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Se encontraron 2 resultados para Amberpregunta

Ausencia de razón

*Todo el mensaje se me corta, no sabía que habían límites de palabras acá. Entonces a continuación les extiendo el resto:*

#Amberpregunta:
¿Les gusta cómo empieza la historia?

Muchas gracias por la oportunidad, espero que se aproveche bien.
por Gisselle.
el Dom 03 Jun 2018, 7:45 pm
 
Buscar en: Novelas Abandonadas
Argumento: Ausencia de razón
Respuestas: 7
Vistos: 412

Ausencia de razón

CAPÍTULO UNO


“Escúchame, tristeza;
En tu rincón oscuro y diminuto te quedarás
De ahí no partiras,
aunque te desangres y me duela, no te podré ensanchar.
Quédate conmigo, pero aislado de la superficie.
A tu causa, muchas cosas volaron lejos sin la gracia de los perdices.”

La profusión de lo que solo era una llovizna hace unos minutos no paraba de cubrir la amplitud de las ventanillas del auto. Ese sonido repiqueteante hacia trasegar ocasionalmente mi atención del celular al exterior, hasta que finalmente ganó y mis ojos intentaron contemplar el difuso paisaje a través del cristal.

No me podía sentir más sumergida en un gigantesco y a la vez asfixiante vaso de cristal. La lluvia le daba un poder cegador a esa metáfora. Automáticamente de reparar en la transparencia de la ventanilla, relacionandola a la del envase y aquella sofocante nitidez de saber la realidad me nubló, recordándome también la plática que había tenido con mi familia la noche anterior, cuando les conté sobre esa pesadilla que no se iba de mi pecho, la de estar atorada dentro de un envase de vidrio, escuchando y observando cómo era cerrado sobre mis gritos que pedían que me dejaran salir y no me privaran del aire vital.

Fruncí el ceño y Harry, mi hermano, que venía manejando dió un golpe al timón de cuero y se aclaró la garganta antes de hablar para decir lo que era obvio y ya había anunciado la frenitud del auto:

—Hemos llegado.

—¡Oh Dios! —exclamó mi madre después de un momento de silencio, su voz reflejandose bajo una mezcla de ánimo que rondaba entre la felicidad y aflicción sin desicion concreta.

Harry emprendió a salir primero. Lo escuchamos abriendo el maletero y sacando cajas mientras se quejaba en murmullos.

—Mi niña, cómo te vamos a extrañar —decía suavemente mamá mientras me arrullaba entre sus brazos.

—Y yo a ustedes —repliqué contemplando sus ojos verdes. Quería que se quedará en mi mente, la miré con fijeza. Deseaba que siempre que necesitara acudir a ella, y ella se encontrase tan lejos, sabría que estaba ahí, aunque solo pudiera escuchar su voz a través de un teléfono.

Estuvimos un rato abrazadas en los asientos traseros. Nunca en mi vida había vivido lejos de casa. A ambas nos dolía, pero más a mi, no sé cómo rayos voy a vivir sin la comida de mi madre.

—Tienes que hacer las cosas bien, Frelah —me dijo, besando mi cabeza, la oí escupir lejos pasados unos segundos y ambas reímos.

—Lo haré mamá, o al menos sabrás que será siempre mi cometido —le dije con rapidez, levantando mi cabeza de su pecho para poder mirar su reacción. Papa decía que yo era como ella, demasiado expresivas, por lo que todos se divertían al vernos enojar.

—¿¡Freaghan Brezzo, eso qué se supone que significa!? —me reclamó después de un rato, escudriñando mis facciones con el ceño fruncido pero estando a punto de reír como lo hacía yo también.

—Ya, ya —casi salté, en un expandimiento y redondeo de los párpados para que se tranquilizara—, significa que tienes una hija con mal tacto para el humor por lo cual ni siquiera volverá a intentar, ¡Nada de diversión para esta chica, te lo aseguro!

Era verdad, todo lo divertido terminaba alejándose de mi. Mi rostro de seriedad me perseguía desde la cuna. Seriedad que los demás identifican como animadversion profunda.

Ambas comenzamos a desalojar el auto entre risas. Esa soy yo, Freaghan la Brezzo que creció sin adquirir la gracia de los otros miembros de la familia. De nadie en realidad. Pero por lo menos rien al no querer herir mis sentimientos, supongo que de alguna forma soy graciosa. Divertida de alguna manera absurda.

