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An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu}

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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 06 Sep 2013, 7:32 pm

Lucesita escribió:Holaaaa! Me encanto el Capitulo :D Segui cuando puedas ;) 
PATATAAAAAAAAAAAAAA! :O
 Claro, cuando pueda la sigo.
Fuckyeahfredweasley
Fuckyeahfredweasley


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An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu} - Página 5 Empty Re: An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu}

Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 06 Sep 2013, 7:33 pm

Chiara_14 escribió:Holaa perdon por ausentarme tanto tiempo es que el segundo trimestre en historia se me complico y bueno,estoy como lucy ajajjaa me encanto el cap! siguela,ya quiero saber como lucy y cami hacen para que harry hable parcel ajajaja awww yo quisiera que fred me dijera que me tiene a mi ajajjajaa gracias por los caps espero que subas pronto :) besos
Yo tambien estoy teniendo problemas con historia, yo y Lucy nos parecemos (? Yo tambien quiero saber como van a hacer, he de admitir que todavia no lo he pensado. Yo amo a Fred, osea es tan sdknñdsdfm{sdd pero al mismo tiempo exasperante :3
Fuckyeahfredweasley
Fuckyeahfredweasley


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An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu} - Página 5 Empty Re: An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu}

Mensaje por Fuckyeahfredweasley Sáb 21 Sep 2013, 9:29 pm

.Una cena extraña. {Parte 1}

Harry es informado acerca de la orden, mientras que las chicas le piden un gran favor.
.


   

     El silencio reino por un par de segundos, y Lucy creía que nunca había visto a Harry tan estupefacto. Hizo un gran intento por mantener la risa dentro pero no sirvió de mucho y soltó una leve risa. Ron, quien estaba cerca, la fulmino con la mirada aunque Harry no la haya escuchado y Camille la codeo con una cara severa.
 
     — ¿Tu...?
 
     — Sí, mi querida y anciana madre —afirmó Sirius. — Llevamos un mes intentando bajarla, pero creemos que ha hecho un encantamiento de presencia permanente en la parte de atrás del lienzo. Rápido, vamos abajo antes de que despierten todos, otra vez.
 
     — Pero ¿qué hace aquí un retrato de tu madre? —preguntó Harry, desconcertado, mientras salían por una puerta del vestíbulo y bajaban un tramo de estrechos escalones de piedra seguidos de los demás.
 
     — ¿No te lo ha dicho nadie? Ésta era la casa de mis padres —respondió Sirius. — Pero yo soy el único Black que queda, de modo que ahora es mía. Se la ofrecí a Dumbledore como cuartel general; es lo único medianamente útil que he podido hacer.
 
     — No digas eso Sirius, siempre has sido útil. Y el encerramiento aquí no es tu culpa. —le dijo Lucy, sonriéndole. Sirius le correspondió la sonrisa pero negó con la cabeza.
 
     — No tienes idea, Lu.
 
     Lucy alzo una ceja y Sirius soltó una carcajada perruna.
 
     — Vale ya, si tienes idea.
 
     La rubia le brindo una sonrisa orgullosa y Sirius les indico el lugar hacia dónde ir.
 
     Camille quien sabía lo que Harry pensaba se acerco a él y le tomo el brazo. El chico, confundido, la miro y ella se acerco a su oído.
 
      — Sirius no se siente bien en esta casa, aquí fue torturado ciento de veces en su adolescencia, Harry. El está muy contento de verte aunque no lo demuestre. —le susurro la joven.
 
      — ¿En serio? —le pregunto Harry, de la misma forma.
 
      — Si, es más, el tuvo que escapar de aquí. Y se fue soñando en jamás regresar y ahora esta aquí, encerrado como cuando era joven.
 
      — ¿A dónde fue?
 
      — A la casa de tu padre. —le respondio Camille, aun en susurros. Luego le sonrió calurosamente al joven y este le devolvió la sonrisa. — Ven, te vamos a presentar a todos. —dijo tomando su mano y acompañándolo hasta la cocina.
 
     La señora Weasley y su hijo mayor, Bill, hablaban en voz baja, con las cabezas juntas, en un extremo de la mesa.
 
     La señora Weasley carraspeó. Su marido, un hombre delgado y pelirrojo que estaba quedándose calvo, con gafas con montura de carey, miró alrededor y se puso en pie de un brinco.
 
     — ¡Harry! —exclamó el señor Weasley; fue hacia él para recibirlo y le estrechó la mano con energía. — ¡Cuánto me alegro de verte!
 
     — ¿Has tenido buen viaje, Harry? —le preguntó Bill mientras intentaba recoger doce rollos a la vez—. ¿Así que Ojoloco no te ha hecho venir por Groenlandia?
 
     — Lo intento —dijo Lucy sonriendo
 
     — Lo intentó —dijo a la misma vez Tonks; fue hacia Bill con aire resuelto para ayudarlo a recoger, y de inmediato tiró una vela sobre el último trozo de pergamino—. ¡Oh, no! Lo siento...
 
     —Dame, querida —dijo la señora Weasley con exasperación, y reparó el pergamino con una sacudida de su varita. Lucy ahogo una risita y Tonks la miro mal.
 
     La señora Weasley agarró el plano de la mesa y se lo puso en los brazos a Bill, que ya iba muy cargado.
 
     —Estas cosas hay que recogerlas enseguida al final de las reuniones —le espetó, y luego fue hacia un viejo aparador del que empezó a sacar platos.
 
     Bill sacó su varita, murmuró: « ¡Evanesco!» y los pergaminos desaparecieron.
 
     — Siéntate, Harry —dijo Sirius. — Ya conoces a Mundungus, ¿verdad?
 
     Mundungus Fletcher emitió un prolongado y profundo ronquido y despertó con un respingo.
 
     — ¿Alguien ha pronunciado mi nombre? —masculló Mundungus, adormilado—. Estoy de acuerdo con Sirius... —Levantó una mano sumamente mugrienta, como si estuviera emitiendo un voto, y miró a su alrededor con los enrojecidos ojos desenfocados.
 
     Ginny y Lucy soltaron una risita.
 
     — La reunión ya ha terminado, Dung —le explicó Sirius mientras todos se sentaban a la mesa—. Ha llegado Harry.
 
     — ¿Cómo dices? —inquirió Mundungus, mirando con expresión fiera a Harry a través de su enmarañado cabello rojo anaranjado. — Caramba, es verdad. ¿Estás bien, Harry?
 
     — Sí —contestó él. 
 
     Mundungus, nervioso, hurgó en sus bolsillos sin dejar de mirar a Harry, y sacó una pipa negra, también mugrienta. Se la llevó a la boca, la prendió con el extremo de su varita y dio una honda calada. Unas grandes nubes de humo verdoso lo ocultaron en cuestión de segundos.
 
     — Te debo una disculpa —gruñó una voz desde las profundidades de aquella apestosa nube.
 
     — Te lo digo por última vez, Mundungus —le advirtió la señora Weasley. — ¿quieres hacer el favor de no fumar esa porquería en la cocina, sobre todo cuando estamos a punto de cenar?
 
     — ¡Ay! —exclamó Mundungus. — Tienes razón. Lo siento, Molly.
 
     La nube de humo se esfumó en cuanto Mundungus se guardó la pipa en el bolsillo, pero el acre olor a calcetines quemados permaneció en el ambiente.
 
     — Y si pretendéis cenar antes de medianoche voy a necesitar ayuda —añadió la señora Weasley sin dirigirse a nadie en particular—. No, tú puedes quedarte dónde estás, Harry, querido. Has hecho un largo viaje.
 
     — ¿Qué quieres que haga, Molly? —preguntó Tonks con entusiasmo dando un salto.
 
     La señora Weasley vaciló, un tanto preocupada.
 
     —Pues..., no, Tonks, gracias, tú descansa también, ya has hecho bastante por hoy.
 
     — ¡Nada de eso! ¡Quiero ayudarte! —insistió la bruja de muy buen humor, y derribó una silla cuando corría hacia el aparador, de donde Ginny estaba sacando los cubiertos.
 
     Al poco rato, varios cuchillos enormes cortaban carne y verduras por su cuenta, supervisados por el señor Weasley, mientras su mujer removía un caldero colgado sobre el fuego y los demás sacaban platos, más copas y comida de la despensa. Harry se quedó en la mesa con Sirius y Mundungus, que todavía lo miraba parpadeando con aire lastimero.
 
     Camille y Lucy miraron a la señora Weasley con una mirada de disculpa.
 
     — Lo lamento, señora Weasley. —se lamento Camille. — Tenemos que hablar con Remus en este instante.
 
     — Oh, no se preocupen chicas. —respondio la señora Weasley, con una sonrisa. — Se que ustedes tienen que hacer cosas importantes.
     Ambas chicas asintieron y fueron en busca de Remus, quien estaba hablando con Kingsley.
 
     — Perdón por molestar, pero Remus —se dirigió hacia el hombre lobo. — Necesitamos hablar contigo. —dijo Lucy, con una sonrisa suplicante.
 
     Ambos hombres asintieron y Remus las acompaño hacia una habitación.
 
