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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Lun 30 Abr 2012, 9:04 pm

Capitulo 17


Un trueno retumbó, tan fuerte y tan repentino como un disparo.
Sin aliento y al borde del pánico. _____ llegó a las cuadras poco después de la medianoche. Evidentemente Mortlin se había retirado, pues no lo encontró en ningún sitio. Sin vacilar, recogió la primera silla de montar que vio, gimiendo al levantar tanto peso, y ensilló a Rasamunde. Sólo, cuando hubo conducido la yegua al exterior se percató de que le había puesto una silla de caballero. Sin detenerse a pensar por un segundo en lo impropio de sus actos, realizó unos movimientos que no había hecho desde que llegara a Inglaterra. Se levantó las faldas hasta los muslos y montó sobre el caballo a Horcajadas. Los músculos de las piernas le dolieron, pero ella hizo caso omiso de la incomodidad.
Hizo girar a Rosamunde en círculo para estudiar los distintos senderos que se adentraban en el bosque. ¿Cuál de ellos la llevaría a Nicholas? Cerró los ojos y vació su mente, esforzándose por concentrarse. El de la izquierda. Toma el de la izquierda. Sin dudarlo, enfiló el camino de la izquierda, escrutando la oscuridad mientras el corazón le latía con fuerza. Rosamunde siguió el sendero de tierra, y _____ continuó concentrándose, evocando la imagen de Nicholas en su ojo interior. Estaba acercándose....., lo intuía. Pero ¿llegaría a tiempo?.
Otro trueno desgarró el silencio. Un relámpago surcó el negro cielo, iluminando por un instante el sombrío contorno.
Y entonces ella la vislumbró a lo lejos.
Era la torre que aparecía en sus visiones. Espoleó a Rosamunde y se lanzó al galope hacia allí. Varias ramitas le golpearon la cara y una rama más grande chocó contra su hombro, pero apenas percibió el dolor punzante. Empezó a chispear, y pronto la llovizna cedió el paso a un aguacero de gotas menudas y frías que la pinchaban como agujas. Llegó a la linde del bosque y cabalgó a toda velocidad a través del prado. La silueta de la torre se alzaba ante ella, recortada contra el fulgor de los relámpagos.
Cuando se hallaba a sólo unos diez metros, tiró de las riendas de Rosamunde hasta que la yegua se detuvo por completo y escudriñó la oscuridad, aguzando la vista. “¿Dónde estás, Nicholas?” Otro rayo iluminó el terreno. La torre se erguía frente a ella. Un caballo negro sin jinete pacía junto a un murete de piedra.
Una figura yacía despatarrada boca abajo en el suelo.
—¿Nicholas!
El corazón le dio un vuelco de alivio y de miedo. Gracias a Dios, lo había encontrado ... Pero ¿era demasiado tarde?
Se deslizó de la silla y corrió hacia él, dando traspiés sobre el suelo resbaladizo. Sin preocuparse por el barro, se arrodilló junto a él. Con el corazón en un puño y una oración en los labios, le posó la mano en el cuello.
Notó el latido en la punta de sus dedos.
Reprimió con firmeza el sollozo de alivio que iba a escapársele. No era el momento de dejarse llevar por la emoción. Tenía que determinar la gravedad de sus heridas.
Le dio la vuelta con sumo cuidado, escudándolo lo más posible con su propio cuerpo para resguardarlo de la intensa lluvia. El olor metálico de la sangre penetró en sus fosas nasales y el terror le formó un nudo en el estómago.
Parpadeando para sacudirse las gotas de lluvia de los ojos, _____ lo miró a la cara. Tenía los ojos cerrados y le manaba sangre de un profundo corte cerca de la sien.
Le palpó todo el cuerpo rápidamente, buscando otras heridas, rezando por que no hubiese caído victima del disparo que ella había oído en sus visiones. Pronto comprobó que no presentaba heridas de bala, pero sus dedos descubrieron un bulto del tamaño de un huevo en la parte posterior de su cabeza.
Le acarició el rostro con suavidad.
—Nicholas, ¿me oyes?
Él permaneció totalmente inmóvil y en un silencio aterrador.
Otro relámpago se dibujó en el cielo. Al alzar la vista, _____ vio una abertura arqueada en la base de la torre. Tenía que ponerlo a cubierto y curarlo. Se puso de pie, lo sujetó por debajo de los brazos y tiró de él. Dios Santo, el hombre pesaba una tonelada. Gracias al cielo que no tenía que llevarlo muy lejos.
Se le encogió el corazón cuando él emitió un quejido. Aunque se esforzaba lo indecible por no hacerle daño, sabía que las piedras puntiagudas lo raspaban. Le dolía la espalda de soportar tanto peso. Resbaló una vez y dio con el trasero en tierra. Apretando los dientes, acabó de arrastrarlo el corto trecho que faltaba hasta el refugio de la torre. Luego salió corriendo bajo la lluvia para desligar su bolsa de medicamentos de la silla de Rosamunde. La yegua y Myst se habían acercado a la torre. Decidió no atarlos por si se asustaban y quisieran desbocarse, en cuyo caso seguramente se dirigirían de regreso a los establos.
Una vez dentro de la torre, _____ se hincó de rodillas junto al cuerpo inerte de Nicholas y acto seguido abrió la bolsa y puso manos a la obra. Primero extrajo un farol pequeño y lo encendió. Lo colocó junto a la cabeza de Nicholas y le examinó la herida. Enseguida advirtió que necesitaría puntos, pero le preocupaba más que no hubiese recuperado la conciencia. Si tenía una hemorragia interna....
Ahuyentó ese pensamiento sin contemplaciones y se concentró en la tarea que tenía entre manos. La invadió una tranquilidad controlada. Sabía exactamente qué había que hacer para curarle la herida. Y había que hacerlo de inmediato.
Sacó dos cuencos pequeños de madera de la bolsa, corrió al exterior y rápidamente los llenó de agua de lluvia. Se arrodilló de nuevo junto a Nicholas y se puso a mezclar raíces y hierbas con silenciosa concentración.
Después de lavar la herida, la suturó con una serie de puntos diminutos y precisos y luego le vendó cuidadosamente la cabeza con una larga tira de gasa limpia.
Le posó la mano en la cara y suspiró aliviada al notar que no le ardía la piel y que su respiración se mantenía pausada y estable, señales de que tenía los pulmones despejados y las costillas intactas.
Ya no le restaba más que esperar a que despertase.
Y rezar por que eso no ocurriese.
Después de guardar meticulosamente sus pertrechos, se levantó para friccionarse los tensos y doloridos músculos de los hombros. Un profundo cansancio se apoderó de ella y estiró los brazos sobre la cabeza para aliviar la tensión de la parte inferior de la espalda.
—_____
La voz de Nicholas era apenas un susurro áspero, pero a _____ el corazón le brincó en el pecho al oírla. Gracias a Dios. Olvidó su agotamiento de inmediato, se puso de rodillas junto a él y le dedicó una sonrisa a su rostro pálido y agraciado.
—Aquí estoy, Nicholas.
Él movió la cabeza e hizo un gesto de dolor.
—Me duele la cabeza.
Nicholas no estaba demasiado contento de haber despertado. Una punzada aguda en el cráneo lo hizo aspirar de golpe una bocanada de aire. Maldición, se sentía como si alguien le hubiese abierto la cabeza con una piedra. De hecho, le habría costado mencionar una parte del cuerpo que no le doliese de un modo u otro. ¿Y por qué diablos estaba mojado?
Fijó la mirada en _____. Tenía un aspecto desastrado, cosa que no lo sorprendió demasiado.
—¿Dónde estamos? —preguntó, paseando la vista por el recinto.
—En una especie de ruina. En la planta baja de una torre.
La miró fijamente, con la mente en blanco.
— ¿Por qué?
— ¿No recuerdas lo que te ha pasado?
Se obligó a concentrarse y de pronto recordó lo sucedido. La nota de Kinney. Información. Las ruinas. Pero Kinney nunca llegó ...., sin duda causa de la lluvia. ÇEl había emprendido el camino de regreso a casa. Un rayo había caído muy cerca. Un trueno. Myst encabritado. Una caída.....
—Los rayos y relámpagos espantaron a Myst. Se empinó y me arrojó de la silla.—Levantó la mano y se estremeció de dolor cuando rozó con los dedos la venda que le cubría la frente—. ¿Qué es esto?
—Te hiciste un corte profundo en la frente. Te lo he limpiado, cosido y vendado. También tienes un chichón considerable en el cogote.
Maldita sea, con razón le dolía tanto el cráneo. Se había golpeado la cabeza contra una piedra.
—¿Myst está bien?
—Sí. Está fuera, con Rosamunde. Ahora que estás despierto, iré a echarles un vistazo. Vuelvo enseguida.
_____ salió por la puerta en forma de arco y regresó unos minutos después conduciendo a ambos caballos por las riendas. Los llevó al fondo del recinto y dedicó un buen rato a acariciarlos y hablarles en un tono reconfortante. Nicholas cerró los ojos mientras la escuchaba. No alcanzaba a distinguir sus palabras, pero su voz sonaba suave y relajante.
Ella volvió a su lado y se puso de hinojos junto a él.
—Los dos están bien. ¿Cómo te sientes?
—Dolorido, y la cabeza me martillea como si una legión de demonios le estuviesen dando mazazos. Aparte de eso, creo que estoy bien. —Intentó incorporarse, pero le entró un fuerte mareo.
—No trates de moverte Nicholas —le dijo ella, posándole una mano en el hombro para impedírselo—. Es demasiado pronto para eso.
—Tal vez tengas razón. —Cerró los párpados, tragó saliva y esperó, ansioso de recuperar el equilibrio. Después de aspirar a fondo varias veces, la náusea remitió y él se atrevió a abrir los ojos.
Ella lo observaba, arrodillada a su lado, y Nicholas escrutó su rostro en la penumbra. El cabello de _____ era una maraña de rizos mojados que le caían sobre los hombros. Tenía los ojos muy abiertos a causa de su evidente preocupación, pero una sospecha asaltó a Nicholas, corroyéndolo por dentro. ¿Cómo lo había encontrado? ¿Lo había seguido? Nadie sabía que él se había dirigido a las ruinas. La única persona que él había visto era Mortlin, y le había dado permiso para retirarse. ¿Le habría indicado el mozo la dirección en la que se había marchado?
—¿Cómo me has encontrado?
Ella titubeó y luego respiró hondo.
—Me ha despertado una visión de ti. Sabía que estabas en peligro. Te he visto. Herido. Sangrando. Junto a una especie de torre de piedra. Me he vestido, he ensillado a Rosamunde y he dejado que mi instinto me guiase ... hasta ti.
El gruñido de incredulidad que Nicholas debería haber soltado se ahogó en su garganta. Los ojos de _____ relucían con sinceridad y preocupación, como almenaras en una tormenta. Por muy desquiciadas que sonaran sus palabras, él no podía desecharlas. Aun así, seguro que había otra explicación ..., una explicación lógica.
—¿Has visto a Mortlin en las cuadras?
—No. Era pasada la medianoche. Debía de haberse retirado ya.
¿Pasada la medianoche? Nicholas había salido de la casa justo antes de las diez, y, según Caroline, _____ se había recogido media hora antes de eso. Si se había quedado en la cama .... ¿Cómo podía saber dónde estaba él o qué le había sucedido? Si de veras ella poseyera el don de ver cosas con la mente .... Pero no, sencillamente él no podía dar crédito a semejante disparate. Lo que ocurría era que _____ era extraordinariamente intuitiva, como su madre cuando él era pequeño, pues siempre adivinaba cuándo sus hijos habían cometido alguna travesura. Además, Rosamunde estaba familiarizada con los senderos que conducían a las ruinas .....
Pero tendría que pensar sobre todo eso más tarde, cuando se sintiese un poco mejor y su cabeza no amenazara con desprenderse de sus hombros. En todo caso, de una cosa estaba seguro.
_____ le había salvado la vida, indudablemente. Sólo Dios sabía cuánto tiempo habría pasado tirado en el suelo, desangrándose, si ella no hubiera aparecido por allí. No sólo lo había encontrado, sino que le había curado la herida.
—Estoy en deuda contigo y mereces todo mi agradecimiento, _____.
Ella frunció el entrecejo y sus ojos centellearon con lo que parecía enfado.
—No hay de qué. Pero si hubieras escuchado mi advertencia de que no montaras a caballo por la noche, esto no habría ocurrido.
Él se quedó callado. Cielo santo, era verdad: ella se lo había advertido ..., le había advertido del peligro. “Maldita sea, contrólate, hombre —se dijo—. No es más que una coincidencia. Siempre existe el riesgo de hacerse daño cuando uno monta a caballo en la oscuridad”.
—¿Cómo se te ocurrió salir a cabalgar de noche? —preguntó ella.
Nicholas estuvo dudando si debía contarle la verdad, y decidió hacerlo para evaluar su reacción. Observándola atentamente, le dijo:
—Contraté a un alguacil de Bow Street para que investigase a un francés que vi con William poco antes de su muerte. El alguacil había descubierto algo y supuestamente iba a encontrarse conmigo en estas ruinas.
—¿Supuestamente?
—No se presentó. Supongo que se retrasó debido a la tormenta, pero estoy seguro de que se pondrá en contacto conmigo lo antes posible.

