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Mensaje por Cold Miér 13 Nov 2013, 11:06 am

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Manual de lo prohibido [Harry Styles] - Página 31 Empty Re: Manual de lo prohibido [Harry Styles]

Mensaje por Cold Jue 21 Nov 2013, 10:37 am

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Mensaje por jacqueline molina Jue 21 Nov 2013, 11:49 pm

Siguela :c
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Manual de lo prohibido [Harry Styles] - Página 31 Empty Re: Manual de lo prohibido [Harry Styles]

Mensaje por holiscrayolis Vie 22 Nov 2013, 7:19 am

Perdónenme por haberme ausentado again. Ya mismo les subo maratón.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 7:08 pm

Capítulo 64.


Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno. Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Ferni, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Harry. Había usado un término para referirme a ellas: Manual de lo prohibido, porque para mi eso eran. Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición, Manuale del proibito, en italiano, porque había sucedido en Venecia.

Luego de que llamé a Blade y que encantado aceptó el título, tecleé el número de Jesse, él aun me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.

—¿Recibiste la noticia, no? —me sonrió, no sabiendo qué esperar.
—Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?
—Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad? —enarcó una ceja.
—Pues no, pero… acepté —exhalé.
—¿Aceptaste? ¿En serio? —la expresión de viva alegría le volvió al rostro.
—En contra de mi misma, incluso —admití.
—¿Por qué dices eso? —preguntó, confundido.
—Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, Jesse. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Harry al decirle que no lo amaba y ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.
—No estás exponiendo tu vida —me contradijo—. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice “le robé el novio a mi mejor amiga” ¿o sí? —volvió a levantar la ceja.
—Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Harry se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo pero… sólo quiero verlo de nuevo. Por eso acepté, Jesse, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.
—¿Egoísta? ______, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista —fruncí el ceño pero el continuó hablando—. Por una vez en tu vida, _____, date gusto a ti misma. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado —me sacudió ligeramente de los hombros—; piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a ese tal Harry, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.

No me había detenido a pensar, que aunque Jesse fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aun por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.

—Supongo que tienes razón, Jesse —le sonreí y él también.
—No supongas, la tengo —rió y luego me abrazó—. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en California —me animó.
—O más allá.

Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguía su trascurso y con el se llevaba mis suspiros; la fecha de la exposición fotográfica se acercaba. Blade había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío; mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Blade era un viejo chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la Internet, anunciando la exposición fotográfica “Manuale del proibito” por _______ Howe y a lado, una fotografía de Harry, la que Jesse había llevado a Blade. Ver mi nombre bajo el título y a lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Harry la pudiera ver. Algo que esperaba lo trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.

No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos; sólo quería verlo de nuevo, tenerlo frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que lo amaba y porqué le había mentido; pero sólo si él atendía ami llamado.

—Es espectacular, ¿no crees? —el eco de la voz de Jesse resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.
—¿Cómo dices? —pregunté, haciendo demasiado evidente mi falta de atención.
—El lugar, es grandioso —dijo, fingiendo no darse cuenta—. Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!

Miré a mi alrededor curiosa por las palabras de Jesse, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y una ventilación y luminosidad al lugar. Aquello era el sitio perfecto que Blade había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Broderick, Jesse se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.

Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento, me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.

Cuando hubimos terminado de ver el lugar, Jesse me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, Harry se había convertido en mi pensamiento constante y además, la razón de mi exposición, ¿cómo no iba a pensar en él? Eso, ni aunque me borraran la memoria.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 7:15 pm

Capítulo 65.


Por la tarde charlé con Ferni y le conté las buenas nuevas, evitando por supuesto, el plan debajo de ellas. Además ella me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de Harry tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Liam y que él me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.

Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.

El martes llegó con prontitud, a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas. Pero para mí ya lo eran. Me mordí el labio inferior con nerviosismo y luego divisé a Jesse hablando con Blade en la otra esquina, mientras le mostraba unos papeles y el viejo asentía.

Faltaba menos de un par de horas para que las puertas se abrieran y la gente pasara. Puse mi atención hacía el lado izquierdo de donde me encontraba parada y miré a los meseros acomodar los aperitivos en distintas bandejas para poder servirlos. A pesar de que todo era una situación distinta a otra, mi mente no dejaba de volar en torno a una sola cosa con nombre propio.

No es que tuviera precisamente la esperanza de que él apareciera, justo aquí. Pero al menos que me buscara luego, que supiera que estaba cerca de aquí, que supiera que lo necesitaba. Vi a Jesse acercarse a mí y le sonreí nerviosa.

—En un momento empezará todo, ¿estás lista? —me preguntó y sin dejarme contestar añadió—: Hay mucha gente que desea entrar.
—Estoy nerviosa, es la cosa que más quería cuando comencé a trabajar en esto y ahora ya está aquí.
—Los sueños se cumplen —me sonrió—. ¿O lo dudas?
—Te lo contesto luego. ¿Qué te dijo Blade? —pregunté, cuando lo vi salir por la puerta giratoria, además de querer cambiar de tema.
—Oh, tiene que irse, pero me dijo que le pasara un reporte de cómo había resultado todo. Él también está emocionado y ansioso. Oh, y quiere que pruebes los bocadillos.
—¿Blade quiere eso? —dije, extrañada.
—No, en realidad el que quiere eso soy yo, relájate, ______. Vamos —me tomó del brazo y me llevó hasta donde los mozos acomodaban las charolas.

Mordisqueé con ansiedad un par de aperitivos que rápido hicieron aparición en mi garganta al pasar por ella. Pronto se llegó la hora, el reloj marcó las diez de la mañana del martes treinta y uno de Enero, las puertas se abrieron y gente comenzó a entrar, girando sus cabezas hacía cuanta foto veían y dirigiéndose a ellas. Me di la media vuelta y cerré los ojos, yéndome a sentar a otro lugar porque no quería ver la cara de las personas al mirar las fotografías, no deseaba saber qué pensaban, qué se les ocurría. En ese momento me arrepentí de haber dicho sí.

Así pasaron cuarenta minutos de las dos horas que se habían predestinado para la exposición. Cuarenta largos y tormentosos minutos de ver —aunque no haya querido y haya hecho casi todo por evitarlo— el rostro de las personas que sonreían y movían sus cabezas en forma de asentimiento y fascinación al contemplar las fotografías que habían sido tomadas por mí. “Manuale del proibito” estaba siendo un éxito que a la gente le gustaba por encontrar inspiración en aquellas imágenes a blanco y negro.

Alguien me tocó el hombro y el corazón se me paró por un segundo. Me giré sobre mis talones y una chica de ojos grises me sonrió. El corazón volvió a su ritmo, decepcionado.

—Disculpa, ¿eres la autora? —me preguntó, mientras en su mano izquierda sostenía una libretita.
—Sí así podría llamársele, sí —le devolví la sonrisa que antes me había dado.
—Hola, soy Natalie Robertson y trabajo para el periódico local —me ofreció la mano en saludo de presentación y yo la tomé—. Debes de sentirte orgullosa de que tus fotografías estén fascinando a todo el que entra por esa puerta y las ve, ¿no es así?
—Vaya, gracias —dije, tímida.
—En lo personal a mi me han encantado, pero ¿podrías decirme, por qué el título? ¿Qué significa? Si no me equivoco es italiano, ¿verdad?
—Así, es. Significa, manual de lo prohibido —dije, sintiéndome repentinamente incómoda, al no haber visualizado esto en el plan.
—Y, ¿por qué? —insistió.
—Bueno… —tartamudeé, no iba a darle una explicación extensa ni platicarle mi vida, sólo dije lo primero que vino a la mente al pensar en Harry—. ¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista del “No toques, ni codicies” pero que cada momento te incita más y más a… tenerlo.

Ella miró a su alrededor después de lo que yo le había dicho y miró todas la fotografías de forma rápida. Después me sonrió.

—Ya entiendo —dijo—. Todo tu conjunto de fotografías forma un manual de una sola cosa prohibida, ¿verdad?
Abrí los ojos ante la sorpresa de que ella haya realmente comprendido.
—Así es —dije.
—Gracias por responderme —me sonrió y volvió a darme la mano—. Ha sido un placer conocerte.
—Igualmente —respondí y luego la vi alejarse haciendo anotaciones en su libreta.