     — ¿Qué sucede, chicas?
 
     — Necesitamos tu consejo.
 
     — Tú sabes muy bien que nosotras tenemos una misión aquí. —hablo Camille y Remus asintió. — La primera parte de la misión se ha presentado ante nosotras pero para cumplirla necesitamos a alguien que hable parsel y por eso… —Remus la corto.
 
     — Necesitas que Harry hable parsel.
 
     Las muchachas asintieron.
 
     — El gran dilema es que no sabemos como pedirle a Harry que lo haga sin que sospeche.
 
     — Podrían decirle que es una parte del arma que tiene Voldemort, y que lo recolectaron, por lo que necesitan destruirlo. Y no estarían mintiendo en realidad, o eso supongo. —sugirió Remus.
 
     — Eres increíble —dijo Lucy sonriéndole.
 
     El lobo hizo un gesto de agradecimiento y miro  a su ahijada. — ¿Necesitas algo mas, Cami?
 
     Camille negó con la cabeza y sonrió. — No, por ahora no. Muchas gracias, nos has ayudado mucho, padrino.
 
     — Me gusta saber que aun me aceptas como tu padrino después de no haber estado contigo.
 
     —No fue tu culpa, fue solo tu problemita peludo. —rio ella.
 
     Remus se ruborizo un poco y salió de la habitación diciendo un cortés adiós.
 
     — Entonces, ¿Quieres hablar con harry ahora? —pregunto Lucy, mirando a su mejor amiga.
 
     — No —contesto la castaña. — Harry será informado sobre la supuesta arma  de Voldemort hoy en la cena, por Sirius. Tenemos que esperar que la cena termine y luego le decimos que se acerque a nosotras.
 
     — Alguien más tiene que estar allí con nosotras y Harry. —respondió Lucy, confundiendo a Camille.
 
     — ¿Por qué lo dices?
 
     — Recuerda que el relicario intentara atacarnos al igual que intento con Ron, alguien nos tiene que ayudar.
 
     — Tienes razón.
 
     — Lo se.
 
     — Ya era hora. —rio Camille, y Lucy le pego en la cabeza. — Eso dolió, Lucy-luz. —se quejo la joven.
 
     —Tengo hambre, la cena debe estar por comenzar.
 
     En cuanto entraron a la cocina pudieron oír como Bill decía:
 
     —Vamos a comer.
 
     — Justo a tiempo. —murmuro Lucy con felicidad y sentándose en frente de Ron, quien la fulmino con la mirada  y corrió la vista hacia otro lado.
 
   —Esto tiene un aspecto estupendo, Molly —dijo Remus, sirviéndose el estofado con un cucharón y acercándole el plato desde el otro lado de la mesa.
 
     Durante unos minutos sólo se oyó el tintineo de platos y cubiertos y el ruido de las sillas arrastrándose, y todos se pusieron a comer. Entonces la señora Weasley miró a Sirius y le dijo:
 
     —Se me olvidó comentarte, Sirius, que hay algo atrapado en ese escritorio del salón que no para de vibrar y tamborilear. A lo mejor sólo es un Boggart, desde luego, pero quizá deberíamos pedirle a Alastor que le echara un vistazo antes de soltarlo.
 
     — Si, es un Boggart. —confirmo Lucy. — Casi lo abrimos el otro día con Camille.
 
     — ¿Cómo sabían que no debían abrirlo porque había un Boggart? —inquirió Ron.
 
     Al ver que Lucy no respondía, Camille dijo con naturalidad. — Lo vimos junto a Remus, y el reconoció la forma de moverse que tiene el Boggart. —dijo mirando a su padrino, quien asintió en complicidad.     
 
     — Las cortinas están llenas de doxis —añadió la señora Weasley—. He pensado que mañana podríamos ocuparnos de ellas.
 
     —Será un placer —dijo Sirius con un toque de sarcasmo.
 
     Enfrente de Camille, quien se había sentado junto a Harry y los gemelos, Tonks distraía a Hermione, a Lucy y a Ginny transformando su nariz entre bocado y bocado: apretaba mucho los ojos y ponía la misma expresión de dolor que solía hacer siempre.
 
     —Haz esa que parece un morro de cerdo, Tonks. — Tonks asintió e hizo la nariz de cerdo.
 
     Del otro lado de la mesa, Remus, Bill y el señor Weasley hablaban sobre los duendes
 
     —Todavía no han dicho nada —apuntó Bill—. Aún no sé si creen o no que ha regresado. Es posible que prefieran no tomar partido y que quieran mantenerse al margen.
 
     Camille ignoro la conversación ya que sabía de que se trataba, por lo que enfoco su vista en los gemelos que estaban a su lado, en Ron y en Mundungus, que al parecer estaba diciendo algo divertido.
 
     —... y entonces... —decía Mundungus mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas —, entonces me dice, en serio, me dice: «Oye, Dung, ¿de dónde has sacado esos sapos? ¡Porque un hijo de mala bludger me ha robado a mí los míos!» Y yo le contesto: « ¿Te han robado los sapos, Will? ¡No me digas! Y ahora, ¿qué? ¿Piensas comprarte unos cuantos?» Y esa gárgola inútil, chicos, podéis creerme, va y me compra sus propios sapos por mucho más dinero del que le habían costado la primera vez...
 
     —Gracias, Mundungus, pero creo que podemos pasar sin los detalles de tus negocios —dijo la señora Weasley con aspereza mientras Ron se inclinaba sobre la mesa, riendo a carcajadas.
 
     — Perdona, Molly —se apresuró a decir Mundungus, secándose las lágrimas y guiñándole un ojo a Harry—, pero es que Will se los había robado a Warty Harris, o sea, que en realidad yo no hice nada malo.
 
     — No sé dónde aprendiste los conceptos del bien y del mal, Mundungus, pero creo que te perdiste un par de lecciones fundamentales —respondió la señora Weasley con frialdad.
 
     — Auch, eso me dolió hasta a mí. —rio Lucy.
 
     Fred y George escondieron la cara detrás de sus copas de cerveza de mantequilla; George no paraba de hipar. Por algún extraño motivo, la señora Weasley le lanzó una mirada muy desagradable a Sirius antes de levantarse e ir a buscar un enorme pastel de ruibarbo que había de postre.
 
      La cena, según Camille, había pasado serena ya que no había abierto la boca para algo que no sea comer su porción de pastel de ruibarbo con crema. No había prestado atención a las conversaciones de sus compañeros de mesa porque ya sabía de que se trataban. Se echo el castaño cabello hacia un costado y suspiro, feliz por estar llena. Echo una mirada rápida a la mesa: el señor Weasley estaba recostado en el respaldo de la silla, saciado y relajado; Tonks, cuya nariz había recuperado su aspecto habitual, bostezaba abiertamente; Ginny, que había conseguido hacer salir a Crookshanks de debajo del aparador, estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo, lanzándole al gato corchos de cerveza de mantequilla para que fuera a buscarlos; Ron y Lucy estaban mirándose fijamente como la última vez que habían estado juntos antes de la llegada de Harry; Harry, al igual que ella, estaba mirando a los demás; y Hermione estaba hablando alegremente con Remus.
 
     — Creo que ya es hora de acostarse —dijo la señora Weasley con un bostezo.
 
     —Todavía no, Molly —intervino Sirius, apartando su plato vacío y volviéndose para mirar a Harry—. Mira, estoy sorprendido. Creía que lo primero que harías en cuanto llegaras aquí sería empezar a hacer preguntas sobre Voldemort.
 
     Hasta hacía unos segundos había reinado un ambiente relajado y soñoliento, pero de pronto se había vuelto tenso. Un escalofrío recorrió la mesa cuando Sirius pronunció el nombre de Voldemort. Lupin, que se disponía a beber un sorbo de vino, bajó con lentitud la copa y adoptó una expresión vigilante.
 
     — ¡Lo he hecho! —repuso Harry indignado—. Les he preguntado por él a Ron, a Hermione, a Lucy y a Camille, pero Ron y Hermione me han dicho que como ellos no pertenecían a la Orden no...
 
     — Y tienen razón —lo interrumpió la señora Weasley—. Sois demasiado jóvenes. Estaba sentada, muy tiesa, en su silla, con los puños apretados sobre los reposabrazos74; ya no había ni rastro de somnolencia en ella.
 
     — Las únicas que me respondieron algunas cosas fueron Camille y Lucy. —agrego Harry.
 
     Todas las miradas se posaron en ellas, la señora Weasley tenia el ceño fruncido.
 
     — No deberían haber dicho nada. —les reprocho.
 
      Camille frunció el ceño. — ¿Y que iba a hacer? Ocultarle las cosas como ustedes estuvieron haciendo todas estas semanas, ¿Acaso no se dan cuenta que el solo quería saber que sucedia con la persona que mato a sus padres? —pregunto ella, con exasperación. Harry parecía mirarla asombrado, pero agradecido. — Digame, señora Weasley. ¿Qué haría usted si alguno de sus hijos muriera y supiera que la persona que lo hizo esta vivita y coleando?
 
