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Mensaje por ►soloyo Sáb 30 Jun 2012, 5:36 pm

Nombre: Positive vibe
Autor: ►Cesiaaa Weasley
Adaptación: No, es de mi inspiración.
Género: Drama y Romance
Advertencias: viene un poco de violencia.
Otras páginas: Sí. Twitter, Wattpad y Facebook.



Capitulo 1 – Verdad.


[Renania del Norte-Westfalia, Alemania.
Miércoles tres de junio, mil novecientos noventa y ocho. Nueva y media de la mañana]

Salió de la casa, con dos maletas grandes, apresuradamente y las echó al carro, que se encontraba en la cochera. Subió y se fue con gran velocidad. Antonia Winkler, salía corriendo y observaba, con lágrimas resbalando por su mejilla, al carro de su esposo doblar la esquina.
La Sra. Tomó un autobús y se dirigió de nuevo al hospital. Cuando llegó entró y fue con la enfermera recepcionista.

-Disculpe señorita, el cuartillo de la paciente Layla Winkler –comenzó a decirle a la joven.
-¿Familiar? –Preguntó la enfermera.
-Su madre.
-Muy bien, cuartillo numero catorce –decía amablemente la enfermera.
-Muchas gracias.
Antonia se movía nerviosamente hacia el cuarto de su hija. Llegó a la puerta, tomó el picaporte con inseguridad y entró al cuartillo.
La pequeña niña de tres años, se encontraba recostada en la camilla de sabanas blancas. Su cara estaba totalmente pálida. Y debajo de los ojos, tenía ojeras, de cansancio.
La pequeña Layla, abrió los ojos, dirigió la mirada hacia su madre y con su voz angelical dijo…
-Hola mami.
-Hola bebe – Dijo Antonia entrecortadamente, dejando salir una lágrima.
Layla le sonreía a su madre, ella no comprendía nada de lo que estaba pasando. Segundos después, el doctor Norrinson entró y le pidió a Antonia que pasara a su despacho. Esta obedeció.
-Tenemos que seguir un tratamiento, que no sea agresivo, ya que Layla es muy pequeña – Comenzó a decir el doctor, cuando ya se encontraban sentados en su despacho.
Antonia solo asentía, con lágrimas resbalando por sus mejillas, unas llegaban hasta su pecho, para después perderse entre su blusa rosa, de encajes color lila.

[Lunes, veinticuatro de diciembre, dos mil siete. Ocho de la noche]

Su casa era grande, color melón y tenía un jardín cuidadosamente adornado. Antonia Winkler, subía las escaleras, para después entrar al cuarto de su hija Layla. Ella era más madura. Era una adolescente.
Cuando Antonia entró en el cuarto, Layla se encontraba sentada en la cama, mirando por la ventana, a los diferentes carros que pasaban. La gente que iba ahí, tenían sonrisas en su rostro, y todos iban en grupos de familia.
-¿Qué haces hija? –Preguntó Antonia - ¿No quieres cenar?
-No tengo hambre – contestó fríamente la chica.
-¿Estás bien?
-Sí, estoy… bien – contestó Layla insegura.
“¿Qué si estoy bien? No, no lo estoy, llevo cuatro años preguntándole a mi madre, que si en alguna navidad o en alguna noche buena, mi padre nos vendrá a visitar. Siempre obtengo de respuesta ‘Ya vendrá, hija no te preocupes’ y una sonrisa fingida. ¿Por qué no me dice la verdad? Que yo fui la causante de que mi padre se fuera. Que cuando tenía leucemia el huyó para no hacerse cargo de una pobre enferma” – pensaba Layla.
-¿Segura? – Le preguntó su madre.
-Si mamá, segura – contestó irritada.
Antonia se retiró, cuando cerró la puerta, muchas lágrimas resbalaron por su rostro.
“¿Por qué si estas lejos, sigues arruinándome la vida?” –pensaba.

La noche, fue silenciosa, en la casa de las Winkler, era la típica noche buena de esa casa. Ellas dos se pasaban cada quien en su cuarto. Layla todo el tiempo tenía la mirada perdida por la ventana. Antonia, solo lloraba acostada en su cama.

Pero algo cambiaba esta noche, Layla se puso de pie, camino hacia la puerta de su cuarto, giró el picaporte, caminó el pasillo y se dirigió al cuarto de su madre.
Entró y Antonia solo levantó la mirada extrañada.
-¿Por qué no me dices la verdad de una vez por todas? – Preguntó Layla.
-Creí que ya sabías todo – comenzó a decir Antonia, indicándole a Layla que se sentara en la cama, esta obedeció – Creí que esa era la razón por la que te guardaste rencor todo este tiempo. Cerrándote al mundo y creyendo que tú eras la única que existe aquí.

-No te equivoques conmigo mamá – Dijo Layla desafiante – lo único que hacía, era callarme cada vez que me cruzaba contigo, para no decir lo que tengo acá adentro.
-¿Y porque no lo sacas de una vez?
-Mi papá nos abandonó, porque no se quería hacer cargo de mi ¿verdad?, ¿el huyó por mi culpa? –comenzó a hacer preguntas – Y tu no haces nada más que mentirme, e ilusionarme con que algún día volverá, cuando sabes que no es así, tu sabes que él se fue para nunca más volver y me has estado ocultando tod…
-Creo que tu eres la que se está equivocando – interrumpió Antonia, ya que Layla comenzaba a alterarse –si yo no te dije la verdad era para que tu no sufrieras.
-Mamá, a veces la verdad duele, pero las mentiras son las que más lastiman, y si es una mentira de tu propia madre, duele aún más.
-Y ¿Por qué nunca dijiste esto? ¿Por qué nunca me dijiste que tú sabías todo, y que te dolía que te mintiera? – preguntó Antonia.
-Porque aún tenía la esperanza de que mi papá volviera, por lo menos en navidad –dijo Layla ya un poco calmada y con lágrimas en las mejillas- porque aún te creía, mamá-prosiguió susurrando.
Antonia no dijo nada y solo agachó la cabeza. Layla continuó.
-Ahora contéstame esta pregunta –dijo poniéndose de pie - ¿Por qué te alejaste de tu familia?
-Porque él me lo pidió, queríamos hacer una vida… juntos –Antonia contestó en susurro, con la voz entrecortada.
-¿Dónde están ellos?
-En México.
-¿Crees que te voy a creer? –preguntó Layla, con una risita fingida.
-Cree lo que quieras, ellos se mudaron, hace algunos años – Dijo Antonia, mientras caminaba hacia un mueble, que estaba en una esquina del cuarto.
Abrió un cajón y sacó un sobre amarillo. Adentro del sobre había un papel arrugado, lo sacó y extendió la mano, para que Layla lo tomara.
-Es una carta de mi madre –dijo Antonia – ahí dice que… qué más da, léela.
Layla hiso caso y comenzó a leerla.

“Antonia:

Te preguntarás como sé tú dirección. Estuve averiguando y te encontré. No he ido a visitarte, porque sé que no me recibirías de buena gana. Después de todo lo que te hice pasar. Estoy muy arrepentida de eso, al igual que tu padre. No fue la mejor manera de tratarte. Y debimos de aceptar tu relación con Ernest.
Además, ya no estamos en Berlín, hace unas semanas que estamos en México. Volvimos a tierras mexicanas.
Espero que la pequeña Layla esté bien y que la hayas sabido cuidar muy bien. Ya te habrás enterado por el noticiario de la muerte de tu hermana. Tú única hermana, con la cual no estuviste nunca, ya que preferías estar con tus amigos que con tu familia. Sabes que el avión que la llevaría de vuelta a México, se cayó en el océano y que nadie sobrevivió.
Ahora espero que algún día vengas a visitarnos, queremos conocer a nuestra pequeña nieta, Layla. Nunca la hemos visto y estoy segura de que es hermosa, al igual que tu.

Te extrañamos mucho.

Con cariño, tu madre.”

