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¿Algún staff para que me ayude?):
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¿Algún staff para que me ayude?):
buenaaas, tengo un graaan problema con una novela que estaba escribiendo here, ayer a eso de las dos de la madrugada actualicé el segundo capítulo, revisé para que se viera como debía y ya me salí para ir a dormir, pero hoy me encuentro con que no se puede ver nadaa, está todo en negro, como si nadie hubiera comentado, es como si se hubieran borrados todos los otros comentarios y el capítulo anterior, no sé si alguien me puede ayudar ya que no me deja editar nada porque como anteriormente comenté, pareciera que no hay mensajes, solo un fondo negro):
espero que alguien me pueda ayudar, para al menos recuperar el primer capítulo, gracias.
espero que alguien me pueda ayudar, para al menos recuperar el primer capítulo, gracias.
imcath
Re: ¿Algún staff para que me ayude?):
Hola, la razón por la que se puso así es porque debía haber un error en el código en el que no reparaste. Por desgracia no puedo hacer nada para editar el mensaje y arreglarlo. Lo mejor es que abras un nuevo tema y revises el código que usaste en busca del error para que no vuelva a ocurrir. Pero sí he podido recuperar los capítulos mediante la herramienta de "Inspeccionar" de Google. Te lo adjunto abajo en un spoiler.
Un saludo
Un saludo

- Capítulo 01:
- Era increíble pensar en la cantidad de personas alteradas, como solían decirle los científicos, que quedaban en aquel laboratorio y es que a todo joven que ha sido expuesto a los diversos químicos que han pasado por sus cuerpos, tienden a lamentar en silencio las bajas de sus compañeros y es que ¿quién no sentiría lástima por ellos? Si básicamente todos allí crecieron juntos, si bien no se consideraban una familia, cada uno tenía sentimientos hacia los demás, después de todo, no conocían a más personas que a los que se encontraban en ese edificio de torturas. 30 niños fueron dados a luz en el año 1996, 30 madres firmaron para que sus pequeños fueran arrebatados luego de un par de meses siendo amamantados y es que, los empresarios asociados al gran proyecto Rigel supieron como jugar sus cartas, simplemente se encargaron de buscar jovencitas desesperadas por conseguir aquel tan anhelado “sueño americano”; latinoamericanas, asiáticas, europeas y norteamericanas, distintas razas se encontraban encerradas en el mismo laboratorio que ahora era habitado por quienes serían sus hijos, con la gran diferencia que toda mujer internada en ese lugar, sería liberada luego de un año después y con una buena suma de dinero.
Al firmar ninguna de las mujeres pensó en las consecuencias que sus hijos tendrían, solo pensaron en salir adelante y otras en regresar a casa con suficiente dinero para vivir un poco más.
Todas fueron inseminadas artificialmente con distintos voluntarios y una vez vivieron su embarazo y parto en aquel laboratorio, disfrazado de empresa contra el medio ambiente y hambruna, fueron liberadas luego de dos meses, teniendo que cumplir el tratado de completa omisión sobre lo ocurrido a interiores del lugar.
Sólo quedaban 15 jóvenes a esas alturas del año y pareciera que en cualquier momento comenzarían a desaparecer más de ellos, sin embargo el temor no era de perder a quien estaba al lado, son de desaparecer sin jamás conocer lo que era realmente la vida, sin conocer el exterior, sin experimentar todas aquellas emociones que eran prohibidas en aquel horrible lugar.
—Seis sigue en el cuarto negro. —Murmuró la rubia mientras se sentaba sobre la parte sobresaliente y de cerámica del lavamanos del baño de mujeres. —¿Crees que sea la próxima? —A pesar de que cualquier tipo de relación estaba prohibida, para evitar que se armara algún tipo de revolución, los “experimentos” encontraron la forma de poder relacionarse sin ser descubiertos y castigados por esto, porque, a pesar de que en todo el edificio se encontraban cámaras de vigilancia, existían pasillos y lugares en los que las cámaras no alcanzaban a captar todo y es que después de tanto tiempo viviendo allí, era fácil aprenderse aquellos rincones que quedaban fuera del alcance de los ojos de seguridad.
—No lo creo, sus poderes son de ataque y destructivos, dudo que desperdicien tantos químicos para mandarla a los expedientes negros. —Nueve sentía cierta lástima por la pelirroja que en esos momentos se encontraba en la sala de castigos, Seis había estado en aquel cuarto bastantes veces este último mes y sabía que la razón por la cual aún no ha sido dada de baja, era por sus habilidades al hacer las misiones, sin embargo, sabía que los científicos tenían cierto límite. —Pero si sigue así, seremos catorce ahora.
