su voz suave, casi un susurro, reflejaba la sensación de estar atrapada en dos tiempos distintos perdida, pisando un terreno incierto.
Una breve mirada, un brillo en los ojos del hombre que aumentaba la sensación de peligro. La locura de sentirse tan atraída hacia él en una situación de riesgo. Para ambos. Ese encuentro no podría conducirles a ningún futuro prometedor Inevitablemente, sus caminos tenían que separarse
—Tengo el coche a dos manzanas de aquí. Podemos ir andando.
Su coche. Parte de su nueva vida.
— ¿Cuál es la marca de tu coche? —preguntó, toda vía dominada por la tentación de saber más sobre él
— ¿No consta en tus informaciones?
Ella frunció el ceño, sacudida por el tono cínico de su voz. Al decirle que lo conocía, quizá dio a en tender que sabía mucho más sobre él. Si él hablaba de informaciones tal vez suponía que era periodista. O algo peor, una aventurera en busca de un exquisita cena gratis.
¿Debía aclarar las cosas? ¿Pero qué podría decirle? ¿Cómo podría explicar su interés por él si revelar la verdad?
Sus informaciones, irónicamente, consistían en unos cuantos artículos de prensa en los que se incluía una lista de los invitados a la exposición de esa noche. Cenar con él le proporcionaría más información. El ya había empezado su juego. Y ella no quería detenerlo. No todavía.
—Es un Porsche. ¿Satisfecha?
Un modelo deportivo, muy sensual y poderoso, capaz de devorar distancias dejando atrás al mundo entero. Probablemente sería negro.
—Muy apropiado —murmuró, más para sí que para él.
—Me complace no desilusionarte —comentó secamente.
Pero ella ya estaba desilusionada. Y mucho. Desilusionada de que él no la hubiera reconocido. También era cierto que había cambiado mucho desde la última vez que la vio. Aunque para ella había sido fácil identificar al niño que había en el hombre, a pesar de los cambios.
«Nena dorada», el apelativo la hizo sonreír. Una vez había dicho que ella era el único oro de su vida.
Obviamente la relación había calado más hondo en ella que en él. Esa noche la había escogido por casualidad; una desconocida para combatir el aburrimiento.
Giraron en una esquina. Otra calle arbolada, con terrazas en la acera. Se encontraban en Woollhara, un antiguo barrio de Sidney, muy de moda entonces. Esa misma tarde ella había paseado por allí, buscando la galería de arte.
¿Quién iba a pensar que horas más tarde pasaría por la misma calle de la mano de Joe? Se le escapó una risa alegre.
— ¿Qué te divierte tanto?
Ella le hizo una mueca burlona, sorprendida de su propio atrevimiento.
—No puedo creer que vaya de la mano contigo.
El brillo de sus ojos le recordó que no se trataba de un juego de niños. Estaban inmersos en un juego de adultos. Un escalofrío recorrió su cuerpo ¿Debería parar el juego allí mismo?
El se detuvo. Sacó un llavero de la chaqueta para abrir la puerta de un Porsche estacionado junto a ellos. Eso sí que era real. Un Porsche negro, bajo, oscuro y amenazante. Una antigua advertencia se le vino a la cabeza. «Nunca subas al coche de un extraño».
Joe Jonas le abrió la puerta.
Si ella subía... ¿Por qué de pronto vio el espacio que Joe abría ante ella como un inmenso agujero negro, infinitamente peligroso? La indecisión la paralizó durante un instante.
— ¿No te irás a acobardar ahora, no? —se burló suavemente.
Ella lo miró con violencia, al tiempo que oía la voz de Joseph desafiándola a ser tan valiente como él, mientras le retumbaba el corazón en el pecho debatiéndose entre el temor y la necesidad de ganarse su respeto y admiración. Pero el que hablaba era Joe Jonas, y ella era una desconocida para él así que, ¿de qué manera su sometimiento al juego podría granjearle su respeto y admiración?
—Esto es sólo el aperitivo —alcanzó a escuchar.
Porque de pronto, en un instante se vio contra su pecho, encerrada en sus fuertes brazos, sin escapatoria. _______ no tuvo tiempo para respirar porque su boca cubrió la de ella con una celeridad perturbadora, su lengua buscando la de ella, incitándola a una respuesta salvaje.
Un torrente de emociones la invadió por completo: rabia por haber esperado tanto tiempo una experiencia como aquella, frustración por su larga ausencia, porque nunca la invitó a compartir su nueva vida, horribles celos contra todas las mujeres a las que se había entregado, deseo salvaje de tomar todo lo que le ofrecía y obligarle a recordarla para siempre, lo quisiera o no.
Entonces clavó sus dedos en el pelo del hombre, aprisionándole la cabeza con ambas manos, respondiendo brutalmente a eso que no podía llamarse un beso. Porque un beso era un intercambio de buenos deseos, de sentimientos cálidos, un querer dar y tomar placer. Aquello era un torrente de sangre hirviendo en un campo de batalla. Cada uno luchando por vencer al otro.
Percibió el deseo de someterla a su voluntad. Pero nunca lo conseguiría. Provocativamente apretó su cuerpo contra el de él, con un frenético deseo de liberación, exaltada al sentir su virilidad, odiándole por responder tan fácilmente a una extraña, recogida en una galería de arte. Alguien que no significaba nada para él. Pura lascivia animal, sólo tomando, sin importarle a quién tomaba.