-¿Hace cuanto que tienes esta carta? –Preguntó Layla devolviéndosela.
-Hace tres años –contesto Antonia.


Última edición por ►soloyo el Lun 13 Ago 2012, 11:22 pm, editado 15 veces
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Mensaje por Young Paws Dom 01 Jul 2012, 1:52 am

ATENCIÓN

En esta sección NO se publican novelas. Además la tuya no tiene la ficha reglamentaria, tendrás 48 horas para colocarla y entonces moveré el tema, si no respondes hasta ese entonces, el tema será borrado.
Young Paws
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Mensaje por ►soloyo Mar 03 Jul 2012, 10:02 am

Capitulo 2 –Recordar.

-Llévame con ella – Dijo Layla.
-¿Segura? –Preguntó Antonia.
-Sí, mamá, estoy segura, yo también quiero conocerla – Dijo Layla calmadamente – Además, tu y ella tienen que hablar.
-Yo no quiero hablar con ella.
-¿Por qué? ¿Te das cuenta que eres tu quien no quiere solucionar las cosas?
-Las cosas no tienen solución – Dijo Antonia.
-Mamá, mi abuela tenía razón en no querer que tu estuvieras con mi padre. El te abandonó dejándote a cargo de mí, eso no habla muy bien de él – dijo Layla – y ¿Por qué en la carta decía que tu hermana “regresaría a México”? ¿Y también que tus papás “regresaron” a México?
-Porque, yo no soy Alemana, soy mexicana.
-¿Por qué nunca me lo habías dicho? –Preguntó Layla.
-¿Para qué? Eso forma parte de mi pasado.
-¿Qué más cosas me has ocultado? –Preguntó Layla irritada.
-Nada eso es todo.
-¿Mi papá es también mexicano?
-No, el si es alemán, el fue el de la idea de que nos viniéramos a Alemania. Mi mamá nos siguió, llegamos a Berlín, pero después escapamos, para terminar aquí –Dijo Antonia.
-Ok. ¿Cuándo saldremos hacia México? –Preguntó Layla.
-Si tú quieres, este mismísimo fin de semana. En el sobre de la carta está la dirección de mi madre.
-Ok. ¿Comprarás los pasajes de avión?
-Sí. Ahora mismo.

Layla no dijo más y salió del cuarto de su madre. Ahora empezaba a comprender, porque desde pequeña le habían enseñado el idioma español. Se recostó en su cama y empezó a mirar el techo.
“Ahora entiendo todo” –pensaba.
Se quedó dormida mientras repasaba todas las palabras que le había dicho a su madre.


[Viernes veintiocho de diciembre, dos mil siete. Nueve de la noche]

Antonia se encontraba en su cuarto, haciendo maletas. Estaba nerviosa. Al siguiente día tomarían el avión que las llevaría con su madre. Eso era algo nuevo en su vida. Ya que estaba acostumbrada a despertarse, llevar a Layla al colegio, dirigirse hacia su trabajo. Era el único lugar en el que estaba acompañada. En el que no se sentía sola. Ya que en su trabajo tenía muchos amigos. Después de trabajar todo el día, se dirigía a su casa, para preparar la cena. Encontrarse sola en el comedor, ya que Layla siempre tomaba su comida y se iba a encerrar a su cuarto. Recogía los platos, se daba un baño y dormirse. Para que al siguiente día se encontrara con la copia del día anterior.

Por su parte Layla, había terminado de empacar sus cosas. A excepción de una caja de cartón grande que guardaba bajo su cama. Se tiró en el piso, la sacó y quitó la tapa forrada de negro, en la que había un papel que decía “Recuerdos”.
En la cima de las cosas que habían en esa caja, había un cartel enrollado. Layla lo tomó y lo expandió. En el cartel decía: “Layla, estamos contigo” se lo habían hecho sus amigas de cuarto año, en las épocas más complicadas que llevaba la enfermedad de Layla, la leucemia.
Adentro de la caja, había muchas fotos de Layla sonriendo junto a sus amigos. Había una pulsera morada que tenía “Forever together” esa pulsera era un regalo de su mejor amiga Eleanor. Entre muchas cosas, estaba un diario. Layla lo abrió y fue directamente hasta la última hoja.

“No sé qué está pasando. Me alejé completamente de mis amigos. Eran lo único que tenía, después de descubrir a la verdad sobre mi padre, he perdido a mi madre. Ahora estoy sola. Solo hoy me alteré y comencé a gritar fuertemente y mis amigos solo retrocedían. Ellos no tenían la culpa de mi enfermedad, pero estaba harta de que en la escuela me discriminaran porque a veces no tengo cabello. Ellos son los únicos que no me discriminan, ellos realmente me quieren.
Un chico de sexto año, me tomó del brazo fuertemente y me empezó a decir cosas feas, sobre mi cabello. Ya que comenzó a crecer y lo llevo como el de un hombre. ¿Qué problema hay en eso? Luce bien.
No, ya no quiero escribir más. No quiero terminar llorando”
Layla cerró el diario y una lágrima resbalaba por su mejilla. “Los perdí”-pensó-“Mi vida comenzó a ser solitaria desde ese día” Guardó las cosas que había sacado de la caja, y puso la tapa. Colocó la caja arriba de la mesita, que se encontraba al lado de la cama. Se recostó en la cama y se quedó dormida.
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Mensaje por ►soloyo Miér 04 Jul 2012, 7:49 am

Capitulo 3

[Sábado, veintinueve de diciembre. Siete de la mañana.]

Un hombre se acercó al taxi, y ayudó a las Winkler a bajar las maletas. Layla tomó la suya, al igual que Antonia y se metieron al aeropuerto. Se acercaron con la recepcionista, les dio los boletos con destino a México. Se sentaron en unas bancas y esperaron.
Layla prefirió no hablar con Antonia, ya que esta estaba completamente nerviosa, y se concentró en mirar un avión que despegaba.
Llamaron a las personas con destino a México, las dos se pusieron de pie con las maletas y en unos minutos después se encontraban a bordo del avión.
-¿No estás nerviosa? –Preguntó Layla.
-Sí, estoy muy nerviosa.
-Yo estoy ansiosa, quiero conocer a mi abuela –Dijo Layla emocionada.
-Cuando la conozcas te arrepentirás de lo que estás diciendo –Dijo Antonia.
Layla solo la miró, para después ignorar lo que había dicho su madre y demostrarle que no le importaba.
Después de una hora de silencio, Layla sacó su celular, conectó los auriculares y empezó a escuchar algo a lo que ella llamaba “buena música” subió todo el volumen, cerró los ojos y en su rostro se dibujo una sonrisa, se veía totalmente relajada.
En unas horas, Layla ya se encontraba dormida, al igual que Antonia.

[México. Sábado veintinueve de diciembre, dos mil siete. Cinco de la tarde]
Despertaron. Todos se ponían de pie y bajaban del avión, ellas hicieron lo mismo. Acababan de llegar a Guadalajara, México.
-¿Tan rápido? –Preguntó Layla.
-Sí, a mí también me parece raro –Dijo Antonia.
-¡Dios mío! ¿Vamos ya con mi abuela? –Preguntó Layla con una sonrisa en su rostro.
-Sí. –Contesto Antonia malhumorada.

