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Stripped Hot Zayn Malik

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Mensaje por Isabela85 Dom 17 Ago 2014, 3:00 pm



Ficha de la serie

 

 

Novela: Stripped

Autor: Jasinda Wilder

Adaptación: Si

Género: Hot +18

Contenido: Contenido erótico, romance, acción.

Advertencia: Escenas bastante subidas de todo y lenguaje vulgar

Otras páginas: Supongo que el libro lo pueden encontrar en algún lado en internet




Hola Chicas!!!!!





Esta es una nueva adaptación pero aun no estoy segura con que chico de One Direction será el protagonista... les dejare la sinopsis para que ustedes puedan elegirlo
 

Pongan sus propuestas y el que tenga más votos será el ganador...
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Última edición por Isabela85 el Miér 27 Ago 2014, 1:12 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Isabela85 Dom 17 Ago 2014, 4:04 pm

Sinopsis
 
¿Así que como me metí en esta situación, preguntarás?
 
Fácil: Desesperación.
 
Cuando te enfrentas a estar sin hogar y hambrienta o quitarte la ropa por dinero, la elección es más fácil de lo que te imaginas. Eso no significa que sea fácil, sin embargo. Oh no. Lo odio, de hecho. No hay nada que quiera hacer más que abandonarlo y nunca ir a otro bar de nuevo, nunca escuchar el ritmo techno palpitar en mis oídos de nuevo, nunca sentir las miradas lascivas de hombres calientes de nuevo.
 
Entonces, un día, conocí un hombre. Él estaba en mi club, al frente y al centro. Me observó hacer mi rutina, y su mirada estaba llena de hambre. No es el tipo de deseo al que estoy acostumbrada, sin embargo. Es algo diferente. Algo más caliente, más profundo, y más posesivo. Sé quién es él; por supuesto que sí. Todo el mundo sabe quién es _____ _____. Es el más sexy hombre vivo de la revista People. Es el actor más caliente en Hollywood. Es el hombre seleccionado a mano para el papel de Rhett Butler en la nueva versión tan esperada de Lo Que El Viento Se Llevó.
 
Es el tipo de hombre que puede tener a cualquier mujer en el mundo entero con un simple chasquido de sus dedos. Así que ¿Qué está haciendo viéndome como que tiene que tenerme? Y ¿Cómo puedo resistirme a él cuando me mira con esos embriagadores, cambiantes, brillantes ojos?
 
Soy virgen, y él es un icono Americano de sexualidad masculina. Soy Stripper, y él es un hombre acostumbrado a conseguir cualquier cosa y todo lo que quiera. Sé que debería decir no, sé que es el peor tipo de jugador... pero lo que mi mente sabe, mi cuerpo y mi corazón no pueden.
 
Y entonces las cosas se ponen complicadas.

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Mensaje por Isabela85 Miér 20 Ago 2014, 3:55 pm

¿Alguna interesada???
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Mensaje por Shellet Miér 20 Ago 2014, 4:06 pm

Wow me encanto la sipnosis!!!!!!
Y bueno por lo que lei a ese papel le queda Zayn no lo se digo yo :3333
Espero que la sigas!!!!
Shellet
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Mensaje por Isabela85 Miér 20 Ago 2014, 4:08 pm

Shellet escribió:Wow me encanto la sipnosis!!!!!!
Y bueno por lo que lei a ese papel le queda Zayn no lo se digo yo :3333
Espero que la sigas!!!!
ok, un punto para Zayn... veremos si alguien mas le interesa votar
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Mensaje por Isabela85 Miér 27 Ago 2014, 1:08 pm

Al parecer el unico voto y la unica que le interesa la historia eres tu Shellet, asi que ahora subo el primer capi...

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Mensaje por Isabela85 Miér 27 Ago 2014, 1:53 pm

Capítulo 1
 

-Ninguna hija mía intentará cualquier comportamiento lascivo y pecaminoso como el baile —Papá me dice, con los ojos azules ardiendo—. Es asqueroso e impúdico y enteramente sexual… He visto la clase de baile de esas... esas prostitutas que entablan en esa supuesta Academia. No asistirás.
 

Mantengo los ojos cerrados y freno las ganas de gritar y salir corriendo. Tengo dieciséis años y soy una dama. Salir corriendo no me convertirá en una dama. Al menos, eso es lo que mamá me dice.
 

—Papá, por favor. Por favor. No voy a hacer nada de eso. Voy a ser modesta, lo prometo. Estarás bien con cada baile, cada atuendo. Sólo... por favor. Por favor, por favor, déjame bailar. —Ceñí las manos delante de mí y me sumergí en mis rodillas, dándole mis mejores ojos de cachorrito.
 

Él está vacilando. Puedo sentirlo.
 

—____, no apruebo el baile. Dios no aprueba la danza.
 

Mamá al rescate.
 

—Ahora, Erik, sabes que eso no es lo que dicen las escrituras. Estás siendo un dinosaurio viejo y cascarrabias. David bailó ante el Señor. Los Salmos lo mencionan bailando en honor al Señor en muchos pasajes —Ella se desliza a lado y presiona a papá contra su brazo y apoya la mano en el hombro—. Nuestra hija sabe el bien del mal, y tú lo sabes. Ella sólo quiere dar gloria a Dios usando los talentos que Él le ha dado.
 

—Por favor, papá. No voy a permitir que cualquier coreografía sea obscena o sexual. —Apenas puedo respirar por el caliente peso de esperanza en mi pecho.
 

Él nos mira a mí y a mamá y se vuelve. Puedo verlo reflexionar en su cabeza.
 

—Lo permitiré... por ahora. Pero a la primera señal de algo pecaminoso o malo, voy a sacarte de allí tan rápido que ni siquiera tendrás tiempo para girar tu cabeza. ¿Me oyes, hija?
 

Lo abrazo, chillando de alegría.
 

     ¡Gracias, gracias, gracias!
 

—No me decepciones, ____. Eres la hija de un pastor. Tienes que dar el ejemplo apropiado para toda la comunidad.
 

—Lo haré, papá. Voy a ser el mejor ejemplo. Lo prometo, lo prometo.
 

Me giro lejos de él y bailo unos pasos sueltos a la distancia, entonces tomo un adorno, que sostengo por un momento. Me vuelvo hacia él.
 

     ¿Ves? No hay nada malo con eso, ¿verdad?
 

Él entrecierra los ojos hacia mí.
 

—Tengo que terminar de preparar el sermón del domingo.
 

Papá es el fundador y pastor ejecutivo de la Iglesia Bautista Contemporánea de Macon, una de las iglesias más grandes de todo el estado de Georgia. Mi abuelito Amundsen fue el fuego del infierno y azufre, pastor de una pequeña iglesia Bautista Reformada en los bosques de Georgia, por lo que papá creció siendo el hijo de un pastor. Fue preparado para el púlpito* durante toda su vida. El abuelo era aún más estricto que papá, aunque parezca imposible. Ni siquiera me aprobaba con pantalones o shorts, cuando era una niña pequeña, pero papá me dejó salirme con la mía, siempre y cuando los pantalones cortos no fueran demasiado cortos o los pantalones muy apretados. Para el abuelo, las mujeres se quedaban en la cocina, llevaban vestidos, y eran vistas pero no oídas. Era un poco anticuado, mi abuelito. Él nunca aprobó el hecho de que papá enseñó la teología Bautista más moderna y contemporánea.
 

He estado bailando en secreto desde que tenía quince años, viendo videos de Internet, enseñándome a mí misma, viendo So You Think You Can Dance en mi laptop y tratando de imitar las coreografías. Mamá me ayudó un poco el año pasado, llevándome a clases de baile los sábados por la mañana, diciendo a papá que eran citas de manicura—pedicura. Él aprobaba muy poco la manicura y pedicura como lo hacía con todo lo demás, pero tendría un momento difícil diciéndonos que no a mi mamá y a mí, así que nos dejó ir. No necesitaba saber acerca de las clases de baile secretas, siempre y cuando mi madre me acompañara. Por supuesto, mamá y yo realmente conseguíamos la manicura y pedicura después de la danza, pero eso no viene al caso.
 

Sonrío a papá cuando paso bailando fuera de su estudio.
 

Mamá me está esperando en la cocina.
 

—Hay que ir, ____. Ahora puedes bailar todo lo que quieras sin preocuparte porque ninguna de las das podamos meternos en problemas.
 

Abrazo a mamá y le doy un beso en la frente.
 

—Gracias, mamá. Sé que no te gusta mentirle a papá.
 

Me mira, y me hace callar con un dedo sobre los labios.
 

—Nunca le he mentido. Ni una sola vez. Nos preguntó si nos íbamos a nuestras uñas, y eso es lo que hicimos. Si él no preguntó dónde más íbamos, eso no es mentira. Si alguna vez me hubiese preguntado directamente si estabas tomando clases de baile, le habría dicho. Tú sabes que sí.
 

No discuto con ella.
 

Me dirijo a mi habitación para enviar un correo electrónico a la señora LeRoux diciéndole que puedo unirme oficialmente a la compañía, me pregunto por las evasiones de mi madre. ¿No estamos mintiendo por omisión si no le dijimos a papá lo que estábamos haciendo? Él no querría que fuéramos en absoluto si hubiera sabido. Si se entera ahora, nunca me permitiría salir de mi habitación. No sé en qué tipo de problemas una esposa se podría meter, pero sé que papá estaría enojado con mamá por su complicidad.
 

Echo un vistazo a través de los vídeos de la Sra. LeRoux que ha subido a la página web desde la semana pasada. Ella se ha comprometido a llevar una cámara de vídeo en cada lección, y luego, al final del día, sube el contenido a su sitio web. O más bien, su hija Catherine lo hace. Si no hemos estado allí para esa clase, Catherine y la señora LeRoux pasan por el vídeo del día y cortan la mayor parte, dejando en claro que se supone que nos enseñan algo. Nadie lo sabe, pero la señora LeRoux comenzó esta práctica, principalmente por mi causa.
 

Vio algún tipo de potencial en mí aquella primera clase en que asistí a principios de este año. Le encantó la forma en la que bailé y aplaudió el hecho de que yo era autodidacta. Me dio una beca para que pudiera asistir de forma gratuita. Ya que no podía asistir a tantas clases como todos los demás lo hacían, comenzó a grabarme las clases, ensayos y prácticas de grupo para poder mantener el ritmo. Otros estudiantes comenzaron a verlos y los encontraron útiles también, por lo que se pegaron.
 

Cuando la primera lección de grupo entre semana rodó alrededor de ese miércoles, yo había practicado la coreografía de grupo, así como la pieza en solitario en la que estaba trabajando. Papá me había visto practicar en el sótano, sentado en las escaleras con sus dedos presionados juntos en un campanario, con sus ojos siguiendo cada movimiento. Era desesperante, honestamente. Me estaba mirando a ver si iba mal, para ver si este plié** era obsceno, o que la extensión de la pierna era inadecuada y poco femenina.
 

El grupo del miércoles después de la escuela se divide en dos partes, cuarenta y cinco minutos cada uno. La primera sección es un grupo de coreografía, repasando la pieza the eleven-girl diseñada por la Sra. L, asegurándose de que cada uno de nosotras conozcamos nuestras piezas individuales y que toda la pieza fluya correctamente. La segunda parte es la instrucción, donde la señora L, nos enseña un nuevo movimiento o técnica, demostrando lo que tiene cada uno de nosotros probándolo en frente de la clase. Se corrige según sea necesario. Estoy luchando un poco con el trabajo en grupo, ya que nunca he bailado en un grupo antes de hoy. Sigo perdiendo el paso en el medio, pierdo el paso golpeando a Devin, la chica de al lado.
 

Por último, la Sra. L detiene la práctica y me lleva hacia adelante, mientras todos los demás se alinean en la barra junto a una pared.
 

—____, lo estás haciendo muy bien, querida, pero es necesario para obtener esta parte estar abajo. Puedes hacer el paso de chat perfectamente por tu cuenta, pero por alguna razón, cuando lo pruebas con las otras chicas, metes la pata. ¿Por qué crees que es esto?
 