.Lu' Anne Lovegood.
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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Lun 30 Abr 2012, 9:08 pm

Capitulo 18


Con toda probabilidad, si ella sabía algo de Gaspard o de su relación con William se pondría nerviosa, se sentiría culpable o se mostraría recelosa. Seguramente no se mostraría enfadada.
—Por todos los santos —le espetó ella con ira—. ¿Podrías explicarme por qué era necesario que fueses a encontrarte con ese hombre en el exterior? ¿A caballo? ¿Durante una tormenta? ¿Es que nunca has oído hablar de un salón? —Agitó las manos en un gesto de resignación—. Da igual. No te molestes en explicármelo. Es una suerte que tengas una cabeza tan dura. De lo contrario, podrías haberte matado.
Maldición, tendría que enseñarle a esa mujer a tratarlo con un poco de respecto. Abrió la boca para cantarle las cuarenta, pero antes de que pudiese pronunciar una palabra, ella dijo:
—Al menos no te han pegado un tiro.
Él la miró fijamente.
—¿Un tiro?
—Sí. En mi visión oí claramente un disparo, pero supongo que se trataba de un trueno .... Y, sin embargo, percibí la cercanía de la muerte. La percibí con mucha intensidad. —Su expresión se tornó grave—. ¿Estás seguro de que fue un trueno lo que espantó a Myst? ¿No pudo ser un disparo?
Estaba a punto de contestar con un “no”, pero algo en el semblante de _____ lo hizo detenerse a reflexionar sobre su pregunta.
—Todo sucedió muy deprisa. Recuerdo los rayos, truenos ensordecedores ... y después que me caí. Me parece de las más improbable que alguien haya salido a pegar tiros durante una tormenta.
—Sí, supongo que tienes razón. Obviamente me he equivocado.
—Obviamente. —Carraspeó—. Y no tengo la cabeza dura.
Ella arqueó una ceja en señal de incredulidad.
—Creo que el hecho de que estés aquí herido es prueba más que suficiente de que la tienes. Sin embargo, si prefieres que te llame testarudo no tengo inconveniente en hacerlo.
—No lo prefiero. De hecho ....
—Me niego a discutir con un hombre herido —le interrumpió ella con brusquedad —¿Tienes frío?
—¿Frío?
—Sí. Es una palabra que usamos en América y que significa “ausencia de calor”. Estás calado hasta los huesos, pero no tengo con qué taparte.
Nicholas tardó varios segundos en recordar que efectivamente estaba empapado. Miró a _____ de arriba abajo y se dio cuenta de que ella también estaba mojada y tenía el vestido pegado a sus suaves curvas como si lo llevase pintado sobre la piel. Centró la mirada en sus redondos pechos y sus pezones, visiblemente erectos. Lo recorrió una oleada ardiente.
—No, no tengo frío. —De hecho, cada vez tenía más calor.
Contempló, fascinado, cómo el pecho de la joven subía y bajaba con cada respiración. Se obligó a levantar la vista, y lo que vio lo dejó sin aliento. El tenue y parpadeante resplandor del farol iluminaba la gloriosa cabellera, cuyos rizos mojados se derramaban sobre los hombros y la espalda de la joven como una cortina de satén, y las puntas rozaban el suelo de piedra donde estaba arrodillada. Al instante se la imaginó en su cama, sin otro atavió que ese increíble cabello y una sonrisa en su sensual boca.
Su sensual boca ... Clavó los ojos en esos labios, y a pesar de sus numerosos dolores y del incesante martilleo en la cabeza, la lujuria y el deseo se apoderaron de él. Se le escapó un gemido de agonía.
—¿Te duele mucho?
Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza.
—No te lo imaginas.
Ella se alejó, y Nicholas la oyó moverse de un lado a otro. Aprovechó la oportunidad para intentar conseguir que se le pasara la erección. Se imaginó que _____ era fea. Intentó desesperadamente persuadirse de que detestaba las lilas.
Pero nada de eso funcionó. Su miembro excitado palpitaba bajo el pantalón, haciéndolo gemir de nuevo.
—¿Quieres beberte esto? —le dijo ella.
Nicholas abrió los ojos. Estaba sentada junto a él, tendiéndole una taza de madera.
—¿Qué es eso?
—Sólo es una mezcla de hierbas, raíces y agua de lluvia. —Le levantó la cabeza suavemente para que pudiese beber—. Te aliviará el dolor. Intentar volver a la casa mientras no amaines la tormenta es demasiado peligroso. Mientras esperamos, debes descansar y recuperar las fuerzas.
Sólo había una cosa capaz de aliviarle el dolor y desde luego no estaba en esa taza, pero como la mirada de _____ indicaba con toda claridad que no toleraría una negativa y él estaba demasiado cansado para discutir, bebió.
—Puja —protestó con una mueca mientras ella le bajaba la cabeza con suavidad—. Es el brebaje más repulsivo que he probado jamás.
—No es para que lo paladees. Es para que te sientas mejor.
El sabor amargo del elixir le provocó un estremecimiento en todo el cuerpo.
—Es imposible que algo tan repugnante me haga sentir bien.
—No obstante, incluso mientras pronunciaba estas palabras, una extraña languidez se adueño de él, relajándole los músculos y mitigando su dolor.
Alzó la mirada hacia ella, encandilado por la calidez y la preocupación inconfundibles que reflejaban sus ojos. No recordaba haber visto una expresión tan tierna en otra mujer, salvo en Caroline y su madre. Incapaz de resistir la tentación de tocarla, levantó la mano y pasó los dedos por entre sus rizos húmedos. La hebras de color castaño rojizo le rozaron la piel como una caricia sedosa.
—Tienes un cabello precioso. —La cara de extrañeza de _____ lo impulsó a añadir—: Seguro que mucha gente te lo habrá dicho ya.
—En realidad no. Me temo que la palabra “precioso” y mi nombre no suelen aparecer juntos en la misma oración.
—Precioso —repitió él—. Suave. —Enrolló un bucle en torno a su dedo, se lo acercó a la cara y aspiró su aroma—. Lilas.
A ella se le cortó el aliento, y él se preguntó cómo reaccionaría si le tocase algo más que el cabello. ¿Se le entrecortaría la respiración de esa manera si deslizase las manos por su cuerpo?
—Destilo mi propia agua de lilas —susurró _____, con los ojos muy abiertos, fijos en los suyos.
Él aspiró de nuevo, dejando que su fragancia le inundara los pulmones.
—En los jardines de Bradford may florecen muchas lilas. Te ruego que recojas las que desees con toda libertad para preparar esa agua.
—Gracias. Eres muy amable.
“No, no lo soy —pensó—. Un hombre amable no estaría calculando cuánto tardaría en despojarte de ese vestido mojado. Un hombre amable no te imaginaría desnuda, temblando de desea hacía él.”
Cerró los párpados con fuerza para erradicar sus pensamientos lujuriosos. Un hombre amable se obligaría a levantarse y a acompañarla de regreso a la casa antes de que alguien reparase en su ausencia. En lujar de dejarse llevar por el deseo que ardía en su interior como una hoguera.
No, no era un hombre amable.
Tiró suavemente del rizo enrollado en su dedo.
—Ven aquí.
_____ de aproximó a él.
—Acércate más.
Ella se arrimó un poco más, hasta que sus piernas, envueltas en la falda, se apretaron contra su costado.
—Más.
Un brillo de diversión asomó a los ojos de _____.
—Si me acerco más, Nicholas, te traspasaré.
Él enredó los dedos en su cabello y lentamente atrajo su cabeza hacia sí.
—La boca. Más cerca. Así.
La expresión divertida se esfumó del semblante de la jove, que inspiró bruscamente.
—Quieres besarme.
La mano de Nicholas se inmovilizó mientras él la miraba a los ojos ...., unos ojos llenos de preocupación y anhelo. “Quiero hacer el amor contigo. Desesperadamente”.
—Sí, _____, quiero besarte.
—Debes descansar. Y no quiero hacerte daño.
—Entonces, ven aquí.
De nuevo la atrajo hacia sí hasta que sus labios se tocaron. El pulso se le aceleró y estuvo a punto de reírse de su propia e intensa reacción. Maldición, apenas la había tocado y el corazón ya le latía tres veces más deprisa que de costumbre. ¿Qué demonios le ocurriría si alguna vez llegaba a verla desnuda? “Le haría el amor muy despacio, durante horas, y luego le haría el amor otra vez. Y otra.”
—Nicholas —musitó ella.
Él sintió su aliento cálido en los labios y reprimió un gemido. Le hundió más los dedos en al espesa cabellera y apretó los labios con más fuerza contra los suyos.
Cuando su lengua intentó penetrar en la boca de _____, los labios de la joven se abrieron con un leve suspiro que lo llenó de un sutil sabor a fresas. Nunca había besado a una mujer que tuviese un sabor tan dulce, cuya piel resultase tan suave al tacto, que lo hiciese desear estar muy cerca de ella para no perderse uno solo de los tenues efluvios que despedía su piel.
Ella le posó las manos en los hombros y le tocó la lengua con la suya, encendiéndolo por dentro. Rodeándolo firmemente el talle con el brazo que tenía libre, Nicholas la atrajo hacia sí hasta que la parte superior de su cuerpo descansó sobre él. Sus suaves senos se apretaron contra su pecho, abrasándole la piel a través de varias capas de ropa.
El beso se convirtió en una profusión inacabable de suspiros apasionados y gemidos de placer. “Sólo uno más ... uno solo más bastará .... Quedaré satisfecho”
Pero no era suficiente. Por más que la estrechaba entre sus brazos, la sentía y la saboreaba, no era suficiente. Sus manos se deslizaban incansables por su espalda, abriéndose camino entre su sedoso cabello, luego abarcándole la cintura y palpándole el redondo trasero, estrechándola contra él. Quería cambiar de posición y colocarse encima de ella, pero la languidez que se había apoderado de él aumentaba por momentos, dejándole sin fuerzas en los brazos, hasta que se sintió tan débil como un recién nacido.
Ella emitió un suave quejido y se apartó de él con delicadeza. Los párpados le pesaban a Nicholas y pugnó por mantenerlos abiertos, pero era una batalla perdida.
—Estoy tan cansado .... —susurró.
—Descansa. Seguiré aquí cuando despiertes.
Nicholas intentó responder, pero ni siquiera pudo mover los labios. La inconsciencia lo cubrió como una sábana de terciopelo.
_____ lo observó mientras él se abandonaba al sueño. Sabía que ese reposo le era necesario, pero ella tendría que vigilarlo y despertarlo periódicamente para asegurarse de que dormía normalmente y de que aquel sopor no significaba una pérdida de sentido debido a la herida. Escuchó el rítmico sonido de su profunda respiración y, al ponerle la mano en la frente, advirtió que tenía la piel seca y fresca, indicio de que su sueño era del todo natural.
Aliviada, le pasó los dedos suavemente sobre el rostro. Nicholas tenía los músculos de la cara perfectamente relajados y sus oscuras pestañas proyectaban sombras sobre sus mejillas. Sin el menor rastro de tristeza o amargura en los labios, parecía libre de preocupaciones. Ella le apartó un mechón de pelo que tenía sobre la frente. Su aspecto le recordaba al de un muchacho vulnerable.
Recorrió el fornido cuerpo con la mirada y estuvo a punto de soltar una carcajada: ese hombre no tenía nada de muchacho.
Su amplio pecho subía y bajaba pausadamente, atrayendo su mirada hacia el intrigante vello negro que asomaba por el cuello de la camisa. La acometió un deseo de tocarlo tan incontenible, tan tentador .....
Incapaz de aguantarse, le abrió la camisa manchada de tierra y le colocó la palma de la mano en el pecho. El corazón de Nicholas latía contra los dedos de _____, y un escalofrío la estremeció hasta las puntas de los pies. De pronto, los ojos se le arrasaron en lágrimas.
—Dios mío, he estado a punto de fracasar de nuevo. A punto de perderte. —La funesta imagen de Nicholas inconsciente en el suelo le vino a la mente—. Mis visiones .... Siempre he considerado que no eran más que un engorro, algo que me impedía ser como los demás. Pero esta noche doy gracias a Dios por ese don, pues me ha ayudado a encontrarte. No dejaré que nada te haga daño otra vez. Lo juro.
Mientras fuera continuaba diluviando, ella veló a Nicholas, viéndolo dormir, acariciándole la cara cada cuarto de hora hasta que abría los ojos, para comprobar que no hubiese perdido el sentido. Despuntaba el alba cuando ella finalmente quedó por completo convencida de que él dormía con normalidad; la fatiga la invadió y se permitió el lujo de recostarse ....., sólo por un momento. El suelo de piedra estaba muy frío, de modo que se acurrucó junto a Nicholas para entrar en calor.
“Sólo echaré una cabezada”, se dijo, pero menos de un minuto después se estaba adormilando. Un pensamiento le hizo arrugar el ceño, impidiendo que se entregase al sueño. Algo .... algo no marchaba bien. En su visión .... estaba segura de que había oído un disparo .......
Pero su cerebro cansado no fue capaz de determinar la causa de su inquietud, y el agotamiento la venció.