Salieron del aeropuerto y tomaron inmediatamente un taxi, subieron las maletas a la cajuela y Antonia dio la dirección de su madre al señor del taxi.
Después de treinta minutos, el taxi se detuvo en frente de una casa grande, blanca y limpia. Layla fue la primera en bajar. Ayudó al chofer a bajar las maletas, tomó la suya y corrió a tocar el timbre de la puerta.
Una señora abrió la puerta, era alta, de tez blanca, cabello castaño claro con canas, ojos verdes penetrantes y una sonrisa muy parecida a la de Layla.
-¿A quien busca? –Preguntó la señora. En español
-Busco a Paula –Dijo Layla girando la cabeza hacia su madre, con un español de un acento diferente.
“Es tan raro hablar español, tengo mucho que no lo hablo, hace como tres años”-pensaba Layla –“¿Lo habré hablado bien?”
-Sí, soy yo ¿Qué se le ofrece? –Preguntó la señora.
Paula dirigió su mirada hacia Antonia, sus ojos se cristalizaron y Antonia corrió para después darle un abrazo a su madre. Terminaron con el abrazo.
-Pasen – Dijo Paula, haciéndose para un lado, dejando ver una casa amplia. Las paredes estaban pintadas de color rosa claro y estaban llenas de cuadros. Los sillones eran de color crema. El comedor era de madera, lucía elegante. Entraron. Paula se acercó a Layla y le dio un fuerte abrazo.
-¡Que linda eres! – Dijo mirándola con sus ojos verdes, iluminados.
-Gracias, lo mismo digo de usted –Dijo Layla correspondiéndole el abrazo.
-Háblame de ti – dijo Paula, todavía mirando a Layla.
-Solo recuerdo poco de cuando era más pequeña –Dijo Layla mientras tomaba asiento en uno de los sillones – Cuando tenía tres años me diagnosticaron Leucemia – Cuando mencionó esto, Paula se sobresaltó – Y mi padre, al saber la noticia, huyó, dejando a mi mamá a cargo de mi y de mi enfermedad.
-Y… ¿Ya no tienes leucemia? –Preguntó Paula.
-No, ya desde hace dos años se fue – Dijo Layla, tocando su cabello lacio, rubio y un poco largo.
-¿Por qué nunca contestaste la carta? –Paula se dirigió hacia Antonia.
-No lo sé, todavía te guardaba rencor, hasta el lunes que Layla habló conmigo –Contestó Antonia.
“Me sorprende lo sincera que es” –pensaba Layla.
-Y, si se puede saber… ¿De qué hablaron? –Preguntó Paula.
Antonia le habló de todo.
-Debo decir que esta jovencita de doce años, piensa mejor que tu, ¡Sin ofender! –Dijo Paula.
Layla rió y Amanda solo sonrió sin enseñar sus dientes grandes y blancos.
-Y… ¿Dónde vivirán? – Preguntó Paula.
-Pensaba rentar una habitación en un hotel que vi, en el camino del aeropuerto, hasta acá –Dijo Antonia.
-¡Nada de eso! ¡Ustedes se quedarán aquí! –Dijo Paula.
-¿Segura mamá? ¿Mi papá no se molestaría? –Preguntó Antonia.
-¡No! El al igual que yo te extraña mucho, seguro se alegrará –Aseguró Paula.
-¡Ya lo quiero conocer! –Dijo Layla -¿No tiene fotos recientes de él?
-Sí, claro –Dijo Paula poniéndose de pie, subió las escaleras, para después volver con un álbum fotográfico. Enseñó todas las fotografías.
-Mamá, eres muy parecida a él –Dijo Layla.
-Sí, siempre me lo dijeron – Dijo Antonia.
Conversaron toda la tarde. Subieron las maletas al cuarto en el que dormirían y Layla sacó la caja de los recuerdos, metiéndola debajo de la cama en la que ella dormiría, ya que en el cuarto había dos camas individuales.
-¿Qué era eso? –Preguntó Antonia.
-Una caja –contestó Layla.
-Pero… ¿Qué contiene? –Preguntó Antonia.
-Recuerdos de cuando tenía Leucemia.
-Y… ¿Por qué los guardas? –Preguntó Antonia.
-Porque aunque la leucemia no sea buena, fueron los mejores años de lo que llevo de vida –Contestó Layla.
[Domingo, treinta de diciembre del dos mil siete. Diez de la mañana]

Layla despertó, miró hacia la cama de su madre, y Antonia ya no estaba, solo habían un par de sabanas muy bien dobladas. Layla decidió bajar al primer piso y en el comedor se encontraban sentados Antonia, Paula y un señor.
-Ella es mi hija, papá –Dijo Antonia dirigiéndose al señor.
-Hola Layla, yo soy Francisco, tu abuelo –Dijo el señor sonriendo.
-Hola – Dijo Layla acercándose para darle un abrazo. Francisco le correspondió el abrazo.
-Eres hermosa, te pareces mucho a tu madre – dijo.
-Gracias – Dijo Layla sonriéndole.
-Tu mamá ya me habló de ti – Dijo Francisco. Layla solo volteó a ver a su madre y ella le sonrió.

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Mensaje por ►soloyo Jue 05 Jul 2012, 6:47 pm

Capitulo 4 –Año nuevo.

[Lunes, treinta y uno de diciembre del dos mil siete. Doce del medio día]
Paula, Francisco, Layla y Antonia, preparaban comida, arreglaban la casa, etc., para festejar una fiesta de año nuevo.
-Layla, ¿Me puedes acompañar al supermercado? –Preguntó Antonia.
-Claro.

Ya estaban en el supermercado, cuando Antonia mandó a Layla a ir a buscar refrescos. Layla comenzó a buscar entre los pasillos, cuando una chica le habló.
-¿Qué buscas? –Le preguntó.
-Ah. ¿Trabajas aquí? –Peguntó Layla.
-No, solo que vi que tienes mucho tiempo buscando.
-Unos refrescos.
-Ah. Ven acompáñame –Agregó la chica.
-Claro –Contestó Layla.
-No eres mexicana ¿verdad? –Preguntó la chica mientras caminaban.
-No, soy alemana.
-Se nota mucho en tu acento.
-¿Si? Y ¿Cómo te llamas? –Preguntó Layla.
-Regina y ¿tu?
-Layla, mucho gusto. –Contestó.
-Y ¿Cuántos años tienes? –Preguntó Regina, mientras Layla tomaba los refrescos necesarios.
-Doce años –Contestó Layla sonrojada.
-Jajaja! No te preocupes, yo igual.
-Ok. Y ¿sabes de escuelas cercas de aquí? –Preguntó Layla.
-Si, en la que yo voy. Esta como a tres cuadras de aquí. ¿Te llevo? –Preguntó Regina.
-mm… no gracias –Dijo Layla sonriendo – vengo con mi madre, y pues me tengo que regresar con ella.
-Y… ¿Dónde está? –Preguntó Regina.
-mm... Ah es esa de ahí –Dijo Layla señalando a su madre, que se acercaba a ella.
-¡Vaya! Parece una modelo –Dijo Regina.
-No lo creo, bueno adiós.
-Adiós, y te escribes a esa escuela.
-Sí, jaja. Un gusto conocerte –Dijo Layla.
-Igualmente.

Layla se acercó a su madre y regresaron a su casa después de comprar las cosas.

[Guadalajara, México. Treinta y uno de diciembre. Once cincuenta y nueve]

-tres… dos… uno… ¡Feliz año nuevo! –Todos se felicitaban.
El Sr. Francisco, destapó una botella de champagne, y todos comenzaron a brindar.
-Por este año nuevo, que nos espera junto a mi nieta y mi hija –Brindó Paula.
-¡Salud!

Pasaron un año nuevo divertido, en unos segundos después de las doce de la mañana, llegaron los anteriores amigos de Antonia y comenzaron todos a bailar. Layla sonreía mucho y bailaba con personas que no conocía, pero se divertía mucho.
Layla miraba a su alrededor, cuando su mirada se detuvo por un momento, a observar unos ojos conocidos.
-¡Regina! ¿Qué haces aquí? –Dijo acercándose al dueño de esos ojos.
-Mi mamá dijo que vendría a visitar a una vieja amiga –Contestó Regina.
-¡Vaya! El mundo es tan pequeño –Dijo Layla.
-Ya lo veo. Aprovechemos. Háblame de ti –Dijo Regina.
-¿De mi vida? –Preguntó Layla.
-Sí.
-Bueno, cuando tenía tres años, me diagnosticaron leucemia y mi padre huyó al saber eso. Perdí a mis amigos en cuarto año de escuela, porque otros alumnos me discriminaban por mi enfermedad. Ya que había veces que no tenía cabello. A los doce años, ahora, me vine a México, y me encuentro contándole mi vida a una chica que apenas conocí esta tarde –Dijo Layla – Háblame de ti.
-Jaja. Bueno yo, crecí en un rancho, me encantan los caballos. Cuando era pequeña mis padres se separaron y vivo con mi mamá. Mi papá no me trata del todo bien pero, igual, siempre sonrió, solo tengo un amigo que se llama Roberto. Y tengo una perrita que está embarazada –Dijo sonriendo.
-¡Que loco! –Dijo Layla ya que no sabía que decir.

