Like a Host! | N.C

Destiny Hope & Josh Hutcherson.

Mi cara reflejaba ira. Detrás de aquella ira, había dolor. Tanto dolor que amenazaba con matarme interiormente.
Summer y yo dormíamos en la misma habitación. Era una suerte, porque no me llevaba muy bien con las demás. Mi personalidad era todo lo contrario a un ser sociable, rodeado de amigas.
No era como Summer, por ejemplo. Mi amiga conseguía amigos con la misma facilidad con la que yo conseguía enemigos.

-Des, ¿que sucede?-se acercó Sum, y me miró.

Estábamos en el Host Club, terminando las rondas de ese día. Solía manejarme con facilidad ante los clientes, pero solía ponerme un tanto agresiva cuando se pasaban con sus peticiones.

-Atención-llamó Grant, impidiendo que le respondiera a mi amiga-. Los clientes masculinos no están del todo satisfechos con sus anfitrionas, de modo que haremos una práctica, cada chica de aquí atenderá a uno de nosostros, para que aprendan mejor.

Ninguna estaba contenta con la idea de ser una anfitriona, y no lo escondíamos. Muchos menos yo ¿Para qué? Yo nunca, pero nunca, había escondido mis sentimientos ni lo que pensaba.
Y no iba a empezar a hacerlo ahora.
Josh se me acercó con una sonrisa de lado, y rodeé mis ojos con mi mano derecha posada en mi cadera. Su mirada estaba compuesta por mucha picardía, diversión y un pequeño toque de malicia, casi indetectable.

-Parece que voy contigo, muñeca-comentó con diversión.

Bufé molesta. Aquel chico era hermoso, sí, pero nunca, nunca, pero nunca, se tomaba absolutamente nada en serio.
Y no nos olvidemos de su arrogancia, por supuesto.
De seguro estaría penando en que yo era muy afortunada por estar de compañera con él.
Sí, claro,

-Empecemos de una vez-murmuré.
-¿Tan ansiosa estás?-ensanchó más su sonrisa si se podía.

Una leve bofetada se estrelló contra su inmaculada cara, y una risotada despegó de la mía sin ningún remordimiento.

-No, es que cuanto antes empecemos, antes terminaremos.

Nos alejamos del resto, para tener más tranquilidad, según él.
En total había atendido ya a dos o tres clientes, y ya dos se habían excedido con sus peticiones, e intentaron abusar de mi hospitalidad.
Digo intentaron porque no pudieron.

-Bien, soy un cliente, atiéndeme.

Le dediqué una amarga sonrisa para proceder a acercarme a él con la peor cara del mundo. Chasqueó su lengua repetidas veces, y movió su cabeza con desaprobación.
Y un innegable toque de diversión.
Sí, no se tomaba nada en serio.

-Con esa actitud, ya empezamos mal.

Respiré profundamente, intentando no pegarle. De vuelta.
Parecía como si le gustara verme enojada.
Sonreí, quizá de más, y de manera coqueta me acerqué a él.
Olía bien. Olía a... ¿rosas?
No, quizá era... ¿Que demonios digo?

-Hola-seguí sonriendo como estúpida y pestañeé un poco.

Estábamos cerca, muy cerca, y eso era peligroso. Si le contaba a Jake se enojaría conmigo y eso sería muy malo y... ¿Por qué debería contárselo?
Me obligaron a hacerlo, obviamente.

-Muy bien, recuerda que el cliente puede pedirte cualquier cosa y tienes que cumplirla, en cierto sentido.
-Ya lo se-rodeé mis ojos.

Seguiamos muy cerca.
Seguía oliendo bien.
Seguía sonriendo como estúpida.

-¿Y harás cualquier cosa que te pida?-me desafío.
-¿Quieres apostar?-contraataqué.

Mi celular vibró. El tono especial asignado para Jake sonó y por fin, una sonrisa verdadera asomó en mi rostro.

-¿Quien es?-preguntó Josh, intentando ver el mensaje.

Volteé el teléfono con superioridad y le sonreí victoriosa.

-Mi novio.

Lo meditó unos segundos. ¿Que meditó? No se. Pero, con habilidad, procedió a quitarme el móvil y le tocó a él sonreír triunfante.
Escribió algo y se guardó el teléfono, sin sacar su sonrisa.

-Dámelo-exiguí, y él, como un niño pequeño se burló de mí.
-Sólo si me tratas como un cliente y me atiendes bien.

Asentí a duras penas con la cabeza.

-¿Eso quiere decir que harás todo lo que te pida?-enarcó una ceja, disfrutando de la idea.

Repetí mi gesto, con mucho más esfuerzo.
Yo no estaba hecha para acatar órdenes, y él tendría que comenzar a acostumbrarse.
Pero bueno. Por ahora, él tenía mi teléfono, y yo iba a aprender a ceder por una vez en mi vida.

-¿Y si te pido un beso?-sonrío de pura perversión.
-Tengo novio-le dije, detenidamente.

Sin embargo, siguió sonriendo.

-Y él, ¿está aquí?-cuestionó, fingiendo que le importaba.
-No-repliqué, con sencillez.

Alzó las manos al cielo como si le hubiera encontrado la cura al cáncer.

-¡Problema resuelto!-se burló-. Sin embargo...-prosiguió, con aires teatrales-. Tú tienes que resolver el como recuperar tu teléfono, y te doy una buena solución.

Lo pensé. En parte, solo en una pequeña parte, si quería besarlo.
Pero nunca lo reconocería.
La otra parte era que necesitaba mi móvil, obviamente. Tengo un montón de cosas importantes puestas en él, y no podía perderlo.
Y, bueno, la otra gran parte era que quería saber que había puesto en mi móvil. Quizá era un mensaje, ¿a quien se lo había mandado?
Sin terminar de plantearlo, mis labios se estamparon con suavidad junto a los suyos.

[...]

Llegué a la habitación y encendí mi móvil. Tenía figurado que le había mandado un mensaje a Jake, que no había enviado.
¿Eso había hecho Josh?
Abrí el mensaje, y casi rompo a llorar cuando ví lo que decía.

“Terminamos.”