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Condenados

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Mensaje por Spencer Miér 08 Jul 2015, 2:15 pm


Ficha de la serie
Noveserie: Condenados.
Autora: Angie (Spencer).
Adaptación: No.
Género: Fantasía.
Contenido: Mundo alternativo, magia, maldiciones, romance, drama.
Advertencias: No.
Otras páginas: Fanfic.es, Wattpad.


Última edición por Spencer el Sáb 18 Feb 2017, 1:00 pm, editado 3 veces
Spencer
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https://www.wattpad.com/user/AngieBrightside

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Condenados Empty Re: Condenados

Mensaje por Spencer Miér 08 Jul 2015, 2:45 pm



Prólogo.


“Resalta tu riqueza con nuestros hilos de oro”.

“Sé un magnate con nuestros diseños”.
 
“Bogati’s te hace brillar como un millón de rubíes”.
 
“Nada como…”.
 
—Definitivamente no sirves para suplir a Ceu. ¡¿Qué se supone que estás escribiendo?! —Dos amigos se exprimían el cerebro para crear un eslogan perfecto para el nuevo comercial de Bogati’s, uno de ellos hartándose de las cursilerías del otro y arrancándole el papel de sus manos—. “Enamórate de nuestras telas”, ¿es en serio?
 
—Oye, la publicidad no es mi área —se defendió, también arrebatándole su papel—. Tú tampoco estás haciendo la gran cosa. “Resalta tu riqueza como un magnate que brilla con un millón de rubíes”. —El silencio le permitió al primer hombre retroceder en su silla con una risa nerviosa—. ¡¿Es en serio?! ¡Estás peor que yo! ¡Estás mezclando todas mis ideas y ni siquiera las estás copiando bien!
 
—La publicidad tampoco es mi área —contraatacó igualmente.
 
—Las ventas dependen del éxito de la publicidad. —¿Así que usaría la misma táctica? Entonces le encontraría su punto débil.
 
—La publicidad es parte del mercadeo, deberías poder con ella —rebatió con su mismo truco.
 
—Las ventas también, así que tu trabajo depende del mío —resaltó con superioridad.
 
—Lamento recordarte que la estabilidad de tu puesto depende del mío, así que si el negocio llegase a fallar, el primero al que despedirían sería a ti —el vendedor remató con una sonrisa autosuficiente.
 
Lo que él esperó que dejaría a su amigo derrotado más bien le provocó una estruendosa carcajada.
 
—Gracias por el mejor chiste que he oído en esta semana, Buster. —¿Sensación suya o recién se deshizo de una lágrima que aún no caía?—. ¡Mis padres son los dueños de esta compañía, es imposible que me despidan!
 
—¡Lemony, Lancaster, dejen de pelear por alguna vez en sus vidas y trabajen! —Alguien no soportó más su discusión.
 
—¿Por qué te mencionan primero si yo soy el heredero, ah? —Para el joven Lancaster era imposible callarse si se sentía rebajado.
 
—Porque “Lancaster, Lemony” no suena tan bien como “Lemony, Lancaster”.
 
—Ah, no lo hagas sonar como si fuésemos un matrimonio, por favor.
 
—¿Yo? ¿Casarme contigo? —exageró cada interrogante—. ¡Ja, primero me caso con Hydra! Hablando de mujeres, ¿cuándo vas a terminar con esa Snowflake?
 
—Snowring —corrigió entre dientes el nombre de su novia.
 
—¡Eso mismo! Los nombres de los magos son demasiado fantasiosos, los odio. Es más, ¿me puedes repetir una vez más cómo fue que acabaste siquiera relacionándote con una mujer tan baja? ¡Eres un magnate, nosotros no creemos en la magia!
 
—Oye, Snow es muy tierna, no hables así de ella. —Era algo que vivía cada día desde el inicio de su noviazgo con la chica de la clase inferior.
 
—Espera a que te lance una de sus supuestas maldiciones a ver si vuelves a defenderla.
 
—¿No que somos magnates y no creemos en la magia? —se burló, era muy fácil responderle.
 
—Lávate los oídos y préstame atención. He dicho “supuestas”, Floripondio.
 
—¡¿Cuál es tu manía de cambiarme el nombre?! —Tampoco era la primera vez que inventaba un nuevo modo de llamarlo.
 
—Oh, así que sí me estás parando. Sé que es Florian, calma. Ahora cuéntame cuándo vas a recuperar tu dignidad.
 
—¿Qué tanto tienen todos en contra de Snow? Sé que es de clase baja y yo de clase alta, es un amor prohibido, pero ¡vamos! Eso es lo que lo hace interesante.
 
—Eso es señal de que te estás quedando sin recursos —canturreó Buster.
 
—¡¿Qué tiene que ver?! —Antes de obtener una explicación, el contrario resopló resignado.
 
—No quería que lo supieras, pero creo que ya no queda de otra. —Se inclinó para buscar el celular que había tirado horas antes en algún gabinete.
 
—¿A qué te refieres? —Florian no estaba agradado con esa imagen que le estaba dando el de ojos grises.
 
—Tus padres me enviaron esto hace unos días. —Ubicó el mensaje para que lo leyera. Era una amenaza que los Lancaster planeaban  oponer a su único hijo si no le ponía un punto final a su relación. Él sólo amplió sus ojos y labios, incrédulo—. Como verás, aprovecharon que soy tu mejor amigo para dejarme encargado de convencerte, por eso es que te he insistido tanto cuando antes me daba un poco igual.
 
—¿De verdad lo están considerando?
 
—Créeme, se aseguraron de que yo también me asustara. Ahora decide cómo quieres que tu nombre aparezca en el periódico: como el próximo propietario de Bogati’s o como el heredero que renunció a su próspero futuro asegurado por un noviazgo prohibido con una hechicera.
 
—Sabes que no tengo opción. —Florian hablaba bajo, a diferencia de su costumbre de ser ruidoso.
 
—Ve y hazlo ya, la paciencia de tus padres está por penetrar el subsuelo.
 
—Gracias por salvarme del peor sermón de mi vida y quién sabrá qué más, Buster.
 
—De nada, Floripondio.
 
—Por favor, no arruines el momento.
 
—De nada, futuro jefe —modificó a lo que sabía que le iba a gustar.
 
—Así está mejor. —Levantó el pulgar—. Piensa en un eslogan útil mientras no estoy.
 
—Claro, aunque creo que pediré un plazo mayor para que dé tiempo a que Ceu regrese.
 
Si no fuera porque Lemony jamás mentiría en algo serio y menos en algo que concerniese  a su futuro, el casi ofendido pelinegro no le hubiese creído. ¿Cómo que lo iban a desheredar si no cortaba sus lazos con la maga? De acuerdo, él al inicio no entendía cómo se había enamorado de quien menos se suponía, más siendo una de las personas más escépticas por conocer, pero por fuera de eso, Snowring había sido una de sus mejores novias. Le era injusto, mas estaba obligado a hacerlo si no quería perder su estatus.
 
Con el propósito de armar bien la ruptura, caminó todo el trayecto hacia las afueras de Magnity, lugar asignado para los de la clase discriminada por creer que tal fantasía de la existencia de un dios y de la magia era real. Atrasados, la gente moderna ya no se fiaba de lo intangible y desde ese entonces, el dinero se había multiplicado a cifras inimaginables. ¿No era eso mejor que estar atado a lo que nunca serían capaces de visualizar?
 
Bien, quizás podría apoyarse de las grandes diferencias entre magnates y magos para justificar su separación. Era perfecto, no se podía discutir algo preconcebido. El único problema era que su escepticismo lo cegaba de las consecuencias que esa alternativa le iba a traer.
 
Ni siquiera tuvo que recorrer todas las calles hacia su dirección: Snowring se dirigía al centro de la ciudad, por lo que se cruzaron en medio de un atajo que conectaba ambas zonas. Era ideal, un sitio poco transitado era lo óptimo para un evento como ese.
 
—¡Florian! ¿Qué haces aquí? ¿Venías a visitarme? Aún estás en tu horario de trabajo, ¿qué ha ocurrido? —Oh, vaya, ¿por qué era tan dulce?
 
—Snow, sabes que te quiero mucho…
 
—Oh, no me lo digas —presintió cómo iba a culminar esa oración.
 
—He estado pensando cómo sería el futuro y no veo más que desastre. Nuestras creencias y nuestras raíces son totalmente opuestas, chocan demasiado, dudo que sigamos funcionando cuando queramos dar un paso más adelante.
 
—¿Cómo fue que no lo supuse antes? Un magnate y una hechicera, era demasiado bueno para ser verdad. ¡Era obvio que algún día me ibas a despreciar por tus estúpidos prejuicios de ricachón de primera clase! —explotó su rabia, la dulzura se disolvía.
 
—Algún día ibas a intentar inculcarme tus estúpidas creencias de última clase, sería lo mismo. —El botón rojo de ambos fue presionado: sus culturas fueron insultadas.
 
—¿Disculpa? —Llevó su mano a su pecho—. ¿Has dicho “estúpidas”?
 
—Tú también usaste esa palabra y yo no te he reclamado nada.
 
—¿Quieres que te demuestre lo estúpida que es mi cultura? Vívelo tú mismo —desafió sin que el hombre se inmutara—. Si tanto quieres una relación que cumpla con todos tus requisitos, entonces no volverás a estar en una seria hasta no encontrar a la mujer que te acompañará sin importar que todo se haga añicos.
 
—¿Qué ha sido esa rima tan rara?
 
—Disfruta ahora que serás soltero por un buen tiempo. Adiós. —Snowring se desvió para no continuar a la par con su ahora exnovio.
 
—Vaya, fue mucho más sencillo de lo que esperé —musitó para sí mismo.
 
Sí, fue sencillo, pero con lo que Florian no contaba era que la rima tan rara no era tan simple.
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Mensaje por Spencer Dom 12 Jul 2015, 8:01 pm



Capítulo 1: ¿Todo sigue normal?


Florian sintió un gran alivio al ver que todo había ido tan de maravilla, de verdad juraría que lo mínimo que esperaba era un desastre natural, pero todo siguió tan igual como de costumbre. No era que creyera en la magia, nada que ver, sólo que con lo oído en leyendas eso era lo menos que podía imaginar.
 
Al volver de donde se había ido, Buster estaba acostado sobre el escritorio —todos los papeles los había regado en el suelo alrededor— jugando a rebotar una pelota contra la pared. La entrada del otro lo distrajo de su entretenimiento, perdiendo el ritmo y cayendo la pelota en su rostro.
 
—Justo lo que necesitaba —refunfuñó en medio de las risas del que presenció el accidente.
 
—Espero que Hydra te forme un drama por el moretón que te va a salir ahora. —No exageraba, la piel de Lemony siempre fue muy sensible, por lo que al mínimo toque más fuerte de lo normal se le asomaban marcas.
 
—Y yo pensando en maneras de huir de ella la próxima vez que me vea, qué oportuno.
 
—¿En eso has gastado tu tiempo laboral?
 
—No, apenas me acomodé hace unos diez minutos como mucho —negó a la vez que se sentaba a la orilla del escritorio—. Logré conseguir el plazo, Ceu hará el trabajo.
 
De haber creído en un dios, Florian seguramente se lo hubiese agradecido.
 
—¿Qué tal el rompimiento? ¿Tuviste suerte o ahora estás bajo la mira?
 
—¡Tuve demasiada suerte! Ni siquiera tuve que llegar a la zona baja porque me la conseguí en el atajo, luego entendió todo sin siquiera tener que profundizar y al final sólo me dijo una rima extraña, pero todo resultó ser bastante rápido y sencillo, ¡la mejor separación posible! —La tranquilidad que le dio no temer de fuerzas místicas le hacía sonar incluso como si lo hubiese hecho voluntariamente y no por estar amenazado.
 
—¿Te dijo una rima extraña? —Inclinó su cuerpo hacia adelante.
 
—Sí, algo de que si no encuentro quien plazca mis requisitos, que esté solo hasta no hallar quien esté conmigo cuando todo sea añicos. —Aguardó por la respuesta del interesado, obteniendo el silencio de su mirada dirigida al suelo a su izquierda y sus labios prensados—. Hey, ¿estás ahí?
 
—Ah, sí, sí. —Despertó de su trance—. Me perdí en la rareza de su rima. ¿Quién lo hace cuando le terminan?
 
—¿Verdad que sí? Será cosa de magos.
 
—Sí, cosa de magos. —Rio nervioso. Por fortuna, después de diez años conociéndose, su amigo aún no diferenciaba su risa ocasional de cuando algo era ligeramente gracioso y su risa de nervios.
 
—¿Sabes? De aquí a que recojas todo lo que botaste por estar de fresco, creo que se hará la hora de salida, así que apúrate, hoy vamos de fiesta.
 
—¿De verdad acabas de romper con tu novia por obligación?
 
—Parezco imprudente, pero es lo que menos me interesa ahora. Quiero divertirme un rato y no he pisado una discoteca desde que Snow apareció en mi vida, ya es hora de disfrutar como solíamos cuando no había mujeres de por medio.
 
—Vaya, tu recuperación es increíblemente veloz. —Le asombraba lo normal que se mostraba.
 
—¿Cuándo me has visto pasar un buen rato triste?
 
—Es cierto, pero se suponía que había sido una de tus mejores novias, creí que dolería más. —Le recordó las palabras que emitió más temprano.
 
—¿Qué se le puede hacer? ¡Vamos, apúrate! ¿Acaso tú no quieres ir? ¿Te da miedo toparte con Hydra?
 
—¿Ahora todo se lo acreditarás a Hydra? —Se estaba cansando de su reiterado uso como la excusa que según Lancaster era la que lo detenía de varios asuntos.
 
—No sé, eso demuéstramelo tú.
 
—Ayúdame, algunos son tuyos y no sé cómo van —pidió ya levantándose de su asiento.
 
—No, yo ni estaba aquí cuando el huracán Buster acabó con el orden de la oficina. Yo iré a casa a cambiarme, nos vemos en el Emerald. —Enseñó la palma de su mano derecha para despedirse.
 
—¡Después no me andes apurando cuando no llegue al mismo tiempo que tú! —exclamó antes de oír la puerta cerrarse.
 
No fue posible evitar analizar lo poco que escuchó de la rima que la maga le recitó al pelinegro antes de dividir sus caminos mientras solucionaba el desastre que él mismo ocasionó. El fragmento le daba a entender que la persona estaría sola hasta dar con la mitad que encaje perfectamente con ella. Con la circunstancia de ese instante, no sería de extrañarse que tuviesen una intensidad mayor a las expectativas. ¿Estaría muy paranoico o estaría en lo cierto?
 
—¿De verdad podría estar condenado a algo así? —preguntó para sus adentros, consternado. Era difícil de creer.
 
No mucho más tarde, ambos hombres de cabello negro se encontraron en el estacionamiento del Emerald, tal y como acordaron antes. Era el lugar perfecto para conocer gente de clase media y alta, la apropiada para los de su linaje. Era cierto, la mayoría representaba a la clase del medio, pero si sabían quiénes no se aprovechaban del alto estatus de los magnates, el trabajo estaba puesto en la mesa.
 