Me quedé parada en el mismo lugar por un par de minutos, viendo hacía donde la muchacha se había ido y luego le regalé un suspiro al aire.

—Credo di essere quello che ha vietato l'manuale.

Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientada a fin de encontrar al dueño de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.

Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientada a fin de encontrar al dueño de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.

Pero allí estaba, incluso más hermoso que una proyección de mi cabeza, sonriéndome nervioso. ¡Era él! Las piernas perdieron su equilibrio y me temblaron, me quedé estática. Me llevé la mano al pecho, sólo para confirmar que mi corazón latía, porque yo sentía que había explotado dentro. No me percaté del momento exacto en que mis lágrimas se desbordaron, ya que la vista se me nubló y todo se volvió sólo siluetas borrosas. ¿Estaba respirando? Me obligué a recordar cómo se hacía, porque verdaderamente el aire había dejado de entrar a mis pulmones; y me limpié las lágrimas, esperando que mi vista se aclarara. Entonces volví a verlo, su hermoso y bello rostro lucía preocupado y el desasosiego pintó cada una de sus facciones.

—¿Harry Styles? —la voz femenina de una chica partió la escena pero no retiré la vista empañada de Harry, por temor a que desapareciera como si hubiese sido sólo una alucinación.

Harry miró a la chica y los ojos se le abrieron de par en par, desprendiendo un fulgor desconocido.

—Kristen —musitó, sorprendido.

Y eso fue todo, perdí la conciencia porque ya no resistí tener pies de gelatina y no podía ya obligar a mis pulmones a respirar. ¿Caí al suelo? O ¿alguien me sujetó? Qué más daba, ya no contaba con la percepción de nada.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 7:21 pm

Capítulo 66.


El olor a alcohol me invadió las fosas nasales y casi llegó hasta mi garganta, haciéndome arrugar la nariz y carraspear. Comencé a abrir los ojos poco a divisé una silueta junto a mí.

—Harry —susurré. Pero la voz que respondió a mi llamado no fue la misma que había escuchado antes.
—¿Ya estás bien, ______?

Me tañé los ojos y luego parpadeé repetidas veces para aclarar mi vista. Jesse tenía un algodón en su mano izquierda y la mirada bien puesta en cualquier cambio en mi expresión.

—¿Dónde estoy? —pregunté, mirando a mi alrededor, pero al instante hubo otra pregunta más importante y volví a pasar la mirada por el lugar, pero esta vez con desesperación—. ¿Dónde está Harry?
—Tranquilízate, dime que estás mejor —insistió Jesse—. Estás en la parte trasera del salón.
—¡Estoy bien! ¿Dónde está Harry? —el lugar estaba más oscuro que alumbrado, pero lo suficientemente claro como para examinar cada rincón.

La boca comenzó a temblarme con un “No” inquieto en los labios por temor a que todo hubiese sido sólo una alucinación en mi cabeza.

Tomé a Jesse del cuello de su camisa, inclinándome hacía él y percatándome de que estaba recostada sobre un sofá viejo con olor a humedad.

—¿Dónde está Harry? —casi grité, desesperada, creyendo que me estaba volviendo loca, si es que aun no lo estaba.

El silencio de Jesse me hizo pensar lo peor y sentí que el corazón se me encogía acongojado en el pecho.

—Él está… está hablando con una chica, justo afuera de la habitación —dijo y los ojos se me abrieron como platos. Mi corazón le ganó al pensamiento en mi cabeza y revivió con estruendosos latidos golpeando contra mis costillas.

Me levanté del sofá, como impulsada de éste e ignoré el lacónico mareo que me sucumbió la cabeza. Caminé ágilmente hasta la puerta del lugar y estando entre abierta logré ver lo que mi corazón pedía a gritos volver a sentir. Reconocería aquella espalda ancha entre millones y no dudé en salir a su encuentro, pero el nombre que pronunció me congeló los pies en el mismo sitio sin músculo movible alguno; trayéndome a la memoria el segundo antes de desmayarme.

—Kristen yo… —tartamudeó un poco, pero volver a oír el sonido de su voz fue como para un ciego volver a ver la luz del sol—. Es que no te entiendo.
—¿Qué es lo que no comprendes, Harry? —la voz de la chica me incitó a fijarme en ella; tenía el cabello negro y ondulado, era más baja de estatura que Harry y muchos allí, ya que le llegaba un poco por arriba de los hombros. Su boca ancha al igual que su frente y su nariz chata la hacían lucir como una muñeca Barbie, pero de alguna marca que ocupara el segundo lugar en ventas, lo suficientemente opacada por el primer lugar para no subir nunca a él—. Te lo estoy diciendo de la manera más sencilla que puedo —continuó—. Terminar fue un error, ¡me afectó tanto cuando me enteré que te habías ido! —dijo, con fingida melancolía, hasta yo pude notarlo.

Así que ella era Kristen. Cuando recordé lo que Harry me había contado, casi quise salir a arrancarle los pelos con mis propias manos.

—_______ —Jesse me llamó pero no me moví, seguí allí, tras la puerta, escuchando y viendo todo.
—Kris —Harry tardó un momento en continuar y luego habló despacio—, cuando estábamos juntos, todo lo que yo te dije era sincero y real. Fuiste la novia que más… quise —volvió a silenciar y junto a aquella falta de sonido, mi corazón se desplomó.

¿Él aun la quería? Miré el rostro de Kristen, extasiado de alegría, mientras la sonrisa le crecía cada segundo un poco más.

¿Qué sentido tenía ahora la alegría de que mi locura haya funcionado? ¿Qué había de esperanza en tenerlo justo allí si en realidad seguía lejos su corazón? No había nada si él aun quisiera a Kristen. Nada.

Fue entonces que me moví, deslicé poco a poco mis pies hacía atrás y me fui sumergiendo en la humedad y oscuridad de aquel cuarto. Jesse se me quedó mirando, con una leíble expresión de confusión en el rostro.

—¿Pasa algo malo? —preguntó.
Me di cuenta de lo vulnerable que era hasta entonces.
—¿Cuánto falta para que acabe la exposición? —le pregunté, con un hilo de voz.
—No lo sé —miró su reloj—, como cuarenta y cinco minutos —se encogió de hombros.
—¿Podrías encargarte del resto? Tengo, tengo que salir de aquí —miré a mi alrededor—. ¿Hay otra puerta?
—______ no entiendo —Jesse se acercó—. El sujeto que tanto buscabas está allí —señaló hacía afuera—, ¿no morías por verlo?
—Sólo sácame de aquí —rogué.
—¿Qué te hizo? ¿Por qué el cambio? —insistió.
—¡Jesse! —le grité— sácame de aquí. ¿Qué es esa puerta? —pregunté viendo una armazón de madera a un costado de la habitación.
—Creo que conduce a un pasillo lateral del edificio —se encogió de hombros.
—¿Podría dirigirme a la salida?
—Tendrías que salir por la puerta principal, pero al menos nadie notaria que has salido de este lugar.
—Genial. Me voy —decidí—. Encárgate de lo que sea necesario. Si… si Harry pregunta por mí, dile que no me has visto, que me salí de este cuarto y no supiste a dónde fui.
—Pues… no sé a dónde vas. Así que no será tan difícil. Pero exijo que pronto me des una explicación.
—Luego. Gracias, Jesse.

Él me sonrió y salí despavorida por la otra puerta, huyendo de nuevo, huyendo de todo. No quería oír el “Lo siento por no quererte” de Harry, ni algo como “Es que me di cuenta que amo a Kristen”. Ahora que lo pensaba, todo esto me había parecido un error. He allí lo que me había costado volver a verlo, un dolor aun más profundo en el alma. Como la hoja afilada de un cuchillo atravesándome el pecho.

Cuando logré salir al exterior, divisé la ciudad transitada y el alma me rogó seguir en cualquier dirección lejos y perderme. Caminé unas pocas calles y luego decidí tomar un taxi y pedir que me llevara a casa. Era imposible perderme en una ciudad que conocía demasiado bien. Así como imposible también no pensar en Harry, en dónde podría estar ahora, qué estaría haciendo o pensando… con quién. Todo me torturaba, todo me causaba ganas de romper en llanto, ¿cómo podía ser tan estúpida? Mi plan había funcionado, Harry había atendido a mi llamado y yo había logrado verle. Pero jamás me pasó por la mente relacionarlo con las demás personas, me concentré tanto sólo en Harry y yo que olvidé por completo a terceros. Las muchas otras posibilidades de que Harry no me quisiera o no pudiéramos estar juntos. No solamente existía Sharon en su vida, sino también alguien más. Alguien que ya había formado parte de su pasado, alguien que había dejado marcado su presente y que, si él quería, alguien que cambiaría su futuro.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 7:27 pm

Capítulo 67.


