Our twenties

Me quedo en blanco una vez que tengo la pantalla de la laptop de Flora delante de mí. No sé qué escribir y tengo menos de dos días para entregar el ensayo que han pedido en la clase de literatura. Tema libre, escribe lo que quieras, lo que te toque el corazón. Pero nada me motiva lo suficiente como para querer escribir sobre ello. ¿Qué me toca el corazón? Que se yo.

Beltrán Mustang.

Me estremezco al escuchar su nombre en mi cabeza y la sacudo, intentando despejarlo al igual que el sentimiento cruel y triste que me inunda cada vez que viene a mi mente.

Comienzo a centrarme en el ensayo para despejar recuerdo. Podría escribir sobre lo hermoso que se ve Galena Town en el amanecer, cuando los rayos entre rojizos y anaranjados se extienden sobre el mágico pueblo que me alberga desde hace seis meses. Tal vez sobre la residencia en la que convivo con chicas que ni siquiera conozco bien, que solo compartimos la sala para mirar pelis, alguna que otra conversación en la noche luego de que llegan de sus actividades o de nuestra extraña casera que no está nunca, pero siempre parece tener un radar sobre cuando sucede alguna que otra travesura. Quizás sobre los libros que he leído entre tanto aburrimiento de no hacer nada, o de los sábados a la tarde en el mercado. O puede que esta vez abarque sobre mi familia y mis antecedentes. No me importa que sea algo demasiado personal, si le toca el corazón a la profesora y al equipo educativo y logra hacer que me dé el diploma de por fin egresada de la preparatoria, pues bienvenido sea.

Pero el word se queda en blanco y allí lo dejo, decidida a perder más mi tiempo en apreciar el amanecer que veo todos los días. De alguna manera, verlo me consuela y siento cierto abrazo de su parte cuando la calidez llega hasta a mí. A veces duermo hasta muy tarde y no puedo estar presente cada mañana. A veces el medicamento puede contra el insomnio y me ayuda a dormir las ocho horas seguidas —y hasta un poco más. Solo que en ocasiones como estas, cuando mi mente pelea contra los narcóticos es que me encuentro aquí, a la espera de un nuevo día en la terraza, escuchando música o haciendo mis tareas semanales.

Pasa algún tiempo en que me entretengo con los mangas que Roy me ha prestado en que mi estomago vuelve a protestar por cuarta vez, pero que he ignorado. Me da pereza tener que bajar y socializar con mis compañeras, todavía me siento incomoda el convivir con personas que apenas conozco. Ninguna es desagradable y todas parecen sentirse así de alguna manera, por lo que la convivencia es más amena. Espero un poco más en que sé que la residencia se quedara vacía y decido bajar. No hay nadie, o al menos nadie en la cocina.

Preparo un desayuno sin muchas ganas y me siento sola a comerlo lentamente mientras espero que mi estomago este un poco lleno antes de tomar la primera pastilla del día. La paso con jugo antes de terminar mis tostadas y mi café. La puerta de mi habitación se abre y sale Taianna de allí, lleva el cabello todo despeinado y con el pijama desarreglado, apenas puede abrir los ojos y me nota, asintiendo con la cabeza en forma de saludo.

—Ha quedado café en la cafetera —le informo correspondiendo al gesto.

—Gracias—murmura restregándose los ojos con la mano. —¿Has podido dormir?

Me encojo de hombros, aunque ella ya sabe cuál es mi respuesta. Duermo demasiado o no duermo mucho; incluso a la hora de dormir soy extremista. Hoy han sido apenas cuatro horas que pude descansar. Las pesadillas me despertaron sudada y con el corazón latiendo tan fuerte que creí que se me saldría del pecho. Nunca recuerdo bien que sucede, solo que cuando despierto me gustaría tirarme de la ventana.

Taianna se sienta con su café a mi lado y comienza a conversar sobre algo que no logro entender del todo, pues me cuesta prestarle atención cuando lo único que puedo pensar es en el bendito ensayo. Desde que llegue a Galena Town he empezado a asistir a un instituto dos veces por semana: jueves y viernes. Es un programa educativo para ayudar a adultos a terminar con sus estudios secundarios. Me quedarían seis meses más para terminar el año, pero decidí anotarme en el curso intensivo del verano para poder terminar de una buena vez. No me molesta el hecho de que el instituto quede al otro lado del pueblo ni tampoco la cantidad de tarea que nos dejan por semana, pero si el que me este costando tanto entender algunos temas cuando antes se me era más sencillo aprender. Supongo que tanta droga pasó factura a mi cerebro y solo me queda generar nuevas neuronas para reemplazar todas las que he perdido estos años.

—Así que golpee a Cara.

Levanto la mirada rápidamente hacia Taianna con los ojos abiertos a la par, preguntándole si realmente es lo que he escuchado. Taianna hace una sonrisa burlona antes de estirar su mano y quitarme la última tostada.

—Eso te pasa por no escucharme.

Le hago un gesto parecido a una sonrisa al darme cuenta que he caído en su broma y proseguimos a conversar sobre el sábado en la tarde para el mercado. Taianna vende esculturas y artesanías, las ventas no son muchas y casi me da pena que tenga que darme un porcentaje de las ventas del día. Sé que lo hace para echarme una mano después de que le dije que prácticamente no tengo dinero y todavía estoy terminando la preparatoria. Parte de mi esta agradecida por esa mano, otra solo esta avergonzada porque es más joven que yo y al menos se esfuerza por buscar su propio ingreso.

Mi ansiedad se eleva ante ese pensamiento, volviéndose mas pesada que en la mañana. Mucho mas que los días anteriores. Sigo escuchando a Taianna y comienzo a sentirme asfixiada al oírla hablar sin poder concentrarme en lo que dice, por lo que termino la conversación de manera brusca, interrumpiéndola sin más. Dejo los trastes sobre la mesada, luego los lavo. Mi compañera se me queda observando fijamente haciéndose hacia atrás ante mi repentina acción, pero termina por asentir. No sé si han sido los meses de convivencia o porque compartimos habitación que nos esforzamos en llevarnos bien, pero Taianna no dice nada cuando soy demasiado brusca. Parece comprender cuando no estoy bien, y hace tiempo no lo he estado. Son mis semanas oscuras.

Me encierro en el cuarto y me tapo hasta la cabeza, refugiándome de la realidad. La ansiedad no se va, y aunque no es demasiada para que sufra una crisis, es suficiente para que me tenga gran parte de la mañana atrapada entre las sabanas y con los auriculares a todo volumen.

Siempre que recuerdo que sobrevivo gracias a las demás personas me vuelvo así: temerosa, insegura y sin poder respirar bien. El problema es mío, eso lo tengo claro. Lo que sucede es que no tengo la fuerza ni la valentía de seguir adelante y sostenerme por mis propios medios.

Soy muy patética. Prácticamente un parásito.

Es alrededor del mediodía que finalmente salgo, una vez que suena mi alarma y me avisa que debo comer algo para tomar otra pastilla. Tengo el estomago cerrado, pero aun así me preparo un sándwich con un té. Noto la vajilla limpia y suspiro con pesadez. Taianna lo ha lavado por mí y solo hace que me sienta más en falta con ella.

El timbre suena al momento en que termino el sándwich, así que con la comida aun masticándola abro la puerta. Petra se encuentra del otro lado en mitad de una conversación, y por su sueño fruncido, me imagino quien será.

—No me importa lo que hagas, Roy, así que no te metas en mis asuntos—cuelga bruscamente mientras se hace paso a la casa. Cierro la puerta una vez que se adentra.—Tu hermano es un estúpido.

—Lo sé.

Subimos a la terraza y nos tiramos en los sillones con más café y tabaco.

—Yo le quiero. Lo hago enserio, pero odio que todo tenga que ser a su modo —arruga la nariz como si recordara el evento.

—Todavía no termino de entender el asunto.

Petra me fulmina con la mirada y termino por encogerme de hombros. No es mi culpa que se salte toda la explicación.

—Ha estado en contra con que haga una alianza con Morgan, el chico que te dije que conocí en la fiesta de Lola.

Asiento, pese a que no lo recuerdo. Petra pone los ojos en blanco, exasperada.

—Ese que te dije que quería invertir en mi negocio. ¿Te acuerdas? En fin, se lo conté a Roy y dijo que no le agradaba Morgan, que ya lo conoce desde antes y no quiere que lo haga. Pero yo quiero hacerlo, estoy interesada en el negocio y puede ayudarme a extenderlo.

—¿Y ya se lo dijiste?

—¡Si, y por ese motivo estamos peleando!—su celular suena nuevamente y Petra suelta un grito ahogado antes de levantarse y contestar—¡Que no quiero hablar contigo, Roy Inoue!

Me hace un poco de gracia ver como el rostro enojado de Petra comienza a cambiar lentamente a uno más comprensivo a medida que pasa la conversación. Conocí a Petra la primera vez que fui a rehabilitación, y aunque al principio no nos llevábamos nada bien, terminamos por hacernos grandes amigas. Una vez que salí seguimos frecuentando, y fue una tarde en que me llevo a casa en que conoció a Roy. Fue amor a primera vista por parte de ambos, y no falto demasiado tiempo para que comenzaran a salir. Han tenido sus bajas y altas, sobre todo porque su relación continuo en la distancia y fue duro para ambos. Pero más que peleas absurdas y desacuerdos no tienen.

Petra es dueña de una tienda de ropa en la cual también exhibe su propia marca de ropa. Gano la lotería hace unos años y se dedico a perseguir sus sueños después de superar su adicción a los narcóticos y su depresión. Cuando la observo sé que se puede salir de la mierda si es que tienes fuerza de voluntad y me hace admirarla más de lo que hago.

Vuelve ya más calmada con una sonrisita tonta en el rostro. Cruzamos miradas en que la mía es burlona y la suya divertida.

—¿Has obtenido lo que querías?

—Lo hemos negociado. Vendrá conmigo en la cena con Morgan.

Pongo los ojos en blanco porque odio que Roy sea tan metiche. No es que sea controlador ni tampoco quiera reinar sobre sus decisiones como piensa Petra, es solo que Roy es así: cuida demasiado de las personas que quiere y hasta se mete en problema por ellos. Si ese tal Morgan no le gusta es por algo, pero abstengo a darle la razón a mi hermano para no lidiar con Petra y sus chillidos.

La castaña se sienta a mi lado y deja caer su cabeza sobre mi hombro, termina por acomodarse y a abrazarme, suspirando pesadamente. Petra no es cariñosa con nadie, más bien es como un gato arisco, pero es muy dulce con las personas cercanas a ellas. Una soy yo, y lo cierto es que es que no me molesta sus demostraciones de afecto. Todavía puedo recordar la noche en que me encontró después de ingerir tres frascos con la esperanza de no despertar. Su desesperación al igual que su llanto es de lo poco que recuerdo de mis pesadillas. Si no fuera por Petra, hoy en día no tendría esta oportunidad. Mi última oportunidad.

—No quiero volver al trabajo —dice suspirando nuevamente, esta vez mas adormilada—Necesito vacaciones urgentes.

—Dile a Roy que te lleve.

Hace una mueca de inconformidad.

—Prefiero que vengas conmigo. Yo te pago.

—No.

—¿Por qué no?

—No tengo dinero.

—Que yo te pago.

Me asfixio de fastidio y ansiedad al mismo tiempo. ¿Es que acaso ella trabaja para darme lujos a mi o qué?

—Te mereces disfrutar.

—No disfrutare sin ti. Anda, yo lo arreglo.

—Ya te dije que no, ¿que soy tu obra de caridad?—replico bruscamente, más de lo que me gustaría.

Petra se separa de mí con el ceño fruncido y sé que le ha molestado que le hable así. Me muerdo la lengua porque siempre se me eleva el tono más de lo que pretendo. Me sale así y es algo con lo que debo seguir trabajando.

—No tengo dinero, así que dile a Roy que te lleve a un lugar lindo —suelto más suave.

Las facciones de Petra se relajan, menea con la cabeza y termina por sonreír.

—Te prefiero a ti para burlarme de los neuróticos.

—Pensé que pertenecías a ese sector.

—Con el estrés que cargo te juro que estoy a un paso de volverme una sociópata.

Le hago una media sonrisa y voy por más café, aprovecho para darme unos minutos a solas y respirar para mi y mi ansiedad. Inhalo y exhalo lentamente hasta que el peso se va aligerando poco a poco. No logro que desaparezca del todo, pero esta bien; de todas formas, nunca lo hace.

El tiempo pasa con Petra hablando hasta por los codos de los clientes y de su hermana que se la pasa coqueteando con chicos, tanto que apenas atiende a los clientes. Ahora se está tardando mas en ir a trabajar para darle una lección a Pía, a ver si así se pone en sus zapatos por un momento. Por mi está bien, no veo demasiado a Petra porque se la pasa en el trabajo y después de la jornada laboral siempre se encuentra con Roy. Escucho más de lo que hablo, sin embargo el sentimiento de estar cómoda con alguien es de cierto modo reconfortante.

—¿Tu qué tal has estado?—pregunta finalmente, y es lo que menos me gusta contestar.

—Regular —me encojo de hombros.

—Sigues con los estudios, ¿cierto?

—Aja.

—Roy dijo que tomaras el curso de verano para adelantarte. ¿Significa que al final del verano te habrás graduado?

Asiento sin más. Crece mi angustia al verla sonreír contenta, como si estuviese orgullosa de mí. Tengo 25 años y estoy terminando la preparatoria, no tengo trabajo y vivo de su novio. ¿Qué le hace feliz?

—¡Eso es genial! Saldremos a festejar, la noche sera nuestra.

Le miro incrédula.

—Roy no me deja salir de noche. ¿Te acuerdas que no tengo poder sobre mi persona?

A Petra no le gusta una mierda que Roy tenga mi tutela y a mí tampoco, pero ambas sabemos que es necesaria. Que Roy tenga completo control sobre mi vida me hace sentir peor de lo que me siento todos los días. No solo porque no puedo decidir sobre mí misma, sino que tuve que arrastrar a mi hermano en esta mierda porque nadie más quería hacerlo.

—Está bien. Podemos escaparnos y...

—No—le interrumpo brusca, fulminándola con la mirada—No puedo hacer eso. No puedo desobedecerlo. Si lo hago una vez, querré hacerlo siempre y... bueno, ya sabes que pasa.

Petra suspira, frustrada. Cree que si ella misma logro salir del pozo depresivo y de sus adicciones yo también lo haré. Me parece bastante egocéntrico que piense de esa manera y peleamos montones de veces por ese tema. No todos vamos al mismo ritmo ni tenemos las mismas oportunidades para hacerlo. Sé que no lo hace con mala intención, quiere verme bien y que podamos dejar estos tiempos atrás. A mí también me gustaría hacerlo, no por ello es más fácil.

¿Por qué siempre siento que las personas que amo nunca logran entenderme, comprenderme? Sería mucho más fácil sino esperaran nada de mí. ¿No puede existir una persona que lo haga?

Mi pecho comienza a latir dolorosamente al recordar la ultima vez que lo vi, y no evito preguntarle por puro impulso.

—¿Has sabido algo de Beltrán?.

Intento parecer lo menos interesada posible. Petra me da una mirada significativa y seria.

—Pensé que lo habías olvidado.—se ataja, removiéndose en su lugar.

—Solo quiero saber si esta bien.

Mi amiga se tarda un momento en contestarme, mas ocupada en analizar mi reacción. Me tiembla el pecho de inquietud, ansiosa por escuchar noticias sobre él.

—Te lo ha dicho Roy: se marchó a Italia hace tiempo—aprieta los labios antes de continuar—Han cortado lazos y creo que es lo mejor.

Termino por asentir, aunque no estoy de todo de acuerdo. No debería herirme por el hecho de que mi ex novio me ha dejado atrás, no después de todo el daño que le hice.

Pero lo extraño tanto, tanto. Y lo necesito muchísimo.


