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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 9 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por ForJoeJonas Lun 21 Nov 2011, 5:31 pm


· Capítulo 9


_________ frunció el ceño cuando vio que estaba despierta. Normalmente no se despertaba hasta que Joe se movía por la mañana, pero ahora él estaba profundamente dormido. Notaba los pelos de la nuca erizados y, sin moverse ni abrir los ojos del todo, observó la habitación oscura en busca del motivo de su tensión.
De repente, vio un movimiento por el lado de la cama de Joe. Aunque admiraba el sigilo de quien quiera que fuera, su cuerpo se tensó, dispuesto a reaccionar. Nadie entraba en la habitación de otra persona con tanto sigilo a menos que tuviera malas intenciones. Recordó que Joe le había hablado de un asesino que lo acechaba y se le heló la sangre. Cuando percibió el brillo de la hoja de una espada a la luz de la luna y vio que empezaba a descender, dio un buen empujón a Joe y saltó de la cama para encender una vela, porque sabía que no podrían defenderse de aquella amenaza a oscuras.
Joe gritó al verse repentinamente fuera de la cálida cama, pero se puso en alerta inmediatamente. Sabía quién era el hombre que maldecía en voz baja y que estaba aprisionado bajo su peso. En un movimiento limpio, rodó por el suelo y se puso de pie. En ese momento, _________ encendió la vela y a él no le sorprendió verse cara a cara con Duncan MacLennon. Sólo deseó no estar desnudo e ir desarmado, con la cama y MacLennon entre la espada y él.
—Esta vez morirás, MacLagan, y, después de ti, la zorra de tu mujer.
—Quieres vengarte de mí, MacLennon. ___________ no tiene nada que ver con esto.
—Es tuya, y eso me basta. Quizá no te mate demasiado deprisa. Sería justo que vieras cómo tomo a tu mujer, igual que tú tomaste a la mía. Sí, mientras yaces moribundo verás cómo la obligo a acostarse conmigo, igual que tú forzaste a Catalina.
—Yo nunca la forcé.
—Catalina nunca se hubiera acostado contigo por voluntad propia —gritó MacLennon.
—Sabía que tenía que cumplir con su obligación frente a su familia.
—Si la hubieran dejado escoger, habría venido conmigo. Me la quitaste.
____________ se estremeció mientras lo oía hablar, mientras reconocía su locura, pero no se entretuvo observando a los dos hombres insultándose mutuamente. Joe iba desarmado y aquella era su principal preocupación. Se arremangó el camisón y corrió hasta la cajonera donde estaba la espada de su marido, resplandeciente y abandonada. Cuando se volvió hacia los hombres, encontró un segundo para disfrutar de aquella visión de su marido. Tenso y cauteloso, dispuesto a defenderse del ataque que sabía que estaba por llegar, desplegó toda la elegancia de su esbelto y musculoso cuerpo. No obstante, ella se obligó a mirar a MacLennon mientras se iba acercando a Joe para, en cuanto pudiera, lanzarle la espada.
Y vio la oportunidad cuando MacLennon se volvió hacia ella.
—Joe, ¡la espada! —gritó mientras le lanzaba el arma.
Apenas había soltado la espada cuando MacLennon se abalanzó sobre ella. Y aunque esquivó su espada, no fue lo suficientemente rápida. Emitió un agudo grito de dolor en el instante en que la hoja de metal le atravesó la tierna carne del muslo al dibujar un arco. Ella se apresuró a alejarse de él, pero se dio cuenta de que no era necesario. MacLennon volvía a estar concentrado en Joe. Con cuidado de no volver a llamar su atención, empezó a rodearlo a cierta distancia para poder llegar a la puerta y pedir ayuda.
En cuanto Joe tuvo la espada en la mano, la levantó para bloquear el violento ataque de MacLennon. Sin embargo, no podía concentrarse únicamente en su enemigo, porque había oído el grito de dolor de ___________. Se tomó un segundo para mirarla y vio que se estaba acercando a la puerta y que, a pesar de que tenía la pierna manchada de sangre, la agilidad de sus movimientos indicaba que la herida era superficial. No obstante, la preocupación por el bienestar de su mujer le costó un precio. Esquivó por los pelos un ataque fatal de MacLennon y notó cómo la espada del hombre le atravesaba un costado. No era una herida letal, pero sabía que la lenta pérdida de sangre que provocaría acabaría siéndolo. Se lanzó al ataque con la esperanza de empatar la batalla o abrir a su enemigo en canal antes de que la pérdida de sangre lo debilitara demasiado.
Cuando _________ vio que Joe mantenía ocupado a MacLennon, corrió hacia la puerta, la abrió y gritó:
—¡Asesino! Padre, Robert, los demás, venid enseguida. Un hombre intenta matar a Joe.
MacLennon maldijo en voz alta cuando oyó la inmediata respuesta a los gritos de _________. Se abalanzó hacia la entrepierna de Joe, pero éste retrocedió, consciente de su vulnerabilidad. En ese instante, MacLennon saltó por la ventana. Justo desapareció de su vista cuando Joe se abalanzó hacia la ventana y los familiares de _________ entraron por la puerta, todos en calzones, con la espada desenfundada y con apenas tiempo para ver la última sombra de Duncan MacLennon.
—Ha saltado por la ventana. Tras él —ordenó __________, algo histérica, desesperada por ver desaparecer la amenaza que se cernía sobre Joe.
Sus hermanos la obedecieron de inmediato, pero Alaistair dudó un segundo, preocupado por la sangre de la pierna de su hija.
—Estás herida.
—No es nada, padre.
—Sí, pero Joe también está herido. —Alaistair decidió que era más necesario en aquella habitación y dejó la espada en el suelo.