La Sra. LeRoux es una mujer diminuta, de apenas más de un metro y medio de altura, con pelo gris y ojos grises pálidos colocados a poca profundidad en su hermoso rostro. Es francesa, después de haberse trasladado a Georgia hace veinte años con su marido, que murió repentinamente, dejándola en deuda. Abrió un estudio de baile con lo último de su dinero en efectivo y se abrió paso hacia la prosperidad, una lección a la vez. He visto su baile antes, y no es uno de esos profesores que no pueden hacer lo que enseñan. La Sra. LeRoux puede hacer llorar con una rutina de dos minutos. Como maestra, es ardiente y feroz, exigente pero es justa y compasiva en todas las cosas. Nunca es mala en sus críticas, pero espera que hagas todo lo posible y se niega a dejarte ir con menos. La amo cariñosamente.
 

Me paro en frente de la clase y considero la pregunta de la señora LeRoux.
 

—Nunca he bailado en un grupo antes.
 

—Es lo mismo que bailar sola, querida. Debes simplemente ser más consciente de tus alrededores. Este paso de chat es simple. Un juego de niños. Tú eres lo suficientemente talentosa como para no tener problemas. Inténtelo de nuevo sola, por favor. —Hace un gesto con la mano para que haga el movimiento.
 

Tomo una respiración profunda, me pongo de cuclillas que es el que lleva el paso de chat. Es un movimiento de ballet, ya que la formación de la señora L. es principalmente ballet, aunque el estudio también se centra en la danza contemporánea, moderna y jazz. Cada pieza de coreografía tiende a tener una inclinación de ballet, he descubierto, que está bien conmigo. Me encanta la naturaleza fluida del ballet, aunque no me gusta la rigidez de la misma. Bailo para ser libre, para expresarme.
 

Voy por la serie de pasos y saltos, y sé que las aplico. Hacerlas sola nunca fue el problema.
 

—Muy bien, ____ perfecto. Ahora, Lisa, Anna, Devin, tomen sus posiciones alrededor de ella. Y... comiencen.
 

La Sra. L asiente cuando las cuatro llevamos a cabo la sección de la rutina, juntas.
 

Me salen los dos primeros pasos sin problemas y esta vez, concentro toda mi atención en Lisa a mi izquierda y Anna a mi derecha al hacer la pirueta juntas y comienzo la segunda serie de saltos. Devin está detrás de mí para el comienzo de la serie, pero termina en frente de mí después de una pausa, vuelvo a ajustar nuestras líneas, pirueta y salto de nuevo. Este interruptor, la pirueta, es en lo que estoy teniendo problemas. Siempre estoy demasiado cerca de Devin, y mis brazos se pegan sobre ella, mientras que ella y yo giramos en direcciones opuestas, con Lisa y Anna giramos a ambos lados de nosotros en direcciones opuestas. Es una secuencia hermosa, o al menos lo será si puedo aplicarla en este momento.
 

No es técnicamente una pirueta, de acuerdo con la definición de ballet, ya que nuestras armas no son cúpulas por encima de nuestras cabezas, sino que se separan para crear una especie de efecto de remolino en el centro de nuestros cuatro cuerpos. Si se tratara de una simple pirueta de ballet no tendría ningún problema, ya que mis brazos se encuentran dentro de la esfera de los codos y las rodillas, pero con mis brazos extendidos como este...
 

Siento que el filo de navaja de mi antebrazo izquierdo golpea la mano de Devin, y aunque termine la maniobra, sé que he metido la pata otra vez.
 

—Mejor, señorita Amundsen, mejor. Pero ahora de nuevo. Esta vez... enfócate en ver a Devin. Tus manos deben pasar por encima de ella en cada rotación.
 

Una vez más, la Sra. LeRoux hace un gesto imperioso y da un paso atrás.
 

Volvemos a la posición inicial, salto, salto, salto... pausa, serie, vuelta...
 

Me fijo a la perfección, con una sonrisa de júbilo. La siguiente serie de pasos es de flujo natural, y en alguna señal de la señora L. que no veo, las otras chicas se unen a nosotros sin ni siquiera un susurro de interrupción. El resto de la pieza es sin esfuerzo. Lo hacemos alrededor de tres veces más, y ahora es suave como la seda, como debe ser.
 

El período de instrucción es fácil. Nos enteramos de algunas secuencias básicas de tumble/floor jazz. Después de que todo el mundo demuestra los movimientos a satisfacción de la señora LeRoux, ella nos despide. Me llama a un lado mientras recojo mis cosas.
 

—____, ¿un momento?
 

Dejo mi bolso, mientras me paro en frente de ella.
 

     ¿Si, Señora LeRoux?
 

Ella me sonríe.
 

—Lo hiciste bien hoy, estoy orgullosa de ti.
 

—Gracias.
 

     ¿Qué tal viene tu solo?
 

Muevo mi cabeza de un lado a otro, un movimiento inseguro.
 

—Bastante bien, creo —digo —. Estoy un poco atascada cerca del final, sin embargo. No puedo hacer que la transición salga fluidamente de una parte a otra.
 

—Muéstrame.
 

     ¿Desde el principio, o...?
 

Agita su mano.
 

—Sí, sí. Desde el principio. Déjame verlo.
 

Deslizo mi bolsa de equipo hasta el borde de la habitación con mi pie, y tomo mi posición en el centro de la estancia. Lo haría mejor con mi canción sonando, pero no es así como trabaja la Señora LeRoux. Ella espera que tú sepas los pasos y los movimientos fríos, con o sin la música. Dice que la música debe sumar el alma y la expresión de la pieza, pero no debe ser un soporte.
 

Me detengo durante unos pocos latidos, hundiéndome en el sitio mental donde puedo llamar al ritmo y dejar que se mueva a través de mí. Doblo mis rodillas, extendiendo mis brazos a ambos lados, después muevo mis manos alrededor en un círculo, deslizando un pie fuera y poniendo el equilibrio en el otro pie. Mi pierna extendida se eleva, mis brazos estirados hacia delante hasta ponerme en un arabesque*** de pie plano.
 

Lo mantengo, elevo sobre los dedos, y luego doblo en la cintura y apunto los dedos hacia el cielo, dejando que el impulso me tire en un giro diagonal cabeza-dedo-cabeza-dedo. Al final de tres rotaciones, planto mis palmas en el suelo y dejo que la energía del giro me lleve encima hasta pararme de manos. Mis pies caen lentamente, mientras arqueo mi espalda hasta hacer la conexión, pies plantados, manos plantadas, columna vertebral arqueada, cabeza entre mis brazos. Bajo mi cuerpo al piso y giro sobre mi estómago, arrastrándome hacia delante, tratando de expresar desesperación. Se trata de una pieza que pretende hablar de mi desesperada necesidad de libertad, mi sensación de encierro. Las partes de la pieza son salvajes y enérgicas, giro los brazos estirados, flotando a través del suelo. Otras partes están contenidas, extremidades cerca del cuerpo, deslizándose a través del suelo en ligeros pasos. Cerca del final de la pieza, llego al lugar donde mi coreografía se atasca.
 

Estoy en el centro de la habitación, erguida, preparando una pirueta, brazos aferrándose contra mi pecho. Mis palmas giradas fuera y empujo en contra de una pared, una barrera invisible en frente de mí. La barrera da un paso repentinamente y me derrumbo hacia delante, tropezándome como si me hubiera tomado por sorpresa.
 

—Aquí es donde me atasco —digo, jadeando por aire en medio de la pista de baile—. Inicialmente, tenía previsto caer hacia delante, pero simplemente no se siente bien.
 

—Muéstrame el movimiento original, por favor.
 

Hago de nuevo la pirueta, empujando otra vez la pared, el deliberado tropiezo hacia delante, y me dejo caer. Me paro y limpio el sudor de mi labio superior
 

— ¿Ve? Es sólo que... no funciona.
 

La Señora LeRoux niega con la cabeza, rascándose la parte posterior de su cuello.
 

—No, tus instintos son correctos. No está del todo bien. —Me mira como si me viera moviéndome, aunque estaba quieta.
 

Podía decir que ella estaba mirando la coreografía en su cabeza.
 

—Ah, ya lo tengo. En lugar de caer hacia adelante, tropieza, balancéate, y gira en el lugar, pero fuera de balance, de esta manera, ¿sí? —Ella demuestra lo que quiere que haga—. A través del resto de la pieza, tu estas batallando contra las fuerzas que te contienen, luchando para encontrar tu equilibrio y tu libertad. Aquí que aquí, en el final, debes ser victoriosa. Ese es el propósito de esta pieza, ¿sí? Es la expresión de tu sentimiento de estar atrapada. Veo eso. Así que ahora, debes derrumbarlo. La pared cederá a tu paso. Por lo tanto cuando finalices la pirueta, que está muy bien hecha por cierto, en lugar de sólo empujar en contra, actúa como si estuvieras batiendo hacia abajo. Rompe y sacude contra ella. Deja a tu ira sangrar a través de ella. Tienes de vuelta el final, ____. Estas terminando débil. Esto tiene que terminar enérgicamente. Debes sentir la fuerza en ti misma, ¿sí? Esto podría ser un avance. No solo en tu danza, sino en tu cabeza. En tu alma. En ti misma. Golpea en contra de la pared. Creo que entiendo algunas de las luchas en tu vida. Luché contra ellas, también. Mi padre era muy exigente. Me puso en ballet cuando tenía sólo cuatro años. Bailé todos los días durante toda mi vida. Tenía pocos amigos y menos actividades sociales. Sólo había ballet. Sólo ballet. Entonces conocí a Luc. Él me arrastró. Era un bailarín, también. Era tan fluido, tan fuerte. Todo lo que hizo fue hermoso. Nos conocimos en un viñedo en Le Midi. No recuerdo exactamente dónde. Cerca de Toulouse, probablemente. —Mira fijamente a media distancia, recordando. Niega a sí misma—. No importa. Entiendo. Debes liberarte a ti misma. En la danza.
 

Agita su mano en el gesto que significa otra vez, otra vez.
 

Corro a través de la pieza desde el principio, y esta vez recuerdo cada una de las reglas que tengo que seguir, cada fiesta de mis amigos de la escuela que no pude ir, cada vez que me dijeron que ese par de jeans era demasiado apretado, un top demasiado escotado, que estoy usando mucho maquillaje. Creo que las expectativas sobre mí, eran ser una pequeña perfecta belleza sureña, la pequeña hija perfecta del pastor, la expectativa de casarme con un hombre religioso cabeza del seminario, algún joven aburrido sin aspiraciones más allá de la vocación religiosa y la parroquia.
 

Puse todo eso en el baile. Cuando salté, arrojé todo de mí en él. Cuando giré en el lugar, dejé a todos mis músculos tirar de mí en el giro con toda mi energía. Cuando gateé a través del piso, arañé los pulidos tablones de madera como si estuviera suplicando por mi vida. Cuando comienzo a golpear las paredes que me envuelven, veo el rostro de mi padre, escucho su voz y sus fuertes críticas, y estrictas formas exigiendo perfección, golpeo y golpeo y golpeo en él. Finalmente, siento las paredes ceder y tropiezo hacia delante, girando en el lugar, agitándome, intencionalmente fuera de balance, tambaleándome, girando alrededor del piso como si descubriera la alegría en el espontáneo baile de pasos libres. Termino de pie con mi cabeza colgando, manos flojas a los lados, pecho jadeando, sin aliento.
 

Elevo la mirada para evaluar la reacción de la Señora LeRoux. Apoyándose contra la pared, una mano cubriendo su boca, ojos húmedos.
 

—Perfecto, ____. Sólo... perfecto. Sentí todo. Perfecto.
 

Su mirada se mueve rápidamente sobre mi hombro, y giro en el lugar para ver a mi madre observándonos desde la entrada del área del vestíbulo. Sus ojos reflejan sus emociones, y sé que lo ha visto todo. Sé que ella vio lo que sentí en ese baile.
 

Las esquinas de sus ojos están ceñidas, su frente arrugada. Aparto la vista de ella, de vuelta a la Señora LeRoux.
 

     ¿Crees que estuve bien? —pregunté.
 

Asiente con la cabeza.
 