Entrego el ensayo el jueves y la pila de trabajos que tuve para esa semana. El viernes pasa sin demasiadas novedades entre la psiquiatra y el instituto, explicando los nuevos temas y las consignas de las tareas. El sábado me preparo para la tarde en el mercado con Taianna y vendemos un poco más de lo común, así que compramos un kilo de helado para cada una y nos comemos el que le compramos a Flora, aunque la pobre nunca llego a recibirlo ni a enterarse que existía uno para ella. El domingo no hago nada, salvo mirar una película con Taianna, acurrucadas en nuestras respectivas camas mientras Flora se coloca los auriculares y se centra en seguir escribiendo su tesis, ignorándonos por completo. Los domingo no nos juzga, sabe que es el día no oficial del ocio.

Los días malos pronto comienzan a terminar y da paso a los días buenos. Días en que puedo dormir bien, me vuelvo más optimista y el buen humor se asienta cada vez que abro mis ojos, incluso me atrevo a hacer café para todas las residentes y a hablar un poco con ellas. No demasiado porque todavía soy un poco tímida y reservada para abrirme con otras personas, por lo que me escabullo a mi cuarto al cabo de un rato.

No es por el medio día en que mi buen humor se estanca y un sabor amargo me recorre la garganta. Charles me ha llamado para concretar la cita semanal y ya me he saltado la de la semana pasada. Roy no me dice nada, pero sé que toma en cuenta todo lo que haga libremente, así que me baño y salgo de la residencia con el cuerpo ya cansado.

Galena Town es un pueblo hermoso en que las calles de piedra, el cielo despejado y el aroma a agua dulce están constantemente en el aire. A medida que voy caminando por las calles siento la necesidad de tener que hacer esto todos los días. He vivido aquí seis meses, sin embargo no me he tomado el tiempo de recorrerlo entero, estuve demasiado entretenida con mi mierda que me abstuve de observarlo desde la terraza.

Llego a una cafetería unos 20 minutos antes que Charles, por lo que me quedo afuera fumando un cigarrillo antes de entrar y pedir un americano doble para él y un capuchino para mí. Sí, yo me la paso tomando café. De alguna manera tengo que suplantar los viejos vicios.

Charles nunca llega temprano a ningún lado, así que termino por acabarme su americano y pedir otro. Apenas llega, la camarera deja sobre su mesa el café delante de él.

—Gracias —sonríe al ver el americano doble con mucha espuma—Siempre recuerdas mis gustos.

—Son los mismos que los míos, no tengo que esforzarme demasiado —suelto reacia.

Mi padre hace una sonrisa a medias aun sin estar del todo convencido si eso fue un halago o no. Pues no lo es. La siguiente media hora habla de su trabajo, de su esposa Lara y su hija Luna. Que se ira de viaje hacia Alaska con su familia para aprovechar de lleno las vacaciones, sobre lo caro que esta la gasolina y que quiere dar más clases en el nuevo semestre en la universidad. Papá está enamorado de la literatura y de la enseñanza, por lo que pasa su tiempo siempre en la universidad o en su biblioteca. Su amor hacia los libros me lo ha heredado, pero hace tiempo no leo uno por gusto, demasiado agotada y desinteresada para querer hacerlo. Me dijeron que la depresión mataría todo lo que alguna vez ame hacer, y considerando que no hago mucho en estos años, voy a darles la razón.

Una vez que ha hablado, finalmente me observa como si percibiera que allí estoy realmente. Me pregunto porque las personas siempre terminan por preguntarte esto después de contarte toda su mierda. ¿Es que acaso es un mea culpa que luego se interesan tanto por mi? ¿Soy yo la egocéntrica que quiero que pregunten primero por mi o es él quien no se ha detenido un momento en preguntarme como estoy al verme, aunque sea por cordialidad? ¿Quién está mal? ¿Quien se equivoca? ¿O ninguno de los dos lo hacemos?

—¿Cómo has estado, Reaven?

No he estado bien. En realidad, hace tiempo no lo estoy. Que hoy me sienta bien no significa que los días pasados no fueron una mierda, pero me ahorro saliva.

—Bien, lo de siempre.

Charles asiente levemente y hace una pequeña sonrisa. No es que Charles sea un mal tipo, solo no es un buen padre, y ese rol no lo define como persona. Está un poco chapado a la antigua, pero quiero atribuirle a que es de otra época y que los problemas mentales no eran tan comunes. Papá no cree en la depresión, o no lo creía hasta que se lo confirmaron en el centro de rehabilitación. Intento no resentirlo, después de todo, hace más de diez años que no lo veía.

—Tu psicóloga quiere una reunión con Roy y conmigo. Dijo que debería preguntarte antes de concretar el encuentro.

—¿Te ha llamado?

—No.

—Ahí tienes mi respuesta, entonces.

No le agrada para nada cuando soy borde con él. Le aclare a Zenda que hable con Roy lo que quiera, que no necesita pedirme permiso para comentarle como va mi tratamiento. Pero Charles... él es otra historia. De por si Zenda puede hablar con mi tutor sin informarme, pero es un gesto cordial de su parte al preguntar.

—¿Has pensado en buscar trabajo?

La angustia, siempre activa en mayor o menor medida, va llenado poco a poco el vaso.

—No.

—Deberías buscar uno. Te hará bien salir de casa y tener una rutina.

—Lo sé.

—¿Y la universidad? ¿Te gustaría estudiar una carrera?

Aprieto los dientes e inspiro lentamente por la nariz, tratando de apaciguar mi sentir.

—No tengo nada en mente.

—Ya estas terminando la preparatoria. Una vez que la termines te será más sencillo encontrar trabajo decente.

—Si tú lo dices...

—Claro que será así —hace una sonrisa comprensiva e intenta atrapar mi mano con la suya. Le rehuyó al instante y centro mi mirada en el café.—Puede que incluso hable con uno de mis amigos para saber si tiene un puesto bacante en su negocio del centro comercial.

—No soy buena lidiando con personas —le recuerdo. Ni siquiera cuando trabaje para Petra pude ser simpática. Es más, termine por mandar al diablo a dos clientes y Petra me despidió por cabrona. Tratar con gente es lo que menos quiero y mucho menos en cantidad.

—Pero puedes mejorar. Aprender a vivir en sociedad y...

—Olvide que vivo en una cueva, perdona.

Le desagrada mi sarcasmo y a mí me vale. Escucho a Charles reteniendo un suspiro. Se acrecienta la angustia en mi pecho, ¿que no puede ver lo incomoda que me siento el verlo? No se parece en nada al hombre que me escribía cartas todas las semanas, me siento tonta y engañada por crear una imagen de él que no existe.

—No sé qué te haya sucedido, Reev, pero no puedes vivir en el pasado. Tienes que seguir adelante.

Me molesta su falsa sabiduría cuando gran parte de mis problemas provienen de él. Me abandonó, me dejo sola. Me hizo miles de promesas que no cumplió y que me costó años entender que no las cumpliría.

No es tonto, reacciona que ha elegido mal sus palabras porque no dejo de fulminarlo con la mirada, hastiada de tener que escuchar a los demás cuando han tenido errores peores que los míos.

—¿Estás bien en la residencia?

Ni siquiera le respondo, estoy demasiado enfuscada en su mierda consejera que en contestarle. Puede que tenga razón, y que va, la tiene, pero me toca los ovarios que se crea con el derecho a juzgarme.

—Si no quieres ayudarme solo dilo —azoto las palabras una vez que las suelto.

Charles se sorprende ante mi acidez y menea con la cabeza, desconcertado.

—Nunca he dicho eso. Solo dije que...—

—No intentes verte como si realmente me entendieras —me trago las ganas de llorar, demasiado dura para querer dejarle ver lo vulnerable que soy en estos momentos—Si es culpa lo que mueve tu caridad hacia a mi...

—¿Culpa?—Charles deja su taza de café sonoramente sobre la mesa de madera. Su mirada arrepentida y lastimada me hace removerme en mi lugar, incomoda, pero no me doy a torcer—No es caridad ni es culpa. Solo me estoy haciendo responsable de ti, Reaven. Eres mi hija.

Le hago una sonrisa torcida y con desagrado.

—Una hija con la que te mantuviste en contacto por cartas porque no querías que jodiera a tu nueva familia.

Mi padre no responde, demasiado herido con la verdad para hacerlo. Yo ya tuve suficiente de su mierda, así que lanzo unos billetes sobre la mesa y me paro de inmediato. Intenta detenerme atravesándose en mi camino, y solo basta miradas fulminantes para que baje los hombros rendidos.

—Seguiré pagando tu residencia.

—Tú mismo lo has dicho: no vivas en el pasado. Aplícalo.

Salgo de la cafetería lo más rápido que puedo, ignorando su llamado a mis espaldas. La angustia crece a cada paso y termino por lastimarme el labio en busca de fuerzas para no echarme a llorar. Una vez que estoy lo suficientemente lejos y con la respiración agitada por el esfuerzo, llego hasta el puerto donde me dejo caer en la arena.

Con mi mirada fija sobre las olas, intento reprimir mis sentimientos a la vez que mi mente vuela hacia otro tiempo. Charles no es mi padre biológico, es el padre que me crió. No puedo decir que todo fue maravilloao mientras vivíamos juntos, las peleas de Charles y Ruth eran noches de gritos que desembocaban en golpes por parte de ambos. A nadie le hace gracia recordar esos años. Recordar eventos traumáticos como esos nunca son bienvenidos para conversar, por lo que por mucho tiempo naturalice y calle la relación toxica entre mis padres.

Una vez que se divorciaron, la paz reino en la casa. Nadie quería saber nada de Charles por el abuso físico y mental hacia mama, y tal vez debí haber cortado toda relación con él como lo hicieron mis hermanos, pero yo no podía hacerlo tan sencillo. Charles había sido el único que reparaba en mi más tiempo de lo debido y hacia cosas de padres normales, como llevarme al preescolar sobre sus hombros, cazar mariposas con una red para después liberarlas y escuchar mi opinión sobre porque tenía una relación amor-odio con las películas de Disney. Era mi mundo entero, y cuando se fue, este mundo se quedo gris y solitario.

Nunca podre perdonar que se haya marchado y desaparecido sin haber cumplido su promesa de visitarme cada domingo. Lo espere mucho tiempo, y aunque ya era adolescente y tenía en claro que él nunca regresaría por mí, mantuve esa esperanza por años.

—Te has quedado sin familia —pienso en voz alta, echando mi espalda hacia atrás. Levanto la cabeza hacia el cielo despejado y largo un sonoro suspiro.—¿Y ahora como vivirás, Reaven?

Supongo que es común que después de tantos intentos de ayudarte la gente se rinda contigo. Y los entiendo, yo habría hecho lo mismo mucho antes que ellos. Mama, Rachel y Reagan se han dado por vencidas conmigo. Charles y Roy son lo único que me quedan, o al menos solo mi hermano mayor. Tampoco es que lo veo demasiado con eso de su importante trabajo y un gran futuro del cual presume. Busco no sentirme herida por su falta de atención porque entiendo que estoy pidiendo más de la cuenta. Roy se enfoca en un futuro, lo construye a base de esfuerzo y dedicación todos los días. Yo deje pasar los años entre el alcohol y las drogas porque me sentía más cómoda entre la miseria y el pasado.

Cierta parte de mi se siente aliviada de no tener que cargar mas con Charles y sus miradas cargadas de culpa. No sé que le ha dicho el equipo terapéutico después de que salí de rehabilitación, pero me gustaría creer que todo lo que he contado en mis sesiones es completamente confidencial. Mis demonios son solo míos. Suficiente es hacerlos cargar a las personas que amo con mi existencia.

El celular suena y se prende la pantalla con el nombre de Roy en ella. Supongo que el viejo le fue con el chisme y debería contestar. Después de todo, Roy es mi tutor legal y puede hacer conmigo lo que se le antoje, así tal cual. No tener derecho sobre tu propia persona me hace comprender porque el movimiento de Free Britney existe y estoy que me meto en las manifestaciones a ver si ayudarla a liberarla a ella también me ayuda a mí.

No contesto. Roy es un grano en el culo, pero aun así es la persona que más amo en la vida. Que fastidio no poder mandarlo a comer mierda como a todo el mundo. Una vez que suena por tercera vez decido responder, esta vez hace video llamada. Seguro que quiere verificar que no esté encerrada en un bar o por tirarme de un puente.

—¿Dónde estás?—es lo primero que me pregunta cuando me ve. Corro la cámara, mostrándole el lago. Le escucho suspirar, pero la preocupación no acaba ahí—¿Peleaste con Charles otra vez? Reaven, ya hemos hablado de esto.

Roy odia a Charles y solo unió alianzas cuando este se ofreció a ayudarlo con mi recuperación después de que todo el mundo dio un paso hacia atrás. Las asperezas se han limado un poco entre ellos, lo suficiente para que Charles le avisara cada movimiento brusco de mi parte.

—Me ha hecho enfadar. Además, no le dije nada que no fuera cierto.

—Estamos de acuerdo con que tu sinceridad no es la misma que el resto, ¿verdad?

Me encojo de hombros, desinteresada. Si les arde, mejor.

—Dijo que no quieres que te pague más el alquiler. ¿Ahora qué harás?

—Buscare un trabajo, supongo.

Roy no se ve tan seguro de ello.

—¿En dónde? Recuerda, nada de cafeterías o almacenes. Nada que este cerca del...

—Del alcohol, entiendo —asiento repetidas veces y saco un cigarrillo de la caja de mi bolsillo. Lo prendo unos segundos después antes de contestarle—Deja de ser tan paranoico.

—No me culpes. Ya es parte de mi personalidad.

Sí, eso es verdad. Roy paranoiquea con todo, así que ya es costumbre verle exagerar por lo más mínimo. Pero no quiero preocuparle, no más de lo que ya hago. Me las arreglo para hacer una sonrisa a medias.

—Estaré bien. No es demasiado y también me hará bien hacer algo de mi vida, además de aprobar el instituto.

—¡Te graduaras pronto!—exclama con los ojos brillándole de orgullo.

Parece más entusiasmado que yo que por fin termine la preparatoria, aun si es por dos clases a la semana y con un promedio demasiado bajo. Siempre ha querido que me gradué, que estudie algo en la universidad y tenga un trabajo decente. Que sea como las demás personas o jóvenes adultos de mi edad. Sin embargo, estoy lejos de ser lo que él planea que sea. Pensamientos como "no voy a vivir suficiente de todos modos" me desaniman bastante, así que a veces entrego las tareas atrasadas y si sigo faltando van a darme una patada en el trasero. Roy esto lo sabe, por lo que se arma de paciencia para echarme porras. Solo falta terminar este curso del verano y listo, le he cumplido uno de sus sueños.

—Festejemos con helado—digo algo desanimada. En otra época mi festejo habría sido litros de champagne, mucho porro y cocaína.

Sacudo la cabeza para despejar los pensamientos antes que la tentación comience a ganarme.

—Helado y pizzas. ¿Quieres que llame a Reagan? Está de vacaciones.

—No, no quiero —digo cortante y me tenso. Odio ver a Reagan.

Roy se queda callado un momento antes de asentir, comprensivo.

—Bien, seremos tu y yo, hermanita.

—Como siempre.

Eso ultimo le arrebata una sonrisa cariñosa y termina por despedirse derrochando azúcar, diciendo lo mucho que me ama y lo orgulloso que esta de mi. Me da un poco de vergüenza escucharlo expresarse tan cursi, por lo que termino la llamada y sigo fumando mi cigarrillo hasta que voy por el segundo. El atardecer comienza a caer sobre el río frente a mí, dándome una sensación de familiaridad y paz. Esta playa me trae recuerdos de mi adolescencia, pero recuerdos felices. Y allí es donde busco volver, al tiempo en que era feliz.


La búsqueda de trabajo comienza casi una semana después, y solo me salí de la cama cuando la señora Cara confirmo que no recibió el depósito del mes entero y que me esperaría unos días para terminar de pagarlo. Sé que dije que no quería a Charles mas cargando con mi culo, pero no tome enserio el hecho de que dejara de pagar la residencia. Tuve que pedirle dinero prestado a Petra y hacerle jurar bajo el nombre de Gong Yoo que no diría absolutamente nada a mi hermano o le arrancaría las pestañas de un tirón.  