Aquello era obsceno.
Deseaba patearlo. Deseaba matarlo.
Ella quería que la deseara porque era _______.
¡Maldito hombre! ¡Mil veces maldito por haberla olvidado!
— ¿Tienes hambre? —gruño, la voz enronquecida, apretándose más contra ella, en un contacto más desvergonzado y agresivo que antes.
—Sí —murmuró en un siseo, sin importarle lo que él pensara.
—Entonces vamos al festín —dijo ayudándola a subir al vehículo.
Sólo una noche para tomar todo lo que podría haber tenido si las circunstancias hubieran sido diferentes. Se sentía engañada, despojada.
Sentándose a su lado, Joe cerró la puerta y arrancó el motor.
—Ponte el cinturón —ordenó con aspereza.
—De acuerdo —replicó bruscamente, obedeciendo la orden—. Puede ser un viaje accidentado.
Joe pisó el acelerador.
—No te andas con chiquitas, nena dorada —dijo, enfilando calle abajo.
Y despegaron hacia la noche.
La tensión que se percibía dentro del coche atentaba contra los nervios de _______.
Pero no le importaba. No le importaba dónde fueran o lo que hicieran.
Ella iba a penetrar en la noche junto a Joe Jonas.
Tal vez, entonces, podría enterrar a Joseph de una vez para siempre.
'dannii'†
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
Aww Espero mas qe impaciemte el Sgte. Cap! :cheers:
Beshitoooooow! :cherry:
Beshitoooooow! :cherry:
Joseph; My Sweet Danger ♡
Re: "❤●≈Gritos del Alma≈●❤" (Joe ч Tu)
Capítulo 3
Primera Parte
Quitate la chaqueta.
Ella contuvo una réplica feroz, dirigiéndole en cambio una mirada que encubría pensamientos mortíferos.
Pulsando el botón de la última planta, Joe se apoyó indolentemente contra el espejo del ascensor, evaluando su cuerpo con una mirada ardiente y lujuriosa. El ascensor remontaba un alto edificio ubicado en la zona. En su deseo de mantener el control absoluto de la situación, se abstuvo de informarle a ________ de que esa noche no habría cena.
Ella cambió de postura, apoyándose en la pared frente a él, mirándolo con ojos en los que se leía su necesidad de desnudarlo. En todos los sentidos.
—Quítate la tuya primero —ordenó.
Esbozando una sonrisa sensual, obedeció de inmediato.
— ¿No te excitan las prendas de cuero?
—Prefiero palpar la piel humana.
—Entonces me quitaré la camisa también.
Arrojando la chaqueta al suelo, comenzó a desabotonarse la camisa de seda negra.
—No te quedes atrás —dijo sarcástico, mirándole los pechos.
_______ dejó caer su bolso. Luego sonrió al pensar en la provocativa ropa interior que llevaba puesta. Un regalo de su hermana Andrea junto al consejo de que se buscara un amante más apasionado que Caleb.
La piel del hombre brillaba como el bronce sobre un duro y bien delineado torso, digno de admiración. El deseo de tocarlo, de recorrer con las manos el amplio pecho, se apoderó de _______.
Se quitó la chaqueta, e imitando la actitud desafiante de Joe, la arrojó sobre las otras prendas.
—Muy coqueto —comentó, paseando una ardiente mirada sobre el encaje negro del breve sujetador.
_______ sintió que sus pechos se excitaban bajo una mirada del hombre.
—Deliciosos —murmuró con voz gutural, y de improviso, con un rápido movimiento que la tomó por sorpresa, le alzó las manos sobre la cabeza sujetándolas contra la pared.
En ese momento el ascensor se detuvo y abrió las puertas. Pero nada le impidió inclinar la cabeza hasta los pechos alzados de ella, besarlos y morderlos con suavidad sobre el sujetador.
Ella hubiera querido continuar así, pero él se detuvo soltándole los brazos, mientras contemplaba con intensa mirada el efecto que le había provocado la caricia.
— ¿Te gustó el aperitivo?
_______ tragó saliva apelando a todo su ingenio.
—Espero que el plato fuerte sea igual de apetecible.
El se echó a reír recogiendo la ropa. Luego señalo el espacio que había fuera del ascensor.
—Adelante, bienvenida a mi mundo privado. Te enseñaré todo lo que tengo.
_______ salió del ascensor, manteniendo un aire de dignidad a pesar de exhibirse en sujetador, el corazón palpitante, anticipándose a la próxima jugada del hombre, pero con la mente puesta en mantener a toda costa su propio juego durante todo ese extraño encuentro con Joe Jonas.
El encendió las luces cuando ella pasaba de un vestíbulo con suelo de mármol a una sala de estar completamente alfombrada. Hizo una pausa para quitarse los zapatos y embeberse en el ambiente de Joe. Era una amplia estancia decorada en un impactante estilo moderno, austero, frío e impersonal.
La decoración era funcional, aséptica: cromo, cristal, sillones de cuero negro, y una persiana gris que cubría toda la pared del fondo de la habitación, seguramente de cristal, instalada con el propósito de facilitar la visión de un paisaje espectacular desde esas alturas.