—Creo que fue un ejemplo de tu potencial. Puedes ser una magnífica bailarina, ____. Debes seguir poniendo todas tus emociones en tu baile. No dejes de contenerte.
 

Me inclino para agarrar mi bolso, rebuscando por una toalla. Me uno a mi madre en la puerta, limpiando mi rostro con el algodón blanco áspero. Nos marchamos y ninguna de nosotras habla mientras mamá nos conduce a través de Macon y fuera de nuestra casa en los suburbios. Me vuelvo a mirarla, confusa por su no característico silencio. Generalmente habla demasiado después de la clase de baile. Ella era una bailarina, también, hasta que conoció a papá y me tuvo. A ella le gusta hablar de lo que estoy aprendiendo, las diferentes técnicas y todo lo relacionado con mis clases. Hablando de compras, reviviendo sus días como bailarina. Ahora, sin embargo, se desplomó hacia la ventana y condujo con una mano. Su otra mano se presiona con su frente. Sus ojos estrechos, sus rasgos ceñidos, arruinados.
 

     ¿Estás bien, Mamá? —pregunto.
 

Me lanza un débil intento de una sonrisa tranquilizadora.
 

—Estoy bien, cariño. Sólo tengo dolor de cabeza. -Me encojo y dejo al silencio quedarse. —Tu baile era hermoso, ____. —Su voz es tranquila, como si hablar demasiado alto pudiera causarle dolor extra.
 

—Gracias, Mamá.
 

     ¿Qué significa?
 

No respondo de inmediato. No estaba segura de cómo hacerlo. Me encojo.
 

—Sólo... a veces me siento... atrapada.
 

Es mamá la que vacila esta vez.
 

—Lo sé, cariño. Él sólo quiere lo mejor para ti.
 

Su mejor. No es necesariamente mi mejor.
 

—Es tu padre.
 

—Eso no significa que lo que él piense este bien para mi, si siempre es la única opción.
 

Mamá frota la frente de nuevo con los nudillos. Luego tiende su mano, sacudiéndola como si estuviera dormida.
 

—No quiero comenzar esto ahora, ____. Es tu padre. Te ama, y sólo está haciendo lo que cree que es correcto. Necesitas ser respetuosa.
 

—Él no es respetuoso conmigo.
 

Me lanza una afilada, mirada de advertencia.
 

—No, ____ —Hace una mueca, y luego gira sus ojos de vuelta a la carretera, parpadeando duro—. Dios mío, esto es aún peor —murmura, más a si misma que en voz alta.
 

     ¿Aún peor? —Me quedo mirándola preocupada—. ¿Has estado teniendo muchos de estos dolores de cabeza?
 

—Aquí y allá. Nada demasiado malo. Me golpean en la mañana, y por lo general desaparecen por sí solos.
 

Aprieta su mano en un puño y lo libera, la sacude de nuevo.
 

No estoy segura de qué decir. Mamá es difícil. Nunca se enferma, y las pocas veces que lo hizo, rara vez se quejó y nunca se tomó el tiempo para descansar. Que su dolor sea visible no es una buena señal. Debe estar realmente sufriendo.
 

     ¿Si ves a un médico? —pregunto.
 

Agita su mano en rechazo.
 

—Es sólo un dolor de cabeza.
 

     ¿Qué está mal con tu mano, entonces?
 

—No lo sé, Es sólo... se siente adormecida. Está bien ahora.
 

Estamos en casa en este momento, y tira al BMW dentro del garaje y está fuera de su puerta y dentro de la casa antes de que yo incluso tire de mi bolso fuera del asiento trasero. Saludo con la mano a papá cuando paso por su estudio en mi camino por las escaleras. Después de haberme duchado, me dirijo a la cocina, esperando encontrar a mamá haciendo la cena, pero la cocina está vacía.
 

Papá todavía está en su estudio, tecleando en su ordenador, preparándose para el sermón del domingo.
 

     ¿Dónde está Mamá? —pregunto.
 

Levanta la vista sobre el borde de sus angostas gafas de lectura.
 

—Esta acostada. Tiene migraña, supongo.
 

     ¿Está bien? Dijo que estaba teniendo dolores de cabeza.
 

Se recuesta en su silla.
 

—Lo sé. Si no se detienen pronto, voy a llevarla a ver a un médico tanto si quiere o como si no.
 

—Voy a hacer la cena entonces.
 

—Gracias, ____. Cuando hayas terminado, ve a ver si mamá quiere algo. Ella no puede. —Se vuelve de nuevo a la computadora—. Voy a comer aquí.
 

Me retiro a la cocina y comienzo a hacer la cena. No soy tan sofisticada en la cocina como Mamá, pero puedo hacer unos buenos platos. Rebusco en la nevera y veo reunidos los ingredientes para hacer pollo cordonbleu****, así que hago eso, le llevo el plato y una lata de Coca Cola Light a papá. Me dirijo escaleras arriba para ver a mamá pero está dormida con las cortinas cerradas contra la luz del atardecer. Incluso dormida, su frente esta arrugada y ceñida con dolor.
 

Preocupación se dispara a través de mí, pero la descarto. Dejo un plato de comida en caso de que mamá quiera más tarde, tomando mi plato con Coca Cola entro en mi habitación para comer mientras termino mi tarea. A excepción de los dolores de cabeza de mamá, la vida es buena.
 

¿Entonces porque siento una insistente sensación de inquietud?
 

 

*Púlpito: Es la plataforma elevada en las iglesias desde la que se predica. Cuando se usan para proclamar las Lecturas se llaman también ambones.
 

**Plié: Posición de ballet.
 

***Arabesque: Es una de las posiciones básicas en ballet clásico. El cuerpo de perfil, apoyado en una pierna extendida hacia atrás y las manos colocadas en varias armónicas posiciones.
 

****CordonBleu: Es un plato originario de Francia. Su receta original es a base de pollo y pescado pero ha ido variando.
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Mensaje por Isabela85 Dom 07 Sep 2014, 4:45 pm

Si alguien lee estanove prometo subir el siguiente capi más tarde
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Mensaje por Isabela85 Lun 08 Sep 2014, 6:40 pm

Capítulo 2
 
El último año escolar pasa sin incidentes. Los dolores de cabeza de mamá han desaparecido o los oculta. He bailado en varios recitales, con mamá y papá asistiendo. Papá todavía no termina de aprobarlo, y sin duda mira los solos abiertamente sensuales de las otras chicas. Sin embargo, sabe que soy talentosa y esto le agrada. Bailo durante el verano, y conozco a Devin y a Lisa y a algunas de las otras chicas del estudio. Papá me deja salir con ellas mientras me reporte con regularidad. En su mayor parte, no hacemos nada más que pasar el rato en el centro comercial y ver televisión femenina en la casa de Devin. Los chicos vienen unas cuantas veces, pero ninguna de nosotras le dice nada a los adultos. Devin es una duendecilla, apenas cinco-uno y ni siquiera cien libras. Tiene el pelo castaño y ojos marrones y es una fiera, enérgica y ardiente y abierta. Casi tiene que correr a su casa ya que sus padres trabajan todo el tiempo. Por lo que sabe papá, somos solo yo y Devin y Lisa y las cursis películas de los 80 como Flash dance y Footloose y Las Chicas solo quieren divertirse.
 
Él no sabe nada de las fiestas que, de vez en cuando, Devin hace los fines de semana, mientras que sus padres están en Atlanta o en otro lugar por negocios. En comparación con las historias que escucho en el Central High School, estas fiestas suelen ser bastantes tranquilas, en su mayoría las mismas veinte personas, algunas chicas del estudio de la señora LeRoux, algunos chicos del equipo de fútbol y algunas chicas del programa de baile del Central. Los demás toman cerveza y hacen shots de Whisky que alguien trae, pero yo no. Papá olería alcohol en mí antes de que llegara a casa. Probé cerveza una vez, pero era desagradable. Tomé un sorbo de whisky y casi me ahogo. Me atengo a la Coca cola y divertirme viendo a los otros actuar como idiotas.
 
En una de estas fiestas, al final del verano, me encuentro sentada en la terraza detrás de la casa de Devin, viendo como seis o siete chicos borrachos juegan un ruidoso partido de fútbol callejero, las chicas E animando emborrachándose. Una de las chicas de baile del Central se sacó su camiseta, el sostén es rosa brillante en la oscuridad de la noche. Estoy avergonzada por ella ¿Cómo podría estar bien así, medio desnuda, sabiendo que cada individuo en la fiesta la miraba? Quiero cubrirla. Varios chicos dieron con ella, tratando de conseguir que vaya adentro con ellos, pero parece defenderse sin esfuerzo retirándose sin herir sus sentimientos. Ella está claramente borracha, bailando con la música que suena en los altavoces portátiles del iPod de Devin. Tiene sus manos en su pelo, amontonándolo hacia arriba en la parte superior de su cabeza. Retorciendo sus caderas al ritmo de la música, girando en su lugar poco a poco, girando sus caderas, su piel bronceada intermitente bajo la luz de la luna y la luz amarilla pálida de la casa.
 
Todo el mundo está mirando. Todo el mundo. Ella es una bailarina, sabe lo que está haciendo. Sabe que tiene su atención Desliza sus manos sobre su vientre, sobre sus caderas, empujando la cintura de sus pantalones vaqueros ajustados. Su baile ha adquirido vida propia, girando, arroja el pelo alrededor empujando y moviendo sus caderas. Cada movimiento es provocativo. Los chicos están congelados y miro como un chico afectado se acaricia a sí mismo. A pesar de que estoy en la oscuridad de la cubierta, me sonrojo.
 
Una voz baja y ronca viene de la izquierda:
 
     ¿Puedes bailar así?
 
Salto, sorprendida. Me asomo en las sombras y veo a un chico que frecuenta las fiestas de Devin, un jugador de fútbol llamado Craig.
 
—No —digo, sacudiendo mi cabeza—. Definitivamente no.
 
Se ríe, apoyándose en la barandilla de la cubierta.
 
—Claro que puedes. —Sus dedos acarician mi hombro y me estremezco—. Deberías tratar. Serías caliente. Ella está bien de aspecto, ¿Pero tú? Estás bien como el infierno, chica.
 
Me sonrojo tanto que mi cara está caliente. Me río nerviosa.
 
—Estás loco.
 
—No, no lo estoy. Solo sé lo que me gusta. —Su tono indica que se está refiriendo a mí.
 
Todavía no puedo verlo. Está en las sombras, en la hierba más allá de la cubierta. Lo he visto antes. Es alto y rubio, el tipo de persona por la cual la mayoría de las chicas babean. Lleva una camiseta roja que muestras sus brazos fornidos y un par de shorts a la cadera. Es guapo, eso es seguro. Mi estómago hace flip-flops. Le gusto. Se inclina hacia delante para verme mejor, sus ojos claros y amplios en la oscuridad.
 
Abruptamente, planta sus manos en la barandilla de la cubierta y me atrapa por lo que está justo frente a mí. Doy un grito silencioso por la sorpresa y me alejo de él. Se pavonea hacia mí. Es tan alto y tengo miedo de lo que veo en sus ojos. Deseo. Hambre.
 
No sé cómo lidiar con ello, con él. Este es un nuevo territorio. Sé que soy bonita por lo que los chicos siempre están interesados. Soy alta para una chica, de pie mido cinco nueve. Tengo el cabello color rubio miel y es largo y fino y recto. Mis ojos son grises, el color del hierro oscuro de una tormenta, o eso dice Devin. Tengo el cuerpo de una bailarina: gruesos y poderosos muslos, caderas más anchas de lo que quisiera, una cintura muy delgada, y un busto generoso. Por “generoso” quiero decir, que tengo tetas enormes, incluso para mi estatura y figura, lo que es una especie de desafío cuando estoy bailando. Por lo general llevo sujetadores deportivos sólo porque rebotan demasiado sin ellos, incluso cuando no estoy bailando.
 
Es allí donde los ojos de Craig están pegados en estos momentos. Estoy usando una suelta camiseta azul y una falda hasta los pies. Completamente conservadora. Sin mostrar piel, pero si mis brazos y un borde delgado por arriba de mi camisa. Aún así, Craig no puede apartar los ojos de mí pecho. De repente, estoy irritada por eso. Pero luego se acerca otro paso, y está tan cerca que puedo oler la cerveza en su aliento y ver la lujuria en sus ojos.
 