Al abrir l puerta, noté mi celular sobre mis piernas, asi que lo cogí, levantándome e intentando despues meterlo en mi bolsillo trasero, pero recordé que mi pantalón de mezclilla no tiene, solo los delanteros.

—¡A la mierda! —exclamó Harry cuando se le cayeron unas bolsas de plástico azúl.

Mamá le siguió el paso, yo trataba de no reír, y cuando menos lo imaginé Harry soltó ahora un grito de dolor empezando a sobarse el cuero cabelludo

—¡Mamá! —continuó gritando, sorprendido y enojado.
Lo ha cogido de sorpresa y yo estaba a un segundo de atorarme con una carcajada.

—¡No seas tan malcriado!... Y recoge eso ya —le ordenó por último, retocando su cabello rojizo al reparar en los alrededores llenos de personas, primeramente amendrentada, pero luego ligeramente desafiante.

Seguro las mamás por ahí están orgullosas de ella, pero los chicos sentimos vergüenza ajena. No yo, por supuesto, pues no fui la merecedora de la reprenda.
En casa cuando alguno de nuestros hermanos recibe un castigo los demás reímos para luego alejarnos, pues mamá siempre busca la forma de enojarse con todos.

Y eso precisamente es lo que hice en secuencia; fui de vuelta al auto a buscar cualquier cosa hasta que a mamá se le olvidara el asunto.

·.·

Aunque todos los datos sobre el registro se hicieron por internet previamente a la mudanza/acomodación tuve que ir hacia el edificio principal, mamá me acompaño. Por que así de niña de mami soy, la voy a extrañar muchísimo.

Media hora más tarde salí del lugar, ahora con un número y menos tensión en el cuerpo y la mente. Las llaves que se me asignaron tienen grabados un "88", sonreí en mis adentros, lleva uno de mis dos números favoritos y se repite doblemente.

—Bien, acá es donde nos despedimos, ¡Adi...!

Harry interrumpió sus palabras porque sintió la mirada severa de mamá. Volvió al celular en su mano, con aspecto de derrota, y se fue acercando a nosotras sin mirarnos.

Mamá me abrazó, y no sé cómo pero hizo que Harry se uniera, para apartarse unos segundos después. Por supuesto.

—¡Cuídate muchisimo, Frelah!

Tenía mis mejillas entre sus manos y yo no quería que dejara de tenerlas así. Asentí apretando las lágrimas que estaban por salir sin permiso.

—Llama a casa por cualquier cosa, ¡Cualquier cosa!, No te olvides nunca de hacerlo.

Asentí nuevamente, cerrando los párpados.

«Oh, como extrañare su comida», me repito en la mente varias veces, como un mecanismo para no extrañar más cosas de casa.

Me empujó suavemente hasta su hombro y acomodó su cabeza sobre la mía.

—Mamá, se hace tarde y tenemos muchas horas por delante. —argumentó Harry, y se lo agradecí, ya era hora de enfrentarme a esta nueva vida.

Percibí su asentimiento y nos incorporamos.

—Estaré bien, mamá. Dile a todos en casa que los extrañaré muchísimo —. Me las arreglé para hablar sobre los sollozos que se aproximaban desde el fondo de mi alma.

Ella sonrió, dándome el último abrazo, me dió un beso en la mejilla y señaló a Harry, llevé los ojos hacia él, con mis brazos levantados y se empezó a acercar con cansancio y una exagerada demora, formando ruido en cada pisada.

—Pendejo —susurré. Es bastante alto, así que los pocos abrazos que nos habíamos dado siempre eran ridículos e incómodos, tanto emocional como físicamente.

—Cerota —atacó de vuelta, agachándose para que mamá no escuchará.

Eso hacíamos, todos nos insultabamos con cariño a escondidas de nuestros padres. No sé cuándo empezamos a hacerlo pero era divertido. Recordé en ese momento al resto de mis hermanos; Fabrizio, Carlos y Feryh. Todos mayores que yo, que solo era mayor a Harry.

—Ya. Ya. Extrañenme sintiendo tristeza, está es la última vez que verán esta belleza descomponiendose —decía señalando su rostro que temblaba enrojeciendose al tratar de aparentemente tirar una lágrima.

Cuando nos separamos riendo, vimos a mamá, se limpiaba el rostro.

—¿Segura que no quieres que nos quedemos un rato más, quizá para ayudarte a acomodar tus cosas? —inquirió con la voz baja, cosa que era raro en ella.

—No mamá, está bien, vayan.