Una perturbadora pintura de Brett Whitely parecía saltar de la pared frente a ella, estridente en sus trazos y colorido. Se quedó contemplándola, percibiéndola como una pesadilla que no quisiera vivir, cuando sintió unas manos por detrás que desabotonaban y abrían la cremallera de la falda. Luego un suave tirón y la prenda cayó a sus pies.
Durante un instante sólo pudo pensar en que se encontraba casi desnuda, con una pequeña braguita y un liguero de encaje que le sujetaba las medias. Después sintió que unas manos cálidas le acariciaban las nalgas. Con el corazón latiendo violentamente, decidió que tenía que hacer algo y hacerlo rápidamente. De ninguna manera iba a convertirse en la víctima sexual de Joe Jonas. Ni siquiera le daría la oportunidad de pensarlo. El era el amante que ella había escogido para esa noche, única y especial.
Tomando aliento se dio la vuelta, y comenzó a besarle el pecho, mientras sus dedos se apresuraban bajando la cremallera de los vaqueros. El arte de la sorpresa no iba a ser un privilegio sólo de él, pensaba al sentirle contraer el estómago. Después terminó de desnudarlo y retrocediendo unos pasos, contempló la desnuda y magnífica virilidad del hombre con salvaje osadía.
—Un equipo de primera clase —se burló, dándole unos ligeros toquecitos en el bajo vientre antes de volverse hacia la gran persiana del fondo de la sala—. Esta velada también incluye una vista del panorama —agregó con voz aterciopelada mientras la abría.
Una impresionante visión del puerto se desplegó ante sus ojos. El inmenso puente se vislumbraba más allá del animado terminal del ferry en el Circular Quay, las magníficas velas desplegadas de la Opera House se curvaban brillantes contra el cielo nocturno, las luces de los barrios de la zona norte parpadeaban como miles de luciérnagas.
Oyó unos leves pasos sobre la alfombra a su espalda, y algo como papel que se rasgaba. ¿Era papel? No, algún tipo de paquete. Probablemente una caja de preservativos. Sería una locura no practicar sexo seguro en una situación tan singular como ésa.
Sentía lo que estaba sucediendo como un tiempo fuera del tiempo; había una especie de fiebre en su sangre que demandaba la plenitud, como fuera.
Su piel hormigueaba anticipadamente. Adoptando una postura relajada ignoró la presencia masculina tras de sí, fijando la mirada en el puerto. No le importó que pudiera contemplar a su antojo su cuerpo semidesnudo. De manera un tanto perversa disfrutaba exhibiéndose ante él. La excitaba pensar que estaría observándola y a la vez pensando en su próxima jugada.
Entonces sintió el toque atormentador de unas manos resbalando sobre sus muslos, el liguero y las braguitas desprendidos suavemente de su cuerpo, y las medias deslizándose por las piernas como una suave caricia. Luego sintió en su piel unos dedos recorriendo lentamente las vértebras de la columna, produciéndole un escalofrío incontrolable, el sujetador abierto, los hábiles dedos retirándolo por los brazos hasta dejarlo caer sobre la alfombra.
Fue el ritual de desvestir más erótico que _______ hubiese experimentado jamás, dejando su mente y su cuerpo poseídos de una sensibilidad exacerbante.
Pudo sentir su aliento y su calor aún antes de que atrajese su cuerpo hacia él, los brazos rodeándole la cintura, las palmas de las manos acariciándole los pechos con un movimiento circular que puso todos los músculos de su cuerpo en tensión.
—El panorama te ha dejado paralizada —oyó el murmullo burlón muy cerca de su oído.
_______ luchaba por mantener la mente clara pese a la tormenta de sensaciones que experimentaba su cuerpo.
— ¿Disfrutas de esta vista o es un mero símbolo de tu categoría social? —preguntó recorriendo con las uñas los músculos de los muslos, duros como piedra.
—Me gusta escalar las montañas, y llegar a la cumbre.
La alusión sexual a lo que estaba haciendo con ella, no se le escapó a ______; sin embargo percibió que también se refería a sí mismo. Joseph tuvo que haber escalado cientos de montañas para convertirse en lo que era. Se preguntó si consideraría su departamento en el ático como un refugio inaccesible, para evitar que lo arrancaran de las cumbres.
Lentamente recorrió el vientre, antes de posar los dedos en la zona más íntima del cuerpo femenino.
—Los valles también son interesantes.
El suave y prolongado movimiento de la caricia despertó en ella una sensación insoportablemente exquisita.
Sentía su cuerpo fundirse al contacto de su mano. Las piernas comenzaron a temblarle. Desesperada por mantener el control sobre sí misma, se aferró a otra pregunta que revoloteaba en su cabeza.
— ¿Por qué elegiste esa pintura de Brett Whitely?
El se distrajo un instante, liberándola de la dulce tortura que estaba padeciendo.
—Es un grito del alma —respondió sombríamente, reanudando el minucioso examen manual del valle femenino—. Ese clamor se esconde en cada uno de nosotros, nena dorada. Tú también lo sientes... es el grito por todo aquello que nos es inalcanzable. -
Sí. Fue ese clamor lo que la había impulsado a estar junto a él aquella noche. ¿Pero cuáles eran sus sueños? ¿Qué anhelaba él? ¿Qué faltaba en su vida, en el mundo que había conquistado?