—Vamos, ____, muéstrame como bailas. —Pone sus manos en mis caderas, baja y las mueve.
 
Estoy congelada, porque nunca nadie me ha tocado así. ¿Debo reaccionar? A una parte de mí le gusta, pero ésta parte es pecaminosa. A la pecadora lujuriosa en mí le gusta.
 
Con una inhalación brusca, me aparto de su agarre.
 
—No lo creo, Craig.
 
Se ríe, como si estuviera jugando un juego. Siguiéndome por lo que su cuerpo esta apretado contra el mío, sin dejar un centímetro entre nosotros, antes de saber lo que está pasando, su boca está en la mía, el aliento a cerveza agria y su olor corporal leve. Es una fracción de segundo de contacto, pero estoy indignada. Lo empujo lejos y tropieza y luego le doy una bofetada, con fuerza. No me molesto en hablar, pero entro en la casa como una tormenta, cerrando la puerta corrediza de cristal del patio trasero detrás de mí.
 
A través de la ventana abierta, oigo la voz de Devin gritando desde el patio.
 
—Ella no es así, Craig. No puedes sacar esa mierda con ____ Amundsen ¿No sabes quién es su padre?
 
     ¿Quién? ¿Debería saberlo? —Escucho responder.
 
—Eriz Amundsen. Pastor de la Iglesia Bautista Contemporánea de Macon.
 
     ¿Esa no es la gran Iglesia de setenta y cinco años?
 
—Sí. Ese es su padre. Ella es la hija de un pastor, C. No es el tipo de chica que va a hacerlo contigo en una fiesta. Así que olvídate de ello. Olvídate de ella.
 
—Es una mierda —murmura Craig—. Ella es caliente como el infierno.
 
—Bueno, ella está fuera del límite. Ve por Amanda.
 
Craig se ríe.
 
—Sí, claro. Cada chico en Macon menor de veinticinco años ha estado con Amanda. No quiero ese tren.
 
Devin se ríe con él.
 
—Lo que significa que ella es una apuesta segura ¿no?
 
—Apuesta segura para el herpes, quieres decir. —Oigo un cambio en la voz de Craig—. ¿Y tú Dev? ¿Qué tipo de chica eres?
 
Devin no respondió de inmediato. No puedo creer que ella caiga en una táctica así, pero su voz es baja y entrecortada.
 
—Dame otro trago y seguramente podrías averiguarlo.
 
Me retiro a la casa porque no quiero escuchar más. Me salto la próxima fiesta de Devin, y creo que ella lo consigue. El cambio pasa por mi cabeza durante el resto del verano, sin embargo. Soy la chica que está fuera de los límites. Soy la hija del pastor. No estoy fuera de los límites porque respetan mis creencias sobre el matrimonio, o por quien soy, sino por mi papá. Devin era justo esa clase de chica que yo no, pero eso no quiere decir que me importaran totalmente los avances de Craig. Al menos, hasta que él agredió mi boca. Me gustaba sentirme deseada.
 
*****************************************************************************************
 
He tomado muchas AP en mis primeros tres años de la escuela secundaria, por lo que mi horario de último año tiene algunos grandes bloques abiertos donde puedo tomar cursos electivos. Estoy tratando de elegir algunas clases que me interesan, pero no hay nada. Ya he tomado fotografía, teatro, periodismo y danza electiva. No quiero repetir ninguna de ellas, excepto, tal vez la clase de teatro. Era divertido subirse al escenario, fingiendo, y actuando. Y era aún más divertido ver a los demás. Incluso nos dieron a cada uno directamente nuestra propia escena, y eso era en lo que yo brillaba.
 
Me acomodo en una introducción en la clase de cine, impartida por el Sr. Rowoski, que había trabajado en Hollywood como camarógrafo la mayor parte de su vida antes de retirarse a Macon con su esposa. Es un hombre de baja estatura con un vientre redondo y largo cabello gris atado en una coleta.
 
El semestre vuela. La mayoría de mis clases son aburridas, difíciles, pero aburridas. Todas excepto Cine. Vemos películas, las diseccionamos, hablamos de cinematografía, los ángulos de cámara, la razón por la docena de tomas de cada escena. Algo sobre el proceso me engancha. Al oír al Sr. Rowoski hablar del detrás de cámara para las películas como Dirty Dancing y Ghost, ser parte de hacer algo tan duradero, tan icónico….me encanta cada historia que cuenta. Bebo de las películas. Me encanta ver las cosas diferentes que una película puede hacerte sentir, sólo por la música de fondo o el ángulo de un primer plano, o como un shot barre de un lado a otro. Es la manipulación de la luz y el sonido y la emoción. Cada película es un pedazo de magia. Es como la danza para mí. Cuando bailo, me pierdo. Puedo ser cualquier persona, hacer cualquier cosa. Puedo decir lo que pienso, lo que siento. Con las películas, puedo perderme en otro mundo, en la vida de otras personas con problemas diferentes a los míos.
 
Al final del último día del semestre, el Sr. Rokowski me lleva a un lado.
 
—____, sólo quería decir que placer fue tenerte en clase este semestre. De vez en cuando, esta clase enciende algo en un estudiante, y esos son los momentos que vivimos. Enseño cine porque es lo que sé y lo que me gusta, pero cuando soy capaz de mostrar a un estudiante la magia del cine, esa es la mejor parte. —Saca un folleto de su maletín —. Enseño La conexión del cine. Es un Instituto de cine con una sucursal aquí en Macon. Es un programa increíble que realmente te enseña los pormenores de la industria. Vas a través del proceso de producción de tu propia película, e incluso se conecta con ejecutivos de Hollywood. Creo que podrías ser una buena candidata para el programa. Es algo en que pensar. Incluso podrías conseguir una beca. Podría hacer una recomendación para ti.
 
Siento como una flor de esperanza dentro de mí.
 
     ¿Se trata de un instituto de cine real?
 
—Totalmente. Es una buena manera de conseguir experiencia y hacer algunos contactos en la industria.
 
     ¿Aprendería realmente cómo hacer una película? Como, ¿de verdad? —Lo quería tanto que podía probarlo, hasta que recuerdo a Papá—. Mi Padre no me dejaría. —Me oigo decirle al Señor Rokowski.
 
     ¿Por qué no?
 
Me encojo de hombros, no quería tener que explicar.
 
—Es... muy estricto. No aprueba a Hollywood.
 
     ¿Pero es lo que quieres? Quiero decir, ¿qué pasa si consigues una beca? Es completamente posible. Conozco a personas. Realmente mostraste una pasión por el cine este semestre, ____. Creo que podrías realmente hacer una carrera.
 
Niego con la cabeza.
 
—Voy a pensar sobre ello. Me gustaría, realmente quiero. Pero... Simplemente conozco a Papá.
 
El Señor Rokowski limpia su rostro con su mano, sus ojos marrones mirándome de lado y luego se aleja.
 
—Tu relación con tu padre es tu asunto. Solo piensa en ello, ¿bien? Odiaría ver que tu talento se vaya a desperdiciar.
 
Pienso en ello... oh, pienso en ello. Estoy sentada en el bar en la cocina, haciendo girar un lápiz entre mis dedos. Trabajando en una idea para una película, escribiendo el guion y pensando sobre el guion, trato de hablar con mamá acerca de él, pero no cree que sea una buena idea.
 
—Ya sabes cómo es Papá, ____. Hollywood es inmoral y toda la industria del cine está llena de tiburones. Te expondrías a tantas cosas sucias. Es una exaltación de todo lo que es pecaminoso en nuestra sociedad.- Ella se apropia directamente del léxico de Papá. —No creo que realmente hayas pensado en lo que te estarías metiendo, cariño. Continúa bailando. Encuentra un hombre bueno y piadoso.
 
     ¿Te refieres a un pastor, así puedo ser como tú?
 
     ¿Hay algo de malo con eso? —pregunta Mamá, su voz aguda.
 
—No, pero no es lo que quiero. Amo las películas. Amo bailar, pero lo amo para mí. No quiero bailar profesionalmente, porque ya no sería divertido. Quiero una carrera en el cine.
 
No quiero ser la esposa de un pastor.
 
Pienso, pero no lo digo.
 
—No creo que eso sea una posibilidad, cariño. —Empuja su cabello rubio cuidadosamente rizado lejos de su rostro. Con dos dedos pellizca el puente de su nariz, y respira lentamente—. Solo piensa sobre ello de nuevo, ____, cariño. ¿Vale la pena distanciarte más de tu Padre? Estaría muy decepcionado.
 
Tropieza, luego, como si estuviera mareada o desorientada. Me lanzo fuera del taburete y la atrapo contra mí.
 
     ¿Mamá? ¿Estás bien?
 
—Estoy bien, cariño. Solo me mareé por un momento. No he tenido mucho apetito últimamente, por lo que sólo podría tener hambre.
 
Eso no tenía ningún sentido para mí.
 
—Mamá, en serio. ¿Volvieron tus dolores de cabeza?
 
—Nunca se fueron en realidad. Francamente. —Se apoya contra el mostrador de la isla de la cocina—. Estaré bien. Voy a tomar un poco de Tylenol*, y estaré bien.
 
Lo dejo ir, pero la preocupación está de vuelta. A la semana siguiente, me acerco a Papá en su estudio. Es martes, lo que significa que acaba de comenzar su sermón para la semana, que es el mejor momento para hablar con él. Después el miércoles se pone de mal humor si es interrumpido. Me dejo caer en la silla de cuero en el lado opuesto de su enorme escritorio de roble.
 
—Hola, Papá ¿Cómo está saliendo el sermón?
 
Se sienta hacia atrás, quitándose las gafas. Cepilla con su mano a través de su fino cabello rubio.
 
—Hola, ahí, ____. Está yendo bastante bien. Es un discurso sobre la realidad de practicar la Gracia en un mundo descortés. —Me observa—. Tengo esa sensación de que viene el ''Papa-puedo''.
 
Sonrío lo más encantadora posible.
 
—Quizás.
 
Me sonríe y toma un sorbo del vaso de té dulce. El hielo tintinea, una gota de sudor corre por el lado del cristal y él se sienta.
 
     ¿Bueno? Suéltalo.
 
—Así que, tomé una clase de cine este último semestre. Realmente, me gustó mucho, Papá. Fue muy divertido. Hemos aprendido mucho sobre las películas. El profesor solía ser un camarógrafo, y trabajó en Ghost, ya sabes, ¿la película con Patrick Swayze y Demi Moore?
 
     ¿Te refieres una sobre el hombre que persigue a su esposa? Los fantasmas son secuaces del diablo, ____. Herramientas del Mal.
 
—Es romántica, Papa. Él la amaba. No quería dejarla sola.
 
—No podía aceptar el plan de Dios para su vida.
 
Suspiro.
 
—Bueno, independientemente, me gustó la película, y me encantó la clase. El Señor Rokowski pensó que podría ser una buena candidata para The Film Connection.- Le muestro el folleto y lo hojea lentamente, leyendo las explicaciones y los testimonios. —Me encantaría, encantaría, encantaría hacer esto. Sería una oportunidad de aprender realmente la industria. El Señor Rokowski piensa que incluso me podría ayudar a obtener una beca por lo que no tendría que pagar mucho, en todo caso, para ello.
 
Papá desliza sus gafas de vuelta y lee el folleto de adelante hacia atrás, luego presta atención a su computadora y escribe la dirección de la página web. Me siento en silencio, esperando contra toda esperanza. Después de mucho tiempo, silenciosos minutos, se quita las gafas de nuevo y se inclina hacia atrás.
 
     ¿Hablas en serio acerca de esto?
 
Asiento con la cabeza enérgicamente. Había pensado largo y tendido sobre las mejores tácticas para esta presentación. Tenía que hacerle creer que era sobre la iglesia. Tenía que enseñarle cómo podría ser diferente de Hollywood.
 
—Por supuesto. Es lo que quiero hacer con mi vida. No quiero ser actriz ni nada de eso. Quiero contar historias. Hay muchas maneras de contar una buena historia, a mover a la gente, y el cine es una de esas formas. Podría ser mi ministerio. Al igual que Kirk Cameron y Prueba de fuego.
 