Me he despertado todos estos días temprano para buscar un trabajo que me ayude a sobrevivir, pero con tan solo ver que no tengo la preparatoria terminada y casi nada de experiencia en el campo, simplemente me dicen que buscaran a alguien más. Al menos si hace unos años hubiese aprovechado el tiempo para trabajar en lugares que me aportaran. El único trabajo que tuve "decente" era en una tienda de tatuajes donde se lavaba dinero y transportaba la mercancía a los narcotraficantes designados. No me creo que eso sume en mi currículo, y si lo hiciera comentaría sobre la lealtad que tengo para fines no legales, pero por obvias razones decidí omitirlo.

Me desanimo al cuarto día que debo levantarme temprano, casi al mismo tiempo que Flora, quien es la primera en madrugar. Desayunamos juntas.

—Leí tu ensayo, estaba en el escritorio de la laptop —dice al mismo tiempo que unta manteca en la tostada y la deja para mi, volviendo rápidamente a untarse una para ella.—Me gusto, aunque no te tomaste el tiempo de corregir los errores gramaticales. Te restara puntos.

Flora me cae bien porque es tan antipática y poco afectuosa como yo, pero tiene detalles lindos que hace sin darse cuenta y sin esperar nada a cambio. Trae brownies que hace de mas en la pastelería, es de las primeras en tomar la iniciativa de beber café en la terraza y tiene tanta energía para un batallón que se frustra por no tener más horas en el día para todo lo que quiere hacer.

—Gracias.

—¿Cómo vas en la búsqueda de trabajo?

Me encojo de hombros.

—No te desanimes. Sigue intentando y encontraras algo, aunque sea limpiar el culo a los ancianos.

Hacemos una mueca de asco al mismo tiempo, ambas imaginándonos la escena. El único culo que limpio es el mío.

—¿Y a ti? ¿Cómo vas con el trabajo?

—A las peleas con Cara. Esa mujer es terca —pone los ojos en blanco, exasperada—Le he dicho que no debe esforzarse más de la cuenta, pero ahí está: tratando de hacer mil cosas a la vez.

—Vaya que es de no creerse—medio sonrió por lo irónico que me resulta las quejas de Flora—A que has aprendido de la mejor, eh.

La morena me fulmina con la mirada y niega rotundamente —Yo soy joven, ella esta mayorcita.

—Eso no te quita lo terca.

—Y a ti lo pesada. Ahora come que estas delgadísima, en cualquier momento haré de ti una escoba nueva para esta casa.

Le hago caso, más animada de lo que estaba cuando desperté. Nos separamos en la esquina y cada una va por su camino, ella lista para el trabajo y yo lista para encontrar el mío.

Me frustro una y otra vez por no ser lo que buscan. Dicen que no tengo mucha experiencia, que necesitan a alguien que si la tenga para poder armar un buen equipo de trabajo. Mi personalidad introvertida y brusca no ayuda demasiado ni porque Taianna me haya prestado sus mejores prendas. Si no encuentro nada, ¿qué haré? ¿Seguiré molestando a mi compañera de cuarto para que me pague los sábados en el mercado? ¿Tendré que volver a Charles y tragarme mis palabras? O peor, pedirle a Roy que pague el alquiler por completo.

Los pensamientos maliciosos surgen uno tras otro, hablando mierda hasta por los codos y mezclándose entre sí. Resuenan cada vez mas fuerte y los ánimos me rondan por el piso, tengo que sentarme en la acera porque el cuerpo me pesa más de lo que me pesaba esta mañana. No quiero llorar en mitad de la calle, hacer un gran espectáculo cuando no vale la pena. Hay miles de personas que pasan por esto y no debería ser tan egocéntrica para pensar que el mundo tenga algo en contra mío. Es solo que he dejado pasar oportunidades cuando podía tener el mundo a mis pies si luchaba por ello. Luche por otras cosas que fueron en vano, por lo que mis fuerzas quedaron en el pasado y la tristeza no me deja renovarme.

Los días buenos se están marchando al igual que mi optimismo, y creo que volveré a caer en los días malos. La depresión es un círculo vicioso en que es difícil salir sino eres fuerte. Yo nunca lo fui.

Solo un poco más.
Vive un poco mas y hazlos feliz.
Te irás pronto.
Les dolerá, pero no detendrá su vida.
La vida sigue con o sin ti.
No vales demasiado.

He escuchado esas palabras en mi cabeza por años. Me hacían llorar por horas y se instalaba un sentimiento horrible en mi pecho, la realidad golpeándome más duro que nunca. Todavía se siente así, solo que ya no me hace llorar. Ya no. Estoy demasiado resignada para hacerlo.

Me he dejado vencer tantas veces por mis demonios que simplemente espero el momento adecuado. Algún día, dejare de respirar y volveré a ver la muerte de frente, esperando a que esta vez si me reciba con los brazos abiertos. Que se lleve la melancolía, la tristeza silenciosa y la angustia. ¿Qué se siente vivir sin la ansiedad asechándote, sin que te ahogue en mitad de la noche o del día y te arruine? ¿Alguna vez he vivido sin ella? ¿La llevare conmigo a donde quiera que vaya?

Arrastro los pies a medida que avanzo hacia la playa con cada pensamiento asesinando cada fibra de voluntad en mí. ¿Debería irme ahora? Entre más rápido, mejor.

El rostro de Roy llega a mi mente y solo entonces me permito llorar en silencio, sin importarme demasiado que la gente se me quede mirando. A Roy le dolerá, si, pero Petra estará con él. Se casaran, formaran una familia juntos. No dejare ningún buen recuerdo, así que espero que no piensen demasiado en mí. Puede que sea masoquista de mi parte, pero ideas como estas me ayudan a sobrellevar la culpa que tengo a quienes amo. Tendrán a Reagan para pensar como debería verme en el futuro, una mejor versión de mí y que alcance todas las expectativas que le impongan.

El tormento en mi mente sigue y sigue, y podría durar horas de esta manera. Y cuando creo que terminare por ahogarme en el agua, levanto la mirada y todo a mí alrededor se paraliza por completo. Me quedo en shock, sin reaccionar, sin poder articular el grito que se estanca en mi garganta. Solo me queda expresarme a través de las lágrimas que surcan sobre mis mejillas a una velocidad tan rápida que termina por llevarse puesta la gota anterior.

Creo imaginarlo por un momento, que estoy perdiendo la cabeza y que solo es producto de mi imaginación o mi inconsciente para que no termine por suicidarme, Pero en el momento en que Beltrán Mustang voltea hacia a mí y nuestras miradas chocan, poco a poco, en micro segundos que pasan como una eternidad, todo empieza a mejorar.

Me quedo en blanco. No hay voces suicidas. No hay tristeza. Apenas puedo sentirme ansiosa, pero no de la misma manera que siempre. El corazón late despacio y dolorosamente, arrebatándome el oxigeno. Cada bocanada es un aire caliente que me quema, pero de alguna forma me hace sentir más viva que nunca.

No sé si es que nos encontramos en el camino o que yo he corrido rápidamente hacia él, apenas entiendo que mi cuerpo se acerco por inercia con la adrenalina en mis piernas. Solo es en el momento en que mis piernas se enrollan alrededor de sus caderas y mis brazos sobre su cuello, escondiéndome en este y con su calidez tan familiar y única envolverme, es que rompo en llanto a chillidos. Me quedo sin aire al sentirlo devolverme el abrazo con fuerza, estrechándome cada vez mas fuerte hacia él, como si quisiera borrar la distancia del tiempo en que no hemos estado juntos.

Sus sollozos solo hacen aumentar los mío y el llanto casi histérico me sale de los labios. Lo abrazo con tanta intensidad que por un momento temo lastimarlo.

—Beltrán. Beltrán. Beltrán—repito su nombre una y otra vez, deseando que esto no sea un sueño. Preferiría estar muerta si así lo fuese.

—Estoy aquí, Reev. Estoy aquí contigo—suspira con el alivio contenido. Sus manos comienzan a acariciarme con cariño.

No me despego de él, ni siquiera cuando empiezo a notar que somos el centro de atracción. Me vale mierda. Cuando Beltrán esta en el radar, ya nada es importante para mí, ni siquiera yo.

Me separo lentamente para poder observarlo bien, volver a mirar su bello rostro y fascinarme por él. Nuestras miradas vuelven a cruzarse, y otra vez el impulso habla más que nosotros mismos. Sus labios chocan bruscamente con los míos y nos envolvemos en un beso brusco y a la vez triste, otra vez con lágrimas derramadas y con un mensaje claro.

Te he extrañado tanto.


He llorado cerca de una hora y me ha costado parar. No sé si es porque he extrañado tanto tiempo a Beltrán o es el volver a tenerlo lo que me ayuda a soltar todo lo que vengo soportando hace meses, muchos meses. Beltrán es mi hogar en el que vuelvo después de un día agotador, el hombro donde lloro las veces que quiera, el oído que me escucha con atención y sin juzgarme. Beltrán son los brazos que me envuelven en la calidez del atardecer mientras nos acurrucamos en la playa sin dejar de abrazarnos por un buen rato.

Hay muchas cosas en mi vida que son diferentes con Beltrán Mustang. No soy afectuosa, soy de las que prefieren evitar el contacto físico, y con Beltrán parece necesario. Nunca me canso de sentirlos, siempre son como si fuera la primera vez y, al mismo tiempo, tan familiar. Toda calma y mis pensamientos giran a otra dirección una vez que lo tengo cerca.

Observo las olas romperse sobre la orilla y me hace sonreír, feliz y plena de escuchar el sonido, oler el agua y sentir el calor de Muss. Son mis tres cosas preferidas en la vida.

—¿Estas mejor?—aun acariciándome el cabello, es la primera vez que Beltrán habla claramente.

Levanto la mirada hacia él, todavía fascinada por los cambios de su rostro. Sigue siendo el mismo, solo que distinto. Sus facciones más maduras, su cuerpo más trabajado y su voz un poquito más grave. Pero sigue siendo él, sigue siendo mi Beltrán. Persiste esa mirada dulce y segura, su calidez abrazadora y su voz consoladora.

—Si —asiento lentamente, llevando una mano hacia su cabello. Corro un mechón que ha caído sobre su cara. Nunca lo había visto con el pelo largo, y ciertamente me encanta.—¿Y tú? ¿Estás bien?

Me estrecha con suavidad hacia él, escondiendo mi cara en su pecho. Le devuelvo abrazo con el mismo sentimiento.

—Ahora si—responde y le siento tragar saliva—Te extrañado como no tienes idea, Reev. ¿Dónde estabas?

Me pesa el pecho de la culpa y el arrepentimiento. Si habría muerto, entonces no tendría a Beltrán aquí conmigo, ni siquiera podría decirle cuanto lo he extrañado y lo mucho que me retengo a mi misma para no pensar en él. Me mantengo en sus brazos, huyendo de la posibilidad de contestarle. No duro mucho, pues Beltrán es demasiado terco para dejármelo pasar.

Me cuesta mirarle a los ojos cafés que se rebalsan de preocupación. Nunca he entendido porque me quedo como boba observándolos en el momento en que se posan en mí. Algo se debilita y otro lado crece a pasos agigantados. Siento que podría morir en sus brazos con una sonrisa. Supongo que el amor nos vuelve así a todos.

—Estuve en rehabilitación un poco más de un año—le siento tensar los músculos y me apresuro a acariciar su mejilla—Estoy bien.

Aprieta la mandíbula y retiene el aire. Beltrán siempre hace eso cuando quiere gritarme, pero nunca lo hace. Nunca me grita aunque me lo merezca y vaya que he hecho cosas para merecérmelo.

—Pero estas bien, ¿cierto? Al menos de salud física.

Me saca una pequeña sonrisa, esperando a que se despreocupe. Al mismo tiempo, me hace pensar que se ha dado cuenta que no he estado del todo bien.

—Todavía no puedo retener mucha comida, pero voy mejorando. ¿Y tú? Cuéntame de ti, quiero saber cómo has estado —susurro con anhelo. Realmente necesito saber que ha sido de él.

—Hay tiempo. Quiero saber de ti.

Cierro los ojos levemente frustrada y divertida. Somos demasiados curiosos uno del otro, siempre ha sido así. Más interesados en escucharnos que en hablar. Sera por nuestra personalidad reservada o la impaciencia de saber del otro. De las dos formas me hace latir el corazón a un ritmo único, el que solo Beltrán ha causado en mí.

Me recuesto en su pecho y lo abrazo con fuerza. Estoy completamente relajada, solo quiero sentirlo.

—Hay tiempo.

Le saco una pequeña risita, me da un sonoro beso en una de mis mejillas, haciéndome sonreír como tonta. Se recuesta a mi lado y nos quedamos así un largo tiempo, tanto que las estrellas ya están arriba de nosotros mientras el silencio habla más que mil palabras.

De la mano, recorremos la playa con los pies descalzos sobre la orilla. Beltrán me dice que tiene un negocio independiente, que ha terminado la universidad con un buen promedio y decidió volver a su pueblo natal porque siempre ha encontrado inspiración aquí, y eso es cierto. Todavía recuerdo escaparnos de madrugada en su auto para venir a la playa o hacia el mirador del pueblo.

Continua cuando le pregunto sobre su familia. Sus abuelos han fallecido, pero los ha disfrutado el tiempo que les quedaba. Vera está en la universidad a punto de graduarse, su madre es decana de la universidad de Toronto mientras que su padre fue ascendido a ministro de seguridad de Estado. Me sorprendo ante la nueva información, dándome cuenta que para mí no ha pasado el tiempo. Todavía puedo imaginarme a Vera en mi salón de clases cuando íbamos al mismo grado. A Brick saludándome en los recesos y en el pórtico de su casa. A la madre de Beltrán con una mirada fulminante sobre mí, odiando a cada centímetro de mí persona. Solía preguntarme con una voz grave y autoritaria si había cenado porque le sobraba comida y que ya era demasiado flacucha para querer perder más kilos. Y a su padre siendo paciente y paternal conmigo, dejándome ir más veces de las que merecía. No eran malos vecinos y tampoco fueron groseros conmigo, solo dejaron en claro que no les gustaba la idea de verme con Beltrán. Y está bien, no soy un buen partido y me he hecho demasiadas pendejadas.

—¿Qué hay de ti? ¿Tu familia?

Mi expresión decae cuando los pienso. Me encojo de hombros sin más, suficiente es el gesto para que Beltrán entienda que las cosas no están bien.

—Solo somos Roy y yo. Y Petra, claro.

—Así que Roy y Petra...—repite para sí mismo.

—Él ya sabía que estabas aquí, ¿cierto?

Nos sonreímos, confirmándolo. Que pasaran seis meses sin saber de Beltrán es por Roy. Él siempre pudo habernos dicho el paradero del otro, pero no lo hizo.

—No te enojes con él—le pido apretando el agarre de nuestras manos.

—No pierdo mi tiempo con idiotas.

Me hace sonreír con gracia porque no es así. Beltrán hará un lio. Quizás no ahora, pero se las va a cobrar tarde o temprano. Nunca deja títere sin cabeza.

—¿Dónde vives?—cambia el rumbo de la conversación, pasando por detrás de mí y abrazándome.

Me sale una sonrisa involuntaria, dejando mis manos sobre la suya. Continuamos caminando aun abrazados, a un paso más lento. El perfume y el calor de Beltrán se me impregnan de inmediato, por lo que no evito sentirme más emocionada.

—En una residencia de chicas. Roy y... bueno, antes Charles, pagaban por mí.

—¿Charles?—inquiere deteniéndose, nos separamos lentamente, aun permaneciendo cerca. Me doy cuenta que Beltrán también ha crecido unos centímetros, tengo que levantar el cuello para observarlo—¿Tu papa?

—Ha aparecido luego de que saliera del centro de rehabilitación. Dijo que quiere hacer algo por mí.

—¿Y tu como estas con eso?—sus manos llegan a mi cabello y mi mejilla, acariciándolas con cariño.

Sonrió ante sus caricias y su intensión de reconfortarme.

—Estoy bien. Ya estoy bien.

