aislados {adrien fanfic.

Dylan Wilson vivió toda su vida en Manhattan. Sostenía una vida tranquila, soltera, con un trabajo que la mantenía y era lo que le gustaba, con cuatro amigos y un camino largo que recorrer. Simplemente, amaba ser como era. Pero todo se complico.
El cielo se lleno de avionetas asiáticas, y las bombas inundaron el lugar como insectos. Todo lo que conocía se estaba desmoronando y ella, lo único que logro hacer fue correr. Correr era lo único que mantuvo viva de todos esos escombros, hasta la puerta. Esa puerta que se termino por convertir en su perdición.
Una maldita puerta que se convirtió en la entrada al infierno.

Ficha:

Personajes:

"¡Que me dejen entrar, maldita sea!" Gritaba con todas mis fuerzas. Por mas que pateara no tenia la musculatura suficiente como para pasar al gran hombre detrás de la puerta, el muy maldito estaba haciendo que mi energía se acabe. Lo único que quería hacer era sobrevivir a una bomba que, sin que yo supiera, estaba atacando la única ciudad que conocía como mía.
Cuando pensé que las cosas no se podrían haber vuelto peor, un pedazo de escombro atravesó mi pierna mientras que yo gritaba con todas mis fuerzas. Eso debió ser el detonador, porque la puerta se abrió a los segundos dejándome pasar y dejándome ver, por ultima vez, lo poco que quedaba de manhattan.
Un brazo me jalo para que yo pudiera entrar torpemente, tropezando con unas escaleras y cayendo sobre alguien que, sinceramente, no conocía. Pero no me moví, no tenia porque hacerlo; las bombas aun estaban cayendo y algunos escombros del bunker aun caían sobre nosotros. Así que me aferre a esa persona lo mas que pude y solloce, no llore, solo largue unas pocas lagrimas antes de sentir un brazo detrás de mi espalda. No se en que momento deje de llorar, solamente deje de hacerlo y me sentí completamente segura bajo ese brazo desconocido.
Las bombas pararon, el suelo y el techo dejaron de moverse.
Y ahí caí en cuenta de que las cosas ya no serian iguales.
No sabia como estaba mi familia, como estaban mis abuelos y como estaba mi mejor amiga.
Era como un maldito bebe en un mundo de porquería.
Porque todo era una porquería.
Y lo seria siempre.
Levante mi cabeza mirando a mi alrededor. El brazo desconocido seguía en el mismo lugar, detrás de mi espalda, mientras escuchaba la respiración entrecortada de varias personas juntas. Reconocí la cara de mi vecina en segundos, la cual solo miro mi pierna y se puso pálida.
"Eso es mucha... mucha sangre" dijo apuntando a mi gemelo derecho.
Y era verdad, la sangre recorría toda mi pierna y se veía un pedazo de escombro atravesándola. No dije nada e hice lo que mas fácil se me daba.
Desmayarme.