Una lágrima rodó por mi mejilla, una lágrima que no pude contener; tan pesada como mi dolor, tan profunda como mi agonía. El taxi se detuvo frente a mi casa, o al menos, la fachada azul ya desgastada que reconocí como tal. Le pagué y bajé para adentrarme a casa. Subí y me tumbé en mi cama, a plena luz del día a llorar. Estaba enloqueciendo, me estaba volviendo una patética desquiciada. Llorar resultaba perfecto estando sola, sin preguntas, sin miradas; incluso la voz en mi cabeza guardaba silencio mientras las lágrimas seguían bajando por mis mejillas y mis sollozos se ahogaban contra la almohada. Y pensar que había perdido a la única familia que me quedaba, Sharon, por una estupidez mía, por un maldito error. En ese momento deseé fervientemente inventar una máquina que volviera el tiempo atrás, así, no iría jamás a Venecia, no hubiera conocido nunca a Harry, no estuviera amándolo con todas las ridículas fuerzas de mi corazón y no estuviera sola en todo el mundo.

Pero era suficiente, ya había llorado mucho y a causa suya. Ya no podía ser tan vulnerable a él, no debía. No cabía duda que todo en este mundo se paga, y a lo mejor era el pago a mi maldad. Lo que yo le había hecho a Sharon, ahora lo estaba sufriendo. Pero no más, no iba a dejar que aquello me tumbara, tenía que vivir con ello de ser posible, pero iba a seguir adelante. Adelante, sin nada más que mi frente en alto. Era una promesa.

Habían pasado tres días, y aunque me negara a aceptarlo y llevara puesta una armadura de fortaleza, mi corazón preguntaba por Harry. Tres días y ¿nada? Jesse me había contado que, por supuesto, él le había preguntado a dónde había ido y cuando los hombros de Jesse se encogieron ante la interrogativa, Harry salió disparado por la puerta, sin señal alguna de Kristen.

Pero ya no iba a pensar en ello, o al menos intentaría no hacerlo y no darle más concesión al asunto. Miré a través de la ventana del departamento y visualicé las grandes formas arquitectónicas de los edificios de Nueva York. Tenía pensado jamás volver, quedarme en algún lugar seguro hasta que el corazón sintiera de nuevo. Me preguntaba, ¿hasta cuándo sería libre?, ¿hasta qué punto resistiría él? Mi corazón palpitaba deseoso por sentir, por vivir, por amar; tenía miedo de no encontrar todo eso en alguien más. Andaría lejos, esperando no volver a atrás, no mirar profundamente su fotografía, negándome a todo aquello que aun sentía por él.

Si él apareciera, seguro mi corazón cantaría; pero mientras no lo haga y el tiempo pase; yo me haría más fuerte y evitaría derrumbarme en sentimientos vanos. Lo dejaría libre, para poder ser libre yo.

Los golpes en la puerta interrumpieron mi divagación.

—¿Estás lista? —la voz de Jesse era un poco reconfortable a todo mi dolor.
Desvié la vista de la vitrina para mirarle y sonriéndole, asentí.
—Vamos.

Tomé mi abrigo y bajé junto con Jesse hasta la recepción del hotel, para dirigirnos a la Avenida Madison, en donde volvía a darle vida a “Manuale del proibito”. Había sido un éxito en Broderick, y ahora, Blade lo había trasladado a Nueva York, en donde pidieron que la presentara. Estaba feliz, por supuesto, era el mundo reconociendo mi trabajo.

Cuando llegamos, Blade ya estaba allí y nos regaló una extensa sonrisa al vernos.

—Suban, suban, es en el cuarto piso —nos dijo, dándonos la mano.

Sin duda era un edificio algo grande, tenía cinco o seis piso, no estaba muy segura; pero en Nueva York todos los edificios eran así.

—Vamos, faltan menos de treinta minutos —me insitió Jesse, empujándome por la espalda.

Al entrar al edificio el aire acondicionado me golpeó el rostro. Afuera ya era frío, ¿por qué no mantenerse cálido adentro? Últimamente así eran mis pensamientos, triviales y sin importancia. Jesse y yo subimos por el ascensor hasta el piso cuatro.

—Hey, ¿cómo estás? —me preguntó, poco antes de que las puertas se abrieran.
—Perfectamente —contesté.

No es que fuera mentira, pero tampoco era completa realidad. Por supuesto, físicamente estaba de maravilla, emocionalmente… bueno, era preferible no hablar de ello. Me sentía estúpida, tonta, como si fuera la niña nerd de la que todos en el colegio se burlan.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, lo primero que vi, más allá de la gente, fue la vista a través de las grandes ventanas; los edificios y rascacielos se expandían gloriosos hacía el cielo por todo Nueva York.

—Vaya —exclamé y escuché la tenue sonrisita de Jesse.

Luego otra cosa captó mi atención, era un espacio un poco más pequeño que el de la primera exposición, por lo tanto, las fotografías estaban más juntas, observándome. Quise borrar con una sacudida de cabeza el recuerdo que me vino a la mente al verlas, a fin de cuentas, volver a ver a Harry no había resultado tan bueno.

Los minutos trascurrieron rápidos y mientras veía gente ir y venir observando mis fotografías se hizo tedioso. No es que no me gustara la expresión de fascinación de la gente al verlas, pero quería exponer otra cosa, otras fotografías, algunas más recientes, algunas que no me dolieran y no hablaran en mi imaginación. Comencé a contar los segundos, no encontrando otra cosa qué hacer, y cuando le sonreía a la gente, empezaba otra vez desde cero. Así se me fue un buen rato.

Escuchar

De pronto, entre el murmullo de la gente, escuché algo ¿Música? Mi mente preguntó y giré completamente desorientada, ¿de dónde provenía? ¿Por qué se me hacía conocida? No era la única que lo oía, todos giraban sus cabezas y comenzaron a amontonarse en las ventanas.

El corazón se me paró al escuchar la voz.

Jesse, que estaba también en el tumulto de gente me miró de prisa.

—Ven a ver —lo oí apenas decir y obligué a mis pies, de pronto, agarrotados músculos a moverse.

Como pude, me abrí paso torpemente entre la gente, porque a pesar de que mi razón iba siempre en desacuerdo con la cosa latente bajo mi pecho, esta vez sabía que era algo real, algo de lo que mi corazón no saldría lastimado después, y entonces obedecía perpleja. Cuando por fin logré llegar hasta la grande ventana, media atontada aun, apoyé las palmas de mis manos contra el cristal, haciendo que se humedeciera por el repentino sudor que desprendieron; posé mi vista en la azotea del edificio continúo y entonces lo vi.

En ese instante fue como si el corazón hubiera revivido o despertado de un letargo doloroso, haciéndome sentir más viva que nunca. Porque más allá de sus estruendosos latidos con nombre propio, sabía muy en el fondo que esta vez, como ya lo había aceptado mi razón, esta vez no iba a ver decepción alguna.

¿Pero qué estaba haciendo Harry? ¿Cantaba? Me cantaba ¿a mí? Al menos me miraba, mientras seguía dándole libertad a la bella voz que poseía y se llevaba una mano al pecho.

Unas ganas de llorar me invadieron sin explicación, era como si me estuviera trayendo serenata a mitad del día. La gente que me apretujaba a mi alrededor comenzó a desaparecer, y me vi perdida en las capas de terciopelo de su voz; pegué la frente al vidrio, ¿es que su voz podría llegar a ser más hermosa? Si ya era inspiradora cuando salía de su garganta como palabras, ahora no tenía comparación. Simulé una sonrisa.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 7:35 pm

Capítulo 68.


Fue entonces que me percaté de que una lágrima había escapado de mis ojos y había llegado hasta mis labios. Estaba llorando.

Allí estaba y no era un sueño, una ilusión o una cruel jugarreta de mi mente. Entonces capté que colgando del edificio, había un enorme cartel que decía “Nessuna fuga di nuovo” con grandes letras azules. No sabía qué decía, jamás había aprendido italiano, pero cual fuera el mensaje, me impedía moverme, quería permanecer allí, observándolo.