_________ vio cómo Joe se reclinaba en la ventana mientras se tapaba la herida con la mano y corrió a su lado. Había estado demasiado concentrada en buscar ayuda y no había visto el desarrollo de la pelea. Mientras su padre la ayudaba a llevar a Joe hasta la cama e insistía en que ella también se tumbara, se preguntó qué parte de la tristeza de Joe era fruto de la decepción de que MacLennon se hubiera vuelto a escapar. A continuación, una alterada Meg, a la que había despertado uno de los hermano de _________, entró en la habitación para ayudar a Alaistair a curarles las heridas.
A pesar de sus protestas, Meg, su padre e Joe insistieron en que se tomara una poción. Empezaba a sucumbir a los efectos somníferos de la misma cuando regresó el primero de sus hermanos. Oyó lo suficiente como para saber que el asesino de Joe todavía andaba suelto y podría volver a atacarlos.
—Pensaba que ese hombre sólo te buscaba a ti —gruñó Alaistair, mientras observaba con gran interés cómo, incluso dormida, ________ se aferraba a Joe.
—Yo también. La ha atacado cuando ella me ha lanzado la espada. Sin embargo, también ha hablado de matarla a ella.
—En tal caso, ese hombre debe morir, y deprisa —dijo Malcolm.
—Me parece perfecto —contestó cansado Nathan, que fue el último en llegar—, pero no hemos podido encontrarlo.
—Ha desaparecido entre la niebla de la mañana como un espectro —murmuró Donald, mientras empujaba a Meg, se sentaba junto a __________ y le apartaba unos cuantos mechones de la cara—. Me moría de ganas de ponerle la mano encima. —Miró a Joe y, con mucha frialdad, añadió—: Es una sorpresa que te encontrara aquí. Habría podido encontrarla a ella sola y desprotegida.
Joe contuvo un improperio, se sentó y se puso los calzones. __________ no le había dicho que sus hermanos también sabían que había ido a la habitación de Mary, pero estaba claro que lo sabían. Decidió que no era momento para hablar de eso. Se sonrojó ligeramente bajo las miradas condenatorias de la familia de su mujer, pero intentó cambiar de tema.
—Al principio, no pude protegerla —admitió mientras intentaba vestirse con la brusca ayuda de Nathan—. La rápida intervención de _________ me ha salvado de morir mientras dormía —y les explicó lo que había pasado.
Cuando estuvo completamente vestido, decidieron que no podían hacer mucho más. Todos estarían más alerta y se inició una búsqueda. Ninguno quedó satisfecho, pero era lo único que podían hacer. Cuando los MacRoth empezaron a marcharse a sus habitaciones, Joe se fue a buscar a Alexander. Más tarde ya solicitaría una audiencia con el rey. Dudaba que ninguno de los dos pudiera hacer mucho más, pero ahora la vida de su mujer también estaba amenazada y no quería dejarse en el tintero ninguna posibilidad para garantizar su seguridad.
_________ se despertó y se encontró con su hermano Nathan tendido en la cama a su lado.
—¿Adónde ha ido Joe? Estaba herido.
Nathan se levantó y le sirvió un poco de vino.
—Es sorprendente que lo encontrara aquí. Ese hombre podría haberte hallado sola si tu marido no hubiera vuelto de la cama de su furcia.
Después de beber un refrescante trago de vino, __________ dijo:
—No se acostó con ella.
—___________ —Nathan se sentó a su lado—, todos lo vimos marcharse con ella.
—Sí, pero no se acostaron juntos. Me lo explicó anoche.
—¿Y le crees?
—Sí. No te explicaré todo lo que me dijo, porque no es asunto tuyo, pero a mí me bastó para saber que me decía la verdad.
—Pero quería hacerlo.
—Sí. Y me lo dijo. Pero no me fue infiel. Y no es poca cosa.
—Sí, en eso te doy la razón —asintió Nathan a regañadientes.
__________ vio que a su hermano le costaría más que a ella perdonar, por eso cambió de tema. Cuando supo qué pretendían hacer a MacLennon, envió a Nathan a buscar a Meg. Ignorando las quejas de la mujer, __________ se vistió y fue a buscar a Joe. Quería asegurarse de que no se estaba excediendo en sus esfuerzos.
Sin embargo, para su desgracia, se encontró con lady Mary. Cuando vio de cerca la belleza de la mujer, sintió una punzada de duda, pero enseguida la ignoró. No tenía ningún motivo para dudar de la palabra de Joe. No podía permitir que sus miedos la hicieran desconfiar de él. Ante cualquier cosa que pudiera decir lady Mary, ella iba a creer a Joe. No obstante, deseó que aquella mujer no se hubiera llevado a lady Constance como testigo del enfrentamiento.
—¿Ha perdido a su marido… —lady Mary dibujó una sonrisa fría—, otra vez?
—Este lugar es muy grande. Imagino que no lo habrá visto, ¿verdad?
—No lo he visto desde anoche… en mi habitación.
—No, me refiero a un encuentro menos fugaz que cuando se dio la vuelta en su habitación para salir por la puerta.
—Entonces, le ha dicho que no pasó nada y usted, como una buena esposa, le ha creído.
—Sí, le creo y, si no tuviera cosas más importantes de las que ocuparme, me entretendría en intentar averiguar por qué quiere hacerme creer otra cosa. El adulterio, como vergonzoso pecado, no es algo que nadie debería pregonar a los cuatro vientos ni alardear de ello.
—¿Joe dijo que no se había acostado con esta mujer? —preguntó lady Constance.
Incluso mientras __________ se preguntaba qué diantre le importaba a ella, lady Mary se rió con sorna.
—Sólo lo dice para limpiar su imagen. ¿Qué marido no mentiría? Joe ha decidido que todavía es pronto para hablarle de mí, nada más.
—Señora, si le hizo algo, estoy segura de que fue un revolcón rápido porque, entre que lo vi marcharse con usted a su habitación y el momento en que volvió conmigo apenas tuvo tiempo de levantarle la falda y frotarse unos segundos. Creo que prefiero la versión de Joe, y es que no quiso acostarse con usted. Él tiene sus defectos, como todos los hombres, pero no es un mentiroso. —Y, muy disgustada, dio media vuelta y se marchó.
