La tentación es grande (Harry Styles - One Shot) SEMI HOT

Este vestido solo me lo he puesto una vez. Lo arranco de la percha y me deslizo dentro de él notando la suavidad de la tela interior. Un encaje semitransparente se refleja en el espejo de mi cuarto mientras giro sobre mi misma comprobando que la prenda me queda perfecta.

El taxista me mira de arriba a abajo mientras adivino sus pensamientos que no giran en torno a nada ilegal. El hecho de que ya haya cumplido la mayoría de edad le quita diversión a la vida.
Pago la carrera y salgo de aquel coche sin mirar atrás, mientras agarro fuerte mi cartera de mano. La noche empieza ahora.

La abro y saco el tono 62 de la nueva colección de Chanel. Monte-carlo.
No necesito espejo, es demasiada práctica.

La falta de luz, el exceso de volumen y la gente guapa abundan a cada rincón de la discoteca. Estoy rodeada de compañeros de la facultad, no de amigos. Creo que no tengo amigos. Nos dirigimos directamente a la pista principal mientras una famosa canción de Rihanna empieza a cobrar vida a manos del Dj. El camarero me invita a la primera copa mientras le dedico una falsa sonrisa. Siempre creen que por una copa gratis vas a acostarte con ellos.

Vuelvo a la pista con el grupo que he venido y observo como ninguno sabe bailar. Al menos será una noche divertida. La música cambia y creo intuir los primeros acordes de una canción de Katy Perry. Copa en mano y cartera en la otra aparto a mis compañeras para hacerles una demostración de cómo se baila. Me odian, lo sé, pero no soy mala. Lo juro.
Soy solitaria, eso es todo. Me gusta actuar ajena a niñerías.

Mis caderas toman vida mientras la mirada me cambia. Bajo, subo y giro infinitas veces al son de la música. Mientras ellos me silban y yo les sigo la broma noto como por primera vez en la noche el único tío del grupo que nunca había mostrado interés por mí, me mira. Por fin. Una vez cumplido mi propósito puedo dejar de actuar como una guarra. Pero ellos saben que lo hago de broma, ellas se han ido al otro lado de la pista y ya me pitan los oídos con sus insultos. Niñerías.

Voy a por otra copa y un camarero diferente al anterior vuelve a decirme que a esa invita la casa mientras me guiña un ojo.

Los pies empiezan a dolerme y dejo mi octava copa de la noche casi vacía sobre la barra del bar. De las ocho solo he pagado tres. Chris Brown comienza a sonar en los altavoces y bebo un chupito que veo en la barra sin conseguir recordar si lo he pedido yo o era de alguien. Vuelvo al centro de la pista y creo moverme al compás de la música, al menos mi equilibrio sigue siendo prácticamente perfecto.

Estoy bailando y me siento observada, noto que alguien me está mirando y giro examinando toda la pista, no encuentro nada aunque esa sensación perdura
.
Miro hacia arriba, a los palcos que ocupan las zonas VIP e identifico una cara conocida. Es imposible que sea él.
Es imposible que Harry Styles me esté mirando fijamente.

Le aguanto la mirada mientras no dejo de moverme pero su rostro excesivamente serio me hace apartarla, muy a mi pesar. Ha conseguido lo que yo hago a diario: intimidar a la gente bajo una mirada seria, fría pero a la vez extremadamente atrayente. Subo la mirada de nuevo pero ya no le veo. Quizá el alcohol me esté jugando una mala pasada.

Suspiro molesta por perder en mi propio juego y noto que a mi me mano le falta otra copa. La miro como pidiéndole explicaciones y mi corazón da un vuelco al ver otra mano junta a la mía.

Un calor irresistible se pega contra mi espalda amoldándose perfectamente a la forma de mi cuerpo. Sus brazos, unos centímetros por encima de los míos, recorren el largo de éstos, mientras sus manos se cierran alrededor de las mías. Sé que es Harry incluso sin haberle visto.

Suelta su mano izquierda de la mía y la pone en mi cadera incitándome a bailar con él, para él. Mis piernas comienzan a balancearse al son de una música que no suena en ese momento y olvido dónde estamos. Con su mano derecha agarrando aún la mía decide posarse también sobre mi cadera, y noto como un fuego empieza a crecer en mi estómago. Su mano izquierda decide entonces abandonar mi cuerpo para depositarse en mi pelo.
Lo acaricia y retira hacia un lado, dejando mi cuello indefenso ante sus labios. No han pasado ni dos segundos cuando siento su boca presionar mi piel y sus dientes agarrarla con delicadeza. Sé lo que significa y no, él no tiene el control. Los hombres nunca lo tienen.