Al segundo de haber ingresado, ya varios fijaban sus miradas en el par. No era por presumir, quienes portaban ropa de la línea Bogati’s eran los mejores vestidos. Compañía de los costureros de punta más renombrados de toda Fayden, sus productos iban desde hilos y telas hasta la vestimenta más elegante que alguna vez vería. Nadie, absolutamente nadie que llevase puesta una prenda Bogati’s pasaba desapercibido.
 
—A que esto no es lo mejor —cantó con emoción el heredero, le hacía falta aquella sensación de ser el centro de atención.
 
—Dilo cuando se te acerquen. Que te miren no es del todo válido, eso es inevitable.
 
—Ah, no seas aguafiestas, por favor.
 
Atravesando a una multitud bailadora de ritmos eléctricos entre luces de efectos coloridos, ambos se abrieron paso hacia el bar. Nadie que acudiera al Emerald debía quedarse sin probar al menos uno de sus finísimos tragos y, como buenos magnates, se asegurarían de ordenar el más costoso en primer lugar. Además, como también buenos imanes humanos, atraerían así a las chicas con más rapidez. O bueno, quizás no a las chicas, sino a los hombres de negocios que aspiraban mantener una animada charla sobre los mismos con el joven Lancaster, como acostumbraba a suceder si se dejaba ver demasiado. Vaya suerte la de Lemony, envidiaba él a su amigo por no ser tan reconocido y así gozar de más libertades en ese tipo de cosas.
 
Y como si lo hubiese invocado con el solo pensamiento, al echar un vistazo a la dirección donde estaba Buster, al gran idiota lo rodeaban mujeres con excelentes pasos de baile, el de ojos grises en el centro elevando su copa casi vacía en el aire como para hacerse notar aun más y causarle más celos al aún atrapado en aburridos temas de conversación. Peor todavía, esa copa a lo alto no estaba ahí por nada, ese truco se lo sabía derecho y de reversa. No tenía ni la menor idea de cómo lo hacía, pero su amigo contaba con una rarísima habilidad para inclinar cual fuera el recipiente donde le sirvieron el licor lo suficiente como para que el líquido cayera directo en su boca, bebiendo las últimas gotas de esa manera tan espectacularmente extravagante y atrayente.
 
Espera, ¿eso último había sido un guiño hacia él seguido por una carcajada? Lemony se estaba buscando una muerte accidental por ser tan descarado. ¡Él no fue el de la idea y era el que se estaba quedando con todo lo bueno! No, Florian no aguantaría más, esa noche era suya, no de Buster.
 
—Disculpen, debo ir al baño —excusó para —por fin— ser libre de las formalidades y pasar el tiempo como lo había imaginado desde un principio: acumulando bellezas.
 
Antes tuvo que hacer su parada en el baño, claro, para no quedar como el mentiroso número uno del establecimiento. Después ya podría aguarle la rumba al otro.
 
—¿Cuándo aprenderé que no debo invitarte porque tienes un cartel con luces LED donde se lee “todas son mías”? —Fue lo primero que le dijo al hallarlo y lograr aislarlo de su círculo.
 
—Lo siento, no soy culpable de haber nacido atractivo. —Sonrió de lado, divertido por su rabia.
 
—¿Y yo no? Nos han confundido más de una vez con hermanos, ¡no me vengas a decir!
 
—¿Será porque tres y media de cuatro conversaciones nuestras son discusiones como las de los hermanos? —Inventó su teoría colocando su mano bajo la barbilla para verse más interesante.
 
—¡Por favor! —Blanqueó los ojos—. ¿Es que mi cartel LED ilumina “cuénteme de sus negocios”?
 
—Tu cara es la que lo hace y te doy mi más sentido pésame porque eso es irrevocable.
 
—Ah, eres mucho más insoportable cuando bebes. —Cruzó los brazos.
 
—Aún estoy sobrio, ¿qué te sucede?
 
—Espero que Hydra venga a desmantelar tu club de conquista.
 
—¡Shh, no la invoques! —Se apresuró en callarlo.
 
—Mi más sentido pésame porque ya lo he hecho.
 
—¿Ah?
 
—Vestido aguamarina, mano izquierda. —Señaló con un gesto rápido—. Que te diviertas. —Caminó hacia otra parte, abandonándolo con su martirio principal: la modelo que hacía unos meses firmó un contrato con Bogati’s para promocionar su marca.
 
—¡Florian, no!
 
—Hydra está muy feliz de encontrarte aquí, Lemony. —No, de paso estaba en su etapa de hablar en tercera persona, la insufrible tercera persona tan formal de esa chica.
 
—Ah, hola, Locker —saludó sin ánimos. Su turno como conquistador estaba acabado.
 
—¿Por qué tan apagado, ah? ¡Estás en una disco, debes mover el cuerpo! —comentó bailando ella.
 
Debía admitirlo, sus movimientos eran de los mejores que había atestiguado tan de cerca. De haber sido cualquier otra chica, se hubiese agregado a su compás sin dudarlo, sin embargo, se trataba de Hydra, aquella con la que si no era cuidadoso, cualquier cosa podría suceder.
 
—Oye, el aguamarina estaba entre los colores que no podías usar —advirtió como la primera cosa que le vino a la cabeza. La aludida quedó paralizada ante él, mirándolo con atención—. Estaba bien cuando tu cabello era más negro que azul, pero ahora que es lo contrario no te sienta muy bien. Creo que tendré que reescribir tu lista de colores.
 
—¿Lemony ha regañado a Hydra? —Cubrió sus labios siempre pintados de algún matiz rojo con su mano derecha—. Bueno, eso quiere decir que Lemony está interesado en su apariencia, así que ella está muy feliz. —Sonrió con timidez
 
—Es mi trabajo, debo hacerlo —justificó sin ser del todo escuchado. De todos los clientes que le pudieron asignar, justo le había tocado la modelo de cabello azulado, así que no sólo era el encargado de enseñarle y venderle los productos, sino que también era algo así como su asesor de imagen. ¿Por qué su suerte jugaba tanto en su contra?
 
—Te enviaré hoy mismo en un mensaje cuándo podemos reunirnos para editar mi catálogo, ¿sí? —Bien, al menos ya hablaba como alguien normal.
 
—De acuerdo.
 
Estuvo a punto de dejarla ahí e ir a otro rincón, pero cuando detalló la letra de la canción que sonaba en ese momento, su historia sobre un amor hechizado le hizo acordarse de la rima que la maga le había dedicado a Florian y la intriga que le causó. Si no estaba equivocado, Hydra era de orígenes bajos, por lo que quizás al fin podría sacarle provecho.
 
—¡Locker! —llamó a la chica que había vuelto a caer en el ritmo y que de nuevo frenó al oír su voz.
 
—¿Necesitas a Hydra? —Ah, no otra vez.
 
—Espero que no te moleste…
 
—Jamás molestarías a Hydra —aseguró contenta.
 
—Necesito aclarar una duda y creo que eres perfecta para resolver el misterio —bajó la voz, viéndose forzado a susurrarle al oído. Lo menos que quería era ser escuchado por alguien más, sería ridículo—. ¿Qué sabes de las rimas de los hechiceros?
 
—¡¿Lemony está en problemas?! —Se alarmó, igual guardaba la privacidad que él requería.
 
—No, yo no. Sólo quiero saberlo.
 
—Depende de la rima, puede ser uno u otro tipo de conjuro. Dame el contexto y quizás pueda descubrir de cuál se trata.
 
—Algo parecido a ser solitario hasta no encontrar quien te acompañe cuando todo sea añicos. —La modelo retrocedió un paso, inhalando aire rápidamente y colocando ambas manos sobre su pecho—. ¿Qué? ¿Es malo? —Buster se desorientó. ¿Por qué tendría una reacción como esa?
 
—¿Quién ha sido capaz de despertar así la furia de un mago como para ser maldito con el mal amor? —continuó con un tono trágico.
 
—Hydra, no entiendo. ¿Es una maldición?
 
—Dile a tu amigo que tendrá que matar a quien lo maldijo o jamás volverá a tener suerte en el amor.


Última edición por Angelacpm el Sáb 18 Jul 2015, 8:24 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Spencer Sáb 18 Jul 2015, 1:30 pm



Capítulo 2: Primero el plan.


Como acordaron el día anterior, el vendedor y la modelo se reunieron en la casa de la última para actualizar su lista de colores permitidos ahora que su cabello era más azul y no tan negro. La tarea era simple: Lemony le llevaba un montón de ropa de distintos colores para ir probando qué se veía bien y qué se debía descartar. Por cada visto bueno de su parte, Hydra no evitaba sonrojarse un poco ni sonreír, lo cual era notado por él, quien no paraba de idear una manera de aprobar sin hacer que ella reaccionara así.
 
En medio de un descanso que no estaba en el cronograma —Locker insistió en que Buster degustara el pie de limón que había preparado especialmente para la visita y a él no le quedó de otra más que aceptar—, la joven recordó el asunto delicado que le había comentado en la discoteca.
 
—¿Le dijiste a tu amigo sobre su maldición?
 
—¿Cómo? Ni va a creerme. —No le caería con una noticia así a Florian ni en un millón de años sin un buen plan para convencerlo.
 
—¿Es alguien muy escéptico?
 
—El rey de los escépticos. Necesito ser un experto en la materia para poder aunque sea hacerlo dudar y no reírse de mí, en el mejor de los casos.
 
—Hydra siente no tener más información, sus padres no le enseñaron esa clase de hechizos peligrosos. —Se encogió en su sillón, envolviendo su taza de té con ambas manos.
 
—No te preocupes, ayer sólo quería averiguar si era una maldición o no. Ya veré cómo obtendré el resto de la información.
 
—Podría ayudarte, quizás haya alguien de la clase baja que no me odie.
 
—No te arriesgues tanto por algo que ni sabes a quién le afecta. Yo me haré cargo.
 
—Si a Lemony le interesa…
 
—A Hydra también —interrumpió con una imitación apagada de lo que solía ser la frase completa.
 
—No iba a decir eso —desmintió a expresión recta, dejando al otro mudo por el cambio—. Si a Lemony le interesa, podría conseguir la dirección del sabio.
 
—¿El sabio?
 
—Es un señor mago que se desvinculó de su mundo para ayudar a los que quieran conocer de él. Quiero decir, estaba en contra de que los magos maldijeran a los demás cuando les provocara, así que decidió ser quien ayude a los condenados a solucionar sus problemas o a sobrellevarlos si son irrevocables.
 
—Déjame ver si entendí. ¿Es un mago que ya no es mago pero sigue siendo mago? —No halló otra manera de ordenar sus palabras.
 
—Sí —afirmó al comprender lo que quiso decir—.  Es un mago que ya no ejerce y que no sigue las leyes de los mismos al ser condescendiente con los malditos. Siempre anda mudándose para que los hechiceros que están molestos con él no lo ubiquen, pero yo sé cómo contactarlo.
 
—Sería muy útil. Avísame cuando lo logres, yo seré el que le preguntará, no lo hagas por mí —se adelantó al favor que de seguro le iba a ofrecer.
 
—Claro, eres el que sabe del caso.
 
—Por cierto, no tienes que preparar todo lo que sea de limón cada vez que vengo por ser lo único que sabes que me gusta. Hay más sabores que me agradan, ¿sabes? —informó mientras terminaba su postre.
 
—Oh. —Abrió bien sus ojos azules y sus mejillas se tornaban rosadas—. ¿Siempre te doy algo de limón?
 
—¿No te habías dado cuenta?
 
—¿Lemony se cansó del limón? —Tapó sus labios, pronto sus mejillas tomarían ese mismo color y no quería que se notara.
 
—No, no, sólo pido variedad. —Sacudió sus manos de lado a lado para restarle importancia y sumarle negación.
 
—¡Lemony se cansó del limón! —Y como si de una urgencia se tratara, se apuró en levantarse del sillón e ir a la cocina—. ¿Cuál es tu sabor favorito, Lemony? ¿Chocolate? ¿Fresa? ¿Café? ¿Menta? —preguntaba por cada refrigerio que hallaba.
 
Buster se explayó en el sofá, poniendo en blanco sus ojos. Por cosas así era que le desesperaba estar con la chica de cabello azul.
 
Siendo atendido de forma más normal, Florian conversaba con un amigo en problemas. Sus ganancias caían en picada y necesitaba su ayuda para no acabar bajando de rango.
 
—¿Cómo lo haces?
 
—¿Qué de todo? Sé específico, Craig.
 
—No dejarte llevar por lo que sientes en el trabajo. —Su gran inconveniente era el no saber apartar lo emocional de lo laboral, cometiendo muchos errores por ello.
 
—Eso es algo que debes aprender a controlar. Lo llamamos “inteligencia emocional”.
 
—Debo ser un ignorante en esa escala. —Resopló.
 
—No sé si es algo que se pueda enseñar, creo que más bien es algo que viene con uno, así que lo siento mucho, pero tendrás que valerte por ti mismo.
 
—¡Es una urgencia! Florian, entiende, creo que si en menos de un mes sigo así, terminaré siendo rebajado a clase media. ¡Mi salario ya está rozando ese límite!
 
—¿Así de fácil explotas? Ahora tiene sentido —comentó burlesco aunque sin malas intenciones.
 
—¡Jamás estarás tan al fondo, no lo entenderías! Ponte en mi lugar.
 
—Mis padres quisieron desheredarme y rebajarme a clase media por estar con Snowring, créeme que comprendo tu pánico.
 
—¿Así que por eso fue que rompiste con ella?
 
—No había de otra. —Se encogió de hombros.
 
—¿No te maldijo? —entonó con una voz tenebrosa y moviendo los dedos.
 
—Para nada, esos son puros cuentos. —Rio—. No desviemos tanto el tema, hay que solucionar tu percance.
 
—¿No que era imposible ayudarme?
 
—Lo más probable. Eso no quita que pueda darte algunos consejos que no sé si funcionen, pero que de repente te faciliten mantener una postura más profesional.
 
—Más vale que sí —masculló.
 
—El supuesto truco está en poner cara de póker, así no expresarás nada.
 
—Una cosa es expresar y otra sentir.
 
—Supuse que esa sería tu réplica, así que el paso dos de mi teoría es que ser inexpresivo contagiará a tus emociones, reduciéndolas —continuó bastante confiado.
 
—¿Me estás diciendo que me vuelva una piedra?
 
—Oh, no, no, eso lo que hace es caer mal. ¿Nunca te contaron la leyenda del tipo duro? —Para los magnates, las llamadas “maldiciones” no eran más que leyendas.
 
—Como si eso pudiera ocurrir.
 
—Es la metáfora a “no te hagas insensible”. Por lo tanto, la fase tres de mi teoría es que debes sonreír y mostrarte cordial para liberar de a poco tu interior sin dejar de ser serio.
 
—¿Algo así como Lemony cuando le entra lo profesional?
 
—Odio decirlo, ¡pero él es el ejemplo perfecto! —admitió muy a su pesar—. Más te vale no decirle a Buster nada de esto, no quiero pensar en lo que haría si se entera de que lo considero un ejemplo perfecto para algo.
 
—Descuida, jamás lo sabrá.
 
—Bien, supongo que lo has visto en acción como para haberlo nombrado. Podrá ser alguien que aparenta ser relajado, pero cuando de verdad quiere ganancias, hace de todo para conseguirlas. ¿Cómo crees que nos ganamos a Hydra? —La modelo solía nunca llegar a firmar un contrato con nadie, por lo que su estadía en Bogati’s era un enorme orgullo para la compañía.
 
