Learning to be a dad |N.C

Definitivamente la mejor parte del día, las seis con treinta y siete minutos de la mañana cuando esa pequeña sabandija colorina y pecosa no andaba revoloteando a su alrededor tratando de sacarlo de quicio. Sí, definitivamente era la mejor, pero la más vacía. En este año con once meses que había pasado con ella, Gabbriel se había acostumbrado tanto a su inquietud e hiperactividad que ya no se imaginaba como sería el departamento sin ella: Desolado, ordenado y limpio. Mientras bebía su café extremadamente cargado y dulce, pensaba en como sería el primer día de jardín infantil para Gabbie. Kelsey siempre lo asustaba con ese día, diciéndole que la bebé no iba a querer soltarlo y que iba a armar un berrinche.
 
Una vez terminado su café, depositó el tazón en el lavavajillas sin enjuagarlo y miró la hora: seis con cincuenta y ocho. Sacó el biberón de Gabbie del mueble de cocina y le preparó su biberón matutino para luego dirigirse a su habitación decorada por Kels.

“- le vas a decorar la pieza que está frente al baño? – preguntó su mejor amiga luego de un arduo trabajo intentando hacer dormir a su pequeña.
- pues, yo creo que sí, pero no tengo ni la menor idea de cómo decorar la pieza de una niña – respondió.
- pues yo puedo ayudarte con eso, ¿tienes algún color en mente? – dijo la muchacha levantándose del sillón y caminando por el pasillo hasta meterse en la habitación que sería de Gabbie.
- uumm… ¿rosa? – respondió el chico dudoso.
- por favor, Gabbe, dime que tienes un poco mas de imaginación – protestó la castaña – el rosa es el color más trillado que pueda existir para las niñas – le reprochó.
- pues a todas las niñas les gusta – se excuso el muchacho.
- a mi no, lo odio y lo sabes – dijo Kelsey.
-pues tu eres un caso especial, Kels, sigo pensando que tienes preferencia por las chicas – bromeó el chico.
-y tu estás decepcionado de ello – respondió la chica mostrándole la lengua al chico, el cual solo respondió con una sonrisa de medio lado y un millón de mariposas voló por su abdomen marcado. Sabía que a la chica no le gustaban las mujeres, como también estaba seguro que sus sentimientos los estaban traicionando”


Ingresó a la habitación blanca decorada con muebles antiguos del mismo color. Se acercó a la cama, cuyo cubre fucsia con aplicaciones celeste pálido, estaba completamente en el piso.
-Gabbie… - dijo el chico despertando a su hija, la cual abrió sus ojos lentamente – vamos nena, tienes que despertar, es tu primer día de jardín – la niña se sentó rápidamente en la cama fregándose los ojos intentando espantar el sueño.
- ¿ya es hora de ir al jardín, papi?- pregunto la niña de cuatro años, emocionada.
-sí, Gabbie, ahora bebe tu biberón para que te vayas a duchar – le ordenó el padre a la criatura.
Mientras Gabbie bebía la leche rápidamente, sonó el timbre del departamento. Gabbriel se levantó de la cama y se dirigió a la puerta donde lo esperaba Kelsey.
-¡ya es hora! – Gritó la chica.
-¿qué haces aquí? ¿y por que no traes tus llaves? – preguntó el chico haciéndose a un lado para que la chica pasara.
- es el primer día de Jardín de niños de Gabbie, no me lo puedo perder y no las he traído, las he olvidado en casa – respondió a ambas preguntas corriendo a la habitación de Gabrielle. -¡Traidora embustera! Me prometiste que dejarías el biberón – gritó la muchacha con enojo fingido cuando descubrió a la pequeña bebiendo en su biberón. –no puedo creer que aún le permitas eso – dijo regañando a su mejor amigo.
- es imposible quitárselo – se justifico el chico.
-nunca lo sabrás si no lo intentas, papi – dijo la pequeña inocentemente. Kelsey miró a Gabbriel como si intentara dejarlo mil capas bajo tierra y luego cambió el semblante para mirar a Gabbie.
-ahora vamos a ponerte guapa para tu primer día de Jardín, ¿dale? – preguntó Kels emocionada.
-¡si! – gritó la niña alargando el sonido de la letra “i” corriendo hacia su “tía Kels”.
Kelsey se encargó de duchar y vestir a la pequeña quién no paraba de saltar ansiosa por su primer día de clases en el Jardín.
-¿lista? – preguntó Gabbriel a Gabbie apenas la vio salir de su habitación. La niña asintió y salieron del departamento hacia el estacionamientos.
-bien, yo llego hasta aquí – anunció Kels, miró a Gabbie y se agachó a su altura – que sea un hermoso día para ti, nena – le beso la mejilla.
-¿tú piensas que me dejarás solo en esto? – preguntó Gabbriel a Kelsey – olvídalo, vienes conmigo – rodeó el auto hasta llegar a la puerta del copiloto y luego la abrió – sube – sentenció.
-no lo haré, Gabbe, tengo una sesión importante que hacer en cuatro horas y debo ir por mi equipo a casa – explicó la muchacha cabreada.
-o te subes por las buenas o te subo por las malas – dijo el chico sobándose las sienes.
-que n… - comenzó a responder mientras que el chico se acercaba a ella. Su mejor amigo la levantó del suelo y la puso en su hombro para luego caminar con ella hacia la puerta del copiloto - ¡bájame Gabbriel, esto es enserio, no pienso perder unos buenos clientes por un simple capricho tuyo! – gritaba la chica golpeando con puños y pies al “secuestrado”. Gabbe dejó a Kels en el asiento y forcejeó con ella hasta que le amarró el cinturón. Para evitar que la chica se escapara, puso el seguro de niños y se subió el en el asiento del conductor.
-disfrute el viaje, señorita Kelsey Diane Dawson – dijo el chico antes de lanzar una carcajada burlándose de la expresión de su mejor amiga.
 

