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Mensaje por Crestwell Mar 20 Ene 2015, 9:02 am

Ficha:



Dear Love



El sol apenas comenzaba a asomarse por el este de la ciudad de Londres, apenas iluminaba las casas de cada sector y escasamente llegaba a las puertas de la familia Tomlinson aquel fatídico día.
No era diferente al día anterior o al previo del mismo, era así a diario. Parecía mala suerte o brujería, la residencia de la familia parecía rodeada de un escudo invisible que ni siquiera dejaba pasar a los cálidos rayos del sol invernal. Se percibía un aura triste, decaída y lastimosa a los alrededores. No, algo había cambiado, algo se había esfumado como las hojas de otoño.
Él ya no estaba.
En el interior del lugar todo se hallaba en genuina calma, tanta tranquilidad que parecía un desierto, un desierto que en lugar de arena esta poblado de corazones rotos y lágrimas tristes. Solo había pasado un día de su partida y llevaban la pena de toda una vida encima, cargándola como una cruz tan pesada que sus hombros caían hacia abajo como sus cabezas. Sus pies no se levantaban, solo se arrastraban por el suelo como si de zombis se tratase, el sufrimiento de cada uno de los presentes se fundía en una angustia profunda y demoledora.
Cada quien daba sus condolencias a la familia, los más pequeños asentían sin saber a qué se referían o sin siquiera entender el por qué de tantos rostros lánguidos y manchados de dolor.
Él había pasado a un mejor mundo donde la paz era posible y el amor era puro.
Había fallecido.


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Mensaje por Panquequito Horan Mar 20 Ene 2015, 9:56 am

Woo... Realmente me quede sin palabras para poder expresar lo mucho que me encantó, ¡escribes muy bien! 
¡Nueva lectora! Me llamo Antonia pero dime Anto, me encanta tu novelaaaaa, la amé con todo mi corazón. Me dio como un escalofrío cuando leí "Había fallecido."
Espero ansiosa la continuación
Besos xx 
Panquequito Horan
Panquequito Horan


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Mensaje por Crestwell Mar 20 Ene 2015, 10:09 am

Panquequito Horan escribió:Woo... Realmente me quede sin palabras para poder expresar lo mucho que me encantó, ¡escribes muy bien! 
¡Nueva lectora! Me llamo Antonia pero dime Anto, me encanta tu novelaaaaa, la amé con todo mi corazón. Me dio como un escalofrío cuando leí "Había fallecido."
Espero ansiosa la continuación
Besos xx 
Aww gracias Anto!
Y si, la muerte produce eso (?) ahr
Estableceré días de capítulos creo yo ah djckndsjkvbsd
Bai Dear Love || l.t 1477071114


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Mensaje por Crestwell Miér 21 Ene 2015, 7:52 am

Capítulo 001



Con pasos torpes y desequilibrados el muchacho de ojos color turquesa avanzaba bruscamente al interior de la Universidad de Portsmouth, los pasillos estaban abarrotados de estudiantes del primer año. Iniciaban el tormentoso viaje que implica ser nuevos, carne fresca lista paras ser devorada por exigencias y desvelos diarios. Pobres, dieciocho años y ya tenían que pasar por el matadero, bueno, todos pasaron por él y ahora son adultos incomprensivos y ambiciosos, muy pocos siguieron su verdadera vocación.
Louis Tomlinson admiraba a Simon Armitage, un escritor, poeta con éxito que había elegido hacer lo que amaba y había estudiado en Portsmouth, él anhelaba con todas su fuerzas llegar a ser siquiera la mitad de lo bueno que lo era el señor Armitage. Escribir tanta poesía pura y original era su más atrayente sueño.
Escribía tanto en sus cuadernos que se consideraba a sí mismo como un poeta, pero solo alguien sabía de ello y era la persona a la que iba dedicada cada palabra, cada poema, cada carta. Y ni siquiera así, esa persona nunca supo quién era el anónimo que siempre firmaba con una letra L.
Le escribía todas las semanas sin falta, a la misma hora y el mismo día, los miércoles en el último periodo su carta estaba esperándola de la mano de un chico desconocido que hacia mandados de su escritor.
Él les pagaba para no revelar su identidad, para que calmaran las ansias de desarmar el plan del raro, su acrónimo en la universidad. El raro.
No tenía la peste o un ojo de más, pero aún así era raro.

—Tu carta Fawn—Joey llegaba con su balón de futbol americano en un brazo, sudando y su cabello rubio brillante empapado en agua o pipi, quien sabe lo que hacía el equipo en las duchas. A lo mejor solo se bañaban o jugaban ajedrez, o tal vez todos eran homosexuales y montaban orgías masivas. Su camiseta celeste con el numero 41 brillaba bajo el sol, seguramente por ser de algún material barato que el entrenador Finley se había molestado en pagar para todos, tacaño.
—Gracias Joey, eh sabes quién…
—No puedo decírtelo, nos paga demasiado para que luego abramos la boca, solo te puedo decir lo mismo que todos, es L.
—¿Crees que no lo sé? Me manda esa letra siempre, si es su nombre nunca lo voy a saber. En este lugar hay trescientas personas al menos cuyos nombres empiezan en L.
—Oh vamos está fácil pero el problema es que tu mente es limitada Dankworth —el chico sonrió y sus dientes blancos relucieron como perlas en un escaparate de Tiffany & Co.
—Lo dice el simio que casi mata a una anciana con su bicicleta de niña —canturreó ella, cerró su casillero, el 240 y salió de los pasillos hacia su clase de economía. Su menos favorita pero más sobresaliente.