Nos dimos otro abrazo, uno más largo,mamá me daba más concejos, hasta que Harry gruñó cansado, terminando en un tocer escandaloso. Las dos lo miramos preocupadas y él agitó una mano en dirección a la calle, siguiendo la lucha de tocer. Otro beso de mejilla  y ambos avanzaron a la salida.

—¡Encargate de vivir la vida loca por mi, hermana, la vida es un riesgo!

Reí sin parar al escuchar a Harry, pero aún con más intensidad cuando ví a mamá pegarle en la cabeza, dejando de estirar las manos con la señal de rock para acariciar su cabeza.

Ya no podía ver sus rostros cuando me quedé en modo pausa frente a la puerta color hueso. Esa es mi puerta, la que abriré durante los próximos seis meses pensando que es mi hogar.

Introducí las llaves, pero estás se calleron, me agaché, escuchando de repente:

—¡Intruso, intruso!

Pegué el rostro a la puerta y fruncí el ceño levantando también un pómulo al escuchar esas palabras sobre un ruido siendo acallado en el interior.

Y luego otro ruido fue desatado, uno mas agudo y carente de humor me hace ser pendiente del llavin empezando a ser abierto. Mierda, en cuanto me aparezca una chica liberal y busca-problemas le demostraré que no tengo ni el mínimo interés en su tóxica amistad.

—¡Hola! —me da la bienvenida un rostro masculino, piel canela, su sonrisa esplendorosamente blanca.

Y sin saberlo yo estaba regresandole el gesto, y también a las otras personas que ahora identifico fugazmente. Es una sonrisa vacía y más semejante a una mueca.

Pero mi rostro a correspondido a su saludo así que me da espacio para adentrarme en la que potencialmente será una selva en un futuro cercano. Estoy segura que tendremos que hablar de la ropa en el piso y las cajas en medio de la habitación en algún momento si los días corren y no dejan el piso despejado.

Estuve a punto de caer al tropezarme con una de las dichosas cajas y podría jurar que se habían levantado leves marcas de risas en el aire.

—¿Como están? —pregunté completamente segura de que pude haber dicho algo mejor, molesta por no anticiparme a razonar antes de abrir la boca. Creo haber escuchado que tus primeras palabras son la muestra de tu coeficiente intelectual.

Con una mueca en mis adentros todas las presencias en mi mente se arrepienten de inmediato de que haya abierto la boca, lo hice para que olvidaran que iba a hacer una estupidez, pero logré hacer otra a tiempo récord.

—... Excelente —exclama un chico, con la calma de alguien que contempla algo con profundidad.

—¡Genial hermana! —dice otro.

Esas voces masculinas se alzaron sobre la risa de una chica y no pude ver quiénes eran, pues les daba la espalda a propósito, aunque también aprovechando para ir dejando mis cosas sobre la que parece será mi cama. Hay unos botecillos de crema y una pequeñísima caja colorida que no se que contiene, los tomé y los agité a la vista de quien sea que será mi compañera, porque en cuanto uno de ellos —genero masculino—, me dé una respuesta saldré pitando a que me cambien.

Otra persona entra en la estancia, guíe mi vista a la puerta, era una chica y me notó enseguida, sonriente empezó a acercarse mientras yo volvía a mis cosas.

—¡Esta es mía! —se sentó en la cama desocupada, saltando sobre el colchón.

—Okay. —digo apretando los labios que contienen una especie de sonrisa, intentando mantener la calma y no mostrar el creciente disgusto que se clava y va desatando con rapidez en mi interior.

Dí una cabezada y empecé, con ralentí a mover mis cosas, dando tiempo a que se despejará la otra cama. Pero nadie se movía. Ahora pude capturar tres miradas observandome con divertida expectacion. Mi rostro se aflojó para levantar mi frente y fruncir el ceño sin contemplar en mi aspecto bélico.

—Joder, ¿pueden levantarse? —exclamé impaciente.

Al parecer he reaccionado de la forma que querían, comienzan a reír y hacer mucho más ruido del que me hubiese apetecido. Bueno, en realidad desearía que no hubieran hecho sonido alguno. Amaría que ninguno estuviera allí, de hecho.

Todos se han movido, aún riendo y es cuando tomo aire frío, pensando en llevar la fiesta en paz. Empiezo a acomodar las valijas de inmediato, a mi lado de la pequeña habitación.

—Como me gustan. —asegura alguien, con voz excitada y seductora.