—¿No fue porque ella se enamoró de él?
 
—Ese fue el daño colateral de su profesionalismo, ¡pero vamos! Si hasta trabajando puede enamorar a alguien, ¿no crees que sea porque está haciéndolo perfectamente?
 
—Básicamente me estás mandando a pedirle ayuda a Lemony.
 
—¡No! —negó de la manera más rotunda existente—. ¡Yo voy a ser quien te saque del pozo! Te voy a investigar trucos que de verdad sean efectivos y no teorías locas, ¡aunque deberías aplicar la mía, suena convincente!
 
—Está bien, está bien.
 
—No vayas a culparme si igual desciendes, hice el intento —recalcó, por supuesto que él no tendría la culpa si sus consejos no servían.
 
—Sí, sí. Practicaré mi cara de póker, adiós —se despidió, levantándose de su asiento.
 
—Avísame qué tal.
 
Era sábado, así que Florian no tenía nada planeado que hacer después de su reunión con Craig. Revisó su celular, vaya sorpresa al conseguirse con un mensaje de la morena que había logrado excluir del club de conquista de su amigo —la única con la que logró algo, en realidad— ¡y le estaba preguntando si tenía ocupaciones el día de hoy! Ni siquiera recordaba cómo se llamaba, pero eso sería algo sencillo de solucionar.
 
“No, justo ahora me estaba preguntando qué hacer”, respondió con un guiño. Ella no demoró en confirmar que saldrían en la tarde a conocer el parque que inaugurarían en pocas horas. ¡Genial! Lancaster había pensado en ir, mas no le animaba mucho ir solo. “Por cierto, ¿cómo se escribe tu nombre? Es para asegurarme de que está bien”, ese siempre era su truco para no ser descubierto en su olvido y nunca fallaba a menos que la chica tuviese un nombre imposible de confundir. “Tracy, espero que no lo hayas escrito con ‘ie’ al final”, ¡funcionó! Era hora de presumir llamando a cierta persona.
 
—¿Hola? —Atendió perezosa la voz del otro lado.
 
—¿Por qué tan apagado, Bus? ¿Hydra te tiene agotado?
 
—No lo hagas sonar como otra cosa, pero sí. Me ha costado convencerla de que siguiera probándose la ropa y no buscando qué darme de merienda para la próxima vez. —Aprovechó de quejarse mientras la modelo aún estaba en el  vestidor—. No me llamas así tan de repente por nada, ¿qué me quieres contar?
 
—¡La chica de ayer acaba de escribirme e iremos a la inauguración del parque! ¡Voy a salir con la única conquista que me permitiste ayer y tú que tuviste un montón ni tienes el número de alguna, ja! —alardeó sumamente divertido. Tenía tiempo sin ganarle en esas cosas, era una gran victoria para él haber superado al galán por accidente.
 
—Sabes que sólo buscaba la atención del momento, ¿no?
 
—Sin excusas, Bus. Admite mi triunfo por sobre el tuyo.
 
—Lo haré cuando tu nombre de verdad sea Floripondio.
 
—Ah —bufó, qué difícil se hacía—. El punto es que ya conseguí qué hacer hoy, así que si creías que te iba a salvar de la insistencia de Hydra para que te quedes en su casa por un rato más, lo siento mucho, pero ya estoy ocupado.
 
—¡¿Qué?! Espera, ¿qué ha sido eso? ¡¿Ibas a sacarme de aquí?!
 
—¡Sufre mi victoria! —Por supuesto que no iba a sacarlo de ahí, sólo quería dejarlo con la duda y el peso de un escape que se le fue de las manos como venganza a no declararlo el ganador. Para agregarle más intriga, colgó sin permitirle contestar.
 
—¡Ya me verás en el parque con una pareja mejor! —vociferó antes de percatarse de que ya no lo escuchaba.
 
—¿Con quién habla Lemony?
 
Infarto, ¿cuándo estuvo lista Hydra para chequear una nueva prenda?
 
—Oh, estabas ahí. —Rio nervioso de lo que pudo alcanzar a oír.
 
—¿Así que vas a ir a la inauguración del…?
 
—¡Pero mírate! —irrumpió poniéndose de pie, no le convenía el otro tema—. Vaya, ese violeta te queda muchísimo mejor de lo que esperé. Creí que se vería mal, pero en realidad es uno de los que mejor van contigo ahora.
 
—¿Lo dices en serio? —Sus ojos brillaron, también estuvo a punto de cubrir sus labios.
 
—Me puse de pie, ahora te aplaudiré. —Iba en contra de todas sus reglas a seguir cuando estaba con ella, pero era una situación de emergencia en la que podía romperlas porque eso suponía un riesgo menor al de ir con el guion.
 
Hydra podía morir de felicidad en ese mismo instante. ¡Buster jamás la había elogiado tanto! ¿Estaba soñando? Esperaba que no.
 
—En ese caso, ¿Hydra podría ser la mejor pareja para ir al parque de Lemony? —invitó indirectamente, tímida pero segura a la vez.
 
—¿Qué? —¿Ni alabarla así la había desviado de su objetivo?
 
—Por lo que entendí, Lemony asistirá al evento y desea hacerlo al lado de la mejor compañía, así que Hydra supone que podría ser esa compañía.
 
—¿Hydra también tenía pensado ir? —El referirse a sí misma en tercera persona era confuso para unos y contagioso para otros. En el caso de Buster, tutear quedaba atrás de vez en cuando.
 
—Sí. No me importaba ir sola, pero ahora que puedo invitarte…
 
Abrió bien los ojos, iba totalmente en serio. Su forma de hablar se había vuelto muy segura. ¿En dónde se había equivocado que no logró eliminar el tema? No podía inventar que tenía otro cliente porque era sábado, ¡no podía huir!
 
—Además, así te compenso haberte hecho trabajar hoy. —Sonrió de lado, no fracasaría esta vez.
 
—Eso no sería una compensación —murmuró tan bajo que ella no comprendió—. Sigue probando colores a ver cuál te vas a poner.
 
—¿Eso es un sí? —Juntó sus manos y agudizó su voz. ¿Al fin no la estaba rechazando?
 
—Anda, la idea es que fascines. —Enfatizó con su mano.
 
—¡Hydra conseguirá un color que impresionará a Lemony! —Con un beso en la mejilla, la feliz modelo se fue tarareando de vuelta al vestidor.
 
—¿Qué es lo que falta para completar el día de hoy? —lamentó, había perdido.
 
Se revisó la cara con la cámara frontal de su celular, comprobando que el beso quedó marcado en su piel. Suspiró, de seguro pasaría más de una vez ese día. Buscó papel en el baño para limpiarse, encandilándose de lo brillante que era la luz de ese lugar en comparación a la sala. Al detallar su reflejo en el espejo, captó por qué tanta claridad era necesaria: cualquier imperfección se haría visible, era ideal para maquillarse. Lo que le dio un respingo fue la mínima pero presente mancha morada que resaltaba de su frente. ¡El golpe que se había dado con la pelota el día anterior estaba delatándose! No es que le importara un moretón, sólo que si Hydra iba a verlo, era un caso totalmente distinto porque lo que le faltaba era que ella se preocupara por él. Miró un estuche a su izquierda y pensó antes de tomarlo, tendría que hacerlo.
 
—¡Mira este color, Hydra está segura de que te encantará! —Escuchó a lo lejos, aún no terminaba—. ¿Lemony? ¿Dónde estás?
 
—¡Acá! Ya casi estoy, ya salgo. —Lo mejor, ahora tendría que apurarse.
 
—Nunca contaste con quién hablabas hace un rato. —Decidió conversar mientras lo esperaba.
 
—Ah, era con Florian. Me estaba avisando que consiguió con quién ir a la inauguración.
 
—¿Consiguió con quién ir? ¿Y Snowring? —inquirió confundida.
 
—Creo que es hora de que te revele algo importante: Florian es el que está maldito.
 
—¡¿Qué?! ¡¿La ruptura fue tan mala así?! —Supuso que lo habría hechizado por eso.
 
—Él piensa que fue de lo mejor, pero me imagino que sí, alguna cosa debió decir.
 
—Qué terrible, no pensé que fuera alguien tan cercano. ¡Oh! Ahora entiendo por qué te preocupa tanto, se trata de tu mejor amigo. Podría aprovechar que lo veré hoy para…
 
—No. —Cortó su diálogo—. Tú misma me has dicho no estar muy bien informada, será lo mismo que le cuentes tú a que le cuente yo aunque cuentes con más fundamentos para asegurar que tiene una maldición. Necesitaría pruebas.
 
—¡Hoy mismo las obtendremos! —celebró la chica, muy fuera de sitio para el vendedor.
 
—¿Cómo dices?
 
—Hay que vigilarlo. Lancaster tendrá una cita hoy, de seguro saldrá mal. Sería la primera prueba de que no será exitoso en el amor. —Bien, Buster no podía creer que diría eso dos días seguidos, ¡pero vaya suerte de tener a Hydra! Si todo era cierto, ese mismo día podrían confirmarlo.
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Mensaje por Spencer Vie 24 Jul 2015, 6:28 pm




Capítulo 3: Primera prueba.


Era un bullicio de gente. Faltaban unos diez minutos para que se diera la apertura del parque, así que todos los asistentes se encontraban aglomerados a los alrededores de la entrada principal en la espera al corte del listón para ingresar, dar una vuelta y disfrutar del evento que le seguiría como celebración al estreno del área verde más grande de Magnity.
 
La cita de Florian iba perfectamente. Había pasado a buscar a Tracy en el auto más lujoso de su colección, ese que guardaba para ocasiones donde la impresión era lo principal. Como quedaron con más de una hora de anticipación, merendaron en la pastelería favorita de la morena, quedando encantada y él también, porque aunque no fuese del todo de su categoría —era el típico local de clase media— sus dulces estaban exquisitos. Luego consiguieron llegar a buena hora para quedar en la primera fila de todo ese montón de personas. Ese lujo lo compartió con Buster, aunque su amigo lo obtuvo por la persistencia de Hydra en ir exageradamente temprano, así que ambos veían el principio del parque a la perfección.
 
—Tracy, ellos son Hydra Locker y Buster Lemony. Buster, Hydra, ella es Tracy. —Presentó después de haber enterrado sus ganas de reír lo suficiente como para aguantar hasta estar solos por lo desafortunado que era su amigo—. Ellos son dos de mis…
 
—¿Hydra Locker? —preguntó incrédula aunque consciente de que era ella—. No sabes el placer que es para mí conocerte, tu estilo es uno de mis favoritos —confesó saludándola con un apretón de sus dos manos a una de las suyas.
 
—¿En serio? —Llevó su mano libre a su boca—. ¡Hydra está en las mejores manos, por supuesto que tendrá un buen estilo! —aseguró mientras miraba a su acompañante, quien resoplaba sin remedio.
 
—¿Así que él es tu…?
 
—Florian, aléjame de ella mientras está distraída con tu cita —suplicó al ya no ser capaz de seguir escuchando esa conversación sin sentir embrollos por doquier.
 
—Así que mejor pareja, ¿ah? —La burla que ya no cabía en su cuerpo finalmente escapaba—. No sabía que Hydra y tú ya se llevaran tan bien.
 
—¡Cállate, no es así! —regañó entre dientes—. ¡¿Por qué me colgaste tan de repente?! ¡Me terminó escuchando por estar hablándole a la nada y no pude evitarlo!
 
—Te dije que sufrirías mi victoria. —Sonrió triunfante, su objetivo resultó ser muchísimo mejor de lo que planeó.
 
—Hay más de un paparazzi aquí por seguro, Hydra llama demasiado la atención. No quiero saber qué inventarán si nos toman una fotografía juntos.
 
—Tal parece que gastaré mi dinero en revistas de chismes durante toda esta semana. —Pensó en voz alta a propósito.
 
—¿Qué has dicho? —desaprobó por completo.
 
—Buena suerte —modificó para su gusto.
 
—Tengo esperanzas en que tu cambio repentino de pareja te haga resaltar más que el cabello más azul de Hydra.
 
—Es un buen punto a tu favor.
 
—Lemony, sonríe. —Hydra tomó al pelinegro de los hombros y lo giró para quedar viendo al mismo sitio que ella sin previo aviso.
 
—¿Qué? —Apenas logró reaccionar y percibió el brillo de un flash en sus ojos—. ¡¿Eso fue una foto?!
 
—¡Al fin Hydra podrá presentar a Lemony! —exclamó eufórica a la vez que recogía su celular de las manos de Tracy—. ¡Muchísimas gracias por tu ayuda!
 
—De nada, lo que sea por ayudarte con alguien así. —Tracy tapó el lado izquierdo de su boca con la mano sólo por si acaso susurrar no fuese suficiente.
 
—¿Qué acaban de hacer? —Observaba a las dos mujeres conversar tan animadas con espanto.
 
—Querido amigo —Florian rodeó sus hombros con el brazo—, te han emboscado. —Dio dos palmadas en su hombro más cercano—. Te deseo muchísima suerte con los medios.
 
—¡¿Qué más me puede pasar hoy?! —Había tenido que trabajar —por Hydra, de paso— un sábado, tuvo que acceder a ir con ella a un evento público y ahora se había tomado la fotografía que jamás había permitido en todos esos meses. Todo por lo que luchaba se estaba yendo por el escusado en menos de medio día.
 
—Este ha sido el mejor día en años. —Reía Lancaster. Tal desesperación en él era digna de un día para grabar en la historia.
 
—Espero que te vaya peor —deseó sin darse cuenta hasta decirlo de que si su teoría era correcta, probablemente Florian tendría una suerte peor que la suya, sintiéndose mal por eso.
 
Sin tiempo para lamentos, finalmente la hora de la inauguración fue marcada en cada reloj y las puertas fueron abiertas al cortar el listón rojo. Cada individuo presente avanzó maravillado de lo natural y al mismo tiempo moderno que era el ambiente. Los arbustos esculturales, las flores coloridas y bien combinadas, el aire fresco, los cantos de los pájaros, el lugar era el mismísimo paraíso en medio de una ajetreada ciudad. La calma irradiaba de cada rincón, el paisaje nunca perdía su constante belleza y armonía.
 
—Esto es una maravilla. —Como buen conocedor y amante del color, Buster no hallaba más que enamorarse del paisaje. Ya hasta se había olvidado de su situación, su mente se había vaciado y rellenado de la paz de esa tremenda hermosura que pisaba.
 
—Lemony, concentración. —Su compañera lo sacudió, parecía hipnotizado.
 
—¿Qué sucede? —Así de perdido estaba.
 
—Recuerda por qué estamos aquí. —Apuntó con su vista hacia la pareja que caminaba enfrente.
 
—¡Oh, cierto! Lo siento, este lugar es perfecto para desconcentrarme. Todo está tan perfectamente ubicado que siento que quiero quedarme aquí para siempre. Es decir, ¡mira esos jardines! Cada planta es de un color distinto de la misma flor, cada una colocada para contrastar con la siguiente. ¿No es hermoso?
 
—¡Lemony, no te pierdas!
 
—¡Lo siento de nuevo! Los colores bien usados son mi debilidad, estoy rodeado de ellos, me es imposible no voltear a ver cada detalle.
 