Beltrán no me cree y hace bien en hacerlo, pero sabe que no estoy lista para hablarlo, por lo que me da mi espacio. Vuelve a abrazarme por detrás mientras continuamos.

—¿Y tú? ¿Dónde vives?

—Con Roy—se ríe al escucharme bufar, con razón no quería que lo visitará. —No le digas nada que nos hemos visto.

—No pensaba hacerlo. No se lo digas tú.

—No pensaba hacerlo —repite con cierta gracia.

No hablamos más, demasiado enfuscados uno en el otro, dejándonos acompañar por el ruido de la playa y del pueblo. Todavía me cuesta comprender que lo tengo aquí conmigo, que esto no es un sueño donde me despierto en mitad de la noche y con una horrible sensación de vacío en el pecho. Tengo a Beltrán abrazándome por la espalda con amor. Es como si el tiempo no hubiese pasado para nosotros y volviéramos a ser esos adolescentes que se juraron amor eterno sin ninguna palabra de por medio, solo por besos y miradas.

El dulce ambiente se ve eclipsado con la llamada de Roy a mi celular. Beltrán se separa y levanta las cejas divertido por el tono de llamada que le he asignado a mi hermano, el de la película de psicosis.

Estoy por responderle cuando Beltrán me lo arrebata, cortando la llamada. Le miro extrañada.

—Toque de queda, ¿cierto? —adivina.

—Lo he roto hace bastante tiempo.

—¿A qué hora debías llegar? ¿Antes del anochecer?

Asiento sin más. Con Beltrán me ahorro montones de palabras, anticipa demasiado los movimientos de Roy y los míos. Supongo que el conocernos tanto tiempo y la cercanía es lo que le ha dado esa habilidad.

—Vamos a comer y te llevare a la residencia—teclea algo en mi celular antes de apagarlo y guardarlo en su bolsillo.

Pongo los ojos en blanco y estiro la mano para que me lo devuelva.

—Solo por hoy concéntrate en mí. Olvídate de Roy y sus reglas.

Parte de mi quiere ceder ante su pedido, pero otra, la más consciente y con llena de culpa, se niega a desobedecer a mi hermano. Ya le he dicho a Petra que si desobedezco a Roy una vez lo querré hacer siempre, y con todo lo que ha hecho por mí no creo que se lo merezca, aun si me privo de ver a Beltrán.

—Pero Roy…

—Roy estará bien. Le he dicho que estabas ocupada con tus amigas.

—No tengo amigas. No soy exactamente sociable, por si no lo recuerdas.

—Siempre te haces una o dos aliadas—termina por volver a abrazarme, estrechándome con fuerza y cariño hacia su pecho. Me dejo vencer ante sus mimos y termino por corresponder—Además, eres adorable. Alguien en esa casa debe darse cuenta de lo linda que eres realmente.

Me hace sonreír que tenga esa versión de mi cuando soy una borde de mierda. Vienen a mi mente momentos pequeños pero significativos con mis compañeras, no solo con Flora y Taianna. ¿Me verán ellas de ese modo?
No. Creo que Beltrán es el único que puede verme de esa manera.

—Mira, hay un carro allí —señala al puesto de comida cerca del muelle. —¿Qué quieres comer? ¿Te gustaría un helado después? Conozco una heladería que tienen variedades de gustos de limón. Anda, te comprare los que quieras.

Me hace sonreír a lo grande al escucharlo y parezco contagiarlo. Sus labios van hacia los míos nuevamente, esta vez uniéndonos en un beso más dulce, más calmado. Le correspondo aun con mi corazón alocado y el estomago contraído por las mariposas en él.

Enserio lo extrañé.

Beltrán me compra una hamburguesa con papas fritas aunque insisto que no tengo mucha hambre. Comemos sentados en la arena mientras todavía estamos abrazados como garrapatas, hablamos trivialidades y un poco del pueblo. Se sorprende cuando le digo que no he llegado demasiado lejos después de seis meses. Lo único que conozco es por la terraza y los lugares que él me ha llevado hace años.

—Te haré un recorrido especial para ti—deposita un sonoro beso en mi mejilla, haciéndome sonreír—Hay una playa privada a media hora de aquí. No va mucha gente y queda apartado un poco del pueblo. Te gustara.

—¿Cómo sabes que me gustara?

—Porque en esa playa no hay casi nada de gente. Lo amaras.

Tengo que darle la razón. La playa con su horizonte, su sonido, movimiento y olor logran llevarse las penas. Prefiero los lugares pocos habitados, me ayuda a disfrutar mejor el silencio. Mi cabeza finalmente parece callar todos mis demonios. Y tendré a Beltrán a mi lado. Nos tendremos el uno al otro.

Como lo ha prometido, Beltrán me compra todo el helado que quiero, incluso me compra demás para que lleve a la residencia y comparta con mis compañeras y Cara. Intento negarme, alegando que de todas formas no tengo mucha relación con ellas y que terminare por empacharme de helado. No me hace caso, así que sale de la heladería con dos bolsas repletas de potes en ella.

—Ven, vamos a mi auto —mueve la cabeza hacia la calle de enfrente, señalándola.

—Vivo a pocas cuadras, de todos modos. Puedo irme caminando.

Otra vez, Beltrán me ignora cómo cada vez que no está de acuerdo conmigo. Suspiro con una sensación familiar, y es que él siempre ha sido así: no te discute, solo hace lo que quiere.

—¿Un mustang? —sonrió un poco ante la ironía.

—Un mustang para otro Mustang.

Le digo la dirección de la residencia apenas arranca y termina por asentir. Me recuesto algo agotada en el respaldo de la silla, pensando en que me he salteado el medicamento y que es lo primero que deberé tomar apenas llegue a casa. No me creo que vaya a poder dormir, sobre todo porque todavía se siente irreal. Lo veo de costado manejar con el semblante serio, pero con una pequeña sonrisa en el rostro. Beltrán es hermoso y la adultez le ha dado más atractivo de lo que por sí ya tenía. ¿Aun recibirá propuestas de chicas y chicos? Porque él conquista todo el terreno sin proponérselo.

Me lanza una mirada rápida antes de extender su sonrisa y volver hacia el frente.

—¿Te gusta lo que ves?

—Me encanta.

Y es verdad. Me encanta Beltrán. Me encanta cuando entrelaza su mano con la mía justo como ahora, la manera en que se le achican los ojos ante su sonrisa y el relajado y dulce ambiente que se forma entre los dos.

Le quiero. No he dejado de quererlo aunque me haya hecho la cabeza de que si. Le quiero tanto.

Llegamos a la residencia más rápido de lo que pensaba. Apenas es unos pestañeos cuando estamos frente al edificio. Me sale un suspiro pesado porque no quiero entrar, y al verle de reojo, intuyo que él tampoco quiere que lo haga.

—¿Qué tan necesario es que pases la noche allí? —me dirige una mirada juguetona, de esas que hace cuando planea salirse con la suya.

Me he dejado llevar demasiado por la ilusión de finalmente tenerlo conmigo, pero es hora de regresar a la realidad.

—Mucho. Necesito tomar mis medicamentos y dormir.

Su expresión decae un poco.

—¿Estas medicada?

—Antidepresivos y ansiolíticos. Me ayudan.

—No te ves muy segura de ello.

Me encojo de hombros. De todas formas, no es como si los medicamentos hicieran magia y me hagan sentir diez de diez. Son una ayuda, el resto va por mi propia cuenta.

Suspira con pesadez, observándome con sus ojos tristes.

—No quiero que entres. Quiero que te quedes conmigo.

—Yo también, pero tengo que entrar —estiro una mano para acariciar su mejilla. Beltrán deja la suya sobre la mía, conectando nuestras miradas.

—Algún día no voy a dejarte ir y no podrás oponerte.

Me hace sonreír porque siempre dice lo mismo, y sin embargo termina por hacerlo. O al menos hasta el siguiente día. Estoy segura que lo tendré aquí mañana temprano.

Me estiro hacia él y deposito un pequeño beso en sus labios. No pierdo mas el tiempo antes que me arrepienta y sucumba a la tentación de escaparme con él, por lo que salgo del auto y cierro la puerta. Intento no mirar hacia atrás para no tentarme. Echo un vistazo hacia arriba y veo algunas de mis compañeras asomándose por la ventana. Chismosas.

—Reev.

Volteo sorprendida al escuchar a Beltrán tan cerca, sin percatarme en qué momento ha salido del auto. De un movimiento rápido que apenas puedo adivinar, me envuelve entre sus brazos estrechándome con cariño y firmeza. Nos besamos, esta vez más profundo que los anteriores besos, con la misma necesidad de detener el tiempo y recuperar el perdido. Me dejo llevar entre el movimiento de sus labios, su lengua entrelazándose con la mía, la poca respiración que batallamos por tomar sin querer romper el beso. Paso una vez más mis manos por su cuello, de puntitas de pie para alcanzarlo. No sirve demasiado porque aun así debe encorvarse, pero lo suficiente para transmitirle lo mucho que deseo ese beso y miles más.

Un carraspeo nos saca de la emoción por el otro, separándonos lentamente. Diviso a Cara y Flora delante de nosotros, la primera con una sonrisa picara en el rostro mientras que la morena con los ojos tan abiertos como la boca. Me avergüenzo al instante, creo que la cara se me ha puesto tan roja como un tomate que tengo que cubrirme mitad del rostro con una mano.

Beltrán se endereza y pone esa sonrisa cordial que hace con todo el mundo.

—Lo lamento, ¿usted es la señora Cara?

—Si, esa soy yo —Cara se acerca sin perder su sonrisa del rostro, enviándome una mirada significante. Estira su mano hacia el chico, quien no duda en estrecharla—Cara Bianchi, un placer.

—El placer es todo mío, señora. Beltrán Mustang—le regala una de sus sonrisas conquistadoras, encantando a Cara—Disculpe la escena, me despedía de mi novia.

Se me retuerce el estomago al escucharlo y se me dispara el corazón. Cara, Flora y yo compartimos una mirada incrédula.

—Bueno, son menos de las diez —Cara le echa un vistazo a su reloj, asintiendo con acuerdo—Ve a casa, jovencito.

—Con permiso —Beltrán inclina brevemente la cabeza hacia ella, aun sin dejar de sonreírle. Me pasa las dos bolsas llenas de helado—Te has olvidado esto. Descansa, nena.

Se despide con un último beso en mi frente, encandilándome. No dejo de mirarlo cuando camina hacia el asiento del piloto y se sube, no sin antes dedicarme una última mirada y sonrisa. Arranca a los pocos segundos y me sale un suspiro cuando le veo perderse en la curva. Ya lo extraño.

—Vaya, vaya —me tenso al escuchar la voz de Cara con picardía—Y yo que creía que eras la más tranquila, Reaven. Menuda sorpresa me has dado. Y menudo novio también. Está todo guapo, debiste haberte ido con él.

Ni siquiera me atrevo a girar hacia ellas que entro con la cabeza agachada a la casa. Flora si reacciona con una risotada que creo que se ha escuchado por todo el vecindario. Apenas me despido, todavía tímida, con mi compañera de cuarto carcajeándose como una hiena desquiciada.

Entrar a la casa no aligera mi vergüenza, sino que la aumentan. Todas están en mirándome fijamente con sonrisas cómplices en el rostro. Se observan entre ellas a ver quien pregunta primero, pero Flora me corre de un culazo hacia el costado, adentrándose a la sala.

—¡Reaven tiene un novio guapo y nos ha comprado helado! —chilla arrebatándome las bolsas, soltando una carcajada por lo alto—¡Debieron verla! ¡La agarramos justo con las manos en la masa!

Tapo mi cara con las manos mientras las preguntas comienzan a lloverme. Que me trague la tierra, por favor.

El día que conocí a Beltrán fue justo después de que su padre me arrestara por intentar robar cigarrillos mientras la señora Choi estaba en el pasillo reponiendo los estantes. El comisario Mustang era nuevo en la ciudad, pero se cargaba con una imagen respetable e intachable. Supongo que al ver que era una simple cría y además de darse cuenta que era su vecina cuando le dije la dirección de mi casa, decidió simplemente dejarlo pasar.

Beltrán fue un espectador de todo mientras su padre intentaba que me disculpara con la señora Choi por las buenas, pero lo único que logro sacarme de los labios es que los dos comieran de mi mierda. Solo cuando el comisario Mustang volteo hacia él y le ordeno ir hacia el auto, voltee a mirar por primera vez esos ojos cafés que nunca lograrían abandonar mi cabeza, ni siquiera cuando los años y las desgracias nos separaron.

Si hay algo en que Beltrán siempre se ha destacado es por su porte elegante y extremadamente cordial. Era muy atractivo incluso siendo un flacucho de jeans y sweater, de ojos amables pero firmes, barbilla marcada y facciones angelicales. Pensé mucho tiempo que había sido ello que me atrajo del chico, pero a esta altura esa teoría queda desechada.

Todo el camino a casa observe los ojos de Beltrán mirarme desde el espejo retrovisor y no quite la mirada de la suya hasta que llegamos a casa. Mi castigo fue ir hacia mi cuarto para reflexionar sobre mis acciones sin internet ni celular, pero apenas puse un pie en la habitación que compartía mi gemela y al notar su ausencia, no dude un segundo en cambiarme de ropa e ir directo hacia la ventana, abriéndola, lista para mi escape rutinario. Me sorprendió al ver al hijo del comisario estirarse fuera de su ventana y fumando hierva.

—¿Te escapas?—se dirigió a mi por primera vez. Su voz gruesa y varonil me erizo la piel.

Pestañee rápidamente sintiéndome una tonta ante sus encantos. No era una novata con los hombres, llevaba un currículo de muchos idiotas como para encandilarme con uno más.

—No me gusta usar la puerta de mi casa, prefiero salir por aquí a ver si me rompo un hueso —le solté con sarcasmo, terminando por sacar todo mi cuerpo de la ventana.

—¿Quieres ir a dar una vuelta?—movió el mentón hacia el carro frente a su casa.

Pude haberle dicho que no y haber actuado mas borde en ese entonces. Solo que la sonrisa coqueta que me dirigió Beltrán hizo que mi corazón se alborotara y, para que mentir, mis bragas se mojaran. Así que el primer día que nos conocimos nos enrollamos en la parte trasera del auto de su padre, y nos enrollaríamos muchas veces más hasta quedarnos insaciables.

No puedo describir el vínculo que formamos. Ni siquiera sé como nuestra relación se dio porque a poco tiempo de habernos conocido. Nuestras personalidades coinciden en rasgos, como que ambos no somos fanáticos de las masas, somos observadores, reservados y desconfiamos hasta de nuestra propia sombra. Lidiamos con los problemas y la vida cotidiana de diversas maneras: Beltrán siendo práctico y esforzándose, yo dejándome ser miserable y enojándome con el mundo.

Pese a que comenzó a nacer algo más que un interés mutuo entre nosotros, algo mas allá de un ligue de adolescentes en busca de divertirse uno con el otro, a nadie le parecía correcto que Beltrán se enredara con un desastre como yo. Ni a sus padres ni a mi familia. Que eres problemática, que él es un buen chico. Que ya de por si hablan pestes sobre nosotros, no es necesario que arrastres al hijo del comisario con tu junta. Que Beltrán tiene que centrarse en entrar a la universidad, tú deberías preocuparte por tus notas en vez de seguir en la calle.

Comentario tras comentario que recibía de mi familia, menos de Roy, quien nos animo a estar juntos. Claro que eso fue hasta que las cosas comenzaran a complicarse entre nosotros y llego a presenciar sin querer más llantos de nuestra parte que buenos momentos.

Pero no importaba que nos dijeran. Pronto su familia y la mía se hicieron a la idea, todavía sin gustarle el hecho. Ellos por temor a que una adolescente drogadicta y problemática arruinara a su perfecto hijo y mi familia a la vergüenza de hacerlos quedar aun peor de lo que hacía. Podían irse al carajo. Todos tenían un pasaje gratis de irse a comer mierda mientras Beltrán sostuviera mi mano con su mirada egocéntrica y su sonrisa orgullosa, como si le gustara presumirme delante de todos.