Ella no se consideraba en el cuadro de honor académico pero sabía que podría llevar la universidad en calma y con facilidad. Al menos un tiempo más hasta que decidiera que quería estudiar, en que especializarse, todos lo habían decidido ya excepto ella, era como la ovejita negra de todas las clases, pero no sabía por dónde husmear para sentirse en el lugar correcto. Había probado en ciencias, química, incluso como gimnasta pero nada le parecía correcto y salía aún más confundida y golpeada por los caballetes imposibles de saltar en la clase de la señorita Winchester. Que mujer más varonil pensó la primera vez que la vio.

—¡Fawn! Fawn, Fawn, Fawn —Genevieve apareció entre el tumulto de jóvenes y hormonas que se acumulaba en el paso del pasillo a los salones, salió de entre dos grandotes del equipo de fútbol bañada en testosterona en forma de sudor. Ugh.
—Ieve que asco —dijo la joven con una mueca de disgusto pintada en su rostro, sacudió la cabeza y se recompuso — En fin, ¿para que soy buena?
—A que no adivinas quien me hablo en aritmética —chilló emocionada, Genevieve Albane Fontaine, alias la mejor amiga de Fawn en todo el universo.

Una francesa de intercambio que pasó de estar tan solo seis meses en la renombrada preparatoria Hampshire a mudarse de manera definitiva al Reino Unido. Ahora ambas con 18 años y a meses de entrar a los 19 indagaban en la emocionante vida universitaria que se alzaba frente a ellas como un castillo de arena frágil y problemático de construir.

—Alguien desesperado por que le enseñes el mundo de los números ¿cierto?
—No arruines el final —contestó Ieve— ¡Jayden! —su rostro su iluminó y por poco estuvo a punto de saltar con sus setenta y seis kilos, no le molestaba para nada no pesar cincuenta kilos como todas las chicas de la universidad, en lo absoluto. Y si a la misma Genevieve le daba lo mismo pues Fawn no se quejaba ni mucho menos.
—¿Ese descerebrado? ¿Y qué quería? —Cuestionó Dankworth mientras continuaba con su caminata al salón de economía— déjame adivinar, asesoramiento, su pequeña materia gris no da para basquetbol y aritmética juntos.
Ieve se adelantó unos pasos casi corriendo con sus piernas cortas y se interpuso en el camino de la joven de ojos café— Oye no seas mala, es un buen chico. Algo tonto pero nada que no pueda resolver con mi paciencia y cariño.

Y lamentablemente la mejor amiga de Fawn estaba completa e irreversiblemente enamorada de Jayden Leopold Heard, el muchacho más tonto que podía hallarse en la universidad de Portsmouth luego de Finn Hutton y Joey Richardson claro está.
A veces Fawn tenía la intermitente duda de si ¿era posible que solo por ser deportista el nivel de masa cerebral fuera menor al promedio? Su hipótesis se apoyaba cada vez más con lo que podía ver, sabía por las palomas mensajeras de sus hermosas cartas que, su anónimo tenía la manía de elegir a puros tontos atletas, unos del equipo de fútbol, otros de basquetbol y algunos restantes del equipo de luchas como Finn Hutton.
Sacó de su bolso la carta dispuesta a enseñársela a Genevieve, a quien le parecía extremadamente romántico lo del anónimo enamorado.

—Ieve hoy es, es miércoles —le contó con un deje de emoción en su voz.
—¿Y? —respondió de manera desinteresada aunque por dentro moría por saber que había escrito el desconocido esta ocasión.
—Oh vamos Ieve, no te molestes conmigo. Sabes que Heard es un idiota. Pero como no quiero pelear contigo me disculpo por haberlo dicho.
—¿Ya te dijo quién es? —inquirió animada nuevamente.
—No, no lo va a hacer —ambas muchachas ingresaron  al amplio salón, escalones tras escalones llenos de butacas desplegables de madera, algo desteñidas por el paso de alumnos a través del tiempo. Las suyas se ubicaban en la mitad justa, al centro y a la vista de los profesores.
—Es un cobarde —habló Genevieve— si tanto le interesas debería por lo menos decirte soy tal o tal ¿no crees?
—Pues sí, lo reconozco. Pero vamos, alguna razón debe de tener para no contactarme jamás de cara. Algo.
—Si seguro, ha de ser un adefesio de circo como Rachel —se refirió a Rachel Bride, la nadadora con un dedo extra.
—Iugh, primero no seas mala y segundo que horror, no lo creo Ieve. Ha de ser un muchacho hermoso y amable que solo tiene miedo, nada más.
—Un demente, lleva casi un año con esas cartitas ¿en verdad no te asusta ni un poco?
—Como dices eso, no podría asustarme — Fawn bajó su cabeza y le indicó a Ieve que se colocara a su altura para susurrar— Si sabes que me he enamorado de él.

Fawn Dankworth estaba enamorada del desconocido pero tierno raro.



