Katherine Cooper || Harry Styles ||

Ficha de la serie

Estuvo esperando esto desde inicio de año, era la noche que todos esperaban, aunque unos con más ansias que otros, la graduación. Katherine entraría a octavo, no se graduaría pero iría al baile, tenia la pareja perfecta, ¿Y cómo no?, para no ser de los que se gradúan ella era basta te popular, una de las pocas personas que iban a todas las fiestas y eventos sociales. Pero aquí el punto no es eso; Katherine iría con Ty Evans, uno de los jugadores más guapos de football, una relación en el cual el a amor no era mutuo, era atracción, era de esa clase de relaciones en las que solo salen para promocionarse entre ellos. Pero aun así, el baile era especial para ambos, pero lo que haría más inolvidable esta fecha, era la famosa "Lluvia de Meteoritos", algo que sucedía todos los años y que todos ansiaban por ver. 

– ¿Estas lista? – dijo se madre desde la planta baja.
– Si, enseguida salgo. 
– Corre Ty esta por llegar.

Katherine vestía un hermoso vestido azul, pegado hasta la parte del busto, para terminar con una hermosa caída, el vestido tenia lentejuelas, lo cual hacia que se viera mejor, usaba unos zapatos de tacón plateados y su cabello lo tenia suelo con caireles, se vea realmente bien para ese sencillo vestido. Ty estaba esperándola afuera, recargado en ese espléndido auto, no creo que tenga que decir que realmente era de una buena marca. La saludo con un beso en los labios, uno de esos en donde no muestras tus sentimientos, como los que se dan las parejas con relaciones monótonas y sin sentido. 

– Te ves bien 
– Gracias, tu igual.

No hubo más diálogos intercambiados entre ellos. Si, era lo esencial, el sabia lo que quería, un cumplido, algo bonito para que se sienta bien y en confianza, aunque no hacia falta ya que Katherine abusaba de esta, hacia más de diez meses que ellos salían y unos tres meses después se apago la magia, no más romance entre ellos, solo un cariño, pero ese tipo de cariño que sientes por alguien que sabes que te hizo daño pero aun lo estimas, aunque en este caso no la lastimo, así se volvió su relación. Fría.


Estaban enfrente del salón donde se celebraba la "Gran Fiesta de Ultimo Año", no era tan grande, quizás lo único grande era la cantidad de colados y lo que hacia especial esa celebración, no, no eran los alumnos; era que siempre se festejaba en la lluvia de meteoritos, algunos tenían la creencia de que si los mirabas y pedías un deseo se te cumplía, otros, otros creían que terminarían con el planeta. Lo cual suena más lógico, enserió, ellos giran en la órbita del planeta y mientras más giran más se acercan, al igual que nuestro final. 

El baile era un fiasco, nadie "movía el bote" como su abuelo decía, todos estaban centrados y esperando la lluvia. Pero cuando al fin alguien grito desde afuera que la lluvia empezó, todos se movieron más rápido que el mismísimo Slash tocando la guitarra en uno de sus solos. 
Al igual que todos Ty y Katherine estaban fuera. Solo que más dentro del bosque "¿Me querrá matar?" tal vez si, tal vez no. Ty era tan rudo como un ciego queriendo apreciar el cielo. 

– ¿Pedirás un deseo? 
– No creo que eso pasa en realidad.
– Tienes razón.
– ¿Tu? 
– Si.
– ¿Y qué será? – no hubo respuesta de su parte, a lo que agrego –. ¡Vamos! No me vengas con que si lo cuantas no se cumple, eso es una mariconada Ty.
– Bien – sonrió –. Conocer lo que es el verdadero amor.
– ¿Bromeas verdad?
– No me mal interpretes. Eres linda y eso. Pero esto no es amor.
– Lo se, pero…
– Mira, esto es un simple pueblo, lo mejor que pueda pasar es que me case con una buena persona que me quiera y conseguir un empleo estable. Esto es todo a lo que puedo aspirar en este pueblo; y mínimo quiero que sea con alguien que me quiera.
– Yo te quiero – por un momento dejo de mirar al cielo para mirarlo a el. La estaba viendo, con cierto desinterés –. Quizás no como tu esperas, pero te quiero.
– Katherine – suspiro –. Te quiero, pero esto es todo. Te esperare en el auto.

Adiós a esos once meses mal gastados, ahora solo por causarle ese cólera y la punzada de dolor, la cual le molestaba más que espantarla, se quedo ahí, esperando a que un cometa pasara.
Pero definitivamente hubiera sido mejor irse. Cuando usas la expresión "Lluvia de Meteoritos", ¿Es literal? Porque en este caso lo fue. Sin esperarse lo, Katherine observo como un meteorito se acercaba, era rápido y el fuego le seguía, pero por alguna extraña razón esta no se movió, se quedo ahí con los ojos abiertos. Miedo. Esa era la palabra perfecta. El miedo te paraliza y hace que quieras correr pero tus piernas no responden; el meteorito paso por arriba de su cabeza para diplomares sobre el suelo y formar un cráter inmenso. 

– Dios mío. 

Katherine camino a este, era una piedra con muchos agujeros, era enorme y transmitía calor junto con un aroma a vinagre, lo cual le causo un extraño ardor en la fosas nasales y sus ojos se le cristalizaron. ¡Corre!, era todo lo que pensaba pero dejo de laso la cobardía y avanzo al extraño objeto. Entonces paso, estiro su mano y la extraña roca destello una luz verde manzana y humo, pero no fue todo. Una extraña masa pegajosa con un diámetro de menos de diez centímetro salió y de esa cosa salió un grito, no, un chillido ensordecedor que la hizo caer al piso mareada y confundida. Solo observo como la roca se habría en dos de una luz blanca salía de esta. Entonces todo se volvió negro. 