Quizá fue la prohibición y la euforia de romper las reglas que profundizo lo nuestro. Tal vez no habría tenido la misma intensidad que vivimos un año de relación. Ninguno de los dos nos apegamos a lo establecido. Yo elijo retorcerlo, Beltrán decide enderezarlo a su manera y con sus reglas. Somos muy diferentes y a la vez no tan distintos.

Pero, como todo lo que amo en la vida, termine por arruinarlo. Quise arrastrar a Beltrán en mis mierdas, romperlo tanto como yo siempre lo estuve. Beltrán siempre fue demasiado exigente consigo mismo, tanto que cuando se dio cuenta que empezaba a distraerlo de sus estudios, solo nos veíamos en las noches para acurrucarnos. Pronto esas noches comenzaron a desaparecer cuando empecé a evitar ir a su casa y a dormir con otros chicos. Beltrán lo sabía, todo el mundo lo sabía y se lo hizo saber. Sin embargo, Muss aún así estaba cada madrugada esperando por mí, que entrara por esa ventana y me recostara con él.

Nuestras peleas no alcanzaban siempre a los gritos, hemos formado entre los dos una buena comunicación, escuchándonos y sincerándonos. Aprendimos la empatía y la paciencia a la par, incluso cuando éramos egoístas e insensibles. No sé si fue el amor adolescente en el que nos envolvimos o la necesidad de entendernos a nosotros mismos que proyectamos en el otro. Pero nació una Reaven que nunca antes conocí hasta que Beltrán me ayudo a construirla en mí. ¿Habrá sido lo mismo para él? ¿Qué hice para que se aferrara tanto a nuestro recuerdo?

—Cuando dejes de amarme es cuando dejare de intentarlo—me juro un día y no le creí.

Los años me demostrarían lo contrario, así que pese al tiempo y la distancia, estábamos en contacto constantemente. Quizá no todos los días, pero dos noches por semana me desvelaba hablando de todo y nada. Hacia visitas fugases a Toronto donde nos pasábamos todos los días juntos. No era nada serio, nada que nos hiciera tener un compromiso con el otro, ya era un acuerdo tácito de amarnos al encontrarnos en el mismo espacio.

¿Y ahora qué? Vivimos en el mismo pueblo, ya sabe donde resido. Amo a Beltrán, siempre lo he hecho pese a todas mis errores y los suyos, pero no estoy segura si comenzar una relación con él justo ahora sea lo correcto. Me ha dicho que soy su novia delante de Cara y Flora, y no tengo el valor de decir lo contrario. Roy no va a querer, tampoco es recomendable que tenga una pareja en mi proceso de sanación. Se supone que tengo que centrarme en mi, y con Beltrán en mi vida sé que terminara teniendo más privilegios de los que yo pueda tener.

Flora y Taianna me observan muy calladas como muy sorprendidas, inmersas en la historia que acabo de soltar. Después de mirar una película con las chicas de la residencia mientras nos atragantábamos con helado, una vez en nuestra habitación Taianna propuso ir a tomar un café a la terraza y el interrogatorio se me vino encima. Me lo intuía cuando cruzo miradas con la morena, y me dí cuenta lo mucho que necesitaba hablarlo.

Su silencio comienza a irritarme, por lo que dejo la taza bruscamente en la mesa antes de mirarlas.

—Hablen, no se queden calladas.

—Bueno...—Taianna se rasca la cabeza, aun pensando—No sabía que tenias una historia de amor así de oculta.

—Ni tampoco que habías estado en un centro de rehabilitación—continua Flora, haciéndose hacia atrás—Digo, vivimos hace seis meses y lo único que sabemos es que vienes de Toronto y te medicas.

—Y que tu hermano esta bueno, eso también —añade Taianna y suelta un gruñido.

Me saca una sonrisa mientras que Flora le revolea los ojos y le dice que es toda una coqueta. No es hasta que reparo en la existencia de Roy que se me escapa un grito ahogado, atrayendo la mirada de mis roomies.

—¿Qué sucede?

Me incorporo sin contestarle y palmeo mis bolsillos. Beltrán se ha llevado mi celular. Rápidamente, le arrebato el móvil a Taianna.

—Claro, todo tuyo —suelta con sarcasmo.

Le ignoro y tecleo rápidamente el número de Roy, llevo el auricular a mi oído con el corazón palpitando temeroso. Que pendeja, ¿Cómo no le avise antes? ¿Y cómo es que todavía no se ha presentado en la residencia? ¿Deberá estar buscándome en los bares de Galena Town?

—¡¿Hola?! —chilla histérico detrás de la línea. Tengo que tomar distancia del celular antes que me deje sorda.

—Soy yo…

Le escucho ahogar un grito.

—¡¿Dónde putas estas?! ¡Te estoy buscando en todos lados, y no me digas que en la residencia porque hace rato me pase por allí!

—Pero si estoy en la residencia…

Cambia rápidamente a video llamada. La acepto de inmediato y estiro el brazo para que tenga el panorama de la terraza y mis compañeras observando todo con curiosidad. Roy se ve alterado con los ojos mirando cada esquina de lo que le permite la pantalla y una expresión de aterrado que le perforan los ojos. Me remueve dolorosamente la culpa el verlo así.

Suelta un suspiro de alivio y se deja caer en un asiento con la cabeza hacia atrás. No puedo reprocharle por no tenerme confianza. El primer día que salí de rehabilitación me escape e intente comprar drogas. A veces creo que es la culpa de haber estado tan pendiente de su propia vida para notar que la mía se estaba desmoronando, pero tampoco es como si fuese culpable de mis mierdas.

—¿Y por qué no contestas el teléfono? ¿Qué acaso te lo compre para que no respondas?

—Se me ha quedado sin batería.

—Se te ha quedado sin batería, entiendo —dice con falsa comprensión antes de chillar de nuevo—¡¿Y no puedes cargarlo?! ¡He estado buscándote por todos lados y tú…! ¡Aghh! —ahoga un grito y comienza a hablarse a sí mismo para calmarse. Comparto una mirada con mis roomies, quienes se ven bastante divertidas por las reacciones de mi hermano—¿Dónde estabas? ¿A qué hora llegaste a la residencia? ¿Por qué no estás durmiendo ahora? ¿Qué tomaste? ¿Has estado bebiendo?

Titubeo un momento porque no se que le ha escrito Beltrán, por lo que solo me encojo de hombros. Contesto la primera porque las demás me dan pereza.

—Por ahí.

—Esa no es una respuesta.

—He estado con ellas —señalo a las chicas, quienes se sorprenden al verse involucradas. Les fulmino con la mirada, incitándolas a que me sigan el juego.

Flora es la primera en levantarse con mala hostia, enfrentando a Roy de cara a cara—a través de una pantalla, claro.

—¡Hombre, que ya es una adulta para que le grites así! —pasa una brazo por mis hombros, atrayéndome bruscamente hacia ella. Me remuevo incomoda para que me suelte, pero Flora afianza el agarre—Se la ha pasado comiendo sushi, pasteles y helado. ¿Qué no sabes que las personas necesitamos una tarde o noche libre?

Roy frunce el ceño con desconfianza.

—Buenas noches, señorita —dice con todo su protocolo de joven bien educado—Lo siento tener que contradecirla, pero Reaven odia los pasteles.

—Ahora los ama, desde que vive conmigo son sus preferidos. ¡¿Cierto?!

Me sobresalto ante el grito en mi oído, aunque termino por asentir. Taianna interviene abriendo el abrazo forzoso de parte de Flora y me arrebata su celular, colocando una sonrisa a Roy.

—Reaven nos ha dicho sobre sus problemas y estamos tan comprometidas como ella a su recuperación. No te alteres que aquí la cuidamos bien, incluso ha aumentado de peso.

—Si, Jackie Chan. ¿Qué te crees? ¿Qué nos la llevaremos de parranda con lo asocial que es? Ni de chiste.

Pese a que quiere mantenerse serio, una sonrisa se le escapa a Roy y termina por asentir, pide disculpas y hablar conmigo a solas. Volvemos a la llamada donde me aparto unos pasos de las chicas, buscando privacidad.

—Por favor, carga tu celular y llámame si llegaras tarde —dice en un tono más suave y conciliador. Me abrazo a mi misma para dejar de sentir la opresión en el pecho. Intento alivianarla pensando en que me ha mentido todas las veces que pregunte por Beltrán, pero el enojo no es suficiente para desistir de la culpa—No quiero limitarte a que hagas todo lo que yo quiero, solo quiero que aprendas cuáles son tus limites. Que te cuides a ti misma y te rodees de personas buenas.

—Ellas son buenas—digo en voz baja, esperando a que mis compañeras no me escuchen.

Roy termina por soltar una risita.

—Pues si te dan pasteles me imagino que sí.

—Ya no los odio tanto…

Y no lo hago desde que Flora me obliga a probar sus nuevas recetas.

Nos quedamos en silencio un momento antes de escucharlo suspirar.

—Reaven…

—Ya lo sé—le interrumpo bruscamente. La ansiedad empieza a golpearme el pecho que necesito inspirar hondo para poder respirar bien—Ya sé que no debo hacer, pero no lo menciones todo el tiempo. No puedes mencionarlo si no quieres que caiga.

Mencionar el alcohol o verlo es algo que me pone nerviosa. Lo peor es que está en todas partes, en toda conversación, en todo local de comida que entro. Esta a mi disposición con unos pocos billetes que terminaría por tirar todo mi esfuerzo a la mierda. Pero he sido fuerte, he visto latas de cerveza en la heladera y he salido a correr al menos media hora para evitar la tentación. He visto a mis compañeras tomar litros de este mientras yo me encierro en la terraza y tomo mis ansiolíticos para relajarme, dominar la ansiedad y buscando el sueño. Ha transcurrido un año y medio, y aunque siempre estará allí la sensación de querer mandar todo a la mierda, sigo luchando todos los días para mantenerme estable.

Mi hermano se lo piensa un momento y termina por concordar conmigo.

—Tienes razón, Reev. Lo siento. Sé que haces tu mejor esfuerzo, es solo que tengo miedo y no sé si será demasiado tarde para ayudarte.

Me gustaría decirle que ya lo es, que ya estoy demasiado podrida por dentro para que se sacrifique tanto. Sin embargo, todavía existe una parte de mí que quiere que me ayude a salir adelante. Que podamos ver esto como una desgracia mas en nuestras vidas y salgamos libre de mas dolor del que ya conlleva.

—Te quiero, Reev. Descansa e intenta dormir temprano.

No respondo y finalizo la llamada. No puedo ser tan cariñosa como lo es conmigo, y me gustaría creer que él sabe que es la persona que más amo en esta vida.

Vuelvo a mi asiento y me desparramo en el. Demasiado estrés por hoy.

—Se dice gracias, maleducada.

Aleteo la mano para restarle importancia. Flora me fulmina con la mirada por mi falta de educación.

—Olvídate de eso, ahora cuenta que vas a hacer en esta instancia. ¿Vas a volver con Beltrán?

Esa es la pregunta del millón.

—Al parecer ha vuelto, porque ni lo contradijo, solo se quedo mirándolo toda pendeja —acota Flora con cierta burla. Pongo los ojos en blanco y le doy un mordisco al brownie. —Es obvio que todavía estas colada por él, pero si no se hacen bien ¿por qué continuar con ello?

—Si es cierto que han pasado años y podría ser un nuevo comienzo—comenta Taianna sirviéndome más café preparado desde el termo —Pero, ¿no es demasiado apresurado? Apenas hoy lo has visto. No sabes si ha cambiado y no me creo que sea el mismo Beltrán que conociste.

Eso también ha estado rondando en mi cabeza. ¿Cómo es que siempre hacemos de cuenta que nada malo ha pasado y actuamos como si las cosas no hubiesen terminado horrible entre nosotros? ¿Es tanta nuestra necesidad el uno por el otro, o hay algo más allá?

—No he sido buena con él, es cierto —inspiro profundamente con la mente perdida, intentando sincerarme conmigo misma, pese a que las respuestas no me gusten—Quiero estar con Beltrán, pero sé que no es lo correcto.

—Y no puedes pedirle que te espere —adivina Flora con el café en sus manos—Solo te digo una cosa: no importa que ese chico quiera darte la luna o las estrellas, ya te tienes a ti misma para regalártelas. Preocúpate por ti antes.

—Flora tiene razón. Priorízate, y una vez que estés bien podrás pensar en volver a darle una oportunidad. Pero si recuperarte es importante para ti, entonces ve por ello.

Termino por asentir con ellas y cambiamos de tema hacia el día laboral de Flora y las últimas artesanías de Taianna. Pero no dejo de pensar en Beltrán y la angustia que empieza a desmembrarme por dentro ante la idea de soltarlo una vez más. Nunca pude hacerlo del todo, ¿podré esta vez?


No pegue un ojo en toda la noche porque mi mente volvía una y otra vez a repasar la tarde de ayer donde los brazos de Beltrán fueron mi refugio y su presencia mi cable a tierra. Recordé la textura de sus labios sobre los míos, el sabor de sus besos como si fuese la primera vez, la calidez familiar que desprendía su cuerpo al envolverme o al estar a tan pocos centímetros de mi.

Dije que no me apresuraría ni que le pediría que me esperara. Que lo dejaría libre para que buscase el amor en alguien que sepa dárselo como se lo merece. Me dije un montón de basura que termino desechando en el momento en que lo tengo frente a mi tan temprano que Na Eun me despertó diciéndome que el chico de ayer estaba afuera con un ramo de rosas blancas para mí.

Apenas pude ponerme las pantuflas y arreglarme el cabello cuando Yeon Sun se señalo a si misma antes que atravesara la puerta. Lo ate en una coleta simple mientras pasaba mis manos sobre mi cara para borrar el cansancio en ella.

Nunca me han gustado las flores. Se me hace demasiado cruel cortarlas para dejarlas morir en pocos días. Pero cada vez que Beltrán tiene gestos como estos conmigo es difícil decirle que deje de hacerlo, porque no solo trae un ramo, sino que trae pequeños plantines en el que deja sobre el pórtico alineados a los costados. Pese a ser temprano  esta bien vestido, con el cabello bien arreglado y sin perder esa esencia que lo caracteriza.

—Buenos días—murmuro apenas atravieso la puerta.

Su sonrisa me cala hasta los huesos y la manera suave en que pestañea, mirándome con cariño.

—Buenos días.

Deja el ramo sobre un banquito cercano y abre sus brazos, invitándome a hundirme en ellos. Por un segundo, las voces de Flora y Taianna en mi mente suenan recordándome que puede no ser el momento, que me centre en mí. Pero no soy demasiado fuerte para resistirme, para no querer quedarme entre sus brazos, protegida de todos y hasta de mi misma. Nos abrazamos tan fuerte que mi cara se hunde en su pecho, aprovecho a inspirar con profundidad, refrescando el olor de su colonia.

—Te he extrañado—susurro con un poco de timidez, y al mismo tiempo tan libre de decirlo.

—Yo no he podido dormir pensando en ti —suelta un beso en la coronilla de mi cabeza. Me estrecha aun más contra él—Y temo que no podre hacerlo ahora más que nunca.

Me separo un poco sin dejar de sentir su tacto contra él mío, estiro la cabeza hacia atrás para mirarlo. Beltrán aprieta los labios y baja el cuello para darme un besito en la nariz. Me hace sonreír ese gesto y a él también.

—Tengo que ir a Toronto una semana. Es por trabajo.

—Oh, entiendo —me sale la voz más triste de lo que quiero, y ni siquiera puedo hacer una sonrisa para remediarlo. —¿Es por eso el jardín de flores que te has montado fuera de la residencia? ¿Cómo es que tienes tanto dinero para derrocharlo sin más?

—Contigo nunca es dinero derrochado, te mereces más de lo que te he traído—arrugo la nariz por lo cursi que ha sonado. Beltrán suelta una carcajada porque se ha dado cuenta de lo mismo,  pero no veo ni un pizque de vergüenza en él. —Espera, puedo mejorar: piensa que cada pétalo son las veces que he dicho tu nombre en voz alta anoche. Tendría que entrar a los jardines ajenos a robar mas rosas si contara las veces que lo he dicho en mi mente.

