La sexta estación.

por **María Quintana** Lun 31 Mar 2014, 6:58 pm

[size=48] PRIMAVERA[/size]

“Pero, ¿cómo no amarla señor, si tú hiciste que fuera turbadora y fragante como la primavera?” .-José Ángel Buesa

Me desperté en esos días soleados; de esos días que, sin opción, te hacen quedarte por lo menos cinco minutos más dentro de las sábanas.
No discuto la extraña filosofía de los perros y su muy personal gusto de ladrar en las primeras horas de la mañana sin tener prejuicio alguno, que al fin de cuentas son animales y no tienen opción; sin embargo , sí que desearía poder tener un mundo sin ellos, al menos las primeras horas de la mañana.
Me levanté de la cama, dejando los pensamientos detrás.
La casa estaba silenciosa. El sonido de los relojes al compás de los latidos de mi corazón, por muy leves que fueran, era imposible no percibirlos.
Tuvimos que volar a la casa en Andalucía, España, en donde nos mudaríamos por el nuevo trabajo de mi padre.
La única cosa que cambiaría sería simplemente el cambio de posibilidades económicas, porque todo el mundo sabe que en México, por muy hermoso y cálido que sea, nunca podrá tener todas las comodidades que un país en Europa, estoy segura que de primer mundo, podría brindarte.
Mi madre tendría que quedarse en casa, a desempeñar los grandes deberes de aguantar a dos adolescentes, una mujer y un varón completamente fuera de órbita, aunque debo admitir que tenemos bastantes puestos los pies sobre la tierra.
Siempre he pensado que nos acostumbran desde pequeñas en vivir en un cuento de hadas completamente a la inversa de lo que el mundo verdadero significa, esperamos encontrar nuestro príncipe azul algún día no muy lejano, y todas las ilusiones se nos van en ello; Sin embargo, despertamos en un mundo muy distinto, incluso antes que no hagamos adultas, y poco a poco te das cuenta que tiene tanto tiempo que decides olvidarle , que precisamente olvidas la razón por la que estabas tratando de hacerlo, aunque parezca un juego de palabras.
No dudo que pase exactamente lo mismo con los hombres; pero como no soy uno…

Me di cuenta de eso, porque precisamente estaba en el centro de Andalucía, con mi familia, observando la casa nueva que compramos hace pocas semanas antes de llegar a nuestro destino.

Seguro. La casa era muy diferente a la que pudimos haber obtenido en México.

Mi madre había estado haciendo trámites desde mi ciudad natal en mi país México, para encontrar una casa digna de la familia de un publicista.

Estaba a punto de iniciar en la prepa, o al menos algo parecido a eso, en una escuela bastante cerca de la nueva casa; podría llegar incluso caminando, evitando cualquier signo de sudor y transpiración en mi cuerpo, aunque suene técnicamente lo mismo.

Antes de percatarme de los detalles en la nueva casa, corrí hacia la ventana que daba desde mi cuarto; se veía el patio interno de la cerrada, que daba a una ventana de cortinas azul celeste.

No había signo de vida al otro lado del ventanal, o al menos eso parecía, por que quede los siguientes veinte minutos esperando que alguien se mostrara, pero nada.

Después de diez minutos más, estaba a punto de decidir irme cuando un hombre abrió las cortinas y entrecerró los ojos, mirándome fijamente.

-¿Nueva?- El chico sostenía las cortinas, ya abiertas, todavía en sus manos.

-¿Eh?- Abrí los ojos de repente.

-Eres nueva aquí ¿No?

-Ah. Sí.- Recargue mis mejillas sobre mis puños.

-No te había visto antes, ¿Llegaste hoy?

-Yo tampoco te había visto. – El chico se quedo mirando mi cara, como si con esa última frase, sin pensarlo, hubiera cortado la conversación.- Llegue hace no mucho.-

-Bien. Supongo que mi madre se dio cuenta, porque suele ser muy buena dando bienvenidas, de hecho, ahora mismo creo que va hacia allá.

-¿Te refieres a aquí, en mi casa?

-Ajá.

-Bueno, pues supongo que no quiero ser grosera, ni mucho menos inoportuna, así que bajaré antes de que llegue, porque ahora mismo no hay nadie en casa.