—Cuatro estuvo preocupada todo el día por ella, pareciera que a medida que vamos desapareciendo, nos involucrando cada vez más con los demás, que estupidez. —Uno observó como la pelinegra se recargaba en la pared mientras cerraba sus ojos, había notado durante el día que su compañera de confidencias estaba repitiendo aquella acción durante varios momentos en el día. —Y, hablando de estupideces, ¿qué te sucede?, te he notado rara desde que despertaste.
—Miren quien se preocupa ahora, ¿no que muy estúpido crear lazos en este infierno? —Se burló la más alta de las dos mientras que la rubia, antes castaña, esperaba a quien consideraba su amiga le respondiera la pregunta luego de darle un pequeño golpe. —He tenido pequeñas visiones desde hace una semana y los científicos han estado aumentando la dosis para inhibir mi poder cada vez más y duele como la mierda.
—¿Qué es lo que ves? —La de ojos claros se bajó de donde estaba para ayudar a sentarse en el suelo a la contraria, pues sabía que si dejaba que esta lo hiciera sola, terminaría cayendo.
—Sólo he logrado ver mucha gente levantando la mano cada vez que alguien habla, pero no puedo descifrar el por qué. —Se notaba la frustración de la más alta al hablar, antes, hace un par de años, Jhon Leblanc, el dueño del proyecto dio la orden que apagaran las premoniciones de nueve, ya que había estado usando el poder para saber qué era lo que harían con ellos, qué hacían con los desaparecidos y qué les deparaba el futuro, revelando cosas bastante turbias, las cuales fueron ligeramente borradas luego de que los inhibidores fueran implementados en su cuerpo. —Es una habitación algo oscura y las luces están cerca de una silla en una especie de escenario.
La ojiazul intentaba imaginar todo lo que le describía su contraparte, algo que se le dificultaba bastante, puesto que nadie de aquel lugar conocían las tantas cosas que rodeaban a las demás personas en el mundo, la gran mayoría de cosas las conocían gracias a los enfermeros, quienes le ensañaban qué era un árbol, una playa, navidad, celulares, etc, mediante fotografías, pero nunca habían estado con esas cosas frente a ellos o en sus manos o experimentando.
—¿Crees que trate de la tan famosa última fase? —Antes de que comenzaran a especular más sobre las visiones de nueve, pasos y voces de los guardias se comenzaron a escuchar como eco en el baño, por lo que uno rápidamente arrastró a la pelinegra hasta llegar al último de los cubículos.
Los guardias solían pasearse por los baños en busca de los “experimentos”, puesto a que en aquel lugar, no existían cámaras de vigilancia para respetar de alguna manera la privacidad de los niños, privacidad que era comúnmente violada por los guardias del lugar. El terror que se sentía al ser descubiertos por esos animales, era de otro nivel y por ello, muy pocos solían mirarle directamente a los ojos.
—Realmente el jefe cree que uno de estos mocosos puede ir contra los Vengadores, al menos serán monstruos menos que cuidar. —Habló uno de los guardias mientras se acomodaba mejor su uniforme frente al espejo del baño, sin preocuparse si alguien más estaba allí o no.
—La verdad, sería bastante feliz si una de estas cosas es capaz de golpear a esos presumidos en la cara. —Admitió el segundo que se encontraba en ese lugar. Ambas chicas se miraban con sorpresa al estar espiando de cierta forma a los guardias y enterándose al mismo tiempo que se vendría una nueva misión.—¿Ya tienen candidatos?, me perdí la reunión.—Todos estábamos pensando en Seis, esa niña incluso al crear defensas ataca. —Al ser quienes entrenaban a los alterados, sabían las capacidades que cada uno poseía, sin embargo, nunca elogiaron a nadie. —Pero la muy hija de perra me desafió en la mañana, sólo estoy esperando a que uno de estos días me den la autorización de poder castigarla yo. —Jack era uno de los guardias más agresivos y era el líder de estos, por lo que él usualmente solía elegir los castigos.
—Ahora hace falta buscar a otros dos. —Evitando el comentario anterior, comenzó a pensar en los posibles candidatos y era la perfecta excusa para la venganza de muchas insolencias.