Bufo divertida al igual que él. Ser cursis y tontos enamorados ya es parte de nosotros, pero sabemos hasta qué punto suena ridículo. A Beltrán le gusta explotar ese lado porque al principio me incomodaba, ya con el tiempo se volvió una broma personal.

—¿Qué sigue? ¿Leerme poemas o cantarme serenatas?

—No me creo que la señora Cara le agrade la serenata en la noche, pero estoy dispuesto a leerte mi repertorio de poesía preferida, sobre todo la que me recuerda a ti. —sus brazos vuelven a estrecharme hacia él, se agacha un poco mas hasta esconder su rostro en mi cuello. Me recorre un escalofríos al sentir su aliento chocar contra este y sus manos afirmando el agarre en mi cintura. Mi corazón late a la misma sintonía que el suyo, a un ritmo doloroso y cálido—“Te quiero a las diez de la mañana y a las once, y a las doce del día” —recita a un ritmo pausado y cariñoso. Mis emociones comienzan a volverse más inestables, preguntándome si es necesario realmente separarme de él—“Te quiero porque tienes las partes de la mujer en el lugar preciso y estas completa. No te hace falta ni un pétalo…”

—“Ni un olor, ni una sombra.”

No hacen falta más palabras por parte de Cara que ya me separo rápidamente de Beltrán, manteniendo una distancia prudente de él. La señora y el chico comparten una sonrisa divertida ante mi reacción, yo solo puedo ponerme roja como un tomate mientras que Flora detrás de Cara  menea la cabeza con una expresión de decepción. Casi puedo escucharla decirme que he deshonrado a mi familia, a mi vaca, y a tu.

—Mira que sorpresa tener a Sabines fuera de mi casa. ¡Sabines y un nuevo jardín, al parecer!

Intento disculparme por la cantidad de plantines en el pórtico, pero Beltrán da un paso adelante, tomando de mi mano.

—Supuse que su jardín se vería más bello con flores como estas.

—Pues hay variedad—Cara se agacha un poco para observarlas, apuntándolas con el dedo índice mientras las recorre. —Rosas, claveles, calas, pensamientos,, gardenias, hortensias, margaritas y hasta tulipanes. Todas blancas. ¿Es acaso alguna propuesta oculta?

—¡Cara! —chilla Flora detrás de ella con regaño en su voz, pero aguantándose la risa. Y como no, debo tener la cara a punto de explotar.

—Las flores blancas son las preferidas de Reaven. Creo que es ella quien tiene una propuesta y yo soy el inocente aquí —le guiña un ojo con encanto.

Cara se ríe con verdadera gracia por la picardía de Beltrán. Se nota que le ha caído muy bien pese a invadirla con los platines. Para mi suerte, Cara y Flora se despiden con la promesa de que sus nietos plantaran los plantines para que “mi propuesta” no siga pasando desapercibida. Una vez solos, le doy un puñetazo en el brazo a Beltrán. La acción le arrebata una carcajada.

—¡Shh! Que solo hace falta que te escuchen mis roomies. Por los cielos, Beltrán, deja de molestarme.

—Haces que sea divertido meterme contigo, nena. Ya no te enojes—me abraza por detrás aunque intento empujarlo, pero me rindo débilmente ante su calor—El jardín se veía un poco apagado. Te gustan las flores, ¿no es cierto? Tendrás de que ocuparte mientras no estoy aquí.

Le miro sobre mi hombro, conectando las miradas y comprendiéndolo al instante. Beltrán quiere que haga algo en mi tiempo libre, por lo que dedicarme a las flores solo es algo para no mantenerme en la cama toda la mañana y toda la tarde. Ni siquiera le he dicho como es que estoy viviendo, él ya lo ha anticipado. Me sabe un poco amargo ser tan predecible para él, por otra parte me conmueve que haga esto por mí.

—Debería plantarlas en otra época del año, no en verano.

—Lo lograras. Estoy seguro —deposita un dulce beso en mi frente y se separa lento. —Tengo que irme o tu hermano comenzara a llamarme para gritar que llegare tarde.

Me sale una sonrisa al verle poner los ojos en blanco. Beltrán y Roy son lo opuesto de lo opuesto, y por muy raro que sea se llevan de maravillas, aun si yo he sido motivo de sus peleas más fuertes.

Me extiende el ramo y esta vez lo tomo, aprovechando a oler las rosas blancas amontonadas. Le dedico una sonrisa sincera, Beltrán sonríe igual o más que yo, acunando cabeza entre sus manos y acariciando con sus pulgares mis mejillas.

—Adoro verte sonreír, no deberías esconder tanto esa sonrisa, Reev.

—Pensé que querías que solo te la mostrara a ti...

—Pero ahora quiero que la muestres así puedo presumirte.

Me da un corto beso en los labios y se distancia un momento antes de volver a besarme, esta vez para profundizarlo. Disfruto cada segundo, intentando memorizar los movimientos y el sabor de sus labios antes de que termine la magia y sobreviva en las noches a base de recuerdos.

Beltrán se separa con una mirada cariñosa y, al mismo tiempo, decidida. Deja mi celular en mi mano libre y le da un besito cariñoso en el dorso.

—Cuando vuelva hablaremos sobre nosotros. ¿Está bien?

No me queda otra que asentir y despedirme, preguntándome cual será mi decisión la próxima vez que hablemos.


Pasan los días y lo único que puedo pensar es en Beltrán. Ya ni siquiera me preocupa conseguir un trabajo si mi mente tiene por pasatiempo recordar todo lo que trate de él. A veces me encuentro más tiempo soñando despierta, atrayendo la atención de mis roomies por mi comportamiento extraño. También he estado entretenida con el nuevo jardín delantero que le estoy plantando a Cara después de que le preguntara si no le molestaba, y pues dijo que no. Rechace la ayuda de sus nietos y me involucre tanto en la jardinería que termine por devorarme libros en las mañanas. No puedo decir que estoy haciendo un gran trabajo, pero al menos creo ir por buen camino.

Intercambiamos mensajes y llamadas cortas con Beltrán. Dice que está muy ocupado, sin embargo quiere escucharme al menos un momento del día. No sé qué negocios es el que se trae entre manos, lo poco que me ha explicado es que lo ha fundado con Roy y con otro socio. Palabras como estas me hacen darme cuenta cuan absorta estuve en mi mierda para plantearme que es lo que hace mi hermano para vivir.

Al final Beltrán me dice que tardara una semana más en volver, lo que me deja triste y ya sin ánimos de seguir con el jardín. Mis mañanas comienzan a volverse un poco más oscuras y mis roomies notan esto, sobre todo mis compañeras de cuarto, por lo que una mañana me animan a salir de la cama y aprovechamos el buen clima del verano para hacer un mini desayuno afuera. Poco a poco se van retirando para ir a sus respectivos trabajos o estudios, así que me quedo un largo rato en el pórtico mientras veo el día pasar. Me habría quedado todo el día allí si no fuese porque recibo una invitación de Petra para ir por un café.

La espero en una cafetería a pocas cuadras de la residencia, llega con un vestido veraniego de color celeste y el cabello ondulado cayéndole sobre el hombro. Tiene esa chispa en los ojos que deja entrever el buen humor que se carga. Lástima que estoy por arruinárselo.

—¿Has ordenado ya?—dice sin siquiera saludar. Le asiento sin más.—¡Genial! Tengo grandes noticias para ti. Muy grandes y muy buenas.

El mesero trae el café dejándolo frente a nosotras. Petra apenas agradece y se centra completamente en mí, hablando sobre una colección extra del verano en la que ha estado hablando con Morgan, que le ha ido excelente en la reunión aunque Roy se comporto desconfiado. Vestidos, joyas, tendencias, nueva modelo y sesión fotográfica. No he entendido absolutamente nada de lo que dice, estoy demasiado concentrada en no tirarle el café en la cara por su traición. Es que ella es mi mejor amiga, fue mi amiga primero que la novia de Roy. ¿Por que también me mintió?

—¿Y? ¿Qué dices?—pregunta al finalizar, estirándose sobre la mesa—Roy puede irse al carajo si no le gusta. Eres perfecta como modelo y...

—¿Qué? —le interrumpo, recién cayendo en sus palabras—¿Yo? ¿Modelo?

Me sale una carcajada cargada de sarcasmo.

—Ni de putas.

—¿Por qué no? Reev, tienes que aprovechar tu belleza. En 20 años estarás toda arrugada y arrepintiéndote.

—Ni siquiera sé si seguiré viva a fin de año, Petra—espeto con brusquedad, sintiendo todos los músculos de la cara tensos—Que te hace pensar que me visualizo en 20 años.

Petra se hace hacia atrás chocando bruscamente su espalda con el respaldo, fulminándome con la mirada.

—Deja de decir estupideces. Estarás viva y buscando un novio en sus 20 como Britney, como prometimos.

—Por favor, de seguro seguirás mamándosela a Roy antes que eso ocurra —revoleo los ojos y le doy un fuerte sorbo a mi café sin importarme lo caliente que este. Y mierda, ya esta frío.

Petra se le suben los colores a la cabeza y voltea a los costados a ver si no nos han escuchado. Me fulmina otra vez antes de continuar.

—¿Qué te pasa que estas mas borde que de costumbre? ¿Acaso tú vibrador se quedo sin pilas o te lo usan tus roomies, eh?

Dejo al taza estruendosamente sobre la mesa, harta de seguir callando mis emociones.

—¿Por qué no me dijiste que Beltrán y Roy vivían juntos?

Petra se queda paralizada con su jugo a medio camino. Levanta cuidadosamente sus ojos hacia a mí, culpables. Hago una sonrisa sarcástica, cruzándome de brazos y lista para su explicación. Deja su vaso sin relajarse del todo y suelta un enorme suspiro.

—Roy me pidió que no te contara, y en cierta parte lo vi necesario.

Cierro los ojos con fuerza y resoplo por la nariz. Mi momento comprensivo ha pasado junto con mi vulnerabilidad de aquel día, ahora solo estoy enojada y molesta porque sigan creyendo que están haciendo lo mejor para mí. Que lo entiendo por parte de Roy porque debe cargar conmigo, aunque me siga jodiendo. Pero Petra qué. Si no fuese por mí no habría conocido a su amorcito.

Sé que sus intenciones no son lastimarme, dañarme o perjudicarme. Pero... estoy harta.

—Lo siento, Reev.

—Ya. —aprieto con fuerza mis dientes al igual que mis puños. Estoy que le lanzo la panera por la cabeza.

—¿Lo has visto? —pregunta con cierta inquietud—¿Has visto a Beltrán o cómo te has enterado?

—Lo vi a unas calles de la playa—me mantengo seria pese a que un bonito sentimiento comienza a frotar de mi pecho—Hemos hablado por horas.

—¿Solo eso?

Le miro sin gracia por su tono jocoso. Borra su estúpida sonrisa antes que yo lo haga con mi puño.

—Todavía estoy molesta contigo. A ver, honda un poco más en mi hermano sobre protegiéndome y tú callándote como vil traidora.

—Me parece injusto que cada vez que ustedes se guarden secretitos o se peleen me centren en el medio de sus peleas. Yo no tengo la culpa que los dos sean tercos.

—Primero eres mi amiga y luego su puta—le recuerdo bruscamente.

Petra me mira con los ojos abiertos—¡Pues orgullosa de serlo!

—Bien por ti, pero ahora deja de esquivar el tema y cuéntame todo. Me lo debes.

Mi amiga termina por acceder, soltando la sopa hasta por los codos.

No es secreto que Beltrán y Roy eran aficionados a los videojuegos desde que antes que se conocieran y fue de las razones por las que se volvieron tan amigos. Eran frikis enamorados del internet y la informática, que se aventuraron juntos a la universidad y competían por las mejores calificaciones. Su amistad la he comparado miles de veces como la que tengo con Petra, algo así como una hermandad de la cual no eliges porque prácticamente es un regalo que la vida te obliga a aceptarlo y lo haces con gusto. Es de esas relaciones que están destinadas a durar muchísimo por la confianza y el apoyo mutuo.

Pero en algún momento se distanciaron. Roy pendiente de mi y Beltrán pasando los últimos meses con los abuelos que lo criaron. Al final del año, cuando Roy me ingreso a rehabilitación y Beltrán termino por sepultar a sus familiares, se mudaron a la casa de los abuelos Mustang y continuaron con el negocio independiente que venían sosteniendo desde la universidad.

Mi hermano le dijo que me marche con una amiga y que corte lazos con mi familia. Beltrán me busco e incluso Petra dijo que la soborno con dinero, pero que no pudo encontrarme.

—Creo que nunca se rindió —agrega Petra con un aire pensante—Es el único que sale de Galena Town para los negocios con los patrocinadores, a Roy lo deja a cargo de la empresa. Se tardaba semanas en volver. Siempre hemos pensado que es porque seguía buscándote.

Me muerdo el labio inferior para no echarme a llorar como tonta. ¿Qué me emociona pensar que él nunca se ha rendido conmigo? Pues claro que sí. Muchos de quienes me amaban lo han hecho. De Beltrán jamás he tenido siquiera una duda de que eso ocurriese.

—¿Por qué Roy me trajo aquí si no quería que lo viese de nuevo?

Petra hace una media sonrisa, encogiéndose de hombros.

—Roy no puede cuidarte si estas demasiado lejos y Beltrán no sale de la casa, solo lo hace para ir a comprar libros o para ir al veterinario. Creo que una parte de tu hermano también sabía que era injusto negarles la oportunidad de volver a reencontrarse...

—No me jodas. Roy esperaba que nunca nos encontráramos.

—Al menos hasta nuestra boda.

—Ojala y que te deje plantada, estúpida.

—Esta jodidamente enamorado de mí. Deja de tirar tu energía de mierda. —hacemos una breve guerra de miradas antes de que suelte un suspiro cargado y vuelva a mirarme con culpa. Esta vez me relajo, ya menos molesta—Enserio lo siento, Reaven. No es que te traicione, solamente creí que no era el momento adecuado de contártelo. Ustedes... no sé cómo decirlo sin que suene mal...

—Solo dilo. Me has dicho mierdas peores.—me encojo de hombros, lista para escucharla.

Se toma un segundo para mirarme y proseguir.

—Ustedes son demasiados dependientes e intensos. A que te apuesto que cuando vuelva traerá una sortija y te pedirá que te cases con él. Bah, si es que no lo ha hecho ya.

—No creo en el matrimonio. No voy a casarme nunca.

—Por favor, Reaven. Acepta que cuando se trata de Beltrán tus acciones son impredecibles y terminan moldeándose a lo que él quiere—quiero negarme y Petra me detiene con una mirada desafiante—Siempre ha sido así, es un maldito manipulador con sus cursilerías, regalos caros y el buen sexo. ¡No te dejes, amiga!

—Ay, ya cállate —le aviento un pastelito por la cara, aunque desgraciadamente la maldita lo esquiva y cae al suelo.

—¡Genial! ¡Otro café al que nos echaran por tu manía de tirar cosas! —exclama señalando con el mentón al camarero que se acerca a nosotras.

Me da igual. No es como si fuese la única en el barco. Ella me acompaña y ambas tenemos experiencia en estos mares.

Al final nos terminamos yendo del café después de disculparnos a malas ganas por tirar la comida y la heladería se abre paso para devorarnos todo el helado de fresa para ella y helado de limón para mí. Nos recostamos en la arena de la playa mientras cada una come su medio kilo por separado, calladas.

—No le digas nada a Roy.

—Si no me decías no me enteraba —bufa con sarcasmo —Claro que no. Y ya, voy a dejar de meterme en sus problemas, a ver si ustedes también dejan de inmiscuirme.

—Bienvenida a la familia, así que te jodes.

—Maldigo en el momento en que fije mis ojos en tu apetitoso hermano.

Hago una mueca de asco y le doy un codazo que Petra no tarda en devolver. Terminamos con un ambiente más tranquilo y cálido casi tanto como el día. Gran parte del tiempo soy una borde de mierda, pero con quienes amo intento ser comprensiva y cariñosa, aun si no me sale del todo bien. Petra es mi hermana, mas hermana de lo que Rachel y Reagan han sido conmigo, por lo que el sentimiento de traición se va desvaneciendo.