—Esa es la razón por la que estás aquí, deseando esto —continuó Joe, junto a su oído.
No, ella deseaba más que eso. Deseaba lo inalcanzable. Y dentro de su corazón brotó la tristeza por lo que nunca podría ser junto a Joseph, irremisiblemente perdido para ella; aunque su carne clamara por satisfacer la intensa excitación que la consumía.
—A pesar de lo que hagamos, de nuestro modo de vivir, de lo que poseamos, la mayor parte del tiempo nos escondemos de nuestro espíritu, reprimimos la verdad, fingimos... —continuó susurrante, mientras sus dedos persistían en la íntima caricia—, pero muy dentro... en lo más profundo de nuestro ser, nena dorada... estamos clamando.
El sonido de la últimas palabras, cargadas dio una fuerte connotación sexual, fue un grito para ella, el grito de su carne necesitada de sus caricias. Sin embargo su mente flotaba sobre todo aquello, escuchando al hombre que revelaba algo más de sí mismo en esa intimidad.
—Ibas a mostrármelo todo —le recordó.
—Te lo mostraré —dijo tomándola de la mano.
Pese al temblor de sus piernas, se obligó a seguirle. Debía mantenerlo en la adivinanza, que siguiera buscando la manera de someterla a su voluntad, que era lo que evidentemente deseaba, que siguiera buscando hasta encontrar lo que realmente ella quería.
—Enfrente a la pintura de Brett Whiteley tenemos una de Arthur Boyd —explicó, sonriendo con indulgencia.
Tras una fugaz mirada, _______ comprobó que la sangre fría del hombre era un puro acto de voluntad, porque su excitación era muy evidente, y a la vez le confirmó que había acertado sobre el preservativo. Estaba claro que no deseaba que esa noche tuviera consecuencias desagradables. Evitar los riesgos era todo lo que se le podía pedir a ese encuentro.
Otra vez la tristeza pesaba sobre su espíritu. Un encuentro... un adiós.
—Desde aquí puedes observarlo mejor—dijo situándola tras un sofá de cuero negro, frente al cuadro.
Mecánicamente apoyó las manos sobre el respaldo. Necesitaba un sólido apoyo, porque apenas se sostenía. Como antes, él se situó a sus espaldas, hablándole por encima del hombro.
—El tema parece simple, pero cuanto más lo estudias, más cosas descubres en él.
Los colores básicamente consistían en una mezcla oscura de verdes y azules; una escena nocturna, una pequeña casa sobre una colina, más abajo una vaca blanca que se dirigía a un lago. Ella no vio nada más…en el inmenso paisaje sombrío. En un cielo sin estrellas, una luna creciente formaba una pequeña curva.
«Soledad», pensó. La soledad se cernía sobre todo el paisaje.
—Hay oscuras profundidades en el paisaje —murmuró él, deslizando las manos sobre sus caderas—. Continúa mirando, nena dorada. Quiero que las veas…, y que las sientas —concluyó mientras la atraía hacia su cuerpo, penetrando en ella con un breve y suave movimiento.
_______ se aferró al sofá, sintiendo cómo el hombre invadía su cuerpo. Era maravilloso, estremecedor y excitante.
—Concéntrate en el lago —le aconsejó, sumiéndola con sus caricias en un mar de sensaciones—. Concéntrate en los reflejos.
Una manera muy extraña de contemplar un cuadro desolador, y al mismo tiempo experimentar la unión más íntima que podía existir entre un hombre y una mujer. El lago estaba quieto, no había el más leve reflejo trémulo en la superficie. Pero en el interior de _______el mar se agitaba cada vez más, la marea crecía las ondas eran cada vez mas intensas. Ella quería entregarse al torrente de excitación, que fluyera por todo su cuerpo, sin pensar, sin recordar, sólo sentir el momento; pero más fuerte era su anhelo de llegar a la esencia, al corazón y a la mente de ese hombre que una vez había sido Joseph.
— ¿Esta pintura refleja tus sentimientos? —preguntó con voz ronca, apenas audible.
— ¿Qué crees que siento?-ahora pregunto el concentrado en las embestidas y en la voz de es mujer.
—La vaca blanca, un animal solitario, marginado, una larga y fría noche... ¿en algún momento me necesitaste?
—No tan marginado. Cuando se es tan deseado por todo el mundo... incluso por una mujer que sólo ha leído algo sobre mí... no se puede estar marginado.
De alguna manera Joe sentía que se equivocaba respecto a ella. La mujer había percibido su vulnerabilidad y la manejaba, como él la estaba manejando a ella. La contienda de la mente contra el cuerpo.
—Creo que en el fondo deseas una luna llena —dijo precipitadamente aferrándose a los pensamientos, oponiéndolos al caos que él estaba produciendo en su cuerpo—. Pero la luna del cuadro apenas está en cuarto creciente... es sólo una parte de ella... y nunca llegará a su plenitud. ¿Es eso lo que te hace clamar? —concluyó con los ojos cerrados, barrida por una inmensa ola de placer.