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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Lun 30 Abr 2012, 9:10 pm

Capitulo 19


Caroline descendió por las escaleras poco después del amanecer. Normalmente no se levantaba tan temprano, pero el gorjeo incesante de los pájaros junto a su ventana la había despertado, y tenía demasiadas cosas en el a cabeza como para volverse a dormir. Un largo y solitario paseo era justo lo que necesitaba para aclararse las ideas. En cuanto salió a la terraza camino de los jardines, oyó una voz a su espalda.
—Vaya, Caroline, qué sorpresa verte levantada tan temprano.
Caroline se mordió la lengua para reprimir una exclamación de fastidio. ¿Qué lata! Era una de las infernales hermanas Digby...., Penélope o Prudence, a juzgar por su voz chillona. Apretando los dientes, se volvió.
Cielo santo, era peor de lo que esperaba. Ahí, delante de ella, estaban las dos. Penélope la observaba forzando la vista tras unas gruesas gafas que aumentaban el tamaño de sus ojos. A Caroline le recordaba a un bicho, un bicho de dientes largos, con tres docenas de tirabuzones que se encogían como resortes y un sombrerito recargado.
Prudence, de pie junto a su hermana, tenía una expresión malhumorada en su estrecha cara. Como era su costumbre, abría y cerraba la boca sin hablar, gesto desafortunado que la hacía parecer una carpa.
—Buenos días, Penélope, Prudence – saludó Caroline, con una sonrisa forzada.
—¿Vas de paseo? – preguntó Penélope, ladeando la cabeza, con lo que ahora semejaba un bicho torcido.
—Sí. – Caroline comprendió que no tenía otro remedio que invitarlas a pasear con ella, pues de todas maneras ellas se invitarían solas. Esforzándose por no suspirar, les preguntó —: ¿Os gustaría acompañarme?
—Encantadas – respondió Penélope.
Prudence abrió la boca y la palabra “sí” brotó de su interior.
—Qué suerte que nos hayamos despertado temprano y podamos hacerte compañía – comentó Penélope —, ya que por lo visto estás sola.
—En efecto – farfulló Caroline —. Es justo lo que estaba pensando: “qué suerte”.
Bajaron los escalones y Caroline enfiló un sendero que conducía a la torre en ruinas. Penélope se enfrascó en una descripción insoportablemente detallada de su nuevo guardarropa mientras Prudence, por fortuna, guardaba silencio. Caroline asentía con la cabeza de vez en cuando y emitía sonidos vagos, pero por lo demás se esforzaba por creer que estaba sola.
Cuando la torre apareció ante ellas, Caroline se acordó de las numerosas ocasiones en que antaño había subido los ruinosos escalones de piedra y luego fingía ser una damisela en apuros para que William o Nicholas acudiesen a rescatarla. A veces Robert y Jackson se unían también a sus juegos, y en esas ocasiones ella tenía a su servicio a cuatro caballeros que la salvaban, de la amenaza del Mal.
Jackson. Un suspiro escapó de sus labios. Más valía que no pensara en Jackson. Él era el motivo de que ella quisiera salir a pasear a solas, para ahuyentarlo de su emnte. Pero eso era del todo imposible, a pesar de distracción que suponía la cháchara inacabable de Penélope. Ese hombre ocupaba todos y cada uno de sus pensamientos, y cada vez que ella se encontraba en la misma habitación que é, su corazón la amenazaba con dejar de latir.
Lo quería desde que eran niños, pero había una diferencia abismal entre quererlo y estar enamorada de él. Y, sin duda alguna, lo estaba.
Eso le daba rabia, pues sabía que no podía abrigar esperanzas de que un hombre que la veía únicamente como a la hermanita de su mejor amigo llegase a fijarse en ella, pero por más que se repetía que era una tonta su corazón no la escuchaba.
El sendero salió del bosque y ante ellas vieron alzarse la torre en ruinas. Caminaron con cuidado sobre las piedras y cuando estaban a punto de llegar a la torre se oyó un suave relincho.
Prudence abrió la boca, y la palabra “caballo” brotó de su interior.
—Sí – convino Penélope —. Ha sonado como si estuviese dentro de la torre.
—¿Qué divertido! —exclamó Penélope —. ¿Ooooh, quizá sea tu hermano, Caroline! ¿Vamos a saludarlo!
Caroline apenas logró reprimir un quejido. Dios santo, si Nicholas realmente estaba dentro de la torre y ella le endilgaba a las hermanas Digby, seguro que al pobre le daría una apoplejía. Se disponía a decirles algo para convencerlas de que tomasen otra dirección, pero la posibilidad de encontrarse con el duque les había dado alas. Trepaban por las rocas como experimentadas cabras monteses.
Recogiéndose la falda de un modo que habría horrorizado a su madre, Caroline corrió tras ellas, pero las hermanas alcanzaron la puerta mucho antes. Ya desde diez pasos de distancia, oyó el grito ahogado de Penélope, y Prudence debió de abrir y cerrar la boca un par de veces, pues dijo: “Dios bendito”.
Apartándolas a empujones, Caroline entró por la puerta en forma de arco. Entonces, ella también soltó un grito ahogado.
Nicholas yacía en el suelo de piedra, abrazado a _____, que estaba acostada junto a él con la cabeza apoyada en su hombro y la mano en su pecho.
Cielo santo, claramente los habían descubierto en pleno encuentro amoroso. Caroline hubiera debido sentirse escandalizada, indignada, al borde del desmayo.
En cambio, la euforia se apoderó de ella. No le cabía la menor, duda de que _____ y Nicholas estaba hechos el uno para el otro y, a juzgar por el cuadro que ofrecían, ellos mismos lo habían descubierto.
Otro relincho suave captó su atención. Caroline apartó la vista de la pareja durmiente y vio Myst y Rosamunde en la sombra.
Retrocedió unos pasos, decidida a marcharse lo más discretamente posible, y tropezó con alguien.
—Ay —se quejó Prudence.
Por Dios, se había olvidado de las hermanas Digby.
Penélope se abrió paso a codazos y señalo:
—¿Eso que lleva su excelencia en la cabeza en una venda? ¿Vaya, apostaría a que la advenediza de las colonias concertó este encuentro y luego le dio un porrazo a su excelencia para que pareciese que él la había deshonrado! – Murmuró algo más, que sonó sospechosamente a “¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí?”, pero la atención de Caroline estaba centrada en Nicholas.
—Quedaos aquí – les indicó a las hermanas y se acercó a la pareja con toda cautela.
Sí, no había duda de que Nicholas tenía la cabeza vendada. Por todos los santos, ¿qué le había pasado? Evidentemente estaba herido. ¿Estaría herida _____ también?
Dejando a un lado la posible situación embarazosa, se arrodilló junto a _____ y la sacudió por el hombro.
—_____, despierta.
_____ volvió en sí, y poco a poco fue cobrando conciencia de una voz que repetía su nombre con apremio. Entreabrió un ápice los pesados párpados. Tenía los músculos entumecidos y sentía como si unas piedras se le clavaran en la piel.
Su confusión desapareció al instante cuando se percató de dos cosas al mismo tiempo: estaba enroscada junto al cuerpo cálido de Nicholas y un par de ojos azules muy abiertos la contemplaban.
Sus párpados se abrieron de golpe y ella se incorporó como un reyo, apartándose el pelo enredado de la cara.
—¿Caroline!
—_____, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Por qué tiene Nicholas la cabeza vendada?
—Se cayó del caballo.
Se oyó una risa desdeñosa en la puerta. Al volverse, _____ vio a dos de las hermanas Digby – no estaba segura de cuáles – de pie bajo el arco. Una miraba achicando los ojos; la otra, boquiabierta.
Caroline le tocó el brazo para captar su atención.
—¿Está muy malherido?
—Se golpeó la cabeza y se hizo un corte que necesitó varios puntos. Hasta donde he sido capaz de comprobar, no tiene huesos rotos.
El rostro de Caroline palideció visiblemente.
—Dios mío. ¿Y tú? ¿Estás herida?
—No. – Alargó el brazo y le tocó la frente a Nicholas. Suspiró aliviada al constatar que no presentaba signos de fiebre.
—Se pondrá bien, ¿verdad? – preguntó Caroline con expresión de ansiedad.
—Sí. —_____ sonrió, intentando tranquilizarla —. Tu hermano tiene una cabeza excepcionalmente dura.
—Y tanto. —Caroline la abrazó —. Dios mío, _____, has salvado la vida de Nicholas. Siempre estaré en deuda contigo. ¿Puedo ayudar de alguna manera?
—Para empezar, podrías quitar la rodilla de encima de mis dedos – dijo la voz áspera de Nicholas —. Lo que menos necesito ahora es que me duela otra parte del cuerpo.
Caroline dio un gritito de sorpresa e inmediatamente se apartó.
—Nicholas, ¿estás bien? —Lo tomó de la mano y se la llevó a la mejilla.
—Me duele casi todo, pero, por lo demás, estoy bien. – Miró a _____.
—Tienes mejor aspecto —aseguró ella con una sonrisa cariñosa.
—Me siento mejor. Gracias a ti.
Sus miradas se encontraron, y ninguno de los dos fue capaz de apartar los ojos. _____ deseaba estirar la mano y tocarlo, pero controló ese impulso ya que estaban delante de Caroline y las hermanas Digby. Había algo intenso e imperioso en los ojos de Nicholas, pero ella no fue capaz de interpretar esa expresión. Despegó la vista de él, se puso en pie e intentó sacudirse las ramitas y la tierra del arrugado vestido.
—¿Te encuentras en condiciones de hacer el trayecto de regreso a casa? – preguntó Caroline —. ¿O voy a pedir ayuda?
Nicholas se obligó a prestarle atención a Caroline. Cuando lo hizo, tomó conciencia de repente de las implicaciones de su pregunta.
—¿Ayuda? Cielo santo, no. —Se incorporó con un gran esfuerzo y se quedó un rato sentado, con los ojos cerrados, esperando a que se le pasara el mareo. Después de unos segundos y de varias respiraciones cortas, se sintió considerablemente mejor —. Comprenderás, Caroline, que no puedes traer a nadie aquí. La reputación de _____ quedaría gravemente perjudicada. Ella debe regresar a la casa antes de que alguien la eche en falta o la vea tan desarreglada. Ahora mismo. Antes de que sea demasiado tarde.
Caroline se tapó la boca para emitir una tosecilla y luego hizo un gesto significativo con la cabeza en dirección a la puerta.
Nicholas, horrorizado, se dio la vuelta. Dos mujeres jóvenes, una semejante a un bicho con un sombrerito, y otra parecida a una carpa boquiabierta, lo observaban atónitas.
Él cerró los ojos y soltó un gruñido. Además de sus otros defectos, las hermanas Digby eran de lo más inoportunas.