Duraron toda la noche hablando hasta el amanecer. Hasta que la mamá de Regina decidió irse y Layla fue a dormirse.


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Mensaje por ►soloyo Vie 06 Jul 2012, 9:09 pm

Capitulo 5 – Regalo.

[Uno de enero. Dos de la tarde.]

La luz que entraba agresivamente por la ventana, evitaba que Layla pudiera abrir los ojos. Se sentó en la cama tapándose los ojos con los extremos de la manga del sweater. Se paró cerro la ventana y pudo abrir sus ojos.
Se dio un baño y se puso un jean con una blusa negra y un chaleco de mezclilla.
Bajó y no había nadie. Tostó dos panes integrales, les hecho mermelada de fresa, se sirvió un vaso de leche y comenzó a comer.
Minutos después se abrió la puerta principal y entraron Antonia, Paula y Francisco con cajas de regalos. Paula traía un cachorro.
-Mira, es tuyo –Dijo dándome al cachorro.
-Muchas gracias abuela –Dijo Layla, tomó al cachorro y se fue al jardín.

Layla estaba completamente feliz, nunca había tenido una mascota.
-Snoopy –Gritaba.
-¿Quién es Snoopy? –Preguntó Paula, cuando salía al jardín.
-El cachorro –Contestó Layla.
-¿Te gustó?
-¡Claro abuela! –Dijo Layla sonriendo.
-Lo compramos entre los tres.
-Gracias.

Layla pasó toda la tarde jugando. Cuando se cansó subió al cuarto, tiró una blusa de ella y acostó ahí al cachorro. Y ella se dejó a caer en la cama, cansada y se quedó dormida.

[Guadalajara México. Ocho de enero, dos mil ocho. Tres de la tarde]

-Layla ¿Estas lista? –Preguntó Paula.
-Sí, espera, iré por los papeles –Dijo Layla mientras subía corriendo las escaleras.
Bajó con unos papeles en las manos y salieron de la casa. Tomaron un taxi. Este se detuvo en frente de una escuela.
Entraron a la escuela y se dirigieron a la dirección.
-Disculpe, vengo a escribir a mi nieta –Dijo Paula.
-¿Trae la papelería necesaria? –Preguntó una señora regordeta, que estaba en un escritorio atendiendo.
-Sí. –Dijo Paula entregándole los papeles.
-Sólo faltaría asignarle un aula –Dijo la señora, tecleando algo en una computadora - ¡Listo! Puede empezar mañana las clases y estará en el salón de 6B.
-Ok, muchas gracias. –Dijo Paula-El uniforme es…
-No, no tienen uniforme.
-Gracias.

Salieron de la dirección y Layla vio un rostro conocido que caminaba hacia un baño.
-¡Regina! ¡Regina! –Gritaba.
-¿Layla? –Preguntó Regina -¿Qué haces aquí?
-Me acaban de inscribir –Dijo Layla emocionada.
-¡Genial! ¿En qué aula estarás?
-6B.
-Yo estoy en ese –Dijo Regina emocionada.
-¿Enserio?
-¡Sí! ¿Cuándo empiezas las clases? –Preguntó Regina.
-Mañana –Contestó Layla.
-¡Genial! Nos vemos aquí.
-Sí. Adiós me tengo que ir.
-Adiós.

Llegaron a la casa, y Layla estaba completamente feliz. Se dio un baño, tomó a su cachorro, le puso una correa y se salió a pasearlo a un parque que estaba cerca.
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Mensaje por ►soloyo Sáb 07 Jul 2012, 9:02 am

Capitulo 6 – I can’t.

Layla iba caminando, cuando se le soltó la correa del cachorro, corrió para alcanzarlo, pero le parecía imposible. Seguía y seguía corriendo. Solo iba concentrada en el cachorro. Cuando vio que alguien lo cargo. Layla dirigió la mirada hacia esa persona, le parecía conocida.
-Hola, ¿es tuyo? –Le preguntó el señor.
-Sí, gracias –Dijo Layla tomando a Snoopy.
-Soy Ernest –Dijo el hombre.
-Layla.
-¡Qué raro! Así se llamaba mi hija –Dijo Ernest.
-Y mi padre se llamaba Ernest –Dijo Layla frunciendo el entrecejo.
-¿Te apellidas Winkler? –Preguntó Ernest.
-Sí – Dijo Layla comprendiéndolo todo -¿Por qué se fue?
-Hija, compréndeme, no podía asimilar lo de tu enfermedad.
-¿Cómo me pide que lo comprenda? –Preguntó Layla con sus ojos cristalizados – Y ¡NO ME LLAMES HIJA!
-Pero… lo que veo, es que no les fue mal –Dijo Ernest.
-¿Y eso qué? Señor, aléjese de mi y de mi familia ¿Ok? –Dijo Layla – Si eso es lo que quiere, ande, váyase.
-Layla… no. Yo quiero estar con ustedes.
-Si en verdad lo hubiera querido, no se hubiera ido. –Dijo Layla tratando de calmarse.
Había amarrado la correa del cachorro en un árbol que se encontraba cerca. Ahora solo apretaba los puños cada vez que se alteraba.
-No sabes cuándo duele que no me digas papá –Dijo Ernest.
-No me importa cuánto le duela. Yo no tengo papá ¿ok? Déjeme en paz –Dijo Layla.
Tomó al cachorro y se fue decidida. Las lágrimas comenzaron a caer. Ella estaba completamente desesperada. “¿A dónde voy? –Pensaba – Si voy para la casa, sabrá donde vivimos. Y es lo que menos quiero. No quiero ver a mi mamá llorando de nuevo”
-Layla –Ernest la había alcanzado y la tomo del brazo – Por lo menos llévame con tu madre. Quiero verla.
-¡NO! No sabe cuánto daño le hizo –Dijo Layla alterada –No quiero verla llorar de nuevo.
-Layla, te lo pido por favor.
-Ya le dije que no. Ahora déjeme en paz. –Dijo Layla en un hilo de voz. El nudo en la garganta no la dejaba hablar.
Ernest se fue. Layla se sentía completamente destrozada. “Siempre había querido que mi papá regresara –pensaba – no me imagine que fuera de esta manera”
Se sentó en una banca del parque y se quedó ahí. Solo repasaba las palabras que Ernest le había dicho.
-No puedo, no puedo –susurró Layla, seguía llorando.
-¿Disculpa? –se acercó un chico que pasaba justo en ese momento.
-Nada, nada –Contestó Layla secándose las lágrimas.
-¿Te puedo ayudar en algo? –Preguntó el chico.
-No, estoy… bien –Contestó Layla.
-No es lo que parece –Dijo el chico – soy Roberto.
-Layla.
-¿No eres de aquí verdad? –Preguntó Roberto.
-No. –Contestó Layla.
-Y… ¿De dónde eres?
-Alemania –Contestó Layla – Me voy.
-Sí, fue un gusto conocerte –Dijo Roberto – Adiós.
Layla solo se paró y caminó hasta llegar a su casa. Abrió la puerta y…
-¿Qué paso? –Preguntó Antonia acercándose a Layla, ya que sus ojos estaban rojos e hinchados.
-Nada, mamá, nada –Contestó Layla.
-No, estoy segura de que algo sucedió ¿Quieres que hablemos? –Preguntó Antonia.
Layla solo asintió, el nudo en la garganta se sentía más grande. Subieron las escaleras y se metieron en su cuarto.
-Ahora sí, ¿Qué paso?-Preguntó Antonia.
-Mamá, lo vi –Dijo Layla. Se lanzó hacia su madre y la abrazo. No paraba de llorar.
-¿A quien? –Preguntó su madre confundida.
-A Ernest, mamá, lo vi.
-¿Qué? ¿Dónde?
-En el parque, fui a pasear a Snoopy y ahí estaba –Contestó Layla.
-Y ¿Qué te dijo? –Preguntó Antonia con sus ojos cristalizados.
Layla le hablo de lo sucedido. A veces se detenía a tomar aire, ya que estaba muy alterada. Se quedó dormida de tanto llorar. Antonia le puso una sabana encima y le quitó los tenis. Apagó las luces y bajó al primer piso.
-Vio a Ernest –Dijo mientras bajaba el último escalón.
Paula y Francisco se sobresaltaron.
-¿Y? ¿Qué quiere? – Preguntó Paula.
-Quería verme –Contestó Antonia.
-No me digas que le dio la dirección de la casa –Dijo Paula.
-No mamá, Layla solo le dijo que se fuera.
-Lo menos que quiero es que ese hombre se les acerque. Ya les hizo mucho daño – Dijo Francisco.
-No quiero que se le acerque a Layla –Dijo Antonia.
Se quedaron conversando hacia tarde.