No recordaba más de aquella noche, la mañana siguiente se encontraba en su cama y todas sus cosas estaban en cajas su ropa en una maleta y ella parecía drogada; bolsas enormes debajo de sus ojos, su cara sudada y pálida, el cabello pegado sobre su cara y seboso. Trataba de levantarse más de una vez para solo conseguir más náuseas y que su madre entrara a su habitación, la mirada de pánico que le dirijo y la manera en que corrió a cerrar la ventana junto con las persianas confirmo que tal vez ella ya sabía sobre el meteorito.

– Katherine, hija ¿Estas bien? 
– ¿Qué me paso? – Dios, incluso su boca estaba seca y se pegaba su lengua con el paladar, al igual que sentía ese olor a vinagre pero en su boca.
– No lo sé, ayer por la noche Ty te trajo, estaba pálido, como un fantasma y los policías estaban por todos lados junto con los militares. 
– ¿Por qué están todas mis cosas empacadas? 
– Hable con tu padre, nos vamos a Cheshire, al Noroeste de Inglaterra. Tus abuelos tienen una casa ahí, se la heredaron antes de morir.
– ¿Qué? Mamá, no podemos irnos, tengo una vida aquí.
– Katherine, te están buscando. Saben que algo paso, tocaste esa cosa o no sé qué hiciste, pero te buscan. Nos vamos mañana al amanecer.



Desde eso así año y cacho Katherine no había sufrido nada extraño desde el encuentro extraterrestre, si así es que se le puede llamar. Después de eso Katherine y sus padres empacaron todo para ir a Cheshire, a un pueblo llamado Holmes Chapal, pequeño y con gente sencilla, legos de los rumores y de toda la sociedad, aunque claro, no era un pueblo fantasma tan incivilizado, pero serviría para esconderte de los militares. 
Otro de las cosas buenas del pequeño pueblo es que tenía una escuela cerca Holmes Chapel Comprehensive School, donde se mantenía lo más legos de la popularidad posible, así es, nada era como solía serlo desde que dejo Brent. Ya no se vestía como antes, ropa ceñida y llamativa por ropa holgada y desgastada, tenía que mantener un bajo perfil, incluso en sus calificaciones se mantenía en el promedio, no la mejor, pero tampoco la peor; aunque a veces lo usaba como excusa para cuando reprobaba. Pero eso solo había sido una vez y sus padres la regañaron, diciendo que "no abusara de sus circunstancias", ¿Acaso estaba enferma? Quizás sí, pero no fue su culpa que ese meteorito se estrellara ahí, eso sí, no debió tocarlo, pero lo hecho, hecho estaba y ya no podía corregir nada de sus "circunstancias". 



Debió de ponerse la chamarra como su madre le dijo y cargar el paraguas como su padre le indico, al menos así no se estaría congelando y no estaría mojada, tenía unos pantalones de mezclilla ceñidos de color negro, una blusa sin mangas con cuello y sobre esta un suéter rosa pálido tejido, unos mocasines cafés con agujetas beige y su castaño cabello sujetado como una trenza, su mochila verde pastel con detalles de piel marrón de Pink, lo último que había comprado junto con Ty; a veces lo extrañaba, aunque no tanto como una pareja se solía extrañar. Lo que más le disgustaba de Holmes Chapal, era el clima, lluvias, lluvias y más lluvias; ¡Cierto! También había nevadas, pero aun así no las disfrutaba tanto como sus vecinos. 

Caminaba frente al supermercado cuando un auto pasó a toda velocidad y la mojo más de lo que ya estaba. Justo cuando se quitó el agua sucia de la cara vio como una mujer de unos cuarenta años se bajaba del auto con un paraguas y un semblante de arrepentimiento.

– ¡Lo siento mucho! ¿Te encuentras bien? 
– Si, no se preocupe, ya estaba mojada.
– Dios mío ¿Quieres qué te lleve a algún lado? 
– No ammm...
– Anne, Anne Cox
– Gracias Anne, pero realmente no me molesta la lluvia.
– Te resfriaras – esta señora era demasiado persistente para decir verdad, negó levemente con la cabeza y le sonrió –. Bien espera – se acercó a su auto y hablo con su acompañante, era una chica de 20 años más o menos, me dirigió una pequeña sonrisa con el entrecejo fruncido y se fue al lado del piloto y arrancar el auto–. Entonces permíteme acompañante, te lo debo por el agua estancada que brinco a tu cara.
– Señora no la conozco y no me mal interprete, pero realmente no quiero ir hasta mi casa con alguien que apenas y conozco. 
– Te entiendo, pero si a alguno de mis hijos les pasara eso agradecería que la culpable mínimo viera que estuvieran bien.
– Pues estoy bien, gracias y adiós.
– No te haré nada, solo déjame acompañarte a casa.
– Bien – suspiro.

Durante el camino Anne hablaba de sus hijos, Gemma y Harry Styles, ambos de su primer matrimonio, actualmente Anne tenía una panadería donde ella y sus hijos trabajaban, aunque Harry no siempre suele ayudarla ya que se iba con sus amigos. Le platico sobre muchas cosas de su vida al igual que Katherine, aunque ella evito el tema del meteorito, no le dijo la verdadera razón de que se mudara, después de media hora estaban frente a la casa de Anne y a dos casas de la de Katherine.

– Bien Kat, esta es mi casa.
– La mía es esa morada.
– Somos vecinas – dijo Anne soltando una risita –. Te invito a cenar, solo está mi hija Gemma, Harry usualmente no llega hasta el anochecer. 
– Bien, no está el auto de mis padres y me muero de hambre así que creo que no se lo negare.