Espero con todas mis fuerzas que no esté hablando de mi, porque por Dios que no tengo otra manera que reaccionar más que violenta e hiriente. Aquí va la efervescencia que me indica que el enojo va de nuevo a la superficie, rumbo a manipular mis acciones.

—¿Con la altura perfecta, una mirada dulce pero una personalidad explosiva? —. Es otra voz, una más ronca, pero no tanto como la de mi mente al pedir calma.

—¡Y con culo grande!

¡Y es todo, no pienso soportar más! Mi mente esta que hace erupción. Pero mi cuerpo solo quiere quitarse de su visión.

¡Esos idiotas, estoy a una raya de subir el volumen de mis pensamientos y sé que me arrepentiré de ello una semana más tarde y a ellos les arderá en el poco orgullo que presume ser elevado.

Luego de un suspiro decido alejarme de ese lugar. Si la chica esa entiende y actualmente trata de no buscar problemas conmigo cuando decida volver ya no estarán aquellas presencias.

Una vez afuera siento el viento disolviendo mi amargura cuando una sonrisa cargada de diversión se aparece en mi rostro.

«Ni siquiera soy tan nalgona», me quejo con mi conciente que ríe, con gesto absurdo.

A estas alturas no se hacía a donde voy, ni de dónde vengo, solo sé que mis pies son los encargados de guiarme hacia algún sitio.

—¡Facultad de Ciencias! Te regalamos una planta exótica al final del mes.

Reí ante ese comentario y giré para ver a quién estuve a punto de dejar atrás. Es un chico que tiene unos dientes blancos, su sonrisa me encantó. Bien, si, tengo algo con los dientes de las personas.

—No entiendo qué significa eso. —dije segura pero aún reprimiendo mi risa, más no mi sonrisa.

—Jajá, y yo no entiendo que te hayas detenido —. Sonó desorientado y recuperó la medida casi exagerada de las comisuras de sus labios, encantado—, pero nuestro desconcierto debe ser una clara señal de que debes darle una oportunidad a la Tierra, ya que está nos ha dado todo.

A este punto mi risa se ha fraccionado a mis labios en línea. Estoy incómoda y mis ánimos han descendido. ¿Qué rayos...?

No quiero ser mal entendida. ¡De acuerdo completamente en el cuidado y la preservación de la naturaleza! Pero resulta raro ver a alguien tan dedicado a ello. La plantita, eso motiva de verdad, me digo a mi misma dejando una brecha de mis ojos.

—Bien, primero, ¿Te aprendes eso de memoria? Y segundo, ¿Otra vez, qué significa esto?

—Estudio Ingeniería Forestal, amo las plantas.  Esto —señala su paquete de trifolios— tiene toda la información que necesitas saber de mi carrera, ¡Puedes pasarte cuando quieras!

—Uff, deben tener pocos alumnos —. Reí ante la observación de mi comentario, aunque el arrepentimiento surgió al instante. Debería sentir pena de verdad. Lo se. Si no haces, deja que los otros hagan.

—Algo así —menciona pensativo—, pero debes estar de acuerdo en que nunca es suficiente si se trata de los derechos de lo que nos da vida en sí.

—Wow, me parece genial que hayan más como tú, pero creo que no es lo mío —. Le entregué los dos papeles que me dio sin darme cuenta. Aunque la plantita me miraba con unos ojos grandes y adorables. Mantuve un poco de retención, pero finalmente se los ofreció de vuelta.

No los toma, en su lugar los impulsa más hacía mí. Lo observé expectante, tiene una cabellera castaña oscura, es bastante alto y viste completamente de verde. Verde atuendo, verde zapatos, verde todo. Uno simplemente no puede dejar de admirar que todo sea aparentemente del mismo tono. Yo no logro hacer eso cuando utilizo el color negro.

—¿Al menos espero verte en una optativa, electiva o campañas de concientización?

—Seguro —digo más animada que en mis adentros, la verdad no llama mucho mi atención aquella idea.

Él me dedica una sonrisa y no deja pasar por alto a otros chicos que se acercan. Sigo mi camino hacia ningún lado cuando lo escuchó declamar aquella misma frase.

«¡La Tierra, oh la Tierra!». Me hace reír mi conciente y lo muestro con una sonrisa y negación al mundo exterior.

Mi celular vibró y me dí cuenta que lo he tenido todo el tiempo en la mano, miré a la pantalla, es un mensaje de la telefonía.

—¡Oye!