Hice una comparación, y mi exposición salió perdiendo. Harry era hermoso, en todo sentido que pudiera verle; su voz, su rostro, su cuerpo incluso, así usara el atuendo más ridículo del planeta. De pronto, un pensamiento me cruzó por la mente, ¿existía la posibilidad de que él me quisiera a mí? ¿Tan sólo a mí? Tenía que haber una razón por la que en este momento estuviera allí, cantándome esas hermosas palabras que me llenaban el alma, ese “por siempre” que agregó a su melodía, pero, ¿todo ello era verdad? Y si lo era, ¿acaso no seguiría siendo malo? El recuerdo desgarrador que aun no me abandonaba, era aquel en el que veía los ojos hinchados y rojos de Sharon, la tristeza en su rostro y la radiografía de su alma hecha pedazos. ¿Es que yo podía ser tan cínica como para terminar de arrebatarle lo que más amó?

Miré de nuevo a Harry y otra lágrima corrió por mi mejilla. Ni siquiera yo misma me entendía; si él me quería y yo lo amaba más que a mi vida misma, ¿cómo podíamos estar juntos? ¿El dolor de Sharon era el precio a pagar? Me lastimaba querer hacerlo para estar con Harry, no podía ser tan egoísta, ¿o sí? Era verdad que había pasado el tiempo, pero aunque para mí fuera eterno, en realidad no había sido bastante. En dos meses nadie sana una herida, y mucho menos si es tan profunda como la que yo había hecho. ¿Es que nunca podría llegar a estar con Harry? ¿Ser feliz con él? ¿Tenía que conocerlo? Pero tampoco podía ignorar todo este amor que me quemaba por dentro, me hacía hervir la sangre y que ya hasta dudaba me cupiera en el corazón o en el cuerpo entero.
Sentí a Jesse a mi lado.

—Dile que no es demasiado tarde —me susurró y la gente volvió a mí alrededor, volví a la realidad que me asfixiaba.

Di una rápida mirada a Jesse y luego la volví a Harry; el murmullo de la gente me hizo perder las voces en mi cabeza, mientras la de Harry continuaba metiéndose por mis oídos y llegaba a mi corazón. El suspiro angustiado que solté se hizo visible al empañar el cristal de la ventana, ¿por qué tenía que pensar demasiado las cosas? ¿Volver a escapar sería muy cobarde?

La música paró y junto a ella mi corazón estrepitosamente colapsó en nuevos latidos. Harry miró hacía mí y aun a tal distancia, pude sentirme abrigada en el calor de su mirada.

—¿Qué esperas? —me insistió Jesse, pero ni siquiera yo lo sabía.

Harry no se movía, pero el par de músicos detrás de él comenzaron a retirarse, haciendo que la escena pareciera viva. Era hora de aclarar las cosas con Harry y conmigo misma, también. Comencé a mover los pies hacía atrás y despegué las manos del cristal, dejando la huella de mis palmas. Harry notó mi movimiento y en cuanto me di la media vuelta, dio un salto hacía atrás y se echó a correr. No supe qué más hizo, porque caminé hasta las escaleras y bajé a grandes zancadas medio desequilibradas hasta la planta baja. ¿Qué iba a decirle? Mi cabeza era un completo caos e iba viéndome los pies al caminar, tratando de encontrar la respuesta correcta a todo este dilema.

Justo cuando iba a salir por la puerta, donde la luz taciturna del sol escaso ya comenzaba a alumbrar, un brazo me cerró el paso. El pecho agitado de Harry se movía de arriba abajo bajo su sudadera negra y su respiración irregular me movía los cabellos de tanta cercanía. Tenerlo así de cerca después de tanto tiempo hizo que me debilitara por completo, pero me obligué a sacar fuerzas de dónde no las tenía para mantenerme de pie, aun cuando mi corazón estallara contra mi pecho.

—No escapes de nuevo —musitó, entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.
—¿Qué? —logré decir.
—Es lo que dice el cartel —hizo ademán para señalar el enorme eslogan que caía del edificio continúo, mientras medio esbozaba una tenue sonrisa—. No vuelvas a escapar, ______. Si lo haces, no voy a parar de perseguirte.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, aun incrédula de que estuviera allí, hablándome.
—Ya te lo dije, no voy a descansar si sigues escapando de esa manera, ¿es que no ves?—me tomó de las muñecas y la piel ardió con su tacto, como antes— No eres fácil de olvidar, te he buscado como un loco por cielo, mar y tierra.
—Dos meses, Harry —musité, con apenas un hilo de voz—. Dos meses han pasado. Si has estado buscándome, ¿por qué tardaste tanto?
—Tampoco eres fácil de encontrar —su mirada se angustió—. Corrí por mis maletas en cuanto te fuiste de Venecia, _____. Esa misma noche tomé un vuelo a un país cercano, pensando que tú estarías allí.
—¿A qué país?
—Egipto.
—¿Qué?
—¿Recuerdas cuando me dijiste que a ese lugar escaparías? Dijiste que era lo suficientemente lejos para huir de tus problemas—su voz comenzó a agitarse—. Estuve buscándote por más de un mes en cada rincón de Egipto, ______.
—Pero sabías muy bien que volvería a California. Tú lo oíste de mis propios labios —no sabía si sus palabras eran sólo un pretexto para excusar el tiempo, no sabía si era verdad tampoco. Pero es que me costaba trabajo aceptar que estaba allí y me quería, después de lo que yo había oído decirle a Kristen.
—¿Y quién me aseguraba que fuera verdad? —cuestionó, sin soltarme las manos— A lo mejor sabrías que yo te buscaría a donde quiera que fueras y decidiste mentir para que no pudiera encontrarte.
—¿Mentir? —la voz me tembló y las lágrimas comenzaron a salir, finas y cálidas recorrieron mis mejillas— Harry, mentir era lo que menos llegaría a hacer en un momento como ese.
—¿A no? —Me miró, incrédulo y sarcástico—¿Y esa vez que me dijiste que no me amabas? —Enterró su mirada miel en mí y el corazón se me colapsó—¿Fue mentira o fue verdad?
—Eso fue distinto —dije, con voz ahogada.
—¿Por qué distinto?
—¡Por Sharon! —su nombre hizo doler mis labios.
—Ella siempre fue tu elección —musitó—, ¿pero qué hay de ti? ¡Qué hay de mí! ______, te juro que quise evitar esto —me apretó las muñecas—, pensaba en Sharon y en el daño que le provocaría si confesaba que estaba enamorado de ti. Muchas veces quise terminar con ella, pero no me atrevía y para ser sincero, tampoco quería cuando veía que coqueteabas con Liam. Estaba furioso de verte junto a él y yo no podía quedarme sólo en ese momento. No era que utilizara a Sharon, también me dolía dejarla. Por supuesto que la quería, la quería mucho; y no me cabía en la cabeza como es que se podía llegar a estar enamorado de dos mujeres al mismo tiempo. Hasta que comprendí que no se puede, la quería a ella, pero de una manera distinta en la que sentía que te quería a ti. Cuando estaba contigo era como… no escuchar las voces de los demás, como si estuviera donde quisiera estar y no donde todo el mundo quiere que esté. Esa era la diferencia. Contigo era yo, con Sharon era la orden de las personas a mí alrededor. Por supuesto que me sentí un idiota por fijarme en la persona menos indicada, traté de evitarlo, pararlo, ignorarlo, ¡de todo! Pero cada día era más imposible. Hasta que me di cuenta que no podía luchar más con esto. Pero estaba confundido, no sabía si tú me querías a mí o si yo era el único. Hasta ese día en que te embriagaste y te llevé a casa, no podía dejarte sola en el departamento por eso te llevé a mi hogar; cuando tomaste mi rostro entre tus manos delicadas y me besaste te juro que removiste todo dentro de mí, algo que jamás me había pasado. No me creas si no quieres pero es la verdad. _______, entiéndeme, me sentí como un idiota tanto tiempo, sé que tú viviste con la misma agonía que yo; nos merecemos una oportunidad, un final feliz —rogó.
—¿Feliz? ¿Podrá de veras suceder? —Dije— Tú dime Harry, ¿y Kristen?

Al oí su nombre Harry se echó hacía atrás, como sorprendido de que la mencionara. Intentaba controlar mis lágrimas, pero no podía pararlas.