Durante el camino al jardín de niños la vocecilla aguda de Gabbie resonó sin cesar dentro del automóvil preguntándole cosas a su padre sobre la nueva experiencia que iba a vivir. Gabbe, con dolor de cabeza debido a la molesta voz de su hija, subió el volumen de la radio para callar a la pequeña.
-hemos llegado, Gabbie, trata de no alejarte de m… - comenzó a decir el joven padre en apenas aparcó en el estacionamiento, sin embargo se vio interrumpido por el sonido de una de las puertas de su auto. Se trataba de Gabrielle quién no había aguantado su entusiasmo, se había bajado del auto y se encontraba corriendo hacia la entrada del jardín -¡Gabrielle! – gritó el chico bajándose del desabrochando su cinturón rápidamente para bajarse del auto.
-¡Gabbe! Al menos ábreme la puerta – gritó Kelsey desde dentro del auto recordando que llevaba puesto el seguro de niños. La chica resopló, se desabrochó el cinturón, se cambió de lado hacia el asiento del conductor, sacó las llaves del contacto y se bajó del automóvil.
Dentro de la casita decorada para niños, la cosa era un verdadero caos, los padres queriendo hablar con las jóvenes educadoras de párvulos  para cerciorarse que sus hijos estarían en buenas manos, niños y niñas llorando al no querer separarse de sus padres, pequeños corriendo emocionados. Kelsey buscó con la mirada a su mejor amigo hasta que logró dar con él. Sostenía a su hija en sus brazos la cuál escondía su pequeño rostro en el cuello de su padre.
-¿qué sucede? – preguntó la chica apenas llegó al lado de Gabbe.
-me parece que ya no quiere asistir al jardín – dijo Gabbe asustado.
-eso le pasa a mucho niños, Gabbriel, solo déjala en el piso, verá a los demás niños jugar y se le pasará – le explicó la castaña.
Gabbriel obedeció a Kelsey y puso a su hija en el piso.
-es hora de entrar, nena, vengo por ti cuando finalice tu jornada y si no puedo venir yo, vendrá Kels – le explicó el chico a su hija.
-no quiero… - susurró la pequeña al borde de las lágrimas.
-¿cómo se llama esta pequeñita que tenemos aquí? – preguntó una de las parvularias acercándose a la niña.
-su nombre es Gabrielle – respondió Kelsey.
-vamos a entrar, Gabrielle, vamos a jugar – la llamó la chica rubia con un tono de voz angelical tomando a la pequeña niña rubia.
-¡noooo, no quiero! – gritó la rubiecita comenzando un escandalo tomándose de una de las piernas de su padre. Gabbriel miró a Kelsey horrorizado.
-vamos nena, será solo unas cuantas horas – le dijo Kelsey suavemente.
-¡no quiero, quiero quedarme con mi papi! – grito la niña sollozando.
La parvularia tiró de ella suavemente hasta que la soltó de la pierna de su padre que estaba estático ante el inesperado berrinche de su hija.
-¡nooooo¡ ¡papiiiiii! – gritaba la niña mientras se alejaba de su padre en brazos de la educadora de párvulos.
-tranquilo, Gabbe, eso es cosa de cada día para ellas, seguro sabrán como calmarla, no te preocupes por ello – dijo la castaña tomando a su amigo de la mano para sacarlo del jardín.


-gracias por todo, Kels, no sé que haría sin ti –dijo el chico aparcando su coche a las afueras del departamento de su mejor amiga.
-para eso estamos las amigas, sin mencionar que me metiste a la fuerza al auto – se rió la muchacha.
-que te vaya bien en la sesión de fotos que debes hacer – se despidió el chico.
-gracias, y si no puedes pasar por Gabbie, me avisas – dijo la chica fuera del auto apoyándose en el marco de la ventana.
-lo haré – le sonrió. La chica se alejó del auto y entró al edificio bajo la atenta mirada de su mejor amigo quien se había perdido en el vaivén de la muchacha. Trató de neutralizar sus pensamientos y puso su coche en marcha, próxima parada: La empresa, a soportar un día mas a su egoísta e insoportable padre.