—No, MacLagan no miente —dijo lady Constance, muy fría—. En cambio tú, lady Mary, sí. Has perdido la apuesta. Devuélveme mi moneda.
—¿No creerás a esa estúpida esquelética? —chilló lady Mary.
___________ se alejó de aquella discusión. Aquellas mujeres la ponían enferma. Le parecía frío y de muy mal gusto que se apostaran la destrucción de su matrimonio. _________ se moría de ganas de alejarse de la corte y dejar atrás su colección de sanguijuelas y aduladores. Se preguntó si podría convencer a Joe para que adelantara el viaje de vuelta.
Por dentro, hizo una mueca cuando se vio obligada a aceptar el hecho de que, aunque lo convenciera para que se marcharan hoy mismo, tendrían que volver. Él era el representante de su clan en la corte, sus oídos ante cualquier intriga o beneficio, por lo que tendría que aprender a protegerse de las formas de la corte, ya que no estaba dispuesta a dejarlo viajar solo a aquel nido de inmoralidad. Se preguntaba cómo había maridos que podían volver a mirar a la cara a sus mujeres después del comportamiento libertino que tenían en la corte.
Al final, Meg la encontró y la convenció para que volviera a la habitación y descansara un rato. Como acababa de descubrir que Joe estaba hablando con el rey y la pierna empezaba a dolerle, dejó que se la llevara a la habitación. No obstante, se alteró cuando descubrió que, no sólo se había quedado dormida, sino que, además, era tarde y el sol ya se había escondido hacía rato.
Se vistió a toda prisa y se dirigió hacia el salón, convencida que de él estaría allí. Estaba tan concentrada en llegar lo antes posible que no vio a lord Fraser hasta que casi chocó con él. Retrocedió unos pasos y se dio cuenta de dos cosas que la inquietaron sobremanera. No había nadie más por los pasillos y lord Fraser iba completamente ebrio.
—¿Estás sola? ¿No te acompaña ninguno de tus protectores? —Empezó a avanzar hacia ella—. He estado esperando este momento. No soy tan estúpido como el joven Ronald MacDubh. Atacarte delante de todos fue una locura. Lo han echado, ¿lo sabías?
—No, no volví a pensar en ese descarado después de que Alexander se lo llevara. —Intentó esquivar sus avances, pero no le resultó fácil, puesto que el pasillo era demasiado estrecho para cualquier movimiento de evasión—. Y ahora, si me permite pasar…
—Con que Alexander, ¿eh? —gruñó él, ignorando su petición—. Entonces, ¿has ofrecido tus favores al chico guapo?
—Me ofende. Y está ebrio. Creo que lo mejor sería que me dejara pasar y se fuera a la cama.
—Cariño, si esta noche me voy a la cama, sólo será encima de ti.
Se abalanzó sobre ella e ________ intentó huir pero la cola del vestido, aunque era corta, la hizo tropezar. Acabó pegada a la pared y Fraser aprovechó su gran envergadura para atraparla allí. ________ se resistió, pero, con un creciente pánico, se dio cuenta de que, a pesar de que Fraser estaba ebrio, podía inmovilizarla con facilidad.
—Mi familia y mi marido lo matarán por esto —gritó mientras él la tendía en el suelo.
—Esos señoritos no podrán verter mi sangre. La preciosa lady Mary intercederá por mí. Te odia, pequeña. Por lo visto —jadeó mientras se esforzaba por inmovilizarla debajo de su cuerpo—, si te hago mía, el joven Joe acudirá a ella. —Le rasgó la parte delantera del vestido y frunció el ceño cuando, en lugar de los pechos desnudos que esperaba, se encontró con un vendaje—. ¿Qué es esto? —murmuró mientras sacaba su daga.
__________ luchó por liberar las manos, pero se las tenía sujetas debajo de las rodillas con tanta fuerza que temía que se las rompiera. Intentar quitárselo de encima sólo la agotaba más y la dejaba sin aliento. Cuando empezó a cortarle el vendaje, ella gritó varias veces porque la daga le atravesó la tierna piel. Él la miró boquiabierto cuando por fin apartó las vendas y la mirada que vio en sus ojos hizo que se le erizara la piel de asco.
—Por Dios, muchacha, ¿por qué quieres esconder esta bendición? —gruñó mientras le manoseaba los pechos.
Fraser cambió de posición y le liberó las manos. En esos breves segundos de libertad, __________ le pegó en la cara, pero la inmovilización le había dejado las extremidades sin fuerza. No pudo doblar los dedos en forma de zarpa y apenas le hizo un rasguño en la piel. Sin embargo, eso bastó para ganarse una bofetada y ver cómo volvía a inmovilizarle las manos encima de la cabeza con una sebosa mano.
En cuanto su boca le tocó los pechos, ella notó que se le revolvía todo y tuvo náuseas. Contuvo las ganas de vomitar, igual que las de llorar, porque sabía que no conseguiría nada con ninguna de las dos cosas. Lo maldijo con improperios variados y gritó ocasionalmente cuando le mordía los pechos, al tiempo que seguía intentando liberarse de él. Para su desgracia, comprobó horrorizada que lo único que conseguía era excitarlo más con los continuos frotamientos.
Cuando notó cómo le rompía los calzones, por un segundo tiró la toalla. Y mientras le rasgaba la falda en un frenético intento por apartársela, __________ se dio cuenta de que todavía le quedaba una última arma. Estaban en un pasillo oscuro y poco concurrido, pero con mucho eco. Quizás había alguien cerca y el miedo de ser descubierta en aquella posición tan ignominiosa palidecía ante lo que parecía que lord Fraser estaba a punto de hacerle. Así que abrió la boca y gritó varias veces el nombre de su marido antes de que Fraser, maldiciendo, la amordazara con un pañuelo y, en su esfuerzo por silenciarla, casi la ahogara. Ahora, _________ sólo podía rezar para que hubiera alguien cerca.
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 9 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por ForJoeJonas Lun 21 Nov 2011, 5:34 pm