Encojo el hombro obligándole a separar sus dulces labios de mi cuello y aprovecho esos segundos que tarda en recomponerse del rechazo para aturdirle aún más.

Mi mano izquierda se dirige hacia mi propio muslo del mismo lado mientras que con la derecha decido clavar suavemente las uñas en su palma mientras le atraigo un poco más a mi.

Reacciona como me esperaba y le siento aún mas unido a mí, con su calmada respiración rozando mi clavícula a cada dos segundos. Odio las respiraciones calmadas. Pero Harry no se da por vencido y pretende recuperar el control. Me hace desplazarme varios centímetros a la derecha sin haber movido el sus pies del suelo, lo que me molesta bastante. Alterna sus piernas con las mías y descubro que encajan a la perfección. Su mano derecha me rodea la cintura entera y sé que estoy de tal manera que podrá hacer conmigo lo que quiera. Ha conseguido poder controlar todos mis movimientos con un simple brazo.

Mis manos intentan revelarse pero la fuerza del brazo de Harry es bastante superior a la mía por lo que decido elevar mi mano izquierda y enredarla en sus rizos haciéndole bajar a mi altura. Pega su pecho aún más a mi espalda y coge mi mano derecha con la suya, soltándome la cintura y agarrando mi muslo.

Vuelvo a tomar el control y empiezo a moverme con demasiada exageración, separando nuestros cuerpos para volver a juntarlos al momento con más intensidad. Su respiración comienza a agitarse y noto su corazón latir con fuerza cada vez que nuestros cuerpos se juntan. Sé a dónde está yendo toda esa sangre.

Un segundo de debilidad me hace bajar la guardia mientras noto la mano de Harry ascender por mi muslo a una rápida velocidad. A su paso, mi vestido se acorta aún más y cuando creo que se me va a ver la ropa interior él se detiene y agarra con fuerza mi muslo mientras yo tiro de su pelo con mi otra mano obligándole a probar de nuevo mi cuello.

Esta vez mi fuerza de voluntad ha quedado anulada mientras sus ardientes besos recorren mi hombro izquierdo acercándose a la clavícula para ascender hasta el lóbulo de mi oreja. Un primer suspiro en mi oído hace a mi cuerpo reaccionar y las piernas me tiemblan débilmente mientras rezo porque no lo haya notado. Una risita seguida de más suspiros se agolpan en mi oído. Lo ha notado.

Abro los ojos sin ser consciente de cuando los he cerrado y con mi mano derecha la cual está junto a la suya aferrada a mi muslo, le hago masajearme la pierna.

Me muerde el lóbulo de la oreja y suelta ambas manos para ponerlas alrededor de mi cintura.

- Dime tu nombre –susurra suavemente.

Me muerdo el labio y dudo en si debo decírselo de verdad o no. ¿A él qué le importa?

- No hagas eso y dime tu nombre – prácticamente ordena apretándome más contra él.

Vuelvo a morderme el labio sabiendo lo que le estoy provocando y cuando voy a girarme para decírselo y ver, aunque parezca increíble, por primera vez a Harry Styles después de haber estado jugueteando con él, me lo impide y acerca su oído a mi boca.

Giro un poco la cabeza y le beso en la mandíbula antes de llegar a su oído y decírselo.

- Emma –miento
- Di la verdad – dice serio mientras sube una de sus manos casi a la altura de mi pecho.
- _______

No entiendo como sabe que le he mentido.

Intuyo una sonrisa al haber conseguido su propósito y de repente desaparece. Sus manos ya no están en mi cintura ni su respiración en mi cuello. Siento un frío inexplicable a pesar de la alta temperatura de la sala y me giro como acto reflejo.

Está saliendo de la pista, saliendo entre la gente sin apenas rozarles y completamente de espaldas mientras su mirada se clava en mis ojos invitándome a seguirle.

No sé cómo ni por qué mis pies andan en su dirección y una sonrisa se dibuja en su cara. Su destreza es mucho mayor que la mía para avanzar entre tanta gente, debe ser la costumbre de las fans. Consigo salir a pesar de haber perdido sus ojos hace unos segundos pero no le veo. Una mano agarra mi baja espalda y me guía, otra vez sin dejarme verle la cara.

Una puerta se cierra a nuestra espalda. Estamos en un pequeño cuarto, completamente oscuro a un paso de la calle. Una salida trasera y su coche esperando, imagino.