Siento el viento golpearme con fuerza, procedente de la izquierda, entre tanto metí el celular en mi bolsillo, un chico va en una patineta y a perdido el control, le sigo el rastro hasta que se estrella con una chica.

—¡Lo siento! —grita él de mal humor, todos rien y se alejan.

«Se una buena persona», me aconseja la conciencia, y le tomó la palabra.

—Gracias —me dice, su voz es suave.

—Esta bien.

Le entregué los libros, todos parecen nuevos, ella los tomó y parecía confundida.

—Oye, ¡Qué pena! —exclamó llena de emoción mientras asentí sonriente, mirando ligeramente a otro lado—, ¿me acompañas a la cafetería? Ya no recuerdo hacia a donde queda, y mi pasillo es el que está tras ella.

—Esta bien, creo que más o menos sé —le digo asintiendo sin mucha seguridad y vamos juntas.

—¿Cómo te llamas? —cuestioné, lo cual es raro, ya que soy yo quien me quedo callada al conocer a alguien. Parece que he encontrado a una persona más tímida que yo. Es raro, pero de alguna forma refuerza mis sueños de convertirme en un ser social.

—Breanna Tomson —se presenta, más como una contestación a un examen oral de matemáticas, debe ser una amante de los exámenes, carga una sonrisa, su vista está en el suelo y me logra poner incómoda de alguna forma.

Creo que siento que fui ella en años anteriores. La chica medio torpe, tímida que le tienen que sacar las palabras a la fuerza.

“Tu pagas para no hablar, Freaghan”, recordé esa frase, dichas por algunos de mis familiares y siendo reiterados por amigos del colegio.

—Yo me llamo Freaghan —dije y me arrepentí de inmediato.

Joder, yo a veces me quedaba tiesa y en silencio porque no quería tener contacto con el mundo exterior. ¿Qué si esa era su intención también? Y yo aquí, fastidiandola.

—Estoy, ca-si segura de que es allá —señalé el final del pasillo que hemos tomado, hay un edificio gigante de ventanales cuyas dimensiones son también exrobitantes—, lo que significa que tú pasillo debe ser el que sigue al fondo.

—Asi debe ser.

Asiento sonríente para mis adentros. Esperaba algo más, pero supongo que está bien.
La veo alejarse con un caminar lento y cabizbajo. Ladeé el rostro pensando que es realmente adorable. Se ha detenido y ha girado en mi dirección, muy para mí sorpresa.

—¡Muchas gracias, Freaghan!

Ha volteado en un mal momento, cuando decide volver al camino ya ha colisionado con un par de chicos que acababan de cruzar un pasillo.

Los dos son altos. Visten de negro y son bastante atractivos. No puedo negarlo de ninguna forma, ni omitirlo de mi descripción.

Breanna ha caído al piso y también uno de ellos, el que se quedó parado soltó una carcajada al otro, no lo pude escuchar por los diversos ruidos del campus pero me hizo sonreir, levantó al chico y este, hizo lo mismo con Breanna al estar de pie.

Solo el de cabello negro la ayuda con sus libros, el otro, de melena más clara empieza a alejarse y rápidamente el de pelo negro azabache le sigue. Parece que llevan prisa.

Algo está mal, pienso de inmediato, Breanna se ha quedado parada y casi congelada. Los dos chicos dejan una fragancia realmente satisfactoria por el aire cuando pasan a mi lado, sonrío cuando ya no me ven y me aproximó al lado de Breanna, buscando señales de vida.

Encontrándome solo con una cara de viva felicidad. Me mira con expresión de nada más que alegría.

—Son los Dardsen —me dice, sus ojos redondeantes se esconden casi completamente en sus párpados cuando sonríe y los ve alejarse. Se tapa los labios con los libros aún contra su cuerpo y mira hacia abajo.

—Wow —es lo único que puedo decir—, te veo luego Breanna.

Me alejé y puedo jurar que la chica sigue plantada en medio del ancho pasillo, suspirando por esos chicos.

Yo nunca voy a actuar de esa forma tan patética por nadie. Cómo que me llamo Freaghan Brezzo.

.
..................................................

Ahora vayamos inventando como le vamos a poner a la Freaghan :V
Jaja, okno.
*Acá es donde se dan cuenta que inspire el humor de Freaghan en mi penosa existencia #sasd*

Lo siento, no hay mucha acción acá, pero «creo» que el próximo capítulo si va a tener más interacción entre mis protagonistas
por Gisselle.
el Dom 03 Jun 2018, 7:28 pm
 
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