      La señora Weasley no dijo nada, pero se pudo ver que se había puesto melancólica. Camille tenía un nudo en la garganta, había recordado la muerte de Fred, y Lucy se había dado cuenta.
 
      — Gracias. —agradeció Harry, mirando a Camille
 
     — Además, ¿Desde cuándo tiene uno que pertenecer a la Orden del Fénix para hacer preguntas? —Terció Sirius—. Harry se ha pasado un mes encerrado en esa casa de muggles. Creo que tiene derecho a saber qué ha pasa...
 
     — ¡Un momento! —le cortó George.
 
     — ¿Por qué Harry puede hacer preguntas? —quiso saber Fred enojado.
 
     — ¡Nosotros llevamos un mes intentando sonsacaros algo y no habéis soltado prenda! —protestó George.
 
     — «Sois demasiado jóvenes, no pertenecéis a la Orden» —dijo Fred con una vocecilla aguda increíblemente parecida a la de su madre—. ¡Harry ni siquiera es mayor de edad!
 
     — ¡Agh, Maduren! —gruño Camille, mientras Lucy reia suavemente.
 
     — Yo no tengo la culpa de que no os hayan contado a qué se dedica la Orden —comentó Sirius con calma—, eso lo han decidido vuestros padres. Harry, por otra parte...
 
     — ¡Tú no eres nadie para decidir lo que le conviene a Harry! —saltó la señora Weasley. Su rostro, ya vuelto a la normalidad, había adoptado una expresión amenazadora—. Supongo que no habrás olvidado lo que dijo Dumbledore.
 
     — ¿A qué te refieres en concreto? —preguntó Sirius con educación, pero con el tono de quien se prepara para pelear.
 
   — A lo de que no teníamos que contarle a Harry más de lo que necesita saber —dijo la señora Weasley poniendo mucho énfasis en las dos últimas palabras.
 
     Ron, Hermione, Fred y George giraban la cabeza de un lado a otro, de Sirius a la señora Weasley, como si estuvieran mirando un partido de tenis. Ginny estaba arrodillada en medio de un montón de corchos de cerveza de mantequilla abandonados, y escuchaba la conversación con la boca entreabierta. Lupin no apartaba los ojos de Sirius.
 
     — No pretendo contarle más de lo que necesita saber, Molly —aseguró Sirius— Pero dado que fue él quien vio regresar a Voldemort —una vez más, un estremecimiento colectivo recorrió la mesa después de que Sirius pronunciara ese nombre—, tiene más derecho que nadie a...
 
     — ¡Harry no es miembro de la Orden del Fénix! —dijo la señora Weasley—. Sólo tiene quince años y...
 
     — Nosotras también tenemos quince años. —tercio Camille.
 
     — Pero ustedes son un caso especial. —combatió la señora Weasley.
 
     — ¿Y acaso Harry no lo es? —pregunto Camille, enojada. No le estaba importando hablar con la señora Weasley de mala manera, ella solo quería defender a Harry. — El ha sido el que vio volver a Voldemort y si alguien más se estremece le pegare. —advirtió al ver a Ron.
 
     — Y se ha enfrentado a situaciones más graves que muchos de nosotros —afirmó Sirius.
 
     — ¡Nadie pone en duda lo que ha hecho! —exclamó la señora Weasley elevando la voz; sus puños temblaban sobre los reposabrazos de la silla—. Pero sigue siendo...
 
     — ¡No es ningún niño! —soltó Sirius con impaciencia.
 
     — ¡Tampoco es ningún adulto! —Insistió la señora Weasley, cuyas mejillas estaban poniéndose coloradas—. ¡Harry no es James, Sirius!
 
   — Se perfectamente quién es, Molly, muchas gracias —dijo Sirius en un tono frío.
 
     — ¡No estoy muy segura! —le espetó la señora Weasley—. A veces, por cómo le hablas, se diría que crees que has recuperado a tu amigo.
Fuckyeahfredweasley
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An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu} - Página 5 Empty Re: An unexpected mission {FredWeasley&tu/DracoMalfoy&tu}

Mensaje por Fuckyeahfredweasley Sáb 21 Sep 2013, 9:30 pm

.Una cena extraña. {Parte 2}

Harry es informado acerca de la orden, mientras que las chicas le piden un gran favor.
.


   

     — ¿Y qué hay de malo en eso? —preguntó Harry.
 
     — ¡Lo que hay de malo, Harry, es que tú no eres tu padre, por mucho que te parezcas a él! —le respondió la señora Weasley sin apartar los ojos de Sirius—. ¡Todavía vas al colegio, y los adultos responsables de ti no deberían olvidarlo!
 
     — ¿Significa eso que soy un padrino irresponsable? —preguntó Sirius elevando la voz.
 
     — Significa que otras veces has actuado con precipitación, Sirius, y por eso Dumbledore no para de recordarte que debes quedarte en casa y...
 
     — ¡Si no te importa, vamos a dejar a un lado las instrucciones que he recibido de Dumbledore! —gritó Sirius.
 
     — ¡Arthur! —exclamó la señora Weasley buscando con la mirada a su marido. — ¡Apóyame, Arthur!
 
     El señor Weasley no habló de inmediato. Se quitó las gafas y se puso a limpiarlas parsimoniosamente con su túnica sin mirar a su mujer. No contestó hasta que se las hubo colocado de nuevo con mucho cuidado.
 
     — Dumbledore sabe que la situación ha cambiado, Molly. Está de acuerdo en que habrá que informar a Harry, hasta cierto punto, ahora que va a quedarse en el cuartel general.
 
     — ¡Sí, pero eso no es lo mismo que invitarlo a preguntar todo lo que quiera!
 
     — Personalmente —terció Lupin con voz queda, apartando por fin la vista de Sirius, mientras la señora Weasley giraba con rapidez la cabeza hacia él, creyendo que por fin iba a tener un aliado— creo que es mejor que nosotros le expliquemos a Harry los hechos, no todos, Molly, sino la idea general, a que obtenga una versión tergiversada a través de... otros.
 
     — Bueno —cedió ésta, respirando hondo y recorriendo la mesa con la mirada por si alguien le ofrecía su apoyo, lo cual no ocurrió—; bueno..., ya veo que mi opinión queda invalidada. Sólo voy a decir una cosa: Dumbledore debía de tener sus razones para no querer que Harry supiera demasiado, y hablo como alguien que desea lo mejor para Harry...
 
     — Harry no es hijo tuyo —dijo Sirius en voz baja.
 
     — Como si lo fuera —repuso la señora Weasley con fiereza—. ¿A quién más tiene?
 
     — ¡Me tiene a mí!
 
     — Sí —respondió la señora Weasley torciendo el gesto—, pero no te ha resultado nada fácil cuidar de él mientras estabas encerrado en Azkaban, ¿verdad?
 
     Sirius hizo ademán de levantarse de la silla.
 
     — Molly, tú no eres la única de los que estamos aquí que se preocupa por Harry —intervino Lupin con dureza—. Siéntate, Sirius. —A la señora Weasley le temblaba el labio inferior. Sirius volvió a sentarse con lentitud en la silla, pálido como la cera—. Creo que Harry tiene derecho a opinar en este asunto —continuó Lupin—. Es lo bastante mayor para decidir por sí mismo.
 
     —Quiero saber qué ha estado pasando —dijo Harry de inmediato.
 
     No miró a la señora Weasley. Le había conmovido que hubiera dicho que lo consideraba casi como un hijo suyo, pero también estaba un poco harto de sus mimos. Sirius tenía razón: ya no era un crío.
 
     —Muy bien —dijo la señora Weasley con la voz quebrada—. Ginny, Ron, Hermione, Fred y George: salid ahora mismo de la cocina.
 
     Hubo un repentino revuelo.
 
     — ¡Nosotros somos mayores de edad! —gritaron Fred y George al unísono.
 
     — Si a Harry le dejan, ¿por qué a mí no? —protestó Ron.
 
     — ¡Mamá, yo quiero oírlo! —gimoteó Ginny.
 
     — ¡No! —sentenció la señora Weasley, levantándose y echando chispas por los ojos—. Os prohíbo terminantemente...
 
     —Molly, a Fred y a George no puedes impedírselo —dijo el señor Weasley con tono cansino—. Son mayores de edad.
 
     —Todavía van al colegio.
 
     —Pero legalmente ya son adultos —replicó el señor Weasley de nuevo con la misma voz cansada.
 
     La señora Weasley estaba colorada de ira.
 
     — Pero ¿cómo...? Bueno, está bien, Fred y George pueden quedarse, pero Ron...
 
     — ¡De todos modos, Harry nos lo contará todo a Hermione y a mí! —aseguró Ron con vehemencia—. ¿Verdad? —añadió con aire vacilante mirando a su amigo.
 
     —Pues claro —afirmó Harry.
 
     Ron y Hermione sonrieron radiantes.
 
     — ¡Muy bien! —gritó la señora Weasley—. ¡Muy bien! ¡Ginny! ¡A la cama!
 
     — A mi me lo dirá Lucy, como siempre. ¿Cierto, Lu?
 