[Nueve de enero dos mil ocho. Doce de la tarde]
-Layla, baja a comer –Gritó Paula en las escaleras.
-Voy –Dijo Layla.
Layla corría para todos lados. Metía los útiles a su mochila, se peinaba el cabello, se ponía los zapatos, etc.
Al fin bajó y Antonia ya estaba arreglada para irse a pedir trabajo. Francisco ya se había ido y Paula servía los platos de la comida.
-¿Cómo me veo? –Preguntó Layla.
-Bien, hija. –Dijo Antonia.
-Gracias –Dijo Layla sentándose en una silla y recargándose en la mesa.
Layla se veía exhausta. Tenía sus ojos hinchados de tanto haber llorado en la noche, no se había peinado del todo. Paula dejo el plato de comida de Layla en frente de ella.
-No tengo hambre –Dijo Layla.
-¿Qué tienes hija? –Preguntó Paula.
-Nada. Estoy bien –Contestó Layla.
Antonia sabía muy bien que no estaba bien. Ya que todos estos años contestaba igual, cuando por dentro estaba destrozada.

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Mensaje por ►soloyo Dom 08 Jul 2012, 8:56 pm

Capitulo 7 – Felicidad.

[Nueve de enero, dos mil ocho. Doce cincuenta de la tarde]

Layla acababa de llegar a la escuela. Entró y se dirigió a donde se quedaron de ver ella y Regina. Y ahí estaba parada, con un chico a su lado, que a Layla le parecía conocido.
-Hola –Dijo Layla tímidamente, cuando se acercó a Regina.
-Hola –Contestó Regina sonriéndole –El es mi amigo, Roberto.
-Layla ¿Verdad? –Preguntó Roberto extrañado mirando a Layla.
-¿Ya se conocían? –Preguntó Regina.
-Eres el chico que estaba ayer en la noche en…
-Sí –Interrumpió Roberto – Y tu, la alemana.
-Sí. ¡Qué pequeño es el mundo! –Dijo Layla.
-Tus ojos no quedaron bien –Dijo Roberto.
-¿Por qué? –Preguntó Regina - ¿Estuviste llorando?
-Sí, un pequeño problema –Dijo Layla.
-¿Pequeño? Layla, parecía como si se hubiera muerto alguien – Dijo Roberto.
-No, pero para mí esa persona está muerta –Dijo Layla.
-Déjame adivinar –Dijo Regina - ¿Tu papá?
-Sí, lo odio tanto –Dijo Layla.
-¿Lo viste? –Preguntó Regina sorprendida.
-Sí. Me dijo que quería ver a mi madre. ¿Puedes creerlo?
-Perdóname pero ¡es un imbécil! –Dijo Roberto.
-Sí. ¡Un completo idiota! –Dijo Layla.
-Bueno, hay que olvidarnos de esto y ser felices –Dijo Regina sonriendo – Vamos al aula, quiero que todos te conozcan.
-Vamos –Dijo Layla siguiendo a Regina.
Tocó el timbre de entrada justo cuando entraban al salón, todos giraron la cabeza hacia Layla, ella apenas iba a continuar caminando, cuando un profesor se acercó corriendo.
-Señorita, señorita –Dijo mientras la alcanzaba.
-¿Mande? –Preguntó Layla.
-¿Usted es la nueva verdad? –Preguntó el maestro.
-Sí –Contestó Layla.
-Ok. Entremos al salón –Dijo el maestro – Chicos, ella es una alumna nueva, que los estará acompañando lo que resta del año. Su nombre es… -Se detuvo y miro hacia Layla.
-Hola, me llamo Layla –Dijo ella.
-Hola –Dijeron unos de los alumnos al unisono.
-Ok. Si quieres ve a tomar asiento –Dijo el maestro.
Layla miró todo el salón, hasta que vio a Regina, haciéndole señas de que se sentara en el asiento que estaba al lado de ella. Roberto se encontraba sentado atrás de Regina. Layla caminó hacia el asiento y se sentó dejando caer su mochila en sus piernas.
El maestro comenzó a dar clase y Layla no conseguía concentrarse, la mayoría de los alumnos la miraban. Ella apenas les iba a sonreír y estos inmediatamente giraban la cabeza. Se sentía nerviosa.
Tocó el timbre de cambio de clase y todos los alumnos se pararon y salieron del salón.
-¿A dónde van? –Preguntó Layla.
-Cuando cambiamos de clase, cambiamos de salón –Dijo Regina.
-¿Qué clase te toca? –Preguntó Roberto.
-¿Y cómo voy a saber? –Preguntó Layla.
-Te dieron un horario ¿no? –Dijo Regina
-Ah! Si, aquí lo traigo –Contestó Layla sacando un papel de su mochila y entregándoselo a Regina.
-Ah! Mira, es una copia de nuestros horarios –Dijo Regina enseñándole el papel a Roberto.
-¡Es verdad! Ahora vamos a Ciencia –Dijo Roberto.
Ellos caminaron y Layla solo los siguió y así paso todas las horas, hasta que tocó el timbre del receso.
Caminaban por toda la escuela. Cuando un chico se acercó.
-Hola bichos –Dijo dirigiéndose hacia Roberto y Regina - ¿Ya tienen un bicho más en su familia?
-¡Cállate Jorge! –Dijo Regina tratando de ignorarlo y seguir caminando.
Jorge la tomó del brazo.
-¿A dónde crees que vas? –Le preguntó a Regina - ¿Cómo te llamas tú? –Se dirigió hacia Layla.
-Layla –Contestó tímida.
-Déjalas en paz Jorge –Dijo Roberto.
-Está bien, no quiero estar rodeado de bichos, Adiós –Dijo Jorge dirigiéndose hacia su grupo de amigos. Todos ellos rieron.

-¿Quién es ese? –Preguntó Layla.
-Jorge, se cree que puede insultar a cualquier persona –Contestó Regina.
-¿Y porque les habla así? –Preguntó Layla.
-Porque no quisimos formar parte de su “grupito” –Contestó Roberto.
-Por cierto, Layla, todos los días después de clases, vamos a un bosque que está cerca de aquí. –Dijo Regina.
-¿Para qué? –Preguntó Layla.
-A divertirnos. ¿Vas? –Preguntó Roberto.
-Sí, claro.


[Nueve de enero. Dos mil ocho. Siete de la tarde]

Regina, Roberto y Layla, iban caminando hacia el bosque. Ellos iban callados. Layla sentía nervios, no sabía que pasaría. Se adentraron en el bosque, hasta que encontraron un claro. Y se pusieron cómodos ahí.
-¿Y solo estaremos nosotros? –Preguntó Layla.
-No, en unos minutos llegará el resto de la escuela –Dijo Regina.
-¿Segura? –Preguntó Layla un poco nerviosa.
-Sí, mujer, segura. –Contestó Regina.