—Ahora serás mi espía —sentencio tras un silencio cómodo entre ambas.

Me voltea a mirar frustrada y ahoga un grito. Me sale una risita porque sabe que no le queda de otra que jugar a mi favor. Si, puede que me haya ocultado lo de Beltrán, pero su lealtad hacia a mi es un poco más fuerte.

—Si, claro. Seré tu espía dentro de esa casa, pero tienes que reconsiderar mi propuesta. ¿Entendiste?

Le miro sin entender. Petra menea la cabeza, preguntando en voz alta porque soy tan pendeja. ¿De qué propuesta habla?


Tengo un historial enorme de profesionales a los que he asistido, y lo cierto es que me he llevado pésimo con cada uno de ellos. Zenda Robinson ha sido todo lo contrario desde que comenzamos con las sesiones hacia poco menos de seis meses, desde mi llegada a Galena Town. Es una mujer morena, robusta pero con una cintura pronunciada y que le gusta hacerlas notar por sus vestidos formales al cuerpo. El cabello con rastas largas que caen detrás de su espalda y que siempre logra hacerse un peinado utilizando de estas. Zenda ha estado en contacto con mi antigua psicóloga del centro de rehabilitación y ha sido ella quien le paso mi caso. Lo que me ha gustado de Zenda es que es directa y utiliza el psicoanálisis en mi contra, pero siempre de una manera jocosa que termina por hacernos sonreír a ambas por lo contradictoria y conflictiva que es mi naturaleza. Con Zenda no me siento juzgada ni tampoco intenta minimizar que es lo que me sucede. Si, pon los pies sobre la Tierra y échate a caminar, pero si algo te pasa entonces preocúpate por ti. Me ha sido fácil abrirme con ella y es paciente cuando me cierro, no me presiona y deja que me tome mi tiempo.

Ya he hablado sobre Beltrán con ella en el pasado y se sorprende al enterarse que está aquí hace meses y que Roy me lo ha ocultado.

—¿Y cómo te hace sentir eso al respecto, Reaven?—pregunta acomodando su espalda hacia el respaldo de la silla, yo la imito, cruzándome de piernas sobre el asiento.

—Que me lo merezco.

Zenda levanta las cejas en alto, sorprendida.

—Te mereces que tu hermano te oculte donde está el chico del cual estas enamorada.

—No, no tan así.

—Entonces explícame porque eso es lo que haces entender.

Me cuesta expresarme bien y ella lo sabe, pienso bien un momento antes de hablar.

—Supongo que si otra fuera mi situación, Roy me habría contado.

—Dices que Roy te lo habría dicho en otra situación. ¿Qué situación?

—¿Recuperada?

—Más seguridad—insiste.

Me tomo otros segundos cargados de silencio.

—Si yo no fuese un desastre de emociones. Si fuese más estable mentalmente. Roy no me lo ha ocultado porque si, y lo entiendo.

—Dices que lo entiendes, pero se te escucha un poco rencorosa por ello.

—Lo estoy—suspiro frustrada, dejándole entrever lo que molesta ese hecho—Lo estoy porque detesto que tome el control sobre mi vida y crea que es lo mejor para mi, pero por otro lado entiendo que lo haya hecho porque solo busca lo mejor y si él cree que Beltrán me perjudica de alguna manera...

—Le das la razón, ¿cierto?

Asiento finalmente.

—Reaven, estas en una situación en la que no todo el mundo atraviesa, pero que algunas personas deben lidiar, y si, es frustrante y molesto no poder tomar tus propias decisiones. Sin embargo, sabes porque estás aquí y que es lo que te ha llevado a no tener esos privilegios. ¿Has hablado con Roy sobre este asunto? —meneo la cabeza en respuesta—Entonces, ¿qué esperas? Enfréntalo. Dile que ya sabes sobre Beltrán y sus mentiras. Toma el control sobre esta situación para crear una conversación sana en la que puedas expresarte y puedas escuchar de manera activa lo que él tiene que decirte. Estas suponiendo que lo hace por tu bienestar, pero hasta que no lo escuches de su boca no dejaras de sentirte de así.

—Roy no va a tomarse esto bien... ¿y si intenta separarnos, enviarme a otra ciudad o romper su amistad con Beltrán?

—Eso ya está fuera de tu alcance y son consecuencias que debes considerar. Pero mudarte es demasiado, no me creo que tome esas libertades sabiendo que te estás estableciendo en un lugar finalmente, que estas formando vínculos nuevos y sanos que antes no tenias. Dime, Reaven, con sinceridad, ¿estás mejor ahora que hace un año y medio atrás?

—Si, lo estoy —respondo sin dudarlo, recordando brevemente mi pasado con cierta angustia.

—Entonces también debes plantearle eso. Roy no sabrá que te sucede si no pones tus pensamientos sobre la mesa. Puede que se moleste y enoje, que tome medidas a partir de estos sentimientos, pero también podrá darle un momento para pensar de cómo te estás sintiendo. Si la amistad de ellos peligra por tu relación con Beltrán, eso ya no es tu culpa y no debes cargar con ella. Ya te lo he dicho: líbrate de culpas que no son tuyas y responsabilízate de las cuales si lo son.

—No es fácil conversar con Roy cuando esta tan negado, Zenda. Ese es el problema. No va a querer escucharme y dará todo sentado.

—Nada es fácil, Reaven. Hablar con Roy ahora te parece un desafió, pero cuando plantees esta conversación, de manera sana —enfatiza lo ultimo mirándome debajo de sus lentes—te será mucho más fácil expresarte en el futuro así como lo haces conmigo.

—Tú eres Zenda, Roy es Roy.

—Si, Roy es Roy, ese hermano tuyo que dices que se desvive por ti y busca que lo mejor se quede en tu camino. Yo solo soy tu psicóloga hace medio año. A él lo tienes hace casi 25 años. No todos tienen la oportunidad que tienes, Reaven. No todos tienen un Roy, y tú lo tienes, así que aprovecha a transformar esta comunicación que se torna a veces pasiva y otras agresiva a una asertiva. A que tanto tú como él tengan la confianza de decirse las cosas en la cara, aunque terminen por gritarse y estén más enojados que antes, el tiempo les dará espacio a ambos para pensar sobre el otro y reconsiderar sus palabras. Los unirá más.

Termino por aceptar que tendré que hablar con mi hermano tarde o temprano, pero que no estoy preparada para hacerlo. Me da miedo que el enfrentamiento termine con Roy rindiéndose conmigo. ¿Qué haré si no lo tengo? ¿Podré seguir adelante sola?

No, no vas a poder.

—Hablemos un poco de Beltrán. Me has dicho que te ha regalado plantines para que te montes un jardín en la residencia. ¿Cara y tus compañeras están bien con ello?

—Cara estaba contenta, pero no me conversado con mis roomies respecto a ese tema...

—Deberías preguntarles como se sienten. Recuerda que la convivencia la compartes con estas personas, y por lo que has dicho en las sesiones pasadas, te dan cierto acompañamiento.

—No me molesta mirar películas con ellas, pero me cuesta compartir comidas.

—Vas progresando a tu paso, Reaven. No te desesperes —hace una sonrisa, animándome un poco —Antes te encerrabas en la habitación o en la terraza. Pero estas progresando.

—La señora Cara ha dicho que vendrán nuevas inquilinas —le comento frotando mis manos.

—Sé amable con ellas e intenta abrirte para que te conozcan. Entiendo que no te guste relacionarte con extraños, pero los extraños dejan de serlo cuando les das paso a que formen parte de tu vida.

—Okey.—digo sin mas, no muy segura que esa tarea sea fácil de cumplir.

—Volviendo a Beltrán, creo que puedo entender que tan importante ha sido este muchacho en tu vida. Por lo que cuentas, este chico está loco por ti. Pero quiero saber hasta qué punto Beltrán logra afectarte.

—Él me hace feliz. Me hace bien...—me detengo súbitamente, Zenda se arma de paciencia porque ha notado mi pausa vaciladora—Pero cuando Beltrán no esta... toda esa felicidad y energía se me escapa de las manos...

—Solo está de viaje.

—Lo sé.

Nos miramos profundamente en que le transmito toda la verdad: soy dependiente a Beltrán. Siempre lo he sido. Mis buenos momentos están relacionados con él al igual que los peores.

—¿Crees que es Beltrán quien deba ser responsable de tu felicidad o de tu tristeza, de tus acciones?

—No, claro que no —meneo rápidamente—Sé que ello me corresponde a mí.

—Entonces, tienes una tarea para esta semana —me guiña el ojo y saca una libreta escondida en el cajón de su escritorio, dejándola frente a mi —Escribe todo lo que haces por ti misma para hacerte feliz. Ya sea que comas algo que te gusta o que te hagas una mascarilla, quiero que registres los momentos en que Reaven Inoue hace feliz a Reaven Inoue.

—¿Cuentan los plantines?

Zenda se encoge de hombros, divertida por mi duda.

—Ya veremos si ese jardín hace feliz a Beltrán o a Reaven, pero no tomes nada como una obligación por parte de Beltrán o de Roy. Tu única obligación es mantenerte sana, tanto física como mentalmente, y hacerte feliz. Eres importante, Reaven. Tú eres importante para ti misma. Toma estas palabras como verdad, transformarlas en tu lema y tú arma para blandirla ante pensamientos oscuros. Tienes este poder en tus manos y no dudes en usarlo para amarte.

Me siento un poco conmovida por sus palabras, por lo que no evito regalarle una sonrisa algo tímida. Zenda la responde en grande. Siempre sabe que decir para hacerme sentir mejor y más motivada.

—¿Has escuchado las voces en tu cabeza?

Sé a lo que se refiere, a mis demonios. No sé si contarle que la vez que lo vi a Beltrán pensaba seriamente saltar al agua para esperar a que la muerte me refugie. Acabo por asentir tras una pausa.

—Pero estas bien. No te has marcado, ¿cierto?

—No, no. Solo... quise desaparecer por un momento y lo vi a Beltrán.

—Beltrán te ayudo a procesar las emociones.

—Me ayudo a callarlas un poco.

—Las personas que te aman y que amas te darán fuerzas para seguir. Recuerda no quedarte sola cuando comience a sucederte, si es necesario llama a alguien, aunque sea que se quede contigo por teléfono.

—Lo sé.

—Y recuerda, Reaven: esas voces tienen el poder que decides darle. No les des el privilegio de llevarte atentar contra ti por qué no lo merecen y, lo más importante, no mereces que te dañen.


Le doy un abrazo a Zenda tras pasar la hora y con la promesa que haré mi tarea durante esta semana. Roy me espera fuera del consultorio con las manos dentro del bolsillo y una sonrisa que se forma al verme salir. Mi hermano es mas o igual de alto que Beltrán, los ojos oscuros y facciones atractivas y angelicales. No duda un segundo en estrecharme en sus brazos como siempre hace cada vez que me saluda.

—Te he extrañado—dice al separarse de mí. Le hago una media sonrisa, esta vez menos resentida con él. —¿Tienes hambre? ¿Has comido algo? —da dos pasos hacia atrás y lleva la mano hacia su mentón, como si me estuviera analizando—La chica de la video llamada tiene razón, ¡has subido de peso! Pero ven, te falta subir más. Mejor vamos por comida.

Roy entrelaza nuestros brazos y tira de mí mientras comienza a hacerme todo tipo de preguntas sobre que tal la residencia, mis roomies, la terapia y la escuela. Mi hermano es todo lo contrario a mí: es divertido, extrovertido, muy expresivo y su risa logra contagiar hasta al más amargado, y me incluyo. Le gusta asumir un rol de mama con todo el mundo, incluso con Ruth, nuestra propia madre. Me hace un poco de gracia los recuerdos de cuando mama se levantaba de resaca después de una reunión con sus amigas y debía ir a trabajar. Roy chillaba toda la mañana para que se levante y termine su plato antes de irse.

Llegamos a la cafetería donde trabaja Taianna y es quien nos toma la orden. Como toda coqueta, Taianna se pasa el cabello hacia atrás y le echa una miradita que me hace revolear los ojos hacia atrás. Roy, como todo inocentón y más centrado en el menú, le lanza todo un pedido extenso que mi roomie debe abandonar la postura para anotar todo rápidamente en la libreta.

—Disculpa, creo que te conozco —le dice Roy intrigado antes de abrir los ojos, reconociéndola. Le sonríe—¡La roomie de Reaven! Perdona, no te he reconocido en persona.

—Soy Taianna, un placer —la castaña le extiende la mano con una sonrisa, Roy no tarda en corresponder el saludo.

—Debe pesado convivir con esta loca, ¿cierto?—el idiota se atreve a despeinarme, por lo que lo aparto haciéndole soltar una sonrisa divertida.—Pero tenle paciencia. Cuando quiere puede ser muy linda. ¿Cierto, mi teddy bear?

Taianna tiene que hacer un enorme esfuerzo para no echarse a reír. Yo me cohíbo al escuchar el maldito apodo.

—¿Teddy bear?

—Es que era como Winnie Poo. Veía miel y se la comía con la mano —Roy suelta su risa exagerada que logra contagiar a Taianna. La risa de Roy es como una bocina que sube y baja de tono constantemente, por lo que es normal que cause gracia en otras personas—Le dejamos teddy bear porque iba mas con ella.

—Entiendo. No te preocupes, teddy bear hasta ahora no ha asaltado la heladera en las noches.

Le fulmino con la mirada para que se largue de una buena vez a hacer su trabajo. Una vez que Taianna se va, Roy prosigue con el interrogatorio y comentando sobre la cena de Petra y Morgan. Pese a que no se ve contento con esa alianza, dijo que amenazo a Morgan con romperle las piernas si se atrevía a estafar a Petra. Mi hermano es un amor de persona, pero furioso se vuelve como un puto demente y quiere romper todo, incluso piernas y brazos.

Nos extendemos un poco hablando sobre Petra y su aniversario, la residencia y las nuevas inquilinas, si me siento cómoda con Zenda o que tal voy acostumbrándome al pueblo. Roy me escucha atentamente comiéndose sus panckes sin perder su mirada de mí un solo momento. Así que cuando suelto lo siguiente, también estoy atenta a su reacción.

—Me he encontrado con Beltrán.

Su rostro de niño feliz comienza a demacrarse a medida que los segundos pasan y el hecho se asienta en su cabeza. Le cuesta tragar, lo veo haciendo un esfuerzo enorme y ayudarse con el jugo de naranja que ha pedido. Sus expresiones se vuelven serias, tan duras como una piedra. Noto que aprieta la mandíbula y pestañea constante. Se está reteniendo.

Beltrán me ha dicho que no diga nada, pero no puedo esperar a que vuelva para enfrentar a mi hermano. Zenda me ha dado motivación que sé que otro día no tendré.

El silencio se vuelve más pesado, más tenso que podría cortarse con una respiración de más. La irritación empieza a nublar mis buenas intenciones y las voces llaman al resentimiento. Intento no aferrarme a ellas, casi inútil.

—Vamos. Habla—demando bruscamente, sintiendo como comienza a brotar algo caliente dentro de mi pecho: ira —Has hablado hasta por los codos hace un momento, ¿y ahora?

Respiro profundamente unas tres veces antes de continuar, pues él no lo hace.

—¿Por qué me mentiste? ¿Por qué me dijiste que habías cortado comunicación con Beltrán si estás trabajando con él? ¡Incluso vives en su casa!

Me sale el grito sin desearlo y veo por detrás de Roy que Taianna se ha dado cuenta al igual que otros clientes. No le respondo a su mirada preguntando si está todo bien, solo me centro en mi hermano.

Se toma un respiro antes de contestar.

—No me gusta tu relación con Beltrán. En verdad, odio que este cerca de ti y que logre influirte tanto, Reaven—dice con sinceridad, sinceridad que a mí me duele—Lo conoces. Ambos lo conocemos. Beltrán no es el caballero que aparenta ser.