— ¿Una luna llena para los que se aman? Sigue soñando, nina dorada —alcanzó a ironizar, al tiempo que ambos perdían su propio dominio, abatidos bajo la fuerza explosiva del clímax que los dejó jadeantes, sumidos en el paroxismo de una intensa liberación.
Estremeciéndose, la rodeó con sus brazos, estrechándola contra su pecho.
— ¿Te abriga mi piel? No me gustaría que sintieras frío... o soledad.
Ella no respondió.
— ¿Quieres contemplar otra pintura? ¿O ya has visto suficiente?
Ella dudó. Joe aún mantenía su posición de dominio, con arrogante confianza en sí mismo.
—Aún no estoy satisfecha —respondió con firmeza.
«Y probablemente nunca lo estaré», pensó. Pero la noche aún era joven. Si tan sólo pudiera traspasar la frontera de lo puramente físico. Porque apenas había rasgado la superficie de su ser interior. ¿Saldría Joseph a la superficie antes de que acabara la noche? Eso no lo podría saber ya que no veía el futuro, pero una cosa si sabia, la cantidad de emociones que paseaban por su corazón y cuerpo por un lado ella pensaba que si no la llegaba a recordar como _________ la pequeña niña del valle que en algún momento sintió algo muy fuerte por ella la recordaría como la mejor amante que hubiera pasado en su cama estaba dispuesta a dejar huella en el y hacerse inolvidable pero por otro lado pensaba que eso estaba mal sinceramente casi no hacia caso a ese pensamiento después de el primer orgasmo.
__Te mostraría algunos cuadros mas por aquí pero pienso enrealidad que uno nos espera en mi habitación quiza sea mas de tu AGRADO
Regresaron sus pensamientos de nuevo, ahí estaba, la oportunidad para tal vez hacerse recordar o para tal vez sacar a Joseph de su mente y que entrara el Joe excitante y lujurioso o simplemente poner en prueba sus habilidades como mujer y divertirse decidió poner un poco de las tres.
Al entrar a la habitación se percato del otro gran ventanal en el fondo, ella iba por delante y Joe por detrás sontenido de sus caderas. Ella aun sentía su gran virilidad rosarle las nalgas hubo algunos momentos en que ella decidia tentarlo en el camino retrocediendo en algunas veces inesperadamente, el quito sus manos y se dirigió al baño quedando ella sola en medio de esa lujosa y varonil habitación. Penso en sentarse en la cama y esperar pero de un momento a otro empezó a idear su jugada hacia el, miro las cortinas del ventanal, las tiras para sostener las cortinas a un lado eran muy eficaces, aptas para su juego, rápidamente y tomo una, la cortina que quedo libre tapo un poco la luz de la luna pero dio un efecto mas excitante. ______ escucho los pasos dentro del baño hacia la puerta, se puso a un lado de la puerta y lo vio salir el aun no la veía, de inmediato ella se apresuro a su cabeza y le amarro la tira tapándole los ojos.
—Asi no podre enseñarte el cuadro
—Quien dijo que lo quiero ver
—Tu misma dijiste que no estabas satisfecha con los demás
—Lo se, pero me gustaría que me satisfascas de otra manera……o podría ser al revés—le susurro en el oído y al terminar mordió el lóbulo de la oreja.
El hombre quedo callado no se esperaba eso, le estaba arruinando toda su jugada, sus pensamientos fueron interrumpidos por unas manos que se posicionaron en su espalda guiándolo hacia su cama, por un momento se encontraba tirado en ella gracias a un empujón de su nena el se tenso era la primera que se atrevía a tomar las riendas del juego y poner sus reglas manejándolo a su exquisito antojo.
Primera Parte
Quitate la chaqueta.
Ella contuvo una réplica feroz, dirigiéndole en cambio una mirada que encubría pensamientos mortíferos.
Pulsando el botón de la última planta, Joe se apoyó indolentemente contra el espejo del ascensor, evaluando su cuerpo con una mirada ardiente y lujuriosa. El ascensor remontaba un alto edificio ubicado en la zona. En su deseo de mantener el control absoluto de la situación, se abstuvo de informarle a ________ de que esa noche no habría cena.
Ella cambió de postura, apoyándose en la pared frente a él, mirándolo con ojos en los que se leía su necesidad de desnudarlo. En todos los sentidos.
—Quítate la tuya primero —ordenó.
Esbozando una sonrisa sensual, obedeció de inmediato.
— ¿No te excitan las prendas de cuero?
—Prefiero palpar la piel humana.
—Entonces me quitaré la camisa también.
Arrojando la chaqueta al suelo, comenzó a desabotonarse la camisa de seda negra.
—No te quedes atrás —dijo sarcástico, mirándole los pechos.
_______ dejó caer su bolso. Luego sonrió al pensar en la provocativa ropa interior que llevaba puesta. Un regalo de su hermana Andrea junto al consejo de que se buscara un amante más apasionado que Caleb.
La piel del hombre brillaba como el bronce sobre un duro y bien delineado torso, digno de admiración. El deseo de tocarlo, de recorrer con las manos el amplio pecho, se apoderó de _______.
Se quitó la chaqueta, e imitando la actitud desafiante de Joe, la arrojó sobre las otras prendas.
—Muy coqueto —comentó, paseando una ardiente mirada sobre el encaje negro del breve sujetador.