Estuvieron unos minutos más, hasta que se empezaron a ver más chicos entre los árboles, llegaron y todos empezaron a platicar.
Layla consiguió muchos amigos esa tarde. Todo iba bien, hasta que el celular de Layla comenzó a sonar.
-¿Bueno? –Contestó la llamada.
-¡Layla! ¿Dónde estás? –Preguntaba Antonia.
-Ah! Mamá, estamos en un lugar en el que todos se juntan después de la escuela –Contestó Layla.
-¿Dónde? Por lo menos hubieras avisado. –Dijo Antonia.
-Ah! ¡Mamá! Solo es un bosque, está vacío y nada más estamos nosotros, esta cerca de la casa –Dijo Layla.
-Ok, no quiero que llegues tarde –Dijo Antonia.
-No mamá. –Dijo Layla cortando la llamada.

Siguió ahí, todos se llevaban bien, ya que Jorge y sus amigos no estaban. Todos platicaban, reían, etc.
“Aquí realmente soy feliz” –pensaba Layla.

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Mensaje por ►soloyo Lun 09 Jul 2012, 8:55 am

Capitulo 8 – Starbucks.


[Guadalajara, México. Ocho de agosto del dos mil once. Siete de la mañana.]

Layla se encontraba esperando a Regina y a Roberto afuera de la preparatoria, cuando alguien se acercó.
-Hey! Layla ¿Cómo estás?
-¿Qué quieres Jorge? –Preguntó Layla irritada.
-¡Cálmate! –Dijo el chico –Solo quería hablarte, ya que estas sola.
-Bueno, y ¿Eso que te interesa? Prefiero estar sola que contigo.
-Disculpa, te estoy hablando amable –Dijo Jorge.
-¿Ya se te olvidó como nos tratas? O ¿Es una bromita? –Preguntó Layla.
-Sabes que, Adiós, andas insoportable –Dijo Jorge.
-¡Vaya! ¿Tan rápido de hartas cuando la gente te habla de la forma en la que tu les hablas? – Preguntó Layla divertida.
-Oye, te callas o no quieres que te… -Comenzó a decir Jorge, pero un chico lo interrumpió.
-¿Qué? ¿Le vas a pegar?
Jorge miró al chico y se fue sin decir nada. El otro chico apenas se iba a ir, cuando Layla lo tomó del brazo.
-Hey! Gracias –Dijo Layla.
-De nada –Dijo el chavo para después intentar irse, cuando Layla lo volvió a detener.
-¿Cómo te llamas? –Le preguntó.
-Jahir –Contestó el chico - ¿Y tú?
-Layla.
Jahir sonrió y se fue.
-¿Qué fue eso? –Dijo Regina acercándose a Layla.
-¿Qué? –Preguntó Layla confundida.
-¿Quién es ese chico? –Preguntó Regina.
-Ah! Dijo que se llama Jahir –Contestó Layla - ¿Por qué?
-No lo sé, dímelo tú –Dijo Regina - ¿Qué quería?
-Ah! Me defendió de Jorge.
-¿Jorge? ¿Estudiará en esta preparatoria?
-Pues sí.
-Esto es imposible –Dijo Regina.
-¿Qué pasa? –Preguntó Roberto acercándose.
-Nada, solo que Jorge estudiará en esta preparatoria. –Contestó Layla.
-No puede ser – Dijo Roberto, para después meterse a la preparatoria, seguido de Layla y Regina.

[Tres de la tarde]

Layla y sus amigos entraron a un Starbucks. Cada quien pidió su café y fueron a sentarse, en un lugar cerca de la ventana. Platicaban sobre los años que ya habían pasado juntos. Cuando alguien se acercó.
-Layla ¿verdad? –Preguntó el chico.
-Sí, tú eres… ¿Jahir? –Dijo Layla.
-Sí. ¿En qué salón estas? –Preguntó Jahir, Layla se paró y se fue a la mesa en la que antes estaba el chico.
-¡Vaya! Se olvidó de que tiene amigos –Dijo Regina mirando hacia donde estaba Layla.
-Jaja, déjala –Dijo Roberto.

Pasaron toda la tarde en el Starbucks, hasta cuando el cielo comenzó a nublarse, se pusieron de pie para irse a sus casas.
-¿Te llevo a tu casa? –Le preguntó Jahir a Layla.
-No, seguro mis amigos me acompañan –Contestó Layla.
-Estás loca, yo ya quiero llegar a mi casa –Dijo Regina metiéndose en la plática –Tengo hambre.
-Sí, yo vivo cerca de ella, así que me iré con ella –Dijo Rogelio.
-Y ahora. ¿Qué dices? –Preguntó Jahir.
-Como quieras –contestó Layla.

Tomaron el autobús. Layla se sentó junto a la ventana, y unos minutos después, comenzó a llover.
-¡Cierra la ventana! –Dijo Jahir.
-No puedo –Dijo Layla intentando cerrarla.
-Te ayudo –Dijo Jahir.
Parecía imposible. Apenas se iban a cambiar de asiento, cuando se dieron cuenta que todos estaban ocupados, y se tuvieron que quedar ahí. Los dos estaban completamente mojados.
-Jaja, te ves graciosa –Dijo Jahir mirando a Layla.
-Puedo decir lo mismo de ti –aseguró ella.
Los dos se rieron. Bajaron del autobús y mientras iban a casa de Layla…
-Eres divertida –Dijo Jahir – Me caes bien.
Layla solo sonrió. Faltaban dos casas, para llegar, cuando se dieron cuenta de que alguien peleaba, afuera de la casa.
-¿Quiénes son? –Preguntó Jahir.
-Mis padres. Pero… -Layla estaba confundida - ¿Cómo consiguió la dirección?
-¿Quién?
-¡Mi papá!
-Creo que aquí te dejo, adiós –Dijo Jahir.
-Sí, adiós. Y… gracias –Dijo Layla para después dirigirse hacia su casa.

-¿Qué hace aquí? –Le preguntó Layla a su padre.
-Yo… solo…
-Le dije que no se acercara –Lo interrumpió Layla.
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Mensaje por ►soloyo Jue 12 Jul 2012, 11:44 am

Capitulo 9 –Are you kidding?

-Layla, yo solo quería ver a tu madre –Dijo Ernest – Quería ver como esta.
-¿Y eso le importa? –Preguntó Layla, ya tenía los ojos cristalizados- Señor, si en verdad le importara, hubiera estado con nosotras todo el tiempo.
-Layla, cálmate –Dijo Antonia.
-Mamá, como me pides que me calme –Dijo Layla mirando a su madre.
-Será mejor que me vaya –Dijo Ernest.
-Exactamente, vete. –Dijo Antonia.
-Una pregunta. ¿Cómo consiguió la dirección? –Preguntó Layla.
-Hoy en la mañana, te vi salir de aquí – Dijo Ernest, para después irse.

Layla se metió a su casa, subió corriendo los escalones, tomó un cambio de ropa y se encerró en el baño. Se dio un baño, se metió en su cuarto y se tiró en el pequeño sillón que está cerca de la ventana, para quedarse observando para afuera, como cuando estaba más chica.
-Layla…
-Mamá, quiero estar sola –Interrumpió Layla a su madre.
-Solo quería decirte que… -Comenzó a decir Antonia – Tu padre quiere quedarse a vivir aquí.
-¿Qué? ¿Estás bromeando? –Preguntó Layla alterada.
-No, dijo que si tú querías, el se podía quedar aquí –Dijo Antonia
-Permíteme recordarte, que esta es casa de Paula –Dijo Layla- Además ¿para qué lo quieres? ¿Para qué te siga haciendo daño?
-¿De qué hablas?
-Mamá, no me niegues, que cuando él vivía con nosotras, te maltrataba.
-¿Y tu como sabes eso? –Preguntó Antonia confundida.
-Una noche, invitaste a una amiga a cenar a la casa de Alemania, y yo como siempre, no cené en la mesa. Pero estaba la puerta de mi cuarto abierta, así que pude escuchar todo. Tú le contaste, todas las maneras en las cuales Ernest te maltrató psicológica y físicamente –Dijo Layla.
-Layla, siento que hayas escuchado eso –Dijo Antonia, una lágrima comenzaba a resbalar por su mejilla.
-Mamá ¿Realmente quieres estar de nuevo con Ernest? –Preguntó Layla.
-No.
-¿Entonces?
-Creí que tú sí, y solo actuabas así, para parecer fuerte –Dijo Antonia.
-Mamá, yo no soy fuerte. Pero tampoco soy tonta –Dijo Layla.
-Ok. –Dijo Antonia, para después bajar al primer piso.
“No lo puedo creer” –Pensó Layla.
Layla tomó su celular, conectó los auriculares, colocó cada uno en su oreja y le subió todo el volumen. Se dirigió hacia su cama y se tiró ahí, para quedarse dos horas escuchando música y pensando.