     — Cierto —corroboro la rubia, guiñándole un ojo.
 
     La señora Weasley estaba furiosa. — ¡Bueno ya, quédate! —grito la señora Weasley, tomando los platos de la mesa.
 
     —Está bien, Harry... ¿Qué quieres saber?
 
     — ¿Dónde está Voldemort? —preguntó, ignorando los nuevos estremecimientos y las muecas de dolor que provocó al pronunciar otra vez ese nombre—. ¿Qué está haciendo? He mirado las noticias muggles y todavía no he visto nada que llevara su firma, ni muertes extrañas ni nada.
 
     —Eso es porque todavía no ha habido ninguna muerte extraña —le explicó Sirius—, al menos que nosotros sepamos. Y sabemos bastante.
 
     —Más de lo que él cree —añadió Lupin.
 
     — ¿Cómo puede ser que haya dejado de matar gente? —preguntó Harry. Sabía que Voldemort había matado más de una vez en el último año.
 
     —Porque no quiere llamar la atención —contestó Sirius—. Eso sería peligroso para él. Verás, su regreso no fue como él lo había planeado. Lo estropeó todo.
 
     — O, mejor dicho, tú se lo estropeaste todo —apuntó Lupin con una sonrisa de satisfacción.
 
     — ¿Cómo? —preguntó Harry, perplejo.
 
     — Él no esperaba que sobrevivieras —contesto Camille, sacando las palabras de Sirius de la boca.
 
     — Nadie, aparte de sus mortífagos, tenía que saber que él había regresado. Pero tú sobreviviste para atestiguarlo —agrego Sirius.
 
     — Y la última persona que él quería que se enterara de su regreso era Dumbledore —añadió Lupin—. Y tú te encargaste de que Dumbledore lo supiera de inmediato.
 
     — ¿De qué ha servido eso? —continuó Harry.
 
     — ¿Lo dices en broma? —se extrañó Bill, incrédulo—. ¡Dumbledore era la única persona a la que Quien-tú-sabes había tenido miedo!
 
     — Gracias a ti, Dumbledore pudo llamar a la Orden del Fénix una hora después del regreso de Voldemort —aclaró Sirius.
 
     — ¿Y qué ha hecho la Orden del Fénix hasta ahora? —preguntó Harry mirando a todos los presentes.
 
     — Trabajar duro para asegurarnos de que Voldemort no pueda llevar a cabo sus planes —respondió Sirius.
 
     — ¿Cómo sabéis cuáles son sus planes? —preguntó rápidamente Harry.
 
     — Dumbledore tiene una idea aproximada —dijo Lupin—, y en general las ideas aproximadas de Dumbledore resultan ser muy exactas.
 
     — ¿Y qué se imagina Dumbledore que está planeando?
 
     — Bueno, en primer lugar quiere reconstruir su ejército —explicó Sirius—. En el pasado disponía de un grupo muy numeroso: brujas y magos a los que había intimidado o cautivado para que lo siguieran, sus leales mortífagos, una gran variedad de criaturas tenebrosas. Tú oíste que planeaba reclutar a los gigantes; pues bien, ellos son sólo uno de los grupos detrás de los que anda. Como es lógico, no va a tratar de apoderarse del Ministerio de la Magia con sólo una docena de mortífagos.
 
     — Entonces, ¿vosotros intentáis impedir que capte a más seguidores?
 
     — Hacemos todo lo que podemos —respondió Lupin.
 
     — ¿Cómo?
 
     — Bueno, lo principal es convencer a cuantos más mejor de que es verdad que Quien-tú-sabes ha regresado, y de ese modo ponerlos en guardia —dijo Bill—. Pero no está resultando fácil.
 
     — ¿Por qué?
 
     — Por la actitud del Ministerio —terció Tonks—. Ya viste a Cornelius Fudge después del regreso de Quien-tú-sabes, Harry. Y no ha modificado en absoluto su postura. Se niega rotundamente a creer que haya ocurrido.
 
     — Pero ¿por qué? —se extrañó Harry, desesperado—. ¿Por qué es tan idiota? Si Dumbledore...
 
     — Precisamente: has puesto el dedo en la llaga —lo interrumpió el señor Weasley con una sonrisa irónica—. Dumbledore.
 
     —Fudge le tiene miedo —dijo Tonks con tristeza.
 
     — ¿Que le tiene miedo a Dumbledore? —repitió Harry, incrédulo.
 
     — Tiene miedo de sus planes —explicó el señor Weasley—. Fudge cree que Dumbledore se ha propuesto derrocarlo y que quiere ser ministro de la Magia.
 
   — Pero Dumbledore no quiere...
 
     — Claro que no —dijo el señor Weasley—. A él nunca le ha interesado el cargo de ministro, aunque mucha gente quería que lo ocupara cuando Millicent Bagnold se jubiló. Fue Fudge quien ocupó el cargo de ministro, pero nunca ha olvidado del todo el enorme apoyo popular que recibió Dumbledore, a pesar de que éste ni siquiera optaba al cargo.
 
     — En el fondo, Fudge sabe que Dumbledore es mucho más inteligente que él y que es un mago mucho más poderoso; al principio siempre estaba pidiéndole ayuda y consejos —prosiguió Lupin—. Pero por lo visto se ha aficionado al poder y ahora tiene mucha más seguridad. Le encanta ser ministro de la Magia y ha conseguido convencerse de que el listo es él y de que Dumbledore no hace más que causar problemas porque sí.
 
     — ¿Cómo puede pensar eso? —dijo Harry con enojo—. ¿Cómo puede pensar que Dumbledore sería capaz de inventárselo todo, o que he sido yo quien se lo ha inventado?
 
     —Porque aceptar que Voldemort ha vuelto significaría asumir que el Ministerio tendrá que enfrentarse a unos problemas a los que no se enfrenta desde hace casi catorce años —contestó Sirius con amargura. — Fudge no puede asimilarlo, así de sencillo. Para él es mucho más cómodo convencerse de que Dumbledore miente para desestabilizarlo.
 
     —Ya ves cuál es el problema —continuó Lupin—. Mientras el Ministerio siga insistiendo en que no hay motivo alguno para temer a Voldemort, resulta difícil convencer a la gente de que ha vuelto, sobre todo cuando, en realidad, a la gente no le interesa creerlo. Por si fuera poco, el Ministerio está presionando duramente a El Profeta para que no informe de nada de lo que ellos llaman «rumores sembrados por Dumbledore», de modo que la comunidad de magos, en general, no sabe nada de lo que ha pasado, y eso los convierte en blancos fáciles para los mortífagos si éstos están utilizando la maldición imperius.
 
     — Pero vosotros se lo contáis a la gente, ¿no? —preguntó Harry mirando sucesivamente al señor Weasley, Sirius, Bill, Mundungus, Lupin y Tonks—. Les contáis que ha regresado, ¿verdad?
 
     Todos sonrieron forzadamente.
 
     — Bueno, como todo el mundo piensa que soy un asesino loco y el Ministerio le ha puesto un elevado precio a mi cabeza, no puedo pasearme por las calles y empezar a repartir panfletos, ¿no crees? —respondió Sirius con nerviosismo.
 
     — Y yo tampoco tengo muy buena prensa entre la comunidad —añadió Lupin— Es el inconveniente de ser un hombre lobo.
     — Tonks y Arthur perderían su empleo en el Ministerio si empezaran a irse de la lengua —añadió Sirius—, y para nosotros es muy importante tener espías dentro del Ministerio porque, como podrás imaginar, Voldemort debe tenerlos.
 
     — Pero hemos logrado convencer a un par de personas —informó el señor Weasley—. Tonks, por ejemplo; era demasiado joven para entrar en la Orden del Fénix la última vez, pero contar con la ayuda de Aurores es fundamental. Kingsley Shacklebolt también ha sido una ayuda muy valiosa; se encarga de la caza de Sirius, y ha informado al Ministerio de que Sirius está en el Tíbet.
 
     —Pero si ninguno de vosotros está extendiendo la noticia de que Voldemort ha vuelto... —empezó a decir Harry.
 
     — ¿Quién ha dicho que ninguno de nosotros esté propagando la noticia? —lo atajó Sirius —. ¿Por qué crees que Dumbledore tiene tantos problemas?
 
     — ¿Qué quieres decir?
 
     — Están intentando desacreditarlo —explicó Lupin—. ¿No leíste El Profeta la semana pasada? Dijeron que no lo habían reelegido para la presidencia de la Confederación Internacional de Magos porque está haciéndose mayor y está perdiendo los papeles, pero no es verdad; los magos del Ministerio no lo reeligieron después de que pronunciara un discurso anunciando el regreso de Voldemort. Lo han apartado del cargo de Jefe de Magos del Wizengamot, es decir, el Tribunal Supremo de los Magos, y ahora están planteándose si le retiran también la Orden de Merlín, Primera Clase.
 
     — Pero Dumbledore dice que no le importa lo que hagan mientras no lo supriman de los cromos  de las ranas de chocolate —añadió Bill con una sonrisa.
 
