Las memorias de un fantasma. {o.s}

por **Mitchell.** Dom 27 Jul 2014, 12:32 pm

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Las memorias de un fantasma.

No recuerdo como paso, ni que fue lo que me motivo a sacar mis ojos de la carretera, pero lo siguiente que se, tal vez lo único que sé, es que nos chocamos. Sé que habían más personas, creo que un chico. También sé que morí; creo que no dolió, que fue instantáneo.

Desde aquel día pase vagando en la tierra. Me encontré con muchas personas en mi camino, gente que me contaba grandes historias sobre la luz que se veía al final del camino, la que te llevaba al cielo o al infierno. Ellos al final siempre terminaban viendo la luz, yo no.

Me preguntaba si tenía alguna deuda con alguien, algo que aclarar. Tal vez era con el chico que estaba en el auto, del que tuve algunas imágenes, pequeñas, diminutas. Decidí buscarlo; pase por París, Italia, Rusia, Suiza, y termine parada en Irlanda. Ahí lo vi, sentado en un aeropuerto. No sé cómo lo reconocí, pero sentí que el corazón me latía… y el corazón no me latía desde hace años.

Cuando lo intente alcanzar él ya se había ido. Así que decidí seguir vagabundeando. Pase por Libia, Irak, México, Estados Unidos… y vi cosas terribles; gente asesinada a sangre fría, cosas que simplemente no te podría describir porque no sé cómo hacerlo. Solo puedo decirte que vi el infierno en la tierra.

Incluso empecé a darme con la teoría de que tal vez el infierno era la tierra, y por eso estaba destinada a quedarme y ver como el mundo se destruía. Tal vez.

Pase por países e islas pequeñas, pobres, pero tranquilas. Hable con algunos espíritus nativos; ellos me contaron sobre antiguas y ancestrales leyendas que yo no creí. Y seguí mi camino de nuevo.

Recuerdo los dos polos, el norte y el sur. Maravillosos y extravagantes. Tenían una vida salvaje exquisita, animales que te podrían matar de un solo empujón. Me alegre de estar muerta por primera vez. Vi la aurora boreal, me sumergí entre las nubes espesas e intente tocarla… y se sintió increíble. Fue casi como estar viva de nuevo. Quise quedarme un poco más, pero no pude.

Vague por el mundo unos años más, hasta llegar a Londres. Era hermosa, brillante y majestuosa. Y mejor aún, ahí fue cuando lo vi. Tenía el pensamiento de que aquella vez no se me iba a escapar; y no lo hizo. Lo seguí hasta llegar a una casa grande, un poco vieja, pero se veía espaciosa. El entro y yo también lo hice.

Sé que se me hubiera ido el aire si respirara.

Había miles de periódicos en las paredes, con títulos de los cuales solo algunos pude leer. “Muerta en accidente de tráfico”; “Novio sobrevive al accidente”; “El cuerpo sigue desaparecido”; “Octavo aniversario de la muerte de Emma Clint”; “Nueve años y aún no se encuentra su cuerpo”.

El chico sin nombre, que al parecer había sido mi novio, se sentó en una sillita de madera. Llevaba una placa en la camisa; decía policía o algo así. Dejo en la mesa un polvoriento libro, de ella saco unas fotos y comenzó a repartirlas por la mesa; estaba la foto de un accidente de tránsito y de un bosque.

^__ Vamos, Emma. Tu cuerpo no pudo haberse desasido, es imposible. ¿Dónde estás?

A su lado estaba un cuaderno con tapa de cuero negro. Lo agarre despacio y comencé a leerlo.

Día uno: El cuerpo de Emma no se encuentra aún.

Día dos: Emma sigue sin aparecer.

Decidí pasar unas diez hojas.

Día mil quinientos doce: Emma sigue sin aparecer. He decidido unirme al cuerpo de Policía Nacional. Tal vez así pueda encontrarla.

Pase por otras diez hojas.

Día dos mil treinta y cuatro: Emma no aparece, su cuerpo ya ha de estar podrido, un poco desintegrado. Encontrarla así será más difícil. ¿Dónde estás Emmy?

Había algunas gotas de lágrimas secas en la hoja. Algo dentro de mi cuerpo se revolvió.

Pase otras hojas. En la última había algo recién escrito, con la tinta aun un poco fresca.

Día tres mil doscientos ochenta y seis: Es el aniversario del año número nueve de la muerte de Emma. Su cuerpo sigue sin aparecer. Me estoy dando por vencido.

Cerré el libro. Aquel hombre, del que ni siquiera me acordaba, había estado buscando mi cuerpo por nueve malditos años. Nueve años en el que yo también había estado buscándolo, aunque me había rendido mucho antes que él. Él estaba buscando en vano y no sabía cómo decirle.

Fue en ese momento en el que se me prendió el foco, ¿Saben? Porque yo sabía perfectamente donde estaba mi cuerpo. Cuando me desperté para enterarme que era un espíritu, me vi tirada en el suelo en una parte un tanto recóndita de un bosque oscuro, aunque no tuve que caminar mucho para llegar a la carretera. Eso sí, mi cuerpo estaba destrozado.

Se me ocurrió otra brillante idea. Corrí a buscar un interruptor y comencé a prender y apagar las luces.

^__¡Pero si ya he pagado la luz hace como una semana!^__Cuando se iba a parar le di un golpe a la mesa ^__. ¿Qué demonios?

Cogí una de las fotos y le di vuelta para tener la parte blanca en la mesa. No podía tocar humanos, pero cosas mundanas como plumas y libros si podía. Cogí un bolígrafo y escribí lo primero que se me ocurrió; “Soy Emma”. El cogió la foto y la observo; palideció por completo.

Le arranque la foto, y volví a escribir. “Te puedo ayudar, amor. Sé dónde está mi cuerpo”.

^__¡Dime!

Corrí a la puerta, y la abrí. “Sígueme”. Alce la foto. El asintió y cogió las llaves de su auto. Yo me acerque a él y comencé a golpear la venta; el me abrió la puerta y yo entre. “Vuelve al bosque a lado de la carretera”. Pasamos un buen tiempo en silencio mientras en conducía.

^__Fue mi culpa por distraerte. Yo te mate ^__No sabía con exactitud que decía, pero su voz de culpabilidad me estaba matando… más. “No fue tu culpa”. Le enseñe la foto; sonrió ^__. Gracias.

Llegamos a la carretera. Me abrió la puerta y me dejo salir. Camine alrededor del auto dando golpecitos a la carcasa. Llegue a la parte de la tierra y con la mano comencé a trazar una larga línea hasta el último lugar en donde vi mi cuerpo… y seguía ahí. Pero podrido y dañado.

Se tiró al piso y comenzó a llorar. Comenzó a susurrar palabras sin sentido. Observe un resplandor a mis espaldas. La luz. Con mi dedo comencé a escribir en la tierra húmeda.

“Tú me ayudaste, y yo te ayude. No me acuerdo mucho de ti, no recuerdo si quiera tu nombre, pero me has ayudado a pasar. Gracias.” Él se dio vuelta al escuchar el rasgueo de la tierra. Se arrastró un poco por la tierra, leyó lo impreso en el suelo, y volvió a sonreír. “Mi nombre es Jacob. Gracias de nuevo, Ems.”

Me di vuelta y pase por el resplandor. Sentí la dulce tranquilidad de la muerte.

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