—Pero al menos él si es honesto conmigo.

Roy hace una mueca en desacuerdo.

—Hay muchas cosas que no conoces de Beltrán.

—¡Entonces dímelas!

—No es algo que me corresponde decírtelo, y aunque te lo dijera no me creerías. ¡Nunca me crees porque siempre pones a ese idiota por delante!

—¡Y porque sigues con él!

—¡Porque es mi mejor amigo! ¿Tengo que separarme de él solamente porque ustedes juntos son una mierda?

Abro la boca con indignación y tomo lo primero que está en frente: la tarta de manzana. Se la lanzo y se queda pegada en su cara, quitando varias exclamaciones ahogadas de los clientes. Taianna se acerca rápidamente hacia donde estamos.

—¡Oigan, no pueden hacer eso aquí!

—¡Cállate! —le chillo demasiado molesta para no tomarlas con ella y vuelvo a Roy—¡Tu que sabes de relaciones! ¡La única chica con la que has salido llevas casi diez años de noviazgo!

—¡Pero yo si se mantener una relación sana y no hacer pendejadas por detrás!

—Si siguen gritando, juro que les prohíbo la entrada —dice Taianna con los dientes apretados y a punto de echarnos a patadas.

No soporto estar más sentada ni encerrada aquí, por lo que tomo mi bolso y salgo corriendo del local por las calles. Escucho a Roy seguirme por detrás, gritando mi nombre, pero estoy tan enojada para detenerme. Lo hago unas calles más porque la respiración ya no me da y las lágrimas no me dejan ver ni para donde voy. Mi hermano me sujeta del brazo para evitar que me escape, me libro de él con brusquedad y echándole una mirada fulminante. Roy tampoco se ve contento, todavía tiene tarta de manzana embarrada en la cara y poco y nada le importa.

Zenda dijo de una conversación sana, pero apenas pude ponerlo en palabras me he puesto así. No es Roy quien se cierra, soy yo quien lo hago porque no quiero escuchar lo que tiene para decirme. Y me siento más impotente de esta manera, porque en vez de avanzar termino por dar tres pasos hacia atrás.

Suspira con pesadez e intenta abrazarme. Le aparto agresiva, y esta vez su abrazo es más forzado que antes. Termino por dejarlo ser, aun tensa. Él no me suelta, aferrándose a mí.

—Perdón, no tuve que habértelo ocultado—se separa todavía sujetándome de los brazos— Pero, ¿que podía hacer? ¿Decirte y dejar que lo vieras?

—Es mi decisión verlo o no.

—Pero no es tu decisión estar con él—replica en tono serio. Cruzamos miradas, batallando uno contra otro—Hemos hablado de esto y lo hemos hablado también con la psicóloga y la psiquiatra. No puedes salir con nadie hasta dentro de dos años o dentro del tiempo que tenga que ser hasta que estés bien. ¡Ni siquiera puedes tener una mascota durante ese tiempo!

—¡Nunca voy a estar bien! ¡¿Es que no lo entiendes?!—se me quiebra la voz, explotando finalmente todo lo que llevo guardado—¡Jamás voy ser estable, nunca voy a poder ser lo que tú quieres que sea, Roy!

—¡Pero yo no quiero que seas lo que yo deseo! ¡Solo quiero que estés bien y estés conmigo!—grita de regreso, esta vez se escuchan sollozos de su parte. Veo como las lágrimas caen y su rostro se va poniendo cada vez más rojo como cuando llora. Me hace sentir peor y más culpable—¡No te quiero con Beltrán pero eres una jodida terca que no va a hacerme caso! ¡Así que te lo diré para que no te asombres cuando te enteres: voy a romperle las piernas a Beltrán si la vuelve a joder contigo!

Me nace el miedo de verlos pelear y distanciarse de nuevo. No, eso es lo que menos quiero.

—¡Soy yo quien le hace daño!

—¡Es de parte de ambos, Reaven! No eres un demonio ni tampoco una mala persona que hace daño porque si. Pero mira lo que ha pasado estos años. Lo estas intentando, realmente veo que lo intentas con fuerza y quiero que sigas haciéndolo —sus lagrimas continúan saliendo mientras mis sollozos son cada vez mas fuertes—No quiero que Beltrán ni nadie te perjudique, ¡ni siquiera yo!

—¡Entonces, déjame verlo! Por favor...—le ruego con la voz rota y el corazón acelerado. Cada extremidad de mi cuerpo empieza a sufrir al igual que mi pecho. El llanto me ahoga que no sé si me hago entender—No te enojes si lo veo. No te apartes si me encuentro con él. No te vayas, Roy, por favor. No me dejes sola...

Su respuesta es darme un zape en la cabeza, descolocándome. Le veo con el rostro contraído, como si le hubiesen realmente dolido mis palabras.

—¡Eres tu quien no debe dejarme solo porque yo no lo haré, Reaven! ¡Seguiré siendo un pesado contigo por el resto de tu vida así que ni se te ocurra irte y dejarme!

Nos quedamos en la calle con las miradas sobre nosotros viendo como pasamos de los gritos a los abrazos y al llanto. Nos mantenemos así por un largo rato que no se cuanto tiempo pasa, solo sé que me abraza tan fuerte como si temiera que me marche. Yo lo abrazo aferrándome a él, a la vida en si. Con o sin Beltrán en mi vida, el motivo por el cual sigo viva es por mi hermano, es por todo el amor y todo el esfuerzo que ha hecho por mi.

Quizá Zenda tenía razón. Puede que estalle la guerra entre nosotros cada vez que nos digamos las cosas en la cara, pero termina por unirnos aun más.

Empezaré diciendo que pese a haber leído las fichas, tratando de imaginarme la historia y tal, creo que no me lo esperaba así ni me lo había imaginado así (?)idk el caso es que es todo tan... INTENSO.   que me da que sufriré con tus capítulos (y encima ems confirma mis sospechas con sus capítulos aymai). Y ahora si entro en materia:

Empezamos ya fuerte, por que si a rae lo único capaz de móverle el corazón es beltrán ya te lo está diciendo todo. Y ya empezamos mal, x que se ve ya sufrimiento y sentimientos encontrados.  
La introducción sobre reaven, donde nos va introduciendo un poco su vida y como ha estado evolucionando, como pese a todo pronóstico de alguna forma lo está intentando y creo que en el fondo solo se tiene que dar cuenta de lo fuerte que es    

—Así que golpee a Cara.

Levanto la mirada rápidamente hacia Taianna con los ojos abiertos a la par, preguntándole si realmente es lo que he escuchado. Taianna hace una sonrisa burlona antes de estirar su mano y quitarme la última tostada.

—Eso te pasa por no escucharme.

  mi reacción literal cuando leí que taianna había golpeado a clara, luego ovsly entendía que era una broma pero por un momento me quedé en shock xdd Me encantó el comentario para que la pobre reaven volviera a la tierra. Pero la verdad es que su monólogo interno me dejó destrozada, so solo me puedo imaginar como puede sentirse y ya solo con eso me parte el corazón t.t por que el hecho de que le de a todo tantas vueltas a la cabeza, que aun que sepa que está en la situación que está no la acabe de aceptar y no se sienta cómoda con ello dice mucho de ella. por eso, no, no es un parásito. (aun que entendí que llegue a esa conclusión)

—Ya te dije que no, ¿que soy tu obra de caridad?—replico bruscamente, más de lo que me gustaría.

 

—Roy no me deja salir de noche. ¿Te acuerdas que no tengo poder sobre mi persona?

bt grl!! se que esto me recordó al movimiento de britney en parte obvio lo mencionaste tu también xd pero idk maybe entre todas puedan unirse para que al menos la tutela parte a ser de ella propia, como hacer su propio movimiento en belle epoque(?)   (al mismo tiempo quiero saber también que llegó a pasar más concretamente/detalladamente para que roy acabara con su tutela ).

  k cojones el padre? ahhrr
si eso es hacerse cargo de una persona que venga dios y lo vea. obvio que la pobre no se sienta cómoda, es que ni aun que tenga curiosidad o interés en algo lo querrá compartir cn semejante persona, si ni le prestas atención y solo acabas como atacándola, en fin. pero como acabó esa parte... yo también me quedé como, dios que va a hacer ahora si no le pagan esa parte
Opinión con respecto a charles: NEXT    

—Bien, seremos tu y yo, hermanita.

—Como siempre.

  i wish that ahre

—Eso no te quita lo terca.

—Y a ti lo pesada. Ahora come que estas delgadísima, en cualquier momento haré de ti una escoba nueva para esta casa.

 

lo peor es que de ese momento medio feliz de coña con flora me pasas a esto:

He escuchado esas palabras en mi cabeza por años. Me hacían llorar por horas y se instalaba un sentimiento horrible en mi pecho, la realidad golpeándome más duro que nunca. Todavía se siente así, solo que ya no me hace llorar. Ya no. Estoy demasiado resignada para hacerlo.

y pongo este pedazito por no poner toda esa parte por que me tuviste a moco tendido, que por un momento creía que iba a pasar lo que iba a pasar y en el desastre y el fin del mundo  
Me entristece ver esta parte de Reaven, en parte me gusta por que muestres este tipo de pensamientos internos, pero eso no quita lo duro que es esa realidad. Por esa incertidumbre valanceandose entre los pensamientos más oscuros y el ápice de esperanza o deuda con los demás... es triste, pero muy cierto y me encoje la garganta con tan solo leerlo.

—Beltrán. Beltrán. Beltrán—repito su nombre una y otra vez, deseando que esto no sea un sueño. Preferiría estar muerta si así lo fuese.

—Estoy aquí, Reev. Estoy aquí contigo—suspira con el alivio contenido. Sus manos comienzan a acariciarme con cariño.

No me despego de él, ni siquiera cuando empiezo a notar que somos el centro de atracción. Me vale mierda. Cuando Beltrán esta en el radar, ya nada es importante para mí, ni siquiera yo.

   
Te juro que por un momento creía que estaba hablando ella sola, como en una alucinación o un sueño y luego caí en que era real y me quedé en plan    

No quiero pasarme citando por que citaaría por mi todo el capítulo por que omaiga, que llega beltrán y da a odo un giro de 360º. Además de que me quedé en shock que de repente aparezca.
Vale, no se muy bien como describir lo que pienso sobre beltrán, pero resumiré diciendo que tengo sentimientos encontrados después de haber leído el capítulo. Al principio estaba como super feliz por que era un momento épico de escena romántica, intensa y con mucho amor entre ambos. Y creo que en verdad se preocupa por ella y como que la quiere cuidar y estar con ella. Pero en otros aspectos... me parece intrigante. me gustaría ver más ejemplos de como llegó a ir la relación y a qué limites, o como de manipulador puede llegar a ser... por que si vi en parte que de alguna forma se la lleva a su terreno, pero luego en la forma que lo describe roy que conoce a ambos, se ve que ambos se quieren demasiado... pero es como si hubiera algo oculto. en parte me intriga de la misma forma que Yoo Jung en CiT

Apreciación de unos momentos too much cute 4 ma heart.

Tengo que darle la razón. La playa con su horizonte, su sonido, movimiento y olor logran llevarse las penas. Prefiero los lugares pocos habitados, me ayuda a disfrutar mejor el silencio. Mi cabeza finalmente parece callar todos mis demonios. Y tendré a Beltrán a mi lado. Nos tendremos el uno al otro.

Y es verdad. Me encanta Beltrán. Me encanta cuando entrelaza su mano con la mía justo como ahora, la manera en que se le achican los ojos ante su sonrisa y el relajado y dulce ambiente que se forma entre los dos.

Su sonrisa me cala hasta los huesos y la manera suave en que pestañea, mirándome con cariño.

—Buenos días.

Deja el ramo sobre un banquito cercano y abre sus brazos, invitándome a hundirme en ellos. Por un segundo, las voces de Flora y Taianna en mi mente suenan recordándome que puede no ser el momento, que me centre en mí. Pero no soy demasiado fuerte para resistirme, para no querer quedarme entre sus brazos, protegida de todos y hasta de mi misma. Nos abrazamos tan fuerte que mi cara se hunde en su pecho, aprovecho a inspirar con profundidad, refrescando el olor de su colonia.

:heartbroken::heartbroken::heartbroken:

    asi me quedé cuando Reaven contó su historia con beltrán y todo lo que conllevó. TOO MANY FEELINGS.     ya no se ni que decir, es que en un momento me contaste la historia de romeo y julieta pero en version Reaven y Beltrán, que ya no quiero plantearme el final que tendrá por que me viene un sabor de boca amargo ayyyyy honestamente, creo que pasaron por mucho.

—Flora tiene razón. Priorízate, y una vez que estés bien podrás pensar en volver a darle una oportunidad. Pero si recuperarte es importante para ti, entonces ve por ello.

Termino por asentir con ellas y cambiamos de tema hacia el día laboral de Flora y las últimas artesanías de Taianna. Pero no dejo de pensar en Beltrán y la angustia que empieza a desmembrarme por dentro ante la idea de soltarlo una vez más. Nunca pude hacerlo del todo, ¿podré esta vez?

tuve que citar esto, por que honestamente creo que es de mis momentos favoritos del capítulo. en este instante, siendo honesta con sus compañeras de piso se está mostrando tal y como es y habla de sus inseguridades. Y creo que ella misma debería comprender el avance que eso supone para ella, y debería sentirse en parte orgullosa. Dejando de lado eso, debo decir que estoy 100% de acuerdo con ellas. Ha estado mucho tiempo de idas y venidas, con una relación que no ha resultado estable para ninguno de ellos. Y creo que esta vez debe de verlo desde distintos puntos de vista, y de llegar a comprenderse a si misma. y sobretodo quererse, amarse por ser quien es y no por como otros puedan amarla. y tengo mucho optimismo para Reaven  

MIRA, AMÉ EL FINAL ENTR ROY Y REAVEN al final fue capaz a su manera de sicnerarse como su psicologa le recomendó y dejar las cartas sobre la mesa, y al final fue todo tan tiernoo

para finalizar volveré a esta parte del capítulo:

No me importa que sea algo demasiado personal, si le toca el corazón a la profesora y al equipo educativo y logra hacer que me dé el diploma de por fin egresada de la preparatoria, pues bienvenido sea.

ahora que es el final, puedo confirmar algo. Rae, habla de tu vida, tus vivencias y sentimientos. yo creo que con ello se gana a todo el equipo educativo     creo que tiene mucho que contar.

pd. sorry por la kk de comentario

Ugh en estos momentos desearía haber escrito en notas lo que quería comentar. Como sea, ultilizaré la vieja clasica, la memoria ajshaj

- Raeven es un personaje tan crudo y realista, dios puedes empatizar y entender lo que pasa con ella. LLORO esta resginada pero quiere seguir viviendo por Roy. (lo dice justo en el final jashja me adelante we)
- Amo a Roy! fui a fijarme los personajes sec y es kim seokjin shit amoooo osea puedo verlo interpretar un personaje tan amable y bello como lo es Roy, se preocupa tanto por Rae    Quiero un hermano como él.
- ¿soy la única que no puede odiar a Charles? bueno si, hirió a nuestra protagonista y hubo mucho trauma, pero se ve que quiere arreglar la situación, en los momentos como los que transita ella debería dejarlo al menos acercarse.
- Sisisis Beltran es lindo, encantador, el novio perfecto todo lo que quieran pero si llega el momento en el que Rae agarre y le diga "quiero tiempo para mi" y el otro se ofenda ROMPO TODO, me da esa sensación sorry :c
- Ay ojalá consiga empleo la chica, si no pues que venga a la florería de los abuelos de Luciel ahre
- ¡como la salvaron Flora y Taianna! jasjajha son lo más, ademas de que Flora le puso los puntos al hermano jshajsa Taianna es un ángel para mi uwu
- Nunca he ido al psicólogo pero leer a Zenda me hace querer ir ahre
- ESE MOMENTO DE LOS HERMANOS estoy llorando   

Quizá Zenda tenía razón. Puede que estalle la guerra entre nosotros cada vez que nos digamos las cosas en la cara, pero termina por unirnos aun más.

esto lo dice todo