Respira profundamente.
 
—Esperaba más de ti, ____. —Su voz es repentinamente dura, como un látigo afilado, y me encojo—. Realmente lo esperaba. ¿Escuela de cine? Eso es peor que cualquier baile lascivo. Estarías trabajando con la escoria de la tierra. Personas que piensan que está bien glorificar el asesinato y la deshonestidad y la perversión sexual.
 
—Pero Papa, no tiene por qué ser así…
 
—Sería, sin embargo. Ellos se aprovecharan de ti. ¿Una inocente y hermosa chica como tú en Hollywood? Te comerán viva.
 
—Pero eso es lo que hay de bueno en este programa. Es aquí en Macon. No tendría que trasladarme a Los Ángeles para hacerlo.
 
Él no responde durante un largo momento. Cuando lo hace, sus ojos son duros como el sílex.
 
—Esta conversación ha terminado. No vas a ser parte de esa industria.
 
Gira su silla lejos de mí, hacia la pantalla de la computadora, un claro despido. Retengo una respiración.
 
—No lo entiendes.
 
—Lo hago. Demasiado Bien. —No me está mirando, ahora. Despidiéndome—. Tú eres la que no entiende lo que es. Lo que las personas quieren, lo que van a hacer. Ellos te pervertirán. Es mi trabajo como tu Padre protegerte, te protegeré de eso.
 
Mis puños se aprietan y tiemblan, mi garganta cerrándose con calor, rabia impotente.
 
     ¡Pero eso es todo lo que haces! ¡Protegerme! ¡Tú no me entiendes! Para nada. Nunca. Esto es lo que quiero. Solo porque seas un pastor no significa que no pueda vivir mi propia vida y me guste tener cosas. No todo es pecado, y es así como te comportas, como si cada cosa que no esté en el estudio de la biblia o los grupos de oración es pecaminosa.- Me pongo de pie. Llorando y gritando. —Dios, eres tan... ¡tan malditamente estrecho de mente para todo!
 
Enrojecido con ira, Papá se pone de pie y golpea sobre una taza de lápices.
 
—No te atrevas a tomar el nombre del Señor en vano de esa manera, ____ Amundsen. —Me señala con el dedo, y ahora está fuera por completo el modo predicador—. Soy tu padre, y Dios me ha dado la responsabilidad de cuidar de ti. Soy responsable de tu alma.
 
     ¡NO! ¡No lo eres! Tendré dieciocho pronto. Puedo tomar mis propias decisiones.
 
Estoy dividida entre el miedo y el orgullo. Nunca, nunca le había respondido de vuelta a Papá antes. Este momento en el tiempo lo cambiaba todo, de alguna manera.
 
—Durante el tiempo que vivas en mi casa, seguirás mis reglas y harás lo que diga. Y digo que no harás ese programa. —Se sienta y endereza la taza de lápices—. Por tu actitud rebelde y mal hablar, todos tus privilegios de baile son revocados.
 
Me hundo en la silla.
 
—No, Papá. Lo siento. No... Estoy en una presentación el lunes. Si no bailo, van a tener que rehacer toda la pieza.
 
—Entonces tendrán que rehacerla.
 
No me mira de nuevo después de eso.
 
Me marcho de su estudio con lágrimas, retirándome a mi habitación. Al final mamá viene y se sienta en la cama. Ruedo hacia ella, y me siento inmediatamente. Se ve pálida y delgada, su rostro esquelético.
 
     ¿Mamá? ¿Estás bien?
 
Se encoge de hombros.
 
—Estoy bien, cariño. —Palmea mi mano—. Te dije que no lo presionaras, encanto. Hablaré con tu padre y veré si puedo convencerlo para que puedas estar en la presentación del lunes. Pero... realmente deberías dejar ir esa tonta cosa del cine. Lo sé... sé que puedes no querer ser la esposa de un pastor, y entiendo eso. ¿Pero el cine? No es para ti.
 
No contesto. Sé que ellos no lo entenderían, ni siquiera mi mamá.
 
Cuando está claro que he terminado de hablar con ella sobre eso, se pone de pie, palmeando mi mano de nuevo.
 
—Hablaré con él. Solo... piensa sobre tus opciones, ¿de acuerdo? Piensa en el plan de Dios para tu vida. ¿Esta repentina obsesión por películas pecaminosas lo honraría?
 
Sólo suspiro, dándome cuenta de la inutilidad de discutir con ella sobre la diferencia entre las ideas del plan de Dios para mi vida y mi plan para mi vida. Se va, y estoy sola otra vez. Me acuesto en mi cama y miro fijamente el techo, honestamente tratando de pensar a través de esto. Podía entender su reacción si dijera que quería mudarme a Los Ángeles y ser actriz, o a Nashville para ser músico. Pero estoy proponiendo quedarme cerca de casa y en su círculo de influencia después de la secundaria. De todo lo que Papá se preocupa es de su propia idea de lo que es correcto e incorrecto. Todo está en negro y blanco para él, y la mayoría de las cosas son negras. Hay más pecado y mal en las cosas que están bien.
 
Me encuentro a mí misma preguntándome como él sabe lo que Dios desaprueba de todas las cosas que Papá asegura están mal. Sé que tendría versículos de la Biblia para apoyar todo lo que él cree. Yo solo... no puedo dejar de preguntarme si está manipulando las Sagradas Escrituras para adecuar lo que no le gusta o no está dispuesto a entender. Y honestamente, nunca ha dejado Georgia. Se crió aquí en Macon, obtuvo su título en teología en Trinity Baptist Seminary en Jackson, una hora al norte. No puede saberlo todo.
 
Cuando más pienso sobre eso, más enojada me pongo.
 
Comienzo a imaginar todos los inteligentes e ingeniosos y reflexivos argumentos que podría haber usado con Papá. Nunca voy a decirle ninguno de ellos, pero esa es la manera en que soy. Masticaré sobre los argumentos varios días, pensaré en lo que podría haber dicho, lo que debería haber dicho, lo que podría haber hecho para aparecer de manera diferente.
 
Me sorprendo cuando mi puerta se abre y Papá está de pie en ella. Esperaba que fuera Mamá, pero en su lugar está el de pie allí mirándome asustado.
 
     ¿Papá? ¿Qué sucede?
 
—Tu madre... ella… se desmayó. Una ambulancia está en camino. Son esos dolores de cabeza que ha estado teniendo. Ella solo cayó, ____. Golpeó el borde de la estufa y se rompió la muñeca. Ora por ella, ____. Ora para que el Señor la proteja.
 
Tiemblo, lágrimas no derramadas cierran mi garganta. Esto es malo.
 
Muy malo.
 
*Tylenol: Es un analgésico y antipirético el cual actúa en este caso contra el dolor de cabeza.

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Mensaje por xoany Miér 10 Sep 2014, 2:10 pm

hola nueva lectora, me llamo xoana, me encanto la trama, espero que subas mas capitulos
kisses
xoa
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Mensaje por Isabela85 Vie 19 Sep 2014, 7:08 pm

xoany escribió:hola nueva lectora, me llamo xoana, me encanto la trama, espero que subas mas capitulos
kisses
xoa
hola!!!! que bien una lectora!!!!

ahora subo mas...
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Mensaje por Isabela85 Vie 19 Sep 2014, 7:47 pm

Capítulo 3

 

Estoy sentada con las manos cruzadas sobre mi regazo, los ojos abatidos. No puedo mirarla. Un equipo emite un sonido constante, monstruoso. Mis ojos arden, pero están secos. He llorado todas mis lágrimas durante los últimos meses. Ella iba de mal en peor, y ahora es un esqueleto forrado en piel en una cama de hospital. Su pelo se ha ido. Sus mejillas son unas crestas de hueso afilado. Sus dedos son blandos, frágiles y diminutos. Apenas respira. He llorado y llorado, y ahora no puedo llorar más.

 

Le rogué a Dios para evitarlo. Me quedé despierta noche tras noche, suplicando de rodillas. Y todavía Mamá está muriendo.

 

Mamá. No la he llamado o pensado en ella como mi "Mamá" desde que tenía diez años y Ally Henderson se burló de mí delante de toda la clase por ello. Ella había sido la "mamá" desde entonces. Pero ahora... ella es mi "Mamá" de nuevo.

 

Sin desanimarse, papá sigue firme en su fe de que Dios tiene un plan.

 

Dios tiene un plan.

 

Esas cuatro palabras poderosas lo resuelven todo por él.

 

No creo que él tenga un plan. Creo que a veces la gente muere. Mamá se está muriendo. Sólo le quedan días.

 

Dos días antes, me quedé afuera de la habitación del hospital mientras que el Doctor Pathak le dijo a mi padre que se preparara para lo peor.

 

Papá sólo repitió su mantra.

 

—La voluntad del Señor no puede ser trastornada.

 

El Doctor Pathak gruñó con irritación.

 

—Respeto su fe, señor Amundsen. Realmente lo hago. También soy un hombre de profunda fe, aunque sé que no estaría de acuerdo con lo que creo. Así que entiendo su fe. A veces tenemos que estar preparados para que el plan de nuestro Dios no sea lo que nos gustaría que fuera. Tal vez su Dios no obre un milagro. O tal vez lo haga. Espero por su bien y por el bien de su hija, que haga un gran milagro y sane a su esposa como lo he visto hacer tales milagros. También rezo, a mi manera, porque los milagros sucedan. Pero a veces no lo hacen. Es simplemente un hecho de la vida.

 

Ahora tengo la mano de mamá con su cubierta de pergamino de papel en la mía, y la miro respirar. Cada respiración es un proceso lento. Ella lucha para aspirar el aire durante largos segundos y por fin lo deja salir de nuevo tan lentamente como lo tomó, algo suena en su pecho. Su cuerpo se está rindiendo. Ella no, pero su cuerpo sí. Mamá luchó. Dios, tenía que luchar. La quimioterapia, la radioterapia, la cirugía. Hay cicatrices y las líneas de puntos de sutura en el cuero cabelludo donde le perforaron y le cortaron. Querían sacar el tumor. Ella quería vivir. Para papá. Para mí.

 

Me hizo vivir mi vida. Me hizo seguir yendo a la escuela secundaria, seguir estudiando. Me hizo aplicar a las universidades. Incluso me permitió enviar una solicitud a la USC, la Universidad del Sur de California. Una de las escuelas de cine más importantes del mundo. Me ayudó a conseguir becas. Le habló a papá de mi deseo y lo convenció de dejarme ir a donde quisiera. No quería que nosotros discutiéramos, así que no lo hicimos. Papá nunca estuvo de acuerdo, nunca lo aprobó. Pero cuando recibí la carta de aceptación de la USC, se detuvo de fingir mirar otras universidades, se dio cuenta de que era de verdad. Estaba sucediendo. Tal vez pensó que Mamá al estar enferma iba a cambiar de opinión. Tal vez pensó que él podría poner su pie en el suelo y hacerse con la suya, a pesar de lo que yo quería. No sé.

 

Pero ahora... que está perdiendo la lucha.

 

Y todo lo que sé es que voy a USC. Mamá comprendió mi pasión, antes de que el cáncer se llevara su alma. Usé mi dinero para comprar una cámara Filmadora y empecé a hacer mis propias películas, piezas artísticas mías, de la vida. Me hice amiga de un hombre sin hogar que vive en Macon e hice un artículo sobre él. El Sr. Rokowski me ayudó a editarlo y a poner una banda sonora con algunos programas profesionales.

 

Le mostré esa pieza a papá. Dijo que era una pieza buena, pero que si iba a la escuela en Los Ángeles, mis intenciones no importarían. Que me dejaría atrapar por ese estilo de vida pecaminoso de Los Ángeles. Dejé que despotricara y luego se alejó. El cine es mi arte, tanto como la danza. No necesito su aprobación.

 

He filmado la lucha de Mamá con el cáncer. Me dejó filmar cada momento de su vida. Incluso me salté las clases para ir a filmar la quimioterapia con ella. Dijo que era su legado, que iba a vencerlo, y mi película iba a grabar su victoria.