     — No tiene gracia —dijo el señor Weasley con severidad—. Si Dumbledore sigue desafiando al Ministerio, podría acabar en Azkaban, y lo peor que podría pasarnos sería que lo encerraran. Mientras Quien-tú-sabes sepa que Dumbledore está en activo y al corriente de sus intenciones, tendrá que andarse con cuidado. Si quitaran a Dumbledore de en medio..., entonces Quien-tú-sabes tendría vía libre para actuar.
 
     — Pero si Voldemort está intentando reclutar a más mortífagos, acabará sabiéndose que ha regresado, ¿no? —dijo Harry, desesperado.
 
     — Voldemort no se presenta en las casas de la gente y se pone a aporrear la puerta, Harry —replicó Sirius—. Los engaña, les echa maldiciones y los chantajea. Está acostumbrado a operar en secreto. Además, captar seguidores sólo es una de las cosas que le interesan. Aparte de eso tiene otros planes, unos planes que puede poner en marcha con mucha discreción, y de momento está concentrándose en ellos.
 
     — ¿Qué busca, aparte de seguidores? —preguntó Harry rápidamente
 
     — Cosas que sólo puede conseguir furtivamente. —contesto Sirius. —: Como un arma. Algo que no tenía la última vez.
 
     — ¿Cuando tenía poder?
 
     — Sí.
 
     — Pero ¿qué clase de arma? —insistió Harry—. ¿Algo peor que la Avada Kedavra?
 
     — ¡Basta!
 
     La señora Weasley, que estaba junto a la puerta, habló desde las sombras. Estaba cruzada de brazos y los miraba furiosa.
 
     — Todos a la cama, ahora mismo —añadió mirando a Fred, George, Camille, Lucy, Ron y Hermione.
 
     — No puedes mangonearnos... —empezó a decir Fred.
 
     — Cuidado conmigo —gruñó la señora Weasley. Temblaba ligeramente cuando miró a Sirius y dijo—: Ya le habéis dado mucha información a Harry. Lo único que falta es que lo reclutéis en la Orden.
 
     — ¿Por qué no? —Se apresuró a decir Harry—. Quiero entrar en la Orden, quiero luchar.
 
     — No. —Esa vez no fue la señora Weasley la que habló, sino Lupin—. La Orden está compuesta sólo por magos mayores de edad —aclaró—. Magos que ya han terminado el colegio —añadió al ver que Fred y George abrían la boca.
 
     — ¿Y que hay de Lucy y Camille? —pregunto Harry, de repente enojado.
 
     — Pertenecer a la Orden implica peligros que ninguno de vosotros podría imaginar siquiera. Ellas en lo que se están metiendo, y las necesitamos increíblemente, sino ellas tampoco estarían en la orden... Creo que Molly tiene razón, Sirius. Ya hemos hablado bastante.
     Sirius se encogió un poco de hombros, pero no discutió. La señora Weasley les hizo señas imperiosamente a sus hijos y a Hermione. Éstos se levantaron uno por uno, y Harry, admitiendo la derrota, los siguió.
 
     — ¡Harry! —lo llamo Camille.
 
     El pelinegro se dio la vuelta. — ¿Qué sucede?
 
     — Necesitamos que nos ayudes en algo, ¿Podrías?
 
     — Tiene que ver con el arma. —agrego Lucy.
 
     Harry asintió, nuevamente con la adrenalina que había tenido en la mesa. Iba a ayudarlas en algo que tenia que ver con la misteriosa arma de Voldemort.
 
     — ¡Remus, Sirius! —llamo Lucy. — Necesito que vengan. Remus ya sabes para que, Sirius necesitamos hacer algo sobre, ya sabes.
 
     — Esta bien. —respondieron ambos hombres.
 
     Las dos chicas condujeron a los hombres a la habitación de Regulus Black. Camille volteo a ver a Remus. — Necesito que silencies la habitación para que nadie la pueda espiar. O mejor, impasibilizala.  —pidió la castaña, mientras su padrino asentía y se dirigía hacia la puerta.
 
     — ¿Qué tengo que hacer? —pregunto Harry, mirando a ambas chicas.
 
     — Necesitamos que hables parsel. —respondio Lucy.
 
     Harry frunció el ceño confundido. — ¿Para qué?
 
     — Para abrir esto. —contesto Lucy, tomando el relicario de el armario de Regulus.
 
     — ¿Y eso es…?
 

     — El relicario de Salazar Slytherin. —informo Camille.
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Mensaje por roronoa. Dom 22 Sep 2013, 6:37 am

Au! Me ha encantado el capítulo. Síguela pronto. Besis
PD: Perdona que no comente mas, pero es que estoy algo... ocupada con mi novela... no escribo hace mas de 3 semanas.
roronoa.
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Mensaje por Miluh. Lun 23 Sep 2013, 11:13 am

HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, ME LLAMO MILAGROS Y AMO TU NOVELA!!!!
Ya quiero que aparezca Draco por diosssssss dkahdkjsa.
Me tomo toda la noche de ayer y unos 10 minutos de hoy para terminar de leer todo, y por eso quiero que la sigas!
Besos linda!
Miluh.
Miluh.


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Mensaje por ailuu10 Lun 23 Sep 2013, 2:22 pm

Seguila!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ailuu10
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Mensaje por Lucesita Lun 23 Sep 2013, 5:49 pm

:O Va a hablar parsel! :O Seguila cuando puedas! :D
Lucesita
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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 27 Sep 2013, 1:14 pm

Saru Stark Weasley escribió:
Au! Me ha encantado el capítulo. Síguela pronto. Besis
PD: Perdona que no comente mas, pero es que estoy algo... ocupada con mi novela... no escribo hace mas de 3 semanas.
Hola, la sigo cuando pueda c: Gracias por comentar y no te preocupes por comentar poco. La intencion es lo que cuenta (?
Fuckyeahfredweasley
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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 27 Sep 2013, 1:16 pm

Miluh. escribió:HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, ME LLAMO MILAGROS Y AMO TU NOVELA!!!!
Ya quiero que aparezca Draco por diosssssss dkahdkjsa.
Me tomo toda la noche de ayer y unos 10 minutos de hoy para terminar de leer todo, y por eso quiero que la sigas!
Besos linda!
HOLAAAAAAAA MILY. ¿Puedo llamarte asi, cierto? equisde. Muchas gracias, me encanta que te guste la novela :'3333. En poco tiempo va a aparecer Draco y va a ser sjfdknldfkñgdf. 
¿En serio la leiste en una noche y diez minutos? Aw, que linda. Venga, abrazo (? 
Dale, la sigo lo mas rapido posible, besos.
Fuckyeahfredweasley
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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 27 Sep 2013, 1:17 pm

ailuu10 escribió:Seguila!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
 La sigo lo mas pronto posible, gracias.
Fuckyeahfredweasley
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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 27 Sep 2013, 1:18 pm

Lucesita escribió::O Va a hablar parsel! :O Seguila cuando puedas! :D
 Si, Harry va a hablar parsel oooo: fnsldkfsndfkd Harry es perfecto (? <3 La sigo lo mas rapido que pueda, no te procupes.
Fuckyeahfredweasley
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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Vie 04 Oct 2013, 7:56 pm

.Destruccion

No todo es un cuento de hadas.
.



   — ¿Y qué es el relicario de Slytherin?  —hablo el azabache después de severos minutos sin hablar.
 
     — Cierto, ¿Qué es eso? —lo acompaño Sirius.
 
     Remus calló a Sirius con la mirada.
 
     — El viejo relicario de Salazar Slytherin —recito Camille. —El guardapelo de Salazar Slytherin es el tercer Horrocrux que Lord Voldemort seleccionó por dos razones: tenía un gran valor ya que le perteneció al mismísimo Salazar Slytherin y porque él pensaba que le pertenecía ya que el Guardapelo y el anillo estuvieron en su familia por generaciones. Originalmente perteneció a la familia Gaunt. Luego de que su padre y su hermano fueron llevados a Azkaban, Mérope Gaunt, madre de Voldemort, se lo llevó consigo junto a su padre muggle Tom Riddle (quien estaba bajo los efectos de un filtro de amor). Luego ella decide terminar de darle el filtro, él la deja y también deja a su hijo, a punto de nacer, por lo cual termina de caer en desgracia. Todavía embarazada, se lo vendió a Caractacus Burke para obtener un poco de dinero para sobrevivir. Hepzibah Smith lo compró por una fuerte cantidad de dinero en Borgin y Burkes. Años después fue robado por Voldemort en la misma visita en la que robó la Copa de Helga Hufflepuff, pero eso es otra historia. —explico Camille. —. Lo ocultó en una cueva lejana, bajo la protección de cientos de Inferí, y múltiples hechizos, como una puerta de entrada a la cueva que sólo se abre con sangre, y una barca que solo permite pasar a un mago adulto, además para recuperarlo se debía vaciar el contenedor donde se encontraba sumergido el guardapelo, y para esto no había otra forma más que tomar dicha poción. Al esconderlo, Voldemort pidió a uno de sus vasallos a un elfo. —Camille hizo una pausa. — Ese elfo se llamaba Kreacher.
 