.Lu' Anne Lovegood.
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● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 Empty Re: ● Una Boda Imprevista● «NickJ&Tu» «Terminada!»

Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Lun 30 Abr 2012, 9:13 pm

Capitulo 20


Iba a casarse.
Nicholas, sentado en su estudio privado, vio cerrarse la puerta detrás de su madre y lady Penbroke. Ésta se encontraba en estado de euforia, y las plumas bailaban alegremente alrededor de su cabeza. La reacción de su madre al oír la noticia fue un poco más reservada, pero Nicholas sabía que ella comprendía su responsabilidad para con _____ y respetaba su decisión. Naturalmente, habría preferido que su hijo contrajese matrimonio con una joven inglesa de alcurnia, pero a Nicholas no le cabía la menor duda de que sabría sobrellevar la situación y haría todo cuanto estuviese en su mano para facilitar el ascenso de _____ a su nueva posición social. Su madre se había puesto de acuerdo con lady Penbroke para encargarse de los preparativos de la boda. La única petición de Nicholas fue que no revelasen a nadie sus planes hasta que él hablase con _____ y anunciase formalmente el compromiso.
Se pasó la mano por la cara y se reclinó en el asiento. Matrimonio. Desde el instante en que vio a las hermanas Digby en la torre supo que tendría que casarse con _____; ella le había salvado la vida y, con ello, había dañado su propia reputación. Por supuesto, ambas hermanas Digby habían jurado ad nauseam que no saldría de sus labios una sola palabra sobre lo que habían visto, y Nicholas creía que eso no era del todo imposible. Después de todo, a esas mocosas tontorronas no les interesaba que él desapareciera del mercado de solteros codiciados ..., a menos que fuera para encadenarse a una de ellas, perspectiva que le causó un estremecimiento y lo impulsó a tomar un trago de brandy. Aun así, su promesa de guardar silencio no le inspiraba mucha confianza.
Matrimonio. Lo había evitado durante años y, sin embargo, por causas que no lograba discernir, la idea no lo angustiaba demasiado. Sabía que algunos desaprobarían que eligiera a una americana para convertirla en duquesa, pero, como era sobrina de un conde, la tormenta pasaría rápidamente.
De hecho, sabía perfectamente que una vez que anunciara el compromiso, las mismas personas que ahora menospreciaban a la señorita _____ Matthews, la advenediza de las colonias, intentarían ganarse el favor de la futura duquesa de Bradford. Aunque esa idea lo asqueaba, no podía reprimir la malsana satisfacción que le producía en el fondo. Nadie se atrevería a hacer un solo comentario hiriente sobre ella, so pena de incurrir en la ira del duque.
Una serie de imágenes de _____ desfilaron por su mente: emergiendo de los arbustos, dando traspiés. Durmiendo bajo el gigantesco roble. Bosquejando un retrato de él. Cayéndose del caballo. Cubierta de lodo. Sonriente. Carcajeándose. Tomándoles el pelo.
Una sonrisa se dibujó en sus labios. Aunque no intentaba negar que se trataba de un matrimonio de conveniencia para salvar a _____ de la deshonra, intuía que la vida de casado no le resultaría aburrida.
Y, por supuesto, el matrimonio le permitiría llevársela a la cama. El pulso se le aceleraba sólo con pensarlo. La imagen de ella en el lecho, con su hermosa cabellera desparramada alrededor, alargando los brazos hacia él. Esa parte de su matrimonio sería sumamente .... placentera.
Ahora lo único que faltaba era proponerle matrimonio.
Cuando _____ entró en el estudio al atardecer en respuesta a su llamada, a Nicholas le hizo gracia la inspección visual a la que lo sometió.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó ella, con aire de preocupado—. Deberías estar descansando.
—Estoy bien, gracias a ti. —Le sonrió y se vio recompensado por su delicado sonrojo.
—¿Te causa alguna incomodidad esa herida? Puedo prepararte un remedio si hace falta.
Nicholas se acordó del repugnante mejunje que ella le había hecho beber y contuvo un escalofrío.
—Ya casi no me duele. Ese bálsamo tuyo obró maravillas.
—Me alegro.—Le escrutó el rostro con la mirada y luego se fijó en la venda que le cubría la sien—. En realidad es una suerte que yo posea una constitución robusta. De lo contrario, me habrías dado un susto de muerte. – Mirándolo de nuevo a los ojos, añadió rápidamente—: Pero ya hemos discutido sobre eso. Tengo entendido que querías hablar conmigo.
Nicholas titubeó, inseguro respecto a cómo debía abordar el tema. Por lo general nunca le faltaban palabras, sobre todo delante de una mujer, pero, por otro lado, nunca le había propuesto matrimonio a nadie. Se aclaró la garganta.
—Confió en que serás consciente de que, a causa de lo sucedido anoche y del hecho de que nos sorprendiesen juntos esta mañana, tu reputación está por los suelos.
Ella enarcó las cejas.
—¿Han estado chismorreando por ahí las hermanas Digby a pesar de que han prometido no hacerlo? Caroline prácticamente me ha tenido prisionera en su habitación desde que hemos regresado a la casa esta mañana, y se ha negado a hablar del asunto conmigo hasta que tú y yo mantengamos una conversación al respecto. Si se está cociendo un escándalo, debe de haber algo que podamos hacer para acallar los rumores. Después de todo, nada ocurrió entre nosotros.
—¿Ah no? —Extendió el brazo y con la punta del dedo le acarició la nariz cubierta de pálidas pecas—. Nos besamos. – Bajó la voz hasta hablar en un ronco susurro—. Pasamos la noche juntos a solas. Nos descubrieron al uno en brazos del otro.
Las mejillas de _____ se pusieron coloradas.
—Estabas herido y yo te ayudé. Eso de que pasamos la noche juntos no viene a cuento en absoluto, y, además, era inevitable. Seguro que cualquiera lo comprendería.
—Nadie lo comprendería., _____. Y menos aún tu tía.
—Madre mía, ¿ha estallado un escándalo?
—No.
—Entonces, tía Joanna no ...
—Ella lo sabe.
—¿Ah, sí? ¿Y tú como lo sabes?
—Porque se lo he dicho yo.
_____ se puso en jarras y lo fulminó con la mirada.
—Por lo visto no era la indiscreción de las Digby lo que teníamos que temer. ¿Qué le has dicho exactamente?
—La verdad. Que mis heridas, junto con la tormenta, nos obligaron a pasar la noche juntos y sin vigilancia.
—¿Se mostró muy disgustada tía Joanna?
—No cuando le hube asegurado que tú no saldrías perjudicada por ningún escándalo. En realidad, se ha mostrado bastante conforme con mi solución.
—¿Qué solución?
—Que tú y yo nos casemos.
_____ se quedó inmóvil, el asombro personificado. Lo miró fijamente durante un minuto entero, en el silencio más absoluto que él hubiese oído jamás. Con cada segundo que pasaba el corazón de Nicholas latía más despacio y más fuerte, hasta que sintió que tenía el pecho a punto de estallar. Finalmente, _____ carraspeó y habló.
—Debes de estar bromeando.
Esta vez fue Nicholas quien se quedó estupefacto. No sabía muy bien qué reacción esperaba, pero no se le había ocurrido que ella pudiera tomárselo a broma.
—Te aseguro que hablo muy enserio – dijo con sequedad —. Cuando seas mi esposa, nadie se atreverá a decir una sola palabra contra ti. Cualquier desliz que hayamos cometido antes de los esponsales se nos perdonará, considerando que íbamos a casarnos en el futuro inmediato.
Ella entrelazó las manos y comenzó a retorcerse los dedos.
—Nicholas te agradezco mucho tu noble gesto, pero no creo que estas medidas tan drásticas sean necesarias.
—Estas medidas son absolutamente necesarias. Aunque tú decidieras cargar con una reputación dañada, el escándalo alcanzaría a lady Penbroke. No querrás verla relegada al ostracismo social, ¿verdad?
—¿Por supuesto que no! Tía Joanna ha sido de lo más amable conmigo.
—¿Y quieres corresponder a su amabilidad poniendo en peligro su posición en la alta sociedad?
Ella abrió mucho los ojos, angustiada.
—¿No! Pero ....
—Entonces el matrimonio es la única manera de protegerte y protegerla a ella – aseveró, asombrado (y, maldita sea, irritado) ante la evidente renuencia de _____ a convertirse en su esposa.
Sus ojos castaños con reflejos dorados destilaban tanta preocupación que él se preguntó si le había propuesto matrimonio o cubrirla de brea y plumas. Pese a la irritación que se había adueñado de él, sintió unas leves e inesperadas ganas de reírse. No de ella, sino de él mismo y su propio engreimiento. Nunca se había imaginado que algún día tendría que convencer a una mujer para que se casara con él.
Con sólo mirarla a la cara, supo que eso era justo lo que tendría que hacer.
—Infiero en tu expresión, que no puedo calificar sino de atribulada – le dijo en un tono ligeramente burlón —, que no has tenido en cuenta los beneficios que podría conllevar el casarte conmigo.
Su orgullo se llevó otro golpe al ver la expresión confundida que asomaba al rostro de _____.
—¿Ventajas?
—Sí, es una palabra que usamos en Inglaterra qpara referirnos a “cosas buenas”. Por ejemplo, serías una duquesa.
Ella palideció por completo.
—¡No quiero ser una duquesa!
Hasta ese momento, Nicholas habría apostado la vida a que nunca oiría semejantes palabras de boca de una mujer. Antes de que pudiese discurrir una respuesta, ella echó a andar de un lado a otro de la estancia.
—¿No ves que soy un fracaso social y sería una duquesa pésima? – dijo ella —La gente se reiría a mis espaldas. Soy torpe. No sé nada sobre la moda. Soy un desastre como bailarina. Y, por si no lo habías notado, mi estatura es grotesca.
Nicholas apretó las mandíbulas.
—Nadie se reirá de la duquesa de Bradford. – “No si quieren conservar todos sus dientes”, pensó —. En cuanto a lo demás, no te costará aprender lo que haga falta sobre la moda y baile. Entre tu tía, mi madre y Caroline te enseñaran todo lo que quieras y más.
Ella se detuvo de golpe y se encaró con él, esbozando una sonrisa.
—Veo que se te da bien lo de solucionar problemas. ¿Qué solución propones para la cuestión de mi estatura?
Él acarició la barbilla, fingiendo meditar sobre el asunto.
—A mí personalmente me gusta la altura tan accesible a la que tienes la boca, y no sé si te has fijado, pero soy más alto que tú.
Los ojos de _____ se llenaron de ternura.
—Oh, Nicholas, es maravilloso que estés dispuesto a sacrificarte de este modo, pero no puedo permitirlo. Lo último que quisiera es causar bochorno o vergüenza a tu familia.
Nicholas apenas pudo contener el impulso de sacudir la cabeza con estupor. Ella no estaba pensando en sí misma ..., sino en él. Y qué ironía que los rasgos que ella consideraba sus defectos – su torpeza, su escasa habilidad para bailar, su desconocimiento de la moda y su estatura – formasen parte de lo que la hacía tan refrescante, tan especial, tan fascinante. El mero hecho de que fuera capaz de rechazar una oferta de matrimonio por parte del hombre conocido como “el soltero más codiciado de Inglaterra” lo dejaba atónito.
Y lo reafirmaba en su deseo de salirse con la suya.
En cuanto a deslucir el nombre de los Bradford, nada de lo que ella pudiera hacer sería peor que los secretos que él conocía ..., secretos que podían acarrear la perdición de toda su familia.
—No quieres avergonzarme, y sin embargo, si te niegas a aceptar mi propuesta, eso es justo lo que harás –dijo él —. Todos pensarán que soy un libertino despreciable que mancilló tu honra y que luego se negó a proponerte matrimonio. – Apartando a un lado su sentimiento de culpa por manipular el corazón sensible de _____, añadió —. Yo sería expulsado sumariamente de la sociedad, y sin duda me vería obligado a exiliarme al continente como Brummell.
—Oh, Nicholas, yo ....
Él le tapó los labios con un dedo.
—Cásate conmigo, _____. – Para su sorpresa, se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración, aguardando su respuesta con ansia.
_____ contempló su rostro increíblemente apuesto y serio, y se derritió por dentro. Su propuesta de matrimonio resonaba una y otra vez en su mente. “Cásate conmigo. Cásate conmigo. Cásate conmigo.”
Dios santo, ¿cómo podía rechazarlo? ¿Cómo podía cualquier mujer rechazar a ese hombre? Incluso si no tuviese en cuenta el perjuicio social que podía causarles a él y a tía Joanna, no podía negar lo que sentía por Nicholas. Muy a su pesar, lo amaba. Deseaba ayudarlo. Protegerlo. ¿Y si otros peligros pendían sobre él? Aunque élno fuera consciente de ello, la necesitaba.
Pero no la amaba. No debía engañarse. Simplemente estaba proponiéndole matrimonio para salvar la reputación de ella y proteger su propio honor.
La tristeza la invadió, pero al mismo tiempo una vocecita en su interior le infundió esperanzas. “Tal vez no me quiera todavía, pero si descubro alguna prueba de que William sigue vivo, o si averiguo algo sobre el francés ... Si logro traerle algo de paz a Nicholas, quizás entonces llegue a quererme. Tanto como le quiero yo a él.”