 

Mi filmadora está en un trípode en la esquina viéndola morir ahora. Grabando su lucha por respirar, Registró sus últimas palabras, de hace dos días: "Te amo, _____." Está grabando cada pitido de la máquina que controla los latidos de su corazón.

 

Ellos han dicho que va a morir en cualquier momento. No entienden por qué aún no lo ha hecho. Yo lo sé, sin embargo. Creo que todavía está luchando. Por nosotros.

 

Papá se ha ido a buscar un café y algo de comer. Echo un vistazo a la puerta cerrada, pero de una grieta entra un chorro fino de luz fluorescente del pasillo y el chirrido ocasional de las zapatillas de deporte. Ahí está el graznido distorsionado de la PA por encima: "Dr. Harris a la siete... Dr. Harris a la siete, por favor...."

 

Aprieto suavemente la mano de mamá. Ella me aprieta la mano de nuevo, un soplo de presión. Sus ojos revolotean pero no los abre. Está escuchando.

 

     ¿Mamá? —Ella aspira y lucha por respirar—. Está bien, mamá. Voy a estar bien. Te echaré de menos todos los días. Pero... has luchado tanto. Sé que tienes que irte. Sé lo mucho que me amas y a papá. Yo me encargo de él, ¿de acuerdo? Tú...puedes irte ahora. Está bien. No tienes que luchar más.

 

Eso es una mentira: no voy a cuidar de papá. Ella necesita la mentira, sin embargo, así que la digo. Un sollozo se escapa de mis labios. Descanso mi cara en su frágil pecho, escuchando el tenue thumpthump... thumpthump… latido... de su corazón.

 

—Te quiero, mamá. Te quiero. Papá te ama. —He oído el débil latido hacerse más débil, más lento. Pocos segundos entre latidos, entonces casi un minuto—. Te quiero. Adiós, mamá. Ve estar con Jesús.

 

Esas palabras son la peor mentira. No lo creo. No creo en Dios.

 

Ya no más.

 

Alguien está llorando en voz alta, y me doy cuenta que soy yo. Me ahogo. Tengo que ser fuerte por mamá.

 

Un leve golpeteo de su corazón, su pecho se eleva... cayendo. Un soplo de presión sobre mi mano, una vez, dos veces, tres veces, con fuerza. Entonces nada. El silencio debajo de mi oreja. Quietud.

 

Se ha apagado el monitor. Ahora lo oigo plano. Un equipo de enfermeras llega en ráfaga, empieza la lucha de la reanimación.

 

     ¡Alto! —Grito desde el fondo de mis pulmones. Ni siquiera me levanto de mi silla—. Sólo... paren. Se ha ido. Por favor... sólo déjenla en paz. Se ha ido.

 

Papá está en la puerta, un pequeño vaso blanco de plástico de café en la mano. Ve la conmoción, oye la línea plana, ve las lágrimas en mi cara, y oye mis palabras. El vaso se desliza entre sus dedos y golpea el suelo. Café hirviendo, el olor es fuerte y se salpica de café arriba sobre las piernas de sus caros pantalones vaqueros y zapatos de cuero brillantes.

 

     ¿_____? —Su voz se quiebra en la última sílaba.

 

Estoy enojada con él todavía. Pero es mi padre y ésta es su esposa y la ha perdido ahora.

 

—Se ha ido, papá —digo.

 

—No. —Niega con la cabeza, empuja a través de la multitud de enfermeras en batas rojas—. No, ella no es... ¿_____? ¿Bebé? No. No. No. —Le acaricia la frente, besa sus labios en un alegato roto, en una súplica silenciosa.

 

Ella no le devolvió el beso, y él se encoge. Se desliza por el piso, agarrando los barrotes de metal de la barandilla de la cama. Sus gruesos hombros temblando, pero permanece en silencio mientras llora.

 

Su dolor es horrible de ver. Como si se hubiera roto algo dentro de él. Destrozado. Cortado por el cuchillo de un Dios indiferente.

 

—¿Por qué Él la dejó morir, papá? —No puedo evitar que las palabras escapen de mis labios.

 

Son palabras crueles, porque sé que él no tiene las respuestas. Siempre he sabido la realidad: su Dios es una farsa. Está de rodillas al lado de su cama. Las enfermeras le miran en silencio y con respeto. Esta es la sala de oncología, que ha visto esta escena una y otra vez.

 

—Dios... Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Eli Eli lama sabactani? —Él se aleja de mí, se cubre la cara con las manos.

 

¿En serio? ¿Está escupiendo en arameo ahora? ¿Está haciendo este piadoso espectáculo para las enfermeras? Está muy afligido, me doy cuenta de eso. Pero, ¿por qué tiene que actuar tan condenadamente santo todo el tiempo? Me aparto de él. Me inclino sobre mamá y beso su mejilla que esta enfriándose.

 

—Adiós, mamá. Te amo —susurro las palabras lo suficientemente bajo, como para que nadie pueda oírme.

 

Dejo la habitación. Es la número 1176. La ruta de los ascensores es una que podía caminar dormida ahora: giro a la derecha desde la habitación 1176, por el largo pasillo hacia el callejón sin salida. Giré a la izquierda. Otro pasillo largo. Justo en la estación de enfermería, a través de las puertas que se abren en direcciones opuestas, uno hacia ti, y la otra contra ti. Los ascensores se encuentran al final de este corto pasillo, un doble banco de puertas de plata. El botón se ilumina de color amarillo pálido, las flechas hacia arriba y hacia abajo borrosas de mil pulgares presionados contra ellas. No tengo memoria visual del ascensor yendo hacia abajo o de salir del hospital, sólo de ir tropezando hacia la luz del sol. Es un día hermoso, un otoño precioso. No hay nubes, justo ahora, el cielo azul sin fin y un sol amarillo brillante más el aire fresco de Octubre.

 

¿Cómo puede ser un hermoso día aquel en que mi madre acaba de morir? Debe ser un día negro, y terrible. En cambio, es la clase de día en la que debía estar paseando por el centro de Sebring en el convertible de Devin, escuchando a Guster. Me encuentro a mí misma sobre mis manos y mis rodillas en la hierba, rodeada de coches aparcados. Estoy llorando. Pensé que había llorado todas las lágrimas, pero aun tengo. Aunque no muchas.

 

Siento la presencia de papá en la hierba junto a mí. Por primera vez en toda mi vida, es algo real. Se sienta en la hierba junto a mí, sin hacer caso de la humedad de los aspersores de hace una hora. Es temprano en la mañana, justo después del amanecer. Había estado junto a su cama durante cuarenta y ocho horas de espera. No me había movido ni una sola vez. Ni para comer, ni beber, ni para hacer pis.

 

Mamá... Mamá está muerta. No hago caso a mi padre y lloro. Con el tiempo, me levanta de la hierba, me acompaña al coche, y me instala en el asiento trasero de su BMW donde me acuesto. El olor a cuero llena mi nariz, fuerte y picante y húmedo de la ropa. Conduce despacio, y le oigo estornudar. Oigo el pasar suave de su mano sobre su barba de una semana cuando se limpia la cara, limpiándose las lágrimas, dejando espacio para la próxima ola de dolor.

 

No puedo respirar por los sollozos, por el peso en bruto de la pena. Mamá está muerta. Ella era la única que me entendía. Era el intermediario entre papá y yo. Cuando no me hacía caso, ella hablaba con él por mí. A veces me pregunto si papá incluso me gusta. Quiero decir, él es mi padre, así que sé que siente la emoción patriarcal del amor protector, ¿pero me quiere? ¿Por quién soy yo? ¿Me entiende? ¿Alguna vez lo ha intentado?

 

Y ahora la única persona que me haya entendido se ha ido. Ido.

 

—Detente, por favor. —Estoy luchando por sentarme, escarbando en el botón de la ventana, en la puerta con llave—. Voy a vomitar.

 

El frena y se orilla al arcén de grava, desacelerando lo suficiente para que pueda lanzarme del coche aún en movimiento a la hierba alta y áspera de la carretera. El vomito se derrama de mí como una inundación caliente, quemando mi garganta, y con convulsiones en mi estómago. Mis ojos llenos de lágrimas mientras una ola tras otra brota a través de mí, y gotea de mi nariz. Papá no me ayuda, no me sostiene el pelo hacia atrás. Me mira desde el asiento del conductor, el motor encendido. Una canción de Smith Michael toca suavemente por los altavoces, flotando hacia mí desde la puerta abierta. "La Entrega". No me gusta esa canción. Siempre he odiado esa canción. Sabe que yo odio esa canción.

 

Me arrodillo en la grava y el césped, agitada, jadeando. Miro por encima de mi hombro. El dolor en sus ojos es como cuchillos. Pero en angustiosa soledad. Está en su propio mundo. Yo también.

 

Escupo bilis, me limpio la cara con la manga, y con una patada en la puerta le cierro de nuevo. Me deslizo en el asiento delantero del pasajero, hago clic en el cinturón de seguridad colocándolo en su lugar, y luego cambio con enojo la música.

 

—_____, estaba escuchando eso.

 

—No me gusta esa canción. Sabes que odio esa canción.

 

Con calma golpea el reproductor de CD de nuevo y toca un botón para saltar la canción.

 

—Es mi coche. Voy a escuchar lo que quiera.

 

No ha saltado la canción, resulta. La mandó a empezar de nuevo. Incluso en medio de la pena, todavía tiene que estar completamente en control.

 

El coche todavía está parado, así que destrabo el cinturón de seguridad y empujo la puerta para abrirla.

 

—Está bien. Entonces caminaré.

 

—Son cinco millas _____. Entra.

 

Algo estalla dentro de mí. Me dirijo a él y gruño, es un sonido animal, un gruñido gutural sin palabras.

 

—Vete a la mierda —digo.

 

Él en realidad jadea.

 

—_____ _____ Amundsen.

 

No le hago caso y empiezo a caminar. Un coche pasa con un zumbido fuerte enviando una racha tardía de viento fresco. Sale tratando de intimidarme, presiona y ordena. Luego trata de meterme en el coche. Pasa su brazo alrededor de mi cintura y me arrastra a la puerta del pasajero. Le piso fuerte en el empeine, idiota, libre de su agarre, y luego, antes de que sepa lo que voy a hacer, le doy un puñetazo en la mandíbula. Aprieto mi puño y extiendo el brazo y golpeo, cuando se conecta con su mejilla, se tambalea hacia atrás, más sorprendido que lastimado. Mi mano me duele pero no me importa.

 

—¿Cuál es el plan de Dios ahora, papá? ¿Por qué? ¿Por qué dejar que esto sucediera? ¡Dime, papá! ¡Dime!

 

Estoy golpeando mis puños en su espalda. Coge mis manos entre las suyas.

 

—Detente, _____. Detente. ¡ALTO! ¡No lo sé! Yo no lo sé. Sólo vayamos al coche y vamos a hablar de ello.

 

Levanto mis manos libres.

 

—No quiero hablar de eso. Déjame en paz. —Lo digo con calma. Con demasiada calma—. Sólo... déjame en paz.

 

Y... él lo hace. Se aleja, dejándome a un lado de la carretera, a kilómetros de cualquier sitio. En ese momento, lo odio. No creía que él me dejaría aquí, aunque yo consiguiera salir del coche. Otro sollozo se desliza a través de mí, y luego otro, y luego estoy chillando de nuevo. Kilómetros pasan por debajo de mis pies lentamente, muy lentamente. Con el paso del tiempo llamo a Devin, mi mejor amiga, y ella viene a recogerme.

 

Es mi mejor amiga, después de mamá. Quien está muerta. La noticia me golpea de nuevo.

 

Me meto en el coche de Devin y me desplomo hacia delante contra el salpicadero.

 

—Ella, ella se ha ido, Devin. Ella murió. Mamá murió.

 

—Lo siento, cariño. Lo siento mucho, _____. —Ella apaga la radio y me acerca a su hombro, de nuevo nos dirigimos lejos del Centro Médico de Georgia, y a donde vivimos.

 

Devin me deja llorar durante mucho tiempo antes de hablar.

 

     ¿Por qué estabas caminando por la carretera? —

 

Devin tiene el acento de la perfecta belleza sureña al dedillo.  Lo cultiva, creo. Siempre está tratando de sonar menos como un campesino de a mediados de Georgia, pero el acento se arrastra en ocasiones.