Hey!:


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Mensaje por Crestwell Miér 21 Ene 2015, 1:53 pm

Aloha we :c


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Mensaje por Crestwell Miér 21 Ene 2015, 3:47 pm

...


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Mensaje por Invitado Miér 21 Ene 2015, 4:51 pm

Hola, puedes llamarme Jess, si quieres ahxd. Me gustó mucho el primer capítulo, sobre todo tu manera de escribir y expresarte. Fawn  es un nombre muuy bonito  Dear Love || l.t 1796689324 Y si, quizá hay una razón por la cual, le envíe las cartas sin decir quien es. Pero lo bonito, es que se enamoró de él, sin importarle nada... Me gustó mucho hasta ahora, no te preocupes, tu historia es muy buena y verás que llegarán las lectoras. No te preocupes. ¡Besos! Y actualiza cuando puedas. :) 
Invitado
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Mensaje por Crestwell Miér 21 Ene 2015, 5:43 pm

everest. escribió:
Hola, puedes llamarme Jess, si quieres ahxd. Me gustó mucho el primer capítulo, sobre todo tu manera de escribir y expresarte. Fawn  es un nombre muuy bonito  Dear Love || l.t 1796689324 Y si, quizá hay una razón por la cual, le envíe las cartas sin decir quien es. Pero lo bonito, es que se enamoró de él, sin importarle nada... Me gustó mucho hasta ahora, no te preocupes, tu historia es muy buena y verás que llegarán las lectoras. No te preocupes. ¡Besos! Y actualiza cuando puedas. :) 


Jess es bonito ksjncdjknjksd
Aww gracias bella, Fawn es el mejor nombre del mundo plz ahr ni tanto ascndjkcd
Que así sea, hasta pronto linda n.n
Crestwell
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Mensaje por Panquequito Horan Vie 23 Ene 2015, 7:08 am

Hermosa, me quedé sin palabras cuando leí el primer capítulo, me encantó con todo mi corazón. Escribes demasiado bien  baba
Me encantó el nombre de la protagonista, Fawn  
Me pareció algo tan tierno que Fawn se enamorará de Louis solo con leer las cartas que él le manda, pero me provoca estrés que ella no sepa quien es el autor.
De verdad que tienes que seguirla, estaré ansiosa esperando el capítulo dos.
Besos Dear Love || l.t 1477071114
Panquequito Horan
Panquequito Horan


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Mensaje por Crestwell Vie 23 Ene 2015, 7:45 am

Panquequito Horan escribió:Hermosa, me quedé sin palabras cuando leí el primer capítulo, me encantó con todo mi corazón. Escribes demasiado bien  baba
Me encantó el nombre de la protagonista, Fawn  
Me pareció algo tan tierno que Fawn se enamorará de Louis solo con leer las cartas que él le manda, pero me provoca estrés que ella no sepa quien es el autor.
De verdad que tienes que seguirla, estaré ansiosa esperando el capítulo dos.
Besos Dear Love || l.t 1477071114

Aw gracias Anto *3*
A mi igual ahr lksdkncvsdklvnds
Se tiene que dar cuenta, tiene que hacerlo. ah . me . callo . lol
Hoy lo subo, a lo mejor en la tarde antes de irme a buscar inspiración a la plazita (?)
Bai Dear Love || l.t 1477071114
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Mensaje por Crestwell Vie 23 Ene 2015, 8:38 am

Capítulo 002



El chico observaba con cuidado el pedazo de papel de color lavanda que tenía en frente, lo leía una y otra vez tratando de hallar un error inexistente, unas cuentas veces más y estuvo seguro de su inicial perfección, apenas eran ocho treinta de la noche pero él como cada día estaba en casa, ya había terminado con todos sus deberes tanto hogareños como académicos, se hallaba en su espaciosa habitación en el centro de la casa, estaba pintada de un tenue color celeste, celeste como el cielo despejado al amanecer. Su hermana le había ayudado y había hecho en el techo un cielo surcado de nubes blancas y grisáceas indicadas para tormentas. Era una habitación hermosa y un color muy pacifico justo como su ocupante.
Miró el reloj de bolsillo que colgaba de la lámpara en la mesa de noche que estaba a un lado y sonrió, su carta estaba lista y ni siquiera eran las nueve, un récord para sí mismo.
Amaba con cada rincón de su ser escribir y lo amaba aún más si era ella la que inspiraba tan bellas dedicaciones.
Ojala pudiera publicar cada una de sus obras, con tanta ansiedad dejar su nombre al público lo mataría sin duda alguna, pero se sentía bien por ahora escribiendo de manera anónima ya fuese en papel como en su blog personal, en el que también solía escribir para ella aunque ni siquiera lo supiese. La ansiedad social que le fue diagnosticada apenas cuando cursaba los nueve años. Era un calvario que recorría solo puesto que nadie parecía entender realmente su lastimosa situación.
Sin embargo no dejaba que esa condición lo limitara a las cuatro paredes o un escondite tal como una caverna. Él añoraba el mundo, añoraba el exterior.