Joe dudó unos segundos y frunció el ceño mientras decidía por dónde ir. Delante, tenía un estrecho pasillo que casi nadie usaba y que le ahorraría unos minutos. Se apretó la mano contra la herida y decidió que iría por allí. Miró a Alexander, que caminaba a su lado con una bandeja llena de comida en las manos.
—Ya me encargo yo —dijo Joe, que no estaba seguro de si quería que Alexander lo acompañara, sobre todo si _________ estaba en la habitación.
—No, no puedes. Si le llevas la bandeja, con lo que te tiemblan los brazos, no cenará nada.
—Yo no he dicho que fuera para ___________ —murmuró y se preguntó si había sonado tan enfurruñado como le había parecido.
—No, no lo has dicho. Sólo esperaba que hubieras empezado a preocuparte por tu querida esposa, nada más.
—En cambio, tú te preocupas demasiado por mi querida esposa, Alexander MacDubh.
—A un hombre le cuesta no preocuparse cuando ha tenido que consolar a la pobre esposa, entre llantos, mientras su marido iba detrás de una cualquiera. Sí, y cuando es la persona con quien ella ha tenido que hablar porque su marido está concentrado en esa zorra y no le dirige la palabra.
—¿Podemos olvidarnos de lady Mary?
—Sí, si la olvidas tú.
—Ya lo he hecho.
—Si me permites la curiosidad, ¿cuándo empezaste a olvidarla?
—No te incumbe, pero fue a los pocos segundos de entrar en su habitación. —Joe miró muy serio a su amigo—. De modo que no hay ninguna esposa a la que puedas llevarte a la cama para consolarla antes de que su marido acuda a ella otra vez.
—Si me llevara a tu mujer a la cama, amigo —respondió Alexander con calma—, sólo sería para consolarla y tú ya podrías buscarla todo lo que quisieras, que no te la devolvería.
Antes de que un sorprendido Joe pudiera responder, un grito cortó el tenso silencio que se había impuesto entre los dos. Incluso antes de reconocer su nombre en aquel grito desesperado, Joe reconoció la voz que lo emitía. Echó a correr hacia aquella voz y apenas fue consciente de que Alexander había dejado caer la bandeja y lo estaba siguiendo.
La escena con la que se encontró lo cegó de ira hasta el punto de hacerle olvidar cualquier dolor y cansancio. Con un rugido animal, se abalanzó sobre el hombre que estaba tendido encima de _________. Levantó a lord Fraser a peso, lo tiró contra la pared y luego se lanzó sobre él.
__________ se quedó descolocada por aquel repentino rescate. Un segundo se estaba preparando para la horrible realidad de su violación y, al segundo siguiente, un furioso Joe estaba levantando a lord Fraser, que pesaba mucho más que él, por los aires. Miró a Alexander, que parecía muy preocupado, cuando se agachó junto a ella. Con una extraña distancia, se dio cuenta de que había empezado a temblar.
Alexander le quitó la mordaza de la boca, le miró sorprendido los contusionados pechos y empezó a cubrirla con la ropa hecha jirones lo mejor que pudo.
—Tenías algunos secretos, __________.
—Son demasiado grandes —respondió ella, aturdida.
La ayudó a sentarse y le dio un suave beso en la frente.
—Para ser tan menuda, eres muy tonta. Venga, siéntate, que me temo que tengo que evitar que tu marido mate a lord Fraser. Se lo merece, pero provocaría un gran escándalo.
Sin acabar de entender lo que estaba viendo, ___________ comprobó cómo Alexander sujetaba a Joe y le impedía que siguiera golpeando a un ya malherido lord Fraser. Cuando éste lo soltó, lord Fraser resbaló al suelo y no volvió a moverse. Entonces ella se abrazó para intentar detener los temblores y, cuando Joe se arrodilló ante a ella, lo miró.
—¿Está muerto? —susurró.
—No, creo que no. ¿Te ha violado?
—Casi. —Notó cómo las lágrimas que había estado conteniendo hasta ahora empezaban a resbalarle por las mejillas—. Quiero bañarme —dijo, temblorosa.
Cuando Joe hizo ademán de querer cogerla en brazos, Alexander lo detuvo.
—Te has abierto la herida mientras le estabas dando una paliza a esa sabandija. Ya la llevaré yo. —Ayudó a su amigo a levantarse y después, con cuidado, cogió a _________ en brazos—. No pongas esa cara, Joe. Si la llevaras tú, seguramente se te caería. Necesitarás las fuerzas que te quedan para llegar a la habitación. ¿Qué hacemos con él?
Joe miró a lord Fraser y necesitó unos segundos para reprimir las ansias de volver a levantarlo y pegarle.
—Déjalo aquí. Si no vuelve a rastras a su agujero, ya lo encontrará alguien.
Mientras se dirigían a la habitación de Joe, los dos intentaron que _________ dejara de llorar. Cuando llegó Meg, a la que había ido a buscar el escudero de Joe, la chica había recuperado un poco el control. Meg se la llevó detrás del biombo para ayudarla a lavarse y a curarle las heridas, y Alexander se encargó de Joe.
—¿Has visto lo que le ha hecho ese animal? —gruñó Joe—. Debería haberlo matado.
—¿Y que todos se preguntaran el motivo? ¿Quieres que la pobre chica sufra ese escarnio público? Sabes perfectamente que nadie se creerá que no la violó y que muchos pensarán que se dejó y que sólo gritó para salvarse de tu ira.
Cuando Alexander terminó de limpiarle y cerrarle las heridas, Joe se bebió un buen trago de cerveza para apaciguar el dolor. Sabía que su amigo tenía razón, pero le parecía tremendamente injusto. El silencio necesario para evitar la deshonra del nombre de __________ lo irritó especialmente cuando Meg la metió en la cama, a su lado, y vio los moretones que Fraser le había hecho. Se prometió que, aunque tuviera que esperar años, se lo haría pagar.
_________ apenas dijo nada cuando Alexander y Meg les dieron las buenas noches y se marcharon. Se quedó tensa y en silencio en la cama incluso cuando ya estaban solos. El baño la había calmado un poco, pero todavía se sentía deshonrada. Aunque sabía que no tenía la culpa, que no había hecho nada para provocar el ataque, no podía evitar temer que ahora Joe la repudiara, que viera su cuerpo manchado por las manazas de lord Fraser. Por lo que se había atrevido a mirar de su propio cuerpo, no había ninguna parte de ella que Joe pudiera ver sin tener que recordar el brutal ataque de lord Fraser.
Entonces él la abrazó con cuidado, la notó tensa y la rabia hacia lord Fraser creció.
—No me tengas miedo.
—No te tengo miedo, Joe. Es que no sé cómo soportas tocarme.
—Cariño, no fue culpa tuya. Si no estuviéramos tan destrozados y querernos nos hiciera más daño que placer, te haría el amor ahora mismo para que vieras lo bien que soporto tocarte y lo mucho que todavía deseo hacerlo.
Después de quedarse un buen rato entre sus brazos, ___________ empezó a creerlo y se relajó. Una vez superado el miedo al rechazo, el cansancio se apoderó de ella. Había sido un día muy largo y lleno de peligros. A pesar de los dolores y las molestias, se acurrucó contra él y supo que pronto se dormiría.
—¿Mejor? —le preguntó él con dulzura mientras le acariciaba el pelo.
—Sí, pero ¿Joe?
—Dime.
—¿Podemos irnos a casa? —susurró, porque, aunque no quería presionarlo, estaba desesperada por marcharse de la corte.
—Claro. Si puedo, mañana mismo, pero, si no, pasado, seguro —le prometió, y al cabo de un instante notó cómo se relajaba en sus brazos, dormida.
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 9 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por ForJoeJonas Lun 21 Nov 2011, 5:42 pm