—¡Tendrás tiempo de hacerlo cuando quieras! Ahora mismo tus ojos sólo deben dirigirse a ese par. —Señaló—. Les está yendo demasiado bien, pero algo debe ocurrir pronto, no te desenfoques por la monotonía de ellos ni por la diversidad de tu alrededor.
 
—Creo que esta es la primera vez que me regañas así. —El de ojos grises estaba impactado, ella jamás había estado ni cerca del tono de voz que estaba empleando ahora con él.
 
—A Hydra no le gusta hacerlo, espera que Lemony no se moleste por elevarle la voz. —Desvió su mirada al fondo, apenada.
 
—No, está bien que me saques del trance porque sino quién sabe cuándo despertaré.
 
—Bien, volvamos a la estrategia. —La decisión de la de cabello azulado lo estaba asombrando. Tanta convicción en ella no la había visto antes en algo que no se tratara de él directamente—. No nos separaremos más de esto de Lancaster para que no desaparezca de nuestro rango de visión, sino no nos enteraremos de lo que suceda en el momento. Sería bueno si de vez en cuando los alcanzamos y conversamos con ellos para chequear cómo va la química, luego nos apartaríamos para darles su espacio. Si para la hora de las actividades de la celebración aún están intactos, el plan no desiste.
 
—¿Cuándo desiste el plan?
 
—Cuando se estropee todo, no importa si es hoy o dentro de un mes.
 
—¿Eso quiere decir que lo de hoy podría no hacer falta? —¡Eso habría sido tenderle una trampa para persuadirlo aun más de ir con ella!
 
—No, porque lo normal es que la primera cita luego de ser maldito se arruine el mismo día.
 
Bueno, al menos no le jugó sucio.
 
Siguiendo una variante de la idea original que se le ocurrió a Lemony, al alcanzarlos lo que hicieron fue separarlos un poco del otro para hablar por separado y así obtener respuestas más sinceras de parte de cada uno al no ser escuchados por el contrario.
 
—Este sitio está diseñado para ser tu punto débil.
 
—Créeme, Hydra lo ha comprobado un par de veces ya.
 
—Por cierto, me sorprende que la pelota de ayer no te haya sacado un moretón. ¿Qué hiciste? —Florian recordó con curiosidad.
 
—Sí me lo sacó, pero me las ingenié para que no se note.
 
Su amigo paró en seco.
 
—¡¿Te maquillaste?!
 
—¡Estaba en el baño de la casa de Hydra! —Comenzó a defenderse—. ¡Es muy brillante, te deja ciego y el espejo no deja nada a la imaginación! A la luz del ambiente no se veía, ahí sí, así que agarré el estuche de maquillaje de Hydra e improvisé. —Bajó repentinamente la voz, a lo que el heredero no pudo evitar reír y mucho menos al escuchar esa historia tan ridícula—. ¡No podía permitir que lo viera, tenía que hacerlo!
 
—Buster, ¿qué te hice? —Carcajeaba sin control—. Aunque debo admitir que eres bueno con el maquillaje, ni lo habría sospechado. ¿Qué te pusiste? —inquirió mientras se acercaba al rostro del mayor a tratar de encontrar el área cubierta.
 
—Base, me di cuenta de que Hydra es mucho más pálida de lo que creí o que yo soy más oscuro de lo que creí, no sé cuál de las dos es la correcta.
 
—Hydra es más pálida de lo que creíste —aclaró—, tú eres como un tono más bronceado que yo.
 
—Entonces conseguí sombras y con eso logré que quedara del color de mi piel —completó.
 
—Vaya, creo que deberías pasar a ser maquillista también, eres bueno.
 
—Eso sería demasiado contacto, no —declinó de inmediato—. ¡Y no me distraigas más de lo que hace este lugar! Quería saber qué tal está yendo tu nueva conquista.
 
—Me encanta que haya colaborado a amargarte el día.
 
—Supera eso. —Achicó los ojos.
 
—Es muy divertida, aunque se nota que es de la clase media más cercana a ser baja, su comportamiento la delata. De todos modos, eso la hace interesante.
 
—¿La llevarías a una segunda cita?
 
—Claro, ¿por qué no?
 
—Si tan sólo pudieras creerlo —bisbiseó para sí, el hombre de la eterna escasa barba no tenía ni idea de lo que de seguro iba a sucederle.
 
—¿Qué dices?
 
—Que no puedo creer que estemos rodeados de tanta perfección. —Inventó, aún no era momento para soltarle la verdad.
 
—Este sitio verdaderamente es tu perdición. Ya sé a dónde te debo invitar cuando quiera tomarte desprevenido.
 
—Ya sé que no debo aceptar ninguna invitación tuya a venir aquí.
 
Los minutos anteriores a la verdadera celebración no tuvieron nada fuera de lo normal. Lemony comenzaba a creer que no había nada mal en Florian y que sólo se preocupó de más, Locker insistía en que no debía darlo por sentado tan pronto. Los vigilados disfrutaban su velada, no había señales de inconvenientes cerca, ¿qué arruinaría todo?
 
El parque contaba con un escenario en la zona central para cualquier clase de evento. Ese día se daría un espectáculo de ilusionismo como apertura a un entretenido programa de actividades. A Lancaster le brillaron los ojos cuando divisó dos puestos disponibles en la primera fila, ¡esa era demasiada fortuna considerando la cantidad de público que habría! Sin embargo, Tracy se negó a ocuparlos y no sólo una vez, sino las reiteradas veces que el magnate le ofreció los puestos.
 
—La verdad es que sufro de pánico escénico. Tengo la sensación de que si nos sentamos ahí, seremos a quienes van a elegir para ser los “voluntarios” de los ilusionistas. No podría con eso, ¡qué pena! —excusaba cada vez.
 
—Me encargaré de que no suceda así. Puedes negarte, por algo se pide un voluntario.
 
—Créeme, si se encaprichan con alguien, no lo dejan ir.
 
—Entonces —se detuvo a pensar, persistir sería tomar un rumbo turbio y esa no era la idea—, ¿qué tal allá? —Apuntó brevemente a otro par de sillas en la quinta fila.
 
—Hydra está ahí, llama la atención, de seguro verán a esa zona.
 
—¿Y esos? —Caminó hacia la octava fila para que no la rechazara.
 
—¡Esos están perfectos!
 
Florian resopló, vaya oportunidad desperdiciada. Esa chica era más peculiar de lo que imaginó al principio. No estaba molesto, sólo algo decepcionado.
 
Al cabo de unos diez minutos, toda la población presente en el nuevo punto de reunión estaba reposando en cada asiento, por lo que era el momento de dar inicio al primer acto. Los trucos inaugurales fueron sencillos sin perder su impresión por ser imposible de comprender cómo se realizaban. Alrededor del sexto, el ilusionista solicitó voluntarios del público, levantándose, entre otras tres personas, un hombre de unos treinta años que estaba en la primera fila.
 
—Vaya, tenías razón. Alguien de adelante ahora está en la tarima. —No obtuvo respuesta, la morena aparentaba incluso estar cohibida—. Hey, no estás así por pensar que has podido ser tú, ¿verdad?
 
—Florian, bésame.
 
—¿Qué? —¿De dónde había salido esa petición?
 
—Sólo hazlo.
 
—Pero ¿qué…? —Sin permiso a terminar, ella fue quien acató su propia orden por la lentitud del hombre—. Este lugar es muy público para… —dijo apenas en el breve período entre la recuperación del aire y la unión de los labios—. Deberías…
 
—¡Hey! —Se escuchó un grito de advertencia en todo el espacio que alertó a cada uno de sus oyentes. Tracy se separó bruscamente del pelinegro, desconcertándolo—. ¡¿Qué haces tú con mi mujer?!
 
—No me digas que eso es conmigo —Florian rogó en voz baja.
 
—¡Es contigo, cobarde! —Como si leyese mentes o tuviese oído animal, resaltó con el dedo índice.
 
—¡¿Eres casada?! —Buscó con la vista el anillo de bodas invisible en sus dedos.
 
—¡¿No te enseñaron a no tocar lo ajeno, ah?!
 
—¡Lo siento, pero me acabo de enterar de su estado civil por usted! —Se levantó a limpiar su imagen. Florian Lancaster podía ser un donjuán, jamás un ladrón.
 
—¡¿Quieres pelear?! —El esposo sacó el pecho.
 
—¡Me encantaría, pero es un caso perdido! —Perdería fuera como fuera, prefería marcharse con el orgullo lo más alto que pudiese estar luego de tal pisoteo. Además, pelear habría significado interés en quedarse con ella cuando no era para nada así—. ¿Lo hiciste a propósito? —Se dirigió a Tracy con una mala mirada.
 
—Lo siento, la idea era que íbamos a quedar en el medio de ese señor gordo de adelante y no nos veríamos, pero ya vi que fue todo lo contrario.
 
—Sí, claro. ¡Yo no me mezclo con las que están ocupadas, gracias por hacerme quedar mal en público! Me voy de aquí, que ni se te cruce por la cabeza volver a hablarme, puedes ir borrando mi número si lo deseas. —Se marchó indignado, eso no sucedía en la vida real, era cosa de ficción, no de él.
 
Desde ese preciso instante en el que su primer intento fue un rotundo fracaso y de los colosales, eso sucedería en su vida real y no sólo en la ficción. Sería cosa totalmente de él.
 
Esa era su condena.
Spencer
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Mensaje por Spencer Miér 05 Ago 2015, 11:03 am




Capítulo 4: Rumores.

Lancaster jugaba a anudar su corbata una y otra vez de todas las maneras habidas y por haber como medio distractor de pensamientos que ennegrecían su dignidad. ¿A quién se le ocurría hacerle semejante cosa? El timbre fue tocado, taladrando sus oídos. ¿Por qué tenía que sonar tan fuerte? Tiró la corbata al suelo, no estaba de humor para recibir visitas, seguramente querrían saber sobre el infortunio y él no estaba para eso. Una segunda ocasión y sus oídos se aturdieron. ¿Por qué la insistencia? No planeaba levantarse del sofá y caminar los diez metros que lo separaban de la puerta, lo sentía mucho.
 
—¡Sé que estás ahí, Floripondio! ¡Ábreme! —gritó alguien que reconoció de inmediato.
 
—¡Está bien! —Cedió sólo porque sabía que iba a ser imposible que se fuera.
 
—Sabía que era imposible que estuvieses durmiendo ya —comentó al entrar.
 
—¿Tú qué hiciste? ¿Dejaste a Hydra sola y viniste por mí?
 
—¿Qué hora crees que es?
 
—No lo sé, tú eres el que tiene el reloj. —Señaló a su muñeca izquierda.
 
—Este es el reloj que no tiene batería. —Mostró sus manecillas detenidas.
 
—¡¿Por qué te lo sigues poniendo?! ¡Llevas como cinco meses en eso!
 
—¡Es el que combina mejor con todo y se me olvida comprarle nuevas! Y ese no es el tema de conversación que deberíamos estar siguiendo —regañó, conocía esa mala costumbre de Florian de desviar todo a su favor.
 
—Pero hablaba en serio, ¿qué hora es?
 
—Las diez, lo acabo de ver cuando me bajé del auto. El evento acabó hace rato, ya Hydra está en su casa, no la dejé sola ni nada.
 
—¡¿Las diez?! ¿Tan tarde así has venido a mi casa? —No le agradaba, eso significaba que iba en serio con lo que fuera la razón de su visita.
 
—Tampoco es que vivas tan lejos de mí, no es la gran cosa —menospreció, el truco estaba en desorientarlo.
 
—¿Los chismes van a estar interesantes mañana?
 
—Eso creo —medio afirmó—. Alguien debió darse cuenta.
 
—Ah, pobre de ti. ¿Ya ensayaste lo que le dirás a la prensa?
 
—¿De qué estás hablando? —Arrugó la cara, luego se acordó—. ¡Definitivamente eso no! ¡Me estoy refiriendo a ti!
 
—Te lo estoy advirtiendo, Hydra ya publicó la foto, por si querías saberlo. Por cierto, hay lindos comentarios, te van a subir el ánimo, te lo prometo.
 
—¡Olvídate de mi descuido por un segundo y concéntrate en lo que te digo! —Estaba excediendo demasiado el uso de su táctica para su paciencia—. En este momento no sé qué me preocupa más: que ahora los medios me comiencen a buscar o el posible escándalo que se va a formar si alguien se dio cuenta de que eras tú el metido en el problema de la mujer casada infiel.
 
—Me encanta cómo crees que una posible nueva relación sobresalga a un escándalo como ese, si tan sólo los periodistas fueran como tú.
 
—Ellos son raros, nunca se sabe a qué le darán prioridad. Hydra es lo suficientemente atractiva como para preferir algo suyo por lo mucho que vendería por sobre algo de un empresario, por más escándalo que sea.
 
—Espera —pidió alarmado, recordando algo importante—. ¿Un escándalo así no me rebajaría a clase media si los medios lo hacen ver peor como lo suelen hacer?
 
—¡Oh! —Buster llevó una mano a su frente—. ¡Oh, vaya! Florian, creo que tendrás que alejarte de las mujeres por diez años.
 
—Mi historial no es tan bueno, ya llevo lo de salir con Snowring, ¿ahora esto? —Realmente se estaba asustando—. Bus, ¡esto es serio, gracias por hacerme verlo! Ahora tengo que escribir todas las opciones de lo que pueda declarar para que no me aplasten.
 
—Aunque creo que no será necesario. Para que algo así ocurra, lo que la persona tuvo que hacer debió ser terrible, innombrable, pero por sobre todo: que tenga muchas pruebas. ¿Qué van a tener de algo que ni duró veinticuatro horas? Nada. —Enfatizó con los brazos—. Sin la evidencia suficiente, los que se arriesgan a ser no sólo rebajados, sino clausurados son los del periódico, no tú. Estás a salvo, no se atreverán a tocarte.
 
—¡Gracias! —Juntó sus manos y miró al techo—. Me iba dando un soponcio.
 
—Igual quiero mantener el tema. ¿Qué fue eso?
 
—No sé qué pensar. Puede que me hayan tendido una trampa para hacerme quedar mal como puede que Tracy de verdad quería un amante.
 
—¿Por qué sería una trampa? Supuse que fue simple mala suerte. —Le interesaba conocer el nivel de gravedad de su fallo, sentía que ese factor contaba a la hora de confirmar que estaba maldito.
 
—Nos descubrió porque a ella se le ocurrió besarme justo cuando él subió al escenario. ¿No es demasiada coincidencia?
 
—¿No es mucha coincidencia que justo haya sido su esposo el voluntario?
 
—Eso también, ¡pero cualquier cosa es posible! Quizás quería demostrarle que ya no lo ama y vio que esa era su oportunidad perfecta, entonces yo sólo fui su peón sin darme cuenta. —No hallaba la versión con la cual quedarse.
 
—Esa es válida, no tan rebuscada, aunque sigue siendo demasiada coincidencia.
 
—¿Qué quieres? Siempre hay alguna casualidad en casos de infidelidades descubiertas, sino no sucedería.
 
—Buen punto —concordó, aún era temprano para soltar su verdadera teoría.
 
—Ahora en serio, ¿no quieres informarte de lo que será de ti a partir de mañana?
 