“…y por eso digo esto, eres tan hermosa, tan celestial que ni en esta vida ni mil más podría llenarme de goce total el mirarte todos los días”
“…sé que con estas bellas palabras no conquistare tu corazón pero quiero capturar al menos tu atención, si tan solo pudieras mirarme sin asquearte, o al menos rozar tus suaves y tiernos dedos contra mí por accidente, eso me daría vida eterna, tu toque me devolvería la gracia de respirar, de ver el cielo a cada despertar”
“… me das tanta esperanza sin siquiera saberlo, eres mi ángel, un frágil, delicado y precioso ángel

Así era como iniciaban las múltiples entradas a su blog, cada una de un día distinto, las cartas podría escribirlas una vez por semana pero ella estaba todos los días en su mente y alma. Como un límpido manto que recubre al más preciado y costoso objeto él cuidaba de cada detalle para ella. Las cartas y ,aunque no lo supiera, otras atenciones, tales como el regalo de unas costosas botas que había anhelado desde que la vio en una vidriera y se había decepcionado al no poseer trescientas libras, o álbumes de David Bowie conservados como históricos para el ambiente musical. Fawn siempre había querido agradecer esas tiernas ocupaciones de él en investigar sus gustos, a diferencia de otros esto no la asustaba, le parecía romántico.
Quería que Fawn supiera cuanto la amaba, cuanto la anhelaba a pesar de ni siquiera saber cómo reaccionaba a cada carta, esperaba que de manera emocionada.
Fawn Dankworth tenía su lábil corazón entre sus manos sin saberlo, podía destrozarlo cuando ella quisiera y tal vez ni se enteraría, esa era la opción más posible sin duda alguna. Y él temía de ello, temía tener que recomponer su corazón y sus sentimientos si es que algún día se atrevía a hablar con Fawn, cosa que creía muy lejana o incluso nula.
La nulidad era algo que también le aterraba, dejar ir a Fawn implicaba perder parte de su ser de igual manera. Y si no le decía quien era la persona que escribía esas cartas ella se hartaría y al finalizar la universidad o antes estaría con alguien más y eso no quería ni tener que imaginarlo. Lo destrozaría por completo el ver a la persona que ama con otra.
Pero pensar en ello no ayudaba nada a su situación actual, solo lo desalentaba más.
Sacudió su cabellera y fijó su atención en la foto que guardaba de ella, era una foto de hacía seis meses del periódico universitario,  sonreía con su premio de literatura. Solo Dios sabía cuánto le había costado elaborar un argumento positivo a la literatura siendo que la detestaba. Odiaba casi todo en la universidad, Fawn no tenía cura ya.
El año quedaba en penumbras para dar paso a otro y Dankworth aún no conseguía decidir su carrera o su vida en general.
Él, aunque le molestara, se sentía algo decepcionado de su chica, quería sin duda el mejor futuro para ella y como iba no lograría absolutamente nada. Quedaría atrapada en el limbo de la vida y eso era lo que realmente destrozaba al joven.

—¿Louis tienes hambre? —de improvisto cruzó por el umbral de la puerta con una cesta blanca repleta de ropa.
—Eh no, gracias —repuso algo tímido. Era extraordinario el nivel de ansiedad presente en él, tan extremo que le temía al único ser que lo amaba de manera incondicional, su madre. Su dulce madre, quien jamás lo dañaría. Johannah acarició su hombro desde atrás y el chico saltó en su lugar, lo había asustado. Algo preocupada ella se retiró de la habitación con ropa para lavar y se despidió de su hijo con un te quiero Boo.


✦ ✧ ✦ ✧ ✦ ✧


—¡Vamos Fawn! —la apuró la rubia, Genevieve. Ambas iban todos los días a la universidad montadas en su  Blue Nash Metropolitan, un regalo de su abuela Brigitte.
—¡Dame un minuto! —respondió la castaña desde el segundo piso del pomposa edificio color rosado.
Luego de media hora de batallar con el secador de cabello se decidió a ir con un gorro que cubría toda su melena enmarañada por el aire caliente del aparato.
Bajo a toda prisa por las escaleras del pequeño departamento que ocupaba en el centro de Portsmouth, en Landport,  a unos cuantos  minutos de la universidad.
—¿No te dije que hoy despertarás temprano? —farfulló Ieve e invitó a su amiga a pasar al asiento del copiloto.
—Oh, lo siento señorita amargura, es que tu perro ocultó mis cosas y la ducha solo tenía agua fría así que para no coger una gripe nivel dios me tuve que secar con esa estúpida cosa y ahora parezco un león drogado —habló Fawn con una terrible expresión de enfado recorriéndole cada centímetro.
—Esa no es excusa —respondió Genevieve, mirando despreocupadamente la avenida, avanzó cruzando Brittany Ferries hasta Buckland. Continuo casi diez minutos sin hablar cuando Fawn la tocó, estaba helada. Muy helada y su rostro se veía cansino y pálido.
—¿Ieve te sientes bien? —inquirió la joven con el gorro.
—Sí, claro que sí.
—Te ves muy enferma —soltó Fawn.
—Solo estoy enferma, no muy enferma. —contestó la rubia ceniza.
—Creo que será mejor que yo conduzca y te lleve a casa, es mejor Gene. Anda déjame cuidarte como a mi bebé —dijo ella emocionada.
—No Fawn, estoy bien. No es como si esto fuera a matarme. Es solo un resfrío.
—Entonces vamos a una farmacia, al menos para comprar un medicamento porque tu cara es de soy un vampiro, mátenme por favor —hablo la morena con un deje de burla en su suave voz.
—Amo a los vampiros — intervino Ieve con una sonrisa lánguida.