· Capítulo 10


—¿Estás segura de que podrás montar a caballo durante todo el viaje? —preguntó Joe a _________ mientras la ayudaba a subirse a lo que a él le parecía un caballo demasiado grande para ella.
—Si, Joe, estaré bien. Beltraine me trajo hasta aquí. Y puede llevarme donde sea. ¿Verdad que sí, precioso? —le susurró al animal mientras le acariciaba el poderoso cuello—. ¿Crees que a tus yeguas les gustará esta sangre nueva en el establo, Joe?
—¿El caballo es tuyo? —preguntó él, un poco sorprendido, mientras emparejaba mentalmente al semental con varias yeguas de Caraidland.
—Sí —respondió Alaistair mientras se colocaba detrás de su hija—. El animal le cogió cariño y, cuando creció, pensé que ________ podía quedárselo. Es una buena amazona y puede con este animal tan grande.
Cuando emprendieron la marcha, _________ ni siquiera miró hacia atrás. Al mirar a Joe se alegró de haber superado un poco el terror del ataque, lo suficiente para insistirle en que podía esperarse un par de días más en la corte y así esperar a que sus heridas se cerraran perfectamente. Él ya lo había preparado todo para marcharse y trabajado a destajo para terminar los negocios que tenía pendientes, pero ____________ había visto que todavía no estaba preparado para afrontar un camino tan largo.
A pesar de haberse mantenido al margen de la corte y de su preocupación por Joe, habla percibido dos cambios. Lord Fraser había desaparecido de forma repentina. Teniendo en cuenta la paliza que Joe le había dado, no sabía cómo había conseguido irse, pero, puesto que muchos miembros de su familia y todos sus hombres de confianza no estaban, sospechaba que la familia había organizado una salida rápida y discreta para evitar escándalos. Y lady Mary también había desaparecido, por lo que estaba segura de que se habla ido por miedo a que lord Fraser la implicara en su reprensible acto. _________ no le había mencionado nada respecto a la participación de lady Mary en el plan de lord Fraser y no estaba segura de si debía hacerlo. A ella le bastaba con que esas dos personas se hubieran ido. Deseaba, con todas sus fuerzas, no tener que volver a ver a ninguno de los dos.
Cuando se detuvieron para pasar la noche, estaba agotada y dolorida, como si todas las magulladuras fueran nuevas. Hasta la herida del muslo le dolía un poco. Se dio cuenta de que él también estaba sufriendo cuando se disculpó por no tener una tienda para los dos, y enseguida añadió que no había pensado que volvería a Caraidland con esposa. Joe no solía estar de mal humor y ella comprendió enseguida que la herida le dolía.
Por la noche, cuando se acostaron, sospechó que su brusquedad obedecía a otro motivo. Cuando le dio la espalda y se pegó a su pecho, entre sus brazos, descubrió que su marido estaba totalmente erecto, una erección que tendría que quedar insatisfecha. Con su familia, Alexander (todavía estaba sorprendida de que hubiera decidido marcharse de la corte con ellos) y todos los escuderos allí cerca, no había ninguna posibilidad de tener la intimidad que necesitaban para satisfacer las necesidades de él. O las suyas, se dijo con un suspiro. Dudaba que pudieran hacer algo respecto a esos deseos en concreto antes de llegar a Caraidland, y todavía faltaban varios días de camino.
Al tercer día de viaje, Alexander y ella, con la ayuda de Meg, le quitaron los puntos. Mientras lo ayudaba a ponerse la túnica, __________ se dijo que la herida había cicatrizado a la perfección, a pesar de que MacLennon había conseguido marcarlo con otra cicatriz. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus hermanos se habían reunido a su alrededor.
—¿Qué queréis? —preguntó con recelo.
—Queremos tener una conversación con tu marido —respondió Nathan.
A __________ le bastó mirarlos a los ojos para saber que no querían hablar. Y sus sospechas se vieron reforzadas por la reacción de los hombres de Joe. Percibieron la amenaza.
—Resulta que sé que no queréis hablar —dijo, poniendo especial énfasis en la última palabra—. Así que marchaos.
—__________ —dijo Joe, despacio, mientras se levantaba—. Creo que será mejor que no te metas.
Le hizo gracia cómo la chica se colocó frente a sus corpulentos hermanos, con los brazos en jarra. Parecía una gallina dispuesta a defender a sus polluelos. No obstante, esta vez sería mejor que no se metiera, a pesar de que él sabía que se enfadaría.
Joe hizo un gesto a sus hombres para indicarles que se encargaría él solo y se preparó para marcharse con los hermanos de __________. Sabía que pretendían hablar con los puños y que, sin duda, tendría que hacer el resto del viaje con el cuerpo magullado. Sin embargo, entendía perfectamente por qué querían hacerlo. Sabía que, si tuviera una hermana, él haría lo mismo. Además, la relación con los hermanos de __________ había sido muy tensa desde la noche en que se había ido con lady Mary. Sabía que aquella reunión les haría recuperar un ambiente más agradable, y era algo que deseaba con todas sus fuerzas. Sin embargo, se quedó un poco descolocado cuando vio que Alexander se unía a los hermanos de ____________.
—¿Tú también, Alexander?
—Sí. Yo también.
—Esperad un momento —dijo __________ cuando empezaron a alejarse, pero cuando estaba a punto de agarrar a Joe, su padre la detuvo con suavidad y firmeza—. Es la mayor de las estupideces, padre.
—Bueno, es lo que opina la mayor parte de las mujeres sobre los asuntos de los hombres. Podéis ir a mirar, si queréis —dijo a los escuderos, que enseguida salieron tras el grupo—. ¿Me prometes que no te moverás si te suelto?
—Sí —respondió ella, a regañadientes—, porque sé que no conseguiría nada persiguiéndolos. No le harán mucho daño, ¿verdad?
—No, hija. La verdad es que me sorprendería si alguno vuelve sin algún golpe o rasguño.