¿Era eso posible? ¿Existía alguna posibilidad de que él se enamorase de ella? Era evidente que Nicholas podía elegir a cualquiera de las mujeres hermosas y refinadas que se movían en su mundo de la alta sociedad. Ella era dolorosamente consciente de que no les llegaba a la suela del zapato en nada.
Pero al proponerle matrimonio, él se mostraba claramente dispuesto a hcer un enorme sacrificio por ella. La enormidad de dicho sacrificio la dejaba sin aliento. Dios, él estaba dispuesto a pasar el resto de su vida con ella. Dudaba mucho que le hubiese hecho esta oferta a ala ligera, de modo que obviamente ella le importaba, aunque fuera sólo un poco.
¿O no?
No era una situación ideal, pero era un punto de partida. Sería una tonta si rechazara la propuesta del hombre que amaba, y lo que le faltaba a ella era refinamiento, no inteligencia. Sólo había una respuesta posible. Sin embargo, antes de que ella pudiera abrir la boca. Él habló, en un tono inconfundiblemente seco.
—Debo decirte que tu prolongado silencio resulta un tanto ... descorazonador. He esperado veintinueve años para pedir la mano de una mujer, _____. ¿Vas a negármela ahora?
Dios santo, parecía realmente .... preocupado. Una sonrisa se dibujó en los labios de _____. Intentó reprimirla, pero no lo logró del todo.
—Bueno, siempre he soñado con hacerle un desaire a un pretendiente apasionado.
Nicholas vio asomar sus hoyuelos, oyó su tono travieso y obligó a sus músculos tensos a relajarse. Se acercó a ella, hasta que sólo los separaban unos centímetros. Le recorrió los brazos con las manos hasta entrelazar los dedos con los de ella, luego le rozó la mejilla con los labios.
—Ya veo. ¿Y qué ocurriría si me volviese apasionado? – Aspiró la suave fragancia de lilas, y le apretó delicadamente el lóbulo de la oreja entre los dientes.
—¡Oh! —El jadeo de placer de _____ lo llenó de satisfacción masculina —. Bueno, pues en ese caso, yo ... – La voz se le apagó mientras él bajaba la boca por su esbelto cuello, besándola. Ella echó la cabeza hacia atrás para facilitarle la tarea, y él le tocó con la punta de la lengua la base del cuello, donde le latía el pulso aceleradamente. Su piel era suave como la seda y sabía a flores y a luz del sol. Como ninguna otra mujer.
Nicholas alzó la cabeza y estudió su rostro hermosos y arrebolado. Ella tenía los ojos cerrados, los labios húmedos y entreabiertos, y respiraba entrecortadamente.
—En ese caso, ¿tú ...? —la animó a proseguir.
Ella abrió despacio los párpados y lo miró directamente a los ojos. La calidez y la ternura que irradiaban sus profundos y expresivos ojos de color ámbar con destellos dorados lo sobrecogió. Rebuscó entre sus recuerdos y se dio cuenta de que nadie lo había mirado de ese modo. Su cuerpo se encendió, lleno de vitalidad.
Ella esbozó una sonrisa trémula.
—Cedería y me casaría contigo.
Lo invadió una sensación que sólo podría calificarse de alivio.
—¿Eso es un sí?
—Sí.
Gracias a Dios. Este pensamiento lo golpeó con la fuerza de un puñetazo. Negándose a analizarlo, estrechó a _____ entre sus brazos. Bajó la boca hasta fundirla con la de ella en un beso abrasador que los dejó a ambos sin aliento. Sus labios la acariciaban con ansia, mientras su lengua se deslizaba en el cálido interior de su boca. Con un suave gemido, ella se apretó contra él y le devolvió el beso con un fervor que estuvo a punto de hacerle perder por completo el control sobre sí mismo. “Dios, no puedo esperar a que esta mujer sea mía”, pensó.
Susurró el nombre de _____ al tiempo que le pasaba los dedos por el sedoso pelo y devoraba su boca, sumergiendo la lengua, saboreando su dulce calor, hasta que los embargó un dolor enloquecedor. Maldita sea, la deseaba. Ahora. Quería tenerla debajo, encima, envuelta en tono a sí ....
—¿Os interrumpo? – preguntó una voz alegre desde la puerta.
Nicholas se quedó inmóvil y reprimió una palabrota que le brotaba de lo más hondo. Maldición, Robert llevaba dos meses fuera. ¿Qué le hubiera costado a su hermano pequeño permanecer fuera dos minutos más?
Nicholas levantó la cabeza y contempló el rostro de _____, trastornado y colorado como un tomate. Miró sus labios, hinchados de tanto besarlo. Robert pagaría muy cara esa interrupción. Muy cara.
_____ intentó liberarse de su abrazo, pero él la apretó con más fuerza.
—No pasa nada – le susurró —: es sólo mi hermano. – Rodeándole el talle firmemente con un brazo, se volvió y le echó a Robert una mirada asesina —. Veo que mientras estabas vagabundeando por el continente olvidaste lo que significa una puerta cerrada.
—En absoluto – replicó Robert, posando la vista en _____ con ávida curiosidad —. De hecho, he llamado varias veces. Al parecer estabas demasiado, eh ..., ocupado para oírme. Me disponía a regresar al salón cuando he oído claramente un quejido que venía del interior del estudio. Como es natural, he temido por tu seguridad, de modo que he entrado. – Le dirigió una sonrisa traviesa —. Ahora veo que no había motivo para alarmarse. – Carraspeó —. Bueno, ¿no vas a presentarme a esta preciosa joven?
Nicholas habría preferido meterlo de cabeza en el seto de alheñas, pero dejó que prevaleciera la cordura.
—_____, te presento a mi hermano Robert, un joven que no se caracteriza por su tacto o don de la oportunidad. Robert, ésta es la señorita _____ Matthews ...., mi prometida.
—Encantado de conocerla ... – Robert se interrumpió súbitamente y arqueó las cejas —¿Has dicho “prometida”? ¿Te refieres a que es tu novia? ¿A que vais a casaros?
La rabia contenida de Nicholas se templó considerablemente al ver la cómica expresión de estupor de Robert.
—Tu dominio del idioma y tu capacidad de deducción siempre han sido motivo de orgullo para toda la familia, Robert.
Sin una palabra, Robert cruzó la alfombra e hincó una rodilla ante _____.
—Mi querida dama – dijo, poniéndose ambas manos sobre el corazón —. Es un honor para mí conocerla. Siempre contará con mil eterna gratitud por retirar a mi hermano de la lista de solteros. Ahora quizás otro pobre tipo desgraciado, es decir yo, tenga alguna oportunidad de captar la atención de una mujer hermosa. No habrá otra como usted en su familia, ¿verdad? ¿Una hermana? ¿Una tía, una prima, una abuelita?
Con las mejillas encendidas, _____ bajó la vista hacia el joven arrodillado ante ella. Unos ojos negros y burlones la miraban desde un rostro que se asemejaba mucho al de Nicholas. Sin embargo, el semblante de Nicholas era firme, reservado y adusto, mientras que el de su hermano menor tenía facciones más suaves, era más abierto y sonriente. A pesar del bochorno que estaba pasando, _____ no pudo evitar devolverle la sonrisa.
—Es un placer conocerle, lord Robert – dijo ella con una torpe reverencia que le costó más trabajo que de costumbre porque Nicholas no despegaba el brazo de su cintura.
Robert se puso de pie e hizo una inclinación.
—Llámame Robert. Y el placer es mío. – Se volvió hacia Nicholas, tendiéndole la mano —. Enhorabuena, hermano. Te deseo toda la felicidad del mundo.
Nicholas aflojó ligeramente la presión de su brazo sobre el talle de _____ y estrechó la mano de Robert.
—Gracias, Robert. Ya que llegas de un modo tan inesperado, quiero aprovechar la oportunidad para pedirte que seas mi padrino de boda.
—Acepto encantado. – Robert le dirigió a ella una sonrisa y un guiño —. Nicholas sabe lo que hace, ahora tendrá un buen padrino. ¿Has dicho algo sobre que tenías una hermana?
—Me temo que no – respondió ella, divertida.
—Vaya suerte la mía. – Sacudiendo la cabeza con aire apesadumbrado, atravesó la habitación y se sirvió una copa de brandy —. ¿Cuándo es la boda?
_____ estaba a punto de contestar que no lo sabía cuando Nicholas declaró:
—Pasado mañana.
Se quedó boquiabierta y se obligó a recuperar la compostura.
—¿Pasado mañana?
Robert le dirigió a Nicholas una mirada maliciosa.
—Tu prometida parece un poquito, ejem, sorprendida por la noticia. No sé mucho de estas cosas, pero creo que la costumbre dicta que la novia sepa cuándo se celebrará el desposorio.
—Me disponía a hablar del asunto con ella cuando has irrumpido en el estudio.
Un brillo malicioso asomó a los ojos de Robert.
—¿Ah, sí? ¿Era eso lo que te disponías a hacer? Más bien parecía .....
—Robert —El tono en que Nicholas pronunció esta única palabra era inconfundiblemente gélido.
Robert depositó la copa en el escritorio y alzó las manos.
—No se hable más. Aunque sé que te mueres de ganas de que me quede y os obsequie con anécdotas de mi viaje por el extranjero, debo marcharme. Apenas he hablado con madre desde que llegué hace una hora, y he prometido reunirme con ella en el salón antes de la cena.
—No ha anunciado todavía la boda, Robert.
—Mis labios están sellados. – Cruzó la habitación, tomó la mano de _____ y le plantó un beso en los dedos. Una imagen acudió a la mente de ella y, por un instante, fue como si vislumbrara su alma —. Estoy deseando verte a la hora de la cena – dijo él, con una mirada llena de afecto.
—Gracias.
Robert se dirigió a la puerta con un andar elegante y pausado que contrastaba mucho con las zancadas decididas características de Nicholas. Antes de cerrar la puerta tras de sí, le dedicó a _____ un guiño que la ruborizó.
Aguardó a que Nicholas hablara, pero él se había quedado mirando la puerta cerrada como si quisiera prenderle fuego.
—Tu hermano es muy divertido – dijo ella finalmente.
—Es un maldito incordio.
—Te quiere.
—El .... —Nicholas se volvió hacia ella —. ¿Cómo dices?
—Te quiere. Se muere de curiosidad y preocupación por tu decisión de casarse conmigo.
—¿Preocupación? ¿Qué te hace pensar eso?
“Me tocó —pensó _____ —. Lo percibí.”
—A pesar de sus bromas, salta a la vista que teme que puedas haber tomado una decisión equivocada. Ha sido esclarecedor veros juntos a los dos. Me pregunto si os habéis percatado de lo mucho que os parecéis.
Estas palabras lo sorprendieron.
—¿Parecernos? Robert y yo no nos parecemos en absoluto.
“Y tanto que os parecéis. Por dentro. En el alma, que es lo que cuenta” se dijo _____, pero en vez de discutir inclinó la cabeza.
—Tal vez tengas razón —dijo —. Después de todo, tú eres un hombre serio, mientras que Robert es bastante animado.
—No estoy seguro de que “animado” sea la palabra con que lo describiría en estos momentos, pero da igual. Hay otras cosas de las que tenemos que hablar.
—Así es. Nicholas, ¿a qué diablos te referías cuando has dicho que la boda se celebraría pasado mañana?
—Pues a eso exactamente. He pasado casi todo el día poniéndome en contacto con mis abogados y tramitando una licencia especial, que espero recibir mañana por la tarde. Supongo que podríamos programar la ceremonia para ala noche de mañana, pero he pensado que querrías disponer de un día para hacer los preparativos necesarios.
—¿Pero eso no es tiempo suficiente para planear una boda!
—Mi madre sería capaz de organizar una coronación en la mitad de tiempo. Si además contamos con tu tía y con Caroline, podríamos estar casados antes del desayuno. – Le enmarcó el rostro con las manos y la miró con el ceño fruncido —. No estarás cambiando de idea, ¿verdad?
A ella se le formó un nudo en la garganta. ¿Cambiar de idea? Ni hablar.
—Por supuesto que no. —Le sonrió al ver que se suavizaba su expresión ceñuda—. Pero por deferencia hacia tu madre y tía Johanna, opino que es mejor dejarlo para pasado mañana. —Le puso las manos en los antebrazos y notó la tensión bajo sus dedos—. ¿Puedo preguntarte a qué viene tanta prisa?
Sus expectativas de que hubiese motivos románticos tras su decisión quedaron inmediatamente truncadas por las palabras de Nicholas.
—Por una mera cuestión de logística. Tengo que estar en Londres el día primero de julio, y he planeado quedarme allí durante un tiempo indeterminado. Si celebramos la ceremonia antes de mi marcha podrás acompañarme a Londres y me ahorraré el viaje de regreso hacia aquí o a la finca de lady Prenbroke para venir a recogerte.
Ella intentó disimular su desilusión con una sonrisa.
—¿Recogerme? Hablas de mí como si un fuera un par de pantuflas.
—¿Unas pantuflas? Para nada. —Su mirada se clavó en la boca de _____, y a ella el corazón le dio un vuelco al pensar que él la besaría otra vez. De nuevo se llevó una decepción, pues él se apartó de ella y se dirigió hacia la mesita que sostenía las licoreras de brandy—. Hay varios asuntos de los que debo ocuparme antes de que hagamos público nuestro compromiso.
Al darse cuenta de que la estaba despidiendo, _____ asintió con la cabeza.
—Por supuesto. Si me disculpas, debo arreglarme para la cena.
Se encaminó hacia la puerta. Antes de cerrarla a su espalda, volvió la vista atrás. Nicholas la observaba con una expresión intensa y enigmática que por alguna razón la dejó helada y la encendió por dentro al mismo tiempo.



