Sin titulo

Literalmente, este primer documento no comenzara ni de chiste con el principio de lo que se debería de contar. El día de hoy – 9 de marzo del 2019- vengo a mostrar lo que ha pasado por mi mente, y que, por ende, poco a poco la historia que se debería de exponer en un documento de forma automática e inicial, sencillamente se cuente sola, a medida que avanza. Ustedes estarán diciendo, ¿Qué clase de historia es esta? ¿Una historia sin una historia inicial, debería ser inclusive considerada como historia? Pues déjenme decirles que, una historia no tiene un inicio o un final como el de todos por lo cual yo, personalmente, vengo a imponer que el inicio de mi historia sea este. El más confuso -puede que banal para algunos- raro e histórico que les tocara leer. Porque se, que, aunque algunas experiencias a contar sean algo típicas y aburridas, simplemente tendrán su lado original, porque mi historia es única, a pesar de que se parezcan a ciertas que habrás leído igual. Tampoco piensen, que al decir que mi historia es única, será algo asombroso. No, no se agiten tanto. Mi vida es normal pero inigualable, es desastrosa y tranquila, tal cual la tuya, pero siempre diferente. Esta es la típica, -para nada típica- historia, de una adolescente- no adolescente- mujer- niña- viviendo al otro lado del mundo, con unas ganas inmensas de gritar y no poder.
Por cierto, esta historia no tiene título, ¿no considero que una vida debería ser marcada por uno – o quién sabe? Capaz cambie de idea como he hecho al escribir esta pequeña -aburrida- introducción de lo que será este nuevo método de gritar para mí. Nunca sabre que hacer o escribir, todo cambia en una milésima de segundo, y siempre -siempre- tiene que ser contando para recordar el porqué de un cambio.