Joe estaba decidido a emplearse a fondo cuando los hermanos de ___________ se detuvieron y Nathan murmuró:
—Este rincón parece tan buen sitio como cualquiera para mantener nuestra pequeña charla.
—A ___________ no le hará ninguna gracia —comentó Joe, tranquilamente, mientras se quitaba la túnica y se la entregaba a uno de sus hombres.
Robert también se quitó la suya y respondió:
—No, sospecho que nos echará una buena reprimenda, como debería haber hecho contigo.
—Quizá, pero es una chica muy comprensiva.
—Pues nosotros no y te lo advertimos —gruñó Nathan.
—Es cierto. ¿Cómo vamos a hacerlo? ¿Todos a la vez?
—No, no sería justo —murmuró Robert.
—De acuerdo, entonces de dos en dos. Con Alexander, sois pares.
—Eres muy bravucón, ¿lo sabías? —dijo Duncan.
Mientras miraba los pechos desnudos de sus oponentes y comprobaba que, a pesar de la complexión delgada de muchos de ellos, eran fuertes, se dijo que Duncan tenía razón, pero, aún así, respondió:
—Así acabaremos antes con todo esto. Todavía no he cenado, ¿sabes?
—Alex y yo seremos los primeros —gruñó Duncan mientras daba un paso adelante—. Te voy a tirar al suelo, MacLagan.
Y lo hizo, pero Joe se recuperó enseguida. Su objetivo era derribar a sus oponentes lo antes posible para poder guardar fuerzas para enfrentarse con todos y no acabar demasiado maltrecho. Duncan era bueno, pero su método era previsible e Joe no tardó demasiado en tirarlo al suelo. Alexander cayó unos segundos después y, aunque hubiera podido levantarse y seguir, se echo a reír.
—Había olvidado lo rápido que eres, Joe.
—¿Eso quiere decir que ya has tenido bastante?
—Sí. Solo quería darte uno o dos puñetazos.
Los siguientes fueron Malcolm y Leith. Joe comprobó que los MacRoth eran luchadores natos. Lo habían observado atentamente y habían aprendido sus movimientos. A estos le costó más derribarlos.
Cuando tuvo que enfrentarse con los gemelos, que eran los últimos, le sorprendió poder mantenerse de pie. Sabía que había defendido su honor con creces, aunque ayudado por el hecho de que sus oponentes consideraban que un buen golpe terminaba la pelea y daba paso a la siguiente pareja, aunque los primeros todavía estuvieran conscientes. Estaba seguro de que, si hubiera tenido que dejarlos inconscientes a todos, no habría pasado de los primeros cuatro.
Supo que estaba en lo cierto respecto al objetivo de la pelea cuando oyó que Calum decía:
—Quizá deberíamos dejar que recuperara el aliento un poco primero.
—No seas estúpido. Si lo hacemos, nos tirará al suelo en un abrir y cerrar de ojos —le respondió Donald, sonriendo, mientras se abalanzaba sobre su cuñado.
Joe esquivó el ataque de Donald y le dio una patada en el trasero, para diversión de todos. Sin embargo, no fue lo suficientemente rápido como para esquivar el ataque de Calum y fue a parar al suelo. Donald se unió a su hermano enseguida e Joe fue incapaz de descubrir quién estaba haciendo qué a quién en aquel lío de manos y pies que se formó. Cuando la pelea terminó, porque los gemelos cayeron al suelo, casi estaba inconsciente. Se levantó sobre los codos con una mueca de dolor y vio que los hermanos no habían perdido el conocimiento sino que, sencillamente, habían parado y decidido que ya le habían golpeado bastante.
—¿Quién ha ganado? —preguntó, con la voz ronca, y todos rieron.
—Bueno —dijo Robert mientras ayudaba a Leith a levantarse, porque estaba bastante magullado—. Será mejor que volvamos para que _________ pueda atravesarnos con la mirada y refunfuñar.
—¿Refunfuñar? —repitió Joe mientras dos de sus hombres le ayudaban a levantarse.
—Sí —dijo Nathan mientras meneaba la cabeza—. Cuando está demasiado enfadada para pensar lo que realmente quiere decir o para encontrar las palabras correctas, refunfuña.
En cuanto regresaron al campamento, todos doloridos, _________ los miró de arriba abajo. Joe tenía un aspecto horrible, pero la chica habla visto las consecuencias de suficientes peleas y sabía que no estaba tan mal como parecía. Aunque, por un momento, vio que se habla entregado a fondo. Pero al oírlos bromear y comentar la pelea estuvo a punto de dejar que se desangraran allí mismo.
Mientras refunfuñaba sobre la incomprensible estupidez de los hombres, recogió lo que necesitaba para atender a Joe. Se acercó hasta donde sus hombres lo habían dejado en el suelo, le clavó una severa mirada y procedió a curarle las heridas, y todo eso sin dejar de refunfuñar acerca de la estupidez de los hombres adultos. Y se preguntó, malhumorada, por qué Joe sonreía todo el rato.
Miró a su alrededor y comprobó que no la necesitaban en ningún otro sitio. Puesto que ella ya había cenado y él había rechazado su rudo ofrecimiento de comida, decidió que ya era hora de acostarse. Sin dejar de refunfuñar, se preparó para meterse entre las sábanas y se colocó junto a su marido debajo de las mantas. Cuando él se rió, se volvió con brusquedad.
—¿Qué te hace tanta gracia? ¿Estás contento de la paliza que te han dado?
—No, aunque ha sido una buena pelea. Pero es que Nathan tenía razón —dijo, con una sonrisa—. Refunfuñas. Por la mañana, estaré bien.
—¡Ja! Estarás tan agarrotado como un trapo húmedo secándose fuera en una fría mañana de invierno.
—Sí, seguramente, pero se me pasará. Era algo que teníamos que hacer.
—Sí, todos me dicen lo mismo, pero sigo sin entenderlo.
—No, ya me lo imagino. En realidad, no sé explicarlo. Había cierta rabia entre tus hermanos y yo. Una rabia que me había ganado a pulso, ya lo sé. Y, con esto, nos la hemos quitado de encima. A partir de ahora, ya no estará.
Por la mañana, mientras sus hermanos, Joe y Alexander montaban en sus caballos entre quejidos de dolor, _________ los miró atentamente. Y enseguida vio que Joe tenía razón. La tensión que existía entre sus hermanos y él, una tensión que la preocupaba profundamente, había desaparecido. Y, aunque seguía sin entender lo que habían hecho, estaba contenta.
Y en cuanto los moretones empezaron a curarse, llegaron al punto del camino donde su familia los dejaba. __________ sabía que era una tontería, pero no podía reprimir el miedo que le provocaba ver cómo se alejaban. No podía detenerlos, porque Colin había enviado un mensajero diciendo que los ingleses los habían asaltado. Su familia tenía que volver a casa en lugar de acompañarlos hasta Caraidland, como habían planeado al principio. Quería a Joe, y por eso le extrañó que la partida de su familia la hiciera sentirse tan sola. Tuvo que reprimir las lágrimas cuando se despidió con un beso de cada uno de sus hermanos.
—Vendremos a conocer a la familia de Joe en cuanto podamos, hija —le prometió Alaistair.
—Lo sé, padre —he devolvió el beso y lo abrazó unos segundos.
—No estés triste, pequeña. Dijiste que esto era lo que querías, que él te hacía feliz.
—Y es cierto. Me hace muy feliz. Pero es que ojalá pudiera teneros a todos, a él y a vosotros.
—Pero hija, a nosotros siempre nos tendrás. No existe ningún rincón en esta tierra de Dios donde pudieras ir para librarte de nosotros. La única diferencia es que, ahora, si nos necesitas, tardaremos un poco más en llegar.
__________ no dejó de repetirse esas palabras en la cabeza mientras los veía alejarse. Y también se dijo que ahora ya era una mujer adulta y que no podía llorar porque no tuviera a su familia al lado. Aunque no le sirvió de nada. Las lágrimas siguieron rodando por sus mejillas. En cuanto los perdió de vista, se pegó a su caballo y bajó la cabeza en un vago intento por ocultar sus lágrimas mientras intentaba recuperar la compostura. No quería que los hombres que quedaban, y menos Joe, pensaran que era una niña pequeña.
Joe suspiró, desmontó de su caballo y se acercó a ella. Ya sabía que la separación sería dura. Con el tiempo, la idea de no tenerlos demasiado lejos la tranquilizaría, pero, de momento, sospechaba que se sentía perdida. Con un pequeño sentimiento de culpabilidad, admitió que parte de esa sensación podría ser culpa suya porque no le estaba ofreciendo nada con que reemplazar el amor que su familia he había dado.
—__________ —dijo, mientras la rodeaba suavemente con el brazo.
—Lo siento, Joe. Me estoy portando como una niña pequeña.
—No. —La abrazó—. Se perfectamente lo que es el apego a la familia. Pero no están tan lejos.
—Ya lo sé. —Lo miró y he dedicó una sonrisa entre lágrimas—. Y ahora que ya os habéis pegado y que sois tan… amigos, quizá los veamos con frecuencia.
—Seguro que sí. Si vienen de uno en uno no nos los quitaremos de encima en todo el año —bromeó. Ella se rió y, al cabo de unos segundos, Joe la ayudó a montar.
Cuando se detuvieron para pasar la noche, Joe dijo:
—Estaremos en Caraidland mañana antes del atardecer.
__________ suspiró mientras cuidaba a su caballo e intentó no ponerse nerviosa. Joe y sus hombres parecían encantados con la idea. Incluso Alexander y sus hombres parecían muy contentos. Y eso era una señal de que Caraidland era un buen sitio, se dijo. Volvió a suspirar y deseó conocer a alguien más de la casa aparte de Joe. Aunque el hecho de conocer a los cinco hombres que acompañaban a Joe tampoco la animó demasiado. Iba a ser la primera vez que le presentaran a alguien sin tener cerca a un miembro de su familia para apoyarla.
—Son buena gente —dijo Alexander cuando se colocó a su lado.
—¿Tan transparente soy?
—No, pero es obvio que no compartes nuestra alegría por estar tan cerca del destino final del viaje.
—Bueno, es que la aprobación de los demás nunca ha sido más importante para mí —admitió ella, en voz baja e, inconscientemente, se acarició los pechos que, desde el primer día de viaje, llevaba libres de vendas.
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Mensaje por ForJoeJonas Lun 21 Nov 2011, 5:45 pm