     — ¿Qué? —soltó Sirius, estupefacto.
 
     — Déjala seguir. —aconsejo Lucy.
 
     — Kreacher, el elfo doméstico de la familia Black, fue el primero en beber la poción, para que Lord Voldemort escondiera el relicario.Más tarde, Regulus Black robó el relicario original y lo reemplazó por uno falso. El verdadero guardapelo, estuvo en la casa de los Black a manos de Kreacher, quien por muchos años fracasó en su intento por destruirlo (como le había indicado su amo Regulus Black), hasta que lo encontramos nosotras, claro. —termino la castaña.
 
     — ¿Y como saben todo esto acerca de Voldemort? —pregunto Harry.
 
     — Mi padre ha pasado los últimos años de su vida investigando sobre él y lo escribió en un libro, por eso yo pienso terminar lo que él alguna vez empezó. —mintió Camille, de tal manera que hasta Lucy podría haberle creído, si no fuera porque sabía la verdad.
 
     El azabache asintió. — Pero, ¿para que me necesitan?
 
     — Salazar Slytherin era un hablante de parsel y, como este era su guardapelo, lo cerró con parsel. —le dijo Lucy.
 
     — ¿Quieren que hable parsel para que se abra?
 
     Las chicas y los dos hombres asintieron.
 
     — Está bien.
 
     — Gracias, Harry. —agradeció Lucy.
 
     — No es nada.
 
     — Bueno, ¿Remus ya impasibilizaste? —el hombre asintió. — Bien, entonces Harry, imagina que estás hablando con una serpiente. Visualízala en tu mente e intenta decirle que se abra. Remus, tú y Sirius estarán tras nosotras. ¿Lucy, tienes la espada lista? -la rubia asintió y le mostro la espada. — ¿Quieres destruirlo tú? —Lucy negó con la cabeza y le tendió la espada de Gryffindor. La castaña suspiro  y la tomo. — Bien, yo lo destruiré. ¿Entendieron lo que deben hacer? — Todos volvieron a asentir. — Bien, hagámoslo.
 
     Harry suspiro y cerró los ojos con fuerza.
 
      Ambas chicas pudieron ver como el abría los ojos concentrado en la serpiente que estaba grabada en el guardapelo, y como se ocupaba de hacer todo lo que ellas le habían pedido. Probó una vez, pero ambas pudieron escuchar claramente un 'ábrete' en su idioma original. Lucy le susurro un suave 'Lo dijiste en nuestro idioma' y el chico asintió. Todos estaban pendientes de lo que sería abrirlo, por lo que no pudieron reaccionar rápidamente en el momento que el guardapelo se abrió gracias a Harry.
 
      Camille dio un pequeño gritito de sorpresa y levanto la espada, pero no tuvo tiempo de golpearlo ya que el alma de Voldemort se había lanzado hacia ella. Un espeluznante sonido se oyó en la habitación, era la voz de Lord Voldemort.
 
      "He visto todo lo que tú has visto, y he oído todo lo que tú has oído. He leído tus pensamientos y tus mas grandes secretos, Camille Jackson. Todo lo que anhelas esta dentro de mi subconsciente y al igual que se cuál es tu misión aquí. Se cuáles son tus mas grandes miedos y cuáles son los sueños que no has logrado cumplir. Querer ser lo mejor pero ser rechazada por todos, mientras tu mejor amiga es la chica más querida del lugar. Ser la responsable de la muerte de tu madre y no conocer a tu padre. No llegar a ser lo suficientemente buena para el chico al que amas."
 
     Camille soltó un jadeo de dolor y levanto la espada, mientras lágrimas recorrían sus mejillas. Todos estaban sorprendidos por lo que estaba saliendo del guardapelo, todos excepto Lucy quien ya sabía qué clase de cosas hacia eso. La castaña doblo las rodillas y se encamino hacia el lugar donde la voz acababa de desaparecer pero algo la detuvo, algo saliendo del guardapelo, era su madre.
 
     — ¿Qué demonios? —pregunto Camille, estupefacta.
 
     Rebecca Sheik, castaña con los ojos rojos como Riddle, rio amargamente mientras su esposo, Rupert Jackson salía de la misma manera que lo había hecho su esposa. Sirius y Remus se sorprendieron al ver a su ex compañero de clases.
 
     "— Mira en lo que te has convertido, me das asco, Camille. —rio su madre, amargadamente. — A veces me alegra saber que morí, así no podía ver las muchas veces que te cortabas a ti misma. ¿O acaso pensabas que yo no lo sabía? Lo ignoraba, porque tú no vales la pena. —Su madre, casi tan hermosa como Camille, se acomodo el cabello hacia un costado y miro a su esposo. — Tú tienes suerte de no haberla conocido, cariño"
 
    "Lo sé —dijo el que seguramente debería ser su padre. Y, por las miradas estupefactas de los hombres de la habitación, podía asegurar que ese era Rupert Jackson. — Los mortífagos me hicieron un gran favor al matarme antes de conocer a esta buena-para-nada.  —rio junto a su esposa. Camille tenía los ojos llenos de lágrimas, mientras Harry y Lucy estaban parados en su lugar sin poder decir nada. — Y creo que hay alguien  más que quiere decirte algo. —el hombre apunto hacia el guardapelo, donde una figura de un chico joven se formaba. Lo primero que pudo verse fue el singular cabello pelirrojo de la familia Weasley.
 
     Eso sí que sorprendió a todos los de la habitación, incluyendo a Camille. ¿Qué hacia Fred Weasley en sus más grandes recuerdos y miedos?
 
    Pero Camille comprendió enseguida.
 
    Él era el chico por el que siempre había estado enamorada y por eso el estaba allí, porque él era la persona viva más importante para ella, después de Lucy, claro. Camille negó con la cabeza, no soportaría escuchar cosas mal hirientes de su propia boca. Corrió hacia allí y clavo la espada en el medio del guardapelo, haciendo que este se destruya y Harry caiga al suelo, gimiendo de dolor.
 
    Camille y Lucy corrieron hacia el muchacho y Lucy lo ayudo a levantarse, mientras Camille se limpiaba las lágrimas. Sintió una mano en su hombro y al voltear pudo ver la comprensiva sonrisa de su padrino. Camille sollozo y se arrojo a los bracos de su padrino, quien la consolaba mientras le daba pequeñas palmaditas en la espalda. La castaña abrazo fuerte a su padrino por última vez y levanto la cabeza con decisión.
 
     — Ninguna palabra a nadie sobre mis miedos, ¿entendido? —dijo a todos los de la habitación, quienes asintieron. — Es hora de ir a dormir. —dijo la chica. — ¿Remus?
 
     El hombre asintió y saco el hechizo de la habitación.
 
     — Gracias. —agradeció y salió de la habitación, mientras se limpiaba los ojos, con Lucy y Harry tras ella. Atravesaron los pasillos lentamente hasta llegar a la habitación que Harry compartía con Ron. Al entrar, el pelirrojo los miro sorprendido y fue a cerrar la puerta con cerrojo.
 
     — ¿Por qué haces eso?
 
     — Por Kreacher —aclaró Ron. — La primera noche que pasé aquí entró a las tres de la madrugada. Créeme, no es nada agradable despertarse y encontrarlo paseándose por la habitación.
 
     Lucy rio. — Yo me acuerdo el grito que pego cuando sucedió, ¿Te acuerdas, Cam?
 
       — Si, Lu. —contesto Camille, oprimiendo una risa ya que Ron la miraba de mala manera. Camille le saco la lengua infantilmente, haciendo reír a Ron.
 
       — Ya. —dijo el pelirrojo y Camille rio. Ron dejo de reír y volteo a ver a su amigo. — ¿Y qué opinas? ¿Y porque tardaron tanto?
 
     — Bueno, no nos han contado gran cosa que no pudiéramos haber imaginado, ¿verdad? —contestó el azabache, sin decir la razón por la que habían tardado antes. — En realidad lo único que han dicho es que la Orden intenta impedir que la gente se una a Vol... —Ron soltó un gritito ahogado— demort —acabó Harry con firmeza—. ¿Cuándo piensas empezar a llamarlo por su nombre? Sirius y Lupin lo hacen.
 
     Ron no hizo caso de ese último comentario.
 
     —Sí, tienes razón —dijo—, ya sabíamos casi todo lo que nos han contado gracias a las orejas extensibles. Lo único nuevo es que...
 
     ¡CRAC!
 
     — ¡Ay! —se quejo Lucy.
 
     — Baja la voz, rubia, si no quieres que venga mi madre.
 
     — ¡Os habéis aparecido encima de mis rodillas!
 
     — Sí, bueno aguántate.
 
     George fue a sentarse a la cama de Harry, al igual que Lucy, y Fred se quedo junto a Ron y Camille.
 
     — Bueno, ¿ya lo habéis captado? —inquirió George con avidez.
 
     — ¿Lo del arma que Sirius ha mencionado? —preguntó Harry.
 
     — Yo diría que se le ha escapado —opinó Fred, muy contento. Se había sentado al lado de Ron—. Eso nunca lo habíamos oído con las extensibles.
 
