The family Birdwhistle| N.C

Casterville, 1860.

La mujer estuvo andando cautelosamente hasta llegar frente a la chimenea, donde apoyó el anillo familiar encajando perfectamente y abriendo la puerta secreta. Enfocó con la vela a su alrededor comprobando que nadie le estuviera observando. Caminó por el pasadizo de piedra hasta llegar a una sala redonda, la iluminó encendiendo todas las velas y deshaciéndose de las telarañas que le molestaban. Estuvo revolviendo hasta encontrar lo que estaba buscando; Un libro grueso de tapa dura y cuero, con una estrella de cinco puntas y título en latín. Sonrió enorgullecida. Después lo dejó reposando sobre el pequeño altar de mármol que había en el escritorio y buscó entre las páginas hasta encontrar el hechizo que le venía como anillo al dedo.
Lo cierto es que nunca se le había ocurrido hacer un hechizo tan complicado, normalmente solía tirar las cartas del tarot o leer la bola de cristal para algunas personas, ni mucho menos en adentrarse en una magia tan oscura y sabía perfectamente que tendría consecuencias pero ya nada le importaba. Las palabras ya estaban saliendo de entre sus labios.


La tormenta empezó a apresurarse y los rayos iluminaban el cielo. La joven miró a su alrededor mareada hasta caer al suelo.
Despertó al día siguiente, todo parecía ser normal hasta llegar al comedor. Pudo ver como su familia saltaba de alegría pues repentinamente el negocio familiar había aumentado de forma extraordinaria, había subido casi un setenta por cien. Por lo que empezó a ver como su hechizo había causado lo que quería. Cada día que pasaba sus riquezas aumentaban e incluso los mismos miembros de la familia parecían más felices y sus enfermedades se habían curado, sus pieles brillaban sin imperfecciones y su belleza natural era inmensa. Incluso a los días se pudo enterar como la prometida de Edward miembro de la familia había muerto por un suicidio desde el acantilado. Pero cuando las cosas van tan perfectas, siempre hay un defecto.

Al llegar a su habitación después de un baño relajante con las nuevas arenas perfumadas, llevaba su camisón para acostarse un día más orgullosa por su trabajo cometido hace unos meses. Un hombre elegante de rostro escondido y ojos brillantes que caminaba por los alrededores de el dormitorio de la chica. Sonrió dejando ver algunos de sus dientes de oro.

— Hola preciosa, ¿está yendo todo como deseabas?
— Si, supongo. —dice para hacer una pausa y atreverse a mirarle a los ojos— Eres tu, eres quien me ha ayudado.
— Por supuesto, mi amabilidad es legendaria. —dice él sonriendo abiertamente— Pero sin embargo, todo tiene un precio.
— ¿A que te refieres?
— Pues que yo te he concebido tus deseos pero no puedo arrebatar y conceder cosas, así por que si. —le explica— Puesto que vais a ser la familia más rica durante décadas, tu desengaño amoroso ha acabado bien para ti puesto que tu rival está muerta. Pero me vais a dar algo. Como pecadores que sois todos los miembros de la familia, os concebo un regalo, los miembros más jóvenes de está serán monstruos y este ciclo terminará con la muerte de este siglo. Pero dentro de dos ciclos, esta misma familia volverán a sufrir las mismas consecuencias. Conforme a cada personalidad, un monstruo será.