Alexander sonrió y meneó la cabeza.
—Eres preciosa, pero sé lo difícil que debe ser creérselo cuando alguien lleva toda la vida pensando lo contrario. No obstante, lo único que su familia debe aprobar de ti es que quieres a su hijo. Lo quieres y ellos lo aprobarán.
—Yo nunca he dicho que lo quiera —farfulló mientras se sonrojaba.
—Quizá sea mejor que no lo hagas. De momento.
—Sí. Joe saldría corriendo hacia las montañas —refunfuñó ella.
Alexander se rió y asintió.
—El polvo que levantaría te impediría verlo.
—Alexander, ¿por qué nos has acompañado?
—Bueno, sé que Joe se limitará a decir a su familia que eres su mujer y tú dirás poco más que «Sí, es cierto». Será mejor que haya otra persona con la que puedan hablar, y sé más de lo que debería.
—¿Estás seguro de que deberías saberlo?
Él se encogió de hombros.
—El saber no ocupa lugar.
—No, supongo que no.
—Alex, ¿no tienes nada que hacer? —le preguntó Joe cuando se acercó a ellos, y Alexander se alejó sonriendo—. Este hombre sonríe demasiado —gruñó, y luego miró a _________ algo enfadado—. ¿Por qué siempre hablas con él?
—Porque es mi amigo. Joe, sé que es un hombre apuesto que puede seducir a una mujer con solo un susurro, pero sólo somos amigos.
—A él le gustaría ser algo más.
—Puede, pero sólo hasta que encuentre lo que busca.
—Cree que lo ha encontrado en ti.
—Sabe que veo la belleza, sí, pero también veo el resto. Y es lo que quiere, una chica que vea más allá de su cara y su cuerpo. Cuando otra chica lo haga, nunca volverá a verme como algo más que una amiga y una persona nunca tiene suficientes amigos. Además, también es amigo tuyo —añadió, con tranquilidad.
Joe asintió, porque había entendido todo lo que ___________ había dicho y había insinuado. Si la abandonaba como casi había hecho cuando se había ido con Mary, Alexander estaría allí para ella pero, si no, no sería más que un amigo. Sin embargo, era incómodo tener a un hombre como ése preparado y dispuesto para quedarse con su mujer a la más mínima oportunidad. De repente, comprendió mucho mejor los sentimientos de Tavis. Suponía que a Alexander debía de hacerle gracia tener a dos MacLagan preocupados porque persiguiera a sus mujeres.
Y volvió a pensarlo cuando, al día siguiente, vio Caraidland en el horizonte y se volvió hacia Alexander, que cabalgaba a su lado.
—A Tavis le hará mucha ilusión verte —gruñó.
Alexander se rió.
—Si, en Caraidland siempre me espera un cálido recibimiento.
Un grito rompió la relativa tranquilidad del campo. __________ miró atónita al jinete que se acercaba a ellos. Se dijo que ningún hombre solo se atrevería a atacarlos a todos y, luego, vio que Joe sonreía. Al cabo de unos segundos, el joven se detuvo en seco con una gran pericia y le devolvió la sonrisa.
A pesar de que toda su familia tenía el pelo rubio, _________ se maravilló ante el pelo naranja del chico. Sabía que no podía ser familia de los MacLagan porque había oído lo suficiente como para saber que ellos eran morenos. El chico la miró y ella casi se queda sin respiración. Tenía unos ojos preciosos, ligeramente sesgados, con muchas pestañas y de un delicado color ámbar.
—Phelan, algún día alguien pensará que eres un enemigo y te matará —dijo Joe.
—¿Y estás seguro de que no lo soy? —Phelan sonrió, y luego hizo un gesto con la cabeza hacia _________—. ¿Y esta chica rubia es tu mujer?
—Sí. ___________ MacRoth, antes de convertirse en MacLagan. _________, este loco es Sir Phelan O’Connor.
Cuando le besó la mano con la gracia de un experto cortesano, __________ notó cómo su largo pelo le acariciaba la mano y le hizo gracia que fuera tan suave y luminoso como las caléndulas. Se sonrojó cuando la miró. A pesar de la dulce juventud de su cara, sus ojos delataban que era un hombre que ya conocía la pasión.
—Señora —murmuró, con una voz suave y grave que __________ no pudo evitar comparar a la de Alexander.
—Llámeme ____________.
Él sonrió.
—Y usted puede llamarme Phelan. El título solo significa que estaba en el sitio correcto en el momento adecuado.
Ella miró a Joe de reojo y supo que el joven estaba siendo modesto. Eso, y el hecho de que era demasiado joven para llevar el título de Sir, indicaban que el joven estaba evitando un acto que seguramente culminaría una historia emocionante. Sin embargo, también supo de forma instintiva que él no se la explicaría, que realmente creía que sólo había sido un golpe de suerte. Había algo respecto a ese joven que la tranquilizaba un poco ante la perspectiva de conocer a la familia de Joe.
—Tu padre está preparando un festín. Caraidland ha sido una locura desde que tu escudero llegó ayer por la mañana.
—¿Y por eso estás por aquí fuera, Phelan?
—Exacto. Querían ponerme a trabajar. No ha sido fácil evitar la estricta mirada de Storm —sonrió con picardía hacia Alexander—. Quizá debería volver y advertir a Tavis de que este apuesto caballero viaja con vosotros. Seguro que no le hará gracia.
—No, mejor que sea una sorpresa. Por eso le dije a Murdo que no dijera nada —respondió Joe—. Quizá Alexander le explique a Tavis por qué ha decidido bendecirnos con su encantadora compañía.
—¿Es que un hombre no puede ir a ver a sus amigos sin que se le atribuyan segundas intenciones? —preguntó Alexander, ofendido.
A ___________ le sorprendió que Alexander todavía no le hubiera dado explicaciones a Joe porque, aunque éste puede que no necesitara ningún motivo para justificar su compañía, una explicación serviría para calmar las sospechas que su marido obviamente albergaba. Era evidente que a Alexander le divertía mantener en vilo a su amigo. ___________ se dijo, algo contrariada, que la idea de diversión de Alexander podía ser molesta en algunas ocasiones.
—No, no cuando ese hombre hace suspirar a la mujer de uno —dijo Joe, muy seco.
—¿Suspiras, señora? —preguntó Alexander a ___________.
Ella observó su sonrisa con una mirada de disgusto y, luego, cerró los ojos, se colocó una mano en el pecho y la otra sobre la frente y dijo:
—Uy, sí. Estoy a punto de caer rendida a tus pies.
—Sí que caerás si no agarras las riendas —murmuró Joe mientras los demás se reían.
—No. El caballo no irá a ninguna parte. Le he dicho que no se moviera —_________ abrazó el cuello del caballo—. Es muy buen chico, ¿verdad? —canturreó.
—Señora, lo que estás montando es un caballo, no un perro domesticado —dijo Joe, con sorna—. ¿Podemos movernos y acabar el viaje? —preguntó, en voz alta, y la pregunta vino seguida de vítores de todos los hombres.
Suspirando por dentro, ___________ ordenó al caballo que avanzara y se mantuvo cerca de Joe. Notaba que estaba ansioso por ver a su familia, pero parecía no darse cuenta de que ella no compartía la misma ansiedad.
Cuando cruzaron las puertas de la entrada, intentó olvidarse de sus preocupaciones observando Caraidland. No era una casa sencilla con un torreón. Era grande, imponente y, a juzgar por el orden que la rodeaba, bien conservada. Puede que los MacLagan fueran un clan pequeño, pero parecían fuertes y aquel lugar desprendía un aire de riqueza. __________ comprendía perfectamente el orgullo que teñía la voz de Joe cada vez que hablaba de su casa.
Entonces la ayudó a desmontar y notó que estaba tensa. De repente, se dio cuenta de que ella quizá no compartía su misma ilusión por haber llegado a Caraidland. Él llegaba a casa, pero ella lo hacía a un nido de desconocidos.
—Ven, cariño, no será tan malo —dijo, muy amable—. Al menos, tu llegada no será una sorpresa. Te están esperando.
Ella le dedicó una pequeña sonrisa mientras entraban en la torre. Allí los esperaba un grupo numeroso de personas. ___________ se vio arrastrada a una sesión interminable de presentaciones. Y, aunque todos parecían amables, los notaba cautos. Estaban tan recelosos como ella. Así que rezó para que, en el periodo de prueba que ahora comenzaba, no metiera demasiado la pata.
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Mensaje por ForJoeJonas Lun 21 Nov 2011, 5:46 pm