Desafortunadamente, una cabellera castaña y un rostro lleno de indiferencia apareció en la entrada del baño, seguía de malhumor por el pequeño altercado ocurrido en la mañana en donde su amiga fue quien tuvo que pagar, por lo que no tuvo problemas con mirar fríamente a los guardias, sabiendo que posiblemente esto, le traería consecuencias.
—Cuatro, ¿qué haces aquí? —Preguntó el más alto y líder de los guardias, le gustaba mantener todo bajo control.
—Vengo a mis necesidades, ¿a qué otra cosa podría venir? —Y si las palabras pudieran cortar, posiblemente cuatro sería especialista en ello.
—Pues adelante.
—¿Te olvidas que es el baño de damas o debo llamar a alguien para que se los explique? —Nuevamente de manera desafiante e indiferencia la castaña habló, provocando que los guardias se miraran entre ellos, guardándose el orgullo, prefirieron no comentar nada al respecto, luego la especialista en mover cosas, lo pagaría.
Finalmente la pelinegra con la rubia lograron salir de su escondite, compartiendo por unos segundos la mirada con cuatro, quien ya había comprendido que ambas se habían quedado a escuchar la conversación de los guardias, pero antes de que la castaña lograra sacarles información, la más baja tomó del brazo a la de ojos cafés y ambas salieron de aquel baño, teniendo solo una cosa en mente ¿quién rayos eran los vengadores?
- Capítulo 02:
- El medio día ya se encontraba presente en ese lado del mundo, siendo un poco más precisos en Nueva York, Manhattan, luego del arduo entrenamiento individual de cada alterado y la respectiva higiene personal, todos se encontraban en el gran comedor, que antes estaba modificado para 30 de ellos.
La fila para conseguir la comida se movía bastante rápido, pareciera que todos querían llegar hasta las mesas y poder charlar un momento con quien sea que tengan a su lado, ya que a esas alturas del día se les tenía permitido interactuar entre ellos, puesto a que podían ser fácilmente vigilados por los numerosos guardias y cámaras del lugar.
—Y miren quien apareció, ya empezaba a celebrar tu partida. —Un alegre número once se acercó a la pelirroja, ambos eran los últimos de la fila, por lo que conversar un poco para matar el tiempo, no haría mal.
—¿Qué es lo que veo?, ¿acaso apareció Adam el alegre? —La sonrisa del rubio platinado se desvaneció al instante en el que uno de los guardias golpeaba la pared con su bastón retráctil, dándole una advertencia a ambos jóvenes. —Corrijo, número once, ¿mejor?
Seis continuó desafiante a pesar de llevar un día encerrada en el cuarto negro y el apretón de once le hizo ver que no valía la pena continuar con ello.
Cada niño había recibido un nombre “normal”, por parte de los enfermeros y enfermeras que se encontraban allí, ellos decían que todo ser humano merecía ser reconocido por un nombre. Tras un largo debate, Jhon aceptó que sus experimentos fueran llamados de otra forma, sin embargo estos nombres solo podían ser utilizados por los enfermeros, no entre ellos.
—Debes dejar de meterte en problemas seis, quizá para la próxima no la cuentes. —Murmuró el de ojos claros, quien antes los tenía cafés. —A propósito, ¿qué fue lo que hiciste?
La pelirroja simplemente se alzó de hombros, no tenía idea que era lo que a los guardias no le había parecido bien o mejor dicho, no lo recordaba y aquello le asustaba a un nivel mayor, ya que tampoco recordaba cual fue el castigo.
—No lo sé once, solo recuerdo estar en una sala entre papeles, tener una charla con el jefe brabucón y luego ser sacada del cuarto negro. —Admitió en un susurro mientras miraba de reojo a los guardias que se encontraban allí, esperando a que no escucharan su conversación. —Hay que salir vivos o muertos de aquí.
La mirada la chica era fría, pero dejaba ver un poco de preocupación, algo más grande se avecinaba y sabía que una vez comenzara aquella fase, nadie podría escapar, cumpliendo quizá por fin para lo que habían sido creados, para ser marionetas.
Once se caracterizaba por ser alguien bastante observador y quedarse en silencio mientras analizaba el escenario, por lo que quizá aquella característica de su personalidad le hizo comprender aún más a lo que se refería la contraria, pareciera que comenzaba a juntar piezas que la pelirroja desconocía e incluso era como si supiera toda la verdad antes de que la maestra del fuego supiera que significara sus propias palabras y había llegado a una conclusión; todos allí estaban en peligro o la sociedad.