—¿Kristen?
—Te vi hablando con ella la última vez, dijiste que… —la voz volvió a quebrárseme— fue la novia que más quisiste, ¿y me dices a mí mentirosa? —quise desasirme de su agarré pero fue imposible.
—Por eso escapaste —relacionó—, ______, ¿por qué no terminaste de oír toda la frase?
Le miré, ceñuda y aun con lágrimas en los ojos.
—Le dije eso, le dije que ella había sido la novia que más había querido, hasta que me fui a Venecia y conocí a Sharon, y que gracias a ella había conocido después a la persona que más he amado en toda la vida. Le dije que lo sentía, pero que no fuera hipócrita conmigo. Por favor, ______, no me juzgues. Lo que siento por ti es verdad, me hiciste escribir canción tras canción, hiciste que mi sueño se cumpliera cuando un famoso cantante le puso voz a mi letra. Lo que acabo de cantarte, ¿no te dice nada? —dijo, casi desesperado— No digas que es demasiado tarde para hacer lo correcto.

Me miró por un largo instante y yo, con la voz atascada en el nudo de mi garganta le sostuve la mirada, sin poder hablar. Su entrecejo se arrugó levemente en señal de desesperación a mi silencio y de pronto y sin aviso, soltó mis manos para colocarlas en mis mejillas y aferrar mi rostro con temor de abandono y lo condujo hasta sus labios, que al instante de juntarse con los míos, ardieron con un fuego descomunal que quemaba placenteramente. No podía creer que los estuviera tocando de nuevo, que ambas bocas estuvieran bailando con la misma pasión con la que danzaron al unisón la primera vez. Sentí que todo mi cuerpo se deshizo en el suyo y mi corazón golpeteaba contra su duro pecho.

Pero aun no estaba segura de nada y el pensamiento que me había cruzado la mente hace unos minutos volvió como una ráfaga y me hizo separarme abruptamente de él. Lo aventé del pecho con una escasa fuerza de voluntad y me miró, confundido; mientras sentía mis labios arder y pedir enérgicos ser de nuevo unidos a los de él.

—No es que sea tarde —dije—, pero tampoco que esto sea de verdad lo correcto —no pude resistir más e intenté alejarme de él.
—Te lo ruego, no escapes de nuevo —soltó, como si fuese un sollozo, viéndome caminar.
Giré sobre mis talones para mirarle, la vista volvió a empañárseme.
—No estoy escapando, Harry. Sólo dame tiempo para… para pensarlo.
—¿Tiempo para pensarlo? —repitió, incrédulo— _____, pasaron dos meses sin tenerte. No puedo creer que sigas pensando en algo que no seas tú.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 7:40 pm

Capítulo 69.


No dije nada, sólo tragué saliva intentando deshacer el nudo que me asfixiaba la garganta y me di la media vuelta, dejándolo allí, mirando cómo me alejaba. Si él de verdad me quería no iba a dejarme ir, pero yo necesitaba tiempo para pensar qué hacer.

Me decía que él y yo éramos lo correcto, pero ¿cómo estar segura de ello? ¿Lo correcto era pisotear el ya destrozado corazón de Sharon? ¿Vivir con la culpa comiéndome por dentro? ¿O qué era lo correcto? Sentía que la cabeza me explotaba. Tomé un taxi para ir al hotel, pero en realidad le pedí que me llevara al parque central. No tenía ganas de encerrarme en un cuarto sofocándome a mi misma. Tenía que despejar mi cabeza, ordenar mis ideas, es que no había acabado cuando me fui de Venecia, el corazón roto de Sharon me seguía persiguiendo incluso más que Harry. Pero, ¿no era lo que quería? ¿Tener a Harry para mí y que él me quisiera? Pero, ¿qué tanto me quería?

Bajé del taxi y caminé hasta alguna banca vacía, esto no era como los parques de Venecia, pero sí muy parecido. Ubiqué una no muy lejos y al llegar hasta ella me senté, el frío metal me hizo estremecer la piel al contacto. Me llevé las manos a la cabeza cuando el aire me acarició en un soplo. Podía ver a Harry en mi futuro, pero Sharon era parte de toda mi vida; allí estaba ese maldito dilema de nuevo, ¿es que nunca iba a terminar? ¿Había una solución acaso? Sollocé en silencio, ¿qué era lo que yo quería? Quería ser feliz a lado de Harry y daría mi vida por compartirla con él. Pero el fantasma de Sharon seguía allí y eso no me dejaba avanzar nada. Aunque Sharon ya estaba muy lejos, ¿no? ¿Qué podía perder ahora? pero, ¿de verdad valía la pena? Quería saber qué tanto me quería Harry, si me amaba como yo lo amaba a él y sí esto valía el riesgo.
Se hizo tarde, entre cavilaciones y dilemas, el silencio pintó su ocaso; supe que era mejor irme ya. Y aunque había pasado el tiempo, no quería pensar en que Harry, quizá esta vez hubiese dejado de perseguirme, ¿y si lo hizo? Ya no podía con tantas dudas, mañana regresaba a California y si Harry no apareciese de nuevo, entonces no le importaba tanto como decía.

Tomé otro taxi para que me llevara al hotel, siendo ya las ocho treinta de la noche. Rogaba al cielo por una señal, lo que fuera, algo que me indicara que correr el riesgo valía la pena. Algo que me dijera que Sharon estaría bien fuera cual fuera mi decisión. En ese momento pensé en algo que no me había pasado por la cabeza: Louis. Pero al instante de cavilar su nombre en mi mente, un puñado de preguntas aparecieron como reacción secundaria. ¿Harry estaría enterado ya de que su hermano está enamorado de Sharon? ¿Louis seguirá enamorado de Sharon? ¿Qué hizo después de que fue tras ella la vez que…? ¿Qué habrá pasado con ellos ahora? Lo ultimo que supe fue lo que Ferni me había contado, pero eso no respondía mucho. Nada en realidad.

—Aquí es —le señalé al taxista al ver el hotel. Pagué y luego me bajé del auto.

Había dejado trascurrir varias horas. No sabía qué había sucedido con mi exposición, con Harry, no sabía nada. Me reí de pensar que las dos veces que he presentado la exposición he huido sin estar en el final. Pobre Jesse, tenía que recompensarlo de alguna manera. Subí hasta mi habitación, con el plan de llamarlo. Él era mi único informante de todo.

Pasé la tarjeta para abrir la puerta y la calidez de mi habitación me invadió al instante. Sobre la elegante alfombra verde olivo que tapizaba el suelo, había un sobre ancho y rectangular con mi nombre en la cara superior. Cerré la puerta y me agaché para levantarlo, curiosa. Era delgado y liviano, lo que sea que trajera dentro era sólo cartón o algún papel duro. Lo abrí, más curiosa que antes y cuando saqué su contenido, pude por fin ver qué era. Había un par de fotografías, sólo dos. El corazón me palpitó con esos latidos tan conocidos y enamorados. En la primera fotografía había una palabra que fue retratada en algún negocio, como los carteles o letreros que se pegan a las vitrinas o cuelgan de la parte superior de la entrada. La segunda fue tomada en algo de algún adorno romántico para San Valentín y allí estaba mi señal. Juntas decían “Te amo”. Estaba casi segura de quién las había enviado, porque conocía la letra que dibujaba mi nombre en la portada. Dí la vuelta a una fotografía y en la esquina inferior derecha decía Harry.

Las lágrimas desbordaron por mis ojos. Harry no iba a parar nunca, ¿verdad? ¿Qué más podía pedirle al cielo? No necesitaba otra señal, me estaba demostrando que me amaba tanto como yo lo amaba a él. Quería mi final feliz, ¡lo anhelaba! ¿Pero dónde estaba Harry? Giré por costumbre mi cabeza en todas direcciones, pero era un cuarto de hotel, allí no había nadie excepto yo. Mañana me iba, ¿dónde diablos estaba Harry ahora? Corrí rápidamente hacía el teléfono y marqué a Jesse. Las lágrimas desesperadas me inundaron más los ojos porque no me contestaba.

—No, Jesse no. No me hagas esto ahora —susurré al dejar pasar cuatro timbrazos sin que me contestara.
Otros dos más y me mandó al buzón.
—Maldición —colgué el teléfono y me dejé caer sobre mis brazos, llorando.