Continuara

Niñas aqui les dejo un maraton, espero que lo disfruten! & sorry por no actualizar durante tanto tiempo pero es que he estado muy ocupada. Sorry & enjoy it! XOXO
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Mensaje por DanieladeJonas Mar 01 Mayo 2012, 2:12 pm

que maraton!!! me quede asi :affraid: hahaha nonono que onda con la vision??

si mataron al alguacil??? Nicholas la ama?? demasiadas dudas para mi!!

tienes que seguirla pronto por que se acerca la boda!!!! ahhh que emocion

siguela plis!!!!
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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Jue 03 Mayo 2012, 9:26 pm

en un momento subo cap! xD
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Mensaje por jennito moreno Vie 04 Mayo 2012, 4:02 pm

ooooooooooooooooooohhhhhhhhh no lo puedo creer
todas las cosas que suceden en unos cuantos capitulos...
primero: me algero mucho de que hayas vuelto pense que no volverias nunca jamas...
segundo: estuvieron geniales los caps me encanta la nove...
tercero: no importa que no subas tan seguido siempre y cuando vuelvas y no tardes demasiado en subir de nuevo...
esperare los demas caps y por ultimo...
me encanta robert es muy genial jajjajajaja me hizo reir...
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Mensaje por mariely_jonas Vie 04 Mayo 2012, 7:07 pm



ohhh potr dioss me declro super fan de tu novela
esta increibleeeeeeeee
me
encaaantaa
y porfavorr kiero mas kapitulosss yaa la boda aporfavorr!!!!
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Mensaje por Nick_is_infatuation Sáb 05 Mayo 2012, 2:54 pm

hola! Soy nueva lectora!!!
Me has dejado picada !!!!!!!!!! ● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 3613480495 ● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 3613480495 ● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 3613480495

Espero que la pudas seguir pronto (:
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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Jue 10 Mayo 2012, 12:34 pm

Mis niñas, sorry por no actualizar antes u.u En la noche actualizo & subo maratooooooon!!! eaea! xD
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Mensaje por Nick_is_infatuation Jue 10 Mayo 2012, 5:35 pm

Yay!

esperare muy ansiosa !
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Mensaje por DanieladeJonas Jue 10 Mayo 2012, 6:00 pm

sii!!!maraton!!!! :D
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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Vie 11 Mayo 2012, 3:28 pm

Nick_is_infatuation escribió:hola! Soy nueva lectora!!!
Me has dejado picada !!!!!!!!!! ● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 3613480495 ● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 3613480495 ● Una Boda Imprevista●  «NickJ&Tu» «Terminada!» - Página 4 3613480495

Espero que la pudas seguir pronto (:


Bienvenida! :D
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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Vie 11 Mayo 2012, 3:34 pm

- Capitulo 21

_____ acababa de vestirse para bajar a cenar cuando alguien llamó a la puerta de su alcoba.
—Adelante.
Tía Joanna entró envuelta en un maremágnum de plumas oscilantes y en el frufrú de la seda morada de su vestido.
—Mi querida niña – le dijo con una enorme sonrisa en medio del rechoncho rostro, y le dio un abrazo repleto de plumas —. ¿No te lo dije?
— ¿No me dijiste qué?
Su tía se apartó y la contempló con los ojos muy abiertos.
—Pues que sólo sería cuestión de tiempo antes de que un joven agradable se fijara en ti. – Abrió el abanico con un movimiento rápido de la muñeca y lo agitó, haciendo ondear sus plumas —. Sabía que te encontraríamos un marido, ¿pero ni siquiera yo habría predicho que conseguiríamos un duque! Vamos, cuando Bradford me dijo que quería casarse contigo, por poco me desmayo. No porque me sorprendiese que quisiera casarse contigo, por supuesto. Cualquier hombre se sentiría afortunado con una chica hermosa como tú. Pero ¡ un duque! Un duque joven y guapo, además. – Se inclinó hacia delante y le confió —: En su mayoría son viejos decrépitos, ¿sabes?
Antes de que _____ pudiera contestarle, su tía añadió:
—Tus padres estarían tan orgullosos de ti .... Como yo, querida. Muy orgullosos y muy contentos. – Sus ojos asumieron una expresión soñadora y exhaló un suspiro embelesado —. Vaya, creo que esto es aún más romántico que cuando tu madre se fugó con tu padre. Estaban tan enamorados ... – Miró a _____ y frunció el entrecejo —. ¿Qué te ocurre, criatura? Pareces afligida.
_____ parpardeó para quitarse las lágrimas que comenzaban a escocerle en los ojos.
—Estaba pensando en papá y mamá ... en lo mucho que se querían. En lo mucho que deseaban que yo tuviese un matrimonio feliz como el suyo.
—¿Y lo tendrás! ¿Fíjate nada más en el hombre con el que te casas! ¿Cómo puedes dudar un solo instante de que serás inmensamente feliz? – Su tía la observó un momento, y _____ hizo lo posible por mostrarse inmensamente feliz, pero evidentemente fracasó, pues su tía dijo —: S’i, ya veo que lo dudas. – Cerró el abanico de golpe y condujo a _____ al sofá tapizado de brocado que se encontraba junto al fuego. Una vez que se sentaron, tía Joanna dijo —: Cuéntame qué es lo que te preocupa, _____.
_____ miró los ojos azules e inquietos de su tía, que tanto le recordaban a los de su querida madre. No tenía el menor deseo de aguar el entusiasmo de tía Joanna, pero no podía fingir que su inminente casamiento sería un matrimonio por amor.
—Sin duda sabes, tía Joanna, que la única razón por la que el duque quiere casarse conmigo es porque cree que es su deber.
Tía Joanna soltó un carraspeo estentóreo.
— Y sin duda tú sabes que nadie puede abligar a Bradford a hacer algo que no quiere hacer.
— Es un hombre honorable y desea preservar mi reputación ......
— Pamplinas. Si no le agradara la idea de casarse contigo, sencillamente se negaría a hacerlo y, dad su posición, saldría bien librado de todas maneras. Está claro que no eres consciente del rango tan elevado que tiene en la sociedad ..., rango que te corresponderá también cuando seas su mujer. – Le dio un apretón en la mano —. Alégrate, querida. Nunca te faltará nada.
Una gran tristeza se adueño del corazón de _____.
— Excepto quizás el amor de mi marido.
Tía Joanna meneó un dedo enguantado en un gesto de reprensión.
—Cariño, no dudes ni por un momento de que Bradford está obsesionado por ti. De lo contrario, ni siquiera cien caballos salvajes podrían haberle arrancado una proposición de matrimonio. Una vez que un hombre está obsesionado por una mujer, se convierte en un pez que ha mordido un anzuelo.
—¿Cómo dices?
—Has pescado el pez más grande de Inglaterra, querida. Ya se ha encaprichado de ti. Ahora sólo tienes que recoger el sedal para sacarlo del agua.
_____ reprimió una risita ante la absurdidad de comparar a Nicholas con un pez.
—¿Y eso cómo lo hago?
—Siendo la _____ maravillosa y única que eres. Y captando su interés ya sabes dónde. – Su tía subió y bajó las cejas varias veces.
Cielo santo, esperaba que tía Joanna no se embarcase en una disertación sobre la anatomía de Nicholas.
—Hum .... Me temo que no sé exactamente a qué te refieres con “ya sabes dónde”.
Tía Joanna se inclinó hacia delante, obligando a _____ a esquivar una pluma de pavo real.
— Me refiero a la alcoba – respondió en voz baja, y _____ se relajó, aliviada —. Si mantienes a tu marido contento en la alcoba, su encaprichamiento se transformará en amor. A mí me funcionó con mi querido Penbroke. Tu tío ,e fue fiel hasta el último día de su vida. Un marido que tiene un lecho nupcial bien caliente no se busca una querida.
_____ sintió que la mejillas se le ponían al rojo vivo, pero su tía prosiguió:
— Como tu madre, que en paz descanse, no está ya entre nosotros, te aleccionaré como creo que ella hubiese querido. Dime, querida, ¿sabes de dónde vienen los niños?
_____ reprimió el súbito impulso de reír, pues su tía parecía tan seria y tan decidida a cumplir con su deber......
— Tía Joann, soy hija de un médico y me crié entre animales. Estoy familiarizada con las funciones corporales.
—Excelente. Entonces ya sabes todo lo que hay que saber.
— ¿Ah, sí?
— Sí. – Extendió el brazo y le acarició la mejilla —. Sólo tienes que acordarte de todo lo que te he dicho y todo saldrá estupendamente.
_____ se quedó mirándola, intentando recordar algo de lo que su tía le había dicho.
— Y si tienes alguna otra duda – añadió tía Joanna – no vaciles en consultarme. Estaré encantada de ayudarte. –Dicho esto, se puso en pie y se echó la boa al hombro —. Vamos, querida. Es hora de ir abajo. Quiero asegurarme de tener una buena vista de lady Digby y su caballuna prole cuando Bradford anuncie vuestro compromiso. Es un poco rastrero por mi parte, lo sé, pero no ocurre cada día que tu sobrina pesque al “soltero más codiciado de Inglaterra”.