_______ sintió que sus pechos se excitaban bajo una mirada del hombre.
—Deliciosos —murmuró con voz gutural, y de improviso, con un rápido movimiento que la tomó por sorpresa, le alzó las manos sobre la cabeza sujetándolas contra la pared.
En ese momento el ascensor se detuvo y abrió las puertas. Pero nada le impidió inclinar la cabeza hasta los pechos alzados de ella, besarlos y morderlos con suavidad sobre el sujetador.
Ella hubiera querido continuar así, pero él se detuvo soltándole los brazos, mientras contemplaba con intensa mirada el efecto que le había provocado la caricia.
— ¿Te gustó el aperitivo?
_______ tragó saliva apelando a todo su ingenio.
—Espero que el plato fuerte sea igual de apetecible.
El se echó a reír recogiendo la ropa. Luego señalo el espacio que había fuera del ascensor.
—Adelante, bienvenida a mi mundo privado. Te enseñaré todo lo que tengo.
_______ salió del ascensor, manteniendo un aire de dignidad a pesar de exhibirse en sujetador, el corazón palpitante, anticipándose a la próxima jugada del hombre, pero con la mente puesta en mantener a toda costa su propio juego durante todo ese extraño encuentro con Joe Jonas.
El encendió las luces cuando ella pasaba de un vestíbulo con suelo de mármol a una sala de estar completamente alfombrada. Hizo una pausa para quitarse los zapatos y embeberse en el ambiente de Joe. Era una amplia estancia decorada en un impactante estilo moderno, austero, frío e impersonal.
La decoración era funcional, aséptica: cromo, cristal, sillones de cuero negro, y una persiana gris que cubría toda la pared del fondo de la habitación, seguramente de cristal, instalada con el propósito de facilitar la visión de un paisaje espectacular desde esas alturas.
Una perturbadora pintura de Brett Whitely parecía saltar de la pared frente a ella, estridente en sus trazos y colorido. Se quedó contemplándola, percibiéndola como una pesadilla que no quisiera vivir, cuando sintió unas manos por detrás que desabotonaban y abrían la cremallera de la falda. Luego un suave tirón y la prenda cayó a sus pies.
Durante un instante sólo pudo pensar en que se encontraba casi desnuda, con una pequeña braguita y un liguero de encaje que le sujetaba las medias. Después sintió que unas manos cálidas le acariciaban las nalgas. Con el corazón latiendo violentamente, decidió que tenía que hacer algo y hacerlo rápidamente. De ninguna manera iba a convertirse en la víctima sexual de Joe Jonas. Ni siquiera le daría la oportunidad de pensarlo. El era el amante que ella había escogido para esa noche, única y especial.
Tomando aliento se dio la vuelta, y comenzó a besarle el pecho, mientras sus dedos se apresuraban bajando la cremallera de los vaqueros. El arte de la sorpresa no iba a ser un privilegio sólo de él, pensaba al sentirle contraer el estómago. Después terminó de desnudarlo y retrocediendo unos pasos, contempló la desnuda y magnífica virilidad del hombre con salvaje osadía.
—Un equipo de primera clase —se burló, dándole unos ligeros toquecitos en el bajo vientre antes de volverse hacia la gran persiana del fondo de la sala—. Esta velada también incluye una vista del panorama —agregó con voz aterciopelada mientras la abría.
Una impresionante visión del puerto se desplegó ante sus ojos. El inmenso puente se vislumbraba más allá del animado terminal del ferry en el Circular Quay, las magníficas velas desplegadas de la Opera House se curvaban brillantes contra el cielo nocturno, las luces de los barrios de la zona norte parpadeaban como miles de luciérnagas.
Oyó unos leves pasos sobre la alfombra a su espalda, y algo como papel que se rasgaba. ¿Era papel? No, algún tipo de paquete. Probablemente una caja de preservativos. Sería una locura no practicar sexo seguro en una situación tan singular como ésa.
Sentía lo que estaba sucediendo como un tiempo fuera del tiempo; había una especie de fiebre en su sangre que demandaba la plenitud, como fuera.
Su piel hormigueaba anticipadamente. Adoptando una postura relajada ignoró la presencia masculina tras de sí, fijando la mirada en el puerto. No le importó que pudiera contemplar a su antojo su cuerpo semidesnudo. De manera un tanto perversa disfrutaba exhibiéndose ante él. La excitaba pensar que estaría observándola y a la vez pensando en su próxima jugada.
Entonces sintió el toque atormentador de unas manos resbalando sobre sus muslos, el liguero y las braguitas desprendidos suavemente de su cuerpo, y las medias deslizándose por las piernas como una suave caricia. Luego sintió en su piel unos dedos recorriendo lentamente las vértebras de la columna, produciéndole un escalofrío incontrolable, el sujetador abierto, los hábiles dedos retirándolo por los brazos hasta dejarlo caer sobre la alfombra.
Fue el ritual de desvestir más erótico que _______ hubiese experimentado jamás, dejando su mente y su cuerpo poseídos de una sensibilidad exacerbante.
Pudo sentir su aliento y su calor aún antes de que atrajese su cuerpo hacia él, los brazos rodeándole la cintura, las palmas de las manos acariciándole los pechos con un movimiento circular que puso todos los músculos de su cuerpo en tensión.