 

—Me metí en una pelea con papá. Él... él siempre tiene que estar a cargo. ¿Sabes? Todo, todo el tiempo. No puedo soportarlo más. No puedo. Todo tiene que ser como él dice. Incluso cuando estábamos luchando, tenía que controlar lo que hacía, lo que decía y lo que sentía. —Sollocé—. Yo... creo que lo odio, Dev. Que hago. Sé que es mi papá y que debería amarlo, pero es que...es un idiota.

 

—No sé qué decirte, _____; de todo lo que me has dicho, que es una especie de idiota. —Ella mira por encima del hombro mientras se cambia de carril, y me lanza una sonrisa simpática—. ¿Quieres quedarte conmigo un tiempo? A mamá y papá no le importa.

 

     ¿Puedo?

 

—Vamos a tomar tus cosas —dice Devin, tratando de ser alegre.

 

Papá está en su despacho con la puerta cerrada. Eso me dice mucho, papá nunca, nunca cierra la puerta de su estudio a menos que esté realmente molesto o "en la profundidad de la oración."

 

Pongo un montón de ropa y artículos de tocador en mi bolso, agarro mi bolsa de lona de las artes de danza, un alijo de dinero en efectivo de mi asignación del cajón de mi escritorio. Miro alrededor de mi cuarto, y me siento como si fuera la última vez. En un impulso, cojo mi iPod y el cargador de la mesa, junto con el cargador de mi teléfono. Vuelvo a mi armario y meto toda la ropa en la maleta, sujetadores, bragas, vestidos, faldas, blusas, zapatos de tacón, sandalias, todo ello dentro de mi maleta Samsonite hasta que se desborda y tengo que sentarme en ella para conseguir cerrarla. Yo había planeado hacer las maletas después, pero por alguna razón las estoy haciendo ahora. Esto es todo. El fin.

 

Tomo los carteles de varios bailarines en mis paredes, los carteles de cine de Broadway del viaje a Nueva York al que mamá y yo fuimos por mis dulces dieciséis...todo parece juvenil. La habitación de un niño. De una niña. Incluso hay un estante en una esquina llena de muñecas American Girl de mi infancia, todas vestidas de forma minuciosa y sentadas en fila.

 

Una última mirada. Una foto enmarcada de mamá y yo en el Times Square va en mi bolso. Se veía tan feliz allí, y yo también. Ese viaje fue lo que inspiró mi amor por la danza.

 

Mi bolso de danza echado encima de mi hombro mientras saco la maleta por las escaleras. El golpe rodando paso a paso hasta que estoy en el rellano. La puerta principal está delante de las puertas francesas cerradas del estudio de papá a mi izquierda. Una de ellas se abre y papá llena el espacio, con los ojos enrojecidos, y el rostro demacrado.

 

     ¿A dónde vas, _____? —Su voz es ronca.

 

—A casa de Devin. —Tengo la carta de aceptación de la USC, el sobre con mi asignación de habitación, la información de mi nuevo compañero de cuarto, y las instrucciones de registro—. Y me voy a la universidad la semana que viene.

 

—No, no lo harás. Somos una familia. Tenemos que permanecer juntos durante este difícil momento. —Trata de dar un paso más cerca de mí, y retrocedo—. Tu madre acaba de morir, _____. No te puedes ir ahora.

 

Me enfado con una risa incrédula.

 

—Sé que ella murió. ¡Yo estaba allí! La vi… La vi morir. Me tengo que ir, tengo que salir de aquí. No puedo quedarme aquí. No pertenezco a este lugar.

 

—_____, vamos. Eres mi hija. Te quiero. Por favor...no te vayas.

 

Sus ojos están húmedos. El verlo llorar duele, pero no cambia el hecho de que yo lo odio.

 

—Si me amas tanto, ¿Por qué me dejaste a un lado de la carretera? —Sé que no es justo, pero me da igual.

 

     ¡Te negaste a entrar en el coche! ¿Qué se supone que debía hacer? ¡Me golpeaste! —Se desploma hacia el lado, contra la puerta cerrada, con la cabeza apoyada en la madera. Una lágrima resbala por su mejilla—. Ella era mi esposa, _____. He estado con ella desde que tenía diecisiete años. Perdí a mi mujer.

 

Tiro la cabeza hacia atrás, tratando de no llorar.

 

—Lo sé, papá. Lo sé

 

—Quédate. Por favor, quédate.

 

—No, yo...no puedo. Simplemente no puedo. —Sujeto la correa de mi bolso morado con estampado de Vera Bradley en las manos y la tuerzo.

 

     ¿Por qué no?

 

Niego con la cabeza.

 

—Simplemente no puedo. Tú no me entiendes. No sabes nada de mí. Sé que ella era tu esposa, y sé que estás sufriendo tanto como yo. Pero... sin ella, no sé qué hacer. Hizo este trabajo con la familia. Sin ella... sólo somos dos personas que no se entienden la una a la otra.

 

Parece tan confuso.

 

—Pero..._____...eres mi hija. Por supuesto que te entiendo.

 

—Entonces, ¿por qué me gusta bailar?

 

Parece estar desconcertado por la pregunta.

 

—Porque eres una chica. A las chicas les gusta bailar. Es sólo una fase.

 

Tengo que reír en voz alta.

 

—Dios, Papi. Eres un idiota. ¿Porque soy una niña? ¿En serio? —Me quejo de disgusto y alzo la bolsa de baile de vuelta en mi hombro—. Eso es exactamente lo que quiero decir. No entiendes la primera cosa sobre mí. Soy igual que mamá solía ser antes de que ella se casara contigo. Ya lo sabes. Y eso es lo que te molesta de mí. Era una bailarina libre y salvaje, y se casó contigo y cambió por ti. No voy a hacer eso. Esa fue su elección, y eso está bien. Para ella. Pero no es mi elección. No quiero ser la esposa de un pastor, papá. No quiero ir a las reuniones de oración todos los miércoles, dos servicios en domingos y pequeños grupos, los lunes y los jueves al estudio bíblico de las mujeres. Esa no es mi vida. A mí ni siquiera me gusta la iglesia. Nunca lo ha hecho. -Dejé que asimilara todo, y luego deje caer la verdadera bomba— No creo en Dios.

 

El labio de papá se rizo con horror.

 

—_____, no sabes lo que estás diciendo. Estás molesta. Es comprensible, pero no puedes decir esas cosas.

 

Me dan ganas de gritar de frustración.

 

—Papá, sí, estoy molesta, pero sé exactamente lo que estoy diciendo. Esto es algo que he querido decir por años. No lo había hecho porque no quería molestar a mamá. No quiero pelear. Básicamente soy un adulto, y... ya no tengo nada que perder.

 

—_____, tienes dieciocho años. Crees que eres un adulto, pero no lo eres. Nunca has trabajado un día de tu vida. Tu ropa, tu manicura, tus clases de baile, todo, todo lo ha pagado la generosidad de la congregación de la iglesia...que yo construí por mi cuenta. Empecé con seis personas en la parte de atrás de un restaurante en 1975. No durarías ni un día por tu cuenta.

 

Algo malo que decir.

 

—Mírame.

 

Recojo mi maleta y extiendo el mango, levantándola sobre sus ruedas, gruñendo cuando el peso casi me vuelca.

 

Papá se mueve delante de la puerta.

 

—No te vayas, _____.

 

     ¡Fuera del camino, papá!

 

—No. —Cruza los brazos sobre el pecho.

 

Dejo la maleta en posición vertical y me froto la frente con el dorso de la muñeca.

 

—Deja que me vaya.

 

—No. —Parece hincharse, para tomar fuerzas para desafiarme—. No te vas a ir a Babilonia. Los Ángeles es el hogar de... de..., las prostitutas y los homosexuales. No vas a ir allí. No te irás.

 

—Papá, sé razonable. —Trato con el método de los halagos—. Por favor. Has sabido que esto es lo que he querido desde antes de que Mamá se enfermara.

 

—No te irás. Eso es el final.

 

Grito a continuación, un aullido furioso.

 

—Dios, eres tan jodidamente testarudo.- Quiero que le sorprenda mi vulgaridad, no me gusta jurar, pero quiero hacerlo enojar. — ¡Sólo tienes que moverte fuera del camino!

 

Me empujó hacia él, y se mueve. Soy una chica alta, fuerte por la danza. Se tambalea hacia un lado y abro la puerta con tanta fuerza que se estrella contra la pared, agrietando el yeso y golpeando un cuadro con la imagen de mamá y papá cuando eran jóvenes, antes de que yo naciera. Agarra el marco de la puerta abierta, la tristeza en su rostro.

 

—_____... por favor. No me dejes.

 

Quiero amarlo. Quiero que sea el padre que necesito, el tipo que me abraza y me tiene cerca. Del tipo que me conforta. Mi madre, su esposa, está muerta. Los dos hemos perdido. Pero en vez de unirnos, eso nos está dividiendo.

 

Devin está allí horrorizada, a las afueras de la puerta. Coge la maleta y corre hacia el coche, hace abrir el baúl, y guarda la negra y pesada maleta. Sigo tras ella, deteniéndome al llegar a la puerta abierta del coche, a punto de entrar, miro hacia atrás a mi padre sobre la tela azul del techo del convertible descapotable. Está de pie en la puerta, con una mirada perdida. Casi me vuelvo. Casi.

 

—Adiós, papá. —Es el último intento.

 

Me mira y da un paso hacia mí, con endurecimiento en sus ojos.

 

—_____, por favor. No nos rompas de esta manera. No nos hagas esto.

 

     ¿Cómo puedes decirme eso? No me voy para siempre. Sólo voy a la universidad, papá. Yo... sólo estoy haciendo lo que es correcto para mí. Por favor trata de entender.

 

—Si dejas esta casa, haz hecho tu elección. Si te vas, deliberadamente estas eligiendo el pecado.

 

     ¡No es pecado! Es mi vida. ¿Por qué no puedes ser razonable?

 

Aprieta los puños, enderezando la espalda.

 

—Estoy siendo razonable. Entra y vamos a discutir de nuevo tus opciones.

 

—Tengo que irme, papá. Tengo que hacerlo. Voy a volver —digo de pie delante de él—. Te quiero. Lo sé...Sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero...Te amo.

 

     ¿Quédate, entonces? —Toma mi mano, el hierro de su mirada, ablandándose ligeramente.

 

Retiro mi mano.

 

—No, Me tengo que ir.

 

—Entonces has hecho tu elección. Adiós, _____. —Se aleja de mí y cierra la puerta sin mirar atrás.

 

Y así, estoy aquí, sola en el mundo.
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Mensaje por Glamorous Vie 19 Sep 2014, 7:59 pm

Siguela!!!!!!!!!!
Me llamo Monica!
Podrias pasarte por mis novelas?
Besos!
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Mensaje por Isabela85 Jue 09 Oct 2014, 5:17 pm

Monica Swift escribió:Siguela!!!!!!!!!!
Me llamo Monica!
Podrias pasarte por mis novelas?
Besos!
-Monica!
hola Monica!!! que bien que pasaste a leer la novela, espero que aun estes interesada en leerla...

cuando tenga un poco mas de tiempo prometo pasarme por tus novelas!!!!


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Mensaje por Isabela85 Jue 09 Oct 2014, 5:33 pm

Capítulo 4

 

Voy al funeral. Por supuesto que lo hago. Devin me lleva. Ella sostiene mi mano, envuelve su pequeño brazo alrededor de mi cintura y me sostiene cuando bajan el ataúd dentro del suelo. Durante la visualización me siento con Devin, lejos de mi padre. Él no mira hacia mí. Ni siquiera una vez. Él actuó tan fuerte durante la visualización y el servicio, como si fuera un perfecto pilar de la Santa fe. Lo odio.

 

Lloro otra vez. Pensé que había derramado todas mis lágrimas, pero más se deslizan con libertad. Saco mi cámara de mi bolso y filmo la primera palada de tierra golpear la parte superior de madera de roble del ataúd de mamá. Las personas están boquiabiertas de mi osadía, mi puro descaro. No me importa. Es la última escena de su película, la grabación final de la vida de Leanne Bet Amundsen.