—Caterina. —Pronunció completamente serio y en un tono bastante bajo, sabía que entre ambos podrían llegar a una respuesta más lógica.
—¡Seis, once!, ¡mirada al frente! —Y como si su vida dependiera de ello, ambos tomaron la postura militar que allí dentro le habían enseñado, dejando que la oportunidad del rubio de advertirle a la pelirroja desapareciera. —¿Se puede saber que estaban murmurando ambos?
—Sobre los entrenamientos, a mi parecer no estuvieron a la altura de los anteriores —Rápidamente el antiguamente castaño soltó una mentira al aire, mientras que el silencio de la atmósfera pareciera que los aniquilaba.
No muy convencido, el guardia pidió que ambos siguieran circulando para que pudieran conseguir la comida del miedo día, aún así, el comentario emitido por el chico, le calaba el orgullo y de algo estaba seguro, tendría el entrenamiento que se merecía.
El silencio del comedor comenzó a desaparecer lentamente, siendo cambiado por murmullos provenientes de los jóvenes de las grandes mesas, muchos comenzaron a levantarse y dejar sus respectivos utensilios en el sector de lavado para luego ir a sus celdas y tener el tiempo de recreación.
Un estruendo a mitad del salón hizo que todos prestaran atención a quien se encontraba en el suelo, dejando ver a aquella chica de tierna apariencia, pero de carácter un tanto contradictorio: dos.
Solo bastó que la causante de la caída se disculpara para que dos hiciera un movimiento de muñeca y el líquido contenido en el vaso de la pelinegra saliera del recipiente dirigiéndose como dagas hacia su rostro y aunque sus reflejos estaban completamente entrenados, la última gota logró hacerle un pequeño corte en su mejilla derecha y antes de que el líquido tocara el suelo, nueve logró disminuir la temperatura de las partículas de agua, siendo ella quien atacara ahora con lo más parecido a dagas de hielo.
La sonrisa victoriosa de la rubia se borró de inmediato al ver como el líquido había cambiado de estado, por lo que antes de que el ataque de la contraria llegara a su objetivo, logró esquivarlo.
Y antes de que cada alterado tomara su bando en aquella pelea, los guardias hicieron acto de presencia, inhabilitando a ambas chicas; dos y nueve y, aunque a los guardias les parecía gracioso una pelea entre todos, sabían que eso solo crearía una oportunidad para aquellos que querían escapar.
La mano de seis detuvo a diecisiete de que siguiera a los guardias al observar que se llevaban a ambas chicas luego de aquel gran descargue de electricidad sobre ellas y aunque la voz ronca del jefe de los guardias hizo presencia para solicitar a cuatro y once, aquello no interrumpió la mirada asesina de uno.
—Yo iré por el escudo, tú por la inteligencia, ¿va? —La seriedad inundaba el rostro del chico, desde la llamada de ambos al medio día hasta minutos antes de la media noche, ambos estuvieron estudiando salidas, cuartos y a quienes habitaban la torre.
—Esto no va a salir bien, once. —Ambos se encontraban en lo que pareciera la terraza de la gran torre que lucía una hermosa “A” en ella.
—¿Dudas de tus habilidades? —Se burló un poco el chico intentando calmar la tensión con su personalidad alegre y aunque se tuviera bastante confianza, algo ahí no estaba bien.
—No, es solo que, pareciera que nos mandaron a un matadero.
—¿Lo dices por la falta de entrenamiento para una misión clase S? —Cuestionó de vuelta, pues era verdad, para ese tipo de misiones requerían días de entrenamiento y estudio, pero nunca iban de a dos.
—Y porque ambos hemos estado en conflicto con los guardias.
La castaña había tocado un punto bastante cierto, cada uno por su lado había sido de cierta manera una piedra en los zapatos de los guardias, pero si hubiese sido por ellos, ¿seis debería estar con ellos, no? y aunque así fuera, la falta de entrenamiento en equipo les jugaría en contra, ya que ninguno en el laboratorio estaba capacitado para combatir en conjunto, esto era para evitar algún tipo de rebelión.
—Si tenemos suerte, moriremos.
Con aquellas últimas palabras, once entró esperando a que su compañera le siguiera, pero esta antes de entrar le dedicó una última mirada de admiración a las estrellas que adornaban la noche, era tan distinto verlas sin la ventana blindada de por medio.