     — ¿Qué creéis que es? —siguió preguntando Harry, pero mirando brevemente a Camille y Lucy.
 
     — Podría ser cualquier cosa —contestó Fred.
 
     — Pero no puede haber nada peor que la maldición Avada Kedavra, ¿verdad? —dijo Ron
 
     — ¿Qué hay peor que la muerte?
 
     — Quizá sea algo capaz de matar a muchísima gente a la vez —sugirió George.
 
     — A lo mejor es una forma particularmente dolorosa de matar —dijo Ron, atemorizado.
 
     — Para causar dolor tiene la maldición Cruciatus —recordó Harry—, no necesita nada más eficaz que eso.
 
     — Ustedes no tienen ni idea. —contesto Lucy, rodando los ojos con diversión.
 
     — ¿Y cómo sabes eso? —pregunto Ron.
 
     — ¿Acaso olvidas que yo soy parte de la Orden?
 
     Ron gruño pero Camille, quien estaba a su lado, le puso una mano en el hombro.
 
     — No es nada que les pueda causar dolor o muerte, es solo algo que necesita para vencer. —explico Camille. — Es algo que él no puede conseguir hasta que tú lo hagas por él, Harry. Pero tú no puedes decirle a nadie que te conté esto, ¿entendido? —Harry asintió.
 
     — Pero, ¿Qué es? —pregunto Fred.
 
     — No puedo decir más que lo que dije. —contesto Camille.
 
     — ¿Y quién creéis que la tiene ahora? —preguntó George.
 
     — Espero que alguien de nuestro bando —contestó Ron con una voz que denotaba cierto nerviosismo.
 
     — Si es así, debe de tenerla guardada Dumbledore —dijo Fred.
 
     — No la tiene guardada Dumbledore, pero créanme que está bien cuidada. —dijo Lucy.
 
     — ¿Dónde? —preguntó con rapidez Ron. — ¿En Hogwarts?
 
     — ¡Seguro que sí! —afirmó George. — Allí fue donde escondió la Piedra Filosofal.
 
     — Pero ¡esa arma debe de ser mucho más grande que la Piedra! —objetó Ron.
 
     — No necesariamente —contestó Fred.
 
     — Sí, el tamaño no es garantía de poder —advirtió George—. Y si no, mirad a Ginny.
 
     — ¿Qué quieres decir? —preguntó Harry.
 
     — Nunca te ha echado uno de sus maleficios de los mocomurciélagos, ¿verdad?
 
     — ¡Chissst! —exclamó Fred haciendo ademán de levantarse de la cama. — ¡Escuchad!
 
     Se quedaron callados. Y, en efecto, oyeron pasos que subían por la escalera.
 
     — Es mamá —aseguró George, y tomando la mano de Lucy, desapareció. Al igual que lo hizo Fred con Camille.
 
     Camille sintió un tirón en el estomago y abrió los ojos al sentir como sus pies tocaban el suelo. Al abrir los ojos pudo ver la cara de Fred muy cerca de ella, mientras sonreía burlonamente. Sorprendida, dio un paso hacia atrás y el pelirrojo soltó una pequeña risa.
 
     La castaña frunció el ceño y miro el lugar donde se encontraban, definitivamente no estaban en ninguna de las habitaciones del primer piso aunque podía asegurar que aun seguían en Grimmauld Place.
 
     — ¿Qué hacemos aquí? No, mejor dicho ¿Dónde estamos?
 
     — En el tercer piso. —contesto Fred, aun sonriendo. — ¿Sabías que esta casa tiene como diez pisos?
 
     Camille asintió. — ¿Qué hacemos aquí, Frederick?
 
     Fred sonrió y se acerco a ella. — Quería estar un rato contigo.
 
     — ¿A qué juegas, Fred? —dijo ella de mala gana.
 
     — ¿Quieres un juego? Tu cierras los ojos y no lo abres hasta que sientas mis labios sobre los tuyos, ¿Qué tal?
 
     Camille se ruborizo pero frunció el ceño una vez mas y cruzo lo brazos. — No es gracioso, Weasley.
 
     — Ya, no te enojes. Solo quería que me dijeras cual es el arma esa, no le diré a nadie.
 
     — No te lo diré.
 
     — Dale Camille, no te cuesta mucho. —rogo Fred.
 
     — Espera, ¿Frederick Weasley rogando? —rio Camille. Fred puso mala cara, cosa que aumento su risa. — Esto es increíble.
 
     — Camille, por favor.
 
     — ¿Por qué crees que te lo diría?
 
     Fred sonrió. — ¿Por qué te gusto? —aventuro el pelirrojo.
 
     Camille bufo con exasperación pero sus mejillas se coloraron. ¿Cómo se atrevía a decir algo así, aunque muy dentro supiera que era cierto, de esa manera? Ese chico definitivamente no tenía escrúpulos, ni un poco de sutileza. Soltó un jadeo exasperado y cruzo ambos brazos en forma de enojo, Fred solo sonrió ante la reacción de la joven.
 
     — ¿Dije algo malo o incierto? —pregunto con falsa inocencia.
 
     Camille volvió a fruncir el ceño. — Claro que si, Frederick. La única cosa cierta que hay en esa pregunta es… —hizo como si se quedara pensando. — Cierto, ninguna. No me gustas, no me gustaras, y nunca me podría fijar en alguien como tú.
 
     Fred frunció el ceño al igual que ella y la acorralo contra la pared. Camille ahogo un jadeo y lo miro a los ojos, mientras la fragancia varonil del chico la inundaba. Fred estaba serio, más serio de lo que lo había visto nunca. Y eso que lo había visto serio en la reunión de la Orden.
 
     — ¿Y porque es eso?
 
     — ¿Por qué es qué? —pregunto ella, confundida y incomoda por la cercanía el muchacho.
 
     — ¿Qué tengo de malo?
 
     — ¿Qué? No tienes nada de malo, es solo que… —la chica soltó un suspiro y levanto la cabeza, la cual había mantenido agachada, y sus narices se rozaron.
 
     — ¿Solo que…?
 
     — Olvídalo, Weasley. —dijo la castaña, e hizo un amague para irse pero Fred la sostuvo del brazo.
 
     — Dímelo.
 
     — No me gustas, Fred. —mintió Camille. — No porque tengas algo de malo, sino porque simplemente no eres mi tipo.
 
     La joven miro atentamente al pelirrojo frente a ella, el seguía mirándola fijamente a los ojos como si estuviera pensando seriamente lo que la chica le acababa de decir y, seguramente, eso estaría haciendo. El chico suspiro y se peino el pelo hacia atrás como si estuviera nervioso, pero Camille borro ese pensamiento en el instante que él sonrió burlonamente. La chica arqueo las cejas en forma de pregunta y Fred soltó una pequeña carcajada a causa del poco ruido que tenían permitido hacer.
 
     — Entonces te podría besar y no significaría nada.
 
     — No significaría nada —corroboro Camille. — Pero eso no significa que te dejaría besarme.
 
     El pelirrojo la volvió a arrinconar contra la pared. — ¿Por qué? Si eso no significaría nada.
 
     — Porque no quiero besarte.
 
     — ¿No? —pregunto acercándose lentamente hacia ella. Cuando sus labios casi rozaban, Camille aguanto la respiración y cerro inevitablemente los ojos. Pero al pasar un par de segundos abrió los ojos de nuevo ya que Fred no la había besado. En cambio, el estaba frente a ella con una sonrisa burlona y una mirada de satisfacción. — Bueno, no parecía como si no quisieras besarme.
 
      — Eres un completo imbécil. —gruño la castaña con la mejillas sonrojadas por la furia y la humillación.
 
      Fred se encogió de hombros y le resto importancia. — Me lo has dicho muchas veces, ya no me afecta.
 
      — Llévame a mi habitación —se quejo la chica. — Y no pienses en doble sentido. —advirtió al ver la sonrisa de Fred.
 
      — Está bien, toma mi mano.
 
      La castaña asintió y tomo la mano del pelirrojo, la cual estaba cálida al tacto. Sintió un tirón en el estomago como la ultima vez y cerró los ojos durante el diminuto viaje. Soltó un suspiro callado al sentir los pies sobre el suelo y se abrazo al pelirrojo al llegar. Fred, quien ya estaba acostumbrado, sonrió satisfecho de si mismo pero se sorprendió al sentir el abrazo de la chica.
 
      — ¿Estás bien?
 
      — ¿Estoy viva?   
 
      — No, eres un inferí.
 
      — No digas eso. —dijo la chica, frunciendo la nariz.
 
      Fred rio. — Esta bien, nos vemos mañana.
 
      Camille asintió y abrió la puerta de la habitación.
 
      — Hasta mañana, Weasley. —saludo la castaña.
 
      — Hey, Jackson. —llamo el joven.
 
     La chica se dio vuelta. — ¿Si?
 
     — Quiero mi regalo.
 
     — ¿Qué regalo?
 
     — ¿Ya te olvidaste de mi regalo?
 
     — Weasley, yo no te debo ningún reg...—pero fue brutalmente interrumpida por los labios de Fred sobre los suyos.
 