_____ nunca había visto tal variedad de expresiones faciales como esa tarde, durante el anuncio de su compromiso que hicieron en el salón. Caroline y tía Joanna estaban radiantes. La madre de Nicholas sonreía majestuosamente mientras Robert también sonreía y a la vez guiñaba los ojos. La mayoría de los demás invitados mostraba una gama de emociones que iban desde la sorpresa al pasmo, mientras que lady Digby ponía la misma cara que si se hubiese tragado un insecto. Las hermanas Digby parecían haber comido un limón agrio. Sin embargo, después de la sorpresa inicial, los invitados se arremolinaron alrededor de _____ y Nicholas para darles la enhorabuena.
A continuación se celebró una cena de gala, en la que todos alzaron la copa para brindar por los novios. Varios comensales que tenían previsto marcharse a primera hora de la mañana cambiaron sus planes para quedarse en Bradford may y asistir a la precipitada boda.
_____ se percató de que las hermanas Digby ya estaban dirigiendo su atención a otros caballeros disponibles. Contuvo una sonrisa cuando vio a Robert sentado entre dos de ellas, las cuales pugnaban por captar su interés con fría determinación. Robert la sorprendió mirándolo desde el otro lado de la mesa y puso los ojos en blanco. Ella tuvo que toser tapándose la boca para disimular las carcajadas.
Su alegría fue menguando, no obstante, a medida que la cena avanzaba. Se dio cuenta, con creciente incomodidad, de que todas las personas sentadas a la mesa de caoba cubierta de manjares la observaban. Algunos de los invitados eran menos descarados que otros., pero ella sintió el peso de dos docenas de miradas clavadas en ella. Evaluándola.
Si antes era objeto de su desprecio, ahora notó que hacían conjeturas sobre ella, que despertaba su curiosidad. Y aunque percibió con toda claridad el escepticismo velado tras muchas de las sonrisas, nadie pronunció una sola palabra hiriente contra ella, como Nicholas había predicho. De hecho, el caballero que estaba sentado a su lado, en lugar de hacer caso omiso de ella estaba pendiente de todo lo que decía, como si sus labios desgranaran perlas brillantes. Penélope y Prudence, ninguna de las cuales se había dignado intercambiar más de una docena de palabras con ella, se empeñaban en enredarla en una conversación sobre moda. Por suerte, ellas dos hablaron casi todo el tiempo.
Mientras el caballero que tenía a su vera parloteaba incesantemente sobre una reciente cacería de zorros, ella echó un vistazo a la cabecera de la mesa, donde estaba sentado Nicholas. Él se disponía a beber de su copa de vino cuando sus miradas se encontraron. Y ninguno de los dos la apartó.
La mano de él quedó detenida a medio camino entre la mesa y sus labios, y sus ojos permanecieron fijos en los de ella. Una oleada de calor la recorrió mientras luchaba contra el súbito impulso de abanicarse con la servilleta de lino. La mirada de Nicholas, la oscura intensidad que parecía penetrar hasta su alma, la ponía nerviosa. Y la excitaba de un modo que no acertaba a describir.
Haciendo un gran esfuerzo, logró prestar atención de nuevo a su compañeros de mesa, pero siguió notando un hormigueo en la piel a causa de la mirada de Nicholas.
Cuando la cena finalizó, las damas se retiraron al salón para tomar café. _____ no tardó en verse rodeada de media docena de mujeres parlanchinas.
— Por supuesto, debes hacernos una visita en cuanto te venga bien, querida – dijo lady Digby, que se había abierto paso a codazos hasta llegar a ella. Antes de que _____ pudiera abrir la boca para contestar, lady Digby prosiguió —: De hecho, me gustaría dar una cena en tu honor —. Se volvió hacia sus hijas —. ¿Verdad que sería estupendo, chicas?
— Estupendo, madre – respondieron a coro las hermanas Digby.
Con aire resuelto y posesivo, lady Digby tomó a _____ por el brazo.
— Vamos, querida. Sentémonos y hagamos planes.
Una voz masculina profunda detuvo a lady Digby.
— Si no le imporda, lady Digby – dijo Nicholas con suavidad —, necesito hablar con mi prometida.
Lady Digby renunció de mala gana a acaparar a _____.
— Nos disponíamos a hablar de mis planes para la fiesta que quiero dar en su honor.
— ¿De verdad? Tal vez deba usted hablar de los preparativos con mi madre y lady Prenboke. Ellas ayudarán a _____ a organizar sus compromisos sociales para los próximos meses, hasta que se adapte a sus nuevas funciones.
— Desde luego. Vamos chicas. – Lady Digby cruzó la habitación a grandes zancadas, como un barco a toda vela, y su flota de hijas siguió su estela.
Nicholas le sonrió a _____.
— Me ha parecido que necesitabas que te rescataran.
— Creo que lo necesitaba, aunque no estoy convencida de que tu madre o mi tía de lo agradezcan.
Él le quitó importancia al asunto con un gesto.
— A madre se le dan muy bien estas cosas. Manejará a lady Digby con una facilidad que me asustaría de no ser porque la admito tanto. – Le escrutó el rostro con la mirada —. Pareces alterada. ¿Ha dicho alguien algo que te molestara?
— No, pero me temo que me siento un poco ... abrumada.
Él le ofreció su brazo.
— Ven conmigo.
A ella ni se le pasó por la cabeza la posibilidad de negarse. Intentando no mostrarse demasiado ansiosa, lo tomó del brazo y dejó que él la guiara hacia la puerta de la sala.
— ¿Adónde vamos?
Él enarcó una ceja.
— ¿Importa mucho?
— En absoluto – respondió ella sin dudarlo—. Me alegro de escapar de los ojos de toda esta gente.
Nicholas notó el estremecimiento de _____. Había estado observándola durante toda la cena y había comprobado lo bien que se desenvolvía frente a su reciento popularidad. Se había mostrado impecablemente cortés con las personas que antes se reían a sus espaldas, encantadora con quines la habían rechazado y sonriente ante todos los que le habían hecho daño.
Diablos, estaba orgullo de ella.
Cuando llegaron a su estudio privado, abrió la puerta. El fuego crepitaba en la chimenea, proyectando un brillo suave sobre toda la habitación. Cerró la puerta tras de sí, apoyó la espalda contra ella y miró a _____. Estaba en medio del estudio, con las manos entrelazadas delante de sí, más hermosa que ninguna mujer que él hubiese visto jamás. Lo invadió una gran ternura, junto con el impulso irrefrenable (no, la necesidad) de besarla. Sin embargo, antes de que pudiera ceder a ese impulso, ella habló.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—Lo que me ha pasado a la hora de la cena ... ¿te pasó a ti también? – preguntó con el entrecejo fruncido.
— ¿Cómo dices?
— Cuando heredaste el título y te convertiste en duque, ¿comenzó la gente a tratarte de manera distinta? Soy la misma que hace una semana, y sin embargo todos se comportan conmigo de otro modo.
— No te han tratado mal, espero.
— Al contrario, todo el mundo parece empeñado en ser amigo mío. ¿A ti te ocurrió lo mismo?
— Sí, aunque, antes de convertirme en duque, fui marqués, así que ya estaba bastante acostumbrado.
Ella lo observó durante un buen rato y luego sacudió la cabeza con tristeza.
— Lo siento mucho. Debe de ser muy duro para ti, no saber si la gente te aprecia a ti o a tu título.
Él respiró hondo. ¿Dejarían alguna vez de sorprenderlo sus palabras? Cruzó la alfombra de Axminster, que amortiguaba el sonido de sus pisadas, y se detuvo frente a _____. Ella lo miró y el corazón le brincó en el pecho. En sus ojos incomparables brilló una ternura cálida, sincera, honesta e inconfundible.
Nicholas tenía que tocarla. En ese mismo instante.
Tomó su rostro entre las manos y le rozó los labios con los suyos.
—Nicholas – jadeó ella.
¿Por qué lo conmovía tanto oír su nombre pronunciado por esa boca? Sólo pretendía darle un beso breve. La había conducido al estudio por una razón totalmente distinta. Pero ahora que tenía tan cerca sus formas curvilíneas y tentadoras, y que la oía suspirar su nombre, olvidó por completo dicha razón. La atrajo hacia sí y le deslizó la punta de la lengua por el carnoso labio inferior, A ella no le hizo falta otra invitación para abrir la boca. Él pronunció su nombre en una mezcla de susurro y jadeo, y la besó más apasionadamente.
Ladeó la cabeza para abarcar mejor sus labios y sus sentidos se inflamaron. El calor de aquel cuerpo, el dulce sabor a fresas de su boca, el delicado aroma a lilas, todo ello lo envolvía, encendiéndolo de pies a cabeza con un deseo incontrolable. Cuando finalmente hizo el esfuerzo de levantar la cabeza, respiraba agitadamente y el corazón le latía al doble de su velocidad normal. O quizás al triple.
— Cielo santo – resolló _____, aferrándose a sus solapas —. Esto se te da bastante bien.
El se apartó ligeramente y contempló su expresión maravillada, henchido de satisfacción masculina.
—Y a ti también. – Increíble, indescriptiblemente bien.
— Mi madre me dijo una vez que los besos de papá hacían que se le derritiesen los huesos. En ese entonces yo no tenía idea de a qué se refería.
— ¿Y ahora? – preguntó él, con una sonrisa.
El rubor tiñó sus mejillas de piel de melocotón.
—Ahora lo entiendo. Perfectamente. Se refería a que dejas de sentir las rodillas. Debo decir que es una experiencia de lo más agradable.
— En efecto, lo es. – Y pronto sería aún más agradable ...., cuando estuvieran juntos en la cama, desnudos, haciendo el amor.
Decenas de imágenes eróticas se agolparon en su cabeza, pero él las alejó con firmeza. Si permitía que su mente se recrease en esos pensamientos, ella no saldría del estudio con la virtud intacta.
La soltó de mala gana y se dirigió a su escritorio.
— Quiero darte algo.
Aparecieron los hoyuelos a cada lado de la boca de _____.
— Creía que eso era justo lo que acababas de hacer.
— Me refiero a otra cosa. – Abrió con llave el cajón inferior, extrajo lo que quería y volvió a su lado —. Toma. Para ti – dijo, tendiéndole una pequeña caja recubierta de terciopelo.
Ella enarcó las cejas, sorprendida.
— ¿Qué es?
— Abrelo y verás.
_____ abrió la tapa con bisagras y soltó un grito ahogado. Allí, sobre una base de terciopelo como la nieve, descansaba un topacio tallado en forma ovalada y rodeado de diamantes.
— Es un anillo – jadeó ell, contemplando con los ojos desorbitados la relumbrante joya —. Cielo santo, es extraordinario.
“Como tú”. El pensamiento acudió a la mente de Nicholas, sobresaltándolo, pero no pudo negar que era cierto. Ella era extraordinaria, y no sólo por su belleza física, sino por razones que lo confundían e inquietaban.
Levantó el anillo de su lecho de terciopelo y lo deslizó en el dedo anular de la mano izquierda de _____.
— Pertenece a una colección que obra en poder de la familia desde hace cuatro generaciones. Lo he escogido porque el color me recuerda el de tus ojos. – “Los ojos más bellos que jamás he visto”, pensó.
Con la vista fija en el anillo, ella movió la mano lentamente, admirando los destellos que las llamas del hogar arrancaban a la piedra preciosa. Acto seguido, alzó esos ojos y los posó en él. Unas lágrimas le brillaban en las pestañas, y él temió que ella se echase a llorar. En lugar de ello, _____ se inclinó hacia delante y le dio un beso leve en la mejilla.
— Gracias, Nicholas. Es el anillo más hermoso que he visto nunca. Siempre significará mucho para mí.
A Nicholas se le encogió el corazón al percibir la emoción en su voz. Esa calidez que se había acostumbrado a sentir a su lado lo invadió de nuevo. Era un sensación que no podía describir más que como “el efecto _____”.
Dios. Ella irradiaba una dulzura, una inocencia que a él le parecía imposible en un ser del sexo femenino que tuviera más de diez años.
Tenía buen corazón. Era generosa y desinteresada.
Él no era así en absoluto. Su fracaso respecto a William lo demostraba.
Nicholas la contempló durante largo rato, imaginándola como una novia. Su novia. Un pensamiento perturbador lo asaltó, haciéndole poner ceño. Ella estaba acomodándose a todos sus planes sin una pregunta ni una queja, y a él no le había pasado por la cabeza que quizás _____ deseara una boda fastuosa como la que anhelaban las demás mujeres. Se sintió avergonzado de su propio egoísmo.
— ¿Te encuentras bien, Nicholas?
— Se me acaba de ocurrir que quizás esa boda informal y precipitada no sea exactamente lo que siempre has soñado.
Una sonrisa dulce se dibujó en los labios de la joven.
— La boda de mis sueños siempre ha tenido más que ver con el novio que con el lujo y el boato de la ceremonia. Dos semanas después de que mis padres se conocieran frente a la tienda de sombreros, se fugaron y se casaron en un barco. El capitán ofició la ceremonia. Lo importante no es cómo te casa, sino con quién.
Nicholas, sin saber muy bien cómo responder, la estrechó entre sus brazos y hundió el rostro en su fragante cabello, disfrutando su calor por unos instantes. Luego, tras darle un beso rápido en la frente, se apartó de ella.
— Deberíamos volver con los demás.
Mientras caminaban despacio hacia el salón, ella dijo:
— Supongo que eres consciente de que estoy un poco nerviosa ante la perspectiva de convertirme en duquesa.
— Me temo que eso es inevitable, considerando nuestra intención de casarnos.
— Las cosas habrían sido mejores, mucho más sencillas, si fueras sólo un jardinero – suspiró ella —. O quizás un comerciante.
Él se detuvo y se quedó mirándola.
— ¿Cómo dices?
— Oh, no pretendía ofenderte. Es sólo que nuestras vidas serían mucho menos .... complicadas si no tuvieras un título de tanta categoría.
— ¿Preferirías casarte con un comerciante? ¿O con un jardinero?
— No. Preferiría casarme contigo. Pero eso resultaría más simple si fueras un jardinero.
Por primera vez Nicholas cayó en la cuenta de que a lo mejor ella sería más feliz si se casara con un comerciante. Aunque _____ se mostraba respetuosa con su título, su rango no la impresionaba en absoluto. Pero el mero hecho de imaginarla casada con otro, en brazos de otro hombre, lo hacía enloquecer de celos.
Con un tono forzado de despreocupación, preguntó:
— ¿Y si yo fuera un comerciante? ¿Te casarías conmigo de todas maneras?
Ella le posó la mano en la mejilla, observándolo con ojos muy serios.
— Sí, Nicholas. Me casaría contigo de todas maneras.
La confusión se apoderó de él. En cierto modo había esperado una respuesta burlona por parte de _____, pero ella lo había sorprendido, como hacía a menudo. Maldición ¿cómo se las arreglaba para desconcertarlo siempre?
— Aunque tu madre, Caroline y tía Joanna ha prometido ayudarme, no tengo nada claro qué es lo que hace exactamente una duquesa – declaró ella.
Nicholas hizo acopio de fuerzas y le sonrió.
— Es un trabajo muy sencillo, Su única obligación consiste en mantener contento al duque.
Ella soltó una carcajada.
— Qué bonito. Para ti. ¿Y cómo se las ingenia para mantener contento al duque?
La mirada de Nicholas la recorrió de arriba abajo.
— No tendrás ninguna dificultad, te lo aseguro. – Él iba, a enseñarle exactamente el modo de contentar al duque la noche de bodas.
Se preguntó cómo demonios se las arreglaría para esperar hasta entonces.