—El panorama te ha dejado paralizada —oyó el murmullo burlón muy cerca de su oído.
_______ luchaba por mantener la mente clara pese a la tormenta de sensaciones que experimentaba su cuerpo.
— ¿Disfrutas de esta vista o es un mero símbolo de tu categoría social? —preguntó recorriendo con las uñas los músculos de los muslos, duros como piedra.
—Me gusta escalar las montañas, y llegar a la cumbre.
La alusión sexual a lo que estaba haciendo con ella, no se le escapó a ______; sin embargo percibió que también se refería a sí mismo. Joseph tuvo que haber escalado cientos de montañas para convertirse en lo que era. Se preguntó si consideraría su departamento en el ático como un refugio inaccesible, para evitar que lo arrancaran de las cumbres.
Lentamente recorrió el vientre, antes de posar los dedos en la zona más íntima del cuerpo femenino.
—Los valles también son interesantes.
El suave y prolongado movimiento de la caricia despertó en ella una sensación insoportablemente exquisita.
Sentía su cuerpo fundirse al contacto de su mano. Las piernas comenzaron a temblarle. Desesperada por mantener el control sobre sí misma, se aferró a otra pregunta que revoloteaba en su cabeza.
— ¿Por qué elegiste esa pintura de Brett Whitely?
El se distrajo un instante, liberándola de la dulce tortura que estaba padeciendo.
—Es un grito del alma —respondió sombríamente, reanudando el minucioso examen manual del valle femenino—. Ese clamor se esconde en cada uno de nosotros, nena dorada. Tú también lo sientes... es el grito por todo aquello que nos es inalcanzable. -
Sí. Fue ese clamor lo que la había impulsado a estar junto a él aquella noche. ¿Pero cuáles eran sus sueños? ¿Qué anhelaba él? ¿Qué faltaba en su vida, en el mundo que había conquistado?
—Esa es la razón por la que estás aquí, deseando esto —continuó Joe, junto a su oído.
No, ella deseaba más que eso. Deseaba lo inalcanzable. Y dentro de su corazón brotó la tristeza por lo que nunca podría ser junto a Joseph, irremisiblemente perdido para ella; aunque su carne clamara por satisfacer la intensa excitación que la consumía.
—A pesar de lo que hagamos, de nuestro modo de vivir, de lo que poseamos, la mayor parte del tiempo nos escondemos de nuestro espíritu, reprimimos la verdad, fingimos... —continuó susurrante, mientras sus dedos persistían en la íntima caricia—, pero muy dentro... en lo más profundo de nuestro ser, nena dorada... estamos clamando.
El sonido de la últimas palabras, cargadas dio una fuerte connotación sexual, fue un grito para ella, el grito de su carne necesitada de sus caricias. Sin embargo su mente flotaba sobre todo aquello, escuchando al hombre que revelaba algo más de sí mismo en esa intimidad.
—Ibas a mostrármelo todo —le recordó.
—Te lo mostraré —dijo tomándola de la mano.
Pese al temblor de sus piernas, se obligó a seguirle. Debía mantenerlo en la adivinanza, que siguiera buscando la manera de someterla a su voluntad, que era lo que evidentemente deseaba, que siguiera buscando hasta encontrar lo que realmente ella quería.
—Enfrente a la pintura de Brett Whiteley tenemos una de Arthur Boyd —explicó, sonriendo con indulgencia.
Tras una fugaz mirada, _______ comprobó que la sangre fría del hombre era un puro acto de voluntad, porque su excitación era muy evidente, y a la vez le confirmó que había acertado sobre el preservativo. Estaba claro que no deseaba que esa noche tuviera consecuencias desagradables. Evitar los riesgos era todo lo que se le podía pedir a ese encuentro.
Otra vez la tristeza pesaba sobre su espíritu. Un encuentro... un adiós.
—Desde aquí puedes observarlo mejor—dijo situándola tras un sofá de cuero negro, frente al cuadro.
Mecánicamente apoyó las manos sobre el respaldo. Necesitaba un sólido apoyo, porque apenas se sostenía. Como antes, él se situó a sus espaldas, hablándole por encima del hombro.
—El tema parece simple, pero cuanto más lo estudias, más cosas descubres en él.
Los colores básicamente consistían en una mezcla oscura de verdes y azules; una escena nocturna, una pequeña casa sobre una colina, más abajo una vaca blanca que se dirigía a un lago. Ella no vio nada más…en el inmenso paisaje sombrío. En un cielo sin estrellas, una luna creciente formaba una pequeña curva.
«Soledad», pensó. La soledad se cernía sobre todo el paisaje.
—Hay oscuras profundidades en el paisaje —murmuró él, deslizando las manos sobre sus caderas—. Continúa mirando, nena dorada. Quiero que las veas…, y que las sientas —concluyó mientras la atraía hacia su cuerpo, penetrando en ella con un breve y suave movimiento.
_______ se aferró al sofá, sintiendo cómo el hombre invadía su cuerpo. Era maravilloso, estremecedor y excitante.
—Concéntrate en el lago —le aconsejó, sumiéndola con sus caricias en un mar de sensaciones—. Concéntrate en los reflejos.