[Nueve de agosto, dos mil once. Siete de la mañana]

-Hola Layla –Dijo Regina acercándose.
-Hey! Chicas ¿Cómo están? –Preguntó Roberto mientras llegaba.
-Bien –Contestó Regina.
Layla no hablaba, todavía pensaba en lo sucedido la noche pasada. Y no se había dado cuenta de la presencia de sus amigos.
-Layla ¿Qué tienes? –Preguntó Roberto.
-¡Layla! –Gritó Regina, al ver que su amiga no reaccionaba.
-Hey! ¿Mande? ¿Cuándo llegaron? –Preguntó Layla.
-Hace unos minutos. –Dijo Regina - ¿Qué te pasa?
-¿Por qué? –Preguntó Layla.
-No lo sé, estas muy distraída-Dijo Roberto.
-Nada, no pasa nada ¿Entramos? –Preguntó Layla, para después entrar a la prepa seguida de sus amigos.

“Iré al bosque –pensaba Layla, mientras el profe de matemática explicaba la clase – necesito despejar mi mente”
[Una diez, de la tarde]

-¡Layla! ¿Vas para tu casa? –Preguntó Regina.
-Sí. Adiós –Dijo Layla, para después salir casi corriendo.
Apenas iba a doblar la esquina, cuando alguien la detuvo.
-¡Layla! ¿A dónde vas? –Preguntó.
-Jahir… a mi casa.
-¿Te llevo? –Preguntó Jahir.
-No, gracias –Dijo Layla. Tomo un autobús, y se bajó antes de llegar a su casa, para dirigirse al bosque.
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Mensaje por ►soloyo Miér 18 Jul 2012, 12:47 pm

Capitulo 10 – Bosque.

Se adentró en el bosque, buscando el claro en el cual, antes, siempre se juntaban. Cuando al fin lo encontró, se sentó en una grande piedra, que estaba en el centro, y se comenzó a relajar.
-Esto es tan estúpido –Se dijo Layla.
-No lo es –Dijo alguien. Se escucharon ramas que se rompían.
Layla comenzó a mirar hacia todos lados, asustada.
-Tranquila, te seguí hasta aquí –Dijo.
-Me asustaste. –Dijo Layla.
-Lo siento.
-Y… ¿Por qué me seguiste? –Preguntó Layla, haciéndose para un lado, para que él se pudiera sentar.
-No lo sé, vi que estabas mal –Dijo – Y como te dije ayer, me caes bien, y no quería verte así.
-Gracias. Jahir, una pregunta. ¿Dónde vives? –Preguntó Layla.
-Ah! A pocas cuadras, de donde tú vives –Contestó Jahir, para después sonreír.
-Ok –Dijo Layla. Se paró y comenzó a caminar.
-¿A dónde vas? –Preguntó Jahir.
-Esta tarde pienso conocer este bosque. –Dijo Layla.
-¿No es peligroso? –Preguntó Jahir.
-No lo sé, lo peligroso ya no me asusta –Dijo Layla, para después adentrarse más al bosque.
Jahir solo la seguía, el se veía asustado. Layla a veces solo lo miraba y se reía de él.
Tenían, por lo menos, una hora caminando, cuando se escuchó que algo se movió al lado de Layla.
-¿Qué es eso? –Preguntó Jahir asustado.
-Tranquilo, solo es un conejo –Dijo Layla, cargando al conejo blanco – Estas muy tensionado, tranquilízate.
-No puedo evitar pensar en que saldrá un animal y nos hará daño.
-Un animal, como un… ¿Conejo? –Preguntó Layla y comenzó a reírse.
-¡No es gracioso! –Dijo Jahir.
-Acéptalo, si lo es. –Dijo Layla –Mira que asustarse con un conejo.
-¡No, no lo es! –Dijo Jahir alterándose.
-Hay, ya lo siento –Dijo Layla, se dio media vuelta, soltó al conejo y siguió caminando.
Seguían caminando, cuando se escucharon risas.
-¿De qué te ríes? –Le preguntó Layla a Jahir.
-¡Yo no me estoy riendo! –Dijo Jahir al instante.
Siguieron caminando, cuando vieron a dos hombres. Estaban sucios, muy altos y muy fuertes.
-¿Qué hacen aquí? –Preguntó uno dirigiéndose hacia Layla y Jahir.
-Solo… queríamos conocer el bosque –Dijo Layla dando pasos hacia atrás.
-¿A dónde creen que van? –Preguntó el otro hombre, cuando se percató de que Layla y Jahir cada vez se alejaban más.
-¿Por qué? –Preguntó Jahir temeroso.
-¿No se quieren quedar? –Preguntó el hombre.
-No, gracias. –Contestó Layla. Para después darse la vuela –Corre –Se dirigió hacia Jahir y este le hizo caso.
Los dos corrieron y los hombres los persiguieron.
-No creo que este sea el camino por el cual vinimos –Dijo Jahir.
-Ni yo, pero ¿Qué más da? Prefiero seguir corriendo –Dijo Layla.
De vez en cuando, miraban hacia atrás, y se podía observar que desde lejos, los hombres iban corriendo. No se podía comparar las velocidades, porque los hombres corrían muy lento.

Layla y Jahir se detuvieron.
-Creo que los perdimos –Dijo Jahir.
-Desde hace mucho tiempo –Aseguró Layla.
-¿Y porque no me dijiste? –Preguntó Jahir.
-Porque no me quería detener –Contestó Layla, se tiró en la tierra, estaba cansada– Espera, la tierra está fresca.
-Ah! ¿Y eso qué? –Preguntó Jahir.
-Quiere decir que estamos cerca de agua –Dijo Layla.
Se puso de pie y siguió caminando. Cuando sintió que la tierra estaba aún más fresca. Dio un par de pasos más y vio un lago grande.
-¡Ahí está! ¡Te lo dije! –Dijo Layla tomando a Jahir del brazo para que pudiera ver el lago.
Layla sacó su celular de la bolsa del pantalón, así como su cartera. Tiró la mochila a un lado y corrió, para después aventarse al lago.
-¡Layla! ¿Qué te pasa? –Preguntó Jahir.
-Lo siento, mientras corría me dio calor. –Dijo Layla –Vamos metete.
-No.
-¡Vaya! –Dijo Layla –Que irritante eres.
-¿Por qué lo dices? –Preguntó Jahir.
-No quieres hacer nada divertido –Contestó Layla.
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Mensaje por ►soloyo Vie 20 Jul 2012, 12:39 pm

Capitulo 11 - Perdidos.