Sigilosamente ambos compañeros de laboratorio comenzaron a recorrer los pasillos acordados, separándose para cubrir más área y de esa forma llegar a sus objetivos. Ninguno sabía como iba a resultar la misión y si uno de ellos iba a lograr escapar de ahí, ninguno de ellos depositaba la confianza en el otro, ya que no creían que el contrario se detendría a ayudarles o a esperarles para salir de allí y aquello les comía en silencio a ambos.
—Lo tengo. —El de ojos celestes grisáceos avisó por el aparato de comunicación a su compañera, quien le respondió de la misma manera, en cosa de minutos, ambos habían encontrado lo solicitado, quizá se habían preocupado por nada.
Sus dedos sintieron el frío que transmitía el escudo, el cual estaba pintado de una manera algo divertida para él, no entendía bien para qué necesitaban un pedazo de metal los científicos, pero no le quedaba otra opción que continuar con ello.
Revisó el cronómetro que llevaba en su brazo izquierdo y le alegró saber el tiempo de sobra que a ambos les quedaba, solo bastaba con esperar al grupo que los recogería en el punto acordado y serían los alabados al completar la misión.
—¿Se te perdió algo, niño? —Una voz profunda obligó al rubio detenerse, le faltaba tan poco para completar la misión que eso parecía una jodida broma.
Sin previo aviso, el menor logró golpear a su rival con una patada en el pecho, empujando a este contra la pared y así darle la oportunidad de salir corriendo de allí, pero lo que parecía un brazo de metal lo tiró a tierra en el primer golpe, dándose cuenta que se encontraba con aquellos "super soldados" que describían los archivos de la misión, por lo que el escudo era de uno de ellos.
Antes de que el segundo golpe fuera dado por el de cabello castaño, el rubio tocó la pierna de este por cortos segundos, dándole la ventaja de usar su poder de absorción por lo que antes de recibir el puñetazo, el menor logró darle una patada en el abdomen a su contrario, quien retrocedió bastantes metros atrás. Corrió para buscar el escudo que yacía votado cerca de él y antes de lograr tenerlo en sus manos nuevamente, un golpe compartido le hizo atravesar varios ventanales hasta llegar donde su compañera, definitivamente no le gustaban esos tipos.
Cuatro entró en alerta al ver a su compañero entre vidrios rotos, por lo que decidió seguir con su misión, el tiempo avanzaba y al menos podían llegar con una de las cosas que les habían solicitado.
—¿Puedo ayudarle en algo, señorita? —La voz artificial espantó a la castaña, mierda, ¿eso significaba que todos sabían que se encontraban allí?
Sin voltear a comprobar el estado de once y si necesitaba ayuda con la pelea que estaba llevando a cabo, tomó entre sus dedos el aparato que le ayudaría a recolectar toda la información que requerían del tan famoso "Stark" y su compañía, sin embargo la presencia de un quinto en la habitación le hizo reaccionar de manera rápida, por lo que en su mano derecha formó una bola de energía de luz y la lanzó contra una mujer.
Un "definitivamente no son normales" se alcanzó a escuchar de uno de los rivales que se encontraba peleando contra Adam, el de cabellera castaña y antes de que ella pudiera volver a su misión, una voz femenina con un claro acento la interrumpió.
—No debiste hacer eso. —Era la misma mujer pelinaranja, quien ahora se encontraba moldeando orbes de energía de un color rojo y antes de que pudiera reaccionar contra su ataque, se encontraba en el suelo retorciendo de dolor.
Antes de que la pelinaranja caminara hasta ella, dejando de lado su dolor y con suma concentración, logró atraer el escudo que tanto querían en el laboratorio con su telequinesis, logrando que este golpeara tanto al de brazo de metal que se encontraba enfrentándose con once, como a la mujer.
Once logró zafarse del rubio y corrió hasta cuatro, le ayudó a levantarse mientras recogía el escudo, los dos lograrían salir de allí, pero quizá por la adrenalina que recorría su cuerpo, sin poder evitarlo absorbió ambos poderes de su compañera, sintiendo como el calor comenzaba a escalar por su cuerpo de una manera masiva, haciendo que lentamente comenzara a perder el equilibrio y la capacidad e pronunciar palabra alguna.
—¡Adam! —Fue lo último que logró escuchar antes de quedar inconsciente
august.
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Re: ¿Algún staff para que me ayude?):
muchísimas gracias, de verdad, no estoy muy segura que código pudo fallar en el segundo capítulo, pero intentaré evitar los que ocupé, gracias

imcath

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