¿Por qué había sido tan estúpida? Ya hasta dudaba que ese nivel de idiotez que yo había alcanzado fuera común. ¿Tiempo para pensarlo? ¡Pero qué estúpida, si eso era lo que yo deseaba desde el principio! Derramé mi pesar en las pesadas lágrimas que caían de mis ojos. Mañana me iba, ¿dónde iba a encontrarlo?

Mientras seguía llorando como tonta, lamentándome, unos golpes tenues llamaron a mi puerta; ¿quién molestaba ahora? no tenía ganas de ver a nadie, a menos de que fuera… ¡Jesse! Pasé los puños de mis manos por mi cara para tratar de limpiarme las lágrimas y corrí a trompicones hasta la puerta. Al abrirla me llevé una mano al corazón porque al reconocer a la persona parada tras el umbral, pensé que iba a salírseme del pecho.

—¡Harry! —abrí los ojos y parpadeé repetidas veces, tratando de que el rastro de agua se evaporara.
—No renuncies a mí —musitó, fuerte y claro, y con rostro duro—. Por favor.

Lo miré incapaz de hablar, aun bajo la tenue luz del pasillo del hotel, era hermoso. Su cabello corto pero despeinado y el vello facial que adornaba su rostro lo hacía lucir como una de mis fotografías, pero más bello.

—Sé que me pediste tiempo —dio un paso y luego otro, hasta que estuvo adentro de la habitación. Estaba tan cerca que podía oler ese exquisito perfume que lo caracterizaba—. Pero yo ya no puedo esperar más. _____, yo sé que me amas—su aliento me movió los cabellos al hablar. Estaba perdiendo mi equilibrio —, pero dime qué más puedo hacer para demostrártelo yo —su voz se quebró y los ojos se le pusieron vidriosos—. _______, háblame. Dime algo. Lo que sea.

Le contemplé deliciosamente y luego le sonreí entre lágrimas. Acuné su rostro entre mis manos y el vello facial me picoteó la piel de las palmas.

—Ya no voy a escapar Harry —susurré—. Sé lo que quiero.
—¿Y qué es? —en su pregunta, el temor fue visible.
—A ti —musité y me acerqué hasta sus labios.

Los unimos de nuevo, primero suavemente, pero luego el beso fue tomando profundidad. Enredé mis manos en su cuello y él en mi cintura, mientras me aferraba a su cuerpo. Se abrió paso con la lengua y jugueteó con la mía para luego volver a un beso tranquilo pero igual de apasionado y lleno de amor. En mi estómago las mariposas se desataron enloqueciendo y la piel se me erizó bajo las manos de Harry que la acariciaban. Llevé mis manos a su rostro y lo separé del mío; los labios me punzaban y aun en contra de su propia voluntad se despegaron de los de Harry, aunque él quiso buscarlos de nuevo.

—Harry, espera —jadeé.
—Lo bueno del tiempo es que cura las heridas, lo malo de los besos es que crean adicción —musitó e intentó acariciarlos otra vez con los suyos.
—Harry —pero yo me hice para atrás unos pocos centímetros, ya que él me tenía entre sus brazos.
—¿Qué?
—¿Me amas? —pregunté, como niña tonta.
El rió y el soplo de su risa fue embriagador.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Tú crees que si no te amara, habría cruzado el mediterráneo para ir a buscarte a Egipto, luego a California, para al último perseguirte hasta aquí y ponerme a cantar en medio de todo Nueva York para que me escucharas y luego estar dispuesto a ir contigo hasta el fin del mundo si eso es lo que quieres? ______ —retiró sus manos de mi cintura y las llevó hasta mis mejillas, ambos quedamos en la misma posición. Me miró a los ojos y habló lo más claro posible—, juro que te amo como un loco, como un demente y desquiciado que no soporta vivir sin ti. Juro que como te amo jamás he amado a nadie y que quiero pasar el resto de mi vida contigo y ser el padre tus hijos. ¿Eso te contesta tu pregunta?

Una lágrima corrió por mi mejilla pero no terminó su camino ya que Harry la interceptó con un beso.

—Ti amo, il mio bella musa fotografa —susurró a mi oído, besó mis labios y luego me dejé envolver en su amor.

Había tomado una decisión de la que no me iba a arrepentir, ahora podía estar segura, entre sus brazos y con mis labios unidos a los suyos. Pude ver la escena de nosotros dos besándonos como en las películas, cuando en el centro de la pantalla permanece la pareja y cómo se va alejando desde arriba. Era increíble que en mi cabeza no existiera otra cosa que Harry en ese momento, increíble que a pesar de tantos errores y desengaños, estuviéramos allí y él conmigo. Pero más increíble fue que, mi fruto prohibido a final de cuentas fue el indicado.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 8:04 pm

Epílogo.



—No estoy muy segura —hice un mohín, sintiendo cómo el corazón me latía nervioso bajo mi pecho.
Él sonrió y se acercó para besarme la cabeza.
—¿Qué piensas que va a pasar? —me dijo, y su aliento al hablar me movió los cabellos.
—No sé, Harry —musité, viendo cómo se podía vislumbrar la cúspide del edificio del aeropuerto tras la ventanilla trasera del taxi—. Sé que ha pasado un año —dije, mientras su nariz seguía revolviéndome el pelo—, pero te recuerdo que la última vez que hablamos, me dio una bofetada —mi entrecejo se arrugó en una expresión de congoja al recordarlo.

Harry rió y el soplo de su risa me acarició el cuello, luego sus labios se posaron en él dulcemente, haciéndome erizar la piel.

—Tú mejor que nadie conoces a Sharon; ella no puede guardar el rencor durante tanto tiempo —me dijo, ahora mirándome—. Además, ahora ya está bien, ya está con Louis —me sonrió—. El tiempo cura las heridas, ¿recuerdas?
—No todas, Harry —contradije, ahora de veras nerviosa, ya que el taxi aparcaba justo frente al aeropuerto.

Harry pagó el taxi y como quien no quiere la cosa bajé de el. Me quedé de pie hasta que Harry se colocó a mi lado y pasó una mano por mi cintura. Su tacto me hizo sentir un poco mejor.

—Vamos —me dijo, empujándome amablemente.

Caminé a su lado, mientras la gente iba de un lado a otro con maletas y boletos en la mano.

—¿Por qué estás tan tranquilo? ¿Qué acaso sus últimas palabras para ti fueron “Está bien Harry, no hay problema que te hayas enamorado de mi mejor amiga. Vete en paz”?—farfullé y pensé que se iba a reír, pero en vez de eso, su rostro se volvió un poco tenso.
—No. Ya sabes que no me despedí, pero… mira, si quisieron venia a visitarnos yo creo que ya no hay rencores —se encogió de hombros—. Tranquila, ¿sí? —me besó la cien mientras seguíamos caminando para sentarnos a esperar que el vuelo llegara.

Luego de unos minutos los vimos salir por la puerta por donde emergían los demás pasajeros provenientes del vuelo de Italia y reconocí los cabellos oscuros de Sharon, su mirada iba baja, indiferente, la seguía conociendo.

—Harry… —murmuré temerosa, a nada de decirle que nos echáramos a correr.
—¡Ya los vi! —pero me interrumpió y tomándome fuertemente de la mano, me hizo correr hacía ellos—. ¡Louis! —gritó y levantó su mano izquierda para que lo viera.

Fijé mi vista en Sharon y nada más en ella; no es que no extrañara a mi mejor amigo pero quería saber cuál era la expresión de Shar y si no era tan mala idea echarme a correr. Al momento de oír la voz de Harry, levantó la vista y sus ojos al verlo, lucían distintos, era la clase de mirada que das a un viejo amigo que aprecias sinceramente. Luego me miró a mí y aunque me congelé repentinamente tensa, ella esbozó una tenue sonrisita apenas visible y volvió a bajar la mirada, haciéndome sentir confundida y atolondrada.

—¡Harry, _____! —la voz de Louis me hizo mirarle, no lucía tan distinto, de hecho ninguno de los dos había cambiado.
—Hermano —Harry abrazó a Louis en un cariño fraternal cuando estuvimos por fin cerca los cuatro y yo volví a mirar a Sharon, cautelosa aun.
—Hola —me dijo ella con una tenue sonrisita dibujada en su rostro.
—Hola, Sharon —respondí tímida, era raro intercambiar con ella palabras después de un año y siendo las últimas un sin fin de maldiciones.