✦ ✧ ✦ ✧ ✦ ✧

Querida Fawn.
Hoy te vi muy preocupada, se que Ieve está muy enferma, pero nunca pensé que podía llegar a ser influenza.
No he ido a visitarla al hospital, no creo que pueda ir. Ella podría saber quién soy y cuando se recupere, porque lo hará, decirte todo y eso aún no está en mis planes. Lo siento amor.
Estoy desanimado últimamente, verte tan mal y triste me parte el corazón. Ojala pudiera tomar el lugar de Genevieve, así tú estarías feliz y no sabrías siquiera quien soy. Te haría llegar mis cartas como fuese, no puedo pasar ni una semana sin escribirte menos podría pasar un mes sin hacerlo.
Me hace feliz escribir para ti, me da una alegría y emoción que no se compara nada, pensar en ti, pensar en las reacciones que tienes por las cartas, imaginar cuanto deseas conocerme personalmente. He desertado muchas veces, lo admito, tuve tantas oportunidades de decir  ‘hey, yo soy el anónimo que te ama’ pero mi temor le gana a cualquier sentimiento de superación o confianza que se halle en mi al momento de verte. Me asusta la idea de desagradarte y tener que hacer frente a tu inminente rechazo Fawn. Pero el miedo no dice nada en el amor que siento por ti, no sabes cuánto me gustaría  reconfortarte entre mis brazos como a una pequeña paloma herida. Porque aunque me lastime así estas, herida y necesitando el apoyo de quien sea. Amas mucho a Ieve y sé que te está quitando la vida verla así todos los días cuando la visitas.
Créeme cuando te digo que si yo tuviera que ver a mi hermana así también me quitaría las ganas de todo, pero mantendría la esperanza de su fortaleza física y mental, y sé que saldría adelante.
No pierdas la esperanza querido amor mío. Yo estaré para ti cuando me necesites, cuido de ti a pesar de que no me veas, siempre cuidaré de ti. Te protegeré del dolor con mi amor, mis palabras y mi vida. No dejaré que el viento invernal te sacuda como a una rosa solitaria, no permitiré que la brisa arruine tu juego de cartas, no dejaré que nadie toque el delicado cristal que es tu bello corazón. Te protegeré por siempre y para siempre.
En mi persona siempre hallarás la calidez de un hogar lleno de amor por ti, en mi encontraras la felicidad que la vida puede brindar cuando se lo permites, hallaras la emoción de una nueva aventura semanal, pero sobre todo Fawn, encontraras la esperanza del cambio positivo, sé que no soy el más indicado para decir esto pero no bajes los hombros, sube la cabeza y enfrenta las atrocidades del presente porque yo sostendré tu espalda y no te dejaré caer.
Prometo hacer todo lo posible para hacerte sentir un poco mejor. Lo intentaré todos los días de mi vida.
Lo prometo.
Siempre, L.

Fawn casi lloró al saber que al menos él no la había olvidado, que sabía que la pasaba mal a pesar de llevar una sonrisa casi todo el día.
Él la conocía y ella no podía ni decir su nombre por la simple razón de no saberlo. Lo extrañaba a pesar de nunca haberlo visto cara a cara, lo necesitaba, necesitaba la calidez que un abrazo suyo podría brindarle pero no lo tenía y eso la lastimaba aún más. El muchacho de cabellos castaños lo sabía y aún así no se atrevía a actuar.
La espiaba al recibir sus cartas. Sabía que necesitaba de alguien, de un hombro para llorar o de una broma para sonreír como con Genevieve y sus ocurrencias.
La veía tan triste que la ansiedad estaba quedándole chica y el deseo de hablar con ella se engrandecía.
La joven cerró su casillero y con sus libros a cuestas comenzó a buscar ayuda de alguien para cargarlos pero como era de costumbre nadie se ofreció, ni siquiera se le acercaban por el aspecto que llevaba, todos pensaban que Ieve la había contagiado pero solo era cansancio, puro cansancio.

—De…déjame ayudarte.
—Gracias —contestó a la vez que dividía la pesada carga en dos, tres libros para cada uno. Levantó la mirada para agradecer y lo primero que hallo fue una cabellera castaña.
El joven tenía la mirada baja clavada en su carta de sobre morado.
—Oh eso —río tiernamente por primera vez en semanas, su risa se comparaba al canto de los ángeles, un coro celestial.
El muchacho continúo con la mirada al suelo luego de que Fawn quitara la carta de su vista, esperaba a que levantara la vista pero no lo hacía por lo que carraspeo algo fuerte para llamar su atención.
—¿Hola? —se agachó un poco para, intentar al menos, ver parte de rostro— Me llamo Fawn Dankworth, segundo año— dijo con una sonrisa cordial— ¿Nos conocemos?
El muchacho negó levemente con su cabeza pero no soltó palabra alguna, lo que indigno a la morena sin embargo lo dejó pasar. A lo mejor él también creía que tenía la peste pero le había dado lastima su soledad.
—No hablas mucho ¿no? —indagó con esperanza de oír siquiera un no como respuesta— Uhm bueno, ¿vamos?
El asintió.