Me hace parar bruscamente y me lleva hasta una de las paredes laterales obligándome a quedarme completamente pegada a ella. Su mano derecha me corta cualquier vía de escape al ser apoyada junto a mi cabeza mientras que la izquierda abre la puerta dejando entrar una escasa luz de la calle.

Su cara está más cerca de lo que creía y sus ojos arden tanto como mis mejillas. Se lanza a besarme pero aparto la cara haciéndole saber que me gusta jugar. Sonríe y se relame los labios. Cree que tiene el control.
Inocente.

- Dime tu nombre –le susurro al oído utilizando exactamente sus mismas palabras.

Me mira extrañado y contesta algo que no me espero.

- Sé que lo sabes –contesta recorriendo mi cuerpo con su mirada.
- Dilo –ordeno.

Se pone rígido ante esa orden y sé que le gusta. Agarro su cuello con una mano obligándole a bajar a mi altura y con la otra pego su cintura a la mía.

- Dilo –repito en sus labios.
- Harry –susurra antes de devorarme.

No tengo tiempo de asimilar que me está besando vuelvo a notar su ausencia. Será estúpido.
Tira de mi mano y salimos a un callejón custodiado por varios hombres que intuyo pueden ser de su equipo de seguridad. El alcohol que he ingerido a lo largo de la noche no pasa sin efectos sobre mi cuerpo y empiezo a no ser muy consciente de mis actos.

Estoy en su casa, o eso creo. Me abre la puerta del coche en un gesto caballeresco pero con unas intenciones nada limpias.

- Mi casa –dice señalando una puerta abierta que atravieso para salir de aquel garaje.

Es amplia. Escasa de decoración.

Noto mi boca seca y necesito agua. Apenas sigo borracha y lo noto en el cansancio que se avecina sobre mí.

- ¿Puedes…? –me giro intentando pedirle un vaso de agua sin saber que es la última palabra de la noche.

Esta vez sus labios se dejan saborear mientras mi espalda ha encontrado una oportuna pared contra la que él me aprisiona con su cuerpo. Desprende un calor demasiado agradable.

Aprieta mi culo con fuerza mientras enredo uno de mis dedos entre sus rizos en señal de posesión. Su respuesta en forma de mordisco en mi labio inferior pone alerta a todas y cada una de las células de mi cuerpo. Le deseo más que nunca he deseado a nadie.

Como si una conexión especial nos uniera quito uno a uno los botones de su camisa mientras el desliza sus manos por la cremallera trasera de mi vestido. Pero ella decide no colaborar.
Rasga mi vestido rompiéndolo prácticamente en dos y me empuja a saltar sobre él para llevarme en volandas a su habitación.



Levanto la cabeza cuando los rayos de sol me despiertan y siento mil cosas a la vez. El aroma de Harry emana fuertemente a mi lado derecho mientras esa maraña de pelos esparcidos por la almohada me tientan a acariciarlos. Tengo hambre. Me duele la cabeza. Me duelen los pies. Debo estar horrible. Tengo que huir de su casa como sea.

Sé como funcionan estas cosas. El polvo de una noche debe desaparecer al día siguiente, sin dejar rastro tras de sí.

Salgo de la cama completamente desnuda y voy al pasillo donde creo recordar haberme quitado el vestido. ¿Vestido? Mi vestido está destrozado, prácticamente roto en dos mitades. Lo siento Harry pero tus bestialidades harán que un par de prendas desaparezcan de tu armario.

Vuelvo a la habitación y compruebo que Harry ha cambiado de postura. Se ha destapado y está completamente desnudo ante mí. La tentación es grande.

Abro su armario y cojo unos pantalones ajustados que creo que me irán bien y una simple camiseta blanca que no parece ropa masculina. Busco mi ropa interior pero solo encuentro el sujetador. Tengo demasiada prisa como para que él despierte y me vea buscando mi ropa.

Me cambio en el baño a pesar de lo estúpido de la situación, pues ya estoy desnuda; y cuando voy a salir por la puerta del garaje de su casa, escondiéndome de cualquier posible paparazzi, oigo el sonido de un tostador.
No debo pero me acerco a la cocina.

Un Harry completamente desnudo me mira desde el fondo de esa habitación. En una mano lleva el resto de mi ropa interior, en la otra esa tostada recién hecha.

Y en la mirada, algo más que picardía, que sensualidad. Algo que me hace cuestionarme lo que no debería.

- ¿Quieres quedarte a desayunar?

Y una sonrisa acompaña a la mirada.