The mystery of Payne

Por una simple apuesta, Sea Loosle comenzó una búsqueda. Ésta consistía en encontrar al desaparecido e increíble Liam Payne. Todos decían que era un misterio, pues no se sabía dónde se hallaba este atractivo hombre.
Pero Sea se había propuesto encontrarlo y lo consiguió. Demasiadas sensaciones pasaron por su cuerpo en el momento en el que Liam le abrió la puerta de su casa, principalmente incredulidad por verlo frente a frente, luego de tanta investigación y tocar a las puertas de otras casas equivocadamente y salir corriendo mientras los propietarios de éstas refunfuñaba a gritos. Pero todo había valido la pena, o al menos para ella.
Luego de todo, le es algo difícil estar junto a él. Todo había iniciado por la apuesta, cierto, pero también lo es que todo el tiempo que estaba juntos dio fruto a la relación entre ellos; y aunque ella no quería salir con el corazón roto luego de tantas malas relaciones pasadas, no lo puede lograr. Él era conocido por ser el roba-corazones, por llevarse a todas a la cama, y a pesar de haber algo distinto en ella, lo cual no notaba en ninguna otra, no podía cambiar sus actitudes.
¿Podría el amor, cambiar todo lo mezquino y serio que era Liam? ¿Sería posible que Sea aceptara como lo era él? Muchas preguntas y pocas respuestas.

¿Por qué ni una persona puede comprenderme? Es tan desquiciante, nadie sabe qué es lo que me ocurre. Todas piensan en cómo decorar sus largas uñas, o cómo será su próximo color de cabello. ¡Rayos! Es que, siento que no encajo en esta sociedad de oxigenadas. Pero en realidad, debo estar feliz de no hacerlo. Observo como Aurelia, recibida de Miss Stupid y reina de Tontilandia, se acerca hacia mí, moviendo exageradamente sus caderas.

— ¿Qué haces, Loosle? — Inquiere mientras se apoya sobre mi escritorio. Trago el café, que estuve tomando tranquilamente hasta que llegó ella, y finalmente le respondo.

— Estaba terminando un trabajo.

— Ya veo... — Dice desinteresada. Se muerde el labio inferior levemente, provocando que tenga un poco más de color que el comúnmente —. Te propongo algo — Comenta, sorprendiendome. Y suspiro, sin saber por qué.

— ¿Qué? — Es este el momento en el que quiero tirarle todo el café alrededor de su cabeza, así no solo le empapa la cara, sino también esa carísima camisa de D&G. Cielos, sí que disfrutaría ese momento.

— Bueno, te explicare un poco cómo viene el tema éste. Pues, han salido muchísimas noticias diciendo que el exitoso científico Liam Payne hace bastante que no aparece en los medios. Lo cual es raro, porque bueno... Es muy rico en los dos sentidos — Me sonríe tontamente, dejándome ver el grado de estupidez de Aurelia que solo ella puede tener, y al instante sigue con su “propuesta” —, bueno, hemos estado hablando de este tema con las chicas y ya que no eres de estar mucho con nosotras, te vine a hacer esta apuesta, mejor dicho. Ninguna te cree capaz de ser tan valiente como para que vayas en busca de Liam Payne. No lo sé, ¿es así? Puedes responder con un no y ya veras... Puede ser posible que te hagamos la vida imposible — Escuchó atentamente todas las palabras que dice Aurelia; con una total paz en mi interior que hasta a mí me sorprende. Y creo que a pesar de ello, es tan tonto lo de “Te haremos la vida imposible”, quiero decir, ¿estamos en una película o en la realidad? Y eso casi siempre lo dicen los chicos pequeños que quieren hacerse los interesantes y demostrar lo que sea que quieran mostrar. Comparar a Aurelia con un chico logra sacarme una sonrisa — ¿De qué te ríes? ¿Acaso eres cobarde? ¿Eh?

Hago un esfuerzo sobrehumano para no largar una carcajada en su cara y escupirla con mi saliva, que indudablemente se me escaparía. Carraspeo, intentando calmar mi impulso.