     La muchacha no pudo evitar corresponder el beso. Estaba en un sueño, de eso estaba segura, era imposible que Fred Weasley la quisiera besar a ella. De todas las chicas que el pelirrojo podía conseguir, la quería besar a ella. Pero, ¿Y si era solo un beso para él? ¿Si realmente no le importaba en absoluto besarla o no? Desecho esa clase de pensamiento rápidamente, luego tendría tiempo de arrepentirse y decir cosas en contra de ella misma y del beso, ahora solo quería disfrutar. Disfrutar del hermoso sentimiento que estaba creciendo en su corazón y de los revoloteos que sentía en el estomago en ese mismo momento. Ahora podía entender a la gente que decía que tenía mariposas en el estomago.
      Los dos jóvenes tardaron unos pocos minutos en separarse y, al verse fijamente, ambos sonrieron.
 
      — Gracias por el regalo. —agradeció Fred.
 
      — Fue robado.
 
      — No importa, es un regalo.
 
      Camille bufo y rodo los ojos con diversión. — ¿Ya me puedo ir?
 
      — Espera.
 
      — ¿Qué?
 
      — ¿No significo nada?
 
      Camille lo pensó, pero intento que Fred no se diera cuenta. ¿Qué le decía? Si decía que si, podría salir lastimada, pero si decía que no, estaría mintiendo horriblemente.
 
      — No significo nada.
 
      Fred asintió y salió del lugar con una sonrisa de lado.
 
      Camille exhalo todo el aire que había almacenado en los pulmones, y se acomodo el cabello hacia atrás. Entro a la habitación cuidadosamente tratando de no hacer ruido y se acostó en la cama. Luego de eso, por fin pudo llorar silenciosamente.
 
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     — Levántate. —canturreo Lucy felizmente, sacudiéndola. — Necesito contarte algo.
 
     — No quiero. No me levantare de aquí nunca más. —respondio Camille, con la voz ronca. Lucy la hizo voltear y se sorprendió al verla con los ojos rojos.
 
     — Te peleaste con Fred. —afirmo ella, preocupada.
 
     Camille la miro sorprendida. — ¿Cómo lo sabes?
 
     — Cuando George me llevo a mi habitación, nos dimos cuenta que ustedes no volvieron. No somos tan tontos. —dijo ella, alargando la "a" del "tan". — ¿Qué sucedió?
 
     — Me beso. —respondio Camille, tapando su cara con las manos. Pero Lucy no la pudo escuchar.
 
     — ¿Qué? No entendí.
 
     — Me beso. —repitió Camille, mirándola con aflicción.
 
     — ¿Qué hizo qué? —dijo, más bien grito, Lucy.
 
     — Calla idiota, te pueden escuchar.
 
     Lucy asintió. — ¿Y qué paso?
 
     — Nada, me beso y me pregunto si había significado algo.
 
     — ¿Y qué le dijiste?
 
     — Que no había significado nada.
 
     — ¿Y significo algo?
 
     — Más de lo que te imaginas.
 
     — ¿Y porque le dijiste eso, entonces?
 
     — Estoy segura de que para él no significo nada.
 
     — ¿Cómo sabes que no…? —Camille la interrumpió.
 
     — Vayamos a desayunar.
 
     — Esta bien, pero no te liberas de esta conversación.
 
     Camille asintió y suspiro.
 
     Se encaminaron hacia la cocina donde tuvieron que desayunar rápidamente porque  había muchas más doxys de las que la señora Weasley creía, y había encontrado un nido de Puffskeins muertos debajo del sofá. Al llegar ambas chicas pudieron ver a los gemelos, Ginny y la señora Weasley con un pañuelo anudado en la parte de atrás de la cabeza, que les cubría la nariz y la boca y les daba un aire extraño. Camille ignoro la mirada que Fred le daba. Las chicas se pusieron un pañuelo de la misma forma que ellos y cogieron un pulverizador en el momento que la señora Weasley se los dijo. Luego la señora Weasley menciono la incompetencia de Kreacher durante los últimos años y Hermione salto a defenderlo mientras Ron rodaba los ojos.
 
     Sirius, que acababa de entrar en el salón con una bolsa manchada de sangre llena de ratas muertas—. Vengo de dar de comer a Buckbeak —añadió al distinguir la mirada inquisitiva de Harry—. Lo tengo arriba, en la habitación de mi madre. Bueno, a ver... este escritorio... —Dejó la bolsa de las ratas encima de una butaca y se agachó para examinar el mueble; entonces Harry notó que el escritorio temblaba ligeramente—. Mira, Molly, estoy convencido de que es un Boggart —comentó Sirius mirando por la cerradura—, pero quizá convendría que Ojoloco le echara un vistazo antes de soltarlo. Conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.
 
      —Tienes razón, Sirius —coincidió la señora Weasley.
 
     En el piso de abajo sonó un fuerte campanazo, seguido de inmediato por el mismo estruendo de gritos y lamentos que Tonks había provocado la noche pasada al tropezar con el paragüero.
 
     — ¡Estoy harto de decirles que no toquen el timbre! —exclamó Sirius, exasperado, y salió a toda prisa del salón. Lo oyeron bajar precipitadamente la escalera, mientras los chillidos de Walburga Black volvían a resonar por toda la casa.
 
     — ¡Manchas de deshonra, sucios mestizos, traidores a la sangre, hijos de la inmundicia!...
 
     — Harry, cierra la puerta, por favor —le pidió la señora Weasley a Harry.
 
     Harry asintió y fue a cerrar la puerta, luego de unos poco minutos, se unió a la brigada de exterminación de doxys.
 
     — Bueno, muchachos, tenéis que ir con cuidado porque las doxys muerden y sus dientes son venenosos. Aquí tengo una botella de antídoto, pero preferiría no tener que utilizarlo. —Se enderezó, se plantó delante de las cortinas e hizo señas a los demás para que se acercaran—. Cuando dé la orden, empezad a rociar las cortinas —dijo—. Ellas saldrán volando hacia nosotros, o eso espero, pero en los pulverizadores dice que con una sola rociada quedan paralizadas. Cuando estén inmovilizadas, ponedlas en este cubo —Se apartó con cuidado de la línea de fuego de los demás y levantó su pulverizador—. ¿Preparados? ¡Disparad!
 
      Todos empezaron a rociar los doxys, incluyendo Camille y Lucy. Ambas chicas pudieron ver como Fred se guardaba una doxy en el bolsillo y Camille rodo los ojos.  Lucy soltó una pequeña risa al oír como los gemelos le contaban sobre los surtidos saltaclases a Harry y la cara sorprendida de este. Luego de unas horas, la señora Weasley por fin las dejo ir en paz. Mañana volverían a pulverizar mas doxys, pero en ese momento se sentían muy cansadas.
 
      Lucy llamo a Camille para hablar y Camille no pudo negarse. Ambas chicas fueron a su habitación.
 
      — Ahora sí, ¿Cómo sucedió todo? —pregunto Lucy, sentándose en su cama.
 
      Camille suspiro con cansancio y le explico con detalle todo lo sucedido la noche anterior, mientras la rubía escuchaba atentamente lo que su mejor amiga estaba contándole.
 
      — Ósea que te coqueteo todo el tiempo y luego te beso. —resumió Lucy.
 
      — No era coqueteo, o eso creo…
 
      — Camille abre los ojos.
 
      — No era coqueteo, solo fue…
 
      — ¿Qué fue, entonces?
 
      — ¿Seducción?
 
      — Es lo mismo.
 
      — ¿Intimidación?
 
      — No era intimidación.
 
     Camille bufo con exasperación.
 
     — Bien, era coqueteo.
 
     Lucy sonrió triunfante.  
 
     — Ve a hablar con él, lo necesitas. —le dijo Lucy.
 
     Camille la miro con pánico. — ¿Qué quieres que le diga?
 
     — Lo que sientes.
 
     — ¿Me puedes acompañar?
 
     — Claro, vayamos juntas.
 
     Lucy tomo la mano de Camille y juntas se dirigieron hacia la habitación de los gemelos. Pero, al asomarse a la puerta, se encontraron  con que ellos estaban hablando.
 
     — Lo hice, George, te dije que podría ganar esta apuesta.
 
     — ¿Cómo puedo asegurarme de que si cumpliste la apuesta?
 
     — George, la apuesta era a finales del día habría conseguido un beso de Camille y ahora me tienes que dar mis galeones.
 
      — Lo sé, ya se cual es la apuesta.
 
      Camille, quien había escuchado todo, entro por la puerta sin darle tiempo a Lucy de pararla.
 
      — Así que fui una apuesta, ¿Eh, Fred?
 
      Y Lucy pudo reconocer el miedo en la mirada de George y el arrepentimiento en los ojos de Fred.
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Mensaje por ailuu10 Vie 04 Oct 2013, 9:23 pm

Mierda!! seguila!!
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Mensaje por Fuckyeahfredweasley Sáb 05 Oct 2013, 2:03 pm

ailuu10 escribió:Mierda!! seguila!!
 Claro, cuando pueda la sigo.
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