Caminó en silencio detrás de Fawn, pasillos y gente, mucha gente. Demasiada, estaba asustado e iniciando su crisis pero trató de calmarse para no asustar a la joven que caminaba sin preocupaciones frente a él.
Tenía tanto miedo de las personas que le susurraban raro y adefesio, quería llorar, hacerse una pequeña bolita y dejar que el mundo olvidara su existencia.
A veces creía que dejar de existir sería el fin de sus problemas, el fin de su habitación en la Tierra conllevaría paz a todas partes, incluso su propia madre sería feliz sin tener que cuidar de un fenómeno, pensaba cada vez que miraba su expresión de decepción pero si había algo que lo mantenía con su corazón latiente era Fawn, escribir para la chica le daba la esperanza de tener amor algún día, más específicamente su amor, su tierno corazón para sí mismo y nadie más.
Sin duda, ella lo hacía seguir con su inepta vida, lo hacía olvidar el mal trato de la gente, el dolor de su familia por su situación. Sin embargo no faltaba la ocasión en la que ni siquiera el amor lo salvara de las imágenes apocalípticas contra su persona, no se soportaba, se asqueaba de sí mismo y sentía empatía por aquellos que se sentían repugnados por él, comprendía el asco que les daba tener que respirar el mismo aire de alguien que actuaba como una rata.
Quería amar a Fawn lo más que se pudiera, aferrarse a la vida por ella, convertirla en el centro de su universo autodestructivo y dejar que el mar o el viento se llevarán el dolor que acarreaba en su espalda desde que toda esa pesadilla comenzó, desde que su padre se quitó la vida. Desde que vio como moría frente a sus ojos.
Quería que Fawn lo hiciera olvidar todo, hasta su nombre y quien era para renacer como un ser llenó de tranquilidad, un ser normal, quería dejar de ser el raro para ser como cualquier otra persona y no diferenciarse por escabullirse u ocultarse como una alimaña. Sabía que la chica que ocupaba su corazón podía conseguir que se amara a sí mismo. Fawn Dankworth era su ángel, su precioso y frágil ángel. Y no pensaba dejarla ir como si nada, lucharía por ella, con cartas,  poemas  o lo que fuera lucharía por su amor y su corazón, porque sentía que de alguna manera se la merecía. Merecía algo bueno y podía elegir lo que quisiera pero su necedad lo llevaba a elegir al amor.

—¿Te sientes bien? —la joven tocó levemente su mano y él se sintió desfallecer, el contacto que tanto había anhelado, el toque de el amor de su vida.
—Fawn yo…
—¡Hablaste! ¡Al fin! —exclamó la chica con una sonrisa dejando ver sus perlados dientes.

Él iba a decirle, decirle quien era. Era el momento. No podía esperar más, necesitaba vaciar esas palabras fuera de su mente, estaban causando demasiados estragos en su vida, esas simples palabras. No quería dejarla ir ahora, ella podía elegir de pareja a quien quisiera y eso no podía permitirlo.
Su garganta se cerró al verla tan expectante y con sus ojos abiertos a más no poder esperando a que continuará con la plática que llevaban, las palabras se atoraron en el aire de sus pulmones y su cerebro se desconectó de su cuerpo. No fue capaz de controlar sus acciones y cayó al suelo, se estaba ahogando, esa ansiedad social estaba acabando con su vida.

—¡Ayuda, por favor! —Fawn dejó volar los libros y se tiró a un lado del chico, puso su cabeza sobre sus piernas mientras un circulo de estudiantes curiosos se formaba a su alrededor.
—¡Saquen los teléfonos todos! El raro se nos muere —gritó un chico por el fondo del círculo.

Todo el mundo, como si de una orden presidencial se tratase, acató lo dicho y comenzaron a filmar la agonía del castaño, algunos solo miraban horrorizados, otros reían como si de una broma se tratase y restantes solo acompañaban con sonrisas de satisfacción.
Los profesores corrieron al sector en donde el montículo de gente crecía y al ver la imagen de un alumno prácticamente medio muerto en el patio llamaron a emergencias. Él no podía morir.

—Tranquilo estarás bien —intentó calmarlo la directora Kensington. Sabía que lo que decía podría no ser cierto pero la esperanza de la vida era lo único que quedaba.
—Aguanta ¿sí? —lloriqueo Fawn, temía tanto por la vida del desconocido, los ojos azules de él hicieron contacto con los verdes de ella y su llanto aminoro su fuerza, ahora lloraba en silencio, estaba aterrada por el muchacho.

Tan pronto llegaron los paramédicos los alumnos se dispersaron a excepción de Fawn que continuó arrodillada con sus manos entre las de él apretando de vez en vez para mantenerlo despierto, el sonreía para calmarla dándole a entender que todo estaría bien.
No le temía morir, ya había logrado acercarse a Fawn y si bien no tenía su amor tenía su atención, lo había mirado sin asquearse, lo había tocado sin huir luego por el temblor en sus manos. Había estado tan cerca que pudo oler su perfume, aspirar el aroma de su cabello y ver el brillo de sus ojos. Sus asustadizos ojos cafés.
No podía pedir más que esa realidad. Morir entre los brazos de su amada.