— A ver, ¿me estás proponiendo que vaya a buscarlo cuando ni siquiera se sabe dónde vive? Dejame decirte que estoy dudando si eres o si te haces la estúpida.

Frunce el ceño. Se me escapa una sonrisa sardónica, pero no puedo evitarla. Aurelia mueve su cabeza, negando.

— ¿Dónde está tu sentido del humor? Eres una tonta hermética que no quiere algo de diversión nunca.

Es mi turno de fruncir el ceño. Tomo un sorbo de mi café amargo, sin nada de azúcar ni edulcorante.

— Además, ¿por qué quieren que haga eso? ¿Es que piensan que se le romperán esas uñas afiladas parecidas a la de los gatos mientras lo buscan? ¡Por favor! Dejenme excluida y tomen toda la diversión porque todo lo que venga de ustedes es dañino para cualquiera. ¿Y se puede saber porque estaban hablando de mí a mis espaldas? Yo no pregunto por tu vida, no me interesa de una pizca y vienes tú y todo tu séquito? Tengo unas cuantas palabras para regalarte, pero mejor guardarme el regalo para otro momento.

— Sentido del humor.

— Creeme que lo tengo.

— En fin — aplaude, y al instante la comparo con una foca. Me rio por lo bajito y agradezco que Aurelia no se haya dado cuenta de ello —. Debes buscarlo.

— ¿Piensas que con chasquear un dedo ya todo se volverá como lo quieres? Estás totalmente equivocada si piensas así.

— ¿Nuestra querida Sea está dudando?

— ¿Dudando de qué? — mi enojo cada vez se incrementa y mi tono de voz se va tornando más agudo.

— De lo valiente que eres.

Muerdo el interior de mi mejilla para no gritarle en la cara que quiero darle su regalo y empezar con una pelea de colegiales de tirarse del cabello hasta que te queden unos cuantos mechones en la mano y te sientas vencedora por arrancar cabello de cabezas ajenas. Aurelia, no te tirare de tu pelo, por hoy.

— Puedo hacerlo — no pienso en lo que voy a decir, indudablemente mi bocota hoy está lo bastante revolucionada por Aurelia —, y lo haré.

— Perfecto — Aurelia me regala una sonrisa lo bastante falsa como para calificarla como sonrisa, pareciéndose a la del Gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas —. Lo que sigue es así: te damos un mes para que consigas con su paradero.

Para ser Aurelia la que me propone ésto, parece lo bastante simple.

— Está bien — acepto mientras me levanto de mi asiento, pero mi acción es interrumpida ya que apoya su mano sobre mi hombro, arrastrandome nuevamente hacia el asiento.

— No tan rápido.

Hable demasiado pronto.

— Esto ocurrirá con una condición — su dedo índice me señala, y yo me paralizo al imaginar qué debería hacer.

— ¿Cuál?

Otra vez, aplaude sin parar, risueña, pero yo estoy confundida.

— Deberás acostarte con él.

Mi cara se transforma del espanto. ¡¿Acostarme con él?! Este es el momento indicado en el que debe explotar una bomba en la empresa y matarnos a todos. O mejor, que me trague la tierra. Quiero golpearme la cabeza contra la pared tantas veces como sea necesario para que mi cerebro vuelva a funcionar y resolver en lo que me metí. Pero pensar en tener a Aurelia riéndose de mí, como también todas las otras, me pone furiosa y mi piel pálida se enrojece con un tono rosado.

— ¿Qué dices? ¿Aceptas o no la propuesta?

Asiento despacio, tratando de idear alguna pregunta coherente y sin tartamudear de la impresión.

— Pero, ¿no pensaste que quizá, luego de los treinta días venga y te diga que me acosté con él, siendo que no lo hice?

— Esta es la parte divertida, pequeña Sea.

— ¿Y eso porque es así?

— Porque el mismo Liam Payne deberá venir aquí y decirnos la verdad de lo que sucedió.

Cierro los ojos. Respiro hondo e imagino algún tipo de motivo para hacer esto. Pero lo único que me viene a la cabeza es pensar que falle en esto.

Qué gran incentivo.