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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Vie 11 Mayo 2012, 3:41 pm

Capitulo 22


Al día siguiente, mientras _____ permanecía arrelanada o, según se imaginaba él, atrapada en la soleada biblioteca con su madre, Caroline, lady Penbroke y las costureras, Nicholas repasaba las cuentas de su finca de Surrey.
Al atardecer, sus ojos cansados veían borrosas las hileras de números y cuando oyó llamar a la puerta de su estudio, dejó la pluma de buen grado.
—Adelante.
Jackson entró y cerró la puerta tras de sí.
— Bueno, debo decir, Nicholas, que eres una caja de sorpresas.
— ¿Ah, sí? – preguntó él con fingida sorpresa —. Y yo que pensaba que era más bien aburrido y predecible.
— Todo lo contrario, muchacho. Primero me envías a Londres para recabar información sobre la señorita Matthews. Luego me haces regresar para asistir a tu boda con dicha mujer. – Jackson se acercó al escritorio y estudió a Nicholas con exagerada atención —. Hum. Tienes buen aspecto. No presentas síntomas visibles de demencia, como el impulso de pegar saltos incontrolables o proferir obscenidades a voz en cuello. Por tanto, sólo puedo presumir que esta boda precipitada indica, o bien que estás perdida, apasionadamente enamorado .... – Su voz se apagó y arqueó las cejas.
A su pesar, Nicholas notó que se sonrojaba.
— El viaje en carruaje claramente te ha zarandeado el cerebro.
— O bien – prosiguió Jackson como sí Nicholas no hubieses hablado —, has deshonrado a la chica. – Hizo una pausa y luego asintió con la cabeza —. Entiendo. No has podido resistir la tentación, ¿eh?
—Ella me salvó la vida.
Jackson se quedó inmóvil.
— ¿Perdona?
Nicholas lo puso al corriente de todo lo sucedido en los últimos días. Cuando hubo terminado, Jackson sacudió la cabeza.
— Dios santo, Nicholas. Tienes suerte de estar sano y salvo. – Jackson se inclinó sobre el escritorio y le posó la mano sobre el hombro —. Todos estamos en deuda con la señorita Matthews.
— Yo desde luego sí lo estoy.
Un destello perveso brilló en los ojos de Jackson.
— Apuesto a que das gracias al cielo porque no fuera una de las hermanas Digby quien te encontró herido.
Un escalofrío le recorrió la espalda.
— Dios, tienes razón.
— Lo que me lleva a preguntarte .... ¿cómo logró encontrarte la señorita Matthews?
Antes de que Nicholas pudiese discurrir una explicación versímil para algo que no la tenía. Jackson extendió las manos.
— Da igual. Está claro que habíais concertado una cita. No hace falta que me des más detalles.
— Eh ...., bueno. – Nicholas carraspeó —. Y ahora, cuéntame, ¿qué has averiguado sobre la señorita Matthews?
Jackson se repantigó en el cómodo sillón de orejas situado junto al escritorio de Nicholas. Extrajo de su bolsillo una libreta de piel y echó un vistazo a sus notas.
— Mis indagaciones confirmaron que llegó a Londres el 3 de enero de este año a bordo del Starseeker. La suerte quiso que ese navío estuviese en reparación en el puerto, de modo que pude entrevistarme con Harold Beacham, su capitán.
“Según el capitán Beacham, la señorita Matthews era una pasajera encantadora. Nunca se quejaba, aunque hubiese mala mar. Ella y su acompañante solían reunirse con él en cubierta al anochecer para ver las estrellas. Ella tenía amplios conocimientos de astronomía, y él disfrutaba de su compañía. – Le guiñó el ojo a Nicholas —. Me parece que abrigaba intenciones románticas hacia tu novia.
Nicholas apretó los dientes, pero hizo caso omiso del comentario burlón.
— ¿Sabía él si era la primera vez que ella viajaba a Inglaterra?
— Eso es lo que ella le dijo. Según el capitán, aunque ella tenía muchas ganas de llegar a Inglaterra, tenía un aire melancólico. Él supone que se debía a que echaba de menos su hogar, pero nunca habló de ello. – Pasó varias páginas de la libreta —. También localicé a la señora Loretta Thomkins, su compañera de viaje.
Nicholas se enderezó en la silla.
— ¿Y qué te dijo?
Jackson alzó la vista al techo.
— ¿Qué no me dijo? Diantres, la mujer no cesó de parlotear desde el momento en que puso los ojos en mí. – Se tiró del lóbulo de las orejas —. Menos mal que las tengo pegadas a la cabeza, pues de lo contrario se me habrían caído de tanto oírla hablar. Sé más sobre esa mujer que sobre nadie.
— Confió en que sólo compartirás conmigo los detalles importantes.
— Como quieras – dijo Jackson con expresión desanimada —, pero maldita la gracia que me hace ser el único que conoce la historia de su vida. – Exhaló un suspiro teatral y consultó de nuevo su libreta —. Según la señora Thomkins, la señorita Mattews, a quien se refería como “esa criatura tan dulce y querida para mí”, se fue a vivir con unos parientes lejanos por parte de su padre, apellidados Longren, cuando su progenitor murió.
—¿No tenía dinero?
— No estaba en la indigencia, pero tampoco quedó muy boyante. La muerte repentina de su padre le rompió el corazón. La señorita Mattews le dijo a la señora Thomkins que detestaba vivir sola, así que vendió la casita que compartía con su padre y se mudó a la residencia de sus parientes. Al parecer todo marchó sobre ruedas hasta hace nueve meses. Fue entonces cuando la señorita Matthews hizo las maletas y se fue.
—¿Qué sucedió?
—La señora Thomkins no lo sabía a ciencia cierta, pero sospechaba que la señorita Matthews había discutido con sus parientes, pues nunca hablaba de ellos y cambiaba de tema cuando ella los mencionaba. Fuera lo que fuese lo ocurrido, causó una gran tristeza a la señorita Matthews y la decidió a abandonar América desesperada, en opinión de la señora Thomkins.
—¿Desesperada?
— Desesperada por marcharse sin la menor intención de regresar. – Jackson se encogió de hombros —. Si algo se puede decir de la señora Thomkins es que es amante del drama. También dijo que “esa criatura tan dulce y querida” parecía un alma en pena durante las primeras semanas de la travesía y que el verla tan apesadumbrada le partía el corazón. – Cerró la libreta con un gesto contundente y se la guardó en el bolsillo del chaleco —. Eso es lo que llegué a indagar antes de que me mandases llamar.
Nicholas meditó sobre esta sorprendente información. ¿Qué había movido a _____ a marcharse de América tan repentinamente y con la intención de no volver? Evidentemente, había otros propósitos detrás de su viaje a Inglaterra además de visitar a su tía. ¿Se habría indispuesto con sus parientes? Le extrañaba que nunca los mencionase, pero quizás era un recuerdo demasiado doloroso para hablar de ello. Él entendía perfectamente lo que era esa situación.
— Gracias, Jackson. Te agradezco tu ayuda.
— No hay de qué. ¿Necesitarás alguna cosa más de mi?
— No lo creo. ¿Por qué no te quedas en Bradford may durante unos días después de la boda? Robert ha regresado del continente, y a madre le encanta tenerte por aquí. También a Caroline.
Una expresión extraña asomó al rostro de Jackson, y Nicholas creyó que rechazaría la invitación. Pero Jackson asintió con la cabeza.
— Me gustaría pasar unos días más aquí. Gracias. Y ahora, por favor satisface mi curiosidad. Todo el secretismo que rodea tu petición de información me tiene confundido. La señorita Matthews no es adinerada ni mucho menos, pero a ti no te hace ninguna falta casarte con una rica heredera. Y aunque es americana, es la sobrina de un conde. Si albergabas sentimientos amorosos hacia ella, podrías habérmelo dicho. Yo habría comprendido perfectamente tu deseo de investigar con discreción a una novia en potencia.
Nicholas puso ceño. Se disponía a decirle a Jackson que sus indagaciones no tenían nada que ver con los sentimientos, amorosos o de otro tipo, pero resultaba más fácil dejarlo en el error. Eso desde luego le ahorraría explicaciones que no tenía ganas de dar.
— Lamento lo del secretismo – dijo aparentando indiferencia —, pero ya sabes cómo me habrían acosado si alguien se hubiera enterado de mis planes. Gracias por tu discreta ayuda.
— Me alegro de haberte sido de utilidad. – Una sonrisa maliciosa iluminó el rostro de Jackson —. Me alegro por partida doble de no haber descubierto algo espantoso en el pasado de tu prometida.
— Yo también, aunque supongo que eso no habría cambiado gran cosa. Es mi deber casarme con ella.
Jackson se puso de pie. Una sonrisa pícara jugueteó en las comisuras de su boca.
— Tu deber. Sí, estoy seguro de que ésa es la única razón.
.Lu' Anne Lovegood.
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