Una manera muy extraña de contemplar un cuadro desolador, y al mismo tiempo experimentar la unión más íntima que podía existir entre un hombre y una mujer. El lago estaba quieto, no había el más leve reflejo trémulo en la superficie. Pero en el interior de _______el mar se agitaba cada vez más, la marea crecía las ondas eran cada vez mas intensas. Ella quería entregarse al torrente de excitación, que fluyera por todo su cuerpo, sin pensar, sin recordar, sólo sentir el momento; pero más fuerte era su anhelo de llegar a la esencia, al corazón y a la mente de ese hombre que una vez había sido Joseph.
— ¿Esta pintura refleja tus sentimientos? —preguntó con voz ronca, apenas audible.
— ¿Qué crees que siento?-ahora pregunto el concentrado en las embestidas y en la voz de es mujer.
—La vaca blanca, un animal solitario, marginado, una larga y fría noche... ¿en algún momento me necesitaste?
—No tan marginado. Cuando se es tan deseado por todo el mundo... incluso por una mujer que sólo ha leído algo sobre mí... no se puede estar marginado.
De alguna manera Joe sentía que se equivocaba respecto a ella. La mujer había percibido su vulnerabilidad y la manejaba, como él la estaba manejando a ella. La contienda de la mente contra el cuerpo.
—Creo que en el fondo deseas una luna llena —dijo precipitadamente aferrándose a los pensamientos, oponiéndolos al caos que él estaba produciendo en su cuerpo—. Pero la luna del cuadro apenas está en cuarto creciente... es sólo una parte de ella... y nunca llegará a su plenitud. ¿Es eso lo que te hace clamar? —concluyó con los ojos cerrados, barrida por una inmensa ola de placer.
— ¿Una luna llena para los que se aman? Sigue soñando, nina dorada —alcanzó a ironizar, al tiempo que ambos perdían su propio dominio, abatidos bajo la fuerza explosiva del clímax que los dejó jadeantes, sumidos en el paroxismo de una intensa liberación.
Estremeciéndose, la rodeó con sus brazos, estrechándola contra su pecho.
— ¿Te abriga mi piel? No me gustaría que sintieras frío... o soledad.
Ella no respondió.
— ¿Quieres contemplar otra pintura? ¿O ya has visto suficiente?
Ella dudó. Joe aún mantenía su posición de dominio, con arrogante confianza en sí mismo.
—Aún no estoy satisfecha —respondió con firmeza.
«Y probablemente nunca lo estaré», pensó. Pero la noche aún era joven. Si tan sólo pudiera traspasar la frontera de lo puramente físico. Porque apenas había rasgado la superficie de su ser interior. ¿Saldría Joseph a la superficie antes de que acabara la noche? Eso no lo podría saber ya que no veía el futuro, pero una cosa si sabia, la cantidad de emociones que paseaban por su corazón y cuerpo por un lado ella pensaba que si no la llegaba a recordar como _________ la pequeña niña del valle que en algún momento sintió algo muy fuerte por ella la recordaría como la mejor amante que hubiera pasado en su cama estaba dispuesta a dejar huella en el y hacerse inolvidable pero por otro lado pensaba que eso estaba mal sinceramente casi no hacia caso a ese pensamiento después de el primer orgasmo.
__Te mostraría algunos cuadros mas por aquí pero pienso enrealidad que uno nos espera en mi habitación quiza sea mas de tu AGRADO
Regresaron sus pensamientos de nuevo, ahí estaba, la oportunidad para tal vez hacerse recordar o para tal vez sacar a Joseph de su mente y que entrara el Joe excitante y lujurioso o simplemente poner en prueba sus habilidades como mujer y divertirse decidió poner un poco de las tres.
Al entrar a la habitación se percato del otro gran ventanal en el fondo, ella iba por delante y Joe por detrás sontenido de sus caderas. Ella aun sentía su gran virilidad rosarle las nalgas hubo algunos momentos en que ella decidia tentarlo en el camino retrocediendo en algunas veces inesperadamente, el quito sus manos y se dirigió al baño quedando ella sola en medio de esa lujosa y varonil habitación. Penso en sentarse en la cama y esperar pero de un momento a otro empezó a idear su jugada hacia el, miro las cortinas del ventanal, las tiras para sostener las cortinas a un lado eran muy eficaces, aptas para su juego, rápidamente y tomo una, la cortina que quedo libre tapo un poco la luz de la luna pero dio un efecto mas excitante. ______ escucho los pasos dentro del baño hacia la puerta, se puso a un lado de la puerta y lo vio salir el aun no la veía, de inmediato ella se apresuro a su cabeza y le amarro la tira tapándole los ojos.
—Asi no podre enseñarte el cuadro
—Quien dijo que lo quiero ver
—Tu misma dijiste que no estabas satisfecha con los demás
—Lo se, pero me gustaría que me satisfascas de otra manera……o podría ser al revés—le susurro en el oído y al terminar mordió el lóbulo de la oreja.
El hombre quedo callado no se esperaba eso, le estaba arruinando toda su jugada, sus pensamientos fueron interrumpidos por unas manos que se posicionaron en su espalda guiándolo hacia su cama, por un momento se encontraba tirado en ella gracias a un empujón de su nena el se tenso era la primera que se atrevía a tomar las riendas del juego y poner sus reglas manejándolo a su exquisito antojo.
'dannii'†
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