-Está bien. Nos vemos, “Vecina nueva”.

Y sí, pongo la palabra “Vecina nueva” en mayúsculas y entre comillas, porque, al puro acento español, suena tremendamente bien.

El timbre sonó al instante.

-¡Voy!- Abrí la puerta y me encontré con una mujer mayor, aunque no demasiado, al otro lado de la puerta con un tazón cubierto por papel aluminio, tenía una sonrisa de oreja a oreja en su rostro .- Hola.

-Hola.- La mujer me sonrío

-Pase.- Me aparté de la puerta, permitiéndo el paso.

-Oh, no quisiera ser pretenciosa, solo venía a darles la bienvenida, e invitarte a que recojas algunas cosas que les podrían ser útiles ahora que son nuevos, tanto en vecindario como en país.

-Ahora mismo mis padres no están- Reparé. La mujer dejo caer la cara tensada de una sonrisa, como un aguacero.- Pero podría ir yo.

-Perfecto.- La mujer dio un movimiento de cabeza indicándome el paso.

Camine por los pasillos hasta la entrada.

Su casa por dentro era cálida e impecable. Olía a madera y plantas recién regadas, y perfume de manzana.

-Sólo tengo que ir a buscarlas, puedes esperar aquí,- Dio un golpeteo sobre el sofá.- ¿Quieres agu… ¡Hijo, por favor ¿Podrías atender a la muchacha? , por favor ponte cómoda, ahora vuelvo.

Me quedé esperando en la sala, mientras que la nueva vecina desaparecía dentro de un cuarto en el sótano. La mujer llamó por segunda vez a su hijo, el cual bajó al momento.

-Oh, eres tú. ¿Ves? , sabía que iba hacia tú casa.

-Sí.

-Y…¿Por qué te mudaste?

-Trabajo.- Inflé mis mejillas y sonreí.

-¿Trabajas?

-No

-El trabajo de tú padre…

-Ajá.- Me quede mirando su rostro.- Fue tiempo record.

-¿Qué?

-Conocerte. No suelo hablar mucho, pero me alegra, porque me siento extraña. Ya sabes, nueva casa, nuevas personas

-No eres de aquí ¿Cierto?

-Cierto

-¿Y tú nombre?.- Lo miré. Juro que no suelo tener pensamientos románticos, pero es que en verdad el era el tipo de chico que te hacía sudar. Y no era porque fuera guapo. Ni siquiera lo era. Tenía gafas y el cabello castaño sobre sus orejas. Tenía puesta un suéter de lana gris y unos pantalones negros. Para mi, bastante ordinario, pero por Dios, malditamente atractivo.

-Fara

-¿ Fara, como faro?.- Me quede quieta. Asentí. No era como que no me gustara mi nombre, era peculiar y ligero, como la luz tenue que un faro emite a las últimas horas del día, estoy segura que en la oscuridad todos necesitan uno, pero también estoy segura que pocos hombres como él saldrían con una persona con menudo nombre.

-Ajá, realmente eso significa. La que guía ¿Tú cómo te llamas?

-Bruno

-¿Significado?

-Coraza

-Bien

-¿Vas en prepa?

-Prepa.- Repetí. Sin duda era mi tipo. No es que sea fácil ,o que sea una loba hambrienta, simplemente que en el mundo no te encuentras todos los días con personas que te preguntan sobre la escuela y la llaman “prepa” ,ni mucho menos te encuentras con personas que saben el significado de sus nombres, ya parte lo dicen sin remordimiento.-Sí, esta bastante cerca.

- Creo que es en la que yo voy, estoy seguro. Cuando tienes una prepa a pocos pasos de tú casa no te desgastas en encontrar otra

-Sí

-¿Te parece si mañana nos vemos antes de ir a la prepa?

-Me parece

-Bueno entonces pasare por ti, ¿Te parece a las ocho?

-Me parece

-Bueno, gusto en conocerte Fara. Mañana nos veremos

-Mañana nos vemos

Me quede esperando a la madre de Bruno por los siguientes treinta minutos, hasta que la vi salir con dos cajas. Realmente no me imagine que serían, ¡Vaya que no!

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