—Eso puedo hacerlo solo sin ti burlándote de mi mala suerte cuando llegue a mi casa.
 
—¡Que no se te olvide!
 
¿Por qué justamente era Hydra con la única que podía hablar de la maldición? Más oportunidades para reunirse, más oportunidades para que algún paparazzi tomase una foto, más oportunidades para que los terceros se convencieran de los chismes. ¿Existía una maldición para hacer imposible alejarse de alguien inoportuno? Porque Lemony estaba casi seguro de que tenía algo así en él.
 
—Iré a mi casa, necesito descansar —avisó acercándose a la salida.
 
—Sí, igual. Espero que no te encuentres a un reportero de una vez.
 
—¿Qué reportero va a estar por ahí a esta hora? Te estás pasando, Floripondio.
 
—Para nada, “porque desprevenido es la única manera de tomarte una foto. Lo siento, Lemony”.
 
—¡¿Qué?! —Giró media vuelta de regreso al interior de la casa.
 
—“Igual saliste tan guapo como lo eres” —mofó una voz femenina tapándose los labios, riendo a lo bajo.
 
—¡Lo tienes que estar inventando! —Arrancó su celular de sus manos, no iba a estar perdiendo el tiempo buscando el suyo en algún rincón de su auto.
 
—“¡Te quiero!” —finalizó con la mayor de las carcajadas al oír el gruñido del otro.
 
La modelo recibiría una reprimenda el día siguiente, eso era lo que Buster había pensado.
 
—¿Lemony fue a por los detalles? —recibió directamente al abrirle la puerta.
 
—¿Podrías explicarme primero el porqué de tu publicación? —Se había vuelto su prioridad.
 
—Hydra sólo quería que la gente te conociera ya que no pareces usar ninguna red social. —Se encogió un poco de hombros y miró por sobre el hombro de él, avergonzada por el aparente disgusto del de ojos grises.
 
—Por algo será. —En realidad sí las usaba y con frecuencia, sólo que se aseguraba de hacer imposible que la teñida de tonos azules lo encontrase.
 
—Podría eliminarla si te molesta.
 
—No, déjalo así, sería raro borrarla. Sólo avísame cuando vayas a hacer algo por el estilo.
 
—¿Para que lo repruebes? —dedujo a base de experiencias pasadas.
 
—Exacto —admitió sin titubear. Ella sólo hizo un puchero breve—. Y sí, ya tengo los detalles. No se decide entre simple mala suerte y un acto de conspiración.
 
—¿Cuál versión crees?
 
—La del acto de conspiración, algo así no pudo ser coincidencia. —Y mientras más dramático, mejor, ¿no?
 
—Sea como sea, se cumplió el principio de la maldición.
 
—¿Incluso si en realidad fue por mujer equivocada en el lugar equivocado y en el momento equivocado?
 
—Incluso así, porque no siempre tiene que ser algo muy grande. Es más, me preocupa que haya empezado con un escándalo. —Apartó un mechón de cabello de su hombro—. Las razones por las que las citas salen mal o por las que las relaciones no se pueden dar van empeorando conforme vaya aumentando la cantidad de fallos. Si a la primera fue así, imagínate cómo resultará dentro de unas semanas.
 
—Florian está frito.
 
—¿Aún no le puedes contar?
 
—No mientras no contactes al sabio. —Por más comprobado que lo tuviese, no haría nada si se saltaba ese paso.
 
—Hydra lo buscará en cuanto pueda, siente aún no tener eso listo. —Ah, que ya llevaba varias respuestas sin hablar así. Había celebrado muy temprano al creer que no oiría ese estilo.
 
—Intentaré distanciarlo de las mujeres para que no pase más pena mientras tanto. —               Giró sobre sus talones para marcharse.
 
—¡Lemony, espera! —Se apresuró en bloquearle la salida, casi chocando de frente.
 
—¿Qué? —Casi lo pronunció con molestia. ¿Ahora qué tenía en mente para obligarlo a quedarse en la casa por más tiempo?
 
—¡Mira lo que Hydra tiene para ofrecerte ahora, un momentito! —Sonriente y en lo que Buster podía jurar que eran pequeños saltitos entre sus acelerados pasos, la perdió de vista al atravesar el pasillo que daba a la cocina para reaparecer un minuto más tarde por el mismo sitio sosteniendo una bandeja entera de fresas y, en el centro, un recipiente con chocolate—. ¡Prueba, están muy buenas y frescas! —invitó mientras la posicionaba en la mesita del recibo.
 
—Es bueno ver rojo por aquí —comentó divertido por la variación, vaya que no esperó ni un día más antes de hacerle caso.
 
Seleccionó la fruta más grande del grupo y con cuidado la bañó en chocolate casi por completo. Aguardó a que la cubierta dejase de gotear por el exceso, aunque eso no evitó que una delgada hilera escapase y se depositara sobre su labio inferior al morder la totalidad de la fresa. No demoró en limpiar con su lengua, seguidamente degustó la exquisita fusión de sabores dulces, ácidos y amargos. La satisfacción en su boca era tanta que la expresó con un gusto sonoro.
 
—¡Está delicioso! —elogió al tragar y de inmediato cogió otra.
 
Locker atestiguaba anonadada la escena frente a ella. Sus ojos estaban agigantados, sus mejillas encendidas, sus cejas elevadas, su corazón acelerado, su mano cubriendo sus labios. ¿Cómo alguien podía ser tan atractivo haciendo aquello? La manera en la que sus dedos levantaban al fruto, la rotación luego de extraerlo del chocolate y la precisión con la que ejecutaba cada movimiento era impresionante, sin mencionar lo gratificante que era oír su aprobación. No, no podía más con esa imagen, era demasiado para sus sentimientos.
 
—Hey, ¿qué sucede? —¡Se dio cuenta!
 
No, no se mostraría tan obvia, de alguna manera solucionaría su situación penosa. Con toda su fuerza de voluntad, se levantó de su exclusivo asiento en primera fila de tal espectáculo de cinco estrellas y se dirigió una vez más a la cocina. Regresó al lugar de los hechos colocándole la tapa a la bandeja, lo cual desconcertó al hombre quien la miró con una ceja arqueada.
 
—¡Llévatelas, son todas tuyas! —Entregó los postres sobre sus manos apenas las desocupó, enseguida abrió la puerta de su casa.
 
—¿Me estás echando? —¿El mundo se iba a acabar?
 
—¡Hydra lo lamenta mucho, estaría encantada de comer con Lemony, pero es una urgencia de última hora y no le queda de otra más que sacarlo de aquí! ¡Lo siente!
 
—Okey… —Alargó cada sílaba, ¿qué anormalidad estaba ocurriendo? ¡El orden natural se estaba alterando!
 
—¡No te molestes, realmente no quería hacerlo pero tenía que!
 
—No es nada, no es nada. Me llevo una buena merienda. Pasaré luego a devolverte tus cosas.
 
—No importa, las puedes devolver la próxima vez que tengas que venir.
 
—Bueno, si se me olvida, no me culpes —condicionó.
 
—¡Sí, sí, Hydra te lo recordará igual! ¡Hasta entonces!
 
—Hasta luego.
 
Y al fin logró cerrar la puerta, debía borrar ese acontecimiento de su cabeza o sino no se controlaría. ¡¿Cómo iba a saber que comía de ese modo?! ¡Se tendió una trampa por sí sola! Sin embargo, no era que estuviese arrepentida por ello, nada que ver. ¡Había sido lo mejor en semanas! Se olvidaría de eliminarlo, lo atesoraría en su memoria, había descubierto un nuevo aspecto del pelinegro y era un hallazgo increíble de los complicados de conseguir.
 
—Floripondio, ¿qué tal están las noticias? —Llamó a su celular cuando se acomodó en su cama.
 
—Aburridas, creí que habría más revuelo por la publicación.
 
—¿Y de ti hay algo?
 
—Estoy aliviado porque no. Todo está muy centrado en la inauguración y en describir al Greeny, no hay tanto acerca de los asistentes. —Se notaba que en ese mismo instante leía algún periódico o revista, se podía escuchar cada vez que pasaba una página.
 
—¿En serio? Era el evento perfecto para que los críticos escribieran sobre los mejores y peores vestidos, había mucho de dónde sacar.
 
—¿Cómo crees que van a desperdiciar esa oportunidad? Lo que pasa es que lo dejaron para la televisión, acabo de leer el anuncio. Hay un pequeño adelanto y tu pareja está en las nominadas a la mejor vestida, siéntete orgulloso.
 
—¡No te refieras a ella como mi pareja! —reprobó—. Eso da lugar a que quizás hablen de ti en televisión y no en impresión.
 
—¡No me mates la esperanza, Bus! Suficiente tengo con que en la sección de In & Out del evento aparezca “Lo Out: descubrir una infidelidad y perder la cordura en público” junto a una foto del tipo ese cuando me estaba gritando.
 
—¿No que no había nada tuyo? —Le recordó, burlesco.
 
—Recién lo vi. Lo bueno es que no me veo, sino ya me habría muerto.
 
—La cosa se está poniendo…
 
—¡Oh! —exclamó sin preocuparse por haber irrumpido tan abruptamente a su amigo—. ¡Esto sí me gustó!
 
—Ay, no. —Lo presintió, esa emoción no era por nada más que su mala suerte—. ¿Qué hay de mí?
 
—“En la sección de las fotos de las celebridades de este domingo les traemos nuestro juego favorito: ‘¿Con quién estaba?’. En esta edición, Hydra Locker ha hecho la aportación de la semana con esta instantánea tomada durante la inauguración del Parque Greeny en la cual se la ve acompañada por un caballero que como muy bien dice en su descripción, salió muy apuesto a pesar de lo desprevenido que se le observa. Con sólo eso como un buen punto de atracción, ¿a que no desean conocer su identidad? Así que ahora es hora de que nos envíen a nuestra cuenta oficial sus suposiciones. Lo único que sabemos es que su nombre o su apellido, si es que no es un apodo, es Lemony. Nos encargaremos de entrevistarla luego para que confirme o niegue sus teorías, el ganador obtendrá un premio especial. ¡Que las opciones lluevan!” —leyó luchando contra todas sus ganas de reír, en más de una línea estuvo a punto de estallar, mas logró guardarlas para el final—. ¡Eres el nuevo tema del momento, felicidades!
 
—¡Ahora sí se las va a ver conmigo!
 
—Lamento mucho que ya no puedas conquistar más, creo que ahora no importa si te invito a bares o discotecas, ya no acapararás a todas las mujeres —celebró.
 
—¿Qué dices? ¿Aún estás pensando en buscar mujeres? —ignoró el hecho de que se estaba burlando de él.
 
—No me volví gay ni célibe, no voy a renunciar a ellas así porque sí.
 
—No me refiero a eso, sino a que aún encuentro muy raro que ni hayas esperado dos horas después de terminarle a Snowflake y ya estuvieras pensando en fiestas. Por lo general te esperas unos días, no minutos. Tu imagen está al borde de ser vulnerable, no te arriesgues…
 
—¡Mierda! —Otra exclamación interruptora.
 
—¿Qué ocurre ahora?
 
—Mi mamá me está llamando en la otra línea.
Spencer
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Mensaje por Spencer Lun 17 Ago 2015, 3:51 pm




Capítulo 5: Llamadas.

De existir, las maldiciones se quedarían a kilómetros por debajo de una llamada de su madre en cuanto al nivel de terror y daño que provocaban, así lo consideraba el escéptico heredero. Eso era algo que Buster sabía a la perfección por ser la persona en la que recargaba el peso si quería imponerle algo a su hijo indirectamente y sin que él se percatara, así que le deseó buena suerte antes de colgar de inmediato. No era su cumpleaños, tampoco una fecha en especial, así que las únicas dos razones inocentes por las que podría aparecer el nombre de su progenitora en la pantalla de su celular estaban descartadas. Tragó saliva con dificultad para prepararse psicológicamente en los escasos segundos que tenía para atender.
 
—Buenos días, mamá —saludó formal, con ella no había lugar para tratos no serios, no en llamadas sorpresivas.
 
—Florian Lancaster —pronunció enfadada, a lo que él ya arrugaba el rostro—, ¡¿qué fue eso ayer?!
 
—¿No te interesa primero saber cómo estoy? Porque yo sí estoy interesado en cómo estás. —Intentó distraerla.
 
—¡Nada de desvíos! —Ese truco era obsoleto con ella—. ¡¿Qué fue eso ayer?!
 
—¿Qué cosa?
 
—¡Tú sabes cuál! ¡No creas que no lo sé, yo estaba en el Greeny ayer con tu padre y te vi aunque no nos hayas visto a nosotros!
 
—¡Entonces deberías saber que fue sin intención! —se defendió, él había aclarado la situación ahí mismo, ¿cómo iba a regañarlo?
 
—¿No fue algo que dijiste para no quedar como un sucio en público?
 
—¡No! Te lo juro, la conocí anteayer en el Emerald e intercambiamos números. Ella me escribió y se ofreció a ir conmigo al Greeny, ¡ella fue la de la iniciativa, de paso! Soy completamente inocente de cualquier cargo que me quieras poner encima.
 
—¿Y más o menos qué hacías en una discoteca el mismo día que terminaste con la baja esa? —Si no lo fusilaba por un lado, hallaría el punto sin armadura para atacarlo.
 
—Tenía ganas de celebrar. Después de tanto atosigamiento, creo que era lo mínimo que podía hacer para aliviarme.
 
—¡Tienes que cuidar más tu imagen pública! —refutó—. ¡¿Sabes lo imprudente que ha sido eso de tu parte?!
 
—Sí…
 
—¡¿Y para qué lo haces si lo sabes?! —Florian agradecía que su madre no fuese abogada, pobres de sus interrogados en el estrado de haberlo sido.
 
—¿Qué iba a saber yo que iba a terminar así? Tracy fue la única con la que pude hacer algo ese día, Buster se quedó con todas.
 
—¿Así que pretendías conseguir más? Qué suerte que él es un imán natural de mujeres y las aleja de ti, es de muchísima ayuda.
 
—¡Oye! —¿Hasta su propia madre lo decía? ¡Vaya insulto!
 
—Deberías aprender de él, nunca lo han visto con una mujer por ahí.
 
—¿Sabes cuánto tiempo lleva sin novia? ¡Cuatro años, por supuesto que no lo van a ver con nadie! —Y no exageraba. Desde los veintiún años de edad había estado soltero.
 
—Eso no quita que pueda tener alguna aventura de una noche como las tuyas. Es más precavido y eso que a él lo rodean más.
 
—¡Buster no es el santo que tú crees que es, mamá! —Estaba harto de que siempre lo usara como el buen ejemplo a seguir.
 
—Dame un ejemplo de alguna vez que se haya comportado como tú.
 
—¡¿No recuerdas el incidente del trío?! ¡Él era el otro hombre! —soltó sin pensarlo.
 
—¿Cuál incidente del trío?
 
Florian juró ver su muerte ahí mismo.
 
—¿Papá no te lo contó? —Apenas se escuchó su voz, estaba más que aterrorizado.
 
—¡¿Por cuánto me han ocultado semejante salvajada?! ¡Finnian y tú tendrán que darme buenas explicaciones esta noche!
 
—¡¿Esta noche?!
 
