manzanas rojas.

Lose your mind.

—Tranquila Honey, puedes dejar de pretender odiarme todo el tiempo, sé que aún estas enamorada de mí, como yo de ti. —susurró, Perseus, con grandes ojos brillantes y una voz tan seria no parecía ser fingida.
Pero lo era.
Sophie estuvo a punto de gritarle irritada. Hasta que escuchó lo que dijo al final. No dijo nada, pero su expresión era de alguien que esperaba esas palabras, ojos dulces.
O bueno, lo eran hasta que Perseus volvió a hablar.
—JÁ. Debías ver tu cara, —alegó mientras un montón de risas trizaban la estrecha incomodidad entre ellos. — prefiero tirarme ácido antes de volver a decirte eso.
—¡No pienses que me lo creí por un segundo, idiota! Y Seré yo la que te tire ácido en la cara si vuelves a decir esas palabras.

Sí, eso era amor.

―Contaminas mi aire con tu horrible aroma, demonios, y eso que acabas de salir de la ducha. ―Sophie se cortó a si misma, mientras fruncía su pequeña nariz con disgusto, en dirección a Perseus.
Él único tipo por el cual sería capaz de cometer homicidio intencional.  
―Oh, lo notaste ―empezó a decir Perseus mientras le ofrecía una sonrisa de auto satisfacción, una que profesaba lo indicios de una guerra verbal. ―¿Qué puedo decir Honey? Me encanta bañarme con tu Shampoo.

Y mientras Sophie analizaba todo, Perseus saboreó el momento. Este era su round. Perseus 1. Sophie 0.