—¿Puedo ir directora? Por favor, no me diga que no porque huiré de todas maneras para verlo —rogó Fawn, quería acompañarlo y asegurarse de que lo tratarán con cuidado.
—Claro que si, tranquila ¿sí? El estará bien.
—Directora, ¿cómo se llama él? —preguntó antes de subir con el castaño en la ambulancia.
—Creo que es Louis Tomlinson —contestó la mujer con sus prolijas cejas enarcadas.


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Mensaje por Invitado Vie 23 Ene 2015, 5:38 pm

¡Yay! Capítulo nuevo, con mucha información y cosas para pensar. ¡M E E N C A N T A! creo que si estuviera en el lugar de Fawn, primero si alguien me mandara cartas así, estaría paranoica, pero después comenzaría a agradarme... Louis es muuuuuuuuy dulce, muuuuuuuuuy ¡muy! aunque con un poco de problemas para socializar, pero como todos, la escritura le sirve para expresarse, muy bonito. ¡ssssssssssssi! Pudieron acercarse y Louis estaba feliz, estaba... hasta que pasó lo del hospital y todo eso, pero lo lindo es que Fawn irá con él y ¡uh... ya sabe que su nombre es Louis Tomlinson! ...   Siguela cuando puedas, es genial, me encanta. Besos xx  
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Mensaje por Crestwell Sáb 24 Ene 2015, 8:04 am

everest. escribió:
¡Yay! Capítulo nuevo, con mucha información y cosas para pensar. ¡M E E N C A N T A! creo que si estuviera en el lugar de Fawn, primero si alguien me mandara cartas así, estaría paranoica, pero después comenzaría a agradarme... Louis es muuuuuuuuy dulce, muuuuuuuuuy ¡muy! aunque con un poco de problemas para socializar, pero como todos, la escritura le sirve para expresarse, muy bonito. ¡ssssssssssssi! Pudieron acercarse y Louis estaba feliz, estaba... hasta que pasó lo del hospital y todo eso, pero lo lindo es que Fawn irá con él y ¡uh... ya sabe que su nombre es Louis Tomlinson! ...   Siguela cuando puedas, es genial, me encanta. Besos xx  

Louis es un algodoncito de azúcar ajcsdjkvs
La seguiré pronto, voy a adelantar unos capítulos así cuando me vaya de vacaciones no las dejo colgadas ah
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Mensaje por Crestwell Lun 26 Ene 2015, 4:23 pm

Capítulo 003



Mucho olor a dentífrico, pensaba ella. Le parecía que el hospital estaba inundando de odontólogos en cada consultorio. A cada persona que veía con un barbijo se le cruzaba que era uno de ellos.
Si que les temía.
Estaba en el Saint James Hospital, a menos de quinces minutos de la universidad, se hallaba sentada en la sala de espera, mordía sus uñas de manera nerviosa e impaciente. Tenía tanto o incluso más miedo que cuando vio a Genevieve desvanecerse frente a ella un día antes de saber qué enfermedad aquejaba su frágil cuerpo.
Temía por la vida de Louis, Louis que hermoso nombre pensó.
—Mi hijo, ¿dónde está mi hijo? —le mujer se acercó corriendo a la recepción que se hallaba a mano derecha, Fawn conseguía verla si se estiraba un poco hacia adelante, la mujer estaba apoyada sobre la mesada de la enfermera Judy, parecí estar llorando desesperanzada antes siquiera de ver a su retoño mayor.
Fawn se levantó con temor e inseguridad, se acercó a la mujer castaña que ahora sollozaba en silencio y tocó suavemente su hombro para no asustarla.
—Eh ¿disculpe? —ella levantó la vista. Sus hermosos ojos claros se veían enrojecidos e hinchados, tal vez por el llanto que llevaba desde que la directora Kensington había llamado a su casa para avisarle de la ‘tragedia’ no concretada—. ¿Busca a Louis?
—Mi Louis—su llanto se intensifico y cayó de rodillas a los pies de Fawn— dime que está vivo, por favor —rogó nuevamente la mujer desesperada.
A Fawn se le encogió el corazón al oír la pregunta, ¿es que acaso él chico podía estar muerto?
—No lo sé, lo siento —pronunció con una débil voz, tenía un nudo inmenso ocupando su garganta por lo que apenas emitía sonidos.
La señora asintió débilmente y con su bolso entre ambas manos se sentó junto a la joven en la sala de espera, contuvo sus lágrimas al ver salir a un médico, el que atendía a Louis.
—¿Cómo está mi pequeño? —cuestionó antes de que el profesional llegará a ellas siquiera.
Él no contestó por unos segundos.