—Tenemos asuntos serios que conversar contigo, ahora más. Te quiero en mi casa a las ocho hoy, ¡sin falta! —Colgó.
 
El joven Lancaster tembló con esa última sentencia. Si su madre ya lo tenía metido en el horno, ahora le había subido la temperatura lo suficiente como para terminar calcinado si no se cuidaba. Para liberar su tensión debía transferírsela a alguien más. ¿Quién mejor que su cómplice para ser el receptor? Desbloqueó su celular e inició una videollamada, necesitaba ver su expresión al decírselo, así surtiría mayor efecto.
 
—Hey, esta vez lograste escapar bastante rápido del matadero. ¿Cómo lo hiciste? —preguntó en el instante que se estableció la conexión.
 
—Tuve que destruir la imagen de santo que mi mamá tenía de ti —modificó un poco los hechos para hacerlo enojar sólo un poco más.
 
—¡¿Qué?! —¡Perfecto! Su cara era la que ansiaba ver, misión cumplida—. ¡¿Qué le contaste?!
 
—Se me escapó lo del trío —confesó como si nada.
 
—¡¿Estás loco?! ¡¿Qué estabas pensando?! ¡Eso era algo que sólo tu papá podía saber porque no se pudo evitar!
 
—Digamos que también metí a mi papá en problemas. —El arrepentimiento que su amigo quería ver no se mostraba. ¿De verdad se lo contó así no más?
 
—¡Estaba perfecto como estaba porque tu papá se lo tomó hasta de broma recomendándonos probar uno de dos mujeres! Esta no te la voy a dejar pasar tan fácilmente, Florian, quién sabrá lo que ahora Sonia estará pensando de mí después de lo mucho que me costó que me aceptara. —La mención de su nombre como era debido era sinónimo de seriedad en él. De acuerdo, quizás debió ser más sutil, pero igual era divertido alterarlo—. ¿Al menos aclaraste que sucedió mientras aún estábamos en la universidad?
 
—No me dio tiempo de aclarar nada. —Detalló a la perfección la mala mirada que le echó por la traba de la imagen—. Vele el lado bueno, ahora sabe que nuestra amistad es lo suficientemente fuerte como para haber compartido a una mujer y eso hace años.
 
—No, eso no basta. Va a volver con su clasismo hacia mí alegando que de seguro eso es algo que sólo se les permite a los de las otras clases y que si es que quiero regresar a la clase media.
 
—Imagina lo que me va a decir a mí, me convocó a su casa esta noche especialmente para regañarme y quién sabe si me castiga.
 
—¡Pero tú siempre fuiste magnate!
 
—Oye, ¿qué estás comiendo? —interrumpió para distraerlo, tampoco quería discutir tanto con lo que le aguardaba para más tarde—. Veo algo que parece una bandeja a tu lado y no te creo tan desordenado como para tener una bandeja en la sala porque ahí cayó.
 
—Fresas con chocolate, me las dio Hydra. —Y como de costumbre, cayó sin esfuerzo en su trampa.
 
—¡Eso es un gran avance! ¿Te las dio como disculpa por ahora ser considerado su presunto novio?
 
—¿Hoy tienes ganas de amargarme o qué es la cosa? Me las dio porque ayer le reclamé que siempre me diera limón.
 
—¡Ja, sabía que alguien debía caer en el juego de tu nombre! —Estuvo esperando todos los años que llevaban conociéndose para que apareciera esa persona.
 
—Es como si siempre le ofreciera agua a ella o flores a ti sólo porque sus nombres suenan a eso.
 
—Nada tan literal como tú, Lemony.
 
—¡No creas que se me olvidó el asunto por este desvío! —advirtió—. De verdad espero que Sonia te castigue, así al fin yo me ganaría algo de qué reírme porque últimamente tú te burlas demasiado de mí.
 
—Soy muy grande como para que mi mamá me ande castigando. Soy seis meses menor que tú, no seis años, recuérdalo.
 
—¡Por eso sería divertido! En serio, en estos días he llegado a sentir que estoy maldito porque no veo que me suceda algo que me favorezca.
 
—¡No seas idiota, tal tontería no ocurre! —Rio—. Es sencillo, así te ha tocado vivir estos días.
 
—Necesito una racha de buena suerte con urgencia. —El teléfono de su casa sonó—. Espera, voy a atender. —Dejó el celular en el sofá donde estaba acostado y buscó al inalámbrico con apuro, hallándolo en el fondo de un montón de ropa en su habitación cuando estaba a punto de finalizar el tono—. ¡Hola! —saludó bastante apresurado por creer que le iban a cortar antes de siquiera arrancar la conversación.
 
—¡Lemony, Hydra ha conseguido lo que necesitabas!
 
—¿El número del sabio? ¿Tan rápido? —¿Hacía cuánto se había ido de su casa? ¿Media hora?
 
—Hoy es tu día de suerte, porque resulta que acaba de llamar y Hydra lo aprovechó para preguntarle dónde estaba.
 
—¿Cómo es que tiene tu número y tú no el suyo?
 
—Es parte de la magia que él usa, por eso es tan difícil ubicarlo.
 
—¿Y cómo es que te llamó? —El sentido era lo que menos encontraba—. ¿Por qué lo haría?
 
—Porque lo conozco desde hace tiempo y de vez en cuando pregunta por mí.
 
—Déjame adivinar —participó con pistas de disgusto—. Vio la revista.
 
—¡¿Lemony ya se enteró de eso?! ¡Lo siento! —Aceleró sus palabras.
 
—No hay nada que se pueda hacer. ¿Me pasarás su ubicación por un mensaje?
 
—Claro. Debes ir hoy mismo porque ya está pensando a dónde mudarse de nuevo.
 
—Entendido. —De todos modos, pensaba ir ese mismo día en cuanto recibiera el mensaje. Luego de una despedida, ambos colgaron. Regresó a donde dejó su celular para continuar la videollamada—. En un momento creí que no ibas a tener la paciencia e ibas a colgar.
 
—¿Era tu supuesta novia?
 
—Sí… Digo, ¡no! —acomodó al darse cuenta por la risa ahogada de Florian—. ¡No! ¡¿Por qué me haces decir esas cosas?!
 
—Entrenamiento antes del acoso de los medios. Si así serás, pobre de ti. Creo que ya conseguí un punto más en tu contra para que mi mamá no te siga idolatrando.
 
—Yo tengo mucho más material para destruirte con tu mamá y lo sabes. —Gesticuló su mejor cara de victoria.
 
—Aquí no puedo contraatacar —lamentó con su cara de derrota poco común.
 
La conversación duró hasta que el mensaje de Hydra fue recibido unos segundos después. Inventando que tenía que sacar la ropa de la lavadora, Lemony partió en moto —qué flojera volver a sacar su auto del garaje— hacia la dirección descrita. Era un viaje un poco largo, así que tampoco era tan mala idea ir en moto, se ahorraría tiempo de haber un estancamiento.
 
La modelo recalcó la brevedad en la que debía acudir. El sabio solía trasladarse de un sitio a otro muy seguido, nunca permanecía en un mismo lugar por más de una semana y el lapso ya se estaba cumpliendo. Ella se había encargado de avisarle que alguien iba a visitarlo, con eso le regaló algo de tiempo. Podría ser una molestia la mayor parte de las veces, pero era de mucha ayuda cuando se lo proponía, tenía que admitir.
 
Incluso cuando su único retardo fue el de llenar el tanque de gasolina, fue a los casi cincuenta minutos de camino que estacionó frente a una cabaña solitaria a orillas de un río. ¡Estaba demasiado apartado de la sociedad! Era de esperarse viniendo de un fugitivo, de todos modos no pudo evitar sorprenderse por el aislamiento. Todo era muy rústico, el vendedor se sentía fuera de sitio, era extraño encontrar un sector sin señales de civilización en Magnity.
 
Se detuvo a un paso de la entrada, dudoso con el puño derecho ya en el aire. “La puerta estará abierta, tócala dos veces y entra de inmediato, así sabrá que estás ahí. Puedes mostrar sorpresa o cualquier otra reacción al ver su aspecto, no le importará. Eso sí, jamás le preguntes por qué terminó así, es lo único que lo altera”, recordó el texto. Lo del principio lo entendía perfectamente, pero lo segundo le causaba una intriga que no le dejaba moverse pues sabía que le iba a ser complicado no conocer el origen de cual fuese el aspecto al que se refirió, tampoco le calmaba no tener ni la más remota idea de qué imaginar. ¿Era tan malo su físico? ¿Daba miedo? ¿Asco? ¿Repulsión? ¿Lástima?
 
Su puño decidió golpear, ¿qué más daba? Ya estaba ahí y no planeaba dar vuelta atrás. Empujó las tablas que componían la puerta y se adentró al espacio más pequeño que había pisado en años. En él sólo había una mesita con cuatro sillas, una ventana, una mínima cocina y nada más. ¿Dónde dormía? ¿Dónde era el baño? ¿Se recostaba en la tierra y habría una letrina afuera que no había identificado o se hacía en el río? ¡Sería la primera vez que veía algo similar, no había lugar para eso en un mundo de ricos! ¡Ni la clase baja vivía así porque hasta ellos eran millonarios!
 
Definitivamente, Buster no podía sentirse más fuera de sitio, eso era demasiada pobreza al lado de su apariencia pulcra aun cuando lo que cargaba puesto era de lo más barato de la marca.
 
Frunció el ceño. ¿Por qué, siendo un refugio tan menudo, no distinguía a nadie? ¿Ya se había marchado? Imposible si Hydra le había informado. ¿Y si lo de la apariencia era ser invisible o que tenía la habilidad de camuflarse como un animal? Eso tendría mucho más sentido. Entonces volteó a su espalda y divisó unas raíces al pie de una silla mecedora que danzaba su vaivén. ¿Cómo un árbol, porque esas raíces eran demasiado grandes para ser de otra planta, podría originar eso? Esa cabaña daba escalofríos, parecía abandonada.
 
—Así que usted es el joven que la señorita azul mencionó —concluyó una voz profunda, pausada y muy ronca que no supo ubicar en un principio, pero que al elevar la mirada de la corteza halló a su propietario, abriendo los ojos casi exageradamente de no haber sido por considerarlo algo imprudente de su parte—. Tranquilo, haga la mueca que desee. Sé a la perfección que no hay manera de no impresionarse al observarme por primera vez.
 
—¡¿Có…?! —Por poco y se le fue la pregunta prohibida de los labios. ¡Estaba tentado a su máxima expresión, nunca creyó algo así posible!—. ¡Con mucho gusto! Buster Lemony. —En cambio, se presentó para disimular su accidente controlado, avanzando con cuidado de no pisar las raíces para apretar las manos.
 
—Su nombre ya lo tenía en mi memoria, cortesía de la señorita Locker, joven Lemony —contestó mientras reclinaba algo más hacia adelante su cuerpo y así facilitar el apretón de saludo.
 
—Así se aseguraba de que se trataba de mí, señor. —Le costaba mantener la coherencia de sus palabras por el revoltijo de ideas que invadían su mente, por lo que no sonaba del todo como él.
 
—Póngase cómodo, puede traer una de esas sillas para acá. —Señaló con su bastón de palo.
 
Bien, conversar con un hombre cuya mitad inferior de su cuerpo estaba vuelta raíces y corteza sin tocar el tema de por qué era así iba a ser una tarea demasiado complicada.
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Mensaje por Spencer Mar 15 Sep 2015, 8:20 pm



Capítulo 6: Visitas.

Quizás ya había visto casos de humanos con cuerpos de otros materiales, ya fuese roca, terciopelo e incluso personas vueltas estatuas de oro falso, para su dolor, pero nunca habría imaginado que ser un árbol sucedía también. Sentado a una distancia a la que podía detallar la frontera entre la carne y lo vegetal, lo único que tenía seguro era que probablemente lo habían maldito al renunciar a la magia casi por completo, ya conocía varios casos de hechiceros que eran castigados por abandonar su cultura y el sabio podía ser uno de ellos.
 
—La señorita azul me avisó que tendría varias preguntas para mí, comience cuando quiera —invitó tan formal como todas sus otras participaciones.
 
—Sí. Verá, tengo un amigo, no hipotéticamente, que tengo la sospecha de que lo maldijeron anteayer.
 
—Tampoco hace falta que aclare que no fue usted el de las consecuencias, eso también me lo ha comunicado —aclaró para evitar otro paréntesis.
 
—El problema es que es la persona más escéptica sobre la faz de la Tierra y necesito mil toneladas de evidencia e información para por lo menos hacerlo dudar.
 
—¿Qué lo llevó a sospechar? —Inclinó su cabeza hacia un lado.
 
—Una rima que le dijo la chica con la cual terminó un noviazgo mientras discutían por eso. Ella es maga y él un magnate, ya se imaginará la escena. Decía algo como “si no encuentras quien cubra todos tus caprichos, estarás solo hasta no hallar quien te acompañe cuando todo sea añicos”. —Pensó antes de seguir, temía haberse equivocado—. Era muy rara, capaz la he cambiado. Conversé eso con Hydra y ella la reconoció como la maldición del mal amor. Ayer él tuvo una salida que salió espantosamente mal, así que se cumplió el primer efecto. ¿Está acertada la teoría?
 
—Están en todo lo correcto, su amigo es portador del mal amor.
 
—¿Es verdad que tendrá que matar a su exnovia para librarse de la maldición?
 
—Cien por ciento certero, joven —asintió con la calma de una brisa pasajera—. Lo bueno es que los asesinatos por maldiciones no son penados porque cuentan como defensa propia, así que por eso no debe preocuparse, es lo de menos.
 
—Esa era una de mis preguntas, gracias. —Habría sido una maldición por partida doble si se daba el caso contrario: soltero de por vida o encerrado en una celda por años, ¿cuál final era preferible?—. ¿Qué tan mala será su suerte?
 
—La peor, no tendrá ni el mínimo porcentaje de éxito. Quizás se presente alguna relación corta, un mes como mucho, esas suelen aparecer luego de un tiempo y terminan de manera súbita. A medida que pase el tiempo, más grave será la razón del rechazo, puede llegar a ser por muerte de la mujer si se deja pasar demasiado.
 
—¿El asesinato debe llevarse de alguna manera en específico o la puede matar como sea?
 
—Aquí el más grande dilema de esa maldición. —El sabio se acomodó en su mecedora antes de proceder—. Sólo aquellos que están destinados a amar pueden librarse de ella.
 
—¿Ah? —Eso sí lo desconcertó—. ¿Y cómo va a saber eso?
 
—No hay manera, eso se adivina. Hasta que esa persona no encuentre a su alma gemela, no habrá manera de que acabe con el hechicero que la maldijo. Si el portador no está destinado a amar, vivirá con la maldición por el resto de su vida; en cambio, si en su destino está hallar a su alma gemela, algún día lo hará y será entonces cuando podrán cometer el asesinato.
 
—¿“Podrán”? —Nuevamente un fragmento lo desorientó.
 
—El maldito deberá ser acompañado por su actual pareja para que el efecto secundario de la culpa desaparezca y así pueda matar al mago. Si la pareja ayuda, mucho mejor.
 
—Suena a que es casi imposible lograrlo. —Echó la cabeza para atrás, qué difícil la tenía Florian—. ¿Quién se ofrecería a ser cómplice de un asesinato?
 