Miró a Harry y le sonrió, no como lo hacía antes, pero si se notaba sincera.

—Sharon —dijo él y se inclinó para abrazarla. Un abrazo rápido e incómodo para Sharon, según pude notarlo en su rostro—. ¿Vamos a algún restaurante? Yo invito, como bienvenida. ¿Qué dicen? —ofreció Harry.
—Suena bien —admitió Louis—. ¿Me acompañas por las maletas? —le preguntó, pero lo conocía lo suficiente como para darme cuenta de que lo hacía por dejarme a solas con Sharon.

Estuve a punto de ir tras ellos cuando la voz de Harry me detuvo.

—Espérenos aquí, no tardamos, ¿está bien? —me guiñó un ojo y siguió a su hermano entre el tumulto de gente.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo y giré sobre mis talones para ver a Sharon, su mirada seguía baja hasta el momento en que notó que la miré, fue entonces que poco a poco comenzó a alzarla.

—Dime, ¿has visto a Liam o Ferni? —pregunté, como para entablar conversación, haciéndome recordar irónicamente cómo antes no había huecos de silencio en nuestras pláticas.
—Oh, sí, Liam te envía saludos, bueno, Liam y Ferni, los dos —sonrió.
—Oh… genial —fue todo lo que pude articular.

Bajé la mirada y me dediqué a golpetear nerviosamente el suelo con la suela de mi zapato, mientras las manos en los bolsillos de mi chaqueta se removían ansiosas entre el pequeño espacio.

—Escucha… —la firme voz de Sharon me hizo levantar la mirada rápidamente—, sé… sé que nuestra relación se… se quebró al último —estaba nerviosa, igual o poco más que yo—. Y, tuviste razón, creo que fue falta de comunicación o algo así —hizo un mohín—. Sólo… —exhaló— sólo quiero decirte que no te guardo rencores y que… —me miró— espero no me los guardes a mí. Reaccioné bastante mal y dije palabras que no debí de haberte dicho. Supongo que también le debo una disculpa a Harry por eso —dijo como para sí—. El punto es, que quizá no volvamos a ser las… mejores amigas que éramos antes; pero… al menos no seamos enemigas. Yo la verdad te… estimo mucho —se encogió de hombros.

La miré y respiré, era increíble que aun adivinara mis pensamientos.

—Gracias Sharon —dije—. Gracias por, bueno, por no odiarme —ella rió y movió la cabeza—, disculpa por… todo. Yo…
—______ —me interrumpió—, no tienes que darme explicaciones ahora, digo, el tiempo ya pasó y bueno, yo estoy con Louis —me sonrió.
—Hablando de eso, en serio me alegra que estén juntos. Louis es genial y te ama demasiado.
—Sí, lo sé, me lo ha demostrado y a decir verdad estoy feliz.

Aquella confesión me hizo respirar.

—Tú más que nadie merece ser feliz, Sharon —dije.
—Tú también. Yo espero que…
—¡Listo niñas! —dijo Louis a mi espalda, interrumpiendo a Sharon—. Vayamos a comer.

Louis le extendió la mano a Sharon y ella la tomó, luego caminaron juntos hasta la salida. Detrás íbamos a Harry y yo, él cargaba las maletas de Louis con una mano y con la otra me tomaba de la cintura. Me miró y yo hice lo mismo, luego me sonrió.

—¿Todo bien? —susurró y su aliento cálido me hizo bailotear los cabellos pequeños que caían despeinados.
Asentí y le devolví la sonrisa.
—Louis me contó que va muy bien con Sharon y que espera que ella sea la mujer de su vida —se acercó a mi oído al susurrarlo y la piel se me erizó completa.
Me alejé un poco para poder mirarle.
—Me alegra que estén felices. Lo merecen —musité.
—Por supuesto.

Al salir la luz de medio día nos alumbró y Louis ya se encontraba subiendo sus maletas al taxi. Harry corrió en su ayuda y subió también las que él venía cargando, me quedé de pie a unos metros. Louis y Harry reían haciendo bromas y ese tipo de cosas entre hermanos, mientras que Sharon miraba a uno de ellos como jamás había mirado a alguien. Podía ver en sus ojos que realmente estaba enamorada y de la forma más sincera y profunda que jamás haya visto. Louis le devolvió la mirada y le sonrió y ella, al notarse en el reflejo de sus ojos, una chispa le iluminó el rostro.

Entonces, ¿qué se volvía ahora todo el sufrimiento anterior? No había nada en el mundo capaz de separarme del hombre que yo amaba, ni fuerza sobrenatural que separara a Louis de Sharon. Es que así era como debía de estar el mundo, así era como debió de ser desde un principio; pero, si no hubiéramos sufrido, jamás podríamos haber llegado hasta donde estábamos ahora. No traía mi cámara pero fue como si tomara una fotografía en mi mente de aquella escena del mundo correcto, revelándola donde iba a permanecer guardada por siempre. En mi corazón.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 8:22 pm

Final.



Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteó hacía la bella chica que estaba sentada a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron.

Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Sharon el año pasado; me golpeaba el pecho con fuerza y rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verla así.

—¡Vete tras en ella entonces!—me decía—¡Alcánzala porque el amor de tu vida se escapa! —me golpeó por doceava vez el pecho.
—Sharon —musité.
—Debí de haberme dado cuenta antes —gritaba—. ¡Nos hubiéramos ahorrado todo esto! —manoteó, cansada.
—En ningún momento te engañé, Sharon —expuse—. Ella me robó un beso, pero estaba ebria, Shar.
—¡Pero tú no! —exclamó, con voz estrangulada— Además, el que haya estado o no ebria no quita que se haya enamorado de ti —señaló un papel sobre la mesa, arrugado violentamente—. ¿Y sabes qué es lo peor? —sollozó— Que tú, perfectamente cuerdo, te enamoraste también… de ella. De mi mejor amiga —gimió.
—Sharon —quise acercarme, abrigarla en mis brazos para que de alguna manera cesara su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada—, nunca quise hacerte daño —expliqué—. Simplemente… no pude controlarlo.


Recordé entonces el primer día que descubrí que sentía algo por _____, o mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por ella. Aquella vez que ella veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme cómo, quería protegerla entre mis brazos y luego, jamás dejarla ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

—¡Pero pudiste decírmelo! —las palabras de Sharon continuaron—No había necesidad de que me hirieras de esta forma —sollozó, de nuevo—. Pero yo soy la estúpida, ¿sabes? Debí de darme cuenta, por cómo mirabas a Liam cuando se le acercaba, le hablaba o la besaba.

Mi rostro de endureció al recordarlo. Era una furia devastadora, una inquietud por querer alejarla de Liam cuando éste se le acercaba. Algo que en ese momento me inundaba de pies a cabeza y que no podía explicarme la razón. Ahora lo sabía.

Volví a perderme en el recuerdo, en la escena de aquel día gris.
Me encontraba inmovilizado en el centro del departamento de Sharon, después de haber parecido un idiota y sentirme como uno. Viendo a Louis parado en la puerta y a Sharon entre sus brazos, sollozando en su pecho. Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenuo que Sharon, ahora comprendía quién era la chica a la que Louis amaba y porqué es que nunca me lo dijo. Estaba de pie allí, mirándome con la comprensión de un amigo, con el dolor de un hermano; mientras Sharon lo apartaba lejos, llevándoselo consigo como el único apoyo con el que contaba.

—Acepto —musitó el novio, mirando fijamente a su futura esposa y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.
—Y tú, Sharon Simone Baecke, ¿aceptas a Louis William Styles como tu futuro esposo; para amarlo, cuidarlo, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe? —preguntó el ministro.
—Acepto —respondió ella.

_____ se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. La miré desde abajo, sentado aun.

El recuerdo continuó en mi mente.

Me acerqué hasta la mesa en donde Sharon había dejado aquel papel arrugado y vuelto a desarrugar y curioso lo tomé entre mis manos. El corazón me volvió a palpitar cuando leí escrito del puño y letra de ____ las palabras “te juro que lo amo”. Pero ya era demasiado tarde, su vuelo había partido y se la había llevado lejos.

O tal vez no tan lejos. Corrí a mi casa y empaqué mis cosas, llamé a Louis como cuatro veces, pero no contestó ninguna, así que mejor le escribí un texto, diciéndole que me iba, que me perdonara; casi lo mismo que ____ en su carta para Sharon, pero más breve; y por último agregué: Sé feliz y hazla feliz.