Hasta aquí el maratón mis lindas niñas! Espero sus comentarios!!
Les mando un beso enormeeeeee!!!!
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Mensaje por next to you Lun 21 Nov 2011, 6:53 pm

aaa me encantoo
ese lor yonoseque aprovechado jumm esas vieja
(mary)lo habra mandado jumm tonta esaa
ayy y ese que intento matar a joee que habra hecho joe
para merecer el odio de ese jajaj
yy ayyyyyyyyyyyyy me encanto la maraton gracias por subilraaaaa
siguela
next to you
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Mensaje por chelis Lun 21 Nov 2011, 10:23 pm

AAAAHHH NUEVA LECTOOOOOOOORRRRAAAAA Y ME FASCINOOOOOO ASI QUE SIGUELAAAAAAA PORFAAAAAA
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por andreita Mar 22 Nov 2011, 6:17 am

me encanto el maraton!!
gracais por ponerlo

quebien que joe no se acosto con
la mary esa la odio

y me enbcato la pelea de los hermnos con joe jajja

bueno la verddad estuvo super le maraton

siguela
andreita
andreita


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Mensaje por chelis Mar 22 Nov 2011, 11:25 am

porfaaa siguelaaaa
chelis
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Mensaje por andreita Mar 22 Nov 2011, 11:42 am

siguelaaa
andreita
andreita


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Mensaje por jamileth Mar 22 Nov 2011, 3:12 pm

siguela!!!!
jamileth
jamileth


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Mensaje por chelis Mar 22 Nov 2011, 6:06 pm

pooorfiiisss siiiii 🇪🇭
chelis
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Mensaje por NiinnyJonas Mar 22 Nov 2011, 6:09 pm

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
SIGUELA ME ENCANTO!!!!
NiinnyJonas
NiinnyJonas


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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Mar 22 Nov 2011, 7:10 pm

Ame el Maraton..
Aun Qe Estuviera Cortito Jeje.. :P
amo como joe siente celos de alex..
Siguelaaa!!! qiero + Caps!! :D
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Mensaje por aranzhitha Mar 22 Nov 2011, 7:20 pm

:D awww me encanto el maraton ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 9 936364
en serio me supermega fasino ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 9 450641
segui pronto si :bounce:
aranzhitha
aranzhitha


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