l'art de la photographie {Zayn Malik}

Ella amaba fotografiar. Era su pasatiempo hace bastante tiempo. Tres años para ser exactos. Se fue de su casa en busca de arte, del placer de capturar un momento preciado, o algo que pudiese ver y decir: “es lo mejor que he visto en toda mi vida”.
Rita se encontraba en Inglaterra, Londres. Se encontraba como una niña pequeña con juguete nuevo. Aquella hermosa ciudad británica la había dejado fascinada. A lugar que iba, a cada esquina, cada restaurant, cada persona que pasaba por su camina, la capturaba con su cámara profesional Canon.
Los de aquel país dirían todos que era más evidente que era turista.
Caminó por casi todo el centro londinense, no sólo para fotografiar, si no para pedir referencias, ya que aquella ciudad también era muy confusa para ella.
—disculpe—le dijo a una señora que se encontraba con su hija—me podría decir como puedo llegar al London eye sin caminar tanto… lo que sucede es que los taxis no me dejan tan cerca
—pero niña! —exclamó la señora riendo—los buses rojos. Ellos pasan afuera del London eye. Se nota bastante que no eres por aquí…
—sí, vengo de California. Soy fotógrafa—dijo mostrando su cámara.
—bueno, ¿no crees que eres muy joven para salir por ahí sacando fotografías? —ella odiaba esa pregunta. Siempre solían hacérsela.
—no, no soy tan joven. Y … gracias por su indicación, con permiso—hizo un saludo con la cabeza y se fue, dejando aquella mujer con las palabras en la boca.
—malditas personas que no me dejan hacer lo que realmente me gusta—Rita siguió caminado para buscar los famosos “buses rojos” y en su trayecto, pasó por un parque, en el cual se dio cuenta que había un joven, moreno, alto, de ojos marrones claros y cabellos negros, apoyado en un árbol y fumando.
—perfecto—susurró ella—tomó su cámara entre sus manos y enfocó al muchacho que se encontraba ahí. Apreció un acercamiento y luego, apretó el botón que mostraría prontamente la fotografía en la pantalla. Sonrió. Era la fotografía perfecta, además de que aquel joven era demasiado guapo.
Volvió a mirar en dirección hacia él, pero ya no estaba. Hizo una mueca y se encogió de hombros.
Se dispuso a caminar de vuelta en su camino, pero de pronto un grito la detuvo.
—¡hey tú! ¡la de negro! —ella volteó. Y se topó con nada más, y nada menos que aquel chico de la fotografía.
—¿se te ofrece algo?
—sí—dijo él sonriendo—tú número.
—¿disculpa? ¿Quién te crees? —preguntó algo enfadada por la actitud tan “lanzada” de él.
—¿y tu quien te crees para estar sacándome fotos? —ella se paralizó. Una sonrisa nerviosa apareció en sus labios y el rubor comenzó a florecer más rápidamente en sus mejillas.
—pues yo… yo soy fotógrafa.
—ah… fotógrafa. Dime, ¿fotografías cosas hermosas?
—por supuesto…
—¿soy hermoso?
—ya quisieras—ella río— soy Rita Golden, fotógrafa de California.
—soy Zayn Malik—dijo riendo—el bad boy de Bradford.
—¿enserio te haces llamar así?
—no, sólo Zayn Malik.
—si tu lo dices…
—y dígame, señorita Golden… ¿le gustaría ir a tomar un Frapuccino conmigo?
—¿es común que en Inglaterra la gente te invite a comer sin conocerse?
—demasiado común.
—en ese entonces, acepto a gusto, señor Malik.
—por aquí—dijo él, agarrando cuidadosamente el brazo de Rita caminando junto a ella, a un Starbucks.

Un encuentro casual, común, cotidiano, puede terminar en un que se hace, habitual, necesario e implementario