✦ ✧ ✦ ✧ ✦ ✧


Lazos azules y celestes se mezclan en el cielo nublado con tormentosos augurios, alas negras y multicolores desaparecen rápidamente en el horizonte con sus pequeñas crías a un lado que apenas comienzan a volar y deben hacerlo porque sino morirán.
Es curioso que actuemos solo cuando estamos en riesgo de perder y ser perdidos. Actuamos cuando el fin está cerca, ¿es que acaso no podemos hacerlo antes? ¿no podemos salvar lo que amamos antes?
Es una duda que casi todo el mundo tiene cuando ve que algo que anhelaba se va sin previo aviso, o solo no le prestaron la suficiente atención y lo descuidaron
Somos masoquistas, sabemos que si dejáramos ir eso que tanto queremos nos mataría internamente tan rápido como una bala a nivel físico, y aún así lo dejamos de lado como la ropa sucia en los sábados de salidas.
Lo obviamos porque creemos en ello como una carga de peso muerto al momento de realizar un recuento de las cosas diarias, pero al final de la semana es lo único que nos consuela.
“… y así sin darnos cuenta somos más felices con ayudas de esas cosas que nos alegran la vida, los contras vienen cuando la pierdes pero la muerte llega cuando los pierdes definitivamente sin posibilidad de retorno alguno.”
“…vemos luces al final del camino y ahora yo veo la mía, es brillante tanto como un diamante y hermosa pero ni se compara a tu exquisita y escultural perfección Fawn, eres preciosa y de eso nunca dude y sé que tú tampoco.”
Fawn, no quisiera tener que dejarte ahora porque en verdad quiero hacer lo que escribo en estos papeles. Quiero amarte, tener familia y envejecer contigo y nuestros hijos. Quiero todo contigo, desde lo más burdo a lo más excéntrico y especial. No me imagino un día en mi futuro sin que tú lo llenes por completo de mañana a noche y de madrugada a tarde, no puedo siquiera pensar en un día sin ti. Espero salir bien de aquí porque si no tendremos problemas.
No olvides que te amo, querido amor.
Atentamente, L.

—Es todo —habló Fawn.
—Eso fue algo diferente —dijo Genevieve— ¿y qué es eso de espero salir bien de aquí? —agudizó con su ya chillona voz las últimas palabras.
—No lo sé Ieve —suspiró contra el teléfono— pero ¿crees que esté bien? Tengo miedo, ¿qué tal si está enfermo o mal?
—Te lo diría o directamente no mandaría ni hoja con su lista del supermercado —repuso ella— yo creo que está bien, no tienes que preocuparte o quedarás calva con tanto estrés.
—No sé —torció la boca y sollozó una vez más. Había llorado casi toda la tarde desde que leyó la carta que la esperaba en el buzón cuando llego de la universidad.
—No llores más mujer, te prometo que cuando vuelva averiguaremos quien es —tosió vehementemente, si bien hacía un par de días que había regresado a su hogar Ieve necesitaba mucho reposo.
—Quisiera estar con él ahora mismo. Poder abrazar su cálido cuerpo y besar su cabello.
—Ya pronto, promesa de saliva.
—Iugh —río con ternura— te quiero Ieve, gracias.
—Te quiero más bobita.
—Hasta luego.
Colgó y dejó el móvil sobre la mesilla de luz que había en la sala del hospital, la habitación era blanca, tanto que era cegadora y brillante. Muy blanco y estéril.
Lo que salvaba de allí era el perfume que percibía, perfume masculino y dulce, vivido.
—¿Estás bien? —el castaño llevaba ya varios minutos en el baño, a lo mejor se había ahogado nuevamente y Fawn por pensar en su anónimo lo había dejado morir —, oh no, ¿estás ahí? ¿Estás bien? —repitió y comenzó a tocar a la puerta desesperada.
—Ya te oí, estoy bien —contestó, al medio segundo la puerta blanca se abría dejando ver a un recién duchado Louis, se secaba el cabello con una pequeña toalla gris que su madre le había dejado. Al ver a Fawn allí todavía bajo la cabeza y enrojeció, estaba semidesnudo frente a una chica—. Fawn, creí, creí que era mi madre. Eh,¿ q…que haces aquí?
—Yo venía a emm… lo siento —murmuró ella sonrojada y avergonzada por haber sido prácticamente despreciada por él y salió disparada de la habitación 219.
Horas luego con la escena olvidada él se hallaba en la cama cubierto con solo una sábana y casi durmiéndose, quería adelantar una carta, sentía la necesidad inoportuna de escribir para ella, su mano tomaba de la pluma con suavidad y escribía de manera ininterrumpida. La emoción en sus palabras crecía y crecía con cada párrafo, la ternura en sus letras aumentaba a medida que los segundos pasaban. Nunca se había sentido tan bien, Fawn había ido a visitarlo, Fawn Dankworth visitando al raro, podía decirse que al fin tenía a su primera amiga.
Se había sentido tan alegre cuando la vio sentada allí, esperándolo impaciente y preocupada, ella se preocupaba por él.
Su corazón latía, brincaba de emoción. Sentía que por fin tendría un acercamiento a Fawn, mínimo o no pero estaría cerca de ella para amarla más.
—Ay Fawn cuanto te quiero —susurró para sí mismo— ojala pudiera decirte quien soy.
—¿Qué?




Ta da (?) ahq
Eso .-. ríanse de mi estúpida escritura lol
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Crestwell
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Mensaje por Carry Styles Lun 26 Ene 2015, 4:44 pm

La pura perfección, escribes muy bien bae, no tube tiempo de leerme todos los capítulo pero en cuanto lo tenga te mando un sexy comentario  ;)
Carry Styles
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