_______ había tomado una buena fotografía del beso entre Sharon y Louis. Sonreí. Los murmullos de la gente a mí alrededor me hicieron perderme de nuevo.

—Un boleto para Egipto, por favor —le dije a la señorita de la aerolínea, convencido totalmente de mi decisión. Recordando la vez que _____ me había dicho que a ese lugar escaparía y con la esperanza de que estuviera más cerca de mí en vez de haber volado a California, como dijo que lo haría.
—Tiene suerte, señor —me dijo la muchacha—. Hay un vuelo para esta noche.
Me pidió identificación y luego pagué mi boleto, estaba dispuesto a cruzar el mediterráneo ahora que sabía que ella también me amaba e ir a buscarla, así fuera por cielo, mar o tierra. La encontraría.


______ volvió a sentarse a mi lado y me miró, provocando que volviera bruscamente al presente y me perdiera en su mirada. Ató su mano a la mía y yo miré esa acción.

—¿Vamos? —me preguntó, haciendo seña con la cabeza hacía la pareja recién casada.
—Claro —le sonreí y me paré junto a ella, siguiéndola a través de la gente, atado de su mano.

Todos los rostros lucían felices, sonrientes. Incluso el mío. Cuando llegamos hasta Louis y Sharon, miré a ambos y al instante _____ los abrazó, felicitándolos.

Mi mente volvió a irse.

—¿Cómo está Sharon? —le pregunté, a través de la bocina del teléfono se escuchó un suspiro.
—Mejor —musitó Louis.
—¿Aun me odia? —inquirí, sintiéndome culpable.
Luego de un silencio corto, mi hermano contestó:—No lo creo. Ni a ti ni a ____. Aunque sigue dolida… Harry, ha pasado más de un mes. ¿Ya la encontraste? —me preguntó y la decepción saltó a mi rostro.
—No —respondí, sintiéndome tonto.
—¿Y si sí volvió a California?
—No lo sé, Lou. Estaba casi seguro de que la encontraría aquí —admití.
—¿Y ahora?
—Necesito alguna señal de dónde es que se encuentra —me pregunté que tan desesperado soné—. Lo que sea, Louis.


—Harry —mi cabeza se sacudió al llamado de mi nombre y miré a mi hermano frente a mí.
—¡Hey, felicidades! —lo abracé con sinceridad, dándole unas palmadas en la espalda— Ahora estás con la mujer que amas, me alegro por ti —le dije.
—Y tú también —me palmeó el hombro y luego miré a _____, que parloteaba animosa con un chico alto y delgado, su amigo Jesse, a quien le daba órdenes de dónde y cómo tomar fotografías.
Sonreí.
—Finalmente —susurré y miré a mi hermano—. Gracias por todo lo que has hecho por mí, Louis. Estoy orgulloso y honrado de ser tu hermano.

Mi hermano sonrió ante lo que escuchaba y me hizo seña de que fuera con la novia, yo asentí.

Di unos cuantos pequeños pasos y me acerqué a Sharon, que inmediatamente me miró y me sonrió.

—¡Felicidades! —musité y me incliné sobre ella para darle un abrazo, el cual me respondió.
—Gracias, Harry —me dijo, y la escuché sincera—. ¿Alguna vez lo imaginaste? —me preguntó, casual.
—¿Qué cosa?
—Todo lo que pasó, quién diría que tú me llevarías a encontrar a la persona indicada y que yo haría lo mismo contigo —dijo, de lo más normal.
—Me alegra que pienses de esa manera —admití—. Ahora eres como una hermana para mí, Shar.
Ella sonrió, algo incómoda.
—Dejémoslo en que soy tu cuñada —rió.
—Claro —reí, igual.
—¡Sharon, a partir el pastel! —gritó una chica tan blanca como la nieve, a unos cuántos metros parada junto a Louis.

Sharon la miró y le sonrió. Luego volvió a mirarme.

—Gracias por venir, Harry —dijo.
—Deseo que seas muy feliz Sharon, lo mereces —confesé y ella me sonrió.
—Gracias. Lo soy—musitó y caminó hasta la chica que le había gritado antes.

Busqué con la mirada a _____, se encontraba parada, preparada para tomar fotografías.

Y lo último del recuerdo vino a mi memoria.

Su nombre apareció en la Internet, anunciando una exposición fotográfica en Broderick, Sacramento, California. “Manuale del proibito” y una foto… mía. Sin duda era ____, mi ____, a la que había estado buscando por cada rincón de Egipto y que buscaría hasta el último lugar de la Tierra.

Leí todo el artículo que se exponía en aquella página. Tenía que viajar a California lo más pronto posible. Sabía que ella me amaba, esta vez no tenía porqué mentirme.


Me acerqué a ella y la abracé por detrás, acomodando mi barbilla en su frágil hombro. Ella se giró y nuestras respiraciones chocaron.

—Deja que Jesse tome las fotos —le susurré al oído y sentí cómo su piel se erizó junto a mi cuerpo.
—¿Quieres que me pierda cuando parten el pastel? —musitó, haciendo un leve puchero.
Me reí.
—No. Quiero que suelte esa cámara y me abrace, señorita —rocé con mi boca la piel de su mejilla—. Y que nunca me deje ir —susurré.

Ella se giró y quedó en mis brazos, de frente.

—Jamás —prometió y acunó mi rostro entre sus delicadas manos—. Y tú prométeme que no me dejaras escapar otra vez.
—Nunca, y si eso sucediera, yo iría justo detrás de ti —le sonreí y retiré su mano izquierda de mi rostro, luego acaricié la argolla que adornaba su dedo corazón—. Pero sé que no volverás a escapar —miré el anillo plateado por un segundo y luego volví mis ojos a ella, olvidándome por completo de dónde estaba y de la gente que me rodeaba, concentrado sólo en el bello rostro frente a mi—, usted prometió ser mía por siempre, futura señora de Styles, ¿lo recuerda?
—No voy a olvidarlo jamás —rió.

Le sonreí y luego coloqué mis manos en su rostro y ella puso las suyas en mi cadera. Me acerqué y uní mis labios a los de ella, acariciándolos suave y limpiamente.

Después de haber estado perdido en mi mismo, entre el querer y no poder; sumido en una total confusión, logré escapar hasta lo alto y conseguir lo que realmente necesitaba. Dicen que las cosas buenas tardan tiempo, pero que las realmente maravillosas, suceden en un abrir y cerrar de ojos.

Ahora aquí estaba, en este momento, teniendo en mis brazos a la única mujer que amaba, y estaba dispuesto a hacer con ella, un nuevo manual de lo prohibido.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 8:28 pm

Irónico, ¿no? Empecé sin lectoras y terminé sin lectoras.
Lo admito, la mayoría de las lectoras que tenía se fueron por mi culpa pero también tienen que entender que no vivo pegada a la computadora y que tengo que cumplir mis obligaciones antes de todo.
Si alguien lee esto quiero agradecerle por hacerlo(?
Dejaré un tiempo más para ver si alguien comenta.
Saludos y gracias por todo. Fue un placer compartir esta maravillosa historia con ustedes.

Crayola fuera. ¡PAZ!
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Mensaje por ᴍᴀʀ. Dom 01 Dic 2013, 9:29 pm

¿Terminó? Manual de lo prohibido [Harry Styles] - Página 31 167695056 Manual de lo prohibido [Harry Styles] - Página 31 167695056 
No lo puedo creer! :(
asdlfkjhgkfhskkfljdbsbsnaldjjdk
Amé esta novelaa! <3
¡¡¡Es PERFECTA!!! Es hermosa!
Me encantó que Harry la haya buscado, me encantó que se haya reconciliado con Sharon, también que Louis y Sharon se hayan ¡casado! ¡OMG!, por supuesto también que por fin que rayita y Harry por fin puedan ser felices! ¡Se lo merecían! <3
¡LA AMEE! Manual de lo prohibido [Harry Styles] - Página 31 1857533193 
Gracias por adaptarla y publicarla! :D
:bye:
ᴍᴀʀ.
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Mensaje por holiscrayolis Dom 01 Dic 2013, 9:33 pm

Una cosa más... les agradecería si se pasaran por la fic de mi firma, esa es 100% mía porque yo la escribiré. xdd. Saludos y gracias por leer.
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