-¿Disculpa? –Preguntó Jahir – Muchachita, usted no me conoce.
-Deja de hablar así –Dijo Layla.
-¿Quieres que me meta al lago? –Preguntó Jahir.
-No, si tú quieres – contestó Layla, mientras se comenzaba a alejar, nadando.
-Hey! ¿A dónde vas? –Preguntó Jahir.
-¡Tranquilo! Solo quiero nadar.
-Ok. No te alejes.
-Jaja, ¿Y quién eres tú?-Preguntó Layla.
-Jahir –Contestó - ¿Por qué eres así?
-¿Cómo? –Preguntó Layla confundida.
-No sé, te cierras a ti misma, no hablas de tus problemas –Contestó Jahir.
-Oye, no te conozco. –Dijo Layla - ¿Cómo te voy a hablar de mis problemas?
-No sé, solo relájate y habla.
Layla se quedó pensando un momento.
-¿En verdad quieres saberlos? –Preguntó.
-No tendría ningún problema en escucharlos, si tú me los quieres contar –Contestó Jahir.
-Está bien, no escucharás nada –Dijo Layla.
-Eres muy cruel.
-¡Gracias! a una persona le gusta escuchar que le digan eso –Dijo Layla sarcásticamente.
-No fue nada.
-Y bien ¿Tú como estas? –Preguntó Layla.
-Bien… no tengo problemas –Contestó Jahir.
Layla salió del lago, tropezó con una rama, cayendo en la tierra.
-¡Vaya! Ahora estoy repleta de lodo –Dijo Layla.
-Jaja, realmente eres graciosa –Dijo Jahir, burlándose de Layla.
-Ahora soy yo quien piensa que no es gracioso –Dijo Layla.
-Lo siento. –Dijo Jahir - ¿Por qué no te metes de nuevo al lago?
-¿Para qué? –Preguntó Layla.
-Para que se te quite el lodo.
-Está bien.
Se volvió a meter al lago, se remojó bien y volvió a salir.
-¿Nos vamos? –Preguntó Jahir.
-Sí, tenemos que buscar la salida. –Contestó Layla.
-Sí, pero la niña quería conocer el bosque, y por su culpa nos perdimos –Dijo Jahir burlón.
-Calla.
Caminaron y comenzaron a buscar por donde salir. Layla se comenzaba a desesperar, Jahir solo miraba para todos lados.
-¿Recuerdas haber pasado por aquí? –Preguntó Layla.
-No –Contestó Jahir.

Comenzaba a oscurecer y ellos todavía no salían. Ya ni siquiera hablaban, solo querían encontrar la salida. Tenían horas caminando.
-Se va a hacer noche ¿Qué hora es? –Preguntó Jahir.
-Siete y media de la tarde –Contestó Layla, viendo su celular – Tengo seis llamadas perdidas.
-¡Vaya! Tu novio no te deja en paz –Dijo Jahir.
-No tengo novio.
-Ah! Bueno y ¿De quién son?
-Mi madre. Se preocupa demasiado.
-Tiene derecho –Dijo Jahir.

-Jahir, no me siento bien –Dijo Layla después de veinte minutos.
-Ni yo, estoy desesperado –Dijo Jahir.
-No, en verdad, no me siento bien –Dijo Layla, se dio media vuelta y vomitó.
-Layla ¿Qué tienes? –Preguntó Jahir asustado –tu nariz está sangrando.
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Mensaje por Keely Sáb 10 Nov 2012, 10:12 am

Me he leído el primer capítulo y me parece muy interesante, continuaré leyendo :DD
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Mensaje por Keely Sáb 10 Nov 2012, 10:55 am

Ya leí todo. Jahir y Layla me dan risa xD Muy linda novela, buena forma de redactar
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Mensaje por ►soloyo Sáb 22 Dic 2012, 2:18 pm

Capitulo 12 - ¿De nuevo?

-¿Qué? –Preguntó Layla, tocándose debajo de la nariz- Oh Dios mío.
-¿Qué pasa? –Preguntó Jahir asustado.
-Nada grave –Contestó Layla – En mi mochila tengo rollo.
Dio media vuelta, para que después Jahir comenzara a buscar en la mochila.
-Ten –Jahir le dio el rollo.
Layla se empezó a limpiar la nariz.
-¿Pasa seguido?
-Hace años que ya no pasaba – Contestó Layla.
-¿Tienes saldo en tu celular? –Preguntó Jahir.
-Si
-Márcale a alguien
-¿Para qué? –Preguntó Layla.
-Para que vengan por nosotros
-¿No crees que si vienen se perderán también?
-No había pensado en eso. –Dijo Jahir – Layla tu nariz sangra de nuevo.
-¡¡Esto es desesperante!!
-Vamos sigamos caminando, no queremos que obscurezca más

Caminaron una hora más, y sucedió, obscureció y ya no se veía nada. Escucharon a mucha gente hablar.
-¡Deben ser ellos! –Dijo Layla, se quedó pensando un momento – No, me parece imposible.
-¿Quiénes? –Preguntó Jahir.
-Solo camina.
-Mira es el claro en el que estuvimos primero –Dijo Jahir – Y hay… gente.
-Si son ellos.
-Hola Layla –Dijo un chico - ¿Qué te trae por acá? Y… ¿Por qué tu blusa tiene sangre?
-Problemas nasales –Dijo Layla, para después reír- ¿Y por donde salimos?
-¿En verdad ya no te acuerdas? –Preguntó el chico.
-Martín, tenemos horas perdidos –Dijo Layla – Encontramos un lago.
-¿Enserio? –Pregunto Martín-¿Dónde?
-Dime donde está la salida–Dijo Layla ignorándolo.
-Ah!, solo ve por allá y todo derecho –Dijo el chico señalando hacia un lugar.
-Gracias –Dijo Layla –Camina
Jahir hizo caso y después de unos minutos ya estaban en la carretera.
-Al fin –Dijo Jahir.
-Lo sé. –Dijo Layla – Me duelen mis pies, estoy mareada, vomité y mi nariz sangra.
-Jaja, ahora eso me suena gracioso.
Llegaron a la casa de Layla, apenas se iban a despedir, cuando Paula salió.
-¿Qué son estas horas muchachita? –Preguntó – Te ordeno que te metas.
-Ah! Abuela, el es Jahir –Dijo Layla, tratando de presentarlos – Y ella es Paula.
-Buenas noches señora Paula –Dijo Jahir amablemente.
-Layla, metete –Dijo Paula.
-Adiós –Se dirigió Layla a Jahir y se metió.
-Aléjate de ella –Le dijo Paula a Jahir.
-Señora, pero yo…
-Haz caso y vete –Dijo Paula.
Layla se quedó atrás de la puerta, así que había escuchado todo. Paula se metió.
-¿Abuela por qué le dijiste eso? –Preguntó Layla confundida.
-No quiero que te pase lo mismo que tu mamá –Dijo.
-Te aseguro que no pasará, él ni siquiera es mi novio. –Dijo Layla.
-Me alegra, porque tú no tendrás novio –Dijo Paula.
-¿Por qué? –Preguntó Layla, pero no alcanzó a escuchar la respuesta, ya que se desmayó.
-¡Antonia! ¡Antonia! –Comenzó a gritar Paula.
Antonia bajó inmediatamente las escaleras y…
-¡Dios mío! ¡Marca a la ambulancia! –Dijo Antonia - ¿Por qué tiene sangre en la blusa?
-No lo sé, no me había dado cuenta –Contestó Paula.

[Once de la noche]

Estaban en el hospital, Layla ya había despertado hace una hora y Antonia hablaba con el doctor.
-Dice usted que la señorita vomitó ¿Verdad? –Preguntó el doctor.
-Sí, le sangró la nariz y se desmayó –Dijo Antonia – Eso ya había pasado antes, y eran los síntomas de la Leucemia.
-¿Su hija tuvo Leucemia? –Preguntó el Doctor.
-Así es, pero… -Comenzó a decir Antonia, pero después se quedó callada.
-Ok, le haremos los análisis, ahora –Dijo el doctor – Layla tiene que pasar esta noche en el hospital. Mañana a primera hora, le entregaremos los análisis.
-Gracias –Dijo Antonia, y después salieron los dos del cuarto.
-¿Leucemia? ¿De nuevo? –Se preguntó Layla – Estoy segura que es eso.
Se sentó en la cama y se quedó pensando, cuando entró el doctor. Y le sacaron sangre, llenaron dos tubos pequeños y se fue de nuevo.
►soloyo
►soloyo


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