 

Cuando todo ha terminado, me aferro al brazo de Devin e intento respirar mientras tomamos nuestro camino cuidadosamente a través de la hierba y entre las lápidas. Mis tacones se pegan en el suelo, mojado por una lluvia reciente.

 

     ¡____, espera! —Escucho la voz de mi padre.

 

Me detengo y giro. Asiento con la cabeza hacia Dev por lo que continúa a su coche. Espero a papá que corre hacia mí. Él está luchando contra las lágrimas mientras jadea parándose frente a mí.

 

Se limpia el rostro con su palma.

 

—Odio como están las cosas. Tú eres todo lo que tengo.

 

Sus padres murieron cuando yo tenía nueve años, y los padres de mamá murieron antes de que yo naciera. Él es todo lo que tengo, también.

 

—Tampoco me gusta la forma en que las cosas están, papá.

 

—Entonces ¿te quedarás? —Él suena muy esperanzado.

 

Me río… Sollozo.

 

—No, no me voy a quedar. Podría quedarme si pudieras aceptarme por quién soy. Apoyar mis decisiones, incluso si no estás de acuerdo con ellas.

 

—Realmente vas a mudarte a Los Ángeles, ¿ya sea si quiero o no?

 

—Sí, papá. Me voy a Los Ángeles, no importa qué. Tú eres mi padre, y yo quiero amarte. Quiero tener una relación contigo. Pero si no puedes entender que voy a vivir mi vida a mi manera, ¿por qué molestarse? Nunca me has entendido y nunca quisiste intentarlo. Nunca has aprobado nada de lo que hago, todo lo que me gusta. No entiendes por qué bailo. No entiendes por qué quiero hacer películas. Y lo peor es, que ni siquiera vas a intentar de entender.

 

Cambio de sitio mi bolso más alto sobre mi hombro y encuentro sus ojos, suplicándole por última vez.

 

Él sólo me mira fijamente.

 

—____, ¿no podemos llegar a algún acuerdo?

 

—Mutuo acuerdo ¿cómo? ¿Quieres decir qué renuncie a la escuela de cine para hacerte feliz?

 

Él sube sus hombros.

 

—Bueno... no renunciar a lo que quieras, simplemente llegar a un punto medio.

 

—No hay ningún medio en esto, papá. Me voy, de una manera u otra. Sea o no que tengamos una relación cuando deje de depender de ti. Nuestra relación está en ti.

 

Sus ojos se endurecen, y él mete sus manos en su bolsillo.

 

—Bien, entonces. Sé un hijo pródigo.

 

Me río.

 

—Dios, eres tan dramático. No soy un hijo pródigo, estoy haciendo lo que es correcto para mí. Simplemente no puedes aceptar eso. —Enderezo mi espalda y endurezco mi corazón—. Adiós, papá.

 

—Adiós, ____.

 

Ninguno de los dos dice: "Te amo." No hay abrazos. Espero a que él cambie de opinión. Él no lo hace. Me alejo entonces, camino hacia el auto de Devin y me deslizo en el asiento del pasajero. Devin pregunta:

 

     ¿Estás…

 

—Estoy bien. —Aprieto mi mandíbula para no llorar de nuevo.

 

—Bueno, eso es un montón de puta mentira, pero cualquier cosa te ayuda atravesarlo —Devin echa un vistazo hacia mí, sus ojos preocupados.

 

—No... Él simplemente no lo dejará ir. Él no tiene nada que le importe.-Froto mis ojos con las palmas de mis manos, tratando de alejar la quemazón. —No va a aceptar lo que quiero hacer, y no voy… No voy a dejarlo quedarse con mi vida.

 

Las lágrimas surgen a continuación. No puedo evitarlo. Sólo algunas caen, y no me molesto en limpiarlas. No me importa si mi maquillaje se está corriendo.

 

     ¿Y ahora qué? —pregunta Devin.

 

Me encojo de hombros.

 

     ¿Ahora? Me mudo a Los Ángeles.

 

     ¿Sola?

 

Asiento con la cabeza.

 

—Supongo que sí.

 

El resto del camino a casa de Devin es silencioso. Ella no sabe qué decir, y yo tampoco.

 

Devin camina conmigo hacia la puerta de seguridad en el aeropuerto. Todos mis bienes caben en una maleta y una bolsa de lona, que han sido verificados. Sólo he volado una vez, hace dos años por mis dulces dieciséis, viajé a Nueva York con mamá. Ella me había ayudado en el proceso. Abrazo a Devin, le digo adiós. Ahora estoy sola.

 

Me doy vuelta y agito la mano una última vez hacia Devin, y luego me enfoco en el control de seguridad. Un hombre mayor con anteojos gruesos se sienta en un escritorio, su camisa del uniforme azul brillante. En mi mano tengo el documento de embarque de papá que Devin imprimió para mí.

 

—Licencia de conducir —dice sin mirarme.

 

Cavo en mi bolso, encuentro mi licencia, y se la muestro. Me da un vistazo, en la ID, garabatea algo sobre mi tarjeta de embarque, y luego me hace señas. Alrededor mío, la gente parece saber lo que están haciendo. No. Veo a la mujer delante de mí abandonar sus tacones, saca un grueso portátil negro de su equipaje de mano y coloca eso en un recipiente blanco. En uno separado va su bolso, licencia, tarjeta de embarque, y los zapatos.

 

Sigo su ejemplo, saliendo de mis balerinas y poniéndolas en un recipiente con mis otras pertenencias. Espero mi turno para entrar en una cosa que se ve como algo de Star Trek, una pared espiral en un recinto de vidrio circular. Me dijeron que levante mis brazos sobre mi cabeza, y la máquina gira a mí alrededor.

 

¿Qué pasa si me quieren revisar? No tengo nada que esconder, pero estoy ansiosa de todos modos. Ellos me pasan sin un segundo vistazo, y recupero mis cosas. El proceso completo parece... vergonzoso, extrañamente íntimo.

 

Empresarios en trajes andando penosamente en calcetines de vestir, las mujeres en pies descalzos, compatibilizando sus pertenencias y tratando de mantenerse fuera del camino del otro, y al mismo tiempo los hombres y mujeres del TSA de camisa azul miran apáticamente, gritando las instrucciones y mirando serio.

 

Encuentro mi puerta después de pasar las librerías, tiendas libres de impuestos, restaurantes, y grupos de viajeros con mochilas y audífonos, rodando el equipaje de mano con manijas largas. Todo el mundo está con otra persona.

 

Veo otro viajero solitario en mi puerta, un hombre de unos treinta años con una barba de chivo cuidadosamente cortada y un maletín de aspecto caro. Él tiene tres teléfonos celulares en su cinturón y una chaqueta cubierta sobre su brazo, y está leyendo con precisión un papel doblado del New York Times. Me echa un vistazo, mira por encima de mí y me descarta. Nadie más parece verme.

 

Nunca en mi vida me he sentido tan sola. Tengo mi iPod y un libro en rústica de Breath, Eyes, Memoyese que Devin me dio. No estoy segura de por qué pensaba que necesitaba este libro, pero es algo para pasar el tiempo. En la hora que espero, dejo de lado mi propia vida y me pierdo en las luchas de otras personas.

 

El vuelo es largo y aburrido. Termino el libro a medio camino y luego estoy atascada sin nada que hacer más que escuchar mi iPod en "repetición". Hojeo un catálogo de Skymall.

 

El aterrizaje es brusco y rebotador, y el aeropuerto de Los Ángeles es enorme y confuso. Todavía se siente como que esto podría ser un sueño, como si pudiera despertar en mi cama en casa, y mamá estará allí, viva, y me hará el almuerzo.

 

Finalmente, encuentro la recuperación de equipaje y espero por mis maletas. Hay un nuevo rasgón en el lado de mi bolsa de lona.

 

Sigo las indicaciones hacia la salida, y cuando las puertas de cristal se deslizan abiertas, soy asaltada por una ola de calor seco. De pronto, todo parece más real. Tengo cuatrocientos dólares en el bolso, la mitad de eso es mío, guardado de mi asignación. El resto es un regalo de los padres de Devin. Es todo lo que tengo. Cuatrocientos dólares.

 

Un viaje en taxi desde LAX a USC cuesta $40, y me quedo con $360 dólares a mi nombre. No he comido desde que salí de la casa de Devin, por lo que me retumba el estómago. Estoy muy nerviosa y asustada para comer. El taxista es un gran hombre, corpulento, silencioso, negro con rastas finas colgando de sus hombros. No dice una palabra. Cuando llegamos a la USC, simplemente apunta a la tarifa de metro y espera con expectación. Pago, partiendo el dinero de mala gana.

 

USC es enorme. Sigo a otros jóvenes de aspecto de mi edad, algunos iguales de asustados. La mayoría de ellos tienen sus mamás o papás con ellos, algunos los dos. Nadie me habló.

 

Sigo a la multitud a una oficina de un enjambre de personas. Hay una orientación, un recorrido por el campus. Los mapas son entregados junto con agendas baratas.

 

Mi dormitorio es una caja con literas en un lado, un estrecho, poco profundo armario, y un pequeño escritorio para computadora, que supongo que pertenece a mi compañera de cuarto. Es de color blanquecino, y hay una ventana delgada en una esquina con sucias persianas blancas inclinadas a un lado, dejando un resplandor opaco desde el exterior.

 

Mi compañera de cuarto ya está ahí, sentada en el pie de la cama, hojeando una edición de la revista Vanity Fair. Ella es unos centímetros más baja que yo, diversas tallas más pequeñas y preciosa como una modelo.

 

Su maquillaje es perfecto. Su cabello rubio platino es liso y brillante y está perfectamente peinado en un moño francés. Sus ropas son caras, y perfectas. Sus uñas están arregladas al estilo francés, y hay un monedero Dooney&Burke ubicado en la cama junto a ella, un iPhone asomándose de la parte superior.

 

Me sonríe, asimila mi atuendo, ropa sin marca, pero no barata, una falda hasta la rodilla, una ajustada pero modesta camiseta cuello V, balerinas muy desgastadas, y su sonrisa se atenúa un poco.

 

Claramente está poco impresionada.

 

—Así que, ¿eres una actriz? —Pregunta.

 

Ella parece una versión cinematográfica de alguien de "El Valle".

 

—No. Voy a entrar en producción.

 

—Oh, ¿cómo, aquellas personas detrás de las cámaras? —Ella reboza desprecio mientras dice esto.

 

—Sí, supongo.

 

—Eres del Sur —señala.

 

—Sí. Soy de Macon.

 

—Eso está, ¿cómo, en Alabama?

 

La miro y me pregunto si ella está bromeando.

 

—No, en Georgia.

 

—Oh. Soy Lizzie Davis. —Ella no se ofrece para sacudir mi mano.

 

     _____ Grey Amundsen.

 

—Grey. ¿Cómo el color?

—Sí, bueno... excepto que se deletrea con una 'e'. GREY.

 

—Oh. Como Fifty Shades.

 

Me encojo de hombros, no queriendo admitir que no sé de qué está hablando. Ella sonríe hipócritamente y se vuelve a rasguear su guitarra. Su teléfono suena, y coloca la guitarra a un lado, cruzando sus piernas y pulsando en el teléfono. Esto continúa durante todo el tiempo que estoy desempacando.

 

No tengo ningún posters, ni decoraciones excepto la foto con Mamá en Nueva York. No tengo un ordenador portátil, o un teléfono. Veo un ordenador portátil en el escritorio de Lizzie, una gran MacBook plateada.

 

Cuando desempaco, suelto los extremos. Lizzie sigue enviando mensajes de texto o lo que sea que está haciendo. Son las cuatro de la tarde del Miércoles, y las clases no empiezan hasta el viernes, y entonces tendremos el fin de semana antes de que el semestre se ponga realmente en marcha.

 

Subo la escalera y luego me tumbo de lado y miro hacia la pared, extrañando a mi mamá. Ella me diría que deje de estar abatida y encuentre algo que hacer. Explorar la ciudad, baila. Hacer una película.

 

En cambio, me acuesto en la litera de arriba y me pregunto si he cometido una equivocación al venir aquí.
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