—Un amor incondicional que sólo se haya en las almas gemelas.
 
No le estaba gustando cómo iba la cosa, no porque aparentara ser demasiado ardua —aunque en parte también era una porción de lo que lo molestaba—, sino porque era demasiado fantasiosa como para convencer a Lancaster. ¿Almas gemelas? ¿Destino? ¡Se iba a burlar de él por medio siglo si se lo contaba! Desplazaría el conseguir que Hydra Locker, la modelo que nunca se quedaba en ninguna compañía, firmase un contrato con Bogati’s; el trabajo más costoso de su vida iba ser el de abrirle los ojos a Florian Lancaster, el ser más escéptico del universo.
 
Cuando el cielo era oscuro e iluminado por las estrellas comenzó el turno del heredero de hacer una visita, aunque no una a la que hubiese querido asistir. Su madre iba a despellejarlo, su padre iba a despescuezarlo, su madre lo pulverizaría y su padre lo calcinaría si era que quedaba algo de él para ese entonces. Para suavizarlos un poco, recurrió a la compra del pastel favorito de su mamá y del chocolate predilecto de su papá, nada mejor que la comida para domar fieras. No funcionaría del todo, pero bajaría el nivel de sus regaños en al menos un diez por ciento, eso valía el gasto y quizás salvaría su vida.
 
Tocó el timbre y resopló, destensó su cuerpo, no debían percibir ni un miligramo de nerviosismo en él. Fue Sonia la que abrió pasados diez segundos. Lo recibió con una mirada severa, un saludo medianamente cortante y un vistazo fugaz a la caja que traía en manos su hijo que le provocó una minúscula mueca de aprobación que se habría perdido de haber pestañeado. Le permitió pasar adelante y tomar asiento en el primer sofá a la derecha. Frente a él, otro sofá en el que ella se posicionó al lado de su esposo, quien apretó la mano del invitado al no poder hacer algo más íntimo por el estorbo de la mesita de centro.
 
—Puedes dejar tus sobornos sobre la mesa —espetó su madre, causándole malestar al aludido. Si las cosas seguían así, su repertorio de trucos se estaría agotando.
 
—Sol, no hace falta tanta rigidez —susurró su pareja, tomándole las manos para bajarle el humor.
 
—¡Shh, que tú también eres receptor de mi impotencia ahora mismo! —recriminó entre dientes.
 
—Esto, ¿saben que los estoy escuchando? —interrumpió Florian, incómodo.
 
—Hijo, ¿qué camino retorcido estás tomando en la vida? —Su madre pasó de sulfurada a la consternación con sólo un par de palabras.
 
—Define “retorcido”.
 
—¿Cómo terminaste envolviéndote con una mujer de categoría subterránea? —La habilidad de esa mujer para que todo sonara más grave era algo que nadie podía atreverse a negar.
 
—¿Otra vez eso? —entonó con fastidio, ese cuento ya lo debería tener memorizado.
 
—Nunca me ha convencido, te doy otra oportunidad para que crees una excusa que valga medio centavo.
 
De haber sido otra persona o en otras circunstancias, habría estallado su modo de defensa ante tal ofensa. ¿Valía tan poco? ¡Ni podrido!
 
—Fui a aplicar una encuesta, me desorienté y ella me ayudó a ubicarme de nuevo, eso es todo. ¿Muy simple para tu gusto? Mala suerte, es imposible editar los hechos.
 
—¿Cómo te perdiste si el auto tiene GPS? —Cruzó los brazos, no cambiaba su opinión.
 
—No había paso porque estaban asfaltando la única vía, así que tuve que caminar hasta allá sin conocer la zona, por eso me perdí.
 
—Y como el buen oportunista que eres, le pediste una cita a la buena samaritana que te guio sin siquiera saber de qué clase era —reprochó sus predecibles acciones.
 
—No parecía maga, tampoco voy a estar preguntándole a todo el mundo su clase antes de hablar.
 
—¿No era algo descifrable con su nombre nada más? —Florian estuvo por responder, pero se le adelantó a su excusa—. Déjame adivinar, ni supiste su nombre hasta la cita.
 
—Culpable a medias, lo supe luego de invitarla a salir —confesó casi murmurando, no era un buen punto a su favor—, así que estaba consciente de eso en la cita.
 
Sonia negó repetidamente y con tortuosa lentitud con la cabeza sin agregar nada más. ¡¿Y ahora qué había dicho tan mal?!
 
—Y aun sabiéndolo te presentaste pudiendo cancelar sin ningún problema.
 
—¡¿Sabes lo mal parado que iba a quedar si cancelaba una cita que yo mismo propuse sólo por una clase social?! —Podía ser clasista en ocasiones, pero su mamá era la definición de la palabra, demasiado exacta para su gusto.
 
—Mejor parado que siendo un magnate saliendo con una hechicera, seguramente. —La única respuesta fue un rezongo bastante enojado—. Florian, entiende, lo menos que queremos es que te rebajen a clase media por un escándalo, ya has estado muy cerca de ellos este año y apenas llevamos tres meses de él. ¿No puedes comportarte mejor?
 
—Lo importante es que no me descubran.
 
—Lo importante es no hacerlo para que no te descubran —complementó a su modo.
 
A la señora Lancaster era imposible ganarle.
 
—Hijo —hasta que por fin su padre participaba—, debes ir captando las cosas por ti mismo y no por medio de nosotros o cuando ya te ves en problemas. Hay que prever todo, así evitas malos ratos. Si no prevés las situaciones, nosotros tendremos que meter mano si es que no es muy tarde.
 
—¿Como lo que hicieron para que terminara con Snow? —Vaya manipuladores—. Muchas gracias, pero para la próxima díganmelo directamente, no es necesario que Buster se entere de sus problemas conmigo.
 
—¡Buster! —Ella elevó la voz sin previo aviso, como si se hubiese acordado de algo importante—. ¡Las cosas en las que lo metes!
 
—¡¿Qué?! —Ese desvío parecía más algo de él, mas eso no fue lo malo. ¿Fue cosa suya o había sonado a que el único pecaminoso era él mismo?—. ¡¿Ya rebuscaste otra ruta para defenderlo y aplastarme a mí?!
 
—¡Es más que obvio que esa idea fue tuya, tú eres el que inventa en esas cosas!
 
—¿Cómo puedes saber eso? —¿Su coartada iba a ser así de débil? No era cosa de su madre.
 
—¡Por supuesto! Se encontraron con una regalada, porque ninguna decente haría eso con dos simultáneamente, tuvieron buena química y se te prendió la chispa, por lo que todo en tu radio se vio empujado a seguirte, véase como “todo en tu radio” a tu amigo que no le quedó de otra más que unirse para no quedar como un aburrido o qué sé yo.
 
A Florian podían atravesarlo con una lanza en ese mismo instante y ni se habría percatado. Con el párpado inferior de su ojo derecho temblando y la ceja izquierda arqueada, estaba de más decir que esa teoría era de su total desagrado.
 
—¡Ella lo insinuó! Nosotros simplemente accedimos.
 
—¿Y quién accedió primero?
 
—¿No ibas a regañar a papá también? —Hizo un intento por dirigir la discusión hacia otro lado por unos segundos para darse un respiro.
 
—Finnian, ¡al lado de Florian! —mandó a su esposo a reubicarse. Los mala conducta y la correctora no podían estar del mismo lado.
 
Bueno, al menos le funcionó por el rato que se trasladó.
 
—Te voy a hacer una pregunta bien seria y quiero que me respondas con toda la sinceridad que hay en ti —anunció el día siguiente al toparse con Buster en el trabajo.
 
—¿Tiene que ver con la cita de castigo de ayer? —Sonrió con burla.
 
—¿Eres el verdadero hijo de mi mamá? —El mayor sólo fue capaz de estallar en risas—. ¡De verdad quiero que me respondas!
 
—¿Mi imagen de santo sigue intacta, entonces?
 
—¿Sabes qué inventó esta vez? “¡Tú eres la mala influencia, mira lo que le has hecho!” —imitó el tono de su progenitora con cierta mofa—. En serio, ¿cómo es que a ti te protege con todo su ejército de excusas y a mí me agrede con cada idea que se le pasa por la cabeza? ¡Yo soy su hijo, no tú! ¿Desde cuándo somos Florian Lemony y Buster Lancaster como para algo así?
 
—Eso sonó a lo de los matrimonios de nuevo.
 
—Ah, sí —asqueó su propio comentario—. ¡El punto es que a ti te ama y a mí me odia! Quiero que vuelvan los tiempos en los que aún te comportabas muy a lo clase media para que viva regañándote como antes.
 
—¿Qué tan mal te fue?
 
—Me prohibieron las discotecas por un mes para dar tiempo a que se calmen las cosas.
 
—¡Te castigaron! —Dio un paso atrás para poder extender hacia adelante sus brazos y apuntarlo con ambos dedos índices.
 
—¡Eso es una medida de precaución, no un castigo! —No aceptaría un golpe tan duro a su orgullo, menos si era él quien se lo restregaba en la cara.
 
—¡Nada, estás castigado! —insistió, guardando y sacando los dedos.
 
—¡Que no…!
 
—Es una lástima —interrumpió, volviendo a una postura normal—, hoy pensaba ir a probar tu teoría sobre mi baja en la conquista.
 
—¿No que debería alejarme de las mujeres según tú? —Le recordó una conversación incompleta del día anterior.
 
—Mi presencia garantiza que al menos el ochenta por ciento no vaya contigo, me parece suficiente.
 
—Se supone que tu garantía se agotó, así que no.
 
—¿Estás diciéndole que no a una salida? Vaya, el castigo te debe tener traumatizado de veras —ironizó.
 
—¡Que no estoy castigado, te dije! Después yo soy la mala influencia cuando tú eres el que no declina la idea.
 
—No, olvídala. Un castigo es un castigo y debe cumplirse al pie de la letra.
 
—¿Vas a seguir? —Arrastró las palabras—. Nunca dijeron que no podía ir a un bar —canturreó.
 
—Los bares tienen su pista de baile, no —negó aunque le haya gustado su audacia—. Si te descubren no sólo te van a degradar, te van a matar.
 
—¿De verdad crees que me vas a mantener a raya por un mes entero?
 
—¿Sabes dónde podemos experimentar sin riesgos? En el Club Amethyst. Los dos somos socios, podemos ir cuando se nos antoje y si usamos la cancha de tenis por un rato, ¿quién va a sospechar de ti? Creo que hasta a nosotros se nos olvidaría el verdadero motivo de estar allá.
 
—¡Bus, eres un genio! —Posó las manos sobre sus hombros.
 
—Siempre hay que buscarle la vuelta a la situación.
 
—¿Qué tanto trabajo tienes hoy?
 
—Lo típico cuando una nueva temporada llega. Ahora que es primavera, tengo que rearmar los catálogos. Por suerte ya adelanté el de Hydra por lo del sábado, ella es la más difícil, así que como no tengo más clientes fijos, probablemente me encarguen escoger qué prendas de invierno podría seguir vendiendo y cuáles quedan para la próxima. ¿Tú?
 
—Unas evaluaciones que no tardarán mucho. Parece ser que estaremos libres a tiempo para un juego de cinco sets en la tarde. —Guiñó.
 
—¡Sí va! —Guiñó de vuelta.
 
—¡Lemony, Lancaster, si no pelean, pierden el tiempo! ¡Dejen de hablar de ocio cuando no han ni entrado a sus oficinas a trabajar un lunes!
 
—¿Por qué siempre hay alguien pendiente de nosotros? —preguntó Florian sin la necesidad de obtener explicaciones como la que le dieron.
 
—¡Porque tú eres demasiado ruidoso!
 
El heredero se hizo el ofendido, llevando su mano al pecho mientras inhalaba aire dramáticamente. Prefirió no contestar y dirigirse a su sitio, demostraría de una vez que podía ser silencioso también si ese era el desafío que le proponían, aunque él mismo fue el que lo inventó.


—¡Buen trabajo callándolo, gracias! —Buster elevó ambos pulgares y felicitó al empleado. Por lo menos alcanzó a fijar la próxima oportunidad en la que probaría su maldición sin problemas.
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Mensaje por Spencer Vie 29 Ene 2016, 9:42 pm




Capítulo 7: Doble play.

Dos a dos. Un grupo de espectadores se iba agigantando mientras más se prolongaba el encuentro, algunos apoyaban al de blanco y otros vitoreaban al de la bandana en el cabello. A pesar de llevar meses sin competir, sus técnicas eran lo suficientemente buenas como para llamar la atención de los demás y preferir verlos en vez de continuar con lo suyo. Nada era tan sorprendente como el saque en bala que tenía perdiendo al más alto, ¡esa pelota podía matar a alguien si lo golpeaba en la cabeza!
 
—¡Te prohíbo que sigas usando ese truco! —exclamó cuando se vio en suma desventaja, le era imposible devolver ese saque correctamente—. ¡¿Cómo haces eso?!
 
—Tal y como tú haces el truco del vaso en alto. ¡Nadie lo sabe! Pero está bien, ya no lo haré bajo la condición de que eso me valga un punto extra.
 
—¡Ni creas que te voy a regalar el match point así de fácil! —Y era que al otro le faltaba vencerlo una vez más para ganar el partido.
 
—Tenía que intentarlo. —Se encogió de hombros y luego recogió la pelota, preparándose para el siguiente saque—. Te arrepentirás de no haber escogido una derrota más sencilla, porque ahora perderás como nadie más.
 
—Es mejor hacer el intento. —Se posicionó listo para recibir lo que podría ser su última oportunidad para remontar y ganar.
 
Entre el repentino silencio del público por su concentración en los movimientos del que iba ganando, este rebotó la pelota un par de veces en el suelo antes de lanzarla alto en el aire y golpearla con la raqueta algo menos fuerte que antes para darle emoción al juego, admitía que no iba a ser tan divertido vencer con sólo un toque. El adversario respondió, obteniendo ovaciones de los testigos que poco contenían las ganas de hacer más ruido. Entonces, después de una racha que había casi asegurado el triunfo de uno, el que iba abajo anotó un punto luego de un out.
 
—¿Llevamos esto al deuce? —sugirió divertido al buscar la pelota que aún rodaba.
 
—Este punto fue para que no perdieras tan feo, agradécemelo.
 
—Sí, sobre todo viniendo de ti, Floripondio. Prepárate que ahora vendré con todo para remontar magistralmente. —Y sin mucha preparación, sacó tan de repente que no obtuvo devolución—. ¡Ja!
 
—¡Eso no se vale! Si acaso me di cuenta de cuándo elevaste la raqueta —se quejó, no le agradaba que la multitud estuviese gritando en un tono burlón por su falta de reacción.
 
—Esa es mi versión de tu saque en bala, mala suerte. Pásamela —pidió acercándose a la malla al ver que él ya tenía la pelota en la mano.
 
—Este es un buen momento para ir probando mi teoría. Deberíamos ver qué tanto nos apoyan ahora mismo que estamos empatados, así no se inclinarán por el que lleva más puntos —comentó antes de entregar para obligarlo a quedarse en el medio y así conversar más en privado.
 
—Buena idea. —Tomó la pelota y la guardó en el bolsillo de su short.
 
—Supongo que cada uno aquí —su vociferación fue bajando de tono por el desconcierto que el otro le causaba por no seguir lo que él creía que haría. ¿Por qué estaba bebiendo agua?— tiene a un favorito… —Y no pudo continuar más. ¿Por qué se secaba el sudor de la frente con los brazos? Ajustó su bandana mientras descifraba sus acciones.
 
No le bastó con los brazos, le pareció mejor elevar su camiseta para usarla como toalla facial. Percibió cómo en menos de un segundo las miradas de casi todas la chicas se posaron en su cuerpo. Así que eso era, Buster siempre aprovechándose de sus atributos. Entrecerró los ojos, ¿qué lo superaría? No era fanático de quitarse la camisa y el azul rey no le ayudaba para aplicar el truco de la ropa mojada. Lo único de lo que podía sacar provecho sin ser copiado era de manipular su cabello puesto que el suyo era bastante más largo y rebelde, así que, sin pensárselo dos veces, se deshizo de la bandana y paseó sus dedos entre varios mechones, desordenándolos. Por supuesto, todo decorado con una sonrisa ladera muy segura, como broche de oro.
 
¿Eso sobre él eran varios ojos femeninos? Oh, sí. Después de todo, no era tan opacado por el conquistador de naturaleza accidental.
 
El secado a medias —¿qué tan bien podía limpiarse si la propia tela también estaba empapada?— subió la mano con la raqueta, señal bien captada al ser aplaudido tal como lo esperó con ese gesto. El despelucado lo imitó con resultados similares. El primero repitió para corroborar quién obtuvo más decibeles, una celebración destacó:
 
—¡Tú puedes, Lemony! —animó una chica bastante alegre que identificó de inmediato sin tener que ubicarla, aunque eso tampoco fue tan duro porque nadie más tenía el cabello teñido de azul en su mayoría.
 
—¡Vaya, incluso hoy tienes el apoyo de tu supuesta! —bromeó Florian, olvidándose de la competencia de audiencia. ¡Eso estaba muchísimo mejor!
 
El mencionado agarró la raqueta con ambas manos frente a él, golpeándose con ella la cabeza una sola vez. La retiró rápidamente al darse cuenta de que no era buena idea hacer más presión porque conociéndose, terminaría con un moretón con la apariencia de haberse quemado la frente con una waflera que duraría días en desaparecer.
 
No supo si fue la desconcentración por tal sorpresa no muy agradable, pero el juego acabó pronto con la victoria del heredero y una burla de su parte, “disculpándose” de hacerle pasar pena por haberle ganado en presencia de su presunta, quien no demoró ni tres segundos en ir por él al salir de la cancha.
 
—¡No te preocupes por la derrota, jugaste muy bien! —Le sonrió más amplio de lo acostumbrado. ¿Qué había pasado de distinto?
 
—¿Por qué apareces en cada lugar al que voy? —musitó demasiado a sus adentros como para ser escuchado.
 
—Hydra estuvo ahí desde el tercer set, así que vio una buena parte de la partida. —En serio, ¿por qué esa sonrisa radiante?
 
—¿Viste todo eso? —El bombillo se encendió. Así que por ese detalle estaba tan espléndida.
 
—¡Sí, desde un muy buen lugar! Lemony debería usar más camisetas y menos mangas largas —recomendó y de inmediato cubrió sus labios con una mano, viéndolo sugestiva.
 
—Ah. —¿En qué parte de su manual mental estaba la sección de lidiar con una Hydra aun más rara? No tenía idea de qué decir—. ¡Ayer después de llegar a mi casa investigué por internet y no aparece nada!
 
—¿Qué? —¡Bien! Cambio de tema: exitoso.
 
—¡No aparece nada sobre maldiciones en internet!
 
—Ah, sí. Los magos se encargan de que no aparezca nada, no te extrañes por eso. ¿Por qué lo dices? —Se acordó de la visita—. ¿No te dio la suficiente información?
 
—¡Al contrario! Ahora siento que he estudiado, pero no es por la de Florian, ¡es por la suya! ¡No sabía que también se podía convertir a alguien en árbol! ¿Ese era el aspecto que me estabas advirtiendo?
 
—Así que Lemony logró ser paciente y no preguntarle, buena elección —felicitó, también mostró sus pulgares—. Él está así desde que lo conocí, un poco más árbol ahora, pero sí.
 
—¿Es porque lo maldijeron al tomar la decisión de ayudar a los condenados? —Su paciencia ya no daba más, la curiosidad le estaba ganando ahora que tenía a alguien que de seguro sabía al frente.
 
—Vaya, sabes más sobre los magos de lo que Hydra creía. Pues sí, es portador de la maldición del árbol, lo que provoca que su cuerpo vaya volviéndose muy lentamente en raíces, tronco y ramas, empezando desde los pies, hasta ser por completo uno. ¿Hasta dónde le llega ahora?
 
—Hasta aquí. —Puso sus manos cerca del ombligo.
 
—Oh, ya inició la fase del tronco. —Chasqueó la lengua, aparentemente triste por eso—. No le gusta que le pregunten como si fuera un fenómeno, por eso la advertencia. Él mismo te contará su historia cuando te tenga confianza como recompensa a tu buen comportamiento.
 
—¿Y qué haces aquí?
 
—Una sesión de fotos en traje de baño. Hydra llegó más temprano de lo que era, por eso terminó viendo a Lemony jugar, por mera y linda coincidencia. —De nuevo, esa sonrisa enorme lo estaba descolocando.
 
—¿Por qué yo no sabía nada de eso? —Se golpeó a sí mismo mentalmente por haber sonado como el novio celoso.
 
—Porque es una convocatoria para todas las modelos de Bogati’s, así que la empresa ya escogió lo que cada una usará. Lemony puede estar ahí como supervisor si no tiene nada que hacer. —Tapó sus labios nuevamente.
 
—Lemony sí tiene algo que hacer. Con permiso. —Y sin más, se alejó de la chica quien quedó con las palabras en la boca.
 
Se preguntaba por qué coincidían tanto, pero lo que le importaba saber ya estaba aclarado, así que no le paró mucho a esa interrogante sin respuesta lógica y buscó a su amigo hasta encontrarlo saliendo del baño.
 
—Menos mal que te separaste de Hydra, ya he oído más de un comentario por ahí de personas que aseguran haber visto al chico de la revista de ayer.
 
—¡¿Qué?! Oh, vaya, con razón me siento más observado que de costumbre. —Echó un vistazo a los lados sólo por comprobar que no lo estaban mirando.
 
—Y no es por nada, pero estoy de acuerdo con los que creen que ustedes son pareja, que por cierto son mayoría luego de lo que acaban de ver.
 
—La cara que tenía Hydra no ayuda a que crean lo contrario. —Suspiró—. Hoy estaba más —imitó su expresión por un segundo— que de costumbre.
 
—¿Cómo quieres que no esté así con todo lo que has hecho en la última hora? Bus, hoy estás siendo más sex symbol que lo normal, estoy seguro de que no te están viendo sólo por reconocerte de la foto.
 
—Tienes que estar bromeando —reía.
 
—A ver, tú más que nadie deberías saber que no se usa blanco si te vas a mojar, o en este caso, sudar, porque se te va a notar más el cuerpo, sino mírate. —Señaló su torso, a lo que Buster agachó la cabeza para verse—. De paso de que te la levantaste en el juego, las mujeres deben estar babeando y si a eso le agregamos que Hydra ya está flechada, ya tienes tu explicación.
 
—Te faltó que ella nunca me había visto los brazos. Me recomendó mostrarlos más, por cierto. —La situación le estaba dando risa, justo tenía que suceder cuando estaba bajo la mira de los chismosos—. En fin, ahora más que nunca está resaltado que podría estar ocupado, aunque aún dudo que ocurra por unos años más, así que usa eso como un punto de ventaja para el plan de hoy.
 
—¿Con la pinta que tienes hoy? Creo que sigue siendo algo complicado que volteen a verme.
 
—Me colocaré en un punto estratégico en el que para verme tengan que divisarte a ti primero si te complace.
 
—Me complacería que usaras lentes de sol, creo que tus ojos también distraen la atención de mí. —Comenzó a hurgar sus bolsillos.
 
—¡Ponme una bolsa de papel en la cabeza, pues!
 
—No sabes cuánto me encantaría ver eso, pero ya tengo los lentes. —Los halló en su bolsillo izquierdo, pasándoselos.
 
—¿Era en serio? Unos lentes oscuros a esta hora me parece que están fuera de sitio.
 
—No, porque a partir de ahora tienes conjuntivitis, así que los necesitas para no contagiar a nadie —estableció, poniéndoselos él por el rechazo del otro—. Ahora sí me gusta, ya podemos poner el plan en marcha.
 
Era la hora en la que las piscinas comenzaban a desocuparse por el descenso de la temperatura y en la que muchos se iban a la pista de baile frente al puesto de bebidas naturales, por lo que el par sabía perfectamente a dónde ir. Con una limonada y un batido de fresa, cada uno chequeaba el área desde la barra en busca de algún interés.
 
—¿Sabes? Es gracioso lo mucho que evitas comprar todo lo que tenga limón aunque te guste —comentó Florian por las elecciones del otro pelinegro.
 
—No quiero parecer un chiste. —Sorbió parte de su bebida—. Además, las fresas son mi otra fruta favorita, así que no es tan raro que…
 
—¡Hey, hey, hey! —interrumpió—. Tierra a la vista. Espera aquí, cuídamela —avisó, dejando su vaso y yendo al otro lado de la barra, donde una castaña con un corte bob bebía un frappé de piña—. ¿Y eso qué es? Se ve delicioso. —Se sentó en el banco libre a su lado, llamando su atención.
 
—Pruébalo tú mismo. —Acercó su vaso a él lo suficiente como para que le diera un trago—. ¿Qué tal?
 
—Pediré uno más tarde. ¿A quién le debo dar créditos por darme a conocer tal exquisitez? —Se apoyó de lado sobre el mármol de la barra. Ella hizo un gesto divertido con sus cejas.
 
—A Danielle, quien está más interesada en la novia de tu amigo que en ti. —Elevó las cejas dos veces con picardía. El magnate sólo pudo poner una cara impactada un tanto cómica.
 
—Genial —dijo únicamente. Aún pasmado, se devolvió.
 
—¿Qué rechazo tan rápido fue ese?
 
—Estoy acostumbrado a perder contra ti, pero ¿perder contra Hydra? Vaya, nunca imaginé que me pasaría. —Metió las manos en los bolsillos.
 
—¿Es lesbiana? —Rio sin esperar confirmaciones—. Tu suerte se está cayendo en picada.
 
—Tienen razón, cuesta identificar a una a menos que sea muy masculina.
 
—Y aun así no puedes estar seguro porque podría ser una simple tomboy.
 
—Necesitaré unos minutos para recuperarme, puedes dejar de buscar una que creas que me guste —anunció volviendo a tomar de su limonada.
 
—Me imagino por dónde debe estar tu ego ahora mismo —se burló, frenando otra risa con un trago.
 
—No me preocupa, porque estará de vuelta para cuando la noche acabe. —Golpeó su pecho una vez con la frente en alto.
 
—Si es que eso es posible —susurró muy bajo como para ser notado—. Oye, sé que pediste unos minutos para recargar ganas, pero creo que por allá hay una con la que no desperdiciarías la oportunidad de ligar —indicó el sitio con un movimiento del cuello.
 
—¿Cuál?
 
—Falda a…
 
—¡Ya la vi! —Se irguió—. Cuídame aquí de nuevo.
 
—Ni siquiera me dejaste terminar de decir el color de su falda —advirtió inútilmente, pues ya se había adelantado e ido por la chica.
 
Sin mucho esfuerzo, se abrió paso entre los bailarines no profesionales hasta dar con una falda a lunares que bailaba sola.
 
—Alguien debería acompañar el compás de esos pasos, ¿no lo crees? —inquirió bastante cerca de ella, lo suficiente para no repetir su frase ni violar su espacio personal.
 
—Es cierto, pero ese alguien está descansando sus pies ahora mismo —concordó con una sonrisa muy blanca. Vaya, ella era muy linda, incluso más que la anterior y eso que estaban niveladas. Ese cabello rubio, largo y ondulado iba perfectamente con su voz tierna.
 
—Oh, entonces ya tienes a alguien. —Le dolió, de verdad era una lindura.
 
—Eso no quiere decir que no podamos compartir un rato, guapo. —Tocó su hombro con delicadeza y reanudó su ritmo.
 
—¿Ese alguien no se molestaría? —No deseaba repetir el episodio del sábado.
 
—Para nada, no somos algo serio. Además, es imposible que nos vea porque está del lado contrario de la barra, dándonos la espalda.
 
—Espero que eso sea cierto —finalizó atrayéndola a él. Si la oportunidad estaba abierta, claro que la aprovecharía. No estaría rompiendo su código de no meterse con las ocupadas pues ella misma le había asegurado no tener nada serio con nadie.
 
¡Cuánto tiempo tenía sin bailar de ese modo! Sí, quizás fue novio de Snowring por varios meses, pero ella no tenía ni el mínimo sentido del ritmo, por lo que jamás bailaban muy bien. Era divertido a solas, cuando bromeaban y hacían locuras, mas era una pena si intentaba en público. Había extrañado la sensación de libertad que le daba el baile, más al ser en compañía de una mujer tan bonita como esa desconocida de falda moteada. Ella sí que tenía dos pies derechos.
 
Apenas sonó una canción cuando sintió dos toques en su espalda. ¿Quién osaba de arruinarle la perfección del momento? Al girarse, la persona a la que menos esperaba ver estaba de brazos cruzados y con una ceja arqueada.
 
—Ni aguantas tres minutos en ir a por otra flor, ¿ah? ¿Qué haces tú bailando con mi novia?
 
¿Qué clase de broma pesada era esa?
 
—¡Dani, cómo amo cuando te pones celosa! —Entrelazó sus manos antes de colocarlas alrededor del cuello de la castaña y besarla dulcemente en los labios.
 
Florian no tuvo la necesidad de preguntar, simplemente quedó hecho estatua por diez segundos antes de reaccionar y regresar a la barra como un alma errante.
 
—¿Cuántas probabilidades hay de fallar dos veces consecutivas por dos lesbianas que de paso son novias? —Se tumbó en el asiento.
 
—¡Eso te pasa por impaciente! —Buster no reía más porque ya lo había hecho en el instante que la del corte bob se dirigió a ellos—. Ella no es la chica que vi, sólo te fijaste en la palabra “falda” y te fuiste por la primera, pero era la de allá, la de falda amarilla.
 
—¡¿Por qué no hablaste más rápido?!
 
—Oye, tú fuiste el que no me dejó hablar. Ahora ve por la que es, dudo que sea lesbiana también.
 
—Nunca lo sabrás de antemano, Bus, nunca. —Dio un trago grueso a su limonada, arrugando la cara por la acidez de tanta cantidad—. La tercera es la vencida. Si ella tampoco está disponible, hasta aquí llegué por hoy. Mi ser no puede con tantos golpes.
 
—Ve, de seguro logras algo.
 

¿Qué le esperaba en esa tercera tanda? Lo único que le faltaba era toparse con una transexual, pero confiaba en el buen ojo de su amigo para diferenciar personas. Eso sí, por ser su sugerencia, lo castigaría sin arrepentimiento si fracasaba como nunca.
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